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Serie Fatefully Yours

1 - Oscura Devocion

2 -Aguas Carmesií
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Sinopsis

La prueba ha venido, y Eyce se encuentra a sí mismo sin preparación para hacer frente
a las aguas carmesí batidas en los lagos y estanques. El Oráculo advierte de que debe
entregarse con el fin de ser victoriosos, un concepto ajeno al gran guerrero. Rendirse no es una
opción.

Echo todavía no entiende su papel en esta guerra, pero que está dispuesto a lo que sea
necesario para ayudar a Eyce a completar su tarea. En primer lugar, debe encontrar un camino
dentro del corazón del demonio y obligarlo a aceptar el amor que ofrece tanta libertad.

Mientras Echo y Eyce trabajan para limpiar los lagos, la amenaza del laboratorio
todavía cuelga pesado en el aire. Más están viniendo. Nunca dejaran de venir. A pesar de que
sus problemas no parecen acabar, Echo sabe que pueden hacer frente a sus enemigos si están
juntos.

Ahora, si él sólo pudiera hacer que Eyce vea esto antes de que sea demasiado tarde.
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Dedicado

Para Kelley, por todo lo que hace, por nunca perder la paciencia conmigo, y por
mantenernos a raya. ¡Gracias!

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Capitulo Uno

Se reunieron en un gran círculo, cada uno mirando al Oráculo con atención.

Echando una mirada sobre el grupo, Eyce se encontró con los ojos de cada hombre,
sosteniendo su mirada por un momento, antes de pasar al siguiente.

—Las puertas del Tártaro se abrieron de golpe, liberando su mal sobre el mundo —comenzó el
Oráculo, hablando con su monótona voz robótica.

»Aquellos que han escapado de las llamas deben unirse y luchar, o regresar a las entrañas de donde
ellos se arrastraron.

Esto no se sentía como los otros sueños. Eyce podía sentir el calor rodeándolo por la
pared de fuego que se elevaba en todos los lados.

La voz de Oráculo resonó en la noche, pero todo parecía difuso alrededor de los bordes,
más como el recuerdo de un sueño.

—Cada regalo debe estar unido, sellado juntos en unión eterna.

Esta era la parte donde Eyce generalmente se molestaba. Él entendía que el Oráculo era
un ser místico, pero si estaban en tanto peligro, ¿por qué no podía simplemente decírselo
directamente? Los sueños obviamente, tenían la intención de ser una advertencia,
preparándolos para lo que venía. No hacía mucho bien si no podían entender de qué infiernos
estaba hablando, sin embargo.

Ante el bloqueo de las palabras del Oráculo, Eyce respiró hondo y casi se atragantó de
nuevo cuando el hedor de la muerte y la decadencia lleno su nariz. Rotando la cabeza a un
lado y a otro, buscó el origen del mal olor. Todo lo que podía ver, sin embargo, era a la
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Oráculo, sus amantes, y el muro de llamas que les rodeaba.


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El olor se hizo más fuerte, haciendo que su estómago rodara mientras luchaba con las
arcadas. Ni siquiera podía concentrarse en lo que el Oráculo decía. Lanzando miradas
alrededor de los otros hombres que se reunieron en el círculo, se dio cuenta de que todos
miraban hacia el frente con expresiones en blanco en sus caras. ¿Cómo no estaban afectados
por el olor horrible?

—Cuiden y protejan a su vínculo sagrado con sus propias vidas.

Entonces el Oráculo levantó la cabeza y se volvió lentamente hacia Eyce para perforarlo
con su mirada. De repente, todo quedó claro, y él se quedó sin aliento, conocía las palabras que
ella diría antes que fluyeran de sus labios.

—El corazón viene con ecos susurrantes. Busquen su refugio y ganen su batalla.

Eyce se despertó con un grito ahogado, empujándose a una posición sentada y pasando
las manos por su cara. Su corazón tronaba dentro de su pecho, y él jadeó en busca de aire, con
el cuerpo frío y tembloroso. ¿Qué diablos le pasaba? No era la primera vez que el Oráculo se
había deslizado en sus sueños.

Una pequeña mano se deslizó sobre su muslo y le dio unas palmaditas ligeramente.
Tratando de empujarlo hacia si, Eyce miró a Echo e hizo todo lo posible para imitar una
sonrisa.

—Lo siento, te desperté, bebé. Vuelve a dormir.

—¿Quieres hablar de ello? —Echo se movió más cerca, apoyando su rubia cabeza en el
regazo de Eyce—. No estoy tan cansado —arrastró las palabras en torno a un gran bostezo.

Eyce le dio una sonrisa sincera en esta ocasión mientras le cepillaba el cabello
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sacándolo de la cara de su compañero.


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—Vamos a esperar hasta que los otros se despierten. Vamos a tener una reunión, y voy a
contarles todo, entonces.

—Está bien —Echo murmuró, cerrando los ojos y a la deriva de nuevo, durmiéndose
casi de inmediato.

—¿Seguro que no quieres hablar de ello? —Syx se acercó al otro lado del Eyce,
enroscándose alrededor de él y acariciando su estómago, apoyando la cabeza en su cadera—.
Estamos todos juntos en esto.

—Le diré a todo el mundo en la mañana —Eyce paso los nudillos por la mejilla de
Syx—. Vuelve a dormir.

—Te ves como la mierda —Syx lo empujó para que se sentara a su lado, empujándolo
con su hombro—. Estás pálido y tembloroso, y estás respirando como si acabaras de correr un
kilómetro. Sácalo.

—Nada. Fue sólo un sueño. Eso es todo.

—Mira, no estoy muy de humor para jugar a este juego contigo ahora. Era algo más
que un sueño, o no estarías tan molesto. —Él pasó un brazo por la cintura de Eyce y besó un
lado de su cuello.

—Puedes decirlo, o simplemente puedo buscarlo por mí mismo.

Eyce apoyó la cabeza contra la de Syx y suspiró con resignación. Con la capacidad del
guerrero para ver dentro de su cabeza, él sabía que no sería capaz de ocultarlo.

—Fue el Oráculo. El mismo sueño que todos teníamos hace unas pocas semanas, pero
es... diferente. Todo el mundo estaba allí, pero no estaban ahí. ¿Tiene sentido?

—No, en absoluto —Syx rió y besó la sien de Eyce—. ¿Cómo, acerca de empezar de
nuevo?

—Era el sueño de la profecía. Todos estábamos allí, excepto Echo. Había un olor
terrible como algo podrido. Yo no podía averiguar de dónde venía. —Eyce tomó un profundo
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aliento y lo dejó escapar lentamente antes de continuar—. Era como si yo fuera el único que
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podía olerlo. Todos los demás sólo se veían como si estuvieran en una especie de trance.

—Entonces, ¿qué pasó?

—Eso es todo. Justo antes de que el Oráculo finalizara la profecía, me di cuenta de que
estaba teniendo una especie de re- sueño. Sabía lo que estaba por decir antes de que hablara.
Ella me dijo que el corazón iba a venir, pero dijo algo más después de eso.

Syx frotó su palma sobre los bíceps de Eyce cuando comenzó a temblar.

—¿Qué dijo?

—Ella me dijo que el corazón iba a ser mi refugio. Algo sobre que lo necesitaba para
ganar mi lucha.

—¿Tu lucha? —Syx dejó de frotarle el brazo y se apartó para mirar en sus ojos—. ¿Sólo
tú?

—Eso es lo que ella dijo —Eyce pasó una mano por su cabello negro hasta los hombros
y suspiró—. No sé lo que significa.

—¿Ella le dijo que buscaras el corazón o buscaras refugio?

—Ambos, supongo. Dijo que buscara refugio en el corazón.

—Bueno, sabemos que Echo es nuestro corazón el que nos une —Syx miró al pequeño
hombre durmiendo junto a ellos.

Eyce siguió su mirada, y una sonrisa se dibujó en sus suaves labios. Sólo seis semanas
habían transcurrido desde que Echo prácticamente había aterrizado en sus regazos, y él ya no
podía imaginar su vida sin él. Tendiendo la mano lentamente, pasó los dedos por el pelo rubio
dorado de Echo, amando la sensación de los hilos de seda deslizandose sobre su mano.

—Lo sé —susurró Eyce.

—Míralo, sin embargo. ¿Qué refugio es el que va a ofrecer? es tan... frágil

Syx resopló y le dio un codazo en las costillas.


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—No dejes que te oiga decirlo.

—Es una especie de hermosura, ¿no? —Eyce ignoro el codazo de Syx cuando él siguió
estudiando el rostro dormido de su pareja—. Quiero decir, él es más bonito que la mayoría de
las mujeres que he conocido.

—Amigo, tu mejor esperanza es que esté durmiendo.

—Yo no lo estoy. —Los párpados de Echo se abrieron, revelando sus ojos azul
profundo, enmarcados por unas pestañas imposiblemente largas—. Estoy bien con ser
hermoso. Sigue adelante. —Luego sonrió con picardía y cerró los ojos de nuevo.

—Así que modesto —Syx murmuró en voz baja, pero Eyce podía oír el humor en su
voz. Echo sacaba ese tipo de respuesta por parte de todos ellos. No podían dejar de estar
enamorados de su encanto. Incluso si él era un mocoso la mayoría de las veces.

—Vuelve a dormir —murmuró Echo—. Estás haciendo mi cabeza duela con toda esa
mierda profecía. No quiero pensar en este momento.

Eyce estuvo de acuerdo. Exhausto no empezaba a describir cómo se sentía. Ellos


tendrían que hablar con los demás cuando saliera el sol, y esperaba que alguien tuviera una
idea de lo que significaba su sueño.

Acostándose rápidamente en la cama, él maniobró su brazo debajo del cuello de Echo y


lo atrajo hacia él. Syx avanzó hacia abajo también, enroscándose a sí mismo todo, por el otro
lado de Eyce y llegando sobre él para descansar su mano sobre las caderas de Echo.

Rodeado por el calor de sus amantes, Eyce suspiró de alegría, cerró los ojos y esperó a
que el sueño lo reclamara.
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Arrastrando los pies en la cocina con sólo un par de boxeadores, Eyce se fregaba el
sueño de los ojos con el dorso de sus nudillos. Syx laboriosamente detrás de él, presionándose
lo suficientemente cerca como para que Eyce sintiera el calor de su pecho desnudo.

—¿Dónde está Echo? —Hex preguntó desde cerca del mostrador mientras se servía una
taza de café.

Los ojos de Eyce recorrieron a su líder, deteniéndose en su pecho desnudo y piel


bronceada que se extendía sobre los músculos flexionados. Su polla tembló en interés, pero él
apartó su deseo. Era muy duro vivir en una casa con siete hombres magníficos y no sentir la
necesidad de estar desnudo y gimiendo todo el tiempo.

—Buenos días a ti también, idiota —murmuró en su lugar, pero no pudo detener la


lenta sonrisa que se extendió por la cara. Sabía que Hex no quiso decirlo de la forma en que
sonó, pero él sólo le gustaba golpear la costilla al chico un poco.

Hex parecía adecuadamente castigado, y sus mejillas se sonrojaron adorablemente.

Eyce nunca lo diría en voz alta, pero la tendencia del enorme demonio a ruborizarse era
una de las cosas que encontraba más atractiva sobre el hombre.

—No quise decir eso.

Eyce rió entre dientes mientras se acercaba a la mesa y se dejó caer en una silla junto a
Myst. Mirando alrededor, vio a sus hombres, con curiosidad por ver si alguno de ellos había
compartido un sueño similar al suyo.

Aunque Syx dijo que no había soñado la noche anterior, eso no significaba que nadie lo
hubiera hecho. Bueno, por lo menos él no lo esperaba. No le gustaba la idea del Oráculo
hablando directamente con él. Es algo que le hacía sentirse como un niño, que había sido
llamado a la oficina del director.

Ninguno de los guerreros parecía molesto o incluso considerado, sin embargo.

Eyce suspiró, recostándose en su silla y sumergió la cabeza en señal de agradecimiento


cuando Hex asentó una humeante taza de café en frente de él.
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—Gracias, hombre. Yo necesito esto. —Levantó la taza a los labios y bebió un sorbo,
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gimiendo por el reconocimiento que Hex lo había dejado como a él le gustaba.

—¿Qué pasó? —Hex se acomodó en su asiento en la mesa con el ceño fruncido hacia
él—. Te ves como la mierda.

—Dioses, eres tan encantador —Eyce no pudo reunir una sonrisa en esta ocasión, sin
embargo. Seguía repitiéndose las palabras del Oráculo una y otra vez en su cabeza, tratando
desesperadamente de averiguar su significado.

—Vamos diles. —Lo alentó Syx mientras se sentaba al lado de Hex y alcanzó sobre la
mesa para tomar la mano de Eyce—. Podemos ayudar.

—¿Ayuda con qué? —Onyx entró en la cocina con Fiero detrás de él. Tenía el pelo
revuelto, los labios hinchados, y se trasladó con cautela, mientras caminaba hacia el mostrador
para servir dos tazas más de café.

Eyce sonrió mientras Fiero se sentaba en una silla al final de la tabla, mirando y
moviéndose igual que Onyx. No hacía falta ser un genio para darse cuenta lo que los hombres
habían estado haciendo antes de unirse a ellos en la cocina.

—¿Dónde está Vapre? —Eyce escaneo la mesa, e incluso reviso sobre su hombro,
buscando la puerta, pero no vio a otro guerrero.

—Él fue a la ciudad para conseguir algunos suministros. —Myst respondió alrededor
de un gran bocado de pan tostado—. Se supone que es una gran tormenta que viene esta
noche.

—¿Se fue solo? —Eyce sintió el surco de la frente, y él negó con la cabeza. Ellos nunca
iban a ninguna parte solos si podían evitarlo. Desde hacía más de dos mil años, que habían
estado observando la espalda de cada uno y mirando por encima de sus hombros, esperando el
día que Hades se elevaría desde el inframundo para recuperar sus creaciones. No tenía sentido
que el demonio se aventurara sin respaldo.

—Él se había ido cuando nos despertamos. —Hex se encogió de hombros,


aparentemente despreocupado, pero Eyce vio la dureza en su mandíbula mientras oía la
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tirantez en su voz—. Dejó una nota.


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—¿Vapre se ha ido? —preguntó una voz asustada desde el umbral de la cocina.

Todos se volvieron al unísono, y Eyce sonrió al ver a Echo entrar a la cocina. Parecía
preocupado, su labio inferior contenido entre sus dientes y sus ojos se movían alrededor de la
habitación como si quisiera confirmar las palabras de Hex.

—Él... ¿Vendrá de nuevo? ¿He hecho algo mal?

Antes que Eyce siquiera hubiera registrado por completo la angustia de su compañero,
Myst estaba fuera de su asiento y levantando a Echo en sus brazos, acariciándolo y
susurrándole en su pelo.

—Él sólo fue a la ciudad, bebé. Tú no hiciste nada malo, y él volverá pronto.

Moviendo sus pies desde los asientos como una unidad, todos se reunieron entre Myst y
Echo, tocando y calmando a su pareja cuando él continuo aferrándose al cuello de Myst,
enterrando la cara contra la garganta del demonio.

—¿Qué es todo esto? —preguntó Eyce silenciosamente mirando a su alrededor en el


círculo—. Echo, tu sabes que ninguno de nosotros quiere irse.

Él pasó los dedos por el cabello de su compañero y suspiró.

—Tú tuviste un sueño, ¿no?

Echo asintió frenéticamente, pero no movió su rostro del cuello de Myst. Entonces se
detuvo y comenzó a sacudir la cabeza. Se detuvo de nuevo y asintió. Entonces se detuvo una
vez más y sacudió la cabeza. Eyce no podía dejar de reír.

—Bueno, ¿cuál es, pequeño?

Finalmente extrayendo el rostro del cuello de Myst, Echo miró y suspiró.

—Yo estaba dormido, pero no lo sentí realmente como un sueño. No se sintió como las
otras veces que el Oráculo ha hablado conmigo tampoco, sin embargo. Yo no lo entiendo. —
Sus cejas se juntaron, y su nariz se arrugo—. No me gusta.
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—Tenemos que hablar —Hex hizo señas a todos para reanudar en sus asientos
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alrededor de la mesa—. Supongo que has tenido un sueño tan bien —dijo a Eyce.

Eyce hizo una mueca, no quería hablar de ello todavía, pero sabía que no podían
postergarlo para siempre. Ya era el día después de Navidad, y la luna nueva corría hacia ellos
como un tren de carga. Necesitaban prepararse, elaborar un plan de lo que esperaban para
enfrentar lo que se venía del mal.

—Sí, tuve un sueño, pero como Echo, no me sentía como un sueño. Fue extraño. —Él
les dio un resumen de su sueño, diciéndoles las mismas cosas que había confesado a Syx en las
horas tempranas de la mañana cuando se había despertado, temblando y temeroso. Él era un
puto demonio guerrero, por piedad. Él no tenía que tener miedo.

—Todos estamos preocupados por lo que está por venir —dijo Syx suavemente.

—No hay vergüenza en ello.

Echo se revolvió del regazo de Myst y se apresuró a subir por los muslos de Eyce. Su
pequeño compañero acababa siempre por saber lo que era necesario, y calentaba el alma de
Eyce. Envolviendo sus brazos alrededor de su amante, él acarició su mejilla contra la parte
superior de la cabeza de Echo.

—Gracias —susurró.

—Yo también tengo miedo. —Admitió Echo—. Me gusta el Oráculo, pero ella era
espeluznante en este sueño. Habló todo divertido, y no había fuego. Estaba tan oscuro, y yo ni
siquiera podía ver la luna. Entonces me sentí como si me estuviera ahogando. No podía ver el
agua, pero sentí todo a mí alrededor, y yo no podía respirar. Había un olor horrible, como algo
muerto, y yo quería sacarme la mordaza, pero tenía miedo de abrir la boca y dejar que el agua
se adentrara.

Eyce asintió con la cabeza mientras frotaba la palma de la mano suavemente hacia
abajo por la columna vertebral de Echo. No había tenido las sensaciones de ahogo, pero había
sentido y visto todo lo demás. Un breve destello de recuerdo pasó por su cerebro, demasiado
rápido para que se enganchara de él. Revisando su memoria, estudiándolo de principio a fin.
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Le faltaba algo. Sólo que no podía entender qué demonios era.


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—Pude ver que… —continuó Echo, acurrucándose más cerca del pecho de Eyce—.
Pude ver a todos ustedes, pero nadie podía verme. Grité para que alguien me ayude, pero nadie
podía oírme. Luego vino el agua, pero en realidad no era agua, y yo no podía gritar más —se
empujó lejos y miró a los ojos de Eyce—: Entonces me miraste directamente, y me calmé así.
—Él chasqueó los dedos para acentuar su comunicado.

—¿Me fijé en ti? —Eyce no recordaba a Echo en su sueño. La pequeña memoria se


empujó de nuevo contra él, burlándose, pero todavía no podía aferrarse a ella.

Echo asintió lentamente.

—Entonces el Oráculo dijo algo acerca del corazón siendo un refugio, y cómo iba a
ayudar a ganar un poco la lucha. —Él ladeó la cabeza hacia un lado por la confusión—. Yo
soy el corazón, ¿verdad?

—¿Cuándo tuviste ese sueño? —Syx preguntó desde el otro lado de la mesa mientras
miraba fijamente a Echo.

—Me desperté a la vez que Eyce —murmuró Echo.

—¿Por qué no nos lo dijiste? —Eyce acarició el rostro de su pequeño hombre y frunció
el ceño—. No has dicho una palabra.

Echo se encogió de hombros inocentemente.

—Estabas tan molesto. Yo no quise agregarlo a tus problemas.

—No puedes mantener estas cosas de nosotros. —Fiero gruñó, hablando por primera
vez desde que entró en la habitación—. ¿Por qué sigues mintiéndonos? —Sin esperar respuesta,
se levantó tan bruscamente que su silla se volcó y se estrelló contra el suelo. Girando sobre sus
talones, pasó por encima de la silla y se precipitó fuera de la habitación sin mirar atrás.

—¿Qué he hecho? No estaba mintiendo, ¡lo juro! —Echo lo miró al borde de las
lágrimas, y Eyce querían estrangular a Fiero—. No estaba guardándolo de ti. Yo simplemente
no quise añadirlo a tu estrés en ese momento.

—Shh —Eyce susurró antes de besar la punta de la nariz de Echo—. Yo lo entiendo,


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bebé. Todo está bien.


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—Sigues diciendo eso —Echo se empujó contra el pecho de Eyce y saltó de su regazo—
. ¡Nada de esto está muy bien! Vapre se ha ido. Fiero está enojado conmigo, y yo ni siquiera sé
por qué. Sigo teniendo esos jodidos sueños, y hablo con una señora en mi cabeza. Estoy
acoplado no a uno, sino a siete malditos guerreros demonios. Por favor, ¡dime cómo algo de
esto está muy bien!

En las semanas posteriores a que Echo hubiera llegado a sus puertas, Eyce nunca lo
había visto tan vehemente. Odiaba admitir que lo convertía en algo feroz. Tendiéndole la mano
a su compañero, suspiró y dejó que cayera cuando Echo esquivó su avance.

—Voy a volver a la cama. Sólo voy a dormir hasta que uno de ustedes comience a tener
un poco de maldito sentido. —Entonces él también pisoteó saliendo del cuarto, murmurando
en voz baja todo el camino.

—Yo diría que ha ido bien —murmuró Myst al lado de Eyce—. Él tiene un poco de mal
genio, ¿no es así?

—Tiene miedo —susurró Syx—. Él no tiene control sobre nada de esto y no hay
manera de saber lo que el futuro traerá. Cualquier persona estaría volviéndose loca en este
momento.

—Es cierto. —Hex pellizcó el puente de su nariz e inhaló profundamente.

—¿Cual es el problema de Fiero? Quiero decir, sé que es siempre una polla, pero esto
fue por encima y más allá.

—Tiene miedo, también —respondió Syx—. Tiene miedo de perder a Echo, de tener
que regresar al Tártaro, y de que algo nos suceda a alguno de nosotros.

—Aww, él se preocupa —dijo Myst en torno a un resoplido.

—Entonces, ¿quién va a hablar con él? —Eyce pidió al grupo. Estuvo sorprendido
cuando todos los ojos se volvieron hacia él—. Tenía la sensación de que dirían eso.
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Capitulo Dos

Echo gruñó y se quejó todo el camino hasta la escalera. Bueno, puede que fuera joven y
pequeño, y tal vez no sabía mucho sobre el mundo fuera del laboratorio, pero no era estúpido.
Todos lo protegían diciéndole que las cosas iban a salir bien, pero nadie tenía idea a que se
enfrentarían, o cómo derrotarían a la desconocida amenaza.

Apreciaba que todos quisieran resguardarlo, pero sus hombres estaban tan centrados en
él, que no estaban siendo cautelosos con ellos mismos.

Aunque su cerebro aún se rebelaba contra la idea de estar enamorado de los guerreros
después de un corto período de tiempo, su corazón latía rápidamente contra su esternón al
pensar en todo lo que les ocurriría a sus amantes.

Tan perdido en sus pensamientos, no se dio cuenta de inmediato dónde estaba yendo
hasta que se encontró fuera de la puerta del Fiero. Frunciendo los labios y arrugando la frente,
Echo levantó su mano y golpeó fuertemente la puerta.

No sabía cuál era el problema de Fiero, pero tenía la intención de averiguarlo. Él no le


había mentido o retenido nada, así que ¿por qué el hombre actuaba como si él fuera el malo de
la película?

Esperó un par de segundos, pero no recibió una respuesta. Podía oír los pasos de Fiero
al otro lado de la puerta, y sabía que el hombre se paseaba. Golpeó contra la madera de nuevo,
su temperamento subiendo cuando aún no hubo recibido ningún tipo de acuse de recibo.

—¡Abre la maldita puerta !

—¡Fuera! —Fiero rugió de nuevo.


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—¡No lo haré !
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—Déjame en paz —Fiero gruñó.

Echo pateó la puerta con frustración luego gimió mientras el dedo gordo de su pie
comenzó a palpitar dolorosamente. Levantando el pie y agarrándolo con ambas manos, salto
sobre su otro pie mientras maldecía y gritaba.

La puerta del dormitorio se abrió de golpe, y Fiero quedó enmarcado por la puerta, con
las cejas levantadas y las comisuras de la boca levantándose mientras veía el pequeño baile de
Echo.

Colocando su pie lesionado en el suelo, pero manteniendo la mayor parte de su peso


fuera del mismo, Echo señaló con su dedo la cara del guerrero y lo fulminó.

—¡No te atrevas a reír! Todo esto es tú culpa.

Fiero asintió lentamente, pero parecía estar teniendo un momento difícil para contener
su risa.

—Ni en sueños me reiría de ti.

Echo bajó la cabeza con brusquedad y se abrió paso entre el hombre y la habitación.

—Mucho mejor. —Se volvió para sonreír a Fiero.

—Pedazo de mierda astuta —Fiero murmuró en voz baja, mientras regresaba a la


habitación y cerraba la puerta tras él—. Bueno, ya estás adentro ¿Qué quieres?

—Quiero saber por qué tienes una actitud tan mala. Quiero saber por qué siempre me
empujas lejos —Echo comenzó a caminar, agitando sus brazos alrededor salvajemente—.
Quiero saber por qué no confías en mí. —Él se detuvo bruscamente y se volvió lentamente
para mirar al hombre más grande—. Quiero saber por qué no te gusto.

Fiero gruñó y se pasó una mano por el puntiagudo pelo rubio.

—Yo nunca dije que no me gustes, o que yo no confíe en ti. Es sólo que no me gusta
cuando te guarda cosas de mí, de nosotros.
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—No estaba escondiendo nada —Echo dio un paso tentativo más cerca—. Todo el
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mundo estaba durmiendo cuando tuve el sueño. No viste a Eyce cuando se despertó. Temblaba
tan fuerte que pensé que iba a tener una convulsión. Yo no quería añadir más a lo que le estaba
pasando.

—Igual debiste contarle a alguien —Fiero argumentó—. Esto es importante.

—Les dije a todos en el momento en que me desperté, ¿no es así? —Echo miró a su
gruñón amante durante un largo minuto antes de que finalmente comenzara a reconocer la
emoción que Fiero escondía—. Tienes miedo.

—Yo no tengo miedo de nada.

—Sí, lo tienes —Echo se acercó aún más, apretándose contra la parte delantera de
Fiero—. ¿Qué estás escondiendo, mi gran guerrero? —Él puso las palmas de sus manos contra
el pecho de Fiero, amando toda lo suave, bronceada piel por el sol bajo sus manos. ¿Cómo
diablos tuvo tanta suerte?

Los largos dedos de Fiero se envolvieron alrededor de las muñecas de Echo y empujó
sus manos a distancia. Aunque la acción la había hecho con cuidado, se sintió como una
bofetada en su cara. Fiero no quería su toque.

—Está bien. —Él suspiró y dio un paso lejos—. Cuando decidas ser un adulto y hablar
conmigo, voy a estar por aquí.

Se alejó no más de tres pasos antes de que la puerta se abriera, y Eyce entrara en la
habitación con el ceño fruncido en su rostro. ¡Grandioso!

Otro imbécil cabreado demasiado macho para admitir que tenia sentimientos que no
eran el hambre y la ira no era exactamente lo que Echo quería hacer frente a ese momento.

—Yo me estaba yendo. —Trató de esquivar a Eyce, pero los brazos del guerrero salieron
disparado, deteniendo su retirada.

—Tenemos que hablar —dijo Eyce fríamente, sus ojos nunca dejaron a Fiero.

—Sí, eso suena divertido, pero no cuentes conmigo. —Echo trató de empujar la mano
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de Eyce, pero el hombre no se daba por enterado—. Mira, obviamente, no quiere hablar, ni
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tener nada que ver conmigo. Está bien.

—No está bien. —Los dedos de Eyce acariciaron circularmente el hombro de Echo y él
se volvió para mirar a Fiero—. Hablen — exigió.

—No tengo nada que decir —Fiero se volvió de espalda y fue a desparramarse sobre la
cama mirando al techo—. Déjenme.

—No nos iremos hasta que empieces a hablar.

Fiero no respondió.

—Esto es una mierda, Fiero, y tú lo sabes. Se supone que debemos ser un equipo. No
puede correr y esconderte cuando las cosas se ponen difíciles.

Aún así, Fiero no respondió. Echo sólo quería irse, pero la mano de Eyce se posó en su
hombro, sosteniéndolo en su lugar.

—Cobarde —Eyce gruñó.

Eso consiguió una respuesta. Fiero saltó de la cama como si fuera de fuego y se dirigió
al otro lado de la habitación para estar de pie directamente delante de Eyce.

Él se inclinó hasta que sus narices casi se tocaban y gruñó como un animal salvaje. Eyce
puso suavemente a Echo detrás de él, pero por lo demás no reacciono ante la agresividad de
Fiero.

—No soy un cobarde —Fiero gruñó—. Quieres dar una vuelta y fingir que todo es sol y
margaritas, ese es tu maldito problema. Perdóname si soy un poco más realista. —Luego se
volvió bruscamente y se quedó allí con la cabeza gacha y el cuerpo agitado mientras respiraba
con dificultad.

Echo no entendía exactamente lo que estaba pasando, pero no podía soportar ver a uno
de sus hombres sufriendo. Moviéndose desde detrás de Eyce, se trasladó con cautela hasta que
estuvo justo detrás de Fiero, a continuación, tendió una mano vacilante y temblorosa para
acariciar con sus dedos la columna de Fiero.
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—Por favor, habla conmigo —susurró—. Deja que te ayude.


—Tú no me puedes ayudar —dijo Fiero con una voz tan baja que Echo casi no lo oyó.

—Puedo intentarlo. —Su pecho se apretó dolorosamente en la desesperanza en su la


voz del guerrero—. Por lo menos voy a tratar.

Eyce se movió sin hacer ruido para estar delante de Fiero, tomó su rostro con ambas
palmas, y levantó la cabeza para mirarlo a los ojos.

—Un equipo, ¿no? Algo se acerca. Algo más grande que todos nosotros, y tenemos que
enfrentarlo juntos. No puedes tomar esto tu solo.

Echo vio como la respiración del Fiero se alivió lentamente, sus músculos se relajaron,
y se inclinó hacia delante para descansar su frente contra la de Eyce.

—Lo sé —susurró. —Eso no significa que me tenga que gustar.

La luz se encendió en la cabeza de Echo, y finalmente lo entendió. Sí, Fiero estaba


asustado, pero también se sentía culpable. Se había quitado todos sus problemas de sus
hombros, dispuesto a compartir el peso de la carga con sus amantes.

Se quedó en silencio, simplemente observando a los dos hombres juntos. Ellos no


hablaban, no se movían, no parpadeaban mientras se miraban a los ojos del otro. Incluso
aunque no lo admitieran, Echo podía prácticamente sentir el amor que se vertía fuera de ellos
como una fuerza tangible.

Se veían tan hermosos juntos, de repente se sintió como un intruso.

Dando un paso atrás lentamente, empezó a alejarse para darles un poco de privacidad
cuando Fiero le agarró la mano y la apretó. Echo devolvió el apretón, una pequeña sonrisa
jugando en sus labios.

—Voy a estar en el pasillo —dijo en voz baja, sin querer interrumpir el momento—.
Ustedes dos no me necesitan en este momento.

Le dolió un poco decirlo, pero sabía que Fiero necesitaba a Eyce. El hombre
simplemente parecía su cable a tierra, calmándolo, y él lo respetaba.
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Tal vez si desaparecía por un rato, Eyce podía curar la cosa que lastimaba a Fiero.
Intentó tirar de su mano, pero Fiero no lo libero.

En cambio, tiró de él hacia adelante hasta que pudo envolver un brazo alrededor de sus
hombros acercándolo a Eyce en un abrazo combinado.

—Quédate —susurró—. Quédate.

Fiero dejó que su mano vagara sobre la piel suave, cremosa de la espalda de Echo.

Todavía apoyaba la frente contra la de Eyce, disfrutando de la cercanía de sus amantes y


permitiendo que su proximidad lo calmara. Ser un idiota todo el tiempo no era algo de lo que
estaba orgulloso, pero simplemente no era bueno con las emociones, especialmente las que no
entendía.

Echo lo hacía sentirse extraño. Además de querer cogerlo en la superficie plana más
próxima cada vez que el pequeño individuo respiraba en su dirección, Fiero también se sentía
muy protector y posesivo con él. Oh, no le importaba compartirlo con los demás hombres de la
casa. Echo les pertenecía a todos, después de todo. Sin embargo, a idea de alguien, además de
sus amantes tocando a su compañero le hacía ver rojo.

—No sé lo que me pasa —susurró mientras su otra mano se movía enredándose en el


pelo de Eyce. Dioses, le hacía sentir cosas que él no entendía, no podía explicar. Cosas que no
estaba seguro de querer sentir.

Siempre le habían importado sus amantes, se había preocupado por ellos, y los
protegería con su vida. Hasta que Echo se presentó, sin embargo, ese había sido el alcance de
la misma. Ahora, tenía esas extrañas emociones en conflicto dentro de él, y no sabía qué hacer
con ellas. Era un maldito guerrero. La lujuria, el deseo, el respeto y la preocupación por la
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seguridad de sus hombres, eran cosas que Fiero entendía.


Página
Él no tenía que sentirse todo cálido y difuso cuando lo tocaban. Tampoco se suponía
que iba a sentir su alma desgarrarse porque no fuera capaz de protegerlos.

—No hay nada malo en ti —Echo murmuró mientras frotaba el pecho de Fiero. Su
lengua se deslizó hacia fuera, lamiendo un círculo lento alrededor del pezón de Fiero causando
que el gran guerrero que tenía miedo gimiera profundo por sus labios entreabiertos—. Qué
quieres, chico grande.

Querer, Fiero lo entendió además. Se aferró a él, enviando electricidad corriendo por su
espina dorsal y relampagueando a lo largo de la longitud de su polla, que comenzó a hincharse
entre sus piernas. Sólo deseaba que no tuviera que ser tan cuidadoso con Echo. No es que no le
gustara lento y sensual, pero le privaba seriamente de su naturaleza perversa.

—Sí, lo quiere —Eyce susurró antes de palmear la parte posterior de la cabeza de Fiero
y reclamar sus labios en un beso abrasador.

Fiero no pudo detener el gemido de placer cuando sus labios y lengua se batieron en
duelo con Eyce, cada uno luchando por el dominio. No le importaba dar el poder a veces, pero
con sus emociones por toda la superficie, tenía que estar a cargo y recuperar algo de control.

Por suerte, sus amantes parecieron darse cuenta de esto, porque Eyce le respondió
suavizándose, permitiendo a Fiero hacerse cargo del beso. Echo se insinuó a sí mismo entre
ellos, lamiendo y mordiendo el pecho de Fiero mientras se jodía contra su muslo.

Empujando su pierna entre las de Echo, Fiero agarró al delgado hombre de la cintura y
lo tiró, instándolo a que se moviera contra él. Aunque quería enterrar su dolorida polla dentro
del pequeño y dulce culo de su compañero, sabía que no podía ser suave. Podría ser un hijo de
puta cuando se trataba de algunas cosas, pero nunca había hecho daño intencionadamente a
sus hombres.

Echo era tan pequeño y diferente a todo lo que estaba acostumbrado. Sus amantes eran
grandes guerreros como él. Él no tenía que preocuparse por causarles dolor o ser demasiado
duro con ellos. Con Echo, constantemente se contenía, controlando cada segundo todos sus
movimientos.
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Página

—Te necesito —Echo gimió cuando su cabeza cayó hacia atrás contra el pecho de Eyce
y su polla cubierta por algodón seguían moliéndose sobre el muslo de Fiero—. Te necesito
tanto.

