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sexismo
Por Silvia B. Palacio de Caeiro
Sumario: I. Introducción.— II. Mujeres, género y perspectiva de género.— III. Mujeres
y transversalidad. mainstreaming de género.— IV. Mujeres e interseccionalidad.— V.
Sexismo.— VI. Conclusión.
I. Introducción
Los conceptos género y perspectiva de género son claves en todo análisis relativo a las
mujeres a fin de posibilitar su plena inserción en la sociedad y política; asimismo, su protección
frente a la desigualdad y la violencia.
Bajo el título "Los derechos de la mujer son derechos humanos" (32), Naciones Unidas expone
que en el pasado no se tenían en cuenta situaciones cotidianas de violencia, discriminación y
opresión a que las mujeres estaban expuestas con frecuencia.
"La garantía efectiva de los derechos humanos de la mujer exige comprender plenamente las
estructuras sociales subyacentes y las relaciones de poder que definen e influyen en la capacidad
de las mujeres para gozar de sus derechos humanos. Esas estructuras de poder afectan todos
los aspectos de la vida, desde la legislación hasta las políticas económicas y sociales, la familia y
comunidad"(33).
La idea de género se vincula a hombres y mujeres; sin embargo, comúnmente se la emplea
para tratamiento de asuntos, situaciones, vivencias y problemas relacionados con aquellas(34).
El concepto de estereotipo es comprensivo de creencias, comportamientos, conductas,
prácticas encorsetadas que deben ser asumidas sin discusión por hombres y mujeres.
"La noción de género se refiere a las identidades socialmente construidas, los atributos y los
roles asignados a mujeres y hombres. El término 'género' no equivale a 'mujer'. El significado
social y cultural que la sociedad atribuye a las diferencias biológicas da lugar a relaciones
jerárquicas entre hombres y mujeres y distribución de facultades y derechos en favor del
hombre y en detrimento de la mujer. El lugar que la mujer y el hombre ocupan en la sociedad
depende de factores políticos, económicos, culturales, sociales, religiosos, ideológicos y
ambientales que la cultura, la sociedad y la comunidad pueden cambiar"(35).
"Género" es una categoría de análisis de ciencias sociales, acuñada en los años setenta por
Ann Oakley(36)y otras pensadoras "para describir las características de los hombres y las mujeres
que son determinadas y construidas socialmente; en contraste con las que son determinadas
biológicamente. (...) Género está estrictamente relacionado con aquellos atributos,
características, roles, actitudes, valores y estereotipos adjudicados a lo femenino y a lo
masculino, que cambian con el tiempo, las culturas y las sociedades, y que además establecen
una relación entre sí. El género es una categoría relacional entre lo femenino y lo masculino, lo
que quiere decir que una no existe sin el otro"(37).
Alda Facio(38)considera que el género, en sentido de gender o género sexual, hace referencia
a la dicotomía sexual impuesta socialmente a través de los roles y estereotipos, que hacen
aparecer a los sexos como diametralmente opuestos. "Es así que a partir de una exagerada
importancia que se da a las diferencias biológicas reales, se construyen roles para cada sexo.
Peor aún, las características con que se define a uno y otro sexo gozan de distinto valor y
legitiman la subordinación del sexo femenino, subordinación que no es dada por la naturaleza.
Es decir, mientras que el concepto de 'sexo' podría afirmarse es fisiológico, el de género es una
construcción social, es muy importante, ya que nos permite entender que no hay nada de
natural en los roles y características sexuales y que por lo tanto pueden ser transformados" (39).
El Comité CEDAW en la recomendación 25 expresa: "El género se define como los significados
sociales que se confieren a las diferencias biológicas entre los sexos. Es un producto ideológico
y cultural aunque también se reproduce en el ámbito de las prácticas físicas; a su vez, influye en
los resultados de tales prácticas. Afecta a la distribución de los recursos, la riqueza, el trabajo, la
adopción de decisiones y el poder político, y el disfrute de los derechos dentro de la familia y en
la vida pública. Pese a las variantes que existen según las culturas y la época, las relaciones de
género en todo el mundo entrañan una asimetría de poder entre el hombre y la mujer como
característica profunda. Así pues, el género produce estratos sociales y, en ese sentido, se
asemeja a otras fuentes de estratos como la raza, la clase, la etnicidad, la sexualidad y la edad.
