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El rŽgimen de los contratos estatales en el Perœ


Jorge Dan—s Ord—–ez

Derecho Administrativo Contempor‡neo. Ponencias del II Congreso de Derecho


Administrativo
Contrataci—n administrativa
Autor: Jorge Dan—s Ord—–ez
P‡ginas: 63-105

Id. vLex: VLEX-76747892


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Resumen

I. La evoluci—n de la contrataci—n administrativa en el Perœ.II. Panor‡mica de los


contratos estatales en el Perœ.- III. El derecho pœblico y privado en los principales
contratos estatales

Texto

I. La evoluci—n de la contrataci—n administrativa en el Perœ


II. Panor‡mica de los contratos estatales en el Perœ
ÊÊÊÊ1. La Ley de Contrataciones y Adquisiciones (LCAE)
ÊÊÊÊ2. El RŽgimen de las Concesiones
ÊÊÊÊ2.1. Las concesiones de recursos naturales
ÊÊÊÊ2.2. Las concesiones de servicios pœblicos
ÊÊÊÊÊÊÊÊ2.3. Las concesiones de obras pœblicas de infraestructura
ÊÊÊÊ3. El rŽgimen de los contratos leyes
III. El derecho pœblico y privado en los principales contratos estatales
ÊÊÊÊ1. Los contratos regulados por la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado
ÊÊÊÊ2. Los contratos de concesi—n de servicios pœblicos
ÊÊÊÊ3. Los contratos de concesi—n de infraestructura pœblica
ÊÊÊÊ4. Los contratos-leyes
Ê

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El objeto de la presente ponencia es proporcionar una visi—n panor‡mica del rŽgimen


legal vigente de las principales modalidades de los contratos que celebra la
administraci—n pœblica en el Perœ, con la finalidad de explicar como es que, no
obstante que el ordenamiento jur’dico peruano no recoge la distinci—n entre contratos
administrativos y contratos de derecho privado que se postula en otros pa’ses
influidos por el derecho administrativo francŽs, y por ende no se consagra en forma
expresa un concepto de contrato administrativo como una categor’a espec’fica que
potencie las prerrogativas de la administraci—n en la ejecuci—n de los contratos que
celebra, se pueden encontrar diversas manifestaciones de potestades pœblicas
otorgadas a la Administraci—n, lo que demuestra que finalmente el derecho
administrativo no est‡ ausente en la regulaci—n de la fase de ejecuci—n de los
contratos estatales.

Examinaremos, en primer tŽrmino, la evoluci—n del ordenamiento peruano en materia


de contrataci—n administrativa, describiendo los principales hitos que permiten
explicar el proceso de formaci—n del rŽgimen vigente.

En segundo lugar, realizaremos una descripci—n general del rŽgimen de los diferentes
contratos que celebra la administraci—n pœblica en el Perœ, haciendo notar que en
nuestro ordenamiento a diferencia del de otros pa’ses de nuestro entorno como el
colombiano o el argentino no existe una legislaci—n unitaria que aglutine la regulaci—n
de toda la contrataci—n estatal; asimismo, se evidencia un marcado Žnfasis en la
regulaci—n de los procedimientos administrativos de selecci—n de los contratistas,
antes que en la regulaci—n de la fase de ejecuci—n de lo contratos; y no se realiza
diferenciaci—n alguna entre contratos caracterizados como administrativos versus
contratos privados porque no recoge de manera expresa un criterio sustantivo de
contrato administrativo.

Finalmente, pasaremos revista al rŽgimen de cada uno de los principales contratos


que celebran las entidades administrativas, como es el caso de los contratos
mediante los cuales el Estado adquiere bienes o servicios o encarga la realizaci—n de
obras; los contratos de concesi—n

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para la explotaci—n de servicios pœblicos y de obras pœblicas de infraestructura y


finalmente los denominados contratos-leyes o convenios de estabilidad jur’dica, con el
objeto de analizar en que medida se manifiesta la aplicaci—n preponderante del
derecho administrativo o del derecho privado en cada uno de los referidos contratos y
de que aspectos depende la primac’a entre u otro.

I. La evoluci—n de la contrataci—n administrativa en el Perœ

Podemos caracterizar hasta tres etapas en la evoluci—n del rŽgimen jur’dico de la


contrataci—n estatal en el Perœ.

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En el primer per’odo que abarca hasta comienzos de la dŽcada de los 80« rigi— una
absoluta dispersi—n normativa en la materia. No exist’a un ordenamiento que regulase
con car‡cter general para todos los organismos del sector pœblico el rŽgimen de los
contratos de adquisiciones de bienes y servicios o de obra pœblica por parte de las
entidades estatales. Las escasas reglas existentes sobre la materia, casi
exclusivamente referidas a los procedimientos administrativos de selecci—n
(licitaciones, concursos pœblicos), estaban establecidas en normas dispersas,
principalmente de car‡cter presupuestario y con car‡cter asistem‡tico, porque en la
pr‡ctica la mayor parte de las entidades del sector pœblico ten’an sus propios
reglamentos de adquisiciones. El rŽgimen legal de las concesiones, especialmente las
referidas a la explotaci—n de algunos recursos naturales, como es el caso de la
miner’a, solo era regulado por algunas leyes sectoriales, careciŽndose de un m’nimo
denominador comœn sobre la materia.

La segunda etapa comienza en la dŽcada de los 80 con la entrada en vigencia de la


Carta Pol’tica de 1979 que consagr— a nivel constitucional en su art’culo 143 la
obligaci—n del Estado de realizar la contrataci—n de servicios, obras y suministros
mediante los procedimientos administrativos de licitaci—n y concurso pœblico, con el
prop—sito de garantizar la eficiencia y el manejo transparente de los recursos
pœblicos[1].

Se caracteriza tambiŽn por la expedici—n de un conjunto de normas que tuvieron por


finalidad sistematizar, cada una en su ‡mbito, la regulaci—n de los procedimientos
contractuales para las adquisiciones de bienes y servicios y la contrataci—n de obras
pœblicas por parte de las entidades

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estatales. Tal fue el caso del denominado Reglamento ònico de Licitaciones y


Contratos de Obras Pœblicas (RULCOP) aprobado mediante el Decreto Supremo N.¼
034-80-VC para la contrataci—n de obras pœblicas; el Reglamento ònico de
Adquisiciones (RUA) que fuera aprobado mediante Decreto Supremo N.¼ 065-85-VC
para la adquisici—n de bienes, servicios y suministros, y de la ley N.¼ 23554 para la
contrataci—n de actividades de consultor’a y su Reglamento general (REGAC).

Los dos primeros, es decir el RULCOP y el RUA no obstante haber sido aprobados por
el Poder Ejecutivo en calidad de reglamentos aut—nomos se les dot— de fuerza de ley
en su oportunidad. Los citados dispositivos no realizaron diferenciaci—n alguna entre
contratos administrativos y contratos estatales sujetos al derecho privado, regularon
tambiŽn casi exclusivamente los procedimientos administrativos de adjudicaci—n o
selecci—n de contratistas, y por primera vez crearon en este ‡mbito instancias
administrativas encargadas de resolver en œltimo grado las controversias que se
generaban durante la fase precontractual, tal fue el caso de los consejos de
adquisiciones departamentales para los procedimientos administrativos regulados por
el RUA y del denominado Consejo Superior de Licitaciones y Contratos Obras Pœblicas
(CONSULCOP), este œltimo configurado como un verdadero tribunal administrativo

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estaba facultado para resolver en sede administrativa incluso las controversias que se
generasen durante la ejecuci—n del contrato entre la entidad administrativa
contratante y el contratista privado, sin perjuicio de que cualquiera de las partes en
caso de disconformidad con la resoluci—n de CONSULCOP pod’a cuestionarla ante el
Poder Judicial mediante el proceso contencioso administrativo[2].

Durante esta segunda etapa el rŽgimen de las concesiones no experiment—


modificaciones importantes y continu— centrado exclusivamente en las concesiones
para otorgar a los privados la explotaci—n de algunos recur- sos naturales, regulados
por leyes sectoriales.

La tercera y œltima etapa de la evoluci—n del rŽgimen de la contrataci—n de la


administraci—n pœblica en el Perœ se inicia en la dŽcada de los 90,

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en el contexto de un proceso de reformas estructurales en sinton’a con un modelo


econ—mico mundial de car‡cter liberal, que preconizaba la apertura de los mercados a
la competencia, la eliminaci—n de restricciones a la inversi—n al sector privado, la
reducci—n del aparato del Estado y la reorientaci—n de sus competencias
principalmente en materia econ—mica para concentrarlo œnicamente en las funciones
b‡sicas o esenciales. Como producto de dicho proceso se transfiri— al sector privado la
producci—n de bienes y la prestaci—n de servicios que hasta entonces eran
gestionados exclusivamente por entidades estatales, mediante los procesos de
privatizaci—n (venta) de la propiedad de empresas pœblicas y el otorgamiento de
concesiones a empresas privadas para la prestaci—n de actividades calificadas
jur’dicamente como servicios pœblicos y para la explotaci—n de obras pœblicas de
infraestructura principalmente de transporte (puertos, aeropuertos, carreteras,
etc.)[3].

La Constituci—n de 1993, al igual que su predecesora de 1979, consagra un precepto


constitucional[4] que establece el marco de referencia para las adquisiciones de
bienes, servicios y suministros y la contrataci—n de obras por parte de las entidades
administrativas, disponiendo que las entidades estatales est‡n obligadas a sujetarse a
los procedimientos administrativos de licitaci—n o concurso pœblico que establezcan
las leyes respectivas, con la finalidad de garantizar la correcta utilizaci—n de los
recursos pœblicos y permitir la libre concurrencia de postores.

En lo referido a la contrataci—n de servicios, obras o suministros por parte del Estado,


en 1997 se aprob— la Ley N.¼ 26850 denominada ÇLey de contrataciones y
adquisiciones del EstadoÈ que unific— la legislaci—n dispersa precedente sobre la
materia (el RUA, el RULCOP y el REGAC). Esta nueva ley (en adelante LCAE) integra en
un solo cuerpo legal el rŽgimen que regula los procesos de contrataci—n de todas las
entidades administrativas, incluidas las empresas del Estado, para la adquisici—n de
bienes y servicios y para la contrataci—n de obras (que a partir de entonces dejaron de
ser denominadas ÇpœblicasÈ). La LCAE tampoco recoge un concepto

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sustantivo de contrato administrativo y por tanto no sigue la t—nica de los


ordenamientos de otros pa’ses que establecen diferencias entre los contratos del
Estado que denominan ÇadministrativosÈ y los contratos tambiŽn estatales pero que
remiten su regulaci—n al derecho privado.

La LCAE regula principalmente los procedimientos administrativos de selecci—n de


contratistas (licitaciones, concursos, etc.), es decir la fase precontractual,
estableciendo cuantitativamente pocas normas aplicables a la fase de ejecuci—n de
los contratos, dedicando la mayor parte de estas escasas previsiones normativas para
los contratos de obras; crea al Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones
(CONSUCODE) como organismo rector del nuevo sistema de adquisiciones por parte
del Estado y configura a un nuevo Tribunal Administrativo encargado de resolver en
œltima instancia administrativa las controversias que se generen entre los postores y
las entidades administrativas convocantes durante los procedimientos administrativos
de selecci—n de contratistas, sin perjuicio de que sus resoluciones puedan ser
cuestionadas ante el Poder Judicial mediante el proceso contencioso administrativo.
Respecto de las controversias que se susciten durante la vida del contrato (fase de
ejecuci—n) la LCAE dispone que deben ser resueltas obligatoriamente en la v’a arbitral.
En resumen, la citada ley perfila un nuevo rŽgimen legal que regula los procesos de
contrataci—n estatal exclusivamente destinados a la adquisici—n de bienes, servicios,
suministros y la contrataci—n de obras, enfatizando el tratamiento de los aspectos
jur’dico-administrativos de los procedimientos de selecci—n y adjudicaci—n, no
distinguiendo entre contratos administrativos ni entre contratos privados de la
administraci—n, porque adopta el concepto de un œnico tipo de contrato que podemos
denominar contrato de estado o contrato estatal.

En concordancia con la pol’tica de liberalizaci—n de la econom’a y la apertura de los


mercados a la competencia, se dictaron dispositivos legales con el objeto de generar
condiciones para promover la inversi—n privada en diferentes ‡mbitos de la actividad
econ—mica. La consagraci—n a nivel constitucional del principio de subsidiariedad de la
actividad empresarial del Estado[5] potenci— la pol’tica de privatizaci—n (venta de
acciones y activos) de empresas de propiedad estatal en favor de capitales privados y
aceler— el proceso de otorgamiento de concesiones para actividades que hab’an
venido siendo tradicionalmente desarrolladas precisamente por las empresas
estatales. Para facilitar dicha pol’tica se efectuaron numerosas

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modificaciones a los diversos reg’menes legales que regulan las concesiones de


recursos naturales y las de servicios pœblicos, teniendo en cuenta que como producto
del proceso de promoci—n de la inversi—n privada v’a la privatizaci—n y el otorgamiento
de concesiones la realizaci—n de dichas actividades econ—micas pasaba de estar en
manos del Estado, a travŽs de las empresas de su propiedad, a ser desarrolladas por
empresas o concesionarios privados que requer’an de un marco regulatorio adecuado
que les otorgase garant’as de estabilidad y seguridad a sus inversiones.

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Durante esta tercera etapa se dict— un nuevo rŽgimen legal para la promoci—n del
otorgamiento de concesiones principalmente en materia de servicios pœblicos
(telecomunicaciones, electricidad, etc.) y de obras de infraestructura pœblica,
especialmente las dedicadas al transporte (puertos, aeropuertos, carreteras, v’as
ferroviarias, etc.)[6]. Se crearon organismos reguladores de la inversi—n privada para
las distintas actividades concesionadas (servicios pœblicos e infraestructura)
encargados de super- visar el cumplimiento de los respectivos contratos de concesi—n
y de ejercer potestades regulatorias fijando las tarifas en los mercados en que no
exista competencia o esta sea insuficiente.

A la par que se moderniz— el rŽgimen legal de los contratos de concesi—n, se ampli— y


perfeccion— el rŽgimen de los denominados contratosleyes o convenios de estabilidad
jur’dica, que adquirieron consagraci—n constitucional en el art’culo 62 de la Carta de
1993[7]. Mediante este tipo de convenios el Estado se obliga contractualmente con
los inversionistas privados, que constituyen la contraparte, a garantizarles la
estabilidad de las reglas jur’dicas vigentes al momento de suscripci—n del respectivo
contrato.

Los contratos-leyes constituyen medidas de fomento del Estado para la promoci—n de


la inversi—n privada orientada a fines de interŽs general o a satisfacer necesidades
pœblicas, a la que se le otorga contractualmente la seguridad de que determinado
rŽgimen jur’dico permanecer‡ inalterable durante un per’odo de tiempo, de modo que
las futuras modificaciones de

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la legislaci—n con posterioridad a la suscripci—n del respectivo convenio no les ser‡n


aplicables. El alcance de la estabilidad jur’dica otorgado por los contratos ley es
variado dependiendo del marco legal al amparo del cual se suscriben, puede
comprender la estabilidad del rŽgimen jur’dico de un solo tributo o del conjunto de
tributos que gravan a un empresa, de las normas laborales e incluso de las normas
que configuran el marco regulatorio de la empresa contratante[8]. Las controversias
que se generen durante la vigencia de los contratos ley entre el Estado y los
inversionistas suscriptores, que la experiencia ha demostrado pueden involucrar
inclusive el ejercicio de potestades pœblicas, se resuelven exclusivamente mediante
arbitraje.

