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IRACUNDO & SUS AVENTURAS


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IRACUNDO & SUS AVENTURAS
La pregunta de “qué hacer cuando el niño explota” forma parte del problema – no de
la solución. Una de las preguntas más populares es “¿Qué hacer cuando el niño
explota? ¿Qué hacer cuando llega a gritar, pegar, insultar y tirar cosas?” Entiendo
perfectamente que esta es una de tus mayores preocupaciones. A mí también me afectó
cuando uno de mis alumnos estaba transitando un desborde de ira.

No es agradable. De hecho, es peligroso. Pero déjame preguntarte lo siguiente:


¿Por qué esperar a que el niño llegue a este punto? ¿Por qué enfocarse en qué hacer
cuando ya es demasiado tarde? Esto sería igual a no lavarse los dientes durante dos
años, llegar a tener serios problemas –– y preguntar: “¿Y ahora qué hago?” Claro,
en este momento tienes que actuar. ¡Por supuesto! La pregunta de “qué hacer” es
válida. No estoy diciendo lo contrario. Mi punto es: Ya llegaste a tener un
problema gordo. Estás en una situación muy delicada. Una situación que FÁCILMENTE
se podría haber evitado. Porque hay una mejor solución que esperar hasta que sea
demasiado tarde, –– y tú ya sabes cuál es. La solución se llama prevención. Uno
generalmente no se lava los dientes porque TIENE problemas dentales. Uno se lava
los dientes para NO LLEGAR A TENERLOS. Se hace de manera preventiva. ¿Y qué se
suele hacer con la ira? Lamentablemente todo lo contrario. No se hace nada de
manera preventiva. Por ende, es muy común y lógico que los niños lleguen a los
desbordes. Y como no hubo prevención, el niño no tiene ninguna herramienta para
calmarse en el momento. Y el adulto tampoco sabe qué hacer. En resumen: La solución
no es esperar hasta el desborde de ira –– y después ver qué podemos hacer. Sino más
bien, hay que evitar que el niño llegue a ese punto. Ahora, la pregunta es: ¿Cómo
prevenir? Para eso he escrito el libro “Iracundo & sus aventuras”. Es un libro en
formato digital, con más de 115 actividades que les entregará a los niños y niñas
las herramientas necesarias para que puedan afrontar la ira sin mayores estragos.
Usando las herramientas podrás observar, cómo los desbordes disminuyen
notablemente. ¿Por qué estoy tan segura de eso? Pues, he creado todas estas
herramientas por necesidad. Porque yo también estuve en la situación de no saber
cómo actuar frente a un desborde de ira. Pero eso ya es parte del pasado, gracias a
estas herramientas que han ayudado a un sin fin de niños y a sus padres. Y estoy
segura que también te ayudarán a ti. ¡Comienza hoy a trabajar en la prevención!
HELENE BELFORT -BIOGRAFÍA (Historia de Vampiros)
Helene Eugenie Belfort nació en París el veintiocho de febrero del año 1836. Sus
padres fueron el juez Henri-Louis Belfort y doña Eugenia de Sotomayor, dama de
origen español cuya familia se había exiliado en Francia durante el reinado de
Fernando VII.
Helene era una niña muy dulce y bella, de tez clara, suaves cabellos rubios y ojos
de color castaño claro, que de lejos parecían casi dorados. Siempre sintió mucho
afecto hacia su hermano Henri, dos años mayor que ella, con el cual solía jugar en
los amplios jardines de la mansión familiar. Puede decirse que su infancia fue
completamente feliz hasta un incidente que tuvo lugar durante la primavera del año
1850.
Henri era un artista precoz y, como quería pintar una acuarela que representase a
una ninfa, convenció a su hermana para que le sirviera de modelo. Aquella tarde el
juez Belfort los encontró junto al estanque del jardín y, cuando vio que Helene
estaba casi desnuda, malinterpretó la situación. Sin prestar atención a las
explicaciones de sus hijos, decidió que debían estar separados e hizo encerrar a
Henri en uno de los colegios más severos de París. Como Helene era demasiado
