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sobre
Secularidad Consagrada
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Presentación
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CIVCSVA. Consagración y secularidad. San Pablo, 2017, p. 8.
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Cfr. Constituciones VDB, art. 7; y Constituciones CDB, art. 5.
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Cfr. Carta de la Identidad Carismática de la Familia Salesiana, num. 10.
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Pio XII. 02.02.1947.
Provida Mater Ecclesia, 7-10
7. El benignísimo Señor que, sin acepción de personas, invitó una y otra vez
a todos los fieles a perseguir y practicar la perfección en todas partes, dispuso
con el consejo de su admirable providencia divina que aun en el siglo…
florecieran y florezcan en gran número almas selectas que no solamente
arden en el deseo de la perfección individual, sino que permaneciendo
en el mundo por una vocación especial de Dios, puedan encontrar
óptimas y nuevas formas de asociación, cuidadosamente acomodadas a
las necesidades de los tiempos, que les permitan llevar una vida
adaptada a la adquisición de la perfección cristiana.
10. Del feliz incremento de tales Institutos se echó de ver, cada día
más claramente, en cuantos aspectos podía hacerse de ellos una ayuda
eficaz de la Iglesia y de las almas. Para llevar seriamente siempre y en todas
partes una vida de perfección y para abrazarla también en muchos casos en
los cuales una vida religiosa canónica no era posible o conveniente; para
una intensa renovación cristiana de las familias, las profesiones y la
sociedad civil, por el contacto íntimo y cotidiano con una vida perfecta y
totalmente consagrada a la santificación, para un multiforme apostolado
y para el ejercicio de los ministerios en lugares, tiempos y circunstancias
prohibidos o inaccesibles a los sacerdotes y religiosos, estos Institutos
pueden utilizarse y adaptarse con facilidad.
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Concilio Vaticano II
1962-1965
Perfectae caritatis, 11
Los Institutos Seculares, aunque no sean Institutos religiosos, llevan, sin
embargo, consigo la profesión verdadera y completa, en el siglo, de los
consejos evangélicos, reconocida por la Iglesia. Esta profesión confiere
una consagración a los hombres y mujeres, laicos y clérigos, que viven
en el mundo. Por lo tanto, tiendan ellos principalmente a la total dedicación
de sí mismos a Dios por la caridad perfecta, y los Institutos mismos
mantengan su carácter propio y peculiar, es decir, secular, a fin de que
puedan cumplir eficazmente y por dondequiera el apostolado en el
mundo y como desde el mundo, para el que nacieron.
Sepan, no obstante, muy bien que no pueden cumplir tan alta misión si sus
miembros no se forman cuidadosamente en las cosas humanas y
divinas, de suerte que sean en realidad fermento en el mundo para
robustecimiento e incremento del Cuerpo de Cristo. Los directores, por
tanto, cuiden seriamente de la instrucción, sobre todo espiritual, que ha de
darse a sus miembros y de promover su formación ulterior.
Ad gentes, 40
Creciendo cada día en la Iglesia, por inspiración del Espíritu Santo, los
Institutos Seculares, sus obras, bajo la autoridad del Obispo, pueden resultar
fructuosas de muchas maneras en las misiones como señal de entrega
plena a la evangelización del mundo.
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Código de Derecho Canónico. (Nums. 710-730)
Los Institutos Seculares
712. Sin perjuicio de las prescripciones de los cc. 598-601, las constituciones
han de establecer los vínculos sagrados con los que se abrazan los
consejos evangélicos en el instituto, y determinarán las obligaciones que
nacen de esos vínculos conservando sin embargo en el modo de vivir la
secularidad propia del instituto.
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§ 3. Los miembros clérigos, por el testimonio de la vida consagrada, ayudan sobre todo a sus
hermanos en el presbiterio con peculiar caridad apostólica, y realizan en el pueblo de Dios la
santificación del mundo a través de su ministerio sagrado.
715. § l. Los miembros clérigos incardinados en la diócesis dependen del Obispo diocesano,
quedando a salvo lo que se refiere a la vida consagrada en su propio Instituto.