Recapitulando, en esta tercera etapa de la evoluci—n del ordenamiento jur’dico


peruano en materia de contrataci—n administrativa se aprecia la aprobaci—n de un
cuerpo legal (la LCAE) que regula para todas los organismos pœblicos los
procedimientos para la contrataci—n exclusivamente de bienes, servicios, suministros
y obras, norma que no realiza ninguna deter- minaci—n legal expresa sobre el car‡cter
sustantivo o administrativo de los contratos que suscribe el Estado, a diferencia de la
legislaci—n de otros pa’ses que distinguen entre contratos administrativos y contratos
estatales de rŽgimen privado; asimismo se producen importantes modificaciones en el
rŽgimen de los contratos de concesi—n en orden a promover la inversi—n privada

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principalmente en actividades calificadas legalmente como servicios pœblicos o en


obras pœblicas de infraestructura y se perfecciona y ampl’a el marco legal de los
denominados contratos-leyes utilizados para otorgar seguridades y garant’as de
estabilidad jur’dica a los inversionistas.

Conforme a lo anunciado, pasaremos a realizar una somera descripci—n general del


marco legal de los diferentes contratos que celebra la administraci—n pœblica en el
Perœ, con el objeto de proporcionar una visi—n panor‡mica del rŽgimen de los
contratos estatales, sin perjuicio de analizar en la parte final de esta ponencia cada
una de las principales modalidades contractuales para verificar como la ausencia de
una proclamaci—n legal expresa de un concepto sustantivo de contrato administrativo,
no impide la existencia de diversas manifestaciones de potestades pœblicas que se
presentan en algunas de las etapas que componen el proceso contractual desde su
origen hasta su culminaci—n.

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II. Panor‡mica de los contratos estatales en el Perœ

Conforme se ha descrito en la primera parte podemos comenzar afirmando que a


diferencia de Colombia y de los ordenamientos legales de otros pa’ses como Espa–a,
entre otros, en el Perœ no existe un rŽgimen legal que abarque o intente comprender
toda la contrataci—n administrativa que realiza el Estado. La LCAE ha constituido un
indudable avance porque proporciona una regulaci—n unitaria pero solo de una
parcela, por cierto que muy importante, de la contrataci—n administrativa que
involucra los contratos de adquisici—n de bienes y servicios, suministro y de obra, pero
que no regula la totalidad del universo contractual del Estado. Como vamos a describir
a continuaci—n, los dem‡s contratos que suscribe el Estado est‡n sometidos a marcos
legales especiales en los que sin embargo se puede constatar que muchas veces
coexiste un rŽgimen legal general con diversos reg’menes especiales, en funci—n del
tipo de prestaci—n o actividad a desarrollar o del nivel de gobierno que realiza la
contrataci—n.

Los tipos m‡s frecuentes de contratos que suscribe el Estado Peruano y con mayor
desarrollo normativo son[9]:

- Los contratos para realizar adquisiciones de bienes, servicios, suministro, consultor’a


y ejecuci—n de obras;

- Las concesiones para la explotaci—n de recursos naturales o de bienes de dominio


pœblico, la prestaci—n de servicios pœblicos y la explotaci—n de obras pœblicas de
infraestructura;

- Los contratos-ley o convenios de estabilidad jur’dica;

- Los contratos para la disposici—n de bienes del Estado;

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- Los convenios interadministrativos;

- Los convenios financieros del Estado (endeudamiento interno y externo);

- Los contratos de personal.

1. La Ley de Contrataciones y Adquisiciones (LCAE)

Como ya se ha dicho la LCAE[10] regula exclusivamente las adquisiciones de bienes,


suministros, consultor’a y ejecuci—n de obras, comprende a todas las entidades del
Estado de los tres niveles de Gobierno (nacional, regional y local) y a las empresas
estatales. Sus disposiciones no se aplican a los otros procesos de contrataci—n que
realiza el Estado, como es el caso

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de los contratos de concesi—n, de disposici—n de bienes del Estado, los contratos


leyes, etc., que cuentan con sus propios marcos legales, no obstante que algunas
normas del rŽgimen de la LCAE podr’an ser aplicables a otros ‡mbitos de la
contrataci—n administrativa, como es el caso de los principios que consagra en su
art’culo 3¼, algunos de los cuales constituyen principios comunes en todos los ‡mbitos
de la contrataci—n administrativa (principios de imparcialidad, eficiencia,
transparencia, etc.), independientemente de la naturaleza y rŽgimen del v’nculo
contractual.

La LCAE no consagra un concepto de contrato administrativo como sin—nimo de un


rŽgimen de exorbitancia en donde la Administraci—n Pœblica necesariamente goza de
una posici—n de superioridad con poderes y prerrogativas unilaterales para imponerse
en el contenido de la relaci—n contractual, justificado en el rol que le compete de
tutela de los intereses generales.

La citada ley establece un elenco de principios esenciales que rigen los


procedimientos de selecci—n, sin perjuicio de la vigencia de otros principios generales
del derecho administrativo y del derecho comœn, entre los cuales cabe destacar: (art.
3)

(i) Principio de Transparencia, conforme al cual toda adquisici—n debe realizarse sobre
la base de criterios y calificaciones objetivas, sustentadas y accesibles a los postores,
garantiz‡ndoles a estos durante todo el proceso de selecci—n el acceso a la
documentaci—n de las adquisiciones y las contrataciones, debiendo ser pœblicos la
convocatoria, el otorgamiento de la buena pro y los resultados.

(ii) Principio de Libre Competencia, que constituye uno de los principios nucleares del
rŽgimen econ—mico consagrado por la Constituci—n peruana y que genera la
obligaci—n para las entidades administrativas de considerar regulaciones o

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tratamientos que fomenten la m‡s amplia y objetiva e imparcial concurrencia,


pluralidad y participaci—n de postores potenciales.

(iii) Principio de Imparcialidad, segœn el cual las decisiones de los funcionarios


responsables de las adquisiciones y contrataciones de la Entidad se adoptar‡n en
estricta sujeci—n al principio de legalidad, as’ como en atenci—n a criterios tŽcnicos
que permitan garantizar la objetividad en el tratamiento a los postores y contratistas;

(iv) Principio de Trato Justo e Igualitario, en virtud del cual todo postor debe tener
participaci—n y acceso para contratar con las entidades en condiciones semejantes de
los dem‡s, prohibiŽndose la existencia de privilegios, ventajas o prerrogativas. Por
expreso mandato legal los citados principios Çtienen como finalidad garantizar que las
Entidades del Sector Pœblico obtengan bienes, servicios y obras de calidad requerida,
en forma oportuna y a precios o costos adecuadosÈ, as’ tambiŽn

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sirven de criterio interpretativo para resolver las cuestiones que puedan suscitarse en
la aplicaci—n del respectivo rŽgimen de contrataciones y adquisiciones, como
par‡metros para la actuaci—n de los funcionarios, y final- mente para suplir los
posibles vac’os de la misma normatividad.

Los procedimientos administrativos de selecci—n (etapa precontractual) regulados por


la Ley de contrataciones y adquisiciones son cuatro: Licitaci—n Pœblica, Concurso
Pœblico, Adjudicaci—n Directa y Adjudicaci—n de Menor Cuant’a.

La Licitaci—n Pœblica se convoca para la contrataci—n de obras y para la adquisici—n de


bienes y suministros dentro de los m‡rgenes que establece la Ley anual de
presupuesto. La licitaci—n para la ejecuci—n de obras puede desdoblarse en: licitaci—n
pœblica nacional o licitaci—n pœblica internacional, en este œltimo caso cuando las
caracter’sticas tŽcnicas de las obras requieran de postores internacionales

El Concurso Pœblico se convoca para la contrataci—n de servicios de toda naturaleza


incluyendo consultor’as y arriendos. Los procedimientos de licitaci—n y concurso
pœblico son los que poseen mayores formalidades en relaci—n a los dem‡s.

La Adjudicaci—n Directa se utiliza para las adquisiciones y contrataciones de bienes,


contrataci—n de servicios y ejecuci—n de obras que realice la entidad pero por montos
inferiores a los que se exige para licitaci—n o concurso pœblico. Este procedimiento
admite dos modalidades: i) Adjudicaci—n Directa Pœblica, o ii) Adjudicaci—n Directa
Selectiva, segœn el importe de la adquisici—n lo que determina que requiera o no de
publicaci—n En el caso de la Adjudicaci—n Directa Selectiva el proceso exige por regla
general la convocatoria a por lo menos tres postores, asimismo aunque no se exija
publicaci—n las convocatorias deber‡n ser notificadas a la Comisi—n de Promoci—n de
la Peque–a y Microempresa (PROMPYME), la que se encargar‡ de difundirlas a travŽs
de su p‡gina web institucional entre las peque–as y microempresas para que puedan
eventualmente participar como postores.

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La Adjudicaci—n de Menor Cuant’a para la adquisici—n o contrataci—n de bienes,


servicios y obras cuyos montos sean inferiores a los requeridos para Adjudicaci—n
Directa o para aquellos casos en que los otros procedimientos de selecci—n se han
declarado desiertos.

Los procedimientos administrativos descritos constituyen mecanismos de formaci—n o


preparaci—n de la voluntad de la Administraci—n y de gestaci—n del respectivo contrato
(fase precontractual), que no se confunden con el contrato mismo. Estos contratos
que suscriben las entidades estatales para la ejecuci—n de obras o adquisiciones de
bienes o servicios se perfeccionan de manera diferente de lo previsto por el C—digo
Civil peruano, puesto que conforme a este œltimo cuerpo legal se genera el contrato
cuan-

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do la aceptaci—n llega a ser conocida por el oferente[11], mientras que los contratos
de adquisiciones que suscriben las entidades estatales en el Perœ no se perfeccionan
con la mencionada notificaci—n de la aceptaci—n, que podr’a ser similar a la
notificaci—n del acto administrativo de adjudicaci—n de la buena pro al postor ganador,
puesto que esta decisi—n administrativa podr’a ser impugnada por otros postores lo
que tendr’a como consecuencia la suspensi—n del respectivo procedimiento de
selecci—n hasta que se resuelva la controversia en sede administrativa. En el rŽgimen
dise–ado por la LCAE el contrato de adquisici—n o de obra se perfecciona reciŽn con la
suscripci—n del mismo, una vez concluido el procedimiento de selecci—n
respectivo[12].

En caso se generen controversias durante el tr‡mite de los procedimientos


administrativos de selecci—n, es decir desde la convocatoria hasta antes de la
suscripci—n del contrato, la ley de la materia ha previsto un sistema de recursos
administrativos que se desarrollan en dos instancias:

¥ Primera instancia, ante la propia entidad administrativa que convoc— el


procedimiento de selecci—n, mediante el recurso de apelaci—n que deber‡ ser resuelto
por el titular del respectivo pliego presupuestal o la m‡xima autoridad administrativa
de la entidad;

¥ Segunda Instancia, ante el Tribunal de Contrataciones y Adquisiciones del Estado del


Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones del Estado (CONSUCODE), que
constituye œltima instancia administrativa. Con motivo de la interposici—n de los
citados recursos administrativos se suspende el tr‡mite de los procedimientos
administrativos de selecci—n hasta que los citados recursos sean resueltos. La LCAE ha
establecido plazos excepcionalmente breves para la interposici—n de tales recursos y
para su resoluci—n por las entidades competentes, con el objeto de que no se dilaten
afectando los requerimientos por parte de la Administraci—n de adquisiciones
necesarias para su funcionamiento.

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Contra lo resuelto por el mencionado tribunal administrativo de CONSUCODE cabe la


interposici—n de demanda contenciosa administrati-

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va ante el Poder Judicial, cuya mera presentaci—n no suspende autom‡ticamente lo


resuelto por el referido tribunal administrativo a menos que durante el proceso se
obtenga del juez de la causa una medida cautelar en dicho sentido.

Respecto de los conflictos que se pueden generar desde que se inicia la ejecuci—n del
contrato hasta su culminaci—n ya se ha comentado anterior- mente que la LCAE ha
establecido que la v’a obligada para resolver toda controversia es la conciliaci—n o el
arbitraje. El laudo que se expida con motivo de un proceso de arbitraje no puede ser
objeto de impugnaci—n ante el Poder Judicial, salvo los casos excepcionales de fraude
taxativamente contemplados en la Ley general de arbitraje.

La LCAE ha creado al Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones del Estado


(CONSUCODE), que constituye un organismo pœblico descentralizado del Gobierno
Nacional adscrito a la Presidencia del Consejo de Ministros, que tiene a su cargo el rol
de organismo rector del sistema de adquisiciones en todo el pa’s. Asimismo se le
otorgan facultades para imponer sanciones de inhabilitaci—n por un per’odo de tiempo
a los proveedores, participantes, postores y contratistas que contravengan las
disposiciones legales, de modo que durante la vigencia de la sanci—n los infractores
estar‡n impedidos de contratar con el Estado.

Pero como ya se explic— al iniciar esta secci—n la Ley de contrataciones y


adquisiciones solo regula una parte de la actividad pre o contractual de la
Administraci—n Pœblica en el Perœ, es decir solo cuando el Estado es el adquirente y
egresa recursos pœblicos con tal fin, pero no regula, por ejemplo, la hip—tesis en que el
Estado sea el vendedor y m‡s bien obtiene ingresos por sus operaciones. Estos casos
est‡n normados por las disposiciones que regulan el rŽgimen de administraci—n de los
bienes del Estado[13] que establece que para disponer de tales bienes la
Administraci—n deber‡ ce–irse por regla general al procedimiento de subasta pœblica.

2. El RŽgimen de las Concesiones

La Carta Pol’tica de 1993 contiene dos preceptos que establecen el marco


constitucional de las concesiones, tal es el caso de los art’culos 66[14]

[P‡gina 75]

referido a recursos naturales y 73[15] referido a concesiones sobre bienes de dominio


pœblico.

Las concesiones en el Perœ est‡n sujetas a una pluralidad de reg’menes legales,


dependiendo del tipo de bienes (recursos naturales, infraestructura, etc.), del tipo de

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actividades que pueden ser otorgados en concesi—n (servicios pœblicos, etc.), o incluso
del nivel de Gobierno (nacional, regional o local) que otorga la concesi—n.

2.1. Las concesiones de recursos naturales

Respecto de las concesiones de recursos naturales, tradicionalmente han estado


reguladas por leyes sectoriales que establecen espec’ficamente el rŽgimen de
concesiones de cada uno de dichos recursos, as’ sucede tradicionalmente con la
miner’a, los recursos forestales (bosques, etc.) y otros.

La miner’a ha sido y es hoy en d’a una de las actividades econ—micas m‡s


importantes en el Perœ. Por dicha raz—n durante mucho tiempo la legislaci—n minera
ha sido t‡citamente considerada el referente nacional de una actividad econ—mica
cuyo rŽgimen legal contempla como figura central a la concesi—n, como t’tulo
habilitante que el Estado utiliza para otorgar a los privados derecho para aprovechar y
explotar recursos mineros.

De conformidad con el antes citado art’culo 66 de la Constituci—n que reserva a ley


org‡nica la determinaci—n de las condiciones para la utilizaci—n y otorgamiento de los
recursos naturales a favor de particulares, se ha aprobado la Ley N.¼ 26821 Org‡nica
para el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, que en su art’culo 19
remite a las leyes especiales que existen para cada recurso natural (leyes de miner’a,
forestal, de hidrocarburos, de aguas, pesca, etc.) el establecimiento de las diferentes
modalidades de otorgamiento de derechos a los particulares para la explotaci—n de los
recursos naturales, t’tulo habilitante que no se restringe solo a la concesi—n, porque
en muchos casos se utilizan las figuras de las licencias, autorizaciones, permisos,
contratos de acceso y contratos de explotaci—n, entre otros mecanismos para otorgar
derechos de uso o explotaci—n de los recur- sos naturales en favor de los particulares,
figuras administrativas que a tenor del art’culo 24 de la citada ley org‡nica Ç(É)
tienen los mismos alcances que las concesiones contempladas en la presente ley, en
lo que les sea aplicable.È

[P‡gina 76]

Incluso el art’culo 23 de la mencionada ley regula, con car‡cter general, el rŽgimen de


las concesiones de recursos naturales[16], sin perjuicio de los que establezcan las
leyes especiales de cada recurso natural que utilicen dicha modalidad.

