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MINERALES Y VITAMINAS

Definición, Características, Clasificación

Dr. Médico Veterinario Sebastián Picco

INTRODUCCION

La alimentación animal moderna, para asegurar óptimos niveles de crecimiento,


desarrollo, salud y producción, demanda alimentos que contemplen el aporte adecuado
de todos los nutrientes. Minerales y vitaminas conforman dos grupos de nutrientes, el
primero inorgánico y el segundo orgánico, que se caracterizan por ser requeridos por los
animales en muy pequeñas cantidades, razón por la cual se los suele llamar
micronutrientes. Muchos de los minerales y casi todas las vitaminas son nutrientes
esenciales. Por lo tanto, deben estar presentes en los alimentos en formas y cantidades
específicas. Cuando esto no ocurre, sobrevienen los cuadros carenciales o de intoxicación.

Los minerales son elementos sólidos y cristalinos que no pueden ser sintetizados o
descompuestos por reacciones químicas ordinarias (McDowell, 1992). La importancia de
los minerales como nutrientes se conoce desde hace siglos. En el siglo XVII se descubrió
que los huesos se encontraban formados mayormente por calcio y fósforo. A partir de
este evento, numerosos hitos marcaron la historia de la nutrición mineral. Sin embargo,
el concepto de mineral como nutriente esencial se conocen desde el año 1928, momento
en el cual se realizaron los primeros ensayos en animales de laboratorio alimentados con
dietas purificas. Dichos experimentos demostraron inicialmente la esencialidad del Cu,
Zn y Mn (Suttle, 2010).

Las vitaminas se diferencian de los minerales por su naturaleza orgánica, constituyendo


el cuarto elemento orgánico esencial luego de los carbohidratos, grasas y proteínas. Por
definición son compuestos orgánicos complejos presentes en muy pequeñas cantidades
en los alimentos, esenciales para una actividad metabólica normal. Cuando no están
presentes o están en niveles subóptimos se producen enfermedades carenciales. La
omisión de una simple vitamina requerida en muy pequeñas cantidades en la dieta
(miligramos o microgramos) es capaz de ocasionar una enfermedad carencial específica
(McDowell, 2000). El conocimiento de la estructura química de estos nutrientes
esenciales fue posterior al descubrimiento de su importancia nutricional, debiendo su
nombre a la generalización del nombre Vitamina (amina vital) con que fue designado en
1912 uno de estos compuestos (Maynard et al, 1983). A diferencia de otros elementos
esenciales, no todas las vitaminas deben ser provistas por los alimentos ya que muchas
de ellas pueden ser sintetizadas y provistas por los microorganismos gastrointestinales
(Por ejemplo: vitaminas del complejo B). Además, algunas vitaminas no son incorporadas
como tales, sino como precursores que luego adquieren su función dentro del organismo
(Por ejemplo: vitamina D) (McDowell, 2000).

Una de las principales dificultades para comprender la importancia de la participación de


los micronutrientes en los alimentos se debe a su bajo nivel de participación en la
composición de órganos y tejidos, menor al 5% del peso vivo (McDowell et al, 1997) y
en su también baja participación en la composición de la dieta de los animales domésticos.
Sin embargo, todas las formas de vida requieren minerales y vitaminas para llevar a cabo
sus procesos biológicos normales y se hayan presentes en prácticamente todos los órganos
y tejidos. Con el avance de la ciencia y con el paso de los años se fueron conociendo las
principales funciones de los micronutrientes y las consecuencias de sus deficiencias
(enfermedades carenciales). De la misma manera, hoy en día sabemos que todos los
minerales, esenciales o no, y algunas vitaminas, cuando se hallan en altas concentraciones
en el alimento o en el agua, pueden resultar tóxicos (NRC 2005; McDowell, 2000).

CLASIFICACIÓN DE MINERALES Y VITAMINAS

Para el año 1981 veintidós minerales eran reconocidos como esenciales, 7


macrominerales y 15 microminerales (Tabla 1). La forma actual de agrupar a los
minerales se basa en la cantidad en que son requeridos por los animales en el alimento.