Fiero se sentía como el idiota más grande del mundo, mientras trataba
desesperadamente de encontrar una manera de hacer este trabajo sin tener que follar a Echo.

Quería someter al pequeño hombre con algo parecido al dolor, pero en su estado de
ánimo actual, él sabía que no podía ser suave. Nunca se lo perdonaría a sí mismo, si su
incapacidad para dominar su lujuria le hacía daño a su compañero de alguna manera.

Mirando a los ojos de Eyce, trató de transmitir su dilema sin palabras. Eyce lo entendió
de inmediato y bajó la cabeza una vez en entendimiento. Lanzando un rápido guiño a Fiero, él
deslizó sus manos por el pecho de Echo, deteniéndose para pellizcar y tirar de sus pezones
color cobre.

—Hago un llamado para ir al medio.

A Echo en realidad no le importa un comino donde estuvieran. Su cuerpo ardía, su piel


estaba recalentada, y su polla le dolía y latía, exigiendo liberarse, y pronto. Su agujero aleteo
apretándose y relajándose, pidiendo ser llenado.

Eyce los llevo de caminó hacia atrás, empujando los boxeadores de Echo por sus
piernas mientras lo hacía. Luego se dejó caer en el extremo de la cama y tirando de Echo en su
regazo, extendiendo sus piernas hasta que se abrieron largamente, colgando sobre los
poderosos muslos de Eyce.

Gimiendo y jadeando, Echo dejó caer la cabeza hacia atrás en los hombros de Eyce
mientras cerro sus ojos, y él movió su culo en la dura erección debajo de él. El pecho de Eyce
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se presiono contra su espalda, su piel caliente hacían que sus terminaciones nerviosas
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chisporroteaban. Echo no sabía cómo Eyce iba a estar en el medio en su posición actual, pero
no podía formar palabras coherentes para cuestionarlo.

Sus ojos se abrieron de golpe al oír el gruñido de Fiero, y observo al hombre caer de
rodillas, arrastrándose hacia adelante, con los ojos fijos en la abertura expuesta de Echo. Antes
de que pudiera jadear, Fiero se puso entre sus mejillas entreabiertas, lamiendo, chupando y
mordisqueando la carne sensible de su entrada.

Echo gritó, inclinando la espalda y presionándose contra la boca de Fiero.

—No te detengas. —Le rogó al llegar sobre su cabeza para bloquear sus brazos
alrededor del cuello de Eyce—. Tócame.

—Te estoy tocando. —Eyce murmuró, sus labios se arrastraron sobre el cuello de Echo
y la carne sensible, chupando su oreja. Su mano seguida recorriendo el cuerpo de Echo,
tocándolo en todas partes cuando la lengua de Fiero se hundió en su apertura con ganas,
apuñalando y saliendo, y conduciendo a Echo fuera de su mente.

—¡Por favor! —Gritó, arqueando sus caderas mientras se retorcía y gemía.

Los brazos de Eyce se bloquearon alrededor de él, sosteniendo en su lugar y


previniendo su escape. Un largo dedo sustituyo la lengua de Fiero, empujando en su culo
cuando Fiero subió a lamer sus bolas, chupándolas en su boca y rodándolas con su lengua.

—¡Joder! ¡No puedo... no puedo! —El estómago de Echo se estrecho, sus bolas se
apretaron, y la polla se sacudió y palpitó.

—Shh, cariño —Eyce le susurró al oído, palmeando el eje de Echo y acariciándolo


suavemente. Su pulgar rozó la cabeza esponjosa, difundiendo el líquido preseminal y usándolo
para deslizar la longitud de Echo—. Te tenemos. Sólo móntalo.

Fácil para él decirlo. Eyce no era el que estaba a punto de perder su maldita mente. Un
segundo dedo se deslizó en el lado del primero, torciéndolo en tijera, dentro y fuera de su culo
codicioso.

—¡Por favor, cógeme ! ¡Alguien que me joda!


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La boca de Fiero viajó hasta el estómago de Echo, sobre el pecho, y se aferro a uno de
Página

sus pezones en guijarro, tirándolo con los dientes al igual que Eyce dio un brusco giro de su
mano debajo de la cabeza en fuga de la polla de Echo.

—Córrete para mí, bebé —Fiero exigió guturalmente.

Echo no podía haberlo detenido si hubiera querido. Las llamas lo envolvieron,


abrumándolo, y él echó la cabeza hacia atrás y gritó cuando cuerdas cremosas de esperma
brotaron de su ranura para pintar el espacio entre él y Fiero.

Él se dejó caer contra Eyce, dejando que el guerrero soportara su peso cuando Fiero
alivió suavemente sus dedos del agujero espasmódico de Echo.

—Más —jadeó.

Fiero se rió entre dientes, sus ojos suavizándose mientras se empujaba hacia arriba a los
labios de Echo en un tierno beso.

—Exigiendo, ¿no es así?

—¿Por favor? —Echo no tuvo reparos en mendigar lo que quería.

—Está bien, pequeño, está bien —Echo gimió cuando Fiero se empujó lejos de él y
desapareció. Estaba de nuevo en un instante, sin embargo, moviendo de un tirón el tapón de
una botella de lubricante y deslizándolo por su prominente polla.

—Túmbate —ordenó.

Echo estuvo confundido por un segundo hasta que Eyce se recostó en la cama y tiró de
Echo sobre su pecho y todavía de espaldas. Dos dedos resbaladizos se empujaron
inmediatamente en su entrada, y Fiero trabajo extendiéndolo rápidamente, con la adición de
un tercer dedo cuando sus músculos comenzaron a aflojarse y relajarse.

A continuación, los dedos se desvanecieron, y los demonios trabajaron juntos,


levantando a Echo y moviéndolo hasta que la punta de la polla de Eyce se empujo por su
agujero sin esfuerzo.

—Sí —susurró Echo, tomando una respiración profunda y agachándose sobre el eje
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duro hasta que su culo se apoyó en la ingle de Eyce.


Página

Desde su posición de cara a Fiero, tenía una vista perfecta de los largos dedos de los
guerreros que separaban los globos musculosos de Eyce y resbalaban dentro de su entrada en
espera. Echo apoyó las manos sobre los muslos de Eyce y se sacudido de arriba abajo,
gimiendo y jadeando al sentir cada venosa pulgada deslizándose contra sus paredes internas.

Entonces Fiero se empujó inclinándose un poco hacia atrás, cambiando el ángulo, y


Echo gritó cuando la polla de Eyce se clavo en su próstata, enviándole a toda marcha a un
segundo plano. Recostado y apoyando las manos en ambos lados de la cintura de Eyce, Echo
subió y bajó, empalándose a sí mismo una y otra vez cuando su renovada erección golpeó
contra las bolas de Eyce en cada empuje hacia abajo.

—Date prisa —le rogó a Fiero.

El hombre asintió con la cabeza, las cejas dibujadas juntas en concentración cuando
alineó la corona de su pene en el agujero de Eyce que esperaba y se empujo hasta la
empuñadura en un largo y duro empuje. Eyce gruñó, arqueando sus caderas y casi destrona a
Echo.

Fiero se inclinó sobre él, atacando su boca mientras continuaba conduciéndose en el


cuerpo de Eyce con la fuerza suficiente para darles duro a los tres en el colchón. Echo no
podía esperar más. Sus bolas quemaban, amenazando con venirse al menor contacto.

—Voy —jadeó, apartándose de los labios en búsqueda de Fiero.

Alargó la mano hacia su polla, pero Fiero bateó su mano y lo miró directamente a los
ojos, fijándolo en su lugar con la intensidad de su mirada.

—Sólo así. Vente por mí otra vez, bebé. —Dio un empuje fuerte en el cuerpo de Eyce—
. Dame lo que quiero, Echo —gruñó—. Quiero que te corras. —Entonces él demandó la boca
de Echo en otro beso que Echo sintió hasta en su polla palpitante.

Sin previo aviso, su orgasmo se estrelló contra él, golpeándolo como un tren de carga, y
gritó alrededor de los labios de Fiero cuando la cabeza de su pene explotó, disparando un
montón de semilla nacarada de su rendija.

Oyó gemir a Eyce detrás de él segundos antes de que la abrasadora lava recubriera su
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canal y Fiero rugiera, enterrando la cara en el cuello de Echo, su cuerpo estremeciéndose a


Página
través de su puesta en libertad.

—Gracias —le murmuró en voz baja—. Gracias, cariño.

—Más —exigió Echo. Ni siquiera sabía si sería capaz de caminar después de soportar
dos clímax tan juntos, pero él quería, necesitaba más.

La cabeza del Fiero se levanto, y miró a Echo durante mucho rato, varias emociones
que Echo no pudo identificar jugaron sobre su rostro, antes de que sonriera diabólicamente y
bajara la cabeza una vez. Sus fuertes brazos se envolvieron alrededor de la cintura de Echo,
levantándolo del pene blando de Eyce, y volcándolo, empujándolo de cara contra el colchón.

—No te muevas —Fiero ordenó.

Echo no creía que pudiera moverse si quería. Su polla estaba todavía lo suficientemente
dura como para cortar vidrio, y su culo apretado y relajado, anticipando y pidiendo a gritos ser
llenado de nuevo.

No tuvo que esperar mucho tiempo antes de que Fiero volviera, y algo frío y rígido se
empujara contra su apertura antes que Fiero lo empujara dentro ásperamente.

Gimiendo y lloriqueando, Echo puso su frente contra la cama, apretando las sábanas
con sus puños mientras movía su culo hacia arriba.

—Tan jodidamente bonito—Eyce murmuró a sus espaldas, y Echo sólo entonces se dio
cuenta de que el demonio se había trasladado para estar al lado de Fiero—. Nosotros
necesitamos conseguir más juguetes, bebé.

¿Juguetes? La iluminación le llego, y Echo se dio cuenta que el implacable falo


actualmente entrando y saliendo de su paso era un consolador. Incluso si no se hubiera dado
cuenta entonces, lo hubiera hecho cuando comenzó repentinamente a vibrar, y pensó que se
correría sin tocarse.

Fiero lo jodió con el juguete dentro y fuera de su culo en un implacable y exigente ritmo
la otra mano alisó la piel del culo de Echo. La mano de Eyce pasó rozando su espalda y otra
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por sus caderas antes de deslizarse a su alrededor para agarrar su polla palpitante.
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—Maldita sea, sigue follando duro. —El guerrero gruñó, dando un par de buenos
golpes a la polla de Echo antes de liberarlo. La cama se hundió, y Echo parpadeó para ver a
Eyce de rodillas delante de él.

—Chupa mi polla —exigió su amante.

Empujándose hacia arriba en sus manos con esfuerzo, Echo se humedeció los labios
una vez y la llevo hacia adelante, rodeando la renovada erección de Eyce con sus labios
hinchados. Eyce gimió y sacudió sus caderas mientras sus dedos se enredaron en el pelo de
Echo, tirando de él hacia abajo en su polla bruscamente.

—Eso es —Eyce animó con un gruñido salvaje—. Come la polla, bebé. Maldita sea, tu
boca es como el cielo. —Él se empujó hacia delante, sus movimientos espasmódicos y sin
gracia cuando dio un empellón a la parte posterior de la garganta de Echo con la punta de su
polla.

El consolador se retiró del agujero hambriento, y tres dedos lo reemplazaron,


conduciéndose en el culo de Echo con fuerza suficiente para tirar de un ahogado, aunque
sordo, gemido de su boca.

—Oh, mierda, vuelve a hacer eso —Eyce exigió, sus puños apretando todo el pelo de
Echo.

—¿Qué? ¿Esto? —Fiero cerró los dedos, rozando sobre la próstata de Echo, y Echo gritó
con tal fuerza que comenzó a tener náuseas, tragando convulsivamente alrededor de la polla en
su boca.

—Oh, dioses —Eyce gimió gutural. Al parecer, le gustaba mucho.

Fiero sacó sus dedos, alineó su enorme polla, y se metió en Echo, sin más
prolegómenos. No hizo una pausa, no se detuvo, apenas agarró las caderas de Echo y lo jodió
como un poseso.

Echo no podía conseguir suficiente. Cuanto más le daban, más quería, y se puso a
trabajar, tratando de volar la tapa de los sesos de Eyce a través de su polla, metafóricamente
hablando.
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Página

Un cuerpo caliente cubría su espalda, como una manta humana, cuando Fiero mantuvo
su ritmo castigador. La cálida mano de su amante palmeo la adolorida polla de Echo,
sacudiéndola más o menos con cada uno de los duros empujes de Fiero enviando la polla de
Eyce más profundamente en la boca de Echo.

—Córrete —Fiero gruñó—. ¡Ahora! —Giró su muñeca alrededor de la corona de la


polla de Echo cuando le gruñó al oído.

El cuerpo de Echo se tensó, sus músculos se bloquearon cuando su liberación arraso a


través de su cuerpo, lo que acelero su miembro palpitante hasta desbordarse en la mano y la
muñeca de Fiero.

—Ahhh —Fiero gimió en la parte posterior del cuello de Echo, empujando hacia la
empuñadura y moliendo su ingle sobre el culo del muchacho mientras descargaba sus bolas en
el canal de seda de Echo.

Eyce los siguió rápidamente, tirando de la cara de Echo hacia adelante por su pelo hasta
que su nariz estaba enterrada en el demonio cerca de los gruesos pelos. Entonces la cremosa y
salada semilla lleno la boca de Echo, bañando su lengua y salpicando contra la parte posterior
de su garganta.

Trago rápidamente, orgulloso al ver que no se perdía nada. Pasó la lengua limpia por
Eyce, entonces la erección blanda del guerrero resbalo de entre sus labios mientras Fiero se
extraía con cuidado de él. Dejándose caer hacia adelante, Echo se hundió sin fuerzas en la
cama, sonriendo, como solo un verdaderamente bien jodido puede, y se fue a la deriva,
durmiéndose al instante.
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Capitulo Tres

—¿Tienes amigos?

Eyce parpadeó a Echo una vez y luego se echó a reír.

—¿Por qué suenas tan sorprendido?

Echo se sonrojó y se rascó la punta del pie sobre la alfombra del salón.

—Yo no lo sé. He estado aquí por un mes, y no he conocido a nadie más. Nadie ha
hablado de tener amigos. Asumí que ustedes se mantuvieron a sí mismos.

—En su mayor parte —Eyce seguía teniendo problemas para controlar su diversión—.
Todavía tenemos que ir a la ciudad un par de veces al mes para los suministros, sin embargo.
No sé si lo llamaría a ellos amigos con exactitud, pero son buenas personas con quien nos
asociamos bastante a menudo.

Echo ladeó la cadera hacia un lado y levantó las cejas.

—¿Alguna vez han tenido una fiesta aquí?

Demonios. Culpable. Eyce negó con la cabeza lentamente.

—Sólo hemos vivido aquí un par de años. Nosotros no envejecemos, por lo que
tratamos de seguir adelante antes de que a la gente se le vuelva demasiado sospechoso.

—¿Alguna vez has tenido una fiesta en cualquiera de sus otros hogares?

Eyce rió mientras negaba con la cabeza otra vez.

—Está bien. Tú ganas. Nosotros sólo queríamos que tuvieras un buen momento, por lo
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que invitamos a algunas personas de la ciudad a la cena de Año Nuevo. ¿Es eso tan malo?
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Una suave sonrisa se extendió por el rostro de Echo, y se lanzó a los brazos de Eyce con
una risita.

—Creo que es impresionante, pero sólo debieron decirlo. Puede que no entienda todo lo
relacionado con ser un demonio, pero no soy estúpido.

Eyce hizo girar a su compañero en un círculo, con el corazón altísimo por la risa de
Echo. Luego le dio un sonoro beso rápido en los labios y sonrió.

—Nunca pensé que fueras estúpido.

—Así que, ¿Cuándo llegara todo el mundo?

Eyce volvió a mirar por encima del hombro al gran reloj sobre la chimenea.

—En aproximadamente una hora, supongo. —Se volvió hacia su compañero,


completamente desconcertado por la mirada de asombro en el rostro de Echo—. ¿Por qué?
¿Qué pasa?

Echo se movió y se empujó hasta que Eyce no tuvo más remedio que dejar al pequeño
hombre de pie o dejarlo caer... otra vez. Él nunca se perdonaría a sí mismo por ese pequeño
percance en el baño el día que Echo había llegado.

—¿La gente va a estar aquí en una hora, y tú no me dijiste? ¡Todavía estoy en los
malditos pijamas! —Echo agitó sus manos alrededor mientras giraba en un círculo, mirando su
sala de estar de nuevo con un ojo crítico—. Nadie ha limpiado o decorado. ¿Tienen comida?
¿Bebidas? ¿Música? Oh, no puede tener una fiesta sin música. —Él se alejó hacia la escalera,
murmurando entre dientes y agitando sus manos alrededor salvajemente.

Eyce se quedó congelado en su lugar, sin saber qué decir o hacer a continuación. Es
cierto, él no había pensado en todas esas cosas, pero no creyó que lo haría ganar ningún punto
con su compañero el decirlo en voz alta. Sacudiendo la cabeza, se apresuró a salir de la
habitación para buscar a los otros guerreros. Myst era bastante bueno, en una mierda como
esta. Tal vez podría hacer algo en el escaso tiempo que tenían antes de que la gente comenzara
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a llegar.
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—Yo ni siquiera tengo nada que ponerme. —Echo chilló desde el segundo piso.
Eyce se estremeció, pero siguió caminando. Tal vez esto no hubiera sido una gran idea
después de todo. Todos se habían juntado y decidieron que no era justo mantener a Echo
aislado. Ninguno de ellos era muy social, y todos se tenían el uno al otro, evitar a otras
personas como la peste, no era exactamente una dificultad.

Su pequeño compañero tenía tanta energía y carisma, sin embargo. Él necesitaba


interactuar con la gente, sobre todo después de la vida de confinamiento que había llevado en
el interior de esa maldita instalación. Eyce gruñó mientras caminaba a través de la casa en
busca de sus compañeros demonios. El laboratorio era algo más que tenían que discutir. Los
hombres que habían mantenido a Echo por todos esos años no iban a sentarse y dejar que
salga de sus vidas. Ellos volverían otra vez, y pronto.

Perdido en sus propios pensamientos, más enojado con cada paso, Eyce no vio a Syx
hasta que se estrelló contra el hombre, enviándolos tropezando hacia atrás y gimiendo.

—Lindo chocar contigo —Syx se rió entre dientes mientras se frotaba la frente donde
sus frentes habían golpeado juntas.

—¿Recibiste la mierda para la fiesta?

—¡Whoa! ¿De dónde viene esa hostilidad? —Syx levantó las manos arriba, con las
palmas hacia fuera—. Myst y Onyx están recibiendo la cerveza, el vino y los tentempiés.
Deben estar de vuelta en cualquier momento.

Eyce suspiró y bajó la cabeza.

—Lo siento. No quería golpear tu cara.

Syx se acercó más, envolviendo su mano alrededor de la parte posterior del cuello de
Eyce, tirando de él en un abrazo.

—Esto es algo más que la fiesta. Háblame.

Descansando su cara en el hombro de Syx, Eyce envolvió sus brazos alrededor de la


espalda del hombre y lo sostuvo apretado.
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—Tenemos que hacer algo al respecto con ese maldito laboratorio.


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—De acuerdo —gruñó Syx inmediatamente. Entonces su tono se suavizó y sus dedos se
deslizaron por el largo cabello de Eyce y comenzó a masajear su cuero cabelludo—. Una crisis
para otro momento, sin embargo. ¿De acuerdo? Vamos a pensarlo después de las próximas
horas.

Eyce se enderezó, sus manos subiendo para acunar la cara de Syx.

—Tienes razón. Me pongo loco cuando pienso en esos jodidos aquí tratando de llevarse
a nuestro compañero. Voy a matarlos a todos antes de dejar que se lleven a Echo.

Syx asintió solemnemente y luego se inclinó hacia adelante para cepillar sus labios
contra los de Eyce.

—Nadie va a tomar a nuestro compañero. Haremos lo que sea necesario para


protegerlo. —Él presionó con más insistencia contra la boca de Eyce, pasando la lengua por
sus labios hasta que Eyce la abrió con un patético quejido.

El beso se prolongó durante lo que pareció una eternidad, y los dos estaban sonrojados
y jadeando cuando finalmente se separaron.

—¿Cómo estás siempre tan tranquilo?

Syx dio un paso vacilante hacia atrás y se encogió de hombros.

—Yo no lo estoy —respondió simplemente.

—Bueno, haces un trabajo muy bueno de ocultarlo —Eyce rió entre dientes, tirando los
extremos del pelo rubio de Syx, por los hombros—. Gracias —susurró.

—Basta —Syx bateó su mano y se echó a reír—. Echo puede ser nuestra pareja, pero
eso no quiere decir que no me importa el resto de ustedes también. —Él negó con la cabeza,
con una sonrisa afectuosa en los labios—. Él sólo hace más fácil expresarlo.

*****

Fiero se escondía en un rincón, bebiendo su cerveza y pensando en las cosas propias de


32

su negocio cuando un fragmento de la conversación le llamó la atención. Él no se movió, no


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volvió la cabeza, y su rostro no mostró interés, pero sus ojos se estrecharon mientras miraba un
imbécil zarparse con su compañero a través del cuarto.

—¿Qué haría falta para que te desnudes y te pongas encima de mí? —El hombre
arrastro las palabras.

—No sé lo que quieres decir. —Echo sonrió, pero se veía obligado, y trató de eludir el
hombre.

—Ah, ahora no seas así, azúcar. —Se paro ante Echo, bloqueando su escape mientras
sus manos seguían vagando sobre el compañero de Fiero.

—Voy a hacer ya te sientas muy bien, bebé.

Echo empujó las manos del hombre lejos de él, y trató una vez más de moverse a su
alrededor.

—Yo no soy tu bebé, y te sugiero que mantengas las manos para ti mismo si sabes lo
que te conviene.

—Oh, yo sé lo que es bueno para mí. —El borracho se rió pasando sus dedos en bucle
alrededor del brazo de Echo y comenzó a tirarlo lejos de la multitud—. Creo que mi polla
gorda en tu culo será muy bueno para mí.

Fiero se apartó de la pared, explorando el espacio por respaldo. Vio a Eyce y Myst
llegando en su camino, y él hizo un gesto con la cabeza en la dirección de Echo, ellos pasaron
a través de los invitados, marchando con determinación hacia su compañero.

—¡Déjame ir! —Gritó Echo. Le dio una patada, con el pie conectando sólidamente con
la rodilla del hombre.

El borracho gruñó, tirando a Echo alrededor delante de él, dándole un revés a un lado
de su carita delicada.

Fiero espetó, y una nube de ira descendió sobre él con una fuerza palpable. Se lanzó los
pocos pasos que quedaban, silbando y gruñendo mientras volaba por el aire y tiraba al hijo de
puta al suelo.
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Página

Hubo varios jadeos fuertes, unos gritos cuando Fiero se descargo en el hombre por
debajo de él, conduciendo su puño al chico repetidamente mientras gruñía otra vez.

—¡El es mío! —Sabía que estaba asustando a sus huéspedes, y el hombre debajo de él ya
estaba inconsciente, pero no podía parar. Su demonio se había apoderado de él
completamente, aullando de rabia porque este idiota se hubiera atrevido a poner una mano en
lo que les pertenecía.

Un fuerte brazo se envolvió alrededor de su pecho por detrás, y Fiero respondió


azotando alrededor y aplastando su puño en la nariz de Myst.

Sus colmillos comenzaron a alargarse, su pecho se movía con sus rápidas respiraciones,
y sus fosas nasales se dilataron mientras inhalaba profundamente, oliendo a su compañero. Él
se puso en pie, olvidando el cuerpo boca abajo debajo de él, y volviéndose en un círculo lento.

Las personas se quedaron sin aliento, tropezando con los demás en una retirada
precipitada cuando los ojos de Fiero pasaron sobre ellos. La música todavía resonaba en el
fondo, pero sonaba distante y hueca para sus oídos. Él no podía siquiera pensar más allá de
encontrar a su compañero.

A mitad de camino, sus ojos se posaron en Echo y un fiero gruñido escapó de sus
labios. Varias personas estaban alrededor del pequeño hombre, todo inmóviles para formar una
barricada alrededor de él cuando Fiero dio un paso adelante.

—Muévanse — exigió.

Los hombres ante él temblaban de miedo, pero se mantuvieron firmes.

—Has tenido suficiente, amigo —uno de los hombres más valientes habló—. Sólo deja
al chico solo.

Echo empujó las espalda, tratando de obtener salir a través de ellos.

—No va a hacerme daño. Déjenme pasar. —Aún así, nadie se movió.

Fiero podía ver a sus compañeros de armas moviéndose por él. Tres de ellos a su
izquierda, dos a su derecho, lo que dejaba su espalda. Él los ignoró y dio otro paso hacia su
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compañero.
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—Mío —silbó.

—Dejen pasar a Echo —Hex dijo desde detrás de Fiero—. No voy a dejar que algo le
pase —añadió cuando nadie se movió.

Los hombres miraron por encima del hombro de Fiero luego echaron miradas a cada
uno antes de finalmente apartarse paso a paso lentamente. Echo no perdió el tiempo, más o
menos empujándolos fuera del camino cuando paso por sus filas, tomó dos pasos de carrera, y
saltó a los brazos de Fiero.

Fiero envolvió a su compañero en sus brazos y lo aplastó contra su cuerpo cuando él


enterró su cara en los rizos de oro del hombrecillo y respiró profundamente, dejando que el
olor caliente calmara a la bestia dentro de él.

—¿Estás bien, cariño? —le preguntó entrecortadamente.

—Perfecto —Echo dijo a cambio—. Estoy bien grandote. —Él acarició su rostro contra
la garganta de Fiero mientras sus brazos mantenían una llave alrededor de su cuello—. Estás
asustando a la gente, ¿Piensas que puedes bajarme sólo un poco?

Fiero comenzó a relajarse, pero no aflojó su agarre en Echo.

—¿Te he asustado?

—Nop. Creo que fue sexy cuando te fuiste todo alfa y querías protegerme. —La lengua
de Echo lamió la vena en el lado del cuello de Fiero—. Gracias.

—Vamos a poner un poco de hielo en tu mejilla. ¿Te duele? —Fiero preguntó


comenzando a caminar fuera de la habitación. La multitud se abrió para él fácilmente,
mirándolo con miedo a su paso. Fiero los ignoró y siguió hacia la cocina.

—Sólo un poco —Fiero sintió los labios Echo extenderse en una sonrisa contra su
garganta—. Estás arruinando tu reputación en este momento.

Una risa ligera se le escapó antes de que Fiero pudiera aguantarla. El enano iba a ser su
muerte. Al llegar a la cocina, estableció a Echo en el mostrador de la isla y se apartó para
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inspeccionar su mejilla. La contusión ligera ya había aparecido, y la carne parecía hinchada.


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Un profundo gruñido comenzó en su pecho, mientras la ira hervía en su interior una vez más.

Las manos pequeñas de Echo llegaron y acariciaron las mejillas de Fiero.

—Estoy bien. Gracias por protegerme. —Frotó las narices juntas y Fiero se fundió de
amor. Maldita sea, se estaba convirtiendo en una maldita savia—. ¿Qué te parece el hielo?

—¿Tu llamaste? —Eyce rió mientras entraba en la habitación y se dirigió a ellos.


Revolvió el pelo corto de Fiero antes de volver su atención a Echo, agarrando la barbilla para
girar su rostro hacia él—. Sip. Vas a tener un ojo morado, bebé.

—¿Cree tu que va a hacer que me vea duro?

Fiero no creía que fuera posible, pero las palabras de Echo disiparon su cólera, echó la
cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.

—Oh, sí, serás un poco más rudo de lo normal.

Echo rió, tirando de la camisa de Fiero y luego de Eyce hasta que se inclinaron para
recibir sus besos.

—Gracias.

—En cualquier momento. —Fiero susurró, esas malditas emociones no hacían más que
obstruir su garganta.

—Hex está enviando a todos a casa —dijo Eyce mientras se enderezaba.

—¿Qué? ¡No! —Echo se empujó hasta que dio un paso atrás, y pudo altar desde el
mostrador—. No dejes que ese imbécil arruine la fiesta. ¡Todo el mundo se estaba divirtiendo!

—Está bien, está bien—Eyce levantó las manos y se echó a reír—. Le diré al jefe.
Supongo que al menos podemos tener el brindis de medianoche antes de enviar a todos a su
camino.

—¿Por favor? —Echo miro hacia ellos con tanta súplica, que Fiero sabía que le daría a
su pequeño compañero lo que quisiera.
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—Si te comprometes a quedarte cerca de uno de nosotros —finalmente respondió.


Echo asintió con entusiasmo.

—Lo prometo.

Fiero suspiró y volvió la cabeza hacia la puerta.

—Ve y dile a Hex.

Esperó a que Eyce asintiera su acuerdo y se diera prisa a salir de la habitación antes de
volver su atención a Echo.

—Vamos a conseguirte hielo y una bebida. Es casi medianoche.

Echo asintió con la cabeza, pero frunció el ceño.

—Oye, ¿qué es todo eso? Tu acabas de decir que querías que la fiesta continuara. —Las
cejas de Fiero se juntaron en confusión—. ¿Has cambiado de opinión?

—No—Echo se mordió el labio por un minuto antes de continuar—. Quiero besar a


todos ustedes a las doce, pero no sé cómo hacer el trabajo.

Fiero rodó los ojos.

—El reloj sonará doce veces en medianoche. Sólo hay siete de nosotros. Creo que lo
resolveremos.

Los ojos de Echo se iluminaron y prácticamente vibraron donde se encontraba.

—Oh, no pensé en eso. —Luego empujó el pecho de Fiero, instándolo hacia el


refrigerador—. ¡Rápido!

Corrieron alrededor, consiguiendo una bolsa de hielo para la mejilla de Echo, y


asegurándose de que todo el mundo estaba tranquilo y tenía una bebida en la mano para el
brindis. A pesar de que le dolía sus plumas, por así decirlo, Fiero se disculpó por su
comportamiento anterior. Para su sorpresa, todo el mundo era muy comprensivo, afirmando
que habrían reaccionado de la misma manera si alguien hubiera puesto sus manos sobre sus
seres queridos.
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Todos se reunieron alrededor de la sala de estar, el aire zumbaba con emoción a medida
que se hacia la cuenta atrás para el Año Nuevo.

—¡Siete! ¡Seis! ¡Cinco! —Fiero envolvió su brazo alrededor de la cintura de Echo,


acercándolo cuando sus otros amantes circularon alrededor de ellos.

—¡Cuatro! ¡Tres! —Se inclinó lentamente, sin apartar la mirada a los hermosos ojos
azules zafiro de Echo.

—¡Dos! ¡Uno! ¡Feliz Año Nuevo!

La sala estalló en aplausos, pero Fiero apenas los oyó. Él se agacho el resto del camino,
colocando un tierno beso en los labios de Echo y deslizando la lengua dentro, lamiendo la
boca de su pareja.

—Feliz Año nuevo, bebé —le susurró cuando se apartó.

Echo le dio una radiante sonrisa, las lágrimas contenidas brillaban en sus ojos.

—Feliz Año Nuevo. —Luego se trasladó todo el grupo, besando a los guerreros, a su
vez antes de que todos empezaron a agarrarse y besarse mutuamente.

Fiero sabía que estaban recibiendo algunas miradas extrañas de sus invitados. Sólo
podía imaginar lo que ocho de ellos parecían, besándose en el medio de su pequeña fiesta. No
le importaba, sin embargo.

Tirando se Hex hacia él, afirmó la boca del hombre a su lado.

—Feliz Año nuevo —dijo con una sonrisa cuando se apartó—. Y para que se registre,
Echo me dio el primer beso de Año Nuevo.

Hex resopló y le clavó un codazo en las costillas.

—Gilipollas.

Sí, era el inicio perfecto para un nuevo comienzo.


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Capitulo Cuatro

Echo saludó alegremente cuando el último invitado se despidió caminando hacia la


noche, luego se volvió radiante hacia Hex.

—Es’fue impresionanteeee. —Él hipo—. Deberíamo’cerlo pronto, otra vezzzz. —Agitó


una mano alrededor—. Ya sabesss lo q’ignifica.

Hex se rió entre dientes, llegando al desordenado pelo de Echo.

—No estoy seguro de que la buena gente de este pueblo nos puedan manejar más que
una vez al año.

Echo se encogió de hombros y volvió a hacer su camino a través de la sala de estar, pero
tropezó con sus propios pies y cayó de bruces todo a lo largo en la alfombra de la sala. Hex
corrió hacia él, lo levantó de un salto y lo mantuvo estable.

—¿Estás borracho?

Echo se tambaleó un poco antes de finalmente renunciar y apoyarse en gran medida en


su amante.

—No’eguro. Nunca’e bebido antessss. Me siento u’oco raro.

Onyx se rió mientras entraba en la habitación en dirección de la cocina.

—¡Él está totalmente destrozado!

—Nooo lo’stoy. —Echo arrastro las palabras cuando la sala se inclino sobre su eje. Sus
piernas se tambalearon, y empezó a deslizarse por el cuerpo de Hex hasta que su guerrero lo
cogió y lo colgó en sus brazos—. Okkkk, sooolo u’oco.
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—¿Un poco? —Hex resopló y rodo los ojos—. Vamos a llevarte a la cama, ya borrachín.
—N’n sueñosss —Echo volvió la cabeza para mirar a Onyx cuando el hombre se doblo
de la risa—. N’s divertido. —Mierda, sentía la lengua peluda y demasiado gruesa para su boca.
¿Por qué demonios no acaba de cooperar su cerebro con lo que quería decir? —Mi lengu’stá
hinchadaaa. —Se aguanto en Hex, cuando lo movió un poco.

El gran demonio se echó a reír con tanta fuerza que todo su cuerpo se estremeció.

Temeroso de que Hex le pudiera dejar caer, Echo intentó llegar hasta aferrarse al cuello
de su amante, pero no pudo conseguir que sus brazos se movieran. Él frunció el ceño hacia sus
manos donde descansaban sobre su regazo.

—Estúpidas manos.

—¿Qué es tan gracioso? —Myst entró en la habitación, observando la escena delante de


él con la cabeza inclinada hacia un lado—. ¿Me he perdido algo?

—Echo esta borracho —Onyx jadeó a través de su risa.

—¿En serio? —Una sonrisa malvada en el rostro de Myst.

Echo quería darle un puñetazo. Y lo haría. Tan pronto como la habitación dejara de
girar, y se descubriera cuál era Myst y cuál su doble, su visión le estaba jugando una mala
pasada.

—Cama —murmuró grueso, con la cabeza apoyada en gran medida en el pecho de


Hex.

—¿Dónde te gustaría dormir esta noche, bebé? —Echo todavía podría oír la diversión
en la voz de Hex.

—Contigo.

—Esperaba que dijeras eso —Hex acarició su mejilla contra la parte superior de la
cabeza de Echo antes de darle un rápido beso en la frente—. Vas a odiarte a ti mismo en la
mañana.
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Echo sólo suspiró y se enrosco acercándose al cuerpo caliente de su guerrero.


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Estaba tan cansado. Dio un bostezo enormemente, cerró los ojos y se durmió incluso
antes de que lograra salir de la habitación.

