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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS

LICENCIATURA EN GESTIÓN EDUCATIVA

ORGANIZACIÓN DE LAS INSTITUCIONES


EDUCATIVAS

AUTOR: FOOS, CAROLINA

CUADERNILLO DE ACTIVIDADES

PROFESORA: MARCEL BLESIO Y NELIDA BARBACH


07/12/2022

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ACTIVIDADES DE LA PÁGINA 13 DEL CUADERNILLO.

Santos Guerra (2001) en su libro ‘’Enseñar o el oficio de aprender’’ aborda las


instituciones escolares como un elemento que tradicionalmente no se ha relacionado con
la organización propiamente dicha. En palabras de Santos Guerra (2001): ‘’Se suele
considerar la organización como un elemento meramente instrumental para el desarrollo
de las prácticas. Un elemento que depende o de nadie o de la Administración educativa
solamente. Pero no del profesorado y de la comunidad educativa.’’ El autor deja entrever
una visión estática de la organización que ha sido utilizada a lo largo del tiempo.

Santos Guerra (2001) da a conocer que la organización escolar ha sido abordada


‘’ (…) desde perspectivas poco atrayentes, escasamente relevantes, excesivamente
abstractas y nada eficaces para comprender y transformar la práctica escolar.’’ Además,
procede a enumerar las deficiencias de los enfoques que abordaron la organización
escolar, cabe solamente mencionarlos:

- Aplicación a la escuela de teorías científicas procedentes del campo


industrial/comercial o de las grandes burocracias.

- Concepción de la escuela desde un enfoque ordenancista, funcionalista y


mecanicista.

- El enfoque vicario que convierte a la organización en un elemento


subsidiario de la didáctica.

- Se han realizado construcciones teóricas por especialistas que pocas


veces han tenido en cuenta el sentir, el pensar y el actuar de los protagonistas.

Dichas perspectivas se ven reflejadas con los enfoques que Gairin y Habermas
proponen en torno a tres paradigmas:

Técnico racional.

La organización se considera como un modelo a reproducir a través de


funciones, metas, normas y mecanismos. Parafraseando a Santos Guerra (2001), la
deficiencia de dicho enfoque es la intención de aplicar a la escuela las teorías científicas
que proceden de las grandes empresas o burocracias. Todo ello implica una jerarquía
vertical, el uso del poder y la autoridad en diversos escenarios escolares. Aunque los
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integrantes de la organización han aprendido de dichas teorías sus postulados,
esquemas, prescripciones, no han podido comprender el funcionamiento y el significado
de todo ello aplicado a una institución escolar.

La escuela como burocracia responde a los objetivos organizativos de grandes y


complejas instituciones, sin embargo, la misma se presenta como una forma de
organización justa, racional y eficaz. En palabras de Santos Guerra (1997):

Lejos de basar el orden en el culto a la personalidad se pretendía basar el


sistema de papeles, institucionalizados y reforzados por la tradición legal, el uso de la
razón, la previsibilidad en el proceso administrativo, la eliminación de las
consecuencias imprevistas y el énfasis en la competencia técnica. Aunque cada
escuela es diferente, se puede predecir con bastante fidelidad qué es lo que puede
suceder en un día de trabajo. (p. 87)

El estudio de la escuela como organización se fue desarrollando


vertiginosamente a lo largo del tiempo a través de diversas visiones, en el caso de Santos
Guerra (1997) su visión es integradora y a la vez específica, el mismo entiende que el
estudio vuelve necesaria la presencia de otros conocimientos con el fin de entender dicho
fenómeno, mientras que a su vez la perspectiva abordada debe ser específicamente
educativa.

El modelo vertical promulgado por el enfoque científico-racional deja entrever a la


escuela como una organización contradictoria en cuanto a su jerarquía la cual pretende
educar en y para la democracia. Parafraseando a Santos Guerra (1997), la jerarquía
dentro de la escuela responde a una forma de sistema gubernamental en la cual en todas
las instituciones escolares debe existir una sala de maestros, pero en ninguna una sala de
alumnos. Además, la jerarquía se hace presente en el currículum oculto: al distribuir,
configurar, utilizar y seleccionar una serie de contenidos.

