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DERECHOS LABORALES, FOMENTO

ECONÓMICO, INFORMALIDAD Y
DESARROLLO
SERIE DOCUMENTOS ESTUDIOS LEGISLATIVOS N° 9

GREGORIO ELJACH PACHECO, JULIÁN


ANDRÉS ESCOBAR SOLANO, LUCIO
MUÑOZ MENESES, GIOVANNI FRANCISCO
NIÑO CONTRERAS (COMPILADORES)
DERECHOS LABORALES, FOMENTO
ECONÓMICO, INFORMALIDAD Y
DESARROLLO

SERIE DOCUMENTOS ESTUDIOS


LEGISLATIVOS N°9
DERECHOS LABORALES,
FOMENTO ECONÓMICO,
INFORMALIDAD Y DESARROLLO

SERIE DOCUMENTOS ESTUDIOS LEGISLATIVOS


N°9

GREGORIO ELJACH PACHECO, JULIÁN ANDRÉS ESCOBAR


SOLANO, LUCIO MUÑOZ MENESES, GIOVANNI FRANCISCO
NIÑO CONTRERAS (COMPILADORES )

2018
DIRECCIÓN EDITORIAL DE LA SERIE:
GREGORIO ELJACH PACHECO.

Eljach Pacheco, Gregorio; Escobar Solano, Julián Andrés Muñoz Meneses, Lucio;
Niño Contreras, Giovanny Francisco; (compiladores)

DERECHOS LABORALES, FOMENTO ECONÓMICO, INFORMALIDAD Y


DESARROLLO. 2018.

Julián Andrés Escobar Solano y Olga Beatriz Salazar Obando (Coordinación


editorial)

259 Págs.

ISBN DIGITAL: 978-958-59641-6-7

1. Estatuto del trabajo y omisión legislativa, Colombia; 2. Sistema pensional y


equidad, Colombia 3. Condiciones psicosociales de los trabajadores, Colombia;
4. Personas en situación de Discapacidad, Colombia; 5. Objetivos de Desarrollo
Sostenible, Colombia; 5. Responsabilidad Social Empresarial, Colombia; 6. NIIF
y Pymes, Colombia; 7. Emprendimiento y postconflicto, Colombia; 8. Política
Nacional de ciencia, Tecnología en Innovación, Colombia; 9. Responsabilidad
Social Organizacional y Posconflicto, Colombia; 10. Migración Venezolana,
Departamento de la Guajira, Colombia; 11. Turismo Santa Marta, Colombia; 12.
4
Mototaxismo Neiva, Colombia.

I. GREGORIO ELJACH PACHECO II. JULIÁN ANDRÉS ESCOBAR SOLANO. III.


LUCIO MUÑOZ MENESES. IV. GIOVANNY FRANCISCO NIÑO CONTRERAS. V.
OLGA BEATRIZ SALAZAR OBANDO VI. PAOLA STELLA HERNÁNDEZ MARTELO.
VII. OMAIRA BERNAL PAYARES. VIII. SAÚL EDUARDO PÉREZ DE LA ROSA. IX.
VIVIOLA GÓMEZ ORTIZ. X. ANDREA GONZÁLEZ GARCÍA. XI. OSCAR ANDRÉS
ESPINOSA ACUÑA. XII. JAVIER GUERRERO C. XIII. JORGE MANUEL ESCOBAR
ORTIZ. XIV. LILIANA PATRICIA RESTREPO MEDINA. XV. ALICIA MILENA
TORRES CÁRDENAS. XVI. RUTH ALEJANDRA PATIÑO JACINTO. XVII. GLORIA
MILENA VALERO ZAPATA. XVIII. GABRIELA RIBES GINER. XIX. FRANCISCO
ARIAS VARGAS. XX. CARLOS TELLO-CASTRILLÓN. XXI. CIELO MARGARITA
RODRÍGUEZ LÓPEZ. XXII. FREDDY JESÚS VARGAS LEIRA. XXIII. PEDRO LUIS
NAVARRO HERNÁNDEZ. XXIV. JENNY LISSETH AVENDAÑO LÓPEZ. XXV.
JORGE IVÁN AYALA ROJAS. XXVI. LUIS ALFREDO MUÑOZ VELASCO
Primera edición. Diciembre de 2018
® JAVIER GUERRERO C

COMPILADORES: GREGORIO ELJACH PACHECO, JULIÁN ® JORGE MANUEL ESCOBAR ORTIZ

ANDRÉS ESCOBAR SOLANO, LUCIO MUÑOZ MENESES, ® LILIANA PATRICIA RESTREPO MEDINA

GIOVANNY FRANCISCO NIÑO CONTRERAS ® ALICIA MILENA TORRES CÁRDENAS


® RUTH ALEJANDRA PATIÑO JACINTO

EDITOR: JULIÁN ANDRÉS ESCOBAR SOLANO ® GLORIA MILENA VALERO ZAPATA

REVISIÓN DE TEXTOS, SELECCIÓN DE MATERIAL Y ® GABRIELA RIBES GINER

ASISTENCIA DE EDICIÓN: OLGA BEATRIZ SALAZAR ® FRANCISCO ARIAS VARGAS

OBANDO. ® CARLOS TELLO-CASTRILLÓN


® CIELO MARGARITA RODRÍGUEZ LÓPEZ

FOTOGRAFÍA Y APOYO DE DISEÑO EDITORIAL: EQUIPO ® FREDDY JESÚS VARGAS LEIRA

DE COMUNICACIONES CAEL ® PEDRO LUIS NAVARRO HERNÁNDEZ

® VIVIANA ALEXANDRA VARGAS PINILLA ® JENNY LISSETH AVENDAÑO LÓPEZ

® LINDA YULIETH GUTIERREZ GIRALDO ® JORGE IVÁN AYALA ROJAS

® GISSELL GARAVITO GALINDO ® LUIS ALFREDO MUÑOZ VELASCO

5
ISBN DIGITAL: 978-958-59641-6-7 DIRECCIÓN EDITORIAL:

Todos los derechos reservados para: CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ALTOS ESTUDIOS


LEGISLATIVOS — CAEL. SECRETARÍA GENERAL DEL
SENADO DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA

Correo Electrónico:

