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Aunque el término “románico” fue acuñado por el arqueólogo Charles de Gerville, en 1820, para agrupar el arte europeo desarrollado desde
el siglo V al XIII, en la actualidad, ha quedado reducido a la corriente estilística predominante en buena parte de la Europa cristiana desde
finales del siglo X a bien entrado el XIII.
Desde la caída del imperio romano de occidente hasta el siglo X, Europa se sumerge en una de las épocas más oscuras de su historia. El
ordenamiento social y político romano, junto al arte, la cultura y la ciencia se ven gravemente dañados.
Los desplazamientos masivos de pobladores, las grandes invasiones, las guerras contra normandos, húngaros y árabes, sumen al continente,
salvo momentos y lugares concretos, en una situación de precariedad social.
Las plagas, la pobreza, el hambre y las guerras de la época parecen anunciar el fin del mundo, justificando el terror milenario que el hombre
medieval siente durante las últimas décadas del siglo X.
Tras el cambio de milenio renace el optimismo. No sólo la vida continúa, sino que muestra una cara más amable, al mejorar las técnicas
productivas y agrícolas, como los enganches a las bestias de tiro. También se inventa la herradura, el arado con ruedas y vertederas, y se
comienza a usar la fuerza hidráulica para mover los molinos.
Estos avances influyen en un importante aumento de la demografía.
En el plano militar, los grandes desplazamientos invasores se remans convertirse al cristianismo húngaros y normandos, mientras que la
amenaza musulmana es frenada en España.
Sin embargo, el empuje decisivo para el resurgir del continente lo constituye la unificación y exaltación espiritual de Europa bajo la bandera
de la fe y el ideal de un imperio cristiano. La intensidad religiosa de la época permite unir, en lo moral, estados y territorios que en lo político
y geográfico se encuentran muy alejados.
Los monasterios, que en la Alta Edad Media tienen una influencia muy localizada, comienzan a desarrollarse por todas partes, impul s, sobre
todo, por la poderosa Orden de Cluny. Las peregrinaciones a Roma, Jerusalén y principalmente a Compostela, y el movimiento guerrero-
religioso de las Cruzadas impulsan el intercambio de conocimientos, culturas y formas de vida entre europeos, y entre éstos y el Islam.
Es en este marco del resurgimiento espiritual, social, económico y demográfico donde hay que encuadrar el “Milagro o Renacimiento
Románico” por el cual toda Europa se ve envuelta en una fiebre constructiva sin precedentes. Al principio las obras afectan principalmente a
las catedrales de las ciudades más influyentes o situadas en las rutas de peregrinación y a los poderosos monasterios. Pero poco a poco el
estilo se “democratiza” hasta poder afirmar que, a la llegada de la Baja Edad Media, no quedó pueblo o aldea sin su templo levantado en el
nuevo estilo.
Comienza, por tanto, la era del primer arte europeo y del primer arte verdaderamente cristiano. Un estilo que integra formas arquitectónicas,
esculturales y pictóricas en un plano de trascendencia espiritual, en que se emplea el lenguaje simbólico para comunicar sentimientos e ideas
de elevada dimensión.
Las formas que adopta este estilo se basan en una idea del arte desarrollado por y para la inteligencia humana. No pretende, como otros
estilos, copiar la naturaleza circundante, sino conceptuar la belleza de una manera abstracta.
Es por ello que los elementos de su arquitectura se reducen a figuras sencillas de la geometría euclidiana. Es una arquitectura de “escuadra y
compás” donde cuadrados, cír s, cubos y cilindros, se disponen con un sentido estricto del orden y la simetría. La belleza y armonía que
transmiten no es, por tanto, el resultado accidental del artista que por intuición desarrolla unas formas bellas, sino un hecho calculado.
Algunos autores, basándose en criterios estéticos desarrollados a partir del Renacimiento, se empeñan en valorar la calidad escultórica de una
obra románica en función de la fidelidad al modelo real, sin tener en cuenta que no se pretende reproducir la realidad física, sino comunicar
un concepto intelectual y espiritual, que incluso puede llegar a ser distinto en función de quien lo contemple
La “Ley del Marco” y la “Ley del Esquema Geométrico” enunciadas por Focillon para la escultura románica inciden que las figuras de
personas, animales, etc. adoptan las formas y proporciones más adecuadas para ajustarse a un orden geométrico racional. Por ello, en la
escultura románica de portadas, cabeceras y ventanas podemos encontrar personajes o animales achaparrados o de altura excesiva, a menudo
realizando escorzos imposibles, y frecuentemente con perspectivas absurdas. Nada de esto invalida su belleza, si somos capaces de
despojarnos de nuestra manera de pensar positivista.