§ 2. Pero los que se incardinan al instituto de acuerdo con la norma del c. 266 § 3, si son destinados
a obras propias del instituto o al gobierno de éste, dependen del Obispo lo mismo que los religiosos.
722. § 1. La prueba inicial debe tender a que los candidatos conozcan mejor
su vocación divina y la propia del Instituto, y se ejerciten en el espíritu y modo
de vida de éste.
§ 2. Los candidatos deben ser convenientemente formados para vivir según
los consejos evangélicos y convertir su vida entera en apostolado, empleando
aquellas formas de evangelización que mejor respondan al fin, espíritu e índole
del Instituto.
§ 3. Determínese en las constituciones el modo y tiempo de esta prueba
anterior a la adquisición por primera vez de los vínculos sagrados en el
Instituto; la duración no puede ser inferior a un bienio.
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724. § 1. Después de haber adquirido por primera vez los vínculos sagrados,
la formación ha de continuar permanentemente, según las constituciones.
§ 2. Los miembros han de formarse a la vez en las cosas divinas y en las
humanas y los Directores del instituto han de cuidar con diligencia de la
continua formación espiritual.
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Pablo VI. 26.09.70.
2. ¡Cuánto nos interesa y nos conmueve este encuentro! Nos hace pensar
en los prodigios de la gracia, en las riquezas escondidas del Reino de Dios,
en los recursos incalculables de virtud y de santidad, de que dispone todavía
hoy la Iglesia, inmersa, como sabemos, en una humanidad profana –a veces
profanadora–, orgullosa de sus conquistas temporales y no menos esquiva
cuanto necesitada de encontrarse con Cristo…
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7. Esta conciencia, este compromiso, en un momento dado, no sin un rayo
fulgurante de la gracia, se ilumina interiormente y se hace vocación.
Vocación a una respuesta total. Vocación a una verdadera y completa
profesión de los consejos evangélicos para unos, vocación sacerdotal para
otros. Vocación a la perfección para todo aquel que percibe el hechizo interior.
Vocación a una consagración, mediante la cual el alma se da a Dios, en un
acto supremo de voluntad y a la vez de abandono, de entrega de sí mismo. La
conciencia se erige en altar de inmolación: "Sea tu altar mi conciencia", reza
san Agustín (En in Ps. 49; PL 36, 578); es como el "fiat" de la Virgen en la
anunciación del ángel.
10. No se ha dicho que vuestra elección… sea fácil, porque no os aleja del
mundo, de la profanidad de la vida, maravillosa paradoja de la caridad: dar,
dar a los otros, dar al prójimo, para poseer en Cristo… Estáis en el mundo,
pero no sois del mundo, sino para el mundo. El Señor nos ha enseñado a
descubrir debajo de esta fórmula que parece un juego de palabras, la misión
suya y nuestra de salvación.
13. Mas en este vuestro atrevido programa, recordad tres cosas: vuestra
consagración no será sólo un compromiso, será una ayuda, un sostén, un
amor, una dicha, a donde podéis recurrir siempre; una plenitud que
compensará toda renuncia y que os dispondrá para aquélla al servicio y al
mismo sacrificio si fuere necesario. Sois laicos que convertís la propia
profesión cristiana en una energía constructiva dispuesta a sostener la
misión y las estructuras de la Iglesia, las diócesis, las parroquias, de modo
especial las instituciones católicas y alentar la espiritualidad y la caridad. Sois
laicos que por experiencia directa podéis conocer mejor las necesidades
de la Iglesia terrena y quizá estáis también en condiciones de descubrir sus
defectos; vosotros no os dedicáis a críticas corrosivas y ruines de esos
defectos; ni los presentáis como pretexto para alejaros o estar apartados con
posturas de egoísmo y desdén; esos defectos os sirven de estímulo para una
ayuda más humilde y filial para un amor más acendrado.
