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CAPITULO 6

Responsabilidad profesional
Martín Gastón Esteban, Zemel
Sebastián Francisco, Bosi García

“El precio de la grandeza es la responsabilidad.”


Winston S. Churchill

Los profesionales del arte de curar a parte de la responsabilidad personal que tienen como
habitante del país y en virtud de los actos que realicen en su vida social, deben responder por
las consecuencias nocivas de su actuación profesional siempre y cuando medien ciertas
circunstancias especiales en virtud de las cuales existe culpa en el ejercicio de la profesión.

Responsabilidad moral y responsabilidad jurídica

En el terreno de la responsabilidad profesional, existen dos aspectos: uno moral y el otro


jurídico. La responsabilidad moral es de orden absolutamente espiritual. Surge de la autocrítica
consciente de profesional en todos y cada uno de sus actos. Se afirma en la confianza que el
enfermo deposita en el profesional, a quien confía la salvaguardia de su salud y de su vida.
La responsabilidad jurídica emana de las posibilidades legales.
Por lo tanto, la responsabilidad profesional, es la obligación de dar cuenta ante la justicia por
los actos realizados en la práctica profesional, cuya naturaleza y resultados sean contrarios a
sus deberes. Puede ser penal o civil, de acuerdo con el fuero accionado.
La responsabilidad profesional penal o civil será siempre culposa.
La responsabilidad civil puede ser generada por violación del deber de cuidado respecto de
lo contemplado en el Art. 1.109 del Código Civil o por aplicación del artículo 1.113 del mismo
código, en ambos casos se trata de una forma de responsabilidad contractual.
“Art. 1.109: Todo el que ejecute un hecho, que por su culpa o negligencia ocasiona un daño
a otro, está obligado a la reparación del perjuicio. Esta obligación es regida por las mismas
disposiciones relativas a los delitos del derecho civil.”
“Art. 1.113: La obligación del que ha causado un daño es se extiende a los daños que
causaren los que están bajo su dependencia, o por las cosas que se sirve o que tiene a su
cuidado.
En los supuestos de daños causados con las cosas, el dueño o guardián para eximir de
responsabilidad deberá demostrar que de su parte no hubo culpa; pero si el daño hubiere sido
causado por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad
acreditando la culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.
Si la cosa hubiese sido usada contra la voluntad expresa o presunta del dueño o guardián,
no será responsable.”
En la práctica médica es aplicable a veces el principio de responsabilidad extracontractual,
conforme a algunas de las obligaciones que derivan de los Art. 19 y 20 de la Ley 17.132.
La responsabilidad civil deriva de la obligación de reparar económicamente los daños
ocasionados a otros, en tanto que la penal surge del interés del Estado y de los particulares
interesados en sostener la armonía Jurídica y el orden público; las sanciones (denominadas
penal) son las que imponen el Código Penal Argentino y las leyes complementarias.

Formas de culpa

Teniendo en cuenta que los delitos por falta de responsabilidad profesional son culposos, el
CP establece en las arts. 84 y 94 cuatro formas de culpa:
● Impericia: es la carencia de conocimientos mínimos o básicos para el desempeño de una
función profesional.
Ej.: Realizar un tratamiento de ortodoncia sin tener los conocimientos necesarios para
realizarlo.
● Negligencia: configura la carencia de atención puesta al servicio del acto profesional. En el
descuido, omisión o falta de aplicación o diligencia que provoca la producción de un daño.
Ej.: No advertir al paciente los riesgos previsibles normales después de realizar determinados
trabajos que puedan comprometer su salud bucal y/o general.
Ej. 2: No citar al paciente a un control postoperatorio cuando hay riesgo cierto, en forma
fehaciente.
● lmprudencia: es la carencia de modelación o templanza que concluye en una actitud
temeraria, generando lesiones, o muerte de la víctima. La “Imprudencia implica un obrar que
lleva consigo un peligro; es imprudente realizar un acto que las reglas de la prudencia indican
no hacer”.
Ej.: Caso de un odontólogo que conociendo todos los riesgos inherentes al acto quirúrgico
para la extracción de un tercer molar en retención ósea profunda y en una posición desfavorable
la haga igual sin haber tomado los recaudos necesarios.
● Inobservancia de los reglamentos y deberes a su cargo: esta forma de acción culposa
se configura cuando, existiendo una exigencia u orden ya sea verbal o escrita, dispuestas
con fines de prevención de un daño por un superior responsable, el subalterno no le da
cumplimiento generando un resultado indeseable.
Ej: ausentarse de una guardia, sin una causa fehacientemente justificable.

