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Transmisión Sináptica

El encéfalo humano contiene más de 100mil millones de


neuronas, cada una con la capacidad de influir en muchas
otras células. La comunicación entre ellas se logra con las
sinapsis, que son los contactos funcionales entre las
neuronas. Es posible distinguir dos tipos diferentes de
sinapsis:
1) eléctricas > la corriente fluye a través de las uniones en
hendidura, que son canales de membrana especializados que
conectan dos células. Si bien constituyen una minoría definida, las sinapsis eléctricas se
encuentran en todos los sistemas nerviosos y permiten el flujo pasivo y directo de corriente
eléctrica de una neurona a otra. Mayor velocidad y menor duración que en la química. Unión de
tipo estructural. El mensajero son los iones.
2) químicas > permiten la comunicación intercelular a través de la secreción de
neurotransmisores; estos agentes químicos liberados por las neuronas presinápticas producen
flujo de corriente en las neuronas postinápticas al activar moléculas receptoras específicas. Más
moderna la química que la eléctrica. Estructura de complejo sináptico. Permiten modificaciones
a diferencia de las eléctricas y es fundamental la función de los astrocitos.
Casi todos los neurotransmisores sufren un ciclo similar: síntesis y empaquetamiento en
vesículas sinápticas; liberación desde la célula presináptica; fijación a receptores
postsinápticos y, por último, una rápida eliminación, degradación o ambas. La secreción de
neurotransmisores es desencadenada por el influjo de calcio (CA2+) a través de los canales con
puerta de voltaje, que dan origen a un aumento transitorio en la concentración de Ca2+ en el
interior de la terminación presináptica. La elevación en la concentración de Ca2+ hace que las
vesículas presinápticas se fusionen con la membrana plasmática presináptica y liberen su
contenido en el espacio entre las células presinápticas y postsinápticas. Las proteínas sobre la
superficie de las vesículas sinápticas y en otros sitios de la terminación presináptica median este
proceso. Los neurotransmisores provocan respuestas eléctricas postsinápticas al fijarse a
miembros de un grupo diverso de receptores de neurotransmisores. Existen dos clases principales
de receptores: aquellos en los cuales la molécula receptora también es un canal iónico, y aquellos
en los cuales receptor y canal iónico son moléculas separadas. Estos receptores dan origen a
señales eléctricas por la apertura o el cierre de los canales iónicos inducidos por los
neurotransmisores. El hecho de que las acciones postsinápticas de un neurotransmisor particular
sean excitadoras o inhibidoras está determinado por la permeabilidad iónica del canal iónico
afectado por el transmisor y por el gradiente electroquímico para los iones permeables.

Sinapsis eléctricas
FIGURA 5.1 Estructura de las sinapsis eléctricas. (A)
En las sinapsis eléctricas, ocurren uniones en
hendidura entre las membranas presináptica y
postsináptica. (B) Las uniones en hendidura
consisten en canales intercelulares que permiten que la corriente fluya pasivamente desde la célula
presináptica a la postsináptica. (C) Las uniones en hendidura consisten en complejos hexaméricos
formados por la unión de subunidades denominadas conexones, que están presentes tanto en la
membrana presináptica como en la postsináptica. Los poros de los canales se conectan y crean
una continuidad eléctrica entre las dos células. (D) Los conexones consisten en la proteína integral
de la membrana conexina.
La neurona que se encuentra "corriente arriba" (proximal), origen de la corriente, se denomina
elemento presináptico, y la neurona que se encuentra "corriente abajo" (distal) hacia la cual fluye
esta corriente se denomina postsináptica. Las membranas de las dos neuronas comunicantes
se aproximan mucho en la sinapsis y en realidad se conectan por una especialización
intercelular llamada unión en hendidura o unión gap. Las uniones en hendidura contienen
canales apareados y alineados con precisión, denominados conexones, que se presentan en la
membrana de las neuronas presinápticas y postsinápticas; seis conexinas presinápticas se alinean
con seis conexinas postsinápticas para formar un poro (Figura 5.1C). El poro de un canal conexón
es mucho más grande que el poro de los canales iónicos con puerta de voltaje. En consecuencia,
distintas sustancias pueden difundir simplemente entre el citoplasma de las neuronas presinápticas
y postsinápticas. Además de los iones, las sustancias que difunden a través de los poros de la
unión en hendidura incluyen moléculas con grandes pesos moleculares. Esto permite que el ATP y
otros metabolitos intracelulares importantes, como los segundos mensajeros, sean transferidos
entre las neuronas. Los conexones están compuestos por una familia especial de proteínas de
canales iónicos, las conexinas (Figura 5.ID). Las sinapsis eléctricas funcionan así permitiendo
que la corriente iónica fluya pasivamente a través de los poros de la unión en hendidura desde
una neurona a la otra. La fuente habitual de corriente es la diferencia de potencial generada
localmente por el potencial de acción. Esta disposición tiene algunas consecuencias interesantes.
Una es que la transmisión puede ser bidireccional; esto es, la corriente puede fluir en cualquier
dirección a través de la unión en hendidura, dependiendo de qué miembro de la pareja acoplada
sea invadido por el potencial de acción. Otro rasgo importante de la sinapsis eléctrica es que la
transmisión es extraordinariamente rápida: dado que el flujo pasivo de corriente a través de la
unión en hendidura es casi instantáneo. Un propósito más general de las sinapsis eléctricas es
sincronizar la actividad eléctrica entre poblaciones de neuronas. La transmisión eléctrica entre
ciertas neuronas hormonosecretantes del hipotálamo de los mamíferos asegura que todas las
células disparen potenciales de acción aproximadamente al mismo tiempo y faciliten así una
explosión de secreción hormonal en la circulación. El hecho de que los poros de la unión en
hendidura sean lo suficientemente grandes como para permitir que moléculas como ATP y
segundos mensajeros difundan hacia el interior de las células también permite que las sinapsis
eléctricas coordinen la señalización intracelular y el metabolismo de las células acopladas. Esta
propiedad puede ser de particular importancia para las células gliales, que forman grandes redes
de señalización intracelular a través de sus uniones en hendidura.

Transmisión de señales en las sinapsis químicas.


Estructura general de una sinapsis química
(Figura 5.3). El espacio entre las neuronas
presinápticas y postsinápticas es sustancialmente
mayor en las sinapsis químicas que en las
eléctricas y se denomina hendidura sináptica.
Sin embargo, la característica clave de todas las
sinapsis químicas es la presencia de pequeños
orgánulos limitados por membranas llamados
vesículas sinápticas en el interior de la
terminación presináptica. Estos orgánulos
esféricos están llenos de uno o más neurotransmisores, las señales químicas secretadas desde
la neurona presináptica, y son estos agentes químicos que actúan como mensajeros entre las
neuronas comunicantes los que proporcionan su nombre a este tipo de sinapsis. La transmisión en
las sinapsis químicas se basa en una secuencia de acontecimientos:
El proceso se inicia cuando un potencial de acción invade la terminación de la neurona
presináptica. El cambio en el potencial de membrana causado por la llegada del potencial de
acción produce la apertura de los canales del calcio con puerta de voltaje en la membrana
presináptica. Debido al acentuado gradiente de concentración de Ca2+ a través de la membrana
presináptica (la concentración externa es aproximadamente de 10"3M, mientras que la
concentración interna es de alrededor de 107M), la apertura de estos canales produce un influjo
rápido de Ca2+ en la terminación presináptica, con el resultado de que la concentración de Ca2+
del citoplasma en la terminación se eleva transitoriamente hasta un valor mucho más alto. La
elevación de la concentración presináptica de Ca2+ permite que las vesículas sinápticas se
fusionen con la membrana plasmática de la neurona presináptica. La fusión hace que su contenido,
principalmente los neurotransmisores, sea liberado en la hendidura sináptica. Tras la exocitosis, los
transmisores difunden a través de la hendidura sináptica y se unen a receptores específicos sobre
la membrana de la neurona postsináptica. La fijación del neurotransmisor a los receptores abre los
canales de la membrana postsináptica (o a veces los cierra), lo que altera así la capacidad de los
iones de ingresar (o salir) en las células postsinápticas. El flujo de corriente resultante inducido por
el neurotransmisor altera la conductancia y el potencial de membrana de la neurona postsináptica,
lo cual aumenta o disminuye la probabilidad de que la neurona dispare un potencial de acción. De
esta forma, la información es transmitida de una neurona a otra.

Propiedades de los neurotransmisores


Existen más de 100 neurotransmisores
diferentes, los que pueden clasificarse en dos
categorías amplias: neurotransmisores de
molécula pequeña y neuropéptidos. Múltiples
neurotransmisores pueden producir diferentes
tipos de respuestas en las células
postsinápticas individuales. En general, los
neurotransmisores de molécula pequeña
median acciones sinápticas rápidas, mientras
que los neuropéptidos tienden a modular
funciones sinápticas en curso y más lentas.
Cuando se presenta más de un
neurotransmisor en el interior de una
terminación nerviosa, las moléculas se
denominan cotransmisores. Como diferentes
tipos de transmisores pueden ser
empaquetados en distintas poblaciones de
vesículas sinápticas, los cotransmisores no
necesariamente son liberados de manera
simultánea. Cuando los neurotransmisores
peptídicos y de molécula pequeña actúan
como cotransmisores en la misma sinapsis, son liberados de modo diferente según el patrón de
actividad sináptica: a menudo, la actividad de baja frecuencia sólo libera neurotransmisores
pequeños, mientras que la actividad de alta frecuencia es necesaria para liberar neuropéptidos de
las mismas terminaciones presinápticas. En consecuencia, las propiedades de señalización
química de estas sinapsis cambian según la velocidad de la actividad. Una transmisión sináptica
eficaz requiere un control riguroso de la concentración de neurotransmisores en el interior de la
hendidura sináptica. Por lo tanto, las neuronas han desarrollado una capacidad muy compleja de
regular la síntesis, el empaquetamiento, la liberación y la degradación (o eliminación) de
neurotransmisores para lograr los niveles deseados de moléculas de transmisor. La síntesis de
neurotransmisores de molécula pequeña ocurre localmente en el interior de las terminaciones
presinápticas. Las enzimas necesarias para sintetizar estos transmisores se producen en el cuerpo
de las neuronas y son transportadas hasta el citoplasma de la terminación nerviosa por transporte
axónico lento. Las enzimas sintetizan neurotransmisores en el citoplasma de la terminación
presináptica y luego los transmisores son cargados en vesículas sinápticas mediante
transportadores en la membrana vesicular. Para algunos neurotransmisores de molécula pequeña,
los pasos finales de la síntesis ocurren en el interior de las vesículas sinápticas. Los neuropéptidos
son sintetizados en el cuerpo celular de una neurona, lo que significa que el péptido es producido
en un lugar distante de su sitio de secreción. Para resolver este problema, vesículas llenas de
péptidos son transportadas a lo largo de un axón y por la terminación sináptica mediante el
transporte axónico rápido. Este proceso lleva las vesículas a lo largo de elementos del
citoesqueleto llamados microtúbulos (al contrario del transporte axónico lento de las enzimas que
sintetizan transmisores de molécula pequeña). Las vesículas que contienen péptidos son
movilizadas a lo largo de estas "pistas" de microtúbulos por proteínas "motores" que requieren ATP
como cinesina. Una vez que un neurotransmisor ha sido secretado en la hendidura sináptica, debe
ser eliminado para permitir que la célula postsináptica participe en otro ciclo de transmisión
sináptica. La eliminación de los neurotransmisores comprende la difusión lejos de los receptores
postsinápticos, combinada con recaptación en las terminaciones nerviosas o las células gliales
circundantes, degradación por enzimas específicas o una combinación de estos mecanismos. Las
proteínas transportadoras específicas eliminan la mayor parte de los neurotransmisores de
molécula pequeña (o sus metabolitos) de la hendidura sináptica, y finalmente vuelven a entregarlos
a la terminación presináptica para su reutilización.

RECUADRO 5A Criterios que definen un neurotransmisor


Para confirmar que una molécula actúa como
neurotransmisor en una sinapsis química
determinada se utilizan tres criterios primarios: 1.
La sustancia debe estar presente en el interior de
la neurona presináptica. Dado que se necesitan
vías bioquímicas complejas para producir
neurotransmisores, la demostración de que las
enzimas y los precursores necesarios para
sintetizar la sustancia están presentes en las
neuronas presinápticas brinda pruebas adicionales
de que la sustancia es utilizada como
neurotransmisor. Sin embargo, obsérvese que, como los transmisores glutamato, glicina y asparato
también son necesarios para la síntesis proteica y otras reacciones metabólicas en todas las
neuronas, su presencia no es prueba suficiente para establecerlos como neurotransmisores. 2. La
sustancia debe ser liberada en respuesta a la despolarización presináptica, la cual debe ocurrir en
forma Ca2+-dependiente. Otro criterio esencial para identificar a un neurotransmisor es demostrar
que es liberado de la neurona presináptica en respuesta a la actividad eléctrica presináptica, y que
esta liberación exige el influjo de Ca2+ en la terminación presináptica. Cumplir este criterio es un
desafío técnico, no solo porque puede ser difícil estimular selectivamente las neuronas
presinápticas, sino también porque las enzimas y los transportadores eliminan eficientemente los
neurotransmisores secretados. 3. Se deben presentar receptores específicos para la sustancia en
la célula postsináptica. Un neurotransmisor no puede actuar sobre su diana a menos que se
presenten receptores específicos para el transmisor en la membrana postsináptica. Una forma de
probar que están los receptores es mostrando que la aplicación del transmisor exógeno imita el
efecto postsináptico de la estimulación presináptica. Otra forma más rigurosa de hacerlo es
demostrar que los agonistas y los antagonistas que alteran la respuesta postsináptica normal
tienen el mismo efecto cuando la sustancia en cuestión se aplica exógenamente. También se
pueden utilizar métodos histológicos de alta resolución para mostrar que los receptores específicos
están presentes en la membrana postsináptica (por detección de anticuerpos receptores marcados
radiactivamente, por ejemplo). El cumplimiento de estos criterios establece inequívocamente que
una sustancia dada es utilizada como transmisor en una sinapsis. Sin embargo, algunas
dificultades prácticas han impedido la aplicación de estos estándares en muchos tipos de sinapsis.
Por esta razón, tantas sustancias deben ser denominadas neurotransmisores "putativos". La
identidad de un neurotransmisor en una sinapsis se demuestra con (1) su presencia, (2) su
liberación y (3) la presencia postsináptica de los receptores específicos.

Cap 41 - Señalización Neuronal


El sistema nervioso está compuesto principalmente de dos tipos especializados de células: las
neuronas y las células gliales. La reacción a estímulos depende de la conexión de las neuronas
entre sí. El sistema endocrino trabaja con el sistema nervioso para regular comportamientos
y procesos fisiológicos. En general, el sistema endocrino proporciona una regulación lenta y
a largo plazo, mientras que el nervioso responde de forma rápida pero breve.
Neurotransmisores: mensajeros químicos usados por las neuronas para enviar señales entre sí.
Receptores: se unen con los neurotransmisores.

41.1 Señalización Neuronal: Una Visión General:


En la mayoría de los animales, las respuestas a los estímulos
dependen de la señalización neuronal, transferencia de información por
medio de redes de células nerviosas (neuronas). La señalización
neuronal implica 4 procesos: recepción, transmisión, integración y
acción por los efectores (músculos o glándulas).
Recepción: proceso de detección de un estímulo, trabajo de las
neuronas y de receptores sensoriales especializados.
Transmisión: proceso de enviar mensajes a lo largo de una neurona,
de una neurona a otra o de una neurona a un efector.
En los vertebrados, un mensaje neuronal se transmite de un receptor al
SNC, que consta del cerebro y la médula espinal. Las neuronas que
transmiten información al SNC se denominan neuronas aferentes
(“que llevan a”), o neuronas sensoriales.
Las neuronas aferentes suelen transmitir información a las
interneuronas, o neuronas de asociación, en el SNC. La mayoría de
las neuronas son interneuronas y su función consiste en integrar datos
entrantes y salientes.
Integración: implica ordenar e interpretar información sensorial
entrante y determinar la respuesta idónea.
Los mensajes neuronales son transmitidos del SNC por neuronas
eferentes (“que llevan a”) a efectores. Las neuronas eferentes que
señalan al músculo esquelético se denominan neuronas motoras.
Acción por los efectores: es la respuesta real al estímulo. Los
referentes sensoriales y las neuronas aferentes y eferentes forman parte del sistema nervioso
periférico (SNP).
41.2 Neuronas y Células Gliales:
Neuronas: especializadas en recibir y enviar información.
Células gliales: sostienen y protegen las neuronas y llevan a cabo funciones regulatorias.
Las neuronas producen y transmiten señales eléctricas denominadas impulsos nerviosos o
potenciales de acción. La neurona se diferencia de todas las demás células por sus largos
procesos.
El cuerpo de la célula contiene al núcleo, la
mayor parte del citoplasma y casi todos los
organelos. Dos tipos de procesos se proyectan
desde el cuerpo de la célula de la neurona
multipolar. Numerosas dendritas se prolongan
desde un extremo, y un largo y único axón se
prolonga desde el extremo opuesto. Las
dendritas son procesos típicamente cortos bastante ramificados especializados en recibir
estímulos y enviar señales al cuerpo de la célula, el cual integra las señales de entrada.
El axón puede dividirse formando ramas colaterales del axón. El axón conduce impulsos
nerviosos del cuerpo de la célula a otra neurona o efector. El axón se divide en su extremo,
formando muchas ramas terminales que acaban en terminales sinápticas, que liberan
neurotransmisores. La unión entre una terminal sináptica y otra neurona o efector se denomina
sinapsis. Por lo general hay un pequeño espacio entre ambas células.
En los vertebrados, los axones de muchas neuronas fuera del SNC están rodeados por células de
Schwann. Las membranas plasmáticas de estas células gliales contienen mielina. Las células de
Scwann envuelven al axón con sus membranas plasmáticas, formando una cubierta aislante
denominada vaina de mielina. Los espacios de la vaina de mielina, llamados nodos de Ranvier,
existen entre células de Scwann consecutivas. En estos puntos el axón no está aislado con mielina.
Un nervio consta de cientos o miles de axones envueltos entre sí en tejido conectivo. Dentro del
SNC, los haces de axones se denominan tractos o vías en lugar de nervios.
Fuera del SNC, los cuerpos celulares de las neuronas suelen estar agrupados en masas
denominadas ganglios. Dentro del SNC, los grupos de cuerpos celulares suelen denominarse
núcleos, en vez de ganglios.
Papel crítico de las células gliales en la función neuronal:
Las células gliales en conjunto forman la neuroglia (pegamento de los nervios). En el sistema
nervioso de los vertebrados se encuentran 4 tipos de células gliales: astrocitos, aligodendrocitos,
células ependimarias y microglía.
Astrocitos: células gliales en forma de estrella que proporcionan sostén físico
para las neuronas, así como suministro de nutrientes. Ayudan a regular la
composición del líquido extracelular en el SNC al eliminar el exceso de iones de
potasio. Esta acción ayuda a mantener la excitabilidad normal de la neurona.
Algunos astrocitos ubican los extremos de sus largos procesos sobre vasos
sanguíneos en el cerebro. En respuesta, las células endoteliales que revisten las
células sanguíneas forman uniones estrechas que impiden que muchas
sustancias en la sangre entre en el tejido cerebral (barrera hematoencefálica).
Los astrocitos están conectados funcionalmente en todo el cerebro. Se
comunican entre sí y con las neuronas a través de uniones comunicantes. Aunque pueden generar
sólo señales eléctricas débiles, se comunican por medio de señales químicas. Responden a
neurotransmisores liberados por las neuronas, ayudan a regular la recaptación del exceso de
neurotransmisores de la sinapsis. Los neurotransmisores inducen la formación de sinapsis y
pueden reforzar la actividad de las sinapsis en el cerebro. Sus acciones son importantes en el
aprendizaje y la memoria.
Los astrocitos desempeñan un papel en el desarrollo al guiar a las neuronas hacia
ubicaciones idóneas en el cuerpo.
Oligodendrocitos: envuelven a las neuronas en el SNC, formando vainas de mielina aislante a su
alrededor. La presencia de la mielina (aislante eléctrico) acelera la transmision de impulsos
neurológicos.
Células ependimales: ciliadas, revisten las cavidades internas del SNC.
Ayudan a producir y hacer circular el líquido cefalorraquídeo que irriga al
cerebro y la médula espinal de los vertebrados. Estas células podrían
funcionar como células madre neuronales.
Microglias: células fagocíticas que ingieren y digieren restos celulares y
bacterias. Responden a señales de las neuronas y son importantes en la
mediación de respuestas a daños o enfermedades. Se encuentran cerca de los
vasos sanguíneos. Cuando el cerebro está lesionado o infectado, las microglias se
multiplican y dirigen a la zona afectada donde eliminan bacterias y restos celulares
por fagocitosis. También liberan moléculas de señalización que median la
inflamación.