Nos ayuda a comprender la estructura social de la identidad de las personas según su género y
la estructura desigual del poder vinculada a la relación entre los sexos" (40).
En la recomendación 28, el señalado Comité asevera: "El término 'sexo' se refiere aquí a las
diferencias biológicas entre el hombre y la mujer. El término 'género' se refiere a las identidades,
las funciones y los atributos construidos socialmente de la mujer y el hombre y al significado
social y cultural que la sociedad atribuye a esas diferencias biológicas, lo que da lugar a
relaciones jerárquicas entre hombres y mujeres y a la distribución de facultades y derechos en
favor del hombre y en detrimento de la mujer. El lugar que la mujer y el hombre ocupan en la
sociedad depende de factores políticos, económicos, culturales, sociales, religiosos, ideológicos
y ambientales que la cultura, la sociedad y la comunidad pueden cambiar. La aplicación de la
Convención a la discriminación por motivos de género se pone de manifiesto en la definición de
discriminación contenida en el artículo 1. Esta definición señala que cualquier distinción,
exclusión o restricción que tenga por objeto o por resultado reducir o anular el reconocimiento,
el disfrute o el ejercicio por las mujeres de sus derechos humanos y libertades fundamentales
constituye discriminación, incluso cuando no sea en forma intencional. De esto se desprendería
que el trato idéntico o neutro de la mujer y el hombre podría constituir discriminación contra la
mujer cuando tuviera como resultado o efecto privarla del ejercicio de un derecho al no haberse
tenido en cuenta la desventaja y la desigualdad preexistentes por motivos de género" (41).
La observación general 16 del CESCR(42)razona: "El género afecta al derecho igual del hombre
y la mujer a disfrutar de sus derechos. El género alude a las expectativas y presupuestos
culturales en torno al comportamiento, las actitudes, las cualidades personales y las capacidades
físicas e intelectuales del hombre y la mujer sobre la base exclusiva de su identidad como tales.
Las hipótesis y las expectativas basadas en el género suelen situar a la mujer en situación
desfavorable con respecto al disfrute sustantivo de derechos, como el de actuar y ser reconocida
como un adulto autónomo y con plena capacidad, participar plenamente en el desarrollo
económico, social y político y tomar decisiones sobre sus circunstancias y condiciones propias.
Las ideas preconcebidas sobre el papel económico, social y cultural en función del género
impiden que el hombre y la mujer compartan responsabilidades en todas las esferas en que lo
exige la igualdad".
La Corte IDH, en el caso "González y otras ('Campo Algodonero') c. México", expresó: "...El
estereotipo de género se refiere a una pre-concepción de atributos o características poseídas o
papeles que son o deberían ser ejecutados por hombres y mujeres respectivamente. Teniendo
en cuenta las manifestaciones efectuadas por el Estado, es posible asociar la subordinación de
la mujer a prácticas basadas en estereotipos de género socialmente dominantes y socialmente
persistentes, condiciones que se agravan cuando los estereotipos se reflejan, implícita o
explícitamente, en políticas y prácticas, particularmente en el razonamiento y el lenguaje de las
autoridades de policía judicial, como ocurrió en el presente caso. La creación y uso de
estereotipos se convierte[n] en una de las causas y consecuencias de la violencia de género en
contra de la mujer"(43).
Del concepto de género deriva el enfoque de perspectiva de género, como herramienta de
las ciencias sociales que facilita la comprensión de cómo las construcciones adjudicadas a lo
femenino y masculino afectan o impactan determinados procesos.
