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«Kyle Gray es un médium y guía con un talento increíble que se dirige tanto a una
tiempo».
Gabrielle Bernstein, autora de los superventas del New York Times: El universo te
«En Las alas del perdón vemos que la clave para vivir el Cielo en la Tierra es,
sencillamente, el camino del perdón. Hay sabiduría, alegría y paz en estas páginas. Y
también una verdadera medicina para el alma. Yo he aplicado esta medicina directamente
«El nuevo libro de Kyle Gray, Las alas del perdón , es absorbente. Las emocionantes
corazón. Con sabiduría y humildad, Kyle nos recuerda a todos que el perdón es el camino
que lleva a la sanación, la paz y la iluminación. Este libro es uno de los imprescindibles de
este año».
«Todo el mundo tiene que perdonar en algún momento. Lo que me gusta especialmente
de este libro es que me ha transmitido la sensación de que los ángeles están conmigo todo
de la noción de que puedo recurrir a ellos para que me ayuden cada vez que se haga
necesario perdonar. Este libro me ha dado un tipo de consuelo que no he encontrado aún
en la ciencia actual».
David R. Hamilton , autor de Lo que me gusta de mí:
«Conoce a tu ángel del perdón. Kyle Gray nos proporciona una guía fácil, realista y muy
«Supera todas las resistencias y regresa al amor con Las alas del perdón . Kyle y tus
ángeles, que están siempre a tu lado, te apoyarán en todo y celebrarán todos sus avances.
«El perdón es, seguramente, una de las cosas más difíciles de alcanzar (como ese
punto que está justo en medio de la espalda). No se puede falsear. Ni fingir. Es un estado
de pura gracia que todos queremos alcanzar porque conduce a la mayor y más profunda
de las felicidades. Nos devuelve a lo que más adoramos: al radiante diamante de nuestra
propia alma. Por eso ya he leído Las alas del perdón dos veces. Kyle Gray nos provee de
las historias, las oraciones, las herramientas espirituales y la experiencia angelical para
crear una vida que esté perpetuamente en un estado de gracia debido a ese perdón. Nos
muestra cómo permitir que el amor llegue a nuestro interior, donde no ha estado nunca
antes. Y nos ayuda a recordar lo que todos olvidamos con demasiada facilidad: que somos
«Adoro a Kyle Gray. Irradia divinidad femenina. Es la prueba viviente de que lo femenino
vive tanto en los hombres como en las mujeres. Las alas del perdón es un libro inspirado
por la Divinidad; queda claro en todas sus páginas. Te ayudará a reconectar con todo lo
que está deseando salir desde tu interior, a estar abierto al apoyo benevolente que ya te
rodea y a liberarte con facilidad de lo que debería haber quedado atrás. ¿Y a quién no le
KYLE GRAY
Para la madre divina y sus ángeles:
ella tiene muchos nombres y muchos rostros,
pero su amor está siempre en las profundidades de nuestro
corazón, esperando a que regresemos.
«Si supieras Quién camina a tu lado por la senda
que has escogido, sería imposible que pudieses experimentar
miedo».
Un curso de milagros , capítulo 18, parte III, verso 2
PRÓLOGO
C omo maestra espiritual, he sido testigo de cómo muchísimas
personas se han abierto a su consciencia interior y al
crecimiento personal. Y como alumna espiritual he hecho ese mismo
viaje, liberándome día a día de los bloqueos que impedían la
presencia del amor en mi interior. Cuando nos convertimos en
alumnos espirituales, llegamos buscando la felicidad, la abundancia,
la serenidad y, sobre todo, la libertad, y deseando hacer lo que haga
falta para liberarnos de las ataduras del miedo. Con el tiempo, tras
innumerables oraciones, talleres, sesiones de orientación, clases de
yoga, libros de autoayuda y retiros silenciosos, acabamos
aceptando que la libertad que buscamos tan desesperadamente
solo surge de un acto muy radical: el perdón.
Al principio el perdón resulta desconcertante. ¿Cómo podría una
víctima de violencia doméstica perdonar a su maltratador? ¿Cómo
un marido perdonaría a la mujer que lo ha engañado con otro? ¿O
cómo alguien que ha perdido a un ser querido durante un ataque
terrorista podría perdonar un crimen tan violento y sin sentido? Pero
el «cómo» no es importante. Lo único que hace falta es querer
perdonar.
En el momento en que nos disponemos a perdonar, una fuerza
invisible toma el mando y recibimos toda la guía que necesitamos.
Muchas veces esa guía aparece con la forma que menos
esperamos. A mí el perdón me llega a través de la oración y la
meditación. Con la oración entrego mis falsas percepciones al amor
de la sabiduría y la guía interior. Entonces encuentro la serenidad y
ya estoy preparada para recibir. A través de la meditación alcanzo la
calma y en ese espacio es donde se me otorga el perdón. A través
de la práctica de la meditación me he sanado de todo tipo de
problemas, de resentimientos acumulados durante décadas y de
leves enfados. A través de la oración me rindo a los ángeles y en la
meditación recibo su guía. El perdón no es un acto. El perdón es un
regalo que se nos otorga cuando estamos preparados para recibirlo.
En cuanto nos rendimos, la fuerza invisible de los ángeles es la que
dirige.
Mi querido amigo Kyle Gray conoce la poderosa fuerza de los
ángeles a un nivel muy íntimo. Ha trabajado durante años como
médium, conectando con el reino de los ángeles para guiar a las
personas hacia el camino del perdón. Kyle es uno de los maestros
espirituales más auténticos que conozco. Tiene una integridad
enorme. Su compromiso no es guiar a las personas hacia el dinero,
los atractivos bienes materiales o el poder de la manifestación. Su
compromiso es guiarlos hacia la libertad. Kyle ha aceptado sin
miedo una invitación de los ángeles: ha elegido ser su enlace divino
y representarlos aquí, en la Tierra.
No me imagino un mejor representante que Kyle, un DJ tatuado
apasionado del hot yoga . Los ángeles no se equivocaron al elegir a
Kyle como compañero. Su genuino amor por la vida es contagioso y
su compromiso de servicio lo lleva a profundizar en su fe día a día.
Nosotros, los humanos, tampoco nos equivocaremos si elegimos a
Kyle como guía. Él es el mejor portavoz del reino angelical. Lo
vuelve todo real y su arrolladora presencia ayuda a nuestras mentes
limitadas a reconocer un poder que está más allá de nuestro mundo
físico.
En el prefacio de este libro, Kyle habla del perdón y dice: «En este
mismo momento hay ángeles rodeándote y maestros divinos en el
Cielo que te miran y esperan para llevarte a la liberación, la
sanación y la transformación que ofrece el perdón».
Eso sí que es una promesa…
Kyle ha recibido las claves para acceder a ese reino y ha
aceptado la responsabilidad de compartirlas contigo. Lo hace en
este libro, en donde las pone en tu conocimiento para que puedas
abrir una puerta invisible que lleva a esa libertad, que es lo que más
deseas. Este libro es una colaboración divina entre Kyle y los
ángeles. Su sabiduría te cambiará para siempre. Libérate de tus
miedos y deja que las alas del perdón te guíen.
Gabrielle Bernstein
PREFACIO
D esde que descubrí el poder y la belleza de los ángeles, no he
querido otra cosa que trabajar para ellos. Sentí muy pronto esa
llamada interior, la sensación de que tenía un propósito superior,
pero no sabía cuál era ni cómo se iba a ir desarrollando. Lo que sí
sabía era que trabajar en el campo espiritual iba a suponer un viaje
emocional y que encontraría complicaciones por el camino, pero aun
así no estaba preparado ni para la mitad de las experiencias que he
tenido desde entonces.
Una y otra vez, en prácticamente todas las sesiones,
conversaciones y talleres sobre los ángeles en los que he
participado, ha surgido un tema; un asunto que aparece más que
ningún otro. Nunca he comprendido del todo ese tema, ni la
sanación que se produce cuando realiza sus milagros, pero hay algo
que tengo claro: funciona. Ese tema del que hablo es el perdón.
El perdón es milagroso. La obra metafísica Un curso de milagros
define un milagro como «un cambio de percepción», y el perdón es
el momento en el que cambiamos la forma en la que vemos una
experiencia, una situación, a una persona o, más importante aún, el
modo en que nos vemos a nosotros mismos. El perdón crea una ola
de cambio. Nos aparta de la ira, el resentimiento y el miedo
profundo, nos envuelve, como un par de alas, y nos guía hacia la
paz, el amor y la calma.
Siempre que tengo la oportunidad de ayudar a alguien a perdonar,
la aprovecho y le ofrezco esa ayuda. El perdón no es algo que yo
pueda hacer por alguien (ni siquiera puedo convencer a esa persona
de que perdone); lo único que está en mi mano es ayudarlo a ver la
belleza que encuentras cuando lo sueltas todo y te sientes libre.
El perdón es especial porque sirve para muchas cosas. Una de
ellas es crear espacio. Es como una limpieza de colon espiritual:
arrastra todo lo malo, lo tóxico, lo negativo y los pensamientos
irracionales que nos unen a una persona, un lugar o una situación. Y
contribuye a que nos sintamos más ligeros y, en definitiva, más
libres.
También podemos ver el perdón como una operación de pulido:
sirve para limpiarnos y hacernos brillar. Es una elección que
hacemos, un regalo que damos. Y lo más importante de todo: es un
regalo que nos hacemos a nosotros .
Estoy fascinado por los cambios milagrosos que trae el perdón.
He visto con mis propios ojos cómo las personas se quitaban un
peso de encima, lloraban de alegría y soltaban todo lo que ya no les
servía. He sido el mensajero de los que pedían perdón desde el otro
lado y el médium para aquellos que necesitaban que el perdón
viniera de arriba.
En este mismo momento hay ángeles rodeándote y maestros
divinos en el Cielo que te miran y esperan para conducirte a la
liberación, la sanación y la transformación que ofrece el perdón.
Únete a nosotros para entrar en lo más profundo de tu corazón y
deja que este milagro fenomenal aplique su magia en tu vida.
INTRODUCCIÓN
E l perdón es posible para todos. Nunca olvidaré el momento en
el que me di cuenta de eso. Fue una tarde de sábado en la que
los rayos del sol se colaban entre las nubes y el cielo era de un azul
helado. Estábamos en primavera y yo caminaba con paso alegre.
Iba de camino a hacer lo que más me gusta: hablar con los ángeles
y compartir su amor con la gente. Solo tenía cita con tres clientes
ese día porque no me gusta llenar demasiado la agenda,
especialmente en fin de semana, cuando quiero tener algo de
tiempo para mí.
Mi despacho está en el centro de Glasgow, junto a la estación
central. Aunque se ubica en el centro de una ciudad con mucha
actividad, mi espacio de trabajo está lleno de paz. Todas las
semanas me visitan más de veinte personas y al menos la mitad
suele hacer algún comentario sobre la paz que se respira. Tengo
dos altares colocados junto a las ventanas. Uno está dedicado a la
Divinidad femenina, y otro, a la masculina. La sensación de
equilibrio es importante para mí y me gusta tener presentes tanto a
nuestra Madre como a nuestro Padre, al Dios y a la Diosa.
Cuando llegué ese día, me encontré a una mujer junto a mi
puerta. Era delgada, tenía el pelo rubio rojizo y parecía tener
cuarenta y pocos años. No esperaba a nadie a esa hora, así que la
saludé un poco confundido.
—Hola, ¿estaba esperando para verme a mí?
—Si usted es Kyle, entonces sí —respondió.
Le dije que volviera a la hora de su cita porque tenía que
organizar las cosas en mi despacho primero. Pero, para mi
sorpresa, ella repuso:
—¿No podría recibirme ahora, por favor? Es muy importante que
hable con usted. No sé cuánto tiempo tengo.
Se expresó con tanta seriedad que supe que decía la verdad.
—Deme cinco minutos —contesté.
Entré en mi despacho y encendí los calefactores y las velas lo
más rápido que pude. Cerré los ojos y recé mentalmente para
convocar a mis ángeles y agradecerles que me rodearan con su luz
protectora. Después recibí a la mujer. Se llamaba Rose.
La invité a sentarse ante mi mesa, donde tenía mis cartas
angelicales esperando para empezar la sesión, y le dije que le
prometía solo una cosa: sinceridad.
—Gracias por hacer esto —contestó—. Pero tengo que hacerle
una petición antes de empezar: si hay algún espíritu en la
habitación, no quiero saberlo. No tengo problemas con los ángeles,
pero no quiero saber nada de cualquier otra presencia que esté
conmigo.
Más confuso aún, pero dispuesto a cumplir sus deseos, prometí:
—Haré lo que pueda pero, como ya sabrá, normalmente es así
como obtengo la información sobre su vida y su mundo.
Le pedí que colocara las manos encima de las cartas angelicales
y yo puse las mías encima de las suyas. Los dos cerramos los ojos.
—Empiece pensando en el tema del que desee hablar hoy,
cualquier cosa sobre la que quiera que los ángeles le aconsejen y le
guíen.
En ese momento me sentí arrastrado por un torbellino. Vi a Rose
sentada en un tribunal, esperando un juicio. Se me pusieron todos
los pelos de punta cuando vi que estaba en el banquillo de los
acusados. Mentalmente dije: «Gracias, ángeles, por darme todo el
contexto. Quiero ayudarla».
Al instante vi a Rose peleando con un hombre adulto de más de
metro ochenta. Era grande, fuerte y no tenía reparos en usar los
puños. Entonces sentí una puñalada en el vientre. Solté una
exclamación, abrí los ojos y me miré las manos. Estaban cubiertas
de sangre.
Completamente en shock , susurré:
—Ha muerto alguien. De hecho, creo que ha sido asesinado.
—Yo no diría «asesinado» —replicó Rose con mucha calma—.
Creo que esa no es la palabra adecuada. Tuve que luchar por mi
familia; no podía dejar que siguiera haciéndonos daño.
Empecé a comprender someramente lo que estaba ocurriendo.
No tenía las manos cubiertas de sangre en la realidad, sino que mis
impresiones psíquicas habían hecho que me lo pareciera para que
comprendiera lo que había pasado. Y ahí mismo, justo al lado de
Rose, estaba el hombre de más de metro ochenta, en espíritu, que
me dijo: «Solo quiero que sepa que la perdono y que quiero que ella
me perdone».
—Buf —exclamé en voz alta—. Necesito que todos me deis un
minuto. Tengo aclararme un poco con lo que está pasando aquí.
Resultó que Rose había sufrido años de maltrato psicológico y
emocional. Su pareja, con la que llevaba más de quince años, la
había maltratado a ella y también a sus hijos. Y al final ya no pudo
más.
—Uno de los dos tenía que morir esa noche —confesó—. Y al
final fue él.
Ocultó el cuerpo de su pareja, pero unos días después, cuando se
le pasó el efecto de la adrenalina, se dio cuenta de que tenía que
llamar a la policía y contar la verdad.
Había ido a verme por una razón: el perdón. Y ahí estaba el
espíritu de su pareja, deseaba que ella supiera que la había
perdonado, pero Rose estaba todavía tan llena de ira, dolor y
resentimiento que no quería saber nada de él. ¿Y qué podía hacer
yo?
Invoqué mentalmente a sus ángeles y, cuando vi sus luces
rodeándola, le dije a Rose que estaban ahí y que la estaban
envolviendo con sus alas llenas de amor. Su mensaje me llegó alto y
claro y lo compartí con ella palabra por palabra: «Nosotros, los
ángeles, te queremos incondicionalmente y queremos que sepas
que la energía que tú conoces como Dios no tiene nada contra ti.
Aunque en la Tierra esas acciones tuyas no son las que nosotros
elegiríamos, e incluso tú desearías haber hecho las cosas de otra
manera, irás al Cielo algún día. Pero primero tienes que completar
tu viaje en la Tierra».
Le expliqué a Rose que el pasado estaba cerrado y que no
podíamos cambiarlo, pero que lo importante es lo que hacemos en
el presente.
—Estás perdonada —aseguré—, pero debes perdonarte a ti
misma.
La animé a perdonarse por sus acciones y por lo que creía que
había hecho pasar a su familia. Y no solo eso: tenía que perdonar a
su pareja (aunque eso seguro que le iba a llevar más tiempo).
No importaba lo que había tenido que pasar, ni que claramente se
sintiera víctima de la situación; había llegado el momento de dejarlo
todo atrás y seguir adelante. Para tener paz en su vida necesitaba
liberarse de la toxicidad y de los pensamientos llenos de rencor que
aún albergaba, tanto por su pasado como por su presente.
Todo el tiempo, mientras yo hablaba, ella permaneció sentada,
llorando sin parar. Los ángeles intentaban consolarla y ofrecerle
apoyo y yo supe que era importante que no la juzgara. Estaba allí
para ser una luz, compartir esa luz y ayudarla a verla. Aunque sus
acciones acabaran, por desgracia, llevándola a la cárcel, supe en el
fondo de mi corazón que podía conseguir la paz en su vida si
lograba perdonar.
Me prometió que se esforzaría todos los días para conseguirlo.
Al parecer, a la semana siguiente se tenía que presentar en los
tribunales para ser juzgada, como había visto en mi visión. Aunque
no vi cuál sería su destino, fui sincero y le dije que, debido a su
decisión de ocultar el cuerpo de su pareja, estaba seguro de que
tendría que pasar algún tiempo en la cárcel. Pero eso no pareció
agobiarla. Lo que realmente le daba miedo era haber cometido el
peor de los pecados. No quería ir al infierno y yo me alegré de poder
decirle que ese no sería el caso.
Antes de terminar la sesión, recé con Rose una oración e invité a
los ángeles del perdón a rodearla. También invoqué a los arcángeles
de la justicia, Raguel y Zaquiel, y les di las gracias por su
contribución para que el juicio fuera justo para todos.
En ese momento supe que mi trabajo había terminado; había
hecho todo lo que estaba en mi mano y, aunque Rose no estaba
abierta a oír el mensaje de perdón de su pareja, ese mensaje había
llegado a través de los ángeles. Ella ya sabía que no iría al infierno
y, al compartir con ella la verdad de que el Cielo nos está esperando
a todos, yo había podido contribuir a crear una luz en su vida de
nuevo.
Lo que más me asombró de este caso fue ver al alma de un
hombre que había llevado miedo y violencia a su familia cuando
estaba en la Tierra volver para decirle a la persona que lo mató que
la perdonaba y que quería su perdón, no para sentirse mejor, sino
para ayudarla.
Aún hoy creo que hay más perdón del que sabemos reconocer.
No siempre se trata de lo que podemos obtener de él, sino más bien
de lo que podemos dar . Un curso de milagros dice: «Tu perdón es
lo que conduce a este mundo de tinieblas a la luz». Y yo creo que
esa es la pura verdad.
Capítulo 1.
¿QUÉ ES EL PERDÓN?
«El perdón se alza entre las ilusiones y la verdad; entre el
mundo que ves y lo que se encuentra más allá; entre el
infierno de la culpa y las puertas del Cielo».
Un curso de milagros , lección 134
Iniciación
Mi relación con María Magdalena floreció cuando menos lo
esperaba. De hecho, fue este mismo año y, sinceramente, no estaba
preparado para lo que me pasó. Ocurrió cuando fui a dar una
conferencia en uno de los maravillosos encuentros organizados por
Hay House, el I Can Do It: Ignite, que se celebró en Londres. Creo
que allí se produjo algún tipo de iniciación divina.
Otro de los conferenciantes era Meggan Watterson. Meggan es,
según ella misma se define, «una teóloga en minishorts » y esta
especializada en la Divinidad femenina. Su libro Reveal (no
traducido al español) es un manual para desnudarse
espiritualmente. Todo el mundo me decía que me iba a encantar,
pero, como siempre que me dicen cosas así, prefiero mantener la
mente abierta y decidir por mí mismo.
Mi amiga Hollie Holden me invitó a sentarme con ella durante la
charla de Meggan. Estábamos en la parte derecha del auditorio, en
la segunda fila, y yo tenía muchas ganas de que Meggan subiera al
escenario.