Utilizan la figura de la concesi—n: la ley general de miner’a; la Ley N.¼ 26848 Org‡nica
de recursos geotŽrmicos; la ley N.¼ 27308 forestal y de fauna silvestre para los
recursos forestales maderables y no maderables, que exige la realizaci—n de
procedimientos administrativos de subasta y concurso pœblico para otorgar la
concesi—n en algunos casos[17]; y la ley de telecomunicaciones para la que el uso del
espacio radioelŽctrico requiere de una concesi—n u autorizaci—n previa del servicio de
telecomunicaciones correspondiente. La realizaci—n de actividades de servicios
tur’sticos y recreativos en un ‡rea natural protegida es autorizada tambiŽn mediante

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la tŽcnica concesional.

Recurren en cambio a otras figuras administrativas, que se expresan en actos


administrativos que por naturaleza son unilaterales, para otorgar derechos de
aprovechamiento de recursos naturales a favor de los particulares: La ley N.¼ 17752
general de aguas (permisos, autorizaciones o licencias) y la ley general de pesca
aprobada mediante Decreto Ley N.¼ 25977[18]. En cambio la ley N.¼ 26221 org‡nica
de hidrocarburos aunque no utiliza el

[P‡gina 77]

mecanismo de la concesiones, ni tampoco el de las licencias, autorizaciones o


permisos administrativos, si recurre a otras figuras contractuales como es el caso de
los que denomina contratos de licencia y contratos de servicios, para autorizar a los
privados llevar a cabo actividades de exploraci—n y/o explotaci—n de hidrocarburos.

Como se puede apreciar constituye una opci—n del legislador utilizar la figura
administrativa que m‡s acomode a los fines pœblicos en juego a fin de otorgar
derechos a los particulares para la explotaci—n de recursos naturales, por tal raz—n
algunas leyes sectoriales recurren a la concesi—n ya sea que se exprese en un simple
acto administrativo (miner’a) o que se formalice en un contrato suscrito entre el
Estado en su rol de concedente y el concesionario particular (recursos forestales,
geotŽrmicos, etc.), mientras que otras leyes prefieren la utilizaci—n de las figuras de
las licencias, autorizaciones o permisos (aguas, pesca), que normalmente se
manifiestan en decisiones unilaterales de la administraci—n y no en contratos, a
excepci—n de la ley de hidrocarburos que contempla los contratos de licencia y de
servicios. Sin embargo, en el ordenamiento jur’dico peruano se tiende a considerar
que las figuras contractuales, en tanto que determinan con precisi—n los derechos y
obligaciones rec’procas de las partes, generan mayor seguridad jur’dica para los
inversionistas.

En cualquier caso, como quiera que la explotaci—n de los recursos naturales, por
expreso mandato del citado art’culo 66¼ de la Constituci—n, es objeto de especial
control por parte del Estado, debido a que la Constituci—n les confiere la calidad de
Çpatrimonio de la naci—nÈ y car‡cter de bienes de dominio pœblico destinados al uso o
aprovechamiento colectivo, debiendo garantizarse su utilizaci—n sostenible para no
atentar contra el medio ambiente, es indispensable tener presente que los reg’menes
sectoriales some- ten a las concesiones y a las otras figuras que se utilizan para
otorgar derechos para el aprovechamiento de recursos naturales a condiciones,
requisitos y reglas de supervisi—n y de polic’a administrativa en general, con la
finalidad precisamente de garantizar los intereses pœblicos en juego.

Al respecto el Tribunal Constitucional peruano a prop—sito de la sentencia dictada para


resolver la demanda de inconstitucionalidad interpuesta por un grupo de ciudadanos
contra la Ley N.¼ 28258 de regal’as mineras[19], se ha pronunciado sobre la
naturaleza de las concesiones mineras, que como se ha comentado se materializan en
actos administrativos y no en contratos. En nuestra opini—n la citada sentencia

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subraya los aspectos pœblicos de la concesi—n. Al respecto el Tribunal dice que la


concesi—n ÇÉse trata de un acto

[P‡gina 78]

administrativo de car‡cter favorable o ampliatorio de la esfera jur’dica del


destinatario, e implica la entrega solo en aprovechamiento temporal, de los bienes de
dominio pœblico, estableciŽndose una relaci—n jur’dica pœblica subordinada al interŽs
pœblico, y no de car‡cter sinal‡gmatico. Por ello, es la declaraci—n o autonom’a de la
voluntad estatal la que establece la concesi—n para un particularÈ (FFJJ N.¼ 102),
tambiŽn dice que: ÇÉ.la teor’a construida por la doctrina en torno a la concesi—n
adquiere especial relevancia, y obliga a efectuar una lectura iuspublicista de esta
instituci—n , y no privatista, ya que puede desdibujar sus contornosÈ (FFJJ N.¼ 107),
finalmente nos interesa resaltar que para el supremo intŽrprete de la Constituci—n en
el Perœ: ÇLa concesi—n minera no es un contrato sino un acto administrativo, que
determina una relaci—n jur’dica pœblica a travŽs de la cual el Estado otorga, por un
tiempo la explotaci—n de los recursos naturales, condicionada al respeto de los
tŽrminos de la concesi—n y conservando la capacidad de la intervenci—n si la justifica
el interŽs pœblicoÈ.

2.2. Las concesiones de servicios pœblicos

Las concesiones sobre actividades calificadas legalmente como servicios pœblicos


est‡n reguladas por diversas leyes sectoriales que establecen el marco legal para el
desarrollo de la respectiva actividad, as’ sucede en telecomunicaciones, electricidad o
energ’a y saneamiento.

La ley general de telecomunicaciones[20] establece que modalidades de servicios son


caracterizados como servicios pœblicos y por tanto requieren del otorgamiento de
concesiones para su desarrollo por privados y en que casos al no recibir la misma
calificaci—n los otros servicios el t’tulo habilitante puede consistir en licencias,
autorizaciones, permisos o en un simple regis- tro. El rŽgimen vigente que determina
que servicios requieren de concesi—n para ser prestados por particulares (los servicios
pœblicos) no parece ser coherente con las clasificaciones que establece la propia ley ni
estar acorde con los desarrollos que se experimentan en otros ordenamientos, en los
que la liberalizaci—n de gran parte de las actividades de telecomunicaciones para
introducir mayor competencia en el mercado, en beneficio de los propios usuarios, ha
significado dejar de caracterizarlas formalmente como

[P‡gina 79]

servicios pœblicos y por tanto sustituir la tŽcnica concesional por otros t’tulos
habilitantes menos rigurosos y de mas f‡cil acceso para los agentes econ—micos
interesados en prestar los servicios (que pueden consistir en simples comunicaciones
de los interesados, registro, etc.).

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Todas las concesiones en telecomunicaciones se formalizan en un contrato, cuyo texto


se basa en un formato aprobado administrativamente, en el que son partes el
Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones y la empresa privada que recibe la
concesi—n. Sin embargo, como analizaremos con mayor detalle en la parte final de
esta ponencia, existen otros actores respecto de los cuales es importante adelantar la
menci—n. Me refiero a PROINVERSIîN que es la entidad del Gobierno Nacional
encargada de conducir el proceso de promoci—n de la inversi—n privada en la
privatizaci—n de empresas del Estado y en el otorgamiento de concesiones de
servicios pœblicos y de obras pœblicas, dirigida por un grupo de ministros titulares de
los sectores involucrados, y a los organismos reguladores supervisores de la inversi—n
privada en las actividades de servicios pœblicos, que en el caso de las
telecomunicaciones es mas conocido por las siglas OSIPTEL, el mismo que de
conformidad con el art’culo 18¼ de su Reglamento General[21]tiene por objetivo
general: Çregular, normar, supervisar y fiscalizar, dentro del ‡mbito de los servicios
pœblicos de telecomunicaciones el comportamiento de las empresas operadoras, las
relaciones de dichas empresas entre s’, y las de Žstas con los usuarios, garantizando
la calidad y eficiencia del servicio brindado al usuario, regulando el equilibrio de las
tarifas y facilitando al mercado una explotaci—n y uso eficiente de los servicios
pœblicos de telecomunicacionesÈ.

En el Perœ el proceso de apertura del mercado de las telecomunicaciones comenz— en


el a–o 1994 con la privatizaci—n de las dos mayores empresas estatales encargadas
de prestar dichas actividades y el otorgamiento de nuevos contratos de concesi—n a la
empresa adjudicataria del respectivo procedimiento de selecci—n, que fusion— las
empresas adquiridas bajo la nueva denominaci—n de Telef—nica del Perœ S.A. Dichos
contratos de concesi—n establecieron un primer per’odo de concurrencia limitada
(exclusividad o monopolio legal) de cinco a–os seguido de una etapa de apertura a la
competencia y en base a la autorizaci—n dispensada por la Ley N.¼ 26285 de
desmonopolizaci—n progresiva en materia de prestaci—n de los servicios pœblicos de
telecomunicaciones tienen car‡cter de contrato-ley, lo que significa la estabilizaci—n
de las cl‡usulas que configuran la relaci—n concesional entre el Estado y el
Concesionario, as’ como del marco normativo que resulta de aplicaci—n a la misma
vigente a la fecha de suscripci—n del contrato.

[P‡gina 80]

Asimismo, las controversias que se pueden suscitar respecto del contrato de


concesi—n se deben resolver en la v’a arbitral, lo que ha tenido como consecuencia
que algunas decisiones del organismo regulador (OSIPTEL) en ejercicio de las
atribuciones que le confiere la ley han sido materia de impugnaci—n en la v’a arbitral.

En materia de electricidad la ley de concesiones elŽctricas[22] ha segmentado el


negocio elŽctrico en cuatro etapas (generaci—n, transmisi—n, distribuci—n y
comercializaci—n) a fin de abrir el mercado a la participaci—n de inversionistas
privados con el objeto de generar competencia, y por tal raz—n establece de manera
expresa que actividades son consideradas servicios pœblicos por lo que el ingreso de
particulares al mercado esta sujeto a la obtenci—n de una concesi—n y que etapas del

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negocio elŽctrico no tienen dicha calificaci—n para las que es suficiente una
autorizaci—n por parte del ministerio competente.

Las concesiones las otorga el Ministerio de Energ’a y Minas por plazo indefinido, debe
convocarse a un procedimiento pœblico de subasta solo en caso se genere
concurrencia de solicitudes de otros interesados para la misma concesi—n, el
otorgamiento se produce mediante Resoluci—n Suprema, la misma que aprueba el
respectivo contrato de concesi—n que se sujeta a los contenidos establecidos por la
ley y el Reglamento que constituyen su marco legal.

Otra actividad tambiŽn vinculada a la energ’a que utiliza la tŽcnica concesional para
que los particulares puedan desarrollarla es la distribuci—n de gas natural por red de
ductos la que es calificada como servicio pœblico por el art’culo 79 de la Ley 26221
Org‡nica de Hidrocarburos[23], y que tambiŽn se materializa en un acto
administrativo que se formaliza mediante un contrato. Estas concesiones pueden ser
otorgadas por licitaci—n o concurso pœblico convocado por la entidad concedente o a
solicitud de parte, pero en caso de suscitarse concurrencia de solicitudes la entidad
administrativa competente debe convocar a subasta

En el ‡mbito de las actividades vinculadas a la energ’a la fiscalizaci—n de las


obligaciones derivadas de los contratos de concesi—n corresponde al respectivo
organismo regulador, conocido por sus siglas OSINERG, el que como todo organismo
regulador de servicios pœblicos en el Perœ esta dota-

[P‡gina 81]

do de un conjunto de potestades de car‡cter pœblico (cumple funciones de supervisi—n


reguladora, normativa, fiscalizadora, soluci—n de controversias entre empresas y
soluci—n de reclamos de los usuarios) que se les atribuye para cumplir de la manera
m‡s eficaz el objetivo de protecci—n de los intereses generales que constituye su
cometido[24].

En el ‡mbito de los servicios de saneamiento la ley N.¼ 26338 general de los servicios
de saneamiento del 24 de julio de 1994 y su Reglamento aprobado por Decreto
Supremo N.¼ 09-95-PRS establecen que corresponde a las municipalidades
provinciales de la respectiva circunscripci—n otorgar las concesiones para la prestaci—n
de tales servicios, a excepci—n del ‡mbito de la empresa estatal (SEDAPAL) que presta
servicios en Lima, caso en el que el contrato de concesi—n deber‡ suscribirse con el
Ministerio de Vivienda, Saneamiento y Construcci—n. Sin embargo, tenemos entendido
que hasta la fecha no se ha formalizado ninguna concesi—n porque, a excepci—n de la
empresa SEDAPAL, todas las empresas de saneamiento existentes son de propiedad
precisamente de las respectivas municipalidades, raz—n por la que seguramente no se
ha considerado necesario formalizar la relaci—n. El œnico caso que est‡ pr—ximo a
concretarse es el de la concesi—n de saneamiento para prestar servicios en las
provincias de Tumbes, Zarumilla y Contralmirante Villar que en estos momentos esta
siendo materia de un proceso de promoci—n de inversi—n privada con participaci—n de
PROINVERSION, conforme al cual la empresa adjudicataria de la licitaci—n suscribir‡

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con las respectivas municipalidades provinciales un contrato de concesi—n que


delimitar‡ las relaciones entre la empresa de propiedad privada prestadora de los
servicios pœblicos de saneamiento y las municipalidades provinciales concedentes, lo
que sin lugar a dudas redundar‡ en mayor seguridad jur’dica para la primera.

Aunque no se trata propiamente de una concesi—n de servicios de saneamiento,


porque corresponde m‡s a la naturaleza de una concesi—n de obra pœblica, es
pertinente traer a colaci—n que en el a–o 1999 el entonces Ministerio de la
Presidencia, como resultado tambiŽn de un proceso de promoci—n de la inversi—n
privada que se tramit— mediante una licitaci—n, suscribi— un contrato de concesi—n
con la empresa Agua Azul para la reali-

[P‡gina 82]

zaci—n de obras de infraestructura hidr‡ulica que sirviera para canalizar y realizar el


tratamiento de las aguas superficiales y subterr‡neas del r’o Chill—n, las que son
vendidas a la empresa SEDAPAL.

2.3. Las concesiones de obras pœblicas de infraestructura

El marco legal para la promoci—n de la inversi—n privada en obras pœblicas de


infraestructura (puertos, aeropuertos, carreteras, v’as fŽrreas, etc.) mediante
concesi—n es regulado por el anteriormente citado Texto ònico Ordenado de las
normas con rango de ley que regulan la entrega en concesi—n al sector privado de las
obras pœblicas de infraestructura y de servicios pœblicos aprobado mediante Decreto
Supremo N.¼ 059-96-PCM y su respectivo Reglamento, disposiciones que como
acabamos de referir tambiŽn se utilizan para los procesos de concesi—n de servicios
pœblicos (telefon’a m—vil, saneamiento, etc.) siempre que el respectivo procedimiento
de selecci—n no estŽ regulado por leyes especiales y/o que se encargue la realizaci—n
del proceso de promoci—n a PROINVERSION.