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DE COLOMBIA

Reconocido por Colciencias, a través de la Resolución 750 de Made in Colombia


2018, como Centro de Conocimiento Legislativo.
Hecho en Colombia
® GREGORIO ELJACH PACHECO
® JULIAN ANDRÉS ESCOBAR SOLANO
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® GIOVANNY FRANCISCO NIÑO CONTRERAS exclusiva del autor, y no comprometen al Congreso de la
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Legislativos, ni determinan su posición o filosofía institucional”
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ERNESTO MACÍAS TOVAR


PRESIDENTE DEL SENADO

EDUARDO PULGAR DAZA


PRIMER VICEPRESIDENTE
ANGÉLICA LOZANO CORREA
SEGUNDA VICERPRESIDENTA

GREGORIO ELJACH PACHECO


SECRETARIO GENERAL
DIRECTOR DEL CAEL

EQUIPO DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ALTOS 6


ESTUDIOS LEGISLATIVOS - CAEL
LUCIO MUÑOZ MENESES
GIOVANNY FRANCISCO NIÑO CONTRERAS
JULIÁN ANDRÉS ESCOBAR SOLANO
OLGA BEATRIZ SALAZAR OBANDO
VIVIANA ALEXANDRA VARGAS PINILLA
KATERIN APARICIO VELANDIA

EDITOR
JULIÁN ANDRÉS ESCOBAR SOLANO

REVISIÓN DE TEXTOS, SELECCIÓN DE MATERIAL Y ASISTENCIA DE EDICIÓN


OLGA BEATRIZ SALAZAR OBANDO

COMITÉ CIENTÍFICO Y EDITORIAL DE LA SERIE


GREGORIO ELJACH PACHECO
LUCIO MUÑOZ MENESES
GIOVANNY FRANCISCO NIÑO CONTRERAS
JULIÁN ANDRÉS ESCOBAR SOLANO
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151

Responsabilidad Social
Organizacional, Estado Colombiano
y Post-acuerdo
Responsabilidad Social Organizacional,
Estado Colombiano y Post-acuerdo
Carlos Tello-Castrillón 36

Resumen
La Responsabilidad Social Organizacional (RSO) constituye una herramienta
que puede servir para la actividad estatal. En efecto, la RSO tiende un puente
entre el mundo organizacional –incluido el mundo de los negocios- y la sociedad.
Tan importante labor no puede ser dejada a un libre juego donde hay evidentes
desigualdades entre las partes. Es por ello, que la intervención estatal
contribuye a que se atenúen las asimetrías entre los implicados, y consigue
crear o consolidar valores sociales que se difunden y cimientan la estructura de
la sociedad.
El presente escrito es un resultado de investigación y tiene como objetivo
proponer formas de intervención estatal en la ejecución de la RSO. De esta
manera, se vincula con la invitación del Senado de la República a publicar textos
que pudieran resultar importantes para su ejercicio.
Este trabajo inicia con la discusión sobre la cobertura que tiene el término RSO;
continúa con la disertación respecto de la voluntariedad en la asunción de la
RSO y, concomitantemente, del punto a partir del cual se justifica la
intervención del Estado en la regulación de la RSO. Con este panorama
establecido, el texto se adentra en la relación entre las Políticas Públicas (PP) y
la RSO.
152
En este punto, concluye lo que podría considerarse la fundamentación teórica
del texto. Acto seguido, aparece la presentación de tres investigaciones relativas
al tema. Una de ellas, enfocada en la preparación de una empresa para el post-
acuerdo, la siguiente en la industria cultural y la última en una organización de
beneficio social. Al final, se plantea una discusión de los temas. El trabajo se
adelantó bajo la metodología hermenéutica e incluyeron revisión documental y
entrevistas.
En general, puede afirmarse que la RSO aún se encuentra en proce so de
construcción. De esta forma, persisten imprecisiones sobre la manera en que
debe ser implementada y los alcances de sus acciones, lo que permite que los
desmedros de las condiciones laborales se hagan especialmente frecuentes. Una
intervención a la RSO, obligatoriamente, debe empezar por corregir esta
anomalía en particular. Bajo el supuesto según el cual cada actor social va tras
la defensa de su propio interés, le corresponde al Estado dilucidar aquellas
imprecisiones. De esta manera, también reafirmaría, de forma poco intrusiva,
su poder de gobierno.

Palabras clave
Responsabilidad Social Empresarial, Responsabilidad Social Organizacional,
Posconflicto, Post-acuerdo, Industria Cultural, Organizaciones de beneficio
social.

36 Profesor Asociado, Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.


Departamento de Ciencias Sociales. Candidato a Doctorado (pendiente de
sustentación de tesis doctoral) en Ingeniería-Industria y Organizaciones.
MBA, Economista y Administrador de Empresas. Director del Grupo De
Estudios Neoinstitucionales GEN de la Universidad Nacional de Colombia
Sede Palmira. Correo electrónico: catelloca@unal.edu.co
Sobre la Responsabilidad Social Organizacional

E
l concepto de Responsabilidad Social Empresarial
(RSE) exige una ampliación para dar cuenta de sus
verdaderos alcances. Esta recae sobre el término
empresarial que alude a las organizaciones con ánimo
de lucro y, por tanto, excluye a organizaciones tales
como el aparato estatal no comercial-industrial, las ONGs, las
organizaciones de la salud, organizaciones educativas y, en
general, las organizaciones sin ánimo de lucro.

Una mirada cercana a este listado deja ver que organización es


un término más exhaustivo que empresa. Por lo tanto, el
concepto de RSE es desplazado por el concepto de
Responsabilidad Social Organizacional donde se realza el vínculo
de la RSE, que planteará Enderle (2010), con todo tipo de
relaciones sociales. La pertinencia de esta última expresión es
discutida en Tello y Rodríguez (2014). También debe ser notado
que se ha evitado el uso del término institución para referirse a
las organizaciones.

El uso de institución como si fuera sinónimo de organización


153
es un error de curso común. Sin embargo, aquí los dos términos
son diferenciados con la rigurosidad debida. Institución alude a
los ordenamientos legales y normativos y, en general, a las
prácticas recurrentes que son aceptadas y difundidas en un
grupo social.

