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DEFINICIÓN DE HIPNOSIS E
HIPNOTERAPIA
La hipnosis no puede crear nuevas habilidades en una
persona, pero puede ayudarle a manejar las que ya
tiene… potenciar la expresión de las mismas, aunque
quizá no nos hayamos dado cuenta de que están ahí.
MILTON H. ERICKSON
La palabra hipnosis fue acuñada por el médico inglés James Braid en 1855.
Antes de esta fecha, el fenómeno se conocía con el nombre de magnetismo
animal o mesmerismo, en referencia a Franz Antón Mesmer (1734-1815),
quien fue el primero en intentar dar una explicación científica a este estado
especial de conciencia.
Es interesante destacar que Braid, aparte de acuñar el término hipnosis,
reconoció a este estado como un estado psicofisiológico en el cual los
fenómenos que se presentan (amnesia, catalepsia, alucinaciones, etc.) son
resultado de la acción recíproca entre la mente y el cuerpo (citado por Rossi,
1993). Sin embargo, algunos autores piensan que el término hipnosis es
desafortunado (Barber, 1996), ya que éste se deriva del griego hipnos, que
significa sueño o dormir, y esto proviene de la idea falsa de que la hipnosis es
un estado de sueño o parecido al sueño, y que la persona en estado hipnótico
está dormida. Esto es reafirmado aún más por los hipnotistas de teatro, los que
usan burdas sugestiones como: “Usted está sintiendo sueño... se está
empezando a dormir... usted está en un sueño profundo ahora... ¡Despiértese!”
Todo esto hace creer a la gente, y ¡aun a los profesionales de la medicina y la
psicología! (no conocedores del tema, obviamente), que se trata de un
fenómeno onírico; sin embargo, el sueño y la hipnosis son fenómenos tan
distintos, que me atrevería a decir que en lo que más se parecen es en los
términos.
El sueño normal o “fisiológico” se compone de dos tipos de sueño: el sueño
MOR o sueño con movimientos oculares rápidos, donde hay una actividad
psicofisiológica muy intensa y en donde, por lo general, se reportan sueños. El
otro tipo de sueño se denomina sueño NO-MOR o sin movimientos oculares
rápidos, y se caracteriza por una disminución en toda la actividad fisiológica y
psicológica (Téllez, 1998). Sin embargo, las características fisiológicas (por
ejemplo, electroencefalográficas), psicológicas y comportamentales del sueño
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MOR o NO-MOR son muy diferentes de las de la hipnosis.
Quizá el sonambulismo nos parezca de mayor similitud a la hipnosis. De
hecho, el mismo Braid acuñó el término sonambulismo, palabra que proviene
del latín somnus (dormir) y ambular (caminar), que significa caminar dormido.
Braid utilizó esta palabra para describir a una persona en un estado de hipnosis
profunda y que realiza con facilidad los movimientos que se le sugieren. De
acuerdo con Braid, la hipnosis era un estado de sonambulismo inducido
artificialmente. Sin embargo, en la actualidad se sabe que en la hipnosis
profunda no se observan las ondas lentas (delta) y de alto voltaje que, por lo
general, se observan en el sonambulismo (Evans, 1982).
Lo que sí se ha encontrado es que las personas que tienen una buena
habilidad para entrar en trance hipnótico, o en otras palabras, que son
hipnotizables, tienen también la habilidad para dormir rápidamente en la noche
en forma profunda e ininterrumpida, así como para dormir siestas (Evans,
1982). Asimismo, si a una persona hipnotizada se le deja sola durante un buen
tiempo, es frecuente que entre en estado de sueño natural. Por tal motivo, Evans
(1982) plantea que aunque evidentemente la hipnosis y el sueño son fenómenos
psicofisiológicos diferentes, ambos están mediados por el mismo mecanismo
que involucra la habilidad de cambios de un estado de conciencia a otro.
Aclarado lo anterior, podemos preguntarnos, ¿qué es la hipnosis? El estado
de hipnosis puede inducirse con mayor facilidad cuando una persona concentra
su atención durante un buen tiempo en algún objeto o situación externa, o en
algunos acontecimientos internos como sus pensamientos, recuerdos,
imaginación, sensaciones corporales, etc. Es por eso que algunos estudiosos
del tema definen a la hipnosis como un foco concentrado de atención
(O’Hanlon y Martin, 1992; Ricardo Figueroa, comunicación personal).