La perspectiva de género es un instrumento de análisis de las relaciones sociales que refuerza
la idea de la igualdad y no discriminación. Es un concepto relacional que obedece, no a la
diferencia sexual, sino a las atribuciones, ideas, representaciones y prescripciones sociales que
se construyen a partir de esa diferencia sexual(44).
Ello favorece el análisis de las relaciones establecidas entre mujeres y hombres, permitiendo
ubicar los problemas de manera más eficaz. A efectos de la planificación en cualquier proyecto
social o de desarrollo, las experiencias han demostrado que el no reconocimiento de la
conciencia de género conlleva siempre la no satisfacción de las necesidades a las que tratan de
responder(45).
De allí que el enunciado de perspectiva de género se entienda según una comprensión
específica de derechos y garantías que asisten a la mujer, cuya lógica se centra en la diferencia
en nombre de una mayor inclusión(46).
La perspectiva de género es una mirada analítica que sostiene el empoderamiento de la
mujer exigiendo prevenciones de mayor efectividad y eficiencia, logradas a partir de políticas de
Estado y cambios culturales en la sociedad.
Consiste en un "enfoque teórico de análisis que facilita repensar las construcciones sociales
y culturales de la distribución del poder entre mujeres y hombres y que afectan de manera
directa e indirecta las formas de relacionarse de las personas en todos los ámbitos, que han
derivado en discriminación, falta de equidad, poco acceso a oportunidades y al desarrollo, así
como poco conocimiento de sus derechos (...) La perspectiva de género implica por un lado, una
crítica a la visión exclusiva del mundo en clave masculina y por otro, una relectura y
resignificación de la historia, de la sociedad, la cultura, la economía y la política. De lo que se
trata es de hacer relecturas, resignificaciones y reconceptualizaciones que permitan un análisis
diferenciado del mundo y de la realidad; de la aplicación de las normativas e instrumentos
internacionales de derechos humanos, para poder actuar sobre ella y transformarla mediante la
práctica de relaciones igualitarias y no discriminatorias" (47).
La perspectiva de género es una práctica destinada a "lograr que los intereses y las
experiencias de las mujeres y de los hombres se conviertan en un aspecto integral de la
elaboración, la aplicación, el seguimiento y la evaluación de las estrategias y los programas en
todas las esferas políticas, económicas y sociales, de modo que beneficien por igual a mujeres y
hombres y no se perpetúe la desigualdad. El objetivo final es lograr la igualdad entre hombres y
mujeres. La integración de la perspectiva de género, como estrategia y metodología no supone
en teoría, hacer hincapié en las experiencias de las mujeres. Sin embargo, debido a las
diferencias y relaciones entre hombres y mujeres, socialmente establecidas en la mayoría de las
comunidades del mundo, en la práctica suele dar lugar a una atención específica, por recaer en
aquellas, los efectos generalmente adversos de las desigualdades de género" (48).
La perspectiva de género es una significativa contribución que admite la diversidad o
multiplicidad de identidades, e instala una relación equitativa entre ambos sexos sobre el
respeto de las diferencias. Exige eliminar estereotipos removiendo patrones socioculturales que
promueven y sostienen la desigualdad de la mujer, y considerar las relaciones de poder a las que
se halla sometida(49).
El imperativo de la perspectiva de género "destaca las formas en que los hombres y las
mujeres son diferentes afectados por la discriminación racial y otras intolerancias relacionadas
(...)". Teniéndose en cuenta "que la discriminación racial a menudo está marcada por el género,
pues las mujeres pueden experimentar discriminación y otros abusos contra los derechos
humanos de una manera diferente que los hombres"(50).
En la Plataforma de acción de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing
(1995)(51), los gobiernos asumieron el compromiso de aplicar y garantizar en todas sus políticas
programas que reflejen perspectiva de género.
Esta visión exige ponderar e integrar todos los factores estructurales de análisis donde se
desenvuelve o que inciden en la vida y el desarrollo de la mujer en ámbitos sociales, políticos,
económicos, familiares, educacionales, salubridad, no violencia, laborales, etcétera.