En cuanto salió, me quedé cautivado. Fue como si una luz dorada
brillara c on fuerza a su alrededor. Llevaba un vestido naranja que
realzaba bellamente su figura. Y no solo eso: era muy divertida.
Pronto me hizo r eír con su cáustico sentido del humor y empecé a
sentir que en mi alma tenía lugar un proceso profundamente
sanador.
Durante su charla, Meggan nos dijo que nosotros éramos la
verdad que todos buscamos. Que en el interior de todos nosotros
había una voz proveniente del alma divina que estaba conectada
con la Fuente de amor eterno que nos había creado. Fue un
recordatorio exquisito de mi propia divinidad que además en ese
momento necesitaba escuchar.
Lo que me gustó aún más fue que Meggan habló de la diosa india
Kali y después de mi mujer favorita: María Magdalena. Me resultó
muy curioso, puesto que llevo a esas dos figuras tatuadas en el
cuerpo. A esas alturas yo ya estaba muy emocionado e
impresionado porque esa mujer se hubiera subido al escenario,
llena de amor y vulnerabilidad, para animarnos a todos a desnudar
nuestra espiritualidad y dejarla únicamente en lo más básico.
Meggan habló con mucho entusiasmo sobre los motivos de su
interés por la Divinidad femenina, pero dejó muy claro que no se
había subido ahí para crear feministas, sino para aportar equilibrio a
nuestra forma de ver la Divinidad. Fue entonces cuando hizo algo
que no me esperaba: anunció que iba a com partir con todos
nosotros un pasaje de un texto gnóstico del siglo ii conocido como
El trueno, mente perfecta .
De pie, en el centro del escenario, abrió los brazos con las palmas
hacia arriba y, mirando al vacío, empezó a recitar:
Pues yo soy la primera y la última,
la honorable y la despreciable,
la prostituta y la respetable,
la esposa y la virgen,
la madre y la hija,
la estéril y la que tiene muchos hijos.
Yo soy la que ha tenido muchos matrimonios,
y no tomé marido.
Yo soy el silencio incomprensible,
la idea cuyo recuerdo es frecuente,
la voz cuyo sonido es variado.
Yo soy la pronunciación de mi nombre.
¿Por qué me habéis odiado en vuestros consejos?
Yo soy la lámpara del corazón.
Pasara lo que pasara en ese instante, fue divino y santo. Mi visión
clarividente se abrió y vi una ola dirigiéndose hacia el público. Era
de un color rojo rubí y venía hacia mí como un tsunami. Sentí miedo,
pero supe que quería que me envolviera.
Cuando me golpeó, me dejó sin aliento. Me quedé desmadejado
en la silla, perdí la noción de lo que estaba pasando y tampoco me
importaba dónde estaba. No tengo ni idea de lo que dijo Meggan en
los últimos minutos de su charla. Lo único que recuerdo es un amor
inmenso. Fue como si mi corazón se hubiera abierto por la mitad. Si
había algún candado cerrándolo, este había desaparecido. Me sentí
milagrosamente arropado, mi visión se abrió totalmente y vi ángeles
por todas partes. Me giré y miré al resto del público. Ojalá hubieran
podido ver lo que yo estaba viendo: ángeles divinos de amor por
todas partes, asegurándose de que nuestras almas se empaparan
de todo el apoyo que necesitaban.
En medio de todo aquello, de repente recordé que había
concertado una entrevista para un periódico y que después tenía
que subir al escenario para dar una charla de una hora. Necesitaba
recuperarme de aquello. Salí discretamente al pasillo y fui al baño.
Tuve que encerrarme unos minutos en uno de los retretes para
procesar en mi cabeza lo que acababa de ocurrirle a mi alma.
La voz de El trueno, mente perfecta para mí fue la de María
Magdalena. Me pareció que Meggan solo había sido un medio para
canalizarla. Y no solo eso: aunque había más de quinientas
personas en la sala ese día, yo sentí que lo que fuera que había
pasado iba dirigido específicamente a mí.
—Pero ¿qué diantres ha sido eso? —me pregunté a mí mismo.
Y respondió la voz de Kamael, mi ángel custodio:
—Todo será revelado con prontitud.
Recé una oración para centrarme y durante unos minutos me
concentré solo en respirar. Necesitaba recordar lo sucedido para
poder compartirlo.
De camino al lugar de la entrevista, le comenté a Ruth, la
publicista de Hay House que me acompañaba:
—Oh, Dios mío… Adoro a Meggan Watterson. Tengo que
conocerla este fin de semana.
Ruth se rio.
—Es increíble, ¿verdad?
—Sí. Ahí dentro ha conseguido canalizar la energía de la Diosa y
me he quedado fuera de combate. ¿Estará por aquí luego?
—Creo que va a volver al hotel ahora.
Eso no era lo que esperaba oír, pero internamente dije: «Ángeles,
gracias por organizar un encuentro con Meggan más tarde para que
podamos conectar» y me rendí al momento.
Tras la entrevista (que salió muy bien), estuve un rato entre
bambalinas preparando el cierre del programa del sábado por la
tarde. Estaba deseando compartir mi mensaje sobre los ángeles y el
poder de la oración.
Nunca sé lo que voy a decir en estas charlas o, más bien, nunca
llevo las cosas demasiado preparadas porque me gusta compartir lo
que salga del centro de mi corazón, decir lo que me siento inspirado
a decir en ese momento. De hecho, lo que siempre hago es escribir
en mi diario una oración de apoyo y después, si me acuerdo, abro la
conferencia con esa oración. Eso fue lo que hice en esta ocasión. Y,
cuando miré al público, a punto de empezar a recitar mi oración, vi
que Meggan Watterson estaba sentada en el mismo sitio en el que
yo había estado antes. Ahora era ella la que había venido a verme a
mí …
Leí la oración que voy a compartir contigo ahora.
Queridos ángeles:
Os doy las gracias por permitir que yo sea una voz, vuestra voz,
para ayudar a los demás a descubrir sus dones y talentos
naturales. Gracias por mostrarme lo que debo decir, cómo
decirlo y cómo guiar a los demás. Estoy feliz de poder trabajar
con vosotros en la luz de la gracia de Dios y de tener esta nueva
oportunidad de compartir mi gratitud con vosotros. Me encanta
que estemos en el mismo equipo y que ayudemos juntos a la
gente a ver lo que es real. Vosotros sois mis guías y yo vuestro
mayor fan. Sé que vosotros también sois los míos. Vamos a por
ello, amigos. Os quiero.
Que así sea.
El público sonrió y yo me puse a compartir con ellos mi historia
durante lo que a mí me parecieron tres minutos pero realmente fue
una hora. Hablaba directamente al público, pero no podía evitar
mirar a Meggan de vez en cuando: su presencia me atraía. Nunca
me había pasado nada como aquello, ¿qué estaba ocurriendo?
Terminé y firmé mis libros, como siempre, y después volví al hotel.
Jessica, la coordinadora de eventos de Hay House, me invitó a
cenar con ella y acepté encantado.
Para mi sorpresa y felicidad, cuando llegué al restaurante,
sentados en la misma mesa que Jessica estaban el increíble
director de publicidad de Hay House, Jo Burgess, y… Meggan.
Antes de que me diera tiempo a decir nada, Meggan me dijo que
le había encantado mi charla. Yo me quedé estupefacto…Tenía que
contarle lo que había pasado.
Todo lo que sucedió esa noche me dejó completamente
alucinado. Meggan y yo hablamos de María Magdalena y de Kali y
compartimos nuestro amor por los ángeles y las oraciones. Fue
sencillamente maravilloso. Sentí que había conocido a una
verdadera hermana, mi nueva mejor amiga y mi compañera del
alma, todo al mismo tiempo. Y las palabras de Meggan extraídas de
El trueno, mente perfecta despertaron en mí la necesidad de
organizar todos los textos que tenía de María Magdalena en cuanto
volviera a casa para estudiarlos a fondo. Sentí que ahí había algo
que debía descubrir.
Cuando regresé a Glasgow, me llevé conmigo el libro de Meggan.
Me encantó su mensaje tan sincero sobre desnudarse
espiritualmente y ser vulnerables. De hecho, decidí que para
desnudarme espiritualmente tenía que hacerlo también físicamente.
Me quité toda la ropa y me metí en un agradable baño caliente con
el libro de Meggan.
Estaba leyendo y disfrutando de esas páginas cuando sentí que
algo me arrastraba. Dejé el libro y me acomodé en la bañera. Cerré
los ojos y entré en un estado parecido a un trance profundo.
De repente me encontré en una profunda cueva de cristal rojo.
Había cristales como rubíes por todas partes, resplandeciendo con
la luz. Digo «luz» pero realmente la cueva estaba a oscuras, aunque
no era algo negativo, sino más bien como si fuera de noche.
Delante de mí apareció sin previo aviso una figura femenina que
me miraba a los ojos. Los suyos eran marrón oscuro, como el
chocolate. Su cara, con forma de corazón, era hermosa, con los
pómulos altos. Tenía el pelo envuelto en un velo rojo, pero vi que
caía por debajo. Iba vestida de rojo, un rojo que solo puedo describir
como «ardiente».
—Estoy aquí para ayudarte con el libro sobre el perdón.
Oí esas palabras alto y claro. Fueron directas y simples y supe
que necesitaba anotarlas.
—¿El perdón? —pregunté en voz alta—. Espera, ¿dónde estoy?
—En la cueva de tu corazón. Me encontraré contigo aquí.
Entendí entonces que aquello era un encuentro santo con María
Magdalena. Y en ese momento me desperté.
Durante el resto de la tarde experimenté una sensación de pura y
absoluta felicidad. Fue impresionante, pero supe que me habían
asignado una misión desde el Cielo y que tenía que escuchar su
guía. Empecé a tomar notas en mi diario y a dejar constancia de
todo lo que me inspiraba.
Aquí Jesús está enseñando algo que hoy en día afirman los
sabios, los yoguis y los físicos: que todos somos uno .
Continúa cuando Pedro le pregunta: «Puesto que nos lo has
explicado todo, explícanos también esto: ¿cuál es el pecado del
mundo?».
Y Jesús responde:
«No hay pecado, sin embargo, vosotros cometéis pecado
cuando practicáis las obras de la naturaleza del adulterio
denominada pecado . Por esto el Bien vino entre vosotros, hacia
lo que es propio de toda naturaleza, para restaurarla en su raíz».
Capítulo 3, versículos 3-6
Jesús está compartiendo una información muy importante que
podría haber cambiado radicalmente las ideas cristianas sobre el
pecado si este texto se hubiera incluido en el canon. Nos dice que
somos nosotros los que creamos el pecado; que hay cosas aquí
abajo que nosotros consideramos malas, pero que no tienen por qué
evitar el Bien. Me encanta que escriba «el Bien» con mayúscula
cuando lo que quiere es señalar lo más importante: que el Bien
existe en tu interior. Es tu naturaleza, quien eres. Ese Bien es tu
divinidad interior, es tu ser más santo. Es tu alma.
Las enseñanzas de este Evangelio son esos principios que
seguramente has sabido siempre y has oído innumerables veces:
que tú eres espíritu, tienes un alma y esa es la parte de ti que no se
puede destruir. Claro que vas a cometer errores y, sí, querrás
cambiar partes de tu vida, pero la verdad es que el bien que hay en
tu interior no puede desaparecer. Es la parte de ti que está
esperando que le prestes atención porque quiere crecer y elevarse
contigo.
HUMANIDAD
La parte final de las enseñanzas de Jesús antes de salir de
escena supone una enorme llamada de atención para todos
nosotros. Da igual si crees en la existencia de Jesús o no, tampoco
importa si no aceptas la validez de este texto; si estás listo para
emprender el viaje del perdón, sus palabras resonarán en tu alma.
Antes de irse, Jesús dice:
«La paz sea con vosotros, que mi paz surja entre vosotros.
Vigilad para que nadie os extravíe diciendo: “Helo aquí, velo
aquí”, pues el Hijo del Hombre está dentro de vosotros; seguidlo.
Los que lo busquen lo hallarán. Id y proclamad el evangelio del
reino. No impongáis más preceptos que los que yo he
establecido para vosotros, y no deis ninguna ley, como el
legislador, para que no seáis atenazados por ella».
Capítulo 4, versículos 2-10
DESCUBRIR A LA MAGDALENA
La presentación de María en el Evangelio me dejó totalmente
cautivado y confirmó lo que me decían de ella mis impresiones
intuitivas.
Comienza cuando María ve a los seguidores de Jesús
entristecidos por su crucifixión (o eso parece, aunque no llega a
decirlo). Les da miedo transmitir sus palabras y su sabiduría. María
se erige como líder y dice:
«No lloréis y no os entristezcáis; no vaciléis más, pues su
gracia descenderá sobre todos vosotros y os protegerá. Antes
bien, alabemos su grandeza, pues nos ha preparado y nos ha
hecho hombres».
El pasaje continúa demostrando el verdadero liderazgo y la
autoridad llena de amor de María:
«Dicho esto, María convirtió sus corazones al Bien y
comenzaron a comentar las palabras del Salvador».
Capítulo 5, versículos 9 y 10
VISIONES PODEROSAS
María Magdalena revela en su Evangelio que es una poderosa
visionaria. En la actualidad diríamos «clarividente», porque ella vio a
Jesús después de su muerte. Pero no solo eso: también vio
ángeles.
La historia que se cuenta en el Evangelio de Juan confirma, en mi
opinión, que María era humana, pero también que estaba abierta a
la más espiritual de las experiencias. La historia comienza con la
visita de María a la tumba de Jesús al amanecer, cuando aún hay
oscuridad, para descubrir que la tumba está abierta y Jesús ha
desaparecido. Entonces regresa corriendo para decírselo a Simón
Pedro y a los demás discípulos y todos van hasta allí. No saben qué
hacer, así que se vuelven para reunirse con sus compañeros a
esperar. Mientras, María se queda en la tumba, cerca de la puerta,
llorando porque el maestro al que tanto amaba ha desaparecido de
su lugar de descanso definitivo. Sin dejar de llorar, mira al lugar
donde está la mortaja de Jesús y donde debería estar también su
cuerpo y ve un ángel, vestido de blanco puro, sentado en el lugar
donde había descansado la cabeza de Jesús y otro donde
estuvieron sus pies.
Los ángeles hablan con María y le preguntan por qué está
llorando. Ella contesta que es porque se han llevado a su maestro.
Entonces se vuelve y ve que hay alguien más. Cuando va a
preguntarle si es él quien se ha llevado a su maestro, esto es lo que
ocurre, según el Evangelio de Juan, capítulo 20, versículos 16-19:
«Jesús le dijo: “¡María!”. Volviéndose ella, le dijo: “¡Raboni!”
(que significa: “maestro”). Jesús le dijo: “¡No me toques! Porque
aún no he subido a mi Padre; pero ve a mis hermanos y diles:
Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”.
Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos la
noticia de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas
cosas».
En este pasaje se afirma que María Magdalena tuvo un poderoso
encuentro espiritual con Jesús, aunque al principio no lo reconoció.
Tal vez porque estaba sanado o porque su cuerpo espiritual era
diferente del físico. Fuera como fuera, María se convirtió en médium
de su mensaje y, en mi opinión, en un canal y en una visionaria con
el propósito de servir y compartir. Ella se erigió en la apóstol de los
apóstoles y, al canalizar el amor de Jesús, los animó a comenzar su
viaje. Él se apareció ante ella primero; ella fue la primera persona en
verlo tras la resurrección, antes de su ascensión a los Cielos. Fue
una conexión muy poderosa.
MAESTRA ASCENDIDA
En mis meditaciones he llegado a comprender que María
Magdalena no solo es lo que la gente llama una santa, sino además
una maestra ascendida a la que puede recurrir cualquiera. Era una
maestra y líder espiritual en la Tierra y sigue ejerciendo ese papel en
el otro lado. Por eso todos podemos solicitar su consejo y su apoyo
en nuestro viaje en busca del perdón.
María trabaja mano a mano con el reino angelical para traer
sanación y orientación a todos los que abran su corazón a su
presencia. A lo largo de este libro iré compartiendo su amor y sus
enseñanzas contigo.
María tiene el aura roja, pero no de un rojo denso: brilla y
resplandece como un rubí al sol. Cuando recurres a ella, se sitúa en
el centro de tu ser para poder guiarte con todo su amor desde el
interior.
Deja que María Magdalena sea tu guía en el perdón, que te apoye
en este viaje de libertad y te ayude a recordar tu divinidad interior.
ELEVAR LA VIBRACIÓN
Para notar la presencia de tu ángel del perdón, lo mejor siempre
es reforzar tu conexión espiritual y elevar tu vibración. Sé que eso
suena un poco raro, pero te lo voy a explicar.
Todo en el universo es energía que vibra con una frecuencia u
otra. Todos sentimos esas frecuencias y probablemente simple
mente las calificamos de «positivas» o «negativas».
Por ejemplo, seguro que has experimentado el hecho de entrar en
una habitación y sentir que se puede cortar el aire con un cuchillo. Y
eres capaz de saber que alguien está de mal humor o en medio de
una rabieta. Esos son ejemplos perfectos de «vibración baja».
Pero hablemos de lo contrario. También sabes cómo es sentirse
feliz por algo o agradecido por una bendición en tu vida. Conoces
esa sensación que te inunda cuando te acuerdas de la persona
amada o rememoras un momento feliz de la infancia. O cómo es
cuando estás tan feliz que tienes ganas de llorar. Esos son ejemplos
perfectos de «vibración alta». Los ángeles están hechos de energía
de alta vibración.
Para cultivar una relación con tus ángeles, y con tu ángel del
perdón en particular, necesitas aprender a conectar con ellos. Para
hacerlo necesitas elevar tu energía.
EL ARCÁNGEL JEREMIEL
L os arcángeles son como los encargados de los ángeles del
Cielo. Supervisan a los ángeles custodios y se aseguran de que
están cumpliendo sus obligaciones (algo que siempre hacen). Estos
seres increíbles son guerreros poderosos y pacíficos que nos
apoyan con su luz. Probablemente hay miles de arcángeles por ahí,
pero algunos son más conocidos que otros. Un arcángel en
particular con el que yo trabajo y al que recurro a menudo es el
arcángel Jeremiel. Yo creo que es el arcángel del perdón.
Yo llamo a Jeremiel «el obrador de milagros», porque nos puede
ayudar a entender por qué es útil perdonar y cómo podemos hacer
posible el perdón. Lo veo en mi visión clarividente rodeado de una
luz pura naranja y dorada. Los ángeles siempre se nos muestran
con una forma que podamos entender; yo veo a Jeremiel como un
ángel alto y delgado, con la piel dorada y el pelo rubio dorado hasta
los hombros, muy parecido al ángel del perdón que describí antes.
Tiene los ojos azul oscuro y lleva una capa de sabiduría. En la mano
porta una antorcha que despide la luz de la misericordia de Dios en
cualquier situación que necesite perdón. Su imagen aparece en la
portada de este libro.
«Jeremiel» en hebreo significa «la misericordia de Dios» y el
arcángel Jeremiel es el portavoz divino y la representación de la
misericordia de Dios. La palabra «misericordia» es poderosa porque
representa la compasión y el perdón. Cuando en tu vida ti ene lugar
una situación complicada en la que es necesario el perdón, puedes
elegir ser misericordioso o castigador. La misericordia es el camino
superior: es la elección del amor, no solo porque le estás otorgando
a alguien el regalo del perdón, sino por que, cuando eliges ser
misericordioso, dejas de aferrarte a pensamientos tóxicos y a un
resentimiento que te hará daño internamente.
Hace poco mantuve una sesión privada con una cliente que tenía
una relación sentimental tormentosa. Lauren había roto con su
pareja tantas veces que ya había perdido la cuenta. Tras pensarlo
mucho, decidió darle «una última oportunidad», pero desde
entonces lo único que había hecho ella era hacer sufrir a su pareja.