41.3 Transmisión de la información a lo largo de la neurona:


La mayoría de las células tienen una diferencia en carga eléctrica a través de la membrana
plasmática, la carga eléctrica dentro de la célula es más negativa que la carga eléctrica del líquido
extracelular. Se dice que la membrana plasmática está polarizada.
La diferencia en carga eléctrica origina un gradiente de potencial. El voltaje es la fuerza que hace
que las partículas cargadas fluyan entre dos puntos. El voltaje medido a través de la membrana
plasmática se llama potencial de membrana.
El potencial de membrana en una neurona o célula muscular en reposo es su potencial de reposo
. La neurona tiene un potencial de reposo de ~70mV que se expresa negativo porque el citosol
próximo a la membrana plasmática está cargado negativamente con respecto al líquido
extracelular.
Dos factores principales determinan la magnitud del potencial de membrana: 1) diferencias
en las concentraciones entre iones específicos dentro de la célula y los que están en el
líquido extracelular y 2) la permeabilidad selectiva de la membrana plasmática hacia esos
iones. La concentración de potasio es alrededor de 10 veces mayor dentro de la célula que en su
exterior. Por el contrario, la concentración de sodio es 10 veces mayor fuera que dentro de la
célula. Esta distribución asimétrica de iones a través de la membrana plasmática se lleva a cabo
por la acción de canales iónicos selectivos y bombas de iones.
El movimiento de iones ocurre desde una zona de mayor concentración de ese tipo de ion a
una de menor concentración. Las proteínas de la membrana forman canales iónicos de 3 tipos:
pasivos, activados por voltajes y activados químicamente. Los canales ionicos pasivos permiten
el paso de iones específicos como Na+, K+, Cl- y Ca2+. A diferencia de los otros 2, estos no están
controlados por puertas. Los de potasio son más comunes y las células son más permeables a
ellos.
El potencial de membrana en el que el flujo de potasio hacia dentro debido al gradiente eléctrico es
igual al flujo de potasio hacia fuera debido al gradiente de concentración es el potencial de
equilibrio para el potasio. Este es para cualquier ion un estado estacionario en el que los flujos
opuestos químico y eléctrico son iguales y en el ion no hay movimiento neto. Debido a que la
membrana es más permeable al potasio que al sodio, el potencial de reposo de la neurona está
más próximo al potencial de equilibrio del potasio que al del sodio.
La membrana plasmática de la neurona cuenta con bombas de sodio-potasio muy eficientes que
transportan activamente sodio fuera de la célula y potasio hacia la célula. Estas bombas requieren
ATP para bombear sodio y potasio contra su concentración y gradientes eléctricos. Por cada 3 Na+
bombeados fuera de la célula, 2 K+ son bombeados hacia dentro. Las bombas de sodio-potasio
mantienen mayor concentración de potasio dentro de las células que afuera y mayor de sodio fuera
que dentro.
Los axones transmiten señales denominadas potencial de acción. Cuando un estímulo es
suficientemente fuerte, ocurre un cambio rápido y grande en el potencial de membrana,
despolarizándola hasta el punto crítico denominado nivel de umbral. En dicho punto, la neurona
dispara un impulso nervioso o potencial de acción, una señal eléctrica que se desplaza con
rapidez por el axón hacia las terminales sinápticas. Sólo las neuronas, células musculares o del
sistema endocrino e inmune pueden generar potencial de acción.
Los cambios de voltaje regulan canales iónicos activados por voltaje específicos en la
membrana plasmática del axón y el cuerpo de la
célula.
Los canales iónicos activados por voltaje han
cargado regiones que actúan como puertas. Los
canales de sodio activados por voltaje tienen 2
puertas: de activación y de inactivación. Los canales
de potasio activados por voltaje tienen una sola
puerta.
A potenciales de reposo, las puertas de activación de
los canales de sodio activados por voltaje están cerradas y el sodio no puede pasar hacia la
neurona. Cuando el voltaje llega al nivel de umbral, las proteínas del canal cambian de forma,
abriendo las puertas de activación. Luego, los iones sodio pueden circular a través de canales de
sodio activados por voltaje. Como resultado, el interior de la neurona adquiere carga positiva con
respecto al líquido fuera de la membrana plasmática, generando un potencial de acción. Las
puertas de inactivación que están abiertas en la neurona en reposo se cierran lentamente en
respuesta la despolarización. Los iones sodio pueden pasar por el canal solo durante el breve
periodo en que están abiertas ambos tipos de puertas.
La generación de un potencial de acción depende de un sistema de retroalimentación positiva
(un cambio en alguna condición desencadena una respuesta que intensifica el cambio). Entonces,
cuando una neurona esta despolarizada, se abren los canales de sodio activados por voltaje,
incrementando la permeabilidad de la membrana al sodio. Los iones de sodio se difunden hacia la
célula, moviéndose de una zona de mayor a una de menor concentración. A medida que el sodio
fluye, el citosol se carga positivamente con respecto al líquido extracelular y esta carga despolariza
aún más la neurona de modo que más canales de sodio activados por voltaje se abren
incrementando la permeabilidad de la membrana al sodio. Luego de cierto período, las puestas de
inactivación cierran los canales de sodio activados por voltaje y la membrana nuevamente se
vuelve impermeable al sodio. Esta inactivación inicia el proceso de repolarización, durante el cual
el potencial de membrana regresa a su nivel de reposo. Los canales de potasio activados por
voltaje se abren lentamente en respuesta a la despolarización. Cuando el sodio deja de correr, los
canales de potasio se abren y se filtra fuera de la neurona devolviendo al interior su estado.
Punto Clave: cuando la membrana plasmática se despolariza hasta el nivel de umbral, los canales
de sodio activados por voltaje se abren y el sodio entre, provocando mayor despolarización; se
genera un potencial de acción.
Al instante que es despolarizada, la membrana del axón está en un periodo refractario absoluto,
no puede transmitir otro potencial de acción. Hasta que sus puertas se restablecen, no puede
volver a abrirse. Una vez que suficientes canales de sodio se han restablecido, la neurona entra en
un periodo refractario relativo en el que el axón puede transmitir impulsos, pero el umbral es más
alto (menos negativo).
Sólo un estímulo suficientemente intenso para despolarizar la membrana hasta su nivel de umbral
crítico resulta en la transmisión de un impulso a lo largo del axón. Un potencial de acción es una
respuesta total o nula porque ocurre o no, no existe variación de intensidad en un estímulo. Para
explicar la diferencia en las sensaciones es necesario entender que la intensidad de dolor o
sensación depende de varios factores, incluyendo el número de neuronas estimuladas y su
frecuencia de descarga.
Un potencial de acción es una onda de despolarización
que se desplaza a lo largo del axón, se propaga a sí
mismo. Al cabo de un breve periodo refractario, la
neurona se recupera y es capaz de transmitir otro
potencial de acción.
Varios factores determinan la velocidad de un potencial
de acción como el diámetro del axón.
La incesante y progresiva transmisión de impulsos
denominada conducción continua, ocurre en neuronas
amielínicas. En estos axones, la velocidad de transmisión
es proporcional al diámetro del axón. Otra estrategia que
acelera la transmisión son las neuronas mielinizadas. La mielina actúa como aislante eléctrico
efectivo alrededor del axón. Sin embargo el axón no está mielinizado en los nodos de Ranvier. En
éstos, la membrana plasmática del axón establece contacto directo con el líquido extracelular
circundante. Los canales de sodio y potasio activados por voltaje están concentrados en los nodos.
La actividad iónica en un nodo activo resulta de la difusión de iones a lo largo del axón que
despolariza el nodo siguiente. El potencial de acción parece saltar de un nodo de Ranvier al
siguiente. Este tipo de transmisión de impulso se llama conducción saltatoria. En las neuronas
mielinizadas, la distancia entre nodos de Ranvier consecutivos afecta la velocidad de transmisión.
Cuando los nodos están más alejados entre sí, menos del axón debe despolarizarse y el axón
conduce más rápido el impulso. Con la conducción saltatoria un axón mielinizado conduce mucho
más rápido el impulso.
A su vez, la conducción saltatoria requiere menos energía que la continua. Los iones se mueven a
través de la membrana plasmática solo en los nodos, de modo que menos iones de sodio y potasio
son desplazados y las bombas de sodio-potasio no gastan tanto ATP para restablecer las
condiciones de reposo cada vez que un impulso es conducido.

41.4 Transmisión de información a través de las sinapsis:


Sinapsis es la unión entre dos neuronas, entre una neurona y un efector o entre una neurona y una
célula muscular. Una neurona que termina en una sinapsis específica se denomina neurona
presináptica, mientras que una neurona que empieza en una sinapsis es una neurona
postsináptica. Una neurona postsináptica con respecto a una sinapsis puede ser presináptica con
respecto a la siguiente en la secuencia.
Con base en cómo se comunican las neuronas pre o postsinápticas se identifican dos tipos de
sinapsis: eléctricas y químicas.
Las neuronas usan neurotransmisores para enviar las señales a otras células. Es posible clasificar
a los neurotransmisores en varios grupos químicos, incluyendo acetilcolina, aminas biogénicas,
aminoácidos, neuropéptidos y neurotransmisores gaseosos.
Los neurotransmisores se unen a receptores en
neuronas postsinápticas. Están almacenados en
terminales sinápticas dentro de cientos de sacos
pequeños cerrados por membranas llamadas
vesículas sinápticas. Cada vez que un
potencial de acción llega a una terminal
sináptica, los canales de Ca2+ (calcio)
activados por voltaje se abren. Luego los iones
de calcio del líquido extracelular fluyen hacia la
terminal sináptica. El calcio induce a las
vesículas sinápticas para fusionarse con la
membrana presináptica y liberar moléculas
neurotransmisoras hacia la hendidura sináptica
por exocitosis.
Las moléculas neurotransmisoras se difunden a
través de la hendidura sináptica y se unen con
receptores específicos sobre las dendritas o
cuerpos celulares de neuronas postsinápticas (o
sobre las membranas plasmáticas de células
efectoras). Un neurotransmisor nunca
atraviesa la membrana postsináptica, siempre queda en el espacio llamado hendidura donde
puede ser degradado por enzimas. Muchos receptores de neurotransmisores son canales
activados químicamente conocidos como canales iónicos cuyo efecto depende de ligandos.
Cuando el neurotransmisor, el ligando, se une con el receptor, el canal iónico se abre.
Para que una neurona postsináptica se repolarice rápidamente, en la hendidura sináptica debe
eliminarse cualquier neurotransmisor en exceso. Algunos son inactivados por enzimas, otros son
transportados activamente de vuelta a las terminales sinápticas (procesos de recaptación). Estos
neurotransmisores son reempacados en vesículas y se reciclan. Muchos fármacos inhiben la
recaptación de neurotransmisores.
Una neurona postsináptica puede tener receptores para varios tipos de neurotransmisores. Algunos
de sus receptores pueden ser excitatorios y otros inhibitorios. Dependiendo del tipo de receptor
postsináptico con el que se combina el neurotransmisor puede tener diferentes efectos.
CURTIS: Capítulo 31 – El sistema nervioso: estructura y función
A pesar de su extrema complejidad, todo sistema nervioso se basa en células especializadas, las
neuronas, unidades morfo-funcionales que se comunican entre sí. Las neuronas transmiten
señales a otras neuronas y a células efectoras como las musculares y las glandulares a través de
uniones conocidas como sinapsis, habitualmente por medio de la liberación de transmisores
químicos. La comunicación rápida que ofrecen las neuronas y su disposición en redes organizadas
son la clave de la integración y el control centralizado que sustenta el estilo de vida activa de los
animales.

La evolución de los sistemas nerviosos


Los sistemas nerviosos de los invertebrados tienden a la concentración del tejido nervioso. La
concentración de receptores sensoriales en la región anterior y la acumulación de células nerviosas
encargadas del procesamiento de la información sensitiva habrían sido favorecidas en forma
selectiva y dado por resultado el origen de un “cerebro” en la región anterior (proceso de
encefalización). Así quedaría definido un SNC constituido por un “cerebro” y un cordón nervioso y
un SNP constituido por filetes nerviosos distribuidos por todo el cuerpo del animal.
En los vertebrados, el sistema nervioso es dorsal al tubo digestivo y está notablemente
desarrollado. Sus centros principales de procesamiento, la médula espinal y el encéfalo, están
protegidos por los huesos de la columna vertebral y del cráneo. Si bien comparten una estructura
primordial común, los sistemas nerviosos de diferentes grupos de vertebrados presentan
diferencias relacionadas con la actividad que los animales llevan a cabo. Cerebelo: responsable de
coordinar el movimiento de los músculos. Hemisferios cerebrales y lóbulos ópticos: controlan entre
otras funciones, el procesamiento sensorial. Cuerpo estriado: principal centro integrador del
cerebro. Corteza cerebral: relacionada con funciones complejas como el procesamiento de grandes
cantidades de información y en humano con el lenguaje articulado y el pensamiento simbólico.

Importancia del sistema nervioso


En los animales, la aparición de sistemas que coordinan e integran todas las funciones representó
una novedad evolutiva muy significativa: el sistema nervioso y el sistema endocrino coordinan los
otros sistemas de órganos favoreciendo la optimización, en tiempo y espacio, de los procesos
metabólicos del animal y permiten que el organismo funcione como una unidad integrada.
Las funciones de ambos sistemas difieren en cuanto al tipo de comunicación. Las glándulas del
sistema endocrino envían información a distancia en forma generalizada y a ritmo lento y
desencadenan una respuesta relativamente lenta a través de las hormonas. El sistema nervioso,
por su parte, a través de la actividad neuronal, se especializa en una comunicación rápida y más
puntual, ya que utiliza un lenguaje de tipo eléctrico que permite que una señal recorra en poco
tiempo distancias muy grandes (ej.: jirafas).
Sin embargo el sistema nervioso es mucho más que una red de comunicación. Sus principales
funciones son:
 Coordina e integra todas las funciones, de manera que el organismo funcione como una
unidad estructural y funcional.
 Sus receptores sensoriales seleccionan información entre la gran cantidad de estímulos que
llegan a la superficie corporal y que se generan en el propio cuerpo.
 Transmite información desde el ambiente externo al interno.
 Integra la información desde receptores sensoriales que es procesada en los circuitos
nerviosos.
 Permite la toma de decisiones, mediante las cuales se canaliza la información por vías
seleccionadas hacia órganos o tejidos específicos en los cuales se ejecuta una respuesta
(efectores) o, alternativamente, impedir que alcance los efectores.
 Almacena información (memoria) acoplada con la posibilidad de recuperar información
específica cuando es requerida.
 Tiene la posibilidad de modificarse estructural y funcionalmente frente a cambios y
estímulos del ambiente, contribuyendo al aprendizaje.
 Ciertos componentes o circuitos de células nerviosas pueden generar patrones de actividad
que contribuyen al comportamiento global.

