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LA SEGUNDA

GUERRA MUNDIAL
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
sin lugar a dudas, la Segunda Guerra Mundial ha sido el conflicto
armado más devastador de la historia de la humanidad. Las pérdidas en
vidas fueron tremendas. Se calcula que entre 55 y 60 millones de
personas murieron durante los seis años que duraron los
enfrentamientos armados que se extendieron por todo el mundo, desde
Europa hasta Asia y desde África hasta Oceanía. Sin embargo, para
entender los orígenes de la Segunda Guerra Mundial debemos
retroceder a finales de la Primera Guerra Mundial, también conocida
como Gran Guerra, que culminó con la firma del Tratado de Versalles el
28 de junio de 1919 (a pesar de que el armisticio había sido firmado
meses antes, el 11 de noviembre de 1918, para poner fin a las
hostilidades en el campo de batalla). Este hecho sería, al menos en
parte, el detonante de los acontecimientos que se desarrollaron
durante los años siguientes y que acabarían por llevar a Adolf Hitler al
poder y terminar desencadenando un nuevo conflicto que acarrearía
episodios tan terribles como el Holocausto.
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La firma del tratado era un duro golpe de encajar para la delegación


alemana. Tanto los representantes del país vencido, así como los
periódicos y la población general, entendían que se trataba de un acto
de imposición más que de una negociación. Sin embargo lo que acabó
por irritar más a la sociedad alemana manipulada por la derecha fue la
aceptación del artículo 231, el cual consideraron inaceptable y
humillante. Este artículo era introductorio a la parte VIII del tratado,
sobre las indemnizaciones, y lo introdujeron los negociadores
estadounidenses. Sabían que los alemanes no podrían pagar (como
querían principalmente franceses e ingleses) indemnizaciones que
cubrieran todos los costes de la guerra. Así pues el artículo 231
reconocía la responsabilidad moral de Alemania por la guerra y su
imputabilidad legal por los daños ocasionados. Pero por otra parte, el
artículo 232 reconocía implícitamente su incapacidad económica para
satisfacerlos. Pero desde la derecha alemana se utilizó este artículo
como el elemento central de la campaña contra el tratado.
Destacados oficiales del Ejército y sectores conservadores de la sociedad
alemana se mostraron reacios a firmar las condiciones impuestas por los
vencedores, aun a sabiendas de que la alternativa era la reanudación de
las hostilidades y la invasión del suelo alemán. Una humillación todavía
mayor. En esa tesitura, los partidarios de la firma adujeron que no había
otro remedio, y finalmente Alemania tuvo que renunciar a todas sus
colonias y acceder a la entrega de los territorios invadidos a países como
Francia, Dinamarca o Polonia.

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EL FINAL DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Leer artículo
Los "Cuatro Grandes" en la Conferencia de Paz de París de 27 de mayo de 1919. De
izquierda a derecha David Lloyd George, Vittorio Orlando, Georges Clemenceau y
Woodrow Wilson.
Foto: PD

EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
Pero aquellas condiciones no fueron lo único a lo que Alemania tuvo que
enfrentarse tras la firma del Tratado de Versalles. Se incluyeron
asimismo una serie de cláusulas militares que obligaban a reducir
drásticamente el Ejército alemán y se puso fin al servicio militar
obligatorio. También se suprimió la aviación, la artillería pesada y los
submarinos.
Además se pusieron ciertas condiciones económicas a Alemania
como perdedores de la Primera Guerra Mundial. El tratado no
establecía una cantidad a pagar, sino que se dejaba para una comisión
que la fijaría en 1921, pero sí se haría antes un pago de 20.000 millones
de marcos oro, que por otra parte incluía los alimentos que los Aliados
tendrían que suministrar a una Alemania famélica y el coste de la
ocupación de Renania por los aliados, todo lo cual sumaba unos 8.000
millones. Gran parte de este pago se hizo en especia. Los vapores y
barcos de pesca que entregaron los alemanes en los dos años siguientes
como parte del pago sumarían más de 2,6 millones de toneladas, pero
los británicos había perdido más de 8 en la guerra.

En el Tratado de Versalles se incluyeron una serie


de cláusulas militares que obligaban a reducir
drásticamente el Ejército alemán.
Posteriormente, la cantidad establecida por la Comisión de
Reparaciones fue de 132.000 millones de marcos de oro (unos 33.000
millones de dólares). El sistema de pagos se dividió en bonos A y B, que
sumaban unos 50.000 millones, y bonos C, que sumaban el resto (82.000
millones), a empezar a pagar al cabo de 36 años. Los miembros de la
Comisión sabían que probablemente nunca se pagarían, como así fue.
En cuanto a los 50.000 millones iniciales, en la conferencia de Lausana
de 1932 quedó claro que Alemania ya no haría más pagos, ascendiendo
el total efectuado hasta el momento a entre 20.000 y 21.000 millones.
Por entenderlo en contexto, menos de lo que Francia había pagado
como indemnización por la guerra francoprusiana. Los pagos totales
durante los 13 años de la República de Weimar supusieron una carga del
2,72% para la economía alemana.

Así pues, en realidad, las indemnizaciones no frenaron la reactivación, y


la hiperinflación no tuvo que ver con ellas, sino con el hecho de que
Alemania había financiado tanto la guerra y la posguerra como la
resistencia a la ocupación del Ruhr por franceses y belgas entre 1923 y
1925 emitiendo papel moneda (en lugar de acudir a impuestos). De
hecho, lo que provocó el ascenso del nazismo (y del comunismo) en
Alemania fueron las consecuencias de la crisis de 1929, que llegó
después que un período de estabilidad política, económica y social.

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¿CUÁNTO SABES SOBRE EL ASCENSO DE HITLER AL PODER?
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El Lebensraum se convirtió en un principio ideológico del nazismo que justificaba su
expansión territorial por Europa Central y Europa del Este.
Foto: Cordon Press

En Alemania, en aquel contexto tan sumamente complicado, los


militares y la derecha conservadora empezaron a soliviantar a la
población con un claro mensaje: "Los demócratas nos han traicionado en
Versalles". Así, con el único fin de revertir el giro revolucionario
demandado por la clase trabajadora, llegaron a afirmar que las
condiciones impuestas al pueblo alemán no eran ni mucho menos las
que tradicionalmente se habían impuesto en Europa, menos duras y
más respetuosas, a los perdedores de una guerra.
Fue entonces cuando empezó a surgir una lectura geopolítica y en clave
racial del desarrollo de los pueblos que y la necesidad de espacio vital
para expandirse. Conocido como Lebensraum (espacio vital) fue una
expresión acuñada por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel, que estaba
muy influido por el biologismo y el naturalismo del siglo XIX. Así, el este
de Europa y el mundo eslavo se veían como el Lebensraum propio de
una Alemania a la que el tratado de Versalles había impuesto unos
límites que hacían inviable el desarrollo del pueblo alemán.

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¿CUÁNTO SABES SOBRE EL ASCENSO DE HITLER AL PODER?
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EL ASCENSO DE HITLER AL PODER


A finales de la década de 1920, los países del centro de Europa
empezaron a experimentar una gran inestabilidad política provocada
por la inestabilidad económica, especialmente devastadora para
Alemania. Esta inestabilidad acabó convirtiéndose en un terreno fértil
para que movimientos políticos de índole extremista y con ánimo de
revancha lograrán un importante eco entre la población. Entre todos
aquellos grupos sobresalió el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán,
dirigido por Adolf Hitler, que poco a poco iba sumando simpatizantes y
seguidores deseosos de revertir lo firmado en Versalles y situar a
Alemania en el sitio que consideraban que le correspondía.
A partir de entonces, los acontecimientos se sucedieron con
rapidez. Hitler fue nombrado canciller de Alemania el 30 de enero de
1933 por el presidente Paul von Hindenburg, el 27 de febrero tuvo lugar
el famoso incendio del Reichstag y al día siguiente Hindenburg firmó el
"Decreto del Presidente del Reich para la Protección del Pueblo y del
Estado", por el cual las libertades individuales quedaban totalmente
suspendidas "hasta nuevo aviso". Se restringió la libertad de expresión,
de prensa, de asociación, de reunión y se estableció el secreto de las
comunicaciones.
Concentración del partido nazi tras ganar las elecciones del año 1933.
Foto: CC
Una vez en el poder, Hitler contravino lo pactado en el Tratado de
Versalles y ordenó de inmediato el rearme del país. De
hecho, incrementó el gasto armamentístico hasta los 18.000 millones de
marcos entre 1934 y 1938. Así, habiéndose asegurado la ayuda militar,
Hitler empezó su política expansionista con la anexión de Austria en
marzo de 1938, el episodio conocido como Anschluss, y durante el cual
tuvieron lugar unas elecciones con el propósito de legalizar la anexión.
Pero el "espacio vital" de Hitler no terminó allí. A Austria le siguieron los
Sudetes, una zona fronteriza de Checoslovaquia habitada por tres
millones de alemanes, una idea con la que Francia y el Reino Unido
transigieron con los Acuerdos de Múnich, en septiembre de 1938,
pensando que así aplacarían a Hitler. Nada más lejos de la realidad.
Hitler en vez de amilanarse, decidió invadir Checoslovaquia en marzo de
1939.

