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DEFINICIÓN DE HIPNOSIS E
HIPNOTERAPIA
La hipnosis no puede crear nuevas habilidades en una
persona, pero puede ayudarle a manejar las que ya
tiene… potenciar la expresión de las mismas, aunque
quizá no nos hayamos dado cuenta de que están ahí.
MILTON H. ERICKSON

La palabra hipnosis fue acuñada por el médico inglés James Braid en 1855.
Antes de esta fecha, el fenómeno se conocía con el nombre de magnetismo
animal o mesmerismo, en referencia a Franz Antón Mesmer (1734-1815),
quien fue el primero en intentar dar una explicación científica a este estado
especial de conciencia.
Es interesante destacar que Braid, aparte de acuñar el término hipnosis,
reconoció a este estado como un estado psicofisiológico en el cual los
fenómenos que se presentan (amnesia, catalepsia, alucinaciones, etc.) son
resultado de la acción recíproca entre la mente y el cuerpo (citado por Rossi,
1993). Sin embargo, algunos autores piensan que el término hipnosis es
desafortunado (Barber, 1996), ya que éste se deriva del griego hipnos, que
significa sueño o dormir, y esto proviene de la idea falsa de que la hipnosis es
un estado de sueño o parecido al sueño, y que la persona en estado hipnótico
está dormida. Esto es reafirmado aún más por los hipnotistas de teatro, los que
usan burdas sugestiones como: “Usted está sintiendo sueño... se está
empezando a dormir... usted está en un sueño profundo ahora... ¡Despiértese!”
Todo esto hace creer a la gente, y ¡aun a los profesionales de la medicina y la
psicología! (no conocedores del tema, obviamente), que se trata de un
fenómeno onírico; sin embargo, el sueño y la hipnosis son fenómenos tan
distintos, que me atrevería a decir que en lo que más se parecen es en los
términos.
El sueño normal o “fisiológico” se compone de dos tipos de sueño: el sueño
MOR o sueño con movimientos oculares rápidos, donde hay una actividad
psicofisiológica muy intensa y en donde, por lo general, se reportan sueños. El
otro tipo de sueño se denomina sueño NO-MOR o sin movimientos oculares
rápidos, y se caracteriza por una disminución en toda la actividad fisiológica y
psicológica (Téllez, 1998). Sin embargo, las características fisiológicas (por
ejemplo, electroencefalográficas), psicológicas y comportamentales del sueño

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MOR o NO-MOR son muy diferentes de las de la hipnosis.
Quizá el sonambulismo nos parezca de mayor similitud a la hipnosis. De
hecho, el mismo Braid acuñó el término sonambulismo, palabra que proviene
del latín somnus (dormir) y ambular (caminar), que significa caminar dormido.
Braid utilizó esta palabra para describir a una persona en un estado de hipnosis
profunda y que realiza con facilidad los movimientos que se le sugieren. De
acuerdo con Braid, la hipnosis era un estado de sonambulismo inducido
artificialmente. Sin embargo, en la actualidad se sabe que en la hipnosis
profunda no se observan las ondas lentas (delta) y de alto voltaje que, por lo
general, se observan en el sonambulismo (Evans, 1982).
Lo que sí se ha encontrado es que las personas que tienen una buena
habilidad para entrar en trance hipnótico, o en otras palabras, que son
hipnotizables, tienen también la habilidad para dormir rápidamente en la noche
en forma profunda e ininterrumpida, así como para dormir siestas (Evans,
1982). Asimismo, si a una persona hipnotizada se le deja sola durante un buen
tiempo, es frecuente que entre en estado de sueño natural. Por tal motivo, Evans
(1982) plantea que aunque evidentemente la hipnosis y el sueño son fenómenos
psicofisiológicos diferentes, ambos están mediados por el mismo mecanismo
que involucra la habilidad de cambios de un estado de conciencia a otro.
Aclarado lo anterior, podemos preguntarnos, ¿qué es la hipnosis? El estado
de hipnosis puede inducirse con mayor facilidad cuando una persona concentra
su atención durante un buen tiempo en algún objeto o situación externa, o en
algunos acontecimientos internos como sus pensamientos, recuerdos,
imaginación, sensaciones corporales, etc. Es por eso que algunos estudiosos
del tema definen a la hipnosis como un foco concentrado de atención
(O’Hanlon y Martin, 1992; Ricardo Figueroa, comunicación personal).
Muchos autores, entre ellos Ernest Rossi y Milton Erickson (1976), definen a
la hipnosis como un estado de conciencia alterado. La palabra “alterado” puede
hacernos pensar en un estado anormal o patológico, pero no es así, un estado
de conciencia alterado se refiere a un estado especial de conciencia diferente
del de la vigilia y el sueño, pero natural. De hecho, el enfoque de Erickson es
“naturalista”, es decir, él insistía mucho en la concepción de la hipnosis como
un estado natural de conciencia, el cual se experimenta varias veces al día sin
darnos cuenta. Por su parte, William O’Hanlon también define a la hipnosis
como la evocación de experiencias involuntarias (O’Hanlon y Martin, 1982).
En un simposio organizado por la Universidad Colgate (Hamilton, Nueva
York) en 1960, Erickson definió a la hipnosis como un estado de conocimiento
o un estado de predisposición a usar lo aprendido (Erickson, 1967).
Pero, ¿qué caracteriza a ese estado de conciencia alterado? Price (1996)
hizo un estudio experiencial-fenomenológico con 21 estudiantes y maestros
universitarios que fungieron como observadores-participantes al experimentar
varias inducciones hipnóticas. Hubo un consenso de parte de los observadores-
participantes para identificar ciertas características como necesarias o
suficientes para un estado hipnótico, las cuales fueron:

