Rosbelisa Berroa Santana/100597642

El Hato Ganadero

Los hatos constituían una base esencial en la estructura social y económica de Santo Domingo,
en el siglo XVIII, debido a que generaban gran parte de la renta nacional de la colonia y
agrupaban un sector muy elevado de su población. El hato representaba un impulso en la
dinámica que impulsaba gran parte de la sociedad colonial, donde los sistemas de producción del
hato eran de modelo esclavistas-feudales.
El trabajo en conjunto de los propietarios del terreno ganadero, y los trabajadores esclavos,
significaba la representación de la unión social que poseía rasgos feudales y patriarcales. Más
sin embargo los esclavos no eran tratados con crueldad, y podían comprar su libertad luego de
pagar con años de trabajo y dinero.
El hato logró ser autosuficiente, debido a que en su interior se desarrollaba una variedad de
actividades de comercio derivadas del hato; aunque gran parte de producía para consumirse
entre los mismos productores, también se efectuaba externamente. De las actividades que
realizaban estaban las labores agrícolas y labores artesanales.
Debido a que los dueños empleaban la unidad productiva de tipo extensivo, obtenían muy pocos
recursos de la naturaleza, por ello su nivel de explotación respecto al ganado era baja, ellos
mismos, los dueños y unos cuantos trabajadores esclavos eras quienes cuidaban del ganado, y
esto resultaba en una vida manchada de pobreza.
La parte donde predominaron los hatos de gran extensión fue en el Este, donde podía haber
decenas, centenas y sobre pasar el millar de cabezas de ganado.

La relación entre los hatos y el mercado, sobre todo con la colonia francesa, era de prioritario
porque debido a esto los dueños podían obtener cosas imprescindibles, como armas,
herramientas, ropas y así. La exportación a la parte francesa en 1760, se elevaba a unos 15,000
animales y ya para 1780 a 23,000 cabezas de ganado. En el censo de 1780, según Moreau de
Saint, en un censo se contaban en una colonia 200 mil reses vacunas.

Debido que el trabajador esclavista podía comprar su libertad, y sobre todo por el hecho de que en
su tiempo libre podía dedicarse a algún trabajo propio, como cultivar la tierra, la movilidad social se
ampliaba, y a pesar de que los pagos por su libertad eran muchos más altos que lo que costó cuando
fue vendido, y también que debía pagar una renta, factores que representaban un lucro alto para el
amo, el trabajador esclavo continuaba hasta volverse un liberto.
En ocasiones por conveniencia o simplemente por imposibilidad de seguir sus vidas en algún
lugar desconocido, los libertos se quedaban con sus antiguos amos, y se convertían en ocasiones
en mayordomos o administradores.
Las relaciones entre libertos, esclavos y amos, constituía la base del patriarcalismo y feudalismo
en ese entonces.
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Para ese entonces se consideraba privada la tierra que estaba en el territorio de cualquier
propiedad, que poseyera algunos animales o cultivos, por eso los libertos y personas de escasos
recursos podían apropiarse de los terrenos sin dueños y dedicarle tiempo para la agricultura y
pequeños ganados vacuno y porcino. También en la zona norte los libertos empezaron a
incorporar a los de tabaco, superando su producción agrícola considerablemente.
La iglesia, como es normal, siempre utilizando la promesa de salvación como un medio para
someter al creyente, a donar y aportar dinero, que éstos utilizaban para vivir de la fe de los
débiles, por esto establecieron un sistema de donaciones a la iglesia, y de tributos y capellanías
que provenían de los grandes propietarios; éstos últimos malgastaban su dinero en busca de la
salvación divina. Esto significaba una paralización de la producción de riqueza de ricos. De
haber habido una fuerte economía y una clase dominante en crecimiento, esta corriente de
dilapidación de las propiedades por parte de la iglesia, controlada por mecanismos
institucionales, que valoraran el trabajo del esclavo y las propiedades, no se hubiese permitido el
ascenso social de las clases inferiores, mediante el arrendo de propiedades donadas por los ricos,
y luego pagadas y trabajadas por el esclavo.