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Historia Militar Legiones Romanas
Historia Militar Legiones Romanas
ORGANIZACIÓN, ESTRUCTURA Y
ESTRATEGIA EN LA ANTIGUA ROMA
HISTORIADOR MILITAR
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INDICE:
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CAPITULO I
El servicio afectaba a los ciudadanos entre diecisiete y sesenta años. Hasta los
cuarenta y cinco participaban en las campañas, y los mayores defendían las ciudades y
formaban la reserva. Por lo general las clases altas no intentaban rehuir el servicio
militar, ya que su cumplimiento era imprescindible para poder acceder a las
magistraturas del Estado y hacer carrera política (el cursus honorum). La organización
política básica en aquella época era la gens. La leva obligaba a cada gens a
proporcionar un cierto número de hombres armados más otros hombres de apoyo. El
requisito básico era ser ciudadano romano (infantería o caballería pesadas) o bien
ciudadano de algún pueblo bajo domino romano (velites y caballería ligera), lo que
contribuía a que el ejército tuviese una moral elevada y un gran fervor patriótico. No
se tenían en cuenta otros factores como la religión o el color de la piel. Por el
contrario, lo habitual entre los pueblos y civilizaciones de la época era un ejército
formado por mercenarios profesionales sin importar su origen. La leva sólo era
obligatoria en tiempos de guerra, pero las continuas guerras en las que Roma se veía
implicada hacían que en la práctica la leva siempre estuviese en vigor. Aunque los
soldados percibían una paga (no muy elevada) sus campos de cultivo quedaban
desatendidos, lo que inevitablemente les causaba pérdidas si la campaña se alargaba.
Con el tiempo los criterios de sangre noble se fueron relajando. A mediados del siglo
VI a. C. el rey Servio Tulio puso la riqueza personal por delante del criterio de sangre
en relación a los derechos y deberes de los ciudadanos. Entre estos derechos y deberes
se encontraba el ejército. Servio Tulio dividió Roma en treinta tribus, y agrupó a los
ciudadanos en cinco clases sociales, subdivididas en un total de ciento noventa y tres
centurias.
LEGION
En los primeros tiempos no había distinción entre ejército y legión, Roma disponía de
una sola legión de hasta tres mil infantes y trescientos caballeros. Sin embargo las
guerras en aquella época eran escaramuzas limitadas que acababan con el invierno, y
es dudoso que alguna vez se llegara a reunir el ejército al completo. Ni siquiera era un
cuerpo permanente, se reclutaba y licenciaba según las necesidades. Los trescientos
caballeros (centuriae flexuntes o centuriae celeres) formaban la caballería del ejército
de la Antigua Roma. Estaban bajo el mando de tres tribunos de la Caballería (Tribuni
Celerum) y el jefe supremo de la Caballería era el Magíster Equitum. La aristocracia
al principio y las clases ricas posteriormente ocupaban la primera línea como muestra
de su liderazgo del pueblo, y también porque podía pagarse el mejor equipamiento,
con lo que sus unidades eran muy eficaces y bien armadas. Muy pocos miembros de
las clases más bajas podían costeárselo con su paga de soldado. Con el crecimiento de
la población de Roma y las mayores necesidades militares el número de legiones
aumentó primero a dos y posteriormente a cuatro. El mando supremo de la caballería
correspondía a un Magister Equitum, y el de la caballería de cada legión a los
Tribunos de la Caballería. El mando supremo de los infantes correspondía
inicialmente al rey y después a los Cónsules o Dictadores (o a los Legatus). El mando
de los infantes de cada legión correspondía a los Tribunos de la Milicia. Los infantes
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fueron divididos en cinco clases según su armamento (en función de la riqueza
personal) siendo las tres primeras llamadas hoplitas (por la armadura) y las otras dos
Velites (auxiliares).
UNIDADES
ARMAMENTO
Como cada soldado debía pagarse el equipo, éste dependía de a cuál de las cinco
clases establecidas por Servio Tulio pertenecía el hombre. La mejor armada era la
primera clase:
Escudo: circular.
Cuerpo: corseles de cuero, pectorales de bronce, grebas.
Yelmo: casco cónico de bronce.
Armas: gladium (espada corta), pilum (jabalina).
Sandalias: reforzadas por una suela de piel gruesa de unos dos centímetros.
En el año 311 a.C. se instituyó la figura de los almirantes (Duoviri navales) para
dirigir la pequeña armada romana formada por unos pocos navíos (galeras sobre todo)
y por los contingentes marítimos de las ciudades aliadas que poseían marina (como
Nápoles). El 267 a.C. se instituyeron los cuatro cuestores de la marina (Classici
quoestores), con sedes respectivas en cuatro puertos: Ostia, Cales (en Campania),
Ariminium (Rimini), y otra sede cuyo nombre y situación no es conocido.
Con el paso del tiempo el sistema militar iba sufriendo pequeños ajustes. Con el
incremento de población la curia acabó desplazando a la gens. Las curias procedían
de antiguas organizaciones principalmente económicas y comerciales, pero también
religiosas y judiciales. Paulatinamente las curias se fueron transformando en simples
organizaciones territoriales que fueron aprovechadas como unidades de leva. El
adiestramiento se iniciaba con un entrenamiento físico realizado con el equipo puesto
(unos treinta kilos) e incluía marchas y carreras de obstáculos. Posteriormente la
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instrucción militar incluía la práctica de movimientos aplicables en las guerras y el
manejo de armas.
LEGION
MANDOS
Cada legión quedó bajo el mando de un cónsul elegido por un periodo de un año. Esto
suponía que muchas veces estos dirigentes adolecían de dotes militares, y lo más
habitual era que los cónsules a su vez nombrasen un legado (legatus), más profesional
y con capacidad de mando al que situaban al frente de la legión. La figura del tribuno
militar apareció formalmente en el 331 a.C. La legión se reorganizó en seis cuerpos,
dirigidos por los tribunos militares electos. Estos cuerpos se dividía a su vez en otros
diez, las centurias, bajo el mando de sendos centuriones. Nominalmente cada centuria
constaba de cien hombres, pero en realidad su número podía ser de hasta sesenta; la
cifra más habitual estaba en torno a ochenta. Así se creó una jerarquía formada en
primer lugar por el cónsul electo, sus legados, los tribunos militares y los centuriones.
Otro cambio obligado por la mayor duración de las escaramuzas fue la necesidad de
prorrogar el mandato del cónsul en campaña. Así surgió la figura del Procónsul. La
lealtad de los soldados, que se iba desplazando desde el Estado hacia sus jefes
directos, hizo que los cónsules y procónsules empezaran a obtener un gran poder
militar y político.
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UNIDADES
La infantería pesada era la principal unidad de la legión. Estaba formada por soldados
capaces de costearse el equipamiento. Según la experiencia se distribuían en hastati o
astados (hastatus era el soldado más joven), príncipes (princeps era el soldado en
torno a treinta años) y triarii o triarios (triarius era el veterano). La infantería ligera o
velites no tenía una organización ni función precisas. Su actuación se ajustaba a las
necesidades de la batalla. Eran un cuerpo de gran ligereza y movilidad que hacía que
en muchas ocasiones fuesen los que más bajas infligían al enemigo. Por lo general no
eran ciudadanos romanos, sino aliados (allae que, hasta el siglo III a.C.) se reducían
aproximadamente a la Italia actual). La caballería ligera o equites estaba formada por
jinetes expertos que, al mando de sus oficiales, solían atacar por los flancos. Al cargar
por los flancos y por la retaguardia, sorprendían al enemigo y presionaban hasta
acorralarle.
ARMAMENTO
El tronco se protegía con una coraza completa (frontal y espalda) de la que hubo
varios tipos. La coraza más cara eran dos piezas de metal que protegían
completamente el tronco. Por su precio y vistosidad estaban prácticamente reservadas
a los oficiales y a la Guardia Pretoriana. La coraza de escamas estaba formada por
pequeñas piezas de metal o hueso superpuestas y unidas por alambre. La lorica
hamata era una cota de maya. La lorica segmentata estaba formada por hojas de
metal alargadas. Proporcionaba mayor protección que la lorica hamata y permitía más
movilidad. Para proteger el vientre utilizaban un cinturón de cuero, con tiras colgantes
para proteger los muslos. El escudo podía ser de bronce o de madera recubierta de
cuero, y su forma redonda, oblonga o semicircular o cilíndrica El casco protegía la
nariz, mejillas y cuello. El de los oficiales llevaba un penacho. El calzado consistía en
unas sandalias fuertes, con tachuelas en la suela, de gran resistencia en las largas
marchas. Las armas eran un pilum pesado, un pilum ligero, el gladius y un puñal de
doble filo. Además llevaban una mochila con objetos personales, agua y raciones para
un mínimo de tres días.
MARCHA Y CAMPAMENTOS
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trataba de algo permanente, por ejemplo vigilar la seguridad de una zona, se utilizaba
la piedra. Después del vallum se dejaba un terreno despejado de treinta a sesenta
metros, el intervallum. La tienda del general se levantaba junto a la intersección de
dos calles que se cruzaban en forma de cruz latina, la via praetoria el brazo largo y la
via principalis el brazo corto. En cada una de las zonas se distribuían las tiendas de
los legionarios, siguiendo una ordenación específica según el cuerpo. Las tiendas
tenían capacidad para cuatro legionarios, pero alojaban a ocho en turnos rotativos.
EL COMBATE
hastati
principes
triarii (que sólo entraban en combate en situaciones extremas).
El hueco que quedaba entre dos manípulos de la primera línea se encontraba cerrado
por un manípulo en la segunda línea, y a su vez la tercera línea cerraba los huecos de
la segunda. El resultado era una disposición en forma de tablero de ajedrez -accies-
que dotaba de gran flexibilidad a los movimientos de la infantería.
EL TRIUNFO
Si en una batalla caían al menos cinco mil enemigos y se obtenía una victoria
abrumadora el senado decretaba el Gran Triunfo. Éste se celebraba con un desfile
multitudinario por las calles de Roma liderado por magistrados y senadores. A
continuación iban los cornetas, el botín, los prisioneros, el general triunfador, con una
corona de laurel, y sus tropas cerrando el desfile.
BOTIN DE GUERRA
Al enemigo, tanto riquezas como tierras, pasaban a ser propiedad del Estado. Muchas
de estas tierras se les entregaban a patricios y generales victoriosos, o bien se les
arrendaban a precios muy reducidos. Los habitantes de la tierra pasaban a ser esclavos
del propietario o arrendatario. Con el paso del tiempo cada vez era más habitual que
fuese el propio jefe del ejército el que se alzase con la propiedad del botín y la
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repartiese a su criterio entre sus ayudantes y la tropa, con lo que se ganaba su
fidelidad personal. Esto acabó siendo de gran importancia política desde los últimos
años de la república. El iniciador de esta medida fue Escipión
HONOR Y TITULOS
Los soldados reclutados entre la clase aristocrática tenían escaso espíritu combativo.
Para elevarlo fue preciso dictar una ley que obligaba, para aspirar a una magistratura,
a haber servido diez años en el ejército, con lo que se impidió que la aristocracia
desertara de sus obligaciones militares. Los títulos y honores son ambicionados. Antes
los honores del triunfo se concedían solamente al cónsul que regresaba victorioso y
aumentaba el territorio de la República. Ahora cualquier escaramuza da lugar a la
celebración de un triunfo, dentro o fuera de Roma. Para poner coto a ello se decidió
en el año 181 a. C. que para celebrar un triunfo, la batalla debía haber originado al
menos cinco mil muertos, pero a menudo se aumentaron las cifras en los informes
para saltarse la norma. Los títulos de victorias, reales o ficticias, aumentaban. Las
familias empezaron a adoptar sobrenombres alusivos (cognomen secundum o
agnomen), costumbre iniciada por Escipión (que se tituló Africanus), por su hermano
(Asiaticus) y por su primo (Hispanicus). El 163 a. C. el conquistador de Mesina tomó
el sobrenombre de Mesala, y así otros muchos.
Desgraciadamente, no todos los cónsules electos eran muy capaces desde el punto de
vista militar. Por ejemplo, en el año 113 a.C. el cónsul Cneo Papirio Carbón fue
derrotado en la Batalla de Noreia por tropas invasoras de Cimbrios y Teutones,
muriendo la práctica totalidad del ejército (sobrevivieron 20.000 hombres de un total
de 200.000). Este desastre fue seguido por una guerra en África contra el Rey Yugurta
de Numidia. El cónsul Quinto Cecilio Metelo el Numídico fue enviado a derrotar a
Yugurta y, si bien no perdió ningún ejército, tras dos años de guerra todavía no había
logrado la victoria total. Cayo Mario, uno de sus legados, solicitó a Metelo que le
liberase de su deber para poder volver a Roma y presentarse al consulado a finales del
año 108 a.C. Cuando Mario se convirtió en cónsul junior (el que menos votos había
obtenido de los dos) en el año 107 a.C. y se le encargó concluir la guerra contra
Yugurta se encontró que no tenía ejército. El ejército de Metelo había sido asignado al
cónsul senior, Lucio Casio Longino, para expulsar a los Cimbrios, que volvían a
amenazar a Roma desde los Alpes. Por otro lado, los ciudadanos elegibles que
quedaban eran muy pocos, debido a los anteriores desastres militares. El fondo de la
crisis venía de que, al ir Roma expandiendo sus fronteras y tener que enfrentarse a
guerras más largas y lejanas, además de a tener que ocupar territorios extranjeros
durante años, se rompió definitivamente el ciclo de servicio militar. Pues los soldados
ya no eran licenciados tras una campaña a tiempo para atender sus tierras. Y las
deudas les hacian presa fácil de los grandes terratenientes, que dominaban el senado y
aprovechaban la situación para hacerse con las tierras de los pequeños propietarios.
Unido a las bajas de las guerras, este empobrecimiento fue destruyendo la clase media
romana que formaba el núcleo del ejército. Y convirtiendo el servicio militar en cada
vez más impopular. Cayo Mario, para solventar este problema, introdujo una serie de
reformas.
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LAS REFORMAS DE MARIO
La parte más importante de las reformas de Mario fue la inclusión de las personas sin
tierras ni propiedades, las demoniadas capite censi o censo por cabezas, dentro de las
personas que podrían alistarse. Dado que la mayor parte de este grupo eran pobres que
no tenían capacidad de comprar su propio armamento, Mario hizo que el estado les
suministrase las armas (que irían pagando a plazos). Ofreció a la gente sin recursos un
empleo permanente con paga como soldados profesionales, y la oportunidad de ganar
dinero mediante los saqueos en campaña. La gente, que tenía muy poca esperanza de
incrementar su estatus por otra vía, en seguida empezaron a apuntarse al nuevo
ejército de Mario. Los soldados se reclutaban para un plazo de 25 años. Gracias a esta
reforma, Mario logró dos objetivos. En primer lugar, consiguió reclutar suficientes
hombres en un periodo de crisis y de amenazas externas para Roma. En segundo
lugar, solventó un grave problema económico que existía en Roma, provocado por la
pérdida de la mayor parte de la clase media en guerras (tanto por la muerte de los
ciudadanos, como por su ruina económica, al no poder encargarse de sus propiedades
en campaña).
Con este ejército permanente, y siendo el estado quien suministraba las armas, Mario
pudo estandarizar el equipamiento de la legión romana. El entrenamiento se mantenía
a lo largo del año, y no sólo cuando era necesario. Mario organizó las legiones de la
siguiente forma: Hizo desaparecer la división de la infantería en secciones
especializadas: hastati, príncipes y triarii. A partir de la reforma, la infantería
legionaria constituye un cuerpo homogéneo de infantería pesada, sin distinciones por
razón del armamento (ahora estandarizado) o la edad de los soldados. Del mismo
modo, se eliminó de la legión el contingente de velites, que ya estaba totalmente en
desuso: la infantería ligera de las legiones primitivas era muy poco efectiva, como se
demostró una y otra vez durante las Guerras Púnicas y fue sustituida por cuerpos
especializados de auxiliares, agrupándose según su origen étnico y conservando su
estilo peculiar de combate. El número total de hombres en una legión completa era de
unos 6.000, de los cuales aproximadamente 5.000 serían soldados. El resto era
personal no combatiente. La organización interna de la legión consistía en 10 cohortes
de 6 centurias cada una. Las diez cohortes que integran la legión van numeradas,
obviamente, del I al X, pero están organizadas jerárquicamente: la I Cohorte tiene el
doble de soldados que las demás, generalmente la componen los más veteranos, y se
despliega en primera fila. Por el contrario, la cohorte X despliega en segunda fila, y
está compuesta por los soldados más bisoños. La centuria consistía en 80 soldados
apoyados por 20 no combatientes y dirigidos por un soldado profesional ascendido de
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entre los soldados rasos y llamado centurión. La centuria a su vez se dividía en
contubernia (sing. contubernium) grupos de 8 hombres que compartían una tienda.
Sin embargo, la centuria luchaba como una unidad, marchaba como una unidad y
acampaba como una unidad. Acarreaba con ella todas las armas y demás provisiones e
instrumentos necesarios para mantener a la unidad. Esta reducción del convoy de
suministros hizo que la legión fuese mucho más rápida en sus desplazamientos. De 2
a 6 legiones juntas constituían un ejército. Desde este momento, las cohortes, de las
que habrían seis a diez, sustituyen a los manipula como unidad táctica básica. Cada
cohorte se compone de 6 a 8 centurias y es liderada por un centurión asistido por un
optio, un soldado capaz de leer y escribir. El centurión mayor de la legión es llamado
primus pilus, un soldado de carrera y asesor del legado. Este pequeño ejército, capaz
de batirse por sí solo en casi cualquier modalidad militar, arrastraba (especialmente en
época imperial) una gran cantidad de personal civil no directamente relacionado con
la legión: comerciantes, prostitutas, "esposas" de legionarios (que no podían contraer
matrimonio), que al establecerse en torno a los campamentos permanentes o
semipermanentes acababan dando lugar a auténticas ciudades. Las legiones pronto se
encontraron en una condición física y de disciplina insuperable, sin parangón en el
mundo antiguo.
La tercera reforma que Mario logró introducir fue una legislación que otorgaba
beneficios de jubilación a los soldados en la forma de tierras. Los miembros del censo
por cabezas que terminaban el servicio recibían una pensión de su general y una finca
en alguna zona conquistada a la que podían retirarse. Por último, Mario garantizó a
los aliados itálicos (Etruria, Piceno, etc.) la ciudadanía romana completa si luchaban
como soldados auxiliares y completaban el servicio.
El primer y más obvio resultado fue una mejora en la capacidad militar del ejército.
Ya no era necesario que, cuando la República se viese amenazada, el general de turno
tuviera que reclutar a toda prisa un ejército, entrenarlo para luchar y obedecer las
órdenes, y luego hacerlo marchar a la batalla completamente novato. Este solo hecho
fue imprescindible en el crecimiento y el éxito de la máquina militar romana y tuvo
como resultado un éxito continuado de los romanos en el campo de batalla. Otro
beneficio de las reformas fue el establecimiento de legionarios retirados en tierras
conquistadas. Esto ayudó a integrar la región en el imperio, romanizado a sus
ciudadanos, y reduciendo con ello el descontento y la sensación de opresión. Sin
embargo, otro aspecto de las reformas de Mario que comenzó a comprobarse más
adelante como una especie de efecto secundario, fue que la lealtad de las legiones
comenzó a trasladarse desde el estado romano (esto es, el Senado y el Pueblo de
Roma) hacia el propio general que dirigía el ejército. Comenzó a ser común que los
generales, en lugar de retirarse tras el cese de las hostilidades, rechazasen perder su
imperium y usasen su ejército (que le era leal a él) para consolidar su poder. Esto
llevó a una serie de guerras civiles a lo largo del siglo siguiente y finalmente condujo
a la destrucción de la República y transformación en Imperio. Más tarde, este
problema se disparó con la crisis del siglo III, en el periodo de cincuenta años
conocido como "anarquía militar", donde los emperadores subían al trono o eran
asesinados en función de su capacidad para sobornar a las tropas, y en un año podían
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sucederse varios. Incluso se llegó a subastar el puesto de emperador. Después de este
periodo de medio siglo de caos, Roma quedo arruinada y tan débil que los bárbaros
comenzaron a ser un problema serio. Posteriormente, el problema de la lealtad de los
ejércitos supuso un cancer que minó una y otra vez al Imperio hasta el punto de ser
uno de los principales factores, sino el mayor, de su decadencia y destrucción.
Los territorios que fueron anexionados a Roma más tempranamente no aportaban casi
soldados, y las provincias reclutaban en función del tiempo permanecido bajo
soberanía romana. Normalmente no era necesario forzar el reclutamiento pues el
número de voluntarios era suficiente para cubrir las necesidades. Los ciudadanos
romanos podían alistarse en cualquier unidad, pero, preferentemente, lo hacían en las
legiones, mientras que los peregrinos, o personas libres no-ciudadanas, eran enviadas
a las tropas auxiliares. Un caso especial lo constituían las tropas de guarnición en
Roma, ya que la Guardia Pretoriana y las Cohortes Pretorianas se nutrían con
ciudadanos romanos itálicos y de las provincias más romanizadas, como la Bética,
Macedonia o la Gallia Narbonense mientras que las Cohortes de Vigiles eran
reclutadas fundamentalmente de entre libertos, personas que tenían vedado el acceso
al resto de los cuerpos.
LEGION
En esta época el ejército estaba formado por treinta legiones de unos cinco mil
trescientos hombres cada una. La legión ya era un cuerpo permanente, podía variar en
número y composición pero siempre existía, cada una con sus símbolos, historia y
glorias particulares. En ellas había gran variedad de especializaciones como soldados,
zapadores, policía militar, cuerpo médico, etc.
MANDOS
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principales, de entre los que destacaban el optio o lugarteniente del centurión, el
signifer o porta estandare o signum de una centuria, el aquilifer, portaestandarte
mayor de la Legión, el tesserarius o suboficial de seguridad, y otros muchos cargos
especilizados, como el veterinarius o el duplicarius por citar sólo dos casos. Todavía
por debajo estaban los inmunes, exentos de trabajos pesados, formados por algunos
especilistas y por todos los jinetes, con doble paga o paga y media. Por último,
estaban los soldados rasos.
AUXILIARES
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difícilmente encuadrables en un ejército regular, hizo necesaria buscar alguna
solución. La respuesta fue adoptar un modelo similar al republicano, contratando a un
grupo de bárbaros, bastante reducido, en torno a 300, ponerlos bajo mando romano y
crear unidades llamadas numerus de infantería y cuneus de caballería, y utilizarlos
como verdadera carne de cañón, aunque, con el tiempo, estas unidades tendieron a ser
permanentes. A partir del siglo IV, la diferencia entre auxiliares y legiones
desapareció totalmente y sólo se conservaron los nombres de las unidades.
MARINA
Cuando Roma comenzó a prestar atención al mar las clases más humildes, raramente
encontradas en la infantería y nunca en la caballería, encontraron acomodo en las
tripulaciones de la flota. Ésta tenía necesidad de una gran cantidad de personal poco
preparado y sin requerimientos de equipamiento especial; un barco de guerra podía
necesitar hasta trescientos remeros y ciento veinte marineros.
VETERANOS
GUARDIA PRETORIANA
Este cuerpo militar fue establecido por César Augusto como guardia personal del
emperador, y fue suprimida por el emperador Constantino I después de vencer a su
rival Majencio en la Batalla del Puente Milvio. Recibía un entrenamiento mucho más
intenso, su paga era mayor, su servicio era de sólo 16 años, y solamente participaba en
las guerras si el emperador en persona acudía al frente de batalla. Al mando de los
pretorianos estaban los dos praefecti praetorium, que en ocasiones se reducían a uno
sólo. Sus hombres eran reclutados de entre los ciudadanos romanos de Italia y,
excepcionalmente, de las provincias mas romanizadas como la Galia Narbonense, la
Bética o la Tarraconense Augusto organizó la Guardia Pretoriana en 9 cohortes
quincuagenarias de 480 soldados cada una, situadas en diferentes ciudades de Italia.
Tiberio reunió las 9 cohortes en Roma y creó un cuartel permanente para ellas, el
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castra praetoria. Vitelio transformó las cohortes en miliarias, con 800 hombres, e
incrementó su número hasta 12, pero, al año siguiente, Vespasiano redujo su número
nuevamente a 9. Por último, Septimio Severo licenció a todos los pretorianos itálicos
que habían asesinado a Pertinax y a Didio Juliano, y que se habían atrevido a subastar
el puesto de emperador al mejor postor, y los substituyó con legionarios de las
legiones de Panonia, y, para asegurarse tropas alternativas a las de la guarnición de
Roma, instaló en los Montes Albanos a la Legio II Parthica. Debido a su cercanía al
emperador la guardia pretoriana acabó transformándose en un instrumento de poder.
Muchos emperadores fueron asesinados o depuestos por su guardia pretoriana, y
algunos prefectos llegaron a emperador, tal y como ocurrió con Macrino
Accensus- cualquier oficial público que atendió sobre varios de los magistrados
romanos; o una especie de soldado de supernumerario que sirvió para llenar los sitios
de oficiales muertos o incapacitado(inutilizado) por sus heridas en la República
romana
Adscripticius- un soldado de supernumerario de la República romana que sirvió para
llenar los sitios de los oficiales que fueron matados o incapacitados(inutilizados) por
sus heridas.
Antesignani - tropas de Vanguardia. Antesignani quiere decir " aquellos antes del
estándar " (Signus, Signum)
auxilia- las tropas en el ejército romano de los últimos períodos Republicanos e
Imperiales que al principio se quedaron en su provincia, pero fueron formalizadas y
más tarde tomaron el papel de apoyo de especialista que provee a las legiones. Un
ejemplo sería el arquero sirio.
Honderos baleares- honderos Expertos de las Islas Baleares de la costa mediterránea
de la España moderna.
bucelarii- una unidad de soldados en el tardío Imperio romano y Imperio Bizantino,
que no fue apoyado por el estado, sino más bien por los individuos como un general o
el gobernador.
cataphractarii- soldados de caballería pesadamente armados y con una armadura
también muy pesada, adoptados de los Partos y desplegado por los Romanos en el
siglo II durante el reinado de emperador Adriano. Se los conocía por el nombre de
"jinetes de hierro" a causa de su armadura que cubría jinete y caballo por completo.
Era una caballería del Imperio de Oriente.
Classiarii- Marineros romanos
Celeres- una fuerza de 300-500, probablemente la caballería que sirvió como
guardaespaldas a los tempranos reyes romanos, durante la monarquía. Su nombre
Celer significa en latino " el rápido ".
Clibanarii- una unidad militar de jinetes pesados armados, similares al Catafractos.
Como estos anteriores, vestían una pesada armadura y utilizaban un mazo como arma.
Unidad del Imperio romano de Oriente.
Cohortes urbanae- una unidad de policía de la Roma urbana y que llegó a contrapesar
el poder de la guardia pretoriana.
Comitatenses- el legionario estándar después de que las reformas de Constantino. Su
nombre proviene del "comite" (de ahí la palabra conde) que era el oficial que los
dirigía.
Comitatenses Palatini o Auxilia Palatina-ejército de campo del tardío Imperio
romano que era único ya que siempre estaba bajo el mando directo del Emperador
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romano. Constituían una guardia palaciega aunque también operaba en campaña. Más
o menos 1 de cada 5 miembros era bárbaro.
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Velites- una clase de infantería ligera en el ejército de la República romana. Lanzaban
jabalinas.
Vigiles- los bomberos y la policía de Roma Antigua.
CAPITULO II
HISTORIA DE LAS LEGIONES ROMANAS
Provincias del Imperio Romano al final del reinado del Emperador Trajano en el 117
d. C. Hasta el siglo I a.C, las legiones de la República de Roma eran levas ciudadanas
temporales, activadas para campañas específicas y desactivadas al concluir las
mismas. A partir de esa fecha, la legión romana era una mezcla de unidades
voluntarias y reclutadas en la que la legión en si misma se mantenía activa mucho
después de acabada la campaña por la que se activó, y sus efectivos iban siendo
renovados. Una gran cantidad de legiones fue activada por pretendientes rivales
durante el periodo de guerras civiles del 49 a.C al 30 a.C. Cuando César Augusto
consiguió hacerse con el poder y fundar el Imperio romano el año 30 a.C, procedió a
licenciar a más de 50 de las legiones existentes. Con las restantes 28 formó el núcleo
del primer ejército Imperial, manteniéndose activas varias de ellas durante más de 300
años. Augusto y sus sucesores convirtieron las legiones en unidades permanentes de
soldados profesionales que se alistaban durante un período estándar de 25 años de
servicio. Durante el Imperio tardío (284 al 476), se cuenta con menos referencias
históricas acerca de las legiones. Siguieron siendo unidades profesionales, pero en ese
periodo eran radicalmente distintas en tamaño, estructura, y funciones tácticas a lo
que habían sido sus predecesoras, a pesar de que muchas aún tenían los nombres
tradicionales. Las reformas militares que cambiaron el papel y la forma de las
legiones fueron realizadas principalmente por Diocleciano y Constantino I el Grande,
y acabaron de completarse con algunos cambios menores en el siglo IV. De algunas
se desconoce su final o éste ha sido silenciado por las fuentes clásicas. Hay que tener
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en cuenta que los historiadores y cronistas romanos eran extremadamente reservados
a la hora de registrar en sus escritos aquellas legiones que fueron deshonradas,
probablemente debido a que el recuerdo de su memoria estuviera prohibido.
Igualmente ocurría con aquéllas que fueron aniquiladas en el campo de batalla, no
siendo dado a conocer por cuestión de moral pública y para asegurar la estabilidad
política del imperio.
La región en la que la legión fue reclutada originalmente, p.ej. Italica => de Italia
Pueblos a los que la legión ha vencido, p.ej. Parthica => victoriosa sobre el Imperio
Parto Las legiones que llevan el nombre personal de un Emperador, o de su gens
(clan), como Augusta o Flavia, o bien fueron fundadas por dicho Emperador, o bien
recibieron el nombre como símbolo de especial estimación. El nombre de gemina
puede significar que la legión está hermanada con otra. Alternativamente, también
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puede significar que dicha legión está dedicada a los gemini (gemelos) Rómulo y
Remo, los legendarios fundadores de Roma
BASE PRINCIPAL
EMBLEMAS
FECHA DE DISOLUCION
Para las legiones documentadas en el siglo IV y posteriores, no se sabe hoy día como
o cuando fueron disueltas. Las legiones que desaparecieron antes del 284, la razón
(cierta o más probable) se muestra como:
XX, aniquilada en batalla
DD, licenciada con deshonor
DE, destino desconocido
LOCALIZACION
Indica la Provincia romana en la que se encontraba la base (castra) en cada una de las
fechas clave. X indica que la legión no existía en esa fecha. Véase las notas para
detalles del castra y la duración de los destinos. Los nombres de las provincias y
fronteras se usan tal como eran en el periodo del Principado hasta el 107 dC, durante
el reinado de Trajano, y tras la anexión de Dacia y Arabia Petraea. El mapa empleado
muestra las provincias al final del reinado de Trajano, en el 117 dC. Son las mismas
que en el 107 dC, excepto en que Armenia y Mesopotamia aún pertenecen al Imperio
(fueron abandonadas poco después de la muerte de Trajano); y Panonia había sido
dividida en dos hacia el 107. En realidad, las fronteras provinciales fueron
modificadas varias veces durante el periodo 30 aC - 284 dC, lo que causa
discrepancias con otras fuentes sobre la localización exacta de una legión en una
fecha concreta.
Hasta las reformas de Mario del 107 aC, las legiones de la República de Roma
estaban formadas por levas obligatorias de ciudadanos romanos, que debían prestar un
servicio militar a la república siempre que cumplieran con los requisitos necesarios, y
que eran activadas siempre que fuera necesario. Usualmente eran autorizadas por el
18
Senado romano y desactivadas en cuanto pasaba la necesidad. Las reformas de Mario,
surgidas por la necesidad de mantener guarniciones en las cada vez más lejanas
fronteras de la República, convirtieron a las legiones en unidades permanentes, que
podían mantenerse activadas como unidad durante años, o incluso décadas. Aunque
aún se practicaban levas, los legionarios podían alistarse voluntariamente por un
periodo mínimo de seis años a cambio de un salario fijo. Los requisitos en cuanto a
propiedades para poder alistarse, que ya estaban muy reducidos, fueron eliminados
por completo. Eso permitió realizar una gran cantidad de reclutamientos voluntarios
entre el proletariado que no tenía propiedades, atraído por el trabajo remunerado que
ofrecían las legiones. Durante el último siglo de la República, los procónsules que
gobernaban las provincias fronterizas se fueron haciendo cada vez más poderosos. El
mando sobre legiones activadas que luchaban en campañas militares distantes y
ardúas tendía a trasladar la lealtad personal de esas legiones del Senado romano a la
persona del proconsul. Estos Imperatores (de Imperator, término con el que los
calificaban sus tropas, que inicialmente significaba General victorioso) empezaron a
enfrentarse unos con otros, iniciando guerras civiles para conseguir el control del
estado. Ejemplos de este tipo de actividades serían Lucio Cornelio Sila, Julio César,
Cneo Pompeyo Magno, Marco Licinio Craso, Marco Antonio o el propio Octavio,
que sería más tarde conocido como César Augusto, el primer Emperador. En este
contexto, los Imperatores activaron multitud de legiones sin la autorización del
Senado, a veces usando sus propios recursos (generalmente extorsionados
previamente de las provincias que controlaban). A medida que se fueron resolviendo
las guerras civiles, muchas de estas unidades "privadas" eran disueltas, aunque
siempre se activaban más para ser empleadas en la siguiente. Las legiones incluidas
en la lista siguiente tuvieron una historia lo bastante prolongada como para aparecer
en las fuentes de la época. La mayoría fueron activadas por Julio César, y
posteriormente incluidas por Augusto como núcleo de su ejército, junto con algunas
activadas por Marco Antonio.
19
Legio X, también conocida como X Equestris (montada): 58–45 a.C., Julio César,
licenciada y reconstruida por Lépido, incorporada a la Legio X Gemina por César
Augusto.
Legio X Veneria (devota de la diosa Venus): otro nombre para la X Equestris.
Legio XI: 58–45 a.C., Julio César (emblema: Poseidón), licenciada y realistada por
César Augusto como Legio XI Claudia
Legio XII Victrix (Victoriosa): 57 a.C.–45, Julio César
Legio XII Antiqua (Antigua): reconstruida por Lépido el 43 a.C., bautizada por Marco
Antonio, incluida en el ejército de César Augusto como Legio XII Fulminata
Legio XIII: 57–45 a.C.: Julio César, posteriormente (41 a.C.) reconstruida como
Legio XIII Gemina por César Augusto
Legio XVIII Libyca (de Libia): licenciada el 31 a.C., Marco Antonio
Legio XXX Classica (Naval): 48–41 a.C., Julio César
Directorio de legiones romanas del Imperio temprano (unidades fundadas entre el 59 a.C. y el 250 d.C.)
