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Muchas veces me he preguntado a mí misma los motivos por los cuales elegí estudiar

esta carrera. Debo aclarar que no ha sido una decisión sencilla, me lo cuestione en
todo mi transcurso de la secundaria. Creo que estuve más segura desde que comenzó
la pandemia en 2020.

Cuando inicio la emergencia sanitaria en Uruguay me encontraba en quinto de liceo,


fue el año en donde el aislamiento por cuidarnos entre todos, me hizo cuestionarme un
montón de cosas. Pasaban los meses y mi única cercanía eran mis padres, no tenía
contacto con nadie más, por supuesto en casa pasaban todos los días trabajando, y la
mayor parte del tiempo estaba sola.
Fue entonces que desarrolle un trastorno de la conducta alimentaria, a medida que
paso el tiempo. Ese primer año de pandemia, comencé con pequeñas acciones que no
eran propias mías, debido a esta enfermedad pero todo empeoro al siguiente año.
En 2021, me encontraba en sexto de liceo, mi último año, y la situación de COVID-19
en el país había empeorado al igual que mi situación.

Por motivos de la situación externa e interna, en mi caso, empeore, llegando al punto


en el que no le veía sentido a la vida, donde mil veces me plantee la idea de darme
por vencida, de no encontrar un propósito para seguir adelante. Fueron meses muy
difíciles, tanto para mí, y los de mí alrededor, a causa de eso por primera vez desde
que tenía diecisiete años, acudí a un psicólogo.

Desde ese momento, todo mejoro, gracias a la ayuda profesional. Cada sección
mejoro mis hábitos que había adquirido a lo largo de esos dos años, replanteándome
situaciones y haciéndome ver cosas que en ese momento era imposible notar.
Ahí me propuse que también quería estar en el otro lugar, como psicóloga, apoyando
a personas que sufren de esa enfermedad, ayudando a transcurrir todo ese proceso,
que no se sientan solas y que siempre hay una solución para todo.

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