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Resumen
Texto
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En segundo lugar, realizaremos una descripci—n general del rŽgimen de los diferentes
contratos que celebra la administraci—n pœblica en el Perœ, haciendo notar que en
nuestro ordenamiento a diferencia del de otros pa’ses de nuestro entorno como el
colombiano o el argentino no existe una legislaci—n unitaria que aglutine la regulaci—n
de toda la contrataci—n estatal; asimismo, se evidencia un marcado Žnfasis en la
regulaci—n de los procedimientos administrativos de selecci—n de los contratistas,
antes que en la regulaci—n de la fase de ejecuci—n de lo contratos; y no se realiza
diferenciaci—n alguna entre contratos caracterizados como administrativos versus
contratos privados porque no recoge de manera expresa un criterio sustantivo de
contrato administrativo.
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En el primer per’odo que abarca hasta comienzos de la dŽcada de los 80« rigi— una
absoluta dispersi—n normativa en la materia. No exist’a un ordenamiento que regulase
con car‡cter general para todos los organismos del sector pœblico el rŽgimen de los
contratos de adquisiciones de bienes y servicios o de obra pœblica por parte de las
entidades estatales. Las escasas reglas existentes sobre la materia, casi
exclusivamente referidas a los procedimientos administrativos de selecci—n
(licitaciones, concursos pœblicos), estaban establecidas en normas dispersas,
principalmente de car‡cter presupuestario y con car‡cter asistem‡tico, porque en la
pr‡ctica la mayor parte de las entidades del sector pœblico ten’an sus propios
reglamentos de adquisiciones. El rŽgimen legal de las concesiones, especialmente las
referidas a la explotaci—n de algunos recursos naturales, como es el caso de la
miner’a, solo era regulado por algunas leyes sectoriales, careciŽndose de un m’nimo
denominador comœn sobre la materia.
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Los dos primeros, es decir el RULCOP y el RUA no obstante haber sido aprobados por
el Poder Ejecutivo en calidad de reglamentos aut—nomos se les dot— de fuerza de ley
en su oportunidad. Los citados dispositivos no realizaron diferenciaci—n alguna entre
contratos administrativos y contratos estatales sujetos al derecho privado, regularon
tambiŽn casi exclusivamente los procedimientos administrativos de adjudicaci—n o
selecci—n de contratistas, y por primera vez crearon en este ‡mbito instancias
administrativas encargadas de resolver en œltimo grado las controversias que se
generaban durante la fase precontractual, tal fue el caso de los consejos de
adquisiciones departamentales para los procedimientos administrativos regulados por
el RUA y del denominado Consejo Superior de Licitaciones y Contratos Obras Pœblicas
(CONSULCOP), este œltimo configurado como un verdadero tribunal administrativo
estaba facultado para resolver en sede administrativa incluso las controversias que se
generasen durante la ejecuci—n del contrato entre la entidad administrativa
contratante y el contratista privado, sin perjuicio de que cualquiera de las partes en
caso de disconformidad con la resoluci—n de CONSULCOP pod’a cuestionarla ante el
Poder Judicial mediante el proceso contencioso administrativo[2].
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Durante esta tercera etapa se dict— un nuevo rŽgimen legal para la promoci—n del
otorgamiento de concesiones principalmente en materia de servicios pœblicos
(telecomunicaciones, electricidad, etc.) y de obras de infraestructura pœblica,
especialmente las dedicadas al transporte (puertos, aeropuertos, carreteras, v’as
ferroviarias, etc.)[6]. Se crearon organismos reguladores de la inversi—n privada para
las distintas actividades concesionadas (servicios pœblicos e infraestructura)
encargados de super- visar el cumplimiento de los respectivos contratos de concesi—n
y de ejercer potestades regulatorias fijando las tarifas en los mercados en que no
exista competencia o esta sea insuficiente.
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Los tipos m‡s frecuentes de contratos que suscribe el Estado Peruano y con mayor
desarrollo normativo son[9]:
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(i) Principio de Transparencia, conforme al cual toda adquisici—n debe realizarse sobre
la base de criterios y calificaciones objetivas, sustentadas y accesibles a los postores,
garantiz‡ndoles a estos durante todo el proceso de selecci—n el acceso a la
documentaci—n de las adquisiciones y las contrataciones, debiendo ser pœblicos la
convocatoria, el otorgamiento de la buena pro y los resultados.
(ii) Principio de Libre Competencia, que constituye uno de los principios nucleares del
rŽgimen econ—mico consagrado por la Constituci—n peruana y que genera la
obligaci—n para las entidades administrativas de considerar regulaciones o
(iv) Principio de Trato Justo e Igualitario, en virtud del cual todo postor debe tener
participaci—n y acceso para contratar con las entidades en condiciones semejantes de
los dem‡s, prohibiŽndose la existencia de privilegios, ventajas o prerrogativas. Por
expreso mandato legal los citados principios Çtienen como finalidad garantizar que las
Entidades del Sector Pœblico obtengan bienes, servicios y obras de calidad requerida,
en forma oportuna y a precios o costos adecuadosÈ, as’ tambiŽn
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sirven de criterio interpretativo para resolver las cuestiones que puedan suscitarse en
la aplicaci—n del respectivo rŽgimen de contrataciones y adquisiciones, como
par‡metros para la actuaci—n de los funcionarios, y final- mente para suplir los
posibles vac’os de la misma normatividad.
