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Instituto Bíblico Filadelfia

Ext. Huimanguillo
Paso de la Mina, Barrial 3ra. Sección,
Huimanguillo, Tabasco

Profesor:
Pastor Manrique Cruz López

Orientación Estudiantil
Alumna:
María Elena Bolaina Cruz

Tema: Materia:
Biografía
Del Profeta y Sacerdote
Ezequiel

Bibliografía:
Biblia Reina Valera 1960
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Ezequiel». En Biografías y Vidas.
La enciclopedia biográfica en línea [Internet].
Barcelona, España, 2004. Disponible en
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/e/ezequiel.htm

17 de diciembre 2022
EZEQUIEL
“Dios es fuerte” “Dios fortalecerá”

(Siglo VI a.C.) Profeta y Sacerdote


hebreo al que se atribuye la redacción
del libro homónimo del Antiguo
Testamento (Libro de Ezequiel), o al
menos de gran parte de él. Según la
tradición bíblica, era hijo de Buzi, un
sacerdote de Jerusalén. Cuando el
rey babilónico Nabucodonosor
destruyó Jerusalén, Ezequiel siguió a
sus habitantes en su exilio a
Babilonia.
Según la cronología comúnmente
aceptada, el primer período de
profecía de Ezequiel se sitúa entre el
año 592 a.C. y el 585 a.C., y el
segundo período a partir de 572 a.C.
En la primera de dichas etapas
anunció la pronta destrucción de
Jerusalén, debido a la proliferación de la injusticia y el aumento de los ritos paganos; en
la segunda, anunció la restauración de la casa de Israel por intermediación de la gracia
divina y aconsejó a los exiliados que abandonaran la diáspora y regresaran a la tierra
de la cual procedían.
Compuesto por 48 capítulos, el Libro de Ezequiel comienza con una visión gigantesca
de animales, de querubines fulgurantes, que guían el carro en que se apoya el altísimo
trono de Dios. Esta teofanía grandiosa, no fácil de entender, fue repetida por San Juan
Evangelista en su Apocalipsis. El elegido, amedrentado, cae al suelo y en esta posición
recibe la orden de ir "en busca de los hijos de Israel, hipócritas y verdaderos
escorpiones que inoculan veneno a los demás, tardos de mente y duros de corazón".
Ezequiel durante siete días permanece silencioso en su casa. Transcurrido este tiempo
oye una voz interior que le expone la responsabilidad de vida y de muerte que pesa
sobre él desde que recibió la misión. Y helo aquí convertido en centinela de su pueblo,
fiador de Israel para con Dios. Ante el asombro de los hebreos desterrados en
Babilonia, él cumple con silencio expresivo estos actos originales que han de simbolizar
las terribles calamidades que abruman al pueblo quebrantador de la fe.
El profeta habla por fin, pero para vituperar la maldad de los idólatras y de los
deshonestos, y para anunciar que el Señor hará cosas como no se han visto
semejantes desde que el Templo existe. No hay que mecerse en vanas esperanzas.
Israel y Judá serán exterminados con la espada, con el fuego, con bestias feroces, con

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hambre; los montes de la querida patria quedarán cubiertos de las ruinas de los altares
de los ídolos rotos, y de los huesos de los que los adoran.
Los ancianos de Judá van a su encuentro y Ezequiel es arrebatado en éxtasis ante sus
huéspedes; considera el pecado capital de Israel y el ineluctable castigo que se
aproxima. Visión dramática por la cual, viendo en el Templo el sagrado carro de Yahvé,
asiste espiritualmente a los actos idólatras que allí se perpetran y a las escenas de
exterminio inminentes. Sigue el anuncio de la conversión y la futura renovación de
Israel. Otras acciones simbólicas son realizadas, otras impresionantes parábolas, otros
apólogos son pronunciados, para iluminar a sus hermanos y llamarlos a Israel.
Hasta aquí el profeta ha insistido casi exclusivamente en la catástrofe final de su patria.
En la segunda parte aparece un motivo más consolador: Israel será restaurado, tendrá
un porvenir glorioso. Y Ezequiel expone la naturaleza de esta renovación y traza su
historia con los grandes rasgos de una visión mesiánica. El profeta Isaías había sido el
de la misericordia divina; el profeta Jeremías, el de la venganza; Ezequiel es al mismo
tiempo el profeta de la venganza y de la misericordia de Yahvé. La reorganización de
los hijos de Judá en tiempos de Ciro y la aflicción de los hijos de Judá en tiempos de
Nabucodonosor, que constituyen los temas preferidos de Isaías y de Jeremías,
constituyen el fondo de la profecía de Ezequiel, y sus promesas alcanzan tiempos
lejanísimos, girando señaladamente en torno al misterio de Jesucristo y de su Iglesia.
El estilo de Ezequiel es personal y original: siente predilección por las imágenes, las
figuras, los símbolos. Si es inferior en elegancia estilística a Jeremías, emula casi a
Isaías en la elevación. Terrible y vehemente, siempre severo y enojado, a menudo
revolucionario, Ezequiel emprende los temas con un estilo a veces solemne y a veces
descuidado, y los prosigue con la perseverancia de un riguroso encadenamiento de
ideas. Ningún escritor del Antiguo Testamento es más enérgico, más combativo, ni más
majestuoso.

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