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1.

-Sin necesidad de palabras

Era temprano cuando el muchacho de grandes orbes oscuros comenzó a notar mucho
ajetreo en la planta baja. No le importaba. No le interesaba nada de lo que su familia
quisiese hacer en ese momento. Él sólo quería permanecer encerrado en su habitación,
ajeno del mundo, vigilando atentamente aquel prominente bulto que había aparecido en su
estómago. ¿Por qué había comenzado a engordar de pronto? Si recordaba bien, no era
mucho lo que le permitían comer, y siempre permanecía confinado entre las cuatro
paredes del cuarto, así que tampoco podía robar dulces de la cocina.

Haciendo una nueva mueca de aburrimiento, el chico se dejó caer sobre la fría madera
que conformaba el piso de la habitación. Sus ojos viajaron por el alrededor, posándose en
la pequeña ventana por la cual se filtraban los rayos del sol. Llevó una mano a su vientre,
palpando aquel bulto a la vez que –inconscientemente- movía sus piernas de forma
zigzagueante. La puerta se abrió de pronto, rebelando la imponente figura de su padre
asomarse a través de ella.

-¿Qué demonios haces tirado en el piso? –Negó silenciosamente, levantándose de un


brinco, ojeando a su alrededor con desesperación –Sungmin… -él alzó una mano,
llevándola a su estomago de forma interrogante -¿Qué? –Palpó la zona, enfocándose en la
mirada de su padre -¡Hyukjae! –Frunció el ceño cuando el mayor gritó el nombre de su
hermano, más sólo pudo encogerse de hombros luego. Una mata alborotada de cabellos
castaños se asomó por sobre el hombro del más viejo, y su hermano mayor, con sus ojos
hinchados y la mirada cargada de algo que Sungmin podía identificar como lástima, hizo
su gloriosa entrada a la diminuta habitación

-¿Qué ocurre padre?

-¿Qué quiere ésta vez? –Eunhyuk llevó la mirada hasta él, y Sungmin repitió los
movimientos de su mano sobre su vientre, interrogándolo de forma silenciosa

-¡Ay Minnie! –El otro sollozó, como llevaba haciéndolo desde que descubrieron que había
comenzado a engordar, cosa que preocupó a Sungmin

-¿Qué le pasa?

-Quiere saber porqué está engordando tanto –Asintió con una linda sonrisa dibujada en
sus labios, y Eun no pudo más suspirar a la par que su padre blanqueaba los ojos
-pues díselo

-¿Qué? –el menor de los tres frunció el ceño, evidentemente extrañado. Él no comía casi
nada, y su cara no estaba gorda tampoco. No era tan tonto como para no saber que ésa
gordura no se debía a la comida -¿Por qué yo?

-bien, entonces se lo diré yo –Su padre era un hombre evidentemente cruel, o al menos
con él lo era. El pelinegro aun no lograba entender el porqué de tanto odio en su contra -
¿Recuerdas al hombre que te atacó en el establo hace algunos meses? –su mirada se
ensombreció producto del terror. Agitando la cabeza, Sungmin dio un par de pasos hacia
atrás, ignorando los llamados de su hermano Eunhyuk.

Ese hombre… Sungmin nunca podría olvidarlo. Su horrible sonrisa, sus callosas manos
tocando cada centímetro de su piel, y el horrible dolor cuando lo atacó de un modo que
nunca nadie lo había atacado en todos los años que llevaba jugando en los establos.
Aquel día sólo había querido conocer al potrillo que había nacido unas horas antes. Un par
de hombres de los que trabajaban para su padre estaban dormidos sobre un montón de
heno fresco. El bajito jamás habría creído que meterse sin vigilancia le ocasionaría luego
un dolor tan grande. Al llegar donde la yegua, ésta lo había recibido con alegría, ya que
Sungmin era como su dueño, él único que le daba amor al animal. Él había acariciado su
cabeza, había visto al potrillo… y luego todo eran espantosas imágenes que se seguían
repitiendo incluso en sus pesadillas.

No entendía por qué aquel hombre lo había lastimado de esa forma. ¿Qué ganaba con
eso? Sungmin no habría podido gritar pidiendo ayuda ni aunque lo hubiera querido. Él no
hablaba. Era mudo. Por alguna razón que no recordaba, había dejado de emitir cualquier
sonido mucho antes de cumplir la tierna edad de 5 años. Ese ser tan espantoso lo había
atacado sin razón, lo había dañado, y de no ser por Donghae –el único de los amigos de
su hermano que sabía de su existencia- Sungmin se habría muerto desangrado allí mismo
sobre el montón de paja en el que su peor pesadilla se había llevado a cabo.

-bien. Pues estás engordando porque estás embarazado, ¿Feliz? –Sungmin ladeó la
cabeza, recargando la espalda en la pared de su habitación -¿Ya vez como si es un idiota
después de todo?

-Sólo tiene 15 años, y jamás ha salido de ésta casa, es obvio que no tiene ni idea de lo
que es un embarazo –lo defendió su hermano, aunque el pelinegro estaba de acuerdo con
las palabras de su padre, él era un idiota y punto –Sungminnie, estás engordando porque
dentro tuyo tienes un bebé que crece cada vez más

-sí… un bebé que no me daré el lujo de mantener –bufó su padre dejándolos a él y a su


hermano solos. Pero el menor no le dio importancia a lo dicho por el hombre, ya que
estaba muy confundido por lo dicho por su hyung. Llevó la mirada hacia su estomago,
arqueando las cejas y frunciendo luego el ceño, meció sus brazos como si cargase en
ellas a un bebé y se le quedó mirando fijamente al otro

-¿Qué pasa Min? –Repitió el movimiento de sus brazos –Sí, tienes un bebé ahí dentro –el
otro sacudió tercamente la cabeza, palpando su estomago, fingiendo mecer a un bebé en
sus brazos, y luego volviendo a palpar su estomago. Quería saber cómo rayos se le había
metido un bebé dentro y él no lo había notado –verás Min… con respecto a ese hombre…
-su hermano se detuvo al ver el miedo aflorar en las orbes oscuras del más bajo –no, el no
está aquí… todo está bien –Alzó sus brazos cuando el otro comenzó a llorar, corriendo a
refugiarse del peligro en una de las esquinas de la habitación, apegando las rodillas a su
pecho y meciéndose suavemente –Sungmin…


-no podemos hacernos cargos de un bebé

-claro que podemos

-no quiero hacerme cargo de un bebé –Aclaró su padre devorando su cena, mientras
Hyukjae lo veía testarudamente

-¿Por qué no?

-ya odio a Sungmin, no deseo tener que lidiar también con su bastardo

-¡No está embarazado porque así lo haya deseado! –Se alteró su hijo mayor golpeando
con sus puños la mesa de roble -¿Qué piensas hacer entonces? No dejaré que trates de
interrumpir ese embarazo, matarás a mi hermano en el intento.

-ya lo pensé seriamente… lo enviaré a un manicomio, dejaré que cuiden de él en ese


lugar, y cuando el bastardo nazca que lo envíen a un orfanato. Punto y fin de la discusión

-no puedes estar hablando enserio –pero Hyukjae sabía que el otro no bromeaba.
Levantándose de la mesa con brusquedad, lo señaló con desprecio -¡Es tu hijo!

-¡Pues no lo quiero! Por su culpa tu madre está muerta

-¡Tenía apenas 4 años cuando eso pasó! No lo hizo a propósito

-tu madre murió, y él se volvió un retardado

-no es un retardado. Sólo no habla. Si lo hubieses enviado a una escuela, sería muy listo.
No dejaré que lo encierres en un manicomio, ni que envíes a ese bebé a un orfanato. ¡Me
niego a permitirlo!

-¡YA BASTA HYUKJAE! –El mayor le dio una fuerte bofetada, silenciando los reclamos de
su hijo -¡No quiero ni a ese idiota ni a su bastardo en ésta casa! En dos semanas lo
enviaré al manicomio y dejará de ser mi responsabilidad y la tuya.

Él no quería que su hermanito sufriera en un manicomio, donde las personas eran tratadas
como animales sin sentimientos ni nada por el estilo. Sungmin era un muchacho inteligente
que había perdido la capacidad de hablar luego de la muerte de su madre,. La sola idea de
imaginárselo en uno de esos sitios horribles... No. Eunhyuk no podía permitir que su padre
le hiciera eso a Sungmin sólo por estar esperando un bebé que él ni siquiera había
deseado. Si ese maldito y cobarde hombre nunca hubiese abusado de su hermanito hace
casi 4 meses... Pero Hyuk le había jurado al recuerdo de su madre que él encontraría y
mataría a aquel desgraciado aunque fuera lo último que hiciera en su vida.



-¿Qué es lo que te preocupa?

Eunhyuk se encogió imperceptiblemente de hombros, dándole una vaga mirada al rostro


de Donghae antes de volver a alzar sus hombros. El castaño menor frunció el ceño,
pasando por alto una mala broma hecha por su primo Kyuhyun, el tercero de aquel grupo
de amigos.

-papá quiere enviar a Min a un manicomio

-¿Quién es Min? –Kyuhyun preguntó, sonriendo ladinamente

-Hyuk… eso es terrible… ¿Por qué querría tu padre hacer algo tan espantoso?

-¿Me dirán quién es Min? –la voz del menor de los tres se alzó unos decibeles por sobre la
de sus amigos

-está embarazado –Donghae se llevó ambas manos a la boca, con evidente espanto en su
expresión. Gesto que obligó a su primo a fruncir el ceño –papá dice que no se hará cargo
del bastardo, y que será problema del manicomio… no puedo dejar que le haga eso a mi
hermano… pero no se me ocurre nada para evitarlo… y sólo me quedan dos semanas
-¿Tienes un hermano?

Por fin ambos chicos llevaron su mirada hacia Kyuhyun, que permanecía viéndolos con
incredulidad. Él no tenía ni idea de que Eunhyuk tuviera algún familiar además de su
padre, mucho menos un hermano embarazado que al parecer estaba loco o algo así. Su
expresión se torno de disgusto. Conocía a Hyuk desde los 10 años y recién, 12 años
después, se da por enterado de que éste tenía un hermano. ¿Qué clase de confianza le
tenía? ¿Por qué Donghae, que era su propio primo, tampoco le había comentado nada?
¿Qué acaso tan poca consideración le tenía?
-¿Cómo es eso de que tienes un hermano embarazado que está loco?

-Kyuhyun –habló Hae en tono de regaño

-no está loco, papá lo trata de idiota porque no puede hablar –Hyuk suspiró, viéndolo de
forma cansada –Sungmin tiene 15 años, tras la muerte de mamá él dejó de hablar de la
noche a la mañana. Papá lo odia porque lo culpa de que su esposa haya muerto… Min era
un niño, ¿Cómo podría ser el culpable?

-ya, eso explica bastante de la historia, ahora quiero el otro 30% en donde explicas porqué
está esperando un hijo. Si está embarazado debería casarse con el padre del bebé y punto

-¡Jamás lo sometería a esa tortura! –Se exaltó el mayor de los 3, mirándolo de forma casi
asesina. Kyuhyun hizo una clara expresión de no entender, y su primo Donghae se acercó
a él

-Un hombre violó a Sungmin hace unos 4 meses. Se aprovechó de que el chico no podía
gritar pidiendo ayuda ni mucho menos decir quién había sido, ya que Min jamás fue a una
escuela, por lo que no sabe ni leer ni escribir

-¿Lo violó? ¿A un chico mudo? ¿Qué clase de animal podría hacer algo así?

-la clase de animal al que yo mataré apenas lo tenga en frente, eso te lo juro –Kyuhyun y
Donghae observaron fijamente cómo Eunhyuk sollozaba cubriéndose el rostro con ambas
manos –no quiero que Min vaya a un manicomio pero… ¿Qué más puedo hacer?

-¿Y si le buscas un marido? Alguien que pueda al menos hacerse cargo de él hasta que el
bebé nazca y luego… por lo menos… le dé un hogar

-¿Dónde encontraríamos a alguien así? No tengo dinero para darle una gran dote a Min, ni
siquiera tengo para obsequiarle ropa

El Cho se quedó pensativo por unos instantes. Si él conociera a Sungmin, podría hacerse
una idea del tipo de hombre que estaría dispuesto a casarse y cuidar de él. Después de
todo, su padre había sido un rico hombre de negocio que conocía a cientos de personas…
alguien podría haber que quisiera a Min. Le dijo ésta idea a su amigo, quien se mostró
reacio al principio. No quería exponer a su tímido hermanito a la vista de alguien más que
no fuera Donghae o los empleados de su padre. Pero Kyuhyun tenía un plan, uno mucho
mejor que el que tenía su padre para Sungmin.




Sungmin asintió en dirección a la sirvienta que le había llevado el almuerzo aquel día,
viendo de forma extraña la bandeja de comida frente a él. No tenía hambre. Pero su
hermano mayor le había dicho el día anterior que tenía un bebé dentro de él, así que debía
comer para que el bebé siguiera creciendo. Haciendo un puchero, vio por su pequeña
ventana las caballerizas y establos, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo. Desde
aquel día que no iba hasta allí, aquel horrible hombre podría estar esperándolo… ese día
había dicho que volvería por él…

Tratando de reprimir las imágenes de esa pesadilla que se repetían una y otra vez en su
cabeza, llevó ambas manos hasta su cabello, tirando con fiereza de él mientras su
garganta se desgarraba en vanos intentos de liberar algún sonido. Escondió el rostro en
sus rodillas, tirando de su cabello con desespero. Él no quería recordar esas cosas. Él no
quería vivir más, no con esas pesadillas. Él esperaría a que el bebé saliera de dentro de él,
y luego ya le cumpliría a su padre el deseo de morirse de una buena vez. Llevando una de
sus manos hasta su mejillas, rasgó con sus uñas la delicada y pálida piel de ésta zona, sin
dejar de lado su cabello oscuro. Ese hombre había pasado su lengua por su rostro. Su
rostro estaba sucio, apestado. Él quería destruir cada centímetro de su piel que había sido
tocada por el malvado ese.

-¡Sungmin! ¡Sungmin deja eso! –no se detuvo cuando los gritos de su hermano invadieron
su habitación. Sintiendo un cálido líquido recorrer sus mejillas, siguió intentando gritar,
borrar esos recuerdos -¡Por favor Sungminnie! Detente… -Presionó sus párpados,
hundiendo aun más las uñas en su carne –no hagas eso

-Minnie, ya no sigas –la susurrante y suave voz de Donghae reemplazó los gritos de Hyuk,
a la vez que sus manos tomaban las propias, ya manchadas con sangre –Sungminnie,
deja eso, dañas tu piel, tu rostro lindo –permitiéndole al otro quitar sus manos, el menor
alzó la mirada hundida en lágrimas, sintiendo su piel arder donde había clavado sus uñas.
Moviendo sus labios, el bajito moduló el nombre de Donghae, lanzándose a abrazarlo.
Para él, Hae era como su súper héroe que siempre llegaba a rescatarlo –todo está bien
Min, estás seguro ahora. No vuelvas a hacer algo así, nos asustas a Hyuk y a mí –susurró
en su oído mientras acariciaba su cabello -¿Ya estás mejor?

-Minnie… -se separó del cuerpo de Donghae, llevando ahora la mirada hacia su hermano,
quien era sujetado por otro chico, un hombre al que él nunca había visto en su vida

–Sungmin… -el menor parpadeó en su dirección, llevando la mirada desde el rostro del
desconocido al de Hyuk –él es mi amigo Kyuhyun –volvió a parpadear, ladeando la cabeza
–es también primo de Hae

-se conocerán luego –habló el pececito colocándose de pie –primero, Hyuk, ve por el
botiquín. Sungmin tiene unas heridas bastante feas aquí. ¡Que sea la última vez que te
lastimas de esa manera jovencito! –Sonrió apenas, dirigiendo nuevamente su mirada hacia
el extraño en lo que su hermano abandonaba la habitación -Min, ¿Por qué te lastimas de
ésta forma? –Moviendo sus manos con insistencia, imitó la figura amorfa de un hombre en
el aire, sacando luego la lengua y pasando sus dedos por su rostro –Ese hombre no está
aquí Sungmin, no volverá a lastimarte nunca –sus ojos se empañaron en lágrimas no
derramadas. Asintiendo repetidamente, dibujó círculos en el aire, señalándose luego -
¿Qué?