14 dc: 67dc:
30 adC:
Número y nombre Campamento Fecha de Fecha de César dinastía
Emblema César
de la legión principal fundación/fundador disolución Augus Julio-
Augusto
to Claudia
Szöny,
Legio I Adiutrix1 Capricornio2 68 / Nerón post 444 X X X
Hungría
Germa
Colonia, nia Germania
Legio I Germanica3 Toro 48 a.C / Julio César 70 DD4 Hispania
Alemania Inferio Inferior
r
Svishtov,
Legio I Italica5 Jabalí 66 / Nerón post 400 X X Galia
Bulgaria
Legio I Macriana
68 69 DD6 X X X
liberatrix
Bonn,
Legio I Minervia7 Minerva 82 Domiciano post 300 X X X
Alemania
Legio I Parthica8 Sinjar, Irak Centauro 197 S. Severo post 500 X X X
Budapest, post 269
Legio II Adiutrix9 Capricornio 70 Vespasiano X X X
Hungria UF10
Caerleon, Germ
Legio II Augusta11 Capricornio pre 9 Augusto post 300 Hispania Britania
Gales Sup
Lorch,
Legio II Italica12 Loba13 165 Marco Aurelio post 400 X X X
Austria
Albano
Legio II Parthica14 Centauro 197 S. Severo post 350 X X X
Laziale, Italia
Alejandría,
Legio II Traiana Fortis15 Hercules 105 Trajano post 400 X X X
Egipto
Batna, Africa
Legio III Augusta16 Pegaso 43 BC Augusto post 350 Africa Pro Mauretania
Algeria Pro
36 BC Marco Aegyp
Legio III Cyrenaica17 Busra, Siria post 400 Aegyptus Aegyptus
Antonio tus
20
Abila,
Legio III Gallica18 Dos Toros 49BC Julio César post 300 Siria Siria Siria
Jordania
Regensburg,
Legio III Italica19 Stork 165 Marco Aurelio post 300 X X X
Alem
Ras-al-Ayn,
Legio III Parthica20 Toro 197 S. Severo post 400 X X X
Siria
Mainz, Hispan
Legio IV Macedonica21 Toro22 48BC Julio César 70 DD23 Hispania Germ Sup
Alemania ia
Belgrado,
Legio IV Flavia Felix24 León 70 Vespasiano pre 400 X X X
Serbia
cerca
42BC Marco Moesi
Legio IV Scythica25 Gaziantep, Capricornio post 400 Dalmacia Capadocia
Antonio a Sup
Turquía
Xanten, Germ
Legio V Alaudae26 Elephant 52BC Caesar 70 XX27 Hispania Germ Inf
Germany Inf
Turda, Moesi
Legio V Macedonica28 Bull 43 BC Augustus post 400 Macedonia Moesia Inf
Romania a Inf
post 250
Legio VI Ferrata29 Galilee, Israel She-Wolf30 52BC Caesar Syria Syria Syria
UF31
post 250
Legio VI Hispana32 post 212 X X X
UF33
York, Hispan
Legio VI Victrix34 Bull 41BC Augustus pre 400 Hispania Hispania
England ia
Kostolac, Dalma Moesia
Legio VII Claudia35 Bull 58BC Caesar c.400 Galatia
Serbia tia Sup
Legio VII Gemina36 León, España 68 Galba c.400 X X X
Strasbourg, Panno
Legio VIII Augusta37 Bull 59BC Caesar post 371 Africa Pro Moesia Inf
France nia
York, post 120 Panno
Legio IX Hispana38 Bull 41BC Augustus 39 Hispania Britannia
England UF nia
Legio X Fretensis40 Jerusalem Boar41 40BC Augustus post 400 Judaea Syria Judaea
Vienna, Hispan
Legio X Gemina42 Bull 58BC Lepidus post 400 Hispania Hispania
Austria ia
Silistra, Dalma
Legio XI Claudia43 Neptune 42BC Augustus post 400 Dalmatia Dalmatia
Bulgaria tia
Malatya,
Legio XII Fulminata44 Thunderbolt 43BC Lepidus post 400 Aegyptus Syria Syria
Turkey
Alba Iulia, Germ
Legio XIII Gemina45 Lion 41BC Augustus post 400 Dalmatia Pannonia
Romania Sup
Petronell, Germ
Legio XIV Gemina46 Capricorn 41BC Augustus post 400 Dalmatia Britannia
Austria Sup
Saddagh, Noricu
Legio XV Apollinaris47 Apollo48 41BC Augustus post 400 Dalmatia Syria
Turkey m
Neuss,
Legio XV Primigenia49 Fortuna 39 Caligula 70 XX50 X X Germ Inf
Germany
Mainz, Germ
Legio XVI Gallica51 Lion 41BC Augustus 70 DD52 Germ Sup Germ Inf
Germany Sup
21
Samsat,
Legio XVI Flavia Firma53 Lion 70 Vespasian post 300 X X X
Turkey
Xanten,
Legio XVII54 41BC Augustus 9 XX55 Aquitania? X X
Germany
Xanten,
Legio XVIII56 41BC Augustus 9 XX57 Aquitania? X X
Germany
Legio XIX58 41BC Augustus 9 XX59 Gallia? X X
Legio XX Valeria Chester, post 250 Germ
60 Boar 31 BC Augustus Hispania Britannia
Victrix England UF61 Inf
Vienna, Germ
Legio XXI Rapax62 Capricorn 31BC Augustus 92 XX63 Hispania Raetia
Austria Inf
Alexandria, Aegyp
Legio XXII Deiotariana64 48BC 132 XX65 Galatia Aegyptus
Egypt tus
Mainz,
Legio XXII Primigenia66 Hercules 39 Caligula post 200 X X Germ Sup
Germany
Legio XXX Ulpia Xanten,
Júpiter 105 Trajan post 400 X X X
Victrix67 Germany
22
CAPITULO III
Legión romana
La legión romana (del latín legio, leva) era la unidad militar de infantería básica de la
Antigua Roma. Consistía en un cuerpo de infantes pesados de unos 5.000 y más tarde
10.000 soldados de infantería y varios centenares de jinetes. Las legiones tenían
asignado un nombre y un número; se identificaron cerca de 50, pero nunca llegaron a
existir tantas en un mismo momento de la historia de Roma. Usualmente había 28
legiones con sus auxiliares, y se reclutaban más según las necesidades y la situación
en cada momento.
23
Originalmente, en la época de los Reyes, la legio englobaba al ejército romano en su
totalidad, compuesta de ciudadanos romanos reclutados para las armas. En algún
momento, posiblemente al comienzo de la República Romana, la legio estaba
subdividida en dos legiones separadas, cada una bajo el mando de uno de los dos
cónsules. En los primeros años de la República, cuando las campañas militares
romanas estaban centradas principalmente en rechazar multitud de invasiones, no se
sabe a ciencia cierta si el poder militar de las legiones fue desplegado completamente
en su conjunto. Las legiones se organizaron de un modo más formal en el siglo
IV a. C., cuando las guerras en las que Roma se veía involucrada se hicieron más
frecuentes y estratégicamente mejor planificadas, y el ejército consular se dividió en
dos legiones. Los tribunos militares aparecieron después del año 331 a. C. La
organización interna de la legión fue más sofisticada, de la clásica falange se pasó al
sistema de cohortes, manípulos y centurias. Más tarde, durante el Imperio, la legión
era comúnmente reforzada por tropas aliadas, las allae. Estas tropas eran reclutadas
entre mercenarios o entre pueblos cuya habilidad bélica era bien conocida en el
mundo antiguo, como los jinetes númidas o los honderos baleares. Su función era
generalmente la de actuar como auxiliares de las tropas romanas, principalmente
legionarios. Durante los períodos finales de la República de Roma y la Roma
Imperial, las legiones desempeñaron un rol político importante, al tiempo que se
profesionalizaban completamente. Sus acciones podían asegurar el destino de un
Emperador romano, o destruirlo. Un ejemplo es la caída de Vitelio en el Año de los
cuatro emperadores, decidida en el momento en que las legiones del Danubio
eligieron apoyar a Vespasiano. Cerca del siglo I a. C., la amenaza demagógica de las
legiones quedó claramente identificada. Los gobernantes no podían alejarse de sus
provincias con sus legiones. Cuando Julio César cruzó el río Rubicón para dejar sus
provincias y trabarse en armas en Italia, se precipitó una crisis constitucional. En la
República, la existencia de las legiones fue efímera. Con excepción de las Legiones I
a IV, que formaban el ejército consular (dos por cónsul), las otras unidades se
reclutaban por campaña. El carácter permanente tuvo lugar fundamentalmente por
cuestiones internas: en particular para garantizar su lealtad al Emperador, y no a sus
generales. Durante el Imperio, la legión fue estandarizada, con símbolos y una historia
individual, en donde los hombres servían con orgullo. Las legiones eran comandadas
por un legado o legatus. Rondando los treinta años de edad, usualmente serían
senadores por tres años. Los subordinados inmediatos del legado, serían seis tribunos
militares elegidos: cinco oficiales regulares y el sexto, un noble representando al
Senado. Había un grupo de oficiales prestando servicios médicos, ingenieros,
cronistas y el praefecti castrorum (prefecto o comandante de campo), que había
servido como primipilum, o primer centurión, siendo éste un personaje muy
respetado. Por debajo del primipilo se hallaban los centuriones, que tenían como
subordinado a un optio. Por debajo se hallaba la masa de legionarios, entre otros
especialistas como sacerdotes y músicos. A mediados de la República, las legiones se
componían de las siguientes unidades:
Caballería o equites. Esta era originalmente la unidad más prestigiosa, donde los
romanos jóvenes y saludables comenzaban a destacarse antes de iniciar sus carreras
políticas. El equipamiento necesario era pagado por cada jinete, y consistía en un
escudo redondo, casco, armadura corporal, espada y una o más jabalinas. La
caballería era excedida en número en la legión. En un total de cerca de 3000 hombres,
habría apenas unos 300 jinetes, divididos en 10 unidades de 30 hombres. Al mando de
cada unidad, había un decurión. A esta caballería pesada se sumaba una caballería
24
ligera que reclutaba ciudadanos más pobres y jóvenes de buena salud, pero sin la edad
suficiente para entrar en la hastati o en la equites.
Los hastati (sing. hastatus)eran los más jóvenes y formaban la línea delantera. Iban
armados con dos pilum de distintos pesos, para que una tuviera más alcance y la otra
perforase los escudos. En el cuerpo a cuerpo, usaban la espada. Como armadura era
común el uso de placas de bronce sujetas con correas de cuero, que tapaban el corazón
y parte del pecho. También utilizaban casco de bronce y el scutum (escudo largo
romano).
Los príncipes (sing. princeps), hombres con edades rondando los 30 años, componían
la segunda línea de la legión e iban armados al igual que los primeros, pero en lugar
de la placa del pecho, podían pagarse una coraza de cota de malla de anillos.
Los triarii (sing. triarius)eran los soldados veteranos y alineados atrás, que sólo
entraban en combate en situaciones extremas. A diferencia de los príncipes, en lugar
de los pilum manejaban una lanza larga, formando una sólida falange erizada de
puntas de lanza que contuviera al enemigo.
25
Cada una de estas líneas estaba subdividida en manípulos, la menor subunidad del
ejército, compuestas de dos centurias comandadas por el centurión mayor. La centuria
como unidad de combate estaba formada por 80 hombres. Su nombre viene dado por
ser la unidad que acompaña al centurión. Suele pensarse erróneamente que poseían
100 hombres porque se asocia centuria a ciento, y eso es totalmente equívoco. Cada
centuria tenía su estandarte y estaba compuesta por diez unidades llamadas
contubernia. En un contubernio había 8 soldados compartiendo tienda de 4 plazas (los
otros 4 estarían siempre de guardia), piedra de moler, una mula y un caldero
(dependiendo de la duración de la travesía). En batalla, los manípulos estaban
organizados comúnmente en una formación cuadriculada llamada quincux. Los
manípulos de príncipes cubrían los espacios abiertos dejados por los hastati, siendo
cubiertos los propios por los manípulos triarii. Cuando se desplegaba una legión en el
combate, cada centuria formaba normalmente un cuadrado de 10 hombres de frente
por 8 de fondo. Así, una centuria se colocaba tras la otra y formaba un manípulo,
constituyendo un cuadrado de 10 hombres de frente por 16 de fondo. En las crónicas
de Polibio y Vegecio se relata que el espacio entre filas era de tres pies, siendo entre
columnas de cuatro pies (tomando como referencia que un infante pertrechado ocupa
un espacio de dos pies de ancho por uno de fondo -60 x 15 cm-, deducimos que cada
centuria podía ocupar un cuadrado aproximado de unos 50 pies de frente por 40 de
fondo, es decir, 15 metros por 12). En las cohortes, los tres manípulos formaban
juntos en línea, pero dejando una distancia entre sí suficiente como para que la
segunda centuria de cada manípulo pudiese ocupar el espacio entre las centurias
situadas al frente. Esta formación, dispuesta con tres centurias de frente por dos de
fondo, ocuparía un espacio en el campo de batalla de aproximadamente unos 75 m de
frente, pero teniendo que dejar un espacio de 15 m con referencia a la cohorte situada
en su flanco izquierdo, de forma que su centuria situada en la segunda línea a la
izquierda pudiera desplegarse en este espacio. Las cohortes generalmente se disponían
en tres líneas denominadas acies, o al menos para César la formación en "triplex
acies" es la habitual. En caso de que se contase con pocos efectivos, también se podía
formar en "acies duplex", pensada para poder mantener un mismo frente de batalla
ante un enemigo superior en número, evitando así el ser superado por las alas y, una
vez envuelto, derrotado. Dado que una legión estaba formada por 10 cohortes, en la
formación de triplex acies se obliga a que una línea tenga una cohorte más que las
otras dos, siendo habitual el despliegue en el campo de batalla de cohortes de distintas
legiones, eso sí, procurando que las cohortes de una misma legión estuvieran
próximas unas a otras.
26
Testudo o formación en tortuga.
27
sólo 3.500 hombres aproximadamente. Por otra parte, desde la época de Julio César,
las legiones incluían un tren de artillería bastante completo: cada centuria estaba
equipada con una carroballista, una gran ballesta montada encima de un carro, y cada
cohorte con una catapulta, lo que no sólo incrementaba la potencia de fuego de la
legión en el combate a campo abierto, sino que servía también para la guerra de
asedio. Este pequeño ejército, capaz de batirse por sí solo en casi cualquier modalidad
militar, arrastraba (especialmente en la época imperial) una gran cantidad de personal
civil no directamente relacionado con la legión: comerciantes, prostitutas, "esposas"
de legionarios (que no podían contraer matrimonio), que al establecerse en torno a los
campamentos permanentes o semipermanentes acababan dando lugar a auténticas
ciudades. En principio, era requisito imprescindible para ser legionario el poseer la
ciudadanía romana.
AUXILIARES
Surgen por pura necesidad táctica, dado que la infantería pesada legionaria precisaba
el apoyo de otros cuerpos de caballería e infantería ligera. Tras la reforma de Mario
aparecen ya cuerpos irregulares de caballería, que reciben el nombre de auxilia,
siendo disueltos al finalizar las campañas. Pero es tras la Guerra Social (91-89 a. C.)
cuando los auxilia reciben el impulso definitivo al desaparecer las Alae Sociorum.
Igualmente, cuerpos de arqueros, honderos y caballería son reclutados, muchas veces
mediante levas forzosas, entre los diferentes pueblos del Mediterráneo. No obstante,
fue César quien sentó las líneas básicas de lo que luego serán los auxiliares imperiales
al reclutar entre galos y germanos unidades de caballería. Por otro lado, los cuerpos de
infantería auxiliar parecen haber sido más bien una apuesta de Augusto. En cualquier
caso, son pequeños destacamentos que acostumbran a acompañar a una legión
ejerciendo una función auxiliar –en todos los sentidos de la palabra-, pero que
también pueden actuar independientemente. Su principal característica es que –salvo
excepciones- están compuestas por individuos que no son ciudadanos romanos,
existiendo fundamentalmente dos tipos de unidades, tradicionalmente asociadas con
caballería e infantería, que reciben el nombre de ala y cohors, respectivamente. Caso
aparte serían las cohortes equitatae, constituidas por un núcleo fuerte de infantería y
un pequeño destacamento de caballería. Todas ellas podían ser quinquinariae o
miliariae, es decir, de quinientos o mil hombres. Sin embargo, los estudios más
recientes confirman lo que ya Cheesman apuntaba a principios de la centuria pasada:
esta estructura numeral es demasiado rígida como para ser cierta. Las excavaciones de
los barracones de los soldados –así como las informaciones del Pseudo-Higinio -
arrojan estos datos: semeja que las cohortes quinquinariae estarían formadas por seis
centuriae de 80 hombres –al cargo de un centurión- y la miliariae por diez, lo que nos
arroja unas cifras de 480 y 800 hombres, respectivamente. En cuanto a las alae, las
miliariae estarían formadas por veinticuatro turmae de 30 hombres –a los que hay que
sumar un decurión y un portaestandarte, en total, 32- y las quinquinariae por dieciséis
turmae, con cifras totales de 768 y 512 equites. Por lo que a las equitatae se refiere, la
situación se complica, pero todo parece indicar que serían unidades de seis o diez
centurias y cuatro u ocho turmae, según la dualidad antes expuesta. Aun así, parece
que la diferenciación entre unidades quinquinariae y miliariae es fruto de los
turbulentos acontecimientos de los años 68-69 –aunque en el caso de las alae parece
haber algunos escasos ejemplos anteriores- y que desde la época Flavia habría una
clara tendencia hacia el reclutamiento de unidades miliarias. Éstas –tanto alae como
cohortes- estarían comandadas por tribunos, mientras que las otras lo estarían por
28
prefectos –ambos de rango ecuestre- (Cheesman, sin embargo, dice que las alae
miliariae estarían mandadas por prefectos). El primero de los centuriones o decuriones
recibe el título de prínceps y ocupa un escalafón inferior al subprefecto, asistente del
oficial al mando de la unidad. Queda por mencionar el hecho singular de las cohortes
Civium Romanorum, igualmente auxiliares, pero compuestas bien por ciudadanos
romanos –libertos que no podían enrolarse en las legiones y que se habrían reclutado
en situaciones de emergencia-, bien por peregrini que recibirían el título como premio
por un hecho de armas destacado. El título sería conservado en lo sucesivo por la
unidad, pese al licenciamiento de las tropas premiadas (los auxiliares se licenciaban
con honores tras 25 años de servicio), y estaría bajo el mando de un tribuno. Por lo
que se refiere al numerus, en principio designa a cualquier unidad que no se atenga a
la regularidad de las antes mencionadas, como puede ser el caso de las guardias de
corps de oficiales o cargos administrativos, pero en la forma en que los numeri logran
un mayor éxito es como unidades auxiliares, aunque se diferenciarían de las anteriores
por su organización interna. Así pues, los numeri son lo que en origen eran los
cuerpos auxiliares: unidades de nativos reclutados que mantienen su estructura
jerárquica y organizativa propia. Son, por así decirlo, un cuerpo de irregulares. Parece
que su desarrollo desde el siglo II vendría a paliar la carencia de armas y modos de
combate tradicionales que se produjeron con la paulatina romanización del modo de
combate de los auxiliares. Esto anuncia y explica en parte el ulterior reclutamiento de
grupos de germanos, sármatas, iranios o mauritanos –muchos de ellos derrotados en
batallas por los romanos y desplazados a otro frente del Imperio- que se da durante el
Tardoimperio e incluso en Bizancio en época Justinianea. Otros cuerpos, como la
marina, en estos momentos centralizada en las flotas de Miseno y Rávena para el
Mediterráneo, así como en las periféricas de Britania, el Rin o el Danubio, sobrepasan
ya nuestro marco de estudio. En cuanto a las milicias urbanas que existieron, nunca
fueron usadas en los conflictos externos o como tropas de choque. Así y todo, para un
Imperio tan extenso como el romano, los 240.000 hombres en armas ofrecidos por
Tácito o los 315.000 que se estipulan para inicios de la década de 160 son escasos, y
no digamos las cifras entre 180.000 y 220.000 hombres para los siglos I-II d. C. que
ofrece Cheesman.
El Tardo imperio. Andando el tiempo, conocemos mal lo que ocurrió con el ejército
en el transcurrir de la llamada “Anarquía militar” pese al triste protagonismo del
mismo en estos años. Sin lugar a dudas, muchas de las tendencias anteriores se
acentuaron, lo que, junto a notables permanencias, conformó lo que será el ejército del
Bajo Imperio. Cheesman señala que, desde el edicto de Caracalla, la diferenciación
entre cuerpos auxiliares y legiones se hizo cada vez más accesoria, de modo que la
única señal distintiva era su diferente entrenamiento. Desde luego, el auge de los
numeri y el edicto se combinaron para hacer de los auxiliares una unidad sin razón de
ser. Sin embargo, la legión conservó largo tiempo su carácter elitista y su superior
preparación como señales distintiva. No obstante, si en algo se centra la discusión
acerca de la organización militar del Tardoimperio es en la cuestión acerca de los
cuerpos de limitanei y comitatenses. La tradición ha querido ver en los primeros unas
fuerzas fronterizas, como su propio nombre (ribereños) indica, y en los segundos un
conjunto de fuerzas móviles con cierto carácter de élite. De todo esto se han derivado
numerosos debates que, muy a menudo, han venido a caer en errores de apreciación y
convencionalismos más o menos inventados tiempo atrás. Así, los limitanei son poco
más que colonos armados, mientras que los comitatenses son los verdaderos soldados
profesionales. Por sentido común, cualquier clasificación estricta en historia supone
29
otorgarle al pasado una simplicidad que únicamente esconde nuestro
desconocimiento. Las realidades siempre son más complejas. Por lo que revelan
nuestras fuentes, los limitanei son el conjunto de tropas asignadas a una determinada
región, encontrándose bajo la dirección del dux de la misma. Por su parte, los
comitatenses están ligados más directamente al emperador o a sus hombres más
allegados. Esta clase de unidades se encuentran por lo general asentadas en las
provincias interiores, actuando como garantes ante una revuelta interna o el
levantamiento de un usurpador. Además, se desplazan con mayor facilidad –que no
rapidez-, al no estar asignadas a ningún territorio en el que tuviesen que ejercer
labores civiles o administrativas, de las que más adelante hablaremos. A mayores
existían, dentro de esta gran división del ejército, unidades de naturaleza y tamaño
diverso a las que no nos referiremos por falta de de espacio, pero que verdaderamente
merecen una mayor atención por parte de la literatura especializada, a menudo
obcecada por los oropeles de la época altoimperial.
ADIESTRAMIENTO
SIMBOLOS
30
Desde la reforma de Mario –alrededor del año 104 a. C.-, se ha venido priorizando en
el seno de la legión una de las enseñas tradicionales que estos cuerpos solían llevar al
campo de batalla. Se trata del águila romana, que se impone como símbolo legionario
por antonomasia, desplazando al lobo, al toro, al jabalí y al caballo, muestras de
animales totémicos pertenecientes a una sociedad campesina. Las águilas se realizan
en metales nobles –plata primero, oro después- y se guardan celosamente en el "aedes
signorum" o santuario del campamento. La pérdida de las águilas, como les sucedió a
Craso o Marco Antonio en Oriente o a Varo entre los germanos, es el mayor deshonor
que puede sufrir un cuerpo legionario. El suboficial al cargo del águila era el
"aquilifer".A mayores, existen otro tipo de estandartes, como los "signa", "imagines",
"vexilla" o "dracones": El "signum" es el estandarte de cada centuria: rematado en
forma de asta o mano –en recuerdo del antiguo manípulo-, se decoraba con
guirnaldas, cruces y discos. En los cuerpos auxiliares, los "signa" incluyen imágenes
de los emperadores, con lo que el segundo tipo de estandartes -las "imagines"- es
privativo de las legiones. Por su parte, el "vexillum" es la bandera que marca la
posición del general en el campo de batalla, pero también es la enseña de los
destacamentos irregulares, por lo que éstas reciben el nombre de "vexillationes". Se
cuelgan de una barra cruzada al mástil de la enseña. El "draco" es una cabeza de
animal en bronce con las fauces abiertas, a la que se añade un tubo de colores y que al
agitarlo producía un ruido sordo. Los portadores de estas enseñas eran,
respectivamente, los "signiferes", "imaginiferes", "vexillarii" y "draconarii".
CONDECORACIONES
31
CAPÍTULO IV
TROPAS AUXILIARES E HISTORIA DEL EJÉRCITO ROMANO
Las tropas auxiliares (del latín auxilia) eran unidades del ejército romano
compuestas por soldados que no eran ciudadanos romanos. Su propósito principal era
apoyar a las legiones romanas en combate, compuestas en exclusiva por ciudadanos
romanos. Lucharon a lo largo del Principado desde el año 30 a. C. hasta el año 284 d.
C. Su número fluctuó durante el transcurso del Imperio, aumentando de manera
gradual. Hacia el año 70, las tropas auxiliares contenían el mismo número de soldados
de infantería que las legiones, y además proveían al ejército romano de la caballería y
de tropas especializadas como arqueros o caballería ligera, así como otros tipos de
hostigadores. Hacia el siglo II, las tropas auxiliares representaban cerca de dos tercios
de la fuerza militar romana. Las tropas auxiliares eran normalmente reclutadas de
entre los peregrini; es decir, de los habitantes de las provincias del imperio romano
que no eran ciudadanos romanos (la gran mayoría de la población del imperio durante
los siglos I y II).1 Los auxiliares también se reclutaban de entre los bárbaros (en latín,
barbari), que era el nombre que recibían los habitantes de territorios no pertenecientes
al Imperio. Los auxiliares se desarrollaron a partir de variados contingentes de tropas
no itálicas, especialmente de caballería, que lucharon en la época de la república de
Roma en apoyo de las legiones, y que fueron incrementándose a partir del año 200 a.
C. El gobierno de la dinastía Julio-Claudia supuso la transformación de estas levas
temporales en ejércitos permanentes con una estructura homogénea, un equipamiento
estándar y unas condiciones de servicio estables, logrando que a finales del periodo no
hubiera grandes diferencias entre legionarios y la mayoría de los auxiliares en cuanto
a entrenamiento, equipamiento o capacidad militar. Los regimientos auxiliares se
estacionaban casi siempre en provincias distintas de la de procedencia. Los nombres
de los regimientos de muchas unidades perduraron hasta finales del siglo IV, pero
para entonces las unidades habían cambiado en cuanto a tamaño, estructura y calidad.
32
REPUBLICA ROMANA (529 a.C - 27 a.C.)
33
apoyo de caballería que proporcionó el rey Massinisa al ejército de Escipión. Los
romanos contaban con un porcentaje tan pequeño de caballería que en Zama los
jinetes númidas superaban a sus homólogos latinos en un porcentaje de 2 a 1. A partir
de ese momento, los ejércitos romanos estarían siempre acompañados por un gran
número de jinetes no itálicos: caballería ligera númida y más tarde caballería pesada
gala. Durante la Guerra de las Galias (58 - 51 a. C.), el general Julio César empleó en
muchas ocasiones regimientos de caballería gala y germana.4 El papel de la caballería
latina dentro de los ejércitos romanos disminuyó a medida que aumentaba el de los
extranjeros. Tanto es así que, a principios del siglo I a. C., la caballería romana había
sido eliminada por completo de sus ejércitos. Al término de la Guerra Social, cuando
se concedió a todos los socii itálicos el estatus de ciudadano romano, las alae también
desaparecieron pues, gracias a su recién adquirida ciudadanía, los itálicos podían
alistarse ahora en las legiones.5 Por otra parte, la importancia del estatus ecuestre
romano dentro de la caballería republicana había desaparecido por completo por esta
época.6 Por todos estos factores, la legión republicana tardía estaba totalmente
desprovista de caballería y sólo fue hasta el ascenso al poder de Augusto que se le
volvió a añadir un contingente de 120 jinetes. Cuando estalló la Segunda Guerra
Púnica, los romanos estaban tratando de remediar el hecho de que no contaban con
efectivos itálicos especializados, elemento muy importante en los ejércitos romanos
de la época. El historiador Tito Livio afirma que el tirano de Siracusa, Hierón II,
ofreció al Senado proporcionar a los ejércitos republicanos fuertes contingentes de
arqueros y honderos.7 A partir del año 200 a. C., los romanos optaron por contratar un
número fijo de mercenarios a fin de subsanar la falta de efectivos itálicos, y desde
entonces las legiones romanas estuvieron casi siempre acompañadas por parte de
estos mercenarios en sus campañas a lo largo de todo el Mediterráneo: los sagittarii
(arqueros) de Creta, y los funditores (honderos) de las Islas Baleares.8 Las tropas
auxiliares no italianas que las provincias, las ciudades y los reyes amici (estado
cliente) proveían a los ejércitos de la República estaban sujetas a las necesidades del
momento. A menudo, se empleaban fuerzas extranjeras comandadas por sus propios
líderes y sujetas a su propia organización para campañas específicas y se disolvían
poco después.9
34
Esta espada fue creada a partir del diseño utilizado por los pueblos íberos de la
Hispania prerromana. El ejemplar mostrado en la foto es del tipo "Pompeii", usado
desde finales del siglo I en adelante. Era más corto y estaba diseñado para ensartar al
enemigo en combate cuerpo a cuerpo. En la cadera izquierda del soldado puede verse
su pugio (daga) y porta la cota de malla (lorica hamata) y un casco imperial de tipo
gálico y se apoya sobre su escudo rectangular (scutum). Las armas y armaduras del
soldado de infantería auxiliar eran idénticas, salvo por el hecho de que el escudo que
portaba era ovalado (clipeus).10 Al término de la Tercera Guerra Civil de la República
de Roma (30 a. C.), Augusto licenció a la mayoría de las unidades extranjeras que
componían las tropas auxiliares. No obstante, las más experimentadas no sólo no
recibieron la orden de disolución, sino que se convertirían en el núcleo de las fuerzas
auxiliares durante el reinado de la Dinastía Julio-Claudia.11 Durante los primeros
años de su reinado, Augusto creó el cuerpo de auxilia inspirándose en las fuerzas
latinas que empleaba la República antes del estallido de la Guerra Social. Los auxilia,
concebidos como un cuerpo de tropas no ciudadanas paralelo a las legiones, tenían
una diferencia fundamental con respecto a los auxiliares que empleaban los
republicanos: en tiempos de la República, los cuerpos auxiliares estaban formados por
meros reclutas que habían sido alistados para una campaña concreta, y que se
disolvían una vez que terminara la campaña en la que servían; bajo el reinado de
Augusto, este cuerpo estaba totalmente formado por voluntarios profesionales que
prestaban servicio en unidades permanentes. Augusto organizó a los auxilia en
regimientos del mismo tamaño que las cohortes debido a que consideró que cuantas
menos tropas componen una unidad, ésta es más flexible. Estos regimientos eran de
dos tipos: el ala quinquagenaria (caballería) y la cohorte (infantería), añadiéndose la
cohors equitata (mezcla de caballería e infantería) bajo la dinastía Julio-Claudia. La
estructura del cuerpo de auxilia difería de las alae latinas al contar con un porcentaje
mayor de caballería. No está claro cuál era el tamaño de estas nuevas unidades
instituidas por Augusto, ya que las pruebas más recientes datan del siglo II, momento
en que el número de unidades de las tropas auxiliares podría haber cambiado. Las
cohortes se dividían al estilo de los legionarios: seis centuriae formadas por 80
hombres cada una.12 Por su parte, las alae se dividían en turmae, escuadrones de
30/32 hombres cada uno liderados por un decurión (latín: «líder de diez»), título que
derivaba de la caballería republicana anterior al estallido de la Guerra Social, dividida
en turmae y liderada por tres decuriones cada una.13 La cohors equitata estaba
formada por un contingente de infantería al que se le añadía cuatro turmae de
caballería.14 A nivel total, los regimientos auxiliares estaban dirigidos por un
praefectus que podía ser:
35
Panonia (9 a. C.) y Mesia (6), territorios que junto con Iliria llegarían a ser la principal
fuente de reclutas auxiliares del Imperio. En Oriente, donde los sirios suministraban a
Roma la mayor parte de los arqueros de su ejército, Augusto anexó las provincias de
Galacia (25 a. C.) y Judea (6); la primera de éstas, una región de Anatolia cuyo
nombre derivaba de las masivas migraciones que allí habían realizado los galos hacía
siglos, se convirtió también en una importante fuente de reclutas. Por su parte, la
caballería ligera era suministrada desde las provincias de África, donde se
anexionaron las regiones de Egipto (30 a. C.), Cirenaica y Numidia (25 a. C.). El
pueblo de los mauri, que habitaba en la provincia de Numidia, constituía el cuerpo
principal de los contingentes de caballería ligera que se enviaban a Italia a servir en
las legiones y las auxilia. La provincia de Mauritania, conquistada durante el reinado
del emperador Claudio, se convertiría asimismo en una importante fuente de reclutas.
Las rápidas conquistas realizadas durante el reinado de Augusto provocaron un
incremento en el número de reclutamientos, tanto en las legiones como en los auxilia.
En el año 23 había ya el mismo número de soldados auxiliares que de legionarios, lo
que significa que por las 25 legiones existentes en la época (125.000 legionarios) se
habían reclutado cerca de 250 regimientos auxiliares.16
36
ilirias que habían participado en la rebelión, los insurrectos llegaron a amenazar a su
propia provincia de origen. Los cabecillas de la rebelión optaron por avanzar a lo
largo de la ribera occidental del Danubio, donde se les unieron los restos del ejército
de Panonia, región sometida por Roma entre los años 12 y 9 a. C.. Situada en el flanco
oriental de la Península Itálica, la toma de Iliria constituía la conquista de una base de
operaciones que amenazaba el mismísimo corazón del Imperio. Viendo el peligro,
Augusto ordenó a Tiberio abandonar su campaña en tierras germanas y retroceder con
su ejército hasta Iliria. Cuando se hizo evidente que las tropas de Tiberio eran
insuficientes para enfrentarse a los rebeldes, Augusto ordenó a su sobrino Germánico
dar la libertad a miles de esclavos a fin de encontrar los soldados necesarios,
circunstancia que no se daba desde la derrota romana a manos de Aníbal en la batalla
de Cannas, acaecida 200 años atrás. Gracias a las disposiciones realizadas por
Augusto, Roma fue capaz de poner sobre el campo de batalla a quince legiones y 150
regimientos de auxiliares, de los cuales 50 cohortes estaban compuestas
exclusivamente por ciudadanos romanos. Estos eran hombres que Augusto
consideraba por su condición o antecedentes inapropiados para formar parte de las
legiones: ciudadanos nacidos en las clases más bajas, vagabundos, delincuentes o
esclavos liberados (cuando a un esclavo se le liberaba, inmediatamente adquiría la
ciudadanía romana). A estas unidades especiales se les otorgó el título de «Civium
Romanorum» («de ciudadanos romanos»). Cuando finalizó la revuelta iliria, estas
cohortes permanecieron al servicio del Imperio y a cambio conservaron su
ciudadanía.17 18 A las tropas reclutadas por Augusto, Germánico y Tiberio se unió un
poderoso contingente de tropas procedentes de Tracia, cuyo monarca, Rometalces, era
un rey amicus del Imperio. Con todo, el total de tropas que desplegó el Imperio para
enfrentarse a los ilirios alcanzaba los 200.000 hombres. Durante tres años de salvaje
conflicto, descrito por el historiador Suetonio como la guerra más difícil a la que
Roma se enfrentaba desde el estallido de las Guerras Púnicas, los romanos se
enfrentaron a los ilirios en una inacabable guerra de guerrillas. En el año 9 Tiberio
puso oficialmente fin al conflicto, justo cuando Varo perdía tres legiones en el bosque
de Teutoburgo a manos de Arminio. La rápida sucesión de los hechos parece
evidenciar que el cacique alemán había firmado un tratado con los ilirios antes de
enfrentarse al Imperio.19 20
Casco de infantería romano usado por los soldados romanos estacionados en las Galia
a finales del siglo I. Nótese el refuerzo de la parte delantera, para dificultar el golpeo
de la espada ancha, y el de las mejillas, a fin de obtener la máxima protección facial,
aunque sin cubrir la parte delantera de la cara, lo que dificultaría la visión; las
37
protuberancias en las orejas con el fin de protegerlas, aunque sin dificultar la
audición; y el ángulo que forma en la parte trasera del cuello para evitar el
rozamiento, aunque ofreciendo la adecuada protección. Museo Carnuntum,
(Austria).21 A pesar de la gravedad de la rebelión, los ilirios llegarían a convertirse en
la columna vertebral del ejército romano. Durante el siglo II, cuando casi la mitad de
las tropas imperiales estaban desplegadas en la frontera del Danubio, los regimientos
de auxiliares estaban dominados por reclutas ilirios y en el siglo III ya habían
sustituido en gran parte a los italianos en la cumbre del orden jerárquico militar (los
praefecti en los regimientos auxiliares y los tribuni militum en las legiones). Entre los
años 268 y 379 casi todos los emperadores procedieron de esta región, puesto que
éstos, importantes miembros de la aristocracia militar, eran los únicos hombres con
suficiente poder para disputarse los pedazos del ya muy maltrecho Imperio.22 Como
ejemplos del creciente poder de los ilirios en los ejércitos del Imperio tenemos los
ascensos al trono de Claudio II Gótico (268 - 270), Aureliano (270 - 275), Probo
(276-282), Diocleciano (284 - 305), Constantino I (312 - 337) y Valentiniano I (364 -
375). Tras la caída del Imperio Romano de Occidente, los ilirios continuarían
ostentado gran importancia en los ejércitos del Imperio Bizantino, y el propio
emperador Justiniano I era de origen ilirio.
38
de auxiliares habría llegado a los 200.000 hombres, lo que supone alrededor de 400
regimientos.27
Mapa mostrando la frontera del Imperio Romano en el Rin (70) y la ubicación de los
batavios en el delta del río. La zona sombreada se corresponde con las posesiones
romanas de la zona.