Lo castigaba por cada error que había cometido en el pasado y por
cualquier problema trivial que surgía en el presente; se ponía a
gritarle como loca o se echaba a llorar. No veía la forma de seguir
adelante con su relación, pero tampoco se imaginaba su vida sin su
pareja.
Cuando invité a los ángeles a la habitación para ayudarla a sanar
esa situación, fui consciente de que el arcángel Jeremiel quería
darle un mensaje a Lauren. Cuando su ángel custodio se apartó a
un lado para dejar que el todopoderoso arcángel dorado se colocara
tras ella, Lauren me dijo:
—Se me ha puesto de punta todo el vello del cuerpo.
Yo vi una luz de sanación total que la envolvía. Fue magnífico.
Después me llegó un mensaje claro e inconfundible: «Ya es hora
de que dejes de castigarte. Cada vez que lastimas a tu pareja, te
haces daño a ti misma. Hay amor en tu relación, pero no lo ves
porque estás centrada en el dolor».
Cuando le repetí a Lauren el mensaje palabra por palabra, ella se
echó a llorar al advertir que cada vez que reprochaba a su pareja
acciones del pasado o le recriminaba su comportamiento presente,
sentía tanto dolor y angustia como la que le provocaba a él.
Recuerdo que dijo:
—Necesito decirle lo agradecida que estoy de que tengamos
tantos recuerdos bonitos. Pero lo único que he hecho ha sido fijarme
en los problemillas de nuestra relación.
Le rezamos juntos a Jeremiel y agradecimos que hubiera enviado
su ola de luz a la vida de Lauren. En la oración también le dimos
permiso al arcángel para enseñarle el camino hacia la paz y para
ayudar a Lauren a comprender lo que significaba de verdad
perdonar en su relación.
Para muchos de nosotros puede ser mucho más fácil centrarnos
en el pasado, sobre todo en los problemas que hemos encontrado
por el camino, que en las cosas por las que nos sentimos
agradecidos ahora, pero, según Un curso de milagros, esa no es
nuestra verdadera naturaleza. Nuestro verdadero ser es siempre el
amor y, si nos centramos en el dolor de una situación, es que hemos
cogido el camino incorrecto; nos hemos alejado de nuestra
verdadera naturaleza y de los dones que nos ofrece el presente.
Lauren me escribió un correo unas cuantas semanas después
para decirme que su relación había dado un giro de 180 grados.
Cuando inició una conversación llena de amor profundo con su
pareja, los dos se dieron cuenta de que lo que de verdad
necesitaban era olvidar sus problemas del pasado y seguir adelante
juntos.
Jeremiel, como indica su nombre, es «la misericordia de Dios» y
puede despertar la compasión y el perdón en nuestro interior,
ayudarnos a vernos a nosotros mismos con mejor luz y convertir
nuestros miedos pasados en amor presente.
Como los demás arcángeles, Jeremiel puede estar con todos
nosotros al mismo tiempo. No está limitado por el tiempo y el
espacio: su energía está siempre presente y ayudará a cualquiera
que se lo pida. He visto cómo ayudaba a mucha gente con la
dinámica del perdón.
Muchos de nosotros intentamos perdonar, pero no podemos
olvidar. He descubierto que el arcángel Jeremiel no puede
ayudarnos a olvidar una situación, pero sí a olvidar el dolor. Gracias
a las enseñanzas de este arcángel increíble he aprendido que
siempre somos seres completos. Aunque nos sintamos heridos,
decepcionados y destrozados, la verdad es que no lo estamos.
Nuestra alma siempre permanece completamente íntegra; solo
necesitamos permitir que nuestro cuerpo físico acepte esta verdad.
Siempre que he recurrido a Jeremiel, me ha ayudado a encontrar
el camino. Recuerdo que hace poco, en un momento en el que me
sentía muy deprimido por una situación que se había producido
entre un viejo amigo y yo y no dejaba de recordar todas las cosas
malas de nuestra amistad, invoqué la energía de Jeremiel. Entonces
oí una voz queda en mi mente que me dijo: «Ya es hora de enviar
amor» y eso me dio la inspiración que necesitaba para cambiar mis
pensamientos. Jeremiel siempre nos ayuda a recordar que el amor
es la respuesta.
Invocar a Jeremiel
El arcángel Jeremiel puede ayudarte a convertirte en un obrador
de milagros. Según mi parecer, un obrador de milagros es alguien
que cambia la base de sus pensamientos y acciones para pasar del
miedo al amor y la aceptación.
Jeremiel también te ayudará a aceptar tu inocencia espiritual.
Aunque seguro que te gustaría poder volver atrás para cambiar o
sanar algunas cosas, la única forma de seguir adelante es aceptar
tu totalidad y reconocer esa misma totalidad en otros (en el siguiente
capí tulo llevaremos esta forma de recordar a un nivel más
profundo).
⏺ Puedes invocar al arcángel Jeremiel utilizando diferentes
técnicas, pero lo mejor de este libro es que su imagen aparece
en la portada. Puedes utilizar esa imagen como herramienta de
meditación para ayudarte a recibirlo en tu vida.
⏺ Te doy otra alternativa; recita estas palabras con los ojos
abiertos:
Estoy bien, seguro y protegido.
Una luz dorada del Cielo envuelve todo mi ser.
En este momento abro mi corazón y recibo en él las
bendiciones del arcángel Jeremiel.
Jeremiel, el arcángel, está ante mí con su antorcha de
iluminación.
Mientras Jeremiel está entrando en mi energía, yo elimino
cualquier resistencia. Me abro y recibo encantado su luz.
⏺ O puedes probar con esta oración:
Gracias, arcángel Jeremiel, por acercarte y revelarte ante mí de
una forma que puedo entender, tanto si es con signos físicos
como con recordatorios sutiles. Recibo tu guía y tu apoyo
mientras me permito aceptar completamente y comprender el
perdón. Con tu ayuda sé que puedo percibir el perdón como es,
ofrecerme este don a mí y ofrecérselo a los demás a diario.
Ahora dejo atrás todas mis resistencias y miedos pasados,
renuncio a todo lo que ya no necesito y destruyo los muros que
rodean mi corazón para que se revele mi verdad interior. Hay
una luz pura brillando dentro de mí y sé, Jeremiel, que tú la
ves. Gracias por ver mi verdad espiritual y por eliminar las
ilusiones de mi visión para que yo pueda verla también.
Gracias por enseñarme cómo perdonar y a quién y por
ayudarme a ver que yo estoy perdonado.
Acepto mi inocencia espiritual y, de ahora en adelante,
recordaré que el perdón es una parte natural de mi identidad
espiritual. Ahora cruzo las puertas de la libertad contigo a mi
lado como amigo y líder.
Perdono y soy perdonado.
Que así sea.
VULNERABILIDAD
Para ayudarte a lidiar con la culpa, creo que es importante que te
hable de mi vida y me sitúe en una posición de vulnerabilidad en la
que seguro que os encontráis muchos de vosotros. A mí me parece
que la vulnerabilidad no tiene nada de malo. Es bueno exponer tu
verdadero yo, porque así estás mucho más cerca de quererte a ti
mismo que cuando finges estar a salvo mientras te escondes detrás
de algo.
Tengo que dec ir que yo oigo la voz de la culpa cuando digo algo
fuera de lugar o que hiere a otras personas, y también cuando no
hago algo que creo que debería hacer, como, por ejemplo, mi
práctica de yoga. A veces incluso me viene a la cabeza alguna
situación muy tont a que me ha ocurrido y me siento raro y culpable.
Una de las mayores dificultades a las que me he enfrentado en mi
vida ha sido mi relación con la comida y con mi cuerpo. Cuando era
pequeño pasé un tiempo en una silla de ruedas e ingresado en un
hospital infantil a causa de un virus que me dejó paralizado.
Recuerdo que en aquella época no me gustaba comer, sobre todo la
comida del hospital. Pero, cuando mejoré, también empecé a
llevarme mejor con la comida y me convertí en un niño sano y en
forma.
Cuando mis padres se divorciaron, me mudé de Port Glasgow a
Greenock y cambié de colegio. En pocos días hice amigos en mi
nuevo colegio y no me resultó muy difícil el cambio. Pero la verdad
es que nunca me gustó el colegio e internamente mi antiguo ser
siempre repetía: «¿Por qué estoy aprendiendo esto?» o «No quiero
estar aquí».
Nunca sentí que encajara allí del todo. Era un soñador y me
pasaba las tardes mirando al vacío para consternación de mis
maestros. Según fui creciendo, mi sensibilidad se volvió tan
pronunciada que si alguien me gastaba una broma o me tomaba el
pelo, yo me lo tomaba muy a pecho y me disgustaba mucho por los
comentarios o los chistes de mis amigos.
Cuando me sentía deprimido o demasiado sensible nunca sabía
cómo librarme de esos sentimientos hasta que, alrededor de los diez
años, descubrí que, si comía mucho, no sentía tanto el resto de las
cosas. Si comía y comía, las burlas de los demás o la insistencia de
los profesores ya no me importaban.
Eso creó una enorme espiral en mi vida y pasé muy rápido de ser
un niño delgado de piernas largas a uno rechoncho que odiaba todo
su cuerpo.
Cuando encontré la espiritualidad, decidí que hacerme
vegetariano era importante para mi crecimiento, ya que no quería
sentirme culpable por comer animales o por consumir los cadáveres
de otros seres. Eso me vino bien, pero mi relación con la comida no
mejoró. Era vegetariano pero no comía sano. No consumía carne,
pero seguía ingiriendo montañas de comidas pesadas, fritas, con
mucha grasa y muchos carbohidratos y muy pronto estuve lo que un
médico calificaría de clínicamente obeso. De hecho, subía y bajaba
de peso como un yoyó y lo probé todo: dietas, infusiones,
programas en CD, nutricionistas y más. Y seguí así varios años.
Cada vez que hacía un cambio para mejor, recaía y comía todavía
más que antes. Me sentía culpable por comer de más y también por
tener sobrepeso. Cuando me sentía culpable, comía, y cuando me
sentía gordo, comía aún más… Era un verdadero círculo vicioso.
Aunque me estaba pasando todo esto, los ángeles seguían
trabajando conmigo y en mi interior; ellos no veían la imagen
monstruosa que veía yo y sabía que me querían aunque a mí me
costara mucho quererme.
Recuerdo que, cuando se publicó mi primer libro, me vi en los
periódicos, en la televisión y en fotografías y me di cuenta de que mi
cuerpo no reflejaba lo que yo enseñaba. Le decía a la gente que
necesitaba amor y perdón y, aunque yo sabía que era cierto, una
parte de mí me hacía sentir como un fraude porque yo no me quería
de verdad.
Mi madre fue quien me salvó, una vez más. Ella empezó un nuevo
plan de vida sana porque también había llegado a un punto en el
que no estaba contenta con su cuerpo. Me lo dijo tras acompañarme
al encuentro I Can Do It en el que di mi primera conferencia; fue en
ese momento cuando ella decidió que necesitaba reflejar
físicamente el amor del que hablábamos a todo el mundo, así que
se unió al programa Slimming World.
Cuando mi madre se unió a ese club, tengo que reconocer que yo
era escéptico. Creía que a mí no me iba a funcionar.
—Vamos, dale una oportunidad —me animó ella—. Es genial: se
puede comer mucho y todo es comida normal.
Pero elegí no creerla.
Tras la primera semana en el club, ella perdió casi un kilo y medio
y volvió a casa muy entusiasmada con su logro. Intentó una vez más
animarme para que me uniera y me dijo que a ella le encantaba.
—Si los ángeles me dan alguna señal de que es lo correcto, lo
haré —respondí.
Recuerdo que me fui a mi cuarto y les dije mentalmente a mis
ángeles: «Gracias, ángeles, por enviarme una señal para mostrarme
si ese es el método de pérdida de peso adecuado para mí».
Ese fin de semana era el Glasgow’s International Angel Day, un
evento que organizo todos los años junto con mi amiga Diane. El
dinero que recaudamos va para una organización benéfica infantil
local y siempre es muy bien recibido.
Ese día se unieron a nosotros más de doscientas personas. Mi
madre estaba en la puerta y acompañaba a la gente a sus asientos
y yo organizaba la venta de boletos de la rifa para la organización
benéfica. Cuando estaba a punto de abrir el programa de la tarde, vi
que mi madre me hacía un gesto para que me acercara.
Fui a su encuentro y me dijo:
—¿Ves a esa señora en primera fila, la del pelo negro y la blusa
roja?
—Sí —contesté, preguntándome qué pasaría.
—Es la mujer que dirige la clase de Slimming World. No sabía que
le interesaran los ángeles.
¿Necesitaba una señal más clara? Ese día, en aquella reunión
angelical, decidí ceder e iniciar un viaje para amar mi cuerpo y
aceptarme.
Una semana después acompañé a mi madre a la clase de
Slimming World y me pesaron. La cifra era mucho más elevada de lo
que esperaba, pero decidí continuar con el viaje. Hacerlo
acompañado de mi madre fue una gran motivación para ambos. Nos
compramos platos con forma de corazón, una cubertería nueva y
empezamos a seguir el plan (yo hice la versión vegetariana). Y
semana tras semana el peso fue abandonando mi cuerpo.
Recuerdo que les pregunté a los ángeles: «¿Qué más podría
hacer para apoyar mi crecimiento dirigido a la pérdida de peso?».
Y ellos contestaron: «Siéntete seguro y haz yoga».
Tenía mucho sentido. Sabía que necesitaba sentirme seguro. Mi
cuerpo había convertido mi barriga en un enorme escudo que me
rodeaba porque yo no quería ser visto para que nadie hiriera mi
sensibilidad. No sabía muy bien cómo conseguir sentirme seguro,
pero sí sabía que podía hacer yoga. Llevaba tiempo yendo a clases
una vez a la semana, así que solo tuve que empezar a ir cuatro o
cinco veces a la semana.
En solo unos cuantos meses había perdido más de trece kilos y
decidí pasar al siguiente nivel con el yoga, así que me apunté a una
formación para convertirme en profesor. La verdad es que por error
me apunté a una formación de profesor de ashtanga yoga, un tipo
de yoga sobre el que no tenía ni idea.
El primer día de clase para ser profesor de yoga, lo primero que
advertí fue que yo era el alumno más grande, en cuanto a tamaño
corporal, de toda la clase. Lo segundo que me llamó la atención fue
que era el único hombre, aparte del profesor.
La formación empezaba a las seis de la mañana con una práctica
para que el profesor pudiera «evaluar a qué nivel de profundidad
llegaba nuestra práctica». Estaba a punto de darme un ataque. El
profesor hablaba en sánscrito y era duro. Lo que a mí me parecía un
buen ejercicio, para él solo era un calentamiento, y lo que yo creía
que era yoga realmente no lo era. Mis compañeras de clase hacían
posturas complejas, elevando todo el cuerpo y apoyándose sobre
las manos y la cabeza. Entonces en mi mente empezó a resonar la
voz del miedo, la culpa, la gordura y la falta de forma. Estaba a
punto de llorar.
Durante todo el día sentí que no encajaba allí y decir que resultó
aterrador es poco. Volví al hotel con dolores, tanto físicos como
emocionales, preguntándome por qué me había apuntado y por qué
había elegido ese tipo de yoga. El ashtanga yoga es uno de los
estilos de yoga más físicos. Exige no solo flexibilidad, sino también
fuerza en las extremidades y en el tronco. ¿En qué estaba
pensando?
Me eché a llorar. Lo único que quería era sentirme seguro en mi
cuerpo y allí estaba, en un hotel y haciendo un curso para el que
necesitaba unos requisitos que no cumplía…
CAMBIO
Después de estar un rato tumbado en el sofá, preguntándome qué
hacer, llamé a mi madre (como siempre), y ella me dijo que
«resistiera» y que «al final merecería la pena». Tenía razón, por
supuesto. Pero yo no tenía suficiente fuerza, no podía hacer la mitad
de las posturas y, aunque creía que era flexible, en ese curso
parecía tan rígido como una tabla.
Me marché a casa, me senté en el suelo con las piernas
cruzadas, en posición de meditación e invoqué a mis ángeles. ¿Por
qué me sentía tan culpable por mi cuerpo: su forma, su tamaño y su
flexibilidad? Quería cambiar, pero al mismo tiempo me daba mucho
miedo y me parecía más fácil rendirme.
Un mensaje muy sencillo resonó en mi mente: «Quiérete lo
bastante para cambiar».
Eso era justo lo que necesitaba oír. Entendí mentalmente que
sentirme culpable y frustrado no me estaba ayudando a cambiar.
Necesitaba empezar a quererme a mí mismo y mostrar amor
también por toda aquella situación. Era imprescindible que cambiara
mi realidad para abrazar el perdón y tenía que hacerlo con un
corazón abierto. No quería culpar a nada ni a nadie de cómo me
sentía con mi cuerpo: mi relación con la comida había sido de esa
forma porque eso era lo único que conocía en ese momento, pero
ahora estaba en el camino de la recuperación.
Recordé la cita de Un curso de milagros : «El perdón es una
forma terrenal de amor» (lección 186).
Estaba listo para trabajar en perdonar todo mi cuerpo y quererme
lo bastante para cambiar. No importaba de dónde venía y adónde
iba. Estaba preparado para perdonarme allí y en ese momento e iba
a hacerlo de una forma llena de amor.
Así que seguí con mi comida vegetariana sana y añadí a mi
práctica espiritual diaria el yoga y varias afirmaciones que me
ayudaban a amar mi cuerpo. Practicaba la secuencia primaria del
ashtanga lo mejor posible y después, cuando estaba tumbado sobre
mi esterilla, me colocaba las manos sobre el vientre y recitaba
afirmaciones como:
No hay lugar más seguro que mi propio cuerpo.
Me quiero y me perdono.
Perdono y soy perdonado.
Ahora mi cuerpo vuelve a su estado natural de salud.
Sienta muy bien sentirse sano y feliz. Me encuentro bien.
Durante los meses siguientes, la transformación fue muy
llamativa: perdí más de trece kilos de nuevo, lo que hizo que la
pérdida total de peso se acercara a los treinta kilos. Y me sentía
genial.
Esto puede parecer el fin de la historia, pero de vez en cuando
todavía oigo la voz de la duda interna, a la que le gusta decir que
debería sentirme gordo, avergonzado y recordar las estrías que
tengo en el cuerpo, pero yo siempre elijo responder de una forma
llena de amor. Cada vez que escucho los comentarios negativos de
mi ego, me digo: «Estás seguro y los ángeles te aman lo indecible».
CULPA
La culpa es un aspecto complicado del amor por uno mismo y el
perdón y todos la hemos sentido. Estoy completamente seguro de
que te has sentido culpable en algún momento de tu vida y tal vez
incluso ni siquiera sepas por qué.
Yo he descubierto que, aunque esa culpa pueda parecer natural,
la verdad, como hemos dicho antes, es que nuestra forma natural de
ser es el amor. Cualquier cosa que venga del miedo es una ilusión
total y la culpa es prima del miedo. Para mí es la forma que tiene el
ego de ponerle dificultades al perdón. Es la voz que dice: «¿Pero
estás seguro de que quieres elegir el amor? ¿ Seguro que quieres
libertad?». Por difícil que parezca a veces, la respuesta
definitivamente es: «¡Sí!».
En mi caso, la culpa tiene mucho que ver con la forma en que me
he criado. No estoy culpando a mis padres y profesores (ni a los
tuyos): simplemente es la manera que tiene la gente de gestionar la
información de la que dispone. El ego nos ha llevado a creer que
necesitamos tener el control, así que juzgamos lo que está pasando
a nuestro alrededor e intentamos cambiarlo. No nos damos cuenta
de que, si nos apartamos de esa forma de hacer las cosas, es el
amor el que toma el control.