Ball (1989) en su libro ‘’La micropolítica de la escuela’’ alude a diversas formas


de control que existen en la organización escolar:

(…) Me refiero al control en su sentido más general, con relación a la


organización como un todo. A veces las escuelas son dirigidas como si en ellas todos
participasen y fuesen democráticas: hay reuniones del personal, comités y días de
discusión en los que se invita a los profesores a tomar decisiones sobre las políticas a

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seguir (aunque la realización de tales reuniones no es en modo alguno un indicador
claro de que haya una participación, democrática). En otros momentos son
burocráticas y oligárquicas y las decisiones las toman -con poca o ninguna
participación de, o consulta a los profesores- el director y/o el equipo de
administración superior. (p. 29)

Interpretativo-simbólico.

Santos Guerra (1997) en su libro ‘’La luz del prisma’’ aborda la cultura
organizativa de la escuela desde tres perspectivas diferentes tomando al autor González,
parafraseando al primer autor nombrado:

a. La cultura como algo que posee la organización: la cultura como variable


que constituye la organización, en otras palabras, las organizaciones escolares poseen
cultura.

b. La cultura como variable externa a la organización: aquí la cultura está por


fuera de la escuela e influye en las prácticas escolares internas que surjan dentro de la
organización.

c. La cultura como variable interna de la organización: todo aquello que


constituye la cultura es transitada por los miembros de la propia organización.

La cultura organizativa constituye una dimensión complementaria a la estructural


y necesaria para constituir el objeto organizativo, refiere al conjunto de relaciones que
tienen lugar en una organización, agentes y actores que dejan de lado parte de sus
concepciones, deseos, intereses, creencias para el logro de metas previstas. Sin
embargo, está demostrado que si dichas personas no están motivadas personalmente se
corre el riesgo de que sea más difícil o se torne imposible alcanzar los objetivos
propuestos por la organización.

Beltrán Llavador y San Martín Alonso (2000) en su escrito: ‘’Diseñar la


coherencia escolar’’ afirma que: ‘’Lo particular del caso de las organizaciones escolares
radica en la indeterminación del hecho educativo, que hace que no puedan nunca
cerrarse adecuada o suficientemente los significados acerca de lo que la educación

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supone.’’ (p. 48). Los autores suponen determinados acuerdos sociales que se logran al
precisar el objeto organizativo que depende de los límites institucionalmente marcados,
remarcan la importancia de la capacidad instituyente de la sociedad y reafirman las
diferencias que son expresadas a través de manifestaciones culturales.

Socio-crítico.

Lucía Garay (2015) en su texto ‘’Análisis de la educación y sus organizaciones’’,


considera a la institución como un lugar donde existen fronteras más o menos precisas y
permeables entre el exterior y el interior de la misma, una institución decide sobre los
individuos que la integran generando una estructura organizativa, favoreciendo u
obstaculizando los procesos de cambio, y creando mecanismos de regulación para
aquellos conflictos que puedan surgir. Una institución produce una cultura. En palabras de
Garay (2015):

(…) En un sentido más puntual la cultura institucional se presenta como un


sistema de valores y normas legitimadas por algo sagrado (mítico, religioso, científico,
técnico) que atribuye un sentido preestablecido a las prácticas, cierta manera de
pensar y sentir que oriente la conducta de los sujetos hacia los fines y metas
institucionales. Cultura que tiende a homogeneizar, borrar la individualización en
términos de pensar y actuar por sí mismos, para pensar y conducirse según un
modelo común. (p.11)