Donghae llevaba años de conocer a Sungmin, pero nunca había logrado entenderlo de la
forma experta en que lo hacía Hyukjae. Por lo mismo, no siempre podía hilar fluidamente
las ideas que expresaba el pequeño y delgado pelinegro. Frunciendo el ceño, llevó su
mirada extrañada en dirección a su primo.

Kyuhyun seguía de pie en la puerta de entrada, viéndolos atentamente. Él se había


imaginado que el hermano de Hyuk sería delgado y no del todo guapo, pero el niño que
había en los brazos de Donghae era una verdadera belleza, casi angelical. El Cho nunca
había visto algo igual antes, y eso que muchas mujeres bellas trabajaban en su villa.
Sungmin era delgado, de piel cremosa y mirada que irradiaba inocencia. ¿Quién podría
haberse atrevido a ultrajar a un ser tan hermoso?

-tal vez… habla de que él está dando vueltas –sugirió ante la mirada suplicante de su
primo Hae, mientras que Sungmin lo miró por unos minutos antes de repetir los gestos -
¿Qué es similar a dar vueltas?

-¿Girar? –Propuso Donghae ayudando al menor a colocarse de pie -¿Quieres girar? –El
pelinegro negó sentándose sobre la cama, volviendo a dibujar una figura de hombre en el
aire, luego hizo círculos con su mano, y volvió a señalarse -¿Qué tienes Kyu?

-bueno… creo que hay un hombre, que da vueltas con él –el menor hizo un gesto con la
mano, indicándole que estaba cerca de eso

-¿Alguien da vueltas alrededor tuyo?

-Vueltas, giros... siempre regresas al mismo lugar –Min asintió, señalándolo con una
expresión ansiosa a la vez que repetía nuevamente los gestos con sus manos –hombre,
regresa, tú…

-¿Él dijo eso? –exclamó de pronto Donghae, alterándose notablemente. Ya había


entendido el punto. Sungmin asintió, abrazándose protectoramente a sí mismo, sintiendo
las lágrimas surcar sus mejillas, ardiendo en la zona lastimada por sus uñas

-¡Uff! No lograba encontrar el botiquín –Se escuchó la voz de Hyuk, quien llegó con una
sonrisa que se esfumó de su rostro al notar la mirada alterada de su amigo y los ojos
llorosos de su hermanito -¿Qué ocurre?

-le dijo que volvería por él –dedujo por fin Kyuhyun, poniendo una expresión de horror -¿Es
eso? –Su primo asintió mirando por sobre su hombro el tembloroso cuerpo de Min

-Hyuk. Ese hombre le dijo ese día a Min que volvería por él

-¿Qué?


-No puedo creer que le dijese algo así a un aterrado chico al que acaba de violar…
realmente… el tipo es un maldito monstruo –Donghae empuñó sus manos, viendo de reojo
cómo Eunhyuk ayudaba a Min a peinar su cabello en una maltrecha coleta que dejaba
varios oscuros mechones rodeando el rostro del menor -¿Y qué dices Kyuhyun? ¿Crees
que alguno de tus contactos sea el indicado como para que pueda hacerse cargo de Min?

-estaba pensando… en casarme yo con él –su primo se le quedó viendo de forma casi
divertida –Es que… se nota demasiado lo inocente que es… y creo que no habrá nadie
que pueda cuidar de un ser tan lindo como él sin dañarlo realmente más de lo que ya lo
han dañado

-¿Tú sí puedes cuidar de él?

-¿Por qué no?

-Kyuhyun. El futuro de Min no es una broma

-no estoy bromeando. Sabes que no tenía entre mis planes casarme con nadie, que el
dinero me sobra, y que soy una buena persona. Además…

-¿Además qué? –Haciendo una mueca de disgusto, Hae se levantó del piso, alzando la
voz de forma que los hermanos dirigieron su mirada en su dirección –no ocurre nada,
sigan con lo suyo –Hyuk frunció el ceño, más no dijo una sola palabra, y volvió a
acariciando la mejilla de su hermano mientras susurraba tiernas palabras -¡Oh Dios! No
me digas que te gustó

-es lindo, no lo pienso negar. Pero creo que estaría mejor conmigo que con cualquiera de
los hombres que mi padre conocía. Y sabes que un poco de compañía no me vendría en
mal. Esa villa es demasiado… no sé…

-Hyukjae –Llamó Donghae al mayor en esa habitación, volviendo a colocarse de pie –


Kyuhyun dice que el más indicado es él mismo, ¿Qué opinas al respecto?



El hombre frente a ellos arqueó ambas cejas, dándole una mirada evidentemente
contrariada a la vez que se quitaba su feo sombrero de montar. Frunciendo luego el ceño,
ordenó con voz desdeñosa, casi en un grito, que Sungmin regresara de inmediato a su
habitación. Orden que el pequeño no tardó en obedecer, huyendo de forma casi aterrada.
Kyuhyun no pudo más que formar una mueca con sus labios. ¿Por qué trataba de esa
forma a un niño como Sungmin? Le habían bastado esas dos horas que llevaba en aquella
residencia para saber que el menor de los Lee era un verdadero niño inocente, víctima de
los maltratos de muchos. Desconfiado como sólo un chico maltratado durante toda su vida
podría serlo.

-entonces, ¿Quién eres muchacho?

-no tenías que gritarle a Min –Protestó Eunhyuk cruzándose de brazos

-a ese imbécil le grito cuando yo quiera, repito mi pregunta, ¿Quién eres tú muchacho?

-Cho Kyuhyun –Estrechando, de mala gana, la mano de aquel hombre, Kyuhyun se


acomodó la camisa de traía puesta –seré directo. Quiero casarme con Sungmin –el
hombre lanzó una carcajada, observándolo luego de forma retadora –no es ninguna broma

-¿Cho Kyuhyun dices? ¿Quién es tu padre, chico?

-papá está muerto, y eso no viene al caso –Kyuhyun sospechaba que el otro tenía plena
consciencia de quién era su padre. El apellido Cho no era nada común, de hecho, sólo su
familia lo llevaba en aquel pueblo. Ser Cho era sinónimo de riqueza, elegancia y
reconocimiento social

-¿Por qué quieres casarte con un retardado como mi hijo? –mordiendo internamente su
lengua para no soltar ningún improperio al idiota frente a él, el más joven llevó su mirada
hacia las manos empuñadas de Eunhyuk

-Sólo quiero casarme con él, no entiendo cómo puede eso molestarle. El chico es sordo,
analfabeta y está embarazado de un tipo que abusó de él. Yo soy rico y quiero casarme
con él porque lo encuentro simplemente hermoso, eso es todo lo que debe importarle.

-correcto. Sí, supongo que tienes razón. A mi parecer nadie merece el castigo de compartir
su vida con el imbécil de Sungmin, pero si es lo que realmente quieres, puedes casarte
con él y llevártelo. Podría servirte de algo, o al menos su cuerpo

El estomago de Kyuhyun dio un vuelco, y estuvo a punto de estrellar su puño contra la


cara de aquel horrible ser. ¿Cómo podría un hombre llegar a referirse de esa forma de su
propio hijo? Era algo repugnante. Ese sujeto no tenía ni la más mínima idea de lo que
implicaba la palabra “Padre”. Asintiendo en su dirección, Kyuhyun se colocó de pie,
llevando la mirada hacia su primo, suspiró arqueando ambas cejas.

-la boda se realizará lo más pronto posible. Aquí y en silencio –Decretó el padre de
Eunhyuk levantándose de su asiento –no quiero que nadie en el pueblo se entere de
Sungmin, sería una verdadera humillación a nivel social. Suficiente tengo con las
habladurías de mis hombres.

-Yo organizaré la boda –Decidió Eunhyuk levantándose también –es lo mínimo que puedo
hacer por mi hermano

CAPITULO 2

-¿Estás seguro de que es lo que realmente deseas hacer Kyuhyun?

El moreno sacudió la cabeza, viendo con ojos suplicantes a su ama de llaves. Lo mismo se
preguntaba él en ese momento. Hace dos días estaba seguro de que el más indicado para
casarse con Sungmin sería él, así le aseguraba también a Hyuk que podría verlo cuando
quisiera. Pero ahora… Kyuhyun nunca había contemplado siquiera la idea de casarse
luego de que lo hiciera su hermana Ahra hace ya varios años. Él estaba bien solo, en esa
inmensa villa que compartía con sus trabajadores… y sólo con ellos. Ahra ni siquiera vivía
ahora en ese pueblo.

El matrimonio se realizaría dentro de un par de horas, y ni siquiera sabía si Sungmin no


pondría el grito en el cielo –no literalmente- cuando se enterara de todo lo que planeaban a
sus espaldas. El pobre muchacho ni siquiera confiaba en él. Había estado yendo a la casa
de Hyuk durante esos dos días, y Sungmin siempre lo había mirado con cierto recelo,
siempre resguardándose tras Donghae o de su hermano. El chico se moriría de la angustia
cuando se enterara de que estaban planeando su boda. Y aun así…

-Ajumma, ¿Qué piensas tú? –Alzando la mirada, vio a Jessica, su ama de llaves,
encogerse de hombros

-¿Qué podría decirte esta humilde sirvienta? –Blanqueando los ojos, el Cho apartó a un
lado su taza de café –el pobre chico está aun espantado por lo que le ocurrió, está
embarazado y no tiene ni idea de que se casará con alguien a quien apenas conoció hace
unos días, y del que desconfía totalmente. ¿Qué podría salir mal?

-por favor Jessica, estoy tratando de ser positivo y tú no me ayudas –Ella lo vio con los
ojos entrecerrados, bufando luego. Jessica no estaba de acuerdo con nada de lo que
ocurría. En defensa de Kyuhyun, ella nunca estaba de acuerdo con ninguna de sus
decisiones, pero aun así él seguía buscando alguna palabra de aliento de parte de la mujer
que prácticamente lo crió luego de la muerte de sus padres, eso hace ya unos 17 años

-cásate con él. El muchacho no podrá reclamarte nada después de todo. Recordemos que
es mudo e ingenuo. Sólo aceptará lo que le den. Iré a preparar la habitación que usará –
Suspirando con incredulidad, Kyuhyun miró a la joven sirvienta que seguía limpiando el
comedor
-Seohyun, ¿Qué opinas tú? –la chica, hija menor de Jessica, se volteó al instante,
llevándose una mano al mentón -¿Alguna palabra de aliento para éste desesperado?

-Si es lindo con él, el matrimonio podría ser una verdadera bendición para ese chico,
podría marcar el inicio de una nueva vida para él –sonriendo tiernamente, la castaña
regresó a sus labores, dejando a un pensativo Kyuhyun

-el inicio de una nueva vida…



Sungmin se observó fijamente en el espejo de cuerpo entero que había en la habitación de


Eunhyuk –mucho más grande y linda que la propia- el bajito se preguntaba para qué
Donghae seguía cepillando su cabello, más no se quejaba, era en cierta forma relajante. El
amigo de su hermano le hizo una coleta, mucho mejor que las que hacía Hyuk, y lo obligó
a colocarse una ropa que él había traído esa mañana. Min seguía riéndose de sí mismo al
notar que las mangas de la camisa le quedaban casi volando, y que los pantalones de tela
oscura colgaban de sus caderas si ninguna gracia.

Aun así se sentía extrañamente desconfiado de todos. Su hermano y Hae hablaban en


susurros, y su padre parecía más feliz de lo que no lo había visto nunca. Y ahora iban y lo
arreglaban como jamás lo habían hecho en sus 15 años de vida –Sungmin sabía que tenía
esa edad porque su hermano Hyuk se lo había dicho- ¿No daba eso motivos para
desconfiar? Cuando salieron de la habitación, le extrañó ver allí al hombre ese que
realizaba las misas del pueblo. Recordaba vagamente haberlo visto cuando iban con su
madre a la iglesia. Más raro aun. Ese amigo de Eunhyuk, Cho Kyuhyun, estaba también
allí. Con un traje de corte recto perfectamente ajustado a su cuerpo, se veía mucho más
elegante que él, que parecía traer un saco de patatas encima.

-¿Está todo listo? Les recuerdo que debo oficiar una misa dentro de una hora –habló aquel
hombre que vestía algo como un vestido negro. Sungmin no sabía cómo se llamaban esas
cosas. Tras tanto tiempo saliendo sólo hasta las caballerizas, era realmente poco lo que el
muchacho sabía del mundo

-puede dar inicio, si quiere, incluso puede saltarse todo eso que sólo es relleno –Sungmin
miró a su padre. Hombre ya viejo y algo estropeado con la edad. Él quería mucho a aquel
hombre, lástima que el sentimiento no fuese mutuo –vallamos directamente a la parte en la
que dicen el sí

-Señor, ¿Podría por favor guardar silencio? –El amigo de Eunhyuk estaba de pie frente a
aquel hombre de la iglesia. Tomándolo con demasiada fuerza de la muñeca, su padre lo
obligó a pararse junto a Kyuhyun. Sintiendo un repentino miedo por verse rodeado de
tantas personas, Sungmin comenzó a desesperarse, luchando en vano por liberarse del
agarre de su padre, el pelinegro buscaba con urgencia la mirada de su hermano

-¡Quieto niño! –La voz fuerte de su padre lo hizo congelarse en su lugar. Agachando la
mirada, se quedó de pie como una estatua junto a aquel desconocido. No podía
desobedecer a su padre. Sungmin aun sentía escalofríos cada vez que pensaba en la
última buena paliza que le había dado por robar unos dulces de la cocina.

Suspirando de vez en cuando, se dedicó a escuchar todo lo que aquel hombre decía,
extrañándose de sobre manera cuando el del vestido negro le preguntaba algo acerca de
“Esposo” y “Aceptar”. Él sabía lo que era aceptar algo, pero ni idea de qué era esposo,
mucho menos de porqué había nombrado al amigo de Hyuk primero. Pero, haciendo caso
de la silenciosa orden de su padre cuando lo obligó disimuladamente a mover la cabeza,
Sungmin asintió, escuchando luego cómo Kyuhyun aceptaba también eso de “Esposo”.
¿Qué tan poco sabía del mundo? Ya le preguntaría a su hermano a qué se referían.
Después lo hicieron dibujar algo en una hoja. Eso no le costó trabajo, Sungmin amaba
dibujar cosas mucho más lindas que ese montón de rayas sin sentido que lo obligó su
padre a hacer.

Kyuhyun lo miró de reojo, resignándose a que no habría un beso en ésta boda. “Boda”.
Absurdo. A juzgar por su cara de confusión, Sungmin no tenía ni idea de qué era lo que
estaba pasando, sólo sabía que quería correr a refugiarse en su habitación. ¿Cómo podía
alguien ser tan inocente? El moreno podía apostar su fortuna a que el menor ni siquiera
sabía el significado de la palabra “Boda”, mucho menos había estado en una. ¿Cómo iba a
saber que esa era la propia? Apenas hubo terminado toda “ceremonia”, el padre de los
Lee liberó la muñeca del chico, que corrió de inmediato a refugiarse tras la espalda de
Eunhyuk.

