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Reformas de Mario

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Este aviso fue puesto el 14 de mayo de 2016.

Actores representando el avance de una legión romana en posición de ataque, el


equipo de los legionarios fue muy posterior al de la época de Mario.
Las reformas de Mario fueron un grupo de reformas en el ejército de Roma iniciadas
en el año 107 a. C. por Cayo Mario, político y general de la República romana.

Las reformas de Mario fueron de una gran importancia para dar forma a la legión
romana, estructura militar que se impondría en el mundo occidental durante siglos.

Índice
1 El ejército antes de las reformas de Mario
2 La crisis del ejército republicano
3 Las reformas de Mario
3.1 Primera reforma: reclutamiento
3.2 Segunda reforma: estructura militar
3.3 Tercera reforma: jubilación
3.4 Cuarta reforma: bagajes
4 Impacto de las reformas de Mario
5 Modificaciones posteriores
6 Véase también
7 Enlaces externos
El ejército antes de las reformas de Mario

Retrato de Cayo Mario conservado en los Museos Vaticanos.


Hasta la última década del siglo II a. C. los requisitos para formar parte del
ejército de Roma al servicio de la República eran muy estrictos:

Ser miembro de la quinta clase del censo o superior.


Tener propiedades valoradas en, al menos, 3000 sestercios.
Aportar su propio armamento.
Por ello, la República en un inicio no tenía un ejército estable. Cuando una guerra
amenazaba a la ciudad los cónsules se encargaban de reclutar un ejército entre los
ciudadanos de la república elegibles. Como norma, uno de los cónsules sería el
encargado de dirigir a la batalla a este ejército prácticamente voluntario en su
totalidad.

A mediados de la República, las legiones se componían de las siguientes unidades:

Caballería o equites. Esta era originalmente la unidad más prestigiosa, donde sólo
los romanos jóvenes de la primera y segunda clase comenzaban a destacarse antes de
iniciar sus carreras políticas. El equipamiento necesario era pagado por cada
jinete y consistía en un escudo redondo, casco, armadura corporal, espada y una
lanza. La caballería era excedida en número en la legión. En un total de cerca de
4.200 hombres, habría apenas unos 300 jinetes, divididos en 10 unidades de 30
hombres. Al mando de cada unidad había un decurión.
Infantería ligera o vélites. Los velites eran básicamente lanzadores de jabalina y
hostigadores en general y no tenían una organización formal precisa o una función
en el campo de batalla; eran utilizados según la necesidad. Provenían de los
estratos económicamente más bajos de la sociedad. Eran alrededor de 1.200 hombres
que no tenían división táctica propia pero para consumo interno eran adscritos, en
grupos de 20, a las centurias de la tropa de línea.
Infantería de línea. Era la unidad principal de la legión, se componía de
ciudadanos legionarios que pudieran pagar el equipamiento compuesto de casco de
bronce, escudo, armadura corporal que constaba de un cardiophilax, placa de bronce
cuadrada de unos 20cm de lado que servía para proteger los órganos vitales, si su
censo superaba las 10 000 dracmas/denarios entonces iban equipados con cota de
malla. También tenían dos jabalinas, una ligera y otra pesada (pilum) además de la
espada. En su origen utilizaban el xiphos, un tipo de espada corta de origen griego
predecesor del gladius hispaniensis que irían adoptando durante las campañas
hispanas de La Segunda Guerra Púnica. La infantería de línea era subdividida de
acuerdo a la experiencia de los legionarios en tres líneas separadas:
Los hastati (sing. hastatus) eran los más jóvenes y formaban la línea delantera,
iban armados con dos pila (plural de pilum), que servían para inutilizar los
escudos enemigos así como desorganizar sus formaciones. Estaban divididos en 10
manípulos de 120 hombres cada uno, cada manípulo constaba de dos centurias.
Los príncipes (sing. princeps), hombres con edades rondando los 30 años,
componiendo la segunda línea de la legión, al igual que los primeros iban armados
con los dos "pila" y los usaban de la misma manera que los hastati. Su armadura
corporal era más pesada que la de los hastati y su organización y número, el mismo.
Los triarii (sing. triarius) eran los soldados veteranos y alineados atrás, sólo
entrarían en combate en situaciones extremas. A diferencia de los otros iban
armados con una sola lanza larga y un escudo. Formaban habitualmente en falange
como los antiguos griegos y se dividían en 10 manípulos de 60 hombres cada uno (600
soldados).
Cada una de estas líneas estaba subdividida en manípulos, la menor subunidad del
ejército, compuestas de dos centurias comandadas por el centurión mayor. Las
centurias eran nominalmente de 60 soldados (en la época manipular) y nunca tuvieron
100 hombres pese al parecido con la palabra centuria que deriva de la palabra
centurión, que lo comanda. Las centurias de los triarii contaban con 30 hombres
nada más. Cada centuria tenía su estandarte.