Ahora bien, según la autora una institución se rige por principios de racionalidad y
funcionalidad, pero dicha lógica se modifica por la irracionalidad, el desequilibrio, la
disfuncionalidad. El enfoque socio-crítico parte de la idea de la escuela como institución
social que adquiere diferentes formas según los distintos contextos socio-históricos, invita
a sus miembros a comprender lo que sucede en una institución y a analizar las marchas y
contramarchas que competen a su funcionamiento. Al seguir el pensamiento de Garay
/2015):

Si el AI (Análisis Institucional) quiere dar cuenta de fenómenos, como los son


las instituciones, que se producen en la realidad social de los procesos humanos y sus
transformaciones, que se producen en el interior, tiene que reconocer que la identidad
de esta especie de fenómenos es el resultado de un complejo proceso de

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interrelaciones, oposiciones y transformaciones y no de una identidad vacía tautología
de la institución consigo misma. Nuevamente aquí se nos aparece la triplicidad lógica
de que hablamos antes: la del objeto mismo, por la cual el se va construyendo en la
realidad; la de los conceptos que se piensan las instituciones y la del sujeto que las
piensa, el lenguaje y las condiciones histórico-sociales y materiales en que ese
conocimiento es producido. (p. 23-24)

Teniendo en cuenta mis experiencias personales en la docencia de nivel


primario, puedo afirmar que cada institución educativa en particular se llevan a cabo
procesos de socialización que configuran la conducta de los individuos de forma
consciente o inconsciente y los asimilan haciéndolos propios a través de rituales, como
los que comenta Santos Guerra (1997): ‘’Los rituales en la escuela cumplen una doble y
paradójica función: ocultan por una parte la ideología que no se explicita y manifiestan,
por otra, los principios en los que se basa la cultura de la escuela.’’ (p. 84)

En la actualidad soy docente reemplazante por lo que mi condición me permite


recorrer una gran cantidad de escuelas y, en varias ocasiones, vivenciar dichos que
rituales permiten entrever a su vez los supuestos ideológicos que poseen los diversos
agentes escolares en diversas instituciones educativas. Creo que todo docente al iniciar
su trayectoria laboral posee constantemente el miedo a equivocarse, al error. Dar mal una
clase, confundirse con los horarios de los cambios de hora o los recreos, explicar mal una
actividad, no comprender la planificación del docente titular, que los alumnos ‘’no hagan
nada’’ y se pierda el tiempo, entre tantas otras cosas. El miedo al error genera un
conflicto, y ese conflicto es el que uno como docente reemplazante trata de evitar, a veces
sale todo como lo esperamos y en otras ocasiones debemos ‘’pagar el derecho de piso’’.

Sin embargo, las equivocaciones sobre las cuales estamos hablando siempre
generan un conflicto, un problema. Por ejemplo, en cuanto al plan anual de una
institución. El mismo posee los contenidos que serán abordados por el docente y los
alumnos a lo largo del ciclo lectivo, tiene como objetivo estructurar, administrar, organizar
y generar un hilo conductor con respecto a los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Además, es de utilidad para el futuro docente que se hará cargo de dichos alumnos y
alumnas al permitir dar cuenta de los aprendizajes realizados por los niños y niñas en
determinado ciclo escolar y saber cuáles son aquellos contenidos que han sido
desplazados o cuáles se han agregado.

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En mi caso, en este ciclo lectivo 2022 fue la primera vez que realicé un plan
anual basado en un determinado grado. Doy fe de que cumplió con el objetivo de
estructurar y organizar el abordaje de los saberes, tener una mirada más amplia con
respecto a los contenidos. Sin embargo, mi error fue que a lo largo del año escolar pude
dar cuenta de que no llegaba a abordar todo lo que se encontraba en dicho plan anual por
diversas causas que no merecen ser nombradas aquí. Ahora bien, esta situación es una
equivocación o falencia que gran cantidad de docentes tuvo en algún momento de su
trayectoria, pero genera un conflicto que es abordado de distintas formas según la cultura
que posea cada organización escolar.