-¿Vamos? –Hyukjae suspiró, asintiendo a la vez que KangIn, uno de los trabajadores de
Kyuhyun, llevaba el baúl con la ropa de Sungmin al carruaje

-Sungminnie, ¿Quieres ir a dar un paseo conmigo, Hae y Kyuhyun? –Los ojitos del
pelinegro brillaron de emoción, mientras que éste asentía una y otra vez con la cabeza –
bien, vamos entonces. -El plan era simple. Eunhyuk y Donghae iban con Sungmin hasta la
villa de Kyuhyun, donde acomodarían las cosas del menor, y luego sería lo complicado.
Irse dejando al pelinegro allí.




Sungmin nunca había visto un jardín tan bonito como el de ése lugar. Había muchas flores
muy bonitas de colores que él ni siquiera conocía. Y todo era muy grande, muy amplio. El
pequeño apenas tenía recuerdos de un lugar así ubicado en un claro del bosque al que se
escapaba de vez en cuando. Sujetando con fuerza el brazo de su hermano, soportaba las
enormes ganas de correr lejos de Kyuhyun y refugiarse en la esquina de su habitación. No
es que no confiase en el otro, pero le aterraba la idea de que todo ese lado bueno que le
mostraba no era más que una excusa para lastimarlo luego. Y Sungmin no quería volver a
ser lastimado.

-¡Mira Sungmin! ¡Caballos! –Volteó en la dirección gritada por Eunhyuk, frunciendo el ceño
al ver nada más que coloridas y perfumadas flores. El brazo de su hermano desapareció
de pronto, y Sungmin se vio de la nada sujetado por los firmes brazos de Kyuhyun.
Abriendo los ojos con terror, el bajito forcejeaba desesperado, viendo a su hermano
alejarse corriendo junto a Donghae. ¿Qué estaba pasando? Doblándose de formas que
sólo él sabía hacerlo, trató en vano de escabullirse del agarre del otro. Kyuhyun era un
hombre alto, y mucho más fuerte de lo que parecía a simple vista.

-Cálmate Sungmin -¿Calmarse? ¿Cómo podría calmarse? Su hermano y Donghae, las


únicas personas en las que había confiado alguna vez, acababan de engañarlo, dejándolo
en un lugar que no conocía junto a un hombre al que llevaba viendo apenas 3 días.
Sintiendo las lágrimas picar en sus ojos, Sungmin ladeo la cabeza, mordiendo con todas
sus fuerzas el hombro de quien lo tenía prisionero -¡Joder! –Aprovechando el descuido,
trató de correr lejos, en dirección de su hermano, pero Kyuhyun alcanzó a tomar su
muñeca, volviendo a aprisionarlo con sus brazos –Te quedas aquí, maldición -¿Quedarse?
Incluso él, siendo el idiota que era, sabía que no podía quedarse con alguien a quien
desconocía casi por completo. Agitando cada una de sus extremidades, ahogo la repentina
sorpresa de verse alzado y llevado hasta el interior de aquella enorme casa, mejor dicho
mansión –necesito que te tranquilices o las cosas se pondrán muy feas –Pasaron por un
corredor, donde Sungmin pudo ver varias fustas acomodadas sobre un extraño mueble.
De inmediato se congeló. No quería que lo castigaran con una de esas cosas. Su padre ya
le había demostrado lo doloroso que podía llegar a ser eso

-¿Ésta es su forma de tranquilizarlo? ¿Arrastrándolo hasta el interior? –Sungmin apenas


respiraba, viendo a una mujer ya mayor acercarse con las manos en la cintura y los brazos
en jarra, siendo escoltada por dos muchachas más jóvenes

-Jessica, el condenado me mordió el hombro –sintiendo un escalofrío, el pelinegro maldijo


su idiotez. Ahora lo castigarían por morder a ese tipo. ¿Qué importaba? Su hermano y Hae
lo habían abandonado, lo habían traicionado

-pobre muchacho, parece espantado –Volvió a hablar la mujer, dándole una larga mirada
al esbelto cuerpo del menor -¿Cómo es que no lo rompiste al forcejear con él? Parece
hecho de cristal

-pues muerde como un condenado, eso te lo aseguro –los brazos del otro lo liberaron, y de
inmediato Sungmin volteó en todas dirección, sintiendo su alma caer a sus pies al no ver a
nadie en quien refugiarse –Sungmin…

-Sunny, encárgate de curar la herida del señor Cho, no queremos que el pobre se nos
muera del dolor
-ahórrate las bromas ajumma

Kyuhyun se alejó de ellos luego de ordenarle a la mujer llevarlo hasta una habitación.
¿Habitación? ¿Acaso Sungmin iba a quedarse mucho tiempo en ese lugar? Comenzando
a derramar silenciosas lágrimas, siguió cabizbajo a la mujer que caminaba delante de él.
Su hermano y su padre lo habían regalado, eso era. Ya se habían hartado de él y su
estupidez y terminaron regalándolo. Haciendo un puchero, arrastraba sus pies por los
pasillos de madera, apenas alzando la mirada cuando entraron a una enorme habitación,
en la que había también un hombre inmenso.

Sintiendo el miedo volver a correr por sus interior, Sungmin frenó por completo sus pasos,
retrocediendo instintivamente. Él ya no quería más dolor, él sólo quería morirse de una
maldita vez. Pero sin dolor. Envolviendo su vientre de manera protectora, apegó su
espalda a la pared más cercana a la puerta, ganándose una mirada extrañada del
hombre.

-pobre chiquillo, ven aquí, no le temas a KangIn –habló la mujer con una dulzura que
nunca había sido usada para/con Sungmin, quien la vio con cierto temor y desesperada
necesidad de poder confiar en ella –nadie te hará daño en éste lugar, te lo aseguro –
volviendo a mirar al hombre grande, Sungmin sacudió la cabeza –KangIn, ¿Qué estás
esperando para salir de la habitación?

-uh, claro –su cuerpo se relajó casi por completo cuando su única compañía en la
habitación fueron esas dos mujeres

-¿Así está mejor? –Asintió casi imperceptiblemente –me dijeron que tienes un bebé ahí
dentro, no sabes la felicidad que sentirás cuando nazca –llevando la castaña mirada hacia
la mujer más joven, Jessica arqueó ambas cejas –ella es Seohyun, mi hija menor. Mientras
estés en ésta casa, yo y mis hijas cuidaremos de ti ¿Qué te parece? –el pelinegro se les
quedó viendo con gesto contrariado. ¿Cuidar de él? ¿No iban a castigarlo por haber
mordido a Kyuhyun? –supongo que tienes hambre. Iré por algo de comer, Seohyun te
ayudará a cambiarte de ropa –dicho esto, la mayor se perdió de su vista, cerrando la
puerta con llave. Seguramente para evitar que tratara de escapar

-bien pequeño, quitemos esa ropa que te queda gigante –volvió a mirar a la mujer,
encontrándose con una linda sonrisa. ¿Es que realmente no pensaban golpearlo por la
mordida? –Veamos qué tienes entre tu ropa –Frunciendo el ceño, ella comenzó a sacar su
ropa de un viejo baúl. Él no tenía ropa bonita, nunca le habían comprado ropa bonita o
nueva. A él sólo le daban lo que Hyuk dejaba. –Hmm… pues creo que necesitarás ropa
nueva, ésta no está siquiera presentable –sacudiendo la cabeza, Seohyun sacó una
camisa de lino completamente desgastada y unos pantalones de color marrón desteñido
con aberturas en la zona de las rodillas –usarás esto por ahora, ¿Bien? –Sungmin asintió
con desconfianza –pierde cuidado, con una cepillada de cabello y un poco de agua, lucirás
bello aun trayendo ésta ropa, aunque ya eres hermoso –Se sonrojó por el elogio,
agachando inmediatamente la mirada –no seas tímido y ven para arreglarte antes de que
madre traiga tu comida



Viendo con las cejas arqueadas las hojas de su libro de contabilidad, Kyuhyun dio un
suspiro y frotó sus párpados con fuerza. Llevaba apenas una semana con Sungmin
viviendo bajo el mismo techo que él, y aun no lograba armarse de valor para ir hasta la
habitación del chico. Sabía, por medio de Jessica, que el chico no comía casi nada, y que
seguía llorando y despertando sobresaltado durante sus siestas. Al menos su ama de
llave, y sus dos hijas, se habían ganado la confianza del menor. Eso lo tranquilizaba un
poco, no sería bueno que Min viviera en una casa desconfiando y temiéndole a todos.

Aun así, debía tragarse los reclamos de Jessica cada vez que se aparecía frente a la
mujer. La condenada tenía un mal genio de los mil demonios –muy al contrario de sus dos
hijas- y lamentablemente, para Kyuhyun, se la cobraba con él. Bueno. Eran las cosas que
debía soportar queriendo como quería a la bruja.

-¿Cuándo piensa ir a ver a su esposo? –Frotando con afán su frente, Kyuhyun dirigió su
cansada mirada hacia arriba –Sungmin es un niño muy lindo. Y está solo y asustado en
éste momento

-para eso están tú y tus hijas

-¡No! ¡Yo estoy para vigilar que ésta villa no se caiga a pedazos! Seohyun y Sunny no son
sus esposas, usted lo es

-yo no soy su esposa

-¡Esposo! ¡Aish! ¿Está tratando de tomarme el pelo?

-bien… iré a verlo… pero no me dejes solo con él, lo más probable es que quiera salir
corriendo apenas me vez.

-eso no lo dudo

-ahórrate la parte en la que me haces sentir mejor

-¿Lo estaba haciendo sentir mejor?

Blanqueando los ojos ante el sarcasmo utilizado por su ama de llaves, Kyuhyun salió del
estudio, dirigiéndose a las escaleras. Él había dicho al principio que le gustaba Sungmin.
No había mentido. Más el tremendo terror que demostró sentir el menor el día de su
matrimonio había sido razón suficiente para querer permanecer alejado de él. Eunhyuk y
Donghae no habían querido visitar al chico por el hecho de que sabían que éste estaría
molesto con ellos por haberlo abandonado. Y así toda la responsabilidad de su cuidado
recaía en él.

Le dio una suplicante mirada a Jessica apenas estuvieron frente a la puerta de la


habitación de Sungmin, más la mayor se limitó a enarcar una ceja, viéndolo
retadoramente. Perfecto. Esa mujer siempre se levantaba con el pie izquierdo. Girando la
perilla, se encontró al chico sentado en pose india sobre la cama, con Seohyun tarareando
una canción a la vez que cepillaba el sedoso cabello negro del menor. Abriendo sus ojos
con pereza, Min se encontró de frente con su mirada.

-Hola Min –el cuerpo entero de Sungmin se tensó antes de empujarse hacia atrás en la
cama, sujetando con fuerza la mano de Seohyun -¿Ya ves? Me odia –susurró esta vez a
Jessica

-Sólo trate de acercarse a él de buena forma –le susurró de vuelta la mujer, sonriendo
luego en dirección a Sungmin –Sungminnie, ¿Cómo te sientes hoy? –dándole una
recelosa mirada, el pelinegro se frotó el estomago, encogiéndose de hombros –la mayor
parte del tiempo no tengo ni idea de qué está diciendo –volvió a susurrar la castaña

-Sungmin despertó bien, sólo que le duele un poco el estomago. Tuvo nauseas durante la
noche –explicó Seohyun, que bien había aprendido a comunicarse a su modo con el más
pequeño –pero ya está un poco mejor, ¿Verdad Minimin?

-¿Minimin?

-es un apodo que Seo y Sunny le dieron al chico. Es lindo y combina con él

-sí… supongo que le viene… hmm –rascando torpemente su nuca, Kyuhyun se quedó
viendo los oscuros ojos de su joven esposo –esto… ¿Te gustan los animales Sungmin? –
él lo miró de pronto con renovado ánimo, olvidando por un momento el temor que sentía –
sí, eso creí –Sonriendo con esfuerzo, el Cho se ubicó en la esquina más alejada de la
cama -¿Quieres ir al jardín? Podrías jugar con alguno de los perros de la Villa ¿Qué dices?
–Sungmin infló sus mejillas, señalándose a él mismo y luego a Kyuhyun –bueno, supongo
que Seohyun o Jessica podrían acompañarnos

-de eso nada. Vayan ustedes dos. Así Seohyun y Sunny pueden encargarse de limpiar
hasta el último centímetro de ésta habitación

-pero… ajumma, dijiste que irías conmigo –Kyuhyun vio a la mayor llevar ambas manos a
su estrecha cintura antes de guiñarle coquetamente el ojo

-yo nunca dije nada cariño




Aun seguía añorando a su hermano y a Hae. Y seguía temiéndole al hombre que
caminaba junto a él. De no ser porque sabía la fuerza que ocultaba aquel cuerpo, Sungmin
ya habría aprovechado para huir a toda la velocidad que sus piernas le permitieran. Pero el
otro era fuerte, y enorme. Tan alto como un poste. El pelinegro no podría ganarle nunca.

-mira. Éste es cacao –apartando la mirada de sus muy interesantes manos, Sungmin vio a
un pequeño perro de pelaje oscuro y rizado revolcándose en el césped. Él nunca había
tenido la oportunidad de tener un perro, ya que su padre lo odiaba, pero en alguna de sus
escapadas había acariciado a más de uno de éstos animales -¡Cacao! –el animal alzó la
cabeza, dando un brinco y corriendo hasta poder saltar alrededor de las piernas de
Kyuhyun –es algo expresivo, ¿Te gusta? –Asintió viendo con fascinación al animal, mirada
que no pasó inadvertida por el mayor –hmm, Cacao, te presento a Sungmin –el animal
agitó la cola, lamiendo el rostro de su dueño cuando éste se inclinó para tomarlo en brazos
-¡Aish Cacao! Detesto que haga eso –Rió acercando al peludo perro a los brazos de Min,
quien lo sujetó con cierto temor –no tengas miedo, es un animalito inofensivo

Una enorme sonrisa se extendió por los acorazonados labios de Min cuando Cacao agitó
nuevamente la cola, lamiéndole la mejilla y ladrando animadamente. Sonrisa que dejó en
completo estado de shock al mayor. Él nunca había visto tanta felicidad e inocencia
reflejada en una simple sonrisa. Ese niño era realmente una belleza.

Sungmin acaricio la suave cabeza de Cacao, riendo cuando éste lamio toda su mano y
luego se acomodó entre sus piernas, ya que estaba sentado al estilo indio en el césped,
con Kyuhyun viéndolo un par de metros más lejos. Alzando la mirada con timidez, se
permitió regalarle una pequeña sonrisa al moreno en compensación por dejarle jugar con
el perro. El hombre se le quedó viendo antes de devolverle la sonrisa, riendo aun más
cuando otro perro, esta vez uno blanco similar a Cacao, llegaba a lamer sus mejillas.

-Y ésta pequeña es Tofu, Seohyun la encontró hace un par de meses correteando por los
alrededores. Es una pequeña enamoradiza –Kyuhyun dijo tironeando con cariño las orejas
de la perrita –ve a jugar con Minnie –como si lo entendiese, el animal se volteó a ver al
chico mudo, sacando su lengua antes de unirse a Cacao y jugar con las piernas
entrelazadas de Sungmin –veo que los animales te aman –el pelinegro se le quedó viendo
antes de agachar la mirada de forma casi temblorosa. Preocupado de haber dicho algo
que le molestara, el mayor se apresuró a acercarse a él, obligándolo a alzar el rostro, y
viendo con tristeza las lágrimas acumuladas en éstos -¿Qué ocurre Sungmin? –
sacudiendo la cabeza, el otro le sonrió de forma sincera, abrazando a ambos perros con
fuerza, modulo una única palabra que no le fue realmente difícil comprender al moreno,
pero que le provocó una inexplicable sensación de bienestar

“Gracias”

Capitulo 3
¿Por qué tenía que comer en otro lugar que no fuera su habitación? Haciendo un puchero,
el pelinegro vio a Sunny –la hija mayor de Jessica- rebuscar entre su ropa con afán. No
encontraría nada útil o lo suficientemente decente. Con una mueca de fastidio la mujer, de
unos 25 o 26 años, cerró con fuerza el baúl en el que guardaban su ropa. Diciendo algo de
ir y volver en menos de 3 segundos, Sunny abandonó la habitación –no sin antes cerrar
con llave- y lo dejó nuevamente solo. Sungmin comenzaba a aborrecer aun más que antes
la soledad.