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EL PAPEL DE ESPAÑA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
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Una vez ocupada aquella región, Hitler exigió también el corredor de


Danzig, un territorio creado tras el Tratado de Versalles que se extendía
por la desembocadura del río Vistula, y que servía para que Polonia
tuviera acceso al mar Báltico. Cabe destacar que en ese momento
Polonia era un Estado que, tras desaparecer en el siglo XVIII había sido
impulsada su restauración por parte de Francia y el Reino Unido en los
acuerdos de paz como parte de la creación de un "cordón sanitario" de
países de Europa Central que contribuyeran a frenar la expansión de
la Rusia revolucionaria.
Tras la negativa del gobierno polaco a ceder su soberanía, y después de
que Alemania y Rusia firmasen un pacto de no agresión el 23 de
agosto de 1939, Alemania invadiría Polonia una semana después.
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9 dirigentes nazis claves en el Tercer Reich

9 dirigentes nazis claves en el Tercer Reich

LA INVASIÓN DE POLONIA, COMIENZA LA SEGUNDA GUERRA


MUNDIAL
"Esta noche, soldados regulares polacos han disparado por primera vez
contra nuestro territorio”. Con esta mentira, Adolf Hitler intentaba
justificar que al ejército alemán no le quedaba más remedio que invadir
Polonia el 1 de septiembre de 1939. En realidad, el plan para llevar a
cabo la invasión de Polonia se esbozó el 31 de agosto de 1939 en el
marco de la Operación Himmler, cuando media docena de miembros
de las SS, fingiendo ser unos agitadores, irrumpieron por la fuerza en una
emisora de radio de Gleiwitz, una región de la alta Silesia, realizando
disparos al aire.
Una vez los tres empleados y el policía que se encontraban en el interior
fueron reducidos, los asaltantes lanzaron violentas proclamas en contra
del führer y del Tercer Reich. Fue entonces cuando conectaron el
micrófono para que un interprete empezara a lanzar proclamas
patrióticas y antialemanas en polaco: "¡Atención! Esto es Gleiwitz. La
emisora está en manos polacas".

El plan para llevar a cabo la invasión de Polonia


se esbozó el 31 de agosto de 1939 en el marco
de la Operación Himmler.
Tropas alemanas retiran la barrera fronteriza entre Polonia y Alemania el 1 de septiembre
de 1939.
Foto: Cordon Press

Para hacer que la escena fuera aún más creíble, los asaltantes llevaron
hasta allí a un nacionalista polaco llamado Franz Honiok al que las SS
había detenido el día anterior. Honiok era un agricultor de 43 años al
que seleccionaron por haber participado en otras revueltas similares. Lo
arrastraron hasta la emisora completamente drogado y, nada más
llegar, le pegaron un tiro en la entrada de la emisora para que todo el
mundo pudiera verlo. Para que no hubiera ningún tipo de
confusión, vistieron a Honiok con un uniforme del ejército polaco que
previamente habían robado y tras permanecer tan solo 15 minutos en la
emisora de radio, el comando huyó sin darse cuenta de que solamente
había podido emitirse una parte del falso discurso a causa de un
problema técnico.
A pesar de que la parte de la emisión que pudo escucharse no
anunciaba la falsa invasión de Alemania, aquello fue suficiente para
que Adolf Hitler tuviera su tan deseado casus belli y así justificar la
invasión del país vecino. Antes de escapar de la emisora, el comando de
las SS subió el cadáver de Franz Honiok a la sala de retransmisión,
donde le tomaron unas fotos que posteriormente serían publicadas en
toda la prensa.

La invasión de Polonia que daría comienzo a la


Segunda Guerra Mundial ya había sido anunciada
días antes por Adolf Hitler.
A pesar de las argucias del ejército alemán para encontrar un motivo
para la invasión de Polonia, esta ya había sido anunciada días antes por
Adolf Hitler. Como explica Richard Lukas en su libro Out of the Inferno:
Poles Remember the Holocausten el Discurso de Obersalzberg pronunciado
el 22 de agosto de 1939, justo antes de la invasión de Polonia, Hitler dio
permiso explícito a sus comandantes para asesinar "sin piedad ni pena, a
todos los hombres, mujeres y niños de ascendencia o lengua polaca".
Finalmente, la mañana del 1 de septiembre de 1939, y con la
justificación de lo que había ocurrido el día anterior, el poderoso ejército
alemán avanzó hacia Polonia a través de distintos puntos fronterizos.
Polonia tenía un ejército fuerte y sus efectivos eran superiores en
número a los invasores, pero no había decretado la movilización general
a petición de franceses y británicos, que creía que eso podía ser la
excusa para que Hitler atacara. Esta incapacidad de defenderse fue
todavía mayor cuando el 17 de septiembre la URSS invadió Polonia, lo
que hizo imposible toda resistencia, repartiéndose el país entre la URSSS
y Alemania.
Hitler deseaba iniciar la guerra contra este país desde hacía mucho
tiempo, pero lo que no previó es que en cuestión de pocos días Gran
Bretaña y Francia se pondrían del lado polaco y le declararían la
guerra. La Segunda Guerra Mundial había empezado.

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ASÍ EMPEZÓ HITLER LA II GUERRA MUNDIAL
Leer artículo

LA BLITZKRIEG, LA EXITOSA ESTRATEGIA DE HITLER


Durante la primera fase de la Segunda Guerra Mundial en el continente
europeo, Alemania buscaba por todos los medios evitar un conflicto que
se alargara en el tiempo. Su estrategia era derrotar por la vía rápida a
todos sus oponentes en una serie de campañas cortas. Gracias a aquella
táctica denominada Blitzkrieg, el ejército alemán invadió gran parte de
Europa y salió victorioso durante varios años.
El término Blitzkrieg es un vocablo alemán que literalmente se traduce
como "guerra relámpago" y se usa para referirse a una táctica militar que
está basada en desarrollar una campaña rápida y contundente. La
táctica Blitzkrieg requería de una gran concentración de armas ofensivas
como tanques, aviones y artillería pesada. La velocidad era el distintivo
más característico de la Blitzkrieg. Tras el bombardeo inicial de la
aviación, los carros de combate atacaban el objetivo rápidamente y de
manera autónoma, lo que acababa causando una gran desorganización
en las líneas defensivas enemigas.
Como apunta Martin H. Folly en su Atlas de la Segunda Guerra Mundial
"El ejército polaco no era una fuerza insignificante, pero no estaba
preparado para el nuevo tipo de guerra que los alemanes practicaban.
Esta era la Blitzkrieg, la guerra relámpago». La punta de lanza era la
división Panzer, una concentración de vehículos blindados, con
infantería totalmente motorizada y un apoyo aéreo cercano
proporcionado por la Luftwaffe y materializado por los temibles
bombarderos en picado, los stukas.

Alemania sólo disponía de tanques ligeros y el ejército no estaba


totalmente preparado para la guerra, pero la clave de la Blitzkrieg era la
rapidez, que arrollaría a las defensas enemigas antes de que éstas
pudieran organizar sus fuerzas, o antes de que se descubrieran los
puntos débiles ocultos de las fuerzas atacantes. El uso de la fuerza aérea
contra objetivos civiles llenaría las carreteras de refugiados y contribuiría
a la desintegración de la moral, un componente fundamental de
toda Blitzkrieg eficaz.
Los polacos eran superiores en número, con 30 divisiones y diez en la
reserva, pero sus equipos y su doctrina estratégica estaban desfasados.
Sus fuerzas estaban desplegadas en sus fronteras. Desgraciadamente
para los polacos, sus principales áreas industriales se hallaban en Silesia,
justo en sus fronteras, lo que les hacía extremadamente vulnerables a
la Blitzkrieg.
Gracias a la táctica denominada Blitzkrieg, o
guerra relámpago, el ejército alemán invadió
gran parte de Europa.

Los Stuka fueron una parte importantísima de la guerra relámpago (Blitzkrieg).


Foto: Cordon Press

Alemania usó la Blitzkrieg durante la invasión de Polonia el 1 de


septiembre de 1939, así como en otros frentes como en Dinamarca (abril
de 1940), Noruega (abril de 1940), Bélgica (mayo de 1940), Holanda
(mayo de 1940), Luxemburgo (mayo de 1940), Francia (mayo de 1940),
Yugoslavia (abril de 1941) y Grecia (abril de 1941). El poderío aéreo
alemán eran tan abrumador que no permitía a los defensores ni
reabastecerse, ni organizar sus efectivos, ni tampoco enviar refuerzos
que pudieran defender las brechas abiertas por los carros de combate.
Sin embargo, y a pesar de la evidente efectividad de la Blitzkrieg, hubo
algunos países a los que Alemania no pudo derrotar con este sistema:
Gran Bretaña, gracias a que las islas contaban con la inestimable ayuda
del canal de la Mancha y de la eficaz Marina Real Británica, y la Unión
Soviética, a pesar de que la Blitzkrieg había logrado empujar a los
efectivos soviéticos hasta las puertas de Moscú en 1941.

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¿CUÁNTO SABES SOBRE HITLER?
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LA "GUERRA DE BROMA" Y LA HUIDA DE DUNKERQUE


Tras la invasión de Polonia, en septiembre de 1939, se sucedieron ocho
meses de la conocida como drôle de guerre (la guerra de broma o
guerra falsa), que acabaría con la invasión de Dinamarca y Noruega en
abril de 1940. En realidad, lo que desconocían los Aliados era que, tras
aquella supuesta calma, la idea de Hitler era avanzar hacia el oeste para
asestar el primer gran golpe de la contienda: la toma de París.
Envalentonado por la rápida caída de Polonia, Hitler pretendía hacer uso
de la Blitzkrieg para hacer lo propio con Francia, a pesar de la mayor
envergadura del rival y de la dificultad de tener que sortear la histórica
línea Maginot para entrar en París de manera triunfal.

Lo que desconocían los Aliados era que la idea de


Hitler era avanzar hacia el oeste para asestar el
primer gran golpe de la contienda.