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do la aceptaci—n llega a ser conocida por el oferente[11], mientras que los contratos
de adquisiciones que suscriben las entidades estatales en el Perœ no se perfeccionan
con la mencionada notificaci—n de la aceptaci—n, que podr’a ser similar a la
notificaci—n del acto administrativo de adjudicaci—n de la buena pro al postor ganador,
puesto que esta decisi—n administrativa podr’a ser impugnada por otros postores lo
que tendr’a como consecuencia la suspensi—n del respectivo procedimiento de
selecci—n hasta que se resuelva la controversia en sede administrativa. En el rŽgimen
dise–ado por la LCAE el contrato de adquisici—n o de obra se perfecciona reciŽn con la
suscripci—n del mismo, una vez concluido el procedimiento de selecci—n
respectivo[12].
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Respecto de los conflictos que se pueden generar desde que se inicia la ejecuci—n del
contrato hasta su culminaci—n ya se ha comentado anterior- mente que la LCAE ha
establecido que la v’a obligada para resolver toda controversia es la conciliaci—n o el
arbitraje. El laudo que se expida con motivo de un proceso de arbitraje no puede ser
objeto de impugnaci—n ante el Poder Judicial, salvo los casos excepcionales de fraude
taxativamente contemplados en la Ley general de arbitraje.
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actividades que pueden ser otorgados en concesi—n (servicios pœblicos, etc.), o incluso
del nivel de Gobierno (nacional, regional o local) que otorga la concesi—n.
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Utilizan la figura de la concesi—n: la ley general de miner’a; la Ley N.¼ 26848 Org‡nica
de recursos geotŽrmicos; la ley N.¼ 27308 forestal y de fauna silvestre para los
recursos forestales maderables y no maderables, que exige la realizaci—n de
procedimientos administrativos de subasta y concurso pœblico para otorgar la
concesi—n en algunos casos[17]; y la ley de telecomunicaciones para la que el uso del
espacio radioelŽctrico requiere de una concesi—n u autorizaci—n previa del servicio de
telecomunicaciones correspondiente. La realizaci—n de actividades de servicios
tur’sticos y recreativos en un ‡rea natural protegida es autorizada tambiŽn mediante
la tŽcnica concesional.
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Como se puede apreciar constituye una opci—n del legislador utilizar la figura
administrativa que m‡s acomode a los fines pœblicos en juego a fin de otorgar
derechos a los particulares para la explotaci—n de recursos naturales, por tal raz—n
algunas leyes sectoriales recurren a la concesi—n ya sea que se exprese en un simple
acto administrativo (miner’a) o que se formalice en un contrato suscrito entre el
Estado en su rol de concedente y el concesionario particular (recursos forestales,
geotŽrmicos, etc.), mientras que otras leyes prefieren la utilizaci—n de las figuras de
las licencias, autorizaciones o permisos (aguas, pesca), que normalmente se
manifiestan en decisiones unilaterales de la administraci—n y no en contratos, a
excepci—n de la ley de hidrocarburos que contempla los contratos de licencia y de
servicios. Sin embargo, en el ordenamiento jur’dico peruano se tiende a considerar
que las figuras contractuales, en tanto que determinan con precisi—n los derechos y
obligaciones rec’procas de las partes, generan mayor seguridad jur’dica para los
inversionistas.
En cualquier caso, como quiera que la explotaci—n de los recursos naturales, por
expreso mandato del citado art’culo 66¼ de la Constituci—n, es objeto de especial
control por parte del Estado, debido a que la Constituci—n les confiere la calidad de
Çpatrimonio de la naci—nÈ y car‡cter de bienes de dominio pœblico destinados al uso o
aprovechamiento colectivo, debiendo garantizarse su utilizaci—n sostenible para no
atentar contra el medio ambiente, es indispensable tener presente que los reg’menes
sectoriales some- ten a las concesiones y a las otras figuras que se utilizan para
otorgar derechos para el aprovechamiento de recursos naturales a condiciones,
requisitos y reglas de supervisi—n y de polic’a administrativa en general, con la
finalidad precisamente de garantizar los intereses pœblicos en juego.
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servicios pœblicos y por tanto sustituir la tŽcnica concesional por otros t’tulos
habilitantes menos rigurosos y de mas f‡cil acceso para los agentes econ—micos
interesados en prestar los servicios (que pueden consistir en simples comunicaciones
de los interesados, registro, etc.).
