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Formación de gobiernos de coalición en los presidencialismos latinoamericanos:

la importancia de los pactos pre-electorales

Adrián Albala
Instituto de Ciência Política
Universidad de Brasília

El entendimiento sobre la viabilidad y benignidad de los gobiernos de coalición en sistemas


presidenciales ya está bastante consolidado en la literatura de ciencia política. No solamente no son
más vistas con aprensión sino que ya son consideradas como banales. De hecho, desde 1980, más
de la mitad (75/140) de los gobiernos de América Latina se inauguraron bajo esta formula. Diversos
países, de hecho, solo o esencialmente conocieron ese formato de gobierno (Chile, Brasil,
Colombia…).
Por otro lado, y al contrario de lo que se temía en un inicio, las coaliciones gubernamentales no se
han revelado significativamente más vulnerables o inestables que los gobiernos monocolores (de un
solo partido). En otras palabras, los casos de inestabilidad política y crisis democráticas que hayan
tocado gobiernos de coalición se debieron más por razones externas que al hecho que esos
gobiernos fueran de coalición. Dicho esto, se ha escrito mucho sobre la gobernanza de esos
gobiernos en los presidencialismos latinoamericanos, asemejándolos a sus pares en sistemas
parlamentarios, esencialmente europeos.
Por más que la lógica interna, o sea el reparto de cartera ministeriales entre diversos partidos (y no
solamente a personas oriundas de partidos diferentes sin que estas tengan el apoyo de su partido de
origen), parece ser la misma en sistemas parlamentarios y presidenciales, un elemento central
distingue esos gobiernos: el timing de la formación del gobierno.
Asimismo, los gobiernos de coalición en sistema parlamentarios suelen, de hecho, formarse
después de las elecciones una vez que todos los partidos tienen información sobre su peso real en la
cámara. Eso se debe al proceso de designación de los gobiernos en esos sistemas. Como podemos
ver en la figura 1, el proceso sigue, generalmente, esos pasos: 1. los electores eligen a
parlamentarios > 2. los parlamentarios se juntan en “rondas de negociación” > 3. consiguen un
acuerdo para formar el gobierno (o no). Ya en sistemas presidenciales el formato es más directo
pues los electores votan directamente para un candidato quien, si electo, estará a cargo de formar su
gobierno.

Figura 1: Procesos de formación de gobierno en sistemas parlamentarios/ presidenciales


Fuente: Elaboración propia

Esa distinción sistemica acarrea dos principales consecuencias. Primero, en los sistemas
parlamentarios las rondas de negociación pueden estirarse sustancialmente en el tiempo o no llegar
a ningún resultado. No son pocos los ejemplos en que después de las elecciones los partidos
enfrentaran grandes dificultades en sus procesos de negociación. Asimismo, Bélgica en dos
ocasiones recientes tardó más de año y medio en poder formar un gobierno. O sea, solo después de
un año y medio después de las elecciones (2014 y 2018) los parlamentarios belgas consiguieron un
acuerdo. Entre tanto el país simplemente… no tenía gobierno efectivo. En otros casos (España,
Israel…) los electores tuvieron que retornar a las urnas diversas veces para que pudiera
desprenderse un gobierno. Estas dificultades conllevan el problema de previsibilidad e
identificación de los futuros gobiernos. La demora en formar gobiernos aumenta la probabilidad de
gobiernos “ad hoc” o patchwork, con partidos muchas veces antagonicos o con poca
“familiariedad”. De esto, se desprende la dificultad de las elecciones en determinar un rumbo para
el país. A su vez conlleva un segundo problema que es el de la responsividad de esos gobiernos. Al
formar acuerdos entre partidos antagonicos o con ideologías bastante distantes, estos gobiernos
debilitan la confianza y la credibilidad de los partidos involucrados. Por ejemplo, es poco probable
que un elector italiano de la lega aceptara que su partido pasara un acuerdo con el Movimiento 5
estrellas, al que durante toda la camapaña no pararon de vapulear. Lo mismo pasó en el 2010
cuando los LibDems britanicos formaron, de forma sorprendente, un acuerdo con los
conservadores, llevando al primer gobierno Cameron. Esa decisión, de hecho, condenó al partido
pues en las siguientes elecciones pasaron a tener un desempeño testimonial.
Esos problemas de imprevisibilidad e irresponsividad tienden a ser más limitados en sistemas
presidenciales. Eso se debe, primero, al sistema de selección directa del presidente. Al poder prever
cuales son las alternativas para ejercer la presidencia, la imprevisibilidad se limita a saber quién será
el ganador de la elección. Segundo, el sistema presidencial conlleva el principio del mandato fijo. Si
esto se considera usualmente como un potencial problema para una salida de crisis (el término del
mandato es fijo), los analistas se olvidan que el mandato fijo se aplica también para el inicio del
gobierno. En otras palabras todos lo gobiernos en sistemas presidenciales tienen establecido
(generalmente en su constitución) el día de inauguración del mandato. Ese elemento, limita el
tiempo de bargaña y, por ende, constringe la posibilidad de encontrar acuerdos de forma post
electoral. Asimismo, como lo muestra el Gráfico 1, este lapso puede variar según los casos, entre
1,5 meses a 5 meses, con una media de 3 meses.