Soldados británicos disparan contra aviones alemanes durante la evacuación de


Dunkerque.
Foto: PD

Los alemanes atacaron Bélgica haciendo creer que desde allí invadirían
Francia, mientras que en realidad el ataque principal a Francia tuvo lugar
cruzando la zona boscosa de las Ardenas, entre Bélgica y el extremo
norte de la línea Maginot, cogiendo completamente por sorpresa a los
franceses. Estas tropas avanzaron hasta el canal de La
Mancha, acorralando a franceses, británicos y belgas contra el mar.
Aunque Hitler contaba con sufrir un millón de bajas entre sus efectivos,
cuando el ejército nazi desfiló por los campos elíseos de París se
estimaba que las bajas entre sus filas habían sido de 27.000 hombres.
Pero a pesar del éxito obtenido, el gran triunfo del ejército alemán debe
buscarse en un lugar imprevisto por todos dado lo inesperado de su
trascendencia: las playas de Dunkerque, en el norte de Francia,
donde terminaron acorralados más de 338.000 soldados Aliados, que
vieron en el puerto galo la única vía de escape. Sería el general Gort, al
mando de la Fuerza Expedicionaria Británica (FEB), el responsable de
organizar la llamada Operación Dinamo, que consistía en la evacuación
de las tropas aliadas en territorio francés, y que se llevó a cabo entre el
26 de mayo y el 4 de junio de 1940.

En las playas de Dunkerque, en el norte de


Francia, terminaron acorralados más de 338.000
soldados Aliados.
Aglomeraciones de soldados británicos en las playas de Dunkerque.
Foto: PD

En realidad, la operación no habría tenido éxito no habría tenido lugar


si el 24 de mayo Hitler no hubiera ordenado detener sus divisiones
blindadas. La decisión obedecía a la voluntad de poder utilizarlas contra
las fuerzas francesas que se hallaban más al sur si estas conseguían
reagruparse, y a la idea de Herman Göring, el jefe de las fuerzas aéreas
alemanas, la Luftwaffe, de que podía frustrar cualquier intento de
evacuación de los británicos.
Ello permitió a los cercados preparar un perímetro defensivo que
consiguió una eficaz resistencia. El fuego de la artillería alemana no logró
detener la operación, y tampoco la actuación de los bombarderos
alemanes, que no contaron con un apoyo efectivo de sus cazas que
despegaban desde bases en Alemania frente a los Spitfire aliados
llegados de bases mucho más cercanas, como Kent. A ello se sumó un
mar en calma, lo que facilitó la evacuación.

La operación de retirada no habría tenido éxito si


Hitler no hubiera frenado el avance de sus
tropas, algo que aún hoy en día es motivo de
debate entre los historiadores.

Soldados británicos esperando para desembarcar en Dover.


Foto: PD

La mayoría de efectivos aliados escaparon en barcos de la Royal Navy,


como el crucero ligero HMS Calcutta o alguno de los más de 30
destructores desplegados en la zona, pero otros lo hicieron a bordo de
embarcaciones civiles, que acudieron en su ayuda viendo que la marina
no daba abasto para transportar a tantos hombres. El 4 de junio, el
primer ministro británico Winston Churchill se dirigió a la nación con un
mensaje muy claro: las guerras no se ganan con evacuaciones.
El premier británico ofreció su discurso más recordado con frases tan
famosas como "we shall go on to the end" (seguiremos hasta el final) o
"we shall never surrender" (nunca nos rendiremos). Lo conseguido en
Dunkerque sirvió para que Gran Bretaña se mantuviera en la lucha y,
algo mucho más importante, sumase el reconocimiento y la simpatía de
la opinión pública y la prensa norteamericana.

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CHURCHILL, EL POLÍTICO DECISIVO EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
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INGLATERRA ENTRA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


En el verano de 1940, la Alemania nazi se tenía en su poder, en un
tiempo de récord de Polonia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica,
Luxemburgo y Francia con la inestimable ayuda de la Italia de Mussolini,
que se acababa de sumar a las potencias del Eje con todos sus dominios
en el mar Mediterráneo y África.
Ante esta nueva situación estratégica en Europa, tras la gravísima
derrota sufrida en las playas de Dunkerque y tras la ruptura de las
conversaciones de paz entre diplomáticos ingleses y alemanes en Suiza,
Inglaterra estaba a punto de enfrentarse a una nueva ofensiva por parte
de Alemania: la Operación León Marino, que tenía la intención de hacer
un uso masivo de la Fuerza Aérea Alemana, al mando del mariscal del
aire Hermann Göring, con el objetivo de destruir a la Real Fuerza Aérea
británica (RAF) y de esta manera lograr la superioridad aérea necesaria
para invadir Gran Bretaña.

Tras la gravísima derrota sufrida en las playas de


Dunkerque, Inglaterra estaba a punto de
enfrentarse a una nueva ofensiva.
Un bombardero alemán Heinkel He 111 sobrevuela los muelles comerciales de Surrey en
el sur de Londres el 7 de septiembre de 1940.
Foto: PD

El 30 de junio, el comandante Alfred Jodl y el mariscal de campo Wilhelm


Keitel, haciendo gala de un optimismo desmedido, argumentaron que la
victoria sobre Inglaterra era cuestión de tiempo, aunque no todos
pensaban igual. Había otros, como Erich Raeder, comandante en jefe de
la Marina alemana hasta el año1943, que habían advertido de la
insensatez de aquel plan por carecer de embarcaciones capaces de
acometer un desembarco de tal magnitud. A favor de los alemanes, tres
flotas fondeadas en Francia, Noruega y los Países Bajos (La 5.ª Flota
Aérea (Luftflotte 5) tenía el cuartel general en Oslo; la Luftflotte 3, en
parís, y la Luftflotte 2, en Bruselas) y 3.600 aviones contra los apenas 870
aparatos con los que contaba la RAF.
Pero el principal obstáculo para llevar a buen puerto la operación era el
uso del radar por parte de los británicos y las limitaciones de los cazas
alemanes, menos maniobrables que los Spitfire y Hurricane británicos.
Durante el mes de julio, los BF109 bombardearon las defensas costeras
y a los convoyes británicos en el canal de la Mancha, sin embargo la
producción armamentista británica no cesó en ningún momento por
temor a una completa aniquilación.

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LAS VÍCTIMAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: EL COSTE HUMANO
POR PAÍSES
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La mayoría de historiadores coinciden en afirmar que en aquellos


momentos la actuación del primer ministro británico Winston Churchill
fue providencial para convertir el miedo de los británicos en esperanza.
Su trabajo incansable en ese sentido se vio recompensado en el
hemiciclo de Westminster donde era aplaudido por laboristas y
conservadores. El premier puso asimismo los cimientos para recibir
ayuda de los Estados Unidos gracias a su amistad con el presidente
Roosevelt y su vigilancia en el océano Atlántico.

En realidad, podría decirse que Churchill, con su carisma, se convirtió en


un antídoto contra el derrotismo que empezaba a hacer mella en la
sociedad. Además, hizo gala de su astucia engañando a los alemanes,
durante el mes de agosto, con falsos hangares para de este modo lograr
evitar la destrucción masiva de los aeródromos británicos. El 20 de
agosto, y como agradecimiento al trabajo llevado a cabo por los pilotos
de la RAF, Churchill pronunciaría su legendaria frase "nunca tantos
debieron tanto a tan pocos".

La mayoría de historiadores coinciden en afirmar


que en aquellos momentos la actuación del
primer ministro británico Winston Churchill fue
providencial.

Imagen de una de las calles de Londres tras un bombardeo.


Foto: PD
De hecho, algunos historiadores también consideran que el mariscal
Keitel fue un ingenuo al querer comparar Inglaterra con Polonia. Así, el
25 de agosto, las tornas empezaron a cambiar cuando la RAF se vengó
del bombardeo alemán al East End londinense haciendo lo propio en el
aeropuerto de Tempelhof en Berlín y en la fábrica de Siemens. Los
daños fueron mínimos, pero suficientes para que Hitler se pusiera
furioso y modificara todo lo planeado hasta el momento. El 17 de
septiembre se pospone León marino y a partir de entonces, Hitler dio la
orden de llevar a cabo los Blitz, unos bombardeos aéreos indiscriminados
y sostenidos por parte de la Luftwaffe que tuvieron lugar desde
septiembre a noviembre de 1940 contra Londres y otras ciudades
industriales como Coventry.

La RAF se vengó del bombardeo alemán al East


End londinense haciendo lo propio en el
aeropuerto de Tempelhof en Berlín y en la fábrica
de Siemens.
La ciudad de Coventry tras uno de los devastadores bombardeos alemanes.
Foto: PD

Aquellos tiempos fueron duros para los británicos, y de hecho el cine se


ha encargado de mitificar aquellos meses en los que es fácil imaginar a
los londinenses refugiándose en el metro. Churchill vislumbraba,
impotente, una capital en ruinas, pero conservaba la tranquilidad al
saber que sus radares se encontraban a salvo del fuego nazi.
A mediados de septiembre, justo cuando los alemanes tenían previsto
asestar el golpe definitivo y pisar suelo británico, la Royal Navy
bombardeó los principales puertos de invasión como Calais, Cherburgo o
Boulougne, apoyada por la RAF. Al parecer, las pérdidas en ambos
bandos se exageraron por motivos propagandísticos y al final la Batalla
de Inglaterra acabaría en tablas. Poco después, el 17 de septiembre,
Hitler daría por finalizada la Operación León Marino y dirigió su mirada
hacia un nuevo objetivo: la Unión Soviética.
Cabe destacar además que tanto la Operación León Marino como la
operación Día del Águila y el Blitz forman parte de la conocida como
Batalla de Inglaterra.

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LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL EXPLICADA EN MAPAS
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LOS NAZIS INVADEN LA UNIÓN SOVIÉTICA, LA OPERACIÓN


BARBARROJA
Durante la Navidad de 1940, Adolf Hitler llegó a la conclusión de que
para deshacerse definitivamente de la amenaza que representaba
Winston Churchill para los intereses de Alemania era necesario llevar a
cabo una gran demostración de fuerza. Para ello el dictador nazi
concibió la Directiva 21, conocida más tarde como Operación
Barbarroja, bautizada así en honor al emperador del Sacro Imperio,
Federico I Barbarroja.
El objetivo de esta operación era atacar a la Unión Soviética, acabar con
el comunismo y desintegrar aquel país para lograr el tan
ansiado Lebensraum (espacio vital), expulsando a la población eslava y
ocupando el territorio soviético hasta los Urales, colonizándolo con
alemanes y convirtiendo a la población local en siervos a su servicio. A
los países vecinos, como Ucrania o la Confederación de Estados Bálticos,
se les otorgaría una independencia tutelada desde Berlín.

