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Capítulo I - Mujeres, género, perspectiva de género, transversalidad, interseccionalidad y

sexismo
Por Silvia B. Palacio de Caeiro
Sumario: I. Introducción.— II. Mujeres, género y perspectiva de género.— III. Mujeres
y transversalidad. mainstreaming de género.— IV. Mujeres e interseccionalidad.— V.
Sexismo.— VI. Conclusión.

I. Introducción

El enfoque de derechos humanos es considerado un marco conceptual para el proceso de


desarrollo que, desde el punto de vista normativo, está basado en normas internacionales de
derechos humanos y, desde el punto de vista operacional, está orientado a la promoción y la
protección de los derechos humanos(31).
Su propósito es analizar las desigualdades que se encuentran en el centro de los problemas
de desarrollo, corregir las prácticas discriminatorias y el injusto reparto del poder que
obstaculiza el progreso.
El reconocimiento de los derechos de las mujeres en el plano internacional responde a
instrumentos de derechos humanos y movimientos mundiales que los respaldan.
Declaraciones, convenciones, tratados, protocolos, conferencias, foros, agendas, promovidos
dentro del sistema internacional de la ONU y del sistema interamericano de la OEA han
sembrado, desarrollado e instituido razones y perspectivas de género a nivel global, regional y
nacional.
El principio de igualdad de las mujeres se basa en la Carta de las Naciones Unidas,Declaración
Universal de Derechos Humanos, Convención Americana sobre Derechos Humanos, entre otros
documentos de igual jerarquía.
El indicado principio se concretiza en dos tratados fundamentales: la CEDAW (1979) y la
Cipsevm - Belém do Pará (1994).
Las garantías de género, en planos teóricos y prácticos, se han abordado y perfeccionado, en
cuatro conferencias internacionales sobre la mujer (México, 1975; Copenhague, 1980; Nairobi,
1985 y Beijing, 1995), en las que pueden incluirse las de El Cairo y Viena, entre otras.
Tales movimientos contribuyeron con avances conceptuales y acciones reales a expandir los
derechos humanos de género proporcionando una plataforma básica para revertir
discriminaciones, marginaciones, abusos y violencia contra las mujeres.