Al respecto, llama la atenci—n que el art’culo 3 del Reglamento aprobado mediante


Decreto Supremo N.¼ 060-96-PCM defina a la concesi—n como un acto administrativo,
porque a diferencia de las concesiones que se otorgan en materia de recursos
naturales que principalmente se materializan en un acto administrativo y no en un
contrato o, de las concesiones en servicios pœblicos de electricidad que se expresan
en actos administrativos aunque pueden formalizarse en contratos, todas las
concesiones que se otorgan bajo el marco citado se formalizan mediante un contrato,
porque los procedimientos administrativos de selecci—n utilizados para determinar el
adjudicatario (licitaciones o concurso de proyectos especiales) concluyen en un acto
administrativo que determina al postor ganador de la buena pro, pero que no tienen
en s’ car‡cter jur’dico de concesi—n, la que necesita ser formalizada en el respectivo
contrato.

Es importante tener presente que en el proceso de promoci—n de concesiones en


materia de infraestructura entran en juego los siguientes actores: PROINVERSION

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como el organismo promotor de la inversi—n privada del Gobierno Nacional, que tiene
a su cargo dise–ar y conducir el proceso, en especial los procedimientos
administrativos para determinar el postor que obtendr‡ la concesi—n, lo que implica
establecer las bases, absolver consultas, elaborar el respectivo proyecto de contrato
de concesi—n que por mandato legal[25] debe ser sometido a opini—n del respectivo
organismo regulador y

[P‡gina 83]

finalmente determinar la mejor oferta que resultar‡ adjudicataria. Suscriben el


respectivo contrato de concesi—n, por parte del Estado el concedente, que en el caso
de obras pœblicas de infraestructura de transportes, generalmente es representado
por el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones como titular de las respectivas
infraestructuras que tienen carecer de bienes de dominio pœblico, y por la otra el
concesionario que en muchos casos se obliga a constituir una empresa dedicada
espec’ficamente a gestionar la concesi—n otorgada. Pero tambiŽn es importante la
participaci—n del organismo regulador, que en el caso espec’fico de las concesiones de
infraestructura de transporte de uso pœblico se le conoce por sus siglas OSITRAN,
porque si bien no forma parte del contrato de concesi—n, por mandato legal tiene a su
cargo la super- visi—n del cumplimiento de los compromisos derivados de dicho
contrato y ejerce un conjunto de potestades sobre el mismo que ser‡ objeto de
an‡lisis en la siguiente secci—n de este trabajo[26] .

Las concesiones pueden otorgarse bajo alguna de las siguientes modalidades[27]:

a. Concesi—n a t’tulo oneroso.- A travŽs de esta modalidad el Estado impone al


concesionario, en contraprestaci—n por la cesi—n de la explotaci—n o la ejecuci—n de la
respectiva infraestructura, el pago de una determinada contribuci—n en dinero o una
participaci—n sobre sus beneficios a favor del Estado;

b. Concesi—n a t’tulo gratuito.- El Estado otorga la concesi—n sin cobrarle concepto


alguno al concesionario.

c. Concesi—n cofinanciada por el Estado.- A travŽs de esta modalidad el Estado se


encarga del financiamiento (subvenci—n) parcial de las inversiones que demandar‡ al
concesionario la ejecuci—n de la obra o la explotaci—n de la misma. Esta modalidad de
concesi—n se utiliza para concesiones de infraestructura que demandan inversiones
elevadas y que los estudios tŽcnico-econ—micos de tr‡fico y/o demanda demuestran
que no pueden ser financiados solo con el cobro que realice el concesionario a los
usuarios de la misma (peajes, etc.), pero que debido al interŽs pœblico en la
realizaci—n de la obra el Estado considera conveniente asegurar su realizaci—n
participando en el financiamiento. En los casos que el cofinanciamiento otorgado por
el Estado involucre el otorgamiento de

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fianzas, avalas y garant’as que en cualquier forma comprometa su crŽdito o capacidad

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financiera, por mandato del literal l) del art’culo 22 de la Ley N.¼ 27785 debe
requerirse la opini—n previa de la Contralor’a General de la Repœblica sobre el
respectivo proyecto de contrato de concesi—n.

d. Concesi—n Mixta.- Cuando concurran m‡s de una de las modalidades se–aladas.

Conforme al art’culo 15 del marco legal respectivo, la determinaci—n de la modalidad


de concesi—n a convocar deber‡ decidirla PROINVERSION tomando en consideraci—n
los siguientes criterios: la necesidad de la ejecuci—n de la obra; la amortizaci—n de los
costos que demande la ejecuci—n de la obra y la amortizaci—n de los gatos de
conservaci—n y de explotaci—n que demande la obra.

El rŽgimen legal de las concesiones de infraestructura se diversifica en el caso de las


que corresponden al ‡mbito de competencia de los gobiernos regionales y locales, no
solo porque las respectivas leyes de organizaci—n de tales niveles de gobiernos
descentralizados contienen preceptos las mayor parte de las veces inconexos con las
leyes nacionales que regulan la materia[28], sino porque inclusive varias
municipalidades importantes han dictado sus propias normas para regular los
procesos de promoci—n de la inversi—n privada mediante concesiones en sus
respectivas circunscripciones mediante ordenanzas[29].

En dicho contexto la Ley N.¼ 28059 Marco de Promoci—n de la Inversi—n


Descentralizada y su Reglamento aprobado mediante Decreto Supremo N.¼ 015-2004-
PCM constituyen un sano intento, aunque no completo, de establecer normas
comunes para los tres niveles de gobierno (nacional, regional y local), en materia de
concesiones y de otras formas de participaci—n del capital privado en proyectos
pœblicos. La citada ley y su Reglamento recogen e

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integran un conjunto de disposiciones ya presentes en el ordenamiento jur’dico


nacional en materia de promoci—n de la inversi—n privada y tiene como principal
novedad el reconocimiento de la posibilidad que los interesados puedan presentar
ante las autoridades competentes iniciativas privadas para realizar proyectos de
inversi—n en servicios u obras pœblicas.

Sin embargo, consideramos que la dispersi—n normativa existente en materia de


promoci—n de la inversi—n privada que utiliza la tŽcnica concesional perjudica
enormemente la efectividad de los procesos de promoci—n privada en obras o
servicios pœblicos, principalmente a nivel de los gobiernos descentralizados
(regionales y locales) cuyo principal objetivo es la promoci—n del desarrollo de sus
circunscripciones.

Es indispensable que en el futuro se apruebe un nuevo rŽgimen que compile y


modernice en un solo cuerpo legal las normas que actualmente constituyen el marco
para los tres niveles de gobierno en materia de promoci—n de la inversi—n privada y no
como sucede actualmente en que coexisten varias normas que se aplican sobre una

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misma materia[30]. Para pro- mover la inversi—n se requiere contar con un marco
legal que otorgue certeza y seguridad jur’dica al inversionista a la hora de evaluar la
viabilidad y riesgos existentes al momento de invertir y que no le genere costos de
transacci—n que encarezcan innecesariamente la operaci—n o la desalienten.

Recapitulando, el ordenamiento jur’dico peruano carece de un rŽgimen unitario en


materia de concesiones. Predomina la legislaci—n sectorial en concesiones de recursos
naturales y de servicios pœblicos y aunque en el caso de concesiones de
infraestructura se manifiesta alguna tendencia hacia la concordancia e integraci—n a
nivel de la legislaci—n nacional[31], sin embar-

[P‡gina 86]

go la legislaci—n dispersa sobre la materia, agravada por las normas que han dictado
algunas municipalidades para los procesos de promoci—n de la inversi—n privada en
obras o servicios pœblicos de sus respectivas circunscripciones, perjudica los objetivos
propuestos.

Las concesiones que se otorgan para la explotaci—n de recursos naturales por regla
general se materializan en actos administrativos que no se formalizan en contratos, a
excepci—n de las concesiones en recursos forestales en que los contratos de concesi—n
se suscriben sobre la base de un formato de contrato aprobado administrativamente.
La regla inversa se presenta en materia de concesiones de servicios pœblicos, en que
todas las concesiones que otorga el Estado se materializan en un contrato, con la
singularidad que en el caso elŽctrico las normas sectoriales establecen que la
concesi—n se materializa en un acto administrativo que luego puede formalizarse en
un contrato. Trat‡ndose de infraestructura pœblica, aunque la ley de la materia define
a la concesi—n como un acto administrativo, todas las concesiones se materializan en
un contrato. La raz—n de la preferencia porque la concesi—n se materialice o formalice
en un contrato estriba en la mayor seguridad jur’dica que se estima generar‡ para el
inversionista determinar con precisi—n sus derechos y obligaciones en un documento
que sea vinculante al Estado en su car‡cter de concedente.

El otorgamiento de concesiones en servicios de telecomunicaciones y electricidad no


siempre est‡ precedido de un procedimiento pœblico, competitivo, de selecci—n de
postores (licitaci—n, concurso, etc.), porque la legislaci—n sectorial de la materia solo lo
requiere en determinadas situaciones, como en el rŽgimen elŽctrico que solo exige
convocar al procedimiento de subasta cuando se presenta concurrencia de solicitudes
respecto de una misma ‡rea de concesi—n. Sin embargo, la experiencia demuestra
que cuando se encarga a PROINVERSION la realizaci—n de los procesos de promoci—n
de la inversi—n privada en algunos servicios pœblicos mediante concesiones, como ha
sucedido con la entrega en concesi—n de una banda para telefon’a m—vil o la entrega
en concesi—n de los servicios de saneamiento en determinadas provincias, se
convocan a procedimientos administrativos de selecci—n aplicando las normas
establecidas en el TUO de las normas con rango de ley que regulan la entrega en
concesi—n al sector privado de las obras pœblicas de infraestructura y de servicios
pœblicos aprobado mediante Decreto Supremo N.¼ 059-96-PCM y su respectivo

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Reglamento, aunque una vez otorgadas las respectivas concesiones de servicios


pœblicos se sujetan a sus respectivos marcos legales.

Las concesiones de infraestructura pœblica por regla general se otorgan previa


realizaci—n de un procedimiento administrativo de selecci—n (licitaci—n o concurso de
proyectos especiales), sujeto a reglas de transparencia, libre competencia, igualdad
de postores, etc. Pero como el rŽgimen de

[P‡gina 87]

explotaci—n de dichas infraestructuras (carreteras, aeropuertos, v’as fŽrreas, etc.)


tradicionalmente ha carecido de un marco legal espec’fico que establezca las reglas
de la actividad, porque en la etapa previa al proceso de concesiones probablemente
se han entendido suficientemente garantizados los intereses pœblicos mediante la
administraci—n de las infraestructuras a cargo de empresas estatales, el respectivo
contrato de concesi—n en los hechos contiene el marco regulatorio de las actividades a
cargo del concesionario que ser‡n objeto de supervisi—n por parte de OSITRAN en su
rol de organismo regulador en la materia. La excepci—n a esta regla la constituye el
rŽgimen legal de la actividad portuaria de relativamente reciente expedici—n que
establece la regulaci—n aplicable a las actividades y servicios que se realicen en o
utilicen las infraestructuras portuarias.

3. El rŽgimen de los contratos leyes

Como ha sido rese–ado anteriormente, en el ordenamiento jur’dico peruano los


contratos-leyes constituyen un instituto consagrado constitucionalmente (art. 62¼)
que se funda en la necesidad del Estado de promover la inversi—n de capital privado
en los distintos sectores de la econom’a del pa’s, mediante los cuales el Estado otorga
a los co-contratantes determinadas seguridades jur’dicas que implican reconocerles
un estatuto jur’dico particular, convirtiendo en inalterables las reglas jur’dicas
vigentes al momento de suscripci—n del contrato, de tal suerte que aœn fueren
modificadas o derogadas dichas reglas durante las vigencia del contrato por actos del
Estado en general (especialmente los legislativos), no le ser‡n aplicables.

En otras palabras, el contrato-ley o tambiŽn denominado convenio de estabilidad


jur’dica, tiene por efecto la ultraactividad del marco legal vigente a la fecha de
suscripci—n del convenio, su consagraci—n constitucional impide que el Estado pueda
modificar unilateralmente sus tŽrminos, incluyendo la v’a legislativa[32].

[P‡gina 88]

El Tribunal Constitucional Peruano en la sentencia que dict— con motivo del proceso de
inconstitucionalidad promovido por un grupo de Congresistas cuestionando la
constitucionalidad del car‡cter de contrato Ð ley que tiene el contrato de concesi—n de
Telef—nica del Perœ S.A. para la prestaci—n de los servicios pœblicos de
telecomunicaciones tuvo oportunidad de pronunciarse sobre la naturaleza y alcances

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de los contratos-leyes se–alando que[33]:

ÇPor su propia naturaleza, a travŽs del contrato-ley, el Estado busca atraer inversiones
privadas (de capital) a fin de que promuevan aquellas actividades que el Estado
considera que vienen siendo insuficientemente desarrolladas, de acuerdo con los
planes y objetivos que se pueden haber trazado en el dise–o de la pol’tica econ—mica
del Estado. Tienen como contenido propiciar un marco de seguridad a los
inversionistasÉÈ.

En opini—n del intŽrprete supremo de la Constituci—n en el Perœ:

ÇMediante el contrato-ley É.los Estados han previsto f—rmulas contractuales mediante


las cuales se ha otorgado a los co-contratantes ‡mbitos de seguridad jur’dica, a fin de
favorecer la inversi—n privada dentro de sus econom’asÈ.

Existen dos reg’menes legales de contratos-ley: el que podemos denominar rŽgimen


general y varios reg’menes especiales. El primero, el rŽgimen general, est‡ contenido
en el Decreto Legislativo N.¼ 662 Ley de promoci—n de la inversi—n extranjera y en el
Decreto Legislativo N.¼ 757 Ley marco para el crecimiento de la inversi—n privada,
ambos reglamentados por el Decreto Supremo N.¼ 162-92-EF Reglamento de los
Reg’menes de Garant’a de la Inversi—n Privada. Conforme a este rŽgimen general para
acceder a la suscripci—n de un convenio de estabilidad jur’dica los inversionistas
deber‡n efectuar como m’nimo aportes dinerarios canalizados a travŽs del sistema
financiero nacional, al capital de una empresa establecida o por establecerse, o
formalizar inversiones de riesgo con terceros por un monto que no sea inferior a US $
10 millones para los sectores de miner’a e hidrocarburos ni a US $ 5 millones para los
dem‡s sectores[34]. El respectivo contrato-ley le garantizar‡ al inversionista y, en
algunos casos, a la empresa receptora de la inversi—n, la intangibilidad del merco
legal de determinados reg’menes

[P‡gina 89]

que involucran materias tributarias, laborales y otros[35]. Los montos m’nimos de


inversi—n indicados son de aplicaci—n tambiŽn a las empresas que suscriban contratos
de concesi—n. La redacci—n de los respectivos contratos-ley esta predeterminado
legalmente en el anexo del citado Reglamento.

Los reg’menes legales especiales de los contratos-ley son relativamente numerosos,


pero podemos clasificarlos en dos grupos: los reg’menes que extienden el car‡cter de
convenio de estabilidad jur’dica a otros contratos, y en segundo lugar los reg’menes
legales que autorizan la suscripci—n de contratos ley respecto de determinadas
actividades econ—micas.

El primer grupo en verdad esta integrado solo por una norma legal: la Ley N.¼ 26285
de desmonopolizaci—n progresiva de los servicios pœblicos de telecomunicaciones que
estableci— en su art’culo 3 que: ÇLos contratos de concesi—n que celebre el Estado
para la prestaci—n de servicios pœblicos de telecomunicaciones tienen el car‡cter de

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contrato-leyÈ, en cuya virtud la calidad de contrato-ley es otorgado al contenido


’ntegro de los contratos de concesi—n suscritos en la materia, lo que en nuestro
concepto comporta tanto la estabilizaci—n de las cl‡usulas que configuran dicha
relaci—n entre el Estado y el Concesionario, as’ como el marco normativo que resulta
de aplicaci—n de la misma. El œnico contrato de concesi—n en servicios pœblicos de
telecomunicaciones suscrito bajo este rŽgimen que goza del car‡cter de contrato-ley
es el contrato con la empresa Telef—nica con motivo del proceso de promoci—n de la
inversi—n privada en telecomunicaciones iniciado en 1994.