El dictador nazi Adolf Hitler concibió la Directiva


21, conocida más tarde como Operación
Barbarroja.
Al principio, el avance alemán fue imparable y sin oposición.
Foto: CC

Y es que en la génesis de la Operación Barbarroja también se escondía el


profundo desprecio que Adolf Hitler sentía por los los eslavos, a quienes
la doctrina nazi consideraba Untermenschen, "infrahombres". De este
modo, a pesar del pacto de no agresión germano-soviético, firmado
durante el mes de agosto de 1939, Hitler y Stalin sabían que esta "paz" no
podía ser duradera y que su enfrentamiento era inevitable.

La Operación Barbarroja abrió, así, un segundo frente para la Alemania


nazi, que llevó a la guerra a unas cotas de barbarie nunca vistas hasta
entonces. Pero en realidad aquella operación no solamente
representaría el principio del fin para Adolf Hitler, sino que además sería
el inicio en toda Europa de la terrible persecución y asesinato
sistemático de los judíos: el Holocausto.
Hasta aquel momento la guerra iba viento en popa para los nazis, y tras
la abrumadora conquista de Francia, Hitler supuso, erróneamente, que
hacerse con la Rusia europea solo le llevaría unos tres o cuatro
meses. Para llegar a Moscú, Hitler planteó una ofensiva en tres frentes: el
frente norte atacaría por la costa báltica hacia Lituania y tomaría
Leningrado (la actual San Petersburgo); en el centro operaría un ejército
que se dirigiría primero a Minsk (la capital de la actual Bielorrusia), luego
a Moscú, la capital soviética; finalmente, otro en el sur atacaría Ucrania,
donde se encontraban las tierras más fértiles de la URSS; avanzaría
luego hacia las principales regiones industriales soviéticas, las cuencas
de los ríos Don y Donets, después ocuparía los campos petrolíferos del
Cáucaso.

Visto en retrospectiva, los especialista militares


opinan que dividir la ofensiva en tres frentes fue
un error crucial para Alemania.
Una vez asegurada la zona, aquel mismo ejército sería el encargado de
tomar la base naval de Crimea y los campos petrolíferos del Cáucaso.
Pero visto en retrospectiva, los especialista militares opinan que dividir
la ofensiva en tres frentes fue un error crucial. A su juicio, el objetivo
principal tendría que haber sido la propia Moscú por ser esta el eje
principal de comunicaciones además de un importante centro industrial.
De esa manera, Hitler habría logrado dividir a la Union Soviética en dos y
hubiera sido mucho más fácil conquistarla.
El alto mando alemán, con Hitler a la cabeza, siguiendo las operaciones.
Foto: CC

Asimismo, una muestra más de la excesiva confianza con que los


alemanes afrontaron la campaña es que solo un quinta parte de sus
fuerzas disponía de ropa de abrigo para hacer frente al crudo invierno
ruso, y es que en su mente Hitler albergaba el convencimiento de que
para el mes de diciembre ya habría una nueva frontera oriental del Reich
marcada por el río Volga. Pero con lo que no contaban ni Hitler ni su
Estado Mayor era con no estar ocupando Moscú antes de que la
meteorología se volviera más adversa.

Las crecidas de los ríos tras las lluvias de primavera habían convertido
todo el territorio en un autentico lodazal, lo que obligó a retrasar la
invasión hasta el tórrido verano. Finalmente, a los casi cuatro millones
de efectivos que luchaban del lado de la Alemania nazi, se unieron 3.400
tanques que se debían ver las caras frente a casi 11.000 tanques y tres
millones de soldados soviéticos.

Pero ¿por qué motivo emplearon los nazis tan pocos blindados? Según los
especialistas fue debido a la escasez de combustible, que en aquellos
momentos estaba bloqueado por los Aliados, algo que también obligó a
los alemanes a hacer uso de animales de tiro para el transporte.

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LA OPERACIÓN BARBARROJA Y LA DEFENSA DE MOSCÚ


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La ofensiva del ejército alemán en territorio soviético empezó el 22 de


junio de 1941 con un intenso bombardeo de la artillería pesada y de la
Luftwaffe sobre las posiciones soviéticas. Su principal objetivo eran los
aeródromos, algo que les podía asegurar el espacio aéreo durante los
primeros meses de la invasión. Tras cuatro días de violentos combates,
las tropas del general Hoth entraron en Minsk, donde apresaron a
324.000 soldados y capturaron 2.500 tanques. Los ejércitos del norte y del
sur iban progresando de manera similar, y el ejército del general Hoth,
que avanzaba una media de 32 kilómetros diarios, llegó a Smolensk (a
369 kilómetros de Moscú) el 18 de julio.

El principal objetivo de la aviación alemana eran


los aeródromos, algo que les podía asegurar el
espacio aéreo durante los primeros meses de la
invasión.
Pero a pesar del éxito momentáneo de la operación, el dictador alemán
ordenó priorizar la toma de Ucrania y de Leningrado. Así, desoyendo los
consejos de sus generales, el 19 de julio, Adolf Hitler cursó la Directriz 33,
por la que se ordenaba a los tanques del ejército central reforzar los
otros dos frentes: el general Hoth cambiaría de rumbo para asegurar el
cerco de Leningrado y el general Guderian haría lo propio parar invadir
Kiev, las regiones carboníferas ucranianas y tomar la península de
Crimea.
Aquel cambio de estrategia facilitó que los soviéticos tuvieran tiempo
para reorganizarse y rehacer sus defensa, contra las que se acabaría
estrellando el ejército nazi. Por su parte, en la retaguardia, las SS
alemanas ejercían una dura y cruel represión sobre la población
civil, mientras los atentados perpetrados por grupos de partisanos
organizados por la NKVD (la policía secreta rusa) convirtieron las calles
de las ciudades tomadas en lugares muy peligrosos, lo que impedía a los
alemanes consolidar sus conquistas y ralentizaba también el transporte
de suministros.

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LAVRENTI BERIA, LA MANO DERECHA DE STALIN
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En realidad, con la puesta en marcha de la Directriz 33 los alemanes


habían perdido más de dos meses, cruciales para el desarrollo con éxito
de la Operación Barbarroja. Y los elementos parecieron también aliarse
en su contra. El 15 de octubre, el ejército alemán se encontraban a tan
solo 105 kilómetros de Moscú, dispuestos al asalto de la capital en la que
llamaron Operación Tifón, cuando una fuerte tormenta, junto con la
llegada de las primeras nevadas, dejaron las carreteras
impracticables. Los soviéticos aprovecharon aquella circunstancia para
reforzarse con efectivos procedentes de Siberia, y con un numero
significativo de tanques y aviones al mando del general Gueorgui
Zhúkov.
A pesar de la llegada del frío, los alemanes no variaron su actuación y
siguieron con sus tácticas habituales, pero los soviéticos les hicieron
retroceder cuando estaban tan solo a ocho kilómetros de la capital. Las
bajas temperaturas terminaron por dar al traste con la estrategia
alemana en una de las campañas militares más sangrientas de la
Segunda Guerra Mundial.

Las nieves frenaron el avance alemán hacía Moscú.


Foto: CC

PEARL HARBOR Y LA ENTRADA DE ESTADOS UNIDOS EN LA


SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Mientras la Alemania nazi seguía con su imparable conquista de Europa,
Estados Unidos era oficialmente neutral ante los conflictos que
mantenían los japoneses en su expansión por China y ante la actitud de
la Alemania de Hitler en Europa. Sin embargo, en 1940, Estados Unidos
empezó a considerar amenazadora para sus intereses la expansión de
Japón, y el Gobierno estadounidense decidió proporcionar ayuda a los
chinos y sancionar a los japoneses. Así, tras la firma del
pacto Antikominternen noviembre de 1941 entre la Alemania nazi, Italia
y Japón, Estados Unidos congeló los activos japoneses y prohibió todas
sus exportaciones al país del Sol naciente.

En 1940, Estados Unidos empezó a considerar


amenazadora para sus intereses la expansión de
Japón.

El USS Arizona se hunde tras el ataque japonés a Pearl Harbor.


Foto: PD

De este modo, a medida que Japón continuaba con su guerra con China,
el conflicto con Estados Unidos se hizo inevitable. Ante el peligro que
esto representaba, el alto mando japonés evaluó sus opciones, pero no
tuvo más remedio que reconocer la superioridad de la Armada
estadounidense, que les superaba en número, por lo que Japón carecía
de los recursos necesarios para hacer frente al coloso americano.
Fue entonces cuando Japón pensó que tenía un as en la manga: podía
atacar a Estados Unidos utilizando el factor sorpresa. Así, el almirante
Yamamoto convenció al alto mando japonés de que en lugar de declarar
la guerra a Estados Unidos lo mejor sería causarles el mayor daño
posible atacando a su flota fondeada en el Pacífico.

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LAS ESPECTACULARES IMÁGENES DEL ATAQUE A PEARL HARBOR
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El día escogido por los japoneses para realizar uno de los ataques más
famosos de la Segunda Guerra Mundial, y que al final resultaría
definitivo para el desarrollo de la contienda, fue el domingo 7 de
diciembre de 1941. Poco antes del amanecer, la Armada Imperial
Japonesa atacaba por sorpresa la base militar de Pearl Harbor, en Hawái,
donde la Armada de Estados Unidos tenía el cuartel general de la flota
del Pacífico. Para llevar a cabo el ataque, 353 aeronaves, entre cazas de
combate, bombarderos y torpederos, atacaron sin una previa
declaración de guerra con la única misión de borrar de la región a la flota
estadounidense.