La crisis del ejército republicano


Desgraciadamente, no todos los cónsules electos eran muy capaces desde el punto de
vista militar. Por ejemplo, en el año 113 a. C. el cónsul Cneo Papirio Carbón fue
derrotado en la batalla de Noreia por tropas invasoras de cimbrios y teutones,
muriendo buena parte de su ejército (sobrevivieron 20 000 hombres de un total de 40
000).

Este desastre fue seguido por una guerra en África contra el rey Yugurta de
Numidia. El cónsul Quinto Cecilio Metelo el Numídico fue enviado a derrotar a
Yugurta y, si bien no perdió ningún ejército, tras dos años de guerra todavía no
había logrado la victoria total. Cayo Mario, uno de sus legados, solicitó a Metelo
que le liberase de su deber para poder volver a Roma y presentarse al consulado a
finales del año 108 a. C. Cuando Mario se convirtió en cónsul junior (el que menos
votos había obtenido de los dos) en el año 107 a. C., se le encargó concluir la
guerra contra Yugurta y se encontró con que no tenía ejército.

El ejército de Metelo había sido asignado al cónsul senior, Lucio Casio Longino,
para expulsar a los cimbrios, que volvían a amenazar a Roma desde los Alpes. Por
otro lado, los ciudadanos elegibles que quedaban eran muy pocos, debido a los
anteriores desastres militares. Cayo Mario, para solventar este problema, introdujo
una serie de reformas.

Las reformas de Mario


Primera reforma: reclutamiento
La parte más importante de las reformas de Mario fue la inclusión de las personas
sin tierras ni propiedades, las denominadas capite censi o censo por cabezas,
dentro de las personas que podrían alistarse. Dado que la mayor parte de este grupo
eran pobres que no tenían capacidad de comprar su propio armamento, Mario hizo que
el estado les suministrase las armas (que irían pagando a plazos). Ofreció a la
gente sin recursos un empleo permanente con paga como soldados profesionales, y la
oportunidad de ganar dinero mediante los saqueos en campaña. La plebe, que tenía
muy poca esperanza de incrementar su estatus por otra vía, enseguida empezó a
apuntarse al nuevo ejército de Mario. Los soldados se reclutaban para un plazo de
25 años.

Gracias a esta reforma, Mario logró dos objetivos. En primer lugar, consiguió
reclutar suficientes hombres en un periodo de crisis y de amenazas externas para
Roma. En segundo lugar, solventó un grave problema económico que existía en Roma,
provocado por la pérdida de la mayor parte de la clase media en guerras (tanto por
la muerte de los ciudadanos, como por su ruina económica, al no poder encargarse de
sus propiedades en campaña).

Segunda reforma: estructura militar

Mario introdujo el estandarte del Águila para dar un símbolo que defender a sus
soldados.
Con este ejército permanente, y siendo el estado quien suministraba las armas,
Mario pudo estandarizar el equipamiento de la legión romana. El entrenamiento se
mantenía a lo largo del año, y no sólo cuando era necesario. Mario organizó las
legiones de la siguiente forma:

Hizo desaparecer la división de la infantería en secciones especializadas: hastati,


principes y triarii. A partir de la reforma, la infantería legionaria constituyó un
cuerpo homogéneo de infantería pesada, sin distinciones por razón del armamento
(ahora estandarizado) o la edad de los soldados. Del mismo modo, se eliminó de la
legión el contingente de vélites, que ya estaba totalmente en desuso: la infantería
ligera de las legiones primitivas era muy poco efectiva, como se demostró una y
otra vez durante las guerras púnicas y fue sustituida por cuerpos especializados de
auxiliares, agrupándose según su origen étnico y conservando su estilo peculiar de
combate.