Las Instituciones son una colección relativamente duradera de


reglas y prácticas organizadas, contenidas en estructuras de
pensamientos y recursos que son relativamente invariables frente a
los cambios de individuos y relativamente flexibles respecto a las
preferencias y expectativas idiosincráticas de los individuos y las
circunstancias externas cambiantes (March y Olsen, 2005, p. 4,
Trad. propia).

Por su parte, organización es definida por Tello Castrillón (En


proceso de publicación) como:

[…]un componente, primordialmente, fractal y funcional del sistema


social que articula, en su orden de importancia, las dimensiones,
técnica, política, económica, social e individual. Esto tiene lugar en
un ordenamiento siempre jerárquico, en algún grado cohesionado
mediante la búsqueda del equilibrio entre los intereses de la
organización, sea cual sea su naturaleza y origen, los de la sociedad,
los de los grupos dentro de la organización y los de sus individuos.

Ayala (1999) ejemplificó la diferencia entre institución y


organización de una manera coloquial. La primera son las
reglas, y las normas, de un juego, por ejemplo, fútbol, y las
segundas son los equipos.
La forma en que es presentada la RSO por los estudiosos puede
hacerla ver como una institución. En este caso, se trata de una
institución que está compuesta especialmente por elementos
normativos -esto es, voluntarios- y no por elementos
reglamentarios –obligatorios-. La discusión sobre la
conveniencia de la voluntariedad en la RSO es el tema que sigue.

La RSO como acto voluntario


La promoción de la RSO como un acto voluntario parece guardar
intereses estratégicos. La historia reciente sustentaría tal
posición. La vigencia del tema de la RSO ha venido de la mano del
crecimiento de las multinacionales (Ungericht y Hirt, 2010), desde
los años sesentas, como actores que: a) escapan a la regulación
de un solo país; y, b) son portadoras de un poder superior al de
muchos Estados. Por tanto, el desarrollo de la RSO ha venido
asociado a los intereses de las grandes multinacionales y,
posteriormente, de todas las empresas.

La voluntariedad es una de las características generales del


discurso empresarial sobre la RSO. Jenkins (2009) la incluye en
un listado donde además aparecen el rebasamiento de las 154
exigencias legales, el enfoque en los Grupos de Interés (GI) y la
línea de triple base económico-social-medioambiental de
Elkington (1999).

Tales características asumen formas propias según se trate de


países desarrollados o en vías de desarrollo. En los primeros, la
RSO se enruta hacia la sostenibilidad mientras que en los
segundos su mayor enfoque recae en la lucha contra la
corrupción (Méndez, 2005).

De todas formas, la vigencia de la RSO se finca en un movimiento


gestado desde el mundo desarrollado razón por la cual: a) siempre
va a aludir a la sostenibilidad aun cuando se trate de una RSO
para el mundo en vías de desarrollo; y, b) se corresponde con una
sociedad civil fuerte que, gracias a las TICs, está bien informada.
Las corporaciones son los nuevos actores políticos en un mundo
globalizado que ya no es controlado por las regulaciones de las
naciones estado, pero si por la presión de los GI y las campañas de
acusación o las amenazas de boicots de las ONG´s (Assländer, 2011,
p. 122).

La voluntariedad en la RSO supone individuos libres, tanto del


lado de las organizaciones como del lado de los GI. De esta forma,
la dinámica de una RSO voluntaria se desenvolvería de forma
semejante a un mercado en el que los sujetos asisten e
interactúan libres, bien informados y en igualdad de condiciones
(Tello, 2009).
Tal como es de esperarse, ese desenvolvimiento particular sólo
sucede en una dimensión ideal. En contraste, la dimensión
fáctica está cargada de desigualdades de poder, algunas veces
profundas, entre los actores. Las capacidades de estos para
hacerse visibles también difieren, y de ahí que sus poderes para
hacer valer sus intereses también estén desbalanceados.

A esta situación se suma el hecho que no existe una definición


precisa y universal de lo que puede clasificarse como RSO. Por lo
tanto, las organizaciones pueden promocionar cualquier acto
como si se tratara de actos socialmente responsables, aun si esos
resultan lesivos a la sociedad.

Los desbalances hacen necesaria la intervención del Estado


(Fougère y Solitander, 2009). Una de las piezas angulares de la
gestión estatal es la protección de los GI con menor capacidad de
acción. De esta forma, la premisa alemana de la desestatización
parcial de la economía en la posguerra so viel Markt wie möglich
so viel Staat wie nötig asumiría, en los días actuales, la forma de
una RSO voluntaria solo hasta cuando deje de ser socialmente
responsable. En otras palabras, se trataría de una RSO que no
suprimiría el elemento voluntario, sino que lo regularía. 155
En consecuencia, la RSO pasaría a ser parte del sistema socio-
político como una dimensión simbólica de la gobernanza (Moon,
2004; Moon, Kang y Gond, 2010; Sacconi, 2012). De hecho, la
RSO viene a ser una forma de gobernanza social mundialmente
válida para la redistribución de los excedentes de los ejercicios
organizacionales (Sacconi, 2012).

En los juegos donde los Grupos de Interés que no tienen el control


interactúan con los empresarios, con los dueños de los activos físicos,
el Contrato Social identifica una norma social [la RSO] para la justa -
igualitaria- distribución de los excedentes organizacionales entre
todos los Grupos de Interés (Sacconi, 2012, p. 30).

En tanto referente de conducta social, la RSO puede


incorporarse en la mentalidad de los sujetos sociales y
sostenerse por medio de las normas, reglas y el sistema de la
educación. Esto es, la RSO pasaría a ser una institución. La
importancia de la RSO como parte del sistema socio-político ha
sido señalada por autores como Assländer (2011), Moon (2004)
y Ungericht y Hirt (2010).

Assländer (2011) ha sostenido que muchos sistemas sociales


ven en la RSO un medio para tratar asuntos de poder entre la
sociedad y las organizaciones. En el mismo sentido, Arora y
Dharwadkar (2011) y Sacconi (2012) consideraron la RSO como
parte de la Gobernanza Organizacional (O Gobierno Corporativo
- GC).
La mediación que supone la RSO, se basa en que ella está
constituida por actos encaminados a la sostenibilidad social que
originalmente podrían haber sido ejecutados por el Estado. En
otras palabras, las organizaciones reemplazan parcialmente al
Estado por medio de su RSO.

