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Facultad de Filosofía y Letras

Universidad de Buenos Aires

Cátedra: Metafísica

Profesora Titular: Mónica B. Cragnolini

Selección de Fragmentos Póstumos de Friedrich Nietzsche para la


Unidad 3 del Programa 2022

NB: Las siglas FP indican Fragmentos Póstumos, todas las traducciones


corresponden a F. Nietzsche, Fragmentos Póstumos 1885-1889, Vol IV, ed.
Española dirigida por D. Sánchez Meca, traducciones de J. L. Vermal y J.
LLinares, Madrid, Tecnos, 2008 (2da edición)

FP 1 [53], otoño 1885-primavera 1886, en FP IV, pp- 51-52:

Las siguientes son tareas separadas:


1) captar y fijar el tipo de estimación moral del hombre y las acciones que
domina actualmente (y en un ámbito cultural limitado)
2) el código moral completo de una época es un síntoma, p. ej. como medio de
autoadmiración o de insatisfacción o de hipocresía: así pues, además de la
fijación del actual carácter de la moral debe darse, en segundo lugar, la
interpretación y comentario de ese carácter. Pues es en sí mismo equívoco.
3) explicar el surgimiento de ese modo de juzgar ahora mismo dominante,
4) hacer la crítica del mismo, o bien preguntar: ¿cuánta fuerza tiene? ¿sobre
qué influye? ¿qué será de la humanidad (o de Europa) bajo su dominio? ¿Qué
fuerzas promueve, cuáles reprime? ¿Hace más sano, más enfermo, más
valeroso, más fino, más necesitado de arte, etc.?
Aquí ya está presupuesto que no hay una moral eterna: esto puede
considerarse demostrado. Tanto como no hay un modo eterno de juzgar sobre
la alimentación. Pero lo nuevo es la crítica, la pregunta: ¿está realmente «bien»
el «bien»? ¿Y qué utilidad tiene quizás lo que ahora es postergado y denostado?
Entran en consideración las distancias temporales.

FP 1 [60], otoño 1885-primavera 1886, en FP IV, p. 53:


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Es casi cómico que nuestros filósofos exijan que la filosofía tenga que empezar
con una crítica de la facultad de conocer: ¿no es muy improbable que el
órgano del conocimiento pueda «criticarse» a sí mismo cuando ha surgido la
desconfianza sobre los resultados obtenidos hasta el momento por el
conocimiento? La reducción de la filosofía a la «voluntad de una teoría del
conocimiento» es cómica. ¡Cómo si así se pudiera encontrar seguridad!

FP 2 [87], otoño 1885-primavera 1886, en FP IV, pp. 102-103:

Toda unidad sólo es unidad en cuanto organización y juego de conjunto: de


manera no diferente a como es una unidad una comunidad humana: o sea,
lo opuesto de la anarquía atomista; por lo tanto una formación de dominio, que
significa algo uno,pero no es uno.
Habría que saber qué es ser para decidir si esto o aquello es real (p. ej. «los
hechos de la conciencia)»; igualmente qué es certeza, qué es conocimiento y
cosas similares.
— Pero puesto que no lo sabemos, una crítica de la facultad de conocer carece
de sentido: ¿cómo podría criticarse el instrumento a sí mismo si precisamente
sólo puede utilizarse a sí mismo para la crítica? ¡Ni siquiera puede definirse a
sí mismo!
¿y si toda unidad sólo es unidad como organización? pero la «cosa» en la que
creemos sólo es una invención añadida como fermento para diferentes
predicados. Si la cosa «actúa», esto quiere decir: tomamos a todas las demás
propiedades que están también allí y se encuentran de momento latentes
como causa de que ahora surja una determinada propiedad: es decir,
tomamos la suma de sus propiedades — x como c a u s a de la propiedad x:
¡lo que es completamente tonto y absurdo!
«El sujeto» o la «cosa»

FP 2 [117], otoño 1885-primavera 1886, en FP IV, p.111

Psicología de la necesidad de ciencia.


El arte por gratitud o por insatisfacción.
La interpretación moral del mundo termina en la negación del mundo (crítica
del cristianismo).
Antagonismo entre «mejoramiento» y fortalecimiento del tipo hombre.
Infinita interpretabilidad del mundo: cada interpretación, un síntoma de
crecimiento o de decadencia.
Las tentativas hechas hasta ahora para superar el Dios moral (panteísmo,
Hegel, etc.)
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La unidad (el monismo), una necesidad de la inertia; la pluralidad de


interpretación, signo de fuerza. \No querer negarle al mundo su carácter
inquietante y enigmático!