El número total de hombres en una legión completa era de unos 6000, de los cuales
aproximadamente 5000 serían soldados. El resto era personal no combatiente.
La organización interna de la legión consistía en diez cohortes de seis centurias
cada una. Las diez cohortes que integran la legión van numeradas, obviamente, del I
al X, organizadas jerárquicamente según su número; en época imperial la I Cohorte
tenía el doble de soldados que las demás (5 x 160 = 800 hombres), generalmente los
más veteranos, y se despliega en primera fila y, por el contrario, la cohorte X se
desplegaba en segunda fila (6 x 80 = 480 hombres), y estaba compuesta por los
soldados más bisoños.
La centuria consistía en 80 soldados apoyados por 20 no combatientes y dirigidos
por un soldado profesional ascendido de entre los soldados rasos y llamado
centurión.
La centuria a su vez se dividía en contubernia (sing. contubernium) grupos de 8
hombres que compartían una tienda. Sin embargo, la centuria luchaba como una
unidad, marchaba como una unidad y acampaba como una unidad. Acarreaba con ella
todas las armas y demás provisiones e instrumentos necesarios para mantener a la
unidad. Esta reducción del convoy de suministros hizo que la legión fuese mucho más
rápida en sus desplazamientos.
De dos a seis legiones juntas constituían un ejército.
Desde este momento, las cohortes, de las que habría de seis a diez, sustituyen a
los manipula como unidad táctica básica. Cada cohorte se compone de seis centurias,
lideradas por un centurión asistido por un optio, un soldado capaz de leer y
escribir. El centurión mayor de la legión es llamado primus pilus, un soldado de
carrera y asesor del legado. Un tribuno militar dirigía dos cohortes de una legión.

Este pequeño ejército, capaz de batirse por sí solo en casi cualquier modalidad
militar, arrastraba (especialmente en época imperial) una gran cantidad de personal
civil no directamente relacionado con la legión: comerciantes, prostitutas,
"esposas" de legionarios (que no podían contraer matrimonio), que al establecerse
en torno a los campamentos permanentes o semipermanentes acababan dando lugar a
auténticas ciudades.

Las legiones pronto se encontraron en una condición física y de disciplina


insuperable, sin parangón en el mundo antiguo.

Tercera reforma: jubilación


La tercera reforma que Mario logró introducir fue una legislación que otorgaba
beneficios de jubilación a los soldados en la forma de tierras. Los miembros del
censo por cabezas que terminaban el servicio recibían una pensión de su general y
una finca en alguna zona conquistada a la que podían retirarse.

Por último, Mario garantizó a los aliados itálicos (Etruria, Piceno, etc.) la
ciudadanía romana completa si luchaban como soldados auxiliares y completaban el
servicio.

Cuarta reforma: bagajes


La cuarta reforma de Mario consistió en cargar a los soldados con sus propias
pertenencias, las tiendas de campaña, sus armas, etc., haciendo que llevasen hasta
40 kg. a la espalda. Antiguamente los ejércitos llevaban interminables colas de
cientos de carros que reducían de forma considerable la movilidad y la velocidad.
Así nacieron las llamadas "Mulas de Mario".

Impacto de las reformas de Mario


El primer y más obvio resultado fue una mejora en la capacidad militar del
ejército. Ya no era necesario que, cuando la República se viese amenazada, el
general de turno tuviera que reclutar a toda prisa un ejército, entrenarlo para
luchar y obedecer las órdenes, y luego hacerlo marchar a la batalla completamente
novato. Este solo hecho fue imprescindible en el crecimiento y el éxito de la
máquina militar romana y tuvo como resultado un éxito continuado de los romanos en
el campo de batalla.

Otro beneficio de las reformas fue el establecimiento de legionarios retirados en


tierras conquistadas. Esto ayudó a integrar la región en el imperio, romanizando a
sus ciudadanos, y reduciendo con ello el descontento y la sensación de opresión.

Sin embargo, otro aspecto de las reformas de Mario que comenzó a comprobarse más
adelante como una especie de efecto secundario, fue que la lealtad de las legiones
comenzó a trasladarse desde el estado romano (esto es, el Senado y el Pueblo de
Roma) hacia el propio general que dirigía el ejército. Comenzó a ser común que los
generales, en lugar de retirarse tras el cese de las hostilidades, rechazasen
perder su imperium y usasen su ejército (que le era leal a él) para consolidar su
poder. Esto llevó a una serie de guerras civiles a lo largo del siglo siguiente y
finalmente condujo a la destrucción de la República y transformación en Imperio.