II. Mujeres, género y perspectiva de género

Los conceptos género y perspectiva de género son claves en todo análisis relativo a las
mujeres a fin de posibilitar su plena inserción en la sociedad y política; asimismo, su protección
frente a la desigualdad y la violencia.
Bajo el título "Los derechos de la mujer son derechos humanos" (32), Naciones Unidas expone
que en el pasado no se tenían en cuenta situaciones cotidianas de violencia, discriminación y
opresión a que las mujeres estaban expuestas con frecuencia.
"La garantía efectiva de los derechos humanos de la mujer exige comprender plenamente las
estructuras sociales subyacentes y las relaciones de poder que definen e influyen en la capacidad
de las mujeres para gozar de sus derechos humanos. Esas estructuras de poder afectan todos
los aspectos de la vida, desde la legislación hasta las políticas económicas y sociales, la familia y
comunidad"(33).
La idea de género se vincula a hombres y mujeres; sin embargo, comúnmente se la emplea
para tratamiento de asuntos, situaciones, vivencias y problemas relacionados con aquellas(34).
El concepto de estereotipo es comprensivo de creencias, comportamientos, conductas,
prácticas encorsetadas que deben ser asumidas sin discusión por hombres y mujeres.
"La noción de género se refiere a las identidades socialmente construidas, los atributos y los
roles asignados a mujeres y hombres. El término 'género' no equivale a 'mujer'. El significado
social y cultural que la sociedad atribuye a las diferencias biológicas da lugar a relaciones
jerárquicas entre hombres y mujeres y distribución de facultades y derechos en favor del
hombre y en detrimento de la mujer. El lugar que la mujer y el hombre ocupan en la sociedad
depende de factores políticos, económicos, culturales, sociales, religiosos, ideológicos y
ambientales que la cultura, la sociedad y la comunidad pueden cambiar"(35).
"Género" es una categoría de análisis de ciencias sociales, acuñada en los años setenta por
Ann Oakley(36)y otras pensadoras "para describir las características de los hombres y las mujeres
que son determinadas y construidas socialmente; en contraste con las que son determinadas
biológicamente. (...) Género está estrictamente relacionado con aquellos atributos,
características, roles, actitudes, valores y estereotipos adjudicados a lo femenino y a lo
masculino, que cambian con el tiempo, las culturas y las sociedades, y que además establecen
una relación entre sí. El género es una categoría relacional entre lo femenino y lo masculino, lo
que quiere decir que una no existe sin el otro"(37).
Alda Facio(38)considera que el género, en sentido de gender o género sexual, hace referencia
a la dicotomía sexual impuesta socialmente a través de los roles y estereotipos, que hacen
aparecer a los sexos como diametralmente opuestos. "Es así que a partir de una exagerada
importancia que se da a las diferencias biológicas reales, se construyen roles para cada sexo.
Peor aún, las características con que se define a uno y otro sexo gozan de distinto valor y
legitiman la subordinación del sexo femenino, subordinación que no es dada por la naturaleza.
Es decir, mientras que el concepto de 'sexo' podría afirmarse es fisiológico, el de género es una
construcción social, es muy importante, ya que nos permite entender que no hay nada de
natural en los roles y características sexuales y que por lo tanto pueden ser transformados" (39).
El Comité CEDAW en la recomendación 25 expresa: "El género se define como los significados
sociales que se confieren a las diferencias biológicas entre los sexos. Es un producto ideológico
y cultural aunque también se reproduce en el ámbito de las prácticas físicas; a su vez, influye en
los resultados de tales prácticas. Afecta a la distribución de los recursos, la riqueza, el trabajo, la
adopción de decisiones y el poder político, y el disfrute de los derechos dentro de la familia y en
la vida pública. Pese a las variantes que existen según las culturas y la época, las relaciones de
género en todo el mundo entrañan una asimetría de poder entre el hombre y la mujer como
característica profunda. Así pues, el género produce estratos sociales y, en ese sentido, se
asemeja a otras fuentes de estratos como la raza, la clase, la etnicidad, la sexualidad y la edad.
Nos ayuda a comprender la estructura social de la identidad de las personas según su género y
la estructura desigual del poder vinculada a la relación entre los sexos" (40).
En la recomendación 28, el señalado Comité asevera: "El término 'sexo' se refiere aquí a las
diferencias biológicas entre el hombre y la mujer. El término 'género' se refiere a las identidades,
las funciones y los atributos construidos socialmente de la mujer y el hombre y al significado
social y cultural que la sociedad atribuye a esas diferencias biológicas, lo que da lugar a
relaciones jerárquicas entre hombres y mujeres y a la distribución de facultades y derechos en
favor del hombre y en detrimento de la mujer. El lugar que la mujer y el hombre ocupan en la
sociedad depende de factores políticos, económicos, culturales, sociales, religiosos, ideológicos
y ambientales que la cultura, la sociedad y la comunidad pueden cambiar. La aplicación de la
Convención a la discriminación por motivos de género se pone de manifiesto en la definición de
discriminación contenida en el artículo 1. Esta definición señala que cualquier distinción,
exclusión o restricción que tenga por objeto o por resultado reducir o anular el reconocimiento,
el disfrute o el ejercicio por las mujeres de sus derechos humanos y libertades fundamentales
constituye discriminación, incluso cuando no sea en forma intencional. De esto se desprendería
que el trato idéntico o neutro de la mujer y el hombre podría constituir discriminación contra la
mujer cuando tuviera como resultado o efecto privarla del ejercicio de un derecho al no haberse
tenido en cuenta la desventaja y la desigualdad preexistentes por motivos de género" (41).
La observación general 16 del CESCR(42)razona: "El género afecta al derecho igual del hombre
y la mujer a disfrutar de sus derechos. El género alude a las expectativas y presupuestos
culturales en torno al comportamiento, las actitudes, las cualidades personales y las capacidades
físicas e intelectuales del hombre y la mujer sobre la base exclusiva de su identidad como tales.
Las hipótesis y las expectativas basadas en el género suelen situar a la mujer en situación
desfavorable con respecto al disfrute sustantivo de derechos, como el de actuar y ser reconocida
como un adulto autónomo y con plena capacidad, participar plenamente en el desarrollo