Por ejemplo, cuando era pequeño, fuera a donde fuera, me
decían si me estaba portando bien o mal. Bueno, sinceramente no
recuerdo que mis padres me dijeran nunca que era «malo», pero,
cuando estaba en el colegio, si hacía algo «mal», sí que me decían
que era «malo», y eso empezó a crear pensamientos de culpa en mi
interior. Durante toda la etapa escolar nunca me alabaron
públicamente cuando hacía algo bien, pero sí me señalaban cuando
era malo; y, sinceramente, es probable que eso me llevara a hacer
más cosas «mal» para llamar la atención.
La mayoría de nosotros cuantificamos nuestra valía personal
basándonos en cosas «buenas» o «malas», es decir, en lo bien que
lo estamos haciendo o que lo hemos hecho. Eso es algo que
también aprendemos cuando somos pequeños. Ganar una carrera
en el colegio te convierte instantáneamente en un niño más guay
que los demás; yo nunca gané ninguna, así que siempre sentí que n
o era tan bueno como los que me rodeaban. Y en clase, si tus no
tas no eran tan buenas como las de tus compañeros, no llegarías a
la universidad y después no conseguirías un trabajo, una relación,
un coche, etc. Esa mentalidad me estuvo persiguiendo, como a
muchos de nosotros, hasta la vida adulta. ¿Y si lo viéramos de
forma diferente?
¿Te imaginas cómo sería si sencillamente te dijeran que eres
bueno? Imagina que todos los padres, tutores, profesores, líderes,
etc., lo hicieran desde que naces y durante toda tu infancia, incluso
en el sistema educativo. Tu vida sería muy diferente y te sentirías
menos culpable.
TIPOS DE CULPA
Me he dado cuenta de que hay diferentes tipos de culpa. Estos
son los que he descubierto:
Rendimiento
Gran parte de la culpa viene de lo bien (o no) que hacemos algo.
Resurge cuando no tenemos una cierta cantidad de dinero en el
banco, cuando no conseguimos una cualificación o, peor, cuando no
tenemos muchos seguidores en Twitter.
La culpa basada en el rendimiento o en los logros es muy común,
sobre todo si alguien ya ha establecido un estándar que se espera
que cumplamos o si nosotros tenemos ciertas expectativas.
Comparación
La culpa también aparece al compararnos con otra persona. La
aprendemos en la infancia (es especialmente común entre los
hermanos) y después se extiende a lo largo de toda nuestra vida
cuando nos comparamos con los demás. Decimos: «Oh, a ti eso se
te da mucho mejor», o incluso «Tú lo has hecho mejor que yo», y
después nos sentimos culpables por no ser iguales que nuestro
prójimo. Pero siempre que nos comparamos con otra persona, nos
olvidamos de nuestra luz individual que brilla con fuerza.
Juicio
¿Qué ocurre cuando nos miramos al espejo y no vemos lo que
queremos? Puede que tengamos marcas, o cicatrices, o que
estemos en un estado físico que no nos guste. Nos juzgamos y nos
decimos que nuestra una imagen no es lo bastante buena. Y
después nos sentimos culpables por no ser lo que la sociedad
espera de nosotros o, lo que es peor, lo que otra persona espera de
nosotros. Pero, cuando sentimos culpa basada en un juicio, dejamos
de ver la divinidad que los ángeles ven en nosotros cada segundo.
Vergüenza
Mucha gente se enfrenta a la culpa porque se avergüenza de sí
misma. En estos tiempos me he encontrado con gente que siente
una vergüenza enorme por el color de su piel, la zona o el país en el
que nació o incluso su sexualidad. La vergüenza es un lugar
complicado en el que vivir, pero la verdad es que a los ojos de tu
ángel tú eres perfecto, no importa quién seas. Para él, tú eres una
gran luz.
Pecado
Mucha gente se siente culpable porque cree que está
decepcionando a Dios. Esta es una de las formas de culpa más
complicadas y a mí me resulta muy difícil ayudar a la gente que la
padece, porque hay demasiadas personas por ahí intentando
obligarnos a creer eso. La verdad es que Dios es amor y, por lo
tanto, no puede estar decepcionado con nosotros por nada, porque
en el amor no hay juicios ni resentimientos. Como hemos visto antes
en el Evangelio de María Magdalena, Jesús dijo: «No hay pecado».
Yo creo que el pecado es olvidar que el amor existe. La
interpretación literal de la palabra es que algo no ha salido de
acuerdo con el plan, y lo que yo he aprendido es que el plan de Dios
para nosotros es el amor y que es un «pecado» olvidarlo. La verdad
es que no podemos decepcionar a Dios porque somos una
extensión de su amor.
RECONOCER NUESTRA VALÍA INFINITA
Dirijo un grupo espiritual, The Angel Club (el club angelical), que
se reúne una vez al mes en Renfrew. Viene gente de todos los
lugares de Escocia y pasamos la tarde centrándonos en los ángeles.
Invitamos regularmente a algún conferenciante y también
compartimos nuestros pensamientos sobre un tema espiritual y
hacemos lecturas angelicales.
Hace poco organice una sesión abierta de coaching en el club en
la que hablé del poder del perdón. Fue una tarde muy conmovedora
porque mucha gente quiso compartir su vulnerabilidad con el resto
del grupo. Una mujer, Linda, levantó la mano cuando estábamos
hablando del perdón y dijo que se sentía culpable, pero que no tenía
una razón aparente para sentirse así.
Nos contó que se había criado en una casa en la que siempre la
hacían sentir mal. Su madre no había sido la más cariñosa del
mundo; de hecho, se arrepentía de haber tenido hijos y no tenía
problema en demostrarlo. Así que Linda había crecido en un lugar
en el que no la querían y se había pasado sesenta años sintiéndose
culpable por estar viva. Cuando se abrió al grupo no paraba de
llorar, desesperada por liberarse del dolor.
Yo me quedé completamente desconcertado por su
vulnerabilidad. Ahí estaba, delante de todos nosotros, compartiendo
su problema con una confianza total. La verdad era que yo no sabía
cómo ayudarla a sanar, así que cerré los ojos, inspiré hondo y
después, al exhalar, dije interiormente: «Gracias, ángeles, por
revelarme la cura para su culpa».
Entonces oí una respuesta sencilla y profunda: «Puedes sanar la
culpa reconociendo tu valía infinita. Tú eres suficiente».
La culpa, como dije antes, es prima del miedo y, cuando la voz del
ego la hace crecer en nuestra mente, podemos (o no) permitir que
se apodere de todo. La verdad es que podemos elegir entre el
miedo o el amor y, cuando permitimos que el amor dirija nuestra
mente, cambiamos nuestra percepción y así creamos un milagro.
También abrimos nuestro corazón y así podemos dar y recibir el
amor que merecemos, en el que se incluye el amor por nosotros
mismos.
Somos suficiente (esto significa suficientemente buenos ) y los
ángeles quieren que nos demos cuenta de ello. Nos quieren
incondicionalmente y saben que lo hemos hecho lo mejor que
podíamos hasta ese momento. Esos mensajeros santos de Dios
también quieren que sepamos que su Creador nos quiere con todo
su corazón y que, si reconocemos lo hermosamente perfectos que
somos a sus ojos, empezaremos a sentir ese amor.
Claro que la voz de la culpa volverá a asomar de vez en cuando,
pero, cada vez que lo haga, debemos repetir esta sencilla
afirmación: «Yo soy suficiente». O mejor incluso: «A los ojos de Dios
yo soy amor incondicional». Y poco a poco iremos abriéndonos el
camino.
Nuestra mente es como un jardín: necesita atenciones. Cada vez
que nos enfrentamos a pensamientos basados en el miedo,
estamos arrancando las malas hierbas, y cada vez que nos
recordamos que somos amor, estamos plantando un hermoso rosal
en ese lugar.
Oír este mensaje fue importante para Linda y para el resto del
grupo que asistió esa tarde. Para cerrar el encuentro hicimos una
meditación para aceptar que éramos suficiente. Recuerdo que,
cuando los que estaban allí se liberaron de lo que ya no necesitaban
y aceptaron que realmente eran suficiente, vi lágrimas y oí
exclamaciones de alivio.
Aceptar que somos suficiente me recuerda, una vez más, el
pasaje de el Evangelio de María Magdalena cuando Jesús dice:
«Por esto el Bien vino entre vosotros, hacia lo que es propio de toda
naturaleza, para restaurarla en su raíz».
Liberarse de la culpa es volver al bien que nos pertenece.
Perdonarnos es querernos lo bastante para comprender que somos
el Bien y que el Bien nos pertenece.
Rendición
María Magdalena, Jesús y los ángeles están esperando junto a ti
para ayudarte a liberarte de la culpa, pues resulta inútil a tu
propósito divino, que es ser feliz.
Cuando la voz de la culpa eleve demasiado el tono, las cosas más
importantes que debes saber son:
V esica piscis
Llamada a la sanación
La historia en la que María Magdalena ve a Jesús completamente
curado es una poderosa alegoría porque se refiere a algo con lo que
todos nos encontramos de una forma u otra. Todos nos sentimos
separados de nuestros seres queridos en algún momento de
nuestra vida y hace falta una profunda dedicación para recordar que
no estamos en absoluto alejados. Lo mejor de todo es que tenemos
ayuda.
Si estás preparado para sanar el dolor y el rencor en tu vida, eso
significa que estás listo para dejar atrás el miedo a que te arrebaten
lo que amas. Cuando estés preparado para sanarte de esta emoción
de pesadilla, te darás cuenta de que eres uno con lo que amas; eres
uno con todo. También recordarás que en lo más profundo del
silencio de tu corazón espera la conexión con el hogar, con todos
aquellos que han abandonado la Tierra y con aquellos que te
parecen alejados en el tiempo y el espacio, y será entonces cuando
percibirás tu Espíritu Santo, o lo que los Myriam llaman «Cristo».
Los Myriam nos ayudan a ver más allá del dolor, la culpa y el
miedo, a despertar la visión de la gracia y a recordar que nunca nos
separamos de Dios, porque la luz de Cristo está en el interior de
todos. Cuando digo «Cristo», no hablo de Jesucristo, sino de la
consciencia interna, que es santa y siempre estará ahí: tu ser real,
que también podríamos llamar «Buda» o «consciencia».
Así que puedes recurrir a los Myriam para:
ÁNGELES AL RESCATE
Los ángeles tienen la capacidad de apoyarnos cuando estamos
desesperados. Ellos pueden anular nuestro libre albedrío y
ayudarnos, incluso aunque se lo pidamos, si lo que está pasando no
es parte de nuestro karma o una de nuestras lecciones asignadas.
Por eso se oyen historias de gente que es salvada por una
presencia invisible o es visitada por un ángel cuando afronta un
momento de depresión profunda; esos ángeles son enviados por
Dios para salvar a esa gente. Yo he descubierto que, aunque los
ángeles pueden hacerlo, les resulta mucho más fácil si nosotros nos
alineamos con el amor. Cuando pronunciamos una oración de
afirmación, combinada con gratitud, nos visualizamos rodeados por
una luz dorada y meditamos, elevamos nuestra vibración para
acercarla a la de los ángeles. Para explicarlo de una forma sencilla:
los ángeles son luz divina y, cuando nos visualizamos rodeados de
luz, nos convertimos en imanes que atraen el apoyo de esos seres
impresionantes.
Si tenemos pensamientos negativos basados en el rencor o por
habernos sentido atacados, debemos saber que ese ataque no es
real; es una ilusión. Una persona puede decirnos cosas
desagradables o incluso lastimarnos físicamente, pero nuestro
verdadero ser no puede sufrir daño porque nuestra alma es eterna.
Y cuando empezamos a alinear con el amor nuestros pensamientos,
practicamos la meditación y las oraciones, los ángeles nos
envuelven con sus alas de protección y perdón.
Cuando alguien nos amenaza o nos inflige un daño físico o
emocional, se está haciendo daño a sí mismo también. La lección
26 de Un curso de milagros trata de los pensamientos de ataque.
Nos habla de que, cuando pensamos en alguien de forma negativa,
queremos atacarlo con insultos o señalar sus debilidades, nos
creemos que a nosotros también nos pueden atacar. Menudo círculo
vicioso. La frase que resume todo esto es la siguiente:
«Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad».
El arcángel Miguel
Una sencilla oración dirigida a Miguel, el arcángel y santo de la
protección, es a veces la forma de obtener seguridad más accesible
y efectiva. Miguel es un arcángel enorme y supongo que ya lo has
sentido, encontrado o invocado en tu práctica espiritual. La mayoría
de nosotros tenemos una imagen muy marcada de este ángel con
apariencia de guerrero que nos protege.
A lo largo de los años se ha visto a Miguel con una espada de luz
que utiliza para desconectarnos de cualquier cosa que no nos sirva
en nuestra vida o nuestro propósito y que incluya pensamientos
negativos o de pesadilla. Invócalo para limpiar tu mente de la voz
del ego y desbaratar su plan maestro para poner en tela de juicio tu
percepción. Utiliza esta oración:
Gracias, arcángel Miguel, por acercarte en este momento y
utilizar tu espada de luz para desconectarme de pensamientos,
emociones y percepciones que no sirven a mi propósito de estar
alineado con la felicidad.
Me rindo a tu energía de protección y te permito ser el guardián
de mi mente. Sé que, mientras tu presencia llena de amor
permanezca fuerte en mi mente, solo permitirás pensamientos
que me sirvan, me guíen y me protejan en mi camino hacia la
paz, la felicidad y el amor.
Es estupendo saber que estás aquí conmigo.
Que así sea.
Flores
No sé por qué adoro las flores. Cuando era pequeño mi madre
tenía una fuerte alergia al polen, así que nunca hubo flores en mi
vida. Pero una vez, durante la meditación, mi ángel custodio,
Kamael, me dio un girasol y desde entonces se ha convertido en
uno de mis símbolos espirituales. Siempre que me resulta difícil
rendirme a una situación, visualizo girasoles. A veces me imagino el
famoso cuadro Los girasoles de Van Gogh, pero en mi mente las
flores se ven más alegres e incluso más coloridas. Otras veces me
imagino un girasol, con una gran cara feliz y sonriente en el centro,
que me está mirando.
Continuamente introduzco cambios en mi práctica espiritual, pero
soy constante en el sentido de que, cuando se trata de transformar
mis percepciones, recurro a algo que me resulta familiar y seguro.
Es mi «proceso de seguridad».
Otra flor que me encanta es la margarita. Imagino que soy un niño
pequeño que corre a través de un campo de hierba muy verde y
cubierto de margaritas. Siempre que lo hago, aflora a la superficie
casi mágicamente la felicidad de mi niño interior.
UN TEMPLO DE SANTIDAD
Mi forma de ver este tema es sencilla: nuestro cuerpo es un
hermoso templo. Es el hogar de nuestra alma. Pero, como ocurre
con todos los espacios bonitos, si pasamos un tiempo sin prestarle
atención, cambia muy rápido. Imagínate una iglesia vieja: la pintura
se descascarillará en las paredes, la madera se alabeará y los
insectos y el polvo la invadirán. Y lo que una vez fue hermoso se
queda destartalado y falto de amor.
Con nuestro cuerpo pasa exactamente lo mismo. Cuando no
permitimos que se produzca el perdón, es como si nos faltara amor
por nosotros mismos, y dejamos que el hogar de nuestra alma se
vuelva descuidado y polvoriento y que las cosas dejen de brillar
como lo hacían antes.
El perdón es como el feng shui : es una limpieza necesaria y,
cuando se produce, es sorprendente ver cómo cambian las cosas.
Cuando empezamos a practicar el perdón en nuestra vida, nuestro
cuerpo empieza a reflejar aceptación y confianza.
Louise Hay es una de mis mayores inspiraciones, no solo porque
fundara la editorial que me publica, sino por la sanación que creó en
su vida y en el mundo. El famoso libro de Louise Usted puede sanar
su vida se ha convertido en la Biblia para mí y constituye una parte
vital de mi práctica espiritual, sobre todo en lo que respecta a
trabajar con familia, amigos y, por supuesto, clientes. Gracias a él he
aprendido que la forma en que nos sentimos por dentro se refleja en
nuestro cuerpo y muchos pensamientos llenos de complicaciones,
resentimientos y faltos de perdón se manifiestan como un problema
físico. Desde entonces he trabajado con muchísimas personas, y
también conmigo mismo, para cambiar pensamientos y sentimientos
y ver esos cambios reflejados en el cuerpo.
ABRAZAR EL CAMBIO
Como he dicho antes, desde muy joven mi peso siempre ha sido
un problema para mí. Y lo resolví cambiando la forma que tenía de
sentirme hacia mí mismo y perdonándome por haber llegado a ese
estado en un principio, pero el viaje no terminó ahí. Cuando empecé
a perder peso, cambié también algo más: un viejo hábito, y esto me
proporcionó otra oportunidad de sanarme y perdonar.
Seguro que vas a hacer una mueca cuando lo leas, pero no hay
problema: yo era adicto a los refrescos con gas. Me encantaban: me
podía beber hasta seis latas al día de cualquiera de ellos. La
cantidad de azúcar que tiene ese número de latas es increíble. Por
eso, cuando empecé con mi plan de salud, me pasé a las bebidas
sin azúcar. Pero seguía bebiéndome seis latas o más al día.
Todo iba bien al principio. Pero pronto empezó a pasar algo
extraño: cuando entrenaba, si tenía mucho calor, o a veces sin
razón aparente, me salía un sarpullido por todo el cuerpo. Así que
me picaba todo, me irritaba y me sentía nervioso e inquieto. Eso
siguió ocurriendo durante varios meses.
No sé por qué no lo hice antes, pero por fin lo consulté con los
ángeles. Fui a mi cuarto, encendí una vela roja y me senté delante
de mi altar con las piernas cruzadas. Respirando profundamente y
con los ojos cerrados empecé a rezar: «Gracias, ángeles, por
recordarme vuestra presencia y por acercaros hoy durante mi
práctica de meditación. Es genial teneros aquí».
Empecé a relajarme y a vivir la experiencia. En mi mente vi
delante de mí a mi ángel custodio, Kamael, y a mi ángel del perdón,
Joel. Aparecieron en forma de luz, en vez de con sus formas
humanas habituales. Sonreí mentalmente, pero también con mi
cuerpo, porque sabía cuánto amor me profesaban.
Les dije: «Gracias, ángeles, por estar ahí y por revelarme lo que
necesito saber sobre el sarpullido que tengo en la piel».
Al instante, de una forma clarísima, me llegó una sola palabra:
«aspartamo»
Fue un momento iluminador.
Recuerdo que les di las gracias a los ángeles por transmitirme ese
mensaje tan alto y claro. Me quedé en su presencia un rato,
simplemente recibiendo la sanación de su luz. Fue un momento
precioso. Cuando terminó, di las gracias y abrí los ojos. Es curioso:
cuando cierro los ojos y conecto con los ángeles me resulta todo
más real que cuando abro los ojos y vuelvo a la Tierra.
Tras la experiencia, tardé un tiempo en procesar lo que había
pasado. Me di cuenta de que tenía trabajo que hacer: me estaba
embarcando en el proceso de superar una adicción. Recuerdo que
en mi nevera había doce latas de Irn Bru sin azúcar (el refresco de
naranja nacional de Escocia), pero yo ya estaba listo para dejarlas.
Repetí una y otra vez la afirmación de Louise Hay: «Estoy dispuesto
a cambiar». Y desde ese día dejé las bebidas cargadas de
aspartamo. Mi adicción terminó y nunca volvió.
Cuando se lo dije a mi madre, ella respondió:
—Ya te dije que no bebieras tantos refrescos, pero no me hiciste
caso.
Tenía razón: me lo había dicho. Lo de las guías es curioso:
muchas veces los ángeles permiten que nuestros seres queridos o
amigos cercanos sean su voz. La mayoría de las veces no nos
damos cuenta, ni tampoco ellos, pero existe la posibilidad de que,
cuando un ser querido es crítico con nosotros, en realidad lo que
esté haciendo es transmitirnos una orientación que viene de arriba.