En mi situación, la institución escolar en la cual se generó este error se


caracteriza por ser una escuela periférica la cual cumple más con un rol de
asistencialismo quedando la función educativa relegada a un segundo plano, por ende, mi
equivocación no generó un error catalogado como grave ya que la cultura organizacional
promueve determinados objetivos y metas, relegando otras que no son ‘’del todo’’
importantes o vitales. Quizás, la misma equivocación hubiese adquirido un carácter de
mayor gravedad en una institución escolar donde la adquisición de contenidos constituya
uno de sus objetivos fundamentales a lograr, el conflicto aquí sería abordado de otra
manera.

Considero importante traer a colación la perspectiva de conflicto de Stephen J.


Ball (1989): ‘’ (…) tomar en cuenta el conflicto en la prioridad de las órdenes, los objetivos,
los intereses y las ideologías entre los miembros de la organización y quedan como
resultado la controversia o la lucha por el control de la organización. (…).’’ (p. 34)
Coincido con el autor cuando afirma que si queremos comprender la naturaleza de las
escuelas como organizaciones debemos entender los conflictos que se generan en ellas.
No es lo mismo que en una institución escolar el conflicto sea abordado como un
aprendizaje, como un aspecto positivo, a que el conflicto sea considerado siempre como
destructivo, como algo fuera de lo normal y ajeno a la misma.

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ACTIVIDADES DE LA PÁGINA 20 DEL CUADERNILLO.

Considero que la escuela es una institución que se conforma como una


organización producto de formaciones sociales complejas, que producen una cultura
particular distinta a otras organizaciones. El conjunto de identidades que posee una
organización escolar es el resultado de relaciones entre una diversidad de sujetos que
comparten un tiempo y un espacio determinado y actúan en post de un cúmulo de
objetivos y metas que tienen en común.

A lo largo del tiempo ha ido modificándose la concepción y la mirada que posee


la sociedad sobre la escuela, todos y cada uno de las personas que conforman dicha
sociedad han estado o están inmersos en la institución escolar por el simple hecho de
haber asistido a tal, en otras palabras, han sido parte de una identidad escolar y de una
cultura escolar determinada, además las acciones que puedan haber llevado a cabo los
individuos han modificado en mayor o menor medida a la organización escolar. Considero
que las influencias sociales -las luchas sociales- han llegado a cambiar ciertos aspectos
de la organización escolar, cambios que no son ni negativos ni positivos, sino que muchas
veces son cambios que pretenden intentar que la escuela se ‘’modernice’’, que avance al
igual que las demás organizaciones ajenas que la rodean. Cambios, ya sean materiales o
ideológicos, que vivencian los agentes escolares fuera de la escuela y que a través de
diversas acciones los incorporan en la institución. En la gran mayoría de ocasiones, este
cambio es producto de la crisis que vivencian personalmente los diversos agentes
escolares. De los momentos en los cuales existe el malestar, o una insatisfacción por un
proceso o un resultado no deseado, o por falta de motivación, o el costo personal que
requiere una tarea determinada, o efectos burocráticos. De dichos momentos surgen las
crisis educativas, las luchas internas que modifican -o no- a la institución escolar.

El ‘’circulo vicioso’’ del cual habla Santos Guerra (2001) es lo que acontece en
diversas instituciones escolares, desde las más oligárquicas hasta las consideradas
democráticas. Sucede que el contexto en el cual se encuentra inmerso la escuela es
nefasto, rígido, empobrecido, conflictivo, impermeable (y podríamos seguir agregando
calificativos), y tiene como producto un mal ambiente laboral: docentes mal predispuestos,
alumnos desmotivados, directivos que desarrollan un papel autoritario, procesos de
enseñanza y aprendizaje obsoletos y sin sentido. Al haber recorrido los autores del
presente eje 1 y 2 de la cátedra, coincido al momento en que es fundamental tener en
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cuenta el contexto en el cual se encuentra inmersa la institución escolar. No podemos
pretender llevar a cabo un viaje educativo que sea considerado costoso en una escuela
periférica donde los alumnos se encuentran en una situación vulnerable en cuanto a sus
necesidades básicas de alimentos, vestimenta, entre otras. Muchas veces este objetivo
resulta utópico cuando la cultura de la organización aspira a otras metas (asistencialismo,
por ejemplo), sin nombrar los materiales básicos que resultan necesarios para el
desarrollo de una clase común y corriente (cuaderno, lápiz y goma).