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1. Una sensación de relajación (sentirse libre de tensiones).
2. Un foco concentrado y sostenido de atención en uno o dos
acontecimientos.
3. Una ausencia de juicio, monitoreo y censura.
4. Una suspensión de la orientación temporal usual, de localización y/o
sentido de uno mismo.
5. Automaticidad. El experimentar nuestras propias respuestas como
involuntarias.

Spiegel y Maldonado (2001) opinan que la hipnosis se compone de una


tríada básica; estos tres elementos son la absorción, es decir, un foco
concentrado de atención activa asociado con una suspensión relativa de la
atención periférica; la disociación, que consiste en el almacenamiento y
procesamiento de la información en una estructura fuera de la mente
consciente, y finalmente una mayor sugestión, lo cual consiste en un
incremento en la probabilidad de la aceptación de ideas o instrucciones sin
reflexión crítica.
Revenstorf (1998) opina que la hipnosis es un estado alterado de conciencia
que se caracteriza por un marcado incremento en la receptividad de
sugestiones, la capacidad de modificar la percepción y la memoria, y el
funcionamiento fisiológico autónomo (actividad glandular, vasomotora, etc.).
Este estado puede emplearse terapéuticamente para provocar cambios
cognoscitivos, conductuales y somáticos.
De lo anterior podemos hacer una síntesis y definir a la hipnosis de la
siguiente manera: “Un foco concentrado de atención que nos guía a un estado
especial de conciencia, en el cual pueden evocarse en forma involuntaria
experiencias previamente aprendidas. Este estado se caracteriza por un
incremento en la sugestionabilidad y la capacidad de modificación de la
percepción, memoria y del funcionamiento del sistema nervioso autónomo.”
La hipnosis es un estado de conciencia, pero también se refiere a una
técnica. El proceso de inducción a la hipnosis consiste en una serie
innumerable de técnicas que se han desarrollado y utilizado con el fin de lograr
una focalización de la atención hacia un acontecimiento u objeto, ya sea interno
o externo, y finalmente producir un estado especial de conciencia. Muchas de
estas técnicas incluyen sugestiones de relajación, de disociación, de confusión,
etc., que invitan a la persona a “dejarse ir” (Araoz, 1996). La Asociación
Psicológica Americana (APA) define las técnicas de inducción hipnótica como
aquellos procedimientos en los que se sugieren cambios en las sensaciones, las
percepciones, los pensamientos, las emociones y la conducta (Jay Lynn et al.,
1996).