De esta manera, las organizaciones establecen una doble


relación social con los actores sociales. En primer lugar, asumen
un carácter de “actores cuasi gubernamentales” (Assländer,
2011, p. 118), razón por la cual empiezan a ser objeto de
presiones sociales similares, en cierto grado, a las que recaen
sobre el Estado.

Pero allende la presión, tal carácter lleva a que las


organizaciones conciten un gran poder con el que refuerzan su
discrecionalidad frente a la RSO. En segundo lugar, las
organizaciones actúan como medios de canalización de los
esfuerzos individuales hacia la satisfacción de las aspiraciones
sociales.

Recuérdese que una de las características centrales de las


organizaciones es que son útiles como forma de logro de
objetivos que individualmente no hubiera sido posible (Pfeffer,
156
2000).

En tal sentido, las organizaciones incorporan en su actividad los


valores que la sociedad acepta y que pueden ser promovidos a
través de la RSO. De esta manera, la RSO también influye en un
aspecto interno de las organizaciones, en tanto direcciona la
asignación de recursos para la materialización de tales valores.

Conforme a los párrafos anteriores, el Estado aparece en triple


relación con la RSO. En una primera parte, tal como ya se
explicó, la acción estatal es complementada por las acciones
organizacionales. En la segunda parte, el Estado debe hacer de
sus organizaciones, y de los contratistas de éstas, entidades
socialmente responsables.

Cabe decir que, para ello, las organizaciones estatales acuden


parcialmente a algunas lógicas del management privado, toda
vez que las teorías políticas y las teorías del Estado no dan
respuesta a los procesos de planificación y coordinación
organizacional.

En el mismo sentido, las organizaciones estatales no


empresariales también rinden cuentas al público sobre su
comportamiento de RSO. Estas organizaciones son cercanas al
concepto de RSO toda vez que sus rendimientos se miden en
logros de bienestar bajo un criterio redistributivo, y sus
excedentes pecuniarios son apropiados socialmente. La tercera
relación vincula al Estado con las demás organizaciones.

Se trata del hecho según el cual, el Estado debe velar por el


establecimiento y cumplimiento de lo que deberían ser los actos
de RSO de las organizaciones del sistema socio económico. En
tal sentido, resulta útil pensar que la RSO se manifiesta en dos
momentos (Tello y Rodríguez, 2014).

En el primero, la Asunción, el Estado puede acudir a la reflexión


filosófica para que las organizaciones se comprometan con la
RSO por medio de convicciones de orden superior. En un
segundo momento, la Ejecución, el Estado puede regular
mediante el planteamiento de los alcances de los actos de RSO
de tal forma que estos sirvan de guía a las organizaciones.

Una vez establecida la necesidad de la intervención estatal en la


RSO se puede pasar a entender su incorporación en las PP. En
estas, la RSO cumple un papel mucho más trascendental para
el orden social que su simple asociación a la actividad de las
organizaciones. Alrededor de estos temas, arriban las siguientes
líneas.

Las políticas públicas y la RSO


157
El estudio de las políticas públicas se ubica tanto en las
concepciones de la acción estatal sobre lo público como en las
herramientas de gestión para ello. La discusión remite a campos
comunes con las otras Ciencias Sociales con las que comparte
la disyuntiva entre la centralización o la descentralización del
sistema socio económico37.

Las Políticas públicas deben su gran impulso al papel


protagónico que Dewey y Keynes le otorgaron al Estado. La línea
de estos dos autores aboga por la intervención planificada desde
el gobierno. Para ello, éste debe ser gestionado por los individuos
más capacitados.

Por su parte, los defensores de la descentralización del sistema,


por ejemplo, la escuela del Incrementalismo Desarticulado,
han creído que las interacciones tipo mecanismo de mercado
son suficientes para el ejercicio público. Para este caso, el
Estado no necesariamente se reduce, pero sí se confina a la
administración de lo público en aras de estabilizar las
interacciones individuales.

El fundamento más básico que abordan las Políticas Públicas es


la diferenciación entre lo público y lo privado. De ahí se deriva

37En general las ideas de este apartado son tomadas del meta análisis de
Parsons (2009)
su radio de acción. Se trata de un concepto difícil toda vez que
la vida en sociedad implica una alta interrelación entre los actos
privados y los públicos. Sin embargo, se puede afirmar que los
actos individuales tienen más implicaciones públicas que
estrictamente privadas.

Para la definición de lo público-privado, son dos los criterios


propuestos más conocidos. Uno de ellos supone que la
actuación del Estado debe llegar hasta donde se coarta la
iniciativa privada. El otro criterio, marca el límite en el punto a
partir del cual la acción de un individuo significa el perjuicio al
otro.

Análogamente, en Economía, lo público toma la forma de bienes


públicos en los que no hay rivalidad ni exclusión en su uso.
Existen algunas variaciones de estos bienes representadas en
los bienes de club social, de acceso colectivo, pero por los
cuales algún precio se paga y los bienes preferentes,
destinados a grupos específicos.

En este orden de ideas, la RSO es un bien público del que nadie


puede ser excluido. Si bien es cierto que algún actor social (o
agente económico) debe pagar por su oferta, no se puede cobrar
158
un precio a su demanda, puesto que la RSO se corresponde con
la esencia de lo que la sociedad misma está obligada a brindar.

En este mismo sentido, Sacconi (2012), consideró que la RSO


hace parte del contrato social y, en consecuencia, es una
demanda exigible a las organizaciones o a cualquier otro actor
social. Dada su naturaleza, la RSO pasa a compartir lugares
comunes con la actividad del sector público. Entre estos, se
destacan la actuación en nombre del interés público, las
acciones compensatorias y las acciones simbólicas.

Las acciones compensatorias constituyen uno de los objetivos


centrales de las políticas públicas. Sobre esta base se desarrolla
el liberalismo solidario de Rawls (1995). Este concepto se
entiende mejor en referencia a su antagonista: El utilitarismo.
Esta corriente asume que una política pública debe abogar por
la felicidad de las mayorías por encima de los criterios de
justicia, es decir sin tener que compensar a los menos
aventajados.