El segundo grupo de reg’menes especiales de convenios de estabilidad jur’dica est‡


conformado por varias leyes sectoriales de diversas actividades econ—micas, que
establecen reglas diferentes para acceder a la suscripci—n de dichos contratos-ley y
cuyos alcances difieren en parte del rŽgimen general. As’ sucede en la actividad
minera en que la ley respectiva en sus art’culos 155 y 157 establece requisitos
m’nimos de producci—n para acceder a la garant’a de estabilidad jur’dica respecto de
materias m‡s amplias que las previstas en el rŽgimen general, porque por ejemplo
comprende la estabilidad de todo el rŽgimen tributario vigente al momento de
suscribirse el tributo, a diferencia del rŽgimen general que garantiza solo la
estabilidad del rŽgimen de un determinado tributo.

[P‡gina 90]

El rŽgimen de promoci—n de la inversi—n privada en obra pœblica de infraestructura y


servicios pœblicos contenido en el TUO aprobado mediante Decreto Supremo N.¼ 059-
96-PCM, establece en su art’culo 19 que los concesionarios podr‡n acceder a la
suscripci—n de contratos leyes en garant’a de su inversi—n, los que tendr‡n el mismo
plazo de duraci—n que la concesi—n y que a diferencia del rŽgimen general
comprenden tambiŽn el rŽgimen de recuperaci—n anticipada del Impuesto General a
las Ventas que permite a los inversionistas para que bajo ciertas condiciones puedan
utilizar el crŽdito fiscal derivado de sus compras antes de comenzar a operar.

La Ley N.¼ 27782 del Proyecto Playa Hermosa en su art’culo 17 establece que los
inversionistas podr‡n suscribir contratos leyes en tŽrminos parecidos a los se–alados
en el p‡rrafo anterior para el rŽgimen de las concesiones de infraestructura en
general, sujet‡ndose a los plazos y requisitos de inversi—n previstos en los respectivos
contratos de concesi—n. El Reglamento de la ley general de pesca en su art’culo 119
establece que las empresas que cuenten con licencia para realizar actividades
pesqueras podr‡n acogerse al rŽgimen general de los contratos-leyes ampliando la
garant’a al rŽgimen legal de acceso a la actividad pesquera y las materias propias del
ordenamiento legal pesquero.

Un rŽgimen de contratos-ley que no encaja en ninguno de los grupos descritos es el


establecido por el art’culo 63 de la Ley N.¼ 26221 Org‡nica de Hidrocarburos que
impl’citamente asigna car‡cter de contrato-ley a los contratos de licencia o de
servicios mediante los cuales el Estado otorga autorizaci—n a particulares para realizar
actividades de exploraci—n y/o explotaci—n de hidrocarburos, estableciendo que el
Estado garantiza a los suscriptores de los mencionados contratos de licencia o de

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servicios el car‡cter inalterable de los reg’menes cambiarios y tributarios vigentes a la


fecha de su celebraci—n. IdŽntico rŽgimen es aplicado a las inversiones que se realicen
en plantas de procesamiento de gas natural por mandato de la Ley N.¼ 28176 de
promoci—n de la inversi—n en las citadas actividades, sum‡ndose a la garant’a el
rŽgimen de recuperaci—n anticipada del Impuesto General a las Ventas.

Finalmente, es pertinente recordar que la ley org‡nica de municipalidades en su


art’culo 40 faculta a dichos —rganos de gobierno local a suscribir contratos-leyes con
los particulares que realicen inversiones en el ‡mbito de su jurisdicci—n otorg‡ndoles
seguridades exclusivamente respecto de los tributos municipales, estableciendo que
los conflictos derivados de la ejecuci—n de dichos convenios de estabilidad ser‡n
resueltos mediante arbitraje.

III. El derecho pœblico y privado en los principales contratos estatales

Conforme a lo anunciado en esta parte final de la presente ponencia realizaremos el


an‡lisis del rŽgimen de los principales contratos que cele-

[P‡gina 91]

bran las entidades administrativas en el ordenamiento legal peruano, con el objeto de


determinar en que medida o grado de intensidad se manifiestan aspectos propios del
derecho administrativo en reg’menes legales que tienen por comœn denominador no
tomar de manera expresa partido por la tesis que postula la diferenciaci—n entre
contratos administrativos y contratos estatales de derecho privado.

Como ha sido descrito a lo largo de este trabajo en el derecho nacional de los


contratos estatales peruano no existe determinaci—n legal que diferencie entre dos
categor’as de contratos, civiles y administrativos, sin perjuicio de que muy
probablemente el an‡lisis que vamos a realizar pueda llevarnos a concluir que los
contratos que celebra la administraci—n pœblica en el Perœ puedan tener todos un
rŽgimen mixto con participaci—n del derecho pœblico y el derecho privado en
diferentes grados de intensidad.

Compartimos la opini—n del profesor argentino Agust’n Gordillo cuando se–ala que :
ÇEl rŽgimen concreto hay que buscarlo en el conjunto normativo de cada contrato
determinado e individualizado, interpretado claro est‡ conforme a los principios
generales del derechoÈ[36], idea que recogemos y que motiva esta tercera parte de la
ponencia que servir‡ para deter- minar el grado de presencia de elementos pœblico-
administrativos en los principales reg’menes legales de la contrataci—n estatal, pese a
que importantes componentes de los contratos del Estado puedan sujetarse a reglas
de derecho privado.

1. Los contratos regulados por la Ley de Contrataciones y Adquisiciones


del Estado

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La LCAE, que regula exclusivamente las adquisiciones de bienes y servicios,


suministro, consultor’a y ejecuci—n de obras y cuyas normas son de aplicaci—n por
todas las entidades del Estado, no recoge un concepto especial de contrato
administrativo que obligue a distinguir n’tidamente entre contratos de derecho
administrativo y contratos los contratos estatales Çde derecho privadoÈ sometidos a
la rama del derecho correspondiente. A diferencia de otros ordenamientos, como el
espa–ol, cuyas leyes determinan en forma expresa que modalidades contractuales
son consideradas ÇadministrativasÈ y cuales son ÇprivadasÈ, la LCAE prescinde de
realizar diferenciaciones en funci—n de las mencionadas categor’as en beneficio de
una regulaci—n general de la contrataci—n estatal de adquisiciones y obras, en la que
claramente se enfatiza la regulaci—n de los procedimientos administra-

[P‡gina 92]

tivos que forman la voluntad de las entidades administrativas para contratar y que
permiten determinar al adjudicatario con el que se suscribir‡ el respectivo contrato
(etapa precontractual).

En este punto conviene resaltar la importancia de la regulaci—n de la fase de


adjudicaci—n o IN FIERI que implica la realizaci—n de procedimientos administrativos
(licitaciones, concursos, etc.) sujetos a las reglas propias del ordenamiento jur’dico-
administrativo, en cumplimiento del art’culo 76 de la Constituci—n peruana que
dispone la obligaci—n de las entidades esta- tales de sujetarse a los procedimientos
administrativos de adjudicaci—n que establezcan las leyes respectivas, con la finalidad
de asegurar la utilizaci—n eficaz de los recursos pœblicos y de promover la libre
concurrencia de los postores, sin discriminaci—n.

Al respecto la jurisprudencia del Tribunal Constitucional peruano ha interpretado y


precisado los alcances del precepto constitucional citado, otorg‡ndole preponderancia
a los aspectos pœblicos de la contrataci—n estatal sometida al rŽgimen de la LCAE. A
continuaci—n rese–aremos los principales fundamentos de la sentencia reca’da en el
proceso de inconstitucionalidad que fuera interpuesto contra la Tercera Disposici—n
Final de la Ley N.¼ 27635 que estableci— para las entidades administrativas de salud la
obligaci—n de realizar las adquisiciones de sus medicamentos mediante el mecanismo
de la Bolsa de Productos[37].

En opini—n del Tribunal Constitucional: ÇLa contrataci—n estatal tiene un cariz singular
que lo diferencia de cualquier acuerdo de voluntades entre particulares, ya que al
estar comprometidos recursos y finalidades pœblicas, resulta necesaria una especial
regulaci—n que permita una adecuada transparencia en las operacionesÈ (FFJJ N.¼ 11).

Dice el citado —rgano jurisdiccional, que cumple las funciones de intŽrprete supremo
de la Constituci—n, acerca del art’culo 76¼- de la Constituci—n que: ÇLa funci—n
constitucional de esta disposici—n es determinar y, a su vez garantizar que las
contrataciones estatales se realicen necesariamente mediante un procedimiento

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peculiar que asegure que los bienes, servicios u obras se obtengan de manera
oportuna, con la mejor oferta econ—mica y tŽcnica, y respetando principios tales como
la transparencia en las operaciones, la imparcialidad, la libre competencia y el trato
justo e igualitario a los potenciales proveedores. En conclusi—n, su objeto es lograr el
mayor grado de eficiencia en las adquisiciones o enajenaciones efectuadas por el
Estado, sustentado en el activo rol de los principios antes se–alados para evitar la
corrupci—n y malversaci—n de fondos pœblicosÈ (FFJJ N.¼ 12).

[P‡gina 93]

Para el Tribunal Constitucional el precepto constitucional citado tiene como finalidad


espec’fica establecer la obligaci—n de que en toda adquisici—n por parte del Estado
rijan los principios consagrados de manera impl’cita o que subyacen en la
Constituci—n, de (i) eficiencia y transparencia en el manejo de recursos; (ii) la
imparcialidad y (iii) el trato justo e igualitario frente a los postores, con el objeto de
reguardar el buen uso de los recursos pœblicos, para lo cual se–ala que ÇÉno solo
basta un procedimiento especial de adquisici—n, sino que, adem‡s, resulta necesario
un r’gido sistema de control y fiscalizaci—n, tanto a nivel de la propia entidad
adquirente (control previo), como en el m‡ximo —rgano de control, a cargo de la
Contralor’a General de la Repœblica (control posterior)ÉÈ (FFJJ N.¼ 15)

Como se puede observar el Tribunal Constitucional peruano enfatiza la importancia de


los principios que considera subyacentes en el art’culo 76 de la Constituci—n para
garantizar la transparencia e imparcialidad en las negociaciones y adquisiciones del
Estado. Dichos principios, que han sido glosados en la secci—n anterior de este
trabajo, est‡n desarrollados en el art’culo 3¼ de la LCAE y despliegan sus efectos casi
exclusivamente en la etapa precontractual o IN FIERI de la contrataci—n estatal, a
travŽs de los procedimientos administrativos de selecci—n, cuya tramitaci—n las
entidades de la Administraci—n Pœblica no la realizan en ejercicio de una libertad
contractual ni asumiendo el car‡cter de titular de ninguna autonom’a de la voluntad
propiamente dicha, porque como en el ejercicio de cualquiera de sus otras potestades
pœblicas, se encuentran positivamente vinculadas al ordenamiento jur’dico-
administrativo respectivo[38].

La sentencia del Tribunal Constitucional glosada no deriva directamente del precepto


constitucional citado la existencia de potestades exorbitantes, tampoco que se le
debe asignar necesariamente un rol preponderante al Estado en las relaciones
jur’dicas derivadas de la contrataci—n administrativa para la adquisici—n de bienes o
servicios y la contrataci—n de obras, lo cual obviamente no impide que la legislaci—n
de desarrollo, en atenci—n al mayor o menor grado de trascendencia que se les asigne
a los fines pœblicos en juego, pueda otorgar ciertas prerrogativas a favor de la
Administraci—n Pœblica dentro de una relaci—n contractual, para que pueda incidir en
el contenido de dicha relaci—n bilateral, fundado en la protecci—n del interŽs pœblico.
En nuestra opini—n para que dichas posibles prerrogativas sean constitucionalmente
leg’timas requieren ser establecidas expresamente en las normas legales pertinentes,
fundarse en obvias razones de interŽs pœblico y solo pueden consagrarse cuidando de
preservar los prin-

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cipios de equilibrio, razonabilidad y proporcionalidad, y prohibici—n de la arbitrariedad


de la Administraci—n.

Como se ha se–alado anteriormente, a diferencia de las leyes de otros pa’ses que


consagran la existencia de un rŽgimen especial de contrato administrativo, la LCAE no
contiene precepto alguno que establezca una relaci—n de prerrogativas o potestades
expresamente calificadas como exorbitantes a favor de las entidades administrativas
contratantes, es decir que constituyan poderes unilaterales frente a la contraparte
privada.

En este punto es importante distinguir entre prerrogativas y derechos de la


Administraci—n Pœblica en los contratos que celebre con particulares, porque los
derechos constituyen las exigencias que una de las partes del contrato tiene frente a
la otra parte contratante, que tienen su origen en la propia relaci—n contractual, y por
tanto su ejercicio no supone privilegio alguno. En cambio la prerrogativa es el poder
unilateral atribuido a la Administraci—n dentro de una relaci—n contractual que le
permite incidir en el contenido de la relaci—n contractual, asumiendo una posici—n
prevalente[39]. Tomando estos conceptos, nos parece claro que el establecimiento y
la exigencia de ejecuci—n de penalidades y garant’as por el incumplimiento de
obligaciones durante la ejecuci—n del contrato constituye un Derecho de la
Administraci—n pœblica contratista, derivado de la propia naturaleza del contrato,
aunque en la LCAE el rŽgimen de los citados derechos estŽ legal- mente
predeterminado, mientras que la imposici—n de sanciones administrativas constituye
el ejercicio de una prerrogativa de car‡cter pœblico que no encuentra su origen en la
relaci—n contractual.

Anteriormente hemos llamado varias veces la atenci—n acerca del Žnfasis puesto por
la LCAE en la regulaci—n de los procedimientos administrativos de selecci—n de
contratistas (etapa precontractual). La citada norma regula someramente,
principalmente a travŽs de su Reglamento, algunos aspectos de la etapa contractual o
tambiŽn conocida como in facto esse.

En cuanto al contenido del contrato estatal el art’culo 201 del Reglamento de la LCAE
establece que est‡ conformado tanto por el documento que lo contiene, como por las
Bases integradas y la oferta ganadora, as’ como por los dem‡s documentos derivados
del respectivo procedimiento administrativo de selecci—n que establezcan
obligaciones para las partes y siempre que hayan sido se–alados expresamente en el
contrato. En cuanto a las normas que lo regulan, a diferencia del art’culo 40 del
Estatuto Gene-

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ral de Contrataci—n de la Administraci—n Pœblica de Colombia aprobado por Ley N.¼ 80


de 1993, que remite expresamente a ÇÉ.las normas civiles, comerciales y las

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previstas en esta ley, (que) correspondan a su esencia y naturalezaÈ, el precepto


peruano citado dispone que los contratos suscritos bajo el rŽgimen de la LCA se
regulan por el T’tulo V del Reglamento dedicado especialmente a la Ejecuci—n
Contractual, que contiene una secci—n especial dedicada al contrato de obras y que:
ÇÉEn todo caso, son de aplicaci—n supletoria las normas del C—digo CivilÈ.

Como se puede observar en el ordenamiento que rige las adquisiciones del Estado
Peruano los contratos que se celebren se regulan en primer lugar por las normas
especiales que establezca la regulaci—n administrativa de la materia y solo
supletoriamente por el C—digo Civil.