El contexto de la organización de una escuela resulta esencial para comprender


los cambios e interrelaciones que se dan en ella, además es fundamental saber cómo
influyen las distintas organizaciones que rodean dicha escuela y viceversa: cómo esa
escuela influye en la comunidad en la cual se encuentra inserta.

Las ideologías que existen en el día de hoy al interior de la escuela son muy
diversas ya que se puede observar a simple vista el desfasaje generacional en los
agentes escolares. Por ejemplo, en el caso de la escuela primaria existen alumnos
pequeños a quienes consideramos ‘’nativos digitales’’, que pueden coincidir en sus
conocimientos y habilidades con las docentes que recientemente se inician en su labor,
pero todas esas destrezas y saberes no son compatibles con el conjunto de docentes que
ya se encuentran dictando clases con una experiencia considerable, o con el cuerpo
directivo quienes generalmente son docentes en un rango de edad de 40 años en
adelante -en la mayoría de los casos-.

Esta diferencia generacional plantea muchas cuestiones, como lo es la


tecnología, o ‘’la falta de valores’’ que se comenta entre las personas adultas, las reglas y
normas consideradas como obsoletas por los alumnos, las planificaciones sin sentido que
desmotivan a los niños y niñas, entre otras tantas situaciones que podemos seguir
nombrando.

Toda esta crisis ha logrado modificar ciertos aspectos de la escuela: han


ingresado las netbooks, la conectividad, el uso de proyectores, alguna de las normas ha
sido modificadas (tomar evaluación si o si para la acreditación de saberes al finalizar el
período del ciclo escolar), la repitencia ha quedado relegada a cuestiones muy puntuales
(hoy en día ya nadie repite, o quien se encuentra en dicha situación posee un sinfín de
posibilidades antes de que vuelva a realizar el mismo año cursado).

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Lo cierto es que existe la posibilidad de palpar en la mayoría de las instituciones
escolares el descontento en relación a lo que ‘’exigen desde arriba’’. En diversas
ocasiones lo que se solicita desde el Ministerio de Educación ya sea a nivel provincial o
nacional, lejos está de coincidir con el contexto que comentábamos en párrafos
anteriores. Aquella burocracia que se ‘’impone’’ no coincide en su totalidad con lo que
sucede dentro de la institución escolar. En palabras de Santos Guerra (2001): ‘’Los
planteamientos sociológicos, psicológicos, didácticos e incluso ideológicos de la reforma
son fácilmente asumibles por los profesionales de la enseñanza. Otra cosa son las
condiciones en las que debe desarrollarse el proyecto, los ritmos de implantación y los
medios disponibles.’’

Da la sensación de que el Ministerio de Educación es una organización


completamente ajena a la escuela la cual nada tiene que ver con ella. Si bien existen
instancias de trabajo colectivo donde los docentes sobre todo pueden expresar sus
necesidades, compartir sus errores y aciertos, solicitar ayuda en relación a alguna
circunstancia en particular, todo ello no significa que los docentes sean escuchados por el
cuerpo directivo para lograr un mejor ambiente laborar, para ir en busca de lograr aquellas
metas que la institución se propone. Los docentes son conscientes de esta situación, y si
el cuerpo directivo no toma un papel de responsabilidad y acciona sobre las necesidades
de los docentes, mucho menos lo van a realizar los agentes que forman parte del
Ministerio de Educación. Se torna un ‘’círculo vicioso’’.