económico, social y político y tomar decisiones sobre sus circunstancias y condiciones propias.
Las ideas preconcebidas sobre el papel económico, social y cultural en función del género
impiden que el hombre y la mujer compartan responsabilidades en todas las esferas en que lo
exige la igualdad".
La Corte IDH, en el caso "González y otras ('Campo Algodonero') c. México", expresó: "...El
estereotipo de género se refiere a una pre-concepción de atributos o características poseídas o
papeles que son o deberían ser ejecutados por hombres y mujeres respectivamente. Teniendo
en cuenta las manifestaciones efectuadas por el Estado, es posible asociar la subordinación de
la mujer a prácticas basadas en estereotipos de género socialmente dominantes y socialmente
persistentes, condiciones que se agravan cuando los estereotipos se reflejan, implícita o
explícitamente, en políticas y prácticas, particularmente en el razonamiento y el lenguaje de las
autoridades de policía judicial, como ocurrió en el presente caso. La creación y uso de
estereotipos se convierte[n] en una de las causas y consecuencias de la violencia de género en
contra de la mujer"(43).
Del concepto de género deriva el enfoque de perspectiva de género, como herramienta de
las ciencias sociales que facilita la comprensión de cómo las construcciones adjudicadas a lo
femenino y masculino afectan o impactan determinados procesos.
La perspectiva de género es un instrumento de análisis de las relaciones sociales que refuerza
la idea de la igualdad y no discriminación. Es un concepto relacional que obedece, no a la
diferencia sexual, sino a las atribuciones, ideas, representaciones y prescripciones sociales que
se construyen a partir de esa diferencia sexual(44).
Ello favorece el análisis de las relaciones establecidas entre mujeres y hombres, permitiendo
ubicar los problemas de manera más eficaz. A efectos de la planificación en cualquier proyecto
social o de desarrollo, las experiencias han demostrado que el no reconocimiento de la
conciencia de género conlleva siempre la no satisfacción de las necesidades a las que tratan de
responder(45).
De allí que el enunciado de perspectiva de género se entienda según una comprensión
específica de derechos y garantías que asisten a la mujer, cuya lógica se centra en la diferencia
en nombre de una mayor inclusión(46).
La perspectiva de género es una mirada analítica que sostiene el empoderamiento de la
mujer exigiendo prevenciones de mayor efectividad y eficiencia, logradas a partir de políticas de
Estado y cambios culturales en la sociedad.
Consiste en un "enfoque teórico de análisis que facilita repensar las construcciones sociales
y culturales de la distribución del poder entre mujeres y hombres y que afectan de manera
directa e indirecta las formas de relacionarse de las personas en todos los ámbitos, que han
derivado en discriminación, falta de equidad, poco acceso a oportunidades y al desarrollo, así
como poco conocimiento de sus derechos (...) La perspectiva de género implica por un lado, una
crítica a la visión exclusiva del mundo en clave masculina y por otro, una relectura y
resignificación de la historia, de la sociedad, la cultura, la economía y la política. De lo que se
trata es de hacer relecturas, resignificaciones y reconceptualizaciones que permitan un análisis
diferenciado del mundo y de la realidad; de la aplicación de las normativas e instrumentos
internacionales de derechos humanos, para poder actuar sobre ella y transformarla mediante la
práctica de relaciones igualitarias y no discriminatorias" (47).
La perspectiva de género es una práctica destinada a "lograr que los intereses y las
experiencias de las mujeres y de los hombres se conviertan en un aspecto integral de la
elaboración, la aplicación, el seguimiento y la evaluación de las estrategias y los programas en
todas las esferas políticas, económicas y sociales, de modo que beneficien por igual a mujeres y
hombres y no se perpetúe la desigualdad. El objetivo final es lograr la igualdad entre hombres y
mujeres. La integración de la perspectiva de género, como estrategia y metodología no supone
en teoría, hacer hincapié en las experiencias de las mujeres. Sin embargo, debido a las
diferencias y relaciones entre hombres y mujeres, socialmente establecidas en la mayoría de las
comunidades del mundo, en la práctica suele dar lugar a una atención específica, por recaer en
aquellas, los efectos generalmente adversos de las desigualdades de género" (48).
La perspectiva de género es una significativa contribución que admite la diversidad o
multiplicidad de identidades, e instala una relación equitativa entre ambos sexos sobre el
respeto de las diferencias. Exige eliminar estereotipos removiendo patrones socioculturales que
promueven y sostienen la desigualdad de la mujer, y considerar las relaciones de poder a las que
se halla sometida(49).
El imperativo de la perspectiva de género "destaca las formas en que los hombres y las
mujeres son diferentes afectados por la discriminación racial y otras intolerancias relacionadas
(...)". Teniéndose en cuenta "que la discriminación racial a menudo está marcada por el género,
pues las mujeres pueden experimentar discriminación y otros abusos contra los derechos
humanos de una manera diferente que los hombres"(50).
En la Plataforma de acción de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing
(1995)(51), los gobiernos asumieron el compromiso de aplicar y garantizar en todas sus políticas
programas que reflejen perspectiva de género.
Esta visión exige ponderar e integrar todos los factores estructurales de análisis donde se
desenvuelve o que inciden en la vida y el desarrollo de la mujer en ámbitos sociales, políticos,
económicos, familiares, educacionales, salubridad, no violencia, laborales, etcétera.
Tales aspectos deben atenderse en legislación adecuada, medidas de acción positiva,
resoluciones, disposiciones institucionales de los Estados, sentencias jurisdiccionales, acciones
y conductas de particulares.
Dentro de los objetivos estratégicos, se afirmó en Beijing: "El éxito de las políticas y de las
medidas destinadas a respaldar o reforzar la promoción de la igualdad de género y la mejora de
la condición de la mujer debe basarse en la integración de una perspectiva de género en las
políticas generales relacionadas con todas las esferas de la sociedad, así como en la aplicación
de medidas positivas con ayuda institucional y financiera adecuada, en todos los niveles"(52).
"Los mecanismos nacionales para el adelanto de la mujer, son organismos centrales de
coordinación de políticas de los gobiernos. Su tarea principal es prestar apoyo en la