La neurona: la unidad estructural y funcional del sistema nervioso


Las células nerviosas o neuronas están formadas por un cuerpo o soma que contiene al núcleo. El
soma presenta múltiples prolongaciones cortas, las dendritas, y una prolongación extensa, el axón
. Las neuronas reciben información a través de sus dendritas, que se procesa en el soma y se
conduce a lo largo del axón hasta la siguiente sinapsis con otra neurona. Gran cantidad de
neuronas están rodeadas y protegidas por las células de la glía o
neuroglia con papel fundamental para el desempeño de sus funciones.
Además de proveer la vaina de mielina que acelera la transmisión de las
señales a través de las neuronas, las células de la glía actúan como tejido
de sostén, facilitan la nutrición de las neuronas y la eliminación de
desechos metabólicos, contribuyen a su defensa y actúan como guías
para el desarrollo neuronal.
Tanto en vertebrados como en invertebrados, los somas de las células
nerviosas suelen encontrarse agrupados en ganglios en el SNP y en
núcleos en el SNC. Los axones, a su vez, se agrupan formando nervios
en el SNP y haces en el SNC. Existen 4 tipos básicos de neuronas:
1. Neuronas sensoriales, que reciben información sensorial desde
receptores y la ingresan al SNC. Son aferentes (llevan señales hacia el centro).
2. Interneuronas, que transmiten señales dentro del SNC y forman circuitos neuronales.
3. Neuronas de proyección, que transmiten señales desde un punto a otro dentro de SNC.
4. Neuronas motoras, que transmiten señales fuera del sistema nervioso central hacia los
efectores: músculos y glándulas. Son eferentes (llevan señales hacia la periferia).

El sistema nervioso de los invertebrados


En él se pueden reconocer dos regiones principales: sistema nervioso central, formado por el
encéfalo y la médula espinal, y sistema nervioso periférico, formado por las vías sensitivas y
motoras que se distribuyen por el cuerpo.
Los nervios que forman el SNP llevan información desde el ambiente interno y externo hacia el
SNC, y desde éste a los efectores musculares y glandulares. Desde el punto de vista funcional y de
relación, en el SNP se pueden reconocer dos subsistemas: 1) El SNP somático (SNS) recoge
información sensitiva desde los receptores sensoriales que captan estímulos desde el exterior y
desde las articulaciones y músculos del cuerpo. Por otro lado, envía información motora hacia los
músculos esqueléticos. Permite la relación y la interacción del animal con el ambiente externo. 2) El
SNP autónomo (SNA) se relaciona con la actividad visceral y la regulación homeostática del medio
interno. Posee dos divisiones principales: una división simpática, que prepara al cuerpo para la
acción y una división parasimpática, que interviene en la restauración corporal. Una tercera
división es la división entérica, que regula el funcionamiento autónomo del sist. digestivo.
Por lo tanto, las salidas motora que alcanza a los
efectores del cuerpo a través de los nervios eferentes
provienen desde: a) el SNS que controla voluntariamente
los músculos esqueléticos, a excepción de las respuestas
reflejas que son involuntarias, y b) el SNA que controla en
forma involuntaria el músculo liso, el cardíaco y las
glándulas.
Del mismo modo, los ingresos sensoriales provienen
desde ambos subsistemas a través de los nervios aferentes.

El SNC: médula espinal y encéfalo


La médula espinal actúa como un enlace entre el encéfalo y el resto del cuerpo, al transmitir
información en ambos sentidos; también posee circuitos que controlan la locomoción, los
esfínteres, ciertos reflejos y otras funciones. En los seres humanos tiene dos áreas claramente
visibles en un corte transversal: un área central de sustancia gris y
un área periférica de sustancia blanca. La sustancia gris de la
médula consiste en interneuronas, cuerpos celulares y dendritas de
neuronas motoras y células de la glía. La sustancia blanca está
formada por haces de axones mielínicos que corren en sentido
longitudinal a través de la médula espinal.
La médula espinal se continúa con el encéfalo, que comprende el
cerebro, el diencéfalo, el cerebelo y el tronco o tallo cerebral o
encefálico. El tronco cerebral está formado por mesencéfalo, la
protuberancia y el bulbo raquídeo; contiene haces de fibras que
conducen señales hacia la médula espinal y desde allá también
cuerpos celulares de neuronas cuyos axones forman 10 de los 12
nervios craneales, los cuales traen información desde receptores
sensoriales e inervan los músculos y glándulas de la cabeza y de
las vísceras. Dentro del tronco cerebral hay núcleos que comandan
funciones reguladoras automáticas como el control de la
respiración, de la frecuencia cardíaca y de la presión sanguínea. El cerebelo, estructura que se
encuentra en la parte posterior y basal del encéfalo, se relaciona con el equilibrio y la coordinación
motora, entre otras funciones.
El diencéfalo es una región fundamental en lo que hace al procesamiento de información, la
regulación de las funciones viscerales y endocrinas y en la regulación de los ritmos biológicos. En
los vertebrados, el cerebro se diferencia en dos hemisferios cerebrales, derecho e izquierdo. La
sustancia gris recubre a los hemisferios cerebrales (corteza cerebral) y la sustancia blanca es
interna. En el cerebro se realiza el principal procesamiento sensitivo de la información entrante y en
él se generan las salidas motoras que controlan a los músculos corporales.
El SNC se encuentra protegido no sólo por el cráneo y la columna vertebral, sino también por
capas de membranas llamadas meninges, y está bañado por el líquido cefalorraquídeo (LCR)
que rodea al encéfalo y la médula espinal y circula por canales y ventrículos. Así, los ventrículos
forman parte de un sistema de cavidades en el interior del encéfalo y de la médula espinal,
comunicados por canales, cuyo líquido lleva nutrientes y linfocitos del sistema inmunitario a
diferentes partes del SNC. El LCR actúa también como un amortiguador de impactos.
El SNP: vías sensitivas y motoras
El SNP está constituido por nervios y ganglios que se distribuyen entre el SNC y el resto de los
tejidos y órganos del cuerpo. Los axones de las neuronas sensoriales y de las motoras forman
desde el SNC una serie de nervios:
- Nervios craneales que se conectan directamente con el encéfalo. Algunos de estos nervios
son sólo sensitivos, otros sólo motores y otros mixtos.
- Nervios espinales o raquídeos, que se conectan con la médula espinal. Todos son mixtos
(sensitivos y motores).
Los pares de nervios espinales entran y salen de la médula a través de espacios entre las
vértebras. Las fibras motoras de cada par inervan los músculos de un área diferente del cuerpo y
las fibras sensitivas reciben señales de los receptores sensoriales de la misma área. Las lesiones
en la médula espinal eliminan la sensibilidad e impiden el control motor de las áreas ubicadas en la
zona inferior a la lesión, ya que la información periférica no puede llegar al cerebro y la señal
cerebral no puede llegar a los efectores.
Los cuerpos celulares de las neuronas sensoriales están en los ganglios de la raíz dorsal, por fuera
de la médula espinal. Estas neuronas son bipolares, establecen
dos conexiones principales a través del soma: una con la
periferia y otra con la zona dorsal de la médula espinal. Allí, en
la sustancia gris medular, establecen sinapsis con neuronas de
proyección, interneuronas o neuronas motoras, o bien
ascienden al cerebro por cordones de sustancia blanca.
El arco reflejo: la unidad básica de procesamiento nervioso
Los 4 tipos de neuronas suelen estar interconectadas en los
arcos reflejos que permiten respuestas rápidas y eficientes. En
un arco reflejo espinal, el estímulo recibido por un receptor es
conducido por una neurona sensorial a la médula espinal. Allí
hace sinapsis con una neurona motora (reflejo monosináptico), o
bien primero hace sinapsis con una o más interneuronas y luego
con una neurona motora (reflejo polisináptico). Una vez
realizado el procesamiento sináptico medular, el arco reflejo se
completa con la neurona motora que activa al efector que lleva a
cabo la acción refleja. Simultáneamente, las neuronas de
proyección conducen la información concerniente al hecho a
otras partes del SNC, donde es procesada.
Las acciones reflejas son respuestas básicas, involuntarias,
innatas (no aprendidas, que tienen base genética) y estereotipadas (siempre operan del mismo
modo), y de alto valor adaptativo ya que permiten dar respuestas seguras a estímulos
generalmente nocivos, que garantizan la supervivencia.
Los subsistemas somático y autónomo: control voluntario e involuntario
El sistema nervioso puede ejercer control “voluntario”, a través del cual un animal comanda a
voluntad, en forma consciente, el movimiento de los músculos. Este control es llevado a cabo por el
SNS. Por otra parte, el control “involuntario” del músculo cardíaco, las glándulas y el músculo liso,
como el de las paredes de los vasos sanguíneos y en los sistemas, está a cargo del SNA.
Anatómicamente, las neuronas motoras del SNS son distintas y están separadas de las del SNA,
aunque los axones de ambas pueden encontrarse dentro del mismo nervio craneal o espinal. Los
cuerpos celulares de las neuronas motoras del SNS están localizados dentro del SNC y los largos
axones corren sin interrupción hacia los músculos esqueléticos.
Las vías del SNA también incluyen axones que se originan en cuerpos celulares que están dentro
del SNC, pero estos axones no suelen realizar todo el recorrido hasta los órganos blanco o
efectores, sino que hacen sinapsis por fuera del SNC con neuronas motoras que luego inervan los
efectores. Estas sinapsis ocurren dentro de los ganglios autónomos. Así las neuronas del SNA
cuyos axones emergen del SNC y terminan en los ganglios se llaman preganglionares, mientras
que aquellas cuyos axones emergen de los ganglios y terminan en los efectores se denominan
postganglionares.
Otra diferencia importante entre estos subsistemas es que en los vertebrados, el SNS puede
estimular o no a un efector, pero no puede inhibirlo. En contraste, el SNA es capaz de estimular o
inhibir la actividad de un efector. Por otro lado, ambas partes del SNP transmiten información
sensorial aferente. El SNA recibe información sensorial principalmente desde receptores
sensoriales que detectan cambios en las vísceras y en el interior del cuerpo, como a presión
sanguínea, temperatura, etc. Estas neuronas intervienen en reflejos viscerales.
El SNA: simpático y parasimpático
EL SNA posee una división simpática y una
división parasimpático (pathos=sufrimiento o
sensación). Se diferencian entre sí por su autonomía, su función y por los transmisores químicos
involucrados en su función. La noradrenalina es el principal neurotransmisor posganglionar del
sistema simpático y la acetilcolina lo es del parasimpático.
Estas divisiones tienen un efecto generalmente antagónico sobre la mayoría de los órganos
internos, los cuales están inervados por axones de ambos sistemas. Las funciones viscerales y la
regulación homeostática del cuerpo dependen principalmente de la cooperación de estas divisiones
del sistema autónomo y de la actividad de las glándulas endocrinas.
La división simpática prepara el cuerpo para la acción y media la respuesta al estrés. La
respuesta que produce suele generalizarse como “de lucha o huida” o al menos en los seres
humanos para una acción que habría sido apropiada en alguna etapa de nuestra evolución.
La división parasimpática, por el contrario, regula primariamente las actividades restauradoras del
cuerpo; es particularmente activa. Disminuye la frecuencia cardíaca, incrementa los movimientos
del musculo liso de la pared intestinal y estimula la secreción de las glándulas salivales y digestivas
del estómago.
Las funciones de estas dos divisiones no siempre son antagónicas. Ambos sistema colaboran en
algunas respuestas, como la secreción salival y la respuesta sexual masculina.
Algunos autores consideran como una tercera división a la entérica, una importante red neuronal
(con igual n° de neuronas que la médula espinal) que se encuentra en las paredes del tubo
digestivo. Se subdivide en un plexo submucoso, que regula la secreción y absorción en las
paredes digestivas, y un plexo muscular, que controla los movimientos del tubo digestivo. La
división entérica está modulada por el resto del SNA y el perfecto estado funcional de esta división
asegura el desarrollo correcto de los procesos digestivos.

CURTIS: Capítulo 33 – Procesamiento de la información


En la actualidad se considera que los comportamientos complejos del cerebro humano se basan en
la actividad de circuitos neuronales que se distribuyen por todo el encéfalo. Esta postura
considera que cada función tiene una localización pero que no existe un “centro”, sino circuitos
distribuidos por el encéfalo que procesan información.
El comportamiento está sustentado por las respuestas motoras que se originan en el sistema
nervioso. Esta suma total de acciones se modifica constantemente en respuesta a estímulos
procedentes del ambiente. Algunas respuestas son reflejos simples y predecibles. Otros
comportamientos más complejos son altamente dependientes de la información almacenada,
procedente de experiencias pasadas y por ende resultan menos predecibles. A diferencia de
circuitos eléctricos, las redes nerviosas no son simples conexiones, sino que exhiben plasticidad,
tienen la capacidad de experimentar modificaciones funcionales, e incluso anatómicas, en
respuesta a la experiencia. La mayoría de los circuitos neuronales que procesan información se
encuentran situados en el encéfalo.

El encéfalo de los vertebrados


Como en toda estructura anatómica adaptativa, las características de los vertebrados actuales
fueron modeladas por largos procesos selectivos.

El
encéfalo está muy bien protegido por los huesos del cráneo, las meninges y el líquido
cefalorraquídeo. Al igual que la médula espinal, está formado por la sustancia blanca (axones
revestidos de mielina) y la sustancia gris (los somas y las dendritas de un enorme número de
neuronas y las células de la glía). Tanto en la sustancia gris como en la blanca se encuentran
numerosas células gliales, que exceden en número a las neuronas.
Rombencéfalo y mesencéfalo: tronco cerebral y
cerebelo
En los vertebrados, el tronco o tallo cerebral está
formado por el bulbo raquídeo, la protuberancia
(que corresponde al rombencéfalo) y el
mesencéfalo. Toda la información que entra o sale
del cerebro a la periferia pasa por esta estructura y
entre sus características podemos mencionar:
- Control de las actividades automáticas que
permiten la supervivencia.
- Al igual que la médula espinal, contiene núcleos
de neuronas involucrados en ciertos reflejos,
como la tos o vómito.
- Los centros nerviosos del bulbo controlan el
latido cardíaco, la presión arterial y la respiración
, razón por la cual un golpe asestado en la base
del cráneo puede ser fatal.
- Las estructuras del tronco tienen un papel central
en la conciencia, la atención y en el ciclo vigilia-
sueño.
De la superficie inferior del encéfalo surgen 12 pares
de nervios craneales. El tronco cerebral contiene
neuronas sensoriales y motoras que forman 10 de
los 12 nervios craneales, cuya función consiste en
enviar mensajes a la cabeza, el cuello y la mayor parte de los órganos importantes del pecho y del
abdomen y en recibirlos de ellos.
El tronco cerebral es atravesado, en ambas direcciones, por las fibras nerviosas sensitivas y
motoras que pasan entre la médula espinal y los centros superiores del encéfalo. Muchos de estos
tractos de fibras se cruzan en el tronco cerebral; las fibras sensitivas pasan desde el lado derecho
del cuerpo hacia el hemisferio izquierdo, y este hemisferio inerva los músculos del lado derecho. Lo
mismo ocurre con los lados contrarios. Este entrecruzamiento es una de las principales
características de la organización de todos los sistemas nerviosos de los vertebrados.
El cerebelo (que también corresponde al rombencéfalo) coordina el
movimiento voluntario de los músculos, regula el tono muscular y
realiza un ajuste fino del equilibrio del cuerpo. Recibe información
sensorial visual y auditiva y de las articulaciones y los músculos, así
como de las vías motoras. Mediante la integración de esta información,
el cerebelo realiza su función de coordinación motora.
El prosencéfalo: diencéfalo y el telencéfalo
En el embrión, el presencéfalo se divide en diencéfalo y telencéfalo.
Diencéfalo: tálamo, hipotálamo y glándula pineal.
El tálamo, dos masas ovoies de materia gris apretujadas dentro del
encéfalo, constituye el principal centro de comunicación entre el tronco
cerebral y los centros superiores del cerebro. Así, varios núcleos
diferentes procesan y clasifican la información sensorial. El tálamo
también interviene en la regulación de las emociones y estados de alerta.
El hipotálamo, a pesar de su pequeño tamaño, es uno de los centros de regulación homeostatica
más importantes del encéfalo. Sus núcleos coordinan las actividades asociadas al comportamiento
instintivo, la motivación, así como la expresión periférica de los estados emocionales. Es el centro
principal para la integración de los sistemas nervioso y endocrino, y controla la expresión de los
ritmos circadianos a través de un grupo de neuronas localizadas en su parte basal.
La glándula pineal, se ubica dorsal al tálamo y produce la hormona melatonina. Esta glándula
recibe información desde el núcleo supraquiasmático, reloj biológico o marcapasos, a través de la
división simpática.
Telencéfalo o cerebro
Su tamaño relativo con respecto a otras partes del encéfalo es muy grande. Este incremento
alcanza su máxima expresión en el cerebro humano, en el cual los muchos surcos y superficie
plegada, la corteza cerebral, aumentan notablemente su área superficial. El plegamiento de la
corteza permite que su enorme área quepa dentro de los límites del cráneo. Los hemisferios
cerebrales se conectan entre sí por una masa de fibras mielínicas muy compacta, el cuerpo
calloso. Cada hemisferio cerebral controla funciones somáticas, sensoriales y motoras en forma
cruzada (mitad opuesta del cuerpo).
Los núcleos de la base poseen dos funciones muy importantes: ayudan a ejecutar patrones
subconscientes pero aprendidos de movimiento y contribuyen a planificar múltiples patrones
paralelos y secuenciales de movimiento que la mente debe asociar para realizar una tarea con un
propósito determinado.