En pocos minutos, gran parte de la flota norteamericana había sido


gravemente dañada o completamente destruida. El ataque japonés se
produjo en dos oleadas, en la primera los bombardeos destruyeron a los
acorazados Oklahoma y Arizona, y dañaron seriamente al resto de
naves. El segundo objetivo de los japoneses era destruir los aeródromos
más cercanos. Pero aunque el ataque pilló por sorpresa a los
estadounidenses estos consiguieron defenderse con sus cañones
antiaéreos, e incluso lograron que algunos aviones despegaran y
finalmente consiguieran derribar 29 aeronaves japonesas.
Sin embargo, el ataque no fue tan efectivo como el ejército nipón
hubiera deseado y la suerte quiso que el grueso de la flota naval
estadounidense no se encontrara fondeada en el puerto en aquellos
momentos. Aunque no fue este el único error cometido por los
japoneses, que dejaron intactos varios enclaves estratégicos de la base
de Pearl Harbor, como la central eléctrica, el astillero, los depósitos de
combustible y torpedos, los muelles de submarinos, y los edificios del
cuartel general y la sección de inteligencia estadounidense.

Los japoneses dejaron intactos varios enclaves


estratégicos de la base naval de Pearl Harbor.
El bombardeo de Pearl Harbor supuso la entrada de Estados Unidos en la Segunda
Guerra Mundial.
Foto: CC

Aunque el ataque fue un duro golpe para Estados Unidos, al día


siguiente los norteamericanos declararon la guerra a Japón con lo que la
gran potencia entró de lleno en el conflicto. Tres días después, el 11 de
diciembre de 1941, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, las
otras dos potencias del Eje, respondían a Estados Unidos con su
propia declaración de guerra. Sin pretenderlo, el Ejército Imperial
Japonés había despertado al gigante dormido. De hecho, el bombardeo
de Pearl Harbor enfureció a la opinión pública estadounidense y aquel
acto acabaría resultando decisivo en el desenlace de la mayor guerra de
la historia de la humanidad.

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CAMPOS DE INTERNAMIENTO PARA JAPONESES EN LOS ESTADOS UNIDOS
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LA DECISIVA BATALLA DE STALINGRADO
Primavera de 1942. La Segunda Guerra Mundial continuaba en el frente
oriental, pero la escasez de recursos, el agotamiento de ambos bandos y
un invierno especialmente duro, al que seguiría el deshielo y el
fenómeno conocido por los rusos como raspútitsa (un fenómeno
estacional que convierte la tierra firme en un auténtico barrizal) hicieron
que la guerra se ralentizarse.
No obstante, en el año 1942 Hitler se planteó dar el golpe de gracia la
Unión Soviética antes de que Estados Unidos pudiera movilizar todos sus
recursos económicos y militares para la guerra. Así pues, el 28 de junio
Hitler puso en marcha la llamada Operación Azul, cuyo objetivo era
apoderarse de los pozos petrolíferos del Cáucaso, ya que la escasez de
petróleo podía detener la maquinaria bélica alemana. Pero en su camino
se encontraba Stalingrado. Hitler pensó que una vez conquistada esta
ciudad se podría cortar el suministro de recursos al Ejército Rojo.

El 28 de junio Hitler puso en marcha la llamada


Operación Azul, cuyo objetivo era apoderarse de
las riquezas mineras y petrolíferas de Ucrania y
el Caúcaso.
Bombardeo aéreo de la Luftwaffe alemana sobre Stalingrado en septiembre de 1942.
Foto: CC / German Federal Archives

La Operación Azul (Fall Blau en alemán), la ofensiva estratégica de


verano de 1942, se desarrollaba en dos direcciones: hacia el sur, donde
estaban los campos petrolíferos; y hacia el este, en dirección a
Stalingrado, siguiendo el río Don, para proteger el avance hacia el sur.

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LAS IMÁGENES DE LA BATALLA DE STALINGRADO
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Así pues, el control de Stalingrado se había convertido en un punto clave


de la ofensiva nazi en el frente oriental, y el 23 de agosto de 1942
empezaron los combates para hacerse con una ciudad que poseía una
potente industria militar y era un importante nudo de comunicaciones
ferroviarias. Un mes antes, Stalin había dado la orden de iniciar los
preparativos para hacer frente a un más que posible ataque alemán no
dejando salir a los civiles. Preocupado por que los alemanes pudieran
partir al país en dos, el 28 de julio Stalin emitió la famosa orden 227, más
tarde conocida como la orden "¡Ni un paso atrás!", por la que cualquier
militar o civil que se rindiera sería fusilado al instante por traición.
En este contexto, las tropas del fürher llegaron a una ciudad defendida
contra viento y marea por los generales Emerenko y Chuikov. Así, los
alemanes no podían saber que ambos militares les tenían reservada una
sorpresa en forma de violenta lucha callejera en el escenario de una
ciudad completamente en ruinas y contra un enemigo que conocía
perfectamente cada rincón. Además, a pesar de las muchas bajas que
había sufrido el Ejército Rojo, cada noche llegaban refuerzos nuevos a
orillas del Volga. Sin embargo, y aunque el ejército alemán sufría el
mismo número de bajas, parecía que lograba hacer retroceder al ejército
soviético, lo que provocó el anunció de la conquista de Stalingrado el 8
de noviembre por parte de Hitler.

Los alemanes no podían saber que los soviéticos


les tenían reservada en Stalingrado una sorpresa
en forma de violenta lucha callejera.

Soldados de la Wehrmacht tirando de un coche embarrado por la terrible Raspútitsa en el


mes de noviembre de 1941.
Foto: CC / German Federal Archives
Pero aquella alegría se revelaría prematura. Lo que Hitler no sabía es
que Stalin había dado orden de iniciar la Operación Urano, justo en mitad
de la batalla de Stalingrado y cuyo objetivo era embolsar al Sexto ejército
alemán, el Tercer y el Cuarto ejército rumano y partes del Cuarto ejército
Panzer. Aquellos movimientos estratégicos de los soviéticos, unidos al
error de cálculo de Hermann Göring, que aseguró que la Luftwaffe
podría dar soporte aéreo a las tropas, aisló al Sexto Ejército alemán. Con
la orden de Hitler de mantener sus posiciones, los alemanes vieron
cómo el ejército rojo los iba cercando poco a poco. Así, finalmente, sin
otra opción que la rendición, el 2 de febrero de 1943, el Mariscal Paulus
desobedeció las ordenes directas de Adolf Hitler y se rindió.

Tras perder la batalla de Stalingrado hay quien piensa que el frente


oriental empezó a desequilibrarse en favor de los soviéticos, sin
embargo no fue exactamente así. Stalingrado fue el primer gran triunfo
soviético pero no fue una batalla decisiva. Sí que lo fue, sin embargo, la
batalla de Kursk en julio de 1943, la mayor batalla de tanques de la
historia, que marcó un punto de inflexión en la guerra en el Este. Hasta
entonces, los alemanes había logrado mal que bien estabilizar el frente.

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EL PAPEL DE ESPAÑA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
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DÍA D: EL DESEMBARCO DE NORMANDÍA


Durante la Conferencia de Teherán, celebrada en la capital iraní a
finales de 1943, a la que acudieron Stalin, Churchill y Roosevelt, los
soviéticos ya habían solicitado que se abriera un nuevo frente occidental
que aliviara la presión que estaban sufriendo sus tropas en el sector
oriental. Finalmente los Aliados decidieron organizar la invasión de
Europa a través de las playas de Normandía, la llamada Operación
Overlord, cuyo inicio estaba previsto el 6 de junio de 1944 y su nombre en
clave sería Día D.
Aquel desembarco fue uno de los acontecimientos militares más
importantes de la Segunda Guerra Mundial, que marcaría un antes y un
después en el desarrollo de la contienda. La Operación Overlord empezó
con una gigantesca maniobra militar terrestre, aérea y naval (Operación
Neptuno), que dejó miles de muertos en tan solo unos pocos metros de
playa entre las defensas alemanas conocidas como Muralla Atlántica y
las aguas del canal de la Mancha. El desembarco de todos aquellos
soldados estadounidenses, británicos y canadienses, muchos de los
cuales dejaron su vida en la arena, permitió a los Aliados abrir un
segundo frente en Europa que, sumado al avance soviético en el Este,
contribuiría a cambiar que cambiaría definitivamente el rumbo de la
guerra.

La Operación Overlord empezó con una


gigantesca maniobra militar terrestre, aérea y
naval (Operación Neptuno), que dejó miles de
muertos.
Soldados estadounidenses a bordo de una lancha de desembarco mientras se aproximan
a la playa Omaha, en Normandía.
Foto: PD

Pero planificar la Operación Overlord fue una tarea sumamente


compleja. Todo debía estar perfectamente planificado y tenía que ser
llevada a cabo meticulosamente, como si de una operación quirúrgica se
tratara, con el objetivo de conquistar Normandía para posteriormente
avanzar hacia el centro de Europa. Adolf Hitler sabía que algo se estaba
tramando, pero estaba convencido de que la invasión aliada tendría
lugar a través de Calais y no en Normandía.

Así, el despliegue del ejército aliado durante la Operación Overlord se


efectuó durante las primeras horas del 6 de junio sobre una línea de 80
kilómetros de playa de este a oeste abarcando las siguientes cinco
playas: Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. En un mensaje transmitido a
las tropas antes de partir, el general Eisenhower les dijo: "¡La marea ha
cambiado! Los hombres libres del mundo marchan juntos hacia la
victoria.... No aceptaremos nada menos que la victoria total".

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LAS FOTOS DEL DESEMBARCO DE NORMANDÍA


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La noche previa a los desembarcos anfibios, alrededor de 23.000


paracaidistas aliados se lanzaron detrás de las líneas de defensa
alemanas, en paracaídas y planeadores, con la misión de evitar que los
alemanes pudiesen contraatacar durante la mañana del desembarco. La
misión de este grupo de paracaidistas era conseguir accesos seguros a las
playas, destruir puentes y establecer cabeceras de playa (líneas
defensivas para dar tiempo a la llegada refuerzos que permitieran
avanzar a las tropas) a la espera de que el grueso de los efectivos
desembarcara.