Ya era oficial. Echo se odiaba a sí mismo, pero no casi tanto como odiaba alcohol. A
pesar de que sus hombres podrían estar cerca de un tercer puesto cuando se reunieron a su
alrededor mientras él rendía homenaje al dios de la porcelana 1 a la mañana siguiente. Nadie
dijo una palabra, pero prácticamente podía sentir sus sonrisas de complicidad. Sí, hubiera sido
agradable que alguien le hubiese advertido antes de que se tomara todos esos vasos de vino.

Eyce se arrodilló junto a él, empujando el pelo hacia atrás y manteniéndolo lejos de su
rostro, cuando el estómago de Echo continuó expulsando. Su cabeza palpitaba, todo su cuerpo
se sentía adolorido, y lo único que quería hacer era arrastrarse, volver a la cama y dormir
durante el resto de su vida.

—Gracias —murmuró mientras descansaba su frente en el asiento del inodoro.

Asqueroso, tal vez, pero no podía ayudarse a sí mismo.

Un paño frío y húmedo encontró su camino a la parte posterior de su cuello, y Echo


levantó la cabeza, gimiendo cuando la sala comenzó a nadar. Myst le sonrió cuando rodó el
paño sobre su rostro y abajo de la garganta.

—¿Mejor?

—No —graznó Echo. Tenía la garganta cruda, y su estómago seguía con calambres y
revuelto—. Me siento como la muerte me ronda.

—Bebe esto —Hex empujó una copa en sus manos y asintió firme con la cabeza—.
Confía en mí.
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1
Se refiere al sanitario.
Echo miró hacia abajo al vaso, las cejas dibujando juntas mirando el líquido
efervescente.

—¿Qué es? —Se inclinó más cerca, pero se retiró inmediatamente cuando las burbujas
le hicieron cosquillas en la nariz.

—Alivio de la mañana siguiente2 —dijo Hex alrededor de una sonrisa—. Simplemente


disfruta de ella lentamente. Te prometo que te sentirás mejor en poco tiempo.

Decidiendo que no estaba en condiciones de discutir, Echo llevó la taza a sus labios y
tomó un sorbo. Le gusto, no era demasiado malo, pero no tanto cuando las burbujas seguían
tratando de saltar para arriba en el pasaje de su nariz.

Para el tercer sorbo, su vientre comenzó a asentarse un poco, y su cabeza no palpitaba


tanto. Se sentó en las frías baldosas del suelo del baño, bebiendo su agua con gas hasta haber
drenado la última gota y luego pasó la copa a Eyce.

—Cama.

Eyce asintió y se inclinó para besar su frente.

—Esa probablemente sea una buena idea. Te sentirás mejor cuando te despiertes. —
Levantó a Echo en sus brazos y lo llevó de vuelta a la cama de Hex, colocándolo suavemente
en el centro del colchón.

Los otros guerreros se reunieron alrededor, ayudándolo a que lo metiera en la cama con
las mantas estiradas alrededor de sus hombros. Echo suspiró, dejando ir a la deriva, sus
párpados cerrados mientras se acurrucaba en su almohada.

—Quédate.

—¿Quién, bebé? —Eyce se agacho en el borde de la cama y comenzó suavemente


acariciar el cabello de Echo.

—Todo el mundo.
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—No estoy seguro de que todos quepamos en la cama —Eyce rió entre dientes, pero
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2
Referencia al efervescente Alka Seltzer Morning Relief que ofrece un alivio rápido para los síntomas
asociados a una resaca incluyendo dolores de cabeza, malestar estomacal y fatiga.
Echo oyó el crujido del guerrero quitándose la ropa—. ¿Nos turnemos para permanecer
contigo hasta que te sientas mejor?

—Está bien —Echo no tenía ganas de discutir, pero hizo una nota mental para hablar
con sus hombres sobre el pedido de una cama a medida, lo suficientemente grande como para
adaptarse a los ocho. Tonto quizás, pero a veces odiaba todo el salto de cama en cama.

Eran una familia, e incluso si sus hombres no lo admitían, se preocupaban por los
demás tanto como ellos lo cuidaban.

Las mantas se levantaron, y el aire frío se precipitó sobre su espalda, lo que le hizo
temblar y antes de que su pecho se climatizara Eyce se apretó contra él, y su enorme brazo se
envolvió alrededor de su cintura, acercándolo más. El puso su otro brazo bajo la cabeza de
Echo, acunándolo en el hueco de su codo y suspiró.

Los párpados de Echo retrocedieron lentamente cuando sintió un peso en la cama


frente a él. Sonriendo suavemente, asintió con la cabeza a la pregunta de los ojos de Fiero.

—Por favor —susurró.

Fiero no le devolvió la sonrisa, pero se deslizo debajo de las mantas y se presiono cerca,
envolviendo su brazo alrededor, para que Echo se intercale entre él y Eyce.

—Bueno, es mi cama —él oyó el resoplido de Hex. Entonces el lecho se sumergió de


nuevo, y Echo sintió otra gran mano acariciando sus caderas.

—Hagan lugar —Myst murmuró, y Echo sintió más de lo que escuchó al meterse en la
cama en el otro lado de Eyce.

—Supongo que eso significa que estamos fuera —Vapre puso mala cara—. Voy a buscar
el desayuno comenzó.

—Sí, yo también voy —Echo podía oír la decepción en la voz de Onyx. Lo odiaba, pero
que no sabía qué hacer al respecto.

Tal vez todos podrían dormir en el suelo como una manada de lobos grande o algo.
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—Están bien —dijo Syx suavemente—. No estamos celosos, bebé. Queremos ser
capaces de sostenerte a ti también. Lo entendemos, y vendremos a darte un montón de
atención después.

—Sólo es una mierda —volvió a decir Echo.

—Lo sé —Eyce le susurró al oído—. No me gusta tampoco.

—Ya se nos ocurrirá algo —dijo Hex desde el otro lado de Fiero. Sus dedos rozaron
arriba y abajo el muslo de Echo, haciendo círculos de luz sobre su piel, causando que Echo
temblara—. Vamos a trabajar esto.

—Está nevando —Eyce estaba junto al fregadero, mirando por la ventana de la cocina
mientras sorbía su café. Habían salido hacia aproximadamente una hora y Syx, Onyx y Vapre
estaban tomando su turno con Echo.

—¿Qué tan mala se supone que sea? —Hex silbó mientras sacaba el pan en la tostadora
y la dejaba caer rápidamente, soplando sus dedos quemados.

—No estoy seguro, pero no se ve bien. —El viento azotaba y aullaba, agitando la nieve
que caía alrededor del campo detrás de la casa. Eyce no sabía precisamente cuando la nieve
había empezado a caer, pero supuso que unos dos centímetros ya cubrían el suelo helado.

Hex se situó junto a él, chocando con su hombro.

—Hemos visto peores, y no hay mucho a lo que no podemos sobrevivir.

—Echo no es un demonio —Eyce recordó a su líder.

—Así es —Hex suspiró y se apretó el puente de la nariz—. Traigan más leña, y


obtengan las velas y linternas del ático por las dudas se va la luz. Creo que hay una radio vieja
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a pilas allí también.


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—Estoy en ello —Fiero saltó de su asiento y se apresuró a salir de la habitación
inmediatamente.

Hex lo vio salir con un ligero ceño en su hermoso rostro.

—¿Qué le pasa? Parece... diferente.

—Creo que tiene un flechazo por Echo —dijo en voz alta Eyce, esperando que su voz
llegara al demonio en fuga.

—No —Fiero grito indignado.

Riendo, Eyce miró Hex con las cejas levantadas.

—¿Ves?

Hex se unió a su risa y asintió con la cabeza hacia arriba y hacia abajo.

—Lo veo. —Entonces se puso serio de nuevo cuando él se apartó del mostrador y
comenzó a pasearse por la cocina—. Tenemos suficientes suministros para durar unos cuatro
días, así que supongo que lo más importante es seguir cálido y que se vaya la tormenta.

—Cuatro días —Eyce gimió—. La luna se acerca, y todavía no tenemos un plan.


Nosotros ni siquiera sabemos lo que viene. Estoy bastante seguro de que el Oráculo dijo que
los ríos correrían carmesí, ella en realidad no quiso decir que serian de sangre.

Hex negó con la cabeza, pensativo.

—Yo tampoco lo creo, pero no sé qué otra cosa podría convertir las aguas de color rojo.

—Google —Myst murmuró con la boca llena de pan tostado.

—¿Perdón? —Eyce se dio la vuelta y miró a Myst con confusión.

—Google —repitió Myst—. Ya sabes, hacer una búsqueda en la Internet para el


fenómeno natural que podría convertir los ríos y lagos y otros cuerpos de agua en rojo.
Apuesto que tú encontrarás algo. Tal vez no en la escala que podríamos estar enfrentando, pero
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podría ayudar.
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Eyce corrió por la habitación, cogió la cara de Myst con ambas manos, le coloco un
fuerte, y sonoro beso en los labios.

—Eres un genio.

Myst lo apartó, con el rostro ruborizado de vergüenza.

—No es un gran problema, amigo. Si yo fuera realmente un genio, lo hubiera pensado


mucho antes.

Eyce sólo rodo los ojos mientras permanecía de pie con la espalda recta y luego salió de
la cocina hacia la oficina. ¿Por qué no podría alguien en la maldita casa tomar un cumplido?

—¡Coge el café y reúnete conmigo en la oficina! —gritó atrás de su hombro mientras


corría por el pasillo.

Al entrar en la oficina, se dejó caer en la silla detrás del escritorio e inmediatamente


encendió la pantalla de la computadora. El portátil de Syx estaba a un costado de la mesa,
Eyce lo miró durante varios minutos antes de finalmente sacudir la cabeza y volver su atención
a la pantalla delante de él.

Syx había pasado mucho tiempo solo en la oficina, o atrincherado en su habitación con
su ordenador portátil. Había estado muy misterioso, no dejando que nadie toque su
computadora, sin darles ninguna pista sobre lo que estaba trabajando. Lo tenía preocupado,
pero respetaba la privacidad del guerrero... por ahora.

—¿Encontraste algo? —Hex preguntó mientras entraba en la habitación con Myst.

Eyce rodó los ojos y movió una mano hacia la pantalla del ordenador.

—Yo acabo de llegar. Aún esta arrancando.

—¿Tienes alguna idea?

Eyce negó con la cabeza.


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—Syx y Vapre son los más inteligentes. Sólo estoy aquí por mi buen aspecto y para
mantener idiotas a raya.
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—Sí, lo mismo digo —Hex suspiró y se dejó caer en el sofá cerca de la estantería en el
otro lado de la habitación—. Tal vez deberíamos ir despertarlos.

—Nah —Myst fue a sentarse en el otro extremo del sofá—. Echo todavía parecía
mierda de perro cuando nos cambiamos de lugar. Además, tuvimos nuestro tiempo con él.

—De acuerdo. Siempre podemos preguntarles más adelante si no encontramos nada.

—¿Preguntar a quién, qué? —Fiero preguntó mientras entraba en la habitación, con los
brazos cargados de velas, linternas y una radio pequeña que colgaba de sus dedos por la correa.

—Myst tuvo la idea de que podríamos ser encontrar algo en Internet que explique por
qué las aguas se volverán de color rojo. Otra cosa que sangre, o lo que sea. No creo que incluso
Hades pueda hacer eso, pero entonces...

Se calló e indicó la habitación para incluirlos a los cuatro ellos.

—Buen punto —Fiero redujo los suministros a la mesa y se acercó a la ventana donde
se apoyó contra la pared y miró la tormenta. —Se está poniendo peor. Me apresuro antes de
que perdamos poder.

—Está bien, ¿qué puedo buscar? ¿agua roja? —Eyce tecleó las palabras en el motor de
búsqueda y pulso enter. Frunció el ceño al leer sobre los resultados—. Sólo hay un montón de
mierda aquí sobre el Río Rojo que forma la frontera entre Oklahoma y Texas. Eso no nos
ayuda exactamente aquí en Montana, ¿no? —

—Intenta buscar causas de agua de color rojo —Myst se levantó de su asiento y se


apresuró a colocarse detrás de Eyce, mirando por encima del hombro a la pantalla del
ordenador.

Eyce bajó la cabeza y escribió las palabras.

—Ah, aquí vamos.

Echó un vistazo a los resultados, al hacer clic en el que parecía ser el más cercano a lo
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que estaban buscando.


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—Las mareas rojas... algas... contaminación... toxinas —murmuró las palabras clave, su
respiración baja mientras leía.

—No hay mucha contaminación por aquí —dijo Myst lentamente a medida, como si
estuviera dándole vueltas a la idea en su cabeza—. Se dice que las algas rojas crecen en
cualquier lugar húmedo y frío, o bajo la luz solar directa cuando la temperatura aumenta de
repente, dependiendo del tipo de algas. Lo que realmente no cabe. Es invierno aquí, por debajo
de cero, y la nieve está cayendo como loca.

Eyce negó con la cabeza.

—Falta todavía un par de días antes de que toda la locura golpee. Puede pasar cualquier
cosa antes de esa fecha.

—Yo no me lo creo —Myst frunció el ceño cuando él enterró sus manos en su pelo
hirsuto y tiró bruscamente—. Sigue buscando.

—También tenemos que decidir lo que vamos a hacer con ese laboratorio.

Fiero habló en voz baja desde su lugar junto a la ventana y luego se volvió lentamente
para hacer frente a la habitación.

—Volverán por Echo.

Hex se puso en pie con un gruñido y se pasó las manos por su rostro.

—Lo sé. ¿Pero podemos hacer frente a una jodida situación por vez?

—En realidad, eso es lo que quiero decir —Fiero se alejó de la ventana y empezó a
caminar—. No sabemos exactamente con lo que se viene Hades, pero sí tenemos una buena
idea de cuándo. Lo contrario es cierto con la gente del laboratorio.

—Sabemos a lo que nos enfrentamos, pero no sabemos cuándo van hacer su siguiente
movimiento —Myst terminó el pensamiento—. Entiendo lo que estás diciendo. Tenemos que
eliminar la amenaza a nuestra pareja para que podamos enfocarnos a la profecía.

—Necesitamos tener una reunión —dijo Hex tras varios minutos de silencio—. Ve a
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despertar a los demás, pero deja dormir a Echo. Él no necesita oír esto todavía.
Página

Eyce comenzó a levantarse de la silla, pero la mano de Myst se posó en su hombro,


sosteniéndolo en su lugar.

—Sigue buscando. Creo que la cosa en la que podemos estar de acuerdo es en que sea
cual sea esta primera ronda que tiene reservado para nosotros, está viniendo por ti en
particular.

Hundiéndose en su silla, Eyce cerró los ojos y gimió. Ya había trabajado gran parte por
sí mismo, y no estaba mirando con interés el desafío.

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Capitulo Cinco

—¿No te has rendido?

Eyce entrecerró los ojos contra los rayos cálidos del sol que caía a plomo sobre su
rostro.

—No, Oráculo. No me he rendido. —Esto era malditamente extraño. Él nunca había


hablado directamente con el Oráculo antes. Tampoco su voz nunca sonó tan agradable, casi
musical.

—Debes entregarte, Guerrero.

Frunció el ceño en confusión, Eyce miró hacia el vasto campo en que se encontraban.
La hierba verde, las flores recién florecidas, la suave brisa que flotaba por su pelo, todo le
recordaba a la primavera.

—No lo entiendo —admitió finalmente—. ¿Tengo que entregarme a Hades? No es por ser
grosero, ¿pero ese no es el tipo de derrota que es el propósito de esta guerra?

El Oráculo se echó a reír, un suave tintineo que hizo cosas extrañas en el interior de
Eyce. No deseaba a la mujer delante de él, pero de repente sintió un gran cariño por ella.

—No es el Señor del inframundo quien requiere de tu entrega.

—Lo siento, pero no lo entiendo. ¿A quién tengo que rendirme, si no a Hades? ¿No es él el que está
todo furioso porque nos escapamos del Tártaro?

—Oh, sí, él está más bien cruzado contigo acerca de eso. Escondí tu salida de él durante el mayor
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tiempo posible, pero no te podía mantener en las sombras para siempre.


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Eyce bajó la cabeza en señal de gratitud.

—Gracias, Oráculo.

Ella agitó la mano con desdén.

—No me ofrezca tu gratitud por el momento.

Él todavía no entendía, pero estaba empezando a darse cuenta de que era un estado
permanente cuando estaba en presencia del Oráculo.

—Así que, ¿a quién tengo que rendirme? —Él había nacido para la batalla.

Rendirse no era una palabra fácil de digerir.

—A ti, por supuesto —El Oráculo sonrió mientras cerraba los ojos y levantaba la cara
hacia el sol—. Todas estas preguntas —dijo en voz baja—. Si miras dentro tuyo, encontrarás las
respuestas.

—¿Por qué siempre hablas con enigmas? —Eyce había estado muriendo por preguntárselo
por años. Pensó que tal vez no tendría otra oportunidad, y aunque no tenía ninguna garantía
de una respuesta, valía la pena intentarlo.

—Es simplemente la forma en que las cosas deben ser. —Ella abrió los ojos y se volvió para
mirar sus ojos—. Vas a entenderlo con el tiempo.

Eyce tenía serias dudas de eso, pero decidió que ya había empujado lo suficiente sobre
el asunto.

—¿Qué pasa con ese laboratorio en las montañas? ¿Cómo protegemos a Echo?

—Echo —murmuró con una sonrisa—. Él te espera.

—¿Eh? —Eyce podría haberse golpeado en la cabeza por su coja respuesta.

—Ve por él. Busca tu hogar. —Luego se desvaneció, dejando a Eyce de pie en el centro del
campo.
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—Eyce, despierta. Estás babeando sobre el teclado. —Echo trató de no reírse mientras
meneaba a su amante, tratando de despertarlo de su sueño.

Eyce gimió en voz baja mientras sus pestañas revolotearon en contra de sus cremosas
mejillas, pero no abrió los ojos.

—Vamos, grandullón. —Echo apartó el pelo oscuro detrás de Eyce y arrastró sus dedos
desde la sien hasta la mandíbula. El hombre en realidad era precioso. Acercándose más, se
inclinó por la cintura, presionando sus labios en la esquina de su boca.

—Mmm, me gusta este sueño —Eyce murmuró. Por fin abrió sus ojos y se incorporó
lentamente, frotando una mano por la cara y bostezando.

—¿Qué hora es?

—Poco después de las seis. Has estado aquí para siempre. —Echo hizo un gesto a la
placa que dejo en el escritorio—. Te he traído la cena.

Eyce ni siquiera la miró. Él envolvió sus manos alrededor de la cintura de Echo y lo


atrajo a su regazo.

—¿Cómo te sientes?

Echo se acurrucó cerca y besó la parte inferior de la mandíbula de Eyce.

—Mucho mejor. ¿Qué estabas soñando?

—Con el Oráculo.

—Ella está muy bien, ¿eh?


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Eyce resopló.
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—Creo que esa es una forma de decirlo. Frustrante, indignante, confuso, esas serían
mejores descripciones. No entiendo por qué tiene que hablar en círculos todo el tiempo.

Echo rodó los ojos.

—¿Quieres decir que no sabes por qué ella no puede sólo darte todas las respuestas en
una bandeja de plata?

—Exactamente —Eyce dijo con tanta vehemencia, Echo tuvo que dar una palmada a su
mano sobre su boca para ahogar la risa.

—No es gracioso —Eyce gruñó.

—Lo sé —Echo dijo cuando por fin se sintió en control de sí mismo—. Eres muy lindo
cuando haces pucheros. —Se enderezo y miro los ojos de Eyce. Todavía le molestaba que no
pudiera nunca precisar de qué color eran los ojos de sus hombres. Todos ellos tenían el mismo
aspecto, sólo un gran remolino de todo.

—No voy a poner mala cara. —Eyce argumentó, incluso mientras su labio inferior se
deslizó y comenzó a temblar.

Echo golpeo su pecho.

—Creo que la búsqueda de las respuestas es la mitad de la batalla. No significaría


mucho si te dieran toda la información envuelta para regalo.

—Ahora suenas como ella. ¿Qué se supone que significa eso?

Echo no sabía cómo explicar lo que quiso decir. Infiernos, él no estaba seguro que lo
entendiera el mismo. No había querido decir esas palabras. Acababan de deslizarse a través de
sus labios sin pensar. Conocimiento que su demonio malhumorado no dejaría pasar, decidió
que una distracción estaba a la orden.

Empujándolo se enderezó, tiró la boca de Eyce en un abrasador beso.

—Eso significa que hablas demasiado —jadeó— y también significa que te estás
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perdiendo una reunión en la cocina. Me echaron.


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—Están hablando del laboratorio —dijo Eyce distraídamente mientras trataba de
perseguir los labios de Echo que se retiraban.

—¿El laboratorio? ¿Por qué nadie me lo dijo? —Echo bajó por el regazo de Eyce y puso
las manos en las caderas mientras lo miraba duro—. ¿Dime qué está pasando?

Eyce dejó caer su frente en el escritorio con un ruido sordo y gruñó.

—Yo no tenía que decírtelo.

—Demasiado tarde para esa mierda dura. Quiero saber lo que está pasando, y la razón
por la que todos sienten la necesidad de evitar que me yo me entere. No soy un niño, y soy un
jodido estúpido. Además, van a necesitar mi ayuda.

Sí, estaba enojado, pero una pequeña parte estaba herido por que sus hombres no
habían confiado en él con esto. Él sacudió su cerebro, pero no pudo encontrar una sola razón
que tendrían para no confiar en él. Se suponía que tenían que estar en el mismo lado.

—Basta —Eyce exigió sin levantar la cabeza—. Simplemente no lo hicimos porqué no


queriamos que te preocupes. Nadie tiene ninguna idea de cómo detener a los tipos. Sólo
queríamos tener un plan en el lugar antes de que entráramos en él. Eso es todo, lo juro.

—El gato esta fuera de la bolsa, así que me voy contigo —Echo dio una palmada sobre
la mesa—. Mueve tu culo. —Luego se volvió y salió de la habitación sin mirar atrás. Daba lo
mismo que Eyce lo siguiera, o que no lo hiciera. Lo que sea.

Al entrar en la cocina, él no pensó que era su imaginación que toda la conversación se


detuvo en el momento en que los demonios fijaron los ojos en él. La sala quedó extrañamente
tranquila, y todo el mundo parecía encontrar diferentes puntos de la pared muy interesante de
repente.

—Pensé que ibas a buscar a Eyce —dijo Hex con fuerza.

—¿Y yo que pensaba que íbamos a ser un equipo? ¿O soy sólo la mascota linda y
adorable? —Echo miró a cada uno de los hombres en toda la mesa antes de volver su atención
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a Hex—. Oh, pobre Echo simplemente no puede con esto. No vamos a decirle cualquier cosa
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que no sea el arco iris y crema helada. No queremos molestar su frágil sensibilidad.
—Estás siendo infantil —Hex gruñó—. ¿Por qué no das una vuelta y dejas que los
peces gordos se encarguen de esto?

Echo se echó hacia atrás como si le hubieran dado una bofetada. Las palabras picarón
por sólo un momento, y luego se puso furioso. Estrechando los ojos, paseó hasta Fiero y le
tendió la mano. A juzgar por la expresión del amante al que enfrento, las palabras de Hex no le
sentaron bien a él tampoco. Extendió la mano y tomó la mano de Echo inmediatamente
mientras sacaba el mechero de su bolsillo con la otra.

—Echo —Hex gruñó en señal de advertencia—. Ni siquiera pienses en ello.

Fiero encendió el mechero y levantó la llama delante de Echo.

—No le hagas daño demasiado. Todavía lo queremos amable.

—Echo —Hex dio un paso atrás, con los ojos redondos cuando Echo sonrió y agitó su
mano sobre la llama vacilante, capturándola en la palma de su mano. Trató de retroceder aún
más, pero se congeló a medio paso, sus ojos lanzándose a Myst.

—Lo siento, amigo, pero eso estuvo fuera de lugar. Estás siendo un maldito tonto. —En
la voz de Myst no había nada de su habitual alegría jovial, se veía como loco. Su cara moteada
de un color rojo oscuro mientras se levantaba de su asiento y acechaba por la mesa para estar
al lado de Echo.

Vapre se levantó también, llegando a estar al lado de Fiero, mientras Onyx tomó la
altura en el otro lado de Myst, presentando un frente unido a su líder. Syx fue el último en pie,
y aunque por lo general el mediador del grupo, se acercó a Onyx, cruzando los brazos sobre su
pecho y mirando amenazadoramente a Hex.

Echo todavía sostenía una de las manos de Fiero mientras que las llamas saltaban y
bailaban sobre la otra.

—Puedo ser más pequeño que tú —dijo a Hex—. Puedo no ser tan fuerte físicamente, o
haber vivido tantos años como tú. —Él levantó la mano delante de su cara, soplando
suavemente el fuego hasta que salió disparado en una corriente, deteniéndose a escasos
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centímetros de pecho de Hex. Luego respiro profundo, llamando a las llamas de nuevo—. No
he visto las cosas que tú viste, o luchado contra enjambres de enemigos. No viví más de mil
años en las profundidades de Hades, pero he sobrevivido a mi propio infierno personal.

Hizo girar su mano alrededor hasta que el fuego, en una bola, se movió de su muñeca
para hacer rebote en el aire. Subió hasta que casi rozó el techo, luego hizo un arco elegante
para recaer en la palma de Echo que esperaba.

»He vivido toda mi vida con gente que me dijo qué hacer, cuándo hacerlo, y quejándose
de cómo lo hice mal. —Empujó su mano hacia Hex, envío la bola de fuego corriendo hacia él,
luego la tiró de nuevo como un yoyo con alguna cadena invisible—. El hecho de que te deje
acariciarme, acunarme en tu regazo, y acurrucarte conmigo en la noche... —Él dejó de hablar
e inclinó la cabeza hacia un lado, teniendo en cuenta su amante todavía inmóvil—. Sólo deseas
el poder que yo tengo.

Él le apretó la mano en un puño, extinguiendo las llamas con sólo un pensamiento.

»Los acepté a todos ustedes, todo este jodido mundo de demonios, guerreros, dioses,
oráculos, profecías y guerras sobrenaturales. Deje que me reclamaras como tuyo, como tu
pareja. Ni una sola vez te pedí nada a cambio, por lo que ahora estoy diciendo. —Echo soltó la
mano de Fiero y avanzó hasta quedar cara a cara con Hex—. Tú puedes verme como débil e
ingenuo, frágil y delicado, pero te aseguro... que no lo soy. Tú me vas a respetar.

Chasqueó sus dedos, sonriendo por los grito de sorpresa de sus amantes cuando
diminutas llamas despertaron inmediatamente a lo largo de sus dedos. Fiero podía manipular
el fuego, pero no podía crearlo.

»Y eso es sólo a partir de un sifón3 de un par de minutos. —Él movió los dedos en la
cara de Hex, disfrutando de los amplios ojos del hombre—. Sigue adelante y tengan su
pequeña reunión —dijo con frialdad—. Voy a dar una vuelta y jugar como un buen chico. —
Luego dejó que las llamas se extinguieran cuando se volvió a dar un paseo fuera de la cocina.

—Impresionante —dijo Eyce desde umbral en el que se apoyaba contra el marco de la


puerta de la cocina. Miró a Echo con cautela, obviamente, reticente a acercarse a él.
56

3
Se refiere a un fenómeno físico mediante el cual se produce la transferencia de un medio a otro. (Un
Página

sifón está formado por un tubo, en forma de "U" invertida, con uno de sus extremos sumergidos en un líquido,
que asciende por el tubo a mayor altura que su superficie, desaguando por el otro extremo.). En este caso se refiere
al poder de Echo de tomar los poderes de los demás con un simple toque.
Hombre inteligente.

En el estado de ánimo actual de Echo, no estaba seguro de que accidentalmente... o tal


vez incluso a propósito... no lo pusiera en llamas.

—Tú me acusaste de ser como una mascota, algo para dar afecto cuando esta de humor.
—Pasando al demonio, él negó con la cabeza con tristeza—. Bueno, considérate en la caseta
del perro.

—¿Qué demonios ha pasado aquí, y por qué estoy recibiendo la culpa? —Eyce se apartó
de la pared y dio un paso más en la habitación.

—Pregúntale —Myst lo miró cuando señaló con el dedo en dirección a Hex.

Eyce siguió su mirada, entrecerrando los ojos en su líder.

—¿Qué has hecho?

Hex retrocedió un paso cuando Myst lo soltó, apoyándose en el mostrador para


mantener el equilibrio.

—¡No he hecho nada! —Rugió. Entonces dio un paso airado hacia Myst—. ¿Vas a usar
tus poderes en mí? —Se miraron mutuamente a los ojos mientras su cuerpo temblaba de ira—.
¿Eso es lo que va a ser? ¿Soy el malo ahora?

—Fuiste un idiota, y lo sabes —dijo Fiero acaloradamente mientras saltó a sus pies.

—Todos coincidimos en que no queríamos que él supiera nada hasta que sepamos más
cosas. ¿Por qué diablos está todo el mundo apuntándome con el dedo a mí? —Hex levantó las
manos en el aire—. Estaban pensando todo lo mismo.
57
Página

—No pongas palabras en mi boca —dijo Vapre peligrosamente—. No lo quería


preocupar, y yo no lo quiero en peligro, pero nunca hablaría con él de esa manera.

—¿Qué diablos está pasando? —gritó Eyce.

—Hex le dijo a Echo que estaba actuando como un niño, que se fuera a dar una vuelta a
jugar, mientras que los grandes trataban lo peligroso —respondió Syx, sus ojos fijos en Hex.

—¿Qué hiciste qué? —Los ojos de Eyce casi salían de su cabeza, y su boca se abrió en
shock total.

—No quise decir eso.

—¿Entonces cómo diablos lo dijiste tan serio? —Onyx exigió—. No estoy seguro de
como pensaste que se lo tomaría. Por favor, ilumínanos con el sentido subyacente, porque
estoy tan perdido como todos los demás.

—¡Lo haría, si todo el mundo dejara de atacarme!

Fiero resopló.

—Créame, tu sabrías si te atacan.

—¿Es una amenaza? —Hex gruñó, su voz profunda y salvaje.

—¡Whoa! —Eyce se interpuso entre Hex y el resto de los hombres, sosteniéndole los
brazos y mirándolos a uso y otros.

—Todo el mundo tome un respiro y cálmense. —Se dio la vuelta y apunto a Syx—.
¿Qué pensó Echo antes de que Hex actuara como un completo imbécil?

—Estaba molesto porque sabía que guardábamos cosas de él. También fue lo
suficientemente inteligente como para darse cuenta de que estábamos escondiendo mierda
porque pensamos que no era lo suficientemente fuerte como para manejar la situación.

Eyce asintió bruscamente y se volvió hacia Hex.

—¿Y eso fue razón suficiente para tratarlo como algo en la parte inferior de tu zapato?
58

—Habló con calma, pero la furia se agitaba bajo la superficie—. ¿Quieres que se vaya? Sé que
Página

yo no me quedaría por aquí si me trataras así.


—¡No fue así! —Hex rugió—. Ustedes están sacando esto fuera de proporción.

—Ahora, ¿quién está siendo infantil? —preguntó Vapre.

—Todos ustedes pueden irse al infierno —gruñó Hex.

—He estado allí. He hecho eso. Conseguí la camiseta —Myst espetó.

—Tú no lo mereces —dijo Fiero en voz tan baja que apenas Eyce lo escuchó—. No voy
a dejar que le vuelvas a hacer daño.

¿Qué demonios? Eyce no sabía lo que le pasaba a todo el mundo, pero necesitaban evitar
la situación antes de que el Armagedón estallara en su cocina recientemente remodelada.

—No me lo puede impedir —Hex se adelantó, pero se detuvo cuando la palma de Eyce
le dio en el pecho—. Él me pertenece a mí del mismo modo que a ti.

—Él no es un maldito pedazo de propiedad —gritó Fiero. Él comenzó a saltar hacia


Hex, pero Eyce le atrapó el pecho con la otra mano.

Los dos demonios se inclinaron cerca uno del otro, silbando y gruñendo, sus colmillos
alargándose, y sus pupilas sangrado en las esquinas de sus ojos.

—Mierda —Eyce gimió una fracción de segundo antes de que Fiero lo empujara fuera
del camino y se lanzara contra Hex, tirándolo al suelo y aterrizando encima de él.

Eyce estaba parado nuevamente en un instante, pero no lo suficiente para detener a los
otros cuatro de saltar a la palestra. Con un suspiro de exasperación, Eyce dio la espalda a la
maraña de cuerpos en medio del suelo y salió de la habitación. Sólo había una manera de
arreglar esto. No le agradaba la idea de rogar, pero iba a hacer lo que había que hacer.

—¡Echo!

—Están luchando por mi culpa, ¿no? — Echo preguntó en voz baja desde la esquina del
sofá donde estaba acurrucado.

—No tengo ni idea de por qué están peleando —Eyce trago su orgullo y alcanzo a
59

Echo con una mano—. Necesito tu ayuda.


Página
Echo negó con la cabeza.

—Sólo va a empeorar las cosas si voy allí.

—¿Confía en mí?

Echo lo miró durante un minuto antes de finalmente asentir con la cabeza y empujarse
hacia arriba desde el sofá. Caminó lentamente por la habitación, tomó la mano de Eyce, y lo
siguió de vuelta a la cocina.

Paro justo dentro de la puerta de entrada, Eyce dio a Echo un pequeño empujón, y este
lo miro con ojos muy abiertos y temerosos.

—¿Qué hago?

—Habla con ellos.

Echo un vistazo a la multitud peleando en el medio de la cocina luego se volvió hacia


Eyce con incredulidad escrita por toda su cara.

—Es una broma, ¿verdad?

Riendo suavemente, Eyce negó con la cabeza.

—Estás muerto si me dejan otro ojo negro. —Entonces marchó hacia sus hombres,
deteniéndose justo en el borde de la pelea—. ¡Hex! ¡Vapre! ¡Myst! —Gritó sus nombres
mientras apretaba los puños en las caderas.

—¡Syx! ¡Onyx! ¡Fiero!

Eyce nunca había visto algo así antes. Todo el mundo se congeló en su lugar, algunos
con los codos echada hacia atrás, otros con sus dedos retorcidos en el pelo de alguien, y
levantaron la mirada hacia el más pequeño de todos ellos.

—Eso es mejor —dijo Echo en un tono más tranquilo—. ¿Saben por qué están
luchando?
60

Los seis demonios sólo miraron a su pequeño compañero en aparente confusión.


Página
—No lo creo —Echo suspiró, su pecho subiendo y cayendo lentamente—. Ahora, me
voy a la cama. Nos vemos todos en la mañana.

Se fue y dejo a sus hombres sentados en el suelo boquiabiertos, Echo agarró a Eyce por
la muñeca y lo sacó de la habitación.

—Te has ganado un respiro.

Eyce miró por encima de su hombro mientras seguía a su amante fuera de la habitación
y sonrió a los hombres que lo miraban fijamente.

61
Página
Capitulo Seis

Echo se quitó la ropa al entrar en su habitación y se metió en la cama sin hacer


comentarios.

—¿Quieres que me quede? —preguntó Eyce tranquilamente mientras arrastraba sus pies
cerca de la puerta.

—Sí. —Echo se acurrucó bajo las mantas, envolvió sus brazos alrededor de la
almohada, y cerró los ojos. No tenía ganas de hablar. Sólo quería ir a dormir y pretender que el
día nunca había sucedido.

—Él no quiso decir eso, ya sabes.

Echo volvió la cara en la almohada para ahogar un gemido. Debió saber que Eyce
insistiría en hablar de lo que sucedió en la cocina. ¿Por qué, sólo por esta vez, no era el tipo
fuerte y silencioso que no sentía la necesidad de resolver las cosas con palabras?

