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Investigadores mendocinos descubren propiedades

antitumorales en la flora nativa


Pablo Icardi 1 Oct 2013

Son profesionales de la UNCuyo que lograron un gran avance en la


lucha contra el cáncer; en base a plantas locales logran frenar en
avance de tumores.

Investigadores de la Universidad Nacional de Cuyo lograron fuertes avances en la lucha contra el cáncer al descubrir
propiedades antitumores en plantas autóctonas de Mendoza. Los ensayos de laboratorio han dados resultados positivos y
lograron en base a preparados de 5 especies, que los tumores dejaran de crecer y se eliminaran. En el caso especial del
retortuño, una planta abundante en Mendoza, se lograron los mejores resultados según la información enviada por la
Universidad.

Aunque la investigación está en una de sus fases iniciales, los resultados logrados son alentadores. Según explicaron desde
la UNCuyo, en Mendoza existen más de 500 especies que, según los usos medicinales tradicionales, tienen efectos
benéficos para el cuidado y la preservación de la salud. Entre ellas, hay cinco que pueden se utilizadas en tratamientos de
tumores, según una investigación que se desarrolla en la Universidad Nacional de Cuyo.

La investigación se llama “Análisis y comparación del efecto citotóxico inducido por extractos de vegetales autóctonos
mendocinos sobre células tumorales humanas”. El equipo de profesionales está dirigido por el doctor Carlos Gamarra
Luques, de la facultad de Ciencias Médicas y financiada por la secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado de la UNCuyo.

A partir de la realidad de que el cáncer representa la segunda causa de muerte en el mundo y que su incidencia anual
alcanza a más de 12 millones de personas, surge la necesidad urgente de la búsqueda de nuevas opciones terapéuticas que
mejoren situación.

Entre las múltiples especies para las cuales la medicina folklórica describe distintos usos en el cuidado y preservación de
la salud, se cuentan Tessaria absinthioides (pájaro bobo), Geoffroea decorticans (chañar), Prosopis strombulifera
(retortuño), Schinus molle (aguaribay) y Larrea divaricata (jarilla). Son vegetales autóctonos para las cuales se hallan
científicamente documentadas sus propiedades antiinflamatorias, antifebriles, antibióticas, insecticidas y antioncológicas.
En éste último caso, la información es escasa e insuficiente.

Por eso, la investigación apunta a profundizar, describir y comparar las acciones antiproliferativas sobre líneas celulares
de cáncer humano, de los compuestos químicos contenidos en los extractos acuosos de las especies enumeradas.

“Esto puede ser muy significativo, ya que si se lograra evitar que las células cancerosas proliferaran sería algún tipo de
blanco terapéutico, algún tipo de terapia positiva para esta enfermedad” explica Gamarra.

El proyecto comenzó en el año 2011 con cinco plantas: aguaribay, jarilla, pájaro bobo, chañar y el retortuño (o Prosopis
que es su nombre científico). Concretamente, las hojas de estas especies se hierven y de ahí se obtiene el extracto. Estos
se agregan a los medios de cultivo usados para hacer crecer células tumorales “in vitro” en distintas concentraciones.

“A estas plantas las obtenemos siempre en el mismo lugar geográfico. Porque la planta, dependiendo del agua o si se
expusiera a insecticidas, podría tener distinta composición de químicos. Nosotros la sacamos de un campo virgen, en
Lavalle, donde termina el río Mendoza y vamos en diciembre, cuando la planta está en flor, a cosecharla. Es importante
tener en cuenta la época de la planta, y el momento de la floración es el momento de la cosecha. Una vez cosechadas
tenemos cuarenta y ocho horas, para separar todas las hojas, de los tallos, de los frutos, de las flores y de las raíces”,
explica el docente investigador.

Específicamente, el extracto actúa sobre la célula y por distintos mecanismos hace que, primero no se divida más y, al no
poderse dividir -que es una función vital para la célula- la célula tiene mecanismos que determinan su propia muerte.

Como resultado de los ensayos realizados, los investigadores hicieron un hallazgo interesante, según explica el director
del equipo:

“Esto lo hicimos en estos cinco compuestos, pero fueron bastante importantes los descubrimientos que se obtuvieron
sobre el retortuño, porque no había sido descrito nunca y ha resultado en mínimas dosis. No había ninguna propiedad
antiproliferativa descripta para Prosopis y nosotros encontramos que a muy bajas concentraciones se inhibe el crecimiento
de las células tumorales y si les damos un poquito más, se empiezan a morir”.

“Estamos muy contentos con esto, pero obviamente, es una investigación que recién empieza”, concluye Gamarra
Luques.

Fuente: prensa Universidad Nacional de Cuyo.

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