incorporación de la perspectiva de la igualdad de géneros..."(53).
"Al abordar la cuestión de los mecanismos para la promoción del adelanto de la mujer, los
gobiernos y otros agentes deben fomentar la formulación de políticas activas y visibles, para la
incorporación de una perspectiva de género en todas las políticas y programas de modo que,
antes de que se adopten las decisiones, se realice un análisis de sus posibles efectos para uno y
otro sexo"(54).
La perspectiva de género conduce a analizar derivaciones y resultados que tendrán, para
mujer y hombre, las leyes y las decisiones gubernamentales de todo tipo; asimismo, las
conductas privadas.
La incorporación de la perspectiva de género es un proceso de evaluación de las
consecuencias que poseerá para las mujeres y los hombres, cualquier actividad planificada,
como legislación, políticas o programas, en todos los sectores y a todos los niveles(55).
En Beijing se afirmó que deben integrarse y dictarse con perspectivas de género legislaciones,
políticas, programas económicos, proyectos estatales, reformas jurídicas, capacitaciones,
asesoramiento de derechos humanos, investigaciones. Igualmente, corresponde observarla a
los medios masivos y tecnológicos de difusión, programas de interés para la comunidad,
consumidores, sociedad civil, recursos naturales, protección del medioambiente, gestión de
recursos y técnicas de producción.
La perspectiva de género propicia igualdad en los medios de comunicación. En ese espacio se
observa para la región de América Latina y Caribe conductas discriminatorias, estereotipos
sexistas y culturas que proyectan y perpetúan la desigualdad(56).
La visión requiere atender a mujeres de pueblos originarios para la ordenación sustentable
de recursos naturales, formulación de proyectos de desarrollo sostenible, particularmente
destinados a prevenir la degradación ambiental de la tierra(57).
En torno a niñas y niños, requiere la promoción de métodos, acciones activas y manifiestas
que examinen y proyecten con anterioridad a la toma de decisión las formas que los
afectarán(58). Deben eliminarse comportamientos de discriminación, violentos contra las niñas,
incluidas actitudes y prácticas culturales.
Los jueces, al solucionar conflictos y reclamos relativos a la mujer y sus derechos, deben
identificar, a través de análisis y criterios legales relevantes, las líneas de argumentación jurídica
con perspectiva de género susceptibles de ser aplicadas en sus sentencias(59).
En derecho internacional, el análisis de perspectiva de género "ayuda a entender que mujeres
y hombres experimentan de distinta manera las violaciones de los derechos humanos, así como
la influencia de las diferencias de edad, clase, religión, cultura, ubicación, etc. Dicho análisis pone
de relieve y explora el carácter jerárquico y desigual de las relaciones y los roles de hombres y
mujeres, el valor desigual atribuido al trabajo femenino, y la desigualdad en el acceso de las
mujeres al poder y las instancias decisorias, así como a la propiedad y los recursos" (60).
Se han puntualizado errores comunes en la utilización y la aplicación de la perspectiva de
género. "Algunos ejemplos permiten identificar los principales errores y tomar nota de ellos para
que no se cometan: la palabra género, explícita o implícitamente, a menudo se utiliza como
sinónimo de mujer. La perspectiva de género se ha entendido como 'la problemática de la mujer'
y no como la relación entre mujeres y hombres. La perspectiva de género, con excesiva
frecuencia, se ha entendido como una 'variable' y no como una perspectiva de análisis. Ello ha
conducido a 'agregar' simplemente a las mujeres (a las reuniones, a la información, a la
capacitación) sin que se produzcan reconceptualizaciones, ni relecturas de la realidad. Para
muchos trabajar con una perspectiva de género no es más que una actividad laboral, que no
guarda ninguna relación con su vida privada, ni su transformación y reeducación personal. En
ciertos casos, adoptar la perspectiva de género es simplemente un trámite para satisfacer los
requerimientos de agencias de cooperación y la obtención de recursos financieros. Para algunas
personas, la perspectiva de género consiste básicamente en 'adaptar' a las mujeres al mundo de
los hombres. La concepción con que se atiende a las mujeres, en muchas ocasiones tiende a
reproducir sus roles tradicionales y los mecanismos que propician desigualdad y
discriminación(61)".
Por ello, se considera que trabajar con "perspectiva de género exige un intenso y profundo
proceso de transformación que permita ver, leer, entender, explicar e interpretar las prácticas
sociales y culturales con otros ojos"(62).
De ahí, el sistema de Naciones Unidas asigna, en el nivel más alto posible, la responsabilidad
de garantizar que en todo programa y política gubernamental se aplique la Plataforma de acción
de Beijing con perspectiva de género(63).
"La utilización de la perspectiva de género le[s] dio un nuevo mandato a los mecanismos que
ya se venían instalando en varios países y un nuevo auge a los que no los habían puesto en
marcha, de tal forma que fue después de Beijing que se instalaron programas, comisiones,
ministerios, institutos y planes de acción en los países. Si bien es cierto que ya venían
funcionando, las posibilidades de actuar con relación a las otras dependencias de los gobiernos
aumentaron. Ahora se podía impulsar el avance de las mujeres desde un análisis en el que se
ubicaran las diferencias entre los hombres y las mujeres por asuntos de género en cada área de
acción, ubicando además esta posibilidad dentro de sus competencias institucionales. Lo
anterior, debido al mandato intrínseco que tiene la perspectiva de género como herramienta
transversal en todas las políticas públicas que se llevan a cabo"(64).
"El principal aporte de la perspectiva de género a la teoría y práctica de los derechos humanos
reside en su valor de transformación política y cultural; es decir, como instrumento de análisis y
como factor generador y potenciador de una gama de posibilidades fundamentales para
impactar y mejorar las condiciones de vida y el desarrollo tanto de las mujeres como de los
hombres. El valor de cambio político y cultural de la perspectiva de género reside en: evidenciar
que los roles y estereotipos asignados a mujeres y hombres son patrones socioculturales,
creados por la sociedad y no obra de la naturaleza, por ello y en la medida que esas asignaciones
sociales generan desigualdad y discriminación, pueden y deben ser transformadas. Los cambios
y avances que se logren realizar beneficiarán a toda la sociedad, no solamente a las mujeres"(65).