—No quiero ser duro, pero realmente no quiero hablar de eso.

—Lo sé, pero eso no va a desaparecer, si lo barremos bajo la alfombra.

—¿Podemos hablar de ello en la mañana, entonces? Estoy cansado, y yo sólo quiero ir a


dormir- —Echo gimió en su almohada de nuevo cuando una suave llamada a la puerta lo
interrumpió—. ¡Fuera!

Oyó la perilla, y la puerta abriéndose y cerrándose de nuevo con un chasquido rápido.

—¿Echo?

—¿Puede este día ser mejor? —Echo se dio la vuelta y miró a Hex donde él estaba de
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pie con Eyce junto a la puerta—. Y en caso de que te hayas perdido, puedes escoger cualquier
Página
parte de esa frase para insertar el sarcasmo. Ahora, vete.

—¿Va a dejar que te lo explique?

—No.

—Estás siendo ch…

Echo voló fuera de la cama, pisando fuerte en toda la habitación, y señaló con el dedo
el pecho de Hex.

—Si dices que estoy siendo infantil, voy a arrancarte las bolas y las freiré para el
desayuno —extendió la mano y se apoderó de las bolas de la Hex a través de sus pantalones
vaqueros, dándoles una buen apriete para enfatizar su punto—. ¿He sido muy claro?

Hex tragó audiblemente mientras asentía con la cabeza en comprensión.

—Esto no es infantil. Esto es no querer escuchar tus pobres excusas o falsas disculpas —
Echo libero las bolas del hombre y se volvió de vuelta a su cama—. Cuando puedas tirar la
cabeza de tu culo y dejes de ser un jodido idiota gigantesco, podemos hablar. Hasta entonces,
quiero que lo dejes —Echo se arrastró de vuelta a la cama y tiró de las mantas alrededor de su
cintura.

—No me iré hasta que me escuches.

—No era una petición —dijo fríamente Echo.

Eyce se inclinó más cerca, susurrando algo a Hex que Echo no pudo distinguir. A
juzgar por la expresión en la cara de Hex, al gran guerrero no le gustó lo que estaba oyendo. Su
rostro se volvió de diferentes tonos de rojo, la vena en su sien pulsó, y los músculos de su
mandíbula se marcaron mientras miraba hacia abajo a la alfombra como si hubiera hecho algo
para ofenderlo.

Rodando los ojos, Echo se dejó caer en la cama, pasó las mantas sobre su cabeza, y
cerró los ojos. Tal vez en el momento en que se despertara, Hex habría elaborado una disculpa
adecuada. Por ahora, sólo trataría de olvidar que tenía un demonio enojado gruñendo en su
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dormitorio.
Página
Por supuesto, no podía tener tanta suerte. No había hecho nada más hacerse una bola
cuando la cama se hundió, y una gran mano aterrizó en su cadera.

—¿Echo? —Hex parecía mucho más tranquilo, con su voz suave, casi suplicando—. Lo
siento —susurró—. Tuve malas noticias justo antes de que entraras en la cocina, y me lo agarre
contigo. No debí hacerlo.

Echo sacó lentamente las mantas de su cabeza y parpadeó hacia Hex, curioso en contra
de su voluntad.

—¿Qué tipo de malas noticias?

—¿Ese laboratorio de donde saliste? —Esperó a que el asentimiento de Echo antes de


continuar—. Dijiste que es en las montañas al este de aquí, ¿verdad? —Echo asintió con la
cabeza otra vez—. Las únicas montañas al este de aquí son algunos niveles que son parte de las
Montañas Rocosas.

—Está bien —Echo se enderezó en la cama—. No entiendo cómo eso es una mala
noticia.

—La única parte lo suficientemente cerca para que hayas viajado aquí tres días a pie
está en el Parque Nacional Glaciar en la frontera Canadiense.

—Joder —Eyce gruñó por lo bajo.

Echo no lo consiguió.

—Lo siento, Hex. Es que no te estoy siguiendo.

—El parque es propiedad del gobierno, bebé. Ese laboratorio no puede existir allí sin
que nadie lo sepa.

—Lo que significa que el laboratorio tiene más probabilidades de ser propiedad del
gobierno también.

Eyce dijo mientras se movía para sentarse en el otro lado de la cama.


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—Esto es malo, Echo.


Página
Echo sacudió la cabeza con vehemencia

—No. El Gobierno simplemente no encierra a personas para experimentar con ellos.


No envían chicos con armas de fuego a masacrar gente inocente.

El vio a sus hombres llenos de compasión, Echo se atragantó por el resto de su


negación.

—Eso es malo —susurró, repitiendo las palabras de Eyce.

—Sí, lo es —Hex se trasladó hasta la cama para sentarse al lado de Echo, apoyando su
espalda contra la cabecera—. No podemos luchar contra ellos y ganar, Echo.

—Incluso si logramos acabar con esta instalación, habrá otras para tomar su lugar —
añadió Eyce. Se inclinó hacia adelante y puso su mano sobre la rodilla doblada de Echo,
dándole una suave sacudida—. Vamos a mantenerte a salvo. Incluso si tenemos que ir a Rusia.

Una risa sorprendida brotó de los labios temblorosos de Echo.

—¿Rusia?

Se volvió para mirar a través de las cortinas abiertas que cubrían su ventana.

La nieve seguía cayendo pesadamente, girando alrededor por el viento y soplaba contra
el cristal.

—¿No podrías al menos escoger algún lugar cálido?

—Las Islas Galápagos —Hex ofreció.

—Mejor —Echo tiró de sus rodillas al pecho y las guardó debajo de la barbilla—. No
podemos salir hasta después de esta estúpida guerra haya terminado, y realmente no quiero
pasar el resto de mi vida mirando por encima de mi hombro. No quiero sonar como un idiota
engreído, pero no van a dejar de buscarme. Soy demasiado importante para ellos.

—Lo sabemos —susurró Hex—. Ya se nos ocurrirá algo.


65

Echo rodó su cabeza hasta que su sien descansaba sobre su rodilla y miró a Hex.
Página
—Eso aún no explica por qué eres un idiota.

Hex hizo una mueca.

—Y yo realmente no tengo una buena excusa, tampoco. Estaba asustado, y lo manejé


mal. El miedo y la incertidumbre no son emociones a las que estoy acostumbrado. Luego
entraste en la sala, y yo podía ver en tus ojos que sabías lo que estaba pasando. Y acabe de
perderme.

—¿Por qué no he de tener el derecho a saber lo que está pasando? Soy el centro de todo
este lío.

—Es mi instinto natural protegerte, incluso si es sólo de malas noticias o cosas que te
hayan molestado.

—Eso no tiene sentido. ¿Tu instinto de protección te dijo que me trataras como si fuera
un pedazo de culo? Porque eso es algo que sientes.

Hex se estremeció ante sus palabras, pero Echo no las retiraría de nuevo.

—No. Estaba asustado y enojado, entonces irrumpiste en la cocina con tus garras fuera,
y me respondiste.

—No es lo suficientemente bueno —Echo lo miro, dispuesto a ser víctima de la súplica


en los ojos de Hex.

—¿Qué quieres que diga? —Hex gruñó—. No fue mi intención lastimarte. —Su voz se
suavizó a poco más que un susurro—. Nunca te haría daño.

—Pero lo hiciste. Me faltaste el respeto delante de todos e hiciste que sienta como si mis
pensamientos y opiniones no fueran importantes. No se puede tener las dos cosas, Hex. O me
quieres aquí o no lo. No puedes enviarme lejos cuando yo no encajó en tus planes.

—Tal vez debería irme —Eyce murmuró mientras empezaba a alejarse del colchón.

—No. Tú te quedas. Hex ya se iba.


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Hex no discutió, se levantó de la cama en silencio y cruzó la habitación. Se detuvo con


Página
la mano en el pomo de la puerta, pero no se volvió.

—Yo siempre te quiero aquí. —Entonces abrió la puerta y desapareció a través de ella.

Echo sintió que las lágrimas picaban en las comisuras de sus ojos y la garganta
quemaba mientras luchaba por mantener sus sollozos a raya. Él no había querido que Hex se
fuera, pero no quería medias disculpas, tampoco. ¿Que se arrastre un poco era demasiado
pedir?

—¿Quieres estar solo? —Eyce no se había movido de su lugar en el extremo de la cama,


pero bajó la cabeza como un perro apaleado, cuando murmuró su pregunta en el edredón.

—Definitivamente no. Ven aquí.

Antes de que Eyce pudiera incluso contraerse, la puerta del dormitorio se abrió de
golpe, y Hex dio dos pasos en el interior antes de caer de rodillas.

—Soy muy malo con las disculpas, no tengo mucha práctica. ¿Tú me quieres de
rodillas? Estoy aquí. ¿Quieres que te lo pida? Yo lo haré. Sólo dime cómo hacer lo correcto.

El corazón de Echo se sentía como si hubiera sido arrastrado hasta su garganta,


cortando su suministro de aire mientras su cerebro trabajaba frenéticamente para llegar a una
respuesta.

Esto era lo que quería, ¿no? Así que, ¿qué importaba que le doliera el pecho por ver a
Hex de rodillas?

—Ponte de pie.

Hex parecía confundido, pero hizo lo que le pidió Echo, balanceándose sobre sus
talones y llegando a sus dos metros seis de altura en un lento y gracioso movimiento.

—Dime qué hacer —susurró.

—Desnúdate.

Sus cejas se juntaron, Hex asintió lentamente y alcanzó a tomar el dobladillo de su


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camisa para tirar de ella por encima de su cabeza.


Página
—Poco a poco —Echo lo modifico con una leve sonrisa—. ¿Quieres hacer esto
correctamente? Desnúdate para mí... y que sea sexy. —Miró a Eyce y movió la cabeza hacia
Hex—. Tú también.

—¿Qué? ¿Yo? ¿Qué he hecho?

—Todos ustedes trataron de evitar que supiera eso. Voy por los otros más tarde —Echo
hizo un guiñó malicioso y movió los dedos para que Eyce se uniera a Hex en el extremo de la
cama.

Los dos hombres se desnudaron lentamente, sus movimientos torpes y pomposos,


carente de cualquier tipo de fluidez. Echo sólo rodó los ojos y sacudió la cabeza con fingida
exasperación.

—Ustedes apestan. Acaben de sacarse todo.

Ninguno de sus amantes se detuvieron a hacer preguntas, pero se despojaron de todo en


un tiempo récord, enviando la ropa volando por la habitación. Cuando finalmente se habían
despojado de su ropa, se pararon hombro a hombro, altos y orgullosos para el placer visual de
Echo.

—Yum —ronroneó mientras se arrastraba hasta el final de la cama. Luego metió las
piernas debajo de él y se arrodilló sobre el colchón, mirando a Hex—. Pídeme disculpas y en
serio.

—Lo siento, cariño. Me refiero a cada una de las malditas palabras. Sé que no eres
estúpido o un niño. Si quieres dejarme depende de ti.

—Yo también lo siento —Eyce añadió en voz baja—. No debí ocultar cosas de ti, pero
odio cuando estás molesto. Yo quería tener un plan en su lugar antes de que te lo dijéramos,
por lo que podría sentirte a salvo a pesar de que era peligroso.

—Ahora, ¿era tan difícil?

—¿Significa esto que estamos perdonados? —preguntó Hex esperanzado.


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—Lo voy a pensar —Echo movió sus cejas juguetonamente y mantuvo los brazos
Página
extendidos a sus amantes—. Creo que podría ser persuadido, sin embargo.

Hex comenzaron a llegar a él, pero se detuvo y frunció el ceño.

—Si no te gusta cuando te cargamos, ¿por qué permites que lo hagamos?

—Nunca dije que no me gustaba. Me encanta, de hecho. Dejé que tomaras mi cuidado
porque pareces necesitarlo, y bueno, me hace sentir especial. Pero no me hace débil.

—No, definitivamente no eres débil. —Los ojos de Hex se suavizaron, y él acarició la


mejilla de Echo con sus dedos—. ¿Qué quieres, cariño? Dime lo que necesitas, y es tuyo.

La palma de Hex se curvó alrededor de su mejilla, y Echo se acarició en ella por un


momento antes de alejarse.

—Necesito que des un poco de control, grandullón. Deja que otra persona se encargue
para variar.

Echo envolvió sus dedos alrededor de la muñeca de su amante y tiró suavemente hasta
que Hex se sentó a los pies de la cama junto a él.

—Vamos a cuidar de ti.

Hex tragó saliva, pero asintió con la cabeza lentamente, haciendo que Echo lo empujara
de nuevo al colchón y se subiera encima de él a horcajadas sobre sus caderas.

—Confía en mí —Echo susurró, inclinándose para rozar sus labios sobre su amante—.
Sólo confía en mí.

Eyce observaba a sus amantes besarse y tocarse, más que nada con ganas de unirse a
69

ellos. Sabía que Hex necesitaba este momento con Echo para arreglar lo que habían roto, sin
Página

embargo. Así que, él se quedó allí, respirando fuertemente mientras se acariciaba su polla
dolorida, sus ojos vagando sobre la totalidad de la húmeda carne, desnuda en la cama.

Él no sabía lo que Echo había planeado, pero quería estar listo cuando su pequeño
compañero diera la palabra. Pasando a un lado de la cama, buscó en la mesa de noche, casi
gimiendo de alivio cuando encontró una pequeña botella de lubricante. Envolviéndola en su
puño como un bien precioso, se fue a los pies de la cama.

Echo besó a Hex durante algunos minutos antes de finalmente levantar la cabeza y
mirara por encima del hombro a Eyce. Sus ojos acariciaron su cuerpo, casi como un contacto
físico, y su mirada se detuvo en la polla de Eyce que sobresalía mientras lamía sus labios
hinchados. Entonces levantó una mano, con un dedo para arriba, y lo torció llamándolo.

Sin esperar una respuesta, Echo se volvió de nuevo, y se arrastró sobre el cuerpo de Hex
para recuperar las almohadas de la cabecera de la cama. Él empujó dos bajo a la cabeza de
Hex, y arrojó las otros dos detrás de él a Eyce.

—Abajo de las caderas —jadeó.

Trabajaron juntos, moviendo a Hex en su posición, y Eyce hizo estallar la tapa del
lubricante, deslizándolo por su longitud palpitante, a continuación, mojo más sus dedos. Echo
se subió a horcajadas de Hex enfrentándolo, con las rodillas descansando a cada lado de la
cabeza del guerrero, y bajó sus caderas, alimentando con su pene la boca abierta de este.

Echo gemía suavemente, y Eyce tuvo que agarrar la base de su pene para evitar
derramarse por la visión erótica. Sacudiendo la cabeza y tratando de centrarse, empujó los pies
de Hex hasta el colchón y abrió sus piernas otorgándose acceso amplio y sin obstáculos al
pequeño esfínter apretado que él buscaba.

Paso su dedo aceitado por el anillo de músculos, acariciando el agujero de Hex hasta
que empezó a relajarse bajo su toque, luego empujó con dos gruesos dedos, sabiendo cómo le
gustaba a su amante. Hex gritó, el sonido sordo alrededor de la polla resbaladiza de Echo en su
boca. Sus caderas arqueadas hacia arriba, empujándose contra Eyce, montando sus dedos
mientras gemía y se retorcía en el colchón.
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—Mira, sé que estas cabreado, y estoy tan…


Página

Eyce miró por encima del hombro mientras trabajaba rápidamente, añadiendo un tercer
dedo y luego un cuarto, extendiendo a Hex lo más rápidamente posible sin hacerle daño.

—Santo infierno —Fiero respiró. Su mano fue a la loma en crecimiento detrás de su


cremallera, amasando su polla hinchada con la palma de la mano.

Echo continuaba empujándose en la boca de Hex, gimiendo y jadeando con una fina
capa de sudor recubriendo su piel. Eyce miró a los dos en la cama, y por encima del hombro a
Fiero varias veces antes de sonreír lentamente.

—Tómame —le ordenó.

Fiero no perdió el tiempo, despojándose de su ropa, prácticamente arrancándolas de su


cuerpo, antes de tomar dos pasos largos y moldearse a sí mismo a la espalda de Eyce.

—Te necesito —le susurró con voz ronca.

Eyce tomó la botella de lubricante de la cama y se la entregó a su amante.

—Que sea rápido.

Fiero lo extendió rápidamente, y Eyce continuó aflojando a Hex.

Echo estaba tan perdido en su placer, que dudaba que el hombrecillo incluso se hubiera
dado cuenta de que habían añadido un cuarto para su diversión. Entonces los dedos de Fiero
desaparecieron, reemplazados por la punta roma de su pene, él presionó en el canal dolorido
de Eyce, hasta que lentamente sus caderas rozaron las flexibles mejillas del culo de su amante.
Él se quedó quieto, con las manos apoyadas ligeramente en la cintura de este mientras
acariciaba el dorso de su cuello.

Cuando Eyce tenía cuatro dedos deslizándose en su amante con facilidad, alivio la
entrada de Hex y alineo la cabeza de su pene que goteaba. Meciendo sus caderas, empujó
lentamente hasta que la corona pasó a través de los músculos y el canal ajustado de Hex lo
succiono hasta la raíz.

Se detuvo cuando sintió que sus bolas se cepillaban contra su amante, dando a Hex un
momento para ajustarse a su tamaño, a continuación, comenzó un empuje lento, gimiendo
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cuando las paredes internas del hombre se sujetaron alrededor de su longitud adolorida.
Página
—No va a durar —advirtió. No habían hecho más que empezar, y ya sentía el
endurecimiento de sus bolas, el cosquilleo en su bajo vientre.

Fiero se trasladó también, pasando un brazo alrededor del pecho del Eyce cuando se
condujo hacia él, empujando más la palpitante polla de Eyce en el estrecho agujero de Hex con
cada embestida. Les tomó un par de intentos, pero finalmente establecieron un ritmo
constante, trabajando juntos, ya que corrían a lo largo del camino al orgasmo.

—Necesito más —jadeó Echo.

Eyce uso sólo uno de sus dedos aún lubricados, trazando la raya de las mejillas
cremosas de Echo y empujándolas a través contra su palpitante apertura.

—¡Sí! —Siseó Echo, empujándose hacia atrás contra el dedo, tratando de capturarlo.

Aumentando su ritmo, Eyce se condujo en túnel cálido de Hex, manteniendo la cadera


del hombre en una sólida comprensión mientras empujaba su dedo dentro del apretado agujero
de Echo. Su compañero se volvió loco, echando la cabeza hacia atrás y clamando al techo
mientras empujaba más profundamente en la boca de Hex.

Hex gruñó, sus manos llegando hasta el culo de Echo, agarrando los globos
redondeados, dando a Eyce una visión clara de su dedo aserrando dentro y fuera de la entrada
apretada. El espectáculo hizo poco para calmar su control ya inestable. Al soltar su agarre
mortal de la cadera de Hex, palmeo la polla de su amante que rebotaba y la acarició al mismo
tiempo con su casi castigado ritmo.

Una mano bronceada por el sol apareció a la vista, y Fiero pasó sus dedos a lo largo de
la muñeca de Eyce y sobre la parte superior de su mano hasta que encontró el lugar donde el
dígito de Eyce desaparecía en el interior del agitado agujero de Echo.

Fiero frotó a través de los músculos en los que se extendía el dedo sobre Eyce, luego
empujó el suyo propio, bombeando lentamente.

Echo gimió, meciéndose entre Hex y los dos dedos entrando y saliendo de su culo. Eyce
72

casi se trago la lengua ante la vista, sonidos y sensaciones que lo abrumaban y le producían
Página

cortocircuitos en su cerebro nebuloso.


Fiero salió al encuentro respondiendo empuje con empuje, conduciéndose en él con su
otra mano enredada con Eyce alrededor de la polla de Hex. La acariciaron juntos cuando sus
largas dígitos se movieron con más fuerza en el interior del canal sedoso de Echo.

Eyce sintió su liberación a toda velocidad hacia él, y no podía mantenerla a raya por
más tiempo.

—Córranse, mis amores. —El cariño se deslizó a través de sus labios antes de que Eyce
pudiera volver las palabras para atrás. Demasiado perdido en las sensaciones que cursaban a
través de su cuerpo, no podía decidirse a cuidarse. Su polla se hinchó dentro del túnel caliente
de Hex, propagando el fuego a lo largo de su cuerpo, y sus bolas dolían con la necesidad de la
liberación.

—Ahora —gruñó, dando un pinchazo agudo de sus caderas al culo hambriento de Hex,
al mismo tiempo que el dedo al lado del de Fiero, rozó el punto dulce de Echo.

Echo aulló, su cuerpo clamando mientras sus músculos se tensaron, y él se empujo a la


parte posterior de la garganta de Hex. El gruñido de Hex siguió rápidamente, sus paredes
internas apretando la polla de Eyce como un torno, y de su ranura salieron una lluvia de líneas
pegajosas de semen, recubriendo las manos y muñecas de Fiero y Eyce.

Fiero gruñó, soltando la polla de Hex y poniendo su brazo de forma segura alrededor
de la cintura de Eyce mientras daba una zambullida final y se congelaba. Húmedo calor
pegajoso salpicó contra las paredes interiores del Eyce, llenando su culo y escapando alrededor
del eje congestionado de su amante.

Una vez que sus hombres estaban saciados, Eyce finalmente se soltó y se enterró en el
cuerpo de Hex que le dio la bienvenida cuando rugió su liberación. Había tenido más
orgasmos de los que podía contar durante todos esos años, pero éste sentía diferente.

Este lo sacudió hasta su alma, y apretó su pecho casi dolorosamente cuando el calor
resplandeciente, le rodeo.

Él no lo entendía, pero instintivamente sabía que su pequeño desliz susurrado lo había


73

cambiado todo.
Página
Capitulo Siete

El día de la luna nueva amaneció brillante y soleado, un completo contraste con el


estado de ánimo dentro de la casa. Todo el mundo parecía sobrio y solemne cuando Echo
entró en la cocina por la mañana. Saludaron y masculló sus saludos, pero le faltaba la calidez
habitual a la que se había acostumbrado.

No lo tomó como algo personal, sin embargo. Incluso se sentía tan tenso que el mínimo
toque podría romperlo en mil pedazos. Eyce y Myst habían hecho más investigación en
Internet, pero aún así insistió en que nada de la información que encontró daba forma a la
profecía.

Vapre y Syx, aunque eran el cerebro del grupo, eran poca ayuda teniendo en cuenta que
habían estado sospechosamente ausentes en los últimos días.

Incluso durante la tormenta de nieve, cuando todo el mundo se había limitado al


quedarse en el interior, Syx y Vapre a menudo se escondían en una de sus habitaciones, y por
lo general juntos, acurrucados sobre la computadora portátil del Syx.

Escaneando la habitación, Echo suspiró cuando notó los dos asientos vacíos en la mesa
de la cocina.

—¿Se fueron otra vez?

Nadie tenía que preguntar lo que quería decir. Todos asintieron sus cabezas cuando sus
ojos se dirigieron a los asientos vacíos también.

—Se han ido cuando nos despertamos esta mañana —dijo en voz baja Hex—. Están
empezando a preocuparme.
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—¿Te refieres a salir de la casa? —Echo no le gustaba esto. Cuanto más cerca el peligro
Página
llegaba, parecía que su pequeña familia más se distanciaba.

—¿A dónde fueron? ¿Dejaron una nota?

—Pues no —Hex negó con la cabeza lentamente—. Ellos no le dirán nada a nadie. Les
he preguntado. Infiernos, incluso he exigido. Estoy preocupado por ellos.

Echo arrastro los pies para colocarse entre los muslos abiertos de Hex, doblándose para
colocar un suave beso en los labios.

—Nos las arreglaremos, ¿de acuerdo?

Las manos de Hex se acercaron a descansar ligeramente sobre las caderas de Echo, y
sonrió torcidamente.

—No tengo dudas, bebé. Tú eres el pegamento que nos mantiene juntos. Si le dicen a
alguien lo que se traen entre manos, va a ser ti.

Echo no sabía nada de todo eso, pero decidió que lo mejor era mantener su boca
cerrada por el momento.

—¿Qué hay para desayunar? —Le preguntó en su lugar.

Hex rió y lo empujó suavemente.

—Lo que quieras, no creo que nadie más tenga mucho apetito, pero voy a hacer lo que
quieras.

—Tostadas estarían muy bien —Echo se trasladó a tomar asiento junto a Myst, pero se
detuvo cuando oyó un suave golpe en la puerta principal—. Supongo que no consiguieron que
las carreteras estén despejadas.

—La mayor parte de la nieve ya se ha derretido —Onyx le informó—. El tiempo esta


malditamente extraño. Hoy dijeron se esperarían temperaturas alrededor de los veintiún
grados.

—¿En el noroeste de Montana en diciembre? —La boca de Echo cayó, abriéndose en


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estado de shock—Tiene que ser un récord.


Página
Myst resopló.

—No del todo, bebé. Todavía es inusual, sobre todo porque las temperaturas eran
menores ayer.

El golpe sonó de nuevo, un poco más fuerte esta vez, y Echo salto.

—¿Quién cree tu que sea?

—Voy a ver —Eyce se puso de pie y caminó alrededor de la mesa, dejando caer un
beso rápido en la parte superior de la cabeza de Echo a su paso—. Por favor, quédate aquí, ¿de
acuerdo?

—Bien —Echo suspiró. No era como si los hombres del laboratorio fueran a bailar el
vals y llamar a la puerta... otra vez. Sin embargo, si hacia a sus hombres sentirse mejor, se
sentaría y dejaría que jueguen a los protectores.

Eyce corrió fuera de la habitación, y Echo se volvió hacia Fiero, una pregunta en la
punta de la lengua, cuando se congeló. Una imagen de un hombre alto, musculoso con el pelo
rubio rizado destelló en su mente y rápidamente brilló con la imagen de Eyce, gruñendo y
gruñendo mientras desata su demonio en el hombre.

—Sálvalo —una voz le susurró.

Girando, Echo corrió hacia la puerta principal.

—¡Eyce! ¡No!

Oyó a sus amantes diciendo su nombre cuando las sillas raspaban contra el suelo de la
cocina y las pisadas retumbaban detrás de él.

Echo no se detuvo. Voló a la sala de estar al mismo tiempo que Eyce abría la puerta, el
miedo atenazo sus huesos, adormeciéndolo, amenazando con abrumarlo.

No sabía por qué el guardia había llegado, pero no podía dejar que matara a Eyce.
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—¡No! —Gritó otra vez mientras volaba por la habitación y se estrellaba contra la
sólida espalda de Eyce. Cerró sus brazos alrededor de la cintura del guerrero y tiró con todas
Página
sus fuerzas—. ¡Muévete!

—¿Qué demonios? —Eyce se deshizo de los brazos de Echo sin esfuerzo y abrió la
puerta. Un gruñido salvaje salió de sus labios, y empujó de vuelta a Echo, dando un paso
delante de él para bloquear la totalidad del umbral. Sus músculos se agruparon y flexionaron
debajo de su fina camisa de algodón, su brazo elevándose cuando sus uñas se alargaron
volviéndose garras.

Alguien agarró a Echo por la cintura, sacudiéndolo de sus pies y tirando de él hacia la
cocina. Varios gruñidos furiosos llenaron la sala de estar mientras Echo observaba a sus
hombres avanzando hacia la puerta y al visitante inoportuno.

Señalando con la cabeza, miró a Hex con la desesperación.

—Ellos no lo pueden matar.

—Es del laboratorio, y está armado. Yo no tengo mucha simpatía por él.

—Sí, es un guardia de las instalaciones en las montañas, pero está aquí para ayudar —
Echo luchó en los brazos de Hex—. El Oráculo dijo que lo salve. Él es importante.

—¿El Oráculo?

—¡Sí! ¡Ahora, ponme abajo y detenlos!

Hex no lo liberó, pero Echo sintió suspirar pesadamente.

—Más vale que estés en lo correcto sobre esto —se quejó. Entonces más fuerte—:
Chicos, vamos adentro.

—Él es uno de ellos —dijo con frialdad Fiero—. Hemos sido demasiado indulgentes.
Tal vez deberíamos hacer un ejemplo de éste.

—Normalmente, yo estaría de acuerdo —Hex respondió con calma—. Pero Echo dice
que es importante. Déjalo entrar.

Echo tenía que dar el apoyo al guardia. El chico pasó por el umbral y levantó las manos
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en un gesto pacífico. Ni la ira ni el miedo empañban su hermoso rostro. Él sólo parecía alguien
Página

que tenía algo que decir. Sí, el tipo tenía agallas. Echo tendría probablemente que estar enojado
en este punto. Por otra parte, el guardia probablemente no se daba cuenta que se enfrentaba a
cinco demonios inmortales tampoco.

Sus amantes se separaron para dejar que el hombre pasara, pero no se levantaron de sus
agachadas poses amenazantes. Tampoco permitieron que el guardia este demasiado cerca de
Echo. En el momento en que sus ojos se encontraron, sus hombres se apresuraron a formar
una sólida barricada entre ellos.

Rodando los ojos, Echo se retorció de nuevo hasta que Hex finalmente lo puso en sus
pies.

—Lo siento, no me acuerdo de tu nombre —dijo, mientras trataba de empujarse a través


de su protección personal—. Chicos, muévanse. Estás siendo idiotas.

—Corrigan. Gage Corrigan.

—¿Qué clase de nombre estúpido es ese? —Exigió Fiero, el brazo extendido para
mantener a Echo en su espalda.

Echo le dio un puñetazo en las costillas y se metió bajo el brazo.

—¿Por qué estás aquí?

—El Coleccionista viene por ti.

Eyce vio como el cuerpo de Echo comenzó a temblar tan violentamente, que temía que
el hombrecillo se vendría abajo. Envolviendo su brazo alrededor de la pequeña cintura de su
amante, él lo tiró contra su pecho, estrechando sus ojos en el recién llegado.

—¿Quién carajo es el coleccionista?


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Página

—Él es como nosotros, pero mucho más fuerte—susurró con voz temblorosa Echo—.
Él tiene poderes, y es el mal.

—¿Por qué lo llaman así? —Myst preguntó con la cabeza inclinada hacia un lado.

—Colecciona cuerpos —respondió Gage sin una pizca de sarcasmo.

—Tu pequeño hombre aquí se ha convertido en un pasivo, y una amenaza. La parte


superior ha ordenado su terminación con pistolas.

—¡No! —Cabeza de Echo azoto adelante y atrás, su pecho subiendo y en rápido


descenso por debajo de la palma de Eyce. Se dio la vuelta, sus manos pequeñas agarrando la
camisa de Eyce mientras miraba suplicante—. Vamos a dejarlo. Olvídense de esta maldita
guerra. ¡Tenemos que irnos ahora!

Eyce odiaba el miedo y la desesperación en la voz de su compañero. Él lo acerco, acunó


la parte posterior de la cabeza de Echo, meciéndolo suavemente de lado a lado.

—No podemos irnos, cariño. Además, él es sólo un hombre. Nosotros somos siete.
Nadie va a hacerte daño.

—¿Por qué nos dices esto? —preguntó Hex.

—Están moviendo a los residentes a un lugar seguro en la Península del Olímpico. Los
helicópteros salen a la medianoche.

—¿Y? —preguntó con frialdad Fiero.

Eyce entendía su cólera. Él no aprobaba lo que estaba pasando en el laboratorio, pero


siempre y cuando su compañero estuviera seguro, él no veía la forma de su preocupación.

—Dos de los residentes... Son mis compañeros —dijo Gage en voz tan baja, que Eyce
casi se lo perdió.

—¿Compañeros? —Echo se empujó detrás de él e inhaló profundamente mientras dio


un paso más cerca del guardia—. Jódeme de costado —él gimió cuando los otros hombres en
la sala comenzaron a gruñir de nuevo—. ¿Ellos lo saben?
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—No. —Gage sacudió la cabeza—. Creo que ellos sospechan, sin embargo. Yo estaba
Página
relevado de su cargo esta mañana.

—¿Qué está pasando? —Echo exigió mientras se empujaba bajo el brazo de Eyce—.
¿Qué es lo que sospechan? ¿Por qué te despidieron? ¿Por qué los mueven? ¿Tú has oído algo
acerca de tus compañeros?

—Una pregunta a la vez, Echo —Eyce se rió de su amante.

—Tal vez todos deberíamos sentarnos y hablar de esto.

—Buena idea —Hex estuvo de acuerdo. Abrió el camino de vuelta a la cocina e indicó
a todos a tomar sus asientos alrededor de la mesa mientras él tomaba el ritmo en el suelo
embaldosado.

—En primer lugar, ¿por qué están moviendo a todo el mundo? Y ¿por qué están
enviando algún idiota a ase… —Hex echó un rápido vistazo a Echo y se aclaró la garganta—
un tipo para lastimar a Echo? Pensé que lo querían de vuelta con ellos.

Gage suspiró y se pasó una mano por la cara.

—Ellos lo hicieron. Bueno, supongo que todavía lo hacen, pero después de su pequeño
truco hace un par de semanas, están cuestionando su capacidad para traerlo de vuelta.

—Bien —Myst sonrió mientras se reclinaba en su silla y cruzaba sus brazos sobre su
pecho.

—No, no es bueno —Gage miró tristemente a Myst—. Han decidido cortar por lo sano
y eliminar la amenaza. Cuanto más tiempo se necesita para romper sus defensas y recuperar...
a Echo, ¿tu le has dicho? —Gage agitó una mano con desdén—. Cuanto más tiempo tarden en
llegar a Echo de nuevo, más riesgo corren a la exposición. No pueden permitir que suceda.

—Espera —Onyx levantó la mano mientras se sentaba un poco más erguido en su


silla—. Limpiamos sus recuerdos antes de liberarlos. ¿Cómo saben lo que podemos hacer? —

—Se recuperaron los recuerdos —Gage miró a todos con lástima—. No tienes ni idea
en contra de lo que están.
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—Así que, ¿estamos en lo correcto al asumir que se trata de una operación del
gobierno? —Eyce se inclinó hacia delante en su silla, apoyando los codos en la mesa mientras
miraba al guardia. Cuanto más escuchaba, menos le gustaba lo que el hombre tenía que decir.

—Sí y no. Es una instalación de alto secreto. Ni siquiera los altos mandos lo saben.

—Así que, ¿por qué mover los residentes? —Eyce inclinó la cabeza hacia un lado
mientras sus cejas se juntaban en confusión—. Incluso si Echo lleva esto a los medios de
comunicación y abre todo el asunto, supongo que hay más que suficiente seguridad para
mantener a los reporteros. Después lanzar una declaración sobre los desvaríos de un loco, y
todo el mundo lo sopla fuera como otro avistamiento de OVNI o el Área 51.

—Es cierto, pero no están dispuestos a correr el riesgo. Están limpiando las
instalaciones y moveran a los residentes esta noche. Todos los rastros del laboratorio serán
limpiados por la primera luz de la mañana.

—¿Qué diablos está pasando en ese lugar? —Hex exigió—. Esto va un poco más allá de
un centro de investigación.

—Yo no conozco todos los hechos. No tengo un gran nivel en la seguridad, suficiente
como para aclararlo. Ya te he dicho todo lo que sé.

—Bueno, ¿qué es este tipo el coleccionista? —Eyce gruñó el nombre, sus pelos de punta
ante la idea de alguien hiriendo a su compañero.

—Él es el mal—susurró Echo—. Él tiene un enorme poder. Yo nunca lo he visto. Lo vi


una vez, y he escuchado historias acerca de él de los otros residentes. A veces lo mandan a
traer de vuelta a personas que muestran signos de habilidades sobrenaturales. A veces, lo
envían para traer de vuelta los cuerpos.