El Reglamento de la LCAE no ha establecido como una prerrogativa de las entidades


administrativas contratantes la posibilidad de resolver unilateralmente los contratos
por razones de interŽs pœblico, porque el art’culo 224 m‡s bien permite a cualquiera
de las partes resolver el contrato por un hecho sobreviviente a la suscripci—n del
mismo, pero condicionado a que se encuentre previsto expresamente en las bases, en
el contrato o en el Reglamento, cuyo art’culo 225 que establece las causales de
resoluci—n no lo contempla. En cualquier caso, si se resolviese arbitrariamente el
contrato, el art’culo 227 establece que la parte perjudicada puede controvertir la
decisi—n en la v’a arbitral y exigir el reconocimiento de la respectiva indemnizaci—n
por los da–os y perjuicios irrogados. En el caso de contratos de obras el art’culo 267
establece que cuando la resoluci—n sea por causa atribuible a la entidad contratante,
deber‡ reconocŽrsele al contratista el cincuenta por cien (50%) de la utilidad prevista,
calculada sobre el saldo que se deja de ejecutar.

No se ha previsto con car‡cter general la prerrogativa del IUS VARIANDI o


modificaci—n unilateral de los contratos por razones de interŽs pœblico, salvo que se
presenten situaciones que en las adquisiciones de bienes y servicios determinen la
necesidad de disponer la ejecuci—n de prestaciones adicionales, para lo cual la entidad
administrativa contratante deber‡ contar con la asignaci—n presupuestal
correspondiente para pagar al contratista el costo de los adicionales, pero tambiŽn
puede suceder que la entidad contratante disponga la reducci—n de las prestaciones
hasta el quince por ciento (15%) del monto del contrato, caso en el que el contratista
reducir‡ proporcionalmente las garant’as que hubiere otorgado (art. 231). Trat‡ndose
de contratos de obra se permite que se disponga la realizaci—n de obras adicionales
siempre que se cuente con la disponibilidad presupuestal para sufragarlas y que no
superen el quince por cien (15%) del monto del contrato original, porque de lo
contrario, en caso se requiera la realizaci—n de obras adicionales por un monto quince
por cien (15%) superior al monto

[P‡gina 96]

del contrato adicional, aparte de disponer de recursos financieros para su ejecuci—n y


pago es requisito indispensable contar con autorizaci—n expresa de la Contralor’a
General de la Repœblica, cuya decisi—n por mandato legal no es susceptible de ser
discutida en sede arbitral (arts. 265 y 266).

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Una prerrogativa que el ordenamiento jur’dico reconoce a la Administraci—n Pœblica


contratante en los contratos de obra es la medida de inter- venci—n econ—mica de la
obra, que est‡ regulada por el art’culo 264 del Reglamento y entre otros casos opera
en la situaci—n de incumplimiento de las obligaciones contractuales que a juicio de la
entidad contratante no permitan la terminaci—n de los trabajos. La intervenci—n
econ—mica de la obra es una medida que se adopta por consideraciones de orden
tŽcnico y econ—mico con la finalidad de culminar la ejecuci—n de los trabajos sin llegar
al extremo de resolver el contrato. Dicha medida se justifica en la idea de que los
contratos administrativos deben ser cumplidos por el interŽs pœblico que esta en
juego. La nota distintiva es que se sustituye al contratista por la propia entidad
administrativa contratante por cuenta y riesgo del contratista incumplidor. La
intervenci—n econ—mica no deja al contratista al margen de su participaci—n
contractual, incluyendo los derechos y obligaciones correspondientes. Le corresponde
al contratista afrontar la totalidad de los mayores gastos y da–os que ocasiones la
realizaci—n por parte de la Administraci—n en forma directa de la obra. Solo si el
contratista rechaza la inter- venci—n econ—mica, el contrato de obra quedar‡ resuelto.

Otra prerrogativa de car‡cter indudablemente pœblico que consagra el rŽgimen de la


LCAE es la potestad para aplicar sanciones administrativas como consecuencia del
incumplimiento de sus obligaciones por parte del contratista privado. Esta potestad
sancionadora sobre el contratista en falta no est‡ conferida a todas las entidades
administrativas contratantes, sino concentrada en el Tribunal de contrataciones y
adquisiciones que forma parte de CONSUCODE, lo que permite mejorar el nivel de
predictibilidad en la interpretaci—n y aplicaci—n del rŽgimen legal pertinente (art. 294).

La sanci—n prevista para los infractores es la de inhabilitaci—n para contratar con el


Estado por un per’odo de entre 3 meses y dos a–os, segœn la gravedad de la
infracci—n. Como se puede apreciar la sanci—n administrativa aplicable al contratista
que incurre en infracci—n derivada del incumplimiento injustificado de sus obligaciones
tiene un alcance notable- mente mayor que si fuera aplicada solo por la entidad
administrativa contratante, porque impide que el contratista infractor pueda contratar
con cualquier entidad del Estado por el plazo de la sanci—n.

El art’culo 302 del Reglamento establece un conjunto de criterios que operan al


momento que el tribunal de contrataciones y adquisiciones de CONSUCODE debe
graduar la sanci—n a imponer, tomando en cuenta: la

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naturaleza de la infracci—n, la intencionalidad del infractor, el da–o causado, la


reiterancia, etc., criterios que de ser evaluados por el citado tribunal administrativo
podr’an disminuir la sanci—n a imponerse hasta l’mites inferiores al m’nimo fijado para
cada caso, cuando se considere que existen circunstancias atenuantes de la
responsabilidad del infractor.

Terminado el recuento de elementos de car‡cter administrativo en la LCAE que regula

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el rŽgimen de adquisiciones por parte de las entidades administrativas en el Perœ, que


ha permitido apreciar como es que a pesar que la citada la ley no efectœa distinci—n
entre contratos administrativos y contratos estatales de derecho privado, se ha
podido comprobar que existen algunas prerrogativas otorgadas a las entidades
estatales que pueden incidir durante el desarrollo de la relaci—n contractual, y no solo
en la etapa precontractual donde es claro que rige exclusivamente el derecho pœblico,
es importante recordar que todas las controversias que se susciten durante la
ejecuci—n de los contratos de adquisici—n por el Estado por expreso mandato legal se
deben dilucidar en v’a arbitral.

A diferencia de otros pa’ses en los cuales las veces que se han resuelto controversias
entre el Estado y los particulares con los que mantiene v’nculo contractual, la
jurisprudencia de instancias especializadas del Poder judicial en la disciplina
administrativa han reforzado, o incluso generado, la propia doctrina de la
sustantividad del contrato administrativo versus el contrato privado del Estado, en el
Perœ la LCAE a fin de evitar que en caso de conflictos las partes se perjudiquen por la
tradicional lentitud en resolver controversias por parte del Poder Judicial, ha preferido
que dichas controversias generadas durante la fase contractual se discutan mediante
un proceso arbitral que se regula por las reglas de la LCAE y su Reglamento y
supletoriamente por la ley general de arbitraje.

La experiencia ha demostrado que la remisi—n de la soluci—n de las controversias


contractuales a la v’a arbitral que realiza la LCAE potencia los elementos privados de
los respectivos contratos, porque el arbitraje es un proceso que no se sujeta a las
singularidades del proceso contencioso administrativo, porque en la composici—n de
los respectivos tribunales arbitrales predominan los especialistas en derecho privado y
los laudos que se emiten por mandato legal tienen car‡cter reservado por lo que no
generan jurisprudencia que pueda servir de referencia para otros casos.

2. Los contratos de concesi—n de servicios pœblicos

Como se ha podido observar en las secciones anteriores de esta ponencia las


concesiones para la prestaci—n de servicios pœblicos por regla general se materializan
en contratos, a diferencia de las concesiones para la explotaci—n de recursos naturales
que generalmente se expresan en actos

[P‡gina 98]

administrativos y solo en algunos casos se formalizan en contratos. La raz—n de la


preferencia por la formalizaci—n contractual de la concesi—n versus las concesiones
que solo se materializan en un acto administrativo la encontremos en la afirmaci—n
del profesor espa–ol JosŽ Luis Meil‡n Gil segœn el cual: ÇLa administraci—n ha tenido a
lo largo de la historia una posici—n m‡s fuerte frente al particular cuando utiliza el acto
que cuando acude al contrato. Cuenta en aquel caso con mayo ‡mbito de libertad,
aunque estŽ sometida al principio de legalidad y deba respetar los derechos de los
particularesÈ.

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El rŽgimen de los contratos estatales en el Perœ
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En nuestro ordenamiento se ha preferido la formalizaci—n de las concesiones para la


prestaci—n de servicios pœblicos mediante un contrato porque se considera que otorga
en mayor medida fuerza vinculante a los compromisos asumidos por la entidad estatal
concedente con el particular cocontratante.

A diferencia del rŽgimen de adquisiciones del Estado, por regla general no siempre se
realiza un procedimiento administrativo de selecci—n para otorgar concesiones en
servicios pœblicos. Se convoca a un procedimiento de adjudicaci—n en los casos en que
la prestaci—n del servicio implica la necesidad de utilizar un bien de dominio pœblico o
recurso natural escaso[40], como sucede con las bandas de telefon’a m—vil, o cuando
el servicio pœblico se presta en condiciones poco competitivas o de monopolio natural,
como sucede con las concesiones del servicio pœblico de saneamiento, o cuando el
inversionista interesado solicita el otorgamiento de una concesi—n y se genera un
interŽs concurrente de otros privados, en tal caso las normas obligan a las entidades
administrativas receptoras de la solicitud de concesi—n a convocar a procedimientos
de licitaci—n o subasta.

La supervisi—n de los compromisos contra’dos por los concesionarios en los contratos


de concesi—n de servicios pœblicos corresponde a los respectivos organismos
reguladores que como ha sido referido anteriormente fueron creados durante la œltima
dŽcada del Siglo XX como consecuencia de la reorientaci—n del papel del Estado en la
econom’a, claramente inspirados en los modelos de los pa’ses anglosajones, con el
objeto de garantizar un tratamiento tŽcnico de la regulaci—n y supervisi—n de las
actividades econ—micas calificadas como servicios pœblicos, o que se desarrollan en
con-

[P‡gina 99]

diciones de monopolio natural o poco competitivas y las que requieren para su


desarrollo la utilizaci—n de redes e infraestructuras.

La ley N.¼ 27331 marco de los organismos reguladores y las leyes y dem‡s
disposiciones reglamentarias especiales que disciplinan el rŽgimen de los organismos
reguladores establecen el conjunto de funciones y potestades de car‡cter pœblico
(Supervisora, Reguladora, Normativa, Fiscalizadora, Soluci—n de controversias entre
empresas y Soluci—n de reclamos de los usuarios) que se les atribuye para cumplir de
la manera m‡s eficaz el objetivo de interŽs general que constituye su cometido.

Los reglamentos internos de los organismos reguladores les otorgan facultades para
emitir opini—n previa respecto de la renegociaci—n y reno- vaci—n del plazo de vigencia
de los contratos de concesi—n y para formular sugerencias sobre el tema; tambiŽn
ejercen las potestades que le pueden haber conferido de manera expresa los
respectivos contratos de concesi—n; y est‡n facultados para ejecutar las penalidades
previstas en los contratos de concesi—n y de aplicar las sanciones administrativas
establecidas en el respectivo ordenamiento sectorial o que los mismos reguladores
pueden hacer dictado en ejercicio de la potestad normativa que se le ha legalmente

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conferido.

Por regla general los contratos de concesi—n de servicios pœblicos no contemplan


prerrogativas o cl‡usulas exorbitantes en favor de la entidad pœblica que cumple el rol
de concedente. Sin embargo, a pesar de que para cada actividad calificada
legalmente como servicio pœblico existe un marco legal espec’fico (ley y reglamentos
de desarrollo) que establece gran parte de la disciplina de la actividad (ley de
telecomunicaciones, de concesiones elŽctricas, de saneamiento, etc.), los Ministerios
del sector que hacen las veces de concedentes est‡n facultados legalmente para
completar o desarrollar por v’a reglamentaria el marco jur’dico de la actividad,
competencia de la que tambiŽn participan los organismos reguladores en la medida
de sus atribuciones, en ejercicio de sus potestades normativas.

Puede suceder que en ejercicio de otras funciones, como sucede con la administraci—n
de los bienes de dominio pœblico, la entidad concedente este facultada para ejercer
poderes que no se derivan directamente del contrato de concesi—n pero que
repercuten sobre este. As’ ha sucedido recientemente en relaci—n con el pedido de
una empresa concesionaria de telefon’a m—vil que solicit— ser autorizada a transferir
la banda del espectro electromagnŽtico asignada con la finalidad de proceder a la
fusi—n con otra empresa. En este caso el Ministerio de Transportes y Comunicaciones
en ejercicio de su rol de administrador del espectro radioelŽctrico, y no de concedente
de servicios pœblicos, emiti— una resoluci—n aceptando la transferencia de la
correspondiente banda pero condicion‡ndola a la modificaci—n del respectivo contrato
de concesi—n.

[P‡gina 100]

En el Perœ los œnicos contratos de concesi—n que tiene car‡cter de contrato Ð ley son
los contratos de concesi—n de la empresa Telef—nica del Perœ S.A., lo que tiene como
consecuencia la estabilizaci—n de las cl‡usulas que configuran la relaci—n concesional
entre el Estado y el concesionario, as’ como del marco normativo que resulta de
aplicaci—n a la concesi—n vigente a la fecha de suscripci—n del contrato.

El otorgamiento del carecer de contrato ley a los citados contratos de concesi—n


obedeci— a que el ingreso de dicha empresa a las actividades de prestaci—n de los
servicios pœblicos de telecomunicaciones se produjo dentro de un proceso complejo
de promoci—n de la inversi—n privada que implicaba Ñal tiempo de sustituir al Estado
en la titularidad de las acciones de la empresa en tanto concesionaria del servicio
pœblicoÑ la obligaci—n del cumplimiento de determinadas metas de inversi—n y
expansi—n de la red del servicio a corto y mediano plazo, plasmadas en compromisos
suscritos por la empresa concesionaria. Frente al ingente monto de la inversi—n
involucrada, se impon’a la necesidad de conferir al inversionista un marco jur’dico
estable que permitiese el desarrollo de sus actividades, as’ como la recuperaci—n de lo
invertido, en el plazo previsto en el contrato de concesi—n.

Con motivo de la sentencia reca’da en el proceso de inconstitucionalidad iniciado por


un grupo de parlamentarios contra dichos contratos-ley el Tribunal Constitucional

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peruano ha se–alado que[41]:

ÇLa concesi—n se desarrolla segœn el rŽgimen legal vigente y el contrato acordado,


cuyo objeto fundamental es asegurar la eficiencia en la prestaci—n del servicio. La
supervisi—n del cumplimiento de los fines de la concesi—n est‡ a cargo de —rganos
aut—nomos creados por ley, como OSIPTEL o INDECOPI. Estos —rganos est‡n obligados
a tutelar el derecho de los usuarios, as’ como el interŽs pœblico, y para ello deben
controlar que la prestaci—n del servicio se realice en —ptimas condiciones y a un costo
razonable, ello porque si bien la concesi—n(É) es un contrato que puede tener un
blindaje jur’dico, el objeto fundamental no es el lucro, sino el servicio, el cual debe
otorgarse con calidad, eficiencia y continuidad, y siempre protegiendo la seguridad, la
salud pœblica y el medio ambienteÈ (FFJJ N.¼ 41).