Alrededor de 23.000 paracaidistas aliados se


lanzaron detrás de las líneas de defensa
alemanas, en paracaídas y planeadores.

En las fauces de la Muerte, fotografía de Robert F. Sargent que muestra a las tropas
estadounidenses desembarcando en la playa Omaha el 6 de junio de 1944.
Foto: CC / Robert F. Sargent

Para llevar a cabo una operación de aquella envergadura, las cadenas de


fabricación aumentaron la producción de armamento, y durante la
primera mitad de 1944, alrededor de 9 millones de toneladas de
suministros y equipos cruzaron el Atlántico desde Estados Unidos hasta
Gran Bretaña. Por otra parte, se sumó al contingente una importante
dotación de soldados canadienses que se había estado entrenando en
Gran Bretaña desde diciembre de 1939, y más de 1,4 millones de
soldados estadounidenses llegaron a Europa entre los años 1943 y 1944
para tomar parte en los desembarcos.

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LAS 5 PLAYAS DEL DESEMBARCO DE NORMANDÍA
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De este modo, el Día D se convirtió en la mayor operación naval, aérea y


terrestre coordinada de la historia, ya que el desembarco en las playas
de Normandia requirió de una cooperación total entre las fuerzas
armadas que participaron en el operativo.
En 1944, más de 2 millones de soldados de más de 12 países se
encontraban en Gran Bretaña a la espera de recibir la orden de invasión.
El día del desembarco, las fuerzas aliadas que participaron fueron
fundamentalmente tropas estadounidenses, británicas y canadienses
con el apoyo naval, aéreo y terrestre de tropas australianas, belgas,
checas, holandesas, francesas, griegas, neozelandesas, noruegas y
polacas.

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LAS 11 MAGNÍFICAS DE ROBERT CAPA
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A menudo, el Día D, debido a su espectacularidad, ha eclipsado la


importancia que tuvo en general la campaña de Normandía. Durante los
tres meses posteriores al desembarco, los Aliados lanzaron una serie de
ofensivas que les permitieron avanzar hacia las fronteras de
Alemania. Aunque no todas las operaciones tuvieron éxito.

Las tropas aliadas tuvieron que enfrentarse con una dura resistencia por
parte de los alemanes y también con el bocage, una peculiaridad del
paisaje de Normandía que se caracteriza por la presencia de senderos
hundidos bordeados por setos altos y gruesos, algo que los alemanes
utilizaron para hacerse fuertes. Pero a pesar de todas las dificultades,
aquel sangriento 6 de junio y todos los días que le siguieron acabarían en
una victoria decisiva para los Aliados que contribuiría a la liberación de
una gran parte de Europa noroccidental.

Las tropas aliadas tuvieron que enfrentarse con


una dura resistencia por parte de los alemanes y
también con el bocage.

Desembarco de suministros en la playa Omaha en junio de 1944 durante el Día D.


Foto: PD

Tras el Día D, las campañas en Italia llevadas a cabo por los Aliados
alejaron a las tropas alemanas de los frentes occidental y oriental, al
mismo tiempo que la Operación Bagration, una dura ofensiva
emprendida por los soviéticos en el centro de Europa, logró mantener
inmovilizadas a las fuerzas alemanas en el este. Finalmente, diez
semanas después del Día D, los Aliados lanzaron una segunda invasión en
la costa sur de Francia para avanzar hacia el corazón de Alemania. Con
un frente tan dividido, las fuerzas de Adolf Hitler no podían hacer nada
más que resistir en una guerra en la que la suma de graves errores de
cálculo y el desgaste les acabaría por pasar una terrible factura.

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LOS BANDOS QUE LUCHARON EN LA II GUERRA MUNDIAL


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LA CAÍDA DE BERLÍN Y EL FINAL DEL NAZISMO
Primavera de 1945. La situación de Alemania en este momento de la
Segunda Guerra Mundial era un auténtico infierno. Invadido por las
fuerzas de la Unión Soviética desde el este y por los Aliados por el oeste,
el Tercer Reich no podía contar prácticamente para nada con la ayuda
que le pudieran ofrecer sus aliadas Italia y Hungría, que ya habían sido
ocupadas, ni por Japón, acorralado por los estadounidenses en el
Pacífico. Este sería uno de los últimos y más sangrientos capítulos de la
Segunda Guerra Mundial, el que a la postre conduciría al final del
dictador nazi Adolf Hitler.

El Tercer Reich no podía contar prácticamente


para nada con la ayuda que le pudieran ofrecer
sus aliadas Italia y Hungría, ni por Japón.

Soldados soviéticos izan una bandera desde el balcón del famoso Hotel Adlon en Berlín.
Foto: Cordon Press

Aunque el alto mando militar nazi había asegurado que Berlín sería la
tumba del Ejército Rojo, aquella predicción nunca se iba a cumplir. En
esos días, Hitler se encontraba oculto en su búnker y había perdido por
completo la noción de la realidad. El Tercer Reich que debía de durar mil
años carecía de los medios necesarios para defenderse y se
desmoronaba a ojos vistas. Para todos aquellos que habían estado en el
frente (y que ahora se hallaban heridos o mutilados), las detonaciones
que se escuchaban en la periferia de Berlín aquel 19 de abril de 1945
sonaban de manera muy distinta. Aquel sonido lo producían los obuses
de la artillería soviética; no se parecía en nada al ruido de las bombas de
la aviación aliada al que estaban acostumbrados. Eso solo podía
significar una cosa: Berlín ya estaba al alcance de los cañones soviéticos y
el fin se acercaba. En efecto, no iban desencaminados.

A pesar de la superioridad del ejército atacante, las órdenes de Hitler


eran claras: había que resistir hasta el final. El führer, refugiado en su
búnker junto con otros jerarcas nazis, como Martin Borman, Albert Speer
o Joseph Goebbels, no quería ni oír hablar de rendición. Al final, presa de
los nervios, Hitler estaba dispuesto a sacrificar inútilmente a toda la
población de Berlín: rendirse y mostrar la bandera blanca era castigado
con la muerte, y quien desertaba o se escondía para evitar el combate
era colgado sin contemplaciones. Hubo un momento en que los rusos
ofrecieron una breve pausa en su avance, pero los alemanes no podían
aprovechar aquella circunstancia para preparar la defensa de la
ciudad. Berlín tan solo contaba con algunas unidades antiaéreas de las SS
y la milicia popular (volkssturm), y a pesar de ello se decidió no
emprender ninguna obra de fortificación.
Hitler se mostraba intratable, sumido constantemente en largas e
infructuosas divagaciones. Pero su poder aún seguía intacto, hasta el
punto de que promulgó la llamada Orden Nerón, por la que se establecía
una política de tierra quemada frente el enemigo. En esencia se trataba
de destruir cualquier infraestructura (de transporte, industrial, de
comunicaciones, ...) que pudiera favorecer al enemigo, lo que suponía en
la práctica la destrucción de Alemania. La orden no llegó a aplicarse.
El führer alternaba estados de euforia con estallidos de ira incontrolada
contra todo y contra todos, en especial contra todos sus generales, a los
que tachaba de ineficaces y de traidores. Abrumado por la situación,
culpó a sus generales de no haber tomado las decisiones correctas en lo
que respectaba a la defensa de Berlín, por lo que otorgó un permiso por
mala salud al general Guderian, lo reemplazó como Jefe del Estado
Mayor y nombró en su lugar al general Hans Krebs.

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EL BOMBARDEO DE DRESDE EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


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El 20 de abril de 1945, justo el día en el que Hitler cumplía 56 años,


aviones B-17 estadounidense y Lancaster británicos bombardearon el
centro urbano de Berlín arrasando numerosos edificios, forzando la
evacuación de 2.000 berlineses y dejando la ciudad sin electricidad. Dos
días después, el 22 de abril, durante una reunión en el búnker de Hitler
alguien alabó la excelente labor del 12º Ejército comandado por el general
Walther Wenck que luchaba contra los norteamericanos en
Magdeburgo. Al oír la noticia, los temblores que aquejaban al führer
parecieron desaparecer y en uno de sus habituales cambios de humor
pareció haber encontrado por fin la solución: el general Wenck daría
media vuelta y salvaría Berlín. Evidentemente, Wenck no pudo conseguir
aquel objetivo imposible: Berlín estaba cercada y agonizaba.
Finalmente, el general Helmuth Weidling intentó establecer una defensa
operativa de la ciudad, pero solo podía contar con el apoyo de algunas
tropas en descomposición. Junto a miembros del volkssturm,
las Hitlerjugend y la policía, estos hombres construyeron barricadas con
tranvías y llenaron los muros que aún quedaban en pie de pintadas con
eslóganes que animaban a la resistencia y a la victoria final. Pero todo
resultó en vano.
Los proyectiles soviéticos empezaban a caer sobre el mismo centro de
Berlín. A pesar de ello, la capital resistió con la determinación del que
sabe que no tiene otra opción. Inútilmente. Uno a uno, los barrios de
Berlín fueron ocupados por los soviéticos, mientras la población civil se
refugiaba en los túneles del metro invadidos por el humo.

La capital alemana resistió el ataque soviético


con la determinación del que sabe que no tiene
otra opción, aunque todo fue en vano.
La tarde del 30 de abril de 1945, un disparo de revólver procedente del
dormitorio del führer rompió el impenetrable silencio del búnker. Tras
haber ingerido una cápsula de cianuro, Hitler se acababa de pegar un
tiro. Junto a él, Eva Braun, con quien se había casado el día anterior,
yacía sin vida en el sofá. Los oficiales trasladaron ambos cuerpos hasta
el jardín de la Cancillería, una operación complicada debido a los
continuos bombardeos soviéticos.
Tras arrojar los cadáveres a una fosa previamente excavada les
prendieron fuego, y acto seguido, mientras los restos del dictador nazi
se consumían entre las llamas, en el exterior, Goebbels, Bormann,
Burgdorf y Krebs realizaron el último saludo nacionalsocialista en su
honor. De esta manera, Adolf Hitler, el fundador del Tercer Reich,
desaparecía para siempre.