Así, aquellos minerales que son requeridos en concentraciones mayores a 100 mg/kg de
materia seca (MS) son denominados macrominerales, mientras que aquellos cuyos
requerimientos son menores a 100 mg/kg MS son llamados microminerales (McDowell,
1992). Un tercer grupo lo conforman los llamados “nuevos minerales traza”, que incluye
elementos como el aluminio (Al), boro (B), Cadmio (Cd), litio (Li), plomo (Pb) y rubidio
(Rb). Estos elementos, demostraron bajo condiciones específicas mejorar ciertos aspectos
del crecimiento o la salud. Es probable que con el avance de las técnicas analíticas y de
la ciencia, muchos de ellos pasen a ser considerados también minerales esenciales
(Underwood and Suttle, 1999, Suttle, 2010).

Los minerales también pueden ser clasificados en función de su carga. Aquellos con carga
positivas, cationes, incluyen a minerales como el Calcio (Ca), Magnesio (Mg), Potasio
(K), Sodio (Na), Hierro (Fe), Cobre (Cu), Manganeso (Mn) y Zinc (Zn). Un grupo de 4
minerales poseen carga negativa (aniones) (Cloro, Iodo, Fósforo y Molibdeno) y suelen
encontrarse en agrupamientos aniónicos como Cloruros, Ioduros, Fosfatos y molibdatos.
Adicionalmente pueden clasificarse por su valencia. Esta última alternativa describe
atributos químicos y físicos que poseen importancia en nutrición ya que los cationes
monovalentes (K y Na) tienen una alta tasa de absorción e interrelación, mientras que los
cationes monovalentes poseen coeficientes de absorción mucho mas bajos (McDowell,
1992).

Las vitaminas conforman un grupo de compuestos orgánicos químicamente no


relacionados entre sí, lo cual las diferencia de los restantes grupos orgánicos como
hidratos de carbonos, proteínas o lípidos, que poseen un patrón químico común. Por ellos,
su clasificación no se vincula con su composición química, sino con sus funciones
(McDowell, 2000). La forma clásica de clasificar las vitaminas es en función de su
solubilidad en lípidos o agua.

De esta manera, existen dos grupos de vitaminas, las liposolubles (vitaminas A, D, E y


K) y las hidrosolubles (Complejo B y vitamina C) (NRC Beef Cattle, 2000 y NRC Dairy
Cattle, 2001). Las primeras se componen básicamente de carbono, hidrógeno y oxígeno,
se hayan asociadas a la parte grasa de los alimentos, utilizan mecanismos de absorción
similares a los de las grasas y todo aquello que favorece o entorpece la absorción de
lípidos afecta de igual manera la absorción de estas vitaminas. Cuatro de las 3 vitaminas
liposolubles tienen capacidad de almacenamiento orgánico (A, D y E), dos de ellas
pueden ser tóxicas cunado son consumidas o administradas en exceso (A y D) y son
eliminadas por vía fecal, previa excreción por bilis. Las vitaminas hidrosolubles varían
significativamente en su composición. Además de carbono, hidrógeno y oxígeno, pueden
contener nitrógeno, azufre y cobalto. Normalmente no se almacenan y la vía principal de
eliminación es la urinaria.

No todas las vitaminas reconocidas como tales cumplen adecuadamente con la definición
de vitaminas. Como ejemplo, la “Colina”, perteneciente tentativamente al grupo B, puede
ser sintetizada por el propio organismo, se requiere en grandes cantidades y cumple
funciones básicamente estructurales, más que como coenzima, que es la función más
común del resto de las vitaminas del grupo B (McDowell, 2000).