¿Algún familiar te está animando a dejar un viejo hábito
relacionado con la comida, el tabaco o alguna otra cosa? ¿Y tú
sientes que tiene razón, pero te cuesta hacerle caso? Esas
personas son los mensajeros de la Divinidad y de tu cuerpo, que te
ofrecen una oportunidad para recordar el amor y perdonar.
Tuvieron que pasar unas cuantas semanas para que se me
quitara el sarpullido, pero pronto dejé de tener picores y pude parar
de rascarme todo el tiempo. Aunque de vez en cuando algo lo
activaba de nuevo, como un día que estaba comiendo chicle y
empecé a notar otra vez esos picores. Al momento siguiente tenía
todo el cuerpo cubierto por el sarpullido. Sí, el chicle también tenía
aspartamo.
Estuve varios meses así; cada vez que tomaba algo que tenía una
cantidad importante de ese ingrediente químico, el sarpullido volvía
a aparecer. Me volví un estudioso de la letra pequeña de todo lo que
comía, siempre forzando los ojos para intentar leer esas letras
minúsculas. Con el tiempo me pasé a los caramelos, los refrescos y
el chocolate negro ecológicos. Y encontré un chicle libre de
aspartamo para cuando me apetecía masticar. Durante un tiempo
pensé que se había acabado, que se había producido la sanación.
Pero no.
Tras una temporada el sarpullido volvió, pero esta vez relacionado
con el calor. Si estaba entrenando en el gimnasio o en una clase de
yoga muy dura, mi cuerpo reaccionaba al sudor o al calor que yo
mismo generaba.
El sarpullido volvió y además con virulencia. Eso fue un golpe
duro para mi confianza. Acababa de perder casi treinta kilos y me
sentía mucho mejor con mi cuerpo físico. ¿Qué era lo que no había
hecho?
VACACIONES DE SANACIÓN
Tenía intención de irme de vacaciones a Mallorca con mis amigos
Scott y Sean para pasar una semana de diversión al sol. Los tres
somos muy aficionados a la música electrónica y nos encanta ver en
directo a algunos de los mejores DJ del mundo, así que estaba
contando los días que quedaban para el viaje.
A pocas semanas de que llegara la fecha del viaje, mi cuerpo no
estaba en las mejores condiciones: mi sarpullido era tan grande
como antes y recurrente. Recé en busca de ayuda y utilicé
afirmaciones para limpiarme la piel, pero no funcionó. Recuerdo que
me sentía muy avergonzado y muy frustrado con mi cuerpo: ¿por
qué me estaba haciendo eso a mí?
Tras una larga charla, mi madre y yo decidimos que un médico
era la única opción. Cualquiera que me conozca sabe que para mí
eso es el último recurso. Si puedo evitarlo no voy a las consultas de
los médicos, ni a los hospitales, porque creo en nuestra capacidad
de autosanación. Y lo digo después de haber pasado meses en un
hospital cuando era niño.
Pedimos una cita y pude ir a ver a mi médico una semana
después. Fue una experiencia un poco rara, ya que no había vuelto
a verlo desde que estaba en el colegio. Obviamente estaba más
mayor y ya tenía algunas canas. Fue amable, me dejó contarle lo
que me pasaba y después de examinarme la piel, anunció:
—Es urticaria.
—¿Qué significa eso?
El médico me dijo que tenía la piel hipersensible (como el resto de
mi ser, en realidad) y que me iba a recetar un antihistamínico para
ayudarme a calmar el picor. Decidí rendirme ante todo ese proceso
y aceptar su receta. Me tomé inmediatamente las pastillas (que eran
enormes); quería saber si funcionaban.
Creo que al principio sí que lo hicieron. Pero, en cuanto
empezamos las vacaciones, el sarpullido apareció otra vez. Cada
vez que me quitaba la camiseta, empezaban a salirme unas
enormes manchas rosas por todo el cuerpo. Me moría de
vergüenza. Por suerte tengo dos amigos fantásticos que me ponían
crema en los sarpullidos de la espalda, donde yo no llegaba, y me
avisaban si el sarpullido asomaba por el cuello de la camiseta. No
dejé que eso me estropeara las vacaciones y, una vez que mi piel se
acostumbró al clima, la humedad y el calor, el sarpullido se calmó.
Nos lo pasamos muy bien en Mallorca y no hubo ningún
desencuentro ni nada parecido, todo fue genial. Yo era el explorador
de los tres, mientras que a ellos les gustaba quedarse en la cama
hasta las tres de la tarde, ja, ja.
De todas formas necesitaba prestarle atención al sarpullido, pero
no tenía ni idea de por qué me salía. Bueno, en realidad sí lo sabía ,
pero no sabía si quería admitirlo. En mi practica espiritual había
aprendido que los problemas de la piel son la manifestación de que
no te sientes «seguro» y «cómodo» en tu piel, y aunque yo había
transformado mi apariencia y cómo me sentía, todavía no me
aceptaba del todo.
Necesité ocho meses más para terminar de verdad con el
problema. Al final la solución resultó ser una progresión natural de
mi camino espiritual. Mientras avanzaba en mi práctica del yoga, mi
cuerpo y mi mente se volvían más fuertes cada día y yo estaba más
centrado y más flexible. Pensé que hacer hot yoga (yoga a altas
temperaturas) podía ser una buena idea. Había oído cosas muy
buenas sobre ese tipo de yoga; decían que servía para ayudarte a
llevar tu práctica un paso más allá. Y mi amigo Stephen me había
hablado del nuevo estudio que había abierto su tía en Glasgow, que
se llamaba Infinity, y decidí probar.
CAMBIAR DE PERSPECTIVA
En ese momento entendí que la voz de mi ego me estaba
diciendo tan alto que todo el mundo se quedaría mirando mi cuerpo
y que eso era aterrador (sobre todo porque yo tengo el pecho más
ancho que la media) que había ahogado el hecho de que yo estaba
allí por mí . Igual que todos los demás. La mayoría de la gente que
iba a clase de hot yoga estaba demasiado ocupada en aguantar el
calor, permanecer hidratada y hacer bien su postura como para
preocuparse de cualquier otra cosa. Seguro que no se fijarían en mí
ni en mi cuerpo.
Cuando volví a casa esa noche me puse a meditar. Por fin estaba
preparado para sentirme cómodo en mi piel. Y más que eso: estaba
dispuesto a perdonarme por haberme sometido a esa persecución.
Sentado en mi cama cerré los ojos, invoqué a mis ángeles y les di
las gracias por estar conmigo en ese momento. Visualicé la energía
de María Magdalena detrás de mí. Cuando empezó a envolver mi
cuerpo de pies a cabeza con su hermosa luz de color rojo rubí,
internamente dije algo parecido a esto:
Mi cuerpo es un templo y ahora lo estoy honrando.
No hay ningún lugar más seguro que mi propio cuerpo.
Mi piel brilla radiante y fuerte.
El amor me rodea, está en mi interior.
La luz del amor incondicional se cuela bajo mi pelo, mi piel
y mis huesos.
Gracias, ángeles, por ayudarme a ver el milagro que es mi
cuerpo.
Estoy seguro aquí. Estoy a salvo.
Que así sea.
Algo ocurrió en esa práctica, porque me sentí totalmente abierto y
bendecido. Recuerdo que me quedé de pie delante del espejo de mi
dormitorio, sin camiseta, y me dediqué solo a honrar mi cuerpo y
aceptarlo por lo que era. Esa piel era santa y estaba honrando ese
templo porque por fin me había dado cuenta de que era el hogar de
mi alma.
Ya me sabía la teoría, conocía las palabras, pero esta vez era de
verdad. La energía de la autoaceptación gracias al perdón me
inundó. Había permitido que el perdón fuera una experiencia que
llegara a todo mi cuerpo y así había alcanzado lo más profundo.
Recuerdo mi primera clase tras esa sesión. Jamie era el profesor
esa vez. Era un sábado a las diez de la mañana e íbamos a
practicar la secuencia Absolute . Las personas del mostrador me
saludaron al entrar con sonrisas agradables y, después de que me
sellaran la tarjeta y me dieran toallas limpias, fui directo al vestuario.
Llevaba unos pantalones cortos y tenía una camiseta de tirantes por
si acaso, pero sabía exactamente lo que tenía que hacer. Me
entretuve más rato del normal y de repente decidí que había llegado
el momento: salí solo con los pantalones cortos. Y con ellos me
dirigí a la clase.
De camino hacia allí, me encontré con Jamie y comenté:
—Hoy voy a hacer toples.
Él sonrió y dijo:
—Todo al aire, muy bien. Que tengas buena clase.
Era justo lo que necesitaba oír.
La clase fue realmente buena y me sentí completamente libre . Ni
se me pasó por la cabeza lo que podían estar pensando los demás,
porque estaba muy concentrado en mi práctica. No me sentí
asfixiado y estuve muy centrado. Recuerdo que, al llegar a la
relajación al final de la clase, me liberé de todo el miedo acumulado
en mi cuerpo. Había terminado, el perdón se había completado.
Practicar hot yoga sin camiseta se convirtió en algo habitual para
mí. Entrar en clase sin la camiseta era parte de mi ritual. Pero
pasaron unas semanas antes de que me diera cuenta de algo
totalmente milagroso: el sarpullido había desaparecido. Entonces
practicaba yoga cinco o seis veces a la semana y también había
empezado a correr en el gimnasio. Y sí, lo has adivinado: ni un solo
sarpullido.
Creo que mi cuerpo no solo había aprendido a gestionar los
cambios de temperatura al pasar tanto tiempo en esa sala tan
cálida, sino que a un nivel más profundo mi piel había aceptado el
perdón cuando accedí a mi poder y honré lo que realmente era y los
cambios increíbles que había hecho, tanto por dentro como por
fuera. Había conseguido la sanación.
CUIDADO CORPORAL
Recuerdo otra experiencia preciosa que tuve cuando trabajé de
forma privada con una chica. Había recurrido a mí porque quería
saber hacia dónde iba su vida, pero obtuvo mucho más de lo que
esperaba.
Cuando Jade entró, vi luminosidad en los colores de su aura. Me
pareció una chica con éxito. Tenía el pelo largo, negro y liso y una
figura delgada. Llevaba casi toda la ropa blanca, solo la camiseta
era amarilla. Pero por la concentración de energía en su vientre
supe que había pasado por muchos cambios en su vida.
También reconocí en cuanto la vi que tenía una conexión especial
con los niños: era maestra. Me lo confirmó y me dijo que había
retomado su formación tres años antes.
Cuando le sujeté las manos a Jade sobre mis cartas angelicales,
en las que tanto confío, noté que ahí había una necesidad de
perdonarse a sí misma y que todo tenía que ver con sus hábitos
alimentarios del pasado. Sentí que Jade estaba volcada en su
trabajo y que le iba bien, pero que tenía grandes complejos sobre su
cuerpo. Su cuerpo ansiaba su perdón y su aceptación.
Cuando estaba barajando las cartas, me sorprendió que la carta
de «Cuidado corporal» saltara del mazo y cayera sobre la mesa
boca arriba. Jade la miró y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Acababa de darse cuenta de por qué estaba sentada en mi
consulta.
Apareció un ángel y se colocó detrás de ella. Y yo pensé que
ojalá tuviera a mano mis gafas de sol porque era muy, pero que muy
brillante . Le dije a Jade que había llegado un ángel de sanación a la
habitación y que estaba ahí para ayudarla a que el perdón alcanzara
todo su cuerpo.
Entonces empecé a hablarle sobre su vida: fue como si el ángel
hubiera cargado, o más bien descargado, esa información
directamente en mi mente.
—Tu ángel quiere que sepas que está encantado de que hayas
cambiado tus antiguos hábitos alimentarios y que hayas dado los
pasos hacia la sanación de tu vida. Está muy feliz de que ya no te
obligues a vomitar o te mates de hambre cuando tu cuerpo te pide
comida. Has llegado muy lejos y ahora estás empezando a cosechar
los beneficios de estar más sana. Pero todavía tienes problemas
con la energía e ira contenida en tu vientre, así que te cuesta
procesar la comida. Es como si tu cuerpo no pudiera soltar todo lo
que necesita y te sientes frustrada y gorda, aunque sabes que no lo
estás. También te sientes cansada por esa pesadez en tu vientre.
—¿Cómo sabes todo eso? —preguntó Jade, mientras sus
lágrimas caían sobre mi protector de escritorio negro.
—Yo no lo sé, pero los ángeles sí.
Yo sabía que el plexo solar, la zona del estómago, era donde se
acumulaba la ira y la frustración. También he descubierto, tras años
de práctica, que cuando alguien está furioso por algo y no puede
librarse de esa furia, le cuesta digerir la comida y tiene problemas
para ir al baño.
Le expliqué a Jade las conexiones energéticas que hay tras el
estreñimiento y esa sensación de hinchazón y eso le llegó.
—Hoy tienes la oportunidad de sanarte de tu pasado para siempre
—le dije, mientras ella cogía un buen puñado de pañuelos y se
limpiaba las lágrimas de la cara—. Has dejado atrás los malos
hábitos y has empezado a quererte lo suficiente para comer, pero la
verdadera pregunta es: ¿Estás dispuesta a perdonarte a ti y a tu
cuerpo por aferraros al pasado?
—Sí que lo estoy.
En los instantes siguientes vi un verdadero cambio en Jade.
Percibí cómo lo soltaba todo a nivel energético mientras su ángel
custodio bailaba y daba vueltas a su alrededor, limpiándola de su
pasado. Ella había entrado en un estado de perdón y su cuerpo
estaba liberándose energéticamente de lo que ya no le servía en su
camino hacia la felicidad.
Juntos les dimos las gracias a los ángeles y la ayudé a ver cómo
debería avanzar en su vida una vez que el pasado desapareciera
del todo. Vi por su sonrisa y el cambio en su rostro que su imagen
externa por fin estaba reflejando la ligereza que sentía por dentro.
Cuando terminó la sesión, supe que Jade iba a pasar a un nuevo
espacio. No me sorprendió recibir un email de agradecimiento un
poco más adelante en el que me contaba que por fin se sentía libre
tanto emocional como físicamente.
Un baño ritual
Sé que en esta época vivimos en un mundo de duchas, pero yo
he descubierto que muchos de mis pensamientos e inspiraciones
sanadoras más profundas me han llegado mientras estaba en la
bañera. Como todo este capítulo trata de cultivar la consciencia de
que nuestro cuerpo es el templo para nuestra alma, sería
maravilloso que dedicaras un tiempo a integrar tu cuerpo con la
esencia de tu alma. ¿Y por qué no darte un baño para ello?
Preparar un baño ritual es fácil. Solo tienes que crear un espacio
hermoso y utilizar algo que te ayude a sentir que puedes nutrir tu
cuerpo y conectar con tu yo interior real.
Para mis baños rituales mezclo diez mililitros de aceite de rosa
ecológico puro y cien mililitros de aceite de albaricoque ecológico.
Normalmente lo dejo un tiempo para que se mezcle bien y el frasco
me dura unos seis meses de uso esporádico, cada vez que me meto
a la bañera.
Después enciendo velas, que coloco alrededor de la bañera, y me
meto en el agua. Cuando estoy dentro, dejo que los aceites me
acaricien la piel y después masajeo para que penetren, dejando que
me nutran y me mimen. Mientras estoy ahí tumbado, desnudo, me
siento libre y sé que en ese momento soy uno con mi cuerpo y mi
alma.
Tú también puedes prepararte un baño ritual utilizando aceites.
Además voy a añadir unas cuantas sugerencias:
⏺ Sumerge tus cristales favoritos en el agua un rato antes de
entrar en la bañera.
⏺ Echa pétalos de rosa en la superficie del agua (uno de mis
detalles favoritos).
⏺ Utiliza sal rosa del Himalaya para bendecir el agua.
⏺ Enciende tu incienso favorito en el baño.
⏺ Ponte una mascarilla facial antes de entrar en el baño.
⏺ Reproduce alguna de tus canciones de amor favoritas
mientras estás en la bañera.
⏺ Pídele a una persona que quieras que te dé un masaje en el
baño o que te lave la espalda o el pelo.
⏺ Haz cualquier cosa que te haga sentir amado, nutrido y
sensual.
Capítulo 8.
LAS RUEDAS DEL PERDÓN
«Tu santa mente determina todo lo que te ocurre».
Un curso de milagros
Tu salud
Si has tenido problemas de salud durante toda tu vida o tu cuerpo
físico parece una enfermedad ahora mismo, es importante que
descubras si hay algún resentimiento o frustración sin atender en
esta parte de tu vida.
Los ángeles del chakra base te recuerdan que tienes todo el
derecho a estar en este mundo y que nada puede arrebatártelo.
Esos ángeles hermosos con su aura rojo rubí te ayudan a recordar
que tu cuerpo responde a tu ser mental-espiritual y que, dedicando
un tiempo a recordar tu plenitud espiritual, conseguirás que tu
cuerpo físico la refleje.
Tu ser sexual
Conectar con tu ser sexual es una parte importante del perdón y
es algo que se puede olvidar fácilmente. ¿Te has privado de placer
sexual tú mismo o te ha privado de él una pareja? ¿Alguien de tu
pasado te maltrató a nivel sexual? ¿Sientes que no estás
expresando tu ser sexual? ¿Has tenido un aborto, fortuito o
provocado, o te han arrebatado de alguna otra forma un hijo que tú
habías creado? ¿No has logrado compartir tu sexualidad con un ser
querido? ¿O tus impulsos sexuales están descontrolados? ¿Has
tenido, en tu opinión, demasiados compañeros sexuales? Esas son
las cosas que este chakra necesita que revises y perdones.
Recuerda que no puedes cambiar el pasado, solo tu actitud y el
lugar en el que estás ahora.
Los ángeles del chakra sacro quieren que sepas que, cuando
estás teniendo un momento íntimo genuino, contigo mismo o con
una pareja, ellos se regocijan, porque estás expresando quien eres
y alimentando una parte de tu carácter humano que muchas veces
queda olvidada.
Tu situación económica
El universo quiere que tengas una seguridad económica en la
vida. La energía del centro sacro está conectada con el flujo infinito
de abundancia y te anima a aceptarlo. Si has tenido problemas
financieros en el pasado o los tienes en el presente, tu centro sacro
te invita a explorar y perdonarlos. Si tenías deudas o las has
heredado, es hora de cambiar tu forma de ver tu economía. Tanto si
crees que te arrastra la codicia como si es la necesidad, tanto si
tienes demasiado como si no tienes suficiente, es porque el centro
sacro está en una espiral fuera de control. El perdón te ayudará a
conseguir subsistencia, equilibrio y fluidez en tu economía.
Tu vitalidad
Si has sufrido, o aún sufres, de falta de energía y te sientes
frustrado por ello, es hora de cambiar. A mucha gente le resulta
difícil de creer, pero la salud es nuestro estado natural. Tu cuerpo se
mantiene sano de manera natural. Si te sientes cansado, inquieto y
nervioso, es porque hay otros factores que contribuyen a tu
agotamiento.
Para restaurar tu vitalidad tienes que atender a las señales de tu
cuerpo. Si comes una comida o algún tipo de alimento concreto y
nada más hacerlo, o incluso mientras lo estás comiendo, sientes
sueño, es que tu cuerpo te está indicando que no le gusta.
Perdónate por todas las veces que has ignorado las señales y
ritmos naturales de tu cuerpo.
• El altruismo y el servicio.
• La forma de dar y recibir amor.
• Nuestra conexión con el amor.
• Nuestro músculo del corazón.
• Nuestro autoconcepto.
Si el chakra del corazón estuviera en la naturaleza, sería el aire
que respiramos para mantenernos vivos. También el aire que
dispersa el polen de una planta a otra y que ellas respiran.