FP 2 [189], otoño 1885-0toño 1886, FP IV, p. 134:

La pregunta por la proveniencia de nuestras estimaciones de valor y


nuestras tablas de bienes no coincide en absoluto con su crítica, como se
cree con frecuencia: aunque ciertamente la visión de alguna pudenda
origo119 conlleva el sentimiento de una disminución del valor de la cosa así
surgida y prepara una disposición y una actitud crítica frente a ella.

FP 9 [60]. Otoño 1887, FP IV, pp. 249-250:

(46) Inmensa recapacitación: tomar conciencia de sí no como individuo sino


como humanidad. Recapacitemos, pensemos hacia atrás: recorramos los
pequeños y los grandes caminos.
A. El hombre busca «la verdad»: un mundo que no se contradiga, no engañe,
no cambie, un mundo verdadero — un mundo en el que no se sufra:
contradicción, engaño, cambio — ¡causas del sufrimiento! No duda de que
haya un mundo como debe ser; quisiera buscar el camino que conduce a él.
(Crítica hindú: incluso el «yo» como aparente, como no-real).
¿De dónde saca aquí el hombre el concepto de realidad? — ¿Por qué deduce
del cambio, el engaño, la contradicción, precisamente el sufrimiento? ¿y por
qué no, al contrario, su felicidad?...—
El desprecio, el odio a todo lo que perece, cambia, se transforma: — ¿de
dónde proviene esta valoración de lo permanente?
Es manifiesto que la voluntad de verdad es aquí meramente la aspiración a
un mundo de lo permanente. Los sentidos engañan, la razón corrige los
errores: por consiguiente, se concluyó, la razón es el camino a lo que
permanece; las ideas menos sensibles de todas tienen que ser las más
próximas al «mundo verdadero».— De los sentidos provienen la mayor parte
de los infortunios — son engañadores, seductores, aniquiladores:
La felicidad sólo puede estar garantizada en el ente: el cambio y la felicidad
se excluyen mutuamente. El deseo supremo mira por lo tanto a identificarse
con el ente. Éste es el singular camino a la felicidad suprema.
En resumen: el mundo, tal como debería ser, existe; este mundo en el que
vivimos es sólo un error, — este mundo nuestro no debería existir.
La creencia en el ente se muestra sólo <como> una consecuencia: el auténtico
primum mobile es la no creencia en lo que deviene, la desconfianza ante lo
que deviene, el menosprecio de todo devenir...
¿Qué especie de hombre reflexiona de este modo? Una especie sufriente,
improductiva; una especie cansada de la vida. Si concibiéramos la especie
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opuesta de hombre, no tendría necesidad de la creencia en el ente: más aún,


lo despreciaría, por muerto, aburrido, indiferente...
La creencia de que el mundo que debería ser es, existe realmente, es una
creencia de los improductivos que no quieren crear un mundo como debe ser.
Lo ponen como dado, buscan los medios y los caminos para llegar a él. —
«Voluntad de verdad» — como impotencia de la voluntad de crear
conocer que algo es de tal y cual manera hacer que algo se vuelva de tal y
cual manera.
Antagonismo en los grados de fuerza de las naturalezas.
Ficción de un mundo que corresponda a nuestros deseos, artificios
psicológicos e interpretaciones para vincular con ese mundo verdadero todo
lo que veneramos y sentimos como agradable.
La «voluntad de verdad», en este estadio, es esencialmente un arte de
interpretación; lo que aún implica fuerza de interpretación.
La misma especie de hombre, un estadio más pobre, que ya no está en
posesión de la fuerza de interpretar, de crear ficciones, constituye el nihilista.
Un nihilista es el hombre que, respecto del mundo tal como es,juzga que no
debería ser, y, respecto del mundo tal como debería ser, juzga que no existe.
En consecuencia, existir (actuar, sufrir, querer, sentir) no tiene sentido: el
pathos del «en vano» es el pathos del nihilista — al mismo tiempo, en cuanto
pathos, una inconsecuencia del nihilista.
Quien no es capaz de poner su voluntad en las cosas, el que carece de
voluntad y de fuerza, introduce por lo menos un sentido: es decir, la creencia
de que hay ya una voluntad que quiere o debe querer en las cosas.
La medida de la fuerza de la voluntad la da el grado en que se puede prescindir
de un sentido en las cosas, el grado en que se soporta vivir en un mundo sin
se ntido: porque uno mismo ha organizado una pequeña porción de él.
La mirada objetiva filosófica puede ser así un signo de pobreza de voluntad
y de fuerza. Porque la fuerza organiza lo cercano y lo más próximo; los
«hombresde conocimiento», que sólo quieren constatar lo que es son los que
no pueden determinar cómo debe ser.
Los artistas, un tipo intermedio: establecen por lo menos una alegoría de
lo que debe ser — son productivos, en la medida en que alteran y ransforman
realmente; no como los hombres del conocimiento, que dejan todo tal como
es.
Conexión de los filósofos con las religiones pesimistas: la misma especie de
hombre (— atribuyen el grado supremo de realidad a las cosas supremamente
valoradas.
Conexión de los filósofos con los hombres morales y sus medidas de valor.
(La interpretación moral del mundo como sentido: después de la declinación
del sentido religioso — .
Superación de los filósofos, por medio del aniquilamiento del mundo del
ente: período intermedio del nihilismo: antes de que aparezca la fuerza de
girar los valores y divinizar, aprobar el mundo aparente como único mundo.
B. El nihilismo como fenómeno normal puede ser un síntoma de creciente
fortaleza o de creciente debilidad
por una parte, de que la fuerza de crear, de querer ha crecido de manera tal
que ya no necesita esas interpretaciones globales y esas introducciones
de sentido («tareas inmediatas», estado, etc.)
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por otra, de que decae incluso la fuerza creadora de generar sentido y la