DISTRIBUCIÓN EN EL ORGANISMO

Minerales y vitaminas se hayan ampliamente distribuidos en los diferentes órganos y


tejidos. Pueden hallarse en el interior de las células, en sus membranas o como parte de
los fluidos extracelulares. Del total de minerales, el 46% está representado por el Calcio,
el 29% por el fósforo, el 25% por el Potasio, Sodio, cloro y magnesio, mientras que los
microminerales representan tan solo el 0,3%. Entre el 80 y el 85% del total de los
minerales se hayan presentes en el tejido óseo, siendo básicamente Ca, P y Mg. Un cuarto
elemento se haya muy concentrado en un solo órgano, la glándula tiroides, donde se
almacena el 80% de las existencias orgánicas de Iodo. El resto de los minerales tienen
una distribución mas o menos uniforme, la cual se repite con bastante similitud en los
tejidos de diferentes especies de mamíferos. La distribución y presencia de minerales en
los diferentes tejidos y órganos no es aleatoria, encontrándose siempre dentro de límites
precisos, fuera de los cuales la salud o la producción pueden verse afectadas (McDowell,
1992).

La distribución de las vitaminas es diferente según sean hidro o liposolubles. Mientras


que las primeras se hayan presentes en todos los órganos y tejidos, las segundas están
asociadas a lípidos y están totalmente ausentes en algunos tejidos (McDowell, 2000).
Tabla 1. Clasificación de los minerales en macro y microminerales esenciales, según su
nivel de requerimiento en el alimento (base seca).

TIPO REQUERIMIENTO ELEMENTO

Macrominerales >100 ppm Ca (calcio), P (fosforo), Mg (magnesio), K (potasio),


Na (sodio), Cl (cloro) y S (asufre)

Microminerales <100ppm Fe (hierro), I (iodo), Zn (zinc), Cu (cobre), Mn


(manganeso), Co (cobalto), Mo (molibdeno), Se
(selenio), Cr (cromo), Sn (estaño), V (vanadio), Fl
(flúor), Si (Silicio), Ni (niquel) y As (arsénico).

Tabla 2. Clasificación de las vitaminas y sinónimos más comunes (Modificado de


McDowell, 2010).

GRUPO VITAMINA SINONIMO


Vitamina A1 Retinol, retinal, ácido retinoico
Vitamina A2 Dihidroretinol
Vitamina D2 Ergocalciferol
LIPOSOLUBLES Vitamina D3 Colecalciferol
Vitamina E Tocoferol, tocotrienol
Vitamina K1 Filoquinona
Vitamina K2 Menoquinona
Vitamina K3 Menadiona
Tiamina Vitamina B1
Riboflavina Vitamina B2
Niacina Vitamina PP, vitamina B3
Vitamina B6 Piridoxal, piridoxol, piridoxina
HIDROSOLUBLES Acido Pantoténico Vitamina B5
Biotina Vitamina H
Folacin Acido fólico, folato, vitamina Bc
Vitamina B12 Cobalamina
Colina Gosipina
Vitamina C Acido ascórbico

FUNCION DE LOS MINERALES Y LAS VITAMINAS:

Según Suttle (2010), las funciones de los minerales en los animales pueden agruparse en
cuatro categorías:
A) Estructurales: en cuyo caso los minerales integran parte de una estructura, como son
los casos del Ca, P y Mg a nivel de tejidos óseo y muscular, pero también los casos de Zn
y P, contribuyendo a la estabilidad de moléculas y membranas celulares.
B) Fisiológicas: minerales como el Na, Cl, K, Ca y Mg se hallan en los fluidos y tejidos
corporales como electrolitos, participando en complejos procesos como el mantenimiento
de la presión osmótica, el equilibrio ácido-base, la permeabilidad de membrana y la
transmisión de los impulsos nerviosos.
C) Catalíticos: muchos minerales (ej: Cu, Zn, Mn, Se, I) pueden actuar como agentes
catalizadores a nivel enzimático o endócrino. En algunos casos lo hacen como
componentes estructurales (ej: Se-proteínas, hormonas tiroideas) y en otros como
coenzimas (ej: Cu, Zn y Mn-enzimas). La actividad resultante puede ser catabólica o
anabólica, o también, prooxidante o antioxidante.
D) Reguladores: diferentes minerales actúan como señalizadores y reguladores de
procesos biológicos de alta complejidad como la diferenciación celular, la regulación de
la expresión génica, la transcripción del ADN y la traducción a proteínas. Normalmente,
un mineral cumple una o mas funciones en simultaneo. Como ejemplo, el Calcio actúa
como agente estructural responsable en parte de la resistencia del hueso. Paralelamente,
cumple funciones vitales en los tejidos blandos y en el líquido extracelular, entre las
cuales pueden citarse la transmisión del impulso nervioso y el intercambio intracelular de
energía (Underwood and Suttle, 1999; Suttle 2010).
Las vitaminas, al igual que los minerales participan en un sinnúmero de procesos
biológicos que abracan fenómenos regulatorios como la expresión génica (Por ejemplo:
Vitamina D) o la diferenciación celular (por ejemplo: vitamina A), participación en
reacciones enzimáticas como cofactor o como parte integrante de factores coenzimáticos
(por ejemplo: vitaminas del grupo B) y también como agentes antioxidantes no
enzimáticos (por ejemplo: vitaminas E y C) (McDowell, 2000). Son indispensables para
el correcto funcionamiento de numerosas vías metabólicas, para una adecuada respuesta
inmune y en los procesos de diferenciación celular (NRC Dairy Cattle, 2001).

FUENTES DE MINERALES Y VITAMINAS

La principal fuente de minerales y vitaminas para los animales domésticos son las plantas.
En el caso de los minerales, suele existir una relación entre el contenido existente en las
plantas y el contenido en la tierra y el agua. La relevancia de cada fuente depende de las
circunstancias y sus contenidos suelen estar interrelacionados, siendo especialmente
importante la relación entre la cantidad de minerales en el suelo y las plantas. Esta
relación está influenciada además por factores tales como el tipo de especie vegetal
(plantas más o menos concentradoras de minerales como ocurre por ejemplo con el Se),
el estado de maduración de la planta, volumen forrajero producido, manejo de la pastura
y condiciones climáticas (ej: variación de la captación de Mg según la temperatura y nivel
de radiación solar) (McDoweel, 1992 y 1996; Underwood and Suttle, 1999; Suttle, 2010).
Las vitaminas se hallan primariamente en los tejidos vegetales y su presencia en los
tejidos animales obedece a la ingestión de dichas plantas, o bien a la presencia de
microorganismos capaces de sintetizarlas (por ejemplo: vitaminas del complejo B y
especialmente la vitamina B12). De las vitaminas liposolubles, tanto la vitamina A como
la D se hayan presentes en los tejidos vegetales como provitaminas, las cuales son
transformadas a sus formas activas dentro del organismo del animal. Finalmente, la
vitamina Niacina (B3) puede ser ingerida o convertida dentro del organismo animal, a
partir de la conversión del aminoácido triptófano (McDowell, 2000).