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Pablo VI. 02.02.72
Veinticinco años son un período de tiempo relativamente breve: pero han sido,
en cambio, años de particular intensidad, comparables a los de la juventud. Se
ha verificado una floración magnífica… Deseamos, por tanto, dirigiros nuestra
palabra de aliento, de confianza, de exhortación a fin de que el aniversario que
celebramos hoy sea de veras fecundo en resultados para vosotros y para el
entero pueblo de Dios.
La Iglesia tiene conciencia del hecho de que ella existe en el mundo, «que
camina junto con toda la humanidad y experimenta junto con el mundo la
misma suerte terrena, y viene a ser como el fermento y casi el alma de la
sociedad humana» (GS, 40); Ella, por tanto, posee una auténtica dimensión
secular inherente a su naturaleza íntima y a su misión, cuya raíz se hinca en
el misterio del Verbo encarnado, y que se ha realizado de modo distinto en sus
miembros- sacerdotes y laicos- según el carisma propio de cada uno.
Con esta luz, los consejos evangélicos –aun siendo comunes a otras
formas de vida consagrada– adquieren un significado nuevo, de especial
actualidad en el tiempo presente: la castidad se convierte en ejercicio y
ejemplo vivo de dominio de sí mismo y de vida en el espíritu, orientada a
las realidades celestiales, en un mundo que se repliega sobre sí mismo y
deja a rienda suelta sus propios instintos; la pobreza se hace modelo de la
relación que se debe tener con los bienes creados y con su recto uso,
mediante una actitud que es válida tanto en los países desarrollados donde
el ansia de poseer amenaza seriamente los valores evangélicos, como en
los países menos dotados en que vuestra pobreza es signo de solidaridad
y de presencia con los hermanos que sufren; la obediencia se convierte en
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testimonio de la humilde aceptación de la meditación de la Iglesia y, más
en general, de la sabiduría de Dios que gobierna el mundo a través de las
causas segundas: y en este momento de crisis de autoridad, vuestra
obediencia se transforma en testimonio de lo que es el orden cristiano del
universo.
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Pablo VI. 20.09.1972
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Juan Pablo II. 28.08.80
…Hay aquí un elemento que deseo subrayar. Pues, ¿cómo no darse cuenta
de la importancia de vuestra experiencia de vida, caracterizada y unificada
por la consagración, el apostolado y la vida secular…?
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Hay un compromiso, por tanto, a promover las realidades de orden
natural, y hay un compromiso a hacer intervenir los valores de la fe, los
cuales deben unirse e integrarse armónicamente en vuestra vida, a la vez
que constituyen su orientación de fondo y su aspiración constante. De
este modo llegaréis a contribuir a cambiar el mundo "desde dentro",
siendo fermento vivificante y obedeciendo a la consigna que se os dio en el
Motu proprio Primo Feliciter: ser «fermento modesto y, a la vez, eficaz
que actuando en todos los sitios siempre y mezclado a toda clase de
ciudadanos, desde los más humildes a los más elevados, trate de llegar a ellas
e impregnarlas a todas y cada una con su ejemplo y con toda clase de
medios, hasta penetrar en toda la masa de modo que ésta sea elevada y
transformada en Cristo» (Introducción)…
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Juan Pablo II. 1996
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Juan Pablo II. 01.02.1997
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la verdad del Evangelio para un progreso verdadero e integral de la
humanidad, según el plan de Dios.
Por este motivo, es cada vez más evidente que la misión del cristiano en el
mundo no puede reducirse a un puro y simple ejemplo de honradez,
competencia y fidelidad al deber. Todo eso se supone. Se trata de
revestirse de los mismos sentimientos de Cristo Jesús para ser signos
de su amor en el mundo. Este es el sentido y la finalidad de la auténtica
secularidad cristiana y, por tanto, el fin y el valor de la consagración
cristiana que se vive en los institutos seculares.
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cristiana, hoy tan necesarias, sobre todo en las grandes áreas urbanizadas,
donde se halla gran parte de la población mundial.
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Juan Pablo II. 28.08.2000
… En el año del gran jubileo la Iglesia invita a todos los seglares, pero
de manera especial a los miembros de los institutos seculares, a
comprometerse en la animación evangélica y en el testimonio
cristiano dentro de las realidades seculares.