En contraste, la justicia como imparcialidad constituye la


base de las políticas públicas que abogan por la compensación
(Rawls, 1995). En este orden de ideas, una sociedad se debe
construir sobre la base de los acuerdos frente a lo que es justo
y brindar el acceso a todos. La justicia y la verdad son, para
Rawls, bases innegociables del entramado social.
La RSO puede ser incorporada en forma de imperativos
institucionales. Estos son, medidas coercitivas, normativas y
miméticas (Powell y Di Maggio, 1999) que, en última instancia,
determinan la estructura de las organizaciones. De hecho, las
organizaciones más avanzadas en el tema reconocen la
transversalidad de la RSO y vigilan su ejecución a través de un
órgano especializado. En este, se coordinan las acciones de RSO
y la rendición de cuentas sociales.

Desde un punto de vista instrumental, es notorio que las


organizaciones encuentran muchas ventajas en la ejecución de
la RSO. La legitimidad que gana la organización en su sociedad
a través de su RSO, facilita su aceptación en el mercado. Esto
es, se disminuyen los costos de transacción. De esta forma, la
RSO es una inversión para el futuro mediato e inmediato.

El proceso de guiar las organizaciones sobre su RSO, también


pasa por las consideraciones de tamaño. Una organización
grande genera más impactos sociales que sus contrapartes,
mediana y pequeña. En consecuencia, no es lógico esperar
resultados socialmente responsables de la misma magnitud en
organizaciones de distintos tamaños. Tal como si se tratara de
una estructura impositiva progresiva, los resultados sociales de
159
las grandes organizaciones deben ser significativamente
mayores que los de las restantes.

Esto implica mayor intensidad y variedad en los indicadores. Sin


embargo, siempre estará latente el riesgo de que las grandes
organizaciones aprovechen su mayor presencia absoluta en la
RSO y la utilicen como una barrera de entrada a su sector
(Jenkins, 2009).

La RSO insiste en un traslado del enfoque de la organización en


los accionistas hacia los demás GI. Este reenfoque corresponde
a la visión europea de la RSO (Jenkins, 2009) y supone que la
organización trabaja con una perspectiva política para negociar
y jerarquizar los intereses de sus distintos GI (Freeman, 1984).
Tal perspectiva supone influencias sobre el Gobierno
Corporativo de las organizaciones y, de ahí, establece la
priorización y el equilibrio de los intereses implicados (Sacconi,
2012).

Esto significa que la RSO media entre la organización y sus GI


para prevenir posibles abusos de unos sobre otros. De esta
manera, la RSO es una ampliación del GC porque resalta que
las organizaciones tienen “[…] responsabilidades que abarcan
desde el cumplimiento de sus obligaciones fiduciarias con los
dueños, hasta el cumplimiento de obligaciones fiduciarias
análogas con todos los Grupos de Interés” (Sacconi, 2012, p.
13).
La figura 1 sintetiza las relaciones entre las PP y la RSO
expuestas en este apartado.

Figura 1. Relación entre las políticas públicas y la RSO

Las Políticas Públicas y la


RSO

Diferenciación entre lo público y lo privado:


Radio de acción de las Políticas Públicas

La actuación del Estado debe El límite es el punto a partir del


llegar hasta donde se coarta la cual la acción de un individuo
iniciativa privada. significa el perjuicio al otro.

-Bienes club social


Lo público: bienes públicos
no rivalidad -Bienes preferentes
no exclusión
RSO como
bien público

RSO parte del Traslado de

160
Incorporación de enfoque de la RSO
contrato social la RSO en la organización
Imperativos
institucionales: RSO mediador entre
RSO Comparte
medidas la organización y sus
lugares comunes
coercitivas, Grupos de interés
del sector
público normativas y
miméticas Jeraquización
se destacan las
acciones de sus distintos
compensatorias grupos de
Legitimidad de la interés
organización en la
sociedad
menos costos de
transacción e
inversión para el
futuro mediato e
inmediato

Tamaño
organizacional
genera impactos
en el resultado de
la RSO

Fuente: Elaboración propia

La expresión global de lo que implica la RSO se encuentra


consignada en la norma ISO 26000. Esta norma establece
varias categorías que hacen observable la RSO:
Derechos humanos, Prácticas operativas, Prácticas laborales,
Protección al medio ambiente, Gobernanza organizativa, Temas
relacionados con los consumidores, Desarrollo e involucramiento de
las comunidades (Organización Internacional de Estandarización,
2010)
Sobre esta base, se adelantaron tres investigaciones relativas a
la RSO que sirven para ilustrar algunas recomendaciones de
Políticas Públicas Estas, se encuentran contenidas en los
siguientes apartados.

RSO en el escenario próximo


La coyuntura actual del país tiene como protagonista ineludible
al empoderamiento de la sociedad. Algunos de los elementos de
este proceso pueden entenderse a través de tres escenarios
vinculados a miradas alternativas al ejercicio tradicional de la
Responsabilidad Social desde la perspectiva empresarial. Se
trata de la RSO relacionada con el post-acuerdo, la industria
cultural y las organizaciones de beneficio social.

En el mismo sentido, las líneas que siguen están basadas en el


sustento teórico recién expuesto, y se derivan de investigaciones
adelantadas por el Grupo de Estudios Neoinstitucionales de la
Universidad Nacional de Colombia, Sede Palmira.

Para el tema del post-acuerdo se trabajó con las estudiantes del


semillero Viviana Ramos y Ana Milena Martínez. Las siguientes
161
investigaciones fueron fruto de trabajos de grado de la Maestría
en Administración de la Sede Palmira. Para el tema de la
industria cultural, se contó con el estudio adelantado por Linda
Paola Ospina. El tema de la RSO en las organizaciones de
beneficio social es resultado del estudio de Juliana Romo.

Las tres investigaciones coincidieron en una metodología


cualitativa, con enfoque hermenéutico y se apoyaron en la
triangulación de fuentes desde lo documental hasta las
entrevistas. Como elemento común, se concluyó que las
organizaciones que se mueven en escenarios donde la
redituabilidad de la RSO no es muy viable, necesitan de la
orientación y apoyo económico del Estado para poder llenar esos
espacios de interés social.

