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El drama humano de la migración, Paso Canoas-frontera sur

Rebeca Sánchez Ruiz

En estos últimos días en Paso Canoas, frontera sur, se ha evidenciado la incapacidad de


ponerse de acuerdo en temas humanitarios de tres Estados: Panamá, Costa Rica y Nicaragua. Esta
pandemia no sólo ha sacado lo más crudo de la pobreza y los sacrificios que se hacen para
sobrevivir, sino que también ha demostrado el egoísmo y la discriminación como solución.

Lo que está pasando en Paso Canoas, es un reflejo de un sistema económico que lo único
que globalizó fue la miseria. El migrante es persona, tiene sueños, tiene necesidades, y sus razones
para migrar, en su mayoría en busca de un mañana.

En tiempos del COVID-19, la situación del migrante se agrava de una forma nunca antes
vista, a excepción de contextos de guerra o de personas refugiadas, nunca se había visto que los
Estados no recibieran a sus propios ciudadanos.

La situación del migrante, de “no ser no aquí ni ser de allá” ahora ha cobrado otra
significación incluso legal. Ahora se puede decir que abandonados por sus gobiernos se
encuentran en mayor estado de indefensión, a la buena voluntad de personas locales que los
quieran recibir, y colaborar con alimentación en la calle, ropa y una que otra cobija para afrontar
el frío de la noche y el intenso calor del día. Limitados a una franja pintada sobre la calle, en donde
sí se desplazan 20 centímetros para atrás son arrestados. A esto hay que sumarle el contexto de
pandemia, es evidente que ellos no pueden mantener el distanciamiento social y el quédate en
casa, suena hasta doloroso y recrudecedor.

El día de hoy en esta frontera, tenemos un Estado, Panamá que quiere deshacerse de
ellos; un Costa Rica, que pareciera no recordarse que mucho de sus ciudadanos están atrapados
en otros países en igual condición; y un Gobierno Nicaragüense, que se comporta igual a una
madre que rechaza a sus hijos. Este drama humano debe visualizarse, el migrante no tiene
responsabilidad de nada, la crisis económica del país y el virus no lo trajeron ellos (un turista no es
un migrante). Pero los que sí tienen responsabilidades en esto, levantan una cortina de humo y
prefieren fomentar el odio que asumir su cuota de responsabilidad (empresa privada,
explotaciones agrícolas, cámaras empresariales, Gobierno, entre otros).
Tender una mano a los migrantes, es una acción necesaria para recuperar la humanidad.
En este contexto de pandemia sólo la colaboración, la solidaridad real, la ayuda, la buena voluntad
y el amor al prójimo (sí, así como se lee, el migrante es nuestro prójimo), es lo que nos va a
construir como sociedad. La nueva “normalidad” (que tanto hablan) no debe ser otra cosa que el
fin de la discriminación. No olvidemos que el odio y el egoísmo es lo que nos ha llevado a aquí
como sociedad.

“Los migrantes son antes que nada seres humanos”. Papa Francisco

Nota: Las fotos son tomadas de medios de comunicación locales como Colosal Informa, y Paso
Canoas Hoy.

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