Mirando a través de la ventana, que le otorgaba una hermosa vista del inmenso jardín que
antecedía a un frondoso bosque, el bajito suspiró. Hace muchos días que estaba atrapado
en ese lugar, y aunque las tres mujeres que cuidaban de él resultaban una más que
maravillosa compañía, no podía evitar querer ver a su hermano, a Donghae. Tampoco
tenía mucho que quejarse de Kyuhyun. Desde hace unas 3 puestas de sol, el mayor
siempre salía a jugar al jardín con él. Cacao y Tofu eran unos animales demasiado
amorosos, y el moreno se portaba demasiado bien con él.

Aun así… seguía sintiendo temor al estar solo con él. Muchas veces, de la nada y sin
razón alguna, su padre se había levantado del sofá en el que siempre estaba y lo golpeaba
hasta aburrirse, o hasta que Hyukjae lograba detenerlo. Era la naturaleza de los hombres,
supuso Sungmin, causar daño a los más débiles sólo por diversión. Él era más débil que
Kyuhyun, por lo tanto el otro podría aburrirse y golpearlo en cualquier momento.

Su estomago gruño de pronto, obligándolo a bajar la mirada en esa dirección. Posando


ambas manos sobre la hinchada zona, Sungmin sonrió imperceptiblemente. El bebé lo
hacía engordar cada vez más, y el pelinegro aun no dejaba de preguntarse cómo se le
habría metido ese pequeño ahí dentro, y cómo saldría. Tal vez por el ombligo… hundiendo
el dedo en dicha zona por sobre la ropa, Min arqueó las cejas. A veces tenía la impresión
de que el bebé se movía ahí dentro. ¿Cómo podía tener espacio para moverse en un lugar
tan reducido?

-Ya está Sungmin. Tu ropa es una pena, así que decidí rescatar algo de la ropa de
Kyuhyun cuando era más joven –Sunny le sonrió alzando un montón de prendas –Estoy
realmente molesta porque no tengas nada de ropa bonita. Alguien como tú debería estar
cubierto de sedas y joyas, no de harapos –Señalándose a sí mismo, Sungmin frunció el
ceño –Claro que no tienes tú la culpa. Tu padre es un idiota. Con un hijo tan hermoso
como tú, incluso yo gastaría hasta el último de mis ahorros para vestirte como si de un
príncipe se tratase –Comenzando a quitarle la camisa de lino manchada con césped, la
mujer siguió hablando –estás demasiado delgado y pequeño, así que tuve que rescatar
ropa de cuando el joven Kyuhyun apenas tenía 13 años. Tienes que comenzar a comer
más –inflando sus mejillas, Sungmin sacudió la cabeza -¡Oh! ¡Claro que sí jovencito! Ese
bebé tiene que crecer y para eso tú debes comer bien. Hoy cenarás con el joven, ¿Estás
asustado?

Claro que lo estaba, pero aun así no respondió nada mientras Sunny terminaba de vestirlo.
La ropa a todas luces era demasiado costosa, y le quedaba colgando de muchos lados. La
mujer casi hizo un berrinche por esto. Él no tenía toda la culpa de ser demasiado delgado,
además, era obvio que Kyuhyun, aun con 13 años, seguía ganándole en porte y anchura.

Siguiendo los pasos de Sunny, aprovechó de mirar mejor la casa. Paredes tapizadas y
muchos cuadros con hermosos paisajes que deleitaron al pequeño. Él adoraba pintar todo
tipo de cosas, y estaba seguro de que era bueno en eso. No había salido mucho de la
habitación desde su llegada a la Villa Cho, así que no era raro que jamás hubiera conocido
el inmenso comedor que éste lugar poseía. Kyuhyun estaba ubicado en uno de los
extremos de la larga mesa, leyendo un periódico. Sungmin se dio unos segundos para
apreciar al hermoso hombre que era Cho Kyuhyun.

Alto, de extremidades largas y tonificadas, ancha espalda y unos increíbles y carnosos


labios que llamaban bastante la atención. Era un hombre guapo que podría tener lo que
quisiera… ¿Por qué empeñarse entonces en tenerlo a él de prisionero? El moreno alzó la
mirada al escuchar la palabrería interminable de Sunny, quien se apresuró a ir donde su
hermana Seohyun. Indicándole que se sentase en el asiento junto a él, Kyuhyun le sonrió
de forma dulce.

-Ignora a las dos cotorras. Es el síndrome de las Jung, supongo –Bromeó el mayor cuando
Seohyun colocó la comida frente a ellos –Quiero que te lo comas todo, ¿De acuerdo? Te
daré un regalo si lo haces –Repentinamente interesado en él, Sungmin lo vio con ojitos
brillantes -¿Qué? –Negando de forma tímida, el pelinegro miró de manera interrogante los
cubiertos. Kyuhyun sospecho que había varias cosas que agregar a su lista de “Sungmin
jamás…”. Sungmin jamás había recibido un regalo, y jamás había cenado en un comedor
–Minimin… debes utilizar éste –le indicó con una sonrisa –no te espantes, te enseñaré a
utilizar los cubiertos más adelante, ¿Bien?

Mientras lo veía comer tranquilamente su cena, Kyuhyun no pudo frenar los deseos de
acariciar la suave piel de su rostro. De inmediato el pelinegro se tensó, dándole una
mirada que bordeaba el terror y la confusión. Se apresuró a retirar la mano, dando una
vaga excusa acerca del cabello antes de centrarse en su propia comida. Sungmin se alzó
imperceptiblemente de hombros, volviendo a comer. Después de todo… la caricia no se
había sentido mal, un toque cuidadoso y cargado de cariño, esa impresión dejó en la piel
del menor.



-¿Cómo quieres llamarla?


Apartando la mirada del peludo y castaño animal que se retorcía en sobre su regazo en
busca de caricias, Sungmin se encogió de hombros, dándole una mirada cargada de
agradecimiento y felicidad a Kyuhyun. A él nunca le habían obsequiado nada, mucho
menos una mascota, por lo que aquella perrita de largo cabello castaño le había resultado
una emocionante sorpresa. El pelinegro casi le saltó encima a Kyuhyun cuando éste trajo
al animal con un hermoso lazo rosa decorando su cuello. Era el primer, y más hermoso
regalo que recibía en toda su vida.

Señalándolo, Sungmin modulo el nombre que quería ponerle al animalito. Kyuhyun no era
muy bueno con eso de leer los labios. La verdad… nunca había hecho siquiera el intento
de poder hacer esto. Por lo mismo, el pelinegro debió repetir varias veces lo dicho antes
de blanquear los ojos, sin dejar de acariciar la cabeza de su nueva perrita. Haciendo un
puchero, negó ante la cantidad de disparates que decía el otro. Ese hombre era muy
divertido tratando de adivinar algo.

-¿Y si lo escribes? –Ambos se quedaron viendo por largo rato en completo silencio, eso
hasta que Kyuhyun desvió la mirada, notablemente avergonzado –no sabes escribir,
¿Verdad? –Negó liberando al animal, que se acomodó en sus piernas –debemos
solucionar eso… pero será en otro momento. Primero, el nombre de tu nueva mascota –
Dando un suspiro, Sungmin palmeó sus manos, modulando con sus labios lo que debió
ser un “Paf” -¿Quieres llamarla aplauso? No es un nombre muy adecuado para un perro –
Sacudiendo la cabeza, el menor volvió a blanquear los ojos -¡Ey! Hago mi mejor esfuerzo –
Empuñando una mano, Sungmin la golpeó contra la palma de la otra -¿Golpe? ¡Aish! ¡Me
rindo! –Dirigiendo su mirada por toda la habitación, se detuvo en las almohadas.
Levantándose, tomó una en cada mano y las golpeo entre sí -¿Qué significa eso?
¿Golpear, estrellar, chocar? –Moviendo afanosamente la mano, Sungmin lo señaló
mientras asentía una y otra vez -¿Qué? ¿Estrellar? ¿Estrella? –Hizo un gesto de
exasperación, regresando a su lugar junto a Kyuhyun -¿Chocar? ¿Choque, chocado,
chocó? –Aplaudiendo emocionado, le indicó que había acertado -¿Choco? Es un lindo
nombre

Correspondiendo a la enorme y hermosa sonrisa brindada por Sungmin, el Cho lo vio jugar
con su nueva mascota, sentándose con ella sobre la cama, el bajito reía en su forma
silenciosa, dándole de vez en cuando una mirada de agradecimiento idéntica a la que le
había dado la primera vez que lo llevó a jugar con Cacao y Tofu. Su corazón dio un brinco
en su pecho, y llevó instintivamente una mano a esa zona. Últimamente eso le ocurría
mucho cuando estaba cerca de Sungmin… o cuando pensaba en él. En sus pucheros, en
sus sonrisas… en todo.




Viendo de forma anhelante a Jessica, Min sacudió la cabeza. Él quería ir a jugar con
Cacao, Choco y Tofu. No quedarse encerrado en la inmensa casa. Menos ahora que era
época de lluvias. Él adoraba escaparse al bosque durante los días de lluvia. Era algo que
bordeaba lo mágico. Pero Kyuhyun insistía en que no podía salir, ya que podía enfermarse
y eso podría, a su vez, enfermar al bebé. Dando un suspiro, acaricio su prominente vientre.
Él no quería que nada lastimara al bebé.

-¿Qué tienes Minimin? –Llenando sus mejillas de aire, volvió la mirada hacia la ventana,
observando las gotas de lluvia chocar contra el cristal de éstas –Minimin, ¿Aun le temes al
joven Kyuhyun?

¿Le temía? No lo hacía. Si el otro hubiera querido golpearlo, ya lo habría hecho. Motivos
tenía de sobra para hacerlo. Sungmin lo había mordido, había manchado de salsa su
blanca camisa la segunda vez que cenaron juntos y él no supo escoger un cubierto, Choco
había roto el pantalón del mayor en una ocasión, había destruido su cama brincando sobre
ella con Choco en brazos. Sí. Motivos tenía para haberlo golpeado. Y aun así, Kyuhyun
sólo le sonreía, diciendo que no importaba, y seguía tratándolo de forma dulce, atenta y
hasta cariñosa. No. No le temía a Kyuhyun. Incluso sentía un calorcito recorrer su pecho
cada vez que estaba con el mayor.

-Ya llevas casi 1 mes viviendo aquí, ¿Aun estás molesto de que tu hermano te dejase
aquí? –Sí, bueno, eso ya era un tema aparte. A sus ojos, Eunhyuk y Donghae lo habían
abandonado. Sin importar lo bueno que Kyuhyun fuera con él, eso no restaba que las
únicas personas en las que confiaba lo hubiesen traicionado –no debes estar molesto, el
joven Cho es bueno contigo. Te quiere mucho -¿Le quería? Volviendo a mirar a su
ajumma, Sungmin ladeó la cabeza –Claro que te quiere mucho, siempre se preocupa por
ti, te mima y acompaña. Incluso me dijo que tenias completa libertad para pasearte por la
casa, siempre y cuando no salgas al jardín –Apresurado, Min sujetó una de las manos de
la mayor -¿Quieres ir conmigo a la cocina? Sunny y Seohyun hornearían galletas junto a
Leeteuk, ¿Conoces a Leeteuk? –Frunciendo el ceño, negó tímidamente.

¿Cómo iba a conocerlo? Pasaba la mayor parte de su tiempo confinado a esa habitación,
sólo con la compañía de Jessica y sus hijas, o de Kyuhyun. No es que no las valorara, sólo
que a Sungmin siempre le había gustado moverse por ahí. Principal razón por la que se la
pasaba corriendo por las caballerizas de su padre.

Leeteuk resultó ser uno de los cocineros del lugar, el tal “esposo” de KangIn, aquel hombre
que había estado en su habitación el día que llegó a la villa. Sungmin tendría que tratar de
preguntarle a Kyuhyun qué era exactamente ser el esposo de alguien. Él no olvidaba que
había aceptado ser el esposo de Kyuhyun, y necesitaba saber a qué se referían con eso.
Ambos parecían tener una edad similar a la de Jessica, y eran padres de un pequeño niño
llamado Kibum, aunque él no tuvo la oportunidad de conocerlo.

Sentado en un taburete, comiendo algunas galletas, Sungmin se sintió a gusto por primera
vez en medio de tantas personas. Seohyun y Sunny discutían torpemente sobre el azúcar,
Jessica las golpeaba repetidamente con un cucharon de madera –Aunque Min había
advertido que no las golpeaba enserio- mientras Leeteuk reía conversando con él, aun
cuando el pelinegro estaba imposibilitado de contestarle. Un rato después KangIn llegó a
la cocina, permaneciendo a una distancia bastante prudente para que Sungmin no se
asustara, el fornido hombre se unió a la plática que su esposo mantenía con él.



-¿Recuerdas al hombre que vino a tomarte unas medidas hace varios días? –
Encogiéndose de hombros, Sungmin siguió jugueteando con la comida en su plato –
Sungmin, debes comer algo, hazlo por el bebé ¿Quieres? Ya tienes 5 meses de
embarazo, necesitas comida para mantenerte sano –el alto bufó viendo a su esposo
alicaído -¿Qué ocurre? –Alzando una mano, señaló la ventana –Minimin, no es época para
que juegues afuera. Te prometo que, si te comes todo, dejaré que Cacao y Tofu duerman
contigo y Choco ésta noche, ¿Bien? –Sungmin extendió su meñique, haciendo sonreír al
mayor. No debía olvidarse que el chico apenas tenía 15 años, seguía teniendo
comportamientos infantiles –en fin… mañana ese hombre regresará, traerá ropa para ti.
Mucha ropa nueva y bonita, y toda será para ti, ¿Te gusta la idea?

Señalándose a sí mismo, Sungmin asintió bruscamente con su cabeza, feliz de saber que
podría usar ropa bonita y nueva. Sería la primera vez en su vida. Brincando de su asiento,
el pequeño rodeó con sus delgados brazos el cuello de Kyuhyun –que permanecía en su
asiento- y dejó un sonoro beso en su mejilla, tomando por sorpresa al otro. Pero, ¿Qué
importaba? De alguna forma Sungmin quería hacerle saber lo muy agradecido que estaba
con él. Incluso el cariño que comenzaba a tomarle al mayor.

Kyuhyun no pudo evitar sonrojarse, sonriendo bobamente a la vez que agachaba la


mirada. Él no se había esperado eso jamás. La mano de Sungmin encontró la suya por
sobre la mesa, y el moreno sintió su corazón golpear con más fuerza al ver la hermosa
sonrisa del otro. Acariciando con su pulgar la suave piel de la mano del menor, se permitió
dejar que una nueva sonrisa floreciera de sus labios. Él quería a Sungmin, quería sus
sonrisas, quería ese vientre abultado en el que cargaba al bebé que algún día lo llamaría
padre. Cerrando sus ojos, Kyuhyun llevó la mano hasta sus labios, dándole un diminuto
beso. Él quería también ser el padre de ese bebé y criarlo junto a Sungmin.