DIFERENCIA ENTRE HIPNOSIS E HIPNOTERAPIA

Es importante distinguir entre hipnosis e hipnoterapia. La hipnosis es un


estado especial y natural de conciencia que puede ocurrir en forma espontánea

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o inducida. La espontánea, por ejemplo, puede ocurrir cuando manejamos por
carretera largos trayectos o cuando estamos muy concentrados viendo una
película. La inducida es cuando deliberadamente un hipnotista o
hipnoterapeuta aplica alguna técnica de inducción. La hipnoterapia o hipnosis
clínica es cualquier tipo de intervención psicoterapéutica que puede ser de
orientación cognitivo-conductual, psicoanalítica, ericksoniana, etc., que se
realiza usando la hipnosis como contexto (Rhue et al., 1996), Cualquier
persona puede inducir a otra a un estado hipnótico, esto con un mínimo de
entrenamiento, pero hacer hipnoterapia, es decir, una intervención
psicoterapéutica en ese estado de conciencia, es muy distinto. Para hacer
hipnoterapia se requiere, aparte de ser diestro en el uso de la hipnosis, tener los
conocimientos y el entrenamiento en algunas ramas de la psicología clínica o
medicina psiquiátrica. No debe confundirse al hipnotista con el hipnoterapeuta.
Por tanto, la hipnoterapia sólo puede ser realizada por profesionales de la salud
mental debidamente, entrenados y con licencia autorizada por universidades
y/o organizaciones profesionales oficialmente reconocidas.
Jay Lynn et al., (1996) opinan que el estado de trance no es suficiente para
que la persona responda con resultados satisfactorios a una sugestión, sino que
además del trance son necesarias las siguientes variables:

a) Lo apropiado de las actitudes, creencias e intenciones de la persona ante


la hipnosis.
b) La habilidad para pensar, fantasear y embeberse en las sugestiones
ofrecidas por el terapeuta.
c) La habilidad del terapeuta para crear una relación basada en la
confianza.
d) La habilidad de la persona para interpretar las sugestiones
apropiadamente y ver sus respuestas de las sugestiones como un éxito.
e) Lo apropiado del método y de las sugestiones usados por el terapeuta
para tratar el problema planteado.

Todas estas condiciones junto con el trance hipnótico favorecen un


resultado terapéutico más satisfactorio.
La hipnoterapia se compone de varias etapas básicas, las cuales son
relativamente necesarias para llevar a cabo una estrategia de intervención
clínica con la hipnosis. Estas etapas son el establecimiento del rapport, la
inducción hipnótica, la profundización al trance, la intervención terapéutica,
las sugestiones poshipnóticas y la salida del estado hipnótico. Veamos cada
una de estas etapas.

1. Rapport. El rapport se refiere al establecimiento de una relación de


comprensión y confianza suficiente entre el terapeuta y el paciente. Esta etapa
inicia desde que se recibe y saluda al paciente, éste da sus datos generales y
cuenta el motivo de consulta. El paciente necesita sentirse comprendido,
necesita sentir empatía y seguridad en el terapeuta. No se recomienda que se
inicie la fase de inducción si no se ha establecido el rapport suficiente en la

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relación terapéutica. El rapport necesita mantenerse o preferiblemente
incrementarse durante el resto del tratamiento. Por lo general en esta etapa se
le explica al paciente lo que en verdad es la hipnosis, para descartar posibles
mitos perjudiciales que pueda traer el paciente (véase cap. 2), y se le exponen
las ventajas del método. Es importante que el paciente esté convencido de la
utilidad y seguridad de la hipnosis.
2. Inducción. Una vez que se ha establecido el rapport se procede al uso
de alguna técnica de inducción a la hipnosis. Existen infinidad de técnicas de
inducción hipnótica. Asimismo hay dos grandes categorías de técnicas
hipnóticas diferenciadas por el tipo de enfoque y sugestiones que usan: las
técnicas de inducción directas o autoritarias, y las técnicas de inducción
indirectas o permisivas. Existen algunas evidencias de que ambas categorías
de sugestiones son igualmente efectivas (Rhue et al., 1996), lo importante es
su uso combinado de acuerdo con las características del paciente. La técnica
de inducción puede concluirse cuando se observa que el paciente ha
desarrollado cierto nivel de profundidad en el trance hipnótico. Barber (1996)
recomienda que la inducción hipnótica incluya los siguientes componentes:

a) Evocación de la atención, cooperación e interés del paciente. Esto


puede lograrse con frases iniciales como: “Observaremos ahora la
fuerza de su mente subconsciente, para ayudar a resolver su problema”,
o: “Ahora empezaremos a usar la capacidad de su imaginación.”
b) Focalizar la atención del paciente: “Quiero que cierres tus ojos y pongas
atención a todos los sonidos del ambiente... ahora puedes poner
atención a mi voz, puedes empezar a notar que realmente ninguna otra
cosa es importante, mientras continúo hablándote.”
c) Focalizar aún más la atención y dirigirla interiormente: “Ahora quiero
que puedas poner atención a tu respiración... observa cómo el aire entra
y sale de tu cuerpo... cómo entra... y sale... cómo entra fresco... y sale
tibio... siente tu respiración... cómo con cada inhalación oxigena tu
cuerpo y tu mente.”
d) Sugerir disociación. Barber (1996) opina que la disociación es una parte
esencial de la hipnosis y afirma que si este proceso no ocurre, es difícil
que pueda haber un beneficio terapéutico. Una forma de sugerir la
disociación es diciéndole al paciente sugestiones como: “No es
necesario que escuches mi voz con tu mente consciente porque tu mente
inconsciente me estará poniendo mucha atención, puedes escuchar mi
voz pero no mis palabras.”

Una pregunta muy común entre los terapeutas que están siendo entrenados
en hipnosis es, ¿cuándo sabemos que la persona ya está en trance hipnótico?
Estos son algunos de los signos o indicadores mínimos que pueden reflejar que
la persona ya está en algún nivel de profundidad del estado de trance:

a) Relajación muscular. Esto generalmente se refleja en los músculos del


cuello, la mandíbula y los brazos. Durante la inducción, el cuello se

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relaja y la cabeza tiende a irse hacia atrás o hacia delante. En general
hay una cómoda sensación de pesadez en los brazos, sensación que
puede extenderse a todo o a otras partes del cuerpo (Sunnen, 1999).
b) Cambios oculares. Las personas casi siempre muestran un movimiento
ocular rápido, asociado a un fino parpadeo. En ocasiones hay lágrimas.
c) Economía del movimiento. Esto se refiere a que las personas en estado
de trance presentan grandes dificultades o simplemente no desean
realizar el mínimo esfuerzo o movimiento. Esta dificultad es evidente
cuando, estando en trance, se les pide responder algunas preguntas. Esto
puede ser resultado de la combinación de una profunda relajación y una
disociación. Al salir del trance los pacientes suelen reportar que no
podían o no querían moverse.
d) Retraso en el tiempo de respuesta. Los signos anteriores pueden guiar a
un retraso en la respuesta motora a una sugestión. Un hipnoterapeuta
novato podrá desesperarse porque la persona no responde, pero tiempo
después, cuando ya pasó a otro tipo de sugestiones, observará la
ocurrencia de la respuesta anteriormente solicitada (Pérez, 1994).
e) Disminución de los movimientos de orientación. Generalmente la
persona hipnotizada reacciona con intensidad menor o no reacciona
ante los estímulos que se presentan en forma espontánea en el ambiente.
f) Rostro inexpresivo. Muchas personas en estado de trance muestran una
inexpresión facial que algunos denominan “máscara facial”. Además,
cuando se le pide a la persona que abra los ojos, sin decirle que despierte
aún, muestra una mirada desenfocada llamada “mirada de trance” que
junto a la “máscara facial” son características del estado hipnótico.
g) Disminución en los ritmos de respiración y cardiaco. La respiración
tiende a volverse más lenta, amplia y a expresarse en forma más
abdominal. La frecuencia cardiaca al inicio de la inducción puede
incrementarse temporalmente, esto debido a lo novedoso de la
experiencia, pero después tiende a disminuir. Entre más profundo es el
estado de trance, más lentas son las funciones cardiorrespiratorias
(Sunnen, 1999).
h) Rapport y tendencia a responder incrementados. El rapport iniciado
antes de la inducción se incrementa, hay una comunicación más
estrecha entre terapeuta y paciente. Junto a lo anterior se presenta un
incremento a responder las sugestiones o los mensajes del terapeuta, por
eso se dice que en el estado de hipnosis se incrementa la
sugestionabilidad (Barber, 1966).
i) Cambios subjetivos. Generalmente en el estado de trance se
experimentan cambios cognitivos como distorsión en la percepción
temporal, disminución del proceso de pensamiento crítico y voluntario,
sensación de comodidad, etc. Por ejemplo, en la distorsión temporal es
común que la persona exprese, al terminar el trance, sentir que ha
pasado una hora y media cuando en realidad sólo han pasado 30
minutos (Sunnen, 1999).
j) Conducta de reorientación a vigilia. El hecho de estirar el cuerpo,