En la diversidad de escuelas que existen en la actualidad en nuestro territorio


argentino, ¿cuán dificultoso es que desde el Ministerio de Educación se indaguen las
necesidades que poseen todas y cada una de dichas escuelas? Si es necesario respetar
esa vía jerárquica que se viene sosteniendo a lo largo del tiempo, ¿cuál es el eslabón que
no funciona como debe funcionar para que la escuela prospere como organización
propiamente dicha? ¿Acaso seguimos considerando a la institución escolar como una
empresa a la cual delegamos obligaciones y responsabilidades donde sus integrantes
deben acatar las mismas sin lugar a protestar? ¿Qué lugar ha tenido el tratamiento y la
revisión de las leyes y normas que todavía la escuela sigue sosteniendo desde tiempos
inmemorables? Si bien se les ha solicitado a los docentes -uno de los últimos eslabones
de la vía jerárquica- la revisión de dichas leyes y normas, ¿qué acciones se han llevado a

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cabo para modificar y adaptar todo aquello que sea necesario en post de las solicitudes y
propuestas recibidas?

Los aspectos teóricos que se desarrollan en la página 20 del cuadernillo de


actividades coinciden en partes y en otras difieren con lo planteado hasta el momento.

Con respecto al primer aspecto teórico, he podido observar personalmente que


más allá de las propuestas macropolíticas educativas, cada escuela las reformula
teniendo en cuenta el contexto en el cual está inmersa. Si una medida no se puede llevar
a cabo porque, por ejemplo, no posee los recursos materiales y edilicios para concretar la
propuesta, tanto docentes como directivos han tratado de buscar la forma para ponerla en
marcha. Coincido plenamente con dicho aspecto teórico, al tener en cuenta las
micropolíticas de cada establecimiento escolar. Es interesante reflexionar sobre que cada
cultura organizacional en relación a la escuela posee sus costumbres y rutinas propias
que se perpetúan a lo largo del tiempo con el fin -consciente o inconsciente- de sostener
la identidad escolar o la tradición que puede sostener la escuela. Entonces, aquellas
propuestas que lleguen a la institución escolar son interpretadas por las mismas teniendo
en cuenta lo nombrado en la oración anterior.

Siguiendo con el segundo aspecto teórico podemos reflexionar sobre cuál es la


autonomía que poseen las escuelas en relación a su capacidad legislativa. Sostengo que
dicha capacidad se ha perdido, en cuanto a la organización si bien cada escuela puede
tomar sus decisiones no puede dejar de responder a los términos generales que impone -
por así decirlo- el sistema educativo. A modo de ejemplo, las disposiciones que se han
decretado en los últimos dos años en relación a la no repitencia de los alumnos. Las
instituciones escolares no tienen otro remedio que acatar dichas exigencias, caso
contrario si una docente considera que uno de sus alumnos está en condiciones de repetir
debe luchar ‘’con uñas y dientes’’ para defender su postura frente al equipo directivo de la
escuela, e incluso con personas que se encuentran más arriba de la vía jerárquica. Pero
en muchas ocasiones no se llega a este punto ya que es un círculo vicioso que produce
un ambiente obsoleto, donde existen ciertas exigencias que se deben acatar, el docente
resulta desmotivado y sin fuerzas para reclamar aquello que le resulta injusto, y los
alumnos terminan disfrutando de su zona de confort ya que perciben que las exigencias
de la escuela son cada vez menores y que al no cumplir con sus responsabilidades
pueden pasar igual al año siguiente. Todo ello genera que los alumnos que sí cumplen
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con sus obligaciones, que se encuentran en un papel de responsabilidad frente a las
tareas escolares, dejen de estar motivados, porque si bien ellos entregan todo de sí para
acreditar saberes logran ingresar al año siguiente, también lo logran aquellos alumnos
que van a la escuela solamente a sentarse y ‘’calentar el banco’’.