REQUERIMIENTOS
La necesidad de minerales y vitaminas varía con la especie y con la etapa productiva o
reproductiva en que se encuentren los animales. Es importante tener en cuenta qué en
condiciones normales los animales son capaces de elegir los alimentos, a fin de cubrir
cada una de sus necesidades. Por dicha razón, cada vez que las posibilidades de
alimentación natural son restringidas o direccionadas, es imprescindible asegurar que
todos los nutrientes estén presentes en el alimento. Esto alcanza su máxima expresión
cuando el confinamiento es absoluto y el animal solo puede alimentarse con el alimento
que le es suministrado. En estas circunstancias, un error en la provisión de cualquiera de
los micronutrientes provocará un cuadro carencial o una intoxicación, y la velocidad de
presentación estará directamente vinculada a la magnitud de la deficiencia (o exceso),
pero también a la longitud del ciclo de vida o producción de la especie. Así pollos
parrilleros, con ciclos productivos de 40-42 días experimentarán mucho más rápido una
deficiencia mineral o vitamínica, que un novillo que puede requerir más de un año para
alcanzar el peso de faena.
El suministro de micronutrientes, ya sea por recolección de alimentos o por
suplementación artificial tiene por objeto alcanzar un optimo nivel de aporte, acompañado
de un óptimo nivel de absorción. Muchos de los micronutrientes, y en especial los
minerales, poseen mecanismos de absorción altamente regulados, cuyo objetivo es
maximizar la absorción en épocas de escases, o bien limitar su absorción cuando los
alimentos poseen elevadas concentraciones. Es por ello qué el concepto de necesidad de
un micronutriente debe acompañarse necesariamente del concepto de “coeficiente de
absorción” del nutriente.
La estimación de requerimientos debe contemplar las necesidades para cumplir con las
funciones específicas, el reemplazo de aquellos elementos que se pierden como
consecuencia de las actividades biológicas normales y aquellos que se pierden a través de
productos como la leche o sudor. Como requerimientos de mantenimiento (RM) se
entiende a aquellas pequeñas cantidades de microelementos que son necesarias para
reemplazar aquellas perdidas inevitables que ocurren por vía fecal, las cuales ocurren aún
en animales no destinados a producción, y que se componen principalmente de los
minerales perdidos por descamación de células a nivel gastrointestinal, por residuos
microbiológicos y a partir de secreciones gastrointestinales no recuperables. En algunos
casos, la vía fecal forma parte de la vía regulatoria para eliminar los excesos ingeridos
con la dieta (por ejemplo: P, Cu, Mn). En estos casos, los RM difieren de las
concentraciones de dichos minerales observables en materia fecal. Por dicho motivo, los
ensayos tendientes a establecer requerimientos de mantenimiento tienden a establecerse
como el equivalente a las pérdidas por materia fecal ocurridas con el mínimo suministro
del mineral capaz de producir el máximo nivel de producción, expresándose dichos
requerimientos como cantidades por kg de materas seca (kg MS). Los animales lactantes
comen mas por unidad de peso que los no lactantes, por lo tanto, aún comiendo alimentos
con similares concentraciones a nivel de MS, sus RM alimentarios son mayores (Suttle,
2010).
Algo similar ocurre con los requerimientos ocasionados por el trabajo (RT), ya que el
esfuerzo incrementa el consumo de MS. La excepción la constituyen el Cl, K y Na, ya
que sus pérdidas por sudor se incrementan marcadamente, lo que ocasiona un incremento
neto de sus RT.
Los requerimientos destinados a reproducción (RR) suelen ser equivalentes a las
cantidades de minerales presentes en el feto y los productos de la concepción (placenta,
útero, fluidos fetales, etc), incrementándose exponencialmente al final de la gestación.