El carácter simbólico de este estilo es tan importante, que en el periodo clásico del estilo, la mayoría de los elementos arquitectónicos y
escultóricos se concebían con su propio simbolismo. Así, por ejemplo, encontramos que la planta de la inmensa mayoría de las iglesias, tiene
una orientación cardinal invariable de oeste a este. De tal manera que el altar, situado, en la cabecera del templo, mira hacia levante. El
simbolismo que subyace en tal disposición se basa en que en el Altar se encuentra Cristo, y Cristo es la luz del mundo.
Las bóvedas de medio cañón o cuarto de esfera de los templos simbolizaban la bóveda celestial, y es frecuente encontrar en las puertas del
templo figuras de leones u otros animales fantásticos en enjutas, tímpanos y capiteles que simboliz os guardianes del templo, el lugar
sagrado.
Como consecuencia, una iglesia románica del periodo clásico es una construcción de volúmenes, contundentes sobrios y equilibrados. Las
formas que prevalecen son el semicír (arquivoltas y bóvedas de cañón) y el ángulo recto (naves, torres, etc.). La severidad de sus muros
pétreos, anchos y poderosos para permitir una gran pervivencia de la construcción, se anima con escultura figurativa de increíble
imaginación, concebida para enseñar y conmover.
El Arte románico fue un estilo artístico predominante en Europa en los siglos XI, XII y parte del XIII. El
románico supone el arte cristiano, agrupando las diferentes opciones que se habían utilizado en la
temprana Edad Media (romana, prerrománica, bizantina, germánica y árabe) y consiguiendo formular un
lenguaje específico y coherente aplicado a todas las manifestaciones artísticas. No fue producto de una sola
nacionalidad o región, sino que surgió de manera paulatina y casi simultánea
en Italia, Francia, Alemania y España. En cada uno de estos países surgió con características propias, aunque
con suficiente unidad como para ser considerado el primer estilo internacional, con un ámbito europeo.
Desde el siglo VIII, una serie de acontecimientos históricos posibilitaron la renovación y expansión de la
cultura europea: la subida al trono de Francia de los Capetos, la consolidación y difusión del cristianismo, el
inicio de la Reconquista en la Península Ibérica y, fundamentalmente, el nacimiento de las lenguas románicas,
son los hitos que marcaron este resurgimiento.
Sin embargo, el arte hasta alrededor del año 1000, cuando una expansión generalizada en los ámbitos
económico y cultural propició un importante crecimiento demográfico en las sociedades occidentales,
roturándose nuevas tierras y abriéndose antiguas rutas de comercio, que posibilitaran los caminos de
peregrinación.
Toda Europa se vio invadida por una auténtica fiebre constructiva; se había conseguido formular un arte
capaz de representar a toda la cristiandad: el románico.
El término románico, como concepto que define un estilo artístico, fue utilizado por primera vez
en 1820 por Charles de Gerville, considerando con este término todo el arte que se realiza anterior al
estilo gótico desde la caída del Imperio romano; y por analogía al término ya conocido de lenguas románicas,
el arte románico sucedía al arte antiguo tal y como las lenguas románicas eran las sucesoras del latín.
Posteriormente, la acepción de arte románico se fue restringiendo y pasó a designar el arte desarrollado en
Occidente entre los siglos XI y XII, aunque todavía hoy siguen las controversias para determinar con
exactitud la amplitud de espacio y tiempo que abarca este estilo.
En la definición de este primer arte europeo, es fundamental la reforma monacal realizada por la orden
cluniacense, como resultado de una revisión en profundidad de las comunidades benedictinas. El monasterio
de Cluny, fundado en el año 930, se convierte en el gran centro difusor de la reforma, alcanzando rápidamente
una gran expansión y consiguiendo que a través de sus monasterios el arte románico se difundiera por todo el
mundo cristiano europeo. Antes de que la orden de Cluny capitalizara y extendiera este arte románico, ya se
había desarrollado en Italia, en la región de Como, en España y Aragón (especialmente en la provincia
de Huesca), se denomina el primer románico. En otros lugares como Cataluña, que recibió mucha influencia
italiana, se formaron bases sólidas para el rico desarrollo de la arquitectura románica que seguiría el resto de
Europa, incluida España.En el principado de Catalunya se hicieron los primeros abovedamientos de las
iglesias españolas. Algunas características del importante arte románico catalán son:
Escultura en fachadas
Puertas
ventanas
Canecillos
Durante la segunda mitad del siglo XII y la primera mitad del siglo XIII, a medida que las soluciones
arquitectónicas se afianzan y mejoran, surge el tardorrománico. Una de sus expresiones es el llamado arte
cisterciense, que se expande con las abadías de la orden del Císter, expresando las concepciones estéticas y
espirituales de Bernardo de Claraval (ausencia de ornamentación y reducción a los elementos estructurales).