La corteza cerebral
Un 10% de las células nerviosas del encéfalo
humano se localizan en la corteza cerebral,
una delgada capa de sustancia gris. En Homo
Sapiens, cada hemisferio cerebral esta
subdividido externamente en lóbulos por dos
profundas cisuras o surcos en la superficie: los
lóbulos frontal, parietal, temporal y
occipital. (Figura a)
En todos los vertebrados se pueden reconocer
dos tipos de cortezas: la arquicorteza y la paleocorteza, en reptiles y mamíferos se agrega la
neocorteza. El gran tamaño de los hemisferios en mamíferos es el crecimiento y desarrollo de esta
última, que desplazó a las otras cortezas a regiones basales del cerebro. En el hombre y delfines,
toda la corteza externa corresponde a la neocorteza muy plegada.
Áreas funcionales corticales con procesamientos motores y sensitivos específicos (figura b):
- Corteza motora, ubicada delante de la cisura central, en el lóbulo frontal, controla la actividad
voluntaria de los músculos esqueléticos.
- Corteza somatosensorial, ubicada por detrás de la cisura central, forma parte del lóbulo
parietal, recibe señales táctiles y estímulos relacionados con la percepción del propio cuerpo, la
temperatura y el dolor.
- Corteza auditiva, localizada en el lóbulo temporal superior, procesa señales enviadas por las
neuronas sensoriales del oído que responden a diferentes características del sonido.
- Corteza visual, ocupa el lóbulo occipital. Distintas áreas de esta corteza se activan cuando se
estimulan zonas muy restringidas de la retina con un haz de luz muy fino. Existe una
correspondencia entre una zona determinada de la retina y su representación espacial y su
extensión en la corteza visual. Una excesiva representación, combinada con la gran superficie
que ocupan las cortezas motora y sensorial dedicadas a las manos, evidencian la gran
importancia que ha adquirido en la evolución la coordinación de la destreza manual y visual.
Algunas partes de las cortezas somatosensorial y motora se corresponden con zonas específicas
del cuerpo.
A su vez, las áreas funcionales motoras y sensitivas poseen una región primaria y una secundaria.
Las áreas primarias envían conexiones directas hacia los músculos específicos, lo cual da por
resultado movimientos musculares discretos, o reciben conexiones desde los receptores sensitivos
específicos, lo que contribuye a experimentar una sensación a partir de un área receptiva pequeña.
Las áreas secundarias complementan el funcionamiento de las áreas primarias.
Las cortezas de asociación o áreas de procesamiento intrínseco (figura c) asocian e integran
información motora y sensorial de diversas modalidades, a través de conexiones intercorticales y
con zonas subcorticales. Las cortezas de asociación son regiones que se presenta casi
exclusivamente en el cerebro humano y resultan estructuras predominantes. Lo cual sugiere una
relación entre la presencia de estas áreas y la inmensa capacidad y plasticidad del cerebro
humano. Las áreas de procesamiento intrínseco son el asiento de las funciones cerebrales
superiores e intervienen en la integración de la información sensorial con las emociones y su
retención en la memoria, y con el pensamiento, el cual es un componente clave en el aprendizaje,
en la planificación del futuro y definición de las intenciones del comportamiento.
En el cerebro, el área somatosensorial se proyecta a otras áreas del lóbulo parietal. Por ejemplo, el
área primaria se proyecta a las secundarias y a la corteza parietal posterior, perteneciente al área
cortical de asociación parientotemporooccipital donde la información somática permite configurar la
imagen corporal, construir la noción del espacio extrapersonal y planificar los movimientos en el
espacio.
Cerebro derecho e izquierdo
Se considera que los hemisferios cerebrales humanos es la imagen especular el uno del otro, pero
existe asimetría. Por esto se considera la perspectiva de la lateralización funcional, que establece
que los hemisferios cerebrales son funcionalmente diferentes, e implica que aunque ciertas
funciones muy jerarquizadas estén localizadas en el hemisferio izquierdo, el derecho no está
menos desarrollado ni subordinado. Existe un concepto de especialización complementaria de los
hemisferios cerebrales, ya no una dominancia cerebral como se pensaba antes.
Cada hemisferio tiene sus propias percepciones, sensaciones, pensamientos, sentimientos y
recuerdos, que son integrados y complementados a través del cuerpo calloso.
Principales diferencias entre los hemisferios cerebrales:
Hemisferio izquierdo: se especializa en los procedimientos de pensamiento lógico y analítico
secuenciales, en descomponer las cosas es sus partes integrantes, en especial en lenguaje y
matemáticas; procesa la información de un componente a la vez y su forma de operación es
principalmente lineal.
Hemisferio derecho: se especializa en el pensamiento sintético y en las relaciones visuales y
espaciales, en unir componentes diferentes formando un todo (en particular en tareas espaciales),
en la identificación de objetos por su forma, en actividades artísticas, en el reconocimiento de
temas musicales, en la construcción de la imagen corporal y en el reconocimiento de rostros;
procesa información de manera más difusa (varios componentes a la vez) y su modo de operación
es holístico.

Procesamiento subcortical
La integración y la regulación de la multitud de procesos que se producen en el cuerpo son
posibles gracias a la coordinación de todas las actividades encefálicas. La información se
intercambia entre distintas partes del encéfalo mediante haces difusos de axones, de manera que
una red local de neuronas en una zona del encéfalo puede modificar la actividad de otras redes
neuronales localizadas en otra parte de él y viceversa, ej.: la formación reticular y el sistema
límbico.
Formación reticular: conciencia y atención
Red laxa de interneuronas que recorren el tronco cerebral. Está relacionada con el estado de alerta
y conciencia. La conciencia es el resultado de la actividad conjunta entre el tronco encefálico, el
tálamo y la corteza cerebral. Sus interconexiones permiten estar despierto y atento a los estímulos
del ambiente, procesarlos e integrarlos y responder a ellos. Todos los sistemas sensoriales se
comunican con la formación reticular que, junto con el tálamo filtra la información entrante y
discrimina la importante de la irrelevante (ej.: radio vs llanto de un bebé).
Un traumatismo o lesión de la formación reticular lleva al coma, situación de inconsciencia que
según su profundidad, puede ser irreversible.
Ciclo vigilia-sueña
Fenómenos complementarios y la formación reticular y otras estructuras del tronco cerebral y del
hipotálamo son fundamentales en la regulación de este ciclo.
Vigilia: estado orgánico con manifestaciones fisiológicas, comportamentales y psíquicas bien
definidas. Estado consciente en el que recibimos, procesamos y respondemos a los estímulos del
ambiente. El organismo tiene una conexión perceptiva máxima con las condiciones del medio físico
y social. Se producen así respuestas adecuadas y rápidas, fisiológicas y comportamentales.
Sueño: estado de inconsciencia del que una persona puede ser despertada por estímulos
sensitivos y de otro tipo. Es reversible y se puede salir de él con facilidad. Se reconocen dos fases
del sueño: sueño de ondas lentas y sueño rápido, que se identifican por su distinto registro
encefalográfico, tonicidad muscular y ciertos movimientos oculares.
Es en el sueño rápido donde ocurre la actividad onírica lúcida, vívida, cargada de emociones. Otras
dos variables lo distinguen: los movimientos oculares rápidos (MOR) en los que los globos oculares
se mueven juntos, bajo los párpados cerrados, y la intensa atonía muscular, activa y centralmente
inducida que se diferencia de la relajación muscular propia del sueño lento. Esta atonía impide que
actuemos durante nuestros sueños. Por otro lado, el sueño de ondas lentas (SOL), muestra
actividad eléctrica cerebral con ondas lentas y de gran amplitud. Esta etapa del sueño se relaciona
con la reparación metabólica y el descanso corporal
El sueño es un fenómeno activo, sobreviene por una actividad que el cerebro realiza y no por lo
que deja de hacer.
Sistema límbico: comportamiento instintivo, motivación y emociones
La conducta sexual, los sentimientos de placer y castigo, los impulsos motivacionales y el
comportamiento emocional se procesan principalmente en las regiones basales del encéfalo, que
en su conjunto componen el sistema límbico. Red de neuronas que comunican el hipotálamo con
ciertas regiones de la corteza cerebral y demás partes del encéfalo y contiene uno de los centros
de convergencia de información sensorial, la amígdala. El sistema límbico procesa y transmite las
sensaciones de hambre, sed y deseo que se traducen en acciones complejas.
Las estructuras del sistema límbico están relacionadas con la naturaleza afectiva de los estímulos
sensitivos. Estas cualidades afectivas se denominan también recompensa o castigo, y los dos
sistemas de respuestas opuestas afectan en forma significativa el comportamiento.

Aprendizaje y memoria
En los humanos la memoria es la habilidad de almacenar y recuperar información sobre
experiencias pasadas, propias o ajenas, y se consolida en dos etapas. La memoria de corto plazo
es la que se establece inmediatamente luego de adquirir información y dura segundos o minutos.
Luego de un proceso de consolidación se establece en memoria de largo plazo, de carácter
estable.
La memoria también se clasifica según si los recuerdos corresponden a hechos ocurridos en el
pasado (memoria retrógrada) o por la incapacidad de establecer nuevas memorias a partir de un
momento dado como un trauma (memoria anterógrada). Estos tipos de
memoria se han definido sobre la base de su ausencia, distintos tipos de
amnesia en los pacientes. Así, un paciente con amnesia anterógrada
podrá recordar hechos ocurridos en su infancia, pero será incapaz de
recordar al médico que lo atiende seguido luego de su lesión. En cuanto
al contenido, las memorias se pueden clasificar en declarativas o explícitas (hechos que pueden
ser narrados) o de procedimiento o implícitas (memoria motora, andar en bici).
Bases neurofisiológicas de la memoria y el aprendizaje
Varias regiones del cerebro humano parecen intervenir en la consolidación y el almacenamiento de
la memoria:
Hipocampo: región de la corteza del lóbulo temporal que forma parte del sistema límbico. Un daño
en el no afecta a las memorias de largo plazo ya establecidas, pero interfiere en la transferencia de
las memorias de corto plazo a la memoria de largo plazo o consolidación.
Prosencéfalo basal: es la fuente principal de acetilcolina en el cerebro, un neurotransmisor
aparentemente vital para los procesos que ocurre en otras partes del circuito, en particular en la
amígdala y el hipocampo.
Amígdala: además de su función de estación de relevo en estos circuitos, también es la región en
la cual se engarza la información procedente de los diferentes sentidos. Dadas las conexiones
entre la amígdala y el hipotálamo, los recuerdos tienen contenido emocional, cuyos detalles
dependen de nuestras experiencias particulares.
Estas vías son las relacionadas con la memoria declarativa, que se considera almacenada
principalmente en las cortezas de asociación y que puede ser un proceso distinto de la memoria
relacionada con respuestas motoras automáticas a estímulos particulares. Este segundo tipo de
memoria, de “hábito” y “procedimiento”, sustenta actividades como equilibrar el peso en una curva
con la bici. Este tipo de memoria inconsciente es almacenada en diversos circuitos sensoriales,
motores, emocionales, y se considera que en parte puede estar involucrado el cerebelo.

Funciones cerebrales superiores


Las áreas corticales funcionales que procesan los ingresos sensoriales o que producen respuestas
motoras poseen una ubicación específica y bastante conservada. La memoria y el aprendizaje son
funciones que ocupan áreas grandes y difusas del cerebro, pero los circuitos que controlas algunas
de las “funciones superiores” humanas (lenguajes, gnosias y praxias), están más o menos
localizadas en la neocorteza.
El reconocimiento sensorial o gnosias es una capacidad de orden superior que posibilita percibir o
reconocer objetos mediante canales sensoriales.
Los movimientos proposicionales, dirigidos a un objetivo, son aprendidos y voluntarios, y en
presencia de lesiones cerebrales pueden surgir las dificultades en su realización. Las praxias se
definen como sistemas de movimientos coordinados en función de un resultado, que se
caracterizan por ser secuenciales, complejos, aprendidos y tienen una intención que les da origen.
Estos actos no son instintivos, requieren un aprendizaje social y surgen de un plan pre-establecido.
Son una forma superior de aprendizaje fisiológico que el ser humano realiza como manifestación
adaptativa compleja al medio (escritura, vocalización).
El lenguaje
El lenguaje es una forma netamente humana de comunicación, un medio de transmitir información
compleja de una persona a otra/s. Si bien hace referencia a aspectos verbales y orales de la
comunicación, está íntimamente sustentado y relacionado con otros aspectos como la prasodia
(carga emocional e inflexiones del habla), las expresiones faciales, la postura y los gestos.
Se pueden localizar dos áreas en el hemisferio cerebral izquierdo relacionadas directamente con el
habla: 1) área de Broca: se encuentra cerca de la corteza motora que controla el movimiento de
labios, lengua, mandíbula y cuerdas vocales. 2) área de Wernicke: se encuentra al lado de la
corteza auditiva, y en parte, la rodea. Una lesión (afasia) produce la falta de coherencia y
significado en el habla, aunque sea fluida, y altera la comprensión de palabras orales y escritas.
Hay una conexión entre ambas áreas que forma un “circuito del habla”. Los pacientes con una
lesión en esta conexión sufren afasia de conducción y se caracterizan por tener la capacidad de
comprender y elaborar el lenguaje hablado, pero no pueden conectarlo con la propia emisión de
palabras en forma inteligible.
Lesión en el área del lenguaje del hemisferio izquierdo produce afasias, lesiones equivalentes en el
hemisferio derecho puede dificultar la prasodia.

Plasticidad neuronal
Se reconoce en la actualidad que ciertas células pueden diferenciarse en neuronas nuevas.
También en el cerebro continuamente se producen cambios y rearreglos en el funcionamiento de
las neuronas que lo forman. Estos cambios en las conexiones y los circuitos entre las neuronas se
conocen como procesos de plasticidad neuronal.
Estos procesos incluyen, principalmente, modificaciones en la comunicación entre las neuronas,
que fortalecen o debilitan ciertas conexiones sinápticas. Por otra parte, existen procesos de
regeneración neuronal luego de cortes o lesiones.
Modificación sináptica
En la actualidad se cree que el establecimiento de memorias se debe a cambios en los circuitos
sinápticos y en las respuestas de las neuronas a la estimulación.
La habituación que se considera una forma muy simple de aprendizaje, está asociada con una
disminución gradual en la cantidad de neurotransmisor liberado por las neuronas sensoriales que
se estimulan repetidamente. Esta disminución se refleja en una declinación en las respuestas de
las neuronas motoras. Sin embargo si el estímulo es más fuerte, se vuelve a ser sensible a él. La
respuesta motora se torna más rápida y enfática. En la sinapsis, esto se denomina sensibilización,
un fenómeno que tiene un efecto opuesto al de la habituación y en el cual hay un incremento
gradual en la cantidad de neurotransmisor liberado por las neuronas sensoriales. Las alteraciones
en la transmisión sináptica son críticas en los procesos de consolidación de la memoria y en el
aprendizaje. Se piensa que estas alteraciones dependen de cambios en las células pre y
postsinápticas.

Aprender nos debe llevar toda la vida - Lic. Mariela Vestfrid


El cerebro es experiencia dependiente, se moldea gracias a la posibilidad de cambio implícita en su
propia estructura. Nacemos con los dispositivos básicos para el aprendizaje: sensopercepción,
atención, motivación y memoria, con los cuales nos enfrentamos a nuestro medio ambiente natural
y al social, y nos adaptamos a medida que aprendemos a responder a todos los estímulos que de
ellos emergen. La memoria y el aprendizaje tienen en común la incorporación de información que
uno puede recuperar y el aprendizaje se distingue porque tal información es útil para la adaptación.
Es así que podemos pensar que dicha adaptación nos ha permitido evolucionar como especie, con
un sustrato biológico que ha ido complejizándose por acción de la cultura, dividiendo funciones e
integrando subsistemas. La corteza cerebral es asiento de las funciones cerebrales superiores un
ejemplo de ellas sería el lenguaje, que a diferencia de los dispositivos básicos del aprendizaje que
son innatos, deben ser “aprendidas”, las debemos desarrollar en interacción con los otros. El
sustrato biológico de estas funciones son las llamadas áreas corticales secundarias, dependientes
de la estimulación y sobre las cuales la familia y los docentes tienen un rol fundamental. Y luego
tenemos las áreas de asociación terciaria en el lóbulo frontal y en la zona parietal-temporaloccipital,
donde se integra información de diversas modalidades apareciendo por ejemplo la noción de
esquema corporal, al igual que las anteriores se instituyen a partir de la estimulación.
Podemos influir sobre las áreas secundarias y terciarias, y por ello es relevante estimular todas
teniendo presente que en conjunto forman un único sistema. Hasta no hace mucho tiempo se
desconocía la función de estas áreas que representan la mayor parte de la corteza cerebral, desde
que se hace uso de las neuroimágenes podemos “ver” el funcionamiento del cerebro in vivo.
Cuando se busca mejorar la educación, en todos los niveles, se insiste sobre un aspecto que es el
de integrar contenidos de distintas asignaturas, por ejemplo literatura, historia e informática. Dicha
estrategia tendría su correlato en el cerebro, áreas distintas se integran mediante circuitos donde
se interpreta y se elabora a partir de la información, la manera de “guardar” los conocimientos es
construyendo nuevos saberes en base a los adquiridos en forma previa, comparando lo nuevo con
lo viejo y estableciendo asociaciones. Hay que diseñar estrategias de enseñanza que reflejen los
mecanismos biológicos que portamos para el aprendizaje. Es interesante introducir al respecto el
concepto de “reserva cognitiva” entendida como “el efecto protector que logra una buena
educación” frente a procesos patológicos neurodegenerativos (Rodríguez y Sánchez, 2004) y
también como aquella que posibilita una “compensación” en individuos con mayor educación, con
un mayor nivel ocupacional o con una mayor inteligencia relativamente conservada frente a los
procesos neurodegenerativos. (Stern, 2002). Este constructo permite explicar que a iguales
cantidades de daño en el tejido nervioso en dos sujetos, uno se muestre más comprometido que el
otro, aunque no nos protege de la enfermedad en sí. Es decir, lo que hace la reserva cognitiva es
“esconder” durante un tiempo las primeras manifestaciones clínicas de la demencia. (Rodríguez y
Sánchez, 2004). ¿Cuál sería el aporte del conocimiento de la reserva cognitiva al estudio del
aprendizaje? A través de la neuroplasticidad podemos explicar la capacidad de seguir aprendiendo,
a su vez representa la posibilidad de reclutar neuronas o reforzar circuitos preexistentes, utilizando
estas áreas estímulo-dependientes que ante el deterioro normal, que se produce con la edad, o
patológico podrán mantener sus funciones si conservan un remanente de tejido. La reserva
cognitiva permite “relacionar la educación con la calidad de vida”. El cerebro diseña su propio
diseño, genera cambios y “elige” que estímulos iniciarán estos procesos. Enfrentar cambios,
nuevos desafíos, implica establecer nuevas redes neuronales cuya finalidad es la adaptación a la
que subyace el aprendizaje. El medio ambiente del cerebro es el cuerpo y el entorno, entre ambos
hay un flujo de información sostenido durante toda la vida, un equilibrio dinámico que en el
organismo se traduce en una integración sensitivo-motora. Podemos buscar el significado de
aprender desde una perspectiva ecológica y arribar como posible respuesta que es la estrategia
para mantener nuestras funciones mentales, o dicho de otra manera, para seguir siendo nosotros
mismos.