Así pues, la formación atañe de modo global a toda la vida del consagrado. Se
vale también… de las demás ciencias humanas, pero no puede descuidar,
como su centro vital y como criterio de valoración cristiana de los fenómenos
históricos, la dimensión espiritual, teológica y sapiencial de la vida de fe,
que proporciona las claves decisivas para la lectura de la actual condición humana
y para la elección de las prioridades y de los estilos de un testimonio auténtico.
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Benedicto XVI. 03.02.2007
Os encontráis hoy aquí para seguir trazando el recorrido iniciado hace sesenta
años… Vuestro celo nace de haber descubierto la belleza de Cristo, de su
modo único de amar, encontrar, sanar la vida, alegrarla, confortarla. Y esta
belleza es la que vuestra vida quiere cantar, para que vuestro estar en el
mundo sea signo de vuestro estar en Cristo.
Todo encuentro con Cristo exige un profundo cambio de mentalidad, pero para
algunos, como es vuestro caso, la petición del Señor es particularmente
exigente: dejarlo todo, porque Dios es todo y será todo en vuestra vida. No se
trata simplemente de un modo diverso de relacionaros con Cristo y de expresar
vuestra adhesión a él, sino de una elección de Dios que, de modo estable,
exige de vosotros una confianza absolutamente total en él.
Provenís de países diversos como diversas son las situaciones en las que
vivís, trabajáis y envejecéis. En todas buscad la Verdad, la revelación
humana de Dios en la vida. Como sabemos, es un camino largo, cuyo presente
es inquieto, pero cuya meta es segura. Anunciad la belleza de Dios y de su
creación. A ejemplo de Cristo, sed obedientes por amor, hombres y
mujeres de mansedumbre y misericordia, capaces de recorrer los caminos del
mundo haciendo sólo el bien. En el centro de vuestra vida poned las
Bienaventuranzas, contradiciendo la lógica humana, para manifestar una
confianza incondicional en Dios, que quiere que el hombre sea feliz.
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Papa Francisco. 10.05.2014
Desde que Pío XII pensó en esto y después de la Provida Mater Ecclesia,
se produjo un gesto revolucionario en la Iglesia. Los institutos seculares
son verdaderamente un gesto de coraje que hizo la Iglesia en aquel
momento; dar estructura, institucionalidad a los institutos seculares. Y desde
entonces hasta ahora es mucho el bien que hacéis a la Iglesia… Diariamente
lleváis la vida de una persona que vive en el mundo y al mismo tiempo,
custodiáis la contemplación, esta dimensión contemplativa del Señor y
también la que se dirige al mundo, contemplar la realidad, como contemplar
lo bello que hay en el mundo, y también los grandes pecados de la sociedad,
las desviaciones… todas estas cosas. Siempre en una tensión espiritual…
Por eso, vuestra vocación es fascinante, porque es una vocación justo
ahí, donde se juega la salvación no sólo de las personas, sino también
de las instituciones. Y de tantas instituciones laicas necesarias en el mundo.
¡Por eso, yo creo que sí, que con la Provida Mater Ecclesia la Iglesia hizo un
gesto realmente revolucionario!
Por eso es importante que tengáis mucha esperanza. Es una gracia que
debéis pedir al Señor siempre: la esperanza que no defrauda. Nunca defrauda.
Una esperanza que va hacia adelante. Os aconsejaría leer muy a menudo el
capítulo 11 de la Carta a los Hebreos, ese capítulo sobre la esperanza. Y
aprender que muchos de nuestros padres han hecho este camino y no han
visto los resultados, sino que los han vislumbrado de lejos. La esperanza. Esto
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es lo que deseo para vosotros. Muchas gracias por todo lo que hacéis en la
Iglesia, muchas gracias por la oración y por las obras. Gracias por la
esperanza. Y no lo olvidéis: ¡sed revolucionarios!