Además, en la última parte de la gestación ocurre una necesidad adicional destinada al
crecimiento de la glándula mamaria y a la producción del calostro (Suttle, 2010).
Los requerimientos destinados a producción (RP) están determinados por el contenido
mineral presente en cada tipo de unidad de producción (peso ganado, producción de leche
o lana) y tienden a ser constantes. Son excepciones minerales como Ca y P que se
acumulan en hueso. A medida que los animales crecen y alcanzan su madurez se observa
una menor participación del desarrollo óseo, con una reducción de su aporte por unidad
de peso vivo (AFRC, 1991), lo cual implica una reducción de las necesidades de Ca y P
(Suttle, 2010).
Ya se mencionó previamente que los minerales poseen coeficientes de absorción
variables. Por esta razón, la estimación de requerimientos netos suele subestimar los
requerimientos dietarios ya que la mayoría de los minerales son incompletamente
absorbidos. La magnitud de la subestimación es variable. Así, minerales como el Na y Cl
son absorbidos casi en su totalidad, mientras que minerales como el Cu o Mn presentan
muy bajos niveles de absorción. La diferencia entre el mineral disponible en el alimento
y el mineral absorbible obedece a varias causas, entre las que se destacan la presencia de
formas químicas minerales no absorbibles (ej: el fosforo presente como ácido fítico, el
cual no puede ser aprovechado por animales no-rumiantes), la presencia de mecanismos
de absorción saturables o compartidos por varios minerales (ej: metalotioneina) y la
presencia de antagonistas que forman complejos insolubles, que tampoco pueden ser
absorbidos (ej: formación de complejos entre Mo y Cu).
Para solucionar estas diferencias, los requerimientos minerales se estiman a partir de
modelos factoriales o mediante ensayos de suplementación. En los primeros, la suma de
los requerimientos netos se divide por el coeficiente de absorción. Este sistema permite
predecir diferentes requerimientos en función de diferentes planteos u objetivos de
producción. Sin embargo, su eficacia está limitada a la veracidad o efectividad del
coeficiente de absorción estimado. Los segundos requieren el desarrollo de múltiples
ensayos con diferentes esquemas de producción y diferentes niveles de aporte mineral.
Son mucho más trabajosos, pero suelen ser necesarios para convalidar las estimaciones
factoriales (Suttle, 2010).
En líneas generales, la estimación de los requerimientos vitamínicos es similar a la
descripta para minerales. Sin embargo, debe tenerse presente que algunas vitaminas son
metabólicamente esenciales, pero no lo son desde el punto de vista dietario. Esto se debe
a que muchas vitaminas pueden ser sintetizadas a partir de otros componentes del
alimento o por los propios microorganismos que habitan el tracto gastrointestinal. El más
claro ejemplo de ello puede observarse en los rumiantes, quienes se proveen de vitaminas
del grupo B a partir de los microorganismos ruminales. Pese a ello, ciertas condiciones
irregulares pueden accidentalmente subestimar su aporte, lo cual puede observarse bajo
condiciones fermentativas anómalas (ej: acidosis láctica) o bajo condiciones de estrés, en
la cual la síntesis de estas vitaminas puede ser anulada o insuficiente. La falta de áreas de
fermentación pre-gástricas hace que aves, cerdos y animales no rumiantes en general sean
más susceptibles a experimentar deficiencias de vitaminas del grupo B. Esta observación
es también aplicable a rumiantes jóvenes, en los cuales no se ha alcanzado una adecuada
madurez ruminal (McDowell, 2000). Por dicha razón, a medida que aumenta el nivel de
confinamiento, y por ende la capacidad de saciar las demandas alimenticias a través de
apetito selectivo, más importante es su adición en los alimentos.