Tales aspectos deben atenderse en legislación adecuada, medidas de acción positiva,
resoluciones, disposiciones institucionales de los Estados, sentencias jurisdiccionales, acciones
y conductas de particulares.
Dentro de los objetivos estratégicos, se afirmó en Beijing: "El éxito de las políticas y de las
medidas destinadas a respaldar o reforzar la promoción de la igualdad de género y la mejora de
la condición de la mujer debe basarse en la integración de una perspectiva de género en las
políticas generales relacionadas con todas las esferas de la sociedad, así como en la aplicación
de medidas positivas con ayuda institucional y financiera adecuada, en todos los niveles"(52).
"Los mecanismos nacionales para el adelanto de la mujer, son organismos centrales de
coordinación de políticas de los gobiernos. Su tarea principal es prestar apoyo en la
incorporación de la perspectiva de la igualdad de géneros..."(53).
"Al abordar la cuestión de los mecanismos para la promoción del adelanto de la mujer, los
gobiernos y otros agentes deben fomentar la formulación de políticas activas y visibles, para la
incorporación de una perspectiva de género en todas las políticas y programas de modo que,
antes de que se adopten las decisiones, se realice un análisis de sus posibles efectos para uno y
otro sexo"(54).
La perspectiva de género conduce a analizar derivaciones y resultados que tendrán, para
mujer y hombre, las leyes y las decisiones gubernamentales de todo tipo; asimismo, las
conductas privadas.
La incorporación de la perspectiva de género es un proceso de evaluación de las
consecuencias que poseerá para las mujeres y los hombres, cualquier actividad planificada,
como legislación, políticas o programas, en todos los sectores y a todos los niveles(55).
En Beijing se afirmó que deben integrarse y dictarse con perspectivas de género legislaciones,
políticas, programas económicos, proyectos estatales, reformas jurídicas, capacitaciones,
asesoramiento de derechos humanos, investigaciones. Igualmente, corresponde observarla a
los medios masivos y tecnológicos de difusión, programas de interés para la comunidad,
consumidores, sociedad civil, recursos naturales, protección del medioambiente, gestión de
recursos y técnicas de producción.
La perspectiva de género propicia igualdad en los medios de comunicación. En ese espacio se
observa para la región de América Latina y Caribe conductas discriminatorias, estereotipos
sexistas y culturas que proyectan y perpetúan la desigualdad(56).
La visión requiere atender a mujeres de pueblos originarios para la ordenación sustentable
de recursos naturales, formulación de proyectos de desarrollo sostenible, particularmente
destinados a prevenir la degradación ambiental de la tierra(57).
En torno a niñas y niños, requiere la promoción de métodos, acciones activas y manifiestas
que examinen y proyecten con anterioridad a la toma de decisión las formas que los
afectarán(58). Deben eliminarse comportamientos de discriminación, violentos contra las niñas,
incluidas actitudes y prácticas culturales.
Los jueces, al solucionar conflictos y reclamos relativos a la mujer y sus derechos, deben
identificar, a través de análisis y criterios legales relevantes, las líneas de argumentación jurídica
con perspectiva de género susceptibles de ser aplicadas en sus sentencias(59).
En derecho internacional, el análisis de perspectiva de género "ayuda a entender que mujeres
y hombres experimentan de distinta manera las violaciones de los derechos humanos, así como
la influencia de las diferencias de edad, clase, religión, cultura, ubicación, etc. Dicho análisis pone
de relieve y explora el carácter jerárquico y desigual de las relaciones y los roles de hombres y
mujeres, el valor desigual atribuido al trabajo femenino, y la desigualdad en el acceso de las
mujeres al poder y las instancias decisorias, así como a la propiedad y los recursos" (60).