Cuando la energía del corazón se bloquea, podemos acabar
desconectados de nuestro estado natural, en el que somos seres
llenos de amor que aceptan el apoyo de los demás. Somos seres de
amor y es natural para nosotros expresar y recibir amor, pero la
mayoría de nosotros permitimos que una de las dos cosas
predomine. De hecho, todos hemos estado en algún momento a un
lado de la barrera o al otro. Hay personas que son tan generosas
que se cortarían el brazo izquierdo para dárselo a otra persona y
otras que solo reciben y reciben, sin medida.
El chakra del corazón es el centro que necesita más amor para
mantener su equilibrio, porque es donde sentimos con más
intensidad. Es interesante que la mayoría de las personas solteras o
que manifiestan problemas a la hora de relacionarse con los demás,
sean profesionales o personales, hayan sido heridas,
decepcionadas o traicionadas en el pasado. Parece como si su
corazón tuviera una herida sin curar y por eso se cerrara y dejara
fuera todo el amor y la ternura que merece.
El perdón a través del chakra del corazón nos ayuda a dejar atrás
un corazón roto y aceptar su totalidad, además de a respirar
profundamente para después exhalar toda la tristeza que ya no nos
sirve en nuestro viaje de amor.
La energía del chakra del corazón nos anima a equilibrar la
energía del amor en nuestra vida. Nos dice que no hay problema en
compartir nuestra verdad y que podemos encontrar la confianza
para aceptar a otros en nuestro mundo. Cuando se produce el
perdón a través del chakra del corazón, se recupera el equilibrio en
nuestra capacidad de dar y recibir. Y eso es algo que va más allá de
las relaciones.
Este centro de energía nos empuja a librarnos de la ilusión de que
alguien nos ha arrebatado toda nuestra bondad y nuestra confianza.
Nos recuerda que es natural vivir en un estado de amor y de
confianza en los demás, pero solo cuando logramos estar en
equilibrio con nosotros mismos .
El elemento de este chakra es el aire y podemos otorgar poder a
este centro simplemente conectando con el agradable aire fresco
del exterior o quemando incienso.
Tu capacidad de servir
El servicio es un aspecto natural del alma. Ayudar, apoyar y guiar
a los demás forma parte de tu propósito espiritual divino. Pero eso
no debería significar entregar todos los aspectos de tu ser. El
servicio empieza por uno mismo.
Cuando traes el poder sanador del perdón a tu centro del corazón,
es importante que te digas que no pasa nada si has dado prioridad a
otras personas y a sus vidas. Si en algunos momentos has puesto
las necesidades de otros por delante de las tuyas, ha llegado la hora
de perdonártelo. Tus ángeles quieren que sepas que lo has hecho lo
mejor posible con lo que sabías, pero que ha llegado el momento de
servirte a ti mismo a través del perdón y el equilibrio en tu vida.
Cuando consigas eso, podrás servir a los demás con tu capacidad
natural para ser bueno y cariñoso.
Tus relaciones
Si sientes que tus relaciones, ya sean con tus padres, tus hijos o
tu pareja, no te traen más que problemas, ha llegado el momento de
perdonar. El chakra del corazón se cierra cuando retienes amor o
cuando recuerdas cómo te decepcionó otra persona. Reconocer que
las personas solo se hacen daño cuando se olvidan del amor te
ayudará a ver por qué es importante reabrir el corazón y dejar que el
amor fluya.
Los ángeles de las relaciones vienen junto a ti en este momento,
con sus hermosas auras sanadoras de color verde, para ayudarte a
reconocer que los problemas de tus relaciones pasadas no
determinan tu capacidad de amar y ser amado. También te ayudan a
ver que, cuanto más capaz seas de quererte a ti mismo y confiar en
quien eres, más permitirás que los demás te quieran. Después
podrás crear confianza a partir de ese espacio.
Tu verdad
Decir la verdad es muy importante, pero muchas veces ser
sincero con los demás, y sobre todo con nosotros mismos, es una
de las cosas más difíciles. Si te ha resultado difícil en el pasado, los
ángeles del chakra de la garganta están preparados para ayudarte a
perdonarte ahora. Si sientes que deberías haberle contado a alguien
la verdad sobre lo que sientes o desearías haberle dicho quién eras
en realidad pero no pudiste, no pasa nada. Tampoco hay problema
por ser quien eres. Lo que importa es que hoy admitas tu verdadera
identidad y la reconozcas. Es hora de perdonarte por no haber
hablado en el pasado. Lo fundamental es lo que puedes cambiar
ahora.
Tu creatividad
¿Eres creativo por naturaleza? ¿Tienes algún don especial que te
gustaría expresar? Si te sientes frustrado porque nunca has hecho
nada con ese don, o estás molesto porque alguien se ha interpuesto
entre tu creatividad y tú, es el momento de perdonar y seguir
adelante. Tus ángeles quieren que sepas que tu creatividad se
merece una oportunidad de brillar, pero solo puede hacerlo si entras
en un estado de perdón. Si tienes energía con falta de perdón en tu
chakra de la garganta, solo podrás expresar pequeños aspectos de
tu ser creativo. Pero, si dedicas tiempo a librarte de cualquier
obstáculo que haya aparecido en tu viaje creativo, alinearás tu
energía creativa con tu alma.
Tu percepción
Tú puedes elegir cómo ver el mundo que te rodea. Puedes verlo
como un lugar lleno de miedo, negatividad y dificultades. Pero esa
percepción está basada en el miedo, así que, si la eliges, es
probable que vivas todo el tiempo dentro de una enorme ilusión.
El perdón a través del chakra del tercer ojo te ayuda a sanarte de
esa forma de pensar para que puedas elegir ver el mundo
basándote en el amor. De hecho, es hora de liberarte y perdonar por
pensar de forma negativa sobre el mundo que ves y decidir ver el
amor en todas partes. Y cuando elijas alinear tu percepción con la
luz que hay en todos los seres, permitirás que tus ángeles se te
acerquen mucho más que nunca.
Tu visión
La visión que tienes de la vida en tu mente es seguramente lo que
crearás en el mundo. ¿Has pasado alguna vez por una experiencia
negativa y después has temido que volviera a ocurrirte? ¿Te pones
nervioso ante una situación e imaginas el peor resultado posible
para poder estar preparado? Es hora de perdonarte por eso y hacer
un cambio. Tus ángeles quieren que sepas que siempre es mejor
pensar en el mejor resultado posible antes que en el peor, porque
cuando piensas lo mejor, te alineas con el bien superior.
Tu imagen de Dios
¿Te sientes frustrado con Dios? ¿Sientes que Dios tiene la culpa
de las cosas que has tenido que soportar?
Es importante saber que Dios no elige que tú sufras daño o pases
por dificultades. Dios es una aceptación y amor totales y quiere que
te sientas aceptado y amado. En el momento de tu creación te
dieron libre albedrío, como a todos los demás, y te lo siguen dando
en este momento. ¿Estás preparado para ver que Dios es amor y al
hacerlo, perdonarte por pensar que él ha querido castigarte? Para él
tú siempre estás perdonado.
L levo muchos años fascinado por los altares. De hecho hay uno
prácticamente en todas las habitaciones de mi casa y tengo tres
en el despacho. Me encanta crear espacios sagrados en los que
honrar a la Divinidad.
Cuando pienso en cómo descubrí los altares, el primer recuerdo
que me viene a la cabeza es de cuando tenía tres o cuatro años.
Una vecina, que se llamaba Margaret, venía a mi casa a veces para
cuidarme, sobre todo en la época en que mis padres estaban
atendiendo a mi abuela enferma. Ella siempre me hacía mi comida
favorita y me dejaba elegir una chocolatina de un tarro en el que
tenía de varios tipos. Básicamente, me consentía tanto como si
fuera parte de su familia.
Recuerdo una tarde en la que ella me estaba cuidando porque
mis padres estaban co n mi abuela en el hospital, y ella y su marido,
Jim, me llevaron a misa con ellos. Margaret y Jim eran unas
personas maravillosas y mu y amantes de la familia (de hecho,
todavía lo son). Son católicos devotos y siempre han vivido una vida
decente. Su hijo incluso se preparó para convertirse en sacerdote.
Esa tarde, después de la misa, recuerdo que Margaret me llevó
hasta el vestíbulo de la iglesia, donde había una hornacina con una
estatua de una mujer pálida, con los brazos a los lados y las palmas
hacia arriba. Llevaba la cabeza cubierta con un manto azul. Delante
de la estatua había unas velas votivas envueltas en plástico rojo.
—¿Quién es esa? —pregunté señalando la estatua.
Margaret sonrió y dijo:
—Es Nuestra Señora, hijo mío. Es la madre del niño Jesús.
Yo conocía el nombre de Jesús, pero entonces aún no entendía
del todo su propósito, así que continué:
—Oh. ¿Y qué estamos haciendo nosotros aquí?
Margaret volvió a sonreír.
—Yo voy a encender una velita por tu abuela y a rezarle a Dios
por ella, para que la ayude a curarse. Ya sabes que últimamente no
se encuentra muy bien.
Yo sabía que mi abuela ya no tenía las mejillas sonrosadas como
antes y que pasaba mucho tiempo en la silla de ruedas. Y deseé
con todas mis fuerzas que lo que estábamos haciendo sirviera para
ayudarla.
Esa fue mi primera experiencia con el acto de encender velas y
conectar con los altares y he estado obsesionado con ello desde
entonces. Hace unas cuantas noches, mientras estaba escribiendo
este libro, vino a verme mi amigo John para tomar unas cervezas y
ponernos al día. Fue a dejar la chaqueta en mi dormitorio y cuando
salió dijo:
—Tío, lo que tienes ahí dentro parece una tienda de artículos
religiosos. Hay velas y dioses por todas partes. Y huele como una
iglesia.
Tenía razón. Ahora mismo tengo un altar al lado de mi cama con
una enorme estatua de bronce de Ganesha, el dios elefante hindú.
A su lado hay un cristal de citrino grande (para la abundancia), una
vela de la virgen María de México y una vela roja para María
Magdalena, además de un rosario de cuentas y otras cosas. Sobre
la otra cómoda tengo fotografías del dalái lama y estatuas de la
diosa tibetana Tara verde, el dios hindú Shiva, el dios mono
Hánuman y otra de Ganesha. Como ya habrás deducido, tengo una
curiosa mezcla de todo. Me gusta toda la iconografía religiosa y
espiritual y no me importa de dónde venga. Para mí todos esos
seres y dioses vienen del mismo sitio y todos nos llevan de vuelta al
amor.
Hace muchos años leí en un libro de Diana Cooper que, si solo
tenemos libros y objetos espirituales en nuestro espacio,
elevaremos sus vibraciones y lo mantendremos conectado con la
Divinidad. Desde entonces tengo objetos y libros espirituales en mi
habitación; si así se convierte en un lugar atractivo para la Divinidad,
entonces también es bueno para mí.
NUESTRA MENTE
Nuestra mente es un lugar poderoso. En ella se procesa todo lo
que hacemos y elegimos además de aquello en lo que nos
concentramos en la vida. Sin embargo, no hay una manera correcta
de describirla, porque nunca la hemos visto en la realidad. De
hecho, ni siquiera sabemos dónde está. La mayoría de nosotros
pensamos que está en nuestra cabeza, aunque los hechos nos
dicen que ahí es donde está nuestro cerebro . Pero ¿dónde está
nuestra mente?
En mi opinión, la mente es nuestra esencia. Es un traductor
interno que está suspendido entre el amor y el miedo, y somos
nosotros los que tenemos que elegir cuál de esas voces queremos
escuchar. Es como en esos antiguos dibujos de Tom & Jerry , en los
que se aparecía un ángel sobre un hombro y un demonio sobre el
otro. Eso es justo a lo que nosotros nos enfrentamos a diario.
El demonio de nuestro hombro es en realidad nuestro ego. Es la
voz del miedo, que busca poner en cuestión nuestras creencias y la
concepción que tenemos de nuestra propia valía. Su trabajo es
ponernos en dificultades cuestionando nuestra capacidad de aceptar
el amor. Podemos pasar mucho tiempo encandilados por nuestro
ego y sus falsas promesas.
El ángel del otro hombro es la voz de nuestra alma, nuestro
maestro interior o lo que Un curso de milagros llama «el Espíritu
Santo». Es el amor y la aceptación lo que olvidamos cuando
decidimos seguir la voz del miedo. Pero ese maestro interior es la
parte de nosotros que nos guía directamente hacia nuestros ángeles
y nuestro Creador.
A mí me gusta imaginarme la mente como un altar. Es el centro
de un hermoso templo sagrado y todo lo que pongas encima se lo
estás ofreciendo directamente a la Divinidad. Es el espacio sagrado
dentro de nuestro ser que está ante el trono de Dios, el espacio en
el que reconocemos que nunca estamos separados, que somos
parte de todo lo que es, ha sido y será.
Como dice Un curso de milagros : «No hay tiempo, lugar, ni
estado del que Dios esté ausente. No hay nada que temer».
Dedica un tiempo a reconocer verdaderamente que este poderoso
espacio que hay en nuestro interior es importante para nuestro viaje
de perdón. Justo ahí, desnudo sobre el altar, está nuestro verdadero
ser. En ese espacio, en nuestra mente, es donde se forman todas
nuestras ideas de perdón, amor y aceptación. Es bueno conocer
este espacio y reconocer el impacto que puede tener.
DECORAR EL ALTAR
Ahora que hemos reconocido que tenemos dentro de nosotros un
altar situado delante de la Divinidad, es importante decidir lo que
ponemos en él.
La explicación corta sería: todo lo que tengamos en la cabeza.
Mostramos a la Divinidad cada uno de nuestros pensamientos.
Nuestros ángeles, nuestro Creador y nuestros seres queridos que
están en el Cielo ven todas nuestras ideas, así que es importante ali
near nuestros pensamientos con el lugar en el que queremos estar.
A mí me gusta describir los pensamientos como algo magnético.
Todos y cada uno de nuestros pensamientos atraen hacia ellos una
experiencia o situación. El estado de nuestra mente determinará el
tipo de experiencia. ¿Qué estás atrayendo ahora: problemas o
milagros?
Parece una locura que lo que elegimos tener en nuestra mente
determine los milagros que sucederán en nuestra vida. Pero todos
los pensamientos que tenemos crean lo que va a pasar después en
nuestra vida. ¿Y no tenemos derecho a los milagros? Por eso es
importante orientar la mente hacia ellos. Cuando elegimos ser como
nuestros ángeles y nuestro Creador y avanzar en la vida de una
forma llena de amor, perdón y aceptación, atraemos experiencias
caracterizadas por el amor y la aceptación y recibimos el perdón de
aquellos que sentimos que nos guardaban rencor.
Incluso cuando algo se nos pone cuesta arriba, podemos decidir
cómo reaccionar. No será fácil, pero recuerda algo: respira . Creo
que cuando dedicamos un tiempo a escuchar a nuestra voz interior
y a revisar nuestros pensamientos, es como si limpiáramos el polvo
del altar; estamos escogiendo los objetos más bonitos y haciéndoles
una buena limpieza. Y no solo eso, sino que, si hay cosas que han
llegado hasta el altar pero ya no nos sirven o no deberían estar allí,
podemos quitarlas y sustituirlas por algo nuevo.
Crear un altar
Un altar es una muy buena forma de contar con una
representación física de lo que tienes en la mente. Como he
comentado antes, aquello en lo que piensas con más frecuencia es
lo que estás contribuyendo a crear. ¿Estás creando perdón?
Hay muchísimos libros sobre la ley de la atracción y sobre
manifestar lo que quieres; pasa exactamente lo mismo con el
perdón. Cuando tienes pensamientos llenos de perdón, atraes
situaciones y personas de perdón, y cuando piensas lo contrario, ya
te puedes imaginar a lo que te tendrás que enfrentar.
Cuando tienes pensamientos de perdón es como si adornaras con
velas el altar de tu mente. Se encienden y se van consumiendo
despacio, contribuyendo a la paz. Esa paz no solo se encuentra en
tu templo sagrado, sino que se extiende como una ola, tocando a
todos los que se cruzan en tu camino.
Como sabes, a mí me encantan los altares, así que tengo
muchos. Los trato como espacios físicos que me ayudan a cultivar
mis pensamientos y la energía que transmito a los demás.
Un ejemplo es el altar a Ganesha que tengo en mi dormitorio.
Ganesha es el eliminador de obstáculos. Las enseñanzas hinduistas
nos dicen que él quita de en medio todo lo que se interponga entre
nosotros y nuestra paz interior. A mí me encanta esa idea, por eso le
preparé un espacio en mi habitación al que pudiera ir todos los días
para recordarme la intención de seguir libre de cualquier obstáculo
situado entre la paz y yo.
Mi altar a Ganesha tiene un cristal de citrino, porque la terapia con
cristales nos enseña que el citrino es una piedra que contribuye a la
abundancia. Lo he puesto ahí para recordarme que la abundancia
va más allá de la situación financiera; tiene que ver con reconocer
las bendiciones que tenemos.
También tengo un rosario budista que me hizo mi amiga Natalia,
que tiene una medallita de oro de María Magdalena. Me encanta.
Me ayuda a recordar que esta maestra ascendida puede ayudarme
a volver a la cueva de mi corazón en cualquier momento y que,
desde ese espacio, el milagro del perdón es posible.
También tengo una vela de la virgen María que me trajo mi amiga
Anna de México. Tengo una profunda afinidad con la Madre Divina y
sé que nunca está lejos cuando necesito su guía y su aceptación
llenas de amor.
Ahora que estás en disposición de acercarte al milagro del perdón
y recordar tus conexiones llenas de amor, ¿por qué no preparar un
espacio en tu casa que sea la representación física del trabajo
positivo que estás haciendo interiormente? Vacía una parte de una
estantería, tu mesita de noche o incluso la repisa de la chimenea y
llena ese espacio con objetos que te recuerden el amor y te ayuden
a permanecer centrado en el estado mental de crear milagros.
Recuerda que ese estado mental es aceptación, confianza y
amor. Es el espacio perfecto en tu interior que te recuerda tu
totalidad y es la parte de ti que nunca te permitirá ser víctima de tu
peor pesadilla. Es el tú real, que nunca está separado de la
Divinidad.
Para ayudarte, incluyo una oración para cerrar tus meditaciones:
Hay un altar en el centro de mi mente,
Un lugar muy santo donde moran los ángeles.
En este espacio hay un yo perfecto: lleno de amor, aceptación
y total.
Ahora entro en el templo santo y me arrodillo delante del altar.
Le doy la bienvenida a ese amor siempre presente que me
espera.
Me libero de toda resistencia y vuelvo a ver a mi Creador.
Gracias, Dios, por entrar en el espacio de mi mente en el que ya
habitas.
Gracias, Dios, por enviarme tus ángeles para acompañarme
y rodearme.
Estoy protegido por la luz santa. Los arcángeles y los seres
santos me guardan.
Es maravilloso estar aquí contigo de nuevo y sentirse aceptado.
Que así sea.
Capítulo 10.
HACIA LA LUZ
«Él no sabe de sombras. Suyos son los ojos que ven más allá
del error al Cristo en ti».
Un curso de milagros, El canto de la oración
LA BÚSQUEDA
Me desperté temprano un domingo por la mañana. Habían
pasado muchos años desde la última vez que visité Rosslyn Chapel
y estaba deseando volver. Metí en una mochila unas cuantas cosas
que me servían de ayuda en mi viaje: una postal con una ilustración
de María Magdalena, dibujada por Lily Moses, una artista con
mucho talento, y un cristal de cuarzo escarlata con el que había
estado meditando.
Descubrí el cuarzo escarlata cuando empecé esta aventura. Los
cristales siempre han tenido una gran influencia en mi práctica
espiritual porque la sanación con cristales fue el primer sistema de
sanación que estudié.
Mi amigo Liam Wood es un famoso y respetado vendedor de
cristales. Siempre cuelga en su página los cristales más raros y más
bonitos. He guardado su web en mi lista de favoritos y a menudo
echo un vistazo para ver sus hermosas y brillantes novedades.
Un día miré su página y vi una entrada de un cuarzo escarlata.