Con respecto al último aspecto teórico, se relaciona con lo que hablábamos


anteriormente del desfasaje generacional que existe al interior de las escuelas. Aun existe
la idea de que ‘’todo pasado fue mejor’’, y no niego que existen normas y formas de
organización que sigan estando vigentes y que funcionen para una cierta porción de las
instituciones escolares. Aunque, debemos considerar que el contexto de dicha
organización escolar no es el mismo en la actualidad que el que existía en el pasado.
Como consecuencia de ello, lo que antes resultaba eficaz, no lo es hoy en día. Por
ejemplo, el uso del tiempo y del espacio en la institución escolar. En diversas escuelas se
ha eliminado el uso del timbre para marcar el cambio de horas, así como también la
entrada y salida de los recreos. Si bien hay una estructura acordada al interior de cada
escuela, varios docentes llegaron a la conclusión de postergar recreos si los alumnos se
muestran interesados en la actividad que desarrollan en un determinado momento, o ven
la necesidad de realizar un recreo para que los alumnos descansen sus mentes para
luego retomar nuevamente la clase. Se ha ido modificando la idea y función de la escuela
como una empresa, como una fábrica que debe cumplir determinadas reglas, todo ello
como producto del cambio en las organizaciones que rodean a la institución escolar.

Para finalizar dicho trabajo las palabras de Larrosa (2019) traen a colación las
ideas que ameritan el cierre de dicho análisis realizado.

La escuela aparece cuando una sociedad decide que los niños y los jóvenes
tienen que disponer de tiempo liberado del trabajo, no productivo. La escuela aparece
cuando una sociedad decide que los niños y los jóvenes no tienen que trabajar. Lo
que hace es liberar a los niños del trabajo, pero no para prepararlos para el trabajo
sino para darles un tiempo distinto y, sobre todo, un tiempo para otras cosas.

Lo que ocurre es que nosotros priorizamos el trabajo y, lo que es peor,


consideramos el ocio, el tiempo libre, como un tiempo para la diversión y el consumo.
Nuestra sociedad ha desarrollado las industrias del entretenimiento y las industrias del
ocio, ha mercantilizado el tiempo libre, dicho de otra manera, lo ha puesto a producir.
Por eso, la tarea de la escuela hoy en día, si es que la escuela quiere continuar ligada

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a la scholé, no es sólo liberar a los niños y a los jóvenes del trabajo sino también, y,
sobre todo, liberarlos del consumo, del ocio programado y mercantilizado. (…) La
escuela no debe convertirse en una fábrica (ni en una extensión de la fábrica ni en
una preparación para la fábrica), pero no puede convertirse tampoco en una extensión
del mercado. En la escuela los niños y los jóvenes no son productores ni
consumidores, ni trabajadores ni clientes, sino que son estudiantes. Por eso el tiempo
libre de la escuela no es sólo tiempo libre de (del trabajo y del consumo) sino que es
también tiempo libre para, tiempo libre para estudiar. ‘’ (p. 4)

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BIBLIOGRAFÍA.

• BALL, S. (1989). La micropolítica de la escuela. Hacia una teoría de la


organización escolar. Capítulo 1: Ortodoxia y Alternativa. Paidós: Barcelona.

• BELTRÁN LLAVADOR, F. & SAN MARTIN ALONSO, A. (2000). Diseñar la


coherencia escolar. Bases para el proyecto educativo. Capítulo III: Las instituciones
escolares en busca de coherencia. Ediciones Morata; Madrid.

• GARAY, L. (2015). Análisis institucional de la educación y sus


organizaciones. Universidad Nacional de Córdoba.

• LARROSA, J. (2019). Esperando no se sabe qué. Sobre el oficio de


profesor. Separaciones. Noveduc: Buenos Aires.

• SANTOS GUERRA, M. A. (1997). La luz del prisma. Para comprender las


organizaciones educativas. Capítulo 4: La escuela como organización. Ediciones Aljibe:
Málaga.

• SANTOS GUERRA, M. A. (2001). Enseñar o el oficio de aprender.


Organización escolar y desarrollo profesional. Capítulo 1 y 2. Ediciones HomoSapiens:
Santa Fe.

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