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tallarse los ojos, tocarse la cara o alguna otra parte del cuerpo se ha
tomado como un signo de reorientación al estado de conciencia de
vigilia usual (Erickson et al., 1976). Es como un “ya volví”.

3. Profundización. La profundización del estado de trance hipnótico


facilita de alguna manera que la mente consciente deje por un momento su
función fiscalizadora y deje de supervisar con su pensamiento crítico los
mensajes del terapeuta, de manera que la mente inconsciente pueda procesar
la información con el objetivo de favorecer un cambio a ese nivel. Cabe decir
que en muchas ocasiones no es necesario que la mente consciente se desligue
completamente del proceso -ya que esto se reflejaría en una amnesia
espontánea-, sino tan sólo que se mantenga a cierta distancia observando
pasivamente lo que la mente inconsciente hace. En ocasiones la mente
consciente se desliga y se vuelve a conectar con la voz del terapeuta varias
veces durante el proceso, el paciente dice: “De repente lo escuchaba y de
repente no, me iba y no lo escuchaba. Después volvía a escucharla y eso
sucedió durante toda la sesión.” Es importante mencionar que a partir de una
hipnosis de grado ligero puede desarrollarse una terapia exitosa, pero que los
niveles más profundos de hipnosis pueden ser más útiles en casos como dolor
por enfermedades crónicas, operaciones quirúrgicas, en pacientes cuya mente
consciente es críticamente negativa con las sugestiones que se les ofrecen,
etcétera.
Las técnicas de profundización más usadas son las técnicas de confusión,
las técnicas de disociación, la técnica de fraccionamiento de la hipnosis, las
técnicas de contar hacia atrás y de descender niveles.

Técnicas de confusión. La mente consciente no tolera mucho la confusión.


Cuando el terapeuta ofrece mensajes confusos, incoherentes o inconexos ya
sea de tipo espacial, temporal o semántico, la mente consciente tiende a
“retirarse" o desestructurarse temporalmente, lo que permite funcionar con
mayor libertad a la mente inconsciente, que recibe por tanto las sugestiones
terapéuticas (Erickson et al., 1976). Cuando esto ocurre existe una amnesia
para la mente consciente respecto de lo dicho por la terapeuta, lo que permite
que los cambios se experimenten en forma más espontánea (Edgette y Edgette,
1995). En este libro se dedica todo el capítulo 7 a las técnicas de confusión.
Técnica de fraccionamiento. Consiste en una alternancia rápida de periodos
cortos de trance y vigilia (Ramos-Gascón, 2002). Se empieza aplicando
cualquier técnica de inducción hipnótica, una vez concluida ésta y en el
supuesto que el paciente se encuentre en un trance ligero, interrumpimos para
despertar a la persona por unos momentos e inmediatamente después le
pedimos que entre otra vez en trance. Una forma de interrumpir el trance es
pedirle al paciente tomar el tiempo que necesite para despertarse y una vez que
haya abierto los ojos y esté completamente alerta y despierto, pedirle que fije
su vista en un punto, de manera que permita que sus ojos se empiecen a poner
poco a poco muy pesados, de tal manera que puedan cerrarse por sí solos. Este
procedimiento puede hacerse un promedio de tres veces.