-Repasemos “A… E… I... O… U” –remarcando cuidadosamente el sonido, Kyuhyun vio a


Sungmin fruncir levemente el ceño -¿Lo entiendes? –se había dado a la tarea de
enseñarle al bajito a leer y escribir para que así tuviera al menos alguna forma de
comunicarse además de la mímica. Viendo al pelinegro esforzarse por aprenderse las
vocales, llegó a la conclusión de que, si se lo hubieran permitido, Sungmin habría sido un
estudiante muy aplicado –Bueno, haremos esto. Yo te dictaré algunas vocales, y tú las
escribirás en éste cuadernillo. Si lo haces bien… te daré el regalo que tú quieras –recitó
varias combinaciones de vocales, sonriendo al notar que el menor mordía su lengua cada
vez que escribía una de las combinaciones que él le dictaba. ¡Tan tierno! Concentrándose
en su hoja, el pelinegro permanecía ajeno al mundo, con sus ojitos llenos de un brillo que
Kyuhyun no había visto en él antes de su matrimonio. -¡Muy bien Minimin! Eres muy listo –
Sonrojándose, Sungmin jugó con la punta de su lápiz –Promesas son promesas, ¿Qué es
lo que quieres?

¿Qué quería? Llevando su mirada por todo el estudio del mayor, Sungmin tomó el
cuadernillo y el lápiz, comenzando a dibujar con completo afán, ignorando las miradas
curiosas que le daba el otro. El lápiz era mucho menos útil que el carboncillo que tenía en
casa de su padre, pero eso no le impidió en ningún momento llevar a cabo con éxito su
dibujo. Mordiendo su labio inferior, le permitió al moreno ver lo que había dibujado en la
hoja.

Kyuhyun no pudo disimular su expresión de sorpresa al notar la maravillosa calidad de


aquellos retratos hechos por Min. El menor jamás había dado indicios de saber dibujar,
mucho menos con la destreza que lo hacía. ¡Dios! ¡Si incluso las sombras en los rostros
estaban bien definidas! Anotó mentalmente una lista de nuevas cosas que tendría que
regalarle a su esposo para fomentar éste talento. Más allá de eso, el deseo de Sungmin
estaba más que claro. Había dibujado los rostros de Eunhyuk y Donghae.



-Creí que habías dicho que lo visitarías una semana luego del matrimonio –Agachando la
cabeza, Hyukjae dio un suspiro
-sí bueno… pensé en que Min estaría odiándome para ese momento. No quiero que mi
hermano me mire con odio –Kyuhyun chasqueó la lengua, levantándose de su asiento
para encaminarse a la puerta de su estudio –bueno, pues Sungmin me pidió verlos, y
quise cumplirle su capricho
-¿Capricho? –Donghae ladeo la cabeza, enarcando una ceja
-uh uh… creo que lo he vuelto algo mimado durante nuestro primer mes como esposos –
Alzándose de hombros, el Cho les dio una mirada que demostraba no estar para nada
arrepentido de haber malcriado un poco a Sungmin –Vengan, ayer por la noche la modista
envió con su esposo mucha ropa nueva para Min, y ésta mañana está algo ansioso
probándose de todo junto a Jessica y sus hijas
-¿Le compraste ropa?
-Claro, ¿Esperabas que tuviera a mi hermoso esposo vestido con harapos durante toda su
vida? –negando con extrema elegancia, Kyuhyun comenzó a subir las escaleras,
encaminándose a la habitación de su esposo. Tocó la puerta antes de asomarse apenas -
¿Puedo entrar?
-¿Qué opina joven Kyuhyun? –Sungmin volteó en su dirección, sonriéndole de forma
hermosa a la vez que daba una vuelta para que Kyuhyun pudiera apreciar a la perfección
cómo lucia. El pelinegro sentía la imperiosa necesidad de recibir el visto bueno por parte
del mayor.
-¡Estás precioso Min! –Un sonrojo cubrió las mejillas del bajito antes de darle un rápido
beso en la mejilla al Cho, tomando luego en sus brazos a Choco y frotando con sus
nudillos la castaña cabeza del animal.

Sungmin traía una camisa de tono ligeramente rosa, pantalones de tela color marrón
oscuro –que dejaban ver un muy lindo trasero el cual no había notado antes, y un suéter
burdeo con rombos negros. Los zapatos nuevos brillaban de forma lustrosa, y su cabello
permanecía suelto, los mechones oscuros cayendo por su rostro, llegando milímetros más
debajo de los hombros. Se veía tan hermoso que Kyuhyun no pudo evitar atraparlo entre
sus brazos, casi gritando de la emoción cuando el otro no hizo ningún ademan de siquiera
tensarse bajo su toque. Le había perdido el miedo. Sólo él sabía lo gratificante que se
sentía saber eso.

-Minimin, hay visitas hoy –viendo por sobre su hombro, Kyuhyun le hizo un gesto a su
primo y a Eunhyuk para que ingresaran a la habitación –me pediste verlos, y aquí los
tienes
-Hola… Minnie –a juzgar por la mirada cargada de emoción del menor, Kyuhyun se habría
esperado que éste brincara aferrándose a su hermano o a Donghae. Pero definitivamente
no se había preparado para el efusivo abrazo que Sungmin le dio de pronto, acompañado
de un ligero roce de labios que desapareció casi al instante, pero que dejó millones de
mariposas revoloteando en su estomago.

No. Él no quería a Sungmin. Kyuhyun definitivamente se había enamorado como un idiota


del pequeño hombrecito que era su hermoso esposo.

Cap. 4

-Sungmin parece feliz. Mucho más feliz de lo que era jugando con los caballos de mi padre
–Eunhyuk mordió descuidadamente la uña de su pulgar, viendo a su hermano menor jugar
con Donghae –Le pedí matrimonio a Hae
-¿De verdad? Ya te estabas tardando –Kyuhyun palmeó la espalda de su amigo, haciendo
una graciosa mueca con sus labios –Creí que nunca se casarían
-sí bueno, hemos estado siendo demasiado obvios todo este tiempo ¿No? –Arqueando
ambas cejas, el moreno asintió de inmediato. Sungmin se levantó de pronto, comenzando
a brincar sobre la cama con Choco en brazos
-¡Minimin! ¡Deja eso! La romperás de nuevo –Fingiéndose molesto, se acercó hasta el
pequeño pelinegro, quien le sonrió inocentemente –No trates de manipularme con una de
tus lindas caritas –Y así, el matrimonio se embarcó en una juguetona discusión en la que
Kyuhyun hablaba y Sungmin hacía gestos con sus manos, dejando a Choco en el suelo
junto a Tofu y Cacao
-ellos… parecen llevarse muy bien ¿No lo crees? –Donghae se sentó en el asiento que
hace poco utilizaba Kyuhyun, apoyando un codo en la mesa en la que Min solía comer de
vez en cuando –Monito… realmente parecen quererse mucho, creo que Kyu lo quiere
-Kyuhyun es bueno con él porque su corazón es bondadoso. Pero es un hombre apuesto,
joven y con una gran fortuna. Estoy seguro de que en algún momento querrá casarse con
otra persona mucho más a su altura que mi hermano
-yo creo que te estás adelantando Hyuk
-No… no me adelanto, sé que eso ocurrirá. Kyuhyun puede encariñarse mucho con mi
hermano pero… -Suspirando con cansada resignación, Eunhyuk miró fijamente la
expresión sonriente de Sungmin en ese momento –se irá con nosotros Hae. Eso no tiene
discusión. Kyuhyun no se merece cargar con un hijo que no es suyo, ni con un chico mudo
que ni siquiera sabe leer y escribir. Es un gran hombre…
-Yo creo que estás pensando mal acerca de mi primo
-no es así
-pues bien, entonces. No creo que Kyuhyun o Sungmin estén muy felices cuando les digas
que pretendes llevarte a Minnie y su bebé lejos de su esposo –Chasqueando la lengua,
Donghae se unió al juego que tenían ahora los otros dos con las mascotas de Min.

Tal vez Donghae tenía razón, y tanto Kyuhyun como Sungmin se molestarían cuando
supieran de sus intenciones de llevarse a Min luego de haberse casado con Hae. Pero no
lo entendían. Él sólo quería proteger a su hermanito de desarrollar sentimientos que
podrían no ser correspondidos. Después de todo, anular un matrimonio con un chico mudo
que tiene un bebé producto de una violación podía resultarle realmente fácil a Kyuhyun. Y
entonces su hermanito quedaría en la calle. No permitiría eso.



-No Sungmin, te dije “Murciélago” no “Murciégalo” –Llenando sus mejillas con aire,
Sungmin cruzó ambos brazos sobre su prominente vientre de casi 6 meses. Con su largo
cabello suelto y lacio, parecía un adorable niño embarazado -¿Qué? No te molestes, si no
perfeccionas tu escritura y lectura, no te traeré más hojas y carboncillo –con un obvio
gesto de indignación, el pelinegro lo señaló infantilmente con sus ojos entrecerrados.
Tomando el cuadernillo en sus manos, movió con dificultad el lápiz, volviendo a mostrarle
luego la hoja a Kyuhyun, quien no pudo evitar soltar una carcajada al leer lo que el otro
había escrito
-“Tonto”
-yo no soy tonto, tú no quieres mejorar tu lectura y escritura. ¿Cómo podrán entonces leer
todos estos libros llenos de aventuras e historias de amor si no sabes leer bien? –
Encogiendo los hombros, Sungmin dio una rápida mirada por las inmensas bibliotecas
atestadas de libros que Kyuhyun tenía en su estudio
-“Llo leer lo Kiera” –Asintiendo con satisfacción, el mayor tomó su lápiz, corrigiendo las
obvias faltas ortográficas
-Así es, podrás leer lo que quieras –Mordiendo la punta de su lápiz, escribió nuevamente
en su cuadernillo
-“Leme algo” –Levantándose de su asiento, Kyuhyun buscó entre las estanterías su libro
favorito de cuando tenía 7 años. Sungmin no estaba del todo alejado psicológicamente de
esa edad después de todo
-éste es un libro de piratas. Leeré para ti los primeros dos capítulos, luego tendrás que
seguirlo tú solo, yo te ayudaré cuando no entiendas una palabra ¿Trato?

Sungmin se le quedó viendo fijamente mientras el mayor leía acerca de barbudos piratas
que navegaban por el océano en sus enormes y malolientes barcos con banderas y velas
negras con calaveras pintadas en ellas. Él adoraba la voz de Kyuhyun, tenía un extraño
toque mágico que lo hacía permanecer siempre atento a él cada que hablaba –o leía. No
sabía bien qué sería, pero le gustaba escuchar a su tal “esposo”. Frunciendo el ceño, se
vio en la tentación de preguntarle al fin a qué se referían con eso de “esposo”, más se
encogió de hombros, sonriendo al notar las muecas que hacía el otro mientras llevaba la
lectura.

Varias horas después, cuando las gotas de lluvia golpeaban con demasiada fuerza el
cristal de la ventana, y un horrible trueno estallaba en el cielo, Sungmin abrió sus ojos de
golpe, el terror dibujado en cada una de sus expresiones. Había soñado con él. Otra vez
había soñado con ese hombre malo. Encogiéndose en su cama, notó su cuerpo empapado
por el sudor. Tenía miedo, estaba aterrado. No podría dormir así. Pisando suavemente con
sus pies descalzos el piso, el pelinegro se levantó de la cama. Traía unos holgados
pantalones de algodón celestes, y un camisón rosa del mismo material que le llegaba casi
hasta las rodillas.

No sabía dónde ir, ni a quién pedirle ayuda. Alzando la mirada ante cada sonido extraño,
se deslizaba silenciosamente por los pasillos, sobre el frío piso de madera que apenas
crujía bajo sus pies. Un nuevo trueno lo hizo brincar del temor. Mirando de un lado a otro,
Sungmin vislumbró una silueta enorme, casi gigante, con ojos brillantes repletos de
maldad. Ojos que Sungmin jamás podría olvidar en toda su vida. Pellizcándose
repetidamente el brazo, cayó en cuenta de que ésta vez no estaba soñando, ese hombre
realmente estaba ahí. Había ido por él.

-Hola mudito –Abriendo sus ojos con temor, Sungmin se apresuró a dar media vuelta,
corriendo a toda la velocidad que sus cortas y delgadas piernas le permitían. Maldiciendo a
su garganta, que se negaba a hacer cualquier ruido, el pelinegro mordió su lengua cuando
una mano sujetó su muñeca -¿Dónde vas? Dije que volvería por ti. Y tú vienes conmigo –
Sacudiendo la cabeza, clavó sus dientes en el brazo más grande, provocando que el
enorme hombre soltase un chillido de dolor que se confundió con el de un trueno ahí fuera
–Regresa aquí, maldición

Esta vez no era un sueño. No le serviría despertar. Ese hombre lo atraparía y lo dañaría de
nuevo. Lastimaría a su bebé. Sintiendo cómo las lágrimas punzaban por salir de sus ojos,
Sungmin comenzó a golpear todas las puertas que aparecían ante él, consciente de que la
mayoría de las habitaciones estaban vacías en ésa ala de la casa. Con el hombre casi
pisándole los talones, y la adrenalina corriendo por todo su cuerpo, se apresuró en doblar
en el corredor que lo llevaría a las escaleras. No podía atraparlo. No podía volver a
lastimarlo. No cuando el bebé aun estaba dentro de él.

Tan aterrorizado como estaba, casi murió del susto cuando un par de brazos tiraron de él,
metiéndolo en una de las habitaciones en las que nunca había estado. El agarre era fuerte
pero cuidadoso a la vez. Sungmin forcejeó contra él, rompiendo en un llanto lleno de
desesperación, dio varios codazos a su atacante, la mirada nublada por las lágrimas.

-Minimin, calma, soy yo, Kyuhyun –la dulce voz susurrando en su oído fue como un
tranquilizante instantáneo. Mirando por sobre su hombro, se encontró con los brillantes,
pero preocupados ojos del moreno. Modulando su nombre, Sungmin se volteó de repente,
aferrándose al cuello del mayor, llorando y sacudiendo la cabeza –Shh, tranquilo. Estoy
contigo. Yo te protejo Minimin –Cuando la horrorosa voz de aquel hombre se escuchó
cerca de la puerta, Sungmin se tensó entre los brazos de su esposo –ve a la cama Minnie,
yo me encargaré –Negando con desespero, siguió sujetando los brazos del otro –
Sungmin, te prometo que estaré bien. Pero necesito que te calmes y me esperes en ésta
habitación. Enviaré a Jessica aquí en lo que regreso

Gracias al cielo Kyuhyun cumplió su promesa. No había pasado ni un parpadeo cuando


Jessica y sus dos hijas aparecieron en la habitación, las tres mujeres vistiendo sus
camisones floridos, se apresuraron a calmar a Sungmin. Pero el pelinegro seguía
asustado, espantado. Kyuhyun podía ser lastimado por ese hombre enorme, y todo sería
por su culpa. Sintiendo sus ojos aguarse nuevamente, se dejó abrazar por Jessica. Tenía
miedo. Mucho miedo. ¿Por qué ese horrible hombre no podía sólo dejarlo en paz?