(El Santo Padre ha hecho entrega después del discurso escrito del cual se han
entresacado estos fragmentos)
Pobres entre los pobres pero con el corazón ardiente. Nunca quietos, siempre
en camino. Juntos y enviados, también cuando estáis solos, porque la
consagración hace de vosotros un destello vivo de Iglesia. Siempre en camino
con esa virtud que es una virtud peregrina: la alegría. Gracias, queridísimos,
por lo que sois. El Señor os bendiga y la Virgen os proteja. ¡Y rezad por mí!
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Papa Francisco. 21.10.2017
En el 70 aniversario de la Provida Mater
A la Conferencia Italiana de Institutos
Seculares
El documento del Papa Pio XII fue en cierto sentido revolucionario. De hecho
delineó una nueva forma de consagración, la de fieles laicos y de sacerdotes
diocesanos llamados a vivir los consejos evangélicos en la secularidad en la
que viven inmersos en razón de su condición existencial o de su ministerio
pastoral. La novedad y la fecundidad de los Institutos seculares está
en el conjugar consagración y secularidad, viviendo un apostolado de
testimonio, de evangelización –especialmente en el caso de los presbíteros– y
de compromiso social en la sociedad –especialmente en el caso de los laicos–,
al que se añade la fraternidad que, sin ser determinada por una comunidad de
vida, es siempre una verdadera comunión.
En el surco trazado por la Provida Mater, estáis llamados hoy a ser
humildes y apasionados portadores, en Cristo y en el Espíritu Santo,
del sentido del mundo y de la historia. Vuestra pasión nace del estupor
siempre nuevo por el Señor Jesús, por su modo único de vivir y de amar, de
encontrar a la gente, de sanar la vida, de llevar consuelo. Por esta razón,
vuestro “estar dentro” del mundo no es solo una condición sociológica sino una
realidad teologal, que os permite estar atentos, ver, escuchar, com-padecer,
alegrarse-con, intuir las necesidades.
Esto quiere decir ser presencias proféticas de un modo muy concreto.
Significa llevar al mundo y a las situaciones en las que nos encontramos, la
palabra que escuchamos de Dios. Es justamente esto lo que caracteriza vuestra
laicidad: saber decir aquella palabra que Dios debe decir al mundo. “Decir” no
significa tanto “hablar”, cuanto “obrar”. Nosotros decimos lo que Dios quiere
decir al mundo, actuando en el mundo. Esto es muy importante. Especialmente
en un tiempo como el nuestro en el que, ante las dificultades, podemos caer
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en la tentación de aislarnos en la comodidad y seguridad de nuestros
ambientes y retirarnos del mundo. También vosotros podéis caer en esta
tentación. Pero vuestro puesto es el “estar dentro” como presencia
transformadora en sentido evangélico. Ciertamente es difícil, se trata de un
camino que comporta cruz, pero el Señor quiere recorrerlo con vosotros.
Vuestra vocación y misión es la de estar atentos, por una parte, a la realidad
que os rodea preguntándoos siempre: ¿qué ocurre?, sin deteneros a lo que
aparece en la superficie sino andando más al fondo; y estar atentos, al mismo
tiempo, al misterio de Dios, para reconocer donde Él se está manifestando.
Estar atentos al mundo con el corazón inmerso en Dios.
Quisiera finalmente sugeriros algunas actitudes espirituales que os pueden
ayudar en este camino y que se pueden sintetizar en cinco verbos: orar,
discernir, compartir, animar y sentir simpatía.
Orar para estar unidos a Dios, próximos a su corazón. Escuchar su voz en los
diversos acontecimientos de la vida, viviendo una existencia luminosa que
frecuenta y toma en serio el Evangelio.
Discernir es saber distinguir las cosas esenciales de aquellas accesorias; es
afinar aquella sabiduría, cultivada día a día, que consiste en ver las
responsabilidades que es necesario asumir y los deberes prioritarios. Se trata
de un proceso personal pero también comunitario, para el que no basta el
esfuerzo individual.
Compartir la suerte de cada hombre o mujer. Aunque me encuentre ante
acontecimientos trágicos y oscuros, no abandono el mundo a su suerte,
porque, como Jesús, lo amo hasta el final.