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Técnicas de disociación. La disociación significa separar partes de la mente
o el cuerpo que generalmente se conciben integradas. Casi siempre concebimos
a la mente como algo integrado único, sin embargo, podemos disociarla
describiéndola como dos entes con estructura propia: consciente e
inconsciente. Esto puede lograrse ofreciendo una serie de sugestiones como las
de la categoría de “no hacer, no saber”, veamos algunos ejemplos:

No es necesario que escuches mi voz con tu mente consciente, porque tu mente


inconsciente me estará escuchando atentamente.
...yencualquiermomentopuedesdescubrirquedejasdeescucharmivoz,como
cuando estabas en la primaria o secundaria y las clases eran largas y aburridas, y
mentalmente te ibas... te ibas lejos de ahí... a algún lugar donde te gustaba estar...
y te quedabas ahí disfrutando... y cuando volvías te dabas cuenta de que habías
perdido el hilo de lo que la maestra decía, pero no importaba porque tu mente
inconsciente estuvo escuchando cada palabra que la maestra dijo... como tu mente
inconsciente lo está haciendo en este momento con mi voz... y tu mente inconsciente
sabia e inteligente podrá respondera su propio ritmo.
...y tu mente inconsciente puede seguir trabajando para ti sin que te des
cuenta... puede ser durante el sueño... mientras duermes descansada y
profundamente... tu mente inconsciente seguirá acomodando cosas dentro de ti de
manera diferente... y no te darás cuenta de lo que tu mente inconsciente hará...
hasta que alguien se dé cuenta de que no te has dado cuenta... que algo está
empezando a cambiar positivamente dentro de ti.

También pueden darse sugestiones de disociación mente-cuerpo:

Puedes imaginar por un momento que eres mente... sólo mente... una mente sin
cuerpo... una mente que flota en el espacio... una mente que se expande suspendida
en el espacio.
4. Intervención terapéutica. La intervención terapéutica dependerá del
tipo de problema del paciente y del enfoque teórico del terapeuta. En la
hipnosis ericksoniana pueden usarse los fenómenos característicos del trance
en forma terapéutica como respuestas ideomotrices, distorsión del tiempo,
regresión en edad, disociación, amnesia estructurada. Todo esto a través de
sugestiones permisivas e indirectas, directas, metáforas y anécdotas. Erickson
afirmaba que la ventaja de la hipnosis es que “aísla a la persona de su entorno
consciente inmediato y dirige la atención hacia sí mismo y a sus
potencialidades reales” (Erickson, 2002). En este libro tratamos varios casos
para ilustrar con mayor detalle la intervención hipnoterapéutica.
5. Sugestiones poshipnóticas. Las sugestiones poshipnóticas son un tipo
especial de sugestiones cuyo objetivo es hacer que una experiencia que la
persona tenga en hipnosis, pueda evocarse posteriormente durante el estado de
vigilia. Supongamos que una persona está sintiendo mucha tranquilidad y paz
durante el trance hipnótico. Si la persona tiene miedo a volar en avión, es muy
recomendable que esa experiencia de tranquilidad pueda reexperimentarse
cuando la persona esté en el avión. Entonces se procede a decirle que esta