Era un cristal del tamaño de la palma de la mano y acabado en
punta de forma natural, pero tenía una veta de color rojo profundo
atravesando su centro, creo que a causa de la presencia de hierro
en el mineral.
Me entusiasmé mucho, porque ese cuarzo escarlata anunciaba a
gritos la energía de la Diosa/María Magdalena. Miré por internet y
descubrí que se creía que las sacerdotisas de la antigua tierra de
Lemuria utilizaban los cristales de cuarzo escarlata para atraer las
bendiciones de la Diosa. Y para mí eso ya fue más que suficiente.
Así que salí de viaje hacia Rosslyn Chapel con mi cristal, la postal
con la imagen de María Magdalena y mi diario.
En cuanto llegué me sentí inspirado, pero, para ser
completamente sincero, no noté el impacto que esperaba. Paseé
por la hermosa capilla con su techo estrellado y sus hermosas
vidrieras en las ventanas. Hice la visita guiada y escuché la historia
de la capilla y del trabajo de los canteros en su construcción. Pero
nadie mencionó a María Magdalena.
Salí fuera. Rodeé la capilla y encontré un sitio tranquilo con vistas
a las bonitas colinas que se elevaban en el horizonte. Me senté con
mi cristal en la mano y miré la imagen de María Magdalena.
—¿Dónde estás? —susurré—. Quiero aprender más.
Cerré los ojos, empecé a respirar muy despacio y escuché mi
interior. Sentí una gran calma, pero no ocurrió nada extraordinario:
no llegaron ángeles ni mensajes de María Magdalena. Decir que me
sentí decepcionado es poco, pero esas cosas pasan de vez en
cuando.
Volví a la capilla otra vez para encender un vela por Meggan
Watterson, quien inconscientemente había vuelto a despertar mi
amor por María Magdalena y me había ayudado a conectar con ella,
como he contado antes. Escribí en el libro: «Para Meggan Watterson
y su trabajo sagrado con las mujeres». Después volví a casa.
Pasaron varias semanas y me di cuenta de que seguramente
tenía suficiente información para el libro sobre el perdón, pero
también sentí un ardiente deseo de ir a Glastonbury. Tenía la
sensación de que allí encontraría el espacio perfecto para abrirme al
Cielo.
LA LLAMADA DE LA AVENTURA
Una noche le hablé a mi buena amiga Sara sobre este proyecto.
Parecía muy interesada y siempre es bueno compartir el tema sobre
el que estás trabajando con amigos de mentalidad afín.
Había conocido a Sara unos años antes, cuando estuve dando
una conferencia en Stratford-upon-Avon. Ella vive en Coventry y nos
mantenemos en contacto a través de Facebook. A Sara le encanta
todo lo que tenga que ver con los ángeles, los cristales y la
espiritualidad, así que siempre nos damos likes y compartimos las
publicaciones del otro.
Sara acababa de visitar Avebury, pero no había sentido la fuerte
conexión espiritual que esperaba. Entonces yo le conté que había
tenido la misma sensación cuando estuve en Rosslyn. Le comenté
que estaba sintiendo una fuerte atracción por Glastonbury, aunque
no sabía por qué. Ella ya había estado allí, pero solo en una visita
relámpago de dos horas. Me pareció tan perfecto que le pedí que se
viniera conmigo en mi aventura de exploración de los sitios
sagrados de Glastonbury. Dos semanas después empezó el viaje.
Quedamos en el aparcamiento del hotel y hubo abrazos y risitas
emocionadas. Hacía más o menos un año desde la última vez que
nos vimos, así que nos pusimos un poco al día antes de meternos
en mi coche de alquiler y dirigirnos al centro de Avalon.
Glastonbury es un lugar sobrecogedor, en el mejor de los
sentidos. La energía allí es alta; al principio me sentí un poco
mareado y me latía la cabeza, pero no era una sensación negativa.
Sabía que estaba experimentando algún tipo de cambio, pero
todavía tenía que descubrir qué implicaba.
En el pasado, cuando escuchaba a la gente hablar de
Glastonbury, me mostraba un poco escéptico, porque siempre se
dicen cosas maravillosas sobre ese lugar y yo creía que no podía
ser tan bueno. Pero me equivocaba: es un lugar verdaderamente
mágico. En cada esquina ocurre algo emocionante y High Street
está llena de tiendas que venden cualquier cosa que tenga que ver
con cristales, espiritualidad, magia, sanación y ángeles (en especial,
objetos dedicados a la Diosa).
Sara y yo nos dimos una vuelta por las tiendas mientras nos
contábamos lo que había pasado últimamente en nuestras vidas.
Entramos en todas las tiendas que nos resultaron atractivas y
miramos todos los cristales y figuras de la Diosa. Pero, aunque
había cosas bonitas, nada me llamó la atención.
Pero todo cambió cuando fuimos a una tienda que se llamaba
Stone Age. Todos mis amigos espirituales de Facebook me habían
hablado sobre ella. Stone Age está al final de una calle estrecha
llena de cristales incrustados en las paredes. En el exterior también
hay un montón de imaginería increíble, entre la que destaca un
enorme Buda.
La tienda estaba cerrada, pero de su puerta colgaba un cartel que
decía: «Vuelvo dentro de 10 minutos», así que esperamos y
miramos el escaparate. Todo brillaba. Había por todos lados
cristales que resplandecían bajo la luz. Entonces algo me llamó la
atención. Ahí, en el centro de la vitrina principal del escaparate,
había una estatua de una virgen negra hecha de obsidiana de unos
treinta centímetros de alto. Estaba en una plataforma giratoria
motorizada y giraba 360 grados. Creo que vi a la virgen girar como
treinta veces porque de repente la tienda estaba abierta y nosotros
dentro.
Me sentí como si estuviera en trance. Miré por la tienda, pero no
podía quitarme de la cabeza a la virgen negra. Me perseguía,
aunque sabía que costaría más que los vuelos y el hotel juntos.
Pero tenía que preguntar cuánto.
La amable mujer que estaba detrás del mostrador, vestida con un
top morado y con vuelo, se acercó a la vitrina con las llaves y la
abrió. Sacó la estatua y me dijo: «Cuesta 395 libras».
Di las gracias y me dirigí a la puerta.
Pero, cuando intenté marcharme, no pude salir por la puerta. Fue
como si un enorme ángel estuviera allí parado diciendo: «No pasar».
Algo se me escapaba.
Estaba en Glastonbury, todo el mundo allí era bastante espiritual,
así que le dije a la mujer:
—Me he sentido muy atraído por esa virgen. Es como si no
pudiera irme sin ella, pero está lejos de mi presupuesto.
Entonces la mujer gritó:
—Lui, ¿puedes darme un precio mejor para la virgen negra de la
vitrina?
Una voz que llegó del piso de arriba preguntó:
—¿Qué precio tiene?
—395 libras.
Oí que alguien bajaba. El hombre me sonrió y dijo:
—¿Es usted el que quiere la virgen negra? Es muy poderosa.
—Lo sé. Me ha atraído poderosamente desde la que la he visto —
dije devolviéndole la sonrisa.
—Te la puedo dejar en cien libras menos —ofreció.
—Vendida.
Y cinco minutos después salí de la tienda con una mochila que
pesaba bastante más que cuando entré.
LA MADRE Y EL HIJO
Hay un bonito nicho en una de las paredes de los jardines, que
parece casi una diminuta capilla al aire libre, con una estatua de una
madre con un hijo rodeada de velas. Han colocado dos bancos para
que la gente se siente allí y medite tranquilamente. Yo me acerqué,
observé la estatua y mi visión clarividente despertó al instante. Sentí
que la madre era María Magdalena y el niño era yo. Noté los brazos
amorosos de María envolviéndome y me consumió una luz roja de
amor incondicional. Caí de rodillas y me envolvió una presencia
invisible, pero en mi mente me veía entre los brazos de la discípula
amada.
Tras unos minutos conseguí volver a la Tierra, saqué una velita de
la mochila, la encendí y la puse sobre el altar que había delante de
la madre y el niño. Estuve allí unos minutos en silencio, solo dando
gracias, y me vino a la mente el recuerdo de mi abuela. Sabía que,
sin su visita en el momento de su fallecimiento físico, cuando yo
tenía cuatro años, no habría estado en la posición en la que estaba
en ese momento. Me sentí agradecido. Y bendecido.
No sabía dónde estaba Sara, pero no importaba. Sabía que
estaría experimentando sus propias conexiones.
Me levanté, sin apartar los ojos de la madre y del niño, y de
repente vi a los ángeles Myriam delante de mí. Di un respingo,
porque no esperaba su presencia. Se acercaron aún más hasta
situarse justo delante de mí. Estaba mirando cara a cara a esos
ángeles, los que despiertan nuestra visión santa, los ángeles que
nos arrancan del dolor y nos ayudan a entender el perdón.
Tuve la abrumadora sensación de que los Myriam me estaban
preguntando si estaba preparado para comprender del todo y vivir
envuelto por las alas del perdón, unas alas que parecían estar
unidas a ellos. Sentí que mi alma decía, alto y claro: «¡Sí!».
Entonces los Myriam se fundieron para formar un solo ser, se
convirtieron en una espada de luz y así entraron en mi corazón.
Todo me parecía normal, pero era como si estuviera viendo el
mundo que me rodeaba con una nueva luz. ¿Podría ser eso el
despertar que había estado buscando?
Pensándolo ahora, creo que, cuando miré a los Myriam, lo que
tenía realmente ante mí era el amor incondicional y entonces
recordé cómo era sentirse completamente apoyado y perdonado.
Fue una experiencia que no olvidaré nunca. Creo que, cuando
nos abrimos de verdad al milagro del perdón, los ángeles que guían
el proceso nos inician para que podamos representar
verdaderamente el perdón en el mundo.
Después Sara y yo fuimos hasta el manantial y nos sentamos a
meditar para procesar la energía que habíamos experimentado ese
día. Notamos algo completamente diferente. Me sentía
increíblemente bien. Fue como si me hubiera liberado de todas las
barreras, bloqueos y miedos de mi cuerpo. Sentía que con cada
exhalación expulsaba el miedo y con cada inspiración introducía un
amor más profundo.
Justo antes de irnos le pedí a Sara que me hiciera una foto en el
manantial. Miré dentro y ahí, flotando sobre el agua, había una
pluma blanca. Obviamente la pluma podía ser de un pájaro, pero
para mí fue algo importante, como si fuera una señal, un
recordatorio de que ahora caminaba envuelto por las alas del
perdón.
Amado
Estoy aquí, desnudo y preparado,
listo para conocer el perdón,
y dispuesto a compartirlo,
viviendo ahora envuelto por sus alas.
Estoy expuesto con total humildad,
compartiendo mi realidad con el mundo,
porque he aceptado el amor al que tengo derecho.
Soy el hijo de la humanidad, una expresión de luz,
un eco del amor de Dios.
Recordando mi verdadera identidad y aceptándola ahora,
acerco a mí a los coros angelicales.
Los ángeles y los arcángeles santos me rodean ahora.
Me han preparado el camino.
Con total confianza sigo ese camino, porque hoy me siento
honrado y amado.
Soy el amado.
Me quedé allí sentado en la cama, con los ojos llenos de lágrimas
y un profundo sentimiento de amor. Me sentí preparado; y con la
sensación de que el perdón recorría mi ser: por fin lo había
conseguido. Dediqué cinco minutos a meditar y después me tumbé,
apagué la luz y me quedé profundamente dormido.
Muy temprano por la mañana sentí que algo me despertaba.
Tenía los ojos tan cansados que apenas podía abrirlos. Por fin lo
conseguí: abrí primero el ojo derecho y después el izquierdo.
Flotando sobre mí había una niebla roja. Lo raro era que me hacía
sentir inquieto.
De la niebla asomó la cara oscura de una figura femenina,
mirando lo que yo solo puedo describir como mi alma. En ese
momento lo único que pude hacer fue rendirme. Vi cómo la cara
consumía toda la oscuridad de mi cuerpo. Fue como si la hubieran
enviado para arrancar de mi corazón, mi cuerpo, mi mente y mi alma
todos los aspectos que no me estaban ayudando en mi viaje de
perdón.
Era raro, una parte de mí estaba asustada y no sabía por qué. Así
que invoqué a un ángel que conocía y que sabía que no me
decepcionaría: «Gracias, arcángel Miguel, por estar a mi lado ahora
y asegurarte de que estoy a salvo».
Recuerdo que sentí que Miguel y sus ángeles se acercaban a mí.
Empecé a respirar con más facilidad y volví a caer en un sueño
profundo.
A la mañana siguiente dormí casi hasta las diez de la mañana. Sin
embargo, Sara, que había pasado una noche tranquila y se había
despertado al amanecer, ya estaba más que preparada para
enfrentarse a lo que trajera el día.
EXPLORAR MÁS
Volvimos a Glastonbury para nuestro segundo día de compras y
exploración de la magnífica ciudad. Habíamos oído que había una
tienda de chocolate puro al final de la calle en la que estábamos, así
que decidimos ir a echar un vistazo. Era genial sentirse tan
conectado con la energía del perdón y con los maestros ascendidos
y, a la vez , ser capaz de recompensarnos con algún que otro
capricho, por ejemplo, un chocolate sano .
Mientras estábamos en la tienda pidiendo un chocolate negro
Mulberry (que estaba increíble), nos encontramos con Ruth, una
amiga de Sara, y su amigo Phil. Fue curioso porque justo habíamos
estado hablando de ella. Es una mujer con un alma hermosa, que
emprende muchas acciones por los animales y siempre está
compartiendo peticiones para evitar la crueldad con los animales y
apoyando campañas a favor de la Tierra. Charlamos un rato y yo
empecé a contarles cómo había ido nuestra aventura hasta
entonces. Y de repente ella dijo:
—¿Habéis estado ya en Magdalene Close? Hay una capilla allí, la
de St Margaret, que tiene una energía maravillosa.
Yo me emocioné mucho.
—¡Oh, Dios mío! ¿Puedes llevarnos?
Ella sonrió, asintió y nos fuimos todos juntos.
Bajamos por High Street sin parar de charlar y entonces vi que un
hombre le daba a Sara una hoja de papel. Ella se giró para mirarme.
—Esto es increíble —dijo—. No te lo vas a creer. —Y me dio el
papel.
Era un pasaje sobre María Magdalena, que se suponía que había
ido a Glastonbury cuando huyó de Tierra Santa. No había duda:
tanto si vino a Glastonbury como si no, en ese momento estaba allí
con nosotros.
Llegamos a la capilla de St Margaret y entramos. La encontramos
completamente vacía. Había unos cuantos asientos a los lados y un
gran espacio vacío en el centro.
—Tengo la sensación de que quiero emitir algún sonido que nos
ayude a aprovechar la energía que nos acompaña hoy —dijo Ruth.
Nos sugirió que formáramos un círculo, cogiéndonos las manos, y
después, con una voz aguda, casi operística, empezó a entonar
unos sonidos angelicales impresionantes. No había palabras, solo
sonidos, pero me llegaron al corazón. Se me puso de punta todo el
vello del cuerpo y me sentí abrumado por la sensación de que había
ángeles presentes. El sonido fue creciendo y de repente me di
cuenta de que Ruth estaba canalizando la energía de la Divinidad
femenina hacia nosotros. Fue precioso.
Cuando paró, todos nos sentamos para recuperarnos. Entonces
noté que había velas y un cajón para donaciones en la capilla. Me
acerqué para encender una vela y me di cuenta de que había dos
iconos al lado de las velas. Uno era el de santa Margarita de
Escocia y el otro era el de mi querida María Magdalena. Entonces
dije mentalmente una oración: «Gracias, María Magdalena y
Myriam, por acercaros a mí y revelarme aún más sobre vosotros».
—Hay más sonidos —anunció Ruth.
Así que de nuevo nos reunimos rápidamente en el centro de la
capilla vacía. Ella empezó otra vez, pero en esta ocasión los sonidos
eran profundos y masculinos. Todos cerramos los ojos para
escucharla traer a ese espacio la voz divina y sanadora. Pero
entonces yo no lo pude evitar y tuve que abrir los ojos. Quería ver lo
que estaba pasando.
Cuando los abrí, miré a los demás y vi que estaban bañados en
una luz pura y blanca, como la de los Myriam. Entonces se me
ocurrió que esa voz que salía de Ruth era la energía de la Divinidad
masculina. Parecía la energía de Cristo. Estábamos recibiendo la
bendición de la Divinidad femenina y la masculina.
Algo me llamó la atención: una mariposa de color blanco puro.
Entró por la puerta y empezó a dar vueltas a nuestro alrededor.
Mientras volaba por encima de nuestras cabezas, recordé que en mi
libro Oraciones a los ángeles explicaba que una mariposa puede
ser un mensaje del Cielo para decirnos que alguien ya no está
sufriendo. Es una señal de transformación. Ahora creo que esa
mariposa era mi ser superior transmitiendo: «transformación». Fue
como si yo estuviera yendo más allá de la limitación del dolor.
MAESTROS ASCENDIDOS
Jesús
Jesús es el portador de la verdad. Es una luz para todo el
universo y una demostración viva/muerta/espiritual de que el perdón
es posible. Cuando vivió y caminó por la superficie de la Tierra, fue
perseguido por sus creencias y enseñanzas, pero aun así amo a sus
hermanos y hermanas de este mundo.
Jesús está en todos los lugares al mismo tiempo. Está contigo
ahora mismo. Espera tu llamada y, con la ayuda de sus ángeles
santos, puede devolverte a tu ser natural lleno de luz.
Cuando invocas a Jesús, él traerá luz a tu mente y te ayudará a
ver. Su presencia te quitará todas las vendas de los ojos que evitan
que veas y eliminará todos los bloqueos que se interponen entre el
milagro que buscas y tú. Es la voz del amor y su presencia resuena
en tu corazón, esperando que aceptes que estás perdonado. Te
ayuda a ver la luz en los demás para que puedas vivir una vida llena
de milagros y alejada de la condena.
Jesús es un maestro espiritual, pero quiere que lo reconozcas
como un amigo y un hermano. Acude a ti como un igual y no te pide
que lo idolatres, sino que admitas los rasgos que compartes con él.
Jesús es la voz del Espíritu que te ayuda a ver que el perdón es la
única elección de tu alma y a erradicar la voz del miedo.
Tu luz nunca se pierde (siempre está presente), pero con los
problemas de la vida es fácil olvidarla y ocultarla. Cuando piensas
en Jesús, él viene a ti como una antorcha ardiente, entra en tu
templo sagrado y lo ilumina para que veas con claridad. Solo con su
presencia desaparecerá la oscuridad y podrás entrar en un estado
de aceptación y perdón de Dios.
Invoca a Jesús para ayudarte a:
• Sanar.
• Perdonar a aquellos que te han hecho daño, emocional o
físicamente.
• Recordar que el amor es real.
• Aceptar que el único plan que Dios tiene para ti es el amor.
Te propongo una oración a Jesús:
Querido Jesús:
Gracias por ponerte al frente de mi mente y ayudarme a ver la
verdad. Como una antorcha llameante, tu luz se extiende por los
cuatro costados de mi ser, eliminando toda la oscuridad y las
dudas.
Ahora entro en tu presencia y abrazo tu aceptación y tu amor
incondicional y al mismo tiempo admito que el perdón es una
parte natural de quien soy, porque consiste en recordar que soy
un ser de luz al que no pueden hacer daño. Estoy seguro,
Jesús, y sé que tú eres mi guía lleno de amor.
Te doy la bienvenida ahora para que me señales todas las
partes de mí y de mi vida que necesitan mi perdón. Con tu
apoyo, hago la milagrosa elección de perdonar y ser perdonado.
Gracias, amigo y hermano.
Que así sea.
María Magdalena
Para mí, María Magdalena es la parte femenina que equilibra la
energía masculina de Jesús. Es una mujer increíble que una vez
estuvo en la Tierra y que, igual que Jesús, su amigo/maestro/igual,
tuvo que sufrir que sus creencias, sus enseñanzas y su visión
clarividente fueran criticadas y cuestionadas por los demás. Ella
sabe cómo es perdonar.