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negocio elŽctrico no tienen dicha calificaci—n para las que es suficiente una
autorizaci—n por parte del ministerio competente.
Las concesiones las otorga el Ministerio de Energ’a y Minas por plazo indefinido, debe
convocarse a un procedimiento pœblico de subasta solo en caso se genere
concurrencia de solicitudes de otros interesados para la misma concesi—n, el
otorgamiento se produce mediante Resoluci—n Suprema, la misma que aprueba el
respectivo contrato de concesi—n que se sujeta a los contenidos establecidos por la
ley y el Reglamento que constituyen su marco legal.
Otra actividad tambiŽn vinculada a la energ’a que utiliza la tŽcnica concesional para
que los particulares puedan desarrollarla es la distribuci—n de gas natural por red de
ductos la que es calificada como servicio pœblico por el art’culo 79 de la Ley 26221
Org‡nica de Hidrocarburos[23], y que tambiŽn se materializa en un acto
administrativo que se formaliza mediante un contrato. Estas concesiones pueden ser
otorgadas por licitaci—n o concurso pœblico convocado por la entidad concedente o a
solicitud de parte, pero en caso de suscitarse concurrencia de solicitudes la entidad
administrativa competente debe convocar a subasta
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En el ‡mbito de los servicios de saneamiento la ley N.¼ 26338 general de los servicios
de saneamiento del 24 de julio de 1994 y su Reglamento aprobado por Decreto
Supremo N.¼ 09-95-PRS establecen que corresponde a las municipalidades
provinciales de la respectiva circunscripci—n otorgar las concesiones para la prestaci—n
de tales servicios, a excepci—n del ‡mbito de la empresa estatal (SEDAPAL) que presta
servicios en Lima, caso en el que el contrato de concesi—n deber‡ suscribirse con el
Ministerio de Vivienda, Saneamiento y Construcci—n. Sin embargo, tenemos entendido
que hasta la fecha no se ha formalizado ninguna concesi—n porque, a excepci—n de la
empresa SEDAPAL, todas las empresas de saneamiento existentes son de propiedad
precisamente de las respectivas municipalidades, raz—n por la que seguramente no se
ha considerado necesario formalizar la relaci—n. El œnico caso que est‡ pr—ximo a
concretarse es el de la concesi—n de saneamiento para prestar servicios en las
provincias de Tumbes, Zarumilla y Contralmirante Villar que en estos momentos esta
siendo materia de un proceso de promoci—n de inversi—n privada con participaci—n de
PROINVERSION, conforme al cual la empresa adjudicataria de la licitaci—n suscribir‡
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como el organismo promotor de la inversi—n privada del Gobierno Nacional, que tiene
a su cargo dise–ar y conducir el proceso, en especial los procedimientos
administrativos para determinar el postor que obtendr‡ la concesi—n, lo que implica
establecer las bases, absolver consultas, elaborar el respectivo proyecto de contrato
de concesi—n que por mandato legal[25] debe ser sometido a opini—n del respectivo
organismo regulador y
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financiera, por mandato del literal l) del art’culo 22 de la Ley N.¼ 27785 debe
requerirse la opini—n previa de la Contralor’a General de la Repœblica sobre el
respectivo proyecto de contrato de concesi—n.
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misma materia[30]. Para pro- mover la inversi—n se requiere contar con un marco
legal que otorgue certeza y seguridad jur’dica al inversionista a la hora de evaluar la
viabilidad y riesgos existentes al momento de invertir y que no le genere costos de
transacci—n que encarezcan innecesariamente la operaci—n o la desalienten.
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go la legislaci—n dispersa sobre la materia, agravada por las normas que han dictado
algunas municipalidades para los procesos de promoci—n de la inversi—n privada en
obras o servicios pœblicos de sus respectivas circunscripciones, perjudica los objetivos
propuestos.
Las concesiones que se otorgan para la explotaci—n de recursos naturales por regla
general se materializan en actos administrativos que no se formalizan en contratos, a
excepci—n de las concesiones en recursos forestales en que los contratos de concesi—n
se suscriben sobre la base de un formato de contrato aprobado administrativamente.
La regla inversa se presenta en materia de concesiones de servicios pœblicos, en que
todas las concesiones que otorga el Estado se materializan en un contrato, con la
singularidad que en el caso elŽctrico las normas sectoriales establecen que la
concesi—n se materializa en un acto administrativo que luego puede formalizarse en
un contrato. Trat‡ndose de infraestructura pœblica, aunque la ley de la materia define
a la concesi—n como un acto administrativo, todas las concesiones se materializan en
un contrato. La raz—n de la preferencia porque la concesi—n se materialice o formalice
en un contrato estriba en la mayor seguridad jur’dica que se estima generar‡ para el
inversionista determinar con precisi—n sus derechos y obligaciones en un documento
que sea vinculante al Estado en su car‡cter de concedente.