Delitos que se pueden cometer en ejercicio de la profesión

Son tres los delitos que se pueden cometer en el ejercicio de una rama del arte de curar, a
saber:
1) Homicidio.
2) Lesiones.
3) Atentado contra la salud pública.

1. Homicidio: El artículo 84 del Código Penal establece que “será reprimido con prisión de 6
meses a 5 años e inhabilitación especial, en su caso, por 5 a 10 años, el que, por
imprudencia, negligencia, impericia en su arte o profesión o inobservancia de los
reglamentos o de los deberes a su cargo, causare a otro la muerte”.
2. Lesiones: El artículo 94 del Código Penal establece que “Sufrirán la pena de prisión de un
mes a tres años o multa de mil a quince mil pesos e inhabilitación especial por 1 a 4 años el
que, por imprudencia o negligencia, por impericia en su arte o profesión o por inobservancia
de los reglamentos o deberes de su cargo, causare a otro un daño en el cuerpo o en la
salud”.
3. Atentado contra la Salud Pública: En el artículo 203 del Código Penal, que pertenece al
Título 7: Delitos contra la seguridad pública, Capítulo 4: Delitos contra la salud pública.
Envenenar o adulterar aguas potables, alimentos o medicinas. Dice que: Cuando algunos
de los hechos previstos en los tres artículos anteriores fuere cometido por imprudencia o
negligencia o por impericia en el propio arte o profesión o por inobservancia de los
reglamentos u ordenanzas, se impondrá multa de dos mil quinientos a treinta mil pesos, si
no resultare enfermedad o muerte de alguna persona y prisión de seis meses a cinco años
si resultare enfermedad o muerte.
Art.200: Será reprimido con reclusión o prisión de tres a diez años, el que envenenare o
adulterare, de un modo peligroso para la salud, aguas potables o sustancias alimenticias o
medicinales, destinadas al uso público o al consumo de una colectividad de personas.
Si el hecho fuere seguido de la muerte de alguna persona, la pena será de diez a veinticinco
años de reclusión o prisión.
Art.201: Las penas del artículo precedente serán aplicadas al que vendiere, pusiere en venta,
entregare o distribuyere medicamentos o mercaderías peligrosas para la salud, disimulando su
carácter nocivo.
Art.202: Será reprimido con reclusión de tres a quince años, el que propagare una
enfermedad peligrosa y contagiosa para las personas.

Elementos constitutivos del delito de la responsabilidad profesional

De lo expuesto surge que:


1. El autor debe ser médico, odontólogo, farmacéutico, enfermero, etc.
2. Debe tratarse de un acto realizado dentro de la profesión. Vale decir, por ejemplo, un
Odontólogo en ocasión de asistir a un paciente.
3. No se requiere intención criminal. De existir esa intención el delito deja de pertenecer a la
responsabilidad profesional.
4. Debe existir una relación directa de causa - efecto entre el acto profesional y el daño
sobrevenido.
5. Ese daño debe ser consecuencia de un acto de impericia, imprudencia o negligencia del
profesional.

Las responsabilidades económicas por situaciones ocurridas


en el consultorio
Enfoque Preliminar
A diferencia de lo sucedido en otras profesiones, las del arte de curar, salvo casos
excepcionales, se desarrollaban con la vivencia de la tranquilidad de no ser objeto de reclamos
patrimoniales por parte de los pacientes.
Esto ha sufrido un profundo cambio y ahora tanto los médicos como los odontólogos sienten
que los acecha un grave peligro, que están expuestos a cualquier reclamo. Cunde la inseguridad
y el temor, sobre todo por la acción de inescrupulosos que más que una justa reparación a un
daño, pretenden lucrar reclamando sumas absurdas e injustificadas.
En definitiva, se encuentran con una experiencia: asumir el riesgo profesional.
Para que ello se haga con realismo es menester tomar conciencia de las situaciones jurídicas
que se crean, en general, como consecuencia de la presencia del paciente en el consultorio y no
caer en los extremos de creer que nada va a acontecer o que ya no se puede trabajar.