III. Mujeres y transversalidad. Mainstreaming de género

La noción de transversalidad en la perspectiva de género es un concepto empleado en las


conferencias internacionales sobre mujeres, especialmente de Nairobi de 1985 y Beijing de
1995, para distinguir la trascendencia del género y sus efectos diferenciales en la vida de la mujer
y sus actividades.
Las plataformas y los informes de ambas conferencias resaltan que en la aplicación de
derechos humanos la diferencia no es justificación para exclusiones de género.
Se asevera: "Mientras en el pasado la diferencia entre mujeres y hombres sirvió como
justificación para marginar los derechos de las mujeres y, en general, para justificar la
desigualdad de género, hoy la diferencia en las mujeres indica la responsabilidad que cualquier
institución de derechos humanos tiene para incorporar un análisis de género en sus
prácticas"(66).
Esta mirada genera transversalidad en la perspectiva de género y favorece su influencia en
todos los ámbitos, sectores o actuaciones, en cualesquiera etapas y niveles de quienes se
involucren en el dictado de medidas y políticas públicas. Lo que se extiende a la injerencia de
mujeres en la adopción de decisiones estratégicas(67).
El enfoque transversal de género complementa mecanismos y políticas específicas y requiere
exteriorización de voluntad política firme, legislación sobre igualdad de género, instituciones
para protección y defensa, estadísticas desagregadas, entre otras medidas.
La noción de transversalidad es conocida y asumida en la expresión mainstreaming de género
que, según la definición del Consejo de Europa, consiste en la estructura y la formación de las
agendas políticas de todos los estamentos gubernamentales y sociales con una perspectiva
igualitaria.
"El mainstreaming de género es la organización (la reorganización), la mejora, el desarrollo y
la evaluación de los procesos políticos, de modo que una perspectiva de igualdad de género se
incorpore en todas las políticas, a todos los niveles y en todas las etapas, por los actores
normalmente involucrados en la adopción de medidas políticas"(68).
"La transversalidad de género es una estrategia eficaz para el avance en la consecución de la
igualdad entre mujeres y hombres en las políticas públicas y supone contribuir a eliminar
desigualdades de género, corregir procedimientos y métodos de trabajo e impulsar tendencias
de cambio social. No se trata de una aplicación esporádica de medidas puntuales sino de la
aplicación de políticas transversales de género que supongan un cambio estructural y social" (69).
"Junto al mainstreaming (transversalidad de género o enfoque integrado) y a las políticas de
igualdad de género, es imprescindible que las administraciones creen mecanismos
especializados, que se ocupen expresamente de perseguir el objetivo (...) promoviendo las
condiciones (...) y fomentando la participación de las mujeres en la vida cultural, política,
económica y social"(70).
El Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, definió: "Transversalizar la perspectiva
de género es el proceso de valorar las implicaciones que tiene para los hombres y las mujeres
cualquier acción que se planifique, ya se trate de legislación, políticas o programas, en todas las
áreas y en todos los niveles. Es una estrategia destinada a hacer que las preocupaciones y
experiencias de las mujeres, así como de los hombres, sean un elemento integrante de la
elaboración, la aplicación, la supervisión y la evaluación de las políticas y los programas en todas
las esferas políticas, económicas y sociales, a fin de que las mujeres y los hombres se beneficien
por igual y se impida que se perpetúe la desigualdad. El objetivo final de la integración es
conseguir la igualdad de los géneros"(71).
Para favorecer el conocimiento sobre las relaciones de género en cada país se demandan
análisis e investigaciones permanentes, compromiso con la reorganización de la administración
estatal, recursos humanos y financieros y participación de las mujeres en la vida política y
pública(72).
Siguiendo a Gialdino(73), puede afirmarse que en 1997 el Consejo Económico y Social (Ecosoc)
de la ONU definió el concepto de "transversalización" de la perspectiva de género como el
proceso de valorar las implicaciones que tiene para los hombres y para las mujeres cualquier
acción que se planifique, ya se trate de legislación, políticas o programas, en todas las áreas y
en todos los niveles.
Soledad García Muñoz llama la progresiva "generización" de la protección internacional de
los derechos humanos, significada como el fenómeno de transversalidad o impregnación por el
género, en el reconocimiento, la promoción y la salvaguardia de los derechos humanos en sede
internacional(74).
En el preámbulo del informe ONU Mujeres "Empoderamiento político de las mujeres: marco
para una acción estratégica", ya citado, se asevera: "Más mujeres con voz e influencia en la toma
de decisiones políticas supone que haya más decisiones públicas con perspectiva de género y
étnica, lo que conlleva una mejor gestión pública, más integradora, que reconoce la diversidad
de las mujeres y que promueve su empoderamiento en las diversas dimensiones, política,
económica y social, con igualdad de oportunidades y recursos, con más seguridad, mayor
prevención y efectividad del sistema de justicia contra la violencia de género, y con más
garantías para lograr el cumplimiento de los derechos políticos de las mujeres" (75).
Se promueve "que los parlamentos de la región aprueben: leyes para la igualdad de género y
garanticen que la legislación no sea discriminatoria; presupuestos sensibles al género;
transversalizar la visión de género en el quehacer institucional, lo que afecta también a las reglas
de funcionamiento de los órganos institucionales para permitir que hombres y mujeres puedan
hacer sus vidas profesionales compatibles con las privadas; leyes contra la violencia de género,
incluida la violencia contra las mujeres políticas; la creación de Comisiones de igualdad de
género con capacidad y autoridad para evaluar de manera vinculante todas las propuestas
legislativas desde una perspectiva de género; o la creación de una unidad técnica de género que
facilite medidas que hagan del parlamento un espacio adaptado a las necesidades de una vida
que concilie trabajo político y familia; la constitución de bancadas de mujeres para sensibilizar
a las mujeres electas, visibilizar a esa masa crítica de mujeres y defender intereses inter
partidarios; la formación de candidatas; que los gobiernos fomenten la presencia de mujeres en
los distintos niveles de representación política; el diálogo fluido con los movimientos de
mujeres; etc."(76).
La transversalidad de las políticas de género reclama adecuar normativa nacional e
internacional a máximos parámetros de protección en la sanción de leyes, normas y su
aplicación judicial en el marco de la tutela judicial efectiva(77).
En España, la estrategia de la transversalidad se recoge en diferentes normas, nacionales e
internacionales, no obstante, la referencia fundamental en el ámbito nacional es la Ley Orgánica
3/2007 para la Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres, que en su art. 15 establece: "El
principio de igualdad de trato y oportunidades entre mujeres y hombres informará, con carácter
transversal, la actuación de todos los Poderes Púbicos. Las administraciones públicas lo
integrarán, de forma activa, en la adopción y ejecución de sus disposiciones normativas, en la
definición y presupuestación de políticas públicas en todos los ámbitos y en el desarrollo del
conjunto de todas sus actividades"(78).