Se han puntualizado errores comunes en la utilización y la aplicación de la perspectiva de
género. "Algunos ejemplos permiten identificar los principales errores y tomar nota de ellos para
que no se cometan: la palabra género, explícita o implícitamente, a menudo se utiliza como
sinónimo de mujer. La perspectiva de género se ha entendido como 'la problemática de la mujer'
y no como la relación entre mujeres y hombres. La perspectiva de género, con excesiva
frecuencia, se ha entendido como una 'variable' y no como una perspectiva de análisis. Ello ha
conducido a 'agregar' simplemente a las mujeres (a las reuniones, a la información, a la
capacitación) sin que se produzcan reconceptualizaciones, ni relecturas de la realidad. Para
muchos trabajar con una perspectiva de género no es más que una actividad laboral, que no
guarda ninguna relación con su vida privada, ni su transformación y reeducación personal. En
ciertos casos, adoptar la perspectiva de género es simplemente un trámite para satisfacer los
requerimientos de agencias de cooperación y la obtención de recursos financieros. Para algunas
personas, la perspectiva de género consiste básicamente en 'adaptar' a las mujeres al mundo de
los hombres. La concepción con que se atiende a las mujeres, en muchas ocasiones tiende a
reproducir sus roles tradicionales y los mecanismos que propician desigualdad y
discriminación(61)".
Por ello, se considera que trabajar con "perspectiva de género exige un intenso y profundo
proceso de transformación que permita ver, leer, entender, explicar e interpretar las prácticas
sociales y culturales con otros ojos"(62).
De ahí, el sistema de Naciones Unidas asigna, en el nivel más alto posible, la responsabilidad
de garantizar que en todo programa y política gubernamental se aplique la Plataforma de acción
de Beijing con perspectiva de género(63).
"La utilización de la perspectiva de género le[s] dio un nuevo mandato a los mecanismos que
ya se venían instalando en varios países y un nuevo auge a los que no los habían puesto en
marcha, de tal forma que fue después de Beijing que se instalaron programas, comisiones,
ministerios, institutos y planes de acción en los países. Si bien es cierto que ya venían
funcionando, las posibilidades de actuar con relación a las otras dependencias de los gobiernos
aumentaron. Ahora se podía impulsar el avance de las mujeres desde un análisis en el que se
ubicaran las diferencias entre los hombres y las mujeres por asuntos de género en cada área de
acción, ubicando además esta posibilidad dentro de sus competencias institucionales. Lo
anterior, debido al mandato intrínseco que tiene la perspectiva de género como herramienta
transversal en todas las políticas públicas que se llevan a cabo"(64).
"El principal aporte de la perspectiva de género a la teoría y práctica de los derechos humanos
reside en su valor de transformación política y cultural; es decir, como instrumento de análisis y
como factor generador y potenciador de una gama de posibilidades fundamentales para
impactar y mejorar las condiciones de vida y el desarrollo tanto de las mujeres como de los
hombres. El valor de cambio político y cultural de la perspectiva de género reside en: evidenciar
que los roles y estereotipos asignados a mujeres y hombres son patrones socioculturales,
creados por la sociedad y no obra de la naturaleza, por ello y en la medida que esas asignaciones
sociales generan desigualdad y discriminación, pueden y deben ser transformadas. Los cambios
y avances que se logren realizar beneficiarán a toda la sociedad, no solamente a las mujeres"(65).
V. Sexismo
La recomendación CM/Rec del Comité de Ministros a los Estados miembros del Consejo de
Europa para prevenir y combatir el sexismo(97), adoptada en 2019, lo define como "cualquier
acto, gesto, representación visual, manifestación oral o escrita, práctica o comportamiento,
basado en la idea de que una persona o grupo de personas es inferior por razón de su sexo, que
tenga lugar en el ámbito público o privado, en línea o fuera de ella, cuyo propósito o efecto sea:
i. Vulnerar la dignidad intrínseca o los derechos de una persona o grupo de personas; o ii.
Provocar daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico o socioeconómico a una persona o grupo
de personas; o iii. Crear un entorno intimidatorio, hostil, degradante, humillante u ofensivo; o
iv. Constituir un obstáculo a la autonomía y la plena realización de los derechos humanos de una
persona o grupo de personas; o v. Preservar y reforzar los estereotipos de género".