Post-acuerdo y las empresas.


La expresión post-acuerdo, resulta más ilustrativa que el ideal
del posconflicto. La firma de los acuerdos no ha significado el
fin de los conflictos armados y la pacificación de Colombia. No
obstante, la disminución en las cifras de violencia es innegable
y es de público reconocimiento que el país está mejor que antes
de la firma.

El post-acuerdo resulta ser un espacio propicio para que las


organizaciones reconsideren su RSO. En efecto, se trata de que
las organizaciones, que se desempeñan en los espacios
geográficos que eran afectados por la acción de la guerrilla de las
FARC, se preparen para vincular los ex militantes al circuito
social y productivo.

Las propuestas, en general, gravitan en torno a la capacitación


y financiación de los emprendimientos de los desmovilizados, la
educación para la inclusión social y laboral entre desmovilizados
y la sociedad que los acoge y las alianzas Publico privadas para
invertir en los territorios reincorporados a la normalidad civil
(Prandi y Lozano, 2010).

Sin embargo, entre los empresarios persiste una desconfianza


hacia las potenciales actuaciones de los desmovilizados. En
general, se puede decir que los empresarios colombianos no se
encuentran preparados para asumir una RSO que se involucre
en el post-acuerdo y convierta a los empresarios en actores
capacitados para lidiar con la resolución de este tipo de
conflictos.

De esta forma, la incorporación de la RSO en el post-acuerdo


deja pocos caminos para el empresario. Este, finalmente, se
relega a pagar algún tipo de pecunio para la paz (Grasa, 2015)
162
en un escenario nacional donde persisten serias dudas sobre la
totalidad de bondades promocionadas del proceso.

Para aproximarse a la perspectiva de los empresarios frente a su


rol en el post-acuerdo, se adelantó un estudio de caso en un
ingenio azucarero del Valle del Cauca. Sobre la base de la norma
ISO 26000, la RSO, la línea de triple base social-económica-
ambiental propuesta por Elkington (1999) y las observaciones ya
citadas de Prandi y Lozano, se recogió información de campo.

A grandes rasgos, se puede decir que el Ingenio elabora su RSO


apoyado en la línea de triple base. Cabe decir que esta forma de
entender la RSO se repite en muchas otras organizaciones
colombianas.

El Ingenio, en ocasiones, a través de su Fundación, desarrolla


programas de bienestar para sus trabajadores, ofrece pagos y
dignas condiciones de trabajo, ejecuta acciones de bienestar a
zonas geográficas especialmente cercanas y sensibles a su radio
de acción, se certifica en el proceso de calidad de sus productos,
adelanta su propio sistema de gestión ambiental enfocado en la
biodiversidad y los recursos hídricos, y se involucra en la
producción de combustibles limpios.

A pesar de este promisorio panorama, el Ingenio no tiene


establecidos planes para el post-acuerdo. No hay programas de
reinserción a la vida civil o de capacitación para el trabajo y el
emprendimiento. Se prevé que los reinsertados reciban el mismo
tratamiento que cualquier otro sujeto social y, por tanto, que
aspiren a los beneficios sociales del Ingenio en igualdad de
condiciones a los demás actores sociales.

Es notorio, entonces, que no hay un compromiso adicional o


especializado en los desmovilizados por parte de esta
organización. En tal sentido, se puede pensar que el post-
acuerdo no está dotado de las herramientas para sostenerse a
menos que el Estado contribuya a la preparación de los
empresarios para la reinserción de la población excombatiente.

En tal preparación, la academia juega cuatro roles


fundamentales. De una parte, puede capacitar,
multidisciplinariamente, a los empresarios para que replanteen
su papel en este nuevo escenario. Esto se debe adelantar con un
especial énfasis en la formación en Derechos Humanos. En
segundo lugar, la academia puede incorporar a los
desmovilizados e instruirlos en Derechos Humanos y en
emprendimientos.

En tercer lugar, se pueden establecer asignaturas enfocadas en


la educación para el post-conflicto, de manera tal que los
163
formandos actuales se desarrollen proclives a una sociedad
alejada de la violencia. En tal sentido, se podría extender la
cátedra de la paz creada mediante el decreto 1038 del 2015
(Presidencia de la República de Colombia, 2015) hasta la
educación superior y técnica. Por último, la academia puede
continuar y ampliar las investigaciones frente al tema, para
producir soluciones a los problemas del post-conflicto que sean
ejecutables.

La RSO y la industria cultural


La RSO encuentra múltiples entronques con la industria
cultural. En especial, la inmanencia de la cultura como
generadora de identidad y bienestar social es un gran aporte a
la RSO. De otra parte, las Organizaciones de la Industria
Cultural (OIC) actúan como subcontratistas de las otras
organizaciones del medio para desarrollar los programas de RSO
de estas últimas.

Al margen de ello, las OIC son responsables de sus propias RSO


internas, en especial en sus relaciones laborales y con sus
comunidades. No obstante, en el sector persiste una alta
informalidad y un desconocimiento sobre lo que significa la RSO.
Estas falencias llevan a que muchas OIC pierdan posibilidades
de apoyo estatal y, en ocasiones, privado. Frente al tema, se llevó
a cabo una investigación sobre la RSO en las OIC más
representativas de Santiago de Cali, que fue especialmente
nutrida por los conceptos de expertos.

Debe ser notado que, en sentido estricto, las OIC no representan


la totalidad de organizaciones del sector cultural. Hay
organizaciones dedicadas al tipo de cultura que no tiene mucha
difusión. Sin embargo, las OIC son las organizaciones más
representativas y visibles. En razón de ello, el estudio se
concentró en este tipo de organizaciones.