CAPÍTULO 49 – Regulación Endocrina – Solomon


El sistema endocrino regula los procesos fisiológicos como el crecimiento y desarrollo, el
metabolismo, el equilibrio de líquidos y las concentraciones de iones y compuestos químicos
específicos en la sangre, la orina y otros fluidos corporales; la reproducción y la respuesta al estrés.
Los tejidos y órganos del sistema endocrino secretan hormonas, mensajeros químicos que envían
señales a otras células.
49.1 Panorama de la Regulación Endocrina
El sistema endocrino es una colección diversa de células, tejidos y órganos, incluyendo glándulas
endocrinas especializadas que producen y secretan hormonas, mensajeros químicos que regulan
muchos procesos fisiológicos. Las hormonas excitan, o estimulan, cambios en tejidos específicos.
Las glándulas endocrinas difieren de las glándulas exocrinas en que las últimas liberan sus
excreciones hacia conductos (lagrimales, salivales, etc.), mientras que las primeras no tienen
conductos y secretan sus hormonas hacia el fluido intersticial o la sangre circundante.
Se han identificado cerca de 10 glándulas endocrinas distintas.
Las hormonas suelen ser transportadas por la sangre. Producen una respuesta característica sólo
después de unirse con receptores específicos en células diana o blanco, influidas por una
hormona particular. Varios tipos de hormonas pueden participar en la regulación de actividades
metabólicas de un tipo de célula particular. Incluso pueden generar efecto sinérgico y la presencia
de una mejora los efectos de la otra.
El sistema endocrino y el sistema nervioso interactúan para regular el cuerpo
El sistema endocrino trabaja estrechamente con el nervioso para mantener la homeostasis. El
sistema endocrino envía señales a una gama mucho más amplia de tipos de células objetivos que
el sistema nervioso.
En general, el sistema endocrino reacciona con más lentitud que el nervioso, aunque sus
respuestas pueden ser más duraderas. El sistema nervioso ayuda a regular muchas respuestas
endocrinas. El hipotálamo, que es el enlace entre los sistemas nervioso y endocrino, también
produce varias hormonas, incluidas hormonas que regulan la glándula pituitaria.
Los sistemas de retroalimentación negativa regulan la actividad endocrina
Las moléculas de hormonas se mueven continuamente fuera de la circulación y se unen con sus
células diana. Son eliminadas de la sangre por el hígado, que inactiva alguna de ellas, y por los
riñones, que las excretan.
La mayor parte de la acción endocrina es regulada por sistemas de retroalimentación negativa.
Las glándulas paratiroides regulan la concentración de calcio de la sangre. Cuando la
concentración de calcio no está dentro de los límites homeostáticos, los nervios y los músculos no
pueden funcionar de manera adecuada. Falta de calcio genera espasmos musculares (calambres).
Cuando la concentración de calcio no está equilibrada, los sistemas de retroalimentación negativa
restauran la homeostasis. La hormona paratiroide incrementa la concentración de calcio del hueso
y la reabsorción de calcio por los túbulos del riñón. Ambas respuestas son sistemas de
retroalimentación negativa.
Las hormonas son asignadas a cuatro grupos químicos
Aunque las hormonas son químicamente diversas, suelen pertenecer a uno de 4 grupos químicos:
1) derivados de ácidos grasos (prostaglandinas y hormonas juveniles de insectos), 2) esteroides
(cortisol, testosterona, progesterona, estrógeno), 3) derivados de aminoácidos (hormonas de la
tiroides T3 y T4, la melatonina), o 4) péptidos o proteínas (secretina, calcitonina, oxitocina, HAD).

49.2 Tipos de señalización endocrina


Las hormonas envían señales a sus células diana por medio de señalización endocrina clásica,
señalización neuroendocrina, señalización autoendocrina y señalización paracrina.
Señalización endocrina clásica: las hormonas son secretadas por glándulas endocrinas y
transportadas por la sangre a células diana. Las hormonas esteroides y la tiroides son
transportadas unidas a proteínas plasmáticas. Las hormonas péptidas solubles en agua se
disuelven en el plasma. Las hormonas salen de la sangre con el plasma y están presentes en el
fluido intersticial.

Señalización neuroendocrina: ciertas neuronas conocidas como células neuroendocrinas, son un


vínculo importante entre los sistemas nervioso y endocrino. En esta señalización, las células
neuroendocrinas producen neurohormonas que son transportadas por los axones y liberadas
hacia el fluido intersticial. Suelen difundirse en capilares y son transportadas por la sangre.

Algunos reguladores locales son considerados hormonas


Un regulador local es una molécula de señalización que se difunde por el fluido intersticial y actúa
sobre células próximas. También algunos compuestos químicos que actúan como hormonas
clásicas (transportadas por la sangre) funcionan como reguladores locales en ciertas condiciones.
Los reguladores locales usan señalización autocrina o paracrina.
Señalización autocrina; en ella, una hormona u otro regulador actúa sobre las células mismas que
la producen.
Señalización paracrina: regulación local en el que la hormona actúa sobre células próximas.

Los reguladores locales incluyen mediadores químicos como factores de crecimiento, histamina,
óxido nítrico y prostaglandinas. Más de 50 factores de crecimiento, típicamente péptidos,
estimulan la división celular y el desarrollo normal en tipos específicos de células. La histamina
provoca la dilatación de los vasos sanguíneos y que los capilares se vuelvan más permeables. El
óxido nítrico (NO), otro regulador local, es un gas producido por muchos tipos de células, incluidas
las que revisten los vasos sanguíneos. El NO relaja las fibras de músculo liso en la pared del vaso
sanguíneo, provocando su dilatación.
Las prostaglandinas son ácidos grasos modificados liberados continuamente por las células de la
mayoría de los tejidos. Estas hormonas locales usan señalización paracrina. Aunque están
presentes en cantidades muy pequeñas, afectan una amplia gama de procesos fisiológicos.
Interactúan con otras hormonas para regular varias actividades metabólicas.
El principal objetivo de las prostaglandinas es el músculo liso. Algunas estimulan la contracción del
músculo liso, mientras otras ocasionan su relajación. Así, algunas reducen la presión arterial
mientras otras la elevan.
Por su regulación a tantos procesos metabólicos, las prostaglandinas poseen gran potencial clínico
(actualmente inducir el parto, curar úlceras en el estómago o duodeno).

49.3 Mecanismos de la acción hormonal


Una hormona presente en el fluido intersticial permanece “inadvertida” hasta que llega a sus
células diana, las cuales tienen receptores que las reconocen y se unen a ella. Los receptores de
hormonas son proteínas grandes o glicoproteínas. Solo la
hormona que se ajusta al receptor específico puede influir la
maquinaria metabólica de la célula. Los receptores son
responsables de la especificidad del sistema endocrino.
Los receptores son sintetizados y degradados
continuamente. Sus cantidades son aumentadas o
disminuidas por regulación por disminución del receptor y
regulación por aumento del receptor. La regulación por
disminución reduce la sensibilidad de las células diana hacia
la hormona, de modo que amortigua la habilidad de esta
última para llevar a cabo su función. La regulación por
aumento ocurre cuando la concentración de una hormona
particular es demasiado baja. Incrementar el número de
receptores en la membrana plasmática aumenta el efecto de
la hormona sobre la célula.
Algunas hormonas entran en células diana y activan
genes
Las hormonas esteroides y las hormonas de la tiroides son moléculas relativamente pequeñas,
solubles en lípidos que pasan fácilmente a través de la membrana plasmática de la célula diana.
Los receptores de proteínas específicos en el citoplasma o en el núcleo se unen con la hormona
para formar un complejo hormona-receptor. Por ejemplo, las hormonas de la tiroides se unen con
receptores en el núcleo que son factores de transcripción. Una vez activadas por la hormona,
ponen en marcha o reprimen la transcripción de ARN mensajero que codifica proteínas específicas.
Las proteínas que son sintetizadas producen cambios en la estructura o en la actividad metabólica.
La activación de genes y la síntesis de proteínas pueden llevarse varias horas. Sin embargo, las
hormonas esteroides también pueden tener mecanismos de acción más rápidos que no requieren
la síntesis de proteínas.
Muchas hormonas se unen a receptores en la superficie celular
Debido a que las hormonas péptidas son hidrófilas, no son solubles en la capa lipídica de la
membrana plasmática y no entran en las células diana. En lugar de eso, se unen a receptores
específicos sobre la superficie celular en la membrana plasmática. Dos tipos principales de
receptores en la superficie celular que se unen a hormonas son los acoplados a proteínas G y los
asociados a enzimas.
Los receptores acoplados a proteínas G inician la transducción de señales:
Los receptores acoplados a proteínas G son proteínas transmembrana que inician la
transducción de señales; convierten una señal hormonal extracelular en una señal intracelular
que afecta algunos procesos celulares. La hormona no entra en la célula. Sirve como el primer
mensajero y transmite la información a un segundo mensajero o señal intracelular. Luego, el
segundo mensajero envía señales a las moléculas efectoras para que lleven a cabo la acción.
Los receptores acoplados a proteínas G activan proteínas G, a un grupo de proteínas regulatorias
integrales. La G indica que se unen a trifosfato de guanosina (TFG) el cual, como el ATP, es una
molécula importante en reacciones energéticas. Cuando el sistema está inactivo, la proteína G se
une al difosfato de guanosina (DFG), que es semejante al ADP, la forma hidrolizada del ATP.Las
proteínas G transportan una señal entre el receptor y el segundo mensajero.
Cuando un receptor ligado a hormonas se une a
una proteína G estimulatoria, ésta libera TFG y
lo reemplaza con TFG. La proteína G
experimenta un cambio en su configuración que
le permite unirse con la enzima adenilil ciclasa
y activarla en el lado citoplasmático de la
membrana plasmática. Una vez activada, la de
adenilil ciclasa cataliza la conversión de ATP en
AMP cíclico (AMPc). Al acoplarse el complejo
hormona-receptor con una enzima que genera
una señal, las proteínas G amplifican los efectos
de la hormona y rápidamente son producidas
muchas moléculas de segundos mensajeros. Un
tipo de proteína G, la Gs, estimula la adenilil
ciclasa y otra, la Gi, la inhibe.
El AMPc activa proteínas quinasas, enzimas
que fosforilan (agregan un grupo fosfato a) proteínas específicas. Una vez fosforilada, la proteína
quinasa es activada y puede fosforilar la siguiente proteína en la ruta. Una cadena de reacciones
conduce a algún cambio metabólico. Los sustratos para la proteína quinasa son diferentes en
varios tipos de células, por lo que el efecto del AMPc varía. En las células del músculo esquelético,
una proteína quinasa dispara la descomposición de glicógeno en glucosa, mientras que en las
células del hipotálamo, una proteína quinasa activa el gen que codifica una hormona inhibidora del
crecimiento.
Algunas proteínas G usan fosfolípidos como segundos mensajeros. Ciertos complejos hormona-
receptor activan una proteína G que luego activa la fosfolipasa C, una enzima unida a membrana.
Ésta divide un fosfolípido de membrana en dos productos, inositol trifosfato (IP3) y diacilglicerol
(DAG). Ambos actúan como segundos mensajeros. El DAG (en combinación con iones de calcio)
activa los canales de calcio en el retículo endoplasmatico liberando iones calcio hacia el citosol.
Los iones calcio se unen a ciertas proteínas, como la calmodulina. Luego, esta última activada
estimula otras proteínas.
Los receptores asociados a enzimas funcionan directamente:
Son proteínas transmembrana con un sitio de unión hormonal fuera de la célula y un sitio
enzimático dentro de ella. Estos receptores no están acoplados a proteínas G. funcionan
directamente como enzimas o están asociados directamente a ellas. La mayoría de los receptores
asociados a enzimas son receptores de tirosina quinasas que se unen a factores de crecimiento
y otras moléculas de señalización, incluida la insulina. Cuando el receptor es activado, fosforila el
aminoácido tirosina en proteínas específicas de señalización dentro de la célula.

49.4 Regulación Neuroendocrina en Invertebrados


Entre los invertebrados, las hormonas son secretadas principalmente por neuronas, en lugar de por
glándulas endocrinas. Estas neurohormonas regulan los cambios de color en crustáceos, el
crecimiento desarrollo metabolismo producción de gametos y reproducción en muchos grupos. Las
tendencias en la evolución de los sistemas endocrinos de los invertebrados incluyen un número
creciente tanto de neurohormonas como de hormonas secretadas por glándulas endocrinas y un
mayor papel de las hormonas en procesos fisiológicos.