El sexismo es manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre
mujeres y hombres, que provoca discriminación e impide el pleno avance de las mujeres en la
sociedad.
El sexismo está ampliamente extendido y predomina en todos los sectores y las sociedades,
y se refuerza por los estereotipos de género que afectan a mujeres y hombres, niñas y niños,
impidiendo la consecución de la igualdad de género y el establecimiento de sociedades
inclusivas.
Observa el documento que el sexismo es obstáculo para el empoderamiento de mujeres y
niñas, que se ven desproporcionadamente afectadas por comportamientos y estereotipos de
género que, con sesgos inherentes, determinan las normas, conductas y expectativas de
hombres y niños.
Asevera también que el sexismo está ligado a la violencia contra mujeres y niñas y las acciones
sexistas "cotidianas" forman parte de modos continuados de violencia que crean un clima de
intimidación, miedo, discriminación, exclusión e inseguridad que limita las oportunidades y la
libertad.
Mujeres y niñas pueden ser objeto de discriminación múltiple e interseccional y enfrentarse
a un sexismo combinado con otras normas o comportamientos discriminatorios, de odio o
nocivos.
El sexismo y los procederes sexistas suscitan, a nivel individual, institucional y estructural,
efectos nocivos, por lo que las medidas para prevenirlos y combatirlos deben adoptarse en todas
las esferas.
Repara el Comité de Ministros en que, a pesar de la existencia de normas a nivel
internacional, nacional y regional que garantizan el principio de igualdad de género, aún persiste
una brecha entre dichas normas y la práctica y entre la igualdad de género de iure y de facto.
De allí se hacen indicaciones a los gobiernos de los Estados europeos miembros, a fin de que
"tomen medidas para prevenir y luchar contra el sexismo y sus manifestaciones en las esferas
pública y privada, y que fomenten que las partes interesadas adopten normativas, políticas y
programas adecuados según directrices que acompañan a la recomendación"(98).
Al precisar contextos donde se manifiesta el sexismo, la recomendación reflexiona: "...Las
acciones sexistas 'cotidianas', bajo la forma de comportamientos, comentarios y chistes
aparentemente intrascendentes o menores, se encuentran en un extremo del continuum. Sin
embargo, estas acciones son a menudo humillantes y contribuyen a un clima social en el que se
menosprecia a las mujeres, se rebaja su autoestima y se limitan sus actividades y opciones, tanto
en el trabajo como en las esferas privada, pública y en línea. Los comportamientos sexistas,
como, en particular, el discurso de odio sexista, pueden aumentar hasta desembocar o incitar la
realización de acciones manifiestamente ofensivas y amenazantes, incluidos el abuso o violencia
sexual, la violación o incluso acciones potencialmente letales. También puede provocar la
pérdida de recursos, las autolesiones o el suicidio. Abordar el sexismo, por tanto, forma parte
de la obligación positiva de los Estados de garantizar los derechos humanos y la igualdad de
género y prevenir la violencia contra mujeres y niñas de conformidad con la legislación
internacional en materia de derechos humanos..."(99).
"El sexismo y los comportamientos sexistas se producen en todos los aspectos de la actividad
humana, incluido el ciberespacio (internet y redes sociales). Una persona o grupo de personas
puede experimentarlo individual o colectivamente, incluso si no son objeto directo de tales
comportamientos, por ejemplo, por medio de la publicidad sexista, o la exhibición de fotografías
de mujeres desnudas en el lugar de trabajo. Los tres niveles de perpetuación y experimentación
del sexismo son: individual, institucional (por ejemplo, en el ámbito familiar, laboral o educativo)
y estructural (por ejemplo, por medio de desigualdades sociales de género, y normas y
comportamientos sociales). El sexismo también provoca que se silencie a individuos o grupos,
cuando estos se abstienen de denunciar o quejarse de comportamientos sexistas por miedo a
no ser tomados en serio, ser condenados al ostracismo, o incluso ser culpados de ello. Internet
ha proporcionado un nuevo espacio para la expresión y transmisión del sexismo, especialmente
el discurso de odio sexista, a un amplio público, a pesar de que el origen del sexismo no se
encuentra en la tecnología, sino en las persistentes desigualdades de género(100)".
