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GUERRA MUNDIAL
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
sin lugar a dudas, la Segunda Guerra Mundial ha sido el conflicto
armado más devastador de la historia de la humanidad. Las pérdidas en
vidas fueron tremendas. Se calcula que entre 55 y 60 millones de
personas murieron durante los seis años que duraron los
enfrentamientos armados que se extendieron por todo el mundo, desde
Europa hasta Asia y desde África hasta Oceanía. Sin embargo, para
entender los orígenes de la Segunda Guerra Mundial debemos
retroceder a finales de la Primera Guerra Mundial, también conocida
como Gran Guerra, que culminó con la firma del Tratado de Versalles el
28 de junio de 1919 (a pesar de que el armisticio había sido firmado
meses antes, el 11 de noviembre de 1918, para poner fin a las
hostilidades en el campo de batalla). Este hecho sería, al menos en
parte, el detonante de los acontecimientos que se desarrollaron
durante los años siguientes y que acabarían por llevar a Adolf Hitler al
poder y terminar desencadenando un nuevo conflicto que acarrearía
episodios tan terribles como el Holocausto.
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EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
Pero aquellas condiciones no fueron lo único a lo que Alemania tuvo que
enfrentarse tras la firma del Tratado de Versalles. Se incluyeron
asimismo una serie de cláusulas militares que obligaban a reducir
drásticamente el Ejército alemán y se puso fin al servicio militar
obligatorio. También se suprimió la aviación, la artillería pesada y los
submarinos.
Además se pusieron ciertas condiciones económicas a Alemania
como perdedores de la Primera Guerra Mundial. El tratado no
establecía una cantidad a pagar, sino que se dejaba para una comisión
que la fijaría en 1921, pero sí se haría antes un pago de 20.000 millones
de marcos oro, que por otra parte incluía los alimentos que los Aliados
tendrían que suministrar a una Alemania famélica y el coste de la
ocupación de Renania por los aliados, todo lo cual sumaba unos 8.000
millones. Gran parte de este pago se hizo en especia. Los vapores y
barcos de pesca que entregaron los alemanes en los dos años siguientes
como parte del pago sumarían más de 2,6 millones de toneladas, pero
los británicos había perdido más de 8 en la guerra.
Para hacer que la escena fuera aún más creíble, los asaltantes llevaron
hasta allí a un nacionalista polaco llamado Franz Honiok al que las SS
había detenido el día anterior. Honiok era un agricultor de 43 años al
que seleccionaron por haber participado en otras revueltas similares. Lo
arrastraron hasta la emisora completamente drogado y, nada más
llegar, le pegaron un tiro en la entrada de la emisora para que todo el
mundo pudiera verlo. Para que no hubiera ningún tipo de
confusión, vistieron a Honiok con un uniforme del ejército polaco que
previamente habían robado y tras permanecer tan solo 15 minutos en la
emisora de radio, el comando huyó sin darse cuenta de que solamente
había podido emitirse una parte del falso discurso a causa de un
problema técnico.
A pesar de que la parte de la emisión que pudo escucharse no
anunciaba la falsa invasión de Alemania, aquello fue suficiente para
que Adolf Hitler tuviera su tan deseado casus belli y así justificar la
invasión del país vecino. Antes de escapar de la emisora, el comando de
las SS subió el cadáver de Franz Honiok a la sala de retransmisión,
donde le tomaron unas fotos que posteriormente serían publicadas en
toda la prensa.
Los alemanes atacaron Bélgica haciendo creer que desde allí invadirían
Francia, mientras que en realidad el ataque principal a Francia tuvo lugar
cruzando la zona boscosa de las Ardenas, entre Bélgica y el extremo
norte de la línea Maginot, cogiendo completamente por sorpresa a los
franceses. Estas tropas avanzaron hasta el canal de La
Mancha, acorralando a franceses, británicos y belgas contra el mar.
Aunque Hitler contaba con sufrir un millón de bajas entre sus efectivos,
cuando el ejército nazi desfiló por los campos elíseos de París se
estimaba que las bajas entre sus filas habían sido de 27.000 hombres.
Pero a pesar del éxito obtenido, el gran triunfo del ejército alemán debe
buscarse en un lugar imprevisto por todos dado lo inesperado de su
trascendencia: las playas de Dunkerque, en el norte de Francia,
donde terminaron acorralados más de 338.000 soldados Aliados, que
vieron en el puerto galo la única vía de escape. Sería el general Gort, al
mando de la Fuerza Expedicionaria Británica (FEB), el responsable de
organizar la llamada Operación Dinamo, que consistía en la evacuación
de las tropas aliadas en territorio francés, y que se llevó a cabo entre el
26 de mayo y el 4 de junio de 1940.
Las crecidas de los ríos tras las lluvias de primavera habían convertido
todo el territorio en un autentico lodazal, lo que obligó a retrasar la
invasión hasta el tórrido verano. Finalmente, a los casi cuatro millones
de efectivos que luchaban del lado de la Alemania nazi, se unieron 3.400
tanques que se debían ver las caras frente a casi 11.000 tanques y tres
millones de soldados soviéticos.
Pero ¿por qué motivo emplearon los nazis tan pocos blindados? Según los
especialistas fue debido a la escasez de combustible, que en aquellos
momentos estaba bloqueado por los Aliados, algo que también obligó a
los alemanes a hacer uso de animales de tiro para el transporte.