decepción
<se convierte> en el estado dominante. La incapacidad de creer
en un «sentido», la «incredulidad».
¿Qué significa la ciencia respecto de ambas posibilidades?
1) Como signo de fortaleza y autodominio, como capacidad de
prescindir de mundos ilusorios salvíficos y consoladores
2) como algo que socava, diseca, decepciona, debilita
C. la creencia en la verdad, la necesidad de tener un apoyo en algo que se cree
verdadero: reducción psicológica al margen de todos los sentimientos de valor
existentes hasta el momento. El miedo, la pereza
— igualmente la incredulidad: reducción. En qué medida adquiere un nuevo
valor si no hay ningún mundo verdadero (con esto vuelven a quedar libres los
sentimientos de valor que hasta el momento han sido derrochados en el
mundo ente)

FP 9 [108], otoño 1887, FP IV, p. 268:

El «sujeto» es ciertamente sólo una ficción; no existe en absoluto el ego del


que se habla cuando se critica el egoísmo.

FP 5 [71] Verano 1886-Otoño de 1887, FP 166 ss- :

El nihilismo europeo
Lenzer Heide 10 de junio de 1887

1.

¿Qué ventajas ofrecía la hipótesis moral cristiana?


1) otorgaba al hombre un valor absoluto, en contraposición a su pequeñez y
contingencia en la corriente del devenir y del perecer
2) servía a los abogados de Dios, en la medida en que dejaba al mundo, a
pesar del sufrimiento y del mal, el carácter de perfección, — incluida aquella
«libertad » — el mal aparecía pleno de sentido.
3) asigna al hombre un saber acerca de los valores absolutos y le daba así un
conocimiento adecuado precisamente para lo más importante.
prevenía que el hombre se despreciara como hombre, que tomara partido
contra la vida, que desesperara del conocer: era un medio de conservación; en
suma: la moral era el mayor antídoto contra el nihilismo práctico y teórico.
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2.

Pero entre las fuerzas que crió la moral estaba la veracidad: ésta se vuelve
finalmente contra la moral, descubre su teleología, su visión interesada — y
ahora, la comprensión de esta larga e inveterada mendacidad, que se
desespera de poder abandonar, actúa precisamente como estimulante. Al
nihilismo. Constatamos ahora en nosotros necesidades implantadas por la
larga interpretación moral que nos parecen ahora necesidades de algo no
verdadero: por otra parte, son aquellas de las que parece depender el valor
gracias al cual soportamos la vida. Este antagonismo, no estimar lo que
conocemos y ya no poder estimar las mentiras que nos quisiéramos contar:
— da por resultado un proceso de disolución.

3.