En el principado de Cataluña,el Románico será muy importante. Tendrá características propias. De influencia
lombarda, crearán las bóvedas de cañón en las naves con arcos ogivales en los espacios menores y en las
cúpulas. Lesenas y Arcuaciones también predominarán. El primer periodo está marcado por la austeridad que
dará paso a la majestuosidad.
Se emplea la piedra escuadrada pero no pulida, las cabeceras son de semitambor adornadas con arquillos y
bandas (lesenas) rítmicamente dispuestas. Los templos se cubren con bóvedas pétreas de cañón y horno, las
naves son más amplias y elevadas que los edificios prerrománicos precedentes. Se emplean el pilar y no la
columna y no hay figuración escultórica.
Además de la belleza y valor histórico de estas construcciones, su combinación con un marco geográfico
inigualable, como los valles pirenaicos, ha hecho de este estilo uno de los más visitados.
Segundo Romanico
Procedente de Francia y difundido al principio por el Camino de Santiago, es la fase más noble del estilo, de
gran belleza y equilibrio de formas. Llega a España a finales del siglo XI y comienzos del XII.
Es un estilo armonioso y pleno de escultura en canecillos, capiteles tímpanos y otras partes de la arquitectura.
Su arquitectura es sobria pero de una gracia y equilibrio no alcanzados en otros estilos.
Son las principales estaciones del Camino de Santiago las primeras que van a ver levantar en este estilo puro y
consolidado las primeras iglesias y monasterios. De este periodo datan la catedral de Jaca, la iglesia monástica
de San Martín de Frómista, la basílica de San Isidoro de León y las primeras piedras de la catedral
compostelana.
Además de estas construcciones, son muy destacables, dentro de esta fase, el comienzo de algunos edificios
de las ciudades fronterizas de Salamanca, Segovia yÁvila, y por supuesto, los primeros monasterios
burgaleses, como Santo Domingo de Silos y San Pedro de Arlanza.
Tardorromanico
Es la evolución tardía del estilo. en lo arquitectónico se combinan formas romanicas y otras decididamente
góticas. Se desarrolla a partir de mediados del siglo XII y comienzos del XIII.
Tanto en España como en el resto de Europa esta última fase presenta dos variantes muy diferentes:
Romanico Mudéjar
Estilo exclusivamente español en el que se combinan formas estructurales románicas con decoraciones
musulmanas propias de los alarifes mudéjares que iban quedando en los territorios conquistados por los
cristianos a los musulmanes.
Aunque el origen de estas construcciones parece que hay que buscarlo en constructores musulmanes de
Toledo, los primeros edificios se construyen en Tierra de Campos, en las provincias de León y Valladolid.
Más tarde se extiende al territorio que hoy ocupan las provincias occidentales de Castilla y León, con la
mayor densidad de estas construcciones en la comarca llamada "Tierra de Pinares" que se encuentra a caballo
de Valladolid, Salamanca, Ávilay Segovia
Los volúmenes son básicamente los mismos que los románicos de piedra, limitados por las diferencias de
material. Se usa mucho el juego de arcos ciegos, alfices, frisos de esquinillas o ladrillos a sardinel para
adornar los muros, que pierde -sin embargo- la figuración escultórica, tan querida por el románico pétreo
Pinturas murales
No abundan en verdad las pinturas murales románicas que, salvando las vicisitudes de los tiempos han llegado
íntegras hasta nosotros. Pero los numerosos restos que se han ido descubriendo en nuestra época revelan haber
sido muy común la pintura para decoraciones murales en las iglesias románicas. De fuera de España, se citan
como importantes obras de los siglos XI, XII y principios del XIII, además de las pinturas italianas arriba
indicadas las siguientes:
Arquitectura románica
Desde el punto de vista exclusivamente arquitectónico el románico fue un esfuerzo continuo en construir
templos perdurables con la mayor grandeza posible pero evitando su posible destrucción. En este empeño la
arquitectura románica siguió un proceso evolutivo continuo de perfeccionamiento y de resolución de
problemas tectónicos en busca de la altura y la luz.