Gage bajó la cabeza.

—Tiene razón. Cuando alguien se pone demasiado entrometido acerca de lo que está
pasando dentro de esas montañas, el coleccionista se asegura de que tenga un pequeño
accidente desagradable. Lo he visto en acción —Gage sacudió la cabeza con cansancio—. Da
miedo como el infierno, hombre.
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—Si él es tan poderoso, ¿por qué no se fue? ¿Cómo pueden esperar controlarlo? —Eyce
dio un puñetazo en la mesa en agitación.

—Él no es un residente —respondió Echo en voz baja.

¡Jodidamente fantástico!4 Eyce quería golpearse la cabeza contra la pared hasta que al
menos una parte del desorden comenzara a tener sentido.

Esto era malo, muy malo, y él ni siquiera tenía la menor idea de cómo sacarlo fuera de
él.

—Así que, ¿por qué te despidieron? —preguntó Echo, inquieto en su asiento al lado de
Eyce. Parecía asustado, pálido y agitado, y Eyce quería envolver al hombre en sus brazos y
protegerlo del mundo. Haría lo que sea para mantener a su compañero seguro.

—Realmente no me dieron una razón. Sólo me dijeron que mis servicios ya no eran
necesarios. —Los ojos de Gage se suavizaron y una triste sonrisa se dibujó en sus labios
delgados—. A pesar de que tratamos de ser discretos, pienso que sospechaban que había algo
más que profesional en mi relación con dos de los residentes.

—Tus compañeros —dijo el Fiero con un movimiento de cabeza—. ¿Saben lo que eres?
¿O que ni siquiera saben que existen los hombres lobos?

—¡Hombres lobo! —Echo gritó mientras se apartaba de la mesa, rápidamente su silla


cayó al suelo y la envió rodando unos metros en el suelo—. ¡De ninguna manera! —Él se puso
de pie, moviéndose rápidamente para colocarse detrás de Hex, mirando a Gage como si le
hubierna brotado cuernos y una cola—. ¡No más!

—Echo —dijo Gage en voz baja, pero permaneció sentado—. Yo no voy a hacerte
daño. Realmente no soy diferente que cualquier otro hombre en esta habitación. Yo sólo tengo
un poco de reacción alérgica a la luna llena.

Eyce resopló. Eso era sin duda una manera de decirlo. Después de varios milenios en la
tierra, había visto su parte de lo extraño, inusual, y loco. Había conocido a brujas,
cambiaformas, elfos, hombres lobo, vampiros, y más. Si bien la noticia de la aflicción de Gage
mantenía poca sorpresa para él, sólo podía imaginar lo que debía sentir Echo.
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Fan-fucking-tastic: juego de palabras en inglés que intensifica de manera sarcástica algo realmente
fantástico.
—¡No! —gruñó Echo—. Yo no puedo lidiar con esta mierda ahora mismo. En primer
lugar, demonios, dioses y oráculos, ¿y ahora me estás diciendo que existen hombres lobo y
otras cosas también? No puedo hacer esto. Es demasiado.

—Me sentí de la misma manera acerca de los residentes cuando empecé a trabajar en el
laboratorio —dijo Gage con una sonrisa—. Me transformo en bestia y aulló a la luna, pero no
puedo hacer cosas como levitar o manipular elementos. Pensé que eran monstruos.

—¿En serio? —La frente de Echo se arrugo, y poco a poco salió de detrás de Hex—.
Supongo que tiene un poco de sentido.

—Bebé —Eyce sonrió tranquilizadoramente y le tendió la mano a Echo—. ¿Qué lo


hace tan diferente de siete de nosotros?

Echo se movió vacilante por la habitación y tomó la mano de Eyce. Él lo miró


pensativo, examinando la habitación con la cabeza inclinada hacia un lado.

—No lo sé —dijo lentamente. Se volvió para mirar a Eyce y arrugo la nariz—. Yo estoy
siendo un idiota, ¿eh?

Riendo, Eyce tiró a su amante cerca y besó la parte superior de su mano.

—No, no estás siendo un idiota. Sé que es todo mucho para tomar. Estás
sorprendentemente tranquilo sobre todo la situación de hecho.

Echo respiró hondo y miró a Gage.

—Lo siento. Toda mi realidad se volvió sobre su culo en las últimas semanas. Sabes que
no me harás daño.

—Entiendo. Créeme. —Gage rió suavemente—. Pensé que Sony y Mac se iban a mear
cuando se enteraron de lo mío.

—¿Sony? ¿Mac? —frunció el ceño Echo.

—Pensé que todos los residentes tenían números —agregó Eyce en confusión.
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—Lo hacen —Gage gruñó, y luego su tono se suavizó, y sonrió con cariño—. Querían
Página
nombres. Yo les dije que podían escoger cualquiera que quisieran, y eso es como yo los llame.
Sony tiene una afición por la PlayStation, mientras que Mac... Bueno, estoy bastante seguro de
que el chico viviría de macarrones con queso si pudiera.

—El noventa y dos, y uno -cero- dos —Echo asintió con entusiasmo y río—. Cuando
me dejaron con Uno -cero- dos tenía un Mac con queso, él me dirá que tenía en la caja azul.

—Tengo que preguntarte esto otra vez —Hex se aclaró la garganta y no paseo—. ¿Por
qué nos dices esto? ¿Qué quieres de nosotros?

—No podía simplemente sentarme y ver que los asesinaran a sangre fría por tratar de
proteger a su pareja. Yo no firmé para esta mierda. En segundo lugar, necesitamos su ayuda.
Yo no tengo las habilidades que ustedes tienen, y no puedo volver a la instalación. Tengo que
llegar a mis compañeros antes de que los helicópteros partan a la medianoche. De lo contrario,
puede que nunca los vuelva a ver. —La voz de Gage se mantenía como el acero, pero Eyce
podía ver el miedo en sus ojos—. Ellos van a lastimarlos. No entiendo cómo lo sé, pero lo
siento. No puedo dejar que eso suceda. Les prometí a Sony y Mac que los pondría fuera de allí,
y nos podríamos mover a algún lugar cálido.

—Lo siento, amigo, pero tenemos un tipo de nuestra propia mierda pasando por aquí.

Myst se levantó de su silla y miró a Gage con simpatía.

—Nosotros no podemos ayudar.

—Myst —susurró Echo. Esperó hasta que el guerrero lo miró a los ojos luego se volvió
para mirar a cada uno de sus amantes, a su vez—. Todo el mundo, por favor. Ellos son mis
amigos. ¿Cómo te sentirías si alguien me llevara, y ellos no los ayudaran?

Eyce cerró los ojos y suspiró en derrota. Daría cualquier cosa por Echo si sacaba esa
mirada de tristeza y decepción en su cara.

—Voy a ir.

—No —dijo Hex inmediatamente—. Tú y Echo tienen que averiguar ¿qué está pasando
84

con las aguas? Esa es tu lucha, Eyce, tu batalla. Tú sabes que resguardamos tu espalda, pero no
Página

creo que podamos ser mucha ayuda en este caso.


Desafortunadamente, Eyce tuvo que acceder.

—Sí, lo tengo.

—Vapre y Syx pueden quedarse aquí y ayudar a proteger a Echo. Son las mejores
opciones para buscar información de todos modos —Hex pasó la mano por el pelo y sacudió
la cabeza como si no pudiera creer lo que estaba a punto de decir—. El resto de nosotros va a
ir.

—Gracias —murmuró Gage—. Una vez que mis compañeros estén a salvo, seremos
felices de ayudarles de cualquier manera que podamos. No sé lo que está pasando, o de que
guerra es de la que están hablando, pero quiero ayudar.

Myst resopló y dio una palmada en el hombro al guardia.

—Sí, es posible que desees aferrarte a ese pensamiento, hermano.

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Página
Capitulo Ocho

Echo estaba de pie en el porche, con una mano apretaba la de Eyce y con la otra a Syx.
Syx y Vapre habían llegado justo a tiempo para dar una bienvenida hostil a Gage y recibir de
Hex una sesión informativa sobre la situación. Había habido un poco de discusión sobre quién
debía quedarse y quien debía ir, pero al final, Hex ganó.

Echo tenía un nudo en la garganta al ver la camioneta oscura llevando a sus hombres
dando la vuelta en frente de la casa y viajando por el largo camino de tierra que los llevaría a la
carretera principal. Una parte de él deseaba ir con ellos. No sabía de cuánta ayuda sería, pero
al menos sabría lo que estaba pasando. El pensamiento de que algo le pasara a alguno de ellos
le hizo un nudo en el pecho y su corazón latió más rápidamente dentro de su pecho.

—Dime que van a estar bien —susurró.

—Van a estar bien —le aseguró Syx cuando él le apretó la mano.

—Todo el mundo estará de regreso antes de que lo sepas.

—¿Dónde estabas tú? —Echo levanto la vista hacia Syx entonces por encima del
hombro para incluir a Vapre—. ¿Por qué siguen desapareciendo sin decirle a alguien?

—Te lo diré cuando sea el momento adecuado —dijo Syx misteriosamente y le dio un
guiño—. No es nada malo, te lo prometo. Sólo confía en mí, ¿de acuerdo?

—Un poco de fe, ¿sí? —Vapre añadió mientras se movía alrededor para estar en frente
de Echo, inclinándose para besar sus labios—. Nosotros nunca te haríamos daño.

—Lo sé —suspiró Echo—. Simplemente no me gustan los secretos


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—Te va a gustar este. —Entonces Vapre se volvió y miró más allá del patio delantero de
Página

la línea de árboles—. ¿Deberíamos ir a ver el arroyo?


Eyce gimió y asintió a regañadientes.

—Supongo que deberíamos.

—Yo también voy —dijo con firmeza Echo—. Si yo voy a ayudar, necesito ver por mí
mismo.

Sorprendentemente, Eyce estuvo de acuerdo.

—Sí, creo que tienes que venir con nosotros. No te quiero aquí solo, y necesito a Vapre
y Syx en el arroyo. Ve a tomar un abrigo y las botas. Vamos a esperarte aquí.

Echo siguió mirándolo fijamente durante un minuto, juzgando la veracidad de sus


palabras. Asintió con la cabeza lentamente, tiro de la mano del demonio y se apresuró a entrar
para tomar sus botas y la chaqueta del armario en la entrada. Moviéndose rápidamente,
empujó sus pies en los zapatos, los ato, luego sacó su chaqueta, mirando por encima del
hombro varias veces para asegurarse de que sus hombres todavía lo esperaban en el porche. No
dejaría que lo encerraran y que se fueran sin él.

—Listo —anunció.

—Pensaste que te dejaríamos aquí, ¿eh? —Vapre sonrió mientras rizaba su pelo—.
Vámonos.

Vapre abrió el camino a través de la hierba muerta y al bosque, apartando las ramas
bajas y enredaderas espinosas. Eyce caminó al lado de Echo, ayudándole sobre troncos caídos
y grandes charcos fusionados por la nieve, mientras Syx cerraba la marcha. Les tomó un poco
más tiempo que su última caminata en el bosque, pero pronto llegó a la pequeña ondulación
del arroyo.

Echo frunció el ceño en confusión.

—Se ve igual. —El agua fluía sin problemas, corría sobre las rocas y los guijarros, tan
clara que Echo podía ver claramente la parte inferior de la corriente de poca profundidad—.
Definitivamente no es de color roja.
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Eyce gruñó con frustración, tirando de los extremos de su largo cabello ébano.
Página
—No lo entiendo.

—Vamos a ver el lago —Vapre ofreció—. Esta pequeña cala no es realmente


importante. Dudo que nadie se diera cuenta si se secara completamente.

—Buen punto —Syx saltó a través del arroyo y se volvió para mantener sus brazos
abiertos para Echo—. Vas a tener que saltar, pequeño.

Echo negó con la cabeza. Sí, Syx lo había hecho parecer fácil, pero el tipo tenía unos
diez centímetros más que él, y sus piernas eran más largas. La corriente no era tan amplia,
pero Echo dudaba de que fuera capaz de hacerlo del otro lado sin mojarse.

Eyce se rió entre dientes, dando un paso hacia adelante y sosteniendo su mano en frente
de él. El agua se abrió lentamente, retrocediendo lejos del lecho del arroyo y formando un
sendero fangoso. Echo sonrió a su amante y le tiró un beso sonoro.

—Genial. —Corrió hacia el otro lado, rozando sus dedos a través de la pared de un
metro de alto a ambos lados de él, y saltó a los brazos de Syx.

—¡Termina el show! —Syx dijo a Eyce.

—¿Muy celoso? —Eyce sonrió mientras soltaba el agua y retrocedía. Luego tomó dos
pasos a la corriente y dio un salto mortal por el aire para aterrizar suavemente sobre sus pies al
lado de ellos.

Syx rodó los ojos y golpeó a Eyce en la parte posterior de la cabeza.

—Termina el show —repitió en voz baja—. ¡Vapre, mueve el culo!

—Ya voy, querida —Vapre hacía muecas de besos luego extendió los brazos a sus lados,
el viento azotando su alrededor mientras lentamente se elevaba en el aire y se deslizaba hacia
el otro lado de la corriente—. Encantado de conocerte. —Él le guiñó un ojo con picardía, y
Echo golpeó una mano sobre su boca para contener su risa. Le faltaban tuercas, a cada uno de
ellos.
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Marcharon en silencio a lo largo de los árboles, y la mente de Echo empezó a divagar.


¿Qué encontrarían al llegar al lago? ¿Sería como la corriente? ¿La encontrarían completamente
Página
limpia? Así lo esperaba, pero de alguna manera lo dudaba.

—¿A qué distancia se encuentra el lago de todos modos?

—No mucho más lejos. Otro kilometro y medio quizás. —Syx dijó en su hombro.

—Un kilometro y medio —Echo gimió. Sus pies ya le dolían, y que estaban calientes y
sudorosos. Quitándose la chaqueta, se la puso bajo el brazo y se limpió la frente húmeda—.
Esto es una mierda.

—¿Quieres que te lleve? —preguntó Eyce.

—No. —Echo negó con la cabeza—. No soy un niño. Puedo hacerlo. Sólo no te cabrees
porque te estoy retrasando.

—No tenemos ninguna prisa —le aseguró Eyce, envolviendo sus cálidos dedos
alrededor de la parte posterior del cuello y apretando suavemente a Echo—. Yo no te trato
como a un niño. A mí me gusta cualquier excusa para cuidarte.

Echo rodo los ojos pero agracio a su amante con una sonrisa torcida.

—Ya lo sé, grandullón. Eres tan feroz como un gatito mimoso. —Contuvo su mano
para impedir el argumento de Eyce—. No te preocupes. Me llevo el conocimiento a la tumba.

—Esa es una promesa de mierda —Vapre llamó desde adelante—. Ahora eres inmortal.

—¡Era una forma de hablar, imbécil!

—Yo tengo una, esperando simplemente por… —Syx empujó Vapre con otro codazo
obligándolo a golpear el suelo.

—Hablas demasiado, hombre.

Echo se dobló de la risa, apoyándose pesadamente en Eyce para sostenerse. Vapre se


levantó de un salto, con un brillo travieso en los ojos.

—Tú preguntaste por ello.


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—Niños —dijo Eyce calma.


Página
Vapre se detuvo un sólo un segundo antes de voltear a Eyce y se zambullo por el aire
contra Syx. Aterrizó en el suelo empapado en silencio cuando Syx simplemente lo esquivó. Sin
ni siquiera mirar a su amante caído, Syx pateó el pie hacia fuera, conectando con la cadera de
Vapre y dando un gruñido sordo de guerra.

—Te perdiste.

—¡Oh, mierda!

Eyce se paró en la orilla del lago, mirando hacia abajo a las aguas carmesí mientras
sostenía la mano de Echo. Su corazón se sentía pesado, su estómago se retorció
dolorosamente, y no era capaz de obtener el suficiente aire en sus pulmones. No podía arreglar
esto, no sabia ni por dónde empezar.

—Esto es malo —Vapre murmuró mientras daba un paso más con Eyce del otro lado—
. Mira los peces.

Eyce estaba mirando. Él no había visto nunca nada igual. Una docena de peces muertos
flotando en la superficie del agua, hinchados e inmóviles. El hedor era casi suficiente para
ponerlo de rodillas. El agua parecía gruesa y almibarada, la corriente lenta y perezosa.

—¿Qué hacemos?

Eyce odiaba el titubeo en la voz de Echo. Deseó tener las respuestas para su compañero.

—No lo sé —admitió. Miró a sus amantes esperando, rezando porque alguno tuviera
una solución.

—Volvamos —dijo Syx después de un minuto—. Tenemos que ver cuantos lagos y
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lagunas se han visto afectados, averiguar si esto se ha extendido hasta el agua potable, y hacer
Página

más investigación.
No era la respuesta que Eyce había buscado, pero al menos era un curso de acción, y
mucho más de lo que tenían en ese momento.

La gravedad de la situación cayó sobre él, robándole el aire de los pulmones, haciendo
que sus rodillas temblaran. Esta era su batalla, su prueba, y él tenía la horrible sensación de
que iba a fracasar.

—Para —Echo le susurró mientras se agarraba de la pequeña lagrima zafiro que


colgaba de la trenza de cuero alrededor de su cuello—. Tu puedes hacer esto. Encontraremos
las respuestas.

Envolviendo su brazo alrededor del cuello de Echo, Eyce tiró al hombrecillo hacia él,
apoyando la barbilla en la parte superior de la cabeza, dejando que la cercanía de su
compañero lo calmara. Ellos habían dado a Echo el collar para Navidad, prometiendo que no
importara qué, él siempre tendría un hombro para apoyarse. Ya era hora de Eyce fuera el
hombre y consiguiera juntar su mierda.

—Espero tengas razón.

—Para que conste, yo siempre tengo razón —Echo rió en voz baja—. Es sólo que nadie
me escucha.

—Nosotros escuchamos.

—Así es —Eyce casi podía oír como rodaban los ojos de Echo—. ¿Tu crees que esto sea
solo local? Quiero decir, ¿sólo ocurre aquí porque es dónde estamos?

—No tengo idea —Eyce sacudió la cabeza y soltó a Echo—. Supongo que eso es lo
primero que tenemos que averiguar. —La idea de que este fenómeno pudiera ser generalizado
no le sentó bien. La enormidad de su tarea lo abrumó. ¿Cómo se suponía que combatiría algo
en una escala más grande?

—Estoy bastante seguro de que está centralizado en nuestro lugar —Syx ofreció. Él
apretó el hombro de Eyce y le dio una sonrisa alentadora—. Esta puede ser tu prueba, pero no
estás solo.
91
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Eyce no hizo ningún comentario, pero sabía la verdad. Sus amantes sólo podían
ayudarlo hasta ahora. En algún momento, tendría que enfrentarse a esto por su cuenta.

Sólo esperaba estar listo.

Se agachó en el borde del lago, Eyce se acercó a tocar el agua, pero los pequeños dedos
se cerraron alrededor de su muñeca, deteniéndolo.

—No lo toques.

Entrecerrando los ojos por el sol miró a su compañero, Eyce sacudió la cabeza.

—Yo sólo quiero ver si es tan viscosa como parece. Tal vez podamos tomar una muestra
para la universidad.

—Ponte unos guantes. Además, no tienes nada para llevar una muestra.

Eyce levantó la mano y sonrió.

—Bruto, y no —Echo sacudió la cabeza con firmeza—. Lo que sea mató a todos los
peces. No vas a tocarlo.

—Echo, soy un demonio. Por no hablar, que creo que los peces probablemente
murieron porque lo ingirieron. No tengo planes de comerlo.

—No me importa. Eso es un pozo negro asqueroso. No vas a tocarlo. —Lamió su labio
inferior y abrió los ojos—. Por favor, ¿podemos sólo ir a casa ahora? —preguntó en voz baja
Echo—. Huele mal y me duelen los pies. —Señaló con un dedo la cara de Eyce cuando abrió
su boca—. Y yo no necesito que me lleven.

Eyce presiono los labios con firmeza para no reírse y asintió con la cabeza. El hombre
podría ser muy terco a veces, pero por lo menos no era un felpudo. Eyce no sabría que hacer
con un compañero que simplemente se dejara pisotear y fuera caprichoso.

Adoraba que Echo se pusiera firme cuando creía algo.

Y al parecer, esto era algo que creía fuertemente.


92

—Bien, volveré más tarde y obtendré una muestra.


Página
—Gracias.

—Eres una presa fácil —Vapre murmuró en voz baja, pero la expresión de su rostro,
dijo que entendía la necesidad de dar a Echo cualquier cosa que su corazón deseara.

Eyce se puso de pie, tenía un comentario listillo en la punta de su lengua, pero se


detuvo en seco cuando su móvil comenzó a vibrar en su bolsillo.

Lo sacó y frunció el ceño ante la pantalla antes de pulsar el botón de hablar y poner el
teléfono a la oreja.

—¿Fiero? ¿Qué pasa, hombre?

—¡Saca a Echo de ahí ahora ¡Ya vienen!

—¿De qué demonios estás hablando? No puedes haber llegado todavía. Sólo ha pasado
una hora.

—Ellos nos esperaban en las afueras de Columbia Falls. Myst recibió un balazo en el
cuello antes de que pudiéramos salir de allí.

—¿Dónde estás ahora? —Eyce esperaba que Fiero contestara su pregunta silenciosa.
Necesitaba saber si Myst estaba bien, pero no lo dijo en voz alta porque no quería preocupar a
su compañero. Echo ya lo estaba mirando sospechosamente.

—Hex lo sanó. Él está bien. Un poco conmocionado, pero nada grave.

Eyce suspiró de alivio al escuchar a Fiero.

—Estamos llegando al Lago McDonald ahora, y luego a Heavens Peak.

—¿El resto?

—Todo el mundo está golpeado, pero estamos vivos. Gage se llevó dos en el pecho, pero
tenemos las balas, y él esta curándose. Se desmayó en el asiento trasero. Tienes que salir de allí.
Toma a Echo y vete a alguna parte. A cualquier lugar.
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—Estoy en ello. Llamen si necesitan que les cubramos la espalda.


Página
—Ten cuidado. Estos tipos no están jugando, hombre.

Entonces Fiero colgó, dejando a Eyce con la carga de decirle a Echo lo que había
sucedido.

—Así que, ¿a dónde vamos? —Syx preguntó mientras él y Vapre se trasladaban para
formar un círculo protector alrededor de Echo.

—Canadá.

—¿Qué pasó? ¿Alguien se lastimo? ¿Por qué nos vamos? ¿Qué demonios hay en
Canadá? ¿Dónde están los demás? ¿Vienen pronto?

Vapre se estiró y casualmente puso su mano sobre la boca de Echo, silenciando


instantáneamente su interminable torrente de preguntas.

—Estamos dejando todo porque estás en peligro. Los demás están bien. Vamos a
Canadá porque es tan bueno como cualquier otro lugar. Ahora, yo voy a mover mi mano y
quiero que te calles. ¿Entendido?

Echo lo miró, pero asintió con la cabeza. Vapre quitó la mano lentamente,
observándolo todo el tiempo. Eyce se tensó, esperando el arrebato, y se dispuso a agarrar a
Echo si decidía que un poco de venganza física estaba a la orden.

Para su sorpresa, Echo no dijo una palabra. Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia
la casa.

—¿A dónde vas?

—¡A casa!

—¿No has oído nada de lo que acabo de decir? —Eyce gruñó en frustración y corrió
para alcanzar a su compañero—. No es seguro, Echo. No puedes ir tan campante de nuevo a
esa casa. Podrían estar esperando por nosotros.

—Entonces te sugiero que tengas un plan mejor —Echo se volvió y señaló con el dedo
94

en el vientre de Eyce—. Porque no voy a caminar hasta la jodida Canadá.


Página
—Me gustaría que todos sepan que esto es una mierda en serio.

Myst habló con voz ronca mientras se arrodillaba al lado del lago, sumergía las manos
en el agua recolectando la suficiente para limpiar la sangre en su cuello.

—¿Cómo demonios se supone que podamos entrar?

Fiero negó con la cabeza, cruzando los brazos sobre el pecho mirando a la cordillera en
la distancia.

—Vamos a tener que ir a pie desde aquí.

—¿Gage se levanto?

—Hex está trabajando en él —Fiero apartó la vista de la montaña y echó un vistazo por
encima del hombro—. Él debe estar por aquí pronto.

—No me gusta esto —dijo Onyx en voz baja—. Ellos sabían que estábamos yendo. —
Miró hacia la camioneta—. ¿Estás seguro de que podemos confiar en este tipo?

—No lo sé —Fiero gruñó con frustración. ¿Por qué demonios estaban aquí arriesgando
el cuello por un desconocido? además de la protección de su compañero ante la amenaza que
planteaba el laboratorio, no tenían negocios aquí—. Deberíamos estar en casa, cuidando de
Echo y ayudando a Eyce. Esta no es nuestra lucha.

—De acuerdo —Myst se echó agua en la cara una vez más y se puso de pie con un
gemido—. Siento que el chico pueda perder a sus compañeros. Es una mierda —Myst negó
con la cabeza. —Si ellos están levantando las cosas para irse, hasta nunca. Nos ocuparemos de
este idiota del Coleccionista, y entonces estaremos fuera de peligro.
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—No creo que vaya a ser tan fácil —Fiero imaginó la cara pálida de Echo, sus labios
Página
temblorosos. Su compañero lo había mirado con miedo en su mente—. Entonces, ¿qué
hacemos? Hemos llegado hasta aquí.

—Sí, y recibir un disparo fue la parte fácil. ¿Crees que sólo van a dejarnos bailar en ese
lugar? —Myst bufó en tono de burla.

—Esto es un asco.

—Entonces, ¿por qué me siento como que tengo que rescatar a esos tipos? —Onyx
preguntó.

Sí, Fiero también lo sintió. Por mucho que a él le encantaría decir a todo esto que se
joda y liberarse, no podía. Sintió el destino, la atracción, la llamada hacia las montañas. Algo
les aguardaba allí. Él sólo no sabía lo que era.

—Gage es importante, ¿no? —dijo Myst regañadientes—. Y sus pequeños compañeros,


van a ser importantes también. ¡Joder! nosotros no tenemos tiempo para estar luchando por
ahí recogiendo perros extraviados.

—Extraviados —dijo Fiero lentamente. Pero eso no era lo que estaban haciendo.

Ellos estaban reclutando. De repente parecía tan claro, que no sabía por qué no se había
dado cuenta antes. ¿Cuántos más encontrarían ellos antes de que la guerra llegara a su puerta?

—No me gusta esa mirada —Onyx ladeó la cabeza hacia un lado y sonrió—. ¿En qué
piensas, Fiero?

—No vamos a recoger perros extraviados.

—Bueno, ¿cómo diablos lo llamarías? —Myst exigió.

—Estamos construyendo un ejército.


96
Página
Capitulo Nueve

—Creo que no deberíamos irnos. —Echo paseó por la sala mientras sus amantes
corrían alrededor, embalando suministros y preparándose para su viaje a través de la frontera
canadiense—. Yo ni siquiera tengo un maldito pasaporte. Diablos, ni siquiera tenía un maldito
nombre hasta hace unas semanas.

—Hay maneras de evitar eso —dijo Syx distraídamente mientras se apresuraba con dos
maletas en las manos—. Nos encargaremos de ello.

—Pero ¿qué pasa con el lago? No podemos simplemente dejarlo.

—Nosotros nos ocuparemos de ello —dijo Vapre despreocupadamente mientras trotaba


en la habitación con otra maleta.

—¿Y los demás? ¿Sólo vamos a salir dejarlos? ¿Qué pasa si tienen problemas?

—Nos las arreglaremos —Eyce lanzó una chaqueta a Echo—. Ponte eso.

—Todos ustedes me acaban de decir la misma cosa de diferentes maneras.¡Es una


mierda! —Echo pateo el suelo como un niño y cruzó los brazos sobre su pecho—. Tu sabes
que van a seguirnos, ¿verdad? ¿Realmente quieres hacer frente al Coleccionista en tierra
extranjera? —descruzando los brazos se acercó a Eyce y le puso una mano en el codo—. Tu
me puedes proteger mejor si nos quedamos. Ventaja de jugar en casa, grandote.

Esto finalmente les dio a todos una pausa. Eyce, Syx, y Vapre se detuvieron de lo que
estaban haciendo y se miraron uno al otro antes de que sus ojos se posaran en Echo,
sorprendidos.

—Eso es poco halagüeño —refunfuñó—. Pero tiene sentido.


97
Página

—Así es —Vapre sonaba tan estupefacto, Echo quería golpearlo.


—Mira, yo no sé por qué estás tan sorprendido. Puede que no sepa tácticas de batalla o
lo que sea, pero es sentido común que me gustaría enfrentar a mi enemigo en mi propio
terreno. Supongo que un lugar neutral sería la segunda mejor opción, pero por poco. —La
respuesta parecía tan obvia, Eco tuvo que resistir el impulso de rodar los ojos.

Eyce asintió con la cabeza, sus ojos se estrecharon y sus labios se fruncieron.

—Está bien. Nos quedaremos, pero hacemos las cosas a mi manera. A partir de ahora,
considérate bajo arresto domiciliario.

Echo puso los ojos en blanco.

—Como si tuviera que ir a alguna parte —murmuró.

—Lo digo en serio, Echo. Tu no saldrás de la casa por cualquier motivo sin uno de
nosotros contigo. Ni siquiera creo que deberías vagar por el interior de la misma. —Los dedos
de Eyce barrieron junto a la mejilla de Echo—. Puedes llamarme sobreprotector o lo que sea,
pero tu seguridad es lo único que me importa en estos momentos.

Aunque no estaba exactamente emocionado con la idea de ellos cuidándolo a cada


paso, Echo sonrió con comprensión. Sólo estaban tratando de protegerlo. Lo menos que podía
hacer era hacer su trabajo más fácil.

—Lo prometo. Ni siquiera voy a ir tintineando a menos que estés allí para sacudirme.

—Pequeño pedazo de mierda —dijo Syx detrás de él—. Es una posibilidad muy remota
que alguien vaya a entrar en la casa sin ser detectado, pero es mejor estar preparado para lo
peor.

Mirando por encima del hombro, Echo adornó a Syx con su sonrisa.

—Relájate. Lo entiendo. No voy a discutir.

—Esa será la primera vez.

Echo le sacó la lengua a Vapre, lo que le valió una sonrisa brillante y una pequeña risita.
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—Quiero saber qué pasó con los otros.


Página
Echo volvió sus ojos a Eyce.

—Sé que algo sucedió, y supongo que uno o más de ellos están heridos. A juzgar por el
hecho de que querían llevarme a Canadá, apuesto a que también implica al laboratorio.

Eyce abrió la boca para hablar, pero Echo lo interrumpió.

—No necesito todos los detalles sangrientos. Sólo quiero saber si todo el mundo está
bien y donde están ahora.

—Myst y Gage se vieron afectados, pero están bien ahora —Echo aprecio que Eyce se
lo dijera directamente—. Se dirigían hacia Heavens Peak cuando hablé con Fiero. Eso es
realmente todo lo que sé.

—Gracias —Echo habló con calma, pero por dentro sentía el pánico burbujeando en su
pecho—. Estoy un poco cansado después de la caminata hasta el lago y la vuelta. Voy a tomar
una siesta.

—Yo voy contigo —dijo Eyce inmediatamente.

Echo comenzó a discutir. Realmente sólo quería estar a solas con sus pensamientos
durante un tiempo, pero se acordó de su promesa de unos momentos antes. Así que, suspiró y
bajó la cabeza, extendiendo una mano por su amante para tomarla.

—Está bien, pero si roncas, voy a patear tu culo al piso.

—Yo no ronco —dijo Eyce indignado. Luego arrugó la nariz y levantó las cejas—. ¿Lo
hago?

—Al igual que un zumbido maldito —dijo Syx sin perder el ritmo—. Sinceramente, no
sé cómo alguien en la casa puede dormir con eso.

—Oh, cállate y vete a asegurar de que todo está cerrado a cal y canto. Quédense juntos
y me despiertan si ven algo sospechoso. Si una maldita ardilla deambula dentro de unos quince
metros de la casa, quiero saber sobre ella.
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El estado de ánimo en la sala dio un giro drástico de luz y juegos, a sombrío y serio.
Página
—Estamos en eso —Echo medio espero que Vapre buscara su atención y saludara a
Eyce. No lo hizo, y fue un poco decepcionante.

—Entonces, ¿estás al mando cuando Hex se va? —preguntó Echo su amante mientras
subían la escalera.

—Sí. Es un trabajo de mierda a veces, sobre todo con este lote. A todos les gustaría
fingir que estoy soplando humo por el culo. Escuchan cuando es importante, así que supongo
que no puedo pedir más que eso.

—No te gusta estar a cargo. —No era una pregunta. Él podría decir por el tono de Eyce
y sus hombros tensos que el hombre esperaba que Hex regresara pronto para hacerse cargo de
la tarea.

—No, realmente no lo hago. Prefiero dejar eso a Hex. Que me diga qué hacer y cuando
y yo lo hago. Eso deja poco espacio a los errores.

—Eres un gran sub —dijo Echo en torno a una risita.

Eyce resopló y sacudió la cabeza.

—No del todo, pero los errores consiguen personas muertas. No quiero ese tipo de
responsabilidad.

Mordiéndose el labio, Echo se mantuvo en silencio, reflexionando sobre las palabras de


su amante y una pieza más del rompecabezas que era Eyce cayó en su lugar.

—¿Nos arriesgamos a llamarlos? Sabes que Echo debe estar fuera de sí —Fiero habló en
voz baja a Hex mientras se empujaban a través de los árboles—. Han pasado casi dos días
100

desde que salimos.


Página
—Sabes que no podemos correr el riesgo —Hex negó con la cabeza y luego miró
encima del hombro a los hombres que seguían detrás de ellos—. No sé si son capaces de
rastrear la señal GPS o no, pero no estoy descontando nada. Viste el tamaño de ese lugar.

Fiero gruñó su acuerdo, pero no tenía por qué gustarle. Una parte de él sólo quería que
sus amantes supieran que estaban a salvo y haciendo su camino a casa, otra parte ansiaba oír
la voz de Echo. Incluso si pudiera hablar con el pequeño hombre un momento, se sentiría
mejor acerca de toda esa jodida situación.

—Los extraño, también —susurró Hex—. No me gusta hacer que se preocupen, pero
debemos estar en casa mañana por la tarde. Eyce mantendrá a todo el mundo en calma hasta
que lleguemos allí.

—¿Crees que se fueron? —¿Habrían hecho como él les había ordenado? ¿Habrían
tomado a Echo, y huido? Él quería que estuvieran a salvo, pero también quería que estuvieran
esperando en su casa cuando llegaran.

—Creo que Eyce hará lo que piense que es mejor.

Fiero miró hacia atrás cuando oyó un suave gruñido. Uno de los compañeros de Gage
estaba de rodillas en el suelo, con el rostro enrojecido y los párpados caídos mientras jadeaba
en busca de aire.

—Vamos a tener que parar pronto. No podemos seguir empujando como esto.

—¿Crees que hicimos lo correcto? —Myst se situó junto a ellos e hizo una pausa para
esperar a que Gage asistiera a sus compañeros—. Tal vez debimos de intentar rescatar a todos
ellos.

—No había manera de que pudiéramos lograrlo sin que alguien fuera asesinado —
Fiero se rió y negó con la cabeza—. Y estoy bastante seguro de que nuestro pequeño
compañero se enojaría mucho con eso.

Onyx se rió con él.