-un hombre se metió a la villa, y quiero saber cómo diablos ocurrió esto –Con la mirada
irradiando fuego, Kyuhyun vio uno a uno los rostros de todos los hombres que, en pijamas
y con miradas somnolientas, se encontraban frente a él – ¿Bien?
-KangIn y yo revisamos todas las cerraduras. La puerta de la cocina fue forzada –Habló
Hangeng, uno de los que permanecía más despierto
-junto a Leeteuk revisamos la casa. Si entró a robar, no pudo llevarse nada –Heechul, uno
de los veterinarios, se apoyó en el brazo de su esposo Siwon, bostezando –que ladrón tan
torpe, se mete en una enorme casa y no roba nada
-casi lo logra –haciendo un gesto en dirección a los hombres más somnolientos para que
regresasen a sus camas, Kyuhyun cayó agotado en su asiento, apoyando ambos codos
sobre la fría mesa, escondiendo el rostro entre sus manos –buscaba a Sungmin
-¿Al joven Min? –Leeteuk preguntó cuando el último de los hombres salió del estudio,
dejando solo a los de más confianza ahí dentro junto a Kyuhyun
-¿Cómo es eso señor? –el moreno observó a Siwon, hombre ya adulto de cabello negro y
porte elegante. Jefe de cuadra junto a Hangeng, primos también
-hace casi 6 meses alguien abusó de Sungmin. Me casé con él por eso, para cuidarlo ya
que su padre quería enviarlo a un manicomio para deshacerse de él…
-¡Vaya monstruo! –interrumpió Heechul, siendo abrazado de inmediato por su esposo
-la cosa es… que el hombre que abusó de Sungmin, y el que se metió a la villa esta
noche… es el mismo. Le dijo a Sungmin que volvería por él
-No logró lastimarlo, ¿Verdad? –Haciendo una mueca de espanto, Leeteuk se llevó una
mano a los labios –pobre criatura
-no. No logró atraparlo. Escuché un grito y cuando llegué a la puerta, vi a Sungmin
corriendo en dirección a las escaleras. Lo metí a la habitación, y luego escuché la voz del
hombre llamándolo en el pasillo –Kyuhyun empuñó sus manos, levantándose y alejándose
de su escritorio –Quiero que encuentren al maldito. Yo mismo me encargaré de que
termine en la horca por lo que le hizo a Min y por meterse en propiedad privada

Ignorando a los hombres que habían comenzado desde ya a idear un plan para atrapar al
intruso, Kyuhyun abandonó el estudio. Pisando con fuerza los peldaños de la larga
escalera, se ajustó torpemente las mangas de la camisa que Heechul le había prestado
para que no anduviera semidesnudo por la casa a esas horas de la noche. Suspirando
quedito, Kyuhyun abrochó los pequeños botones, ocultando su torso y peinando
descuidadamente su cabello ondulado. Lo primero que vio al abrir la puerta fue a un
tembloroso Sungmin refugiado en los brazos de Sunny. Las lágrimas brillaban en sus
mejillas, parecía aun demasiado aterrado.

Al contactar con su mirada, Sungmin corrió hasta él, abrazándolo lo más fuerte que sus
temblorosos brazos le permitían. El Cho suspiró, estrechando el delgado cuerpo contra sí,
besando su cabeza y ordenándoles silenciosamente a las Jung que salieran de la
habitación. Ya les agradecería en otra ocasión por cuidar de Min. Apartándose apenas
para poder mirar a Sungmin a los ojos, Kyuhyun le sonrió de forma tranquila, acariciando
luego sus húmedas mejillas.

-ya está bien. Ese hombre no te molestará. No te preocupes por él ¿Bien? –Mostrándose
reacio a soltar su camisa, el moreno arqueó una ceja –Escucha Minimin. Estás conmigo,
no estás solo. Te estoy protegiendo. No debes tener miedo –Parpadeando con la
inocencia dibujada en su rostro, Sungmin llenó sus mejillas de aire -¿Qué te parece si
enciendo la chimenea y luego nos acostamos? –Llevando su mirada desde su rostro hasta
la cama, el pelinegro se señaló a sí mismo –Claro que puedes dormir conmigo. Estarás
más seguro conmigo que solo en tu habitación

Aquella fue la primera vez que Sungmin durmió en la cama del mayor. Con la habitación
iluminada por el fuego en la chimenea de piedra pulida, Kyuhyun observó los delicados
rasgos del rostro de su esposo, su expresión inocente y los pucheros que hacía mientras
dormía. Había estado realmente asustado de perderlo. Asustado de que alguien se lo
arrebatase ahora que lo amaba tanto. Sungmin era su pequeño esposo, y no dejaría que
nadie lo lastimara ni lo asustara. Él atraparía al desgraciado que se había atrevido a
intentar robarse a Min bajo sus propias narices, y estaría en primera fila cuando lo
colgasen en la plaza central del pueblo.



-¿Qué rayos hacen ustedes aquí? –Frunciendo el ceño, el mayor de los recién llegados le
dio un fuerte golpe en la cabeza al Cho -¡Aush!
-¡Ya! ¿Es esa la forma de recibir a tus mejores amigos? –Con un malogrado puchero,
Kyuhyun sobó la zona adolorida –te enviamos una carta avisando que te visitaríamos
pero… por lo que veo, hace mucho que no lees tu correspondencia –Siguiendo la mirada
del mayor, suspiró notando el montón de sobres apilados a un lado de su escritorio
-ya veo. Bueno… entonces… ¡Bienvenidos a Villa Cho! Ryewook, Yesung… Henry

Ryewook y Yesung habían sido sus amigos desde siempre. Sus madres habían sido
amigas de toda la vida, al igual que ellos tres. Yesung tenía ya 29 años, y Ryewook 22 –
igual que él- mientras que Henry, hermano menor de Wook, según sabía, había cumplido
los 15 años hace un par de meses. Kyuhyun quería mucho a sus amigos, pero los
desgraciados se habían casado hace ya 6 años, y se habían ido a vivir al fin del mundo –
eso según su exageración- significaba vivir en una ciudad ubicada a dos días de viaje
desde aquel pueblo. Mucho muy lejos.

Sacudiendo sus pantalones de montar, Kyuhyun se apresuró a darle un apretón de manos


a los 3 antes de llamar a Jessica con toda la fuerza que sus pulmones se lo permitiesen.
La mujer llegó segundos después alzando una escoba, en clara pose de “Yo mato al
ladrón” que provoco una obvia carcajada por parte del moreno. Esa mujer lo que tenía de
malaspulgas lo tenía de loca.

-baja eso Jessica, sólo quería que vieras a nuestros invitados


-¡Buenos días Jessica! –Haciendo una reverencia, la castaña volteó furiosa en dirección de
su jefe
-¿Tenía invitados y no me avisó para prepararles sus habitaciones?
-yo no leí la carta donde avisaban que vendrían, fue una sorpresa también para mí –
Dándole un golpe en la cabeza con la escoba, Jessica frunció el ceño -¡Ya! ¿Qué tienen
todos con andar golpeándome? Mejor ve con Sunny a preparar dos habitaciones, y envía a
Seohyun a que despierte a Sungmin, anoche durmió en mi habitación
-lo sospeché. Con lo asustado que parecía el pequeño –Moviendo la cabeza de un lado a
otro, la mujer gritó de pronto -¡KangIn! ¡Ven por el equipaje de las visitas!
-uh uh, creo que no ha cambiado en nada
-se va Ahra y me dejan a ésta loca –los 3 sonrieron, mientras que Henry seguía en
silencio
-Y… ¿Quién es Sungmin?
-¿Eh? ¡Oh, claro! Es mi esposo
-¿te casas y no nos invitas a la boda? –Gritó/preguntó Ryewook señalándolo de forma
acusatoria -¿Qué clase de amigo eres?
-se los explicaré luego. Esperen a conocerlo. Es un chico encantador. Tiene tu edad
Henry, creo que se llevarán bien –Luego de ver fijamente sus labios, el menor sonrió
alegremente, asintiendo con emoción -¿Ya desayunaron?
-no en realidad

Llevándolos hasta el gran y elegante comedor, Kyuhyun se acomodó en su lugar en el


extremo de la larga mesa, apartando un lugar para Sungmin, les indicó a sus amigos que
se sentasen a su mano izquierda, mientras que a Henry lo ubicó en el asiento junto al de
su esposo. Quería que esos dos se llevasen bien, estaba seguro que ambos sabrían
entenderse a la perfección. Henry era un sofisticado adolescente con muchos talentos,
aunque algunos problemas físicos le impedían desarrollar su vida de forma 100% normal.

Estaba sumido en lo que Yesung decía cuando las puertas del comedor se abrieron
nuevamente, dejando ver a Sungmin junto a Seohyun. El bajito, al ver que había más
personas en la mesa, dudó de si debía acercarse o correr a esconderse en la habitación
de Kyuhyun. Durante toda su vida, cada vez que su padre tenía visitas, él debía
esconderse en su habitación, en los establos o salir a recorrer el bosque. No tenía
permitido acercarse siquiera a otras personas que no fuera algún trabajador del lugar o
alguien de la propia familia.

-¡Minimin! ¡Estás hermoso hoy! –Sonrojándose hasta las orejas, el pelinegro agachó la
mirada, dejando que Kyuhyun, quien se había levantado y caminado en su dirección,
besara sus mejillas –tenemos visitas hoy Min, unos amigos de la infancia, así que
desayunaremos todos juntos –Con una extrañada mirada, Sungmin asintió, dejándose
llevar por la mano del moreno –ellos son Kim Jongwoon y su esposo Ryewook, y él es
Henry –otra vez esa palabra “esposo” –chicos, Henry, él es mi esposo Cho Sungmin -
¿Cho? Frunciendo el ceño, el bajito ladeo levemente la cabeza -¿Verdad que es lindo?
-condenado hombre, ¿Cómo es que consigues un esposo tan lindo siendo tú tan feo? –
Kyuhyun le dio una mirada asesina a Yesung, mientras que Wook sonrió levantándose de
su asiento
-encantado de conocerte Sungmin –buscando el cuadernillo pequeño que Seohyun había
colocado en uno de los bolsillos de su pantalón, el pelinegro escribió rápidamente una
corta respuesta lo más decente que pudo
-“Ola” –Tanto Ryewook como Yesung miraron extrañados a su amigo, quien volvió a su
asiento luego de haber acomodado a Sungmin en el suyo
-Sungmin es mudo. Les estoy enseñando a leer y escribir desde hace unas semanas.
Puede escuchar y leer los labios con mucha facilidad, ¿Entienden ahora porqué les digo
que se llevará bien con Henry?
-¡Oh! Así que no puedes hablar. Una pena, con un rostro tan lindo tu voz debe ser
hermosa –Sacudiendo la cabeza con algo de vergüenza, Sungmin volteo a ver al chico
que estaba al lado suyo
-“Hola Sungmin” –él dijo moviendo solo sus labios, y Min no pudo evitar sorprenderse de
que aquel chico, tan lindo y elegante, no pudiera hablar tampoco con su voz –“Soy Henry”
-“Hola Henry” –Sonriéndose mutuamente, el mayor volvió a mirar a Kyuhyun, que lo
observaba con curiosidad –“Vuenos días” –escribió en una hoja, sonriéndole de esa forma
linda que cada vez enamoraba más al moreno
-Buenos días Minimin
-“Grasiaspor cuidarme anoshe”
-te cuido porque te quiero –Mordiendo tímidamente su labio inferior, Sungmin volvió a
escribir algo en la hoja, arrancándola del otro montón y deslizándola hacia Kyuhyun, el
pelinegro comenzó una conversación con Henry, fingiendo no ver la sonrisa de emoción
que se formó en el rostro del mayor

“Te kiero tambien”

Cap. 5

-Boda. ¿No sabes lo que es eso? –Negando silenciosamente, Sungmin se quedó viendo
fijamente a Kyuhyun, que tenía la mandíbula desencajada producto de la sorpresa –
Minnie, llevas dos meses siendo mi esposo… ¿Y no sabes lo que eso significa? –Seohyun
le dio una mirada preocupada a su jefe antes de salir de la habitación, luego de haber
arreglado de forma perfecta a Sungmin
-“¿Qué significa?” –Alzando su cuadernillo, el pelinegro le observó de forma interrogante –
“¿Qué significa que yo sea tu esposo y tú el mío?” –Suspirando, Kyuhyun sacudió ambas
manos
-Esposos. Dos personas se vuelven esposos luego de casarse, un matrimonio, una boda –
el ceño fruncido de Sungmin le indicó que aun no sabía de qué hablaba –ante Dios estas
personas están casadas porque se aman, se quieren mucho y unen sus vidas para
siempre, ¿Me entiendes? ¡Oh amor! Terminaré volviéndome loco con tanta inocencia tuya
¿Unir sus vidas para siempre porque se querían mucho? Eso quería decir que…
¿Kyuhyun lo amaba? Chasqueando la lengua, el moreno se sentó en una de las orillas de
la enorme cama en la que llevaban durmiendo juntos desde aquella horrible noche hace 2
semanas –Sungmin ya había aprendido a contar el paso de los días, Kyu se lo había
enseñado-. Viendo de forma dubitativa al hombre más alto, Sungmin se acercó hasta él,
acariciando su mejilla, dio un paso hacia delante, inclinándose para poder ver el rostro del
mayor. Él quería a Kyuhyun. Había aprendido a quererlo mucho pero, no sabía qué
significaba amar a alguien…

-“¿Tú me amas?” –Ladeo su cabeza, dejando que algunos mechones del oscuro cabello
cubrieran sus mejillas. Seohyun lo había peinado y atado en una coleta, pero bien que a la
mujer le gustaba siempre dejar algunos mechones libres
-yo… te amo mucho
-“¿Cómo se siente amar a alguien?” –Escribió rápidamente. Durante esas dos semanas
había perfeccionado su lectura y escritura, incluso realizaba mucha caligrafía junto a
Henry, que se entretenía bastante ayudándolo a estudiar. Sungmin estaba realmente feliz
de que los amigos de Kyuhyun volverían dentro de una semana junto a sus dos hijos y
Henry –“¿Cómo sabes que amas a alguien?”
-tú corazón palpita mucho cuando estás cerca de esa persona. Sólo piensas en ella, en lo
que está haciendo en ese momento, en si está segura. Deseas protegerla y tenerla
siempre cerca. Esa persona se vuelve el principal objeto de tus pensamientos. Quieres
hacerla feliz, mimarla y ver siempre sus lindas sonrisas –Mordiendo el interior de su
mejilla, Sungmin llevó su temblorosa mano hasta el cuadernillo
-“Creo que comienzo a enamorarme de ti” –Sonriendo tímidamente, pasó una mano por su
frente antes de acariciar su vientre –“Así que eso significa ser esposos. ¿Cuándo fue que
nos esposamos?”
-Se dice casarse
-“¿Cuándo nos casamos?”
-uh pues… ¿Recuerdas el día que llegaste a éste lugar? –Min frunció el ceño, asintiendo a
la vez que abría sus ojos en demasía –sí, ese día fue cuando nos casamos
-¿Eso es una boda?
-Minimin…
-no es que quiera apurarlo, pero la boda iniciará pronto –Jessica entró a la habitación
arrastrando un hermoso vestido de bordados dorados y suave seda. La mujer no iría a la
iglesia, eso no, pero aun así vestía demasiado atractiva para ser sólo un ama de llaves –
comprendo que quiera usted hacerse esperar, pero recuerde que son dos de sus amigos
-sí, ya entendí “mamá” –blanqueando los ojos, Kyuhyun se levantó, arrastrando a su
diminuto esposo de abultado vientre con él –hablaremos más tarde

Nunca había estado tan nervioso como en ese momento. La gente del pueblo ni siquiera
sospechaba que él se había casado, ante los ojos de ellos Cho Kyuhyun seguía siendo
uno de los solteros más codiciados del lugar. Curioso cómo la vida de una persona puede
cambiar en 180°, y los demás no se dan por enterados. Pero no era por eso que estaba
nervioso. Kyuhyun no sabía cómo tratarían las personas a su pequeño esposo, no sabía si
no lo harían sentir mal, si lo respetarían. Sungmin era apenas un niño que ya estaba
casado, que cargaba con una panza de 6 meses de embarazo. Que era suyo.

La iglesia del pueblo era enorme. Sus pilares con relieves llamaban bastante la atención
pese a no estar ubicada en un pueblo excesivamente conocido. Y aun así Kyuhyun seguía
intimidándose por ese lugar. ¡Demonios! ¡Él odiaba ese sitio! Allí había dicho adiós a sus
padres hace años. No le gustaba ese sitio. Cuando el carruaje se detuvo justo fuera de la
iglesia, Kyuhyun instintivamente volteó hacia Sungmin.

Sus labios entreabiertos, sus tiernas morisquetas y el eterno movimiento de sus manos no
hicieron más que cautivarlo. Sungmin parecía aun más nervioso que él, y sólo entonces
recordó que sería la primera vez que el chico ponía un pie en algún sitio de ese pueblo
luego de la muerte de su madre. Ahora que lo pensaba bien, Kyuhyun aun no sabía cómo
había muerto ésta, pero suponía que no debió ser nada lindo si luego de eso Min perdió el
habla.