Animar, con la gracia de Cristo no perder nunca la confianza que sabe ver el
bien en todo. Este es también la invitación que recibimos en toda celebración
eucarística: “Arriba los corazones”.
Sentir simpatía por el mundo y por la gente. Aunque se haga de todo para
hacerla perder, sentirse animados por aquella simpatía que viene del Espíritu
de Cristo, que nos hace libres y apasionados, nos hace “estar dentro”, como la
sal y la levadura.
Queridos hermanos y hermanas, sed en el mundo como el alma en el
cuerpo (Carta a Diogneto VI, 1), testimonios de la resurrección del Señor
Jesús. Este es mi deseo para vosotros, que acompaño con mi oración y mi
bendición.
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Papa Francisco. 25.08.2022
Asamblea mundial de la Conferencia
Mundial de los Institutos Seculares
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llamados a estar ahí, para testimoniar la bondad y la ternura de Dios con gestos
cotidianos de amor.
Pero, ¿dónde encontrar la fuerza para ponerse al servicio de los demás con
generosidad? ¿Dónde encontrar también la valentía para tomar decisiones
audaces que impulsen a un testimonio? Esta fuerza y esta valentía las
encuentran en la oración y en la contemplación silenciosa de Cristo. El
encuentro orante con Jesús les llena el corazón de su paz y de su amor, que
podrán dar a los demás. La búsqueda asidua de Dios, la familiaridad con la
Sagrada Escritura y la participación en los sacramentos son la clave de la
fecundidad de sus obras.
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Los animo a hacer presente en la Iglesia la secularidad con afabilidad, sin
reivindicaciones, sino más bien con determinación y con esa autoridad que
viene del servicio. Que su servicio sea el de la semilla, el servicio de la levadura,
el servicio escondido y, al mismo tiempo, evidente, que sabe morir en los
acontecimientos —también eclesiales— para que puedan cambiar desde dentro
y dar frutos de bien. Pónganse a la escucha del Espíritu Santo con docilidad
para comprender cómo hacer sus obras cada vez más eficaces, incluso
recorriendo nuevos caminos que hagan visible la riqueza que tienen.
A este respecto, es esencial que los Pastores de la Iglesia estén a su lado para
escucharlos e implicarlos en ese discernimiento de los signos de los tiempos
que marca el paso de la misión. Por mi parte, les renuevo la cercanía y el
aprecio por vuestra aportación y por el sentir del mundo que le traen a la
Iglesia, con toda la pasión que los habita. No se cansen de llevar al mundo el
anuncio de una vida nueva, de una fraternidad universal y de una paz
duradera, espléndidos dones del Señor Resucitado.
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Índice
Presentación 3
1 Pio XII. 1947. Provida Mater Ecclesia, 7-10 5
Reconocimiento de los IS por parte de la Iglesia
2 Concilio Vaticano II. 1962-1965 7
Referencias a los Institutos Seculares: PC, 11; AD, 40
3 Código de Derecho Canónico. Nums. 710-730 9
Los Institutos Seculares
4 Pablo VI. 1970 13
A los participantes en el I Encuentro Internacional de IS
5 Pablo VI. 1972 16
En el 25 aniversario de la Provida Mater Ecclesia
6 Pablo VI. 1972 20
A los Responsables Generales de los Institutos Seculares
7 Juan Pablo II. 1980 23
A los participantes en el II Congreso Mundial de IS
8 Juan Pablo II. 1996 26
Exhortación apostólica Vita Consacrata, num. 10
9 Juan Pablo II. 1997 27
En el 50 aniversario de la Provida Mater Ecclesia
10 Juan Pablo II. 2000 31
A los participantes en el VII Congreso Internacional IS
11 Benedicto XVI. 2007 33
En el 60 aniversario de la Provida Mater Ecclesia
12 Francisco. 2014 36
A la Asamblea General de la Conferencia Italiana de IS
13 Francisco. 2017 39
En el 70 aniversario de la Provida Mater Ecclesia
14 Francisco. 2022
A la Asamblea Mundial de los Institutos Seculares 41
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