Muchos autores, entre ellos Ernest Rossi y Milton Erickson (1976), definen a
la hipnosis como un estado de conciencia alterado. La palabra “alterado” puede
hacernos pensar en un estado anormal o patológico, pero no es así, un estado
de conciencia alterado se refiere a un estado especial de conciencia diferente
del de la vigilia y el sueño, pero natural. De hecho, el enfoque de Erickson es
“naturalista”, es decir, él insistía mucho en la concepción de la hipnosis como
un estado natural de conciencia, el cual se experimenta varias veces al día sin
darnos cuenta. Por su parte, William O’Hanlon también define a la hipnosis
como la evocación de experiencias involuntarias (O’Hanlon y Martin, 1982).
En un simposio organizado por la Universidad Colgate (Hamilton, Nueva
York) en 1960, Erickson definió a la hipnosis como un estado de conocimiento
o un estado de predisposición a usar lo aprendido (Erickson, 1967).
Pero, ¿qué caracteriza a ese estado de conciencia alterado? Price (1996)
hizo un estudio experiencial-fenomenológico con 21 estudiantes y maestros
universitarios que fungieron como observadores-participantes al experimentar
varias inducciones hipnóticas. Hubo un consenso de parte de los observadores-
participantes para identificar ciertas características como necesarias o
suficientes para un estado hipnótico, las cuales fueron:
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1. Una sensación de relajación (sentirse libre de tensiones).
2. Un foco concentrado y sostenido de atención en uno o dos
acontecimientos.
3. Una ausencia de juicio, monitoreo y censura.
4. Una suspensión de la orientación temporal usual, de localización y/o
sentido de uno mismo.
5. Automaticidad. El experimentar nuestras propias respuestas como
involuntarias.
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o inducida. La espontánea, por ejemplo, puede ocurrir cuando manejamos por
carretera largos trayectos o cuando estamos muy concentrados viendo una
película. La inducida es cuando deliberadamente un hipnotista o
hipnoterapeuta aplica alguna técnica de inducción. La hipnoterapia o hipnosis
clínica es cualquier tipo de intervención psicoterapéutica que puede ser de
orientación cognitivo-conductual, psicoanalítica, ericksoniana, etc., que se
realiza usando la hipnosis como contexto (Rhue et al., 1996), Cualquier
persona puede inducir a otra a un estado hipnótico, esto con un mínimo de
entrenamiento, pero hacer hipnoterapia, es decir, una intervención
psicoterapéutica en ese estado de conciencia, es muy distinto. Para hacer
hipnoterapia se requiere, aparte de ser diestro en el uso de la hipnosis, tener los
conocimientos y el entrenamiento en algunas ramas de la psicología clínica o
medicina psiquiátrica. No debe confundirse al hipnotista con el hipnoterapeuta.
Por tanto, la hipnoterapia sólo puede ser realizada por profesionales de la salud
mental debidamente, entrenados y con licencia autorizada por universidades
y/o organizaciones profesionales oficialmente reconocidas.
Jay Lynn et al., (1996) opinan que el estado de trance no es suficiente para
que la persona responda con resultados satisfactorios a una sugestión, sino que
además del trance son necesarias las siguientes variables:
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relación terapéutica. El rapport necesita mantenerse o preferiblemente
incrementarse durante el resto del tratamiento. Por lo general en esta etapa se
le explica al paciente lo que en verdad es la hipnosis, para descartar posibles
mitos perjudiciales que pueda traer el paciente (véase cap. 2), y se le exponen
las ventajas del método. Es importante que el paciente esté convencido de la
utilidad y seguridad de la hipnosis.