Medio siglo después de la revuelta de los ilirios estallaría en Alemania otro sangriento
conflicto en el que estarían presentes como protagonistas las tropas auxiliares
romanas. Los batavios eran una tribu germánica perteneciente al grupo de los chatti
que habitaba en el territorio situado entre el los ríos Rin y Waal, el cual
posteriormente pasaría a formar parte de la provincia de Germania Inferior (Países
Bajos). La imposibilidad de cultivar en sus tierras debido a la presencia de pantanos
hacía que fueran una tribu pequeña: no llegaban a los 35.000 hombres.28 A pesar de su
reducido número, los batavios eran un pueblo guerrero; formado por hábiles jinetes,
marineros y nadadores, pronto se convirtió en una potencial fuente de reclutas. A
cambio de una excepcional exención de tributos (impuesto sobre la tierra al que
estaban sujetos la mayoría de los pueblos extranjeros), los batavios proporcionaban al
ejército imperial la mayor parte de sus reclutas auxiliares. La guardia de élite del
emperador Augusto (Germani corpore custodes) estaba formada íntegramente por
hombres procedentes de este pueblo.29 El número de tropas auxiliares reclutadas entre
los batavios ascendió a unos 5.000 hombres, lo que implica que, bajo el reinado de la
Dinastía Julio-Claudia, la mitad de los hombres batavios que estaban en edad militar
(16 años) se alistaron en los ejércitos del Imperio. Con estos datos se puede decir que
los batavios, que constituían el 0,05% de la población total del Imperio (23),
suministraban a sus ejércitos el 4% del total de los auxilia, es decir, 80 veces su
número proporcional. Eran considerados por los romanos como los mejores de entre
las tropas auxiliares (fortissimi o validissimi) y, durante la época en que sirvieron a
Roma, los batavios perfeccionaron una técnica única por la que podían cruzar ríos a
nado a pesar de portar armadura.30 31 32 33 Cayo Julio Civilis (su nombre denota que
39
recibió la ciudadanía a manos de un Julio) fue un príncipe batavio, prefecto de una de
las cohortes formada por hombres originarios de su pueblo. Militar con gran
experiencia, Civilis había servido durante 25 años en las filas romanas,
distinguiéndose durante la invasión de Britania, en la que él y 8 cohortes de auxiliares
batavios desempeñaron un papel crucial en la victoria del Imperio sobre los nativos
del sur de la isla.34 A pesar de su lealtad, en el año 69 el descontento se había asentado
entre el pueblo de los batavios. Tres años antes, Nerón había decidido retirar a los
regimientos auxiliares reclutados entre este pueblo de Gran Bretaña y Civilis y su
hermano tuvieron que responder por traición ante el gobernador de la provincia de
Germania Inferior, que envió al primero a que respondiera ante el emperador tras
ejecutar al segundo. Galba, tratando de congraciarse con este pueblo, liberó a Civilis,
pero cometió el error de disolver el cuerpo de guardaespaldas formado por los
batavios, lo que supuso un imperdonable insulto para esta nación.35 Al mismo tiempo,
la ya maltrecha relación entra la Legio XIV Gemina y las cohortes batavias se degradó
de tal manera que llegaron a estallar combates entre ellos en al menos dos ocasiones.36
40
momento del estallido de la revuelta, Civilis contaba con una gran ventaja, ya que la
mayor parte de las legiones habitualmente estacionadas en el delta del Rin estaban
ausentes y los oficiales romanos de alto rango estaban más preocupados por la guerra
civil que enfrentaba a los más influyentes generales de la época que por los
movimientos que realizaba un pequeño pueblo que habitaba más allá del Rin. La
revuelta encontró pronto partidarios entre los pueblos vecinos de los batavios, entre
los que se encontraban los cananefates y los frisones. Tras la captura de dos fortalezas
romanas en territorio germano, una cohorte de tungros desertó a su bando, y tras la
derrota de una fuerza de dos legiones enviada contra ellos, se le unieron ocho cohortes
de auxiliares batavios. Tras las deserciones de varios contingentes de soldados galos y
germanos que habían sido enviados contra Civilis, la rebelión anti-romana se extendió
a lo largo de toda la Gallia Belgica. Los tungros, lingones y tréveres e incluso tribus
asentadas más allá del Rin se sumaron a la revuelta. La flota romana que circulaba por
estas tierras fue capturada por los insurrectos, que ahora contaban con al menos 7.000
soldados plenamente entrenados y equipados por los romanos, así como un número de
hombres mucho mayor procedente de las tribus que habían optado por apoyar a
Civilis. Tras su victoria sobre las dos legiones que custodiaban la provincia de
Gemania Inferior (la V Alaudae y la XV Primigenia ), el ejército de Civilis amenazaba
todas las posesiones romanas sobre el Rin. Los insurrectos batavios y galos no serían
derrotados hasta que Roma envió una fuerza formada por ocho legiones al mando de
Quinto Petilio Cerial.
41
Lápida del eques alaris Tito Flavio Baso, hijo de Mucala, de la tribu tracia de los
Dentheletae (Dansala). Fue probablemente un ciudadano romano (sirvió el tiempo
requerido), aunque no se ha averiguado el nombre de su tribu. Perteneció al Ala
Noricorum (reclutada originalmente entre los tauriscios, tribu de Nórico). Murió a la
edad de 46 años, tras 26 años de servicio. La escena grabada, que presenta a un jinete
cargando contra un bárbaro (el Héroe Tracio), nos indica que Baso era tracio. Al
romanizar su nombre, adoptó los del emperador Tito Flavio (79 - 81). Römisch-
Germanisches Museum, Colonia, Alemania.
42
PRINCIPADO TARDÍO (97-284 d.C.)
La spatha de la caballería romana era una larga espada, de unos 780 mm de longitud
media de la hoja, diseñada para otorgar al jinete mayor alcance que con el gladius.49
En el año 106 a. C., tras la victoria del emperador Trajano sobre Decébalo, rey de los
dacios, el Imperio se apropió los territorios de este pueblo y formó la nueva provincia
de Dacia. A mediados del siglo II se hallaban estacionados en la recién instituida
provincia 44 regimientos auxilia, del 10% del total de las tropas auxiliares del
Imperio. Por otro lado, en Britania estaban acantonados 60. A finales de este siglo,
entre estas dos provincias albergaban cerca del 25% del total de los auxiliares del
Imperio, lo que demuestra la inestabilidad de estos territorios. Por otra parte, de entre
los contingentes de auxiliares reclutados en esa época, más del 50% procedían de
Dacia y Britania.
Tropas auxiliares romanas defendiendo una posición fortificada frente a los atacantes
dacios. Columna de Trajano, Roma. Por esta época había ya cerca de 380 regimientos
auxiliares (90 alae y 290 cohortes, de las cuales alrededor de 200 eran cohors
equitatae). Partiendo de estos datos, podemos establecer que el número de auxiliares
desplegados por todo el Imperio ascendía a 220.000 efectivos, es decir, casi el doble
que a finales del reinado de Augusto. De esta fuerza, 150.000 eran soldados de
infantería y 75.000 de caballería.50 Estos datos ponen de manifiesto la gran
importancia que habían alcanzado ya los auxiliares en los ejércitos del Imperio, pues
43
el número de legionarios, considerados como los soldados de élite de la jerarquía
militar, ascendía a 154.000 soldados de infantería (28 legiones de 5.500 hombres cada
una) y 3.360 soldados de caballería, cifra muy inferior al número de tropas auxiliares.
La segunda mitad del siglo II marcó una revolución dentro de las filas del ejército
romano con la adición de cinco nuevas legiones (27.500 hombres).51 El número de
legiones ascendía ahora a 33. Por su parte, el número de auxilia aumentó en una cifra
aproximada de 50 a 60 regimientos. A finales del reinado de Septimio Severo, el
número de contingentes auxiliares se elevaba a 440.52 El supuesto crecimiento del
número de auxilia puede expresarse de la siguiente manera:
Número de efectivos romanos (24 - 305 d.C)
Adriano Crisis del siglo Diocleciano
Cuerpos Tiberio S. Severo
ca. 130 d. III 284 - 305 d.
militares 24 d.C 211 d. C.
C. ca. 270 d. C. C.
53 54 55
Legiones 125.000 155.000 182.000
56 57
Auxilia 125.000 218.000 250.00058
Guardia
~~5.00059 ~10.00060 ~10.000
Pretoriana
Total de efectivos 255.00061 383.00062 442.00063 350,000?64 390.00065
NOTA: Los datos anteriores no incluyen a los efectivos de la armada romana, ni a los
soldados reclutados entre los bárbaros conocidos como foederati.
A partir del siglo II surgen en el panorama militar romano nuevas unidades conocidas
como numerus (grupo) y vexillatio (destacamento).66 El número de hombres que
componían estos cuerpos se desconoce, aunque se supone menor que el de las alae y
las cohortes. Antiguamente, los estudiosos defendieron que estos nuevos cuerpos eran
simples regimientos reclutados entre los pueblos extranjeros a fin de defender sus
tierras, pero en la actualidad se piensa que formaban parte de las unidades auxiliares,
y no que constituyeran un cuerpo independiente.67 Los numerus y los vexillatio
alcanzaron gran importancia en el siglo IV. En el año 212 el emperador Caracalla
legisla la Constitutio Antoniniana (Decreto Antoniniano), que concede la ciudadanía
romana a todos los habitantes libres del Imperio, los peregrini. Con su edicto,
Caracalla abolió la única distinción existente entre las legiones y los auxilia, si bien
los auxilia seguirían manteniéndose durante más de un siglo. Las legiones, que ahora
gozaban de una base mucho más amplia de contratación, engrosaron en gran medida
sus filas de mano de todos los varones en edad de combatir que, ansiosos por luchar al
lado del cuerpo militar más temido de Occidente, acudieron raudos a alistarse. Por su
parte, las unidades auxiliares encontraron reclutas entre los rincones más recónditos
del Imperio, donde los barbari aceptaban unirse a ellos. El progresivo debilitamiento
de los regimientos auxiliares acabó con su total desaparición a mediados del siglo IV.
A mediados del siglo III surgieron las primeras unidades auxiliares con los nombres
de los pueblos bárbaros entre los que fueron reclutadas, como el Ala I Sarmatarum,
estacionada en la provincia de Britania a finales de siglo.68 Este regimiento, estaba
formado por los descendientes de una fuerza de 5.500 jinetes sármatas ubicada en la
Muralla de Adriano por órdenes del emperador Marco Aurelio 175 d. C.69 El Ala I
Sarmatarum es claro ejemplo del proceso por el que las unidades irregulares
reclutadas entre los pueblos bárbaros (foederati) se tranformaban en regimientos
auxiliares ordinarios. El Notitia Dignitatum, documento clave para entender la
44
estructura del ejército romano tardío, muestra la intensificación de este proceso a
mediados del siglo IV y lista un gran número de unidades irregulares bautizadas con
nombres bárbaros. A mediados/finales del siglo III, el Imperio se sumió en el caos a
causa de una serie de desastres militares consecutivos unidos a una plaga. Entre los
años 251 y 271, las posesiones romanas en la Galia, las regiones alpinas e Italia, los
Balcanes y Oriente fueron invadidas por los pueblos germanos, sármatas, godos y
persas, respectivamente. Estos ataques simultáneos encontraron una débil respuesta en
un Imperio cuyo ejército era víctima de una devastadora pandemia de viruela: la
Plaga de Cipriano, que duró de 251 a 270, y antes de extinguirse, se cobró la vida del
emperador Claudio II Gótico. Para demostrar el terrible efecto que tenían las
epidemias en esa época, podemos tomar los datos de la última epidemia que había
sufrido Roma, la Plaga Antonina, que costó la vida al 15/30% de la población total
del Imperio.70 Durante esta época, los ejércitos perdieron a gran parte de los militares
que ocupaban la cúspide de la jerarquía militar, pues esta epidemia les afectó de una
manera especial.71 Los efectos de la plaga desembocaron en una gran disminución del
número de soldados que integraban los ejércitos imperiales, que sólo se recuperó a
finales del siglo, durante el reinado de Diocleciano (284 - 305). Con el objetivo de
llenar los huecos dejados por los fallecidos, los oficiales de reclutamiento romanos
buscaron nuevos alistamientos entre los bárbaros, cuyo porcentaje entre las filas de
los auxiliares se incrementó considerablemente.
SIGLO IV
Durante el siglo IV, el ejército romano atravesó una reestructuración radical, si bien
tenemos pocos datos de la misma dados los escasos escritos que nos han llegado y a la
ambigüedad de las evidencias físicas. Durante el gobierno de Diocleciano, las
formaciones tradicionales del principado formadas por legiones, alae y cohortes
parece que desaparecieron para dar lugar a unidades más pequeñas, muchas de las
cuales llevaron una gran variedad de nuevos nombres. Bajo el reinado de Constantino
I (312-337) parece que las unidades militares se clasificaron en tres grados basados en
el rol estratégico y, en cierta medida, en la calidad de las propias tropas: Estaban en
primer lugar las praesentales, tropas de élite del Imperio, y que normalmente tenían
su base en Mediolanum (Milán) y Bizancio (Constantinopla), las capitales tardías del
imperio. En segundo lugar aparecen los comitatenses, fuerzas de alto nivel y creadas
para la intercepción de amenazas peligrosas. Estaban basadas en las diócesis
(divisiones imperiales principales), muy alejadas de las fronteras. Por último estaban
los limitanei, tropas de bajo nivel y cuya función era proteger las fronteras en las que
estaban desplegadas. Las antiguas tropas auxiliares de la época del principado
sirvieron como base para las unidades de esos tres tipos. La Notitia Dignitatum nos
ofrece un listado de 70 alae y cohortes que mantuvieron sus antiguos nombres del
siglo II, y la mayor parte de ellos eran limitanei. Por otro lado, se pueden encontrar
algunos rastros de regimientos de tropas auxiliares en los ejércitos praesentales y
comitatenses. Especialmente en el Danubio, el antiguo sistema basado en alae y
cohortes fue reemplazado por nuevas unidades, cunei y auxilia (que eran sólo de
infantería), respectivamente.72 No está claro cuánta diferencia había entre estas
unidades y sus predecesoras, aunque la versión limitanei podría haber sido de sólo la
mitad del tamaño de las antiguas unidades.73 Por otra parte, el nuevo estilo de unidad
llamada auxilia palatina, y que era considerada una de las mejores unidades del
ejército, eran al menos del mismo tamaño (500) y posiblemente doblaban el tamaño
de los antiguos regimientos auxiliares. Es probable que muchos de estos nuevos
45
cuerpos militares estuviesen formados a partir de las tropas auxiliares antiguas, y
parecen haber sido muy similares a las viejas cohortes.74 Vegecio, el escritor de temas
militares del siglo IV, se queja de los jóvenes de su época, que se unían a los "auxilia"
preferiblemente y antes que a las legiones, con el fin de evitar un entrenamiento y
unos deberes más duros que en este último.75 Sin embargo, todavía no está claro a qué
tipos de unidades se refería. Es posible que esos antiguos términos todavía se
utilizasen de forma popular para hacer referencia a los limitanei y a los comitatenses,
respectivamente. En cualquier caso, su cita no describe con exactitud a las tropas
auxiliares del principado, muchas de las cuales llegaron a ser las mejores unidades
con las que contaba el ejército de entonces.
Caballero auxiliar (eques alaris o alarius) con spatha (spada). Además, el soldado
porta un hasta (lanza) y un escudo oval (que no se ve al estar tapado por su hombro
izquierdo). Nótese la reconstrucción de la sella (silla de montar). La sella fue diseñada
con el fin de proporcionar al asiento una mayor estabilidad y de compensar la
ausencia de estribos, que no fueron introducidos en los ejércitos europeos hasta el
siglo VI.76 Durante el Principado, el reclutamiento de legionarios sólo se realizaba
entre los ciudadanos del Imperio que ostentaban la condición de ciudadanos romanos.
Esta costumbre, que procedía de la estructura del ejército republicano antes de que
estallara la Guerra Social, se aplicó siempre de manera muy estricta.77 En los
documentos se hallan pocas excepciones, y aunque se sabe que en tiempos de crisis
los oficiales de reclutamiento aceptaban en las legiones a los hijos ilegítimos de los
legionarios, ello no implica que esta regla fuera ignorada de manera sistemática.
Debido a la influencia en la historiografía antigua de Vegecio, escritor romano de
doctrina y prácticas militares, se ha malinterpretado el papel de los auxiliares frente a
las legiones en los primeros tiempos del Imperio. Su obra, De re militari, contiene
abundante información útil acerca del ejército romano, aunque es engañosa debido a
que Vegecio no encaja sus descripciones en un marco cronológico.78 El hecho de que
la obra de Vegecio comprendiera una serie de conceptos anacrónicos, a veces fuera de
contexto, se debía a que sus principales fuentes fueran Catón el Viejo (234 - 149 a.
C.) y el emperador Adriano (76 - 138). Por todo ello, lo que Vegecio escribe sobre los
auxilia podría referirse a cualquiera de las clases de regimientos auxiliares que se
instituyeron a lo largo de los 500 años de historia del ejército romano:
Los socii latinos, contingentes de soldados proporcionados por los reyes y estados
clientes de los tiempos de la República tardía.
46
Los auxilia de la época augustea o los limitanei, tropas fronterizas posteriores (vd.
supra).
CALIDAD
El origen de la opinión de que los legionarios eran tropas de mayor calidad que los
auxiliares reside en el comentario de Vegecio acerca de que los hombres jóvenes
preferían alistarse en los auxilia a fin de huir de la severa disciplina de las legiones.
Para avalar esta teoría, Vegecio alegó que a los legionarios se les pagaba un salario
más alto; no obstante, no existen pruebas de que hubiera diferencias entre los salarios
de ambos cuerpos. Aunque anteriores generaciones de estudiosos alegaron que a los
auxiliares se les pagaba un tercio menos que a los legionarios, recientes estudios han
demostrado que esta diferencia era menor (sólo un 20% menos) y que sólo se aplicaba
a la infantería. En cuanto a la caballería, a las equites cohortales (cohorte de
caballería) se las pagaba lo mismo que a sus homólogos legionarios; y en el caso de
los equites alares, el sueldo era un 20% mayor.79 El hecho de que los sueldos más
altos y las primas más valiosas se destinaran a los legionarios se debía probablemente
a su condición de ciudadanos romanos. Por otra parte, los relatos de Tácito acerca de
los enfrentamientos entre los auxiliares batavios y los legionarios romanos durante la
revuelta de los primeros demuestran que no existía una diferencia apreciable de
calidad entre ellos. De hecho, en cuanto a la caballería, los alares eran considerados la
élite del ejército romano, mientras que los jinetes de las legiones eran adecuados para
llevar a cabo tareas de reconocimiento y para transportar los mensajes entre los
generales y los soldados durante la batalla.
ARMAMENTO
La creencia de que los auxiliares eran tropas ligeras procede de las erróneas palabras
de Vegecio:
47
Los auxilia se unían a los legionarios en el combate siempre como tropas ligeras80
Aunque es cierto que algunas tropas auxiliares especializadas, como los arqueros
sirios o los jinetes númidas, portaban armadura ligera (o iban desprotegidos), no era
una regla general entre los auxiliae, pues las cohortes auxiliares iban provistas de una
armadura pesada similar a la de los legionarios.81 Se ha hablado mucho de la clara
diferencia de armadura entre los dos cuerpos que muestra la Columna de Trajano, un
monumento erigido en Roma (113) con el fin de conmemorar la conquista de Dacia
por el emperador Trajano (97 - 117). Los bajorrelieves de la columna constituyen una
fuente clave para comprender cómo era el equipo militar de los soldados romanos. Por
lo general, se muestra a los auxiliares llevando cotas de malla (lorica hamata),
corazas o simples láminas de cuero, además de un escudo oval. Por su parte, a los
legionarios se les representa portando una armadura de láminas (lorica segmentata)
en todo momento (ya sea en combate o en otras actividades, como la construcción) y
un escudo de forma rectangular.82 No obstante, las figuras representadas en la
Columna de Trajano están muy estereotipadas a fin de distinguir entre las dos clases
de tropas.83 En otro monumento erigido durante el reinado de Trajano, el Tropaeum
Traiani, la lorica segmentata no aparece en ningún momento y los legionarios y los
auxiliares se representan portando la misma armadura, la (lorica squamata). En ese
sentido, se considera que el trofeo de Adamclisi muestra una imagen mucho más real
y más ajustada a la normalidad de las legiones, siendo la segmentata una armadura
que se utilizaba raramente, posiblemente sólo para el combate y para los desfiles.84
Las pruebas de ese tipo de armadura en las representaciones históricas modernas han
demostrado que se trata de una armadura bastante incómoda, y que su estructura hace
que sea dolorosa llevarla puesta durante mucho más que cortos periodos de tiempo. A
cambio, ofrece más protección que los otros tipos de armaduras: es impenetrable ante
la mayor parte de flechas y proyectiles enemigos.85 Se ha argumentado también que la
lorica segmentata fue utilizada asimismo por los auxiliares, si bien no existe
evidencia de este hecho. Se han encontrado restos de este tipo de armadura en Recia
que datan de una época en la que no había legiones estacionadas en la provincia, pero
podría tratarse de restos abandonados por los legionarios de un destacamento
temporal.86 Además, las tropas auxiliares en ningún momento han sido representadas
llevando esa armadura.87 En todo caso, ambos cuerpos fueron equipados con las
mismas armas: el gladius (espada corta que permite el apuñalamiento en la lucha
cuerpo a cuerpo) y la jabalina, aunque la clase de jabalina conocida como pilum fue
siempre característica de los cuerpos de legionarios.88 Goldsworthy señala que el peso
final de los equipos de ambos cuerpos era más o menos el mismo.89 Las diferencias
existentes en las armaduras se debían a razones no militares: los legionarios, en su
condición de cuerpo superior socialmente, optaban por poner de manifiesto esta
superioridad mediante la obtención de armaduras más caras e impresionantes. Cuando
en el siglo III se concedió la ciudadanía a todos los peregrini, los legionarios
perdieron esta superioridad social y desaparecieron la lorica segmentata y el escudo
rectangular 90
ROL EN EL COMBATE
48
auxiliares en los flancos y a los legionarios en el centro; como ejemplo tenemos la
Batalla de Watling Street (60), batalla que supuso la derrota definitiva de los rebeldes
britanos liderados por la Reina Boudica.92 Este modo de organizar al ejército era
heredado de los tiempos de la República Romana, durante los que los alae latinos
ocupaban esa misma posición en la batalla.
AUTONOMÍA
PAPEL ESTRATÉGICO
49
establecer colonias en las provincias más inestables. Así, se garantizaba la seguridad
nacional al poder reclutar con relativa rapidez cuerpos militares plenamente leales.
NOTA: Existe un debate en torno al tamaño de las turmae, aunque se cree que estaban
formadas por 30/32 hombres. Treinta soldados era el tamaño de una turma
republicana de caballería y de una cohors equitata de auxiliares de la época augusta
era de 30 hombres. Por otro lado, están las declaraciones de Flavio Arriano, que fija el
tamaño de un ala en 512.101 Tomando como veraces los escritos de Arriano, una
turma de un ala constaría de 32 hombres.
Son escasas las evidencias encontradas acerca de los rangos y salarios de los soldados
auxiliares, aunque más numerosas que las de sus homólogos legionarios. Los datos
disponibles pueden resumirse en la siguiente tabla:
50
Lápida de Tito Calidio Severo, auxiliar romano perteneciente a la tribu romana
Camilia. Ascendió desde el puesto de eques (jinete) al de decurión de la cohors I
Alpinorum, regimiento reclutado al oeste de los Alpes. Posteriormente Severo pasaría
a servir en una legión (tras obtener la ciudadanía romana después de 25 años de
servicio) y fue nombrado centurión de la Legio XV Apollinaris. Murió a la edad de 58
años, tras 34 años de servicio. Nótense los grabados de su armadura y las
decoraciones de su caballo, distintivos de los decuriones. La historia de Severo
muestra que a veces, tras 25 años de servicio, los auxiliares se sumaban a las legiones.
Este monumento fue erigido por su hermano, Q. Calidio. Carnuntum, Austria.
Rangos de las
Rangos de las cohortes
Proporción de Cantidad alae Cantidad
de infantería
salarios (denarios) (orden (denarios)
(orden ascendente)
ascendente)
1 pedes 188 gregalis 263
1,5 (sesquiplicarii) tesserarius 282 sesquiplicarius 395
signifer signifer
2 (duplicarii) optio 376 ¿curator? 526
vexillarius vexillarius
centurio decurio
2,5 - 5* (triplicarii
centurio princeps 470-940 decurio princeps 658-1.315
etc)
¿beneficiarius? ¿beneficiarius?
50 praefectus 9.400 praefectus 13.150
* Partiendo de que los salarios de los oficiales eran equivalentes a los del ejército
romano tardío.103
CALIGATI
51
romanos reclutaban a este tipo de regimientos entre los peregrini romanos, los
ciudadanos de segunda clase que habitaban dentro de las fronteras del Imperio.
Cuando se inició el reclutamiento de auxiliares entre tribus nativas, se bautizaba a los
regimientos con el nombre de su pueblo de procedencia. Posteriormente, cuando el
regimiento se estacionaba en una provincia, obtenía la mayor parte de sus nuevos
reclutas entre los provincianos, en detrimento de los extranjeros originales. De ese
modo perdieron los auxiliares su identidad étnica distintiva.105 Por tanto, el nombre de
las unidades auxiliares perdió sentido y se convirtió en una mera curiosidad, aunque
algunos de sus miembros podrían haber heredado nombres extranjeros de sus
antepasados veteranos. A pesar de todo, los diplomas e inscripciones que se han
hallado de la época demuestran que algunas fuerzas siguieron reclutando hombres en
sus territorios de origen; por ejemplo, los auxiliares de Britania continuaron
reclutándose entre el pueblo de los batavios.106 Las principales fuentes de
reclutamiento se mantuvieron en las provincia de Recia, Panonia, Mesia y Dacia.107
108
Se han hallado en Gran Bretaña pruebas de que algunos regimientos contaban con
soldados internacionales.109 Al parecer, los regimientos auxiliares contaron también
con la contratación de ciudadanos romanos; probablemente hijos de veteranos de este
cuerpo que decidían seguir los pasos de sus padres.110 Estos descendientes de
veteranos se alistaban en los auxiliae con el objetivo de medrar en una unidad en la
que era mucho más fácil ascender que en las legiones. Tanto es así, que algunos
legionarios solicitaban el traslado de las legiones a los auxiliae.111 Menos clara está la
cuestión de que se reclutara de forma regular a los barbari (personas que vivían fuera
de las fronteras del Imperio, a los que los romanos llamaban bárbaros). Actualmente
se ha llegado al consenso de que lo hicieron,112 aunque existen muy pocas pruebas
anteriores al siglo III, además de que los primeros diplomas datan de 203, fecha muy
cercana al año 212, cuando el Edicto de Caracalla concedió la ciudadanía a todos los
peregrini.113 A partir del siglo III aparecieron de manera regular regimientos
auxiliares reclutados exclusivamente entre los bárbaros. Por ejemplo, el Ala
Sarmatarum I y el Numerus Hnaufridi.114
52
Lápida de Mario, hijo de Ructicno, un soldado auxiliar cuya carrera fue menos exitosa
que la de su padre. Nunca ascendió del puesto de millas (soldado ordinario) en 25
años de servicio con su regimiento, la Cohors I Montanorum(reclutada originalmente
en la provincia de Recia y en los Alpes Julianos). No puede despojarse de sus
nombres tribales, pues debido a su muerte en el último año del plazo requerido, jamás
recibió la ciudadanía romana. Este monumento fue erigido en el siglo I por su
heredero. Carinthia, Austria. En cuanto al sueldo, existía también una jerarquía entre
las clases de tropas auxiliares, de las cuales la caballería era el cuerpo mejor pagado.
Recientes estimaciones han determinado que bajo el reinado de Augusto, los pagos
anuales se estructuraban de la siguiente manera:
Total de pagos
250 188
anuales
Deducción: Comida 60 60
Deducción:
c. 50 c. 50
Equipamiento
Praemia no hay
3.000 120
(recompensa final) evidencias
53
está claro si el coste de la armadura y las armas también era deducido o si era
sufragado por el ejército. Tras las deducciones pertinentes, los soldados auxiliares
recibían un sueldo de 78 denarios, cantidad suficiente para adquirir los alimentos que
necesitaba un adulto medio durante un año. En el año 84, Domiciano aumentó el
sueldo base de los legionarios en un 33% (de 225 a 300 denarios): aumento similar al
que recibieron los auxiliae, que ahora recibían 140 denarios.119 El hecho de que los
soldados estuvieran exentos del impuesto de capitación (capitatio), que no pagaran
alquiler (residían en los cuarteles o en los campamentos), alimento, ropa o equipo
(cuyos gastos sufragaba el ejército) y que la mayoría procedieran de familias
campesinas que vivían de la agricultura de subsistencia, hizo que el sueldo que
percibían los soldados en el ejército se tornara muy atractivo. Estos sueldos podían
gastarse en actividades de ocio, ser enviados a sus familias o simplemente guardarse
para la jubilación. No existen pruebas de que los auxiliae recibieran bonificaciones en
efectivo (donativa) cuando un nuevo emperador ascendía al trono, como sí ocurría en
el caso de los legionarios.120 Aunque irregulares, estos pagos (75 denarios cada vez
para los legionarios ordinarios) se producían cada siete años y medio a principios del
siglo I y cada tres en épocas posteriores. Duncan-Jones ha sugerido que los donativa
se empezaran a pagar a los auxiliae a partir del reinado de Adriano, lo que explica el
gran crecimiento de sueldo que experimentó este cuerpo durante esa época.121 Al
finalizar sus 25 años de servicio, los legionarios recibían una gran bonificación de
3.000 denarios (praemia), equivalente a 10 años de su sueldo tras el aumento salarial
del año 84, que les permitía comprar una buena porción de terreno. Al parecer, el
praemia que recibían los auxiliares era la concesión de la ciudadanía romana, que
conllevaba importantes exenciones fiscales. Duncan-Jones sugiere que es probable
que sí se pagara una bonificación en efectivo a los auxiliares.122
PRINCIPALES UNIONES
En las turmae de las cohors equitatae y en las alae, el segundo al mando del decurión
era probablemente conocido por el nombre de curator, responsable de los caballos.123
Al igual que en las legiones, los jóvenes principales y algunos soldados
especializados de los regimientos se clasificaban en dos grupos:124
54
o con la condición de milites immunes («soldados eximidos», es decir, exentos de las
funciones ordinarias). Entre estos soldados especializados se encontraban:125
El medicus, hombre encargado de velar por la salud de los soldados.
El veterinarius, médico veterinario a cargo del cuidado de los caballos, los animales y
el ganado.
El custodio armorum, encargado del arsenal.
El cornicularius, soldado encargado del registro y papeleo del regimiento.
PRINCIPALES SENIORES
En comparación con los centuriones de las legiones, poco se conoce acerca de los
centuriones y decuriones auxiliares. Las evidencias existentes muestran que ambas
clases de oficiales eran soldados nombrados directamente por el comandante -
hombres procedentes de la aristocracia provincial- o ascendidos a estos cargos desde
las filas de legionarios y auxiliares rasos.126 Bajo el reinado de la Dinastía Julio-
Claudia, la división entre centuriones y decuriones era similar a la existente entre los
ciudadanos y los peregrini. En épocas posteriores, estos cargos serían casi exclusivos
de los ciudadanos romanos debido al predominio de la ciudadanía en las familias con
tradición militar.127 La manera en que los centuriones y decuriones ascendían a estos
puestos desde las filas ha sido comparada al modo en que lo hacen los oficiales con
funciones de sargento en los ejércitos modernos. No obstante, esta comparación
subestima el rol social de decuriones y centuriones, así como sus funciones, no sólo
militares, sino también administrativas.128 Los modernos rangos de capitán y mayor o
comandante son más parecidos. No se sabe con certeza el sueldo estipulado para
centuriones y decuriones, aunque sí se sabe que éste excedía en más del doble al de un
miles.129 A diferencia del legatus legionis (oficial que tenía a su cargo a seis tribuni
militum y a un praefectus castrorum), el praefectus auxiliar no parece haber tenido
apoyo por parte de suboficiales militares, a excepción del beneficiarius («adjunto»),
que podría ser el segundo al mando del prefecto si este cargo fuera ordinario y no un
simple nombramiento ad hoc realizado para una tarea específica.130 El praefectus
también contaba en su estado mayor con el vexillarius del regimiento (portador del
estandarte de la unidad) y el cornicen (portador del cuerno -instrumento de música
para dar órdenes- de la unidad).
PRAEFECTI
Parece ser que a principios del siglo II, la mayoría de los prefectos auxiliares eran aún
de origen itálico, a pesar de que este pueblo suponía por esta época una pequeña
proporción de los reclutas legionarios.131 Todos los prefectos eran miembros del ordo
equester, ya fuera por nacimiento, por alcanzar el estado económico requerido
(100.000 denarii, el equivalente a 400 años de salario bruto para un alaris auxiliar) o
por promoción militar. Estos últimos eran centuriones primus pilus, rango que
normalmente se entregaba a los miembros del orden ecuestre tras un año de
servicio.132 Los équites por nacimiento solían iniciar el servicio militar
aproximadamente a la edad de 30 años. En los auxiliae, los mandos militares se
ejercían en una serie de intervalos de 3 o 4 años: prefecto de una cohors auxiliar,
tribunus militum y prefecto de un ala auxiliar. Bajo el reinado del emperador Adriano,
se añadió un excepcional mando de cuarto grado, prefecto de un ala milliaria. Al
igual que los oficiales de rango senatorial, los miembros del orden ecuestre
abandonaban el ejército tras diez años de servicio a fin de tratar de labrarse una
55
fructífera carrera pública. Por otro lado, los hombres no pertenecientes al orden
senatorial o ecuestre continuaban en el ejército mucho más tiempo, alcanzando
puestos privilegiados dentro de las distintas unidades y provincias. En el siglo III, los
prefectos auxiliares eran exclusivamente funcionarios de carrera.133 134 Se ha estimado
que el sueldo de un praefectus de un regimiento auxiliar a principios del siglo II era
cincuenta veces mayor al de un miles (soldado raso).135 La razón de la enorme brecha
entre las partes superior e inferior de la pirámide militar romana se debía a que la
sociedad romana estaba aún muy sujeta a las diferencias entre las distintas clases
sociales. Un praedectus no era sólo un funcionario de alto nivel, sino un ciudadano
romano (al cargo de destacamentos de hombres que no lo eran) miembro del ordo
equester, un aristócrata. El abismo social existente entre el praefectus y el soldado
peregrinus era inmenso, y la diferencia entre los sueldos de ambos reflejaba este
hecho.
UNIDADES ESPECIALES
SAGITARII
Los sagittarii formaban el cuerpo de arqueros del ejército romano (sagitta en latín
significa flecha). En el siglo II existían ocho contingentes de alae sagittariorum
(arqueros montados), 18 de cohortes sagittariorum (arqueros a pie) y seis de cohortes
sagittariorum equitatae (cuerpo formado por una fuerza mixta de arqueros a pie y
montados). Estas 32 unidades comprendían en total cerca de 17.600 arqueros, de los
cuales la mayoría eran de origen sirio y sólo un regimiento, la cohors I Cretum sagitt.
eq., era de origen cretense, pueblo que tradicionalmente había suministrado arqueros a
Roma en tiempos de la República. De estos 32 regimientos de sagittarii registrados a
mediados del siglo II, trece eran de origen sirio, siete de origen tracio, cinco
procedentes de Asia Menor, uno de origen cretense y el resto de origen desconocido.
En la Columna de Trajano se muestran tres diferentes clases de arqueros:136
Con coraza, casco de forma cónica y capa.
Sin armadura, gorra de tela cónica, largo y chaleco largo.
Equipados de igual forma que los habituales de infantería auxiliares.
Las dos primeras clases de arqueros eran probablemente de origen sirio y la tercera de
origen de tracio.
56
EQUITES MAURORUM
Los equites maurorum formban el cuerpo de caballería ligera del ejército romano
(equites significa jinetes en latín). Los equites, que eran en su mayoría oriundos de la
provincia de Mauritania (región procedente de la fusión de los territorios provinciales
de Mauritania y Numidia), formaban parte del pueblo de los mauri (palabra latina de
la que se deriva el termino español «moro»). Este pueblo es el antepasado de los
modernos bereberes de Argelia y Marruecos. En la Columna de Trajano se representa
a los jinetes mauri cabalgando con el pecho desnudo, controlando al caballo sin
apenas esfuerzo y sin portar ninguna clase de armadura, sólo una simple túnica. La
clase de armas que portaban no puede discernirse de forma clara debido a la erosión
de la columna, aunque se cree que llevaban lanzas de una corta longitud. Los jinetes
son representados con pelo largo en rastas.138 No está del todo claro qué proporción
de caballería mora formaba partes de los auxiliae regulares en contraposición a los
barbari, unidades irregulares aliadas.
FUNDITORES
Los funditores integraban el cuerpo de honderos del ejército romano (funda significa
honda en latín), a pesar de no figurar en las licencias militares que se han hallado. Los
funditores sí que aparecen, no obstante, en la Columna de Trajano, en la que se les
representa desarmados y portando una túnica corta. Llevan una bolsa cerrada, aunque
abierta en la parte frontal, a fin de que pudieran arrojar sus proyectiles (glandes).
Parece ser que al menos un contingente de funditores participó en las Guerras
Dacias.140
CONTARII
Los contarii formaban el cuerpo de lanceros del ejército romano (contus es el nombre
utilizado en latín para hacer referencia a una lanza larga y pesada). A partir del siglo
II figuran como una unidad especial formada por caballería pesada cubierta de la
cabeza a los pies por una armadura. Su número aumentó considerablemente a partir
del siglo III. Entrenada y armada a imagen y semejanza de los jinetes sármatas y
partos, a este tipo de unidad se la conocía bajo los nombres de contarii, cataphractarii
y clibanarii. Junto a las nuevas unidades de arqueros montados ligeros, los contarii
estaban ideados para contrarrestar las tácticas militares del Imperio Parto, cuyos
ejércitos estaban formados principalmente por caballería. Las tácticas de combate de
los partos consistían en debilitar y romper la línea defensiva romana y después
desbandar al ejército mediante una carga de cataphractarii.141 Las únicas unidades
especiales de caballería pesada que figuran en los registros del siglo II son el ala
Ulpia contariorum I y el I ala Gallorum et Pannoniorum cataphractaria,
estacionadas, respectivamente, en Panonia y Mesia Inferior, aunque se cree que debió
haber habido varios regimientos como esos ubicados en el este.
SINGULARES
Los singulares eran las unidades de caballería instituidas a fin de servir como escolta
imperial (singuli en latín significa adjunto a una persona). Desde el reinado del
emperador Augusto, que empleaba como guardaespaldas a soldados de origen
germano, los Germani corpore custodes, los emperadores habían usado como guardia
57
personal a soldados oriundos del exterior de las fronteras del Imperio, probablemente
porque consideraban que no podían ser sobornados por sus rivales al trono imperial.
