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Explorando el Aprendizaje

¿Qué es?

El aprendizaje humano consiste en adquirir, procesar, comprender y,


finalmente, aplicar una información que nos ha sido «enseñada», es decir,
cuando aprendemos nos adaptamos a las exigencias que los contextos
nos demandan. El aprendizaje requiere un cambio relativamente estable
de la conducta del individuo.

Otras definiciones:

Se entiende como aprendizaje al proceso mediante el cual el ser humano modifica


y adquiere aquellas habilidades, destrezas, conocimientos, conductas o valores
necesarios para su desarrollo personal. Es una de las funciones mentales más
importantes en humanos y animales.

Es resultado de la atención, el estudio, la experiencia, la instrucción, el


razonamiento, la observación, así como la influencia de factores externos con los
cuales interactuamos.
hallazgos
El AC es un término genérico para referirse a numerosas técnicas de organizar y
conducir la instrucción en el aula caracterizadas por el trabajo en grupos pequeños
(usualmente 4 a 5 miembros) de alumnos heterogéneos (bajo, medio y alto
rendimiento; varones y mujeres; etnias diferentes) para lograr objetivos comunes de
aprendizaje.
Aprendizaje colaborativo, categoría más amplia que cobija formas de colaboración
entre estudiantes no necesariamente estructuradas, incluso informales, el AC tiene
lugar cuando existe una estructura definida de la situación de aprendizaje.
La investigación sobre los efectos del AC ha encontrado consistentemente que estas
técnicas mejoran las relaciones humanas en grupos heterogéneos debido a
diferencias étnicas y a diferencias en aptitudes mentales o físicas. También han
encontrado que promueven el logro cognitivo y el rendimiento académico, al menos en
comparación con métodos competitivos (dos o más individuos se comparan entre sí y
se recompensa al de mayor rendimiento, o bien de acuerdo con un criterio) e
individualistas (cada individuo es recompensado según su propio rendimiento, con
independencia del rendimiento de los demás).
Los estudios han encontrado que los métodos de AC mejoran el estatus social y la
conducta de estudiantes en desventaja por razones diversas, aunque no siempre
consiguen promover lazos de amistad, previenen problemas como las reacciones
negativas ante la integración y la diversidad, el egocentrismo o la falta de conductas
prosociales; y promueven el locus de control interno, el altruismo y las habilidades
necesarias para ser un buen ciudadano.
Es probable que esta inusual combinación de beneficios intelectuales y
actitudinales, junto con su versatilidad, haya convertido al AC en un procedimiento
educativo ampliamente investigado a lo largo de las tres últimas décadas y
crecientemente aplicado en todos los niveles de la educación, desde infantil hasta
universitario; en todas las áreas de contenido, desde lengua hasta ingeniería; y en
situaciones tradicionales y no-tradicionales). De hecho, aunque todavía hoy es
menos empleado que otras formas tradicionales de conducir el aprendizaje (7 a
20% del tiempo de clase; Johnson, & Johnson, 1994), el AC está siendo utilizado de
forma creciente y sostenida, al menos entre los profesores norteamericanos (79%
de los profesores de primaria y 62% de los de secundaria; Slavin, 1995b).
El estudio de revisión más reciente sobre el AC (Johnson et al., 2000) destaca
tres razones que contribuyen al creciente uso del AC: la amplia evidencia empírica
sobre su eficacia, su variedad (desde altamente concretos y prescriptivos hasta
conceptuales y flexibles) y su fundamentación en diversas teorías (desde
antropológicas, sociológicas y económicas hasta psicológicas). No obstante, en la
actualidad se encuentra que la fundamentación y los efectos de estos métodos no
siempre son bien conocidos, incluso por quienes los utilizan, a pesar de ser éste un
conocimiento importante para una aplicación sostenida y fundada de estos
métodos por parte del profesorado.
Desde el marco de la teoría educativa crítica, Carr (1996) señala que la práctica no
se trata de acciones técnicas e instrumentales, sino que posee sentidos y
significados más amplios, construidos en cuatro planos. El primero, relativo a las
intenciones del docente; el segundo a los significados de esas prácticas en el plano
social, es decir, a la interpretación que los demás agentes otorgan a las prácticas
del profesor, cuyas interpretaciones se fundamentan en los marcos personales e
idiosincrásicos de cada ser humano. En tercer lugar, el sentido histórico de las
actuaciones del profesor que se requiere comprender la propia historia y situarse
en las tradiciones que pueden fortalecer dichas acciones; y en cuarto lugar, no
puede obviarse el plano político.

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