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—Si esos dos son la mitad del problema que Echo es, Gage va a tener las manos llenas.
Página

Quiero decir, hay siete de nosotros, y apenas podemos seguir el ritmo de Echo.
—No se equivoquen de quién está a cargo —Hex murmuró.

—Echo —todos ellos respondieron juntos luego se echaron a reír en silencio.

—¿Cuánto falta hasta el campamento para pasar la noche? —Gage preguntó mientras
trotaba hacia ellos—. Lo siento, sé que están ralentizando por nosotros, pero Mac dice que no
han comido en dos días.

El pecho de Fiero se constriño, y se pasó una mano sobre el corazón. Hacia unas pocas
semanas que Echo estuvo así. Cómo hizo todo el camino, con el frío, desnudo y hambriento
estaba más allá de él.

—No te disculpes —Hex le dijo al guardia que le dio una palmada en la hombro—.
Comprendemos. Hay una corriente a unos pocos kilómetros al oeste de aquí. Nos detendremos
allí.

—Gracias —murmuró Gage—. Puedo llevar a uno de ellos, pero incluso aunque son
pequeñas, dudo que pueda llegar tan lejos con tanto.

—Voy a llevar uno —Fiero no quería exactamente la carga de más peso, pero mientras
más rápido se movieran, más rápido estarían en casa. Además, los pequeños hombres parecían
muertos sobre sus pies, y él nunca le pediría tanto a su propio compañero.

—Gracias —Gage repitió en voz baja.

—No hay problema —Myst sonrió y golpeó al hombre con su hombro—. Volamos un
helicóptero por ti. Eso nos hace prácticamente de la familia.

Onyx resopló y extendió la mano para abofetear Myst en la parte posterior del cabeza.

—Eres un idiota.

—Lo que sea, hombre —Myst se frotó la parte posterior de la cabeza y se encogió de
hombros.

—Harías lo mismo por nuestro compañero.


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—Yo lo haría —Gage asintió con la cabeza en acuerdo—. No lo hice con Echo muy
Página
bien, pero hice todo lo posible para mantener a todos los residentes a salvo. Es un buen chico.
Odiaba la manera en que los otros guardias lo trataban.

—¿Cualquiera de ellos alguna vez..?. —Fiero se desvaneció, no podía decir la pregunta


que necesitaba desesperadamente una respuesta.

—No en mi turno —Gage gruñó con vehemencia—. Algunos de ellos trataron con
Sony una vez. Estarán bebiendo sus comidas a través de una paja por los próximos seis meses.
—Rastrillando una mano por su pelo, resopló de frustración—. No puedo decirlo cuando
estaba fuera de servicio, pero nunca mencionaron nada más de que lo habían atado, y que
pensaron que si lo tocaban podían ganar algunos de sus poderes.

Fiero suspiro de alivio, pero el demonio en él todavía quería encontrar a esos hombres y
rasgarlos en pedazos.

—Eso es lo que nos dijo Echo también.

—Está bien, bueno, yo quiero llegar a casa por una comida, una ducha caliente, y una
buena bienvenida a casa de mis hombres —Myst frotó las manos con avidez y luego señaló
hacia el oeste—. ¡Movámonos!

La mañana del tercer día después de la llamada telefónica de Fiero, Eyce se encontraba
paseando por la cocina, murmurando airadamente a sí mismo. No había sabido nada de sus
amantes desde entonces. No sabía dónde estaban, lo que estaban haciendo, si habían sido
capturados, o si aún seguían vivos.

Nadie había venido a buscarlos a ellos o a Echo. Eyce pensó que deberían estar
agradecidos por el hecho, pero sólo sirvió para roer sus ya desgastados nervios. No podía dejar
103

de sentir como si fueran a jugar a un juego, y por alguna razón, tenía la clara impresión que
Página

estaban perdiendo.
Para agregar a su ya pesada carga, todavía no tenía una maldita pista de qué hacer con
los lagos y estanques. Las cosas sólo empeoraban. Nuevos informes surgían por todos lados
sobre los numerosos pequeños lagos y estanques alrededor de Eureka. Había enviados a todos
los científicos para recoger muestras. Varias pruebas diferentes habían sido llevadas a cabo, y
aún así, nadie podría identificar una causa.

Toda la ciudad estaba alborotada, las personas entraban en pánico por la seguridad de
su agua potable. Eyce no los culpaba. Sólo deseaba saber cómo ayudar.

Todas las noches, él se escabullía después de que Echo se hubiera quedado dormido y
hacia su camino por el bosque hasta el pequeño estanque justo al oeste de la casa.

Se sentaba en la hierba cerca de la orilla de la laguna y miraba la escases de agua,


exprimiendo su cerebro por alguna forma de arreglar todo esto.

Incluso había estado tan desesperado como para pedir ayuda al Oráculo. Por supuesto,
ella lo ignoró, dejándolo que se sintiera solo y enojado en la noche de luna, noche tras noche.

—Vas a hacer un agujero en el suelo, si no dejas eso.

Echo bostezó mientras laboriosamente iba a la cocina en nada más que un par jeans de
cintura baja.

Los dioses lo bendigan, Echo se había mantenido muy bien bajo presión. El calor se
filtraba en su corazón, extendiéndose a sus miembros y descongelando los fríos que sus
pensamientos le aquejaban.

—Buenos días, cariño.

—Mmm, si tú lo dices —Echo se frotó contra Eyce, acariciando el frente de su pecho—


. ¿Has oído algo?

Cerrando los ojos, Eyce mantuvo a Echo cerca y apoyó la barbilla en la parte superior
de la cabeza del hombre.
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—No —susurró. Sintió a Echo temblar en sus brazos, y odio que no pudiera dar
mejores noticias a su pareja.
Página
—Y no puedo llamar ya que podríamos revelar su ubicación, ¿no?

—Si ellos están en problemas, alguien habrá obtenido sus teléfonos. Si están escondidos,
van a tener que apagarlos. De cualquier manera, no seremos capaces de ponernos en contacto
con ellos.

—¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar antes de ir a buscarlos?

—No lo sé. Vamos a esperar a ver qué pasa, ¿de acuerdo? —Por mucho que Eyce quería
ir y asaltar el complejo y rescatar a sus hombres, había varios factores que tenía que tener en
cuenta en primer lugar. Sabía que no tenía que enfrentar al enemigo solo. Llevarse a Syx y
Vapre con él significaba dejar sin protección a Echo, definitivamente esa no era un opción.
Llevarse a Echo con ellos, derecho al corazón del peligro de nuevo, tampoco era una opción.

—Lo siento —sopló Echo—. No debí pedirles que fueran.

—Calla. Ellos sabían a donde se dirigían cuando lo acordaron. —Empujando a Echo


suavemente, Eyce sonrió y le guiñó un ojo—. Somos demonios, bebé. Esos cuatro hombres
son los hijos de perra más duros que conozco. Va a tomar mucho más que algunos seres
humanos con un poco de poder para acabar con ellos.

—Si realmente lo creyeras, no saldrías a escondidas por la noche y caminarías en la


cocina por las mañanas —Echo lo miró con preocupación—. Te ves horrible. ¿Cuándo fue la
última vez que dormiste o comiste cualquier cosa?

—Estoy bien —Eyce trató de tranquilizarlo, pero se dio cuenta que no le creía cuando
Echo simplemente siguió mirándolo con una ceja enarcada—. Voy a tomar una siesta dentro
de poco, ¿de acuerdo?

—No eres bueno para ti mismo o cualquier otra persona si no puedes ponerte de pie. Ve
a la cama ahora. Vapre y Syx deben estar aquí pronto. Creo que puedo estar la próxima hora
sin supervisión.

—No. —El tono de Eyce no admitía discusión—. O los despiertas ahora, o vienes a la
105

cama conmigo. De lo contrario, yo me quedo aquí.


Página

—Está bien —Echo le sonrió—. Vamos a ir a la cama.


—¡Tú planeaste esto!

Echo pasó junto a él y salió de la cocina.

—¡Duh! esta cosas del celibato es para los pájaros. —Él se detuvo en seco, pero no
giro—. En realidad, creo que las aves probablemente reciben más acción que yo últimamente.
Huh, imaginen eso. —Se encogió de hombros y continuó adorablemente fuera de la cocina.

Eyce se debatió durante sólo un segundo antes de precipitarse fuera de la cocina,


corriendo para ponerse al día con su compañero. Recogió a Echo en sus brazos y corrió al otro
lado de la sala de estar, subiendo las escaleras de dos en dos, a continuación, por el pasillo
hacia su dormitorio.

Una vez dentro, lanzó a Echo al colchón, amando los sonidos de sus risitas. Echo
rebotó dos veces antes de llegar a descansar en el centro de la cama, mirando a Eyce
inocentemente.

—¿Significa esto que tengo que desnudarme?

—A menos que quieras destrozar esos jeans, hazlo.

Los ojos de Echo se abrieron, su rostro se enrojeció, y su aliento tartamudeó. Él se dejó


caer en la cama, empujando sus pantalones abajo de sus caderas, luego pateó los pies en el aire
para alejarlos de sus piernas. Lo lanzó a través de la habitación y se deslizó hasta estar cerca de
la cabecera de la cama, palmeando su ya dura polla y acariciándola rápidamente.

—Ha sido demasiado tiempo, Eyce. Date prisa.

Eyce no podría estar más de acuerdo. Quitando la ropa de su cuerpo, se desnudó en un


tiempo récord y merodeo la cama, arrastrándose por el colchón hasta que se extendió sobre su
amante.

—Eres mío —dijo entre dientes cuando sus cálidos cuerpos se encontraron, y su polla
adolorida se presiono entre las piernas de Echo, frotando por encima de su salida—. Te
necesito.
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—Oh, sí —Echo acordó sin aliento. Tiró más fuerte en su polla llorosa, con la espalda
Página
haciendo una reverencia y sus caderas arqueándose fuera de la cama—. Por favor.

Dioses, Eyce anhelaba esos deliciosos gemidos. Con su mundo desmoronándose a su


alrededor, no habían tenido tiempo para simplemente disfrutar de la sensación de su
compañero en sus brazos, frotándose contra él, su cuerpo moviéndose como uno.

—Una vez más —exigió. Un gruñido salvaje escapó de su boca jadeante, y se lanzó
hacia adelante, invocando los labios de Echo y metiendo su lengua en su interior para saborear
la dulzura que le esperaba. Gimiendo en voz alta, saqueando y expoliando, dominando el beso
mientras su lengua recorría el interior de la boca de su compañero, exigiendo que Echo
respondiera a él.

Su amante no lo defraudó. Sus manos se enrollaron en el pelo de Eyce, tirando de él


más cerca cuando Echo atacó su boca, follándose contra él para que sus erecciones de acero
duras se frotaran juntas.

—Por favor —Echo gimió mientras sacaba su boca, jadeando en busca de aire, su
pequeño pecho agitado mientras chupaba el oxígeno muy necesario.

—Eso es, bebé —Eyce se apartó de los labios de su amante, lamiendo un camino
mojado por el cuello y por encima de su clavícula—. Ruega por mí.

Deslizando una mano debajo de la cadera magra de Echo, Eyce agarró firmemente la
carne, tirándolo más hacia él mientras sus cuerpos ondulaban juntos en el centro de la cama.

—Por favor, Eyce. Oh, joder, te necesito. Hazme el amor.

Las palabras rompieron a través de la bruma lujuriosa que le rodeaba, y Eyce hizo una
pausa en su asalto a la boca de color cobre entre sus dientes. Jodido, si sabía cómo hacerlo.
Nunca había hecho el amor con alguien antes. ¿No es que se requería amar realmente a la
persona por debajo de él?

Empujándose hacia arriba en el otro brazo, él miró los ojos vidriosos de Echo por un
largo tiempo. ¿Amaba a ese hombre? ¿Si hubieran tenido tiempo suficiente juntos? Él sabía que
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le importaba Echo, quería protegerlo y mantenerlo feliz. Haría cualquier cosa por ver esa
hermosa sonrisa aumentar en los labios de su amante.
Página
—Está bien —susurró Echo y Eyce odiaba la tristeza en su voz—. Sólo jódeme —Echo
se arqueó fuera del colchón, presionando sus pechos juntos, y gimió—. Por favor, Eyce. No
puedo esperar más.

Sintiéndose como una rata bastarda, Eyce apartó sus incertidumbres y se inclinó sobre
Echo para agarrar el lubricante de la mesita de noche. Su polla le dolía y palpitaba,
esforzándose por alcanzar el estrecho agujero de Echo mientras deslizaba su longitud a lo largo
del pliegue de las mejillas de su compañero. Necesitaba alivio, a continuación, tal vez sería
capaz de resolver sus sentimientos. Sí, sonaba como una excusa bastante pobre, incluso para él,
pero no podía hacer frente a cualquier otra cosa a continuación.

Moviendo de un tirón abrió la tapa, se sirvió una generosa cantidad de aceite


resbaladiza en su palma, cerró la tapa y lanzó la botella por un lado, sin importarle donde
aterrizó. El peino su polla palpitante, gimiendo de placer y esperando un momento, antes de
cumplir con su atención en Echo.

Inclinándose sobre su compañero de nuevo, aplastó sus bocas, gruñendo contra los
labios de Echo mientras sus dedos lubricados separaban los globos redondeados del culo de
Echo y se centro en su agujero apretado.

Echo gruñó en la boca de Eyce, meciéndose contra el dedo empujando en su entrada.

—Deja las burlas y cógeme.

—Dioses, eso es jodidamente caliente —Eyce hundió el rostro en el cuello de Echo,


chupando y lamiendo la carne salada mientras se empujaba en el canal forrado de terciopelo
de su compañero.

Echo gritó, echando atrás la cabeza en la almohada su cuerpo se estremeció y se


resistió.

—Más. —Feliz de hacerlo, Eyce coloco su dedo dentro y fuera del agujero ceñido de
Echo unas cuantas veces más, luego añadió un segundo dedo, empujando más o menos
mientras raspaba con los dientes sobre el hombro de su compañero—. Te voy a joder hasta
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que no puedas caminar en línea recta durante una semana. Quiero que te vengas con mi polla
Página

y grites mi nombre a los cielos. ¿Vas a grita para mí, bebé?


—¡Ahh!

—Eso es. Más alto, Echo.

Eyce resbaló un tercer dedo al lado de los dos primeros, torciendo la muñeca y
estirando a Echo para recibirlo. Su compañero se volvió loco, follándose contra su mano,
follándose a sí mismo en los dígitos largos de Eyce.

—Ahora. Por favor, Eyce. Oh, maldita sea, ¡por favor!

—Me encanta cuando ruegas, cuando gimes y gimes. Amo la forma en que sacudes tu
cuerpo y tiemblas por mi tacto —Eyce extrajo suavemente sus dedos y los reemplazó de
inmediato con la cabeza llena de sangre de su polla—. Amo cómo tus ojos se ponen vidriosos,
como se ruboriza tu piel, una bonita sombra de rosa. —Él se empujó dentro, revistiéndose a sí
mismo hasta la raíz en el sedoso interior cálido de su amante con un golpe rápido.

Echo gritó, con los músculos en tensión y sus paredes interiores sujetándose alrededor
de la polla de Eyce.

—Mm, sí, me encanta la forma en que tu culo sólo come mi polla, la aprieta y
estrangula cuando no quieres que me vaya nunca.

—No —Echo sacudió la cabeza rápidamente, con los ojos clavados en los de Eyce—.
No te vayas.

Sus ojos se ablandaron, Eyce se extendió sobre el pecho de Echo, besando sus labios
lenta y tiernamente cuando comenzó un suave empuje dentro del cuerpo de su compañero que
le daba la bienvenida.

—No voy a ninguna parte, Echo. No puedo vivir sin ti, bebé. —Sabía que las palabras
eran ciertas, incluso a medida que fluían de sus labios temblorosos. Él haría lo que fuera
necesario para mantener a Echo con él para siempre.

Deslizando un brazo debajo de la espalda magra de Echo, Eyce lo levantó,


sosteniéndolo más cerca para continuar empujando lento y fácil, sus movimientos casi
109

perezoso. Él arrastró sus labios en el rostro de Echo, sus mejillas, por su mandíbula hasta que
Página

sus bocas se reunieron finalmente en un beso estremecedor que dejó su cabeza dándole vueltas.
Cuando la necesidad de aliento se convirtió en demasiado, Eyce se apartó de la boca de
Echo, pero no se movió mucho. Sosteniendo a su amante para mirarlo a los ojos, al ver su
futuro colocado ante él como una ofrenda. Él sólo tenía que encontrar el valor para extender la
mano y tomarlo.

Sus bolas se estremecieron, su columna vertebral se puso rígida, y su piel chisporroteo,


anunciando que su clímax se aproximaba. Demasiado pronto, su cerebro gritó. Él no quería
perder la cercanía que compartían cuando sus cuerpos estaban unidos de esta manera, su polla
enterrada profundamente dentro del agujero aterciopelado de su compañero.

Entonces los dedos de Echo llegaron hasta rastrear los pómulos de Eyce, y una sonrisa
se dibujó en sus labios dulces, hinchados por los besos. Lágrimas contenidas brillaban en sus
ojos zafiro, y tragó saliva antes de inclinarse y darle un beso justo debajo de la mandíbula.

—Te amo —él susurró.

Fue como ser golpeado por un autobús. El orgasmo de Eyce lo atravesó sin previo aviso,
saliendo borbotones de su ranura para llenar el convulsionando túnel de Echo. Rugiendo el
nombre de su amante, Eyce aplasto a Echo hacia él, bombeando a través de su puesta en
libertad. Echo jadeó, con los brazos alrededor del cuello de Eyce bloqueándolo, leche caliente
lleno el espacio entre ellos.

Completamente agotado, Eyce bajo a Echo de vuelta al colchón y empujó el pelo


húmedo de de la frente sudorosa de su compañero. Él podría tenerlo todo. Todo lo que siempre
había querido. Sólo tenía que entregar su corazón confiando en que Echo siempre lo
protegería.

Al presionar los labios contra la sien de su amante, Eyce apretó los ojos, cerrándolos y
oro que hubiera tomado la decisión correcta.

—Te amo, también, bebé.


110
Página
Capitulo Diez

—Lo amo —dijo Eyce con una sonrisa tonta en la cara—. Él es tan pequeño, pero es
más fuerte que cualquiera de nosotros.

—Estoy de acuerdo —el Oráculo respondió con una sonrisa torcida.

—Así que, supongo que ahora entiendo todos estos enigmas. Tuve que averiguarlo por
mi cuenta. Yo no podía obligarme a amar Echo.

—Sabias palabras, Guerrero, pero aún tienes que rendirte.

—Pero, lo he hecho. He entregado todo lo que tengo, todo lo que soy, a Echo. Él es mi
puerto seguro, la única persona que ve a través de mí. Yo no tengo que fingir con él.

—Su protección te ayudará a ganar esta batalla, pero no la guerra.

Luego se desvaneció, dejando Eyce en el campo soleado sintiéndose más confundido


que nunca.

—Despierta —susurró una voz en su oído. Girando en círculos, Eyce no vi a nadie.


Reconoció la voz, sin embargo, la seguiría a cualquier lugar—. Despierta, amor.

Eyce cerró los ojos y sonrió. Cuando los parpadeó abriéndolos de nuevo, el dulce rostro
de Echo se cernía sobre él, sus ojos bailando con felicidad.

—Ella no desperdicia palabras, ¿eh?

—¿Cómo sabías que estaba hablando con el Oráculo?

—Murmuras en sueños, tipo grande —Echo le guiñó un ojo antes de dejar caer un beso
111

en la frente y dar la vuelta para saltar de la cama.


Página

—Es casi mediodía, y me muero de hambre —Se vistió rápidamente y luego se volvió a
pasear de nuevo al lado de la cama—. Te ves mejor. ¿Buena siesta?

—Sí, mejor que bien.

Echo jugueteaba nerviosamente, retorciéndose las manos frente a él mientras se


chupaba el labio inferior entre los dientes y lo masticaba vigorosamente. Sus cejas se juntaron y
un leve rubor trabajo su camino hasta el cuello para teñir sus cremosas mejillas.

—Dilo de una vez.

—¿Te refieres a eso? —espetó Echo—. Quiero decir, ¿fue sólo el calor del momento, o
porque lo dije antes? No quiero que te sientas como que tienes que decirlo porque yo lo dije.
No puedo dejar de sentir lo que siento, pero no tendría que haberlo dicho así. Debí haber
esperado un mejor momento.

Sonriendo maliciosamente, Eyce enredo los dedos alrededor de la muñeca de Echo y


tiró de él hacia atrás en la cama poniéndose sobre el pecho.

—Tu balbuceas mucho cuando estás nervioso.

—Sí, lo siento por eso. —Echo se mordió el labio de nuevo, sus ojos se centraron en la
barbilla de Eyce.

—Mírame. —Esperó hasta que Echo vacilante levantó la cabeza y lo miró a los ojos.
Sosteniendo su mejilla con la mano, el corazón de Eyce se derritió cuando su compañero
zumbo feliz y se acarició con su palma—. Yo no lo habría dicho si no lo pensara en serio. Mi
cerebro sólo necesitaba un poco de tiempo para ponerse al día con mi corazón.

—¿Me lo prometes?

—Por supuesto. Te amo Echo. Me encanta todo sobre ti.

—Bueno —Una sonrisa de un kilometro de ancho se extendió por el rostro de Echo, y


él se inclinó para frotar sus narices juntas—. Te amo, también, grandote. ¿Que comemos
ahora?
112

Rodando los ojos, Eyce sonrió y le dio un manotazo en el culo cuando se dio vuelta y se
Página

levanto.
—Déjame levantar, y vamos a encontrar a Syx y Onyx. —Un pensamiento repentino
vino a él, y Eyce agarró la cadera de Echo, impidiéndole alejarse—. Bebé, ¿amas a los demás?

—¿Eso es malo? —Echo parecía nervioso de nuevo—. No sabía que había una regla que
dijera que sólo podía amar a uno de ustedes. De hecho, pienso que sería malo.

Con un suspiro de alivio, Eyce palmeó el culo de su compañero de nuevo.

—No, bebé, no está mal. En realidad estaba preocupado de que no lo hicieras. ¿Le has
dicho al resto?

Echo se deslizó a un lado de la cama y sacudió la cabeza lentamente.

—Tú eres el primero.

Eyce se echó a reír, agarrándose a los lados mientras se deshacía hacia adelante y hacia
atrás sobre el colchón.

—¿Qué demonios te pasa? —Exigió Echo, los puños en las caderas.

—¡Oh, no puedo esperar para decirle a Fiero!

—Decirme, ¿qué?

Eyce dejó de reír de inmediato y se quedó mirando con asombro a la figura de pie en el
umbral. Su corazón martilleaba en su pecho, formando un bulto en la garganta, cortando todo
lo que quería decir.

—Has vuelto —susurró Echo. Entonces se lanzó a través de la sala, saltando a los
brazos de Fiero y atacando su boca como un hombre muerto de hambre—. Te extrañé mucho.
¿Estás bien? ¿Los demás lo están? ¿Dónde está todo el mundo?

Fiero se rió entre dientes, apretando a Echo hacia él como si él nunca tuviera la
intención de dejarlo ir.

—Todo el mundo está bien. Están todos en la cocina, junto con Gage, Mac y Sony.
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Eyce se levantó lentamente de la cama y cruzó la habitación hasta que se puso de pie
Página

justo enfrente de sus amantes.


—Bienvenido a casa, Fiero —susurró.

Fiero mantuvo su dominio sobre Echo con un brazo, pero su otra mano se disparó para
envolverse alrededor de la parte posterior del cuello de Eyce, tirando de él en un beso
desesperado. Eyce gimió, su lengua envolviéndose alrededor de Fiero cuando empuñó una
mano en el cabello del hombre, tirando de él aún más cerca.

—Dile —susurró Echo, rociando un poco de deseo en Eyce.

—Decirme, ¿qué? —Fiero jadeó contra la sien de Eyce, con la mano aún agarrando la
parte posterior de su cuello.

Mirando a los ojos de Echo, abogó porque su compañero guardara silencio.

Sí, él amaba a sus hombres, pero eran demonios y guerreros. Además, esperó tantos
años, ¿le creerían si les dijera ahora?

—¿No puedes ver lo mucho que te necesita? —susurró Echo—. Yo no te dejaré caer.

—Alguien, por favor, dígame qué diablos está pasando aquí —Fiero gemía mientras
lamía un camino lento alrededor de la oreja de Eyce.

—Dioses, te extrañé. Los echaba de menos a todos ustedes.

Tragando saliva audiblemente, Eyce sacó la cabeza del cabello de Fiero y lo miró a los
ojos. Él abrió la boca para pronunciar las condenatorias palabras, pero la expresión del rostro
de Fiero lo sobresaltó.

—¿Qué?

—¿Qué diablos le pasó a tus ojos?


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Página
Echo no podía dejar de mirarlo. Después de haber besado y abrazado a sus hombres, y
saludar a sus invitados, había vuelto a arrastrarse a la seguridad del regazo de Eyce y se quedó
mirándolo. Habían pasado los remolinos de colores que nunca habían podido reconocer, y un
azul pálido, soñador ahora brillaba en los ojos de Eyce.

—¿Podrías dejar de mirarme así? —Eyce gruñó golpeando a Echo en la parte posterior
de su cabeza.

—No puedo evitarlo. Son hermosos.

—Están muy bien —dijo Sony silenciosamente desde su lugar en el regazo de Gage.
Mac se sentaba al lado de ellos, escondido bajo el brazo de Gage. Echo pensó que todos
parecían estar un poco preocupados, pero felices de estar juntos.

—No lo entiendo —Myst rodeó la mesa, agarró un puñado del pelo de Eyce, echó la
cabeza hacia atrás, y se inclinó hasta que sus narices casi se tocaron—. ¿Cómo ha ocurrido?

Eyce sonrió y se inclinó a picotear los labios del demonio.

—No tengo idea. Bienvenido a casa, sexy.

Myst sonrió tontamente y libero el pelo de Eyce.

—Es bueno estar en casa.

Echo pensó que su corazón iba a estallar. Sus hombres obviamente se amaban entre sí.
¿Por qué no podían decir las palabras? Suspirando, apoyó la cabeza sobre el hombro de Eyce y
decidió que no importaba. Incluso si no podían decirlo, mostraban su amor en todas las formas
en que importaba.

—Quiero saber todo —Vapre exigió.

—Quiero saber por qué estás aquí, cuando te dije que tomaras a Echo y corrieras —
Fiero gruñó cuando se dejó caer en una silla junto a Syx.

—Echo hizo un fuerte argumento para quedarse —Syx rió—. Ventajas de jugar en casa,
115

Fiero.
Página
—Eso es realmente muy inteligente —Fiero accedió a regañadientes—. Nosotros
habríamos estado mejor preparados si hubiéramos estado aquí en vez de al aire libre cuando
atacaron.

—¿Quién te atacó? —preguntó Echo cuando se enderezó del regazo de Eyce y se


inclinó hacia delante para descansar los codos en la mesa—. ¿Había mucho?

—Sólo una pequeña guardia —respondió Gage—. Nos emboscaron antes de llegar a la
entrada del parque.

—Así que, ¿ellos sabían que ibas a ir?

—No sé cómo, pero se vio de esa forma.

—¿Cómo llegaste a Sony y Mac?

Gage resopló y volvió la cabeza hacia Hex.

—Preguntale al jefe.

Echo miró a Hex con las cejas levantadas.

—¿Y bien?

—Fiero voló un helicóptero.

—¿Perdón? —Echo giró la cabeza para mirar a Fiero con asombro—. ¿Puedes hacer
eso?

Fiero le guiñó un ojo y le dio una pequeña sonrisa.

—¡Wow! Entonces, ¿qué pasó? ¿Cómo es que te tomó tanto tiempo para volver?

—Él explotó el helicóptero y el coche y Myst lo saco de la maldita cosa. —Hex rodó los
ojos y suspiró—. Tuvimos que caminar de regreso.

—Y vaya que apestaba —Mac elevó la voz.—. Deberías haber visto algunos de los lagos
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y estanques que pasamos. Era brutal mirarlos y había peces muertos flotando en la parte
superior. Olía como una bolsa de gilipollas.
Página
—¿A qué distancia? —Eyce preguntó mientras deslizaba su mano por la columna
vertebral de Echo—. ¿Todo el camino al glaciar?

—No —Myst negó con la cabeza—. No vimos nada de eso hasta que estábamos casi en
casa.

Echo sintió más que oyó el suspiro de alivio de Eyce. Deseó saber cómo ayudar a su
amante. Había estado intentando durante días llegar a un plan, pero lo mantuvo en blanco.
Infierno, todavía ni siquiera sabia lo que estaba convirtiendo el agua en roja y matando a todos
los peces.

—Bueno, volaste un helicóptero, pero eso no explica cómo los sacamos fuera del
laboratorio —Vapre se tiro en su silla, con los pies apoyado en la mesa de la cocina.

Echo se aclaró la garganta, entrecerrando los ojos a las botas embarradas de Vapre. El
demonio hizo una mueca y bajó los pies al suelo, sentándose y enderezándose en su silla.

—Lo siento, Echo.

—Oh, tu los tienes entrenados muy bien —dijo Sony emocionado.

—Tienes que enseñarnos.

—Sí, por favor —Mac asintió con entusiasmo.

Echo rió cuando Gage gimió ante sus compañeros.

—Más tarde —dijo a los dos morenos con un guiño antes de volver su atención a Hex.

Su líder se encogió de hombros.

—Esperamos hasta que trajeron a todo el mundo para cargarlos en los helicópteros.
Fiero voló los dos. Myst congeló a los guardias y tomó a estos dos. —Señalo con una mano a
Sony y Mac—. Fue casi demasiado fácil.

—¿Te gusta como salio? —preguntó Echo.


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—Bueno, no fue tan fácil. Nos dispararon, pero no fue tan duro como yo esperaba.
Página
—El Oráculo —murmuraron varias voces a la vez.

—Pero, ¿por qué querría que fueran rescatados en primer lugar? —Syx cruzó los brazos
sobre su amplio pecho—. ¿Y por qué los otros no?

—Tenemos una teoría acerca de eso.

Todos miraron a Myst, que se dio la vuelta y miró a Fiero. Fiero miró al guerrero, pero
se dirigió a la habitación.

—Ellos tienen poderes. Gage es un hombre lobo. Creo que vamos a encontrar a otros, o
nos van a encontrar antes de que todo esto sea dicho y hecho.

—Parece que esta guerra va a ser mucho más grande que lo cualquiera de nosotros
anticipo —añadió Myst.

—Parece que vamos a necesitar un poco de ayuda —Onyx hizo un gesto hacia el trío
frente a él.

—¿Un ejército? —Echo se estremeció ante las implicaciones. ¿Qué tantos se unirían a
ellos? ¿Cuántos más necesitarían?

Hex asintió con la cabeza confirmando.

—Exactamente un ejército.

—¿Todos vamos a quedarnos aquí? ¿Tenemos suficiente espacio?

Eyce se rió, tirando de los extremos de los cabellos de Echo.

—Tenemos cuatro habitaciones vacías, y dos trasteros que podemos convertir si


necesitamos más espacio. Creo que lo tenemos cubierto.

Echo se encogió de hombros.

—Bueno, creo que tenemos que empezar a abastecernos de suministros. Vamos a tener
un montón de bocas que alimentar, vestir, y mantener limpios.
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—No voy a cocinar —dijo Myst a la vez.


Página
—Yo tampoco —dijo Syx y Onyx, al mismo tiempo.

—No voy a lavar la ropa tampoco —añadió Myst.

—Vamos a dividir las tareas, y todo el mundo rotara —Echo suspiró con
exasperación—. ¿Suena justo?

—No —Myst respondió inmediatamente—. Soy un guerrero. Voy a matar dragones. Tu


puedes cocinar.

—Tienes razón. No puedes cocinar de todos modos.

—¡Hey! Puedo cocinar!

—Cierto. Lo siento. —Echo fingió pensarlo por un minuto.

—Lo que quise decir es que no puedes cocinar cualquier cosa comestible.

Myst se levantó de la mesa, miró a Echo, luego abrió los gabinetes donde comenzó a
apoyar ingredientes en el mostrador.

Se detuvo en el acto de abrir la nevera y se volvió para mirar a Echo por sobre el
hombro.

Echo sonrió inocentemente.

—¿Sí?

Myst resopló y sacudió la cabeza.

—Tú apestas.
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Página
Capitulo Once

Sentado en el borde de la pequeña laguna, Eyce levantó las manos en frente a él,
convirtiéndolos en un sentido y luego en otro. La luz fantasma de la luna creciente a través de
los árboles, se reflejaba en la superficie del agua oscura.

El viento cambió de dirección, flotando el olor acre hacia él y casi lo hace vomitar
cuando su estómago se revolvió en repulsión. Oyó pasos que se acercaban, y cerró los ojos
cuando pequeñas manos aterrizaron sobre sus hombros.

—¿Nada?

—No sé qué hacer, Echo .

Su compañero se movió para sentarse en el frío suelo junto a él y se apoyó en su


hombro.

—¿Que es todo has intentado?

—Traté de separar el agua —Eyce abrió los ojos y levantó una mano, viendo como una
pared de agua se levantaba en presencia de ellos. Entrecerró sus ojos en concentración,
tratando de empujar el agua hacia un lado y la inmundicia a la otra.

No ocurrió nada. La pared se movió hacia la izquierda y luego a la derecha, pero nunca
separadas. Con un suspiro de derrota dejó caer la mano, y el agua cayó al estanque con un
chapoteo.

—¿Ves?

—¿Qué más?
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—¿Qué más hay? He tratado de congelarla —Eyce agitó la mano de nuevo, una fina
Página

capa de hielo se formo en la parte superior del agua—. Eso no hace nada. Cuando se derrite, es
lo mismo que si nunca lo hubiera tocado.

—¿Qué hay de drenar el estanque?

—El agua tiene que ir a alguna parte, Echo. ¿Dónde sugieres que lo ponga?

Echo se mordió los labios, arrugando la nariz mientras miraba por encima del agua
iluminada por la luna.

—¿Se puede evaporar?

Eyce abrió la boca para negar que pudiera hacer una cosa así, pero se detuvo y apretó
los labios.

—Yo probablemente necesitaría la ayuda de Fiero y de Vapre, pero es posible —luego


frunció el ceño, un burbujeo suspiro en su pecho—. Sólo para los estanques más pequeños, sin
embargo. No podemos evaporar los lagos o las charcas más grandes.

—Está bien, entonces consigamos un poco de sueño y nos reagruparemos mañana.


Traeremos a todos con nosotros mañana por la noche y pondremos nuestras cabezas juntas en
esto.

Eyce admiro la determinación de su amante, pero no podía igualar su perspectiva


optimista. Aún así, sin otra alternativa, no tenía más remedio que estar de acuerdo. En este
punto, dio la bienvenida a cualquier curso de acción, siempre y cuando estuvieran haciendo
algo.

Suspirando, se puso de pie y tendió la mano para llevar a Echo hasta sí.

—Gracias.

—De nada, pero realmente no he hecho nada. Ojalá pudiera ser de más ayuda.

—Lo sé, pequeño. Ojalá pudiera yo también. Esto se supone que es mi prueba, y estoy
viendo una gran F en mi libreta de calificaciones en estos momentos. —Él se aferró a la mano
de Echo, que lo llevó de vuelta a través de los árboles y a la seguridad de la casa—. ¿Por qué
121

estás aquí solo?


Página

—No te preocupes. Hex me acompañó hasta la línea de árboles. No me gusta


exactamente todo esto de la chaperona, pero entiendo la necesidad de seguir juntos. —Echo se
encogió de hombros—. Si hace que ustedes se sientan mejor, puedo vivir con ello.