María Magdalena es la maestra ascendida que se relaciona con
nuestra humanidad porque también tuvo problemas con su ser
emocional. Ella lloró cuando experimentó pérdida y cuando los otros
dudaron de sus enseñanzas. Pero, con fuerza, coraje,
determinación y fe, reclamó su poder para enseñar y sanar.
María viene a ti para ayudarte a reivindicarte y ser un líder de
amor. La esencia de María Magdalena entra en la cueva de tu
corazón y te ayuda a despertar tu capacidad para salir en defensa
de lo que crees y seguir la verdad de tu alma, incluso cuando estás
bajo el escrutinio de los demás. Es una líder perfecta para todos los
trabajadores de la luz.
La energía de María Magdalena y sus ángeles también sirve para
despertar tu visión interior. Te ayuda a derribar todas las barreras
tras las que te escondes, convencido por el ego, y a darte cuenta de
que, para alcanzar la paz, tienes que liberarte de todas las ideas de
conflicto y ataque. No son naturales en ti. María te ayuda a
permanecer en tu verdadera esencia (el amor) y compartirla con el
mundo.
Invocar la presencia de María Magdalena traerá grandes cambios
a tu vida. No solo te ayudará a entender lo que es el perdón, sino
también a vivir en el camino del perdón. Recibes el mensaje de
María en este momento para recordarte que el alma es
indestructible y que tienes la capacidad de ser fuerte con integridad.
Ella es una defensora implacable del perdón y te ayudará a serlo
también.
Invoca a María Magdalena para ayudarte a:
• Honrar tus dones.
• Comprender el perdón.
• Superar las dudas.
• Volver a conectar con la guía de tu corazón.
• Abrirte a tus capacidades de clarividencia.
Te propongo una oración para María Magdalena:
María de Magdala, conocida como la Magdalena:
Gracias por acercarte a mí en este momento. Le doy la
bienvenida a tu esencia en la cueva de mi corazón para que
prendas en mí la capacidad de perdonar y ser perdonado.
Estoy preparado para seguir tus pasos y reivindicar mi poder
para servir a la humanidad y ser un líder del amor.
Te doy las gracias por silenciar la voz del ego con tu feroz luz de
color rubí y por amplificar la voz del Espíritu para que pueda
seguir mi verdad espiritual. Acepto tu protección y tu fuerza.
Gracias por ser mi hermana en la luz. Tu ayuda es bien recibida
aquí y ahora.
Que así sea.
Buda
La palabra Buda significa «despierto» y así fue como llegó a estar
a Siddharta Gautama, como se le conoció en algún momento. Era
un rico príncipe indio al que su padre consentía y protegía de tal
manera que vivía de espaldas al sufrimiento del mundo real. Un día
el príncipe pidió a uno de sus jinetes que lo llevara lejos del castillo y
allí se encontró con un hombre viejo y enfermo y con otro muerto y
no entendía nada de lo que estaba pasando.
Esa misma noche el príncipe abandonó su casa y todas sus
riquezas y salió a buscar algo que aliviara el sufrimiento del mundo y
trajera la paz a la humanidad.
En su búsqueda, fue de un extremo al otro; como había
empezado con todas sus necesidades cubiertas, renunció a todas
sus pertenencias y vivió una vida ascética, hasta el punto de que
incluso llegó a subsistir ingiriendo solo tres semillas de sésamo al
día. Pero siguió sin encontrar lo que buscaba. Fue entonces cuando
decidió sentarse bajo un árbol de Bodhi hasta hallar la iluminación
total.
Bajo ese árbol, Buda se enfrentó a los miedos y deseos de su
ego, pero mantuvo la atención en su respiración y la paz en su
corazón. Y fue entonces cuando logró la iluminación a través de la
falta de apego.
Buda puede ayudarte a desconectarte de la voz del miedo y del
deseo de cosas que no te sirven y a aceptar lo que ha pasado y no
puedes cambiar. Después podrás empezar a transformar el punto en
el que estás hoy.
Invoca a Buda para ayudarte a:
Tara
Tara es una diosa budista que trae compasión y protección de
todo daño. Es conocida como la madre de la liberación y su nombre
significa «diamante».
En el budismo tibetano, Tara es un bodhisattva , que es
básicamente un ser angelical que viene a ayudar a aquellos que lo
necesitan y los apoya con las dificultades que se encuentran aquí en
la Tierra. Se dice que los boddhisattva han alcanzado un estado de
iluminación a través de la compasión por los demás.
La historia que cuenta el nacimiento de Tara es muy hermosa y
esotérica. Se dice que nació de las lágrimas que derramó
Avalokiteshvara, el señor de la compasión, cuando miró al mundo y
vio sufrir a la gente. Sus lágrimas cayeron en forma de rayos y de
uno de ellos nació un loto, que se abrió, y Tara apareció dentro. Se
dice que su esencia existe para apoyarnos y guiarnos desde el
sufrimiento y la vergüenza a la compasión y la liberación.
Yo veo a Tara como un ser angelical dorado. Ella acude a la
llamada de todas las personas en la Tierra con dificultades para
comprender a los demás y sus circunstancias. En términos de
perdón, nos guía hacia la libertad y nos permite ver el punto de vista
de la otra persona. Nos ayuda a entender que las personas solo
hacen daño a los demás cuando tienen miedo.
Con el apoyo de Tara, tendrás compasión por aquellos que te han
hecho daño y desearás que encuentren la paz a través de tu
perdón. De esta forma te liberarás del dolor que te han causado las
malas elecciones de otros.
Tara tiene muchas formas y todas están asociadas con colores: la
Tara blanca se asocia con la purificación, la Tara verde te protege de
todo daño y la Tara dorada cumple deseos y trae prosperidad.
Invoca a Tara para ayudarte a:
Shiva
El nombre de Shiva significa «auspicioso» y es considerado como
una de las formas primarias de Dios en el hinduismo. Es una
poderosa imagen de la Divinidad y es uno de las tres caras
principales de la trimurti (las otros dos son Brahma y Vishnu).
A Shiva se lo conoce como el dios destructor, pero en tiempos
más recientes se le está denominando «el transformador», porque
se le puede invocar para transformar una situación negativa.
Shiva tiene muchas formas, cada una con su propia personalidad
y nombre. Es conocido como Mahadeva, que significa «gran Dios»,
y también como Nataraja, «el bailarín cósmico».
El principal propósito de Shiva es destruir un universo cansado y
preparar el camino para que Brahma empiece el proceso de
creación. En el contexto del perdón, es un maestro maravilloso al
que puedes invocar con el fin de prepararte el camino y ayudarte a
crear un nuevo principio en tu vida.
Se considera que Shiva es una deidad iracunda por esa
naturaleza feroz y destructiva, pero la verdad es que es un ser de
amor incondicional. En mi baraja Oraciones a los ángeles. Cartas
oráculo le he dedicado la carta «El padre divino» a Shiva. El artista
con el que colaboré me ayudó a crear una figura pacífica y amorosa,
que fuera al mismo tiempo poderosa. En esa imagen Shiva tiene
cuatro brazos: dos sujetan el sol con el símbolo «Om», que
representa la unicidad y la vida, y los otros dos están en una
posición de oración, para mostrar que Shiva nos honra. Tiene una
serpiente alrededor del cuello, muestra de que ha domado la fiereza
de su ego, y está acompañado de un tambor, para despertar su
mente distraída.
Cuando estuve en la India, viví en una ciudad que se llamaba
Tiruvannamalai, donde se encuentra un lugar santo dedicado a
Shiva. Hay un templo que se llama Annamalaiyar, que está al pie de
una colina santa llamada Arunachala, donde se dice que se
manifestó Shiva. Fui hasta la colina y la subí junto con un grupo de
peregrinos. Empezamos a las siete de la mañana y a mí me llevó
dos horas, pero puede llevar hasta cuatro horas. Cerca de la cima
de la colina hay un grupo de devotos de Shiva que te insta a que te
quites los zapatos para llegar a la cima porque desde allí puedes
seguir exactamente los pasos de Shiva. Me sentí sostenido,
apoyado y lleno de energía durante la subida y noté que la
presencia de Shiva era muy fuerte allí.
Invoca a Shiva para ayudarte a:
• Despejar el camino al perdón.
• Eliminar los miedos y la maldad de tu ego.
• Recobrar el sentido de unicidad con todos los seres vivos.
• Recuperar tu fe en Dios.
• Eliminar cualquier resentimiento contra Dios.
• Sanar cualquier problema con la paternidad.
Hay un mantra para Shiva que a mí me ha resultado muy
poderoso. Lo aprendí en el Mind, Body, Spirit Festival el 11/11/11 y
me lo he ido encontrando en diferentes partes del mundo desde
entonces. De hecho, lo estaban entonando en voz alta muchos de
los hombres que subían la colina Arunachala, en la India. Los
cánticos indios tradicionales se repiten 108 veces. El mantra es Om
Nama Shivaya (pronunciado «Ommm Nama Shiiivaya»).
Te propongo una oración a Shiva:
Shiva, bailarín y transformador cósmico:
Gracias por acercarte y prepararme el camino hacia el perdón.
Te doy la bienvenida ahora para que dirijas mi atención hacia las
formas de eliminar la maldad y la perversidad de los comentarios
de mi ego para que pueda recuperar mi conexión natural con la
unicidad con todos los seres sensibles.
Gracias por acercarte como una pacífica figura paternal y
ayudarme a sentirme seguro mientras avanzo por el camino
hacia mi propósito divino, que es ser feliz.
Que así sea.
Kali
Kali es una diosa hindú que trae una verdadera sensación de
poder y fuerza. Se la ve como una de las encarnaciones iracundas
de la esposa de Shiva, Parvati, y, aunque es una diosa a la que es
mejor no enfadar, resulta una gran aliada para todos los que la
invocan. Su nombre significa «negro» o «fin del tiempo» y es
considerada la diosa de la muerte.
Las imágenes que veas de Kali tendrán la forma de una diosa con
la piel azul o negra y con ocho brazos. En esos brazos llevará armas
e incluso puede lucir un collar de calaveras. Es probable que esté de
pie sobre un hombre, Shiva, que se dice que doma su furia
destructiva con su presencia.
Por esa imagen, a Kali la temen muchos practicantes espirituales.
La idea de invocar a una diosa iracunda asociada con la muerte
puede resultar aterrador y es cierto que Kali lleva consigo lo
desconocido, como pasa con la muerte.
Pero, en mi opinión, Kali es una diosa a la que puedes invocar
para que te ayude a aceptar que no todo lo que hay en la Tierra es
permanente y a eliminar la vinculación con las cosas físicas para
mejorar tu conexión con los aspectos espirituales más profundos de
tu ser.
Creo que Kali representa la misma fuerza que la virgen negra.
Consumirá todo tu miedo. Mirará fijamente a los ojos de tu alma y te
preguntará si estás preparado para dejar atrás los pensamientos y
las situaciones problemáticos y destructivos que están bloqueando
tu camino hacia la verdad y el perdón.
Kali realmente es una figura maternal benevolente, pero, como la
mayoría de las madres, alberga en su interior un fuego que será
suficiente para darte un buen empujón si lo necesitas. En el contexto
del perdón, es una figura maravillosa para eliminar tus patrones
autodestructivos, por ejemplo, aquellos que te impulsan a regresar a
una relación que te está rompiendo el corazón o a alimentar una
adicción que te somete.
Kali ahuyentará tu miedo. Arrancará de tu alma cualquier aspecto
inútil a tu crecimiento y domará tu ego hasta el punto de pisarlo y
plantarse sobre él. Vendrá a ti como una madre llena de amor y te
dirá que estás perdonado, pero también que dejes el pasado donde
está y sigas adelante.
Invoca a Kali para ayudarte a:
Ganesha
Ganesha es el dios elefante hindú adorado en todo el mundo. Es
conocido como el eliminador de obstáculos, por su capacidad única
para apartar los obstáculos de nuestro camino hacia la paz interior.
Ganesha es el hijo de Shiva y Parvati. La leyenda dice que su
cabeza de elefante surgió tras un horrible accidente que ocurrió en
su casa. Un día Shiva estaba fuera con su poderoso ejército y
Parvati estaba en casa haciendo sus cosas. Se aburría, así que
decidió hacer un muñeco de arcilla de un niño pequeño. Una vez
hecho, le gustó tanto su muñeco que utilizó sus poderes para darle
vida y lo llamó Ganesha.
Como se dio cuenta de que tenía arcilla por todas partes, Parvati
fue a lavarse y dejó a Ganesha cuidando la casa. Pero entonces
Shiva volvió a casa y encontró allí a alguien que creyó que era un
impostor. Y con un mandoble de su espada le cortó la cabeza a
Ganesha.
Cuando se enteró de lo que había pasado, Parvati se disgustó
mucho. Shiva no podía consolarla, así que mandó a sus guardias
que trajeran la cabeza del primer ser vivo que encontraran que
estuviera mirando al este. Los guardias encontraron un elefante y
trajeron su cabeza. Shiva la utilizó para devolverle la vida a
Ganesha con esa nueva cabeza.
Aunque esta historia es más un cuento que la narración de un
acontecimiento histórico, demuestra que la energía de Ganes ha
tiene la capacidad de devolvernos a la vida, incluso si sentimos que
hemos perdido la cabeza por una situación.
Hace años que me siento atraído por Ganesha. Siempre lo he
mantenido cerca en mi práctica espiritual y lo invoco cada vez que
me tengo que enfrentar a un obstáculo. Él viene inmediatamente y
parece hacer desaparecer cualquier dificultad que se presenta ante
mí.
Cada vez que salgo del país viajo con la imagen de Ganes ha y
tengo una postal con su imagen junto a mi esterilla de yoga mientras
practico. Siempre ha sido para mí una gran figura de paz. Y no solo
eso: mi animal salvaje favorito es el elefante. Me encanta que sean
seres familiares y comunitarios y, en honor a Ganesha, hago una
donación a Save the Elephants todos los meses.
Ganesha te ayudará a eliminar los obstáculos en todas las partes
de tu vida. En el contexto del perdón, te ayudará a superar cualquier
pensamiento que esté evitando que te perdones a ti o a otra
persona y a eliminar cualquier bloqueo que impida que hagas las
paces con los demás.
Invoca a Ganesha para ayudarte a:
LOS MYRIAM
Con suerte a estas alturas ya habrás pensado en los Myriam,
habrás recurrido a ellos o incluso habréis mantenido un encuentro.
Recordarás que esos ángeles eran los ángeles custodios de María
Magdalena y han elegido seguir trabajando con ella desde el Cielo
para traer cambios radicales en la Tierra y sanación a la humanidad.
Los Myriam me hacen sentir totalmente inundado de amor. Tienen
la verdadera esencia de la pureza. Son los seres más hermosos que
he visto en mi vida. Se ven como unas llamas gemelas, que bailan y
zigzaguean en el aire con sus túnicas perladas.
Nunca olvidaré cuando los vi trabajar con un grupo. Ese año hice
una presentación sobre María Magdalena y su Evangelio gnóstico
ante un grupo de cuarenta personas. Les hablé de mis encuentros
con los Myriam y de cómo sentí que estaban dedicados a eliminar el
dolor y todas las emociones complicadas que suscita.
Guié al grupo en una meditación profunda, emotiva y llena de luz
en la que podían abrirse a la ayuda de los Myriam. Tenía los ojos
cerrados, pero pude oír exclamaciones y sollozos profundos de
alivio cuando esos ángeles llenos de gracia entraron en los
corazones de todos los presentes. Cuando abrí los ojos para
asegurarme de que todos estaban bien, vi a algunas personas
enjugándose las lágrimas de los ojos mientras unas luces blancas
puras daban vueltas a su alrededor. Supe que se estaba
produciendo la sanación.
Tras la meditación, tuvimos una puesta en común y varias
personas dijeron que, mientras invocaban a los Myriam, se habían
dado cuenta de que guardaban algún rencor. Una mujer admitió que
siempre lo había pasado mal ante la imagen de su cuerpo desnudo:
cuando se miraba en el espejo, se llenaba de tristeza y frustración.
Otra mujer habló del dolor que tenía tras perder a un familiar y
confesó que hasta ese día se sentía responsable, aunque realmente
impedirlo no había estado en sus manos. Los Myriam ayudaron a
esas personas a librarse de su dolor, por eso había lágrimas.
Los Myriam te ayudarán a ti también. Llegarán con una luz blanca
divina y limpiarán con ella tres aspectos de tu ser: tu cuerpo físico
quedará cubierto por su luz, el altar de tu mente quedará limpio
gracias a su luz y la totalidad de tu alma se hará evidente bajo su
luz.
Esos ángeles también despertarán en tu interior la visión de
Cristo: te ayudarán a ver a todos como iguales, como un alma, y a
recordar que no estás separado de tus seres queridos y que todos
los que se han ido al Cielo antes que tú te están esperando en el
centro de tu corazón. Los Myriam traen una sanación milagrosa a
nivel espiritual y están esperando tu llamada.
Puedes invocarlos de muchas maneras. Una de ellas es
dibujando la vesica piscis (consulta la página 80). También puedes
utilizar la siguiente oración:
Amados Myriam:
Os recibo en mi mente y os muestro las partes de mi vida que
necesitan un milagro. Gracias por ayudarme a ver dónde están
presentes los resentimientos en mi vida para que pueda librarme
de ellos.
Estoy preparado para ver la luz de Cristo en todo el mundo.
Y para perdonar y aceptar a toda la humanidad. El momento
es ahora. Que mi visión de santidad se despierte ahora.
Me siento bendecido por teneros a mi izquierda y a mi derecha
mientras me guiáis desde mi interior.
Que así sea.
Capítulo 12.
ACEPTAR EL MILAGRO
«Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente
buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has
levantado contra él».
Un curso de milagros
TOCAR CORAZONES
Mientras escribía este libro, recibí la bendición de poder pasar los
últimos momentos de su vida con una de mis clientes, que ya se
había convertido en una amiga. Era una mujer joven que se llamada
Michelle, pertenecía a mi club angelical y tenía una luz muy brillante.
Supe por sus amigas que Michelle tenía cáncer y lo estaba pasando
mal. En un principio había vencido a la enfermedad, pero después
sufrió una fuerte recaída que su cuerpo parecía incapaz de superar.
Unas semanas antes de que se fuera al Cielo, celebré en mi
despacho un día dedicado a la madre María para unos cuantos
amigos y desde allí enviamos intenciones y pensamientos
sanadores al mundo. Michelle consiguió reunir la energía y el coraje
para unirse a nosotros; yo no podía imaginar que aquella sería la
última oportunidad de pasar tiempo juntos. Aunque estaba cerca del
final de su vida, tenía tanta fe en los ángeles y en la propia vida que
dibujaba una sonrisa en la cara de toda la gente con la que se
cruzaba.
Recuerdo que en su funeral, en East Kilbride, cerca de Glasgow,
compartí lágrimas con muchas personas por la gran pérdida que
acababa de sufrir este mundo. Apenas tenía cuarenta años y me
hizo preguntarme por qué ocurren cosas así. Pero también supuso
un importante recordatorio de que, aunque Michelle se había ido
demasiado pronto, había hecho lo que necesitaba hacer: amar.
Estuviera donde estuviera, Michelle siempre sería una fuerza llena
de amor. A pesar de que solo la conocía desde hacía poco más de
un año, supe que había inspirado a mucha gente. Su partida rompió
muchos corazones, pero nos ayudó, tanto a sus seres queridos
como a mí, a recordar que no merece la pena vivir una vida llena de
tristeza y resentimiento. Sin duda me ayudó a recordar que el amor
es el único camino.
Existe la posibilidad de que hayas perdido a alguien en tu vida, tal
vez a alguien muy cercano a ti. Permite que sea tu recordatorio lleno
de amor de que merece la pena vivir la vida y perdonar , porque eso
te ayuda a ser el amor que eres.