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El Tribunal Constitucional Peruano en la sentencia que dict— con motivo del proceso de
inconstitucionalidad promovido por un grupo de Congresistas cuestionando la
constitucionalidad del car‡cter de contrato Ð ley que tiene el contrato de concesi—n de
Telef—nica del Perœ S.A. para la prestaci—n de los servicios pœblicos de
telecomunicaciones tuvo oportunidad de pronunciarse sobre la naturaleza y alcances
ÇPor su propia naturaleza, a travŽs del contrato-ley, el Estado busca atraer inversiones
privadas (de capital) a fin de que promuevan aquellas actividades que el Estado
considera que vienen siendo insuficientemente desarrolladas, de acuerdo con los
planes y objetivos que se pueden haber trazado en el dise–o de la pol’tica econ—mica
del Estado. Tienen como contenido propiciar un marco de seguridad a los
inversionistasÉÈ.
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El primer grupo en verdad esta integrado solo por una norma legal: la Ley N.¼ 26285
de desmonopolizaci—n progresiva de los servicios pœblicos de telecomunicaciones que
estableci— en su art’culo 3 que: ÇLos contratos de concesi—n que celebre el Estado
para la prestaci—n de servicios pœblicos de telecomunicaciones tienen el car‡cter de
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La Ley N.¼ 27782 del Proyecto Playa Hermosa en su art’culo 17 establece que los
inversionistas podr‡n suscribir contratos leyes en tŽrminos parecidos a los se–alados
en el p‡rrafo anterior para el rŽgimen de las concesiones de infraestructura en
general, sujet‡ndose a los plazos y requisitos de inversi—n previstos en los respectivos
contratos de concesi—n. El Reglamento de la ley general de pesca en su art’culo 119
establece que las empresas que cuenten con licencia para realizar actividades
pesqueras podr‡n acogerse al rŽgimen general de los contratos-leyes ampliando la
garant’a al rŽgimen legal de acceso a la actividad pesquera y las materias propias del
ordenamiento legal pesquero.
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Compartimos la opini—n del profesor argentino Agust’n Gordillo cuando se–ala que :
ÇEl rŽgimen concreto hay que buscarlo en el conjunto normativo de cada contrato
determinado e individualizado, interpretado claro est‡ conforme a los principios
generales del derechoÈ[36], idea que recogemos y que motiva esta tercera parte de la
ponencia que servir‡ para deter- minar el grado de presencia de elementos pœblico-
administrativos en los principales reg’menes legales de la contrataci—n estatal, pese a
que importantes componentes de los contratos del Estado puedan sujetarse a reglas
de derecho privado.
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tivos que forman la voluntad de las entidades administrativas para contratar y que
permiten determinar al adjudicatario con el que se suscribir‡ el respectivo contrato
(etapa precontractual).
En opini—n del Tribunal Constitucional: ÇLa contrataci—n estatal tiene un cariz singular
que lo diferencia de cualquier acuerdo de voluntades entre particulares, ya que al
estar comprometidos recursos y finalidades pœblicas, resulta necesaria una especial
regulaci—n que permita una adecuada transparencia en las operacionesÈ (FFJJ N.¼ 11).
Dice el citado —rgano jurisdiccional, que cumple las funciones de intŽrprete supremo
de la Constituci—n, acerca del art’culo 76¼- de la Constituci—n que: ÇLa funci—n
constitucional de esta disposici—n es determinar y, a su vez garantizar que las
contrataciones estatales se realicen necesariamente mediante un procedimiento
peculiar que asegure que los bienes, servicios u obras se obtengan de manera
oportuna, con la mejor oferta econ—mica y tŽcnica, y respetando principios tales como
la transparencia en las operaciones, la imparcialidad, la libre competencia y el trato
justo e igualitario a los potenciales proveedores. En conclusi—n, su objeto es lograr el
mayor grado de eficiencia en las adquisiciones o enajenaciones efectuadas por el
Estado, sustentado en el activo rol de los principios antes se–alados para evitar la
corrupci—n y malversaci—n de fondos pœblicosÈ (FFJJ N.¼ 12).
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Anteriormente hemos llamado varias veces la atenci—n acerca del Žnfasis puesto por
la LCAE en la regulaci—n de los procedimientos administrativos de selecci—n de
contratistas (etapa precontractual). La citada norma regula someramente,
principalmente a travŽs de su Reglamento, algunos aspectos de la etapa contractual o
tambiŽn conocida como in facto esse.
En cuanto al contenido del contrato estatal el art’culo 201 del Reglamento de la LCAE
establece que est‡ conformado tanto por el documento que lo contiene, como por las
Bases integradas y la oferta ganadora, as’ como por los dem‡s documentos derivados
del respectivo procedimiento administrativo de selecci—n que establezcan
obligaciones para las partes y siempre que hayan sido se–alados expresamente en el
contrato. En cuanto a las normas que lo regulan, a diferencia del art’culo 40 del
Estatuto Gene-
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Como se puede observar en el ordenamiento que rige las adquisiciones del Estado
Peruano los contratos que se celebren se regulan en primer lugar por las normas
especiales que establezca la regulaci—n administrativa de la materia y solo
supletoriamente por el C—digo Civil.