49.5 Regulación Neuroendocrina en Vertebrados


Las hormonas de los vertebrados regulan actividades tan diversas como el crecimiento y el
desarrollo, la reproducción, la tasa metabólica, el equilibrio de líquidos, la homeóstasis sanguínea y
la respuesta al estrés.
La homeostasis depende de las concentraciones normales de
hormonas:
Cuando un desorden o un proceso de enfermedad afecta una glándula
endocrina, la tasa de secreción puede volverse anormal. Si ocurre
hiposecreción las células diana son privadas de la estimulación necesaria.
Si ocurre hipersecreción las células diana pueden ser estimuladas en
exceso. En algunos trastornos endocrinos, se secreta una cantidad idónea
de hormona, pero los receptores de las células diana no funcionan de
manera adecuada, como resultado, las células diana no pueden responder
a la hormona. Cualquiera de estas anormalidades conduce a pérdida de
homeostasis. Resultando en más funcionamiento metabólico y síntomas
clínicos predecibles.
El hipotálamo regula la glándula pituitaria o hipófisis:
La mayoría de la actividad endocrina es controlada directa o indirectamente por el hipotálamo, que
vincula los sistemas nervioso y endocrino, tanto anatómica como fisiológicamente. La glándula
pituitaria está conectada al hipotálamo por el tallo hipofisario. En respuesta a la entrada de otras
áreas del cerebro y de hormonas en la sangre, las neuronas del hipotálamo secretan
neurohormonas que regulan procesos fisiológicos específicos.
Debido a que las secreciones de la glándula pituitaria controlan las actividades de varias otras
glándulas endocrinas, se la considera la
glándula maestra del cuerpo. Esta glándula
produce seis hormonas péptidas que
ejercen una influencia de gran alcance sobre
el crecimiento, metabolismo, reproducción y
muchas otras actividades corporales. La
glándula pituitaria humana consta de dos
partes: el lóbulo anterior y el lóbulo posterior
. En algunos vertebrados también hay un
lóbulo intermedio.
Un lóbulo posterior (o neurohipofisis) de
la glándula pituitaria libera hormonas
producidas por el hipotálamo:
El lóbulo posterior de la glándula pituitaria
se desarrolla a partir de tejido cerebral. Este
órgano neuroendocrino secreta dos
hormonas péptidas: oxitocina y hormona
antidiurética, también conocida como
vasopresina. Éstas son en realidad
producidas por células neuroendocrinas en
dos áreas distintas del hipotálamo. Están
encerradas dentro de vesículas y son
transportadas por los axones de las células
neuroendocrinas en el lóbulo posterior de la
glándula pituitaria. Las vesículas son
almacenadas en las terminales del axón
hasta que la neurona es estimulada. Luego
las hormonas son liberadas y se difunden
hacia los capilares circundantes.
La HAD estimula la reabsorción de agua en los riñones. La concentración de oxitocina en la sangre
sube hacia el final del embarazo, estimulando las intensas contracciones del útero necesarias para
expulsar al bebé. Algunas veces la oxitocina se administra clínicamente para iniciar o acelerar el
trabajo de parto.
Después del nacimiento, cuando un lactante succiona el pecho, neuronas sensibles señalan a la
pituitaria que libere oxitocina. La hormona estimula la contracción de las células del músculo liso
que rodea las glándulas mamarias de modo que la leche sea liberada hacia los conductos,
poniéndola a disposición del lactante. Debido a que la oxitocina también estimula la contracción del
útero, la lactancia promueve la recuperación del útero a su tamaño antes del embarazo.
La oxitocina también desempeña un papel en el comportamiento social. De importancia crítica, esta
hormona facilita el apego entre la madre y el bebé. También ayuda a reconocer caras familiares y a
confiar en otras personas.
El lóbulo anterior (o adenohipofisis) de la glándula pituitaria regula el crecimiento y a otras
glándulas endocrinas:
El lóbulo anterior de la glándula pituitaria se desarrolla a partir de células epiteliales, en vez de
células neuronales. El lóbulo anterior funciona como una glándula endocrina clásica: recibe señales
por medio de la sangre y libera sus hormonas hacia la sangre. El hipotálamo produce varias
hormonas liberadoras y hormonas inhibidoras que regulan la producción y secreción de
hormonas específicas por la glándula pituitaria anterior.
Las hormonas liberadoras e inhibidoras son producidas por células endocrinas específicas en el
hipotálamo y son almacenadas en vesículas en las terminales de los axones. Una vez que son
señalizadas para hacerlo, las células secretan una neurona liberadora (o inhibidora) particular, que
luego entra en un capilar. La hormona es transportada en la sangre a través de venas portales
especiales que conectan el hipotálamo con el lóbulo anterior de la pituitaria (estas venas conectan
dos conjuntos de capilares, no entregan sangre directamente a una vena más grande). Dentro del
lóbulo anterior de la pituitaria, las venas portales se dividen en un segundo conjunto de capilares.
Las hormonas liberadoras e inhibidoras pasan por las paredes del capilar hacia el tejido del lóbulo
anterior de la pituitaria. Estas hormonas controlan la secreción de hormonas de la pituitaria anterior.
Por ejemplo, cuando el cuerpo está estresado, el hipotálamo secreta el factor liberador de
corticotropina. Éste estimula a la pituitaria
anterior para secretar hormona
adrenocorticotópica (HACT). El lóbulo anterior
secreta prolactina, hormonas estimulantes de
los melanocitos, hormona del crecimiento y
varias hormonas trópicas que estimulan
otras glándulas endocrinas. La prolactina
estimula las células de las glandulas mamarias
de una madre que amamanta para producir
leche. Hay algo de evidencia de que esta
versátil hormona desempeña un papel en la
función inmunológica y en la formación de
nuevos vasos sanguíneos.
Las hormonas estimulantes de los
melanocitos (HEM) son un grupo de
hormonas peptídicas secretadas por la
glándula pituitaria anterior y por ciertas
neuronas en el hipotálamo. Las EM suprimen
el apetito y son importantes para regular la
energía y el peso del cuerpo.
La hormona del crecimiento estimula la
síntesis de proteínas:
La hormona de crecimiento (HC) es
conocida como una hormona anabólica
porque promueve el crecimiento del tejido.
Muchos de los efectos de la HC en el crecimiento del esqueleto son indirectos. La HC estimula a
las células del hígado y de otros tejidos para producir péptidos denominados factores de
crecimiento semejantes a la insulina (FCSI). Estos factores de crecimiento: 1) promueven el
crecimiento lineal del esqueleto al estimular la formación de cartílago en áreas de crecimiento de
los huesos y 2) estimulan el crecimiento de tejido en general e incrementan el tamaño de los
órganos al promover la síntesis de proteínas y otros procesos anabólicos.
En adultos y niños en desarrollo, la HC es secretada en pulsos durante todo el día. El hipotálamo
regula la secreción del HC al secretar una hormona liberadora de la hormona de crecimiento
(HLHC) y una hormona inhibidora de la hormona del crecimiento (HIHC). Muchos otros
factores, incluidos el nivel de azúcar, la concentración de aminoácidos y el estrés, afectan la
secreción de HC. La secreción aumenta cuando se hace ejercicio. La secreción de HC también
aparece una hora después del sueño profundo y en una serie de pulsos de 2 a 4 horas después de
una comida.
El apoyo emocional también es necesario para un crecimiento idóneo. En casos extremos, el estrés
en niños puede producir una forma de desarrollo retrasado denominado enanismo psicosocial.
Otras hormonas también influyen el crecimiento. La tiroides son necesarias para la secreción y
función normales de HC y para la respuesta normal del tejido a los FCSI. Las hormonas sexuales
deben estar presentes para que ocurra el arrebato de crecimiento adolescente. Sin embargo su
presencia provoca a la larga osificación de los centros de crecimiento en los huesos largos, de
modo que ya no aumenta la estatura aun en presencia de HC.
La secreción de cantidades inapropiadas de la HC resulta en desarrollo anormal:
La deficiencia extrema de HC durante la niñez ocasiona enanismo pituitario. Esta condición suele
ser provocada por producción insuficiente de HC por la glándula pituitaria. Sin embargo el
enanismo también ocurre cuando el hígado produce FCSI insuficiente o los tejidos diana no
responden a los FCSI. Un enano pituitario igualmente tiene inteligencia normal y suele estar bien
proporcionado. Si los centros de crecimiento en los huesos largos siguen activos cuando se
diagnostica, a menudo puede ser tratada eficazmente mediante inyecciones de HC humana, que
puede ser sintetizada por medio de tecnología de ADN recombinante.
Una persona crece anormalmente alta cuando la pituitaria anterior secreta cantidades excesivas de
HC durante la infancia. Esta condición se denomina gigantismo. Si la hipersecreción de HC ocurre
durante la etapa adulta, el individuo no puede crecer más. En cambio, el tejido conectivo se
engruesa y los huesos de las manos, pies y cara aumentan su diámetro. Esta condición se conoce
como acromegalia (extremidades grandes).
Las hormonas de la tiroides incrementan la tasa metabólica:
La glándula tiroides está ubicada en la región del cuello, frente a la tráquea debajo de la laringe.
Las hormonas de la tiroides: la tiroxina, también conocida como T4, y la triyodotironina o T3,
son sintetizadas a partir del aminoácido tirosina y del yodo. La tiroxina tiene 4 átomos de yodo
enlazados a cada molécula; la T3 tiene 3. En la mayoría de los tejidos diana, la T4 es
convertida en T3, la forma más activa.
En los vertebrados, las hormonas de la tiroides son esenciales para el crecimiento y
desarrollos normales. Estas hormonas incrementan la tasa de metabolismo en la
mayoría de los tejidos del cuerpo. Las hormonas de la tiroides también ayudan a
regular la síntesis de proteínas necesarias para la diferenciación celular.
Los sistemas de retroalimentación negativa regulan la secreción de la tiroides:
La regulación de la secreción de la hormona de la tiroides depende de un ciclo de
retroalimentación negativo entre la pituitaria anterior y la glándula tiroides. Cuando la
concentración de hormonas de la tiroides en la sangre sube por arriba de lo normal,
la pituitaria anterior secreta menos hormona estimulante de la tiroides (TSH) hasta
darse la homeostasis.
Cuando la concentración de las hormonas decrece, la pituitaria secreta más TSH,
que actúa por medio de la AMPc para promover la síntesis y secreción de hormonas
de la tiroides y también para promover un incremento en el tamaño de la glándula tiroides misma.
(Flechas verdes estimulan, flechas rojas inhiben)
El mal funcionamiento de la glándula tiroides conduce a trastornos específicos:
El hipotiroidismo extremo en la niñez e infancia resulta en una tasa metabólica baja y puede llevar
a cretinismo, una condición caracterizada por desarrollo mental y físico retardado. Cuando casi no
hay función tiroidea, la tasa metabólica basal se reduce alrededor de 40% y el paciente desarrolla
mixedema, caracterizada por una disminución de la actividad mental y física.
El hipertiroidismo no ocasiona crecimiento anormal pero incrementa la tasa metabólica en 60% o
más, el cual resulta en un rápido uso de nutrientes, provocando que el individuo tenga hambre y
coma más. Pero esto no es suficiente para satisfacer las demandas de las células que metabolizan
con rapidez, de modo que las personas pierden peso. También tienden a ser nerviosas, irritable y
emocionalmente inestables.
Un crecimiento anormal de la glándula tiroides, o bocio, puede asociarse con hipersecreción o
hiposecreción. La hiposecreción puede ser provocada por deficiencia de yodo en la dieta. Sin yodo,
la glándula no puede elaborar hormonas de la tiroides, de modo que su concentración en la sangre
disminuye. La pituitaria anterior compensa al secretar grandes cantidades de TSH, que estimula el
crecimiento de la glándula tiroides. Sin embargo, el incremento de la glándula no incrementa la
producción de las hormonas porque el ingrediente necesario sigue faltando.
Debido a que resulta en hipotiroidismo, la deficiencia de yodo también provoca retraso mental y en
el desarrollo físico.
Las glándulas paratiroides regulan la concentración de calcio
Las glándulas paratiroides suelen estar incrustadas en el tejido conectivo alrededor de la glándula
tiroides. Estas glándulas secretan la hormona paratiroides (HPT), un polipéptido que ayuda a
regular el nivel de calcio de la sangre y el fluido intersticial. La hormona paratiroide actúa por medio
de un receptor acoplado a proteína G y AMPc para estimular la liberación de calcio de los huesos e
incrementar la reabsorción de calcio de los túbulos renales. También activa la vitamina D, que luego
aumenta la cantidad de calcio
absorbida desde el intestino.
La calcitonina, una hormona
péptida secretada por la glándula
tiroides, trabaja de manera
antagónica a la hormona
paratiroide. Cuando la
concentración de calcio sube por
arriba de niveles homeostáticos, la
calcitonina es liberada y
rápidamente inhibe la eliminación
de calcio del hueso.
Los islotes del páncreas regulan
la concentración de glucosa
El páncreas, además de secretar
enzimas digestivas, es una
importante glándula endocrina. Sus
hormonas, insulina y glucagón, son
secretadas por células que existen en grupos pequeños, los islotes de Langerhans, en todo el
páncreas. Constan principalmente de células betas, que secretan insulina, y células alfa, que
secretan glucagón.
La insulina disminuye la concentración de glucosa en sangre: la insulina es una hormona
anabólica que regula el uso y almacenamiento de nutrientes. Estimula a las células de muchos
tejidos, incluyendo el hepático, muscular y las células grasas, para tomar la glucosa de la sangre
por difusión facilitada. Una vez que la glucosa entra en las musculares, es usada de inmediato
como combustible o almacenada como glicógeno. La insulina también impide que las células
hepáticas liberen glucosa.
La insulina también ayuda a regular el metabolismo de las grasas y proteínas. Reduce el uso de
ácidos grasos como combustible y en lugar de ello estimula su almacenamiento en el tejido
adiposo. La insulina tiene efecto anabólico sobre el metabolismo de las proteínas, lo que resulta en
un incremento neto de proteínas en las células. Promueve la síntesis de proteínas al incrementar el
número de transportadores de aminoácidos en la membrana plasmática, estimulando el transporte
de ciertos aminoácidos hacia las células. La insulina también promueve la transcripción y
traducción.
El glucagón eleva la concentración de glucosa en sangre: los efectos del glucagón son
opuestos a los de la insulina. La acción más importante es elevar el nivel de glucosa en la sangre,
al estimular a las células hepáticas para convertir glicógeno en glucosa. El glucagón también
estimula la producción de glucosa a partir de otros metabolitos. Moviliza los ácidos grasos al
promover la descomposición de grasa e inhibir la síntesis de triacilglicerol. Esta hormona también
estimula el hígado para degradar proteínas e inhibir la síntesis de proteínas.
La concentración de glucosa regula la secreción de insulina y glucagón: después de una comida,
cuando el nivel de glucosa sube como resultado de la absorción intestinal, las células beta son
estimuladas para secretar insulina. Luego a medida que las células eliminan la glucosa de la
sangre, disminuyendo su concentración, la secreción de insulina decrece.
Cuando no se ha comido por varias horas, la concentración de glucosa en la sangre baja. Cuando
está por debajo de su nivel normal, las células alfa de los islotes aumentan su secreción de
glucagón. La glucosa es movilizada desde su almacenamiento en las células hepáticas y la
concentración de glucosa en sangre vuelve a lo normal. Cuando el nivel de glucosa es alto en
sangre, suele haber un nivel elevado de glucosa dentro de las células alfa y la secreción de
glucagón es inhibida.
Estos son sistemas de retroalimentación negativa y la insulina y el glucagón trabajan de
manera antagónica para mantener la concentración de glucosa en la sangre dentro de sus
límites normales. El sistema insulina-glucagón es un mecanismo de acción rápida para
mantener la homeostasis en los niveles de glucosa, lo cual es importante porque las células
cerebrales suelen ser incapaces de usar otros nutrientes como combustible, y dependen de
un abastecimiento continuo de glucosa.
La diabetes mellitus es un trastorno grave del metabolismo de carbohidratos: es el trastorno
endocrino más común. Constituye un factor fundamental para enfermedad cardiovascular, ceguera,
enfermedad neurológica, trastornos hepáticos y gangrena en las extremidades. La diabetes mellitus
es un grupo de trastornos relacionados caracterizados por la alta concentración de glucosa en
sangre.
La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune en la que los anticuerpos marcan a las células
beta para su destrucción, resultando en deficiencia de insulina y requiriendo inyecciones para
corregir el desequilibrio de carbohidratos que resulta. Generada por combinación genética, factores
ambientales y puede que incluya la infección por un virus.
El 90% padece diabetes tipo 2, que se desarrolla en forma gradual, generalmente en personas
con sobrepeso. Suele comenzar con resistencia a la insulina, condición en la que las células no
pueden usar de manera eficaz la insulina. En esta diabetes, concentraciones normales de insulina
están presentes en la sangre pero las células diana no pueden usarla.
Perturbaciones metabólicas en ambos tipos de diabetes: disminuye el uso de glucosa; incrementa
la movilización de grasas; incrementa el uso de proteínas; y se produce un desequilibrio de
electrolitos.
El tejido adiposo produce varias hormonas y otras moléculas de señalización que desempeñan un
papel en la resistencia a la insulina y en la diabetes. La resistina es antagónica a la acción de la
insulina, por tanto, contribuye a la resistencia a la insulina. La adiponectina promueve los efectos
de la insulina, pero las personas obesas la producen en cantidades reducidas.
En la hipoglicemia la concentración de glucosa en la sangre es demasiado baja: algunas veces
ocurre en personas que luego desarrollan diabetes. Estas personas pueden tener tolerancia a la
glucosa alterada en la cual los islotes reaccionan de manera exagerada a la demanda de glucosa.
Cuando se ingieren carbohidratos, hay un retraso en la respuesta a la insulina, seguido por
hipersecreción de la hormona que hace bajar los niveles de glucosa y la persona se siente
somnolienta. Si esta reacción es grave, la persona puede volverse descoordinada e incluso perder
el conocimiento.
Las glándulas suprarrenales ayudan al cuerpo a responder al estrés
Son dos pequeñas masas amarillas de tejido que están en contacto con los extremos superiores de
los riñones. Cada glándula consta de una porción central, la medula suprarrenal y una gran
sección exterior, la corteza suprarrenal. Funcionan como glándulas diferentes pero ambas
secretan hormonas que ayudan a regular el metabolismo y que apoyan al cuerpo para responder al
estrés.
La medula suprarrenal inicia una reacción de alarma: es una glándula neuroendocrina acoplada al
sistema nervioso simpático. Se desarrolla a partir de tejido neuronal y su secreción es controlada
por los nervios simpáticos. La medula suprarrenal secreta epinefrina y norepinefrina. La mayor
parte de la producción hormonal de la medula suprarrenal es epinefrina.
En condiciones normales, la medula suprarrenal secreta continuamente pequeñas cantidades de
ambas. Su secreción está bajo control neuronal. Cuando surge ansiedad, el hipotálamo envía
señales vía los nervios simpáticos a la medula suprarrenal. Las neuronas simpáticas liberan
acetilcolina, que estimula a la medula suprarrenal para liberar cantidades mayores de epinefrina y
norepinefrina.
Durante una situación estresante, las hormonas medulares suprarrenales inician una reacción de
alarma que le permite al individuo pensar más rápido, luchar con más tenacidad o correr más
rápido que lo normal. La sangre es redirigida a aquellos órganos esenciales para la acción de
emergencia. Las hormonas suprarrenales medulares también suben los niveles de ácidos grasos y
glucosa en sangre, asegurando combustible necesario para la energía adicional.
La corteza suprarrenal ayuda al cuerpo a tolerar el estrés crónico: la corteza suprarrenal sintetiza
hormonas esteroides a partir de colesterol. Secreta solo 3 tipos de hormonas en cantidades
importantes: precursores de hormonas sexuales, mineralocorticoides y glucocorticoides.
Ciertos tejidos convierten los precursores de hormonas sexuales en testosterona y estradiol.
Durante el estrés, el cerebro y las glándulas suprarrenales trabajan juntos para ayudar al cuerpo a
responder con eficiencia. Casi cualquier tipo de estrés estimula al hipotálamo para secretar factor
liberador de corticotropina que estimula la secreción de hormona adrenocorticotropica por
parte de la pituitaria anterior. Esta hormona regula la secreción tanto de glucortidoide como de
aldosterona. Cuando el cuerpo no sufre estrés, los altos niveles de cortisol en la sangre inhiben la
secreción de FLC por el hipotálamo y de HACT por la pituitaria.

ANEXO BIOMEDICINA Y SALUD:


Descubren un nuevo mecanismo por el cual las hormonas tiroideas regulan la masa corporal.
Investigadores de Santiago y Cambridge acaban de publicar en la revista Nature Medicine, un
trabajo que abre una nueva área de estudio en el campo de la regulación de la masa corporal y la
obesidad. La investigación descubre un nuevo mecanismo por el cual las hormonas tiroideas
regulan la masa corporal a la vez que identifica nuevas dianas para el tratamiento de alteraciones
de la masa corporal y la obesidad. El grupo de investigación de Miguel López y Carlos Diéguez, de
la Universidad de Santiago de Compostela-Instituto de Investigación Sanitaria y el Centro de
Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERobn), ha
descubierto un novedoso mecanismo mediante el cual las hormonas tiroideas regulan ese balance
energético actuando en una zona del encéfalo, el hipotálamo, especializada en la regulación
endocrina, la ingesta y la masa corporal. Los investigadores han demostrado que las hormonas
tiroideas modulan el metabolismo lipídico (de las grasas) en el hipotálamo y como consecuencia de
este efecto se estimula la actividad de los nervios (sistema nervioso simpático) que inervan el tejido
adiposo pardo, en donde se incrementa la expresión de genes implicados en la producción de calor
corporal. En concreto, las acciones en el ámbito hipotalámico están medidas por la kinasa regulada
por AMP (AMPK; del inglés, AMP-activated protein kinase). La relevancia patofisiológica de este
nuevo mecanismo queda demostrada por el hecho de que es posible actuar en el hipotálamo
mediante métodos farmacológicos o genéticos y revertir así los efectos nocivos del hipertiroidismo
sobre el peso corporal. Este mecanismo hipotalámico podría ser utilizado para activar el tejido
adiposo pardo e inducir la pérdida de peso. Además, se proporcionan nuevas dianas terapeúticas
para el tratamiento de enfermedades asociadas a disminución masiva del peso corporal.
Las hormonas tiroideas son importantes reguladores del balance energético y de la masa corporal
además de regular la temperatura estimulando un tipo especial de grasa denominada tejido
adiposo pardo. Aunque tradicionalmente se ha considerado que en humanos el tejido adiposo
pardo era únicamente significativo en recién nacidos, datos obtenidos en el último año ponen de
manifiesto su gran relevancia en la modulación de la masa corporal también en adultos. Los
pacientes con elevados niveles de hormonas tiroideas, una patología conocida como
hipertiroidismo, se caracterizan por su delgadez a pesar de presentar una elevada ingesta como
consecuencia de un incremento del gasto energético que hasta la fecha se le atribuía a la acción
directa de dichas hormonas sobre tejidos periféricos