Levantando la mano de su compañero a su boca, Eyce dio un beso suave sobre los
nudillos y sonrió.

—Nos hace sentir mejor. Gracias para la comprensión.

—¿Hey, Eyce?

—¿Sí?

—Te amo.

—Te amo, también, Echo.

—Mira, se hace más fácil cada vez, ¿eh?

Eyce arqueó una ceja.

—Supongo que sí. ¿Por qué dices eso?

—Sólo me preguntaba cuándo vas a decirle al resto de los chicos que los amas —Echo
habló con indiferencia, pero Eyce podía oír la preocupación en la voz de su amante.

—Yo los amo. Lo hago desde hace mucho tiempo. Simplemente no somos muy buenos
con palabras y sentimientos.

—Tú pareces hacerlo bien conmigo.

—Al igual que dice Syx, tú lo haces fácil.

Echo se quedó en silencio durante varios minutos mientras continuaban caminando


hacia su destino. Cuando por fin habló, sus palabras fueron poco a poco, como si pensara cada
una cuidadosamente.

—¿Te preocupa que los demás piensen que eres débil si les dices cómo te sientes, pero
no tienes que preocuparte por eso conmigo?
122
Página

—Sí —respondió en voz baja Eyce—. Más que eso, me preocupa que los sentimientos
no sean devueltos. Sé que ellos se preocupan por mí, y eso es suficiente. Fuimos creados como
guardianes y protectores. El amor y la devoción no se supone que fuera parte del plan.

—¿Cómo sucedió eso? Quiero decir, ¿cuándo te diste cuenta de que sentías más por tus
hermanos de armas?

—Demonios o no, seguimos siendo hombres, Echo. Tenemos necesidades, pica la


necesidad de ser marcado. Estabamos juntos en el Tártaro, recurrimos a cada uno para cumplir
con esas necesidades. No fue hasta que nos escapamos del Inframundo y empezamos a tratar
de construir una vida en la superficie que se convirtió en algo más que sexo y respeto mutuo.

—Por lo tanto, ¿eras un poco gay por necesidad?

Eyce rió mientras empujaba a un lado una rama baja colgante para que Echo pasara por
debajo.

—Nunca me vi de esa manera. Sinceramente, no puedo decir si hubiera preferido las


mujeres a los hombres. Sólo sé que prefiero a mis hombres. Tenemos una relación muy poco
convencional, pero funciona para nosotros. Aunque comparto mi cama y cuerpo con siete
hombres, yo nunca buscaría nada fuera de nuestra relación. Se siente... mal.

—Al igual que el engaño —Echo asintió firmemente con la cabeza—. Me siento de la
misma manera. La idea de que alguno de ustedes toque a alguien fuera de nuestro círculo hace
que me duela el estómago. ¿Eso es normal?

—Me siento de la misma manera, pero ¿quién soy yo para decir qué es normal?

—Nosotros no vamos a invitar a cualquier otra persona, ¿no?

—No, cariño. Nadie más.


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Página

Fiero se apoyó contra un poste del porche trasero, mirando a Eyce y Echo cruzar el
campo detrás de la casa. Sus manos entrelazadas se balanceaban entre sí mientras paseaban
tranquilamente hacia él. Ellos no parecían estar hablando, pero se sonreían a menudo, y Fiero
vio cuando Eyce levantó la mano de Echo y presionó sus labios en ella.

Se veían hermosos juntos. El cabello de Echo parecía casi blanco a la luz de la luna, y
su piel cremosa se veía más pálida que de costumbre. El viento flotaba en el cabello de ébano
de Eyce, levantándolo de sus hombros para desplegarse detrás de él. Parecía casi etéreo, como
uno de los dioses del Olimpo.

La pareja lo miró fijamente mientras se acercaban a la casa, y Fiero se tensó, en espera


de su reacción cuando ellos lo vieron allí de pie. La sonrisa de Eyce se extendió por su cara, y
levantó una mano en señal de saludo antes de inclinarse a su compañero y susurrarle algo al
oído.

Echo asintió con entusiasmo y luego soltó la mano de Eyce y acortó el espacio restante
hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para saltar a los brazos de Fiero.

Fiero lo atrapó con un gruñido, levantándolo hasta que las piernas delgadas de Echo se
envolvieron alrededor de su cintura.

—Hey —susurró Echo.

Fiero sonrió, con una mano agarrando el firme trasero de Echo y la otra a la deriva en
su pelo de oro.

—Hey, volviste.

—Tengo un secreto —Echo bateó sus pestañas.

—¿Y puedo conocer este secreto? —Fiero susurró de nuevo en los labios de Echo. El
hombre parecía extraer su lado cursi. El enano iba a matar su reputación de duro antisocial. Él
realmente no podía resignarse a la atención.

—Quizás. ¿Cuánto vale para ti?


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—Lo que tú quieras, cariño.


Página

La sonrisa se deslizó de la cara de Echo, y de repente se volvió muy serio.


—¿Te gusta cómo están las cosas?

La frente de Fiero se arrugó por la confusión.

—Claro, no tengo ninguna queja.

—¿Quieres estar con alguien más?

¡Oh! Ahora lo entendía.

—Nunca —aseguro a su compañero.

—¿Crees que Eyce es caliente?

—Por supuesto.

—¿Y yo?

—Sin lugar a dudas.

—¿Los otros?

Fiero se rió y le dio un rápido beso en los labios.

—Sí. Yo creo que mis hombres son magníficos.

—¿Te gusta el color azul?

—Eh, supongo. —Está bien, esta conversación se estaba poniendo extraña de nuevo.

—Sólo sí o no.

—Sí.

—¿Qué pasa con los huevos?

—Sí. —Fiero estaba más confuso cada minuto. ¿Por qué Echo hacia todas estas preguntas
extrañas, cuando podrían estar jugando al hockey de amígdalas en su lugar?
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—¿Duchas de agua caliente?


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—Sí.
—¿Mamadas?

—Sí. —¿A quién no le gustaba el sexo oral?

—¿Me amas?

—Sí. —Los ojos de Fiero se agrandaron y su boca se abrió en shock.

—¡Pedazo de mierda!

Echo ni siquiera tuvo la decencia de parecer avergonzado. Él sólo sonrió dulcemente y


se encogió de hombros.

—¿Amas a los demás? —Fiero apretó los labios, dispuesto a no llevar el juego más allá.

Echo suspiró.

—Está bien. ¿Todavía quieres saber el secreto?

Fiero entrecerró los ojos en sospecha.

—¿No hay más trucos?

—Pues no. —Echo utilizo el dedo índice para dibujar una X sobre su corazón.

Echó un vistazo por encima del hombro, y Fiero siguió su mirada hacia donde Eyce
estaba todavía de pie en el campo, dándoles un momento a solas. Luego se volvió y sonrió
brillantemente antes de presionar sus labios en la oreja de Fiero.

—Te amo, también —susurró.

Sus ojos ardían y un nudo presionaba su garganta. Antes de que pudiera ponerse en
vergüenza, Fiero empuño su mano en el pelo de Echo, tirando de su cabeza hacia atrás lo
suficientemente lejos para reclamar su boca en un beso posesivo.

Fiero besó a Echo con todo lo que tenía, vertiendo hasta la última gota de las
emociones en el beso que no podía poner en palabras. Su compañero se adhería a su alrededor,
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aferrándose a sus hombros y gimiendo mientras él sacudía su creciente erección contra los
abdominales de Fiero. Dioses, amaba esos sonidos.
Página
Cuando la necesidad de oxígeno, finalmente, se convirtió en demasiado, Fiero alivió el
beso, picoteando los labios de Echo, una vez, dos veces, una tercera vez.

—Yo... yo...

¿Por qué era tan difícil decir las palabras? Estaban allí mismo, en la punta de su lengua.

Echo sólo sonrió y se movió hasta que Fiero lo apoyo sobre sus pies y luego reboto por
las escaleras hacia la puerta trasera.

—Tengo hambre —dijo por encima del hombro antes de desaparecer en el interior de la
cocina.

Dedos fuertes se apoderaron de su hombro, y Fiero miró de nuevo a Eyce sonriendo


como un idiota.

—No te preocupes. Se hace más fácil.

—Supongo que sí. Quiero decir, estaba allí, yo quería decirle, pero... ¡espera! ¿Cómo lo
sabes?

Eyce sonrió con picardía.

—Recibí las primeras. —Entonces él se abrió paso delante de Fiero y subió las escaleras
para deslizarse por la puerta trasera.

—Todavía tengo el primer beso —Fiero dijo antes de darse cuenta de cuán infantil
sonaba. Riéndose de sí mismo y de Eyce, sacudió la cabeza y corrió por las escaleras detrás de
sus hombres. No importaba en qué orden Echo lo hubiera dicho, sino que él lo había dicho.

Deslizándose por la puerta de atrás, Fiero se detuvo justo en la cocina y vio a los
hombres moverse por la habitación. Riéndose y sonriendo, provocando y empujándose el uno
al otro, ya que bromeaban sobre una cosa u otra.

Myst y Hex estaban de pie delante de la estufa, viendo algo hervir en una olla grande
que olía como el cielo. Vapre, Syx, Eyce y Onyx rodaban por el suelo, luchando como un
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montón de cachorros.
Página
Al parecer, Eyce había conseguido su culo al minuto que había entrado a través de la
puerta

Echo se sentó en una de las sillas de la cocina, observando la escena, tanto como él
mismo que Fiero. Levantó la mirada, sus ojos se encontraron, y Echo subió su mano, con la
palma hacia arriba, haciendo un gesto hacia los guerreros. Fiero no necesitaba que se lo
deletrearan. Entendía perfectamente lo que estaba pidiendo Echo.

A pesar de que no estaba listo para simplemente volcar su corazón sobre la mesa, pudo
al menos, ser honesto con Echo.

—Sí —susurró.

Echo simplemente sonrió y asintió con la cabeza como si lo hubiera sabido todo el
tiempo, simplemente quería escuchar las palabras de boca de Fiero.

—No esperes demasiado tiempo para decirles.

—Decirnos, ¿qué? —la pregunta de Eyce se apagó con un fuerte gruñido cuando el
codo de Syx se estampo en sus costillas—. Gilipollas —gruñó, empujando al hombre lejos con
una mano en la cara.

—Echo dice que soy el mejor —dijo Fiero con cara de póker—. Nos vamos, a Fiji, y él
va a tener a mi bebé.

Echo escupió el agua de su boca, y empezó a toser mientras dejaba el vaso que había
estado bebiendo encima de la mesa.

—¿Qué? —jadeó luego empezó a toser de nuevo.

—Buen intento, amigo —Eyce se puso a su altura completa y hinchó el pecho—. Todo
el mundo sabe que yo soy lo mejor.

—De ninguna manera, huevón. Yo le gusto más — dijo Myst y empujo a Eyce con
fuerza suficiente para mandarlo tropezando al mostrador.
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—Están todos tan llenos de mierda —Hex pasó una mano por su fina camisa de
Página

algodón—. Echo me elegiría más que a cualquiera de ustedes.


Ellos discutían de buen humor, y Fiero suspiró de alivio. Echo no lo dejaría ocultar para
siempre, pero al menos tenía un poco más tiempo para trabajar en las promesas de amor y
devoción.

129
Página
Capitulo Doce

—Está bien, ¡lo hemos intentado todo! —Echo camino arriba y abajo del borde del
estanque—. ¿Qué nos estamos perdiendo?

Eyce sentó en el suelo, un aire inusualmente cálido pasaba sobre su rostro, y suspiró.

—Si supiera lo que nos falta, no nos faltaría, ¿verdad?

—No hay ninguna razón para ser un imbécil. Estoy tratando de ayudar. —Echo detuvo
sus paseos para girar y cruzar los brazos mientras miraba a Eyce.

Empujándose de sus pies con un gruñido, Eyce ignoró el comentario de Echo y pasó
por delante de él para agacharse en el borde del estanque.

—No son algas como se pensaba originalmente. No es sangre. No es contaminación,


toxinas, o hierro. Nadie puede imaginar lo que es, y no tengo la más mínima idea.

Metió los dedos en el líquido, agitando en el agua fría.

—Se ve casi como jarabe, pero no se siente pegajoso o viscoso. Es como si alguien
hubiera sumergido una gran nube roja en el agua y sólo se quedó atascada allí.

—¡La gente se está muriendo! —gritó Echo.

Cerrando los ojos, Eyce dejó caer la cabeza mientras luchaba para mantener su ira y
frustración. Nueve días desde la luna nueva, y solo quería darse la cabeza contra una pared
para todos los avances que había hecho.

Había oído las noticias la semana pasada, pero que no veía cómo las dos cosas estaban
130

conectadas.
Página

—Esas personas se ahogaron, Echo. ¿Cómo es que se relaciona con esto? —Él rompió
la superficie del agua con la muñeca, salpicando gotitas por doquier.

—No lo sé —gruñó Echo—. ¿No te parece un poco extraño? El agua se tiñe de rojo,
entonces todas estas personas comienzan repentinamente a ahogarse, sólo en los estanques y
lagos afectados.

—La lucha entre nosotros no va a solucionar esto.

De pie se limpió la mano en sus pantalones vaqueros, Eyce volvió la cara a su líder.

—Tal vez estamos mirando mal. Hemos estado buscando fenómenos naturales, pero
aquí estamos tratando con el Hades.

—He pensado en eso —Syx se rascó la nuca mientras él hablaba—. Esas personas no
sólo se ahogan, Eyce. Ellos fueron masticados y roídos. —Hizo una mueca y sacudió la
cabeza—. Echo —él llamó— cuéntame sobre el sueño que tuviste justo antes de Navidad. El
que tuviste del Oráculo.

—Sólo que se sentía como si me estuviera ahogando, como si algo estuviera tirándome
bajo el agua. Había un terrible olor que me hizo querer vomitar. Como de peces muertos,
supongo. Pude ver a todos, pero nadie podía verme o escucharme.

—Los peces muertos, el ahogamiento, ser arrastrado bajo el agua —Syx murmuró en
voz baja mientras comenzaba a caminar—. ¿Algo más? —le dijo a Echo.

—No que yo recuerde. —Echo se encogió de hombros—. Recuerdo la sensación de que


alguien me empujaba por la espalda, justo entre los hombros, ellos querían que me incline. Yo
realmente no veo cómo es eso útil, sin embargo.

La cabeza de Eyce salto, y él se quedó mirando a su compañero cuando las piezas


comenzaron a caer en su lugar.

—Echo, ven aquí —dijo en voz baja, pero con firmeza—. Aléjete del agua.

—Echo, ahora —Syx gruñó—. Aléjete del agua.


131

A pesar de que pensaba que todos habían perdido la cabeza, Echo asintió y dio un paso
Página

hacia adelante lejos de la orilla del estanque. Él levanto el pie para dar un paso más, pero no se
movió lo suficientemente rápido para el gusto de Eyce, cuando el agua se levanto detrás de él,
y unos largos brazos de escamas se envolvieron alrededor de su torso.

—¡No! —Eyce cargo hacia adelante, llegando a Echo en sólo dos pasos, pero ya era
demasiado tarde. El monstruo de agua silbó algo que él que no pudo entender entonces
retrocedió hacia atrás en el estanque, sacando un gran grito de Echo.

Sin pensarlo, Eyce corrió hacia el agua, con la intención de salvar a su compañero. Dos
pares de brazos lo atraparon por la cintura y hombros y lo arrastraron hacia atrás desde el
borde del agua cuando rugió su protesta.

—¡Déjenme ir!

—¡Vas a hacer que te maten, y seguro como la mierda no va a ayudar a Echo! —Fiero
lo empujó bruscamente, haciendo que golpeara la tierra con su culo—. Eres un demonio de
agua. Utilice tu maldita cabeza.

Gruñendo hacia su amante, Eyce se puso en pie, se zafó y corrió hacia el agua antes de
que nadie pudiera detenerlo de nuevo. Su poder fluía a través de él, más intenso de lo que
nunca había sentido antes. Era casi físico, algo que podía doblar y dar forma en su mente.

Él redujo la marcha al llegar a la orilla, pero no se detuvo. Se dirigió directamente hacia


el centro del estanque, ignorando los jadeos y murmullo de los guerreros detrás de él, mientras
se dirigía a las aguas carmesí.

El amor que sentía por Echo, la necesidad de proteger a su compañero hacía estragos en
su interior, empujando sus poderes a una fuerza que él nunca supo que tenía.

Finalmente había admitido sus sentimientos por el diablillo, y estaría maldito si iba a
perderlo ahora.

Una vez que llegó al centro, se detuvo, respiró hondo, y abrió los brazos mientras un
gruñido salía profundamente de su pecho. Las aguas fluyeron lejos de la parte inferior del lago
subiendo por tres lados como una enorme pared de quince metros, revelando al compañero de
132

Eyce rodeado por cinco pequeñas criaturas con cabezas como lirios con una hendidura en la
parte superior.
Página
—Kappas5 —Eyce gruñó a las bestias.

Los monstruos de agua bajaron el cuerpo inerte de Echo al barro, silbando y chillando,
trepando hacia la pared de agua. Eyce sonrió maliciosamente, agitó una mano y evaporo el
agua del interior de las muescas en la parte superior de sus cabezas.

Los kappas se congelaron de inmediato, incapaz de moverse sin el agua para darles
poder.

—¡Chicos!

No había más que decir cuando sus amantes pasaron corriendo al lado suyo, Hex cayó
de rodillas y levantó a Echo en sus brazos.

—No puedo sostenerlas por mucho más tiempo —advirtió Eyce. Podía sentir el reflujo
de su poder, el esfuerzo para contener las aguas era cada vez más grande.

—Tomen a los pequeños hijos de puta —ordenó Hex mientras corría de nuevo hacia la
orilla con Echo acunado contra su pecho.

Los otros demonios se movieron rápidamente, agarrando a los kappas no demasiado


suavemente y arrastrándolos por el suelo fangoso de la laguna. Una vez que sus hombres
estaban a salvo al otro lado, Eyce comenzó a retirarse detrás de ellos, cerrando los ojos
mientras caminaba y se concentraba en mantener el agua a su espalda.

Llegó a la orilla justo cuando sentía que su poder se deslizaba, dando paso al enorme
muro de agua. Arrastrándose por el terraplén, rodó de espaldas, respirando con dificultad
cuando el agua se estrelló de nuevo contra la tierra, volviendo a llenar el estanque en sólo unos
segundos.

—Impresionante —Fiero sonrió hacia él, con el rostro bloqueando la vista de Eyce del
5
Los kappa son criaturas mitológicas y yōkai (demonios) según el folclore japonés. Los Kappa suelen
representarse como pequeños humanoides con forma de rana del tamaño de un niño. La cara tiene aspecto de
tortuga y en muchas ocasiones es dibujado con un caparazón en la espalda. Su escamosa piel reptiliana varía de
color desde el verde hasta el amarillo pasando por el azul. El hábitat natural de los Kappas son los ríos, estanques
y lagunas de Japón.
133

Pero lo más interesante de los Kappas es que tienen una especie de calva en la cima de sus cabezas que
está llena de agua. Se trata de una cavidad en la cabeza llena de agua y rodeada de pelo. Según la leyenda, los
Página

Kappas son muy poderosos, y toda su energía viene del agua que tienen en sus cabezas. Si salen a la superficie, y
por evaporación, u otro fenómeno, pierden el agua de sus cabezas pierden sus poderes y pueden incluso llegar a
morir ya que quedarían como un animal cualquiera.
cielo nocturno.

—¿Echo? —Eyce jadeó.

—No está feliz, pero está vivo.

Eyce se dejó caer a su lado, sintiéndose débil y desorientado, pero la necesidad de ver a
su compañero tiraba de él. Echo tosía, su piel estaba pálida y su pelo mojado pegado a su cara.
Se veía como una mierda, pero Eyce decidió que nunca había visto algo más hermoso en su
vida.

Entonces Echo finalmente levantó la vista para mirarlo a los ojos, el labio inferior
temblando, y sus ojos brillando con lágrimas no derramadas. Se arrastró por la hierba, y Eyce
abrió los brazos, capturando a su compañero cuando Echo cayó contra él, temblando, llorando
y aferrándose a su camisa.

Todos se reunieron alrededor de ellos, acariciando la espalda de Echo y el pecho de


Eyce, susurrando palabras de consuelo. Con el tiempo, los sollozos de Echo se calmaron, sus
temblores cesaron, pero todavía se apoyaba pesadamente contra Eyce, su dedos entrelazados
en el tejido que cubría su pecho.

—¿Qué son esas cosas? —le preguntó en voz baja, con la voz quebrada.

—Kappas —Syx respondió en voz baja—. Duendes de agua en el folclore japonés.

—Estoy mirándolos —Echo dijo mientras se extendía junto a Eyce, descansando su


cabeza en su pecho—. Ellos no se parecen a los cuentos de hadas para mí.

—No, son muy reales.

—¿Están muertos?

—No, sólo paralizados —Syx levantó y se acercó a uno de las criaturas—. ¿Ves la valva
en la cabeza que se parece a un vaso? Tiene que llenarse cuando están lejos del agua, o no son
capaces de moverse.
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—He leído acerca de ellos —Echo se incorporó lentamente, pero no se alejo del lado del
Página

Eyce—. Ninguno de los mitos menciona nada acerca de que ellos conviertan las aguas al color
rojo, sin embargo.

—No —Vapre suspiró y se pasó una mano por el pelo—. Imagino que era sólo una
táctica de distracción por lo que terminamos persiguiendo nuestros propios culos. Funcionó.

—Entonces, ¿qué hacemos con ellos ahora?

—Los pondremos de vuelta —Eyce rodó a un lado y empujó un brazo hacia arriba con
un gemido—. Reunamos a los demás y los traeremos aquí también

—¿Qué? ¿Has perdido la cabeza? ¡Me trataron de comer!

—¿Dijiste que habías leído acerca de ellos? —Esperó a que Echo asintiera.

—Así que, si rellenamos los huecos en la cabeza...

—Ellos nos servirán para la eternidad —Echo murmuró lentamente antes de que una
gran sonrisa se extendiera por su cara—. Ellos serán muy útiles en una guerra.

Eyce se inclinó y besó la punta de la nariz de Echo.

—Exactamente. —Su corazón aún retumbaba dentro de su pecho, por lo que era difícil
formar palabras. Tenía todo su mundo, todo su futuro, aquí en sus manos, y casi lo había
perdido. No entendía exactamente, pero en algún lugar de la esquina de su corazón palpitante,
reconocía que el amor de Echo los había salvado.

El Oráculo habló de entrega, y aunque el concepto había hecho rizar el labio a Eyce en
un principio, ahora sabía lo que había querido decir.

Él no había necesitado rendirse a su enemigo, o incluso a Echo, aunque el hombre le


pertenecía en cuerpo y alma. La batalla había estado dentro de él. Una vez que se había
entregado a sí mismo, lo había reconocido y dejado de luchar con los sentimientos por sus
amantes, todo había parecido muy simple.

La idea le había hecho rodar los ojos en su interior cuando una irónica sonrisa se
extendió sobre sus labios. El amor lo conquista todo, pensó.
135

—Así que, ¿cómo los atraeremos? —Fiero interrumpió las divagaciones interiores de
Página

Eyce. Él todavía se arrodillaba junto a Echo, tocándolo por todos los lugares donde podría
alcanzar—. No estoy interesado en la idea de utilizar a Echo como cebo de nuevo.

—No, no creo que me gustaría que lo sea. —Echo negó con la cabeza, la mirada en su
rostro tan seria que Eyce no pudo evitar reírse.

—No, no necesitamos cebo —respondió lentamente—. Vamos a hervir los lagos.

—Ese es el último. —Gimió Echo y se dejó caer sobre el suelo—. Tenemos que
conseguir algunos pepinos.

—Uh, ¿por qué necesitamos los pepinos? —Onyx se dejó caer al lado él y le dio un
toquecito con su hombro.

—Eso es lo que comen. Supongo que es como un manjar para ellos o algo. Lo leí en
alguna parte.

—Hmm, así que sin duda queremos mantener los pequeños bastardos felices.

—Están en deuda con nosotros ahora. —Syx suspiró mientras se agachaba en frente a
ellos—. Sin embargo, todavía tenemos que tener cuidado cerca de la laguna.

—Sí, yo no voy a ninguna parte cerca de esa cosa —Echo meneó la cabeza,
desafiante—. Esto fue mucho peor que mi sueño —hizo una pausa y respiró hondo—. Esto fue
mucho peor que mi sueño —añadió en un susurro.

—Hex acaba de llamar. Han comprobado todos los estanques, lagos y ríos, y todo está
claro —Eyce se acercó hasta ellos, deslizando su teléfono móvil en el bolsillo—. Las aguas
vuelven a la normalidad.

—Yo sabía que podías hacerlo —Echo sonrió hacia su amante, tan orgulloso, sintió que
136

su corazón iba a saltar derecho de su pecho.


Página
—Yo realmente no hice nada —Eyce despidió con un gesto la alabanza—. Tú estuviste
increíble.

Echo no sentía que había contribuido mucho. Lo único que había hecho era actuar
como un conducto entre Eyce y Fiero, para que pudieran combinar sus poderes para hervir los
lagos. Había sido una especie de diversión ver a los pequeños espíritus salir cuando las aguas
entraron en su punto de ebullición, aullando y chillando en medio del vapor.

Entonces Eyce desaparecería el agua de las muescas en sus cabezas, paralizándolos para
que pudieran transportarlos de vuelta a la laguna detrás de su casa.

Todos los kappas parecían bastante agradables y educados, una vez que habían
reemplazado el agua y les permitían moverse. Echo todavía no correría ningún riesgo.

Los cabellos en la parte de atrás de su cuello se erizaron, y un escalofrío corrió por su


espina dorsal. El aire de repente parecía espeso y húmedo, y sofocante.

—Creo que tenemos que irnos.

—¿Qué pasa? —Eyce preguntó inmediatamente.

—No lo sé. Se siente como si alguien nos estuviera mirando. No puedo explicar las
cosas bien, pero tenemos que irnos. ¡Ahora!

—Él tiene razón —Onyx se levantó con gracia y escanea los árboles alrededor ellos—.
Algo o alguien está ahí fuera.

—¿El Coleccionista? —Syx sugirió—. Gage dijo que iba a venir. Yo lo esperaba mucho
antes a decir la verdad.

—Nada de esto tiene sentido —Eyce gruñó. Señaló con un dedo a Onyx—. ¿Por qué los
atacaron en el camino a Heavens Peak, y no los siguieron luego? Nadie ha venido en busca de
Echo. Están jugando con nosotros.

—Bueno, no me gusta este juego. Yo voto por las damas —Echo tomó la mano de Eyce
137

y tiró—. Estamos demasiado expuestos aquí. Vámonos.


Página

Eyce bajó la cabeza en señal de asentimiento y se alejó en dirección a la casa, de la


mano de Echo y tirando de él. Metió la mano en su bolsillo y sacó su teléfono, marcando con
una sola mano, y presionado el dispositivo en la oreja.

—Hex —dijo un momento después—. Todo el mundo en ronda y a reunirse con


nosotros casa. Tenemos que tener una reunión.

Un cosquilleo de deseo corrió profundamente por la columna vertebral del Echo, al


mando en el tono de voz de Eyce. Se lamió los labios, mirando a su amante, mientras
caminaban en la oscuridad del bosque. Él entendió la necesidad de una reunión, pero
realmente esperaba que fuera capaz de conseguirlo desnudo.

—Echo —Syx gimió detrás de él.

Sus orejas y mejillas se calentaron cuando el rostro enrojeció con vergüenza. Había
olvidado por completo que Syx podía oír sus pensamientos. Oh, bueno, a juzgar por el leve
gruñido en su pecho, al hombre parecía gustarle la idea de una reunión desnudos tanto como a
Echo.

Mirando por encima del hombro, Echo sonrió al guerrero, y frunció los labios para
mandarle besos al aire. Syx gruñó otra vez, le golpeo el culo con fuerza y le dio un silencioso
grito de: Compórtate.

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Página
Capitulo Trece

—Algo no se siente bien —Echo se sentó intercalado entre Onyx y Eyce en el sofá
mientras trataban de ver alguna película estúpida en la televisión. Habían estado en casa
durante más de una hora, y todavía no podía evitar la sensación que había tenido en el
estanque.

Myst y Fiero tenían el asiento del amor6, mientras Gage y sus compañeros estaban
abrazados en el suelo. Syx, Hex, y Vapre habían desaparecido hacia tiempo, y a juzgar por los
gemidos y jadeos que los seguían fuera del cuarto, estaban pasándolo mucho más divertido
que Echo.

—¿Cómo qué? —Sony preguntó por encima del hombro—. Nada ha ocurrido en el día.

Echo mordió el interior de su mejilla para no reírse. Oh, si el hombre supiera lo que
había sucedido delante de sus narices. Entonces se puso serio rápidamente, frunciendo el ceño
mientras trataba de encontrar las palabras para explicarlo.

—No lo sé. Me siento nervioso, ansioso, algo inquieto.

La tensión se apoderó de él como una fuerza palpable, haciéndole agitarse donde estaba
asentado.

—Estoy de acuerdo —dijo Eyce suavemente—. Yo también lo siento. Casi como una
carga en el aire.

—Él viene —Mac susurró con dureza. Se sentó, sacudiendo la cabeza y los ojos para
atrás. Miró a Echo durante mucho tiempo antes de ponerse de pie, agarrando la mano de Gage
y tirando de él insistentemente—. Nos tenemos que ir. ¡Ahí viene!
139

—¿Quién viene? —Onyx parecía que sus ojos se le saldrían de la cabeza—. ¿Qué fue
Página

6
Sillón de dos cuerpos.
eso?

—Mac es psíquico —explicó Echo—. Él ve las cosas. Por lo general, cosas que no han
sucedido todavía, pero a veces puede ver lo que está sucediendo en el presente. Muy rara vez
puede ver los eventos del pasado.

—Estupendo —Fiero refunfuñó—. Otro maldito Oráculo.

—¿Quién viene? —Eyce repitió la pregunta de Onyx mientras tiraba a Echo más cerca,
envolviendo sus brazos alrededor de él de manera protectora—. ¿El Coleccionista? ¿Ahora
mismo?

—¡Sí! —Gritó Mac, sacudiendo el brazo de Gage—. ¡Tenemos que irnos! ¿Por qué
demonios estás allí sentado?

Fiero y Myst se pusieron de pie, y Myst corrieron hacia la escalera, probablemente para
ir a avisar a los demás.

—¿Cuánto tiempo tenemos?

—No lo sé —Mac negó con la cabeza frenéticamente—. No funciona de esa manera.


No puedo precisarlo, pero sé que él estará aquí pronto. Jodidamente pronto. ¿Podemos irnos,
por favor?

Eyce le dio a Echo un apretón y luego lo soltó y se levantó del sofá.

—Gage, ve a ocultarlos. Toma a Echo y no dejes que se vaya de tu vista. No importa lo


que pase, cuida de ellos.

—¡No! —Echo luchó con la manta alrededor de él y se puso de pie tirando los cojines,
mirando a Eyce directo a los ojos—. Yo no voy a ocultarme en este momento. ¡Puedo ayudar!

—Echo —Onyx hizo una mueca de desagrado—. No vamos a ser capaces de


concentrarnos si estamos preocupados porque te hagas daño. Sé que tienes poder, pero hay que
mantenerte al margen de esto.
140

Echo abrió la boca para discutir de nuevo, pero la mano de Eyce en la cadera lo detuvo.
Página
—No. Él tiene razón.

Con la boca abierta en estado de shock, Echo se quedó mirando al guerrero.

—¿Cuál es el sentido de construir este ejército, si no van a dejar que les ayudemos?

Un muy fuerte rugido, aunque puramente humano sonó desde el exterior, y Echo saltó,
girando alrededor del sofá para hacer frente a la puerta principal.

—Él está aquí —susurró.

—Chicos, tenemos un problema —Hex gritó a voz de cuello desde las escaleras, los
otros siguiéndolo tras sus talones.

—No. No me gustan los problemas. Dime que esto va a ser fácil —Echo exigió. Cruzó
los brazos sobre el pecho y arrugó la nariz—. Hazlo.

—No voy a mentir. Esto apesta.

—¿Qué es? ¿Qué está pasando? —Eyce enfrentó a su líder, sus ojos azules ardiendo con
determinación. Lo que les esperara, Echo sabía, que Eyce iría a su encuentro de frente sin
pensar en la retirada. Sus hombres harían lo mismo. El conocimiento lo asustó como el
infierno.

—¿El Coleccionista?

Eyce gruñó.

—Dilo de una vez, Hex.

En lugar de contestar, Hex se volvió a Echo y le tendió una mano, palma para arriba.
La frente de Echo formó una profunda V, pero tomó la mano de su amante, aullando cuando
Hex tiró de él hacia delante y le dio la vuelta al respaldo del sofá.

—Ve a la ventana y dime si ese es el hombre que se llama El Coleccionista.

Tragando saliva, Echo procuró disimular su miedo mientras asentía una vez y poco a
141

poco se abría paso a través de la habitación hacia la ventana de la puerta de al lado.


Página

Empujando la cortina apenas un centímetro, miró hacia la noche y se quedó sin aliento.
Vestido con sólo un par de pantalones de cuero negro, El Coleccionista estaba de pie a
medio camino entre la suciedad y los escalones de la entrada, con la cabeza echada hacia atrás
sobre sus hombros y sus manos en puños a los costados. Los tensos músculos flexionados y
agrupados bajo la piel bronceada. Su enorme pecho exhaló, subiendo y bajando con grandes
movimientos mientras gritaba a las estrellas.

Luego su cabeza se levantó, sus ojos se posaron en Echo a través de la ventana y Echo
se congeló, paralizado por el miedo.

—Es él —murmuro, en voz tan baja que no sabía si alguien lo había oído en realidad.

—Está bien, ¿cuál es el problema? Sabíamos que iba a venir —Echo no pudo apartar la
mirada de El Coleccionista el tiempo suficiente para incluso reconocer las palabras de Eyce.

—Mira por ti mismo.

Echo oyó el gruñido de frustración de Eyce luego sus pasos pesados mientras se
acercaba y lo empujaba detrás de él. En lugar de simplemente mirar a través de las rendijas de
las cortinas como Echo había hecho, Eyce tomo cada extremos en sus manos y las abrió
ampliamente.

—Esto es malo —se quejó.

—Eso es lo que dije —Hex respondió con calma—. Estamos regiamente jodidos.

—¿Lo conocen? —Echo se acercó un poco más a la ventana y miró por encima del
hombro a los hombres que estaban reunidos en la sala de estar—. ¿Chicos? ¿Saben de El
Coleccionista?

—Ese no es El Coleccionista —Eyce gruñó—. Ese es Ares7.

—¿Al igual que el hijo de Zeus? —La barbilla de Echo cayó a su pecho, se quedo con la
boca abierta y sus ojos se abrieron hasta que sintió como si hubieran hecho pop fuera de su
cráneo.
142
Página

7
En la mitología griega, Ares (en griego antiguo Ἄρης) se considera el dios olímpico de la guerra, aunque
es más bien la personificación de la fuerza bruta y la violencia, así como del tumulto, confusión y horrores de las
batallas.
Eyce dejo caer las cortinas en su lugar y se dio la vuelta lentamente.

—Al igual que el dios sediento de sangre de una guerra salvaje.

—¡Salgan, guerreros! —Ares llamó, su voz resonando en el interior de la casa como si


estuviera justo al lado de ellos—. ¡Vengan a mirarme a la cara como hombres!