Para ello el material empleado debía ser piedra fundamentalmente, aunque no se renunció a otro materiales
como luego veremos. Otra condición ideal era que el templo debía estar abovedado. Esto era por dos razones:
la primera, por dar mayor relevancia simbólica al edificio y otra, más práctica, para evitar los incendios que
los techos de madera sufrían con cierta frecuencia.
Estos deseos llevaron a los arquitectos románicos a construir sus iglesias con grandes muros macizos de
piedra que pudieran soportar los enormes pesos de las bóvedas. Los vanos, aunque deseados por el
simbolismo de la luz, fueron practicados de manera más escasa que en el gótico -vanos estrechos y saeteras-
pues suponían frecuentemente menoscabo de la resistencia de los muros. Como consecuencia secundaria, el
interior de los templos románicos se envuelven en una tamizada luz que invita al recogimiento.
El sistema de empujes y contrarrestos de las bóvedas -mediante columnas, pilares, contrafuertes, otras
bóvedas, etc.- se convirtió en el principal problema ingenieril a resolver y que no siempre se hizo con acierto,
como sabemos por innumerables derrumbamientos producidos en diferentes épocas.
A groso modo, un templo románico es un edificio de piedra labrada orientado al este con una o varias naves
longitudinales que podían tener otras atravesadas (se verá en el siguiente apartado). En ocasiones, la fachada o
hastial occidental estaba precedida de un nártex o antesala abovedada monumental.
La cabecera podía tener ábsides escalonados de planta semicircular (lo más corriente) o rectangulares o
incluso tener girola con capillas radiales.
Sobre el crucero se solía levantar un cimborrio o torre-linterna -de planta cuadrada u octogonal- con
ventanales para iluminar el interior. También era frecuente la construcción de parejas de torres campanario
pareadas flanqueando la fachada o torres únicas en un costado del templo (con predilección por el costado
norte). El campanario tenía muchas funciones simbólicas más allá de la mera utilización como instrumento
sonoro para convocar a Misa. Se trataba de un símbolo de unión entre Dios y los hombres y del poder de la
Iglesia. En ocasiones se trataba también de una especie de torre fortaleza de defensa frente a los enemigos,
como en algunos lugares de la Castilla al sur del Duero. La torre románica solía tener varios pisos con
ventanales normalmente ajimezados.
Otra forma de campanario es la llamada espadaña, muro vertical plano horadado de vanos para las campanas.
Las puertas monumentales o portadas ornamentadas mediante sucesivas arquivoltas abocinadas que apoyaban
sobre columnas se abrían normalmente en el muro occidental o meridional o en ambos. En los templos más
ambiciosos podía haber numerosas puertas de entrada para abarcar todos los muros del edificio.
Si la puerta era muy ancha se colocaba como refuerzo una columna central llamada parteluz o mainel. En
templos importantes se solían añadir estatuas de personajes bíblicos a las columnas o/y a las arquivoltas. Otro
elemento destacado de las portadas románicas es la presencia de tímpanos esculpidos bajo las arquivoltas.
Es en estas puertas, en los capiteles de las columnas interiores y en los canecillos que soportaban los aleros
del tejado donde se concentraba la mayor parte de la escultura monumental que acompañaba indisolublemente
a la arquitectura románica de los periodos pleno y tardío.
En el caso de catedrales y monasterios se adosaban otros espacios, de los que el más importante era el
claustro. Se trata de un espacio cuadrado delimitado por galerías con arquerías soportadas por columnas.
Piedra de sillería o sillar (bloque de piedra labrado como un paralelepípedo). Frecuentemente estos sillares
eran marcados por los canteros con marcas para su posterior cobro. Las paredes así elaboradas tenían dos
finas capas de sillería y en medio una masa de ripio (pequeñas piedras normalmente procedentes del tallado
de los sillares). La colocación o aparejo de la sillería puede ser a soga y tizón (alternando la disposición en
forma paralela y perpendicular a la dirección del paramento), encintada, en hileras, etc.
Sillarejo (piedra más pequeña, de peor labrado y ajuste, realizada con martillo devastando directamente la
piedra bruta).
Plantas
Las plantas de las iglesias fueron muy variadas y es imposible hacer una relación de todas ellas. Citaremos las
más importantes:
A partir del siglo XII también se emplea el arco apuntado u ojival, por dos segmentos curvos que forman
ángulo en la clave. Esta invención fue esencial para el desarrollo de la arquitectura medieval posterior (gótico)
pues los empujes que trasladaban estos arcos (y por extensión las bóvedas apuntadas) a los pilares y restos de
estructuras eran mucho más verticales y fáciles de resistir.