IV. Mujeres e interseccionalidad

La interseccionalidad se entiende como un "modo complejo y acumulativo en que los efectos


de distintas formas de discriminación (como la raza, la clase o el género) se combinan,
superponen o interrelacionan(79)". Cuando las desigualdades se combinan o se superponen, las
mujeres en esas intersecciones experimentan marcadas desventajas(80).
La interseccionalidad es un concepto básico para comprender el alcance de las obligaciones
generales de los Estados conforme señala el art. 2° de la CEDAW y su Comité(81), pues la
discriminación por motivos de sexo y género está unida de manera indivisible a otros factores
que la ocasionan por la pertenencia a algunos grupos, en diferente medida o forma que a los
hombres.
Los Estados deben reconocer y prohibir en sus instrumentos jurídicos estas formas
entrecruzadas de discriminación y su impacto negativo combinado en las mujeres afectadas.
Igualmente, aprobar y poner en práctica, políticas y programas para prevenir y eliminar en todos
los ámbitos esas situaciones.
La expresión interseccionalidad, inicialmente fue desarrollada por Kimberlé Crenshaw, para
referenciar y visibilizar enfoques concurrentes de discriminación de género femenino y racial
(etnia negra).
El concepto se universalizó y fue adoptado por la academia y la investigación, como
herramienta destinada a la percepción de todo tipo de situaciones en las que intersecan
múltiples factores discriminatorios ya sean provenientes del Estado o de particulares.
El método facilita el análisis y la detección de identidades sociales no visibilizadas, sistemas
de opresión o dominación, motivos de discriminación interseccional que pueden actuar o
interactuar simultáneamente.
La interseccionalidad ayuda a entender y a establecer el impacto de dicha convergencia en
oportunidades de acceso a derechos y a constatar cómo políticas, programas, servicios, leyes,
normas, prácticas y conductas que inciden sobre aspectos de las vidas de las mujeres están
inexorablemente vinculadas(82).
Para Crenshaw, la interseccionalidad "es una conceptualización del problema que busca
capturar las consecuencias estructurales y dinámicas de la interacción entre dos o más ejes de
subordinación. Aborda específicamente la forma en que el racismo, el patriarcado, la opresión
de clase y otros sistemas discriminatorios crean desigualdades básicas que estructuran las
posiciones relativas de las mujeres, razas, etnias, clases y otros. Además, la interseccionalidad
se ocupa de la forma en que acciones y políticas específicas generan opresiones que fluyen a lo
largo de tales ejes, constituyendo aspectos dinámicos o activos de desapoderamiento" (83).
Esta asociación de sistemas discriminatorios, de subordinación múltiple, se ha denominado
también discriminación compuesta, discriminación múltiple, discriminación doble o triple. Pero
estos enfoques no siempre reconocen la unicidad del fenómeno que ocurre cuando se
atraviesan distintos tipos de discriminación entrecruzados(84).
Esa manera de describir a través de categorías únicas no refleja la realidad de identidades
múltiples que las personas poseen, las que son de necesaria detección para enfrentar problemas
de segregación(85).
Se asevera que esas definiciones, con frecuencia utilizadas como sinónimos, no enfatizan "la
interconexión entre las distintas formas de discriminación, que crean nuevas e intensificadas
situaciones de opresión, por lo que no es la terminología que mejor explica ese proceso,
mientras que la idea de discriminación interseccional permite visibilizar todas las formas de
opresión y concienciar a la sociedad sobre ello"(86).
El concepto de interseccionalidad es el que mejor se ajusta a la comprensión del problema,
que en muchas oportunidades es invisible, lo que dificulta la apreciación de sus vulnerabilidades.
"La interseccionalidad es una herramienta analítica para estudiar, entender y responder a las
maneras en que el género se cruza con otras identidades y cómo estos cruces contribuyen a
experiencias únicas de opresión y privilegio. Se trata, por tanto, de una metodología
indispensable para el trabajo en los campos del desarrollo y los derechos humanos. (...) El
análisis interseccional tiene como objetivo revelar las variadas identidades, exponer los
diferentes tipos de discriminación y desventaja que se dan como consecuencia de la
combinación de identidades. (...) ayuda a entender y a establecer el impacto de dicha
convergencia en situaciones de oportunidades y acceso a derechos, y a ver cómo las políticas,
los programas, los servicios y las leyes que inciden sobre un aspecto de nuestras vidas están
inexorablemente vinculadas a los demás"(87).
Al poner acento en la intersección de sistemas, conductas o acciones discriminatorias se
advierte con perspicacia la acción conjunta de factores de discriminación.
Se ha dicho que la interseccionalidad es "una de las mayores contribuciones conceptuales del
feminismo en los últimos veinticinco años. La luz que arroja en el estudio de los complejos
mecanismos de discriminación ha permitido identificar la diversidad de las interacciones
generadas por la subordinación de muy diferente tipo: por razones de género, orientación
sexual, etnia, religión, origen nacional, (dis)capacidad, nivel socioeconómico y otras" (88).
"Asegurar que todas las mujeres se beneficien de la protección ampliada de los derechos
humanos basados en el género, requiere atención a las diversas formas en que (...) se cruza con
una gama de otras identidades y la manera en que estas intersecciones contribuyen a la igualdad
y vulnerabilidad particular de diferentes grupos de mujeres. Como las experiencias específicas
de las mujeres de grupos étnicos o raciales definidos a menudo se oscurecen dentro de
categorías más amplias de raza y género, el alcance total de su vulnerabilidad interseccional aún
se desconoce y, en última instancia, debe construirse desde cero" (89).
"Así como es cierto que todas las mujeres están, de alguna manera, sujetas al peso de la
discriminación de género, también es cierto que otros factores relacionados con sus identidades
sociales, como clase, casta, raza, color, etnia, religión, origen nacional y orientación sexual, son
'diferencias que marcan la diferencia' en la forma en que varios grupos de mujeres
experimentan discriminación. Dichos elementos diferenciales pueden crear problemas y
vulnerabilidades que son exclusivos de subgrupos específicos de mujeres, o que afectan
desproporcionadamente solo a unas pocas mujeres. Del mismo modo que las vulnerabilidades
específicas de género ya no se pueden utilizar como justificación para negar la protección de los
derechos humanos de las mujeres en general, tampoco se puede permitir que las 'diferencias
entre mujeres' marginen los problemas de derechos humanos de algunas mujeres, ni que se les
niegue la misma atención y preocupación bajo el régimen vigente de derechos humanos" (90).
"La discriminación interseccional, es particularmente difícil de identificar en contextos en los
que las fuerzas económicas, culturales y sociales modelan silenciosamente el fondo, para
colocar a las mujeres en una posición en la que terminan siendo afectadas por otros sistemas
de subordinación. Debido a que es tan común, hasta el punto de parecer un hecho de la vida,
natural o al menos inmutable, este fondo (estructural) a menudo es invisible. El efecto de esto
es que solo se percibe el aspecto más inmediato de la discriminación, mientras que la estructura
que coloca a las mujeres en una posición para 'recibir' tal subordinación permanece oculta.
Como resultado, la discriminación en cuestión podría verse simplemente como sexista (si hay
una estructura de género como fondo) o racista (si hay una estructura de racial como fondo)"(91).
Los análisis de información básica y los proyectos para realizarse deben retratar
exhaustivamente la respectiva situación económica, social, política y cultural para que las
intervenciones y los programas subsecuentes puedan alcanzar todo su potencial(92).
"La riqueza descriptiva de los análisis interseccionales arroja luz sobre los distintos actores,
instituciones, políticas y normas que se entretejen para intervenir en una situación dada" (93).
Refiriéndose a los efectos de conductas discriminatorias con interseccionalidad, el Comité
CEDAW 1979 expresa: "Las mujeres pertenecientes a algunos grupos, además de sufrir
discriminación por el hecho de ser mujeres, también pueden ser objeto de múltiples formas de
discriminación por otras razones, como la raza, el origen étnico, la religión, la incapacidad, la
edad, la clase, la casta u otros factores. Esa discriminación puede afectar a estos grupos de
mujeres principalmente, o en diferente medida o en distinta forma que a los hombres. Quizás
sea necesario que los Estados Partes adopten determinadas medidas especiales de carácter
temporal para eliminar esas formas múltiples de discriminación múltiple contra la mujer y las
consecuencias negativas y complejas que tiene"(94).
"El enfoque de interseccionalidad se operacionaliza mediante el reconocimiento de la
necesidad de garantizar todos los derechos humanos a toda la diversidad de mujeres de la
región, así como las metas de autonomía de las mujeres y de igualdad de género son el centro
y el horizonte del desarrollo sostenible"(95).
Las consideraciones genéricas realizadas por Cançado Trindade, el juez de la Corte
Interamericana en el voto concurrente de la opinión consultiva 18/03, son útiles para advertir
también los fenómenos de transversalidad e interseccionalidad en materia de género. Expresa
el magistrado: "A pesar de la búsqueda, por la doctrina y la jurisprudencia internacionales, de la
identificación de bases ilegítimas de la discriminación, esto no me parece suficiente; hay que ir
más allá, por cuanto difícilmente la discriminación ocurre con base en un único elemento (v.g.,
raza, origen nacional o social, religión, sexo, entre otros), siendo antes una mezcla compleja de
varios de ellos (e incluso habiendo casos de discriminación de jure). Además, cuando las
cláusulas de no-discriminación de los instrumentos internacionales de derechos humanos
contienen un elenco de las referidas bases ilegítimas, lo que realmente pretenden con esto es
eliminar toda una estructura social discriminatoria, teniendo en vista los distintos elementos
componentes. Es perfectamente posible, además de deseable, volver las atenciones a todas las
áreas de comportamiento humano discriminatorio, incluso aquellas que hasta la fecha han sido
ignoradas o menoscabadas en el plano internacional"(96).