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relajación aparecerá cuando escuche el “clic” del cinturón de seguridad del
avión.
Las sugestiones poshipnóticas son indispensables para que haya una
transferencia de los logros del trance a la vigilia. Si no se dan sugestiones
poshipnóticas es probable que las ganancias terapéuticas se queden restringidas
al estado de trance, y la persona continúe sin cambio durante la vigilia (Yapko,
1999).
6. Salida del estado de trance hipnótico. Cuando ya se terminó el
trabajo hipnótico y se dieron las sugestiones poshipnóticas pertinentes,
entonces puede pasarse a la fase de “despertamiento”. Para reorientar a la
persona hacia la vigilia, puede usarse la sugestión de: “Tómate todo el tiempo
que necesites para estar completamente despierto, relajado y tranquilo”, lo cual
es una forma muy permisiva de decirle que despierte, ya que la persona no se
sentirá presionada por el terapeuta con frases como: “Quiero que despiertes
cuando cuente cinco... uno... dos...” o con un violento tronar de dedos:
“¡Despiértese!” Otra forma permisiva de despertar a alguien puede ser:
“Cuando tu mente inconsciente haya terminado de resolver o acomodar eso de
un modo diferente y conveniente para ti, entonces podrás despertar.”
Generalmente al salir del trance, las personas presentan una conducta de
reorientación que se puede manifestar en estirarse, tocarse el cuerpo, etc., lo
que es signo de que estuvo en trance (Erickson et al., 1976).
Acerca del hipnoterapeuta. Es importante recalcar que la intervención
requiere, además de un entrenamiento previo supervisado y una preparación
teórico-clínica que es sumamente importante por parte del terapeuta, variables
personales como una gran flexibilidad y creatividad, empatía, asertividad para
establecer límites, objetividad, autoconcepto y autoconfianza objetivos, así
como la capacidad para manejar la contratransferencia, el gran rapport y la
comunicación especial que se establece en la hipnosis (Strauss, 1993).
Al respecto Barber (1996) opina que “igualmente importante es que el
entrenamiento debe incluir experiencias de crecimiento personal, como los
propios asuntos psicológicos sin resolver del terapeuta, además el clínico debe
estar abierto a otras futuras oportunidades de desarrollo personal”.

BIBLIOGRAFÍA

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Ciudad de México, México, 1996.
Barber, J., “A Brief Introduction to Hypnotic Analgesia”, en Joseph Barber,
Hypnosis and Suggestion in the Treatment of Pain, Norton, Nueva York,
1996.
Edgette, J. H. y Edgette, J. S, The Handbook of Hypnotic Phenomena in
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Erickson, M. H., “Problemas psicológicos básicos en la investigación de la
hipnosis”, en G. H. Estabrooks, Problemas actuales de la hipnosis, Fondo
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Erickson, M. H. et al, Hypnotic Realities, Irvington, Nueva York, 1976.
Evans, F. J., “Hypnosis and Sleep”, en Research Communications in
Psychology, Psychiatry and Behavior, 7:241-256, 1982.
Jay Lynn, S. et al., “Clinical Hypnosis: Assessment, Applications and
Treatment Considerations”, en J. W. Rhue et al. (eds.) Handbook of
Clinical Hypnosis, American Psychological Association, Washington,
1996, págs. 3-30.
O’Hanlon, W. H. y Martin, M., Solution Oriented Hypnosis: An Ericksonian
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Price, D. D., “Hypnotic Analgesia: Psychological and Neural Mechanisms”,
en J. Barber (ed.) Hypnosis and Suggestion in the Treatment of Pain,
Norton, Nueva York, 1996, págs. 67-84.
Ramos-Gascón, C., Hipnosis y psicoterapia, EDAF, Madrid, 2002.
Revenstorf, D., “Hipnoterapia: su estado empírico y teórico”, en Enseñanza e
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Rhue, J. W. et al, Handbook of Clinical Hypnosis, American Psychological
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Rossi, E. L., Psychobiology Mind-Body Healing, Norton, Nueva York, 1993.
Spiegel, D. y Maldonado, J. R., “Hipnosis”, en Robert E. Hales et al., Tratado
de Psiquiatría, t. II, Masson, Barcelona, 2001, págs. 1241-1271.
Strauss, B. S., “Operator Variables in Hypnotherapy”, en Judith W. Rhue et
al., (eds.), Handbook of Clinical Hypnosis, American Psychological
Association, Washington, 1993, págs. 22-72.
Sunnen, G., “What is hypnosis?”, en Roberta Temes (ed.), Medical Hypnosis:
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York, 1999, págs. 7-20.
Téllez, A., Trastornos del sueño, Trillas, México, 1998.
Yapko, M., Lo Esencial de la Hipnosis, Paidós, Barcelona, 1999.

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