La columna y el pilar son los elemento arquitectónicos esenciales para recibir el peso de las estructuras
superiores (arcos y bóvedas). La columna esta compuesta por basa, fuste y capitel. La basa de la columna
románica es de tipo ática. El fuste, a diferencia de las columna romanas y griegas y del resto de estilos
posteriores al gótico no es troncocónica ni tiene entalle (diferente sección en los extremos) sino
completamente cilíndrica (salvo en casos aislados). Tampoco tiene normalmente acanaladuras verticales
como en la arquitectura clásica sino que son lisos o en el caso más complejo lleva sogueados oblicuos o
decoración geométrica (zigzag) o vegetal. El capitel suele ser figurado o de motivo vegetal y tiene collarino y
ábaco en los extremos.
El pilar o soporte prismático de sección cuadrada fue usado ampliamente como soporte, aunque adoptó
diferentes modalidades. La más frecuente fue la variedad de pilar cruciforme (sección de cruz griega) o aún
más, el pilar cruciforme con semicolumnas embebidas para recoger los arcos y sus dobladuras.
Abovedamiento
La bóveda es una obra de fábrica curvada que sirve para cubrir el espacio comprendido entre dos muros o
entre varios pilares.
En el periodo del románico pleno la bóveda más empleada para cubrir la nave principal del templo es la de
medio cañón (bóveda de directriz continua semicircular) con arcos transversales de refuerzo o fajones,
cabalgando sobre las arquerías inferiores. Esas enormes bóvedas ejercían una fuerza no sólo vertical sino
transversal que tenía que ser contrarrestada con otras naves laterales o la presencia en el exterior de los muros
de poderosos y macizos contrafuertes.
Aunque la bóveda de medio cañón longitudinal fue -como decimos- la más ampliamente usada para la nave
principal, no se dejaron de inventar, durante el período románico, nuevas e ingeniosas formas de cubrición.
Por ejemplo, en lugares del sur y oeste de Francia como Angulema, Périgueux, Cahors, Solignac, Souillac,
etc., durante las primeras décadas del siglo XII, se construyeron edificios de una sola y amplia nave, que se
cubría con una serie de cúpulas semiesféricas sobre pechinas.
Por otro lado, en las naves laterales de los edificios del románico pleno se emplea principalmente la llamada
bóveda de arista, construida sobre un espacio cuadrado y formada por el cruce de dos bóvedas de cañón de
igual anchura. Esta bóveda, cuando se genera por el cruce de arcos apuntados y se refuerza con nervaduras da
lugar a la bóveda de crucería.
Para abovedar el crucero, espacio cuadrado de intersección de nave y transepto, se emplea la cúpula, o bóveda
con forma de media esfera u otra forma aproximada. Para pasar del cuadrado del crucero al círculo de la base
de la cúpula semiesférica se emplearon las pechinas (soportes en forma de triángulo curvilíneo). También se
usaron las trompas (soportes de forma cónica) que convertían el cuadrado en octógono como transición al
círculo.
En los ábsides de planta semicircular se usó de manera invariable la bóveda de horno o de cuarto de esfera
que se engarzaba a la de medio cañón correspondiente al tramo presbiterial.
A partir de finales del siglo XI se comienzan a ensayar las primeras bóvedas de crucería en Inglaterra y
Normandía (Francia), como en la catedral de Durham.
La gran utilidad de estas bóvedas es que los empujes que generan sobre las estructuras inferiores son más
verticales y localizadas lo que permite un mejor contrarresto.
A lo largo del siglo XII se suceden iglesias con planta y soportes plenamente románicos (el habitual pilar
cruciforme con cuatro semicolumnas en sus caras) que sin embargo tienen abovedamiento de crucería. Ello
obligó en algunos casos a improvisar ménsulas para las nervaduras de la bóveda. Estas construcciones de la
arquitectura románica madura nunca han de considerarse góticas sólo por el abovedamiento. El gótico es un
concepto arquitectónico y estético diferente. Los soportes góticos se hacen más complejos -con multitud de
columnillas adosadas unas a otras o al pilar- para recibir los numerosos nervios de la bóveda de crucería y este
avance se emplea para "desmaterializar el muro" y convertirlo en un mundo de cristal
Alzado
Atendiendo a la planta y al alzado, podemos hacer una sencilla clasificación de las iglesias románicas, que si
bien es insuficiente dentro del complicado universo de sus posibilidades, puede resultar útil .
La bóveda de crucería, en algunos casos de mayor ambición, puede arrancar de un nivel superior al de la
tribuna, como en San Vicente de Ávila, una de las obras de mayor enjundia del románico español, aunque con
varias fases en su construcción, desde el románico pleno a un románico avanzado de transición al gótico