Sin embargo, cuando el cuerpo de guardaespaldas germanos fue abolido por el
emperador Galba en el año 69, fue reemplazado por los equites singulares Augusti
(literalmente caballería personal del emperador), cuerpo militar integrado por los
mejores jinetes de los auxiliae, de los cuales la mayoría eran batavios.142 Esta era la
única unidad de la Guardia Pretoriana reclutada entre no ciudadanos y, aunque en sus
comienzos habían sido instituidas como una ala miliar (720 hombres), los regimientos
de equites singulares Augusti habían crecido constantemente hasta contar con 2.000
hombres a finales del siglo II. Cuando los emperadores realizaban sus giras por
provincias o encabezaban sus campañas, los llevaban siempre consigo.143 Parece ser
que después de algunas campañas, los destacamentos de singulares se quedaban
permanentemente estacionados en las provincias a modo de alae regulares, aunque
conservaban el prestigioso título de singulares y su reputación. Como ejemplo
tenemos el Ala I Flavia singularium, acantonada en Recia a mediados del siglo II. En
la Columna de Trajano son fácilmente identificables, pues aparecen siempre
acompañando al emperador. El monumento les muestra sin estar vestidos para la
batalla, pues no usan coraza, aunque sí ropa de marcha (túnica y manto)144
DROMEDARII
EXPLORATORES
Los exploratores eran las unidades de reconocimiento del ejército romano. Existen
dos ejemplos de regimientos de esta clase de unidad acantonadas en Britania a
mediados del siglo III: Habitanco y Bremenio (ambos nombres de fuertes), aunque
poco se conoce acerca de ellas.
EQUITES COHORTALES
UNIDADES IRREGULARES
Se han hallado pruebas que datan de fechas del periodo del Principado Romano, que
demuestran la existencia de una minoría étnica de unidades compuestas por barbari y
desvinculadas de la organización auxiliar ordinaria. En cierto modo, este tipo de
unidad era una simple evolución del antiguo sistema de clientelado de tiempos de la
58
República, que consistía en la existencia de una serie de regimientos ad hoc
suministrados a Roma para sus campañas en nombre de los reyes clientes del Imperio.
Empero, cuando finalizaban estas campañas, algunos de estos contingentes de
soldados permanecían al servicio de Roma manteniendo el liderazgo, vestimenta,
equipo y organización que los caracterizaban. Esta clase de unidad era conocida por
los romanos bajo el nombre de socii («aliados») o foederati. Sin embargo, debido a la
escasez de pruebas, no sabemos mucho acerca de esta clase de unidad. Los foederatii
son reflejados por primera vez en la Columna de Trajano (pues durante las Guerras
Dacias varias tribus apoyaron a los romanos y lucharon a su lado), donde se les
muestra como hombres fuertes, con el pelo largo y barba, descalzos y desnudos hasta
la cintura. Usaban un pantalón largo sujeto por un amplio cinturón. No obstante,
debido a que en la Columna de Trajano sólo está representada una clase de barbari, el
atuendo y las armas que allí exhiben no tiene por qué ser representativo y pudo haber
variado en gran medida en función de su población de origen.147 Partiendo de la
frecuencia con la que los foederati figuran en las recreaciones de batallas presentes en
la Columna, se cree que esta clase de unidad debió ser muy importante en las
operaciones militares que realizaron los romanos en el territorio de Dacia. Un ejemplo
de regimiento de foederatii fueron los 5.500 jinetes sármatas enviados por el
emperador Marco Aurelio (161 - 180) a reforzar la Muralla de Adriano tras su derrota
en las Guerras Marcomanas.148
TÍTULOS
59
Un título similar era el que se daba a las legiones por el cumplimiento de su deber y
su lealtad, el pia fidelis.151
CONDECORACIONES
El ejército romano concedía a los legionarios por su valor una gran variedad de
condecoraciones individuales (dona): el hasta pura, una lanza en miniatura; el
phalerae, que era un gran disco hecho de plata o bronce que se colocaba en la coraza;
el armillae, una pulsera que se llevaba en la muñeca; y el torque, que era un collar que
los soldados llevaban alrededor del cuello. La recompensa militar de mayor prestigio
era la concesión de la coronae (corona), de las cuales la más prestigiosa era la corona
cívica, una corona hecha de hojas de roble que se concedía por salvar la vida de un
ciudadano romano en batalla. Otro premio muy valioso fue la corona muralis, una
corona de oro que se adjudicaba al primer hombre que saltaba las murallas de una
fortaleza enemiga. Esta condecoración se concedía en muy pocas ocasiones, ya que el
hombre que primero saltaba las murallas del enemigo rara vez sobrevivía. No existen
pruebas de que los soldados auxiliares rasos recibieran condecoraciones individuales,
aunque los oficiales auxiliares sí lo hacían. En lugar de ello, las condecoraciones se
concedían a la totalidad de los regimientos auxiliares. Con el paso de los años,
algunos regimientos acumulaban una larga lista de títulos y condecoraciones; por
ejemplo, la Cohors I Brittonum Ulpia torquata pia Fidelis Civium Romanorum.152
Lápida del soldado raso auxiliar Cayo Julio Baso, oriundo de Lugdunum (Lyon,
Francia). Murió a la edad de 38 años, tras 15 años de servicio. En vista de su
inacabado servicio, Baso pudo haber sido un ciudadano romano de nacimiento. Su
regimiento era la Cohors II Thracum y él era todavía un miles (soldado raso) cuando
murió. A diferencia de otras lápidas de militares, Baso, en la suya, no está en una pose
activa, sino que se le ve disfrutando de un vino en su casa con los amigos, que es
como estos querían recordarle. Römisch-Germanisches Museum, Colonia, Alemania.
Los soldados profesionales del Principado, legionarios y auxiliares, pasaban en
combate una pequeña parte de sus carreras militares. La mayor parte de sus días de
servicio transcurrían marcados por una serie de tareas rutinarias tanto militares como
no militares. Esto, junto a la vida social y privada de los soldados, ha sido
60
virtualmente ignorado por los historiadores contemporáneos, como Tácito y Dión
Casio. No obstante, hallazgos de la arqueología moderna realizados en excavaciones
próximas a antiguos fuertes romanos han arrojado luz sobre este tema olvidado. Hasta
el descubrimiento de las tablillas de Vindolanda a finales de la década de 1970, la
mayor parte de la información existente acerca de la vida cotidiana de los auxiliares
romanos se hallaba en papiros encontrados en Egipto. Sin embargo, la información de
los auxiliae que contenían estos papiros estaba reducida a las unidades estacionadas
en Egipto y Oriente. Las lápidas de Vindolanda, por su parte, contienen datos
concernientes a los soldados auxiliares de las provincias noroccidentales del Imperio,
por lo que completan muchas de las lagunas de información anteriores. Las lápidas
son una serie de cartas y de recordatorios escritos en relieve sobre tablas de madera y
referentes a oficiales de tres regimientos auxiliares procedentes de la provincia de
Germania inferior y que se fueron sucediendo en las fortificaciones de Vindolanda, al
norte de Inglaterra. Datan del periodo comprendido entre los años 85 y 122, antes de
la construcción del Muro de Adriano. La escasez de pruebas que nos han llegado se
debe a la descomposición de las mismas, y no a la falta de documentación escrita
existente en el ejército romano. Las que han sobrevivido dan muestras de que el
ejército romano estaba muy burocratizado. Incluso los asuntos menores, como cuando
los soldados rasos informaban por escrito de sus salidas a su praefectus
(commeatus).153 Las pruebas halladas han demostrado que se mantenía un registro
individual de cada uno de los soldados.154 De lo descubierto en Vindolanda, se deduce
que una guarnición media, como la estacionada en Gran Bretaña, generaba por sí
misma millones de documentos,155 de los cuales sólo ha sobrevivido una pequeña
parte. Los documentos que ofrecen una información más detallada son los renuntiae,
informes elaborados periódicamente por el praefectus del regimiento, que informaban
acerca de la fuerza y organización de cada regimiento; y los pridiana u hojas de
servicio escritas diariamente, que estipulaban los deberes del día anterior y se
colocaban probablemente en los tablones de la fortaleza, de modo que quedaban a la
vista de todos. Estos últimos reflejan las actividades militares y no militares que
realizaban los regimientos de auxiliares dentro y fuera de la base.
DEBERES MILITARES
61
Los desfiles eran otra importante tarea de los regimientos. Al igual que los ejércitos
de la actualidad, cada día comenzaba con una pequeña marcha militar (probablemente
llamado numeratio).159 En ocasiones estos desfiles incluían ritos religiosos, aunque
normalmente eran puramente militares, como el rosaliae signorum, que se producía
cuando se entregaban las condecoraciones militares, y el demissio, que se celebraba
cuando los veteranos eran dados de alta del ejército y se les concedía la ciudadanía
romana tras completar su periodo de servicio.160 Además, cuando los regimientos eran
inspeccionados por un alto funcionario, como el legatus legionis, el legatus Augusti o
incluso el propio emperador, los soldados exponían sus habilidades en combate
mediante ejercicios militares preparados para la ocasión.161
OTRAS ACTIVIDADES
Las tareas no militares incluían los quehaceres rutinarios asociados al hecho de vivir
en comunidad en el fuerte (limpieza, lavado de ropa y equipo, alimentación de los
caballos), así como el trabajo en la fabrica (taller donde se elaboraban y reparaban
armas y armaduras).162 La adquisición de suministros para el regimiento constituía
también una actividad esencial. Las materias primas eran adquiridas en los mercados
locales siempre que ello era posible, importando de otros lugares todo lo demás. Los
hombres de la I Hispanorum veterana, por ejemplo, se vieron obligados a viajar a la
Galia desde Moesia Inferior a fin de adquirir ropa y grano.163 Para los productos
manufacturados, los regimientos producían ellos mismos parte de lo que
necesitaban.164 Las lápidas de Vindolanda atestiguan la adquisición de cereales,
cerveza, comida para animales, productos manufacturados, como ropa y clavos, y
materias primas, como piedra, hierro, plomo, madera y pieles de animales.165 A
determinados soldados con capacidades especiales se les concedía el estatus de
immunes, lo que significaba que estaban exentos de realizar las tareas normales
comunes en los soldados rasos para que pudiesen trabajar en su especialidad. Entre
estos se encontraban los scuttari, herreros y artesanos que trabajaban en la fabrica; los
carpentarii (conductores de los vagones, o carpinteros); los seplasiarii, soldados
dotados de conocimientos médicos que trabajaban en el hospitium (hospital del
fuerte); el balniator (asistentes de los baños) y el cervesarius (fabricante de
cerveza).166 Sin embargo, no está probado que todos estos puestos estuvieran
ocupados por milites immunes, sino también por civiles contratados por el ejército.167
Vista de los restos de la Muralla de Adriano (Milecastle), construida entre 122 - 32.
a.C. a pesar de que se emplearon hasta tres legiones como mano de obra para el
proyecto, no existen pruebas que evidencien la participación de regimientos auxiliares
en la construcción de la Muralla. No obstante, dado que en la época en la que se
construyó los auxiliares estacionados en Britania superaban a los legionarios en una
proporción de dos a uno, se estima que debieron estar muy involucrados,
posiblemente en la excavación de la zanja paralela. En el siglo II, 35.000 soldados
62
auxiliares se encontraban desplegados en los alrededores de la Muralla de Adriano, lo
que supone aproximadamente el 15% de la totalidad de cuerpos auxiliares.
Bajorrelieve del Héroe Tracio. Como puede observarse, el relieve está incompleto,
pues faltan la lanza y la víctima abatida. Museo de Istria, Rumania.
Fresco mostrando cómo Mitras mata a un toro. Constituye una de las figuras centrales
del Mitraísmo. Nótense el gorro frigio que porta Mitras, la serpiente y la cueva donde
se lleva a cabo el sacrificio. Los templos de esta religión trataron de reproducir el
entorno de las cuevas.168 Hallado en Dura Europos, ciudad a orillas del Éufrates, Siria.
CONSTRUCCIÓN
La actividad no militar más importante que realizaban los soldados romanos era la
construcción. Los disciplinados soldados imperiales eran empleados para esta tarea al
resultarles muy económicos al Estado, que les seguía pagando el salario normal; por
ello, en tiempos de guerra, era normal que el emperador usara al ejército y no a
contratistas privados en la construcción de defensas fronterizas. Generalmente se les
destinaba a la construcción de fortalezas y fortificaciones; por ejemplo, el Muro de
Adriano fue construido por el ejército. Sin embargo, también construyeron una gran
parte de las infraestructuras de las provincias: vías romanas, puentes, muelles,
canales, acueductos, las coloniae (nuevas ciudades para legionarios veteranos),
edificios públicos, como basílicas y anfiteatros.169 El ejército romano llevó a cabo
proyectos a gran escala destinados a aumentar el terreno disponible para la
agricultura, tales como la tala de bosques, drenaje de pantanos o la excavación de
63
canales de irrigación.170 La mayoría de los hallazgos encontrados tratan de las
construcciones dirigidas por los romanos. No obstante, las lápidas de Vindolanda
tratan de proyectos dirigidos por auxiliares. En una de ellas se narra cómo una docena
de soldados trabajan en la construcción de unos baños (balneum) en Vindolanda. Otra
se refiere a la construcción de un puente en otro lugar.171 Los soldados romanos
trabajaron también en muchas minas y canteras, donde se obtenían las materias
primas necesarias para la fabricación de armas y armaduras.172 Además, sobre ellos
recaía la tarea de supervisar a los esclavos que trabajaban como mineros. Un renuntia
de la I Hispanorum veterana registra el desplazamiento de un destacamento a los
cercanos territorios de Dardania para trabajar en las minas de la región.
SEGURIDAD
Entre las tareas que los auxiliares desempeñaban fuera de los campamentos o
fortalezas, estaba la de garantizar la seguridad en la provincia, realizando actividades
de carácter policial e incluso de carácter administrativo. Los gobernadores
provinciales no contaban con patrullas policiales regulares, y el personal
administrativo a su cargo era muy reducido.173 Por ello, empleaban al ejército para
muchas de estas funciones: la escolta del gobernador o de otros funcionarios de alto
nivel, el patrullaje de las carreteras, la asistencia y escolta de los recaudadores de
impuestos, el transporte de despachos oficiales y el arresto de proscritos.174 Un
renuntia registra que un destacamento de 46 hombres fue separado de la I Tungrorum
a fin de servir como escolta (singulares) para el gobernador de la provincia.175 Las
carreteras romanas eran habitualmente patrulladas en toda su longitud por
destacamentos compuestos por soldados. Estos controlaban pequeños complejos,
como las mutationes (lugares donde los caballos podían ser intercambiados) y las
mansiones (extensos lugares en los que estaban presentes albergues, establos, tabernas
y baños).176 Estos complejos podrían ser los 6 lugares no identificados en los que,
según un renuntia perteneciente a la cohors I Tungrorum, estaban desplegados
pequeños destacamentos de unos 10 hombres al mando de un centurión.177 Otro
renuntia, este perteneciente a la I Hispanorum veterana, registra que un eques de esta
misma cohorte fue asesinado por unos ladrones mientras patrullaba la carretera. Este
hecho demuestra que los gobernadores mandaban a los soldados a patrullar las vías.178
Los soldados se destinaban asimismo para asistir a los agentes del procurator (el
máximo oficial económico existente en la provincia), cuando éstos debían recoger el
portorium, el tributo imperial impuesto a los transportes de mercancías que
atravesaban la vía pública. Éste se pagaba en cada uno de los peajes de la carretera.179
La administración se valía de los dispositi, soldados pertenecientes a los regimientos
equites cohortales estacionados en las mutationes, para transmitir rápidamente
mensajes entre los fuertes próximos.180 Estos dispositi, cabalgando a todo galope con
caballos frescos, podían mantener una velocidad media de 30 km/h.
VIDA SOCIAL
El hecho de que todos los documentos hallados en Vindolanda fueran escritos por
oficiales, apoya la creencia de que muchos de los hombres pertenecientes a los rangos
inferiores de la jerarquía militar romana eran analfabetos.181 La lengua empleada es
siempre el latín. Incluso los soldados galos, britanos y germanos, cuyas lenguas
nativas eran de origen celta o germano, escribían a sus familiares en latín.182 Este
hecho no significa que hubieran perdido la capacidad de hablar en su lengua de
64
origen, sino que, simplemente, esas lenguas no llegaron a desarrollar una forma
escrita. Los registros de Vindolanda indican que los hombres se dirigían a los oficiales
superiores como domine ("señor") y entre ellos como frater ("hermano") o collega
("camarada").183 Las cartas halladas en el fuerte muestran que los soldados auxiliares
no sólo mantenían amistades dentro de su propio regimiento, sino también en otros
regimientos o incluso en las legiones.184 La caza era la actividad de ocio preferida por
los auxiliares, o al menos por los oficiales de los regimientos.
RELIGIÓN
65
DIOSES ROMANOS
Dioses de sus tierras de origen, como el Héroe Tracio, cuya inscripción figuraba casi
siempre en las lápidas de los veteranos tracios; era representado como un jinete
cargando contra un hombre. Dioses locales de las provincias en que servían, como el
culto en Gran Bretaña a Coventina, una ninfa britana asociada a los manantiales. Se
han hallado varias dedicatorias a la diosa britana en la fortaleza auxiliar de
Carrawburgh, situada en las inmediaciones de la Muralla de Adriano.
A partir del siglo II, los cultos mistéricos se extendieron rápidamente por el Imperio.
Entre los militares se hizo popular el mitraísmo, que veneraba al dios iraní Mitra,
aunque el culto que se seguía en el Imperio pudo haber sido muy distinto del original.
Esta religión, basada en ritos y ceremonias de iniciación secretas, estaba presente en
el ejército romano, según atestigua el hallazgo de un templo mitraico en Carrawburgh,
pero probablemnte su número de creyentes fuera escaso debido al reducido espacio
del que se disponía para llevar a cabo las ceremonias religiosas. La posición social no
era un requerimiento imprescindible para acceder a la religión, tal y como registran
las inscripciones halladas en Nida (Heddernheim).191 El cristianismo encontró muchos
menos adeptos entre los militares hasta que se convirtió en la religión oficial romana
en el siglo IV. Probablemente su escaso éxito entre los soldados se debió a que era
una religión basada en una ideología pacifista, y también por tratarse de una secta
proscrita objeto de periódicas persecuciones. Sin embargo, puede que contara con
seguidores clandestinos en el ejército, especialmente en Oriente, donde se extendió
entre los siglos II y III. El descubrimiento en la fortaleza situada en la ciudad de Dura
Europos (Siria) de una iglesia que contenía pinturas cristianas indica que entre los
soldados de aquel regimiento existían elementos cristianos.
66
Inferior
Dacia Inferior
Rumania 11 (1) 32 (8) 43 7.328 1
y Superior
Frontera Este
Capadocia Centro/Este Turquía 4 15 (2) 19 3.368 7
Siria
Siria/Líbano/Palestina/Jordania/Israel 12 (1) 43 (3) 55 10.240 2
(Judea/Arabia)
Norte de África
Egipto Egipto 4 11 15 3.008 5
Mauritania
Túnez/Argelia/Marruecos 10 (1) 30 (1) 40 7.796 1
(África)
Provincias
2 15 17 2.224 7
Interiores
Total del
88 (7) 293 (30) 381 71.468 1
Imperio
Notas entre paréntesis relativas a la tabla anterior:
67
indican que las legiones no contaban con un complemento estándar de soldados
auxiliares y que no existía ninguna relación entre los auxiliae y las legiones de una
provincia.197 La proporción variaba de 6 regimientos por legión en Capadocia a 40 por
legión en Mauritania. La caballería representaba cerca del 20% de los auxiliae
(incluyendo los pequeños contingentes de jinetes legionarios). No obstante, existían
pequeñas variaciones; en Mauritania la proporción de caballería era del 28%. Las
cifras muestran los masivos despliegues de auxiliares en Britania y Dacia. Juntas,
estas dos provincias englobaban al 27% del total de regimientos auxiliares.
NOTAS
↑ Hacia el año 75, todos los itálicos eran ciudadanos romanos, así como,
probablemente, la mayoría de los habitantes del sudeste de la Galia y el sur de
Hispania. En las provincias fronterizas, la proporción era mucho menor, aunque había
crecido con el tiempo. Mattingly estima que la cuantía de ciudadanos romanos en
Britania en 100 era de unas 50.000 personas, cerca del 3% de la población total
(D.Mattingly An imperial possession 166, 168)
↑ Goldsworthy (2000) 51
↑ Goldsworthy (2000) 52
↑ Goldsworthy (2000) 126
↑ Goldsworthy (2000) 107
↑ L. Keppie in CAH X (1996) 372
↑ Livio Ab Urbe Condita XXII.37
↑ G.L. Cheesman, The Auxilia of the Roman Imperial Army (Oxford, 1914), 8-9.
↑ Keppie in CAH X (1996) 373
↑ Goldsworthy (2005) 123, 133
↑ Keppie en CAH X (1996) 379
↑ Holder (1980) 7
↑ Goldsworthy (2005) 27
↑ Holder (1980) 9
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↑ Tácito Anales IV.5
↑ Goldsworthy (2005) 64
↑ Goldsworthy (2000) 127
↑ Dión Casio, Historia Romana LV.29-34
↑ Suetonio Las vidas de los doce césares Vida de Tiberio 16, 17
↑ Goldsworthy (2005) 123
↑ Goldsworthy (2000) 165
↑ Keppie in CAH X (1996) 391
↑ www.romanlegions.info Military Diplomas Online Introduction
↑ Keppie en CAH X (1996) 391
↑ Keppie en CAH X (1996) 391
↑ Keppie (1996) 391
↑ Birley (2002) 43
↑ Birley (2002) 43
↑ Dión Casio LXIX.9.6
↑ Tácito Agricola 18.4
↑ Tácito Germania 29.1
↑ Tácito Historiae II.28
↑ Tácito Anales IV.12
68
↑ Tácito Historiae II.5
↑ Tácito Historiae I.64, II.66
↑ Tácito Historiae IV.14
↑ Birley (2002) 44
↑ Tácito Historiae V.26
↑ Birley (2002) 44
↑ Tácito Agricola 35-8
↑ Notitia Dignitatum Títulos IV y V
↑ Mattingly (2006) 132
↑ Roxan (2003); Holder (2006)
↑ Keppie en CAH X (1996) 396
↑ Mattingly (2006) 168-9
↑ Keppie en CAH X (1996) 394
↑ Keppie en CAH X (1996) 391. La primera mención de dicha unidad data del año 85.
↑ Goldsworthy (2005) 138
↑ Holder (2003) 145
↑ Las Legiones II y III Italica durante el reinado de Marco Aurelio (161 - 180) y la I,
II y III Parthica durante el reinado de Septimio Severo (197 - 211)
↑ Hassall in CAH XI (2000) 320
↑ 25 legiones de 5.000 hombres cada una
↑ 28 legiones de 5.500 hombres cada una (el duplicado del número de hombres que
formaban las cortes se produjo durante el reinado de Domiciano (r. 81-96)
↑ 33 legiones de 5.500 hombres cada una
↑ Según Tácito Anales IV.5
↑ Holder (2003) 120
↑ J. C. Spaul ALA (1996) 257-60 y COHORS 2 (2000) 523-7 identifica 4 alae y 20-30
cohortes reclutadas a finales de los siglos II y III
↑ Goldsworthy (1995) 58: 9 cohortes de 480 hombres cada una, además de los
guardaespaldas germanos.
↑ Goldsworthy (1995) 58: 9 cohortes-dobles de 800 hombres cada una, además de
2.000 equites singulares
↑ Según Tácito Anales
↑ Hassall en CAH XI (2000) 320 estima que eran 380.000 hombres
↑ MacMullen How Big was the Roman Army? en KLIO (1979) 454 estima que eran
438,000 hombres
↑ MacMullen (1979) 455
↑ John Lydus De Mensibus I.47
↑ Holder (2006) 985; Roxan (2003) 672
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↑ www.roman-britain.org: Lista de alae
↑ Dión Casio, LXXI
↑ D. Ch. Stathakopoulos El hambre y las pestes de los últimos romanos y los primeros
bizantinos(2007) 95
↑ Zósimo Nueva Historia 26, 37, 46
↑ A. H. M. Jones Later Roman Empire 608
↑ Mattingly (2006) 239
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↑ Vegecio De re militari III.3
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↑ G.R. Watson The Roman Soldier (1969) 25
↑ Hassall en CAH XI (2000) 336
↑ Vegecio op cit II.2
↑ Goldsworthy (2000) 127
↑ Rossi (1971) 102
↑ Rossi (1971) 59
↑ Mattingly (2006) 207
↑ Goldsworthy (2005) 129
↑ Hassall in CAH XI (2000) 337
↑ Goldsworthy (2005) 136
↑ Goldsworthy (2005) 136
↑ Goldsworthy (2000) 127
↑ Goldsworthy (2005) 209
↑ Goldsworthy (2000) 127
↑ Goldsworthy (2005) 52-3
↑ Tácito Historiae I.59, IV.12
↑ Tácito Anales 12.31-40
↑ Rossi (1971) 118
↑ Mattingly op cit 162-3, 188; Goldsworthy (2000) 156
↑ Mattingly (2006) 168
↑ Hassall en CAH XI (2000) 332-4
↑ Birley op cit 46
↑ Birley op cit 46
↑ Flavio Arriano Ars Tactica 17.3
↑ Tomando los datos de Goldsworthy (1995) 95-5; Holder (1980) 86-96; Elton (1996)
123
↑ Elton (1996) 123
↑ Davies (1988) 148
↑ Keppie in CAH X (1996) 396
↑ Mattingly (2006) 168-9
↑ Military Diplomas Online Introducción
↑ RMD Vol V Appendix 4 e.g. RMD 127, 128
↑ Mattingly (2006) 168-9
↑ Mattingly (2006) 190
↑ Holder (1980) 86-8
↑ Goldsworthy (2005) 74
↑ Holder (2006) 975
↑ www.roman-britain.org Lista de unidades auxiliares en Gran Bretaña
↑ Goldsworthy (2005) 94
↑ Hassall en CAH XI (2000) 336
↑ Goldsworthy (2005) 95
↑ Partiendo de los datos de Goldsworthy (2005) 94; Duncan-Jones (1994) 33-41
↑ Duncan-Jones (1994) 34
↑ Goldsworthy (1995) 96
↑ Duncan-Jones (1994) 40
↑ Duncan-Jones (1994) 36
↑ Birley (2002) 47
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↑ Birley (2002) 47-8; Vindolanda Tablets Online Introduction: Personnel
↑ Goldsworthy (2005) 73
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↑ Holder (1980) 86-8
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↑ Goldsworthy (2005) 72
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↑ Rossi (1971) 102
↑ Goldsworthy (2005) 137
↑ Rossi (1971) 104
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↑ Rossi (1971) 102
↑ Goldsworthy (2000) 140
↑ Birley (2002) 43
↑ Goldsworthy (2005) 58
↑ Rossi (1971) 102
↑ Cheesman (1914)
↑ Davies (1988) 141-3
↑ Rossi (1971) 104. Rossi sugiere que la tribu de la Columna de Trajano fuera la tribu
germánica de los Aestii.
↑ Dión Casio LXXI.16
↑ Cuya abreviatura es CR
↑ Goldsworthy (2005) 97
↑ Goldsworthy (1995) 97
↑ Goldsworthy (2005) 96-7
↑ Lápidas de Vindolanda 166-177
↑ Goldsworthy (2005) 90
↑ Mattingly (2006) 200
↑ Lápidas de Vindolanda 154
↑ Davies (1988) 146
↑ Lápida de Vindolanda 164
↑ Lápida de Vindolanda 242
↑ Goldsworthy (2005) 92
↑ Davies (1988) 146
↑ Lápidas de Vindolanda 154
↑ Renuntia presente en Goldsworthy (2005) 145
↑ Lápidas de Vindolanda 182, 343
↑ Lápidas de Vindolanda 155, 180, 182, 183, 184, 207, 309
↑ Birley (2002) 48
↑ Lápidas de Vindolanda Online Introducción: Soldados y Civiles
↑ Goldsworthy (2005) 112-3
↑ Goldsworthy (2005) 146-8
↑ D.J. Thompson en Wacher (1988) 557
↑ Lápidas de Vindolanda 155, 258
↑ Goldsworthy (2005) 249
↑ Burton (1988) 424-6
↑ Goldsworthy (2005) 149
↑ Lápidas de Vindolanda 154
71
↑ Goldsworthy (2005) 91
↑ Lápida de Vindolanda 154
↑ Renuntia mostrado en Goldsworthy (2005) 145
↑ Burton (1988) 428
↑ Davies (1988) 146
↑ Goldsworthy (2005) 73
↑ Lápidas de Vindolanda 346
↑ Lápidas de Vindolanda 166, 311
↑ Lápidas de Vindolanda 311, 174, 213
↑ Plinio De Historia Naturali XXX.4
↑ Mattingly (2006) 484
↑ Mattingly (2006) 214-6
↑ Goldsworthy (2005) 108
↑ Mattingly (2006) 215
↑ Goldsworthy (2005) 110
↑ Goldsworthy (2005) 112-3
↑ Meier-Arendt Römische Steindenkmäler aus Frankfurt am Main, Museum für Vor-
und Frühgeschichte Frankfurt, Archäologische Reihe 1(1983)
↑ Según Holder (2003) 145
↑ Hassall (2000) 332
↑ Holder (2003) 119
↑ Goldsworthy (2005) 168
↑ Goldsworthy (2000)
72
CAPÍTULO V
TÁCTICAS ROMANAS DE INFANTERÍA
73
hacia la estandarización y sistematización del ejército, aprendizaje y copia de tácticas
extranjeras, flexibilidad en tácticas y métodos, un férreo sentido de la disciplina, una
tenaz persistencia que buscaba la obtención de la victoria en toda su extensión, y la
cohesión que les confería el ideal sobre la ciudadanía romana respaldando sus
actividades, personificada en la legión.1 Estas características se desvanecieron con el
tiempo, pero forman una base distintiva sobre la que se construyó el ascenso de Roma
a potencia mundial.
Algunas fases clave de esta evolución en la historia militar romana incluyen:2 Fuerzas
militares basadas principalmente en infantería pesada de ciudadanos con inicios
tribales y uso temprano de elementos estilo falange (ver establecimiento militar del
reino romano). Sofisticación creciente a medida que la hegemonía romana se expande
fuera de Italia hacia el Norte de África, Grecia y Oriente Medio (ver establecimiento
militar de la república romana). Refinamiento, estandarización y mayor eficiencia
continuados en el periodo asociado con Cayo Mario, incluyendo una base más amplia
de incorporación de ciudadanos en el ejército, mayor profesionalidad y tiempo de
permanencia en el servicio militar. Expansión, flexibilidad y sofisticación continua
desde el final de la República hasta los tiempos de los césares (ver establecimiento
militar del Imperio Romano). Creciente barbarización, trastornos y debilitamiento en
las unidades de infantería pesada a favor de la caballería y tropas más ligeras (ver
foederati). Caída del Imperio Romano de Occidente y fragmentación en pequeñas y
débiles fuerzas locales, inversión del estatus de la caballería e infantería en el Imperio
Romano de Oriente, con fuerzas de catafractos conformando la élite, y la infantería
quedando relegada a tropas auxiliares.
Con el tiempo, variaron los roles y equipamiento asociados al sistema militar, pero a
lo largo de la historia romana, siempre se mantuvo como una máquina de guerra
disciplinada y profesional. Los soldados se entrenaban como en cualquier otro ejército
desde el reclutamiento inicial, haciendo instrucción sobre armas y armaduras, marcha
en formación y ejercicios tácticos. El régimen normal de entrenamiento consistía en
gimnasia y natación, para mantener a los soldados en forma, lucha con armatura
(armas de madera) para aprender y perfeccionar técnicas de combate, y largas
marchas con equipamiento completo para fortalecer el aguante, fondo y acostumbrar a
los soldados a la dureza de una campaña, que solían ser de 30 Km y repetirse al
menos dos veces en el mes.3 Los ejercicios de entrenamiento de combate consistían en
atacar con un gladius de madera a un maniquí, también de madera, portando armadura
completa. También combatían entre ellos con esas mismas armas. Los legionarios
eran entrenados especialmente para lanzar estocadas desde el resguardo de sus
grandes escudos (scutums) ya que eran conscientes de que una simple herida de 3 o 4
cm de profundidad podía causar la muerte; por eso enfatizaban las técnicas de
apuñalamiento rápido en áreas vitales o entre los huecos de la armadura. En la
columna de Trajano en Roma, se pueden ver imágenes de la época de soldados
romanos combatiendo y les muestran con el pie izquierdo y el escudo adelantados,
mientras el pie derecho se mantenía apoyado atrás y girado en ángulo recto hacia
fuera. Esto indica un estilo de lucha parecido al boxeo, donde el escudo es utilizado
para empujar y bloquear al enemigo mientras la espada, en la mano derecha, es
utilizada para descargar el golpe de gracia. Otros ejercicios de entrenamiento
enseñaban al legionario a arrojar los pila, obedecer órdenes y adoptar formaciones de
74
combate.4 Un legionario portaba por regla general unos 27 kilos, entre armadura,
armas y equipo de campaña diverso. En el soldado de la Tardorrepublica y del Bajo
Imperio, la carga consistía en la armadura, si bien la lorica segmentata (armadura de
placas) tenía un peso mayor que la lorica hamata (cota de malla), la espada, un
escudo, dos pila (uno más ligero y otro más pesado), el pugio o daga y raciones de
campaña para quince días. También llevaban herramientas para cavar y construir un
castra, o campamento fortificado base de la legión. Cuando finalizaba el
entrenamiento, los legionarios debían realizar un juramento de lealtad al SPQR
(Senatus Populusque Romanus, el Senado y el pueblo romano) en época de la
república, o bien al emperador en tiempos del Imperio. Cada soldado recibía un
diploma y era enviado a combatir por su vida, la gloria y el honor de Roma.5
OPERACIONES TÁCTICAS-TEORÍA
Principia
2. Via Praetoria (Vía pretoriana o trasversal)
Via Principalis (Vía principal)
Porta Principalis Dextra (Puerta derecha)
Porta Praetoria (puerta principal)
Porta Principalis Sinistra (Puerta izquierda)
Porta Decumana (Puerta trasera)
75
élite, que portaba el mejor equipo y los soldados más veteranos y hábiles. Varias
legiones unidas daban lugar a una fuerza de campo distintiva, un "ejército".6 El
mando supremo de cada legión o ejército era ejercido por un cónsul, procónsul o
pretor. En casos de emergencia en la época republicana, también podía tomar el
mando del mismo un dictador. Un pretor o propretor sólo podía comandar una única
legión, y nunca un ejército consular, que normalmente consistía en dos legiones
romanas y una cantidad pareja de tropas aliadas. En el periodo republicano temprano,
era rutinario en un ejército la doble autoridad, con dos cónsules que se alternaban
diariamente en el mando. En siglos posteriores esto se vio modificado en beneficio de
un único comandante en jefe del ejército. Los legados eran oficiales de rango
senatorial que asistían al comandante supremo. Los tribunos eran por regla general
jóvenes aristócratas que supervisaban tareas administrativas como la construcción de
campamentos. Los centuriones (equivalentes a grandes rasgos a un suboficial de la
actualidad, pero que actuaban como capitanes modernos en operaciones de campo)
dirigían cohortes, manípulos y centurias. En ocasiones eran utilizados cuerpos
especiales de operaciones como ingenieros y armeros.7
76
táctica. Ningún otro ejército mantenía durante tanto tiempo este método sistemático
de construcción de campamentos, incluso si el ejército descansaba por sólo un día.9
Levantamiento del campamento y marcha. Tras un desayuno regimentado a la hora
indicada, sonaban las trompetas. Las tiendas y cabañas del campamento eran
desmanteladas y se hacían las preparaciones para la partida. La trompeta sonaba
entonces una vez más con la señal de alerta para la marcha. Se cargaban las mulas y
vagonetas del tren de suministros y formaban las unidades. El campamento era
entonces incendiado y destruido para evitar que fuera ocupado por el enemigo.
Sonaban entonces las trompetas por última vez preguntado a las tropas por tres veces
si estaban listas y dispuestas, a lo que se esperaba que respondieran al unísono, antes
de comenzar de nuevo la marcha.10
Logística. La logística romana resultó la más efectiva del mundo antiguo, a lo largo
de los siglos: desde el despliegue de agentes comerciales para comprar provisiones de
forma sistemática durante una campaña, hasta la construcción de carreteras y
almacenes de suministros, pasando por el alquiler de transporte marítimo si las tropas
debían viajar sobre las aguas. Todo el equipamiento y material pesado (tiendas,
artillería, armamento de reserva, piedras de afilar, etc) era empaquetado y
transportado por animales y carros, mientras las tropas llevaban consigo petates
individuales, que incluían palas y bastones para construir los campamentos
fortificados. Como el resto de ejércitos, aprovechaban las oportunidades puntuales, y
los campos sembrados de aquellos granjeros lo bastante desafortunados como para
encontrarse cerca del área de conflicto solían ser esquilmados para satisfacer las
necesidades del ejército. Como ocurre con la mayoría de las fuerzas armadas, un
tropel de comerciantes, buhoneros, prostitutas y otros proveedores de diversos
servicios les seguía a todas partes.12
77
maniobras previas a la batalla eran típicas de ejércitos antiguos, pues cada bando
buscaba ganar la mayor ventaja posible antes de que estallara el combate.14 Varios
autores clásicos relatan escenas de comandantes rivales negociando o debatiendo en
general, como ocurre en la famosa conversación entre Aníbal y Escipión previa a la
batalla de Zama. Pero sea cual sea la realidad de estos encuentros, o lo floridas y
recargadas que fueran las palabras utilizadas en las arengas, el único encuentro que
tenía una importancia decisiva era la batalla.