Acerca de la interseccionalidad, las situaciones de especial vulnerabilidad y circunstancias
agravantes, la recomendación asevera que mujeres y hombres pueden verse enfrentados a
formas distintas e interrelacionadas de sexismo basadas en una serie de factores adicionales
entre los que se incluyen, aunque no de forma exhaustiva, los siguientes: la etnia, la condición
de minoría o de indígena, la edad, la religión, la condición de refugiado o migrante, la
discapacidad, el estado civil, el origen social, la identidad de género, la orientación sexual o la
sexualidad.
"El sexismo es particularmente nocivo cuando la persona que actúa se encuentra en una
posición de poder, autoridad o influencia, como en el caso de responsables políticos, personas
formadoras de opinión o líderes empresariales. Otro factor agravante se aprecia cuando es
extensivo el alcance, o potencial alcance, de palabras o acciones sexistas e incluye los medios
de transmisión, el uso de redes sociales o los principales medios de comunicación, así como el
grado de reiteración(101)".
Por lo cual, con el objetivo de crear una Europa libre de sexismo y sus manifestaciones, el
Comité de Ministros recomienda a los gobiernos de los Estados miembros: 1. que tomen
medidas para prevenir y luchar contra el sexismo y sus manifestaciones en las esferas pública y
privada, y que fomenten que las partes interesadas pertinentes adopten normativas, políticas y
programas adecuados; 2. que hagan el seguimiento de la aplicación de esta recomendación e
informen al/los comité/s rector/es competentes del Consejo de Europa de las medidas
adoptadas y el progreso alcanzado en este ámbito; 3. que garanticen la traducción y difusión (en
formatos accesibles) de esta recomendación, incluido su apéndice, a las autoridades y partes
interesadas.
En el uso de la lengua, reconoce la RAE en el "Informe de la Real Academia Española sobre el
lenguaje inclusivo y cuestiones conexas"(102), que puede configurar sexismo lingüístico cuando
se alude a cualquier discriminación en el lenguaje por razones de sexo o motivos de género.
El discurso en la comunicación oral, visual y escrita configura sexismo de discurso a través de
la utilización de enunciados cargados de ideología discriminatoria. Asimismo, el sexismo
ideológico acude a refranes y expresiones fijadas en la comunidad, en forma de burla,
menosprecio o degradación a las mujeres, que se reactivan en el discurso cuando un hablante
las emplea.
Las consecuencias del sexismo pueden incidir en la violencia de género contra las mujeres,
en pautas jurídicas o sociales, en el lenguaje y en diversas manifestaciones individuales que
sitúen a las mujeres en situaciones que las desvaloricen, humillen o desprecien, como el
llamado mansplaining. Esta conducta cultural consiste, entre otras manifestaciones, en la
interrupción injustificada del discurso, diálogo o exposición de una mujer, por la circunstancia
de su sexo(103).
El vocablo sexismo ha sido empleado en la Argentina por la ley 26.485 en el art. 11 (inc. d]),
que impone al Estado nacional, obligaciones para promover y fortalecer interinstitucionalmente
a las distintas jurisdicciones, la creación e implementación de servicios integrales de asistencia
a las mujeres que padecen violencia y a las personas que la ejercen.
El dec. reglamentario 1011/2010 define que se entiende por "sexismo" a toda expresión, oral,
escrita, gráfica o audiovisual, que naturalice las diferencias construidas social e históricamente
entre los sexos, justificando situaciones de desventaja y discriminación de las mujeres, fundadas
en su condición biológica (art. 8°, d]).
VI. Conclusión