-Cho Kyuhyun. ¡Qué milagro y qué gusto verte en el pueblo! –Sacudiendo los hombros,
Kyuhyun volteó hacia el hombre regordete que se acercaba al carruaje. Dándole luego una
rápida mirada a KangIn, el moreno abrió la puerta del lado de Sungmin, tendiéndole la
mano a su pequeño esposo
-Señor Song. Ha pasado tiempo –Tomó con su mano la más pequeña de Min, dándole un
leve apretón cuando la vista del mayor viajó hacia el diminuto pelinegro junto a Kyuhyun
-Y… ¿Quién es el muchachito? –Enarcando una ceja, el hombre mantuvo la mirada fija en
el vientre de Sungmin, quien se cubrió instintivamente la zona con su brazo libre
-Oh claro, disculpe mi descortesía –abrazando el cuerpo de Min contra el propio, Kyuhyun
le besó la mejilla antes de alzar la mirada –Cho Sungmin, mi amado esposo
-tú… ¿Esposo? ¿Cuándo fue que se casó mi estimado amigo? –El Cho casi se larga a reír
ante la mirada del otro. Claro. Ese hombre siempre había tratado de meterle a su hija
Victoria hasta por los ojos
-Hace ya varios meses. Como verá, nuestro primer hijo o hija ya viene en camino –tirando
de la mano de Sungmin, trató de seguir su camino hacia la entrada de la iglesia, sonriendo
con ternura al ver a su diminuto esposo observar todo con demasiada curiosidad
-“No me agradó ese hombre” –Escribió el pelinegro frunciendo el ceño –“miró de forma fea
al bebé”
-no dejaremos que se te vuelva a acercar entonces pequeño



Donghae y Eunhyuk daban el sí frente al altar, sellando sus votos con un caluroso beso
que provocó el estallido de aplausos. Pero eso no era lo que le importaba en ese momento
a Kyuhyun. Desde el inicio de la ceremonia que veía a su esposo hacer muecas de
desagrado con sus labios, llenando de vez en cuando sus mejillas con aire y formando
hermosos pucheros. Algo le estaba molestando, pero no alcanzaba a entender qué era.

Había mantenido protegido al bajito de las habladurías de los demás, con vagas
presentaciones, lo alejaba de todos aquellos que se le quedaban mirando por periodos
demasiado incómodos para el pequeño. Había evitado incluso que alguien hiciera alguna
pregunta fuera de lugar acerca del embarazo o de la familia de él. Entonces, ¿Qué había
molestado a Min? La boda se dio por finalizada, y todas las personas allí regresaron a sus
carruajes para marchar en dirección a la enorme mansión que poseían sus tíos en el
centro del pueblo.

-¡Waaa Minnie! ¡Estás tan hermoso! –Donghae gritó, apresurándose a abrazar el delgado
cuerpo de su ahora cuñado, llamando de paso la atención de la mayoría de las personas –
es lindo verte en el pueblo
-“Somos cuñados” –Escribió el menor sonriendo con timidez
-y también primos, no lo olvides –Abrazando ésta vez a Kyuhyun, el castaño susurró en su
oído –está algo extraño
-ya lo noté –Sonriendo, Hae se dirigió a saludar a más personas -¿Qué ocurre Min?
-“No estamos casados” –Alzando con furia su libretita, Sungmin entrecerró los ojos
-claro que lo estamos, ¿Por qué dices eso?
-“¿POR QUÉ NO TUVE UNA LINDA BODA COMO MI HERMANO CON DONGHAE?” –No
se necesitaba ser un genio para saber que las letras mayúsculas representaban enfado y
un grito –“¿POR QUÉ NO FUE EN UNA IGLESIA? ¿NI HUBO UNA FIESTA Y UN LINDO
TRAJE BLANCO PARA MÍ? ¿DÓNDE QUEDÓ MI BESO?”
-Minimin… -Dando un suspiro, sujetó a su esposo por el codo. Muchas personas
mantenían la mirada sobre ellos, y Kyuhyun no estaba dispuesto a que Min fuera expuesto
de esa manera. Dirigiéndose hacia una de las habitaciones interiores, el Cho suspiró con
cansancio
-“¿Una boda es linda como la de Hae hyung y Hyukkie?” –Él hizo un puchero, sus mejillas
llenas de aire y su labio inferior sobresaliendo tiernamente –“¿Por qué yo no tuve una boda
así?”
-Sungmin… no hay nada que yo deseara más que haber celebrado una boda así de
bonita. Pero tu padre se negó a que fuese algo grande, y cuando nos casamos tú ni
siquiera querías pasar 5 minutos a solas conmigo, ¡Ni siquiera habrías sabido que era tu
boda!
-“¿Estás diciendo que soy demasiado estúpido para tener una boda linda?”
-¡No es eso Min por Dios! ¡No eres un estúpido! –Chasqueando la lengua cuando el otro
rehuyó de su contacto, el Cho alzó los hombros –tú no eres estúpido. Me gustabas, pero
yo a ti te daba miedo. Me evitabas. Quise darte un beso, lo desee, pero habrías corrido
espantado
-“dijiste que dos personas eran esposos porque se amaban”
-así es
-“¿Me amabas entonces?” –Desviando la mirada, el mayor llevó ambas manos a su cintura
–“Kyuhyun. ¿Me amabas?”
-me gustabas. Quería tenerte a mi lado, hacerte feliz –Sacudiendo la cabeza, el pelinegro
comenzó a escribir nuevamente en su libreta
-“No me amabas. ¿Por qué casarte con un chico tonto, mudo y que, además, es odiado
por su propio padre?”
Kyuhyun abrió los labios, más el sonido de la puerta abriéndose fue suficiente para
obligarlo a voltear, la mirada fija en el recién llegado. Hyukjae frunció el ceño, llamando a
su hermano y apresurándose a abrazarlo. Agachando la cabeza, Sungmin sonrió de forma
dulce, su libreta firmemente oculta tras su espalda. Al notar que el otro no tenía la menor
intención de volver a dejarlos solos, decidió regresar afuera.

Sungmin quería una boda linda, con trajes lindos y beso incluido. Kyuhyun realmente
deseaba poder cumplirle ese capricho a su pequeño embarazado. Él también hubiera
querido una boda hermosa, que todos admiraran la belleza que irradiaba de su esposo,
que lo adoraran. Bien. Iba a demostrarle a su esposo cuánto lo amaba.

-¿Por qué estabas discutiendo con mi hermano?


-problemas maritales –Se encogió de hombros, llevándose la copa a la boca mientras
observaba a Sungmin jugar cerca de KangIn que, al igual que él, no le quitaba la vista de
encima al pequeño –no es asunto tuyo
-es mi hermanito. Claro que es asunto mío.
-con todo respeto. Creo que los problemas que tenga con MI esposo no son tu asunto.
Deberías preocuparte mejor de mi primo, osea, de TU esposo –Sacudiendo la cabeza,
Kyuhyun le sonrió a Sungmin cuando éste le buscó con la mirada. El menor podría estar
molesto, pero seguía necesitándolo
-Luego de mi luna de miel… Quiero llevarme a Sungmin a vivir conmigo y Hae a la ciudad
vecina
-¿Qué? No. Eso no pasará –Dándole una mala mirada a su amigo, Kyuhyun chasqueó la
lengua –es mi esposo. Lo quiero. No puedes llevártelo. No tienes ningún derecho sobre él
ahora y lo sabes bien –No quería discutir con su amigo, mucho menos el día de la boda de
éste –Sungmin es feliz conmigo…
-eso deberíamos dejar que lo decida él –dando por finalizada la discusión, vio a Eunhyuk ir
directamente hacia Sungmin, diciéndole algo antes de perderse los dos de su vista
-¿Qué diablos?
-no dejes que se lo lleve Kyu –Donghae se ubicó a su lado, tratando de ocultarse de algún
molesto invitado que aun no se iba de la fiesta –he notado lo mucho que Minnie te quiere
-lo amo
-eso también lo noté Kyuhyunnie –Sonriendo, el castaño se levantó –vamos donde ese
idiota terco que me conseguí como esposo

Kyuhyun aprovechó para observar el lugar a medida que se dirigían al que, según él
recordaba, era el estudio del padre de Hae. Pareciera que habían pasado siglos desde la
última vez que había visitado a sus tíos. Y no estaba muy lejos de la realidad. La última
vez que había estado allí fue luego de que su hermana Ahra contrajera nupcias. Y eso
había sido hace ya unos 6 o 7 años. ¿Cuánto tiempo había pasado solamente bajo el
cuidado de Jessica? Kyuhyun casi podía recordar a la mujer felicitándolo luego de haber
aprendido a leer. Jessica había velado por él desde que tenía apenas 5 años. Ahra se
marchó 10 años después.
Siguiendo los pasos de su primo, se detuvieron justo frente a una pesada puerta de
madera, la cual Hae no tardó en empujar con fuerza, haciendo así notar su presencia.
Kyuhyun frunció el ceño al divisar las lágrimas que surcaban las sonrosadas mejillas de
Sungmin, las manos de éste agitándose de forma casi exagerada con cada gesto que
realizaba.

-Deja a Min en paz –Donghae acabo en 3 pasos con los metros interpuestos entre él y su
esposo -¿Qué ocurre Minnie? –Olvidándose por completo de escribir lo que pensaba, el
pelinegro agitó sus manos con nerviosismo -¿Eh?
-¡CLARO QUE VENDRAS CONMIGO! ¡Soy tu hermano! Maldita sea
-No le grites a mi esposo –Kyuhyun gruñó acercándose a Sungmin, quien buscó
inconscientemente su mano –menos maldigas frente a él
-no te entrometas
-¡Claro que me entrometo! ¡Yo amo a éste chico y tú quieres arrebatarlo de mi lado! ¿No
me da eso razones para entrometerme?
-“Hyukkie. Soy feliz por primera vez en toda mi vida. ¿Por qué eso no te hace feliz a ti?
¿Por qué quieres quitarme la única felicidad que he tenido?” –Haciendo un hermoso
puchero, Sungmin depositó la hoja de papel en las manos de su hermano mayor,
regresando luego a tomar la mano de Kyuhyun
-¿Lo… lo prefieres a él? –Haciendo una mueca de profunda tristeza, Min sacudió la
cabeza a modo de negación, señalando luego de Eunhyuk a Kyuhyun –Yo quería traerte
conmigo, darte la felicidad que nunca pude darte –volviendo a tomar su lápiz, Sungmin
escribió rápidamente en una nueva hoja, la mirada nublada por las lágrimas
-“No te corresponde a ti hacerme feliz. Tú debes ser feliz con Hae hyung como yo lo soy
con Kyuhyun. Cuando puedas entender eso… ya sabes dónde encontrarme”

Tirando del brazo de Kyuhyun, Sungmin abandonó aquel estudio sintiendo su corazón
quebrajarse poco a poco. ¿Por qué cuando estaba siendo feliz siempre tenía que pasar
algo? ¿Acaso él no tenía derecho a sonreír? Dando bocanadas de aire, le permitió –por
primera vez- a KangIn ayudarlo a subir al carruaje. Se sentía seguro estando con Kyuhyun,
y aquel era también un buen hombre. Sorbiendo su nariz, Sungmin apenas volteó cuando
su esposo subió y se instaló a su lado. Un completo silencio los embargó. Estaba bien así.
Min aun tenía una conversación pendiente con Kyuhyun después de todo.



-esto, pequeño curioso, es una cuna –Aplaudiendo con entusiasmo, Jessica y Sunny
sonrieron hacia Sungmin –cuando el bebé nazca, dormirá aquí. ¿Qué te parece?
Sungmin frunció el ceño, la mirada fija en aquella pequeña cama con barandillas. Él nunca
había visto una de esas antes. Tocando con la punta de sus dedos la madera, el pelinegro
se permitió sonreír al momento de volver a mirar a las mujeres, volteando al sentir la
puerta de la habitación de Kyuhyun abrirse, dejando ver la figura de su esposo.

Desde la boda de su hermano, hace ya 2 días, él y Kyuhyun no habían tenido tiempo de


hablar, ya que el otro había estado muy ocupado con unos asuntos referentes a la venta
de unos animales, o algo así le había comentado Sunny mientras lo acompañaba durante
las cenas. La verdad es que comenzaba a extrañar la presencia del mayor, quien sólo
aparecía al momento de dormir, y se esfumaba a la mañana siguiente. Con una linda
sonrisa, Sungmin le enseñó la cuna al moreno, que ladeó la cabeza antes de sonreír
también.

-es muy linda, ¿Verdad? –Asintiendo, Sungmin tiró de su mano para que tocara la madera
–y muy suave, tal como te gustan a ti las cosas –Alzando la mirada en dirección a las dos
mujeres, el otro aclaró su garganta –ajumma, Sunny noona. ¿Podrían dejarme solo con
Min? Tengo algo que decirle a mi esposo –Sin esperar ni 3 segundos, la presencia de ellas
casi se esfumó en el aire –Minimin… aquel día… me preguntaste si te amaba al momento
de casarnos… -Interrogándolo con la mirada, Sungmin dejó de acariciar las orillas de la
cuna –no te amaba en ese momento. La primera vez que te vi sentí que eras un ser
demasiado hermoso, demasiado desprotegido. Y sentí la necesidad de hacerte feliz, de
demostrarte que el mundo no es tan horrible como pensabas que era. Que no todas las
personas son malvadas, no todas querrán lastimarte. Quería que sonrieras… porque tu
sonrisa es hermosa, y me hace feliz. Me gustaste en ese momento… comencé a amarte
sólo unas semanas después.

Dejando que una sonrisa se apoderase de sus labios, Sungmin rodeó con sus delgados
brazos el torso de su esposo, separados sólo por la barrera que su vientre interponía entre
ellos. Kyuhyun lo amaba. Y era lo único que realmente le importaba al pequeño. Alzando la
mirada para ver los hermosos ojos del mayor, Min besó tímidamente sus labios, un roce
que duró unos pocos segundos antes de separarse, pero que bastó para que el otro
sonriera con sincera felicidad.

-realmente te amo Sungmin.


-“Te quiero mucho” –no eran las palabras que el otro quería que esos labios insinuaran,
pero bastaron para que su felicidad incrementara aun más. Se ganaría el amor de Min.
Eso era seguro.

Cap. 6

Sungmin alzó sus brazos, tomando entre ellos a Choco mientras que Henry sonreía
sosteniendo a Tofu. Cacao estaba feliz siendo acariciado por Jonghyun y Krystal, los hijos
de Ryewook y Yesung, de 4 y 3 años respectivamente. Min había estado realmente feliz
cuando los amigos de Kyuhyun regresaron a la villa, tal como lo habían prometido,
trayendo con ellos a los niños.

Min nunca. Pero realmente nunca, había interactuado con niños antes. En cierto modo les
temía. Ellos no eran como los perros u otros animales, ellos si tenían el poder de
rechazarte si no eras capaz de decirles algo. Por lo mismo nunca se había acercado a
ninguno de los que aparecían en las caballerizas junto a alguno de los trabajadores de su
padre. Sungmin solía ocultarse hasta que los pequeños desaparecían de su vista.
Jonghyun y Krystal habían sido la primera conexión directa con estos diminutos seres.

En cierto modo, los niños no estaban incómodos por su silencio. Estaba seguro de que eso
se debía a que Henry tampoco hablaba, así que no les resultaba extraña una persona que
no pudiera articular algún sonido. Sungmin también había conocido hace unos pocos
minutos a Kibum, el hijo de Leeteuk y KangIn. Pero el niño era tan pequeño que apenas sí
podía caminar por su propia cuenta, así que no pudieron jugar con él por mucho tiempo.