delicada para soportar la dura disciplina de los internados, se le permitió
permanecer en la mansión, aunque se le prohibió visitar a su hermano y salir de
casa sin la compañía de un adulto.
Pero la mayor desgracia de su vida le acaeció en noviembre de aquel mismo año,
concretamente durante la Noche de Difuntos, cuando la mansión fue asaltada por un
violento grupo de maleantes. Estos asesinaron cruelmente al matrimonio Belfort y a
casi todos los criados, pero mantuvieron con vida a Helene y a una doncellita de
quince años llamada Marie “para divertirse con ellas”. Decidieron empezar por Marie
y Helene tuvo que ver, impotente y aterrorizada, cómo la pobre doncella era violada
por sus captores. Cuando le tocó el turno a Helene, esta prefirió clavarse un
cuchillo en el pecho antes que correr la misma suerte que Marie.
Los criminales se marcharon y Marie intentó reanimar a Helene, pero, viendo que no
podía hacer nada por ella, se fue de la mansión, llorando y con la ropa desgarrada.
Poco después de que se marchara Marie, pasó por allí un viejo vampiro llamado
Hecateo, que entró en la mansión atraído por el olor de la sangre. Viendo que
Helene aún estaba con vida, se compadeció de ella y la convirtió en un nuevo ser de
las tinieblas.
Aquella misma noche Hecateo y Helene, completamente recuperada gracias a sus nuevos
poderes, se vengaron de los delincuentes que habían provocado la masacre. Luego los
dos vampiros se separaron y poco antes del amanecer Helene visitó a Henri en su
dormitorio del internado, para despedirse de él. Tras un encuentro entrañable y
casi erótico (quizás el pobre juez Belfort no estuviera tan errado en sus
sospechas), Helene le pidió a su hermano que le permitiera chupar un poco de su
sangre (“así, aunque viva mil años, nunca podré olvidarte”). Luego le rogó que
fuera en busca de Marie, “pues a partir de ahora ella te necesitará mucho más que
yo”.
Al día siguiente Henri huyó del internado y encontró a Marie vagando sola por el
campo. La muchacha había intentado volver al pueblo de sus padres, pero estos la
habían echado de casa, al saber que estaba “deshonrada” y que, por tanto, ya no
podía aportar dinero a la familia. Henri y Marie se fueron juntos a América, donde
se casaron y tuvieron varios hijos, cuyos descendientes aún viven en la provincia
de Quebec. Nunca más volvieron a ver a Helene, quien deambuló durante muchos años
por distintos lugares del mundo. Como su pequeño cuerpo no necesitaba grandes
cantidades de sangre, nunca mató a nadie para alimentarse, aunque sí lo hizo en
ocasiones para defenderse o vengarse de sus enemigos.
Durante sus andanzas conoció (y desangró) a muchos personajes peculiares, como el
poeta Charles Baudelaire, el novelista Lewis Carroll o el cazador de vampiros
Daniel Hunter.
A principios del siglo XXI se reunió con su maestro Hecateo y, gracias a la ayuda
de Lilith, la reina bruja, ambos vampiros abandonaron este mundo para refugiarse en
el Reino Espiritual, donde los seres sobrenaturales pueden vivir en paz por toda la
eternidad.
Sin embargo, algún tiempo después Helene decidió volver temporalmente a este mundo,
para ayudar a los descendientes de Henri y Marie, que habían sido secuestrados por
unos criminales. Pero antes de que pudiera volver al Reino Espiritual ella misma
fue raptada por el doctor Newman, un experto en ocultismo que intentó arrebatarle
sus poderes para convertirse en vampiro. Afortunadamente, Hecateo (que siempre se
había preocupado por Helene más de lo que parecía) envió en su ayuda al Bakeneko,
un espíritu con forma de gato, que rescató a Helene con la ayuda de una niña
japonesa llamada Ayumi Yamagata y de cierto oficial del SAT. Una vez libre, Helene
les dio las gracias a sus rescatadores y volvió al Reino Espiritual, esta vez para
siempre.

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