En realidad, no tenemos ya necesidad de un antídoto contra el primer


nihilismo: la vida ya no es hasta tal grado incierta, azarosa, absurda en
nuestra Europa. Una potenciación tan enorme del valor del hombre, del valor
del mal, etc., ahora ya no es tan necesaria, soportamos una reducción
significativa de ese valor, podemos admitir mucho absurdo y azar: el poder
alcanzado por el hombre permite ahora una disminución de los métodos de
disciplina, de los cuales la interpretación moral era el más fuerte.
«Dios» es una hipótesis demasiado extrema.

4.

Pero las posiciones extremas no son sustituidas por posiciones moderadas


sino por posiciones otra vez extremas, pero inversas. Y así, la creencia en la
absoluta inmoralidad de la naturaleza, en la falta de finalidad y de sentido, es
el afecto psicológicamente necesario cuando ya no se puede sostener la
creencia en Dios y en un orden esencialmente moral. El nihilismo aparece
ahora no porque el displacer de la existencia sea mayor que antes, sino porque
se desconfía de un «sentido» del mal, e incluso de la existencia. Ha sucumbido
una interpretación; pero puesto que era considerada como la interpretación,
parece como si no hubiera absolutamente ningún sentido en la existencia,
como si todo fuera en vano.

5.

Que este «¡en vano!» sea el carácter de nuestro actual nihilismo, resta por
demostrar.
La desconfianza frente a nuestras anteriores estimaciones de valor se
intensifica hasta llegar a la pregunta «¿no son todos los «valores» señuelos con
los que la comedía se prolonga sin acercarse sin embargo de ninguna manera
a un desenlace?» La duración, acompañada de un «en vano», sin meta ni fin,
es el pensamiento más paralizante, en especial cuando además se comprende
que uno está siendo burlado y sin embargo no tiene el poder de no dejarse
burlar.
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6.

Pensemos este pensamiento en su forma más terrible: la existencia, tal como


es,sin sentido y sin meta, pero retomando inevitablemente, sin un finale en la
nada: «el eterno retomo».
Ésta es la forma más extrema de nihilismo: ¡la nada (lo «carente de sentido»)
eternamente!
Forma europea del budismo: la energía del saber y de la fuerza nos obliga a
una creencia tal. Es la más científica de todas las hipótesis posibles. Negamos
los fines últimos: si la existencia tuviera uno tendría que haberse alcanzado.

7.

Se comprende entonces que se aspira aquí a una antítesis del panteísmo:


porque «todo perfecto, divino, eterno» obliga también a creer en el «eterno
retorno». Pregunta:¿junto con la moral, se vuelve también imposible esta
posición panteísta afirmativa respecto de todas las cosas? En el fondo, sólo
ha sido superado el Dios moral. ¿Tiene sentido pensar un Dios «más allá del
bien y del mal»? ¿Sería posible un panteísmo en ese sentido? ¿Sacamos del
proceso la representación del fin y afirmamos, a pesar de ello, el proceso? —
Esto ocurriría si, dentro del proceso, en cada momento del mismo se
alcanzara algo — y siempre lo mismo.
Spinoza conquistó una posición afirmativa así en la medida en que cada
momento tiene una necesidad lógica: y con su instinto lógico fundamental
triunfó sobre una constitución tal del mundo.

8.

Pero su caso es sólo un caso individual. Todo rasgo de carácter fundamental,


que esté a la base de todo acontecer, que se exprese en todo acontecer, si
fuera sentido por un individuo como su rasgo de carácter fundamental,
tendría que impulsar a que ese individuo, triunfante, aprobara cada instante
de la existencia universal. Se trataría precisamente de sentir este rasgo de
carácter fundamental en uno mismo con placer, como algo bueno, valioso.

9.

Ahora bien, la moral ha protegido a la vida de la desesperación y del salto a la


nada en aquellos hombres y estamentos que han sido violentados y oprimidos
jpor otros hombres: porque es la impotencia frente a los hombres, no la
impotencia frente a la naturaleza, la que genera la amargura más desesperada
frente a la existencia. La moral ha tratado a quienes tenían el poder, a quienes
ejercían el poder, a los «señores» en general, como los enemigos frente a los
cuales el h<ombre> común tiene que ser protegido, es decir, en primer lugar
alentado, fortalecido. La moral, por consiguiente, ha enseñado a odiar y
despreciar de la manera más profunda lo que constituye el rasgo de carácter
fundamental de los dominadores: su voluntad de poder. Eliminar, negar,
disolver esa moral: eso sería dotar al impulso más odiado de una sensación y
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una valoración inversas. Si el sufriente, el oprimido .perdiera la creencia de


que tiene un derecho a despreciar la voluntad de poder, entraría en el estadio
de la desesperación sin salida. Esto ocurriría si ese rasgo fuera esencial a la
vida, si resultara que incluso en aquella voluntad de moral» estuviera
simplemente encubierta esta «voluntad de poder». El oprimido comprendería
que está en el mismo plano que el opresor y que no tiene respecto de él ningún
privilegio, ningún rango superior.