Una consecuencia importante del car‡cter de contrato ley de las concesiones de


Telef—nica del Perœ S.A. es que algunas de las controversias que se han suscitado con
motivo de actuaciones administrativas de OSIPTEL en ejercicio de potestades pœblicas
que le confiere la ley, han sido materia de cuestionamiento por parte de la empresa
concesionaria en v’a arbitral, en el

[P‡gina 101]

que tenemos entendido se han tramitado varios procesos en los que no se ha


aceptado el cuestionamiento de la competencia de los tribunales arbitrales formulado
por OSIPTEL, entidad que ha sostenido la posici—n de que al cuestionarse decisiones
de una entidad administrativa formalizadas en actos administrativos la v’a
competente deber’a ser el proceso contencioso administrativo y no la arbitral.

3. Los contratos de concesi—n de infraestructura pœblica

El rŽgimen legal que regula la materia contenido en el Texto ònico Ordenado de las
normas con rango de ley que regulan la entrega en concesi—n al sector privado de las
obras pœblicas de infraestructura y de servicios pœblicos aprobado mediante Decreto
Supremo N.¼ 059-96-PCM y su respectivo Reglamento, no establece prerrogativa
alguna en favor de la entidad pœblica concedente de un contrato de concesi—n de
infraestructura. El art’culo 32¼ del dispositivo citado establece en su inciso d) que:

ÇEl Estado podr‡: (É) modificar la concesi—n cuando ello resulte conveniente de
acuerdo al art’culo siguienteÈ.

Pero el art’culo 33 aclara que la posible modificaci—n del contrato deber‡ ser acordada
por las partes, lo que impide cualquier decisi—n unilateral al respecto (ius variandi). Se
debe precisar el orden de las comillas

Sin embargo, los dispositivos citados remiten a los contratos de concesi—n el posible
establecimiento de previsiones que no figuran legalmente. As’ sucede con el
denominado ÇrescateÈ o resoluci—n unilateral de la concesi—n por el concedente por

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razones de oportunidad o conveniencia al interŽs pœblico, mediante los cuales el


Estado recupera la administraci—n y explotaci—n de la infraestructura concedida, sin
que haya transcurrido el plazo pactado, que el art’culo 17¼ del marco legal lo
contempla pero condicionado a que estŽ previsto en el respectivo contrato de
concesi—n y que se estipule de manera expresa la indemnizaci—n a que tendr’a
derecho el concesionario en caso el Estado haga uso de la facultad anotada
resolviendo el contrato de concesi—n.

El regulador de las concesiones de infraestructura pœblica del Gobierno nacional,


OSITRAN, tiene conferido por mandato del art’culo 7 de la Ley N.¼ 26917 de su
creaci—n, un conjunto de potestades que inciden directamente en los contratos de
concesi—n que, entre otros, comprende:

(i) La facultad de: ÇInterpretar los t’tulos en virtud de los cuales las Entidades
Prestadoras realizan sus actividades de explotaci—nÈ, es decir la potestad de
interpretar los alcances de los contratos de concesi—n que puede ser solicitado por la
entidad pœblica concedente, el propio concesionario y los terceros leg’timamente
interesados. Tales interpreta-

[P‡gina 102]

ciones se expresan en resoluciones del Consejo Directivo de OSITRAN[42]que en


nuestra opini—n pueden ser objeto de cuestionamiento por los interesados en v’a
administrativa o judicial.

(ii) La administraci—n, fiscalizaci—n y supervisi—n de los contratos de concesi—n, en


particular de los compromisos asumidos por los concesionarios;

(iii) La emisi—n de opini—n previa a la celebraci—n de cualquier contrato de concesi—n


referido a Infraestructura Pœblica, el que comprender‡ materias referidas al rŽgimen
tarifario del contrato, condiciones de competencia y de acceso a la Infraestructura,
aspectos tŽcnicos, econ—micos y jur’dicos relativos a la calidad y oportuna prestaci—n
de los servicios, y a los mecanismos de soluci—n de controversias derivadas de la
interpretaci—n y ejecuci—n de los contratos de concesi—n, s’ como a las dem‡s
materias de competencia de OSITRAN (art. 35 del respectivo Reglamento).

(iv) Operar el sistema tarifario de la infraestructura bajo su ‡mbito, en ejercicio de la


potestad reguladora, de modo que en el caso que exista un contrato de concesi—n con
el Estado, debe velar por el cumplimiento de las cl‡usulas tarifarias y de reajuste
tarifario que Žste contiene; cuando exista competencia en el mercado y no existan
cl‡usulas tarifarias OSITRAN debe velar por el libre funcionamiento del mercado, en
cambio, en caso que no exista competencia en el mercado y no existan cl‡usulas
tarifarias le corresponde a OSITRAN fijar las tarifas, peajes y otros cobros que realice
el concesionario o los usuarios.

(v) La emisi—n de opini—n tŽcnica sobre la procedencia de la renegociaci—n o revisi—n


de los contratos de concesi—n, la que deber‡ pronunciarse sobre su procedencia y

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deber‡ contener un an‡lisis de los efectos de tal medida, sugiriendo los tŽrminos de la
misma. Para el ejercicio de esta funci—n OSITRAN deber‡ analizar el cumplimiento de
las obligaciones del concesionario.

[P‡gina 103]

(vi) Declarar la suspensi—n temporal de la concesi—n o su caducidad, cuando la


empresa concesionaria incurra en alguna de las causales establecidas en las normas
legales pertinentes o en los contratos de concesi—n.

(vii) En casos excepcionales en los cuales se produzca la suspensi—n de la concesi—n,


terminaci—n del contrato o caducidad del mismo, a fin de evitar la paralizaci—n del
servicio o uso de la Infraestructura correspondiente, OSITRAN est‡ facultado para
contratar temporalmente los servicios de empresas especializadas, hasta la
suscripci—n de un nuevo contrato de concesi—n.

(viii) Como quiera que los contratos de concesi—n de infraestructuras pœblicas


generalmente se desarrollan sobre la explotaci—n de bienes escasos o de car‡cter
monop—lico, OSITRAN tiene la potestad para establecer las condiciones de acceso a la
infraestructura de transporte de uso pœblico, con la finalidad de promover el bienestar
de los usuarios por la v’a de una mayor competencia en la prestaci—n de servicios que
resultan esenciales para completar la cadena log’stica del transporte de carga y de
pasajeros, y que requieren utilizar de manera indispensable, facilidades esenciales
controladas por una empresa prestadora[43]. Las controversias que se generen
durante la vida de los contratos de concesi—n de infraestructura pœblica se resuelven
normalmente en v’a arbitral, porque en los contratos se prevŽ dicha modalidad de
composici—n de conflictos.

4. Los contratos-leyes

La doctrina nacional ha venido discutiendo sobre si la naturaleza de estos contratos


estatales es civil o administrativa, partiendo de la pregunta si en ellos se manifiestan
potestades de imperio del Estado, en cuyo caso encontrar’a sustento afirmar que se
trata de contratos administrativos; o si por otro lado, en ellos el Estado tiene solo un
rol de parte, despojado de potestades pœblicas, se dir’a entonces que estamos frente
a un contrato civil.

El problema se genera porque el art’culo 39¼ del Decreto Legislativo N.¼ 757 establece
expresamente que:

ÇLos convenios de estabilidad jur’dica se celebran al amparo del art’culo 1357 del
C—digo Civil y tienen la calidad de contrato con fuerza de ley, de manera que no
pueden ser modificados o dejados sin efecto unilateralmente

[P‡gina 104]

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por el Estado. Tales contratos tienen car‡cter civil y no administrativo, y solo podr‡n
modificarse y dejarse sin efecto por acuerdo entre las partesÈ.

La caracterizaci—n legal de los contratos-ley como convenios de car‡cter civil y no


administrativo constituye una de las pocas veces que en el ordenamiento legal
peruano se ha asimilado la tesis de la existencia de dos tipos diferentes de contratos
estatales, unos regidos exclusivamente por el Derecho Administrativo y otros solo
sometidos al derecho civil. En otras palabras, el precepto legal glosado se basa en un
concepto negativo de los contratos administrativos, raz—n por la que considera
indispensable caracterizar a los contratos-ley como contratos de car‡cter civil, a fin de
supuestamente garantizar su intangibilidad y sortear el peligro de que el Estado
pueda desvincularse de sus compromisos.

En verdad, planteado desde este punto de vista, resulta un debate poco trascendente
para entender la l—gica de estos contratos. Como bien afirma el profesor Manuel DE
LA PUENTE:

ÇNo interesa que el contrato sea civil o administrativo. Basta que sea contrato, por
cuanto, como se ha visto, tanto en derecho privado como en el derecho pœblico el
contrato crea relaciones jur’dicas entre las partes y es obligatorio para ellas (É) En
ambos derechos es una fuente de obligaciones. Y tambiŽn en ambos la obligaci—n
contractual es lo mismo: un deber jur’dico que ata a las partes. No debe olvidarse que
es de la esencia del contrato su irrevocabilidadÈ[44].

Sin perjuicio de lo indicado con anterioridad, debe advertirse que se trata de una
figura excepcional en el derecho pœblico: el sometimiento del Estado a una modalidad
contractual para brindar seguridades y garant’as al particular.

No cabe duda que jur’dicamente todo contrato, sea civil, laboral, pœblico, internacional
o agrario, es una fuente de obligaciones, tanto para los particulares como para el
Estado y sus dependencias que lo suscriben, y adem‡s, ha de tenerse en cuenta que
a ello se agrega el car‡cter de la irrevocabilidad unilateral, por lo que solo por mutuo
disenso se puede dejar sin efecto lo pactado, Çimplicando ello la regla de la
inhabilidad de la voluntad unilateral para poner fin al contratoÈ. En lo civil y en lo
administrativo el Estado como cualquier contratante se encuentra obligado a
cumplirlo.

En la jurisprudencia el Tribunal Constitucional emitida con motivo del proceso de


inconstitucionalidad contra los contratosÐley de Telef—nica del Perœ el citado alto
tribunal dijo que:

[P‡gina 105]

ÇÉ..el contrato-ley es un convenio que pueden suscribir los contratantes con el


Estado, en los casos y sobre las materias que mediante ley se autorice. Por medio de
Žl, el Estado puede crear garant’as y otorgar seguridades, otorg‡ndoles a ambas el
car‡cter de intangibles. Es decir, mediante tales contratos-ley, el Estado, en ejercicio

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de su ius imperium, crea garant’as y otorga seguridades y, al suscribir el contrato-ley,


se somete plenamente al rŽgimen jur’dico previsto en el contrato y a las disposiciones
legales a cuyo amparo se suscribi— ŽsteÈ (FFJJ N.¼ 33).

Respecto de la polŽmica generada acerca del car‡cter privado o preponderantemente


pœblico de los contratos-ley, el Tribunal Constitucional se–al— que:

ÇEn la doctrina nacional se discute sobre su naturaleza jur’dica. Para unos, se tratar’a
de un contrato civil. Para otros, de un contrato administrativo. Autores hay tambiŽn
que sostienen que el rŽgimen jur’dico de los contratos en los que participa el Estado
no puede fijarse en abstracto, sino que depende de las reglas espec’ficas que cada
uno de ellos contenga. Evidentemente, la naturaleza que se le pueda atribuir al
contrato ley Ñ contrato civil o contrato administrativoÑ depende del contenido que
Žste pueda tener en cada caso concreto que se suscriba, de manera que, en
abstracto, no cabe que se la fije. En cualquier caso, de una interpretaci—n a rima
obligada del art’culo 62 de la Constituci—n con el art’culo 1357 del C—digo Civil, se
desprende que el contenido de los contratos-ley puede y debe sustentarse en razones
de interŽs social, nacional o pœblicoÉÉÈ. (FFJJ N.¼ 34).

Finalmente, es importante recordar que el rŽgimen de los contratosley establece como


regla general que las controversias que se presenten con relaci—n al cumplimiento de
los citados contratos, o su interpretaci—n, ejecuci—n o invalidez, ser‡n resueltos
mediante arbitraje de derecho Esto ha sucedido en los œltimos a–os en el Perœ con
motivo de actuaciones de la Administraci—n Tributaria del Gobierno Nacional (SUNAT)
determinando la existencia de deudas tributarias por parte de empresas, actos
administrativos de car‡cter tributario que los inversionistas beneficiarios de contratos-
ley cuestionaron en la v’a arbitral, obteniendo laudos favorables para su posici—n.

[1] Constituci—n de 1979: Ç Art. 143: ÇLa contrataci—n con fondos pœblicos de obras y
suministros as’ como la adquisici—n o enajenaci—n de bienes se efectœan
obligatoriamente por licitaci—n pœblica. Hay concurso pœblico para la contrataci—n de
servicios y proyectos cuya importancia y monto se–ala la Ley de Presupuesto. La ley
establece el procedimiento, las excepciones y responsabilidadesÈ.

[2] BUSTAMANTE BELAòNDE , Alberto. La Contrataci—n del Estado en el Perœ .


Publicado en: Themis N.¼ 14. Lima 1989, pp. 22-23, formul— en su momento ‡cidas
cr’ticas al RUA y al RULCOP: Ç(É) evidentemente han sido redactados por Ingenieros,
no han definido, ni siquiera en sus tŽrminos b‡sicos, cu‡l es, realmente, el estatuto al
que deben sujetarse quienes contraten con el Estado. No existe org‡nicamente tal
estatuto y las contrataciones del Estado se regulan por un sinf’n de normas de diversa
jerarqu’a y dudosa vigencia, normas que deambulan todav’a en la dicotom’a derecho
pœblico versus derecho privado y que en modo alguno conforman un cuerpo org‡nica
o y homogŽneo de utilidad para la resoluci—n de varios conflictos de derechoÈ.

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[3] He descrito el proceso en: La reforma administrativa en el Perœ , ponencia


presentada en el Seminario Internacional sobre reforma de la administraci—n pœblica
organizado por el Instituto Nacional de Administraci—n Pœblica (INAP) de Espa–a en
Cartagena de Indias, Colombia, a–o 2003.

[4] Constituci—n de 1993: ÇArt. 76: Las obras y la adquisici—n de suministros con
utilizaci—n de fondos o recursos pœblicos se ejecutan obligatoriamente por contrata y
licitaci—n pœblica, s’ como tambiŽn la adquisici—n o la enajenaci—n de bienes. La
Contrataci—n de servicios y proyectos cuya importancia y cuyo monto se–ala la Ley de
Presupuesto se hace por concurso pœblico. La ley establece el procedimiento, las
excepciones y las respectivas responsabilidadesÈ.

[5] Constituci—n de 1993: ÇArt. 60: (É..) Solo autorizado por ley expresa, el Estado
puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta, por raz—n
del alto interŽs pœblico o de manifiesta conveniencia nacional. (É)È.

[6] Nos referimos principalmente a los Decretos Legislativos N.¼ 758 ÇNormas para la
promoci—n de las inversiones pœblicas en la infraestructura de servicios pœblicosÈ, y
N.¼ 839 ÇLey de promoci—n de la inversi—n privada en obras pœblicas de
infraestructura y de servicios pœblicosÈ, compilados luego en el denominado ÇTexto
ònico Ordenado de las normas con rango de ley que regulan la entrega en concesi—n
al sector privado de las obras pœblicas de infraestructura y de servicios pœblicosÈ
aprobado mediante Decreto Supremo N.¼ 059-97-PCM y reglamentado mediante
Decreto Supremo N.¼ 060-96-PCM.

[7] Constituci—n de 1993: ÇArt. 62: (É.) Mediante contratos-ley el Estado puede
establecer garant’as y otorgar seguridades. No pueden ser modificados
legislativamenteÉÈ.

[8] Tenemos entendido que en Colombia la Ley 223 de 1995 para disminuir la
incertidumbre en materia tributaria cre— la figura de los contratos de estabilidad que
cuentan con una duraci—n de 10 a–os y en ellos se pacta una tasa de impuesto a la
renta superior en un 2% a la tarifa general vigente al momento de suscripci—n del
contrato.