2. Inducción. Una vez que se ha establecido el rapport se procede al uso
de alguna técnica de inducción a la hipnosis. Existen infinidad de técnicas de
inducción hipnótica. Asimismo hay dos grandes categorías de técnicas
hipnóticas diferenciadas por el tipo de enfoque y sugestiones que usan: las
técnicas de inducción directas o autoritarias, y las técnicas de inducción
indirectas o permisivas. Existen algunas evidencias de que ambas categorías
de sugestiones son igualmente efectivas (Rhue et al., 1996), lo importante es
su uso combinado de acuerdo con las características del paciente. La técnica
de inducción puede concluirse cuando se observa que el paciente ha
desarrollado cierto nivel de profundidad en el trance hipnótico. Barber (1996)
recomienda que la inducción hipnótica incluya los siguientes componentes:
Una pregunta muy común entre los terapeutas que están siendo entrenados
en hipnosis es, ¿cuándo sabemos que la persona ya está en trance hipnótico?
Estos son algunos de los signos o indicadores mínimos que pueden reflejar que
la persona ya está en algún nivel de profundidad del estado de trance:
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relaja y la cabeza tiende a irse hacia atrás o hacia delante. En general
hay una cómoda sensación de pesadez en los brazos, sensación que
puede extenderse a todo o a otras partes del cuerpo (Sunnen, 1999).
b) Cambios oculares. Las personas casi siempre muestran un movimiento
ocular rápido, asociado a un fino parpadeo. En ocasiones hay lágrimas.
c) Economía del movimiento. Esto se refiere a que las personas en estado
de trance presentan grandes dificultades o simplemente no desean
realizar el mínimo esfuerzo o movimiento. Esta dificultad es evidente
cuando, estando en trance, se les pide responder algunas preguntas. Esto
puede ser resultado de la combinación de una profunda relajación y una
disociación. Al salir del trance los pacientes suelen reportar que no
podían o no querían moverse.
d) Retraso en el tiempo de respuesta. Los signos anteriores pueden guiar a
un retraso en la respuesta motora a una sugestión. Un hipnoterapeuta
novato podrá desesperarse porque la persona no responde, pero tiempo
después, cuando ya pasó a otro tipo de sugestiones, observará la
ocurrencia de la respuesta anteriormente solicitada (Pérez, 1994).
e) Disminución de los movimientos de orientación. Generalmente la
persona hipnotizada reacciona con intensidad menor o no reacciona
ante los estímulos que se presentan en forma espontánea en el ambiente.
f) Rostro inexpresivo. Muchas personas en estado de trance muestran una
inexpresión facial que algunos denominan “máscara facial”. Además,
cuando se le pide a la persona que abra los ojos, sin decirle que despierte
aún, muestra una mirada desenfocada llamada “mirada de trance” que
junto a la “máscara facial” son características del estado hipnótico.
g) Disminución en los ritmos de respiración y cardiaco. La respiración
tiende a volverse más lenta, amplia y a expresarse en forma más
abdominal. La frecuencia cardiaca al inicio de la inducción puede
incrementarse temporalmente, esto debido a lo novedoso de la
experiencia, pero después tiende a disminuir. Entre más profundo es el
estado de trance, más lentas son las funciones cardiorrespiratorias
(Sunnen, 1999).
h) Rapport y tendencia a responder incrementados. El rapport iniciado
antes de la inducción se incrementa, hay una comunicación más
estrecha entre terapeuta y paciente. Junto a lo anterior se presenta un
incremento a responder las sugestiones o los mensajes del terapeuta, por
eso se dice que en el estado de hipnosis se incrementa la
sugestionabilidad (Barber, 1966).
i) Cambios subjetivos. Generalmente en el estado de trance se
experimentan cambios cognitivos como distorsión en la percepción
temporal, disminución del proceso de pensamiento crítico y voluntario,
sensación de comodidad, etc. Por ejemplo, en la distorsión temporal es
común que la persona exprese, al terminar el trance, sentir que ha
pasado una hora y media cuando en realidad sólo han pasado 30
minutos (Sunnen, 1999).
j) Conducta de reorientación a vigilia. El hecho de estirar el cuerpo,
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tallarse los ojos, tocarse la cara o alguna otra parte del cuerpo se ha
tomado como un signo de reorientación al estado de conciencia de
vigilia usual (Erickson et al., 1976). Es como un “ya volví”.