Estrés: concepto útil o camino sin salida – Alvarez Gonzales


El mantenimiento del equilibrio entre los sistemas internos del organismo, ante los cambios del
medio ambiente es una propiedad esencial de los seres vivos. Este equilibrio dinámico, aunque es
una responsabilidad compartida de todos los órganos y sistemas, tiene un centro coordinador
general que es el hipotálamo. El hipotálamo, a pesar de su importancia para la preservación de la
vida, ocupa solo aproximadamente el 1% de la masa cerebral. Está constituido por un conjunto de
núcleos, agrupaciones de neuronas comunes. El hipotálamo influye sobre el medio interno
mediante dos vías. Una de ellas, la directa, es a través del control del sistema endocrino y del
sistema nervioso autónomo. La otra, indirecta, facilita o inhibe las motivaciones y emociones que
orientan la conducta del individuo. El control hipotalámico sobre el sistema endocrino se pro- duce
mediante las funciones de la glándula hipófisis. La hipófisis es una glándula de secreción interna,
constituida de modo funcional por dos sectores relativamente independientes: neurohipófisis y
adenohipófisis, y está situada en la silla turca del hueso esfenoides. No fue hasta mediados del
siglo XX que Wislocki, apoyado en los trabajos de Harris, encontró la evidencia de una conexión de
flujo sanguíneo entre el hipotálamo y la hipófisis: el sistema portal hipotálamo hipofisario. El
hipotálamo ejerce el control sobre la hipófisis de dos formas: una directa sobre la neurohipófisis,
situada en la región posterior de esta glándula, mediante la secreción de sustancias
neuroendocrinas; y otra indirecta sobre la adenohipófisis, por la secreción de hormonas
reguladoras hipotalámicas (estimuladoras o inhibidoras) en el sistema portal hipofisario. Estas
hormonas determinan la secreción por la hipófisis anterior de otras hormonas: la tiroxina, la
hormona adrenocorticotropa (ACTH), la hormona estimulante del folículo (FSH), la hormona lútea
(LH), la prolactina y la hormona de crecimiento (GH). Todas ellas ejercen su acción sobre diferentes
glándulas y tejidos del organismo. El sistema nervioso autónomo tiene dos grandes divisiones: la
simpática y la parasimpática. La simpática prepara al cuerpo para la llamada reacción de estrés:
provoca dilatación pupilar, sudoración, dilatación del diámetro bronquial, aumento de la frecuencia
cardíaca, disminución de la motilidad gastrointestinal, inhibición del vaciamiento vesical y aumento
de la secreción de adrenalina y noradrenalina por la médula adrenal. Esta reacción es
primariamente adaptativa, ya que dispone las condiciones para que el organismo se defienda ante
estímulos físicos, biológicos o psicológicos que comprometen la homeostasis. La parasimpática
regula los procesos de digestión y relajación, aumenta la secreción de las glándulas salivares,
contrae el diámetro bronquial, disminuye la frecuencia cardíaca, estimula la motilidad del tracto
gastrointestinal e interviene en la relajación de los esfínteres digestivos y vesicales. Estos sistemas
funcionan coordinadamente y, después de una situación de estrés, con una gran activación del
sistema simpático, puede ocurrir un fenómeno de rebote con la sobre-activación del parasimpático.
Esta coordinación es la que permite que el mantenimiento de la homeostasis se logre mediante un
proceso de activaciones e inhibiciones recíprocas y continuas. Desde el siglo XIX el concepto de
estrés, tan preciso en la física, comenzaría a ser usado en fisiología y medicina, no siempre con
uniformidad y en ocasiones solo con un sentido metafórico. La primera noción implícita de este
concepto en biología puede rastrearse en el siglo XIX, en los trabajos del químico alemán Liebig,
que dedicó su obra científica a un problema muy de moda en esa época, y que contribuyó
notablemente al desarrollo de la fisiología científica: el origen del calor animal. Liebig escribió: Esa
condición del cuerpo que se llama salud entraña la concepción del equilibrio entre todas las causas
de gasto y suministro; y, así, la vida animal se reconoce como la acción mutua de ambos; y se
manifiesta como la destrucción y restauración alternativas de dicho estado de equilibrio. (Citado por
Goodfield, 1987) Liebig trataba de extender las ideas de la física a la fisiología, y esto lo llevó a una
concepción vitalista. El eminente médico y fisiólogo francés Claude Bernard estableció luego el
equilibrio entre el experimento y la formulación de hipótesis en fisiología. En vez de considerar el
organismo como una agrupación de órganos aislados, que funciona por medio de una fuerza
interna especial, planteó la hipótesis del medio interno, en el cual los órganos se desarrollan y se
mantienen unidos. Conforme el organismo se hace más complejo, este medio se aísla cada vez
más del mundo exterior. Es decir, los mecanismos de este medio interno actúan como
amortiguadores. Si la magnitud de la respuesta adaptativa no era suficiente como para compensar
el efecto del estímulo nocivo, o si la respuesta adaptativa causaba más daño que el propio
estímulo, entonces aparecía la enfermedad. De esta manera, el carácter adaptativo de este
principio biológico era manifiesto. Bernard identificaba al hipotálamo como el principal responsable
de la constancia del medio interno, condición esencial para el mantenimiento de la vida. Planteaba
que el organismo realmente no vive en el medio exterior, sino en el medio interior, formado por los
líquidos circulatorios que rodean y bañan los tejidos y órganos. Este medio interno que permite la
vida, busca el equilibrio y se hace relativamente independiente de los cambios en el medio externo.
En 1911, Walter Cannon diseñó un experimento para demostrar la posibilidad de que la médula
adrenal fuese activada por estímulos psicológicos habituales en la vida de los animales. Se
describía cómo se podían encontrar cantidades detectables de adrenalina, evaluadas por un
bioensayo en sangre de la vena cava inferior, y obtenida mediante un catéter, en un gato que, sin
poder escapar, era amenazado por un perro que ladraba. Esta sustancia no se detectaba en
condiciones básales. Luego, demostraron que aparecía una glucosuria en los gatos, alrededor de
una hora después de sometidos a amenazas similares, pero que si se adrenalectomizaban, esta
respuesta no aparecía. La conclusión del experimento era que muchos cambios fisiológicos que
acompañan la excitación emocional -dilatación de las pupilas, aceleración del pulso, piloerección,
inhibición de las funciones gastrointestinales, etc.-, son signos de actividad simpática aumentada,
por lo tanto, las glándulas adrenales están subordinadas al control simpático al igual que la
vísceras. Posteriormente Cannon propuso el concepto de función .de emergencia, y afirmaba que
muchas consecuencias fisiológicas o metabólicas de la liberación de adrenalina teman el propósito
de hacer al organismo más eficiente en la lucha, en la que el miedo, la ira o el dolor pueden
comprometerlo. El admirable título de un libro suyo, La sabiduría del cuerpo, ilustra su concepción
claramente teleológica del problema (Cannon, 1932). Acuñó el término "homeostasis" para designar
esta tendencia al equilibrio biológico. Aproximadamente en 1926, Hans Selye (1907-1982),
entonces estudiante de medicina, se preguntaba por qué pacientes que sufrían enfermedades y
trastornos diferentes tenían muchos signos y síntomas comunes. Notaba que en pacientes con
formas avanzadas de cáncer, con pérdidas abundantes de sangre o con infecciones importantes,
se observaban pérdidas de peso y apetito, además de estados de apatía. Varios años después
comenzó a experimentar con ratas y comprobó que al inyectárseles preparaciones impuras y
tóxicas, extraídas de diferentes tejidos, más allá de su contenido hormonal, se producía un
síndrome que se caracterizaba por involución timolinfática, eosinopenia y úlceras gástricas. Pero lo
realmente sorprendente de sus resultados era que esas mismas manifestaciones se producían
también ante diferentes estímulos, ya fueran estos, exposición al frío, infección, trauma,
inmovilización, choque eléctrico u otros. Estos resultados se publicaron en la revista inglesa Nature,
con el título "Un síndrome producido por varios agentes nocivos" (Selye, 1936). Este artículo traería
incalculables consecuencias para las investigaciones en fisiología, psicología y medicina, y fue la
base sobre la cual se desarrolló el concepto del posteriormente llamado "síndrome general de
adaptación" o "síndrome de estrés biológico". El síndrome descrito por Selye es solo la fase inicial
de un proceso más completo. Selye (1980) plantea, al describir el síndrome de adaptación general,
que si el estímulo agresivo continúa, el organismo necesita pasar a un estado de resistencia para
sobrevivir. Esta es la segunda fase del síndrome, con manifestaciones completamente diferentes y,
en algunos casos, opuestas a las de reacción inicial, como por ejemplo, el aumento de los gránulos
secretores en la corteza adrenal y la desaparición de la hemoconcentración. De forma curiosa, si la
exposición al agente generador de estrés continúa aún por más tiempo, el organismo pasa a un
estado de agotamiento progresivo. Así, la descarga de adrenalina de emergencia, descrita por
Cannon en la fase de lucha o huida representaba solo un aspecto de la adaptación a una condición
extrema. La definición dada por Selye (1980) al concepto de estrés plantea que: El estrés es una
respuesta inespecífica del organismo ante cualquier demanda hecha por él. Es un patrón
estereotípico, filogenético arcaico, que prepara al organismo para la lucha o la huida. Estas
respuestas de edad de piedra son provocadas por muchas situaciones de la vida moderna cuando
la actividad física es imposible o socialmente inaceptable. En 1955, después de trabajar con miles
de hipotálamos de cerdo, Guillemin y Schally aislaron el llamado factor liberador de corticotrofina
(CRF). Con ello quedaba explicado el mecanismo mediante el cual el sistema nervioso enviaba los
mensajes de control al sistema endocrino. Como por definición Selye planteaba que el estrés es
una respuesta inespecífica del organismo a cualquier demanda, es obvio que desde su punto de
vista no tiene sentido hablar de diferentes tipos de estrés. En resumen, el carácter estereotipado e
inespecífico del estrés era la clave de la concepción de Selye, y revelaba la "tasa de uso y
desgaste del organismo". La importancia de su trabajo para el estudio del estrés deja su impronta
en toda una época, aunque su teoría, controvertida en la actualidad, en algunos aspectos
esenciales está básicamente interpretada a partir del estrés biológico. Tal vez uno de los mayores
méritos de la teoría de Selye fue la enorme cantidad de crítica que generó y lo limitado de sus
generalizaciones. Esto estimuló la investigación para confirmar o negar muchas de sus
implicaciones. El modelo de Selye fue modificado por Levi, quien propuso que los niveles de estrés
pueden ser alterados por la intensidad o por la cualidad del estímulo estresante. En la relación con
la intensidad de la estimulación, se puede afirmar que niveles extremos de estimulación, ya sea por
exceso o por defecto, aumentan el nivel de estrés del organismo (Levi, 1972). De esta forma, se
explica cómo la intensidad de la estimulación o supraestimulación produce reacciones adecuadas y
tiene un rango óptimo en la respuesta de estrés. El otro aspecto consecuente con esta posición es
el relacionado con la cualidad del estímulo generador de estrés. Este punto casi ignorado, tanto en
el pasado como en la actualidad, y no siempre tomado en consideración plantea que, si la
estimulación es excesivamente placentera o displacentera, se puede producir un aumento de los
niveles de estrés del organismo. Es un error común considerar que las reacciones de estrés solo
ocurren si la experiencia es desagradable, cuando en realidad existe también un rango óptimo de
valoración de la experiencia para alcanzar un bajo nivel de estrés. Los modelos de Selye y Cannon
parten del supuesto de que el organismo se encuentra en una situación de relativa pasividad de
acción ante la secuencia de estímulos estresantes, y estos autores no enfatizaron el carácter activo
de las respuestas adaptativas que tratan, a su vez, de influir en el ambiente estresante. Las
razones de las insuficiencias psicológicas en estas teorías son fáciles de comprender, porque un
campo tan complejo como el estrés casi imposibilitaba que un especialista sea capaz de dominar
todas las especialidades y disciplinas que concurren en él. Ni Cannon ni Selye eran psicólogos. A
su favor hay que decir que ambos trascendieron sus propias formaciones biologicistas e intentaron
elaborar, a partir de datos experimentales, modelos teóricos explicativos en los cuales los factores
psicológicos se consideraban de acuerdo con apreciaciones personales, que carecían del rigor
científico que la psicología ya poseía en esos períodos. Respecto de la importancia, no vista por
Selye, de los factores psicológicos como los principales disparadores de la reacción de estrés, se
ha planteado (Masón, 1971) que el primer mediador en muchos de los experimentos de Selye
puede haber sido tan solo el aparato psicológico, relacionado con la excitación cortical. Es decir,
según Masón, en debate notorio con Selye, la respuesta sistémica de estrés descubierta por este
último era básicamente provocada por los estímulos psicológicos. La facción de seguidores
ortodoxos de Selye, por su parte, tuvo que contentarse con demostrar que algunos estímulos
estresantes no tenían componentes psicológicos. Sin embargo, cabe preguntarse si estas
respuestas hormonales son siempre tan estereotipadas, ya que el punto más crítico de la teoría de
Selye es, de hecho, la falta de especificidad de respuesta. Tal vez algunos grupos de respuestas
fisiológicas se producen de manera estereotipada, ante estímulos diferentes, pero estos tipos de
respuestas más diferenciadas se asocian en su origen, más estrechamente, con centros cerebrales
superiores, y por ello, son más específicas ante estímulos psicológicos particulares. Una noción
vinculada al concepto de inespecificidad es la de índice. Esta se basa en el principio de que una
respuesta fisiológica puede utilizarse como índice general de todas las respuestas, en la medida
que el organismo reacciona hipotéticamente de forma inespecífica. Este supuesto resulta atractivo
porque es simple y siempre es conveniente tener un índice sencillo para medir un sistema
complejo; además, da la ilusión de economía: utilizar una sola medida para conocer una multitud
de efectos, más aún si estos ocurren de forma dinámica, o sea, cambiante en el tiempo. Un motivo,
tal vez pocas veces confesado, que vuelve atractiva esta noción es que si una respuesta sirve de
índice a diversos procesos, no se necesita saber demasiado de muchas cosas, solo hace falta
convertirse en un experto en índices. Para algunos investigadores, este índice puede ser el nivel de
cortisol plasmático o en saliva; para otros, la conductancia dérmica o la frecuencia cardíaca.
Últimamente la determinación de neurotransmisores acapara la atención de este tipo de estudio. El
aspecto en común que tienen estas variables es que ofrecen a los investigadores la noción de
reflejar, mediante sus fluctuaciones, el grado de estrés al que está sometido el organismo. En este
tópico es imprescindible mencionar los trabajos de Marianne Frankenhaeuser, durante la década
del ochenta, al descubrir que la percepción que tiene el sujeto sobre si posee o no el control de la
situación estresante, más allá de que esa percepción coincida con la realidad o no, modula
diferencialmente la respuesta psiconeuroendocrina (Frankenhaeuser, 1986). Estos resultados
fueron el golpe final al concepto simplista de índice de estrés. El problema fundamental del estrés -
y por consiguiente, de sus secuelas- es que se han tratado de anexar datos nuevos a una idea
vieja, y como resultado, cada teórico ha tratado de preservar las observaciones de su predecesor,
ignorando a menudo el marco teórico de referencia en el cual los datos fueron recogidos e
interpretados. Por esa razón, se ha sugerido que el concepto de estrés es científicamente dudoso,
porque carece de dos atributos fundamentales que debe tener un concepto científico: consistencia
interna y comprobabilidad. Una alternativa en relación con el estudio del estrés es conocer cómo
las personas sobreviven de manera eficiente a procesos estresantes y son capaces de superarlos
con éxito. El concepto de "resiliencia" (Charney, 2004; Tafet, 2008) sugiere no solo la descripción
de este proceso, sino la búsqueda de patrones psiconeurobiológicos que permitan crear estrategias
eficientes de abordaje terapéutico. El estado actual de los conocimientos permite formular la
hipótesis de que la respuesta psiconeuroendocrina de estrés se produce fundamentalmente por
medio de patrones diferenciales de respuesta. Por este concepto debe entenderse que
determinadas agrupaciones de respuestas neuroendocrinas se producen, como consecuencia de
determinados estados psicológicos. Entre estos últimos se agrupan las variables "personológicas",
redes de apoyo social, estados de alteración emocional o perceptual, y todas las posibles causas
psicosociales de estrés. De todo ello se infiere que la respuesta psiconeuroendocrina al estrés es
de carácter sistémico (Bertalanffy, 1986), y por esa razón, se hace imposible el uso de los llamados
"índices de estrés". Algunas hormonas y neurotransmisores que participan de la respuesta de
estrés están implicados en procesos psicológicos primarios, y tienen propósitos activadores
adaptativos, por ejemplo: disminuir los umbrales sensoriales y, por consiguiente, agudizar la
percepción, la memoria y la atención; producir cambios corporales y mentales que facilitan la
agresión, o facilitar conductas reproductivas.
Conclusiones
La existencia de contradicciones o de ambigüedades en los conocimientos expuestos puede
deberse a diferentes elementos, entre los cuales se encuentran la limitación de los métodos de
investigación de los que disponemos. No siempre se utilizan los mismos instrumentos para medir
procesos idénticos y la selección puede depender tanto de razones científicas como meramente
comerciales. Por otra parte, estas deficiencias instrumentales se añaden a la insuficiencia de
modelos teóricos comprobables. No obstante, pueden extraerse cinco aspectos complementarios
de esta información presentada: 1. Las regiones cerebrales están interconectadas y ninguna
estructura aislada es la única responsable de una función. 2. La disociación entre factores
genéticos y culturales es insostenible. 3. Los sustratos neurales de la cognición y las emociones
están en constante cambio y, por consiguiente, la cognición y las emociones dependen de la parte
del ciclo vital en que se encuentra la persona. 4. La diferencia radical entre procesos cognitivos y
afectivos no existe. Comparten sustratos neurales y moleculares. 5. El concepto de estrés es
impreciso y puede ser sustituido por la explicación de cómo el sistema nervioso funciona como un
controlador central de los procesos endocrinos e inmunes.
Problema no resuelto
Se carece de un modelo sobre la relación mente-cuerpo que permita integrar la información
disponible. Por lo tanto esa información, aunque útil, está fragmentada en lo conceptual

El concepto de alostasis: un paso más allá del estrés y la homeostasis – S. Pilnik