[9] Participa de la misma opini—n: SALAZAR CHçVEZ , Ricardo. RŽgimen de


contrataci—n Estatal en el Perœ . En: AAVV. Ponencias presentadas en el seminario-
taller internacional: La contrataci—n estatal: propuesta de estrategias para impulsar el
desarrollo con transparencia y equidad . CONSUCODE, Lima, 2005, p. 82.

[10] El texto de la ley y su Reglamento se puede consultar en :


http://www.consucode.gob.pe/

[11] C—digo Civil: Çart.1373: El contrato queda perfeccionado en el momento y lugar


en que la aceptaci—n es conocida por el oferenteÈ.

[12] Reglamento de la LCAE: Çart. 197 Perfeccionamiento del contrato.- El contrato se

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perfecciona con la suscripci—n del documento que lo contieneÉ(É).È Regla radical-


mente diferente de la que establece el derecho espa–ol en el que los contratos
estatales se perfeccionan con el acto administrativo de adjudicaci—n. Abunda en esta
caracter’stica el profesor MARTêNEZ LîPEZ -MU„IZ , JosŽ Luis. Naturaleza de los
contratos pœblicos a la luz del derecho espa–ol, su fundamento y sus consecuencias .
En: Derecho Administrativo . Obra colectiva en homenaje al profesor Miguel S.
Marienhoff. Juan Carlos Cassagne Director. Abeledo-Perrot.. Buenos Aires, 1998, p.
953.

[13] Reglamento General de Procedimientos Administrativos de los Bienes de


Propiedad estatal aprobado mediante Decreto Supremo N.¼ 154-2001-EF de 16 de julio
del a–o 2001.

[14] Constituci—n: Çart. 66: Los recursos naturales, renovables y no renovables, son
patrimonio de la Naci—n. El Estado es soberano en su aprovechamiento. Por ley
org‡nica se fijan las condiciones de su utilizaci—n y de su otorgamiento a particulares.
La concesi—n otorga a su titular un derecho real, sujeto a dicha norma legalÈ.

[15] Constituci—n: Çart. 73: Los bienes de dominio pœblico son inalienables e
imprescriptibles. Los bienes de uso pœblico pueden ser concedidos a particulares
conforme a ley, para su aprovechamiento econ—micoÈ.

[16] Ley O. de Recursos Naturales: Çart. 23: La concesi—n, aprobada por leyes
especiales, otorga al concesionario el derecho para el aprovechamiento sostenible del
recurso natural concedido, en las condiciones y con las limitaciones que establezca el
t’tulo respectivo. La concesi—n otorga a su titular el derecho de uso y disfrute del
recurso natural concedido y, en consecuencia, la propiedad de los frutos y productos a
extraerse. Las concesiones pueden ser otorgadas a plazo fijo o indefinido. Son
irrevocables en tanto el titular cumpla las obligaciones que esta ley o la legislaci—n
especial exijan para mantener su vigencia. Las concesiones son bienes incorporales
registrables. Pueden ser objeto de disposici—n, hipoteca, cesi—n y reivindicaci—n,
conforme a las leyes especiales. El tercero adquirente de una concesi—n deber‡
sujetarse a las condiciones en que fue originariamente otorgada. La concesi—n, su
disposici—n y la constituci—n de derechos reales sorbe ella, deber‡n inscribirse en el
registro respectivoÈ.

[17] El formato de los contratos de concesi—n forestal con fines maderables ha sido
aprobado mediante Resoluci—n Jefatural N.¼ 131-2003-INRENA de 18 de setiembre del
2003. Es la œnica concesi—n de recursos naturales en que se ha previsto en la cl‡usula
34 del formato de contrato que las controversias entre Estado concedente y los
concesionarios pueden resolverse mediante arbitraje.

[18] El art. 43 de la ley establece que para realizar operaciones de pesca se requiere
obtener Çpermiso de pescaÈ y que solo se exige concesi—n cuando se pretenda la
utilizaci—n o explotaci—n de infraestructura pesquera de propiedad del Estado o la
realizaci—n de actividades de acuicultura en terrenos pœblicos, fondos o aguas marinas
o continentales.

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[19] Puede consultarse el texto de la Sentencia en: http://www.tc.gob.pe/cgi-bin/


searchtout.cgi

[20] Segœn Texto ònico Ordenado aprobado por Decreto Supremo N.¼ 013-93-TCC de
28 de abril de 1993, Reglamento aprobado por Decreto Supremo N.¼ 06-94-TCC, el
mismo que ha sido objeto de mœltiples modificaciones. Las citadas normas pueden ser
consultadas en: http://www.osiptel.gob.pe/. Es importante tener presente
losLineamientos de pol’tica de apertura del mercado de telecomunicaciones en el Perœ
aprobados mediante Decreto Supremo N.¼ 020-98-MTC de 4 de agosto de 1998 que
contiene una secci—n dedicada a ÇPol’tica de concesionesÈ.

[21] Aprobado por Decreto Supremo N.¼ 008-2001-PCM, del 2 de febrero de 2001.

[22] Aprobada mediante Decreto Ley N.¼ 25844 de 6 de noviembre de 1992, y


reglamentada mediante Decreto Supremo N.¼ 009-93-EM de 19 de febrero de 1993.

[23] Reglamentada mediante Decreto Supremo N.¼ 042-99-EM de 14 de setiembre de


1999 que aprueba el Reglamento de Distribuci—n de gas Natural por red de ductos.
Analiza el rŽgimen de las concesiones de distribuci—n de gas naturales el Perœ: Ram—n
H UAPAYA An‡lisis del marco jur’dico aplicable al servicio pœblico de distribuci—n de
gas natural por red de ductos . Trabajo inŽdito.

[24] En el Perœ el rŽgimen comœn en materia de organizaci—n y competencias de los


organismos reguladores en el Perœ ha sido establecido por la Ley N.¼ 27332
denominada Ley Marco de organismos reguladores de la inversi—n privada en
servicios pœblicos y su Reglamento aprobado mediante Decreto Supremo N.¼ 024-
2005-PCM, de 8 de junio del 2005. He analizado el tema en: ÇLos organismos
reguladores de los servicios pœblicos en el Perœ: Su rŽgimen jur’dico, organizaci—n,
funciones de resoluci—n de controversias y de reclamos de usuariosÈ. Publicado en
colectivo: ÇInversi—n privada en servicios pœblicosÈ. Revista Peruana de Derecho de la
Empresa. N.¼ 57, Lima 2004, p. 59 y ss.

[25] Ley N.¼ 27701 que establece disposiciones para garantizar la concordancia
normativa entre los procedimientos de privatizaci—n y concesiones con la legislaci—n
regulatoria.

[26] Analizan el rŽgimen de concesiones: ZEGARRA VALDIVIA . Diego. Concesi—n


administrativa e iniciativa privada . En: Themis. N.¼ 39, Lima, 1999, p. 99 y G îMEZ
DE LA TORRE BARRERA , AndrŽs. Concesi—n de obras pœblicas: ÀPromoviendo la
inversi—n privada en el Perœ? . En: Revista Ius et Veritas. N.¼ 22, Lima, p. 73.

[27] Informe. Edici—n Especial de Derecho Administrativo de diciembre de 1998 del


Estudio Benites, Mercado & Ugaz abogados, p. 87.

[28] Ley N.¼ 27783 de Bases de la Descentralizaci—n: arts 35 d y 37; Ley N.¼ 27867
Org‡nica de Gobiernos Regionales: art. 34; Ley N.¼ 27972 Org‡nica de

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Municipalidades: arts. 9, 18; 20, 24 y 25); 33; 59; 65 y 66; 69, 8 y 11; 79¼, 2.1; 80, 2.1
y 4.1; y 81, 1.4, 1.7 y 1.9.

[29] Tal es el caso de la Municipalidad Metropolitana de Lima que ha creado su propio


marco legal para los procesos de concesi—n en su ‡mbito, el que est‡ recogido en el
ÇTexto ònico Ordenado del Reglamento de las Inversiones Privadas en Obras Pœblicas
de Infraestructura y de Servicios Pœblicos Locales para la Provincia de LimaÈ aprobado
mediante Decreto de Alcald’a N.¼ 166 de 16 de diciembre del 2002. Varias otras
municipalidades se han dotado tambiŽn de su propio rŽgimen legal sobre la materia
pero la mayor parte de las veces copiado de la legislaci—n nacional, lo que hace
pensar en la inutilidad de su creaci—n. Sin embargo las municipalidades pueden
realizar convenios con PROINVERSION para encargarle la realizaci—n de procesos de
concesiones, caso en el cual se aplican las normas del TUO aprobado mediante
Decreto Supremo N.¼ 059-96-PCM.

[30] Nos referimos al citado TUO de las Normas con Rango de Ley que regulan la
entrega en concesi—n al sector privado de las obras pœblicas de infraestructura y de
servicios pœblicos aprobado mediante DS N.¼ 059-96-PCM; el Decreto Legislativo N.¼
674 Ley de Promoci—n de la Inversi—n privada para las empresas del Estado; el
Decreto Legislativo N.¼ 757 Ley marco para el crecimiento de la inversi—n privada; el
Decreto Legislativo N.¼ 662, RŽgimen de estabilidad jur’dica para la inversi—n
extranjera; la Ley N.¼ 28059 Marco de Promoci—n de la Inversi—n Descentralizada, los
dispositivos pertinentes anteriormente citados de las leyes org‡nicas de regiones y de
municipalidades, las leyes modificatorias y complementarias de las citadas y sus
respectivos reglamentos. El texto de las normas nacionales citadas se puede revisar
en: http://www.proinversion.gob.pe/ .

[31] Con las œnicas excepciones de la Ley N.¼ 27943 del Sistema Portuario Nacional y
su Reglamento aprobado mediante Decreto Supremo N.¼ 003-2004-MTC que
establecen algunas reglas especiales para los procesos de promoci—n de la inversi—n
privada en infraestructura portuaria y de la Ley N.¼ 27782 y su Reglamento aprobado
mediante Decreto Supremo N.¼ 001-2003-MINCETUR que tienen por objeto el
desarrollo de proyectos de inversi—n privada en la actividad tur’stica en la zona del
denominado Proyecto Playa Hermosa (Tumbes).

[32] Han trabajado el tema de los contratos-leyes: Diego ZEGARRA VALDIVIA . El


contrato-ley. Los contratos de estabilidad jur’dica . Gaceta Jur’dica Editores, Lima,
1997; Antonio PINILLA CISNEROS . Los contratos Ð Ley en la legislaci—n peruana .
Universidad de Lima. 1999; JosŽ Daniel AMADO y Luis MIRANDA . ÇLa seguridad
jur’dica en la contrataci—n con el Estado: el contrato-leyÈ. En: Themis . N.¼ 33, Lima;
Oscar TRELLES DE BELAòNDE ÇEl contrato administrativo, el contrato ley y los
contratos de concesi—n de servicios pœblicosÈ. En Themis N.¼ 44, Lima, p. 237 y Jorge
SANTISTEBAN DE NORIEGA .ÈConstituci—n, privatizaci—n y servicios pœblicos. El
blindaje jur’dico que protege a los contratos Ð ley en el PerœÈ. En: Homenaje a Jorge
Avenda–o . Fondo Editorial Pontificia Universidad Cat—lica del Perœ, Lima 2004, p. 577.

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[33] Sentencia del Tribunal Constitucional Expediente N.¼ 005-2003-AI/TC de 3 de


octubre de 2003 interpuesta por un grupo de Congresistas de la Repœblica. El texto se
puede revisar en: http://www.tc.gob.pe/cgi-bin/searchtout.cgi .

[34] Montos de inversi—n m’nima establecidos por el art’culo 2 de la Ley N.¼ 27342 de
1 de septiembre del 2000 que modifica el art’culo 11¼ del Decreto Legislativo N.¼ 662
sobre requisitos de inversi—n.

[35] Las seguridades y garant’as que el marco legal que denominamos general de los
contratos - ley expresamente establece comprende las siguientes materias: rŽgimen
tributario del impuesto a la renta; rŽgimen de libre disponibilidad de divisas; derecho
de libre remesa de utilidades, dividendos, capitales y otros ingresos; no
discriminaci—n; los reg’menes de contrataci—n de trabajadores; los reg’menes de
promoci—n de exportaciones y en el caso espec’fico de los contratos de arrendamiento
financiero la estabilidad total del rŽgimen tributario.

[36] En: Tratado de Derecho Administrativo . Tomo 1, Parte general, cuarta Edici—n,
Fundaci—n de Derecho Administrativo. Buenos Aires, 1997, p. XI-21.

[37] Sentencia del Tribunal Constitucional EXP: N.¼ 020-2003-AI/TC de 17 de mayo de


2004, cuyo texto se puede revisar en: http://www.tc.gob.pe/cgi-bin/searchtout.cgi .

[38] MARTêNEZ Ð LîPEZ MU„IZ , JosŽ Luis. Naturaleza de los contratos pœblicos a la luz
del derecho espa–ol, su fundamento y sus consecuencias . Op. cit. p. 857.

[39] Ideas tomadas de: TORNOS MAS , Joaqu’n. Derechos y obligaciones del
concesionario y prerrogativas de la administraci—n concedente (arts. 242 a 244 y 249
a 252) . En: Rafael G—mez Ð Ferrer Morant. Comentarios a la Ley de Contratos de las
Administraciones Pœblicas . Tomo II.: Thomson- Civitas. Madrid 2004. p. 1246.

[40] Los Lineamientos de pol’tica de apertura del mercado de telecomunicaciones en


el Perœ aprobados mediante Decreto Supremo N.¼ 020-98-MTC de 4 de agosto de
1998, establecen que la pol’tica de acceso debe: ÇUtilizar mecanismos competitivos
(subastas o concursos) para la asignaci—n del espectro, cuando la disponibilidad de
frecuencias limita el nœmero de operadores de un servicio y haya m‡s demanda que
oferta del espectroÈ (20.c).

[41] Sentencia del Tribunal Constitucional Expediente N.¼ 005-2003-AI/TC de 3 de


octubre del 2003, citada en el piŽ de p‡gina N.¼ 32.

[42] Hemos podido revisar dos experiencias: La resoluci—n de Consejo Directivo N.¼
033- 2005-CD-OSITRAN de 4 de julio del 2005 contestando el pedido de interpretaci—n
solicitado por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones para interpretar deter-
minadas cl‡usulas del contrato de concesi—n del Aeropuerto Internacional Jorge
Ch‡vez Lima Callao , y la resoluci—n N.¼ 034-2005-CD-OSITRAN tambiŽn de 4 de julio
del 2005, publicada en el Diario Oficial El Peruano de 7 de julio del 2005, que resuelve
un pedido de interpretaci—n formulado por el propio concesionario del aeropuerto

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antes citado respecto de su contrato de concesi—n. Mediante Acuerdo N.¼ 494-144-CD-


OSITRAN de 23 de junio del 2004, la citada entidad a probado los ÇLineamientos para
la interpretaci—n, modificaci—n y reconversi—n de contratos de concesi—nÈ. Puede
revisarse en: http://www.ositran.gob.pe/.

[43] El acceso a facilidades esenciales ha sido regulado por el Reglamento marco de


acceso a la infraestructura de transporte de uso pœblico aprobado por Resoluci—n de
Presidencia del Consejo Directivo N.¼ 014-2003-CD/OSITRAN de 23 de septiembre de
2003 y publicado en el Diario Oficial El Peruano de 25 de septiembre de 2003.

[44] DE LA PUENTE Y LAVALLE , Manuel. El contrato en general. Comentarios a la


Secci—n Primera del Libro VII del C—digo Civil . Volumen XI, p. 367.

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