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Técnicas de disociación. La disociación significa separar partes de la mente
o el cuerpo que generalmente se conciben integradas. Casi siempre concebimos
a la mente como algo integrado único, sin embargo, podemos disociarla
describiéndola como dos entes con estructura propia: consciente e
inconsciente. Esto puede lograrse ofreciendo una serie de sugestiones como las
de la categoría de “no hacer, no saber”, veamos algunos ejemplos:
Puedes imaginar por un momento que eres mente... sólo mente... una mente sin
cuerpo... una mente que flota en el espacio... una mente que se expande suspendida
en el espacio.
4. Intervención terapéutica. La intervención terapéutica dependerá del
tipo de problema del paciente y del enfoque teórico del terapeuta. En la
hipnosis ericksoniana pueden usarse los fenómenos característicos del trance
en forma terapéutica como respuestas ideomotrices, distorsión del tiempo,
regresión en edad, disociación, amnesia estructurada. Todo esto a través de
sugestiones permisivas e indirectas, directas, metáforas y anécdotas. Erickson
afirmaba que la ventaja de la hipnosis es que “aísla a la persona de su entorno
consciente inmediato y dirige la atención hacia sí mismo y a sus
potencialidades reales” (Erickson, 2002). En este libro tratamos varios casos
para ilustrar con mayor detalle la intervención hipnoterapéutica.
5. Sugestiones poshipnóticas. Las sugestiones poshipnóticas son un tipo
especial de sugestiones cuyo objetivo es hacer que una experiencia que la
persona tenga en hipnosis, pueda evocarse posteriormente durante el estado de
vigilia. Supongamos que una persona está sintiendo mucha tranquilidad y paz
durante el trance hipnótico. Si la persona tiene miedo a volar en avión, es muy
recomendable que esa experiencia de tranquilidad pueda reexperimentarse
cuando la persona esté en el avión. Entonces se procede a decirle que esta
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relajación aparecerá cuando escuche el “clic” del cinturón de seguridad del
avión.
Las sugestiones poshipnóticas son indispensables para que haya una
transferencia de los logros del trance a la vigilia. Si no se dan sugestiones
poshipnóticas es probable que las ganancias terapéuticas se queden restringidas
al estado de trance, y la persona continúe sin cambio durante la vigilia (Yapko,
1999).
6. Salida del estado de trance hipnótico. Cuando ya se terminó el
trabajo hipnótico y se dieron las sugestiones poshipnóticas pertinentes,
entonces puede pasarse a la fase de “despertamiento”. Para reorientar a la
persona hacia la vigilia, puede usarse la sugestión de: “Tómate todo el tiempo
que necesites para estar completamente despierto, relajado y tranquilo”, lo cual
es una forma muy permisiva de decirle que despierte, ya que la persona no se
sentirá presionada por el terapeuta con frases como: “Quiero que despiertes
cuando cuente cinco... uno... dos...” o con un violento tronar de dedos:
“¡Despiértese!” Otra forma permisiva de despertar a alguien puede ser:
“Cuando tu mente inconsciente haya terminado de resolver o acomodar eso de
un modo diferente y conveniente para ti, entonces podrás despertar.”
Generalmente al salir del trance, las personas presentan una conducta de
reorientación que se puede manifestar en estirarse, tocarse el cuerpo, etc., lo
que es signo de que estuvo en trance (Erickson et al., 1976).
Acerca del hipnoterapeuta. Es importante recalcar que la intervención
requiere, además de un entrenamiento previo supervisado y una preparación
teórico-clínica que es sumamente importante por parte del terapeuta, variables
personales como una gran flexibilidad y creatividad, empatía, asertividad para
establecer límites, objetividad, autoconcepto y autoconfianza objetivos, así
como la capacidad para manejar la contratransferencia, el gran rapport y la
comunicación especial que se establece en la hipnosis (Strauss, 1993).
Al respecto Barber (1996) opina que “igualmente importante es que el
entrenamiento debe incluir experiencias de crecimiento personal, como los
propios asuntos psicológicos sin resolver del terapeuta, además el clínico debe
estar abierto a otras futuras oportunidades de desarrollo personal”.
BIBLIOGRAFÍA
10
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Yapko, M., Lo Esencial de la Hipnosis, Paidós, Barcelona, 1999.
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