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A diferencia de otros pa’ses en los cuales las veces que se han resuelto controversias
entre el Estado y los particulares con los que mantiene v’nculo contractual, la
jurisprudencia de instancias especializadas del Poder judicial en la disciplina
administrativa han reforzado, o incluso generado, la propia doctrina de la
sustantividad del contrato administrativo versus el contrato privado del Estado, en el
Perœ la LCAE a fin de evitar que en caso de conflictos las partes se perjudiquen por la
tradicional lentitud en resolver controversias por parte del Poder Judicial, ha preferido
que dichas controversias generadas durante la fase contractual se discutan mediante
un proceso arbitral que se regula por las reglas de la LCAE y su Reglamento y
supletoriamente por la ley general de arbitraje.
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A diferencia del rŽgimen de adquisiciones del Estado, por regla general no siempre se
realiza un procedimiento administrativo de selecci—n para otorgar concesiones en
servicios pœblicos. Se convoca a un procedimiento de adjudicaci—n en los casos en que
la prestaci—n del servicio implica la necesidad de utilizar un bien de dominio pœblico o
recurso natural escaso[40], como sucede con las bandas de telefon’a m—vil, o cuando
el servicio pœblico se presta en condiciones poco competitivas o de monopolio natural,
como sucede con las concesiones del servicio pœblico de saneamiento, o cuando el
inversionista interesado solicita el otorgamiento de una concesi—n y se genera un
interŽs concurrente de otros privados, en tal caso las normas obligan a las entidades
administrativas receptoras de la solicitud de concesi—n a convocar a procedimientos
de licitaci—n o subasta.
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La ley N.¼ 27331 marco de los organismos reguladores y las leyes y dem‡s
disposiciones reglamentarias especiales que disciplinan el rŽgimen de los organismos
reguladores establecen el conjunto de funciones y potestades de car‡cter pœblico
(Supervisora, Reguladora, Normativa, Fiscalizadora, Soluci—n de controversias entre
empresas y Soluci—n de reclamos de los usuarios) que se les atribuye para cumplir de
la manera m‡s eficaz el objetivo de interŽs general que constituye su cometido.
Los reglamentos internos de los organismos reguladores les otorgan facultades para
emitir opini—n previa respecto de la renegociaci—n y reno- vaci—n del plazo de vigencia
de los contratos de concesi—n y para formular sugerencias sobre el tema; tambiŽn
ejercen las potestades que le pueden haber conferido de manera expresa los
respectivos contratos de concesi—n; y est‡n facultados para ejecutar las penalidades
previstas en los contratos de concesi—n y de aplicar las sanciones administrativas
establecidas en el respectivo ordenamiento sectorial o que los mismos reguladores
pueden hacer dictado en ejercicio de la potestad normativa que se le ha legalmente
conferido.
Puede suceder que en ejercicio de otras funciones, como sucede con la administraci—n
de los bienes de dominio pœblico, la entidad concedente este facultada para ejercer
poderes que no se derivan directamente del contrato de concesi—n pero que
repercuten sobre este. As’ ha sucedido recientemente en relaci—n con el pedido de
una empresa concesionaria de telefon’a m—vil que solicit— ser autorizada a transferir
la banda del espectro electromagnŽtico asignada con la finalidad de proceder a la
fusi—n con otra empresa. En este caso el Ministerio de Transportes y Comunicaciones
en ejercicio de su rol de administrador del espectro radioelŽctrico, y no de concedente
de servicios pœblicos, emiti— una resoluci—n aceptando la transferencia de la
correspondiente banda pero condicion‡ndola a la modificaci—n del respectivo contrato
de concesi—n.
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En el Perœ los œnicos contratos de concesi—n que tiene car‡cter de contrato Ð ley son
los contratos de concesi—n de la empresa Telef—nica del Perœ S.A., lo que tiene como
consecuencia la estabilizaci—n de las cl‡usulas que configuran la relaci—n concesional
entre el Estado y el concesionario, as’ como del marco normativo que resulta de
aplicaci—n a la concesi—n vigente a la fecha de suscripci—n del contrato.
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El rŽgimen legal que regula la materia contenido en el Texto ònico Ordenado de las
normas con rango de ley que regulan la entrega en concesi—n al sector privado de las
obras pœblicas de infraestructura y de servicios pœblicos aprobado mediante Decreto
Supremo N.¼ 059-96-PCM y su respectivo Reglamento, no establece prerrogativa
alguna en favor de la entidad pœblica concedente de un contrato de concesi—n de
infraestructura. El art’culo 32¼ del dispositivo citado establece en su inciso d) que:
ÇEl Estado podr‡: (É) modificar la concesi—n cuando ello resulte conveniente de
acuerdo al art’culo siguienteÈ.