En el intento de entender los procesos que favorecen el desarrollo de enfermedad y teniendo una
mirada holística de la medicina, no podemos hoy entender el estrés solamente como un
mecanismo de defensa del organismo frente a una agresión. Numerosas situaciones cotidianas
fuerzan los mecanismos de los sistemas fisiológicos y por lo tanto las respuestas son más
complejas. Entender los conceptos de alostasis y carga alostática nos permite una mirada más
integradora y compleja sobre temas clásicos y a veces simplificados como son el estrés y la
homeostasis. La búsqueda de respuestas acerca de por qué nos enfermamos nos fuerza a pensar
en la relación entre la genética, el medio ambiente y las vulnerabilidades interindividuales en el
proceso de enfermar.
En 1936 Seyle introduce el concepto de estrés el cual representaba los mecanismos de defensa
del organismo frente a una agresión. En la actualidad, ese concepto tan limitado a mecanismos
cuyo objetivo es mantener la homeostasis no resulta suficiente, ya que vivimos en una sociedad en
constante cambio, con tales exigencias de adaptación a nuevas situaciones internas y externas,
que si los individuos no logramos esa adaptación nos enfermamos. La genética nos brinda parte de
la explicación del proceso de enfermar pero no alcanza, ya que sabemos que no funciona como
una “plantilla” que reproduce exactamente aquello a lo que estamos predispuestos a padecer, sino
que hay circunstancias epigenéticas que favorecen o contrarrestan la aparición de enfermedades,
es decir, aquellas circunstancias que prenden los programas que llevamos en nuestros genes. La
intención de esta actualización es brindar una visión holística de la medicina, sabiendo que el
estrés hoy no se circunscribe solamente al trauma y que las respuestas a él son más complejas.
Alostasis frente a homeostasis El húngaro Hans Selye describe en 1936 el síndrome de
adaptación general, también conocido como síndrome de estrés, que consta de tres etapas en
respuesta a un agente nocivo. La primera es la “señal de alarma” a partir de la cual el cuerpo se
prepara para la “lucha o fuga”; en la segunda etapa, denominada de resistencia, aparecen
reacciones adaptativas con alto consumo de energía. Finalmente, si la duración del estrés se
prolonga, el cuerpo entra en una tercera etapa que es de agotamiento debido al deterioro del
organismo por mantener esa resistencia. La respuesta de defensa y adaptación, programada por la
naturaleza frente a agentes físicos primarios (estrés agudo), es una respuesta corta, limitada en el
tiempo, que permite la adaptación del organismo y es compensadora y necesaria frente a una
agresión concreta; pero hoy no es adecuada como réplica a los agentes estresantes psíquicos y
sociales a los que nos vemos sometidos. La base del modelo del síndrome de estrés descripta por
Selye es la estabilidad de los sistemas fisiológicos para mantener la vida: la homeostasis, que tiene
un rango estrecho de variabilidad para mantener ese equilibrio. En la vida moderna el concepto de
estrés debe aplicarse a las innumerables circunstancias propias de la actividad cotidiana que
constantemente fuerzan los mecanismos de los sistemas fisiológicos. En 1988 Sterling y luego en
2002 McEwen desarrollan el concepto de “alostasis”. Con este término intentan reflejar de manera
más eficaz las circunstancias medioambientales y los estímulos a los que se expone el individuo
todos los días. Dicho en otras palabras, es el nivel de actividad necesario del organismo para
mantener la estabilidad en ambientes en constante cambio, indispensable para la supervivencia.
Los sistemas alostáticos nos permiten responder al estrés psíquico o físico, interno o externo,
activando el sistema nervioso autónomo, el eje hipotálamo-hipófiso-adrenal, el sistema
cardiovascular, el metabolismo y el sistema inmunitario con el objetivo de responder a un agente
estresor. Ante un desafío se ponen en marcha dichos sistemas alostáticos que inician una
respuesta de adaptación hasta lograr un nuevo punto de equilibrio. La alostasis es un concepto
dinámico, es la necesidad a la que se ve forzado el organismo de cambiar los puntos de estabilidad
con el fin de mantener una adaptación ante demandas constantemente variables. Es un proceso
activo, que implica lograr un nuevo equilibrio. Lo diferenciamos de la homeostasis, la que involucra
los procedimientos imprescindibles para la vida y tiene una variabilidad estrecha, y son sistemas
biológicos en equilibrio. Es decir, su estado natural es la estabilidad. Frente a una situación nueva
se genera una evaluación cognitiva, que estará condicionada en cada individuo por lo genético, sus
experiencias durante el desarrollo y las conductas que ha ido aprendiendo a lo largo de la vida.
Esto nos da la diferencia interindividual de respuesta, el cerebro traduce esa evaluación con
activación de los sistemas alostáticos y de diferentes mediadores biológicos, los que ejecutarán
una respuesta neuroinmunoendocrina. Los mediadores biológicos son los glucocorticoides, las
catecolaminas, los aminoácidos excitatorios, las citoquinas, el GABA, el sulfato de
dehidroepiandrosterona (DHEA-S), etc. Estas respuestas son fisiológicas y preparan al organismo
para permitir la alostasis a los efectos de conducirnos a la adaptación frente a situaciones de
estrés.
Carga alostática (el inicio de la enfermedad) Cuando la alostasis es ineficaz o inadecuada o el
agente que la motiva se prolonga en el tiempo, no se alcanza la adaptación y se produce una
activación desproporcionada o ineficaz, que da lugar a lo que se conoce como “carga alostática”.
Esta traduce el desgaste o agotamiento de los sistemas alostáticos y a largo plazo es causa de
patología tanto orgánica como psíquica. El desgaste o agotamiento se produce como resultado de
la hiperactividad crónica de los sistemas alostáticos. Es importante tener en cuenta que a lo largo
de nuestra vida vamos acumulando carga alostática, pero existen ciertos factores individuales que
favorecen una mayor carga alostática. La
forma en que una persona percibe una
determinada situación resultará de la
conjunción de varios factores. Por un lado
su historia, que estará marcada por los
eventos importantes en su vida, el medio ambiente y los antecedentes de traumas y/o abusos; todo
ello permite la evaluación cognitiva frente a una amenaza y dará una respuesta fisiológica que
llevará a la alostasis, es decir, a un nuevo punto de equilibrio, con la consiguiente adaptación; pero,
si esta no se alcanza, llevará a aumentar la carga alostática. Frente a una situación de estrés la
respuesta normal incluye un período de actividad durante el cual se activan todos los sistemas
antes mencionados y un período de recuperación en el cual cesa dicha activación. La carga
alostática se produce cuando no existe este período de recuperación, cuando el funcionamiento es
deficiente o no cesa el estímulo estresante. Analicemos cómo puede incrementarse de diferentes
maneras la carga alostática. Respuesta prolongada: es la respuesta observada en aquellas
personas con permanentes situaciones de estrés, que no alcanzan a recuperarse y ya tienen que
enfrentar una nueva circunstancia adversa. Situaciones repetidas: el individuo no logra adaptarse a
estresores del mismo tipo que se repiten en el tiempo. El ejemplo típico es el hablar en público,
circunstancia que genera temor y ansiedad. Y, aunque la mayoría de las personas terminan
adaptándose, hay aproximadamente un 10% que no lo logra nunca y vive cada exposición como
una nueva situación de estrés. La respuesta normal está presente, pero al repetirse el evento
tienen una nueva descarga de estrés, lo que no les permite adaptarse. Esto lleva a una exposición
prolongada a las hormonas del estrés. Falta de adaptación: se manifiesta en personas incapaces
de reprimir las respuestas alostáticas una vez finalizado el estrés. Respuesta inadecuada: cuando
el sistema no responde adecuadamente a un estímulo “estresante”, la actividad de otros sistemas
aumenta. Si la secreción de cortisol no aumenta como respuesta al estrés, aumenta la secreción de
citoquinas inflamatorias, que están contrarreguladas por el cortisol. La carga alostática además
puede ser incrementada por una dieta pobre, el consumo de alcohol y tabaco o puede ser
disminuida por la dieta y el ejercicio. Aunque se ha demostrado en animales de experimentación
que las respuestas alostáticas a distintos agentes estresantes no son uniformes, en muchas
ocasiones sin embargo existen elementos comunes tanto físicos como psíquicos. ¿Qué sucede en
nuestro organismo? De lo fisiológico a lo patológico La primera respuesta frente a un agente
estresante, estrés agudo, es la activación del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal (HHA) con el
consiguiente aumento del cortisol que a corto plazo da una respuesta metabólica aumentando la
neoglucogénesis y la resistencia insulínica, elevación de la presión arterial y la preparación del
sistema inmunitario para contrarrestar un posible agente patógeno. Asimismo, la activación del eje
HHA modula respuestas conductuales y de memoria mediante su interacción con otras áreas del
sistema nervioso central como son la amígdala y el hipocampo. Se observa además inhibición de la
liberación de gonadotrofinas a nivel hipotalámico e hipofisario. Los principales mediadores de la
inhibición del eje hipotálamo-hipófisogonadal que caracteriza la respuesta al estrés son las
catecolaminas, la serotonina o directamente el CRH (factor de liberación de corticotrofina) a través
de receptores CRHR2, y la vasopresina. En condiciones de estrés se priorizan los sistemas
indispensables para la supervivencia, lo que explica que la reproducción sea inhibida. Otros ejes
como el hipotálamo-hipófiso-tiroideo sufren un efecto inhibitorio. Se observa también aumento en la
secreción de prolactina. El sistema nervioso autónomo (SNA) también participa, y está
representado por el locus coeruleus y un grupo de neuronas noradrenérgicas situadas en la médula
y la protuberancia. Estimula además la secreción de adrenalina producida en la médula
suprarrenal. Se observa en el estrés un circuito de estimulación entre el SNA y el eje HHA, de
modo que la activación adrenérgica estimula la secreción de CRH, cuyo efecto es estimular la
secreción de noradrenalina. Esta a su vez activa la amígdala, principal estructura relacionada con
conductas como el miedo y la aversión. La descarga adrenérgica como sistema de alarma tiene
efectos sobre el aparato cardiovascular y también metabólico produciendo entre otros un aumento
de la glucemia, cerrando un círculo vicioso, con alteración en la coagulación, lo que lleva a
incrementar el riesgo de enfermedad cardiovascular y de síndrome metabólico. Conocemos desde
hace mucho tiempo la relación entre estrés e inmunidad. Los glucocorticoides en respuesta al
estrés agudo favorecen la translocación de linfocitos, monocitos y células NK a órganos específicos
con el fin de contrarrestar la agresión, mientras que el estrés crónico genera una situación de
inmunosupresión. La estimulación del SNA da lugar a un aumento de IL-6 favoreciendo un patrón
proinflamatorio, se produce un desvío en la diferenciación de linfocitos Th1 hacia células Th2,
promotoras de inmunidad humoral, por lo que se sugiere en el estrés crónico una menor inmunidad
celular con una mayor propensión al desarrollo de cáncer. Las alteraciones en el sueño, en una
sociedad que ha perdido varias horas de descanso, llevan a una situación de estrés crónico que
refuerza aún más las alteraciones de inmunidad en detrimento de la inmunidad celular. El sueño
insuficiente altera el ritmo circadiano y favorece el agotamiento en los sistemas alostáticos. El
sueño insuficiente interfiere el ritmo circadiano normal del hipotálamo, estimulando la actividad de
las neuronas orexígenas. Se postula que esto puede afectar a su vez la producción de leptina,
grelina y quizás otras hormonas que controlan el apetito. El desequilibrio de dichas hormonas
podría favorecer o facilitar la ganancia de peso, con aumento de insulina e insulinorresistencia, lo
que constituye otra vía de incremento en el riesgo de desarrollar síndrome metabólico.
Enfermedad y carga alostática La búsqueda de respuestas acerca de por qué nos enfermamos
nos fuerza a pensar en la relación entre la genética, el medio ambiente y las vulnerabilidades
interindividuales en el proceso de enfermar. La naturaleza nos ha brindado un sistema de defensa
frente a la agresión, pero, sostenidos en el tiempo, esos mismos mecanismos que nos protegen
ceden y terminan enfermándonos. La respuesta al estrés crónico no contrarregulada o frenada
produce carga alostática e impacta en diferentes sistemas, probablemente en aquellos en los que
tenemos mayor vulnerabilidad. La carga alostática podría plantearse como desencadenante en un
organismo susceptible y con cierta vulnerabilidad.
¿Cómo impacta la carga alostática? En el cerebro: el cerebro también es vulnerable al cortisol; la
alta secreción de cortisol puede llevar a este órgano a aumentar la actividad celular en dos áreas
importantes, el hipocampo y la amígdala. En el caso del hipocampo, el exceso de cortisol puede
causar atrofia de las células e incluso daño permanente. El hipocampo y la amígdala son cruciales,
no solo en las situaciones estresantes (el miedo, las emociones, la regulación de inmunidad), sino
también por su influencia en funciones superiores del cerebro, tales como el aprendizaje y la
memoria. Algunos autores muestran la reversibilidad de la atrofia del hipocampo una vez
desaparecido el agente estresor. En la conducta: se puede observar ansiedad y depresión debido
al aumento del cortisol. En el aparato cardiovascular: en respuesta al estrés hay incremento de
adrenalina; el efecto fisiológico o metabólico será producir aumento de la agregación plaquetaria
con aumento de fibrinógeno y hemostasis, favoreciendo el riesgo de trombosis e infarto. El
aumento de actividad simpática de noradrenalina y cortisol genera una vasoconstricción periférica
con aumento de la resistencia vascular que favorece el desarrollo de hipertensión arterial. Esta
actividad simpática produce aumento de la frecuencia cardíaca y disminuye el umbral de fibrilación
incrementando el riesgo de arritmias y muerte súbita. El aumento de la lipólisis, la obesidad central,
la resistencia a la insulina y las dislipemias promueven la ateroesclerosis y el infarto de miocardio.
En el metabolismo: en respuesta al
estrés hay aumento de la actividad
simpática de la adrenalina y el cortisol
que facilitarán el aumento de la
resistencia a la insulina, de la
glucogénesis y la glucogenólisis con
riesgo de desarrollar síndrome
metabólico y diabetes tipo 2.5,11 En el
sistema inmunitario: la clave de la
respuesta inmunitaria de nuestro
organismo frente a las agresiones es el
balance que el organismo hace entre
las respuestas Th1 y Th2. Frente al estrés se liberan neurotransmisores glucocorticoides y
adrenalina, lo que produce un desequilibrio de la respuesta inmunitaria de Th1 a Th2. En el estrés
agudo se prioriza la respuesta Th2 ya que con esta nos preparó la naturaleza para el trauma, las
hemorragias, etc. En el estrés crónico esta alteración, incremento de Th2/Th1 con detrimento de la
inmunidad celular, podría ser la explicación del incremento de las enfermedades autoinmunitarias e
inflamatorias, y tal vez podría desempeñar un papel en la aparición de células cancerígenas.
¿Cómo medimos la carga alostática? ¿Hay algún marcador? Se ha tratado de identificar algún
marcador biológico de carga alostática que permita predecir el riesgo de desarrollar enfermedad.
Numerosos trabajos, fundamentalmente en cardiología, hacen referencia a la presión arterial, el
perímetro de masa grasa abdominal, el colesterol total y el HDL-colesterol, la hemoglobina
glicosilada, el sulfato de dehidroepiandrosterona (DHEA-S) como un marcador antagonista de
carga alostática, el cortisol plasmático nocturno, la adrenalina y la noradrenalina. En un
seguimiento de medición de estado y riesgo de salud en Costa Rica sobre una población de 3000
personas se tomaron, además de la encuesta y medidas antropométricas, indicadores que forman
parte del concepto de “carga alostática”. Ellos son: índice de masa corporal y relación cintura-
cadera, presión sanguínea sistólica y diastólica, hemoglobina glicosilada, glucosa en ayunas, HDL/
LDL y colesterol total, sulfato de dehidroepiandrosterona sérica (DHEA-S), excreción de cortisol en
orina, niveles de excreción de norepinefrina y epinefrina, insulina, creatinina y proteína C reactiva.
Otros estudios han evaluado el temperamento del individuo; la ira/hostilidad parecería ser un
indicador de riesgo de carga alostática. El temperamento irascible ha demostrado ser el mayor
elemento de riesgo de un evento coronario mayor o menor, aún más que los considerados
tradicionales como el tabaquismo, la hipertensión arterial y la dislipemia. El estudio ARIC13 en el
cual se evaluó la escala de irascibilidad en pacientes hipertensos, mostró que el mayor riesgo se
encontraba entre los fumadores y alcohólicos con score alto en dicha escala, mientras que la
diferencia de riesgo entre hipertensos, diabéticos y dislipémicos no fue importante, lo que
demuestra que la conducta y el carácter deben merecer mayor atención en todo abordaje
preventivo. En relación con el cáncer se midieron serotonina, feniletinamina (niveles por debajo de
lo normal se correlacionan con depresión) y el metabolito urinario de adrenalina y noradrenalina
(MOPEG), cuya elevación se relaciona con ansiedad. En 63 pacientes con cáncer en diferentes
estadios se observó que tanto la serotonina como la feniletinamina estaban muy por debajo de los
valores normales. Los autores se preguntan si este hallazgo es previo a la aparición del cáncer o
es una consecuencia.14 Conclusión Entender el concepto de alostasis y carga alostática nos
permite una mirada más integradora y compleja sobre temas clásicos y a veces simplificados como
es el estrés y la homeostasis. Los sistemas alostáticos reflejarían un abanico de respuestas, desde
aquellas requeridas para mantener variables fijas necesarias para la supervivencia hasta las más
complejas que hacen a los cambios activos y permiten la adaptación. Un concepto importante es
que estos sistemas trabajan en red y no en forma lineal, y se regulan y controlan entre ellos. El
concepto de alostasis representa un avance en la integración de recursos neurológicos,
psicológicos, endocrinos e inmunitarios, en la necesidad de adaptación a entornos en constante
cambio. Podríamos decir que la alostasis se refiere a la calidad de vida y es una concepción
dinámica de la salud. La carga alostática se está utilizando como una medida de la carga fisiológica
acumulativa impuesta al cuerpo debido a no poder responder adecuadamente a las exigencias
adaptativas de la vida. Podría plantearse como la consecuencia en un organismo susceptible y con
cierta vulnerabilidad, que puede agravar un cuadro en remisión o dificultar la recuperación de un
sujeto en tratamiento. Deberíamos considerar el papel de la carga alostática en la génesis de
algunas patologías, como la hipertensión arterial, el infarto, los accidentes cerebrovasculares, el
síndrome metabólico, las enfermedades inmunológicas y las enfermedades psiquiátricas, como la
depresión. Es tan importante la entrevista clínica como la observación del paciente, la medición de
la circunferencia abdominal y los valores de laboratorio, considerar la alostasis y la carga alostática
en la práctica clínica y en lo posible detectarla. Debemos considerar la interconsulta con
especialistas (cardiólogos, psiquiatras, inmunólogos) ante la duda. Hablar con el paciente, explorar
los indicadores de riesgo y proponerle medidas de cuidado y seguimiento, con el objetivo de
mejorar la calidad de vida. Ampliar nuestro horizonte en la consulta aportará un beneficio para el
diagnóstico, la prevención y la evolución de los pacientes, jerarquizando la salud.
CHOICE

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C

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