V. Sexismo

La recomendación CM/Rec del Comité de Ministros a los Estados miembros del Consejo de
Europa para prevenir y combatir el sexismo(97), adoptada en 2019, lo define como "cualquier
acto, gesto, representación visual, manifestación oral o escrita, práctica o comportamiento,
basado en la idea de que una persona o grupo de personas es inferior por razón de su sexo, que
tenga lugar en el ámbito público o privado, en línea o fuera de ella, cuyo propósito o efecto sea:
i. Vulnerar la dignidad intrínseca o los derechos de una persona o grupo de personas; o ii.
Provocar daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico o socioeconómico a una persona o grupo
de personas; o iii. Crear un entorno intimidatorio, hostil, degradante, humillante u ofensivo; o
iv. Constituir un obstáculo a la autonomía y la plena realización de los derechos humanos de una
persona o grupo de personas; o v. Preservar y reforzar los estereotipos de género".
El sexismo es manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre
mujeres y hombres, que provoca discriminación e impide el pleno avance de las mujeres en la
sociedad.
El sexismo está ampliamente extendido y predomina en todos los sectores y las sociedades,
y se refuerza por los estereotipos de género que afectan a mujeres y hombres, niñas y niños,
impidiendo la consecución de la igualdad de género y el establecimiento de sociedades
inclusivas.
Observa el documento que el sexismo es obstáculo para el empoderamiento de mujeres y
niñas, que se ven desproporcionadamente afectadas por comportamientos y estereotipos de
género que, con sesgos inherentes, determinan las normas, conductas y expectativas de
hombres y niños.
Asevera también que el sexismo está ligado a la violencia contra mujeres y niñas y las acciones
sexistas "cotidianas" forman parte de modos continuados de violencia que crean un clima de
intimidación, miedo, discriminación, exclusión e inseguridad que limita las oportunidades y la
libertad.
Mujeres y niñas pueden ser objeto de discriminación múltiple e interseccional y enfrentarse
a un sexismo combinado con otras normas o comportamientos discriminatorios, de odio o
nocivos.
El sexismo y los procederes sexistas suscitan, a nivel individual, institucional y estructural,
efectos nocivos, por lo que las medidas para prevenirlos y combatirlos deben adoptarse en todas
las esferas.
Repara el Comité de Ministros en que, a pesar de la existencia de normas a nivel
internacional, nacional y regional que garantizan el principio de igualdad de género, aún persiste
una brecha entre dichas normas y la práctica y entre la igualdad de género de iure y de facto.
De allí se hacen indicaciones a los gobiernos de los Estados europeos miembros, a fin de que
"tomen medidas para prevenir y luchar contra el sexismo y sus manifestaciones en las esferas
pública y privada, y que fomenten que las partes interesadas adopten normativas, políticas y
programas adecuados según directrices que acompañan a la recomendación"(98).
Al precisar contextos donde se manifiesta el sexismo, la recomendación reflexiona: "...Las
acciones sexistas 'cotidianas', bajo la forma de comportamientos, comentarios y chistes
aparentemente intrascendentes o menores, se encuentran en un extremo del continuum. Sin
embargo, estas acciones son a menudo humillantes y contribuyen a un clima social en el que se
menosprecia a las mujeres, se rebaja su autoestima y se limitan sus actividades y opciones, tanto
en el trabajo como en las esferas privada, pública y en línea. Los comportamientos sexistas,
como, en particular, el discurso de odio sexista, pueden aumentar hasta desembocar o incitar la
realización de acciones manifiestamente ofensivas y amenazantes, incluidos el abuso o violencia
sexual, la violación o incluso acciones potencialmente letales. También puede provocar la
pérdida de recursos, las autolesiones o el suicidio. Abordar el sexismo, por tanto, forma parte
de la obligación positiva de los Estados de garantizar los derechos humanos y la igualdad de
género y prevenir la violencia contra mujeres y niñas de conformidad con la legislación
internacional en materia de derechos humanos..."(99).
"El sexismo y los comportamientos sexistas se producen en todos los aspectos de la actividad
humana, incluido el ciberespacio (internet y redes sociales). Una persona o grupo de personas
puede experimentarlo individual o colectivamente, incluso si no son objeto directo de tales
comportamientos, por ejemplo, por medio de la publicidad sexista, o la exhibición de fotografías
de mujeres desnudas en el lugar de trabajo. Los tres niveles de perpetuación y experimentación
del sexismo son: individual, institucional (por ejemplo, en el ámbito familiar, laboral o educativo)
y estructural (por ejemplo, por medio de desigualdades sociales de género, y normas y
comportamientos sociales). El sexismo también provoca que se silencie a individuos o grupos,
cuando estos se abstienen de denunciar o quejarse de comportamientos sexistas por miedo a
no ser tomados en serio, ser condenados al ostracismo, o incluso ser culpados de ello. Internet
ha proporcionado un nuevo espacio para la expresión y transmisión del sexismo, especialmente
el discurso de odio sexista, a un amplio público, a pesar de que el origen del sexismo no se
encuentra en la tecnología, sino en las persistentes desigualdades de género(100)".
Acerca de la interseccionalidad, las situaciones de especial vulnerabilidad y circunstancias
agravantes, la recomendación asevera que mujeres y hombres pueden verse enfrentados a
formas distintas e interrelacionadas de sexismo basadas en una serie de factores adicionales
entre los que se incluyen, aunque no de forma exhaustiva, los siguientes: la etnia, la condición
de minoría o de indígena, la edad, la religión, la condición de refugiado o migrante, la
discapacidad, el estado civil, el origen social, la identidad de género, la orientación sexual o la
sexualidad.
"El sexismo es particularmente nocivo cuando la persona que actúa se encuentra en una
posición de poder, autoridad o influencia, como en el caso de responsables políticos, personas
formadoras de opinión o líderes empresariales. Otro factor agravante se aprecia cuando es
extensivo el alcance, o potencial alcance, de palabras o acciones sexistas e incluye los medios
de transmisión, el uso de redes sociales o los principales medios de comunicación, así como el
grado de reiteración(101)".
Por lo cual, con el objetivo de crear una Europa libre de sexismo y sus manifestaciones, el
Comité de Ministros recomienda a los gobiernos de los Estados miembros: 1. que tomen
medidas para prevenir y luchar contra el sexismo y sus manifestaciones en las esferas pública y
privada, y que fomenten que las partes interesadas pertinentes adopten normativas, políticas y
programas adecuados; 2. que hagan el seguimiento de la aplicación de esta recomendación e
informen al/los comité/s rector/es competentes del Consejo de Europa de las medidas
adoptadas y el progreso alcanzado en este ámbito; 3. que garanticen la traducción y difusión (en
formatos accesibles) de esta recomendación, incluido su apéndice, a las autoridades y partes
interesadas.
En el uso de la lengua, reconoce la RAE en el "Informe de la Real Academia Española sobre el
lenguaje inclusivo y cuestiones conexas"(102), que puede configurar sexismo lingüístico cuando
se alude a cualquier discriminación en el lenguaje por razones de sexo o motivos de género.
El discurso en la comunicación oral, visual y escrita configura sexismo de discurso a través de
la utilización de enunciados cargados de ideología discriminatoria. Asimismo, el sexismo
ideológico acude a refranes y expresiones fijadas en la comunidad, en forma de burla,
menosprecio o degradación a las mujeres, que se reactivan en el discurso cuando un hablante
las emplea.
Las consecuencias del sexismo pueden incidir en la violencia de género contra las mujeres,
en pautas jurídicas o sociales, en el lenguaje y en diversas manifestaciones individuales que
sitúen a las mujeres en situaciones que las desvaloricen, humillen o desprecien, como el
llamado mansplaining. Esta conducta cultural consiste, entre otras manifestaciones, en la
interrupción injustificada del discurso, diálogo o exposición de una mujer, por la circunstancia
de su sexo(103).
El vocablo sexismo ha sido empleado en la Argentina por la ley 26.485 en el art. 11 (inc. d]),
que impone al Estado nacional, obligaciones para promover y fortalecer interinstitucionalmente
a las distintas jurisdicciones, la creación e implementación de servicios integrales de asistencia
a las mujeres que padecen violencia y a las personas que la ejercen.
El dec. reglamentario 1011/2010 define que se entiende por "sexismo" a toda expresión, oral,
escrita, gráfica o audiovisual, que naturalice las diferencias construidas social e históricamente
entre los sexos, justificando situaciones de desventaja y discriminación de las mujeres, fundadas
en su condición biológica (art. 8°, d]).
VI. Conclusión