Una vez la maquinaria había comenzado a rodar, la infantería romana era por regla
general desplegada, como cuerpo principal, de frente al enemigo. Durante el
despliegue en la era romana, los manípulos se disponían comúnmente en triplex acies
(triple orden de batalla): es decir, en tres niveles, con los hastati o asteros en primera
fila (la más cercana al enemigo), los príncipes en segunda, y los veteranos triarii o
triarios en la tercera y última, en posición de rodillas, para que no se lanzaran de
improviso al fragor de la batalla, o, en ocasiones, incluso más atrás como reserva
estratégica. Cuando se sufría una derrota, la primera y segunda línea (príncipes y
"hastati") retrocedían hasta los triarios para recomponer las líneas y efectuar un
contraataque o retirada organizada. Dado que retroceder hasta los triarios era una
medida desesperada, la frase "bajar a los triarios" (ad triarios rediisse) se convirtió en
una frase típica romana para referirse a una situación desesperada.16 Con este sistema
de triplex acies, escritores romanos contemporáneos hablan de manípulos que
adoptaban la formación de damero llamada quincunx cuando eran desplegados para la
batalla pero antes de entrar en combate. En la primera línea, los asteros dejaban
huecos equivalentes en tamaño al área de intersección entre dos manípulos. La
segunda línea consistía en príncipes dispuestos de manera similar, alineados tras los
huecos dejados por la primera línea. Esto mismo hacía la tercera línea, que se
colocaba entre los huecos de la segunda línea. Los vélites se disponían aún más
adelante, en una línea continua y poco compacta. La maniobra romana era compleja,
se mezclaba con el polvo de miles de soldados posicionándose, y el griterío de
oficiales que se desplazaban entre líneas intentando mantener el orden. Varios miles
de hombres debían reorganizarse de una formación en columna a otra de línea, con
cada unidad ocupando su lugar designado, junto a tropas ligeras y caballería. Los
campamentos fortificados se disponían y organizaban para facilitar el despliegue. La
colocación inicial podía llevar algo de tiempo, pero una vez llevada a cabo
representaba una fuerza de combate formidable, normalmente dispuesta en tres líneas
con un frente tan extenso que llegaba a ocupar más de un kilómetro y medio.17 El
despliegue en tres líneas sería mantenido a los largo de los siglos, aunque las reformas
78
marianas retiraron paulatinamente la mayoría de las distinciones basadas en edad y
clase, estandarizaron el armamento y reorganizaron las legiones en unidades mayores
de maniobra como cohortes. El tamaño total del ejército y duración del servicio
militar se incrementaron sobre una base más permanente.18
79
En este punto, la legión presentaba una línea sólida frente al enemigo, con lo que se
encontraba en la formación idónea para el choque. Cuando el enemigo se aproximaba,
los asteros cargaban. Si estuvieran perdiendo terreno, la centuria 'posterior' regresaría
a su posición recreando los huecos. Entonces, los manípulos retrocederían a través de
ellos hacia los príncipes, que seguirían el mismo procedimiento de formar una línea
de batalla y cargar. Si los príncipes no eran capaces de romper las líneas enemigas, se
retirarían tras los triarios, y el ejército al completo dejaría el campo de batalla en
orden y concierto. El sistema manipular permitía enfrentarse a cualquier tipo de
enemigo, incluso en terreno accidentado, pues otorgaba flexibilidad y consistencia a
la legión de acuerdo al despliegue de sus líneas. La carencia de un cuerpo de
caballería poderoso, sin embargo, representaba una gran desventaja para las fuerzas
romanas. En el ejército tardío imperial, el despliegue general era muy similar: las
cohortes se desplegaban en un patrón quincunx. Como reflejo de la colocación inicial
de los veteranos triarios en retaguardia, las cohortes menos experimentadas
(normalmente la 2ª, 3ª, 4ª, 6ª y 8ª) se disponían en vanguardia; las cohortes más
veteranas (1ª, 5ª, 7ª, 9ª y 10ª) se colocaban tras las primeras.20
VARIACIONES EN LA FORMACIÓN
80
FORMACIONES ALTERNATIVAS Y VARIACIONES EN EL DESPLEIGUE
.
Enfrentamiento cuerpo a cuerpo tras el lanzamiento de proyectiles. Una vez
finalizado el despliegue y escaramuzas iniciales descritos anteriormente, el cuerpo
principal de infantería pesada cerraba los huecos y atacaba al unísono. Las primeras
filas normalmente lanzaban sus pila, y las siguientes alzaban las suyas sobre las
cabezas de los primeros. Si el lanzamiento de una jabalina no causaba la muerte o
hería a un oponente, se doblaba, haciéndola inutilizable por sus enemigos. Tras el
lanzamiento, los soldados desenvainaban sus espadas y se lanzaban contra el
enemigo. Se hacía especial énfasis en la utilización del escudo para suministrar la
máxima cobertura del cuerpo, mientras se atacaba la parte expuesta del cuerpo del
enemigo. En el combate consiguiente, la disciplina romana, el pesado escudo,
armadura y entrenamiento les otorgaba especial ventaja.
81
ataques mortales, comparable a olas rompiendo contra la costa, se convertía en clave
para conseguir la victoria. Otra táctica común consistía en provocar al enemigo con
cambios prefijados y misiles rápidos de los auxiliares equites (caballería auxiliar), que
forzaban al ejército rival a perseguirles. En este momento podían ser arrastrados a una
emboscada, donde sufrirían el contraataque de caballería e infantería pesada romanas.
82
Otra característica única de la infantería romana era la profundidad de su espaciado.
La mayoría de los ejércitos antiguos se desplegaban de forma más superficial,
particularmente las tropas de falange. Las falanges podían incrementar su profundidad
para añadir aguante y poder de choque, pero su aproximación general seguía
favoreciendo una línea maciza, en contraposición con la disposición de tres líneas
romana. La ventaja principal del sistema romano consistía en la proyección del poder
de ataque hacia adelante continuamente, durante un periodo mayor de tiempo -
renovando constantemente la presión en el frente - hasta que se rompía la línea
enemiga. Entonces era el momento para enviar al combate a la segunda y tercera
línea. Dicha operación requería cuidadosa deliberación por parte del comandante
romano: si se lanzaban demasiado pronto, podían verse envueltas en la lucha frontal y
terminar exhaustas. Si, por el contrario, se desplegaban demasiado tarde, podrían ser
barridas por la primera línea en retirada cuando comenzara a romperse. Había de
mantenerse un estricto control, de ahí que la tercera línea (los triarios) fuera en
ocasiones ordenada arrodillarse o acuclillarse, evitando así que acudieran al frente de
forma prematura. El comandante romano se encontraba constantemente en
movimiento, de un lugar a otro, y a menudo cabalgando a retaguardia en persona para
guiar a los refuerzos, si no había tiempo para mandar un mensajero. El gran número
de oficiales en el ejército romano, y la subdivisión flexible en unidades más pequeñas
como cohortes o manípulos, ayudaba en gran medida a la coordinación de estos
movimientos.26 Fuera cual fuese la formación adoptada, sin embargo, la presión
continua del combate hacia el frente se efectuaba de modo constante: Cuando la
primera línea como un ente único había hecho su labor, y se veía debilitada y exhausta
por las bajas, permitía el relevo de fuerzas de refresco procedentes de la segunda línea
quienes, cruzando a través de la primera gradualmente, presionaban hacia el frente
uno a uno, o en conjunto, abriéndose hueco hacia la lucha de este modo. Mientras
tanto, los soldados cansados de la primera línea, cuando recuperaban fuerzas, se
reorganizaban y volvían al combate. Este proceso se repetía hasta que todos los
hombres de la primera y segunda línea habían entrado en combate, lo que no
necesariamente implicaba una retirada de la primera línea, sino más bien una fusión,
mezcla o cohesión de ambas. De este modo, el enemigo no tenía descanso y era
enfrentado incesantemente por tropas frescas hasta que, agotado y desmoralizado,
cedía ante los repetidos ataques.
Varios actores muestran una variante del testudo o formación de tortuga romana.
83
Cualquiera fuese el tipo de despliegue, el ejército romano tenía una marcada
flexibilidad, disciplina y cohesión. Se asumían diferentes formaciones de acuerdo a
diferentes situaciones tácticas. Repellere equites ("repeler caballos") era la formación
utilizada para resistir las cargas de caballería. Los legionarios asumían una formación
en cuadro, sosteniendo sus pila como lanzas en el hueco entre dos escudos, y se
dispondrían hombro con hombro. A la orden eicere pila ("lanzar pila", los legionarios
arrojaban sus pila al enemigo. A la orden cuneum formate ("formad en flecha"), la
infantería formaba una flecha para cargar y romper la línea enemiga. Esta formación
se utilizaba como táctica de choque. A la orden contendite vestra sponte ("Enfrentaos
a vuestro rival"), los legionarios asumían disposición agresiva y atacaban a cualquier
rival que se les opusiera. A la orden orbem formate ("formad en orbe"), los
legionarios asumían una formación circular, con los arqueros situados en el centro y
tras los legionarios, suministrando fuego de cobertura. Esta táctica se utilizaba
principalmente cuando un pequeño destacamento debía mantener una posición y se
hallaba rodeado de enemigos. A la orden ciringite frontem, los legionarios mantenían
la posición. A la orden frontem allargate ("ensanchad el frente"), los legionarios se
dispersaban en una formación más suelta. Esta orden se utilizaba principalmente
cuando recibían fuego de flechas enemigas durante una carga. A la orden testudinem
formate ("formad en tortuga"), los legionarios adoptaban la formación en testudo o
tortuga. Se movía lentamente pero resultaba prácticamente impenetrable al fuego
enemigo, y por tanto muy efectiva durante asedios o cuando se enfrentaban a un
copioso fuego enemigo. Sin embargo, resultaba una formación débil para el combate
cuerpo a cuerpo, por lo cual sólo se adoptaba cuando el enemigo se hallaba lo
suficientemente lejos para que los legionarios tuvieran tiempo de recomponer la
formación antes de recibir la carga rival. A la orden Agmen formate ("formad en
cuadro"), los legionarios se disponían en cuadro, formación más común de una
centuria durante la batalla.
De oppido expugnando ("sitiando ciudades") era una táctica utilizada cuando los
romanos efectuaban un asedio. Se dividía en tres fases:
84
muros de circunvalación alrededor del perímetro de la ciudad, como Julio César hizo
en la batalla de Alesia. También podían recurrir a minas bajo los muros enemigos.
La segunda fase comenzaba con fuego de onagros y balistas, que pretendía cubrir la
aproximación de las torres de asedio, llenas de legionarios dispuestos a asaltar los
muros de la ciudad. Entretanto, otras cohortes se aproximaban a las murallas en
formación de tortuga, portando escalas y arietes, destinados a forzar las puertas y
escalar los muros de la ciudad.
La tercera fase incluía la apertura del portón principal de la ciudad por parte de las
cohortes que habían conseguido penetrar en la ciudad o escalar las murallas, si el
ariete no había conseguido derribar las puertas. Una vez se abría la puerta principal o
se desplomaba una sección de muralla, la caballería y el resto de cohortes entraban en
la ciudad para acabar con los defensores restantes.
85
TÁCTICAS DE INFANTERÍA-ESTUDIO DE RENDIMIENTO
Infantería romana contra falange helénica
86
Ventajas de la infantería romana. Los propios romanos utilizaban ciertos aspectos
de la falange en sus legiones tempranas, de una manera notable la última línea de
guerreros de la clásica línea triple: los lanceros triarios. Las largas picas de los triarios
eventualmente desaparecieron, y todos los legionarios fueron equipados de manera
uniforme con gladius, scutum y pilum, y desplegados al distintivo modo romano, que
proveía una mayor estandarización y cohesión a largo plazo contra las formaciones de
estilo helénico. Las falanges que se enfrentaban a la legión resultaban vulnerables al
despliegue en tablero romano, más flexible, que permitía a cada luchador un cierto
espacio vital donde enfrentarse cuerpo a cuerpo al enemigo en orden cerrado. El
sistema manipular también permitía a unidades completas maniobrar de un modo más
amplio, libres de la necesidad de permanecer siempre empaquetados en una formación
rígida. La profundidad del despliegue en triple línea ejercía una presión constante y
hacia adelante. La mayor parte de las falanges utilizaban una línea enorme de varios
rangos de profundidad. Esto podía resultar ventajoso en las primeras fases del
combate, pero a medida que más y más hombres se veían envueltos en la batalla, la
formación modular romana permitía relevos en la presión que se imponían en una
línea más amplia. A la par que el combate se alargaba y se comprimía el campo de
batalla, la falange quedaba agotada o inmovilizada en posición, mientras los romanos
podían no sólo maniobrar sino realizar los últimos y definitivos ataques.32 La
disposición del ejército de Aníbal en Zama parece dar muestra de ello: los
cartagineses utilizaron una disposición de triple línea, sacrificando sus dos primeras
líneas de dudosa calidad, y manteniendo en reserva a sus veteranos de Italia para el
encuentro final. La colocación de Aníbal era muy recomendable dada su debilidad en
caballería e infantería, pero no pensó en un sistema de relevos entre líneas como
hicieron los romanos. Cada línea luchaba su particular batalla, y la última finalmente
fue destrozada contra el yunque romano al recibir el ataque de jinetes númidas en
retaguardia. Las legiones convivían y se entrenaban juntas durante un tiempo más
largo, eran más uniformes y eficientes (a diferencia de la fuerza final de Aníbal),
permitiendo a comandantes mediocres maniobrar y posicionar sus fuerzas de un modo
más o menos eficiente. Estas cualidades, entre otras, les convertían en más que un
rival para la falange, cuando se enfrentaban en combate.33
CAPÍTULO VI
PRINCIPALES BATALLAS Y LAS DERROTAS DE LA INFANTERÍA: ROMA
CONTRA PIRRO Y LAS GUERRAS PÚNICAS
El sistema de las falanges de Pirro resultó una prueba de fuego para los romanos. A
pesar de varias derrotas, infligieron al rey del Epiro tales pérdidas que la expresión
"victoria pírrica" se convirtió en sinónimo de victoria inútil. Como comandante hábil
y experimentado que era, Pirro disponía un sistema de falange mixto típico,
incluyendo tropas de choque de elefantes de guerra, formaciones de infantería ligera
(peltastas), unidades de élite y caballería para apoyar a la infantería pesada. Utilizando
este método fue capaz de derrotar a los romanos en dos ocasiones, con una tercera
batalla de dudoso resultado o que resultó en una escasa victoria táctica romana. Las
batallas a continuación ilustran las dificultades de combatir contra las fuerzas de
falange. Si se hallaban correctamente liderados y dispuestos (es interesante por ello
comparar a Pirro con la disposición de Perseo huyendo en Pidna), presentaban una
alternativa creíble a la legión pesada. Los romanos, en cualquier caso, aprendían de
87
sus propios errores. En las batallas posteriores a las Guerras Pírricas, se mostraron
como perfectos conocedores de la falange helénica.
Batalla de Heraclea.
Batalla de Asculum.
Batalla de Benevento.
Triunfos de la infantería: Cinoscéfalos y Pidna
88
ANTECEDENTES
PREPARATIVOS
Después de salir del Epiro, Pirro tomó prestadas algunas falanges del rey Ptolomeo
Cerauno de Macedonia, y pidió naves, soldados y dinero a los reyes de Siria (Antíoco)
y de Antioquía (Antígono II Gónatas). El rey ptolemaico prometió enviarle 9.000
soldados y 20 elefantes de guerra. También pudo reclutar soldados en Grecia -jinetes
de Tesalia y arqueros de Rodas- dado que los regentes griegos querían evitar la guerra
89
con los epirotas. Parte de estas fuerzas deberían defender Epiro en ausencia de Pirro.
En la primavera de 280 a. C. Pirro llegó a las costas de la Península Itálica. Tras la
noticia de la llegada de Pirro, los romanos movilizaron ocho legiones y algunas
unidades auxiliares de sus aliados, en total 80.000 soldados, divididos en cuatro
ejércitos que atacarían a los griegos antes de que pudieran reunirse: El primero bajo el
mando de Barbula, con base en Venusia, tenía órdenes de mantener ocupados a los
samnitas y lucanios.
LA BATALLA
Cuando Pirro comprendió que los refuerzos lucanos, samnitas y brucios que esperaba
tardarían en llegar, por lo que decidió tomar posiciones en una llanura de la orilla
90
izquierda del río Siris (actual río Sinno), entre Pandosia y Heraclea, confiando en que
la dificultad de los romanos para vadear el río le daría tiempo para esperar a sus
aliados. Contaba con 25.000 - 35.000 hombres. El bando romano contaba en sus filas
con 30.000 soldados acampados en el margen derecho. Levino sabía que el tiempo
jugaba en su contra por la dificultad de conseguir suministros para su ejército en
territorio enemigo. Esta fue la primera vez que se enfrentaron dos ejércitos de
organización tan dispar: la legión romana y la falange macedónica. Al amanecer, la
infantería romana intentó cruzar el río, siendo rechazados por la vanguardia que Pirro
había dispuesto para la defensa de los vados. Levino entonces envió su caballería a
buscar un paso más lejano por donde atravesar el río; una vez conseguido esto, los
jinetes romanos atacaron con éxito la vanguardia griega y permitieron que el grueso
del ejército romano franqueara el cauce. Pirro, con su caballería tesálica, acudió a
hacerles frente antes de que se hicieran fuertes en la orilla izquierda, mientras su
infantería marchaba detrás, pero no pudo evitar que los romanos vadeasen
completamente el río y se desplegasen. Entablada la batalla, Pirro intercambió su
indumentaria con uno de sus oficiales llamado Megacles, quien resultó muerto en el
combate poco después; en el campo de batalla se difundió la noticia de que el rey
había muerto, lo que trajo la desmoralización al bando griego; Pirro tuvo que recorrer
las filas griegas a cara descubierta para convencer a sus hombres de que todavía
seguía vivo. La igualdad de las fuerzas combatientes hizo que el encuentro se
mantuviera en un estado incierto hasta el momento en que Pirro envió a los elefantes
de guerra a primera línea. La presencia de estos animales, desconocidos hasta
entonces en Italia, tuvo una participación decisiva en el desarrollo del combate: la
caballería romana se retiró en desbandada, y la infantería romana, presa fácil de la
caballería tesálica y los elefantes, retrocedió hasta el otro lado del río, dejando el
campo a los griegos. Según Dionisio de Halicarnaso, 15.000 soldados romanos
perdieron la vida y miles fueron hechos prisioneros, mientras las fuerzas de Pirro
tuvieron 13.000 bajas. Jerónimo de Cardia estima las pérdidas en 7.000 romanos y
4.000 griegos. La gran cantidad de bajas entre sus propias fuerzas llevaron a Pirro a
pronunciar la famosa frase "otra victoria como ésta y estamos perdidos" o según otros
autores "otra victoria como esta, y volveré solo al Epiro".
SECUELAS
91
del general griego Pirro de Epiro, junto con tropas aliadas de tarentinos, oscos y
samnitas.2 Esta fue la segunda batalla del conflicto entre la República Romana y
Tarento por el control de la Magna Grecia. Se produjo después de la retirada de Pirro
tras su fracaso en el intento de reclutar aliados en su camino hacia Roma. Se
desarrolló en las colinas cercanas a Asculum y se saldó con una ajustada victoria de
Pirro.
ANTECEDENTES
Las Guerras Pírricas tuvieron su origen en una violación por parte de Roma de un
antiguo tratado entre esta y la polis griega de Tarento, al enviar una flota en ayuda de
la ciudad de Turios contra las incursiones de las tribus de Lucania. Tarento atacó la
flota romana, lo que, pese a intentar solucionarlo diplomáticamente, llevó a la
declaración de guerra. Los tarentinos pidieron ayuda a Pirro de Epiro quien aceptó ir
en ayuda de Tarento. Pirro llegó a Italia en el año 280 a. C. con 25.000 soldados y
algunos elefantes. El primer enfrentamiento se llevó a cabo en Heraclea de Lucania,
donde el romano Publio Levino fue derrotado perdiendo a más de 7.000 hombres.
Pese a haber vencido la batalla, Pirro perdió a un gran número de soldados. Aunque,
posiblemente, el golpe más duro que recibió fue que muy pocos nativos itálicos se le
unieron en su guerra contra Roma, en contra de lo que él esperaba.
92
Pueblos en la península Itálica durante el siglo V a. C.
Pirro decidió entonces avanzar hacia la Campania. Pero, tras no poder tomar Capua,
decidió avanzar hacia Roma con la esperanza de reclutar pobladores de las ciudades
por las que pasaban.3 Tuvo que dar media vuelta estando a tan solo 30 km de la
ciudad, debido a la falta de apoyo local. Su intención era imponer duras condiciones
de paz a Roma, pero esta no aceptó negociar con él. Los romanos devolvieron a Pirro
todos los prisioneros que este había hecho liberar para comenzar las conversaciones.
En su retirada hacia el sur desde Roma, Pirro fue alcanzado por el ejército romano en
una llanura rodeada de colinas cerca de la ciudad de Ausculum, a 130 km de Tarento.
EJÉRCITOS ENFRENTADOS
En este segundo encuentro entre las falanges macedonias y las legiones romanas,
ambos ejércitos se encontraban en igualdad numérica. Los romanos tenían un mayor
número de soldados de infantería (cuatro legiones, 20.000 romanos, más los aliados
daunios) y 300 armas especiales. Pirro desplegó su infantería macedonia y su
caballería (sus propias tropas), infantería mercenaria griega, aliados griegos de Italia,
incluida la milicia tarentina, la caballería e infantería samnitas y 20 elefantes de
guerra.4 Los griegos tenían ventaja en cuanto a caballería y los elefantes. Para
contrarrestar la flexibilidad de la legiones romanas, Pirro mezcló la infantería ligera
itálica con sus falanges. Después de la batalla de Heraclea, donde los elefantes de
guerra griegos produjeron un gran impacto sobre los romanos, las legiones se
surtieron de proyectiles y armas especiales contra los animales: carros de bueyes
equipados con largas picas, recipientes de cerámica ardiendo para asustarlos, además
de tropas que se desplegaban para proteger al resto del ejército y lanzar jabalinas y
otros proyectiles contra las bestias para que retrocedieran.
93
LA BATALLA
La batalla transcurrió durante dos días. Como era normal en aquella época, ambos
ejércitos desplegaron su infantería en el centro y la caballería en los flancos. Al
principio, Pirro situó a su guardia montada personal y a los elefantes de guerra justo
detrás de la infantería como reserva.5 En el primer día, la caballería y los elefantes de
Pirro fueron bloqueados por los árboles y colinas donde se desarrollaba la batalla. Sin
embargo, las falanges no tuvieron inconvenientes en su enfrentamiento con la
infantería itálica. Los macedonios derrotaron a la primera legión romana y sus aliados
itálicos del ala izquierda, pero la tercera y cuarta legiones derrotaron a los tarentinos,
oscos y epirotas en el centro, mientras que los daunios atacaban el campamento
griego.6 Pirro envió a parte de su caballería de reserva a tapar el hueco en el centro de
su formación y a otro grupo de caballería, más algunos elefantes, para ahuyentar a los
daunios. Cuando estos se retiraron hacia una colina escarpada e inaccesible para los
animales, decidió desplegar sus elefantes contra la tercera y cuarta legiones. Estas
también se refugiaron en las colinas arboladas, pero se vieron imposibilitadas de
aprovechar la ventaja, ya que los arqueros y honderos que escoltaban a los elefantes
dispararon proyectiles con fuego, incendiando los árboles. Pirro decidió enviar a los
atamanios, acarnanios (ambos pueblos griegos aliados de los epirotas) y samnitas para
forzar a sus adversarios a salir de la arboleda, pero fueron dispersados por la
caballería romana. Ambos bandos se retiraron de la batalla al anochecer sin que
ninguno hubiera conseguido una clara ventaja. Al amanecer, Pirro ubicó a su
infantería ligera en el duro terreno que había resultado ser un punto débil el anterior
día, lo que forzó a los romanos a entablar batalla en campo abierto. Al igual que en
Heraclea,7 las legiones romanas y falanges macedonias trabaron combate hasta que
una carga de elefantes apoyados por infantería ligera rompió la línea romana. En ese
momento, los romanos enviaron a sus «carros antielefantes», pero estos solo
resultaron efectivos durante unos breves instantes ya que los psiloi, tras rechazar a la
caballería romana, arrollaron a los soldados que conducían los carros. Los elefantes
cargaron de inmediato contra la infantería, que comenzó a retroceder.
Simultáneamente, Pirro cargó con su guardia personal para completar su victoria. Los
romanos se retiraron desordenadamente a su campamento.8
CONSECUENCIAS
Los romanos perdieron 6.000 hombres, y Pirro, 3.500,9 incluidos muchos de sus
oficiales. Esta victoria griega, con tan escaso margen y grandes pérdidas, llevó a la
creación del término victoria pírrica para referirse a una victoria que se consigue con
un gran coste humano.10 Pirro, en un momento posterior a la batalla, dijo: «Otra
victoria como esta y estaremos acabados», aunque otras fuentes sugieren que fue:
«Otra victoria como esta y volveré solo a Epiro».11 Según la tradición Publio Decio
Mus murió durante la batalla, al entregar su vida a los dioses a cambio de la victoria;
otros escritos sugieren que sobrevivió. Sabiendo que su situación era desesperada,
debido a las grandes pérdidas que había sufrido pese a la victoria, Pirro ofreció una
tregua a Roma. Sin embargo, el Senado Romano se negó a aceptar cualquier acuerdo
mientras Pirro mantuviese sus tropas en territorio italiano. Roma, en cambio, decidió
firmar un tratado con Cartago contra Pirro, lo que cortó su carrera militar, ya que las
ciudades griegas, a las que él decía defender sentían que por su culpa habían perdido
la oportunidad de aliarse tanto con Roma como con Cartago. La única esperanza
griega habría sido aliarse con una de las dos potencias y provocar un enfrentamiento
94
entre ellas. Muchas de estas ciudades le retiraron el apoyo. Además, el hecho de que
pese a seguir venciendo en todas las batallas perdía más hombres de los que se podía
permitir, llevó a que se trasladara a Sicilia luego de dos campañas. Allí, los
cartagineses ya se encontraban asediando Siracusa por lo que Pirro se desvió y tomó
posiciones en Panormo, negándose a entregar Sicilia a Cartago, y llegó a acorralar a
estos en Lilibea.12 Finalmente, Pirro fue derrotado en suelo itálico en la batalla de
Benevento en el año 275 a. C., tras lo cual regresó a su tierra.
La Batalla de Benevento, ocurrió en el 275 a. C., y fue la última batalla entre las
fuerzas de Pirro de Epiro (con sus aliados samnitas) y las legiones romanas,
comandadas por el cónsul Manio Curio Dentato ,aunque ,el número de soldados en
los dos ejércitos no se conoce. No se tienen muchos datos de la batalla, pero si se
sabe, que Pirro se encontraba debilitado debido a la guerra en Sicilia y sus victorias
pírricas sobre los romanos, por lo que sus tropas se encontraban desmoralizadas,
además, los romanos habían aprendido a neutralizar a los elefantes (verdaderos
artífices de las victorias de Pirro) mediante flechas que en su punta tenían cera
ardiendo, por lo que en la batalla en Benenvento los elefantes se desbandaron
aplastando a amigos y enemigos. Aunque la batalla no se decidió para ningún bando,
Pirro perdío a sus mejores tropas, y en esa época en una batalla se debía tener las
mínimas bajas, por lo que tuvo que regeresar a Epiro. Debido a ello los samnitas
fueron finalmente sometidos y toda la Magna Grecia se perdió, aunque sus ciudades
mantuvieron sus privilegios con la condición que juraran lealtad a Roma. Los
romanos nunca pudieron vencer a Pirro en una batalla, pero si consiguieron
desgastarlo y ganar la guerra a unos de los mejores generales de la Edad Antigua, las
Guerras Pírricas demostró la superioridad de las legiones romanas frente a las
falanges macedonias, debido a su mayor movilidad. Nunca más los helenos tendrían
un general tan capacitado para enfrentrase a Roma.
BATALLA DE PIDNA
95
Otras tácticas flexibles para enfrentarse a la falange Las técnicas de ruptura de
falanges enemigas ilustran con mayor detalle la flexibilidad del ejército romano.
Cuando se enfrentaban a ejércitos falangistas, las legiones solían desplegar a los
vélites frente al enemigo con la orden contendite vestra sponte, para causar confusión
y pánico en los sólidos bloques de la falange. Mientras, los sagittarii o arqueros
auxiliares se situaban en las alas, frente a la caballería, para cubrir la retirada de los
vélites. Estos arqueros generalmente recibían la orden de eiaculare flammas - lanzar
flechas incendiarias - como ocurrió en la batalla de Benevento. Las cohortes
avanzaban entonces en formación de flecha, apoyados por el fuego de vélites y
auxiliares, y cargaban sobre la falange en un punto concreto, rompiendo su formación.
Después, la flanqueaban utilizando la caballería para asegurar la victoria.
¿Por qué no fueron más efectivos contra Aníbal?
96
formaciones "inversas a Cannas" junto a movimientos de caballería. Sus victorias en
Hispania y la campaña africana demostraron una nueva sofisticación en la forma de
hacer la guerra romana, y reafirmaron la capacidad romana de adaptarse, persistir y
sobreponerse a las dificultades.36 Ver en detalle las batallas:
Batalla de Baecula
Batalla de Ilipa
Batalla de Zama
LA BATALLA DE BAECULA
La batalla de Baecula fue un conflicto militar que tuvo lugar en el año 208 a. C.,
durante la Segunda Guerra Púnica, entre Cartago y la República romana. En ella se
enfrentaron el ejército cartaginés, comandado por Asdrúbal Barca, y el ejército
romano, a las órdenes de Publio Cornelio Escipión el Africano. La batalla supuso el
primer enfrentamiento a gran escala de Escipión el Africano contra los cartagineses en
batalla campal, después de que hubiese tomado el mando del contingente romano en
la península Ibérica. La batalla, planteada con la intención de frenar la marcha de
Asdrúbal hacia Italia, se saldó con victoria romana, si bien el ejército cartaginés pudo
finalmente escapar hacia el norte. Otra de las consecuencias de la batalla fue que el
ejército romano pudo tomar una posición vital para proseguir desde ahí la conquista
del valle del Guadalquivir.
PRELUDIO
Tras el ataque por sorpresa de Escipión que llevó a la captura de Carthago Nova, los
tres ejércitos cartagineses que se encontraban desplegados en la península Ibérica
permanecieron separados, lo cual dio a los romanos la posibilidad de enfrentarse a
cada uno de ellos por separado. A comienzos de 208 a. C., Escipión marchó contra
Asdrúbal Barca , cuyo ejército se encontraba pasando el invierno en la ciudad de
Baecula, ubicada en la parte alta del río Betis (hoy Guadalquivir). Tras conocer el
acercamiento de los romanos, Asdrúbal trasladó su campamento a una posición muy
sólida para su defensa, en lo alto de una meseta escarpada en el sur de Baecula,
protegida por valles en los flancos y el río en el frente y la retaguardia. Además, la
meseta estaba formada por dos escalones, y Asdrúbal colocó sus tropas ligeras en el
inferior y a su campamento principal en la parte más alta. Tras su llegada, Escipión
primero dudó sobre cómo atacar una posición tan fuerte, pero a sabiendas de que los
otros dos ejércitos cartagineses podían aprovecharse de su inacción para unir sus
fuerzas con Asdrúbal, decidió actuar el tercer día.
LA BATALLA
97
cuerpo a cuerpo Tras reforzar a su fuerza principal, Escipión hizo desplegar un ataque
en forma de tenaza contra los flancos del campamento principal cartaginés. Para ello,
ordenó a Cayo Lelio que dirigiese a la mitad de la infantería pesada hacia la derecha
de la posición enemiga, mientras que él mismo dirigía el ataque sobre la izquierda.
Asdrúbal, mientras tanto, tenía la impresión de que el ataque romano no era más que
una pequeña escaramuza, debido a que Escipión había ocultado a su ejército principal
en el campamento hasta el momento del ataque final. Por ese motivo fracasó en
desplegar adecuadamente a su ejército principal, y se vio envuelto en el ataque
envolvente romano. A pesar de haber caído en la trampa, Asdrúbal fue capaz de
retirarse del campo de batalla con sus elefantes, su caravana de suministros y gran
parte de sus tropas cartaginesas. Parece que sus principales pérdidas en la batalla se
centraron en gran parte de sus tropas ligeras y de aliados íberos. Esto se debió en gran
parte al hecho de que los legionarios romanos prefirieron detenerse a saquear el
campamento cartagines en lugar de perseguir a Asdrúbal sin perder tiempo.
HECHOS POSTERIORES
LOCALIZACIÓN
BATALLA DE ILIPA
La batalla de Ilipa (Alcalá del Río, Sevilla) tuvo lugar en la primavera del
año206 a. C., enfrentando a los ejércitos cartagineses contra las legiones romanas. El
resultado fue una de las más importantes derrotas de los cartagineses en terreno
98
hispano, durante la Segunda Guerra Púnica. Esta batalla fue decisiva en la retirada
cartaginesa durante la conquista romana de Hispania.
TRASFONDO HISTÓRICO
ORDEN DE BATALLA
El comandante de las tropas pinicas en esa batalla fue Asdrúbal Giscón, que
comandaba un ejército superior en número al de los romanos: 50.000 infantes, 4.000
jinetes y 32 elefantes. Asdrúbal colocó a los infantes africanos en el centro y a sus
lados a los aliados iberos. Como era costumbre, dispuso la caballería en ambas alas,
detrás de los elefantes. El ejército romano, dirigido por Publio Cornelio Escipión el
Africano estaba formado por 45.000 infantes y 3.000 jinetes.
PRELIMINARES
Por la mañana, «el Africano» sacó a los equites (jinetes) romanos y a los vélites
(soldados ligeros armados con escudo y varias jabalinas) y los dirigió al campamento
cartaginés; detrás de ellos iba el resto del ejército en columnas que formaron una línea
de combate con romanos e itálicos en los flancos e hispanos en el centro. Asdrúbal
frenó la avanzadilla con sus jinetes y tropas ligeras; más tarde todo el ejército se
colocó en posición de batalla. Durante horas, ambos ejércitos estuvieron realizando
escaramuzas. Luego, Escipión coloco a los «velites» en las alas del ejército. El
general formó a todas sus tropas en la más que conocida «triplex acies» y comenzó a
realizar un juego de formaciones, cambiando constantemente y dejando absortos a los
cartagineses que veían como el ejército enemigo se les iba acercando cada vez más.
LA BATALLA
Los "velites" iniciaron la batalla arrojando lanzas contra los elefantes, que huyeron
asustados y heridos por los proyectiles; los legionarios y las «alae» atacaron con
fuerza a los hispanos que se defendieron ferozmente. El centro del ejército cartaginés
estuvo largo rato sin entrar en batalla, observando como los romanos atacaban con
gran determinación aplastando a los púnicos. Estos africanos serían atacados más
tarde por los aliados y/o mercenarios hispanos del ejército romano. A pesar del gran
número de soldados cartagineses, los romanos iban presionando cada vez más y más,
rompiendo líneas, lo que originó que los defensores fueran retrocediendo. Era tanta la
99
presión que los soldados de Escipión creaban a los de Asdrúbal, que cuando los
romanos avanzaron hacia delante, los cartagineses cayeron y empezaron a huir. Estos
últimos, volvieron a reorganizarse en la colina del campamento, pero cuando
volvieron a ver a sus infatigables atacantes volvieron a escapar..
CONSECUENCIAS
Tras la gran derrota, los aliados hispanos comienzan a abandonar el ejército cartaginés
y Asdrúbal Giscón, al no ver oportunidad de victoria en la Guerra en Hispania, se
retira, dejando miles de muertos y más territorio de la Península Ibérica para que los
romanos pudiesen conquistarlo. Por su parte, Escipión persiguió a los cartagineses
hasta África, derrotando finalmente a un Aníbal apresuradamente retornado desde
Italia en Zama. Como recompensa a los heridos y veteranos de ésta y otras batallas en
la Península, Escipión repartió tierras en el valle del Guadalquivir, y fundó aquel
mismo año la ciudad de Itálica, cerca del escenario de la batalla de Ilipa.
BATALLA DE ZAMA
ANTECEDENTES
En el Año 210 a. C., con el ejército de Aníbal Barca aún merodeando por el sur de
Italia, el joven Publio Cornelio Escipión es elegido como comandante de las fuerzas
romanas en Hispania. La elección fue, por un lado, sorprendente, dada su juventud e
inexperiencia en temas de relaciones públicas; sin embargo, por otro lado, no fue tan
extraña si se considera que las ideas de Escipión sobre cómo conducir la guerra contra
Cartago reflejaban el clamor del pueblo que pedía acción. Como postura contraria
estaba la de Quinto Fabio Máximo, que aún mantenía la teoría de aburrir a Aníbal
hasta la muerte y, así, hastiado por la pasividad, el cartaginés regresaría a casa; en
cierto modo, funcionó. Unos años después, el que fuera hijo de un cónsul de la
Segunda Guerra Púnica había demostrado ser un estratega excepcional, tras la
conquista de Cartago Nova, la victoria sobre Asdrúbal en Baecula y otra victoria,
tácticamente perfecta, en la batalla de Ilipa. El año 205 a. C. fue nombrado cónsul
mientras se oponía directamente a Fabio y su estrategia pasiva. Escipión propuso
sacar a Aníbal de Italia de la única forma posible: llevando la guerra directamente a
Cartago. A estos efectos, y a pesar de la oposición de algunos senadores, le fue
asignado el mando de Sicilia y sus dos legiones, principalmente remanentes y
veteranos la batalla de Cannas. Tras reforzar su ejército consular con nuevos reclutas,
zarpó hacia el Norte de África, donde derrotó a los cartagineses por tierra y mar, en
una serie de rápidas maniobras. Esto obligó a los púnicos a negociar la paz.. Mientras
tanto, el ejército de Magón - destinado a reforzar las tropas de Aníbal - había sido
destruido en Liguria, inutilizando así la "estrategia italiana" del general. Aníbal
regresó ante las demandas de la capital, y los ahora envalentonados cartagineses
rompieron el tratado de paz con una serie de acciones que los romanos atribuyeron a
la naturaleza "traicionera" de los púnicos. Sin embargo, el ejército de Aníbal no se
encontraba en su mejor momento. El apoyo político-militar romano en el conflicto por
el trono númida había facilitado a Escipión los servicios de Masinisa, nuevo rey de
100
Numidia (algo que le daría acceso a la excelente caballería ligera númida). Conocedor
de estos hechos, Aníbal confió en poder presentar batalla a Escipión antes de que
pudiera reunirse con su aliado. Para reforzar su diezmada caballería, que incluía
aproximadamente 2.000 jinetes númidas liderados por Tiqueo1 , amigo de Sifax,
Aníbal entrenó rápidamente un cuerpo de ochenta elefantes de guerra. Con ambos
generales listos para presentar batalla, el choque terminaría produciéndose en Zama,
cerca del pueblo de Naraggara. No obstante, antes de la batalla el cartaginés se
entrevistó con Escipión para buscar un final pactado a la guerra, en vista de las
imprevisibles consecuencias de la batalla. La propuesta fue rechazada por Escipión,
quien pedía la rendición incondicional de Cartago.