10.

¡Más bien, a la inversa! No hay nada en la vida que tenga valor fuera del grado
de poder — suponiendo, precisamente, que la vida misma es la voluntad de
poder. La moral protegía del nihilismo a los malparados atribuyendo a cada
uno un valor infinito, un valor metafísico, e integrándolo en un orden que no
concuerda con el del poder y la jerarquía mundanos: predicaba la sumisión,
la humildad, etc. Suponiendo que sucumba la creencia en esta moral, los
malparados no tendrán ya su consuelo — y sucumbirán.

11.

El sucumbir se presenta como un — hundirse a sí mismo, como una selección


instintiva de lo que tiene que destruir. Síntomas de esta autodestrucción de
los malparados:
la autovivisección, el envenenamiento, la embriaguez, el romanticismo, sobre
todo la necesidad instintiva de acciones con las que se convierte a los
poderosos en enemigos mortales (— como si criaran ellos mismos sus
verdugos), la voluntad de destrucción como voluntad de un instinto aún más
profundo, del instinto de autodestrucción, de la voluntad hacia la nada.

12.

El nihilismo como síntoma de que los malparados no tienen más consuelo:


que destruyen para ser destruidos, que, desligados de la moral, ya no tienen
ninguna razón para «resignarse» — que se colocan en el terreno del principio
opuesto y también quieren por su parte poder, obligando a los poderosos a ser
sus verdugos. Ésta es la forma europea del budismo, el hacer-no después de
que toda existencia ha perdido su «sentido».

13.

No es que la «penuria» haya aumentado: ¡al contrario! «Dios, la moral, la


resignación » eran remedios a niveles profundos y terribles de miseria: el
nihilismo activo aparece en condiciones relativamente mucho más favorables.
Ya el hecho de que se sienta la moral como algo superado supone un grado
bastante elevado de cultura espiritual; ésta, a su vez, un relativo bienestar.
Un cierto cansancio espiritual, que la larga lucha de opiniones filosóficas ha
llevado hasta un desesperanzado escepticismo frente a la filosofía, caracteriza
también a la clase, de ninguna manera baja, de estos nihilistas. Piénsese en
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la situación en la que surgió Buda. La doctrina del eterno retomo tendría


presupuestos doctos (así como los tenía la doctrina de Buda, p. ej. el concepto
de causalidad, etc.).

14.

¿Qué quiere decir «malparado»? Ante todo, fisiológicamente: ya no


políticamente.
El tipo menos saludable de hombre en Europa (en todas las clases) es el
terreno de este nihilismo: sentirá la creencia en el eterno retomo como una
maldición, tocado por la cual no se retrocede ya ante ninguna acción: no
extinguirse pasivamente sino hacer que se extinga todo lo que carece en ese
grado de sentido y de meta: aunque sea sólo una convulsión, una furia ciega
al saber que todo existía desde la eternidad — incluso ese momento de
nihilismo y placer de destrucción. — El valor de una crisis así está en que
purifica, en que concentra los elementos emparentados y hace que se
corrompan unos a otros, en que asigna tareas comunes a hombres de modos
de pensar opuestos — sacando también a la luz a los más débiles de entre
ellos, a los más inseguros, con lo que da impulso a una jerarquía de fuerzas
desde el punto de vista de la salud:
reconociendo a los que ordenan como los que ordenan, a los que obedecen
como los que obedecen. Naturalmente fuera de todos los órdenes sociales
existentes.
15.
¿Quiénes se mostrarán entonces como los más fuertes? Los más mesurados,
aquellos que no tienen necesidad de creencias extremas, aquellos que no sólo
admiten sino que aman una buena porción de azar, de sin sentido, aquellos
que pueden pensar al hombre con una significativa reducción de su valor sin
por ello volverse pequeños y débiles: los más ricos en salud, que están a la
altura de la mayoría de las desgracias y por ello no le temen tanto a las
desgracias — hombres que están seguros de su poder, y que representan con
orgullo consciente la fuerza alcanzada por el hombre.

16.

¿Cómo pensaría un hombre así en el eterno retomo? —

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