Pero el art’culo 33 aclara que la posible modificaci—n del contrato deber‡ ser acordada
por las partes, lo que impide cualquier decisi—n unilateral al respecto (ius variandi). Se
debe precisar el orden de las comillas
Sin embargo, los dispositivos citados remiten a los contratos de concesi—n el posible
establecimiento de previsiones que no figuran legalmente. As’ sucede con el
denominado ÇrescateÈ o resoluci—n unilateral de la concesi—n por el concedente por
(i) La facultad de: ÇInterpretar los t’tulos en virtud de los cuales las Entidades
Prestadoras realizan sus actividades de explotaci—nÈ, es decir la potestad de
interpretar los alcances de los contratos de concesi—n que puede ser solicitado por la
entidad pœblica concedente, el propio concesionario y los terceros leg’timamente
interesados. Tales interpreta-
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deber‡ contener un an‡lisis de los efectos de tal medida, sugiriendo los tŽrminos de la
misma. Para el ejercicio de esta funci—n OSITRAN deber‡ analizar el cumplimiento de
las obligaciones del concesionario.
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4. Los contratos-leyes
El problema se genera porque el art’culo 39¼ del Decreto Legislativo N.¼ 757 establece
expresamente que:
ÇLos convenios de estabilidad jur’dica se celebran al amparo del art’culo 1357 del
C—digo Civil y tienen la calidad de contrato con fuerza de ley, de manera que no
pueden ser modificados o dejados sin efecto unilateralmente
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por el Estado. Tales contratos tienen car‡cter civil y no administrativo, y solo podr‡n
modificarse y dejarse sin efecto por acuerdo entre las partesÈ.
En verdad, planteado desde este punto de vista, resulta un debate poco trascendente
para entender la l—gica de estos contratos. Como bien afirma el profesor Manuel DE
LA PUENTE:
ÇNo interesa que el contrato sea civil o administrativo. Basta que sea contrato, por
cuanto, como se ha visto, tanto en derecho privado como en el derecho pœblico el
contrato crea relaciones jur’dicas entre las partes y es obligatorio para ellas (É) En
ambos derechos es una fuente de obligaciones. Y tambiŽn en ambos la obligaci—n
contractual es lo mismo: un deber jur’dico que ata a las partes. No debe olvidarse que
es de la esencia del contrato su irrevocabilidadÈ[44].
Sin perjuicio de lo indicado con anterioridad, debe advertirse que se trata de una
figura excepcional en el derecho pœblico: el sometimiento del Estado a una modalidad
contractual para brindar seguridades y garant’as al particular.
No cabe duda que jur’dicamente todo contrato, sea civil, laboral, pœblico, internacional
o agrario, es una fuente de obligaciones, tanto para los particulares como para el
Estado y sus dependencias que lo suscriben, y adem‡s, ha de tenerse en cuenta que
a ello se agrega el car‡cter de la irrevocabilidad unilateral, por lo que solo por mutuo
disenso se puede dejar sin efecto lo pactado, Çimplicando ello la regla de la
inhabilidad de la voluntad unilateral para poner fin al contratoÈ. En lo civil y en lo
administrativo el Estado como cualquier contratante se encuentra obligado a
cumplirlo.
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ÇEn la doctrina nacional se discute sobre su naturaleza jur’dica. Para unos, se tratar’a
de un contrato civil. Para otros, de un contrato administrativo. Autores hay tambiŽn
que sostienen que el rŽgimen jur’dico de los contratos en los que participa el Estado
no puede fijarse en abstracto, sino que depende de las reglas espec’ficas que cada
uno de ellos contenga. Evidentemente, la naturaleza que se le pueda atribuir al
contrato ley Ñ contrato civil o contrato administrativoÑ depende del contenido que
Žste pueda tener en cada caso concreto que se suscriba, de manera que, en
abstracto, no cabe que se la fije. En cualquier caso, de una interpretaci—n a rima
obligada del art’culo 62 de la Constituci—n con el art’culo 1357 del C—digo Civil, se
desprende que el contenido de los contratos-ley puede y debe sustentarse en razones
de interŽs social, nacional o pœblicoÉÉÈ. (FFJJ N.¼ 34).
[1] Constituci—n de 1979: Ç Art. 143: ÇLa contrataci—n con fondos pœblicos de obras y
suministros as’ como la adquisici—n o enajenaci—n de bienes se efectœan
obligatoriamente por licitaci—n pœblica. Hay concurso pœblico para la contrataci—n de
servicios y proyectos cuya importancia y monto se–ala la Ley de Presupuesto. La ley
establece el procedimiento, las excepciones y responsabilidadesÈ.