De este modo, a medida que Japón continuaba con su guerra con China,
el conflicto con Estados Unidos se hizo inevitable. Ante el peligro que
esto representaba, el alto mando japonés evaluó sus opciones, pero no
tuvo más remedio que reconocer la superioridad de la Armada
estadounidense, que les superaba en número, por lo que Japón carecía
de los recursos necesarios para hacer frente al coloso americano.
Fue entonces cuando Japón pensó que tenía un as en la manga: podía
atacar a Estados Unidos utilizando el factor sorpresa. Así, el almirante
Yamamoto convenció al alto mando japonés de que en lugar de declarar
la guerra a Estados Unidos lo mejor sería causarles el mayor daño
posible atacando a su flota fondeada en el Pacífico.
El día escogido por los japoneses para realizar uno de los ataques más
famosos de la Segunda Guerra Mundial, y que al final resultaría
definitivo para el desarrollo de la contienda, fue el domingo 7 de
diciembre de 1941. Poco antes del amanecer, la Armada Imperial
Japonesa atacaba por sorpresa la base militar de Pearl Harbor, en Hawái,
donde la Armada de Estados Unidos tenía el cuartel general de la flota
del Pacífico. Para llevar a cabo el ataque, 353 aeronaves, entre cazas de
combate, bombarderos y torpederos, atacaron sin una previa
declaración de guerra con la única misión de borrar de la región a la flota
estadounidense.
En las fauces de la Muerte, fotografía de Robert F. Sargent que muestra a las tropas
estadounidenses desembarcando en la playa Omaha el 6 de junio de 1944.
Foto: CC / Robert F. Sargent
Las tropas aliadas tuvieron que enfrentarse con una dura resistencia por
parte de los alemanes y también con el bocage, una peculiaridad del
paisaje de Normandía que se caracteriza por la presencia de senderos
hundidos bordeados por setos altos y gruesos, algo que los alemanes
utilizaron para hacerse fuertes. Pero a pesar de todas las dificultades,
aquel sangriento 6 de junio y todos los días que le siguieron acabarían en
una victoria decisiva para los Aliados que contribuiría a la liberación de
una gran parte de Europa noroccidental.
Tras el Día D, las campañas en Italia llevadas a cabo por los Aliados
alejaron a las tropas alemanas de los frentes occidental y oriental, al
mismo tiempo que la Operación Bagration, una dura ofensiva
emprendida por los soviéticos en el centro de Europa, logró mantener
inmovilizadas a las fuerzas alemanas en el este. Finalmente, diez
semanas después del Día D, los Aliados lanzaron una segunda invasión en
la costa sur de Francia para avanzar hacia el corazón de Alemania. Con
un frente tan dividido, las fuerzas de Adolf Hitler no podían hacer nada
más que resistir en una guerra en la que la suma de graves errores de
cálculo y el desgaste les acabaría por pasar una terrible factura.
Soldados soviéticos izan una bandera desde el balcón del famoso Hotel Adlon en Berlín.
Foto: Cordon Press
Aunque el alto mando militar nazi había asegurado que Berlín sería la
tumba del Ejército Rojo, aquella predicción nunca se iba a cumplir. En
esos días, Hitler se encontraba oculto en su búnker y había perdido por
completo la noción de la realidad. El Tercer Reich que debía de durar mil
años carecía de los medios necesarios para defenderse y se
desmoronaba a ojos vistas. Para todos aquellos que habían estado en el
frente (y que ahora se hallaban heridos o mutilados), las detonaciones
que se escuchaban en la periferia de Berlín aquel 19 de abril de 1945
sonaban de manera muy distinta. Aquel sonido lo producían los obuses
de la artillería soviética; no se parecía en nada al ruido de las bombas de
la aviación aliada al que estaban acostumbrados. Eso solo podía
significar una cosa: Berlín ya estaba al alcance de los cañones soviéticos y
el fin se acercaba. En efecto, no iban desencaminados.
Otra fecha clave del conflicto que mantuvieron Estados Unidos y Japón
sería el 9 de marzo de 1945 en las islas Marianas. Se trataba de la puesta
en marcha de la Operación Meetenghouse, una misión que tenía como
objetivo borrar Tokio de la faz del a Tierra en menos de veinticuatro
horas. La primera oleada del ataque norteamericano la formaron 54
aviones y la segunda, 271 bombarderos más. La operación estaba
diseñada para que empezara a las doce de la noche del 9 al 10 de
marzo, ya que, según el alto mando estadounidense, sorprender
dormidos y desprevenidos a los habitantes de la ciudad era la manera
más fácil y segura de causar un gran número de víctimas.
El año 1945 supondría un punto de inflexión. Ese año había tenido lugar
la caída de la Alemania nazi tras el suicidio de Adolf Hitler, la destrucción
del corazón del Tercer Reich y la firma del Armisticio de Reims el 8 de
mayo de 1945. Aquel también fue el año de la muerte del dictador
fascista Benito Mussolini y la disolución de la Italia fascista (República
de Saló). Junto a la Alemania nazi y a la Italia fascista cayeron otras otros
regímenes afines como los de Hungría, Eslovaquia y Croacia, a pesar de
que esta última resistiría hasta mediados de junio, cuando fue absorbida
por Yugoslavia.