LA BATALLA
DISPOSICIÓN INICIAL
Aníbal formó a sus 37.000 infantes (50.000, según Apiano) en tres líneas, 3.000
jinetes a los flancos y alrededor de 80 elefantes2 en el frente. Este número de elefantes
es mucho mayor que el que normalmente utilizaba Aníbal. Escipión formó alrededor
de 20.000 legionarios, más 14.000 auxiliares, que incluían 6.000 númidas traídos por
Masinisa,3 2.700 equites. Los cartagineses formaron 3 unidades colocando a los 80
elefantes al frente; la primera unidad estaba formada por la cifra de 12.000 infantes
entre ligures, galos, mauritanos y baleares1 ; la segunda, por africanos y cartagineses,
de los cuales, entre éstos últimos, había muchos ciudadanos que iban a luchar para
defender su tierra, y una legión de 4.000 macedonios4 al mando de Sópatro;5 y la
tercera unidad estaba formada por la infantería veterana de Aníbal, en su gran mayoría
brutios, directamente bajo sus órdenes. Los romanos adoptaron la disposición clásica
de batalla de la legión, denominada triplex acies: con los jabalineros hastati en
primera línea, los lanceros principes en segunda, y los veteranos triarii, armados con
lanzas largas, detrás. Las unidades se encontraban separadas por pequeños pasillos
101
que les permitían maniobrar, por los cuales debían escapar los hostigadores vélites
cuando la carga cartaginesa se hiciera insostenible, al mismo tiempo que evitarían que
los elefantes rompieran la formación.
PRIMERA FASE
Escipión el Africano
Con ambos ejércitos frente a frente, los romanos soplaron los cuernos de batalla.
Cundió el nerviosismo entre algunos de los elefantes - pues habían sido capturados
recientemente -, que retrocedieron en estampida contra la propia caballería númida de
Tiqueo, creando un gran desorden. Escipión tomó dos medidas geniales para
contrarrestar el ataque de los elefantes: ordenó a sus hombres bruñir corazas, cascos y
cualquier cosa de metal, de tal modo que el sol se reflejara en ellos y deslumbrara a
los animales, y tomó, así mismo, la compañía de músicos y los llevó a vanguardia,
donde sus cuernos y trompetas espantaron a los animales de la izquierda, de tal modo
que retrocedieron y sembraron la confusión entre la caballería númida. Masinisa
ordenó cargar a su caballería númida contra la menos numerosa de Tiqueo. Los
elefantes, lanzados a la carga contra la infantería romana, tuvieron un efecto limitado
gracias a los pasillos que había dejado Escipión. Atacados desde los flancos por las
lanzas de los legionarios, los elefantes murieron o retrocedieron hacia las líneas
cartaginesas. La caballería italiana de Lelio atacó, persiguiendo a los jinetes
cartagineses fuera del campo de batalla.
SEGUNDA FASE
Los supervivientes del ejército de Magón se lanzaron contra los hastati, acabando con
gran número de ellos. Aníbal ordenó avanzar a la segunda unidad para apoyar el
ataque; sin embargo, los legionarios romanos comenzaron el contraataque antes de
que llegara el apoyo. Provistos de sus escudos corporales, consiguieron rechazarles.
Esta falta de cooperación sembró la semilla del caos en las filas púnicas, que se vieron
obligadas a retroceder. Mientras tanto, los legionarios de Escipión acosaron a sus
enemigos en retirada hasta que recibieron la orden de repliegue. Una vez establecidos
los cartagineses en posiciones más retrasadas, los romanos lanzaron una nueva
ofensiva. Aníbal, deduciendo que sería necesaria una defensa firme, dispuso a su
infantería veterana al frente, formando una fila perfecta de lanzas. Los oficiales
púnicos dieron órdenes a las tropas en retirada de bordear a la tercera unidad. El
campo se hallaba cubierto de sangre y cadáveres, de modo que los veteranos hubieron
de mantenerse a la defensiva. La entrada en combate de los veteranos de la guerra en
Italia, desgastadas las menos numerosas tropas de infantería romanas, inclinó la
balanza del lado de Aníbal, cuyas tropas comenzaron a ganar terreno.
102
CONCLUSIÓN
CONSECUENCIAS
Esta derrota marcaba el final de la Segunda Guerra Púnica. Las condiciones impuestas
a Cartago fueron humillantes. Aníbal, que había ganado todas las batallas en Italia y
en los Alpes, había sido derrotado en su propio terreno. Tras esto ejerció como
funcionario del tesoro en Cartago, pero los sufetes le acusaron de robar fondos del
estado. Sintiéndose amenazado, huyó de la ciudad, pues sus dirigentes pretendían
entregarle a Roma, en la cual había rumores de que el cartaginés se rearmaba para
entrar nuevamente en guerra. Como consecuencia de su derrota en la Segunda Guerra
Púnica, Cartago sería forzada al desarme militar, prohibiéndosele además tener una
flota de guerra, algo que rompía su estatus de potencia. Sus acciones militares
quedarían condicionadas a la autorización romana, algo que junto con diversas
humillaciones, terminaría desembocando en la Tercera Guerra Púnica, en la que la
ciudad de Cartago sería finalmente arrasada.
NOTAS
103
CAPÍTULO VII
INFANTERÍA ROMANA CONTRA LOS PUEBLOS CELTAS, IBEROS, Y
GERMÁNICOS
¿Quiénes eran las 'hordas bárbaras'? Las vistas sobre los enemigos galos de Roma han
cambiado mucho. Varios historiadores antiguos los consideran salvajes retrógrados,
destructores sin escrúpulos de la civilización y gloria de Roma. Algunas visiones más
modernas les ven como una luz proto-nacionalista, luchadores ancestrales por la
libertad que resistían el pie acorazado del imperio. A menudo se celebra su valentía
como dignos adversarios de Roma, como ocurre con la escultura del gálata
moribundo. La oposición gala se componía de un gran número de gentes y pueblos
diversos, que iban geográficamente desde los valles de Francia a los bosques del Rin,
pasando por las montañas de Helvecia; de tal modo que es complicado categorizarles
de forma homogénea. El término "galo" ha sido utilizado indistintamente para
nombrar a las tribus célticas de Britania y Caledonia, añadiendo más diversidad a las
gentes agrupadas bajo este apelativo. Desde un punto de vista militar, parecían sin
embargo compartir varias características generales: políticas tribales con una
estructura de estado relativamente escasa y poco elaborada, armamento ligero, tácticas
poco sofisticadas, escasa organización, alto grado de movilidad, e incapacidad de
mantener poder de combate en sus fuerzas de campo durante un largo periodo de
tiempo.37
104
Superioridad numérica.
Factor sorpresa (v.g. una emboscada). Mediante un ataque relámpago. Entrando en
combate en terreno boscoso o irregular, donde las unidades de la horda podían buscar
refugio mientras atacaban a distancia, hasta que llegaba el momento decisivo, o si era
posible, retirándose y reagrupándose en cargas sucesivas.40 Las victorias celtas y
germánicas más significativas muestran dos o más de estas características. La clásica
batalla del Bosque de Teutoburgo contiene las cuatro: sorpresa, traición por parte de
Arminio y su contingente, superioridad numérica, rápidas cargas de acercamiento, y
terreno y condiciones medioambientales favorables (bosque espeso y chaparrones
constantes) que limitaron el movimiento romano y dieron a los guerreros suficiente
cobertura para ocultar sus movimientos y montar ataques sucesivos contra la línea
romana.
Contra los legionarios, sin embargo, los celtas se enfrentaban a una tarea
desalentadora. Individualmente, en combate singular, el feroz guerrero celta podía
probablemente hacer algo más que defenderse contra un romano.41 En combate
masivo, por el contrario, la rudimentaria organización y tácticas célticas resultaban un
pobre adversario para la máquina militar romana. La fiereza de las cargas celtas es a
menudo mencionada por los historiadores, y en ciertas circunstancias podía llegar a
desbordar la línea romana. No obstante, la profunda formación romana permitía
realizar ajustes, y la presión constante al frente convertía un largo combate en algo
muy arriesgado para los celtas. Gracias a su brillante disciplina, moral y
entrenamiento, los romanos eran capaces de derrotar a ejércitos celtas que les
superaban ampliamente en número. Aunque atacaran por los flancos, la legión era lo
suficientemente flexible para pivotar y oponer frontalmente, si no todo, al menos una
parte del ejército, bien mediante submaniobras o repliegue de líneas. La pantalla de
caballería en ambas alas añadía una capa extra de seguridad. Los celtas y germanos
luchaban, asimismo, con poca o ninguna armadura (a veces incluso desnudos)42 43 y
utilizaban escudos de madera o cuero, más endebles que los romanos. Como
menciona Polibio, hablando de la batalla de Telamón:
En efecto, el scutum romano tiene una gran ventaja sobre el galo en defensa, y el
gladius para maniobrar y apuñalar en ataque. Por el contrario, la espada gala sólo
sirve para cortar. La única diferencia [entre galos y romanos] individualmente o como
colectivo, consistía en sus armas y armaduras.
Polibio, "Historias" ii, x
No obstante lo anterior, los celtas mostraron un alto grado de poder táctico en algunas
áreas. Los carros de guerra celtas, por ejemplo, mostraron un alto grado de integración
105
y coordinación con la infantería. Los anales de Polibio, que se remontan a la batalla
de Telamón, e historiadores más tardíos como Diodoro de Sicilia, mencionan la
utilización de carros de combate en los ejércitos galos que invadieron Roma. Los
celtas aparentemente utilizaban carros con un conductor y un guerrero de infantería
ligera, armado con jabalinas. Durante el choque, el carro dejaría al infante en tierra y
se retiraría a cierta distancia, en reserva. Desde esta posición podía recoger a las
tropas de asalto si las cosas se ponían feas, o recogerles y llevarlos a algún otro lugar.
A pesar de ello, los carros resultaban un arma cara y frágil y, para el siglo III a. C., se
habían convertido en un arma escasamente utilizada en detrimento de la caballería.46
Guerrilla celtibérica
"La guerra contra los iberos, quienes, de todas las naciones subyugadas por Roma,
defendieron su libertad con la mayor obstinación... los romanos de ambas provincias
[Citerior y Ulterior] eran derrotados en tantas ocasiones, que nada era más temido
para un legionario en Roma que ser enviado allí
47
Tácticas romanas. Roma utilizó sus métodos estándar, con especial énfasis en tropas
ligeras, combinadas con caballería e infantería pesada para enfrentarse a las tácticas
de mobilidad o guerrilla utilizadas por los iberos. Los castri fortificados resultaban un
importante añadido a la hora de proteger a las tropas, y actuar como centros de
operaciones. Aunque el resultado de un combate a campo abierto era dudoso, los
romanos desempeñaron su labor bastante bien cuando asediaban ciudades iberas,
eliminando de manera sistemática a los líderes enemigos, bases de suministro y focos
de resistencia.La destrucción de recursos ibéricos por medio de la quema de campos
de grano o demolición de poblados ejerció una fuerte presión sobre la población
nativa. Las operaciones de Escipión durante la Guerra Numantina ilustran estos
métodos, lo que incluía una vigilancia constante y una radicalización en la disciplina
legionaria.48 Otras tácticas romanas incluían la esfera política, como los tratos de
"pacificación" de Graco, traición y engaños, como en las masacres de los líderes
tribales llevadas a cabo por Lúculo y Galba bajo la patraña de negociación. Roma
confiaba a menudo en dividir internamente las tribus. Utilizaba en este sentido una
estrategia de "divide y vencerás", con tratos competitivos (y en ocasiones poco
sinceros) negociando el aislamiento de ciertas facciones, y utilizando tribus aliadas
para subyugar a otras.49
106
Tácticas celtíberas. Mientras luchaban por su autonomía y supervivencia, las tribus
ibéricas utilizaban ciudades fortificadas o fuertes para defenderse contra sus
enemigos, lo que combinaban con una guerra de movilidad que variaba desde grandes
unidades comprendiendo miles de hombres a pequeñas bandas de guerrilleros. Los
jinetes celtíberos eran superiores en habilidad a los romanos, un hecho probado años
antes con el papel clave que jugó dicha caballería en las victorias de Aníbal. La
libertad de movimientos y conocimiento del terreno ayudaron a las tribus en gran
medida. Una de las emboscadas más fructíferas fue realizada por un jefe local llamado
Caro, que acabó con 6000 romanos en un ataque combinado de caballería e infantería.
Otra la llevó a cabo Caesarus, que se aprovechó de una desordenada persecución de
que era objeto por parte de los romanos, al mando de Mumio, para tenderle una
trampa que resultó en 9000 bajas para los legionarios. Otra táctica similar tuvo éxito
ante Galba. Estas batallas, incluyendo tácticas y características particulares de los
jefes celtíberos, están relatadas con todo lujo de detalles en la Historia de Roma de
Apiano «Guerras Extranjeras: Las Guerras Hispánicas».50
Armamento. Varios historiadores han elogiado la calidad de las armas ibéricas, como
la conocida falcata51 o la lanza de una sola pieza llamada por los romanos
soliferreum, asimilable al pilum. También utilizaron otras más ingeniosas como la
falárica, a medio camino entre lanza y arma incendiaria. Filón de Bizancio relata el
proceso de construcción de las espadas iberas, compuestas de tres cuerpos: dos duros,
que correspondían con los laterales y el doble filo, y uno blando en el interior, lo que
les otorgaba una encomiable flexibilidad.52 El escudo utilizado por las tropas ligeras,
conocido como caetra era de un tamaño más pequeño y manejable, lo que les
otorgaba una razonable defensa al mismo tiempo que una gran movilidad al utilizar
tácticas de guerrilla.
Victoria por guerra de desgaste. A pesar de ello, como ocurrió en sus batallas contra
otros pueblos, la tenaz persistencia romana, mayores recursos y mejor organización
sometió a sus oponentes con el tiempo.53 Este aspecto "agotador" de la aproximación
romana contrasta con la noción de mandos brillantes tan a menudo retratadas en
relatos populares sobre la infantería romana. Al lado de líderes capaces como los
escipiones o los gracos, el rendimiento romano en general fue mediocre, comparado
con el desarrollado contra los púnicos y otros pueblos. En Hispania, se enviaron
constantemente recursos para curar la herida abierta hasta que ésta terminó
cerrándose, 150 años más tarde: una lenta, y ácida contienda de marchas eternas,
asedios y luchas constantes, tratos rotos, poblados ardiendo y esclavos capturados.
Mientras el senado romano y sus sucesores siguieran dispuestos a reemplazar y gastar
más personal y materiales década tras década, la victoria podía ser conseguida
mediante una estrategia de agotamiento.54 Tal patrón formaba una parte integral de la
"forma romana" de hacer la guerra.
107
ANATOMÍA DE UNA VICTORIA: JULIO CESAR CONTRA LOS GALOS
Mapa táctico del ataque galo en el río Sambre. Los bosques cercanos al río ocultaron
los movimientos galos por completo hasta el momento exacto de efectuar un ataque
relámpago, que a punto estuvo de liquidar las posiciones romanas. La movilidad del
ejército galo y su gran número a menudo ponía en problemas a las armas romanas,
bien desplegados en ejércitos móviles, bandas de guerrilleros o en una decisiva batalla
campal. Lo confirma la dureza de la campaña de las Galias, donde a César le faltó
muy poco para ser derrotado, aunque esto también prueba la superioridad táctica y
disciplinar romana. En la batalla del Sabis, contingentes de los nervios, atrébates,
viromanduos y aduáticos se reunieron en secreto en los bosques cercanos, mientras el
grueso de la tropa romana se encontraba algo disperso. En cuanto comenzó la
construcción del campamento, las fuerzas bárbaras lanzaron un feroz ataque, cruzando
en tromba por el vado y atacando con velocidad de relámpago a los incautos romanos.
La situación parecía inmejorable para los galos:55 se cumplían las cuatro condiciones
mencionadas más arriba: superioridad numérica, factor sorpresa, ataque rápido y
terreno favorable que ocultaba sus movimientos hasta el último minuto. Ciertamente,
el comienzo fue espectacular, y la disposición inicial de los romanos fue empujada a
retroceder. Parecía muy posible que se produjera una ruptura en las filas de la legión.
Julio César en persona hubo de animar a secciones enteras de su amenazado ejército,
imprimiendo resolución en sus tropas. Con su acostumbrada disciplina y cohesión, los
romanos comenzaron a recuperar terreno, rechazando el ataque bárbaro. Una última
carga de la tribu de los Nervi, que cruzó un hueco dejado en las filas romanas, estuvo
a punto de cambiar las tornas de nuevo, cuando los guerreros en carrera capturaron el
campamento e intentaron rebasar los flancos de la legión, que se hallaban en combate
con el resto de la horda tribal. La fase inicial del choque pasó, no obstante, y siguió un
trabado combate. La llegada de dos legiones de refuerzo que se habían mantenido en
reserva, guardando los suministros, reforzaron las líneas romanas. Comenzó entonces
un contraataque por parte de éstas, lideradas por la Legión X Equestris, que desarboló
las filas de los bárbaros, quienes partieron en retirada. Fue un combate muy parejo,
que ilustraba tanto el poder combativo de las fuerzas tribales como la tranquila y
disciplinada cohesión de los romanos. En última instancia, fue esto último lo que
resultó decisivo para la larga y costosa conquista de la Galia. Aunque existían grandes
diferencias entre las distintas tribus, el historiador alemán Hans Delbrück indica en su
"Historia del Arte de la Guerra":
108
alimentados, residir, conjuntamente. Los galos eran incapaces de llevar a cabo
ninguna de estas cosas.
56
La caballería de sus enemigos representó uno de los más duros retos a los que hubo de
enfrentarse la infantería romana. La combinación de ataque a distancia y fuerza de
choque, con una gran movilidad, que representaba la caballería, se aprovechaba de las
principales debilidades de la legión: su despliegue y movimientos relativamente
lentos. La derrota a manos de potentes fuerzas de caballería es un elemento recursivo
en la historia romana, como ilustran las campañas de Aníbal, donde jinetes númidas y
celtíberos rebasaban repetidamente los flancos de la formación romana, propinando
devastadores golpes en las alas y retaguardia. La gran victoria de Aníbal en Cannas
(considerada una de las mayores catástrofes militares de la era romana) consistió
principalmente en un combate de infantería, pero el papel principal lo jugó la
caballería, como en tantas otras victorias. Una demostración más dramática incluso de
la vulnerabilidad romana se muestra en las numerosas guerras contra los partos y su
caballería pesada. Los partos y sus sucesores utilizaban grandes números de jinetes
arqueros, con armadura ligera y rápidos caballos, para acosar y escaramuzar con el
enemigo, y daban el golpe de gracia con lanceros acorazados conocidos como
"catafractos". Ambos tipos de tropas utilizaron poderosos arcos compuestos que
lanzaban flechas con la potencia suficiente para perforar las armaduras romanas. Los
catafractos servían entonces como tropas de choque, que cargaban con la fuerza de un
ariete contra las filas romanas, una vez se habían "ablandado" tras los enjambres de
flechas. Al mismo tiempo, utilizaron una estrategia de "tierra quemada" contra los
romanos, rehusando las grandes batallas campales, mientras les atraían más y más a
terreno desfavorable, donde escaseaban sus suministros y no disponían de una línea
de retirada segura. La devastadora derrota de la infantería romana en Carras hacía que
la caballería parta pareciera invencible.
109
Modificaciones de Ventidio. El general romano Publio Ventidio Baso tomó las
riendas del reajuste de la legión para enfrentarse a los enemigos montados, en
concreto los partos. Enviado por Marco Antonio a Siria para detener la invasión parta
del 40 a. C., venció a los asiáticos hasta en tres ocasiones, donde dio muerte a otros
tantos generales de Partia.57 Las principales modificaciones tácticas aportadas por
Ventidio fueron:58
Cuadrado Hueco Esta táctica proveía una defensa en todas direcciones, dejando un
pivote para comenzar la ofensiva. En el cuadro, las tropas podían parapetarse contra
los enjambres de flechas utilizando sus grandes escudos. Esto, por supuesto,
ralentizaba su avance y les hacía vulnerables a las cargas de los catafractos. Las
legiones aguantaban estas cargas resolutivamente, utilizando sus pila a modo de picas,
que ofrecían una sólida estacada de acero al enemigo. Dentro del cuadro se
concentraban fuerzas de arqueros para contrarrestar el fuego, y unidades de caballería
posicionadas para contraatacar. El cuadrado hueco era más vulnerable cuando el
terreno hacía perder cohesión a la formación (escalando una montaña, cruzando una
garganta o un puente, por ejemplo). En tal caso, subsecciones de la legión debían ser
redesplegadas para suministrar cobertura hasta que el ejército había superado el
escollo. La organización flexible de la legión facilitaba estas maniobras, y permitía
asegurar la supervivencia hasta que los romanos llegaban al corazón de las tierras del
enemigo e iniciaban asedios contra sus ciudades, saqueaban y quemaban sus
campos.60
110
como respuesta a la conquista parta de Armenia. Reconquista Armenia, instalando un
rey pro-romano en el trono, asegura el norte de Mesopotamia, y arrasa Ctesifonte, la
capital del Imperio Parto. La campaña del emperador Juliano el Apóstata contra el
Imperio Sasánida es bastante ilustrativa en este aspecto, a pesar de que las fuerzas
julianas no estaban compuestas principalmente por infantería pesada como habría
ocurrido tiempos atrás. Contra Juliano, los persas rehusaron ofrecer batalla, quemando
los campos frente al ejército romano y arrastrándoles a una guerra de desgaste.
Pronto, ralentizaron el avance de Juliano hacia la capital enemiga. Rehusando regresar
por el camino que había venido, se vio forzado a abandonar el tren de suministros y la
flota mercante que había traído navegando Éufrates abajo. Dividió entonces su
ejército, dejando a 30.000 hombres detrás, antes de avanzar hacia la capital enemiga.
El 29 de mayo de 363, se produjo finalmente un combate a gran escala, cerca de la
capital persa, Ctesifonte. Enfrentándose a una fuerza de caballería que amenazaba con
diezmar sus tropas a base de fuego de flechas, y viendo el peligro de quedar rodeado,
Juliano dispuso a sus tropas en forma de luna creciente, ordenando un avance
simultáneo de ambos flancos y evitando al mismo tiempo ambos peligros. El ardid
tuvo éxito. Tras una larga batalla, los persas se retiraron, concediendo una victoria
táctica (aunque a un alto precio para los romanos, según algunos historiadores).61 Los
trabajos del historiador romano Amiano Marcelino ofrecen una descripción detallada
de la campaña persa, incluyendo la rápida carga de la infantería pesada romana bajo el
mando de Juliano.
Para evitar que las ráfagas preliminares de los arqueros rompieran nuestras filas, él
(Juliano) avanzó por ambos lados, arruinando el efecto de su fuego [...] La infantería
romana, en orden cerrado, efectuó una poderosa carga que empujó a las tropas
enemigas ante ella.
62
Ambos bandos lucharon cuerpo a cuerpo con lanzas y espadas desenvainadas, pues
cuanto antes contactaban nuestros hombres con la línea rival, menor era el peligro de
exponerse a una flecha enemiga
63
111
VALORACIÓN DE LA INFANTERÍA ROMANA
Efectividad de la infantería romana
Algunos elementos que hicieron de los romanos una fuerza militar efectiva, a nivel
táctico y estratégico, fueron:
Eran capaces de copiar y adaptar las armas y métodos de sus enemigos de forma
eficiente. Algunas armas, como el gladius hispanicus fueron adoptados por los
legionarios si resultaban más efectivos que su propio armamento. En otros casos, era
posible que los romanos invitaran a enemigos especialmente duros o peligrosos a
servir en el ejército romano, como auxiliares. En la esfera naval, los romanos
siguieron varios de los métodos utilizados por la infantería, abandonando sus viejos
diseños, copiaron y evolucionaron la trirreme púnica (mediante el corvus entre otros
detalles estructurales), convirtiendo las batallas navales en combates de infantería
sobre cubierta.64
112
reavituallamiento y almacenamiento de suministros rutinario, a la construcción de
carreteras militares, arsenales estatales y fábricas de armas. En la guerra naval se
organizaban convoyes periódicos, pieza clave en la derrota de Cartago. La muerte de
un líder, por regla general, no desmoralizaba de manera apreciable a las tropas, pues
un nuevo líder emergía y seguía el combate. En la derrota infligida por Aníbal junto al
río Trebia, 10.000 romanos escaparon del desastre hacia un lugar seguro, manteniendo
el orden y la cohesión en retirada, cuando la línea a su alrededor huía en desbandada.
Esto da testimonio de su organización táctica y disciplina.65
El liderazgo romano era mixto, pero efectivo para asegurar el éxito militar.
Desastres en el liderazgo ocurrieron a menudo en la historia militar romana: Varrón
en Cannas o Craso en Carras son fieles ejemplos de ello. La estructura política
romana, sin embargo, producía un ilimitado suministro de hombres capaces y
dispuestos a dirigir a las tropas en combate. No era inusual para un general derrotado
el ser ridiculizado por sus enemigos políticos en Roma, incluso en ocasiones viendo
confiscadas parte de sus propiedades o escapando de la muerte a duras penas. La
oligarquía senatorial, con todas sus maniobras e interferencias políticas, ejercía las
funciones de supervisar y auditar las tareas militares. Algo que se tradujo en
resultados a lo largo más de un milenio, tiempo durante el cual Roma vio nacer a
líderes capaces como Escipión o Julio César. Es importante indicar la gran cantidad
de suboficiales que utilizaban los romanos, lo que aseguraba coordinación y
orientación de las tropas. La iniciativa de estos hombres jugó un papel importante en
el éxito de Roma, como evidencian las acciones del tribuno desconocido en
Cinoscéfalos. Este liderazgo se ve fuertemente ligado a los famosos centuriones
romanos, verdadera espina dorsal de la organización legionaria. Aunque no puedan
considerarse modelos de perfección, inspiraban un tradicional respeto.
113
La influencia de la cultura cívica y militar romana daba al sistema militar
romano motivación y cohesión. Tal cultura incluía, aunque no estaba limitada a: El
valor otorgado a la ciudadanía romana. El reclutamiento de hombres libres en
unidades de infantería, a diferencia de la utilización masiva de contingentes
extranjeros, como mercenarios o esclavos. Lealtad a las unidades combatientes (la
legión), típicamente romanas en educación y disciplina. La calidad de ciudadano
conllevaba valiosos derechos dentro de la sociedad romana, y resultaba otro elemento
más que permitía la estandarización e integración de la infantería.
Para combatir las incursiones y ataques de sus enemigos fronterizos, cada vez más
frecuentes, las legiones cambiaron desde una fuerza lenta y pesada a una tropa cada
vez más ligera, además de introducir elementos de caballería cada vez a mayor escala.
Esto implicó que la nueva infantería perdiera el increíble poder de ataque que tenían
las tempranas legiones, lo que se tradujo en que, a pesar de que la probabilidad de
entrar en batalla fuera mucho mayor, tuvieran menos posibilidades de ganarla. El
inferior tamaño de esta nueva legión también influía en este hecho. Los jinetes
romanos, aunque rápidos, eran muy débiles en comparación con los invasores hunos,
godos, vándalos y sasánidas. Esta ineficacia se demostró en Cannas y posteriormente
en Adrianópolis: en ambos casos, la caballería fue totalmente destruida por un
enemigo montado muy superior y mejor entrenado para este tipo de combate.
«Barbarización» de la infantería pesada
114
ejemplo, consistían en grandes contingentes bárbaros acomodados en territorio
romano, con su propia organización y bajo sus propios líderes. Tales agrupaciones
mostraban una tendencia a obviar el "modo romano" de organización, entrenamiento,
logística, etc., en beneficio de sus propias ideas, prácticas y métodos. Estos
emplazamientos pudieron haber traído la paz política a corto plazo para las élites
romanas, pero a largo plazo su efecto fue negativo, pues rompía las ventajas
tradicionales de la infantería pesada en cuanto a entrenamiento de batalla, disciplina y
despliegue sobre el campo. Del mismo modo, dado que los bárbaros recibían un trato
igual o mejor con mucho menor esfuerzo, la "vieja guardia" fue decayendo y no
recibía alicientes para perpetuar las viejas costumbres. En efecto, estos contingentes
de "aliados" a menudo se volvían contra los romanos, devastando y saqueando
amplias áreas e incluso atacando formaciones del ejército imperial.
Algunos historiadores cuestionan que existiera una «reserva móvil», tal y como se
entiende en la actualidad, en tiempos del Imperio, argumentando en su contra que los
cambios organizativos representan una serie de ejércitos expedicionarios desplegados
en distintas áreas del Imperio cuando se les necesitaba, particularmente en Oriente.
Otros apuntan a las graves dificultades fiscales e inestabilidad política del imperio
tardío, factores estos que complicaban la prosecución de los métodos militares
tradicionales.
115
modo, desdeña la aproximación de "línea Maginot" sugerida por Luttwak, aduciendo
que dichas legiones tradicionales y caballería de apoyo podían ser redesplegadas hacia
un lugar problemático en la misma frontera.69
Existen otras muchas facetas en la controversia sobre el fin de las viejas legiones,
pero sea cual sea la escuela de pensamiento, todos se muestran de acuerdo en que los
valores tradicionales y el armamento de la vieja legión pesada entró en decadencia.
Vegecio, un escritor del siglo IV, en lo que es uno de los trabajos militares más
influyentes en el mundo occidental, subrayó esta decadencia como parte de un equipo
integrado entre caballería e infantería ligera. En los últimos años, esta fórmula que
había reportado tantos éxitos se fue esfumando. Atrapada entre el crecimiento de
infantes más ligeramente armados y desorganizados, y las cada vez más numerosas
formaciones de caballería dentro de las fuerzas móviles, los "pesados" como fuerza
dominante, se marchitaron. Esto no implicó que desaparecieran completamente, pero
su reclutamiento masivo, formación, organización y despliegue como parte esencial
del sistema militar romano se vio grandemente afectado. Irónicamente, en las últimas
batallas del Imperio Occidental, las derrotas sufridas fueron infligidas por fuerzas de
infantería (muchos luchaban pie a tierra). El historiador Arther Ferrill aprecia que
incluso hacia el final, algunas de las viejas formaciones de infantería seguían
utilizándose. Tales agrupaciones eran cada vez menos efectivas, sin la severidad en
orden y disciplina, instrucción y organización de los viejos tiempos. En la batalla de
Chalons (hacia 451), Atila el huno arengó a sus tropas mofándose de la una vez
respetada infantería romana, alegando que no hacían más que acurrucarse tras una
pantalla de escudos en formación cerrada. Ordenó a sus tropas ignorarles y atacar a
los potentes alanos y visigodos en su lugar. Era un triste comentario hacia la fuerza
que una vez había dominado Europa, el Mediterráneo y la mayoría del Medio Oriente.
Aunque es cierto que en Chalons la infantería romana contribuyó a la victoria al
capturar terreno elevado en medio del campo de batalla, sus días habían pasado ya,
era el momento de las levas masivas de foederati bárbaros.70
NOTAS
↑ John Warry, Warfare in the Ancient World, (St. Martin's, 1980), pp. 70-193
↑ Adrian Goldsworthy, In the Name of Rome: The Men Who Won the Roman
Empire, Weidenfield and Nicholson, 2003 pp. 18-117
↑ Adrian Goldsworthy, The Complete Roman Army, Thames & Hudson, 2003, pp.
72-186
↑ Goldsworthy, The Complete Roman Army, op. cit
↑ Goldsworthy, The Complete Roman Army, op. cit
↑ Goldsworthy, The Complete Roman Army, op. cit
↑ Albert Harkness, The Military System Of The Romans, University Press of the
Pacific, 2004, pp. 53-89
↑ *José I. Lago. «Las legiones de Julio César, en historialago». «Los romanos
articulaban toda su estrategia en base a los campamentos fortificados que albergaban
sus legiones.»
↑ John Warry, Warfare in the ancient World, (St. Martin's, 1980), pp. 70-183
↑ Williamson, G. A., (tr), Josephus, The Jewish War, Penguin Books, 1959, p. 378-
179
116
↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 43-78
↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 43-78
↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 43-78
↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 50-69
↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 43-78
↑ Warry, Warfare in the Ancient World, op. cit
↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit
↑ Wake, T., "The Roman Army After Marius' Reforms," 28 February 2006.
↑ Harkness, The Roman Military System, op. cit
↑ Warry, op. cit.
↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 50-69
↑ Adrian Goldsworthy, The Roman Army at War, 100 BC- AD200, (Oxford, 1996),
pp. 179-80
↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit.
↑ Goldsworthy, 1996, pp. 138-40
↑ John Warry, Warfare in the Ancient World, p. 169-170
↑ Goldsworthy, "The Punic Wars, pp.53-62
↑ "Military Affairs of Rome," by Lt. Col. S.G. Brady, 1947"
↑ Warry, pp. 159-172
↑ Warry, pp. 159-172
↑ Warry, pp. 115-169
↑ John Warry, Warfare in the ancient World, (St. Martin's, 1980), pp. 70-86
↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit
↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit.
↑ Goldsworthy, "The Punic Wars"
↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit.
↑ Goldsworthy, The Complete Roman Army, op. cit.
↑ Hans Delbrück, Warfare in Antiquity
↑ La escena de apertura de bárbaros siendo aniquilados fue mostrada a oficiales
estadounidenses antes del ataque a Iraq en la Primera Guerra del Golfo, como parte
del programa de motivación. - Este hecho ha sido conocido gracias a Michael R.
Gordon y Bernard E. Trainor, "Cobra II: The Inside Story of the Invasion and
Occupation of Iraq", (Pantheon Books, 2006) pág. 164
↑ Arther Ferrill, La Caída del Imperio Romano: Una Explicación Militar
↑ Hans Delbrück, History of the Art of War, Vols. I & II. University of Nebraska
Press (1990) [1920-21].
↑ Adrian Goldsworthy "The Punic Wars", p. 54-112
↑ Polibio, "Historias" ii, x:
Infundía temor la visión y maniobras de aquellos [galos] que desnudos, se situaban al
frente, pues destacaban por sus proporciones y corpulencia
↑ Cayo Cornelio Tácito, "De las Costumbres, Sitios y Pueblos de la Germania"
versión digital
↑ Hans Delbrück, History of the Art of War, Vols. I & II. University of Nebraska
Press (1990) [1920-21].
↑ Delbrück, op. cit.
↑ Chariots: Warfare with Attitude
↑ The Fifteen Decisive Battles Of The World:From Marathon To Waterloo by Sir
Edward Creasy, M.A., 1851
↑ History of Rome: The Spanish Wars, by Appian, circa 165 A.D.
↑ Appian, op. cit.
117
↑ History of Rome: The Spanish Wars, by Appian, circa 165 A.D.
↑ Dión Casio, Polibio, Diodoro de Sicilia y Tito Livio hacen referencia explícita a las
"espadas hispanas", a las cuales atribuyen una calidad insuperable:
Estas espadas cortan cualquier cosa, y la calidad de su hierro es tan extraordinaria que
no existe escudo, yelmo o hueso que se les pueda resistir
Diodoro 5.33, 4
↑ Filón de Bizancio Mechaniké syntaxis 1V-V
↑ John Warry, Warfare in the classical world, University of Oklahoma Press
↑ Robert Asprey, "War in the Shadows: The Guerrilla in History, Vol 1, Doubleday,
1975, p 21-30
↑ Hans Delbrück, Warfare in Antiquity
↑ Hans Delbrück, History of the Art of War, Vols. I & II. University of Nebraska
Press (1990) [1920-21]. Vol. I, pág. 510
↑ Denison, op. cit
↑ Denison, op. cit
↑ Denison, op. cit
↑ Jenofonte (Anábasis, Loeb's Classical Library, 1998) menciona los problemas de la
infantería pesada (en este caso, la falange helenística) cuando se veía obligada a
combatir contra la caballería, incluyendo las desventajas de la formación de cuadro
hueco.
↑ Arther Ferrill, The Fall of the Roman Empire: The Military Explanation, (Thames &
Hudson, 1986) p. 114-157
↑ Amiano Marcelino, "The Later Roman Empire," traducido al inglés por Hamilton,
W. (Penguin, 1987). Ver también: Chris Cornuelle, An Overview of the Sassanian
Persian Military, (n.d.)
↑ Marcellinus, op. cit.