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EVA BRAUN, LA MUJER A LA SOMBRA DE HITLER


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El 2 de mayo, Berlin estaba a punto de caer, y muchos seguidores del
régimen, entre los que se contaban numerosos miembros de las SS,
prefirieron suicidarse antes que caer en manos de los soviéticos. El 7 de
mayo de 1945, Alemania se rendía incondicionalmente ante los Aliados
occidentales en Reims y el 9 de mayo hacía lo propio ante los soviéticos
en Berlín. En la capital, el caos en la capital era total, ya que tras la
victoria vino el pillaje.
Los soldados rusos, procedentes en su mayor parte de las estepas y de
las montañas del Cáucaso, nunca habían visto una ciudad como aquella
y no conocían nada parecido al lujo berlinés. Robaron todo lo que
pudieron, y tras el saqueo empezaron las violaciones masivas (un tema
del que se habló poco durante la Guerra Fría). Aunque los medios rusos
calificaron estos hechos como "inventos" de Occidente, muchas de las
pruebas proceden del diario de un joven teniente judío originario de la
región central de Ucrania llamado Vladimir Gelfand.

La Puerta de Brandeburgo, en Berlín, arrasada por las bombas.


Foto: CC / German Federal Archives
En realidad, todavía hoy se desconoce el número exacto de mujeres que
fueron violadas tras la caída de Berlín. Algunos historiadores hablan
incluso de unas cien mil. En cualquier caso, muchas de ellas, jóvenes y
adultas, pero también niñas y ancianas, se suicidaron o murieron a
causa de la brutalidad del trato recibido. Las madres ocultaban a sus
hijas para protegerlas, y los hombres que intentaban evitarlo lo pagaban
con sus vidas, así como las mujeres que se resistían.

para saber más


EL PAPEL DE ESPAÑA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
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LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL CONTINÚA EN JAPÓN


Mientras en Europa, con la caída y muerte de Adolf Hitler y el régimen
nazi, empezaba a vislumbrarse un final a la Segunda Guerra Mundial, en
el Pacífico Estados Unidos había liberado prácticamente todas las islas
que se encontraban en poder de los japoneses y los norteamericanos
estaban decididos a desembarcar en Japón. Así, tras las sonadas derrotas
en Midway (junio de 1942) y Guadalcanal (noviembre de 1942), la flota
nipona fue destruida en la batalla del golfo de Leyte (octubre de 1944),
por lo que Japón ya no era rival en el mar y su rendición se preveía
inminente. Con todo, Japón estaba dispuesto a negociar la paz con
Estados Unidos mediante la cesión de territorios, pero sin que ello
supusiera alterar el carácter divino del emperador, pero el objetivo final
de los estadounidenses no era ese, sino lograr la rendición incondicional
y total del Ejército Imperial japonés.

Estados Unidos había liberado prácticamente


todas las islas que se encontraban en poder de
los japoneses y los norteamericanos estaban
decididos a desembarcar en Japón.
El USS Yorktown es alcanzado por torpedos japoneses en Midway.
Foto: PD

De hecho, la guerra del Pacífico fue larga y cruenta. Uno de sus


enfrentamientos más simbólicos fue el que tuvo lugar en Iwo Jima, y no
solo por la fotografía de los soldados norteamericanos alzando la
bandera de su país, tomada por el fotógrafo Joe Rosental y que fue
difundida como un icono de la propaganda de los Aliados, sino también
por su ferocidad y violencia. Esta campaña, que tuvo lugar entre febrero
y marzo de 1945, no tuvo parangón hasta la fecha, pues los soldados
japoneses, agazapados entre los volcanes y las galerías subterráneas,
masacraron a miles de soldados norteamericanos que desembarcaron
en las playas de arena negra durante su avance por las escarpadas
montañas. Por ese motivo la campaña recibiría el macabro nombre de la
"picadora de carne".
para saber más

LA BATALLA DE IWO JIMA EN IMÁGENES


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Otra fecha clave del conflicto que mantuvieron Estados Unidos y Japón
sería el 9 de marzo de 1945 en las islas Marianas. Se trataba de la puesta
en marcha de la Operación Meetenghouse, una misión que tenía como
objetivo borrar Tokio de la faz del a Tierra en menos de veinticuatro
horas. La primera oleada del ataque norteamericano la formaron 54
aviones y la segunda, 271 bombarderos más. La operación estaba
diseñada para que empezara a las doce de la noche del 9 al 10 de
marzo, ya que, según el alto mando estadounidense, sorprender
dormidos y desprevenidos a los habitantes de la ciudad era la manera
más fácil y segura de causar un gran número de víctimas.

La Operación Meetenghouse era una misión que


tenía como objetivo borrar Tokio de la faz del a
Tierra en menos de veinticuatro horas.

La operación Meetenghouse arrasó Tokio y provocó miles de muertos entre sus


habitantes.
Foto: PD

Durante la mortífera descarga sobre la capital nipona, los aviones


lanzaron bombas de racimo que los estadounidenses rebautizaron como
"tarjetas de visita de Tokio". Una vez tocaban tierra, estos artefactos
derramaban su contenido letal de fósforo blanco y napalm, un pegajoso
gel de gasolina que los laboratorios de la Universidad de Harvard habían
desarrollado. La atmósfera en Tokio llegó a alcanzar los 980 grados,
haciendo hervir el agua de ríos y canales y fundiendo los cristales de las
ventanas.
El fuego consumió con rapidez muchas casas que estaban construidas
con madera y papel, pensadas tan solo para resistir a los
terremotos. Unos 260.000 hogares fueron arrasados hasta los cimientos y
al menos 105.400 personas murieron en una ciudad de tres millones de
habitantes. Se fundieron, literalmente. En total quedó arrasada una
cuarta parte de la ciudad. Curtis LeMay, el general norteamericano que
organizó la operación, se jactó del éxito obtenido con estas palabras:
"Los hemos tostado y horneado hasta la muerte".

para saber más


EL DEVASTADOR BOMBARDEO DE TOKIO
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Antes de morir, en 2009, Robert S. McNamara, responsable intelectual


de la Operación Meetenghouse y que era secretario de Defensa en el
momento de los bombardeos, pidió disculpas por el ataque, aunque, sin
dejar de justificarlo declaró: "Para hacer el bien, a veces tienes que hacer
el mal". Por su parte, el general Curtis LeMay, comandante del Comando
de Bombarderos XXI y responsable material de los ataques, consideraba
que lo inmoral no era haber matado a unas 100.000 personas en una
sola noche lanzando bombas incendiarias, sino que lo realmente
imprudente hubiera sido no hacerlo y perder a miles de soldados
norteamericanos en la batalla: "Creo que si hubiéramos perdido yo sería
tratado como un criminal de guerra", declaró.

Mientras tenía lugar el bombardeo de Tokio, en el Pacífico los Aliados


seguían con su imparable avance hasta llegar a la isla de Okinawa, la
mayor de las islas Ryukyu (al sur de las cuatro grandes islas de
Japón). Los japoneses ya no podían ofrecer resistencia y decidieron lanzar
un desesperado ataque suicida contra la flota norteamericana, la
llamada Operación Ten-Gō. El acorazado japonés Yamato, el más grande
del mundo durante la Segunda Guerra Mundial, zarpó junto con otras
nueve naves de guerra desde Japón para realizar un ataque suicida
contra las Fuerzas Aliadas que estaban luchando en Okinawa. Pero las
fuerzas japonesas fueron interceptadas y destruidas casi por completo
por la supremacía aérea estadounidense. De hecho, el Yamato y otros
cinco barcos japoneses fueron hundidos. Aquella acción en la etapa
culminante de la guerra confirmó la decisión de las autoridades
japonesas de llevar al extremo los ataques kamikazes para intentar
detener el imparable avance aliado hacia el archipiélago
japonés. Finalmente Okinawa cayó en manos estadounidenses y fue
declarada zona segura el 21 de junio de 1945.

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KAMIKAZE JAPONESES, LOS PILOTOS SUICIDAS DE LA SEGUNDA GUERRA
MUNDIAL
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LAS BOMBAS NUCLEARES DE HIROSHIMA Y NAGASAKI


El ataque por sorpresa a Pearl Harbor fue suficiente para que, tan solo
un día después, el 8 de diciembre de 1941, Estados Unidos, hasta el
momento nominalmente neutral, tomara partido de forma activa y
definitiva en el terrible conflicto que asolaba al mundo declarando la
guerra a Japón. Durante los siguientes cuatro años, los estadounidenses
libraron una dura lucha contra los japoneses, tanto en territorio chino
como en aguas del Pacífico, donde la conquista de cada una de las islas
se convirtió en una guerra a pequeña escala.

El 8 de diciembre de 1941, Estados Unidos, hasta


el momento nominalmente neutral, tomara
partido de forma activa en la guerra.

Detonaciones de las bombas lanzadas sobre Hiroshima (izquierda) y Nagasaki (derecha).