[4] Constituci—n de 1993: ÇArt. 76: Las obras y la adquisici—n de suministros con
utilizaci—n de fondos o recursos pœblicos se ejecutan obligatoriamente por contrata y
licitaci—n pœblica, s’ como tambiŽn la adquisici—n o la enajenaci—n de bienes. La
Contrataci—n de servicios y proyectos cuya importancia y cuyo monto se–ala la Ley de
Presupuesto se hace por concurso pœblico. La ley establece el procedimiento, las
excepciones y las respectivas responsabilidadesÈ.
[5] Constituci—n de 1993: ÇArt. 60: (É..) Solo autorizado por ley expresa, el Estado
puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta, por raz—n
del alto interŽs pœblico o de manifiesta conveniencia nacional. (É)È.
[6] Nos referimos principalmente a los Decretos Legislativos N.¼ 758 ÇNormas para la
promoci—n de las inversiones pœblicas en la infraestructura de servicios pœblicosÈ, y
N.¼ 839 ÇLey de promoci—n de la inversi—n privada en obras pœblicas de
infraestructura y de servicios pœblicosÈ, compilados luego en el denominado ÇTexto
ònico Ordenado de las normas con rango de ley que regulan la entrega en concesi—n
al sector privado de las obras pœblicas de infraestructura y de servicios pœblicosÈ
aprobado mediante Decreto Supremo N.¼ 059-97-PCM y reglamentado mediante
Decreto Supremo N.¼ 060-96-PCM.
[7] Constituci—n de 1993: ÇArt. 62: (É.) Mediante contratos-ley el Estado puede
establecer garant’as y otorgar seguridades. No pueden ser modificados
legislativamenteÉÈ.
[8] Tenemos entendido que en Colombia la Ley 223 de 1995 para disminuir la
incertidumbre en materia tributaria cre— la figura de los contratos de estabilidad que
cuentan con una duraci—n de 10 a–os y en ellos se pacta una tasa de impuesto a la
renta superior en un 2% a la tarifa general vigente al momento de suscripci—n del
contrato.
[14] Constituci—n: Çart. 66: Los recursos naturales, renovables y no renovables, son
patrimonio de la Naci—n. El Estado es soberano en su aprovechamiento. Por ley
org‡nica se fijan las condiciones de su utilizaci—n y de su otorgamiento a particulares.
La concesi—n otorga a su titular un derecho real, sujeto a dicha norma legalÈ.
[15] Constituci—n: Çart. 73: Los bienes de dominio pœblico son inalienables e
imprescriptibles. Los bienes de uso pœblico pueden ser concedidos a particulares
conforme a ley, para su aprovechamiento econ—micoÈ.
[16] Ley O. de Recursos Naturales: Çart. 23: La concesi—n, aprobada por leyes
especiales, otorga al concesionario el derecho para el aprovechamiento sostenible del
recurso natural concedido, en las condiciones y con las limitaciones que establezca el
t’tulo respectivo. La concesi—n otorga a su titular el derecho de uso y disfrute del
recurso natural concedido y, en consecuencia, la propiedad de los frutos y productos a
extraerse. Las concesiones pueden ser otorgadas a plazo fijo o indefinido. Son
irrevocables en tanto el titular cumpla las obligaciones que esta ley o la legislaci—n
especial exijan para mantener su vigencia. Las concesiones son bienes incorporales
registrables. Pueden ser objeto de disposici—n, hipoteca, cesi—n y reivindicaci—n,
conforme a las leyes especiales. El tercero adquirente de una concesi—n deber‡
sujetarse a las condiciones en que fue originariamente otorgada. La concesi—n, su
disposici—n y la constituci—n de derechos reales sorbe ella, deber‡n inscribirse en el
registro respectivoÈ.
[17] El formato de los contratos de concesi—n forestal con fines maderables ha sido
aprobado mediante Resoluci—n Jefatural N.¼ 131-2003-INRENA de 18 de setiembre del
2003. Es la œnica concesi—n de recursos naturales en que se ha previsto en la cl‡usula
34 del formato de contrato que las controversias entre Estado concedente y los
concesionarios pueden resolverse mediante arbitraje.
[18] El art. 43 de la ley establece que para realizar operaciones de pesca se requiere
obtener Çpermiso de pescaÈ y que solo se exige concesi—n cuando se pretenda la
utilizaci—n o explotaci—n de infraestructura pesquera de propiedad del Estado o la
realizaci—n de actividades de acuicultura en terrenos pœblicos, fondos o aguas marinas
o continentales.
[20] Segœn Texto ònico Ordenado aprobado por Decreto Supremo N.¼ 013-93-TCC de
28 de abril de 1993, Reglamento aprobado por Decreto Supremo N.¼ 06-94-TCC, el
mismo que ha sido objeto de mœltiples modificaciones. Las citadas normas pueden ser
consultadas en: http://www.osiptel.gob.pe/. Es importante tener presente
losLineamientos de pol’tica de apertura del mercado de telecomunicaciones en el Perœ
aprobados mediante Decreto Supremo N.¼ 020-98-MTC de 4 de agosto de 1998 que
contiene una secci—n dedicada a ÇPol’tica de concesionesÈ.