—¿Qué hacemos? —Echo no quería ir, pero tenía la sensación de que era exactamente
lo que sus hombres iban a decir.

Efectivamente, tan pronto como Hex abrió la boca, antes de que incluso hablara, Echo
cerró los ojos y gimió.

—Vamos —Hex resopló—. ¿Qué pensaste que iba a decir?

—Un hombre siempre puede tener esperanza.

—No creo que él esté aquí para luchar. —Las cejas de Eyce se juntaron, y él frunció el
ceño hacia el suelo—. Él no es un maldito vampiro. No necesita una invitación para entrar.
Creo que está tratando de intimidarnos.

—Bueno, está haciendo un muy buen trabajo. —Sony elevó la voz desde su escondite
detrás de Gage.

—Si él no está aquí para lastimarnos, entonces, ¿qué diablos quiere? —Echo tembló
donde estaba, pero se negó a dar marcha atrás. Él no agacharía la cabeza y se encogería de
miedo cuando sus hombres lo necesitaban.

—Creo que vamos a averiguarlo —Hex sonaba demasiado tranquilo teniendo en cuenta
que un dios del Olimpo semidesnudo actualmente estaba parado en el medio de su patio
delantero, y tenía la intención de sacrificarlos a todos.

Tomando una respiración profunda para calmar su pulso acelerado, Echo asintió con
firmeza y se situó junto a Eyce.

—Intenta no morir, ¿sí?


143

—Iremos, también —Mac soltó la mano de Gage y señaló con la cabeza a sus
Página
compañeros que lo siguieran—. Eyce dijo que somos parte de esta guerra. No tengo idea de lo
que eso significa, pero si puedo ayudar, lo haré.

La mano de Eyce aterrizó en el hombro del hombre más pequeño y la apretó


suavemente.

—Ya ayudaste, Mac. Nos advertiste que el peligro venia. Permanece adentro con tus
compañeros.

Mac no discutió, pero asintió con la cabeza con impaciencia y se apresuró a regresar a
través de la sala de estar al lado de Gage. Echo no podía culparlo. Él no tenía exactamente
ganas de una confrontación tampoco. Dando a sus amigos una pequeña sonrisa, él asintió y
luego volvió su atención a la puerta de entrada al tiempo que Hex giró el picaporte y la abrió.

Todos ellos salieron, descendiendo los escalones y colocándose en una fila delante de
Ares. De alguna manera, Echo había terminado en el medio, de pie ligeramente detrás de Hex
y Eyce. Miraba a escondidas a través de la brecha entre sus hombros, estudió el dios y esperó.

—¿Qué quieres, Ares?

—¿Es esa la manera de saludar a tu comandante, mi joven acólito?

—No tan joven —Hex gruñó—. Nos somos comandados por nadie, y encontrarás que
nuestras devociones están en otra parte ahora.

Ares bajó su mirada, observando directamente a los ojos de Echo.

—Ah, sí, lo veo.

Echo tenía tantas preguntas, pero sabía que no era el momento para una sesión de
sinceridad. Sus hombres, obviamente, sabían de Ares, aunque la relación parecía tensa y el dios
dijo que había sido su comandante. ¿Les había entrenado en la batalla para proteger y defender
los pozos del Tártaro?

—Nosotros no te debemos nada —Eyce gruñó—. ¿Por qué has venido?


144

—Simplemente quería expresar mis felicitaciones por el éxito al completar su primera


Página

tarea —Ares se inclinó, barriendo su brazo delante de él y envolviéndolo alrededor de su torso


mientras se reía—. Creo que mi querido tío está perdiendo su toque. ¿Kappas? —se burló—.
¿En serio?

—¿El agua de color rojo?

—Un intento de humor, creo —Ares se encogió de hombros—. Él vive entre los
muertos. Estoy seguro de que él lo encontró emocionante.

—Corta el rollo, Ares —Fiero dio un paso adelante, rompiendo filas y gruñendo al
dios—. No viniste aquí a darle a la lengua y recordar viejos tiempos.

—Ten cuidado, Fiero —dijo Ares con frialdad. Luego se pego una sonrisa en su cara
otra vez y extendió las manos a los costados—. El cachorro dijo que yo iba a venir, ¿verdad?

¿Cachorro? Las esquinas de la boca de Echo bajaron en confusión.

—¿Desde cuándo juegas bien con los seres humanos? —Eyce exigió.

—¿Qué es esta mierda con el laboratorio del gobierno?

¡Oh! Ares hablaba de Gage. ¡Guau, qué gilipollas!

—Tú no eres el único construyendo un ejército.

Echo se echó hacia atrás cuando la voz sonó dentro de su cabeza. Maldita sea,
realmente deseaba que el Oráculo le avisase antes de meterse así.

—Él está montando un ejército, recolectando y eligiendo a aquellos que lo beneficiarán


en la batalla.

Eyce bajó la mirada hacia él antes de volver rápidamente buscando a Ares.

—Pensé que Hades quería nuestra carne.

—Bueno, vamos a decir que mi tío me hizo una oferta que no pude rechazar. Estoy de
acuerdo con ser la cabeza de su ejército en esta guerra, y él me da algo a cambio.

—¿Qué podría darte que no puedas conseguir por ti mismo?


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Página

Echo cerró su boca, lamentando sus palabras al instante. Probablemente no era la mejor
idea tomarle el pelo al dios de la sed de sangre.

Ares lo fulminó con la mirada, pero Hex habló ante que el dios pudiera ofrecer su
respuesta.

—¿Por qué los seres humanos? podrías tener todos los seres mágicos que desees a tus
órdenes.

—Y lo hago. Los seres humanos tienen su propósito. —Ares respondió crípticamente—.


Yo soy razonable, sin embargo. —Su mirada volvió a Echo—. Dame al pequeño. Calmare
todo este asunto, y serán libres para vivir entre los mortales aquí en el Mundo Superior. Yo
sólo requiero a tu pareja.

En un instante, los siete hombres se movieron para formar un círculo protector


alrededor de Echo mientras silbaban y gruñían a Ares. ¿Qué infiernos quería de él? No era
alguien especial.

Ares sólo se rió.

—Supuse que sería sus respuestas, pero pensé darles una oportunidad. —Entonces la
sonrisa se desvaneció de su rostro, sus características oscureciéndose y su voz cada vez más
baja, más malvada—. Va a ser nuestro. Tienen hasta el equinoccio de otoño para tomar su
decisión. Cualquiera sea, presentarlo ante mí, o prepararse para la guerra.

—No pasara, comandante —Hex escupió la última palabra como si le dejara un mal
sabor en la boca—. Nosotros no compartimos. ¿O es que lo has olvidado?

Echo no sabía lo que eso significaba, pero estaba empezando a acostumbrarse a él. No
había mucho de esta conversación que tuviera sentido para él. Lo único que sabía es que Ares
lo quería y estaba dispuesto a ir a la guerra por tenerlo. Pero ¿por qué?

Ares dio un paso amenazador hacia Hex, pero se detuvo e inclinó la cabeza hacia un
lado.

—Muy bien —dijo lentamente—. Si cambias de opinión, sólo tienes que decir mi
146

nombre. —Una sonrisa maliciosa se extendió sobre su boca, y las insinuaciones se deslizaron
Página

en su voz—. Seguramente recuerdas cómo hacerlo. Eras muy bueno en eso.


Un fuerte estruendo, que adormecía los oídos, salió de la boca de Hex, y Echo dio un
rápido paso lejos, presionando sus manos sobre sus oídos.

Ares solo se rió, les dio otra pequeña reverencia, y simplemente se desvaneció.

Dejando caer las manos a los lados, Echo arrugó la nariz con disgusto.

—¿Has tenido relaciones sexuales con él? ¡Eww!

Hex suspiró mientras envolvía un brazo alrededor de los hombros de Echo y tiraba de él
contra su duro pecho.

—Fue hace mucho tiempo, justo después de que fuimos creados. Hades trajo Ares al
Inframundo para entrenarnos. El asunto terminó casi tan abruptamente como empezó.

—¿Lo amas?

—Ni siquiera me gusta el hijo de puta.

—Él vino por Hex cuando nos escapamos del Tártaro —Eyce explico cuando se
presionó contra la espalda de Echo, inclinándose sobre él para colocar un suave beso en la
mejilla de Hex—. El resto de nosotros no estaba demasiado interesado en que tomara a
nuestro hombre.

Hex resopló, pero sus ojos se suavizaron mientras miraba hacia Eyce.

—No tenía ninguna intención de irme. Tú nunca tuviste que preocuparte por eso.

Luego se inclinó para besar la parte superior de la cabeza de Echo.

—Tengo más razones para quedarme ahora.

—Todos la tenemos —Eyce susurró mientras besaba el mismo lugar que Hex.

—Lo que nos da la ventaja en esta guerra.

—¿Cuál? —preguntó Echo, acariciando su rostro contra el pecho de Hex.


147

—Tenemos más por que luchar.


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Capitulo Catorce

Recién salido de la ducha, Echo descansaba en el sol cerca del estanque de los kappas
con sus amantes, dejando que los rayos cálidos secaran su pelo largo.

—Supongo que no vas a decirme lo que tú y Vapre han estado haciendo, ¿verdad? —
Echo levantó las cejas ante Syx y sonrió inocentemente.

—Todavía no —Syx sonrió y extendió la mano para tocar la nariz de Echo—. Sabes lo
que dicen de la curiosidad.

—La curiosidad mató al gato. —Echo asintió y sonrió brillantemente—. Pero la


satisfacción lo trajo de vuelta.

Hex resopló desde el otro lado de Echo.

—Él tiene razón.

—Todavía no —repitió Syx.

—Está bien, los pequeños bastardos están alimentados —Fiero gruñó mientras
deambulaba hasta ellos y se dejaba caer al lado de Syx—. No sé por qué no me dejan incinerar
a las pequeñas bestias.

—Ellos podrían venirnos muy bien —Echo miró hacia el borde del agua y rodo los
ojos—. ¡Myst, para eso! —El guerrero tenía a uno de los kappas en la orilla, sonriendo
alegremente mientras lo inclinaba en un profundo arco, entonces aulló de risa cuando el kappa
se reflejó, derramando el agua de la parte superior de la cabeza, dejándolo inmóvil.

Myst se volvió bruscamente, sintiéndose culpable y le dio a Echo un poco de onda antes
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de sumergir rápidamente sus manos en el agua y volver a llenar la muesca de la cabeza del
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kappa. Al menos el pequeño y escamoso espíritu azul sonrió, o eso esperaba Echo que fuera, y
desapareció de nuevo en el estanque con sus hermanos.

Trotando hacia ellos, Myst se dejó caer delante de Echo y sonrió inocentemente.

—Sólo estaba siendo amable.

—Estabas siendo un idiota. —Fue bastante divertido. Aunque él no diría eso en voz
alta—. ¿Cuánto tiempo crees que durará este frente cálido? —le preguntó en su lugar.

—La estación del clima dice que las temperaturas estarán en los veinte toda esta
semana.

Vapre negó con la cabeza mientras se unía a ellos.

—Además, otra tormenta de nieve viene hacia aquí. Parece que este es nuestro último
día para tomar sol.

Sus hombres se miraron con sonrisas, con conocimiento, luego volvieron su atención en
Echo, moviéndose lentamente hacia él mientras Eyce se arrodillaba detrás, envolviendo sus
brazos alrededor de su cintura.

—Queremos hacer el amor con nuestra pareja en el sol. ¿Qué dices, bebé?

¿Siete hombres magníficos, prodigándole atención? sería un idiota si lo rechazara.

—Sí —susurró, dejando caer la cabeza hacia atrás, sobre el hombro de Eyce, mientras
sus guerreros trabajaban para desnudarlo.

Hex lo levantó del suelo, esperando hasta que Eyce y Vapre movieron un gran manta de
lana sobre la hierba, y luego lo colocaron en la misma suavemente. Echo observaba a sus
hombres desnudarse, sus ojos un festín con la recompensa que revelaron. Su polla se hinchó
entre sus piernas, en posición firme, su ritmo cardíaco se aceleró y su respiración se aceleró.

—¿Qué quieres, cariño? —Eyce preguntó mientras se estiraba junto a Echo en la manta
y frotaba círculos lentos sobre su vientre—. Este es tu día. Lo que sea, y es tuyo.
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—Quiero verlos —susurró Echo—. Luego quiero que estemos todos conectados.
¿Podemos hacer eso?
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Eyce sonrió, rodando al reclamar los labios de Echo en un breve pero acalorado beso.

—No vas a creer cuan imaginativos somos. —Su mano bajo por abajo del muslo de
Echo, los nudillos cepillando sus testículos, y este gimió, dejando caer la cabeza hacia atrás y
arqueándose hacia el toque. Con tanto que hacer, se sentía como una eternidad desde que sus
amantes le habían tocado así.

Fiero se instaló al otro lado de Echo, apretándose contra él y agarrando su adolorida


polla. Bajando su cabeza, trazó con su lengua la línea de su clavícula mientras su mano
estableció un lenta pero constante ritmo, acariciando el duro eje de Echo, desde la raíz hasta la
punta.

—No estás viendo —murmuró, sus labios se arrastraron hasta su cuello, los dientes
mordisqueando la carne sensible justo detrás de la suave oreja.

—Abre los ojos, cariño.

Echo hizo conforme a lo solicitado y gimió patéticamente por la vista delante de él. Hex
y Syx estaban encerrados en un beso apasionado, sus cuerpos moldeados juntos, sus manos
fijando y explorando el cuerpo del otro.

Myst presionaba su longitud contra la espalda de Hex, mordisqueando el cuello del


líder, mientras sus manos agarraban su culo, apretándolo y masajeando los globos musculosos.
Onyx cubría la espalda de Syx, su gruesa polla deslizándose a lo largo del pliegue del culo de
la guerrero, pintándolo de su pre-semen.

Mirando hacia abajo a su propio cuerpo, Echo casi se tragó la lengua mientras
observaba a Vapre expandido, sus muslos abiertos. Sus ojos fijos en él, sonriéndole
seductoramente antes de bajar la boca para chupar una de sus bolas en su boca.

La carne desnuda húmeda, los sonidos de jadeos y gemidos, la sensación de las manos
y bocas de sus hombres sobre él, llevó a Echo a la locura. Sus músculos se tensaron, su
corazón martilleaba contra el esternón, y no conseguía suficiente aire en sus pulmones.
Enroscando una mano en el cabello de Fiero, volvió su rostro, buscando los labios del guerrero
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y aplastando sus bocas en un beso hambriento.


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Su otra mano se enredó en el pelo de Eyce, acercándolo más y arqueando la boca
mientras el demonio le daba besos con la boca abierta por el pecho, sobre sus abdominales
apretados, todo el camino hasta la cadera.

Los fuertes dedos de Vapre agarraron la parte posterior de los muslos de Echo,
extendiendo sus piernas ampliamente y empujándolo hacia su pecho para revelar su apertura.
A continuación, una lengua húmeda birló su entrada, y Echo gritó, el sonido amortiguado
contra la boca de Fiero.

Eyce continuó tocándolo por todas partes. La lengua de Fiero se hundió dentro de su
boca, girando y deslizándose contra la suya. Mantuvo la mano, el ritmo lento y constante,
acariciando la pulsante polla, empujándolo más cerca del borde. Vapre lamió y chupó su
agujero y luego lo apuñalo con su lengua, presionándola en su culo necesitado.

Gimiendo, gimiendo, casi sollozando, Echo tembló cuando las sensaciones lo


abrumaron. Atacó la boca del Fiero, exigiendo que el guerrero le dé más mientras Vapre
continuaba jodiendo con la lengua su agujero.

La lengua de Vapre desapareció, reemplazada rápidamente por dos dedos, que se


deslizaron. Echo no sabía de dónde había venido el lubricante. No estaba más que agradecido
de que alguien hubiera venido preparado. Él siseó cuando los dígitos le penetraron, amando la
ligera quemadura, la dulce fricción creada cuando se empujó contra la mano de Vapre.

Su polla palpitaba y se sacudió en el interior de las garras de Fiero cada vez que los
dedos de Vapre bombeaban dentro y fuera de él. Su piel se calentó, su cabeza nadaba, y sus
bolas dolían con la necesidad de la liberación.

Entonces la cálida y húmeda boca de Eyce envolvió la cabeza de la polla mojada de


Echo, bañando con su lengua la ranura, y Echo no pudo contenerse por más tiempo.
Marcando con su boca la de Fiero, él gritó al cielo, inclinando su espalda mientras su orgasmo
rugia a través de él, derramando su semilla en la boca ansiosa de Eyce.

Cuando por fin volvió a bajar de su alta, se encontró sobre sus manos y rodillas, Fiero
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de rodillas delante de él mientras se acariciaba los veinticinco centímetros de su hermosa polla.


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Eyce se empujó entre sus muslos, empujando las piernas más amplio cuando pasaba
lentamente su polla gruesa en el agujero codicioso de Echo.

Hex yacía de espaldas al lado de Echo, con las manos agarrando las caderas de Myst,
mientras el demonio se sentaba a horcajadas, alineando la punta roma de la erecta polla de
Hex en su entrada, y empalándose a sí mismo de un golpe rápido.

Echo no sabía quién gimió más fuerte: Hex, Myst, o él. Myst comenzó una lenta rutina
cuando él se acercó a Eyce, su mano alrededor de su cuello y lo tiró por un ardiente beso que
dejó a Echo duro y adolorido una vez más.

Cuando finalmente se separaron, Onyx se interpuso entre ellos, ahuecando la parte


posterior de la cabeza de Myst y frotando la cabeza de su gruesa polla junto a los labios del
hombre, manchándolas con un brillante líquido preseminal. Myst gimió de placer, agarró la
polla de Onyx, y envolvió la congestionada corona en su boca.

Volviendo su atención al hombre frente a él, Echo lloriqueó patéticamente a la vista que
encontró. Syx arrodillado detrás de Fiero, sus manos bailando por el pecho del guerrero
mientras lentamente se metía dentro y fuera del cuerpo de su cuerpo.

Vapre se quedó a un lado, sujetando la base de su polla venosa, empujando la punta a


través de los labios entreabiertos de Fiero. No queriendo quedarse atrás, Echo se humedeció
los labios una vez y luego se zambulló hacia delante, capturando la polla de Fiero tomándola
en su boca y chupándola hasta la raíz.

Fiero gimió, sus caderas bruscamente se movieron hacia delante, empujando su polla
hasta la parte posterior de la boca de Echo. Relajando los músculos de su garganta, Echo tomó
todo de él, gimiendo alrededor de la longitud caliente en su boca mientras el ritmo de Eyce se
aceleraba, y se condujaba en el túnel de Echo con largas y duras embestidas.

Cada chasquido de las caderas de Eyce empujaba a Echo hacia adelante, y cada golpe
de las caderas de Syx sacudían a Fiero hacia delante, empujando su polla más profundamente
en la boca de Echo.

Largos dedos se envolvieron alrededor de su polla, esforzando sus ojos, Echo se lanzo a
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un lado para ver a Hex mirándolo con el calor y el deseo en su mirada.


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—Córrete con nosotros, bebé. Eres tan hermoso cuando te vienes.

Bueno, eso lo hizo. En ese momento, estaban todos conectados, y Echo lo sintió hasta
en su alma. Él gimió alrededor de la carne resbaladiza en su boca cuando otro orgasmo que
nublo su mente se disparó a través de él, erupcionando de su ranura para pintar la manta con
gruesas cuerdas de cremoso semen.

Eyce gruñó detrás de él, quedándose quieto, cuando lava completamente abrasante
lleno el canal con espasmos de Echo. Fiero le siguió rápidamente con un gruñido sordo, y sus
bolas se decargaron, rociando su semillas saladas sobre la lengua de Echo.

Tal vez era una puta del semen, pero a Echo le encantó. Se glorificaba en el hecho de
que sus hombres lo estaban marcando de adentro hacia afuera. Él amorosamente lamió a
Fiero, limpiándolo antes de dejar que la polla blanda se deslizara de su boca y se estremeció un
poco cuando Eyce se salió de su convulsionado agujero. Su brazo alrededor de la cintura de
Echo, previniendo la caída en la manta, y le dio la vuelta a su espalda.

—Ahora comienza la diversión —dijo con una sonrisa maliciosa.

—¿Empieza? —Se atragantó Echo. ¿Qué demonios llamaban a lo que acababan de


hacer? Antes de que pudiera hacer más preguntas, sus hombres convergieron en él, lamiendo y
chupando su pecho, el cuello, los muslos, y la ingle.

Echo gimió, arqueando la espalda y cerró los ojos para protegerse de la avalancha de
placer. Una mano palmeó su saco pesado, lamiendo y acariciando sus testículos, otro alrededor
de su polla blanda, acariciándolo hasta que estuvo toda la atención plena, una vez más.

Un dedo empujó dentro de su entrada, seguido por otros dos, y Echo no podía estar
seguro, pero le pareció que los dedos vinieron de tres diferentes amantes. Ellos bombearon
dentro de su canal desbordado hasta que semen comenzó a escaparse de su agujero y se deslizó
por el pliegue de su culo.

Sus párpados se abrieron cuando los dedos desaparecieron y un cálido peso cayó sobre
él. Mirando hacia arriba, sonrió soñador a Syx, moviendo sus piernas para bloquear sus
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tobillos alrededor de las caderas magras del guerrero, cuando la polla de Syx se empujó en su
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agujero.
Syx comenzó a moverse justo cuando las manos de Echo fueron tiradas sobre su cabeza
y clavadas en la manta. Echando un vistazo detrás de él, su visión fue inmediatamente
ocupada por la cara de Myst, y el demonio se inclino y empujó su lengua a través de los labios
entreabiertos de Echo sin preliminares.

Cuando la cabeza de Echo comenzó a girar con la falta de oxígeno, Myst se sacudió de
su boca y se trasladó a horcajadas sobre las caderas de Echo. Él no dijo ni una palabra, sólo
agarró palpitante polla de Echo, alineándola con su agujero, y se empaló a sí mismo en una
rápida caída.

El grito ahogado de Echo resonó alrededor del claro, sólo para ser cortado en seco
cuando la boca de Hex descendió sobre la suya. Myst lo montó rápido y duro cuando Syx se
estrelló contra el túnel apretado de su culo y Hex con su lengua en su boca jadeante.

Las manos recorrían su cuerpo, pellizcaban sus pezones, tirando y torciéndolos


ligeramente. Hex se apartó y Vapre estaba allí, sus rodillas apoyadas sobre cada lado de la
cabeza de Echo cuando él se apoyó en todo y bajo su polla a los labios de Echo.

Echo la abrió hasta que chupo la polla dura de su amante en su boca lamiendo la
cabeza con la lengua. Él gimió de placer, mojando su lengua en la raja, lamiendo las gotas
goteantes de líquido preseminal.

Entonces, sin previo aviso, todo el mundo estaba de nuevo en movimiento. Myst salió
de él, Syx resbaló de su culo, y Vapre sacó su polla engominada de los labios hinchados de
Echo.

Fue volteado de nuevo, para terminar en el regazo de Onyx con la espalda presionada
contra el pecho caliente del guerrero. Onyx lo bajó lentamente a lo largo su polla rígida hasta
que las mejillas de Echo se establecieron contra los muslos del hombre.

Fiero se arrodilló delante de ellos, atacando a la boca de Echo con un hambre tan
intensa, que Echo se sentía devorado.

Largos dedos agarraron su longitud erecta, acariciándolo cuando Onyx se empujo hacia
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arriba en su agujero adolorido. Eyce se arrodilló detrás de Fiero, trabajando su polla en el culo
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del demonio cuando Vapre se inclinó sobre la espalda de Eyce, haciendo lo mismo.
Rompiendo el beso, Echo miró hacia un lado mientras jadeaba en busca de aire.

Hex se condujo en el culo hambriento de Myst con salvaje abandono, y Syx alimentó su
polla en la boca de Myst, sacudiendo sus caderas hacia delante y empujando su polla en la
parte posterior de la garganta del guerrero.

Demasiado. El placer, el deseo, todo era demasiado, y Echo se sintió resbalar cuando la
polla de Onyx se retiró, dejándolo vacío, entonces se estrelló de nuevo para estirar las paredes
internas al máximo.

—Quiero que te corras —Fiero gruñó contra la garganta de Echo.

—Vente conmigo, ordeña la polla de Onyx, y grita hasta que todos en el Estado puedan
oírte. —Le dio un brusco giro de su muñeca volcando el presemen que salía de la polla de
Echo y Echo no tuvo más remedio que obedecer.

Echando la cabeza hacia atrás sobre el hombro de Onyx, gritó a los cielos cuando su
liberación ondulo a través de él, apretando su vientre, y acelerando su palpitante polla. Semen
brotó de su hendidura, bañando la mano y la muñeca de Fiero justo cuando Onyx dió un
gruñido profundo, y el calor húmedo llenó el túnel de Echo, una vez más.

Fiero gruñó, soltando la polla de Echo y enterrando su cara en el cuello de Echo


cuando comenzó a acariciarse a sí mismo. Echo observó con sus ojos de pesados, rozando su
pulgar sobre la cabeza de la polla llena de sangre de Fiero.

El guerrero explotó, rugiendo su clímax, cuerdas pegajosas de abrasador semen


salieron de su polla, salpicando el pecho de Echo y su ingle. Entonces Fiero metió los dedos en
el esperma caliente y lo levantó a la boca de Echo.

Echo les chupó bien adentro, lamiendo la crema salada de los dígitos de Fiero mientras
gemía y se retorcía en el regazo de Onyx. Se sentía como una zorra total y le encantó cada
maldito minuto.

Gruñidos, bufidos y gemidos señalizaban el clímax de los demás, haciendo eco


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alrededor de su pequeño paraíso privado. Entonces de alguna manera, todos ellos terminaron
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juntos en una gran pila de cuerpos acalorados, húmedos, luchando para recuperar el aliento.
La cabeza del Fiero descansaba en el hueco de su cuello, y Echo sonrió serenamente
cuando él pasó los dedos por el pelo corto del hombre. Deseaba decir las palabras en su
corazón, pero no quería que sus hombres se sientan presionados para devolver el sentimiento.

Suspirando felizmente, Echo besó la parte superior de los picos de rubios de Fiero antes
de cerrar los ojos y apoyar la cabeza en el brazo de Eyce. Si su vida en el laboratorio le había
enseñado algo, era a ser paciente.

—Te amo —Eyce respiró contra su oído, en voz tan baja que Echo sabía que había sido
el único en saberlo.

—Yo igual —murmuró adormilado. Él nunca se cansaría de oír esas tres pequeñas
palabras.

Uno menos, y faltan seis, pensó para sí mismo justo antes de que se quedara dormido.

—Hey, pueden ustedes venir aquí un minuto —Syx llamó desde la sala de estar.

Eyce miró alrededor de la mesa a los otros hombres y luego se encogió de hombros y se
puso de pie, haciendo un gesto para que le siguieran. Congregándose en la habitación del
living, todo el mundo estaba de pie en un círculo, mirando a Syx y Vapre.

—Echo, cariño ¿puedes venir aquí?

Echo parecía confundido, pero asintió mientras cruzaba el espacio para pararse
directamente en frente de Syx.

—¿Qué está pasando?


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—Siéntate.
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Acomodándose en la orilla del cojín del sofá, Echo miró a Eyce y frunció el ceño. Eyce
no sabía qué diablos estaba pasando tampoco, pero le sonrió a su compañero, con la esperanza
de darle seguridad de que lo que fuera, todos ellos estarían de pie detrás de él.

Syx y Vapre se arrodillaron delante de Echo, y apoyaron una mano en sus rodillas.

—Tú querías saber dónde hemos estado yendo, y qué hemos estado haciendo, ¿verdad?
—preguntó Vapre.

Echo volvió a asentir, pero no dijo nada.

—Bueno, hemos estado tratando de encontrar algún tipo de registro de nacimiento o


árbol genealógico para ti —Syx admitió—. Lo hemos hecho con horas de investigación sobre
internet.

—Tomamos una muestra de tu cabello para un lugar de investigación genealógica en


Seattle —añadió Vapre.

El pecho de Eyce se constriño ante la mirada de esperanza en los ojos de Echo.

A juzgar por la tensión en el rostro de Syx, su búsqueda no había sido muy exitosa.

—Lo siento, cariño —susurró Syx—. Hemos intentado todo lo que pudimos hacer, pero
no pudimos encontrar ningún rastro de ti, o cualquier persona que tenga una cadena de ADN
similar a la tuya.

Echo guardó silencio durante un largo tiempo, y Eyce deseó por primera vez poseer el
don de Syx para poder escuchar los pensamientos de su pareja.

Quería envolver al pequeño hombre en sus brazos y prometerle que lo amaría para
siempre. Esta vez era para Syx y Vapre sin embargo, y tenía que respetarlos.

—Gracias. —Echo finalmente susurró—. Que ustedes pasaran por tantos problemas
para ayudarme a descubrir quién soy significa mucho. —Su labio inferior temblaban, y sus ojos
parecían un poco brumosos—. Realmente lo aprecio.

—Lo siento, no lo hicimos mejor. Podemos seguir buscando —Vapre se apresuró a


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añadir.
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Echo negó con la cabeza lentamente.

—No. Me encanta que hayas hecho esto por mí, pero no necesito saber de dónde venía
o quién es mi familia. —Le temblaban las manos cuando llegó a acariciar la mejilla de Syx y
luego de Vapre—. Ustedes son mi familia ahora. —Levantó la cabeza y miró a cada hombre en
la habitación—. Todos ustedes son mi familia. No necesito más que esto.

Eyce tragó saliva, con los ojos y la garganta ardiendo con el esfuerzo de contener sus
emociones. ¿Desde cuándo qué era ahogado por este tipo de cosas? Reuniéndose con los ojos
de Echo a través de la habitación, tuvo que sonreír cuando la respuesta llegó. Desde que un
pequeño diablillo apareció en su puerta y se volvió todo su mundo.

—¿Por qué no nos contaron sobre esto? —Onyx exigió.

—Porque ustedes no pueden guardar un secreto —respondió Vapre rotundamente.

—Sí, estoy de acuerdo con eso —Myst resopló y le dio una palmada en el hombro de
Onyx—. Realmente no sabemos guardar un secreto.

—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —preguntó Echo.

Todos se volvieron a mirar a Hex.

—Nos preparamos para la próxima luna nueva.

—La prueba de Fiero —Echo murmuró con una leve inclinación de cabeza.

—Oye, ¿quién dijo que yo seguía? —Fiero apretó los puños a los costados, y la pequeña
vena en su sien empezó a palpitar. Eyce ya podía decir que las próximas semanas iban a ser un
infierno.

—¿Lloverá fuego? —Echo rodó los ojos y resopló—. ¿Quién más seria , Fiero?

—¿Por qué estamos siendo probados de todas formas? —Fiero exigió.

—Se supone que tenemos que luchar una batalla épica en el equinoccio otoñal. ¿No es
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eso suficiente?
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—Sí, en realidad no parece ser el estilo de Hades tampoco —Eyce acordó. El dios no
era conocido precisamente por su naturaleza misericordiosa o por jugar.

—Pero Ares dijo que estaba liderando el ejército de su tío —Echo argumento.

—Ares es un idiota y una basura. —Hubo murmullos de acuerdo, alrededor de la


habitación por la declaración de Eyce—. No tengo ninguna duda de que la guerra proviene de
Hades. Estas pruebas, sin embargo, simplemente no encajan.

—Bueno, en realidad no importa quién está presentando estas tareas a ustedes —Echo
se mordió el labio por un minuto antes de continuar—. El punto es que van a venir, y todavía
tenemos que prepararnos.

Por mucho que lo odiaba, Eyce tuvo que acceder.

—Creo que tenemos que obtener más información sobre este laboratorio, también. Creo
que no hemos escuchado la último de ellos.

—¿Hay alguien más preocupado porque Ares se fuera tan fácilmente?

—En realidad no —respondió Hex—. Eso es más o menos el estándar de su modus


operandi. Entra con una explosión, lanza su peso alrededor, luego desaparece antes de que
tengas tiempo para cuestionar nada de lo que dice.

—Parece que lo sabes por experiencia. Este no es tu primer encuentro con la ducha,
¿verdad?

Eyce rió sombríamente.

—Tiene una especie de extraña obsesión con Hex. Él trató de atraerlo al lado oscuro
cuando nos escapamos de Hades. Ha hecho un par de apariciones desde entonces. Nada como
esto, sin embargo.

—Él va a estar de vuelta, ¿no? Quiero decir, ¿antes del equinoccio?

—Sí —respondió Eyce cuando todo el mundo asintió su acuerdo.


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—Sabía que ibas a decir eso —Echo suspiró profundamente—. Está bien, supongo que
será mejor que empecemos. Hay mucho que hacer y sólo dos semanas hasta la próxima luna
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llena —Inclinó la cabeza hacia un lado mientras pensaba algo—. ¿Dónde está Gage y sus
compañeros?

—Fueron a la ciudad para conseguir que Mac y Sony tengan un poco de ropa. Han
estado usando la tuya, pero eres en realidad un poco más pequeño que ellos. Además, hará que
se sientan más cómodos tener las cosas por su propia cuenta.

Echo sonrió a Hex.

—Esa es una idea maravillosa. —Luego se puso de pie y aplaudió dos veces—. Está
bien, muevan el culo. Myst, tengo hambre. Syx, Vapre, están a cargo de la investigación. Fiero,
Hex, parece que un tornado azotó este lugar. Eyce, Onyx, la ropa no va a lavarse por sí misma
—Estiró los brazos por encima de la cabeza y bostezó—. Me voy a tomar una siesta.

—Me encanta cuando se pone todo mandón —dijo Onyx con una sonrisa—. Estoy
contento de que nos lo quedaramos.

Myst gruñó y levantó las manos en el aire con exasperación.

—¡Él no es un puto perrito!

Eyce se dobló de la risa. Las cosas habían sido buenas antes de que Echo entrara en sus
vidas, pero no podía nunca recordar reírse tanto. Era bueno saber que si tenía que vivir para
siempre, por lo menos nunca estaría aburrido.

—Espera, tengo una pregunta más. —Todos se volvieron a mirar a Onyx. Eyce se
sorprendió al encontrar al hombre clavando la vista en él.

—¿Por qué demonios son tus ojos azules, de repente?

Eyce sonrió y negó con la cabeza.

—Tengo una teoría, pero no voy a decirla todavía. —Luego se volvió y empezó a salir
pavoneándose de la habitación.

—Sólo una pequeña pista —Myst dijo.


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La sonrisa de Eyce se extendió por su rostro y su corazón galopeó con fuerza dentro de
su pecho.
Página
—Recibí el primero.

Fin

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Continuaraá en

Libro 3: Tormenta de fuego

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SOBRE EL AUTOR

Gabrielle Evans creció en una pequeña ciudad en el sur de Oklahoma.

Estamos hablando de una luz roja que puede o no funcionar dependiendo del día de la
semana. Se casó con su novio de la secundaria y el resto es más o menos la historia. Tienen
dos niños muy activos y un muy nervioso perro salchicha que la mantiene en constante
movimiento. Por el momento, aparca su coche en el norte centro de Texas, pero quién sabe lo
que hará mañana.

Gabrielle cree en el amor a primera vista, cayendo fuerte y rápido, en tomar riesgos, y el
tomar su feliz para siempre con las dos manos.

Ella también cree que una buena taza de café puede curar cualquier cosa.

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Coordinacion de Proyectos

Staff Blue Sensation

Traduccion

Roxx

Corrector:

Leluli

Edicion, Portada y Formato de Texto

Pervy- Leluli
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