NB: día de la inauguración del mandato. En gris el lapso entre la potencial segunda vuelta y el día de la inauguración
del mandato.
Fuente: elaboración propia.

Esos dos elementos hacen que las coaliciones de gobierno en los sistemas presidenciales de
América latina procedan, en general, de acuerdos pre-electorales. De hecho, en un trabajo reciente
(Albala y Couto 2023) motramos que más del 90% de las coaliciones de gobierno en sistemas
presidenciales tienen origen pre-electoral. O sea, las coaliciones de gobierno suelen haber pasado
acuerdos antes de la elección. Los partidos involucrados tuvieron, asimismo, tiempo para poder
formar acuerdos tanto sobre el reparto potencial de las carteras ministeriales como sobre el
contenido y alcance de las políticas públicas. A su vez, esos partidos son identificables por los
electores. En otras palabras es posible saber “quién va con quién” y, por tanto, qué es lo que se está
votando. De esta forma, los electores son potencialmente más capaces de poder identificar las
opciones políticas en presencia, los tipos de políticas públicas que podrían ser llevadas a cabo y,
poder fiscalizar y sancionar gobiernos en base a sus promesas electorales. Dificilmente observamos
casos de coaliciones patchwork o entre antagonistas (salvo talvez el caso de Sanchez de Losada en
Bolivia).
Asimismo, siguiendo esa lógica, las elecciones vuelven a tener, de hecho, un papel de selección y
definición de los rumbos sociopolíticos para el país.
Como si fuera poco, en un trabajo reciente (Borges, Turgeon y Albala 2021) mostramos que las
coaliciones pre electorales consiguen formar mayorías legislativas de forma significativamente más
eficiente que cualquier otro tipo de gobierno (monocolor o de coalición post electoral). También
mostramos en otros trabajos (Albala 2021; Albala, Borges y Couto 2023) que cuanto más precoces
son los acuerdos de coalición, más duraderos son dichos gobiernos y , además, gobiernos que
tuvieron origen pre-electoral tienden a ser los más estables y duraderos comparado con cualquier
otro formato (de nuevo: gobiernos monocolores o coaliciones post electorales).
Dicho esto, aparecen dos condiciones para que gobiernos de coalición sean, de hecho, efectivos y
estables. Primero, la condición de mayoría parlamentaria. Cuando los gobiernos tienen una base de
apoyo legislativo mayoritaria o casi mayoritaria, su estabilidad y eficiencia aumenta
significativamente. Segundo, cualquier acuerdo de coalición supone la formación de pactos entre
partidos. Asimismo si los partidos son inestables o poco institucionalizados, las coaliciones tendrán
a serlo también. O sea, para que coaliciones prosperen es preciso que el sistema de partidos sea lo
más institucionalizado posible.
En conclusión, la formulación y organización de pactos pre electorales, lejos de ser daniños a la
democracia, son una herramienta valiosa para la confianza, la eficacia y la estabilidad democrática.
El que puedan aparecer dificultades o problemas de inestabilidad en este tipo de gobiernos es un
hecho que mucho tiene que ver con otras variables.

Referencias:

Albala, A. (2021). When do coalitions form under presidentialism, and why does it matter? A
configurational analysis from Latin America. Politics 41(3):351–370.

Albala, A., Borges, A., & Couto, L. (2023). Pre-electoral coalitions and cabinet stability in
presidential systems. The British Journal of Politics and International Relations, 25(1): 64–82

Albala A, Couto L. (2023) Question of Timing: Pre-Electoral Coalitions in Multiparty Presidential


Regimes. Brazilian Political Science Review, 17(1)

Borges, A., Turgeon, M., y Albala, A. (2021). Electoral incentives to coalition formation in
multiparty presidential systems. Party Politics 27(6):1279–1289.

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