Los conceptos género, perspectiva de género, transversalidad, interseccionalidad y sexismo


definidos en este capítulo son materia de desarrollo a lo largo de la obra y resultan
imprescindibles para la comprensión de todas las regulaciones protectorias de los derechos de
las mujeres, destinadas a desterrar prácticas, conductas, modos y comportamientos que han
sometido a las mujeres a la desigualdad, discriminación, marginación y violencia.
Las señaladas definiciones ayudan a analizar y comprender la manera diferente y los distintos
lugares que hombres y mujeres experimentan en un mundo, donde las relaciones asimétricas
entre ellos, que si bien han sido y aún lo son aceptadas en algunas esferas como hechos
culturales, están en un proceso de evolución y modificación(104).
Resultan de utilidad, también, para identificar problemáticas y hacer diagnósticos con
enfoques de género respecto de las necesidades de hombres y mujeres, sus acciones y el
contexto en el que se hacen visibles, a fin de establecer las respuestas institucionales y privadas
más adecuadas, recurriendo a los documentos internacionales que recomiendan buenas
prácticas inclusivas.
A partir de identificaciones y diagnósticos lo más certeros posibles, debe promoverse la
participación y el empoderamiento de las mujeres en todos los ámbitos públicos y privados para
que puedan formular sus prioridades y solucionar las desigualdades, con mecanismos
transformadores e incluyentes, que demandan recursos específicos de toda clase (económicos,
sociales, políticos, etcétera).
La generación de espacios para defender la participación política, ciudadana y social, en áreas
gubernamentales, educacionales, universitarias, espacios asistenciales, partidos políticos,
organizaciones sociales son motores para el fortalecimiento y el respeto de los derechos de las
mujeres.
Las voces de las mujeres en el proceso de construcción de un mundo diferente se transmiten
en el mensaje particular percibido desde las desigualdades en el acceso a oportunidades o
derechos. O de aquellas otras que están sujetas a la marginación por la interseccionalidad de
enfoques de género, que las ubica en planos diferentes por su raza, condiciones de pobreza,
marginalidad y vulnerabilidad.
Los rostros de las mujeres también concitan ayuda y auxilio, cuando son víctimas de la
violencia de todo tipo y clase, que las ultraja como seres humanos y les sustrae la vida.
Por ello es imperioso escuchar, mirar y ver las consecuencias negativas, para reducir las
brechas sociales que impiden la igualdad y eliminar la violencia que las afecta.

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