Modificaciones posteriores
Las legiones formadas en cohortes de finales de la república y comienzos del
imperio a menudo reciben el nombre de legiones de Mario. Tras la batalla de
Vercelae del año 101 a. C. Mario garantizó a todos los soldados itálicos la
ciudadanía romana justificando este acto con el comentario de que en el fragor de
la batalla no era capaz de distinguir a un romano de un aliado. Esto eliminó la
noción de legiones aliadas, y todas las legiones italianas se verían como legiones
romanas. Por ello los tres tipos de infantería pesada serían reemplazados por un
solo tipo estándar de legionarios, basados en los anteriores Princeps.

El rol de las legiones aliadas eventualmente lo retomarían contingentes de tropas


aliadas/auxiliares, conocidas como Auxilia. Los auxiliares surgen por pura
necesidad táctica, ya que la infantería pesada legionaria precisaba el apoyo de
otros cuerpos de caballería e infantería ligera (junto con hostigadores como
arqueros, honderos o lanceros). Tras la reforma de Mario aparecen ya cuerpos
irregulares de caballería que reciben el nombre de auxilia, siendo disueltos al
finalizar las campañas. Pero es tras la guerra Social (91-89 a. C.) cuando los
auxilia reciben el impulso definitivo al desaparecer las Alae Sociorum. Igualmente,
cuerpos de arqueros, honderos y caballería son reclutados, muchas veces mediante
levas forzosas, entre los diferentes pueblos del Mediterráneo. No obstante, fue
César quien sentó las líneas básicas de lo que luego serán los auxiliares
imperiales al reclutar entre galos y germanos unidades de caballería. Por otro
lado, los cuerpos de infantería auxiliar parecen haber sido más bien una apuesta de
Augusto.

Cada Legión tenía un Auxilia del mismo o similar tamaño, que contenía unidades
especiales: ingenieros, exploradores, artillería, tropas de asedio, servicios y
unidades de apoyo, junto con unidades formadas a partir de no ciudadanos (a quienes
se les garantizaba la ciudadanía en la jubilación) y otros. A menudo se formaban en
unidades completas, como caballería ligera, infantería ligera (velites), arqueros o
trabajadores. También había un escuadrón de reconocimiento de 10 o más tropas de
caballería ligera llamados Speculatores, que también servían como mensajeros e
incluso como forma de inteligencia militar.

Durante estas reformas, las Legiones también se organizaron en cohortes permanentes


por primera vez. Las cohortes habían sido hasta entonces unidades administrativas
temporales o fuerzas de trabajo tácticas de varios manípulos, siendo incluso más
transitorias que las mismas legiones de comienzo de la república. Ahora las
cohortes eran de 6 a 10 unidades permanentes compuestas de 5 a 8 centurias, cada
una dirigida por un centurión asistido por un optio, un soldado que podía leer y
escribir. Estas se convirtieron en las unidades tácticas básicas de las legiones.
El centurión senior de la legión se llamaba Primus pilus, un soldado profesional
que hacía también de asesor del Legado.

Cada legión tenía un convoy con el equipamiento de unas 500 a 550 mulas (una mula
por cada 10 legionarios). Para evitar que estos convoyes fuesen demasiado grandes,
Mario hizo a sus hombres acarrear todo el equipo que pudiesen, incluyendo su
armadura, armas y raciones para 15 días. Para facilitarlo, daba a cada legionario
un bastón cruzado para acarrear la carga sobre sus hombros. Por esto los soldados
recibieron el apodo de "mulas de Mario", por la gran cantidad de carga que tenían
que llevar ellos mismos.

Una legión típica de este periodo tenía de unos 4000 a 5000 legionarios. Las
legiones podían llegar a tener hasta 6000 soldados divididos en cohortes, aunque
más adelante en la historia el tamaño se redujo a 1000 para incrementar la
movilidad. El número también dependían de las bajas: Julio César, en su campaña en
la guerra de las Galias a menudo solo contaba en sus legiones con unos 3500
hombres.

Véase también
Legión romana.
Cayo Mario.
Historia de la estructura del ejército romano.
Reforma serviana
Enlaces externos
Artículo sobre las reformas de Mario en unrv.com (en inglés)
Las Mulas de Mario (en inglés) El Ejército Romano antes y después de las Reformas
de Mario.
Control de autoridades
Proyectos WikimediaWd Datos: Q1128962
Categorías: Historia militar de la Antigua RomaRepública romana en el siglo II a.
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