Para la Secretaria de Cultura Municipal de Santiago de Cali, el


sector cultural está dividido en las siguientes áreas y sub-áreas:
Artes, la más visible de todas, que incluye literatura, música,
danza, teatro y circo, artes plásticas y visuales y audiovisuales;
otra área denominada Artes tradicionales, donde aparecen
Artesanía y gastronomía; luego están las áreas de
Emprendimiento Cultural, Periodismo Cultural, Eventos y
Festivales y Formación Artística; a continuación, aparece el
área de Poblaciones con sus sub-áreas de grupos de interés,
grupos étnicos y patrimonio; y, Finalmente, está el área de
Cultura Ciudadana (Secretaría de Cultura y Turismo de
Santiago de Cali, 2016) Estas son las áreas y sub áreas donde
se desempeñan las OIC. 164
Las OIC impactan la sociedad positivamente sustrayendo a los
jóvenes de las actividades criminales. Esto sucede porque los
jóvenes, expuestos al consumo de droga o a la vinculación con
delitos, encuentran en la actividad cultural, por ejemplo, la
música, un espacio para ocupar el tiempo y proponerse nuevas
metas (Álvarez, 2017).

De esta manera, se crean escenarios de paz donde se reducen


los índices de violencia de los sectores. La actividad cultural
también puede significar generación de ingresos para los
involucrados.

El aspecto más frecuente de la RSO de las OIC es su labor de


subcontratistas de otras organizaciones. De esta forma, las OIC
tanto se vinculan a campañas estatales como también
materializan esfuerzos privados para algún programa de RSO en
particular. Se pueden citar los casos de Zalama Crew, como
subcontratista del ICBF; Fosfones, aliado con el WWF; y
Festival Éstereo Picnic, aliado con un banco comercial.

No obstante, aquellas actividades culturales que desarrollan


pensamiento crítico y que no se corresponden con el mundo del
espectáculo de masas, no resultan atractivas para la
subcontratación. De todas formas, esta modalidad lleva a que la
industria cultural consiga recursos para la sostenibilidad de sus
otras actividades.
Sin embargo, la subcontratación trae consigo dos aspectos
negativos. De una parte, menoscaba la libertad artística y obliga
a que el artista se transforme en un oferente de espectáculo
atractivo para las grandes masas.

Quizás las organizaciones estatales como contratantes puedan


excluirse de tal menoscabo. De otra parte, la subcontratación
hace que las OIC tiendan a sentirse responsables con sólo haber
cumplido lo comprometido. De esta forma, estas organizaciones
olvidan sus propias obligaciones frente a la RSO.

Conforme a los resultados del trabajo de campo se pueden


concluir varios puntos sobre la RSO de las OIC. Los dirigentes
no parecen ser muy conocedores de lo que implica la RSO: no
hay un estricto cumplimiento de la ley, donde es especialmente
sensible la inobservancia de la propiedad intelectual y los
derechos de autor; parece haber un buen trato a los proveedores;
la evidencia sugiere que las OIC son organizaciones
transparentes; los productos culturales son buenos y la
vinculación de los artistas no es permanente, por lo que muchos
de los pagos se hacen por fuera de la formalidad.

El artista es el eslabón más débil de la cadena de la industria


165
cultural. Por ejemplo, los eventos de gran magnitud generan
mayor valor agregado en otras ramas de la actividad económica,
respecto al generado para los artistas (Rodríguez, 2017).

La debilidad de la condición del artista también reposa en su


simbología: La sociedad parece no reconocer la actividad
artística como una profesión regular (Rodríguez, 2017). Esto se
explica, en parte, porque no existe una formalidad única que
defina con precisión que es la industria cultural. La definición
puede llegar a incluir actividades tan inesperadas -respecto a la
definición de cultura de la UNESCO- como la tecnología, el
diseño o la arquitectura.

Se recomiendan varias acciones para que el Estado refuerce el


sector cultural. De esto depende gran parte del afianzamiento de
la identidad social. Al respecto, se estima que la intervención del
Estado puede ser directa, situación en la que la autonomía del
artista es mínima y está sujeto a las directrices estatales;
permisivas, intervención concentrada en las OIC más rentables
o intermedia, donde el Estado fomenta actividades elegidas por
los artistas mismos.

Cada forma de intervención desencadena sus propias


consecuencias. La intervención directa se deforma en
asistencialismo y determinismo; la permisiva se torna
excluyente; en contraste, la intervención intermedia es
incluyente y participativa. Por esta razón, se considera que esta
debe ser la forma en la que el Estado se involucre con la relación
entre la RSO y las OIC.

Bajo la forma intermedia, el Estado debe intervenir en el sector


cultural especialmente a través de tres caminos. Estos son: a)
regular con mayor fortaleza las condiciones laborales de los
artistas; b) equilibrar la relación entre las organizaciones
contratantes y las OIC´s; y, c) garantizar ingresos a los ofertantes
de los productos culturales para hacer sostenible la actividad
toda vez que muchos productos culturales son gratuitos.

De todas formas, el Estado Colombiano ha avanzado en la


intervención al sector cultural por medio de la ley naranja o Ley
1834 de 2017 (República de Colombia. Presidencia de la
República de Colombia, 2017). Pero aún, falta descentralizar
más los recursos. La excesiva ubicación de la actividad cultural
en Bogotá invisibiliza la cultura de las regiones y obliga a que las
OIC´s regionales se desplacen hacia la capital.

De otra parte, el Estado puede fomentar la formalización de las


OIC´s. Muchas de ellas permanecen en la informalidad, razón
por la cual, son invisibilizadas ante el resto de la sociedad. Con
la formalización, las OIC podrían instaurar una gestión
166
administrativa técnica que: a) reforzara las condiciones laborales
de sus colaboradores y b) permitiera acceder a los recursos de
apoyo.

RSO en una organización de beneficio social

Para el desarrollo de esta investigación se trabajó con una


adaptación del concepto de cadena de valor compartido (CVC) de
Porter y Kramer (2011). Se trata de la incorporación de la RSO
en los procesos de la organización de manera tal que estén
vinculados a la creación de valor organizacional. La CVC “ofrece
a las corporaciones la oportunidad de utilizar sus habilidades,
recursos y capacidad de gestión para liderar el progreso social
de maneras rara vez igualadas por las organizaciones sectoriales
y gubernamentales mejor intencionadas” (Porter & Kramer,
2011, p. 18).