Foto: PD

Si bien es cierto que el enfrentamiento entre ambos países fue bastante


equilibrado, la caída de la Alemania nazi pondría las cosas mucho más
difíciles al ejército japonés. Sin embargo, lo que acabaría por decantar la
balanza en favor de los Aliados sería el desarrollo y fabricación de una
terrorífica arma secreta, un proyecto que los estadounidenses
bautizarían con el nombre en clave de Proyecto Manhattan. Aquella arma
definitiva fue desarrollada por Estados Unidos con la ayuda del Reino
Unido y de Canadá. El proyecto, que agrupó a una gran cantidad de
eminentes científicos como Robert Oppenheimer, Niels Böhr o Enrico
Fermi, tenía como objetivo desarrollar la primera bomba atómica antes
que pudieran hacerlo los nazis.
para saber más

HIROSHIMA Y NAGASAKI: LA MASACRE DE LAS BOMBAS ATÓMICAS


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La investigación culminó con Trinity, nombre que se daría al primer


ensayo atómico realizado en el desierto de Alamogordo, en Nuevo
México, el 16 de julio de 1945. Finalmente, la bomba no sería usada
contra los alemanes, sin embargo, aquella iba a ser el arma definitiva
que utilizarían los estadounidenses para acabar de una vez con la
guerra.
La madrugada del 6 de agosto de 1945, entre las 1:12 y 1:15 horas, el
bombardero B-29 Enola Gay, al mando del coronel Paul Tibbets,
despegaba del aeródromo de Tinian, en las islas Marianas, rumbo a
Hiroshima. A bordo iba un artefacto nuclear cargado de Uranio-235
bautizado como Little Boy, que en pocas horas debía hacer blanco en el
centro de aquella poblada ciudad japonesa. A las 7:09 horas de la
mañana, las alarmas antiaéreas de Hiroshima alertaron a la ciudadanía
cuando el Straight Flush, un B-29 al mando del comandante Claude
Eatherley, efectuó un vuelo de reconocimiento sobre la ciudad.
Sorprendentemente no fue interceptado ni por las baterías antiaéreas ni
por los cazas japoneses, por lo que pudo avisar al Enola Gay de que todo
estaba despejado.

Replica de la bomba nuclear Little Boy lanzada sobre Hiroshima.


Foto: PD

Aquel lunes 6 de agosto de 1945, en Hiroshima amaneció como cualquier


otro día hasta las 8:11 horas de la mañana, cuando sus habitantes vieron
aparecer por el horizonte tres bombarderos norteamericanos B-29,
entre los que se encontraba el Enola Gay con su mortífera carga.
Minutos después se abrieron las compuertas de carga del bombardero
mientras los otros dos aparatos dejaban caer unos calibradores de onda
expansiva en paracaídas (con la misión de comprobar posteriormente el
efecto del arma). Little Boy empezó a descender en caída libre sobre
Hiroshima. Era el principio del fin para todos quienes allí vivían.

A las 8:11 de la mañana, los habitantes de


Hiroshima vieron aparecer por el horizonte tres
bombarderos norteamericanos B-29, entre ellos
el Enola Gay con su mortífera carga.
El coronel Paul Tibbets posando junto al Enola Gay.
Foto: Cordon Press
Tres días después, el jueves 9 de agosto de 1945,el B-29 Bockscar
pilotado por el mayor Charles Sweeney fue el encargado de transportar
una segunda bomba nuclear llamada Fat Man con la intención de
lanzarla sobre la ciudad de Kokura. En realidad, Nagasaki era un objetivo
secundario y solo estaba previsto dejar caer la mortal carga en la ciudad
en el caso de que el primer objetivo no pudiera cumplirse. El plan para la
misión fue prácticamente idéntico al de Hiroshima.
Cuando el avión llegó a Kokura, la ciudad estaba cubierta por las nubes,
y después de sobrevolarla tres veces con el combustible bajo mínimos,
el piloto decidió poner rumbo a Nagasaki. El indicador de combustible
señalaba que el bombardero no tendría suficiente carburante como para
llegar hasta Iwo Jima y se vería obligado a desviarse hacia Okinawa.
Sweeney decidió entonces que si Nagasaki presentaba las mismas
condiciones meteorológicas que Kokura regresarían con la bomba a
Okinawa e intentarían lanzarla al mar.

Sweeney decidió que si Nagasaki presentaba las


mismas condiciones meteorológicas que Kokura
regresarían con la bomba a Okinawa e
intentarían lanzarla al mar.
Pero en el último instante se abrió una brecha entre las nubes que
también cubrían el cielo de Nagasaki, lo que permitió al avión
estadounidense establecer contacto visual con el objetivo, por lo que al
final pudieron soltar la bomba a las 11:01 de la mañana. Cuarenta y tres
segundos después, Fat Man explotó a 469 metros de altura sobre la
ciudad y a casi 3 kilómetros de distancia del objetivo original. La
detonación fue de 22 kilotones y generó una temperatura estimada de
3.900 grados y vientos de 1.005 kilómetros por hora.

La detonación de la bomba que cayó sobre


Nagasaki fue de 22 kilotones y generó una
temperatura estimada de 3.900 grados y vientos
de 1.005 kilómetros por hora.
Portada del 15 de agosto de 1945 del Jacksonville Daily Journal informando de la rendición
de Japón.
Foto: Cordon Press
La tragedia humana que se abatió sobre las ciudades de Hiroshima y
Nagasaki se saldó con la vida de unas 140.000 víctimas en Hiroshima y
unas 70.000 en Nagasaki, lo que incluye las víctimas directas del
bombardeo y las que fallecieron a consecuencia de la radiación hasta
finales de 1945. La noticia de la destrucción total de Nagasaki por una
segunda bomba atómica fue un durísimo varapalo para el Imperio
Japonés, que ese mismo día, 9 de agosto de 1945, sufría la inesperada
agresión de la Unión Soviética en Manchuria. Aquello acabaría por
precipitar los acontecimientos y el emperador Hiro-Hito anunció la
rendición incondicional de Japón ante los Aliados el 15 de agosto de 1945.

La capitulación se hizo efectiva el 2 de septiembre con la firma de la paz


a bordo del acorazado USS Missouri en la bahía de Tokyo. La Segunda
Guerra Mundial había terminado.

RENDICIÓN Y FINAL DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


No cabe duda de que la Segunda Guerra Mundial fue el conflicto más
destructivo y sangriento de la historia de la humanidad. Millones de
personas perdieron la vida, sobre todo en Europa y Asia, en el oscuro
período que abarcó los años 1939 a 1945. Todo ese baño de sangre tuvo
su culminación con la caída de las bombas atómicas sobre las ciudades
japonesas de Hiroshima y Nagasaki, un acontecimiento que obligó al
emperador Hiro-Hito a anunciar la capitulación de Japón y a firmar la paz
de manera definitiva con los Aliados.

La Segunda Guerra Mundial fue el conflicto más


destructivo y sangriento de la historia de la
humanidad.
El ministro de exteriores japonés Mamoru Shigemitsu firma el Acta de Rendición de Japón
a bordo del USS Missouri.
Foto: PD

El año 1945 supondría un punto de inflexión. Ese año había tenido lugar
la caída de la Alemania nazi tras el suicidio de Adolf Hitler, la destrucción
del corazón del Tercer Reich y la firma del Armisticio de Reims el 8 de
mayo de 1945. Aquel también fue el año de la muerte del dictador
fascista Benito Mussolini y la disolución de la Italia fascista (República
de Saló). Junto a la Alemania nazi y a la Italia fascista cayeron otras otros
regímenes afines como los de Hungría, Eslovaquia y Croacia, a pesar de
que esta última resistiría hasta mediados de junio, cuando fue absorbida
por Yugoslavia.

para saber más


LA GUERRA FRÍA: EL MUNDO TRAS LA II GUERRA MUNDIAL
Leer artículo
Portada de The Montreal Daily Star anunciando la rendición alemana.
Foto: PD

La Segunda Guerra Mundial también fue el escenario de tremendas


atrocidades. Durante el conflicto se produjeron ataques indiscriminados
sobre la población civil y la persecución sistemática de diversos grupos
por motivos políticos, de raza o religión. Con el final del conflicto salieron
a la luz los horrores perpetrados por la Alemania nazi en los campos de
concentración y de exterminio construidos a lo largo y ancho de toda la
Europa conquistada y la llamada "solución final de la cuestión judía", que
desembocaría en el Holocausto. Estremece escuchar nombres
como Auschwitz, Belzec, Bergen Belsen, Buchenwald, Dachau, y así una
larga lista de campos del horror que obligaron a los Aliados a poner en
marcha toda una maquinaria judicial para procesar a los autores y a los
cómplices del régimen nazi, acusados de delitos contra la paz, crímenes
de guerra y crímenes contra la humanidad. La ciudad escogida para
celebrar estos juicios fue Núremberg, la emblemática ciudad en la que
el partido nacionalsocialista (NSDAP) había celebrado en el pasado sus
multitudinarios congresos.
para saber más

LOS JUICIOS DE NÚREMBERG


Leer artículo

Conocidos como los Juicios de Núremberg, estos históricos procesos,


sentaron las bases para el desarrollo de una justicia internacional y la
creación de una nueva legislación que fuera más allá de la justicia propia
de cada país. Las sesiones de estos juicios, en los que fueron
encausados desde varios de los jerarcas nazis, como Göering, Hess o
Ribbentrop, hasta simples funcionarios del régimen, duraron poco
menos de un año (que tuvieron lugar desde el 20 de noviembre de 1945
al 1 de octubre de 1946) y se impusieron una duras condenas en las que
se incluía la pena de muerte para doce de los acusados.

Los Juicios de Núremberg tuvieron lugar en esta


ciudad alemana desde el 20 de noviembre de
1945 al 1 de octubre de 1946.
Pero Núremberg no fue el único tribunal que se formó para juzgar los
crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. También se
estableció un tribunal para juzgar los crímenes perpetrados por los
japoneses, el conocido como Tribunal Militar Internacional para Extremo
Oriente (1946-1948), en el que se llevaron a cabo los Juicios o Procesos
de Tokio. Sin embargo, allí no se aplicó el mismo rasero que en
Núremberg. Un ejemplo de ello fue que el emperador Hiro-Hito no fue
juzgado, sino que, por el contrario, se mantuvo en el cargo, y muchas de
las penas que se dictaron terminaron siendo reducidas e incluso
conmutadas. La situación política estaba cambiando. Japón ya no era el
enemigo a batir, sino que iba a convertirse en un aliado
imprescindible para hacer frente a la amenaza creciente del comunism

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