↑ Goldsworthy, The Punic Wars, 98-162
↑ Goldsworthy, The Punic Wars, 98-162
↑ Arther Ferrill, The Fall of the Roman Empire, pp. 43-190
↑ Arther Ferrill, The Fall of the Roman Empire: The Military Explanation, op. cit.
↑ Edward Luttwak, Grand Strategy of the Roman Empire, (The Johns Hopkins
University Press 1979)
↑ Ferrill, op. cit
↑ Arther Ferrill, The Fall of the Roman Empire: The Military Explanation
118
CAPÍTULO VIII
119
romano, así como de la propia Italia. Las amenazas estratégicas de la época eran en
general menos serias en este periodo, y el énfasis se puso en la preservación del
territorio ganado. El ejército fue evolucionando a la nueva situación y se volvió más
dependiente de las guarniciones estables, y menos en los campamentos itinerantes y
las operaciones de campo continuas. En la fase final del ejército romano, el servicio
militar continuó siendo asalariado y profesional para las tropas regulares. Sin
embargo, la tendencia a emplear a aliados o a tropas mercenarias se expandió hasta el
punto de que éstas acabaron representando una proporción muy sustancial de las
fuerzas de Roma. Al mismo tiempo, la uniformidad de la estructura que presentaba el
ejército romano en épocas anteriores desapareció: los soldados de la época variaban
desde arqueros montados y muy poco armados a la infantería pesada, en regimientos
de muy variable tamaño y calidad. Esto fue acompañado de una importancia cada vez
mayor de la caballería frente a la infantería, así como una recuperación de la
importancia de la
movilidad.
El primer ejército romano mencionado en los escritos se describe por fuentes mucho
más tardías. En concreto, Tito Livio y Dionisio de Halicarnaso hablan del ejército
romano remontándose al siglo VIII a. C. A menudo se hace referencia a ese ejército
como el ejército curiado de Roma, nombre que procede de las subdivisiones del
ejército basadas en las tres tribus fundadoras de la ciudad (en latín: curiae). El ejército
era relativamente pequeño, y sus actividades se limitaban «principalmente a saqueos
y robos de ganado con escaramuzas ocasionales».2 Carecía del profesionalismo y la
organización de posteriores ejércitos romanos, estando las unidades y regimientos
probablemente compuestos por divisiones por tribu o por gens. El ejército estaba
compuesto de infantería desde sus comienzos en algún momento del primer milenio
a.C., mientras que la caballería (conocida como los celeres o, literalmente, 'los
rápidos') no se formaría, según la tradición (muy discutida, por otra parte), hasta
tiempos de Rómulo.3 Durante esta época, Roma sería probablemente un pueblo
fortificado en lo alto de una colina, y su ejército se podría aproximar al típico grupo
de guerreros de la edad del bronce, liderados por el jefe de la tribu. Muchas de las
armas y armaduras de este periodo eran muy similares al resto de la cultura de
Villanova,4 que era la predominante en la región. Los diseños de las espadas, por
ejemplo, eran muy similares a las utilizadas por otras poblaciones de esa época.5 El
ejército (legio en latín) de este periodo consistía, según Tito Livio, en exactamente
3.000 soldados de infantería y 300 de caballería. Cada una de las tres tribus
fundadoras debía aportar un tercio del mismo.6 Sin embargo, Livio es muy posterior a
los hechos descritos, lo que unido a la exactitud matemática de estas cifras, las
convierte en poco creíbles.7 En lo que coinciden la mayoría de los historiadores
modernos es en que la práctica totalidad del ejército la formaban los soldados de a pie
o pedites. Posiblemente se tratara de una infantería homogénea armada con jabalinas.
La caballería (en latín, celeres), era mucho menos numerosa, y seguramente
compuesta por los nobles adinerados de la ciudad. En la entrada del siglo VII a. C.,
los etruscos (en latín, Etrusci), en la edad del hierro, constituían la civilización
predominante en el Lacio.8 9 Como tantos otros pueblos de la región, los romanos
guerrearon con los etruscos para conservar su independencia y fueron derrotados. A
finales de siglo los etruscos conquistaron Roma, estableciendo una dictadura militar o
un reino en la ciudad.
120
HOPLITAS DEL MODELO ESTRUSCO (578 a. C. – 510 a. C.)
Aunque algunas fuentes romanas, incluyendo a Tito Livio y a Polibio, hablan en sus
relatos del ejército romano de la época de la monarquía romana (periodo que siguió a
la captura de Roma por los etruscos), ninguna de ellas son fuentes contemporáneas a
los hechos. Polibio, por ejemplo, escribía unos 300 años después de los
acontecimientos que relata, y Tito Livio se sitúa cronológicamente unos 500 años más
tarde de los hechos. Adicionalmente, los registros y documentos que pudieran ser
redactados por los romanos a lo largo de esa época fueron destruidos cuando la ciudad
fue saqueada por los galos, por lo que las fuentes no pueden ser tan fiables en este
periodo como lo son en la historia militar posterior a la Primera Guerra Púnica. Por
todos estos motivos, gran parte de la historia de este periodo se considera apócrifa. De
acuerdo, sin embargo, a los escritos que tenemos, los tres reyes de Roma en la época
de la ocupación etrusca fueron Tarquino el Viejo, Servio Tulio y Tarquino el
Soberbio. Durante esta época, el ejército pasó por una reforma hacia el modelo
centurial, basado en la clase socio-económica.10 Esta reforma se atribuye
tradicionalmente a Servio Tulio, segundo de los reyes etruscos, que habría llevado a
cabo primero el primer censo de todos los ciudadanos romanos.11 Livio dice que Tulio
reformó el ejército trasplantando en él la nueva estructura diseñada originalmente para
la vida civil como resultado del censo.10 Entre otros motivos, el servicio militar era
considerado en este tiempo una responsabilidad cívica y una forma de mejorar el
estatus social dentro de la sociedad romana.12 En cualquier caso, las clases sociales
romanas no fueron creadas por el censo, sino que más bien fueron calificadas por él.
Sería por tanto algo más exacto decir que, en lugar de ser reformada, la estructura
militar de la época fue mejor definida: la calificación como ciudadanos de «primera
clase» (aquellos calificados para servir militarmente como infantería pesada) a
aquellos con activos por valor de 100.000 o más ases (la moneda de la época), no
altera el hecho de que antes de esa calificación los ciudadanos más pobres no hubieran
sido capaces de pagarse las armas y la armadura necesarias para servir como
121
infantería pesada. Los relatos también dicen que el ejército duplicó su tamaño en ese
momento, pasando a estar formado desde los 3.000 hasta los 6.000 hombres, que a su
vez se dividieron en 60 centurias de 100 hombres cada una.13 El ejército estaba
compuesto por una serie de tropas diferentes basadas en las clases sociales de los
ciudadanos propietarios, conocidos colectivamente como assidui. Todos, desde los
ciudadanos más pobres pertenecientes a la «quinta clase» hasta los más ricos de la
«primera clase» y con la orden ecuestre, por encima de todos ellos, estaban obligados
a cumplir el servicio militar.14
Es importante hacer un inciso para señalar que los ciudadanos romanos de esta época
normalmente veían el servicio militar como un honroso deber para con el Estado. Esta
visión contrastaría con la que se tendría del servicio militar en tiempos posteriores,
cuando ya se percibía como una carga desagradable y gravosa.15 Mientras que existen
relatos de romanos del Bajo Imperio que llegaron a mutilarse para evadir el servicio
militar,16 parece que no existían esos problemas en los comienzos de la historia de
Roma. Ello, en parte, puede deberse a la menor intensidad de los conflictos en esta
época, y en parte también a que solían luchar cerca de sus propias tierras y hogares, y
que incluso a menudo su lucha era con el fin de proteger esas posesiones. También
podía deberse, como apuntan algunos de los últimos escritores romanos, a la
existencia de un mayor espíritu marcial en la antigüedad.17 18 El orden ecuestre, los
plebeyos adinerados, servía como caballería montada (de ahí su nombre). La primera
clase, compuesta por los ciudadanos más ricos, servía como infantería pesada con
espadas y largas lanzas (con cierto parecido a los hoplitas), y ocupaba la primera línea
de batalla. La segunda clase iba armada de forma similar a la primera, pero sin un
peto que les protegiese el torso, y con un escudo oblongo en lugar de redondo. Se
colocaba justo detrás de la primera en formación de batalla. Las tercera y cuarta clases
tenían un armamento más ligero que las otras dos, y portaban una lanza y varias
jabalinas para ataque a distancia. Normalmente se colocaban detrás de la segunda
clase, para dar apoyo con sus armas arrojadizas. Por último, los ciudadanos de la
quinta clase eran demasiado pobres para permitirse mucho equipamiento, por lo que
iban armados como hostigadores, con hondas y piedras. Se colocaban a modo de
pantalla por delante del ejército principal, cubriendo su aproximación y ocultando sus
maniobras. Quedaba, sin embargo, una última clase que no figuraba ni en el censo,
compuesta por aquellos hombres sin propiedades, que eran excluidos de las clases
sociales de los assidui, y se les eximía del servicio militar debido a que eran
demasiado pobres como para aportar ningún tipo de equipamiento militar.14 10 Sin
embargo, en las situaciones más complicadas incluso esta clase, los proletarii, eran
llamados al servicio,19 aunque su valor militar era probablemente muy cuestionable.
Las tropas de estas clases lucharían juntas en el campo de batalla, con la excepción de
las tropas más veteranas, a las que se encargaba la protección de la ciudad.11
122
y mediados de la República estaban compuestas por una mezcla de infantería ligera y
pesada. Para referirse a este tipo de legión se utiliza el término ejército manipular. El
motivo de este término es marcar el contraste existente entre esta legión basada en
unidades de 120 hombres llamadas manípulos, y los posteriores ejércitos legionarios
del Imperio, basados en el sistema de cohortes. El ejército manipular estaba basado
parcialmente en el sistema de clases sociales y parcialmente en la edad y experiencia
militar de los soldados. Representa, por tanto, un paso intermedio teórico entre los
anteriores ejércitos basados en la clase social y los ejércitos posteriores, donde el
estrato social será irrelevante. En la práctica, incluso los esclavos llegaron a ser
llamados para formar parte del ejército de la República cuando ello llegó a ser
necesario.21 El ejército manipular recibió su nombre de la forma en la que se colocaba
la infantería pesada. Los manípulos eran unidades de 120 hombres que pertenecían a
una misma clase de infantería. Eran lo suficientemente pequeños como para permitir
el movimiento táctico de unidades de infantería individuales en el campo de batalla y
dentro del marco de un ejército más grande.
Los manípulos se organizaban en tres distintas líneas de batalla (en latín, triplex acies)
basadas cada una en un tipo de infantería pesada: hastati, princeps y triarii.22 La
primera clase, los hastati, formaba en primera línea de batalla: Se trataba de soldados
de infantería cubiertos con armaduras de cuero, corazas y cascos adornados con 3
plumas de aproximadamente 30 centímetros de altura. Llevaban un escudo de madera,
reforzado con hierro, que medía 4 pies de altura (unos 120 cm) y tenía forma de
rectángulo convexo. Blandían una espada llamada gladius y dos lanzas arrojadizas
conocidas como pila (un pesado pilum y una jabalina más pequeña).23 La segunda
clase, los príncipes o princeps, formaban habitualmente la segunda línea de soldados
en la formación de batalla. Eran soldados de infantería pesada, armados y protegidos
igual que los hastati, salvo por el hecho de que utilizaban una cota de malla más
ligera en lugar de una coraza sólida.23 Los triarii, que formaban habitualmente la
tercera fila cuando el ejército se colocaba en orden de batalla, eran los últimos
remanentes de soldados de estilo hoplita en el ejército romano. Sus armas y armadura
eran similares a las de los princeps, con la excepción de que su arma principal era una
pica en lugar de los dos pila.23
123
serían princeps, y las tropas más veteranas de edad más avanzada formarían la línea
de triarii. La infantería pesada de los manípulos era a su vez apoyada por las tropas de
infantería ligera (en latín, velites) y de caballería (en latín, equites), normalmente 300
hombres a caballo por legión manipular.22 La caballería la formaba en principio la
clase más rica de la orden ecuestre, pero en ocasiones se conseguía caballería e
infantería ligera adicional de los aliados latinos del resto de la península itálica. Los
equites seguían perteneciendo a las clases más ricas de la sociedad romana. Había, por
último, una clase adicional de tropas que recibían el nombre en latín de accensi o
adscripticii. Más adelante también fueron denominados supernumerarii. Se trataba de
tropas que seguían al ejército sin un rol material específico, y que se situaban detrás
de los triarii. Su principal función era suplir a las bajas que pudieran producirse en los
manípulos, aunque también pueden haber servido de forma ocasional como
mensajeros de los oficiales. La infantería ligera de 1.200 velites22 consistía en tropas
hostigadoras sin armadura que procedían de las clases sociales más bajas y de los
soldados más jóvenes. Estaban armados con una espada y una rodela de 3 pies (unos
90 centímetros) de diámetro, además de varias jabalinas ligeras de madera, también de
unos 3 pies de largo, y con una punta metálica estrecha de unos 25 centímetros.23 El
número de estas tropas se incrementaba con la inclusión de infantería ligera aliada y
los irregulares rorarii (tropas parecidas a los accensi).
El reclutamiento efectuado en el año 403 a. C. fue el primero que fue realizado para
una campaña más larga que una simple estación,25 y desde ese momento la práctica se
fue volviendo cada vez más común, hasta el punto de llegar a ser habitual. En cuanto
a las fuerzas armadas navales, hubo una pequeña armada que operó a bajo nivel tras la
Segunda Guerra Samnita, y que se vio incrementada de forma masiva durante este
periodo, expandiéndose desde lo que sería una simple patrulla fluvial y costera hasta
el tamaño de una verdadera unidad marítima. Tras un periodo de construcción
frenética debida a la Primera Guerra Púnica, la armada creció hasta un tamaño de más
de 400 naves realizadas bajo el diseño naval cartaginés. Una vez completada, esta
flota pudo llegar a albergar hasta 100.000 marineros y tropas embarcadas para la
batalla. La armada se redujo en tamaño en los años posteriores. Esto, en parte, tuvo
lugar porque la pacificación del mar Mediterráneo hizo que no fuera necesario llevar a
cabo una política militarista naval, y en parte también se produjo porque los romanos
eligieron confiar en este periodo en las naves que aportaban las ciudades griegas,
cuyos habitantes tenían una mayor experiencia marítima.26
Las extraordinarias exigencias militares de las Guerras Púnicas, junto con la falta de
mano de obra, pusieron en evidencia las debilidades tácticas de la legión manipular, al
menos en el corto plazo.27 En 217 a. C. Roma se vio obligada a ignorar sus principios
establecidos de que sus soldados debían ser ciudadanos romanos y propietarios, y se
vio en la necesidad de enrolar a los esclavos en el servicio naval.21 Además,
aproximadamente en 213 a. C., los requisitos de propiedad se redujeron desde 11.000
a 4.000 ases.21 Teniendo en cuenta que los romanos preferirían utilizar a ciudadanos
libres antes que a los esclavos en sus ejércitos,28 debe de asumirse que, llegados a este
punto, los proletarii, los ciudadanos más pobres, también debían haber sido llamados
al servicio militar a pesar de su incapacidad legal. Para 123 a. C., los requisitos
financieros para el servicio militar fueron de nuevo reducidos de los 4.000 ases a
solamente 1.500.29 Para entonces, por tanto, está claro que muchos de los anteriores
124
proletarii sin propiedades habrían sido admitidos nominalmente en el grupo de los
adsidui.29 Durante el siglo II a. C., el territorio de Roma sufrió un descenso
demográfico general,30 que en parte de debió a las importantes pérdidas humanas
incurridas durante varias guerras. Esto se vio a su vez acompañado por una serie de
tensiones sociales y el gran colapso económico de las clases medias, que se fueron
incorporando a las clases bajas del censo y a los proletarii.30 El resultado fue que
tanto la sociedad romana como su ejército se fueron proletarizando cada vez más. El
estado romano se veía obligado a armar a sus soldados a costa del erario público,
puesto que muchos de los soldados que formaban las clases bajas se habían
empobrecido hasta ser proletarii en todo salvo en el nombre, y no tenían recursos para
pagar su propio equipamiento.30 Por otro lado, la distinción entre los hastati, los
princeps y los triarii comenzó a ser cada vez más borrosa, posiblemente por el hecho
de tener que encargarse el estado de proveer equipamiento estándar a todos salvo las
clases más altas, que eran los únicos que podían pagar el suyo propio.30 En la época
de Polibio, los triarii o sus sucesores todavía representaban una infantería pesada
distinta, armada con un estilo único de coraza, pero los hastati y los princeps se
habían vuelto ya indistinguibles los unos de los otros.30 Por último, la falta de
hombres llevó a un incremento considerable en la carga repartida entre los aliados
(socii) en cuanto a sus aportaciones de soldados,31 y cuando los aliados habituales no
fueron capaces de proveer a Roma con las cantidades y tipos de soldados requeridos,
los romanos tampoco pusieron pegas a contratar mercenarios para luchar junto con
sus legiones.32
125
que había ido forjándose a través de varios siglos, mediante la reducción de los
requisitos económicos para el servicio militar.34 La distinción entre hastati, princeps y
triarii, que por otra parte ya se había vuelto muy borrosa, fue oficialmente
eliminada,22 35 y se creó la legión romana en el concepto en el que se la recuerda
habitualmente. La infantería legionaria pasó a ser una fuerza homogénea de infantería
pesada compuesta por ciudadanos romanos. Hay que tener en cuenta que, por
entonces, la ciudadanía romana y la latina se había ido expandiendo geográficamente
por gran parte de Italia y de la Galia Cisalpina,36 por lo que al hablar de ciudadanos
romanos el concepto abarca distintas poblaciones ya romanizadas y no meramente a la
ciudad de Roma.
La infantería más ligera, como los velites y los equites, fueron reemplazadas por
tropas auxiliares (en latín, auxilia) compuestas por mercenarios o soldados que no
eran ciudadanos romanos.37 Además, debido a la concentración de las legiones en una
fuerza de infantería pesada24 los ejércitos de Roma dependían de la caballería auxiliar
que les daba apoyo. Como necesidad táctica, las legiones eran acompañadas casi
siempre por un número igual o mayor de tropas auxiliares más ligeras,38 que a su vez
eran reclutadas de los no ciudadanos que vivían en los territorios del Imperio. La
única excepción en este periodo histórico en la que una legión llegó a estar formada
por soldados que no eran ciudadanos romanos fue una Legión de imitación que fue
reclutada en la provincia de Galacia.36 Al contrario que en fechas anteriores, los
legionarios ya no luchaban sobre la base de campañas estacionales para la protección
de su tierra.39 Por el contrario, ahora recibían una paga fija, y eran empleados por el
estado por una duración determinada. Como consecuencia, el servicio militar pasó a
desplazarse a las clases más bajas de la sociedad romana, para quienes la paga
asalariada del estado resultaba un buen incentivo para alistarse.40 A través de este
proceso de reformas el ejército fue modificando su composición, de forma que las
personas más pobres, y sobre todo las de origen rural, pasaron a constituir un gran
porcentaje del total de los soldados.41 Una consecuencia desestabilizadora de este
desarrollo fue que el proletariado «adquirió una posición más fuerte y elevada»40
dentro del Estado. Sin embargo, esta profesionalización del ejército era absolutamente
necesaria si se quería poder establecer guarniciones permanentes en territorios recién
adquiridos y tan distantes como Hispania, lo cual no era posible bajo las anteriores
milicias estacionales de ciudadanos. El historiador R. E. Smith apunta que hubo
también la necesidad de reclutar legiones adicionales en situaciones de emergencia,
con la finalidad de repeler amenazas estratégicas específicas. Argumenta que esto
podría haber llevado a crear dos tipos de legiones distintas:42 Por un lado estarían las
legiones de larga duración, establecidas en las provincias y compuestas
probablemente por tropas profesionales que componían un ejército en pie de guerra.
Por otra parte estarían las legiones formadas rápidamente, que estarían compuestas
por hombres más jóvenes con poca o nula experiencia militar, con esperanzas de
aventura y botín.42 En cualquier caso, no se conoce ninguna distinción en cuanto a la
paga básica, la disciplina o el equipamiento entre estos dos tipos de legión. La
práctica de las tropas veteranas de enrolarse voluntariamente en las nuevas legiones
podría haber significado que ningún ejército se compuso exactamente de uno u otro
de esos dos arquetipos. Las legiones de finales de la República estaban compuestas
por infantería pesada casi en su totalidad. La principal sub-unidad de la legión era la
cohorte (en latín cohors), formada por 480 hombres de infantería.43 La cohorte era
mucho más grande que el anterior manípulo, y estaba dividida en seis centurias de 80
hombres cada una. A su vez cada centuria se dividía en 10 «grupos de tienda» (en
126
latín, contubernia) de 8 hombres cada uno. Las legiones comprendían también un
pequeño cuerpo, normalmente de unos 120 hombres, de caballería legionaria romana
(en latín, equites legionis). Los equites se utilizaban como exploradores y mensajeros,
y no como verdadera caballería de batalla, dada la inexistencia por aquel entonces de
estribos y sillas de montar.44 Las legiones también contenían un grupo dedicado a la
artillería de aproximadamente unos 60 hombres, y que operaban las armas de asedio
como las ballistas (en latín, ballistae).43 Cada legión iba acompañada normalmente
con un número aproximadamente igual de tropas auxiliares de aliados.45 Esto fue una
formalización de lo que antes era una práctica habitual, esto es, el uso de tropas
ligeras de latinos y otros aliados, que para entonces habían recibido la ciudadanía
romana tras la Guerra Social.46 Las tropas auxiliares, además, podían estar formadas
por distintos tipo de tropas:
Las tropas de caballería incluían a los arqueros a caballo (en latín, sagittarii), a la
caballería de choque (cataphractii o clibanarii) o armados con lanzas (antesignani o
lancearii). La infantería podía ir armada con arcos, hondas, lanzas arrojadizas,
espadas largas o lanzas. Las unidades auxiliares originalmente eran dirigidas por sus
propios jefes y, en este periodo, su organización interna dependía de sus
comandantes.47 Sin embargo, «la deficiencia más obvia» del ejército romano seguía
siendo su escasez de caballería, especialmente caballería pesada,48 hasta el punto de
que incluso las unidades auxiliares estaban compuestas principalmente por infantería.
Luttwak comenta que las tropas auxiliares consistían en gran parte de arqueros de
Creta, honderos baleares e infantería de Numidia, todos los cuales luchaban a pie.49
Sin embargo, a medida que las fronteras de Roma se fueron expandiendo, sus
adversarios cambiaron de ser ejércitos basados en la infantería a estar basados en la
caballería, por lo que el ejército romano comenzó a encontrarse en una cierta
desventaja táctica, principalmente en Oriente. En cuanto a la armada de este periodo,
había quedado muy reducida tras las Guerras Púnicas y la conquista de Grecia. En
consecuencia, los piratas cilicios se convirtieron en los verdaderos amos del
Mediterráneo. A finales del período republicano, en el contexto de las Guerras
Mitridáticas y la campaña de Pompeyo Magno contra los piratas26 se acometió una
profunda revitalización naval, que sirivó asimismo para hacer frente a nuevos
requerimientos: por ejemplo, Julio César reunió una flota en el Canal de la Mancha
para invadir Britania. Por último, durante la guerra civil posterior, se llegaron a
construir o transformar para el uso militar desde las ciudades griegas un número
cercano al millar de naves.26
127
hizo en Farsalia y Marco Junio Bruto en Macedonia.51 Es importante precisar que este
reclutamiento tuvo carácter irregular y extraordinario y que no fue, sin embargo, un
reclutamiento típico de este periodo. La ley romana siguió exigiendo oficialmente que
las legiones estuviesen compuestas exclusivamente por ciudadanos romanos.
128
este motivo, las tropas dependían casi en exclusiva de su general, y no tanto de la
República de Roma ni del Senado, lo cual suponía de hecho que le solían apoyar
aunque éste se volviese contra el poder establecido (así había ocurrido con Sila,
cuando se dirigió contra Roma, y cuando César cruzó el Rubicón). Augusto eliminó la
necesidad de reclutar ejércitos de emergencia mediante el incremento del tamaño de
los ejércitos regulares para que hubiese suficientes como para defender
adecuadamente el territorio del Imperio.52 53Posiblemente por motivos similares,
además de las existentes legiones y tropas auxiliares, Augusto creó una nueva
formación de guardias de élite dedicadas a la protección del emperador. La primera de
esas unidades tuvo su base en Roma, y fue conocida como Guardia Pretoriana. Otra
formación similar recibió el nombre de cohorte urbana.54 55 Las legiones, que habían
sido una mezcla de soldados profesionales y civiles, fueron modificadas para
convertirse en un ejército permanente compuesto sólo por soldados profesionales.56
Por otro lado, la estructura de cohortes permaneció muy parecida a lo que había sido
desde finales de la república, aunque en el siglo I d. C. se duplicó el tamaño de la
primera cohorte de cada legión hasta un total de 960 soldados.56 57 Sin embargo,
aunque la estructura de las legiones permaneció siendo muy parecida, su forma de
creación fue alterada de forma gradual. Mientras que las legiones republicanas habían
sido reclutadas mediante levas sobre los ciudadanos romanos aptos para la elección,
las legiones imperiales fueron reclutadas solamente a partir de voluntarios, pero a
partir de un conjunto de ciudadanos mucho más amplio. Las legiones republicanas se
habían reclutado casi en exclusiva en Italia, mientras que las legiones de comienzos
de la edad imperial obtenían la mayor parte de sus recursos a partir de las poblaciones
de las colonias romanas en las provincias desde el año 68 en adelante. Una estimación
coloca la proporción de tropas italianas en un 65 % en época de Augusto,
aproximadamente en el comienzo del milenio. Sin embargo, la cifra cae hasta
alrededor del 49 % a finales del reinado de Nerón.58 Dado que las legiones estaban
oficialmente abiertas sólo a ciudadanos romanos, Cary y Scullard argumentan que al
menos en algunas provincias en esa época «se debieron reclutar muchos provincianos
que no tenían verdaderamente la ciudadanía romana, pero que la recibieron de
forma no oficial en el momento del reclutamiento»,59 práctica que se incrementaría a
lo largo del siglo II.60 Esto es más probable en aquellas provincias en las que la
población de ciudadanos romanos no era lo suficientemente grande como para cubrir
las necesidades de reclutamiento del ejército como, por ejemplo, en Britania, en
dónde según una estimación sólo habría unos 50.000 ciudadanos romanos en el siglo I
de una población provincial total de alrededor de dos millones.61 Al mismo tiempo la
estructura de las legiones fue acometiendo reformas y sufrió algunas transformaciones
de cierta envergadura. Los auxilia fueron reorganizados, y un número de tropas
aliadas fueron formalizadas en unidades permanentes similares a las legiones. Por otra
parte, en lugar de ser reclutadas de forma reactiva, cuando era necesario, las tropas
auxiliares comenzaron a ser formadas de forma previa a los conflictos, y de acuerdo
con los objetivos anuales.62 Además, mientras que en épocas anteriores la
organización interna de las auxilia había sido dejada a cargo de sus comandantes, a
comienzos del imperio fueron organizadas en unidades estandarizadas conocidas
como turmae,47 si bien no llegaron a estar estandarizadas en su equipamiento de la
misma forma que las legiones63 y a menudo mantenían ciertas características de la
nación de la que procedían. El tamaño de las unidades, al menos, sí que fue en parte
estandarizado. La caballería podía formar bien un un ala quingenaria de 512
caballeros, o en un ala millaria de 1.00045 y la infantería auxiliar podía formarse en
una cohors quingenaria de 500 hombres o en una cohors millaria de 1.000.45 Las
129
unidades compuestas conjuntamente por caballería e infantería se solían formar en
una mayor proporción de soldados de a pie que a caballo: la cohors equitata
quingenaria consistía de 380 hombres a pie y 120 a caballo, y la cohors equitata
millaria consistía de 760 a pie y 240 a caballo.45 La vitalidad del Imperio en este
punto era tal que la utilización de auxilia nativos en el ejército romano aparentemente
no barbarizó el ejército, como en cambio algunos estudiosos dicen que ocurrió en el
bajo imperio.64 Por el contrario, aquellos que servían como auxilia durante este
periodo a menudo buscaban romanizarse ellos mismos. Se les garantizaba la
adquisición de la ciudadanía romana a la finalización del servicio, lo cual les aportaba
una serie de ventajas sociales, quedando sus hijos en posición de ser elegibles para
formar parte de las legiones.65 Como con el ejército, en la armada también se
reclutaron muchos no italianos, en parte porque los romanos nunca habían estado muy
preparados para la vida marítima.66 Parece que la armada era considerada ligeramente
menos prestigiosa que las tropas auxiliares66 pero, al igual que en estas últimas, las
tropas podían ganar su ciudadanía al pasar a la reserva. En términos de estructura,
cada navío estaba tripulado por un grupo de hombres que equivalía aproximadamente
a una centuria, y diez navíos conformaban un escuadrón naval.66 Tras la derrota de
Antonio, la flota romana se dividió en dos bases principales: Miseno y Rávena.
A finales del siglo I las legiones seguían siendo la espina dorsal del ejército romano, a
pesar de que los auxiliares, de hecho, superaban en casi un 50% el número de
legionarios.67 Por otra parte, y en lo que respecta a la composición interna de las
legiones, el número de soldados reclutados dentro de la península itálica también cayó
de forma gradual desde el año 70.68 A finales de siglo la proporción de ciudadanos
procedentes de Italia había caído hasta el 22 %, siendo el resto de soldados
procedentes de las provincias conquistadas.58 Teniendo en cuenta que técnicamente
sólo los ciudadanos romanos tenían derecho a enrolarse en las legiones, se cree que
por motivos de necesidad y en algunos casos en los que los reclutas no poseían ésta
«simplemente les fue otorgada en el alistamiento».68 69 Para esta época los límites del
Imperio se habían mantenido relativamente fijos en los lugares hasta los que se había
expandido bajo el gobierno del emperador Trajano. Debido a ello, el ejército fue
responsabilizándose cada vez en mayor grado de la protección de las fronteras
existentes en lugar de expandirse hacia otros territorios, al contrario de lo que había
130
sucedido en las épocas anteriores.70 El resultado fue que las legiones comenzaron a
quedar estacionadas en ubicaciones muy estables. A pesar de que legiones enteras en
ocasiones eran transferidas a lugares en guerra, permanecían mucho tiempo de forma
estacionaria en una o más bases legionarias en la provincia, dividiéndose en grupos
más pequeños de tropas (en latín, vexillationes) según se requería.71 Esta política fue
el comienzo de lo que en épocas posteriores supondría la división de las fuerzas
militares terrestres, en el bajo imperio, en las tropas móviles y estacionarias. En
general, las mejores tropas eran enviadas como vexillationes, y el resto, de peor
calidad, permanecían para la protección de las defensas fronterizas. Posiblemente
entre las que se quedaban en la zona estaban los soldados heridos y aquellos otros
próximos a su jubilación.72
131
militar de años anteriores76 Sin embargo, eso no certifica que se produjera una
reducción en la efectividad de las legiones, debido a la gran ferocidad y estatura de los
nuevos reclutas bárbaros.
Soldados romanos del siglo III luchando contra tropas godas, representados en un
sarcófago romano contemporáneo (aprox. 250 d. C.).
El estilo del ejército romano, sin embargo, estaba ahora condicionado por el cada vez
mayor número de reclutas de las regiones, que llevaba a una barbarización cada vez
más visible de las fuerzas romanas en el comienzo del periodo.78 La barbarización de
los rangos más bajos se iba complementando con una barbarización al mismo tiempo
de la estructura de mando a medida que los senadores romanos, que tradicionalmente
habían sido la fuente de la que procedían los comandantes, eran excluidos del ejército.
Para 235 d. C. asciende al trono imperial Maximino el Tracio. Este hecho supone un
hito en la historia de Roma, puesto que aunque no se trataba de la primera ocasión en
la que el propio emperador, la cabeza del ejército, fuera un hombre nacido fuera de
Italia (Trajano y Adriano habían nacido en Hispania, Septimio Severo en África,
Caracalla en Galia, Heliogábalo en Siria...), la familia de Maximino no era de origen
romano en absoluto, siendo hijo de dos bárbaros: padre godo y madre alana.79 La
inclusión gradual de cada vez mayor número de tropas de orígenes diversos dentro del
ejército romano se llevó un paso más allá con la creación, en tiempos de Adriano, de
un nuevo tipo de unidad añadida a las legiones y a las auxilia, y que sería conocida
como numerii.70 Estaba formada por cuerpos de unos 300 soldados irregulares,45 y
eran reclutados de las provincias subyugadas, así como de los ciudadanos de los
estados-clientes o de más allá de los límites fronterizos del estado. Estaban menos
equipadas y menos romanizadas que las tropas auxiliares, con un «pronunciado
carácter nacional»,80 incluyendo las vestimentas nativas y sus propios gritos de
guerra.64 La introducción de los numerii fue la respuesta a la necesidad de tropas
132
baratas, que fuesen al mismo tiempo fieras y con una fuerza equilibrada de caballería
e infantería ligera.81 Estaban, por tanto, mucho menos armadas y menos entrenadas
que los auxilia o que las legiones,70 aunque también se utilizaban algunas tropas
irregulares nativas de élite.82 En cualquier caso, las legiones todavía suponían
alrededor de la mitad del ejército romano en esta época.75
En la época del Bajo Imperio Romano, las fuerzas enemigas tanto en el este como en
el oeste eran «suficientemente móviles y suficientemente fuertes como para romper el
perímetro defensivo [romano] en cualquier eje seleccionado de penetración»;83 desde
el siglo III en adelante, tanto las tribus germánicas como los ejércitos persas
atravesaron las fronteras del Imperio Romano.70 84 En respuesta, el ejército romano
atravesó una serie de cambios, si bien la mayoría se produjeron como una evolución o
adaptación natural al cambio y no tanto como reformas militares deliberadas, como
las que se habían producido durante la república y a comienzos del Imperio. Se puso
un gran énfasis en la habilidad de combate de todos los tipos militares, como la
artillería de campo, las ballistae, de mano, arqueros y dardos. Las fuerzas romanas
fueron incrementando su movilidad de forma gradual, con un soldado de caballería
por cada tres de infantería, en comparación con la proporción de uno a cuarenta de
comienzos del Imperio.85 86 Adicionalmente, el emperador Galieno llevó a cabo el
133
paso revolucionario de crear regimientos de caballería específicos, separándolos de
los regimientos mixtos de caballería e infantería que existían antes, incluyendo
catafractarii o clibanarii, scutarii, y la caballería legionaria conocida como promoti.
Colectivamente, todos estos regimientos eran conocidos como equites.82 Alrededor de
275, la proporción de catafractarii también se incrementó.82 No existe una opinión
unívoca en torno a cuándo exactamente se incrementó la proporción relativa de la
caballería, y en concreto se discute especialmente si las reformas de Galieno
ocurrieron a la vez que se incremento la proporción de la caballería en la composición
total del ejército, o si se trata de dos eventos separados. Alfoldi parece creer que las
reformas de Galieno fueron contemporáneas con el incremento en el número de
caballería, y argumenta que, para el año 258, Galieno había hecho que la caballería
fuese la unidad tipo predominante en el ejército romano, sustituyendo en ese puesto al
soldado de infantería pesada que había dominado los ejércitos anteriores.82 Según el
historiador Warren Treadgold, sin embargo, la proporción de caballería no cambió
entre los comienzos del siglo III y los comienzos del siglo IV.87 Además, durante esta
época, grupos cada vez más grandes de barbari comenzaron también a asentarse en
los territorios romanos. Las tropas contratadas para que ayudasen al ejército romano
ya no se organizaban como los antiguos numeri, sino más parecidas a como lo harían
los mercenarios nativos independientes que serían conocidos como tropas federadas
(en latín, foederati).88 89 Aunque servían bajo las órdenes de oficiales romanas, las
tropas de estas unidades estaban mucho más barbarizadas que los numeri, y no
estaban romanizados ni en su estructura militar ni en su ideología personal. Además,
tampoco adquirían la ciudadanía romana tras el servicio prestado.88 Por otra parte, a
las tropas nativas no se les permitía luchar en bandas de guerra nativas bajo las
órdenes de sus propios jefes (cosa que más tarde sí que ocurriría con los foederati),
sino que se dividía a las tropas en pequeños grupos adheridos a otras unidades
romanas.90 Estaban por tanto a medio camino entre los numeri, a los que se intentaba
romanizar, y los foederati, que eran casi por completo independientes.