La esencia de la CVC es la creación de valor social a través de la


creación de valor económico organizacional. De esta manera, no
se trata de una RSO redistributiva de un valor agregado
preexistente. En su lugar, se trata de una RSO redistributiva de
un valor agregado que aparece a lo largo de la cadena de valor.
El objetivo central es no ejecutar una RSO a la deriva, sino una
que contribuya a la generación de valor organizacional y a evitar
la generación de sobrecostos a la organización.
Para ello, los autores identificaron tres oportunidades o
estrategias para la creación de valor compartido: reconcebir los
productos y los mercados; redefinir la productividad y la cadena
de valor; y permitir el desarrollo de un clúster local. Esto se
traduce en acciones concretas tales como ofrecer productos de
buena calidad y que no afecten la salud, identificar las múltiples
necesidades de la sociedad y la forma en la que cambian,
internalizar las externalidades, potencializar los clústers,
mejorar la logística, respetar los valores sociales, entre otras. De
esta forma, el crecimiento conjunto de la sociedad y la
organización crea sinergias que resultan útiles a los dos.

La interdependencia entre una empresa y la sociedad se puede


analizar con las mismas herramientas utilizadas para analizar la
posición competitiva y desarrollar la estrategia. De esta forma, la
empresa puede enfocar sus actividades específicas de [RSO] para
obtener un mejor resultado. En vez de simplemente actuar a partir de
impulsos bien intencionados o de reaccionar a presiones externas, la
organización puede fijar una agenda positiva de [RSO] que produzca
máximo beneficio social, así como ganancias para la empresa (Porter
y Kramer, 2006, p. 9).

El trabajo de campo implicó entrevistas y encuestas a los GI de


una organización de beneficio social. A partir de la información
recopilada, se plantean cuales podrían las directrices
167
estratégicas de este tipo de organizaciones para gestionar su
RSO. Inicialmente se aborda el reconcebir del producto y del
mercado por medio de la divulgación de los servicios que ofrece
la organización, el acercamiento a los potenciales beneficiarios
de la actividad organizacional, la divulgación del impacto social
y ambiental de la organización, la implementación de mejoras
logísticas y la ampliación de la oferta de servicios sociales.

En segundo lugar, se proponen las actividades dirigidas a


redefinir la productividad y la cadena de valor. Estas,
básicamente se condensan en la capacitación para la gestión
administrativa, la convivencia y la autogestión social de una
parte, y en la implementación de un sistema integrado de gestión
(SIG) para la mejora continua, las buenas relaciones con los
clientes externos e internos y para el bienestar laboral.

El SIG incluye el sistema de calidad y el sistema de seguridad


y salud en el trabajo. En el primero, se prevén actividades como
el diagnóstico de los riesgos ambientales, el aprovechamiento de
residuos, la capacitación en Derechos Humanos, la
sensibilización sobre la transversalidad de la RSO, las mejoras
en el bienestar laboral, el establecimiento de indicadores de
eficiencia en la gestión y el fortalecimiento de las asesorías y
seguimientos a los proveedores.
Respecto al sistema de seguridad y salud en el trabajo, se
plantean las siguientes actividades: mejoras en las prácticas de
salud y de seguridad laboral, mejoras en las condiciones físicas
de los trabajadores, establecimiento de un comité de
convivencia, asesoría psico-social, definición de rutas de
evacuación y prevención de desastres.

Discusión
La RSO continúa como un concepto de difícil concreción en
actividades puntuales. Parece que los dirigentes
organizacionales se conforman con ejecutar acciones más o
menos filantrópicas, posteriores a la actividad central, como
forma de sentir y proyectar la organización como socialmente
responsable.

Tal confort implica un riesgo. Este consiste en que las


organizaciones no sean capaces de reconocerse a sí mismas
como actores obligados a comportarse responsables socialmente
frente a todas las partes involucradas en la totalidad de sus
procesos. Es posible que el origen de esta falta de auto
reconocimiento radique en la ausencia de visibilización de los GI
vinculados a la organización. Entre los grupos afectados por esta
168
falencia se destacan, paradójicamente, los trabajadores.

Resulta ser un fuerte contrasentido no garantizar buenas


condiciones laborales. En la sociedad actual, el conocimiento es
la base de la sostenibilidad organizacional. El conocimiento viene
articulado a una sociedad, en la cual, el sector terciario de la
Economía ocupa el primer lugar en actividad.

Los servicios son buenos en la medida que quien los presta esté
capacitado y sea proclive a ejecutar su labor con calidad. En tal
sentido, existe una alta probabilidad de que un trabajador sin
buenas condiciones laborales preste un mal servicio.

El menoscabo de las garantías de los trabajadores es una vieja


práctica de las organizaciones. Esto se hace sobre la convicción
según la cual los costos laborales son la mayor fuente de
erogaciones organizacionales y, al mismo tiempo, una forma
flexible de recortar gastos y aumentar los excedentes del
ejercicio.

Los excedentes, tradicionalmente determinan la intensidad de la


RSO. De hecho, las grandes empresas pueden disuadir a nuevos
competidores basadas en tal hecho. La RSO posganancia es una
forma de exhibición de poder.

Sin embargo, también es posible que una RSO preganancia sea


tenida en cuenta a través de la CCV. No obstante, desde este
enfoque, un proceso en el que la vinculación de la RSO no
agregue valor, no será tenido en cuenta y, si fuera necesario, será
transformado para reducir o eliminar esa RSO. La reducción y la
eliminación sólo son posibles si la RSO se conserva
esencialmente voluntaria.

La voluntariedad de la RSO no ha permitido que las empresas se


vinculen más con el post-acuerdo. Si se recuerdan las zonas
donde hubo tragedias en el pasado, solamente el estímulo fiscal
y técnico del Estado hizo que las empresas se instalaran ahí. Esa
misma lógica parece aplicar para la RSO. Por ahora, parece que
los estímulos impositivos y el apoyo tecnológico y logístico por
parte del Estado son las mejores formas de llevar a que las
empresas se involucren en la ejecución de la RSO.

El Estado puede fomentar la RSO. Esto se adelantaría de forma


diferenciada en atención a las dos fases de la RSO: la asunción
y la ejecución. En ambos casos, la Academia debe ser uno de los
vehículos preferenciales para adelantar tal cometido. El rol de la
Academia es especialmente fuerte en la etapa de la asunción,
toda vez que en esta se difunden los fundamentos de orden
superior que son las temáticas de uso corriente en la Academia. 169
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LEGISLATIVOS – CAEL
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