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La medicina legal apareció por primera vez en Alemania en el siglo XVI: la Ley
Carolina promulgada por Carlos V en 1532 obliga a expertos en medicina
(esencialmente barberos-cirujanos de la época) a intervenir sobre los cadáveres
en caso de homicidio voluntario o involuntario, imponiéndose una pena
proporcional a las lesiones. En 1536, Francisco I de Francia redacta para el duque
de Bretaña una ordenanza organizando el inicio de la medicina legal.
Jean Jacques Bruhier realizó en 1742 los primeros trabajos sobre inhumaciones
prematuras, recogiendo 189 supuestos casos de enterramientos en vida. Como
consecuencia, hacia 1793 se crearon en Alemania e Italia las cámaras mortuorias
de espera. En este mismo siglo el científico alemán Georg Christoph
Lichtenberg describió las figuras de Lichtenberg, un importante hallazgo que
posteriormente tendría relevancia como signo de fulguración en el estudio de
cadáveres. Además, Xavier Bichat hizo interesantes descripciones sobre el
proceso de la muerte y elaboró el que luego sería conocido como trípode de
Bichat de las funciones vitales: la circulación, la respiración y la función nerviosa.
Asimismo, Pierre Hubert Nysten enunció las leyes de la rigidez cadavérica que
llevan su nombre. Jean-Jacques Belloc es considerado el creador de la medicina
legal en Francia.
En Guatemala tanto del período colonial como independiente, se tiene una gran
cantidad de datos históricos sobre la medicina forense. “Se considera que primera
autopsia médico legal fue practica en 1622 los doctores Domingo López Ruiz y
Juan del Castillo, al cadáver del preso Simón Zacarías. Es posible que esa
autopsia sea la primera médico legal que se practicó en Centroamérica, tal como
lo señala Carrillo.
La primera cátedra de medicina legal en Guatemala se estableció en 1869, siendo
su primer maestro el Dr. Mariano Gándara. La figura más destacada en la materia
ha sido el Dr. Carlos Federico Mora, el cual se especializó en París, fue Jefe del
servicio médico forense en los años 1922 al 32, fue profesor de la materia en las
facultades de Ciencias Médicas y Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad
de San Carlos de Guatemala, y escribió un práctico libro de texto llamado
“Medicina Forense”. Así mismo se menciona al doctor Miguel F. Molina, quien fue
Jefe del Servicio Médico Forense por ausencia del doctor Mora en el período
comprendido de 1927 a 1930, quien también sirvió la cátedra en las mismas
facultades. La medicina forense en Guatemala no contaba con una Universidad
formadora de dicha especialidad, todos los médicos (muy escasos) que se
dedicaban a ella habían sido formados en el extranjero o de forma empírica y la
aplicación del método técnico científico no se daba como tal. En el 2000 la USAC
realiza un Diplomado en Medicina Legal, con el apoyo de las siguientes
Instituciones Facultades de Medicina, Ciencias Jurídicas y Sociales, Odontología,
Ministerio Público, Colegio de Médicos y el Seguro Social, coordinado por el Dr.
Giovani Franco Santisteban. Posteriormente el Ministerio Público en el 2004 a
través de su Unidad de Capacitación y con el entusiasmo de un grupo de médicos,
entre ellos el Dr. José Mario Nájera Ochoa jefe del Departamento en aquel
entonces, Dr. Edwin Marino Salazar Díaz y Juan Jacobo Muñoz, que laboraban
para esa institución y quienes planifican y desarrollan un diplomado, el cual les
sirve de base para la realización de su trabajo de forma
más técnica, con base bibliográfica y con la aplicación del método técnico
científico, seguidamente la USAC realiza un post grado en medicina legal y
posteriormente lo efectúan algunas universidades privadas. Actualmente son ya
varias las universidades que han desarrollado cursos técnicos en criminalística,
diplomados y maestrías que han servido de base para la que la medicina forense
sea cada día un mejor soporte para la aplicación de la justicia. Como se ha podido
observar la medicina legal tiene muchos años de existencia en el ámbito de la
sociedad, con lo cual ha contribuido para la aplicación de la justicia, el desarrollo
en cada país ha dependido de profesores que fueron y han sido lo suficientemente
visionarios para llevar a esta rama de la medicina a su más alto desarrollo, a esto
se le ha agregado el apoyo de los gobiernos de cada nación y el clamor de la
sociedad por una justicia universal, pronta y equitativa.