DEFICIENCIA Y EXCESO:

El modelo general de deficiencia mineral propuesto incialmente por Underwood y Suttle


(1999) incluye cuatro etapas:
A) Depleción: etapa en la cual las reservas orgánicas del mineral disminuyen.
B) Deficiencia: durante la cual disminuyen las reservas transportables del elemento.
C) Disfunción: durante la cual, las reservas transportables ya no son capaces de abastecer
adecuadamente a los tejidos y órganos. Esto situación ocasiona que las funciones
dependientes de la presencia mineral comienzan a verse afectadas. Muchas de las
manifestaciones sublcínicas de deficiencia, generalmente de alto impacto productivo (por
ejemplo: ganancia diaria de peso e índice de conversión alimenticia), comienzan a ocurrir
durante esta etapa.
D) Enfermedad o manifestación clínica de la carencia, en la cual los desordenes clínicos
se hacen evidentes (Underwood and Suttle, 1999; Suttle, 2010).

Patogenia
Figura 1. Esquema general de desarrollo Se
Diagnóstico
de una deficiencia mineral

Depósito
Valor del indicador

Sangre

SUBCLINICAS CLINICAS
Enzimas

CONSECUENCIAS

Depleción Deficiencia Disfunción


Evolución de la carencia

Dentro del esquema general descripto existen ciertas variaciones específicas de cada
elemento mineral. Así, minerales como el Mg o Zn que carecen de reservas orgánicas
importantes pueden presentar rápidamente una reducción de sus concentraciones
plasmáticas, comenzando entonces el cuadro carencial desde la fase de deficiencia. En el
otro extremo, las extensas reservas de Ca no son eficaces para mantener las
concentraciones de Ca iónico plasmático durante la bajada del calostro. Por lo tanto, se
desencadena un cuadro clínico de enfermedad aún con extensas reservas del elemento.
Otro aspecto a considerar es la transición entre deficiencia y disfunción. En algunos casos
dicha transición es paulatina con afectaciones parciales que obedecen a distintos umbrales
de protección para la función en particular (Underwood and Suttle, 1999; Suttle, 2010).
Así durante la deficiencia de Cu las enzimas Cu-dependientes poseen umbrales de
protección relacionadas a la importancia de su función, por lo cual algunas cesan su
actividad antes que otras (Picco, 2004). Finalmente, la aparición de alteraciones clínicas
como manifestación final del cuadro carencial suele esconder la fase subclínica de dicha
enfermedad (Fazzio, 2006). En la actualidad todos los esfuerzos están enfocados en
advertir y prevenir dicha fase ya que se estima es la que ocasiona mayores pérdidas a
nivel productivo.

La exposición de un animal a elevadas concentraciones de minerales puede tener


diferentes orígenes. Comúnmente, áreas con suelos ricos en minerales producen plantas
con grandes concentraciones de estos, siendo los casos más comunes las áreas seleníferas
y aquellas ricas en molibdeno. Industrias como la minería o fundición suelen ser causa de
contaminación de suelos, el agua y el aire. También el consumo de ciertos residuos de la
industria animal puede ser una fuente de concentraciones toxicas de algunos minerales,
siendo el caso mas común la intoxicación por mercurio producto del consumo de harinas
de pescado (los peces bio-concentran el mercurio) (NRC, 2005). Finalmente, niveles
tóxicos de minerales y/o vitaminas pueden ser suministrados erróneamente por errores de
formulación en la dieta, por errores industriales en el proceso de producción de
correctores de micronutrientes comerciales orales, o por errores en su manipulación final
dentro de los establecimientos agropecuarios, a lo que pueden sumarse errores
provocados por una inadecuada suplementación parenteral. Normalmente, cuando el
exceso se provoca por el consumo de plantas, agua o residuos animales ricos en minerales,
se desencadena una intoxicación crónica, mientras que los eventos asociados a
suplementación mineral-vitamínica suelen desencadenar cuadros de intoxicación aguda
(NRC, 2005), terminando muchas veces con la muerte del animal, siendo de los casos
mas conocidos la muerte por exceso de Cobre suministrado por vía parenteral (Fazzio et
al, 2017)
Cuando el consumo mineral es excesivo, ocurren una serie de eventos que en líneas
generales son inversos a los esperables durante las deficiencias. Es decir, se produce una
fase inicial de acumulación en los órganos o tejidos de depósito, luego se incrementan los
valores de las reservas transportables (concentraciones sanguíneas), se produce la
acumulación anómala en tejidos y órganos que no son los de depósito y finalmente
sobreviene los desórdenes clínicos. Adicionalmente, una de las primeras consecuencias
del consumo excesivo de minerales puede ser la interferencia en la absorción de otro
mineral, siendo uno de los mas comunes la interferencia en la absorción de Cobre por
exceso de Molibdeno o Sulfatos en el alimento o agua.
En el caso de las vitaminas, algunas poseen órganos de depósito claramente identificables
y otras los poseen en menor medida. En líneas generales puede esperarse un modelo
similar de deficiencia al descripto para los minerales. En el caso de la toxicidad, algunas
vitaminas son inocuas, con lo cual no es factible esperar toxicidad, mientras que otras (ej:
vitaminas A y D) pueden ser tóxicas cuando son ingeridas o aportadas por vía parenteral
en grandes cantidades.

Bibliografía

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