¿Qué es ejercer la odontología?

En primer término es menester tenerlo en claro, como punto de partida, y que estos actos que
implican el ejercer la odontología, están alcanzados por distintos tipos de legislación.
A. Para el derecho civil, la relación paciente-profesional, es un contrato fundamentalmente
de locación de obra. Esto significa que hay intervención de dos voluntades, una previa, del
paciente, que requiere determinados servicios del profesional, y otra de este, que a cambio de
un precio, se allana a prestar sus servicios, poniendo sus conocimientos científicos, en todos los
casos, y materiales en casi todos. Es decir, que las responsabilidades económicas son las
derivadas del mal cumplimiento de un contrato, o de su incumplimiento. Esta es la primer premisa
a tener en cuenta.
B. A su vez, estos servicios que se brindan al paciente pueden darse bajo la forma de estar
actuando bajo la dependencia laboral de otro, o independientemente. Aquí, según sea un caso
o el otro, comienzan a compartirse responsabilidades, sobre todo por lo que le acontezca al
paciente dentro del ámbito físico del consultorio y sin perjuicio de la actividad del profesional. En
efecto si el odontólogo actúa en relación de dependencia (hospital, clínica, etc.) hay situaciones
de daño al paciente donde juega un rol importante la forma de prestar los servicios. En estos
casos no se asume en exclusiva la responsabilidad. Va de suyo que si el profesional actúa solo
y en su propio consultorio no tiene posibilidad de compartir responsabilidades, si las hubiera
C. El derecho penal enfoca las sanciones a la persona, no a su patrimonio. Así, pueden
ocasionarse lesiones y/o muertes culposas y también estar incurso en ejercicio ilegal de la
profesión, que se da cuando se facilita su ejercicio a quien no está facultado a hacerlo (Art. 208
del Código Penal).
D. A su vez, la situación que da lugar a un legítimo reclamo económico y/o a solicitar una
condena penal y/o al despido, si está trabajando en relación de dependencia, y/o a ser excluido
como prestador si la labor se hace con independencia, seguramente, da lugar a que se le instruya
sumario por grave falta ética y por ende hasta suspenderlo en su profesión.

Los recaudos a tener en cuenta

Aclarando entonces que la relación paciente-profesional es un contrato en donde el


odontólogo asume una obligación de hacer, sea en una o varias etapas, la primera cuestión
esencial es probarlo, con las formas generales de todo contrato de este tipo y los especiales que
surgen de la práctica habitual de la profesión.
Ésta es la segunda premisa.
¿Y cuál es el compromiso que debe asumirse? Es de poner al servicio del paciente todos los
medios y conocimiento profesional, esto es, el de obrar con la mayor diligencia para tratar de
lograr un resultado.
Pero jamás debe asegurarse al paciente un logro del resultado, puesto que la naturaleza de
la prestación profesional es de medios, de asegurar poner todos los medios para lograr el fin
deseado, pero que no puede asegurarse que se lograra, porque no estamos en presencia de una
ciencia exacta.
Probados los compromisos asumidos, comienza el proceso de ejecución del contrato y aquí
también pongo énfasis en que hay que estar debidamente documentado que se fueron
cumpliendo por el profesional todos aquellos pasos que la ciencia y la técnica aconsejan realizar
a la necesidad que presenta el paciente, es decir, aquellas diligencias que exigen la naturaleza
de la obligación y que corresponden a las circunstancias de las personal, tiempo y lugar, y estos
recaudos deben ser mayores cuánto mayor es la especialización del profesional. Tercer premisa.
En definitiva, el profesional siempre que pueda demostrar que ha dado cumplimiento a estos
recaudos, aunque el objetivo no se hubiera cumplido, estará exento de responsabilidad.