134
Soldados romanos representados en un arco del triunfo del año 312 a. C.
aproximadamente. Uno de los rasgos más llamativos de los soldados es que todos
llevan barba. Más adelante en la evolución de la estructura del ejército romano, y
cuando comenzó la aplicación de una serie de tropas a las labores concretas de
guardia de las fronteras (como ocurría en el caso de la Muralla de Adriano en Britania
en el siglo II d. C.), emergiría una nueva distinción entre tropas específicas de
protección fronteriza y fuerzas móviles de reserva. Esta práctica podría incluso
remontarse hasta finales de la república, con el uso de las legiones «provinciales» y
«de emergencia». En la época del Bajo Imperio, las demandas de soldados para cubrir
las necesidades fronterizas, y las reservas estratégicas de fuerza militar habían llevado
a la división del ejército en cuatro tipos de tropas. Los destacamentos fronterizos
estaban compuestos por una milicia «establecida y hereditaria»75 (en latín, limitanei o
riparienses) que estaban «atados a sus puestos».91 En la retaguardia, por otro lado,
había tropas con una mayor movilidad para su desplazamiento en los campos de
batalla y que eran conocidas como comitatenses, que se mantenían como reserva
estratégica.92 Además, en algún lugar intermedio entre estos dos tipos de tropas, había
unas reservas más locales y de carácter provincial conocidas como cunei (caballería) y
auxilia (para esta época, haciendo referencia solamente a la infantería) que podría
haber evolucionado a partir de las unidades de caballería auxiliar de épocas
anteriores.93 Por último, desde la época del emperador Constantino el Grande,
también hubo dos pequeñas reservas centrales (en latín, scholae) que se mantenían
como retaguardia estratégica incluso a los comitatenses, cada una en la presencia de
los emperadores de Oriente y Occidente, respectivamente.92 Creadas y expandidas
desde las tropas que componían la guardia personal del emperador, estos ejércitos
centrales parece que para el año 295 d. C. habrían llegado a un tamaño demasiado
grande como para ser contabilizadas como meras guardias personales, aunque todavía
eran demasiado pequeñas como para entablar campañas de forma independiente y sin
apoyo de los legionarios o vexillationes.94
De los cuatro tipos de tropas, las limitanei (guardias fronterizos) se han considerado
generalmente como las de inferior calidad,95 96 estando formada en su mayoría por
milicias de soldados formadas a partir de los campesinos de la zona y que eran muy
inferiores tanto a las antiguas legiones93 como a su contrapartida en los ejércitos de
campo.97 Mientras que los limitanei debían hacerse cargo de las acciones de patrulla y
de las incursiones de baja intensidad, el deber de responder ante incidentes más serios
recaía sobre las tropas provinciales. Por último, cuando se hacía necesario
contrarrestar las incursiones de mayor escala en el plano estratégico, se requería la
actuación de los comitatenses o las tropas móviles de campo, posiblemente
acompañadas por los scholae del emperador. Tanto las tropas fronterizas como las de
campo estaban compuestas por una mezcla de infantería y caballería98 aunque el peso
de la caballería era, de acuerdo a algunas autoridades, mayor en el caso de lo ejércitos
móviles.92 Otras investigaciones más antiguas, como la edición de 1911 de la
Enciclopedia Británica, establece que el ejército romano del bajo imperio estaba
«marcado por la predominancia de la caballería que caracterizaba los primeros
siglos de la Edad Media»,1 aunque muchos autores recientes creen que la infantería
seguía siendo predominante.99 100 Existe alguna discrepancia sobre si esta nueva
estructura militar fue puesta en práctica bajo el gobierno del emperador Diocleciano o
si es de la época de Constantino, dado que ambos reorganizaron el ejército a finales
del siglo III y comienzos del IV hasta cierto punto.101 Tanto Diocleciano como
Galieno, su predecesor durante treinta años, podrían haber llegado a controlar las
135
reservas móviles estratégicas para ayudar a las fuerzas fronterizas imperiales.102 103
Puede que Diocleciano o puede que Constantino I expandiría esta fuerza hasta
constituir ejércitos permanentes.104 El reclutamiento entre los ciudadanos romanos,
por otra parte, se había visto muy mermado como consecuencia de varios
acontecimientos: Por una parte, se había producido una reducción de la población,105
106
junto con un incremento muy numeroso en las categorías de ciudadanos eximidos
del servicio militar,96 así como la expansión del mensaje pacifista cristiano.107 Todos
estos factores conjuntos culminaron con «la retirada de la clase urbana de todas las
formas de actividad militar».108 En su lugar, gran parte de los efectivos de Roma se
reclutaban ahora de habitantes no italianos que vivían en las fronteras del imperio,
muchos de los cuales eran bárbaros o semi-bárbaros que se habían asentado
recientemente en tierras del imperio,75 91 incluyendo a varias colonias de carpianos,
bastarnos y sármatas.109
Aunque las unidades descritas como legiones existieron hasta el siglo V, tanto en las
fronteras como en los ejércitos móviles110 el sistema legionario era muy diferente del
que hubo en la época del principado y del comienzo del imperio. Si bien el término
legión continuaba utilizándose, no está claro exactamente cuándo cambió la estructura
y el rol de las legiones. En algún momento entre los siglos III y IV, en cualquier caso,
el rol de las legiones como infantería pesada de élite fue reducido de forma
sustancial108 y podría haberse evaporado completamente.111 En su lugar, esas
«legiones» que todavía existían no se componían ya exclusivamente de ciudadanos
romanos (y puede que apenas hubiese entre sus filas).98 Diocleciano112 o Constantino
reorganizó el ejército en unidades de infantería más pequeñas98 que, de acuerdo a
algunas fuentes, podrían haber ido armadas de forma más ligera que las antiguas
legiones.108 Su armamento más ligero podría haber sido porque «no hubieran
consentido acarrear tanto peso de armadura como los antiguos legionarios»113 o,
como ocurrió al menos en un evento registrado, porque les fuere prohibido por su
general el llevar armaduras más pesadas para con ello incrementar su movilidad.114
Las legiones del siglo IV en ocasiones eran sólo un sexto del tamaño original de las
legiones imperiales, e iban armadas solamente con una combinación de lanzas, arcos,
hondas, dardos y espadas,111 114 reflejando un mayor énfasis contemporáneo en la
lucha a distancia.115 Constantino incrementó todavía más la proporción de tropas
germánicas en el ejército regular,116 siendo su impacto tan grande que incluso los
legionarios comenzaron a vestir de la manera germánica.108
136
Retrato anónimo de Atila, rey de los hunos (probablemente del siglo XIX). Aparece
representado como un europeo, aunque sus rasgos debieron ser más bien de tipo
mongol o centroasiático. La presión de Atila sobre los pueblos bárbaros fue uno de los
desencadenantes del colapso del Imperio Romano de Occidente. En el año 376 un
gran contingente de godos solicitó al emperador Valente su permiso para establecerse
en el sur del río Danubio en términos similares a los acordados con los francos. Los
godos también fueron admitidos en el imperio en calidad de foederati, aunque se
rebelaron más tarde ese mismo año, lo que llevó a un enfrentamiento que terminó con
la aplastante derrota de los romanos en la Batalla de Adrianópolis. Las graves
pérdidas que sufrió el ejército romano durante la batalla causaron, irónicamente, que
el imperio romano se viese obligado a apoyarse todavía más en las tropas de foederati
como apoyo a las suyas propias.117 En el año 382 la práctica se extendió de forma
radical cuando las tropas federadas fueron reclutadas en masa como contingentes
aliados de tropas laeti y foederatii separadas de las unidades romanas existentes.15 El
tamaño y composición de las fuerzas aliadas de los bárbaros, sin embargo, todavía se
discute. Santosuosso argumenta que los regimientos de foederati estaban compuestos
en su mayoría por caballería118 y que eran reclutadas de forma temporal para
campañas específicas y, en algunos casos, como adición permanente al ejército. El
historiador Hugh Elton, por su parte, cree que la importancia de los foederati se ha
sobreestimado en los relatos tradicionales de historiadores como A.H.M. Jones. Elton
defiende que la mayoría de los soldados eran probablemente ciudadanos romanos no
italianos,119 120 mientras que Santosuosso cree que las mayoría de tropas eran casi con
certeza de origen bárbaro.121
Mosaico representando lo que se cree que es un líder godo. Los godos eran empleados
por los romanos como foederati en el siglo V. El ejército móvil compuesto por los no
federados y conocido como los comitatenses fue eventualmente dividido en varios
ejércitos más pequeños. En la nueva estructura militar había un ejército central bajo el
control directo del emperador, conocido como comitatense palatina o praesental, y
varios ejércitos regionales.22 Los historiadores Santosuosso y Vogt coinciden en que
137
más tarde estos ejércitos irían degradandose para convertirse en unidades de
guarnición similares a los limitanei, a las cuales suplementaron o reemplazaron.91 En
el siglo V una significativa porción de la fuerza militar del Imperio Romano de
Occidente descansaba en los mercenarios bárbaros conocidos como foederatii.122
A medida que el siglo V fue avanzando, muchas de las fronteras originales del
imperio habían sido completa o parcialmente despojadas de tropas para poder reforzar
el ejército central;122 y algunas áreas como Britania se habían terminado abandonando
completamente por la imposibilidad material de defenderlas.123 En 395, el Imperio
Romano de Occidente tenía varios ejércitos regionales en Italia, Iliria, Galia, Britania
y África, y unos doce ejércitos fronterizos. Para el año 430, se establecieron dos
ejércitos más, uno en Hispania y otro en Tingitania, pero los romanos habían perdido
el control de Britania y de buena parte de la Galia, Hispania y África. En el mismo
periodo, el Imperio Romano de Oriente tenía dos ejércitos móviles En la presencia
del emperador (en Constantinopla), tres ejércitos regionales (en el este, en Tracia y en
Iliria) y quince ejércitos fronterizos.124
Notas
138
↑ Grant, The History of Rome, p. 22
↑ La edición de 1911 de la Enciclopedia Británica las denomina «claramente
artificiales e inventadas»
↑ Pallottino, The Etruscans, p. 68
↑ Livio, Historia de Roma desde su fundación, Libro 5, capítulo 33
↑ a b c Livio, Historia de Roma desde su fundación, Libro 1, capítulo 42
↑ a b Livio, Historia de Roma desde su fundación, Libro 1, capítulo 43
↑ Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 10
↑ Grant, The History of Rome, p. 24
↑ a b Gabba, Republican Rome, The Army And the Allies, p. 2
↑ a b c Grant, The History of Rome, p. 334
↑ Campbell, The Crisis of Empire, p. 126
↑ Vogt, The Decline of Rome, p. 158
↑ Este punto de vista aparece en la undécima edición de la Enciclopedia Británica,
que argumenta que «Gran parte de su fuerza descansaba en las mismas cualidades que
habían hecho terribles a los soldados puritanos de Cromwell — el excelente carácter
de los soldados plebeyos, la rígida disciplina y el superior entrenamiento».
↑ Gabba, Republican Rome, The Army And the Allies, p. 5
↑ Grant, The History of Rome, Faber and Faber, 1979 p. 54
↑ a b c d Santosuosso, Storming the Heavens, p. 10
↑ a b c d e Santosuosso, Storming the Heavens, p. 18
↑ a b c d Polibio, Historia, Libro 6
↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 40
↑ Livio, Historia de Roma desde su fundación, Libro 5, cap. 1
↑ a b c Webster, The Roman Imperial Army, p. 156
↑ Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 2
↑ Gabba, Republican Rome, The Army And the Allies, p. 5
↑ a b Gabba, Republican Rome, The Army and The Allies, p. 7
↑ a b c d e Gabba, Republican Rome, The Army and The Allies, p. 9
↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 11
↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 143
↑ Santosusso, Storming the Heavens, p. 10
↑ Gabba, Republican Rome, The Army And the Allies, p. 1
↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 219
↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 27
↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 16
↑ Tácito, Anales, IV, 5
↑ Tito Livio describe un caso en el que un ejército de ciudadanos fue retenido más
tiempo de una simple estación en 403 a. C. Los ciudadanos obligados a continuar con
la guerra durante el invierno montaron en cólera, y durante un tiempo la sociedad
romana se vio muy cerca de romperse en dos (véase Livio, libro V, capítulo 1). Sin
embargo, a través de los siglos IV y V a. C. se fue haciendo cada vez más común que
las campañas durasen más de una estación, por lo que las reformas de Mario no eran
tan radicales en este punto.
↑ a b Gabba, Republican Rome, The Army and The Allies, p. 25
↑ Boak, A History of Rome, p. 189
↑ a b Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 29
↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 14
↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 116
↑ a b c d e f Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 15
139
↑ Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 27
↑ a b Webster, The Roman Imperial Army, p. 146
↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 43
↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 44
↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 67
↑ Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 57
↑ a b Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 71
↑ Boak, A History of Rome to 565 A.D., p. 270
↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 17
↑ Grant, A History of Rome, p. 209
↑ a b Santosuosso, Storming the Heavens, p. 91
↑ Hassall, The Army, p. 325
↑ a b c Santosuosso, Storming the Heavens, p.98
↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 338
↑ Gibbon, The Decline and Fall of the Roman Empire, Chapter I, p. 36
↑ Mattingly, An Imperial Possession — Britain in the Roman Empire, p. 166–8
↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 144
↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 152
↑ a b Webster, The Roman Imperial Army, p. 150
↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 147
↑ a b c Webster, The Roman Imperial Army, p. 165
↑ Hassall, The High Empire, AD 70–192, p. 320
↑ a b Hassall, The High Empire, AD 70–192, p. 331
↑ Gibbon, The Decline and Fall of the Roman Empire, Chapter I, p. 36
↑ a b c d Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 211
↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 124
↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, pp. 153–154
↑ a b Vogt, The Decline of Rome, p. 58.
↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 98
↑ a b c d e f Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 208
↑ a b Santosuosso, Storming the Heavens, p. 173
↑ Tácito, Historia, 4, 64
↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 174
↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 175
↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 122
↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 123
↑ a b c d Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 216
↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 176
↑ Heather, Peter, The Fall of the Roman Empire, pp. 58–67
↑ Elton, Warfare in Roman Europe, p. 94
↑ Santosuosso, A., Storming The Heavens, p. 190
↑ Treadgold, Warren, Byzantium and its Army, 284–1081, p. 56.
↑ a b Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 212
↑ La palabra puede hacer alusión tanto a las gentes federadas como a las unidades de
tropas aliadas que más adelante serían reclutadas entre esas gentes.
↑ Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 219
↑ a b c Vogt, The Decline of Rome, p. 178
↑ a b c Vogt, The Decline of Rome, p. 177
↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 173
↑ Campbell, The Army, p. 121
140
↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 188
↑ a b Grant, A History of Rome, p. 333
↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 154
↑ a b c Cary & Scullard, A History of Rome, p. 534
↑ Elton Warfare in Roman Europe, A.D. 350–425, pp. 103, 105–106.
↑ Treadgold, Byzantium and its Army, pp. 44–59.
↑ Southern & Dixon, The Late Roman Army, pp. 15–38.
↑ Campbell, The Army, p. 121
↑ Southern & Dixon, The Late Roman Army, pp. 11–17.
↑ Southern & Dixon, The Late Roman Army, pp. 15–20 & 37–38.
↑ Vogt, The Decline of Rome, p. 25
↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 537
↑ Gibbon escribe que debido «al abuso de la cristiandad... las virtudes activas de la
sociedad fueron desincentivadas; y los últimos remanentes de espíritu militar fueron
enterrados en el monasterio».
↑ a b c d Vogt, The Decline of Rome, p. 59
↑ Gibbon, The Decline and Fall of the Roman Empire, Chapter VI, p. 188
↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 171
↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 175
↑ Brian Campbell, The Crisis of Empire, p. 123
↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 535
↑ a b Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 209
↑ Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 213
↑ Grant, A History of Rome, p. 310
↑ Marcelino, Historias, Libro 31, caps. 3–16.
↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 189
↑ Elton lo argumenta a través de la proporción de nombres romanos respecto a no
romanos entre 350 y 476.
↑ Elton, Hugh, 1996, Warfare in Roman Europe, pp. 145–152.
↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 192
↑ a b c Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 188
↑ Vogt, The Decline of Rome, p. 188
↑ Treadgold, Byzantium and its Army, 284–1081, pp. 43–59.
↑ Grant, A History of Rome, p. 344
↑ Vogt, The Decline of Rome, p. 250
↑ «Imperio Bizantino» es un término moderno que hubiera resultado extraño a sus
contemporáneos. El nombre original del Imperio en griego era Romania (Ρωµανία) o
Basileía Romaíon (Βασιλεία Ρωµαίων), traducción directa del nombre en latín del
Imperio Romano, Imperium Romanorum. La expresión «Imperio Bizantino» (de
Bizancio, antiguo nombre de Constantinopla) es una creación del historiador alemán
Hieronymus Wolf, quien en 1557 —un siglo después de la caída de Constantinopla—
lo utilizó en su obra Corpus Historiae Byzantinae para designar este período de la
historia en contraposición con las culturas griega y romana de la Antigüedad clásica.
El término no se hizo de uso frecuente hasta el siglo XVII, cuando fue popularizado
por autores franceses, como Montesquieu. El éxito del término puede guardar cierta
relación con el histórico rechazo de occidente a ver en el Imperio Bizantino al
heredero legítimo de Roma. En las tierras occidentales el título Imperator
Romanorum (emperador de los romanos) quedó reservado a los soberanos del Sacro
Imperio Romano Germánico, mientras que el emperador de Constantinopla era
llamado Imperator Graecorum (emperador de los griegos), y sus dominios, Imperium
141
Graecorum, Graecia, Terra Graecorum o incluso Imperium Constantinopolitanus.
Los emperadores de Constantinopla nunca aceptaron estos nombres. De hecho, los
pobladores bizantinos se declaraban herederos del Imperio Romano y los emperadores
de Constantinopla se enorgullecían de un linaje ininterrumpido desde Augusto.
↑ Runciman, The Fall of Constantinople: 1453.
142
CAPÍTULO IX: LAS REFORMAS DE CAYO MARIO EN EL EJÉRCITO
ROMANO.
Hasta la última década del siglo II a. C. los requisitos para formar parte del ejército de
Roma al servicio de la República eran muy estrictos:
Por ello, la República en un inicio no tenía un ejército estable. Cuando una guerra
amenazaba a la ciudad los cónsules se encargaban de reclutar un ejército entre los
ciudadanos de la república elegibles. Como norma, uno de los cónsules sería el
encargado de dirigir a la batalla a este ejército prácticamente voluntario en su
totalidad.
Caballería o equites. Esta era originalmente la unidad mas prestigiosa, donde los
romanos jóvenes y saludables comenzaban a destacarse antes de iniciar sus carreras
políticas. El equipamiento necesario era pagado por cada jinete, y consistía en un
escudo redondo, casco, armadura corporal, espada y una o más jabalinas. La
caballería era excedida en número en la legíon. En un total de cerca de 3000 hombres,
habrían apenas unos 300 jinetes, divididos en 10 unidades de 30 hombres. Al mando
de cada unidad, había un decurión. Sumada a esta caballería pesada, habría una
caballería liviana que reclutaba ciudadanos más pobres y jóvenes de buena salud, pero
sin la edad suficiente para entrar en la hastati o en la equites.
143
el campo de batalla; eran utilizados según la necesidad. Provenían de los estratos
económicamente más bajos de la sociedad. Eran alrededor de 1.200 hombres
divididos en 10 manípulos de 120 hombres cada uno.
Los hastati (sing. hastatus) eran los más jóvenes y formaban la línea delantera, iban
armados con dos pila (plural de pilum), jabalinas con un contrapeso de plomo en la
punta que servian para inutilizar los escudos enemigos así como desorganizar sus
formaciones. Al igual que los velites, estaban divididos en 10 manípulos de 120
hombres cada uno.
Los príncipes (sing. princeps), hombres con edades rondando los 30 años,
componiendo la segunda línea de la legíon, al igual que los primeros iban armados
con los dos "pila" y los usaban de la misma manera que los hastati. Su armadura
corporal era más pesada que la de los hastati y su organización y número, el mismo.
Los triarii (sing. triarius) eran los soldados veteranos y alineados atrás, sólo entrarían
en combate en situaciones extremas. A diferencia de los otros iban armados con una
sola lanza larga y un escudo. Formaban habitualmente en falange como los antiguos
griegos y se dividían en 10 manípulos de 60 hombres cada uno (600 soldados).
Cada una de estas líneas estaba subdividida en manípulos, la menor subunidad del
ejército, compuestas de dos centurias comandadas por el centurión mayor. Las
centurias eran nominalmente de 60 soldados (en la epoca manipular) y nunca tuvieron
100 hombres pese al parecido con la palabra centuria que deriva de la palabra
centurion, que lo comanda. Las centurias de los triarii contaban con 30 hombres nada
más. Cada centuria tenía su estandarte.
Desgraciadamente, no todos los cónsules electos eran muy capaces desde el punto de
vista militar. Por ejemplo, en el año 113 a. C. el cónsul Cneo Papirio Carbón fue
derrotado en la Batalla de Noreia por tropas invasoras de Cimbrios y Teutones,
muriendo la práctica totalidad del ejército (sobrevivieron 20.000 hombres de un total
de 200.000). Este desastre fue seguido por una guerra en África contra el Rey Yugurta
de Numidia. El cónsul Quinto Cecilio Metelo el Numídico fue enviado a derrotar a
Yugurta y, si bien no perdió ningún ejército, tras dos años de guerra todavía no había
logrado la victoria total. Cayo Mario, uno de sus legados, solicitó a Metelo que le
liberase de su deber para poder volver a Roma y presentarse al consulado a finales del
año 108 a. C. Cuando Mario se convirtió en cónsul junior (el que menos votos había
obtenido de los dos) en el año 107 a. C. y se le encargó concluir la guerra contra
Yugurta se encontró con que no tenía ejército. El ejército de Metelo había sido
asignado al cónsul senior, Lucio Casio Longino, para expulsar a los Cimbrios, que
volvían a amenazar a Roma desde los Alpes. Por otro lado, los ciudadanos elegibles
que quedaban eran muy pocos, debido a los anteriores desastres militares. Cayo
Mario, para solventar este problema, introdujo una serie de reformas.
144
LAS REFORMAS DE MARIO
La parte más importante de las reformas de Mario fue la inclusión de las personas sin
tierras ni propiedades, las denominadas capite censi o censo por cabezas, dentro de
las personas que podrían alistarse. Dado que la mayor parte de este grupo eran pobres
que no tenían capacidad de comprar su propio armamento, Mario hizo que el estado
les suministrase las armas (que irían pagando a plazos). Ofreció a la gente sin recursos
un empleo permanente con paga como soldados profesionales, y la oportunidad de
ganar dinero mediante los saqueos en campaña. La gente, que tenía muy poca
esperanza de incrementar su estatus por otra vía, en seguida empezó a apuntarse al
nuevo ejército de Mario. Los soldados se reclutaban para un plazo de 25 años. Gracias
a esta reforma, Mario logró dos objetivos. En primer lugar, consiguió reclutar
suficientes hombres en un periodo de crisis y de amenazas externas para Roma. En
segundo lugar, solventó un grave problema económico que existía en Roma,
provocado por la pérdida de la mayor parte de la clase media en guerras (tanto por la
muerte de los ciudadanos, como por su ruina económica, al no poder encargarse de
sus propiedades en campaña).
Mario introdujo el estandarte del Águila para dar un símbolo que defender a sus
soldados.
Con este ejército permanente, y siendo el estado quien suministraba las armas, Mario
pudo estandarizar el equipamiento de la legión romana. El entrenamiento se mantenía
a lo largo del año, y no sólo cuando era necesario. Mario organizó las legiones de la
siguiente forma: Hizo desaparecer la división de la infantería en secciones
especializadas: hastati, príncipes y triarii. A partir de la reforma, la infantería
legionaria constituye un cuerpo homogéneo de infantería pesada, sin distinciones por
razón del armamento (ahora estandarizado) o la edad de los soldados. Del mismo
modo, se eliminó de la legión el contingente de velites, que ya estaba totalmente en
desuso: la infantería ligera de las legiones primitivas era muy poco efectiva, como se
145
demostró una y otra vez durante las Guerras Púnicas y fue sustituida por cuerpos
especializados de auxiliares, agrupándose según su origen étnico y conservando su
estilo peculiar de combate. El número total de hombres en una legión completa era de
unos 6.000, de los cuales aproximadamente 5.000 serían soldados. El resto era
personal no combatiente. La organización interna de la legión consistía en diez
cohortes de seis centurias cada una. Las diez cohortes que integran la legión van
numeradas, obviamente, del I al X, pero están organizadas jerárquicamente: la I
Cohorte tiene el doble de soldados que las demás (5 x 160 = 800 hombres),
generalmente la componen los más veteranos, y se despliega en primera fila. Por el
contrario, la cohorte X despliega en segunda fila (6 x 80 = 480 hombres), y está
compuesta por los soldados más bisoños. La centuria consistía en 80 soldados
apoyados por 20 no combatientes y dirigidos por un soldado profesional ascendido de
entre los soldados rasos y llamado centurión. La centuria a su vez se dividía en
contubernia (sing. contubernium) grupos de 8 hombres que compartían una tienda.
Sin embargo, la centuria luchaba como una unidad, marchaba como una unidad y
acampaba como una unidad. Acarreaba con ella todas las armas y demás provisiones e
instrumentos necesarios para mantener a la unidad. Esta reducción del convoy de
suministros hizo que la legión fuese mucho más rápida en sus desplazamientos. De
dos a seis legiones juntas constituían un ejército.
Desde este momento, las cohortes, de las que habría de seis a diez, sustituyen a los
manipula como unidad táctica básica. Cada cohorte se compone de seis a ocho
centurias y es liderada por un centurión asistido por un optio, un soldado capaz de leer
y escribir. El centurión mayor de la legión es llamado primus pilus, un soldado de
carrera y asesor del legado. Este pequeño ejército, capaz de batirse por sí solo en casi
cualquier modalidad militar, arrastraba (especialmente en época imperial) una gran
cantidad de personal civil no directamente relacionado con la legión: comerciantes,
prostitutas, "esposas" de legionarios (que no podían contraer matrimonio), que al
establecerse en torno a los campamentos permanentes o semipermanentes acababan
dando lugar a auténticas ciudades. Las legiones pronto se encontraron en una
condición física y de disciplina insuperable, sin parangón en el mundo antiguo.
La tercera reforma que Mario logró introducir fue una legislación que otorgaba
beneficios de jubilación a los soldados en la forma de tierras. Los miembros del censo
por cabezas que terminaban el servicio recibían una pensión de su general y una finca
en alguna zona conquistada a la que podían retirarse. Por último, Mario garantizó a
los aliados itálicos (Etruria, Piceno, etc.) la ciudadanía romana completa si luchaban
como soldados auxiliares y completaban el servicio.
El primer y más obvio resultado fue una mejora en la capacidad militar del ejército.
Ya no era necesario que, cuando la República se viese amenazada, el general de turno
tuviera que reclutar a toda prisa un ejército, entrenarlo para luchar y obedecer las
órdenes, y luego hacerlo marchar a la batalla completamente novato. Este solo hecho
fue imprescindible en el crecimiento y el éxito de la máquina militar romana y tuvo
como resultado un éxito continuado de los romanos en el campo de batalla. Otro
beneficio de las reformas fue el establecimiento de legionarios retirados en tierras
146
conquistadas. Esto ayudó a integrar la región en el imperio, romanizando a sus
ciudadanos, y reduciendo con ello el descontento y la sensación de opresión. Sin
embargo, otro aspecto de las reformas de Mario que comenzó a comprobarse más
adelante como una especie de efecto secundario, fue que la lealtad de las legiones
comenzó a trasladarse desde el estado romano (esto es, el Senado y el Pueblo de
Roma) hacia el propio general que dirigía el ejército. Comenzó a ser común que los
generales, en lugar de retirarse tras el cese de las hostilidades, rechazasen perder su
imperium y usasen su ejército (que le era leal a él) para consolidar su poder. Esto
llevó a una serie de guerras civiles a lo largo del siglo siguiente y finalmente condujo
a la destrucción de la República y transformación en Imperio.
MODIFICACIONES POSTERIORES
147
convoyes fuesen demasiado grandes, Mario hizo a sus hombres acarrear todo el
equipo que pudiesen, incluyendo su armadura, armas y raciones para 15 días. Para
facilitarlo, daba a cada legionario un bastón cruzado para acarrear la carga sobre sus
hombros. Por esto los soldados recibieron el apodo de "mulas de Mario", por la gran
cantidad de carga que tenían que llevar ellos mismos. Una legión típica de este
periodo tenía de unos 4.000 a 5.000 legionarios. Las legiones podían llegar a tener
hasta 6.000 soldados divididos en cohortes, aunque más adelante en la historia el
tamaño se redujo a 1.000 para incrementar la movilidad. Las número también
dependían de las bajas: Julio César, en su campaña en la Guerra de las Galias a
menudo sólo contaba en sus legiones con unos 3.500 hombres.
FINALES DE LA REPÚBLICA
148
desataba la guerra civil, los diferentes ejércitos crearon de nuevo sus propias fuerzas
navales. Sexto Pompeyo, hermano del anterior, en su guerra con Octavio reunió una
importante flota que operaba con un gran radio de acción para amenazar Sicilia, la
fuente vital de grano de Roma, lo que produjo el pánico en la ciudad por el aumento
de su precio. Octavio, con la ayuda de Marco Agripa, construyó una flota en Forum
Iulii (hoy Fréjus) y derrotó a Sexto en la batalla de Nauloco en el 36 a. C., terminando
con toda la resistencia pompeyana. La marina de Octavio fue puesta una vez más a
prueba al luchar contra las flotas combinadas de Marco Antonio y Cleopatra en la
batalla de Actium en 31 a. C. Esta última batalla naval de la República Romana
estableció definitivamente a Roma, con Octavio como único comandante, como la
fuerza naval hegemónica en el Mediterráneo.
PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS
Año de los cuatro emperadores (69 d.C). La flota romana apoya al emperador Otón
contra el usurpador Vitelio.
Batalla de Crisópolis (323) - Flavio Julio Crispo, hijo de Constantino I, derrota a las
fuerzas navales de Licinio.
Cartago (468). La flota de los vándalos mandada por Genserico derrota a una gran
armada romana de más de mil naves comandada por Basilisco.
149
ALMIRANTES
Algunos de los nombres de almirantes de la flota romana que han llegado hasta
nuestros días:
Cayo Duilio, vencedor de la batalla de Milas (260 a. C.).
Marco Atilio Régulo, vencedor de la batalla del Cabo Ecnomo (256 a. C.).
Cayo Lutacio Catulo, vencedor de la batalla de las Islas Egadas (241 a. C.).
Marco Vipsanio Agripa, vencedor en la Batalla de Actium (31 a. C.).
Plinio el Viejo, prefecto de la Classis Misenensis (77–79 a. C.)
La flota del imperio romano tenía dos bases importantes, así como varias de menor
categoría. Las dos flotas principales que controlaban el Mare Nostrum fueron:
Classis Ravennatis. Con base en Rávena desde el año 27 a. C., fue utilizada para
controlar la parte occidental del Mar Mediterráneo. En el año 330 las naves se
trasladaron a Constantinopla.
150
290. Cuando Constancio Cloro, por orden de Diocleciano, recuperó Bononia, se puso
fin al así llamado Imperio Británico.
Classis Pontica. Operaba desde el año 14 a. C., y su base estaba desde el 54/60 dC en
Trapezus (en el Ponto). Esta classis custodiaba el Mar Negro meridional.
Classis Mauretania. Controlaba las costas africanas del Mar Meditárraneo occidental.
151
CAPIÍTULO XI: LA GUARDIA PRETORIANA
Guardias pretorianos
152
del pretorio se convirtieron poco a poco en primeros ministros del emperador. En un
principio, había dos prefectos del pretorio.
LA PRIMERA GUARDIA
La primera guardia fue muy distinta a la guardia de los tiempos posteriores, la cual
incluso llegó a asesinar emperadores. Aunque César Augusto comprendió la
necesidad de tener guardaespaldas en el caos que era Roma, tuvo mucha precaución al
preservar los ideales de la República. Augusto solamente permitió que se formaran
nueve grupos de guardias. Originalmente contaban con 500 hombres cada uno pero
finalmente permitió hasta 1.000, y solamente tres de estas divisiones se encontraban
en estado activo dentro de la capital del imperio. Un número reducido de caballería,
conocidos como la turmae, también se creó y cada batallón contaba con treinta
hombres. La mayoría de los integrantes de esta primera guardia patrullaban el palacio
y los edificios más importantes, mientras que otras divisiones estaban posicionadas en
los pueblos que rodeaban Roma; se ha determinado que estas unidades eran
demasiado pequeñas como para ser una amenaza para el imperio. Cuando dos
prefectos pretorianos, Quinto Ostorio Scapula y Salvio Aper, ascendieron al poder en
el año 2 a. C., se mantuvieron las mismas figuras en los números de divisiones, pero
se mejoró el mando y la organización de tales. Cuando César Augusto falleció, el 19
de agosto del año 14, el periodo de calma entre los pretorianos finalizó y a partir de
ese momento comenzaron a usar su fuerza militar para ejercer presión sobre las
políticas del imperio. Augusto fue el único emperador que gozó de la lealtad total de
los pretorianos. Después de la muerte de Augusto, los pretorianos actuaron según sus
intereses personales. Lucio Elio Sejano, un prefecto ambicioso, movió la base de la
guardia a las barracas de Roma. En el año 23, Sejano logró convencer a Tiberio para
que construyera la Castra Praetoria (el campo de los pretorianos) justo en las afueras
de Roma. Uno de los grupos de la guardia mantendría un puesto permanente como
guardia del palacio imperial. Desde ese punto de la historia en adelante, la guardia
estaría bajo el control del césar, pero la guardia también obtuvo un buen grado de
poder sobre el césar. En el año 31, Tiberio tuvo que enviar a su guardia personal, la
cohors praetoria, en contra de aquellos ciudadanos y soldados que apoyaban a
Sejano. Aunque la guardia le fue fiel a un Tiberio que se encontraba muy envejecido,
el poder político de la guardia dejó de ser un secreto. En las campañas militares, los
pretorianos mantenían las mismas formaciones que el ejército romano. Ya en el año
69 se les empezó a enviar al campo de batalla y lograron destacarse en la batalla de
Bedriacum bajo el mando de Otón. Los líderes Domiciano y Trajano enviaron a la
guardia a que luchara en las guerras que tuvieron lugar en Dacia y Mesopotamia,
mientras que Marco Aurelio los utilizó durante su campaña del Danubio. Durante el
siglo III los pretorianos asistieron a los emperadores en sus diversas campañas
militares.
ASUNTOS POLÍTICOS
Luego que muriera Sejano, como parte del Donativum (regalo imperial) que Tiberio
había prometido, la guardia comenzó a jugar un papel más ambicioso y sangriento
dentro del imperio. La guardia se convirtió en una fuerza sobornable que - por la suma
adecuada de dinero o por pura voluntad - estaba dispuesta a asesinar al césar. La
guardia incluso llegó a ser una amenaza para sus mismos prefectos y para el mismo
pueblo romano. En el año 41, Calígula fue asesinado en un complot orquestado por
153
ciertos senadores y miembros de la guardia. Los pretorianos ayudaron a que Claudio
tomara el puesto de emperador y retaron a que el senado se opusiera a su decisión.
Aunque la guardia contaba con el poder de matar al césar, sus funciones no incluían
ningún papel administrativo, a diferencia del personal del palacio, el senado y la
burocracia romana. En muchas ocasiones, las barbaries de la guardia fueron
castigadas severamente por el emperador. En el año 193, Didio Juliano le compró el
imperio a la guardia por una vasta cantidad de dinero luego que la guardia lo
subastara al mejor postor. Ese mismo año, Septimio Severo marchó a Roma y se
deshizo de los pretorianos ya existentes para que fuesen reemplazados por miembros
de sus propias legiones panonias. En el año 69, Tito Flavio Vespasiano ya había
sentado bases para este tipo de hecho: se deshizo de un gran número de guardias
cuando llegó al trono después de que Vitelio ya se hubiese deshecho de varios de
ellos. Como otra medida de seguridad, Vespasiano nombró a Tito Flavio Sabino
Vespasiano, su hijo, como el prefecto del pretoriano. La turba romana luchó en varias
ocasiones contra los pretorianos, como fue el caso durante el reinado de Maximino el
Tracio. En 271 Aureliano viajó al este, a Palmira en Siria, junto con sus legionarios,
pretorianos y su caballería. Los palmirenses fueron derrotados fácilmente, pero este
hecho cambió el modo en el que los pretorianos fuesen vistos. Diocleciano y sus
colegas crearon el sacer comitatus (escoltas del emperador en el campo de batalla)
que incluyó a unidades regulares que trabajaban bajo una estructura pretoriana, pero
de una manera menos formal y contando con más unidades.
154
EL LEGADO DE LA GUARDIA PRETORIANA
155
Fue humillado por la Guardia y murió durante
Nerva 96 - 98
un sitio contra él
Gordiano I 238
Gordiano II 238
156
Decio 249 - 251
Hostiliano 251
Emiliano 253
Publio Licinio
253-260
Valeriano
Galieno 260-268
Claudio II 268-270
Quintilo 270
Marco Claudio
275-276
Tácito
Floriano 276
Caro 282-283
Carino 283-285
Numeriano 283-284
286 - 305,
Maximiano
307 - 308
Galerio 305-311
Flavio Valerio
306-307
(Severo II)
157
ORGANIZACIÓN Y CONDICIONES DE SERVICIO
Para pertenecer a la Guardia Pretoriana tenían que pasar las pruebas de selección del
ejército, y generalmente ser de clase alta, léase hijos de patricios o senadores o estar
muy recomendados dentro del ejército. La guardia pretoriana en un principio, para
diario o desfiles portaban el equipamiento de combate de la epoca republicana (casco
de bronce, cota de malla, escudo ovalado), para combate lucían el mismo equipo y
armamento que la legión. En casos especiales como en la época de Nerón, éste los
uniformó como hoplitas griegos. Como todas las legiones, la guardia también tenía un
símbolo propio para sus estandartes, en este caso era un escorpión (signo zodiacal del
emperador Tiberio).
RANGO Y JERARQUÍA
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- Schutzstaffel de Adolf Hitler
- Securitate de Ceaucescu
- Húsares negros de la Guardia del Kaiser Guillermo
- Mosqueteros del Duce de Benito Mussolini
- Guardia Pretoriana de Saddam Hussein
- Guardia Mora del General Francisco Franco
- Oprítchnik del Zar Ivan IV "El terrible"
- Guardia suiza Pontificia
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