[21] Aprobado por Decreto Supremo N.¼ 008-2001-PCM, del 2 de febrero de 2001.
[25] Ley N.¼ 27701 que establece disposiciones para garantizar la concordancia
normativa entre los procedimientos de privatizaci—n y concesiones con la legislaci—n
regulatoria.
[28] Ley N.¼ 27783 de Bases de la Descentralizaci—n: arts 35 d y 37; Ley N.¼ 27867
Org‡nica de Gobiernos Regionales: art. 34; Ley N.¼ 27972 Org‡nica de
Municipalidades: arts. 9, 18; 20, 24 y 25); 33; 59; 65 y 66; 69, 8 y 11; 79¼, 2.1; 80, 2.1
y 4.1; y 81, 1.4, 1.7 y 1.9.
[30] Nos referimos al citado TUO de las Normas con Rango de Ley que regulan la
entrega en concesi—n al sector privado de las obras pœblicas de infraestructura y de
servicios pœblicos aprobado mediante DS N.¼ 059-96-PCM; el Decreto Legislativo N.¼
674 Ley de Promoci—n de la Inversi—n privada para las empresas del Estado; el
Decreto Legislativo N.¼ 757 Ley marco para el crecimiento de la inversi—n privada; el
Decreto Legislativo N.¼ 662, RŽgimen de estabilidad jur’dica para la inversi—n
extranjera; la Ley N.¼ 28059 Marco de Promoci—n de la Inversi—n Descentralizada, los
dispositivos pertinentes anteriormente citados de las leyes org‡nicas de regiones y de
municipalidades, las leyes modificatorias y complementarias de las citadas y sus
respectivos reglamentos. El texto de las normas nacionales citadas se puede revisar
en: http://www.proinversion.gob.pe/ .
[31] Con las œnicas excepciones de la Ley N.¼ 27943 del Sistema Portuario Nacional y
su Reglamento aprobado mediante Decreto Supremo N.¼ 003-2004-MTC que
establecen algunas reglas especiales para los procesos de promoci—n de la inversi—n
privada en infraestructura portuaria y de la Ley N.¼ 27782 y su Reglamento aprobado
mediante Decreto Supremo N.¼ 001-2003-MINCETUR que tienen por objeto el
desarrollo de proyectos de inversi—n privada en la actividad tur’stica en la zona del
denominado Proyecto Playa Hermosa (Tumbes).
[34] Montos de inversi—n m’nima establecidos por el art’culo 2 de la Ley N.¼ 27342 de
1 de septiembre del 2000 que modifica el art’culo 11¼ del Decreto Legislativo N.¼ 662
sobre requisitos de inversi—n.
[35] Las seguridades y garant’as que el marco legal que denominamos general de los
contratos - ley expresamente establece comprende las siguientes materias: rŽgimen
tributario del impuesto a la renta; rŽgimen de libre disponibilidad de divisas; derecho
de libre remesa de utilidades, dividendos, capitales y otros ingresos; no
discriminaci—n; los reg’menes de contrataci—n de trabajadores; los reg’menes de
promoci—n de exportaciones y en el caso espec’fico de los contratos de arrendamiento
financiero la estabilidad total del rŽgimen tributario.
[36] En: Tratado de Derecho Administrativo . Tomo 1, Parte general, cuarta Edici—n,
Fundaci—n de Derecho Administrativo. Buenos Aires, 1997, p. XI-21.
[38] MARTêNEZ Ð LîPEZ MU„IZ , JosŽ Luis. Naturaleza de los contratos pœblicos a la luz
del derecho espa–ol, su fundamento y sus consecuencias . Op. cit. p. 857.
[39] Ideas tomadas de: TORNOS MAS , Joaqu’n. Derechos y obligaciones del
concesionario y prerrogativas de la administraci—n concedente (arts. 242 a 244 y 249
a 252) . En: Rafael G—mez Ð Ferrer Morant. Comentarios a la Ley de Contratos de las
Administraciones Pœblicas . Tomo II.: Thomson- Civitas. Madrid 2004. p. 1246.
[42] Hemos podido revisar dos experiencias: La resoluci—n de Consejo Directivo N.¼
033- 2005-CD-OSITRAN de 4 de julio del 2005 contestando el pedido de interpretaci—n
solicitado por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones para interpretar deter-
minadas cl‡usulas del contrato de concesi—n del Aeropuerto Internacional Jorge
Ch‡vez Lima Callao , y la resoluci—n N.¼ 034-2005-CD-OSITRAN tambiŽn de 4 de julio
del 2005, publicada en el Diario Oficial El Peruano de 7 de julio del 2005, que resuelve
un pedido de interpretaci—n formulado por el propio concesionario del aeropuerto