Las situaciones no deseadas

1. Actuación individual: La diaria vivencia del ejercicio profesional presenta situaciones


problemáticas porque si bien es cierto que no puede asegurarse un resultado, el profesional
lo busca y el paciente lo desea y hasta lo exige.
Aquí debemos hacer un distingo. Primero los casos en que el paciente no está conforme con
la labor, porque a su criterio el profesional no cumplió lo prometido. Si lo pactado está claro y
demostrable, como así el cumplimiento de los pasos seguidos hasta el final, el profesional saldrá
airoso del problema.
La cuestión no se presenta tan clara desde un principio cuando el objetivo no se obtiene, sea
por haberse interrumpido la labor o porque sucedió algún acontecimiento no deseado.
No existirá responsabilidad cuando acontezca un hecho que no hubiere podido preverse, o
que previsto, sus efectos no se pueden evitar o impedir. Son los casos fortuitos o de fuerza
mayor.
¿Cuándo estamos en presencia de uno de ellos? Cuando suceden no obstante haber tomado
los recaudos indicados en el punto anterior.

2. En equipo: En estos casos se aplican las mismas normas, sólo que como indique hay
responsabilidades compartidas, no excluyentes, puesto que juegan su rol los dependientes,
el ámbito de trabajo, si se es jefe de equipo, etc.
La cobertura de riesgo: ¿Qué cubren los seguros?

Cualquier profesional puede ser objeto de un reclamo infundado, improcedente o absurdo en


su monto. Del reclamo nadie está exento. Como tal, no debe preocupar.
Lo que sí debe preocupar es que el reclamo prospere, total o parcialmente.
Para paliar esta preocupación, se recurre a contratar un seguro, de los llamados, por mala
praxis. Aquí, generalmente, se cae en el otro extremo, de creer que porque se tiene un seguro,
no hay que tener temor a los reclamos, y no es así.
El contar con cobertura de seguro debe evaluársela en su justa medida. Debe leerse muy
bien las pólizas porque dicen que situaciones cubren y cuáles no. En general, le cubren las
acciones u omisiones imputables al profesional cuando hubiera actuado ejerciendo su profesión.
Pero esto no es absoluto, porque en la parte referente a exclusiones de la cobertura, detallan
situaciones en que no cubren los actos profesionales, y citan, generalmente, por ejemplo, que
no haya matrícula vigente, que no hubieran sido ocasionados por Sanatorios, Clínicas o los
dependientes u otros profesionales que hubieran actuado con él, o cuando hubieran asegurado
un resultado, cuando hubiese habido culpa grave asimilable al dolo, entre otras causales.
Un seguro por mala praxis ante todo es un seguro, es decir un contrato de adhesión. Uno lo
toma como es o no, pero no se negocian sus cláusulas, que comienzan a ser obligatorias por
una ley especial y luego por disposiciones reglamentarias. Si no se cumplen por el profesional
las obligaciones que el seguro le impone, también se puede perder 1a cobertura, aunque
estuviera pago.
Si analizamos estas exclusiones de cobertura, vemos que son cuestiones de hecho. ¿Y qué
significa esto? Significa que estos hechos pueden presentarse claros antes de una demanda o
por el contrario surgir luego de iniciada, de allí que cobre importancia otra cuestión, vital diría,
que es la idoneidad e independencia del abogado defensor del profesional.
En general las pólizas de seguros no cubren los honorarios del abogado defensor del
asegurado, a no ser que esa labor la cumpla el letrado de la aseguradora. Por eso es frecuente
y económico en principio, delegar esta tarea a ese profesional que podrá enfrentar un serio
problema ético cuando se encuentre ante situaciones de hecho que desembocaran en intereses
contrapuestos. Esta cuestión es conveniente tenerla en claro antes.
Por todo lo expuesto, este pequeño aporte tiende a que el profesional tenga en claro aspectos
que hacen al riesgo que emane del ejercicio de su labor y a la necesidad de estrechar filas con
su Colegio para poder crear un sistema que le garantice su asesoramiento, una adecuada
defensa jurídica y un rol preponderante del colegio para que intervenga en las controversias que
se generan, tanto fuera en peritajes como con informes especializados para ilustrar a la justicia,
todo ello sin perjuicio de los recaudos personales que se tomen.
También este aporte apunta a crear conciencia sobre la obligación que tienen los Colegios de
hacerle sentir a los matriculados que están cumpliendo con uno de los puntos esenciales de su
creación, cual es la defensa en todos los planos de la labor profesional y cubrir un vacío de
actuación que esta hora está mostrando como necesaria.

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