-“Mientras Jonghyun y Krystal duermen su siesta. ¿Qué hacemos?” –Henry se le quedó


viendo a la espera de una respuesta. Encogiendo los hombros, Sungmin acarició su
vientre, sonriendo tímidamente –“¿Cómo es estar embarazado?”
-“Es… raro” –Frunciendo el ceño, el pelinegro enarcó una ceja –“Es incómodo para dormir.
Y además… aun no entiendo cómo el bebé se metió dentro de mí. Tampoco sé cómo
saldrá”
-“¿Qué dices?” –Haciendo una divertida mueca de sorpresa, el hermano de Ryewook se
sentó a su lado en piso de la habitación de Kyuhyun –“Tú… ¿No sabes cómo es que estás
embarazado? ¿No lo haz… ya sabes… hecho con Kyuhyun hyung?”
-“¿Hacer qué cosa?” –Poniendo los ojos en blanco, Henry alzó un dedo
-“Ya sabes. Lo que haces cuando te casas”
-“No sé a qué te refieres”
-“Sexo. ¿Haz tenido sexo con tu esposo?”
-“¿Sexo? ¿Qué es eso?” –Sonrojándose bruscamente, Henry llevó la mirada a sus pies,
una mano en su cuello, la otra tras su espalda. –“¿Cómo se hacen los bebés, Henry-ah?”
-“Uh bueno. Según lo que Ryewook y omma me han explicado…” –moviendo sus manos a
la vez que modulaba las palabras con sus labios, el Kim estrechó los ojos –“Los bebés se
meten dentro tuyo cuando tu esposo introduce eso en ti”
-“¿Eso?”
-“lo que tienen entre las piernas” –más colorado que un tomate, Henry prosiguió con su
explicación –“Para que puedas quedar embarazado, los dos se desnudan, y él te introduce
eso por detrás… Omma y Wook dicen que es un poco doloroso pero que así es como
terminas embarazado, y el que introduce eso es el padre del bebé”

Sin dejar de arrugar el entrecejo, Sungmin ladeó levemente la cabeza, analizando lo que
su amigo le decía. Comprendía lo que Henry estaba insinuando que era “eso”, pero el
pequeño no recordaba que Kyuhyun hubiera introducido su cosa en él… de hecho, la
única vez que Sungmin podía recordar a alguien metiendo eso dentro de él, y que había
sido realmente doloroso y desgarrador, fue cuando aquel hombre…
Palideciendo más que una hoja de papel, el pequeño comenzó a agitar la cabeza,
retrocediendo instintivamente hasta que su espalda tocó la firme superficie de una de las
paredes de la habitación. En posición fetal, Sungmin enterró las uñas en sus brazos, una y
otra vez sacudía su cabeza, los recuerdos volviendo a embargarlo. Su bebé no podía ser
el resultado de una cosa tan espantosa y dolorosa. Su bebé no podía ser hijo de ese
monstruo que tanto lo había lastimado. No era verdad.

Henry trató de tomar sus brazos, espantándose al notar que Min se desgarraba la propia
piel con sus uñas mientras seguía sumido en sus pensamientos, su cabeza sacudiéndose,
respirando de forma agitada. Levantándose de un solo brinco, hizo uso de su poco
acostumbrada voz, gritando tan fuerte que las paredes podrían haberse venido abajo.
Henry era sordo, no sabía la potencia que tenía su propia voz. Tratando de detener las
manos de Sungmin, notó las lágrimas que se desbordaban en cataratas desde sus ojos.
¿Qué le ocurría a su amigo?

-¡Sungmin! –Henry se vio apartado de pronto por los brazos de su cuñado Yesung, quien
lo sostuvo fuertemente a la vez que Kyuhyun se acercaba al aterrado Sungmin -¡Minimin!
¡Deja de hacer eso! –Tratando de alcanzar las manos que ya comenzaban a mancharse
con sangre, el Cho se arrodilló frente a su esposo –Por favor Sungmin, no te lastimes más
–No tenía la menor duda de cuáles eran los recuerdos de Min en ese momento, Kyuhyun
ya lo había visto teniendo una crisis el día que lo conoció, cuando recordó a aquel maldito
monstruo que abusó de él –Minimin, ya detente por favor –Sujetando al fin las pequeñas
manos, el moreno abrazó el frágil cuerpo del menor –Estás aquí, conmigo. Estas seguro y
no dejaré que nadie te lastime Min… me tienes contigo. Por siempre y para siempre. No
sigas haciéndote daño… -Recitó, lágrimas acumulándose en sus ojos. Odiaba ver tan
desprotegido a su esposo.

Un sollozo. Un desgarrador sollozo escapó de entre los labios de Sungmin. Un sonido tan
perturbador que le puso los pelos de punta a todos los presentes. Era el primer sonido que
Min hacía en más de 10 años, y resultaba siendo un sollozo. Único. Que no volvió a
repetirse. Su cuerpo estremecido por los espasmos del fuerte llanto, Sungmin se aferró a
Kyuhyun con sus sangrantes y desgarrados brazos. Necesitaba sentirse seguro.
Protegido.

Su bebé. Su pequeño bebé al que con tanta felicidad llevaba albergando dentro de él
desde que supo que estaba ahí. Y era el resultado de lo que aquel horrible hombre le
había hecho. No era justo. No lo era. Sintiendo los suaves y arrulladores susurros de
Kyuhyun en su oído, el pelinegro trató de normalizar su respiración. Sus lágrimas caían sin
detenerse, no podía sólo dejar de llorar. Era como si todo el dolor regresara a él. Como si
volviera a aquel día. Como si nuevamente ese hombre estuviera sobre él, lastimándolo,
dañándolo. Apestando su piel con cada sucio toque de sus manos.

-Minimin… no sigas por favor –repetía Kyuhyun contra su oído, sus brazos fuertemente
abrazados a su cuerpo. Su bebé, aquel que dormiría en esa linda cuna junto a la cama que
compartía con su esposo… era el hijo de aquel hombre horrible. ¿Por qué nadie se lo
había dicho? ¿Por qué Kyuhyun no se lo dijo?
-“Mi bebé es hijo de ese monstruo” –moduló de forma silenciosa al momento de mirar a
Kyuhyun, sus ojos bañados en nuevas lágrimas –“¿Por qué no me lo dijiste?” –Sabía que
el mayor lo entendía. Así como él había estado aprendiendo a leer y escribir, Kyuhyun se
había perfeccionado en la lectura de labios –“¿Por qué me hiciste creer que era hijo tuyo?
¿Por qué nadie me dijo que era sólo el resultado del daño que ese monstruo me hizo?”
-es mi hijo. Así lo siento –Tratando de apartarlo, Sungmin sacudió la cabeza a modo de
negación
-“¡Es el hijo de un monstruo!”
-¡Es nuestro hijo Min! –Sujetando nuevamente sus manos, Kyuhyun le dio una inspección
a la desgarrada carne de los brazos de Sungmin –Jessica, dile a KangIn que vaya por un
médico ya mismo –ordenó con voz de ultratumba que le erizó los pelos a la mujer
-Claro –Jessica desapareció con sus dos hijas pisándole los talones. Yesung seguía allí,
sujetando a Henry junto a Ryewook. También habían llegado Leeteuk y Hangeng al
escuchar los fuertes gritos de Henry. Sungmin volvió a negar a la vez que su respiración
se agitaba nuevamente, sin apartar la mirada de Kyuhyun, el pelinegro se retorció bajo su
cuerpo
-“¡No quiero que sea así! No quiero que sea hijo de ese hombre espantoso”
-¡Ya basta Sungmin! –Volteando a ver a Henry cuando éste sollozó, el Cho frunció
levemente el ceño al notar cómo el chico movía una y otra vez sus manos. El lenguaje de
señas no era algo que él dominara realmente -¿Qué…?
-lo siente Kyuhyun. Él sólo le respondió a Sungmin cómo era que se terminaba
embarazado. Henry no sabía que el bebé… ya sabes…
-no te preocupes Henry. Es algo que yo mismo debí explicarle a Sungmin. Les agradecería
mucho si me dejasen solo con mi esposo. Y denle algo a Henry para que se tranquilice –
agregó al notar lo alterado que se encontraba también el otro adolescente. Claro. Min
sufriendo una crisis no era algo bonito de ver

Él debió sospechar que Sungmin no estaba al tanto de cómo había resultado embarazado.
Debió haber notado las señales, las simples miradas interrogantes que el pelinegro le daba
a su vientre cada vez que lo acariciaba. Solo que… ¡Dios! Él realmente había creído que
eso se lo había explicado Eunhyuk al momento de decirle que estaba cargando a un bebé
en su vientre.

Acariciando la mejilla de su esposo, Kyuhyun trató de transmitirle todo el amor que sentía
por él, todo lo que lo quería. Lo mucho que lo adoraba. Sungmin se había vuelto la luz de
sus días. Él y ese bebé eran su motivación para salir adelante. Él prefería pensar que ese
hijo era suyo. Suyo y de Sungmin.

“Padre o madre es el que cría” Había dicho una vez el esposo de Jessica cuando Kyuhyun
lloraba reclamando que no tenía padres a la edad de 10 años. En ese momento
comprendió que tanto Jessica como su esposo, que en paz descansara, lo habían criado,
eran casi sus padres cuando él y Ahra se quedaron solos. Él quería ser un padre para ese
bebé. Quería llamarlo hijo. Y amarlo tanto como amaba a Sungmin. Criarlo así como
Jessica y su esposo lo habían criado a él, sin necesidad de un lazo sanguíneo.
-“No es tu hijo” –Porfió Sungmin viéndolo con una expresión desolada –“No lo es”
-claro que lo es. Aquí dentro siento que ese bebé es tan mío como tuyo. Me casé contigo
para darle un hogar seguro a ambos. Para hacerlos felices a ambos. Aun cuando todavía
no me enamoraba de ti, ya sentía que ese bebé que cargas en tu vientre sería mi hijo.
Cuando pienso en nuestro futuro lo imagino llamándome “padre” –volviendo a derramar
lágrimas, Sungmin extendió sus brazos ensangrentados
-“¿Por qué hago esto? ¿Por qué sigo recordándolo?”
-Es una herida que sólo sanará con el tiempo –Apoyando una mano en el pecho de
Sungmin, Kyuhyun le sonrió con dulzura –y yo estaré aquí siempre que me necesites,
siempre que te asustes estaré para estrecharte entre mis brazos y decirte lo mucho que te
amo, cariño… sólo… sólo deja de hacer esto –señalando sus heridas, el moreno se quitó
la camisa, envolviendo con ella el brazo izquierdo, que era el más lastimado –te amo, a ti y
a ese bebé que será MI hijo, NUESTRO hijo. Sólo eso debe importarte

Asintiendo con temor, Sungmin volvió a mirar su vientre, gesto que Kyuhyun impidió
sujetando su barbilla para alzar su mirada. Repitiendo varias veces la frase “Te amo”, el
moreno besó sus mejillas y sus labios, llevando luego ambas manos al estomago de Min.
Acariciándolo y transmitiéndole con ese simple gesto a su esposo que los amaba a ambos.
Que tanto él como su bebé le pertenecían. Fue la primera vez que un beso de ellos dos
duró más de unos pocos segundos. La primera vez que, tímidamente, la lengua de
Sungmin se encontró con la de Kyuhyun.



-¿Una fiesta? ¿Por qué?

Sonriéndole de forma cómplice a su ama de llaves y a sus amigos –que parecían haberse
asentado para siempre en su villa- Kyuhyun llevó una mano a su mejilla derecha. Su gesto
travieso provocó el ceño fruncido de la mujer, que comenzaba a pensar que su pequeño
señor estaba cada día más loco. Ella no podía recordar la última vez que el moreno había
hecho cosas sólo por impulso. Claro está, además de casarse con Lee Sungmin. Ese era
un impulso que recién ahora comenzaba a encontrar correcto.

-pronto será la época de las fiestas navideñas. Y además, según lo que Hae me contó,
Sungmin estará de cumpleaños el 1° de Enero. Quiero que Min sepa lo maravillosa que es
una fiesta donde él será el protagonista, donde usará ropa linda y todos lo admirarán –Con
sus ojos brillantes de la emoción, Kyuhyun llevó la mirada al techo
-festejar antes un cumpleaños es de mala suerte –y como siempre, Jessica bajándolo de
su maravillosa nube de la felicidad –pero supongo que una fiesta por navidad podría ser
linda para él. Seohyun me dijo que él le había contado que su padre nunca lo dejó celebrar
la navidad con ellos, así que lo encerraba en su dormitorio hasta que su hermano le
llevaba comida y cenaban juntos.
-¿Qué clase de ser espantoso es tu suegro? –Yesung preguntó, su ceño fruncido de forma
alarmante
-de la peor clase, te lo puedo asegurar –Sacudiendo la cabeza, Kyuhyun dio un suspiro –
bien, ya que no puedo celebrar su cumpleaños aun, ¿Me ayudan a organizar una fiesta de
navidad?
-iré por los demás para que todos aporten en algo –Dijo Jessica levantándose de su
asiento con una expresión indescifrable. Deteniéndose en la puerta del estudio, la castaña
volteó para mirar a los ojos al Cho –te felicito Kyuhyun, es un gesto muy lindo el que haces
por Sungmin. Sé que nunca te lo he dicho, pero realmente estoy orgullosa del maravilloso
hombre en el que te haz convertido. Y estoy segura de que mi esposo diría lo mismo si
estuviera vivo…
-Gracias ajumma –Sonriendo nuevamente, la mujer salió finalmente del lugar, dejando al
conmocionado moreno con lágrimas en los ojos -¿Saben una cosa? Jessica puede ser la
mujer más gruñona del mundo… pero realmente es la mejor segunda madre que podría
haber deseado luego de mamá –Ryewook y Yesung sonrieron, sabiendo la sinceridad
reflejada en las palabras dichas por su amigo.

……

Haciendo un puchero, Sungmin bajó con gran esfuerzo los últimos peldaños de aquella
eterna escalera. El vientre comenzaba a pesarle montones, y eso sumado a sus delgadas
extremidades resultaba alarmantemente cansador para el pequeño pelinegro.
Deteniéndose un par de peldaños antes de poder tocar tierra firme, Sungmin se quedó
viendo a Krystal, que jugaba sobre la alfombra junto a Tofu. La niña sonreía acariciando la
blanca cabeza del animal mientras era vigilada de cerca por Seohyun.

-Minimin, ¿Te sientes bien? –Negando en silencio, pasó una mano por su frente y le sonrió
a la mujer -¿Estás cansado o acalorado? No es época de calor, así que supongo que se
trata de lo segundo –Sungmin hizo un gesto a modo de asentimiento antes de finalmente
llegar abajo -¿Quieres que vaya por algo de comer o beber para ti? –Señalando a la niña,
el pelinegro volvió a negar –bien… ¿Quieres sentarte? –Comenzaba a maldecir el hecho
de haber dejado su libreta en el dormitorio de Kyuhyun. Ni loco subía por ella. Alzando la
mano por sobre su propia altura, le guiñó un ojo –el joven Kyuhyun está en su estudio
junto a varios empleados, y los señores Ryewook y Yesung. No creo que esté en
condiciones de recibirte

Otro puchero, y Sungmin se dirigió hacia la cocina, sonriendo al encontrarse a Leeteuk


conversando con otro de los trabajadores de la villa, el cual sostenía entre sus brazos al
pequeño Kibum. Sus ojos brillaron al momento de divisar una bandeja repleta de deliciosas
galletas recién horneadas. Él quería un poco de esas. Estirando silenciosamente su mano
en esa dirección, Min llenó sus mejillas de aire cuando la mano de Leeteuk golpeó
suavemente la suya.

-no Minimin. Están calientes –Entrecerrando los ojos, el bajito se cruzó de brazos con un
tierno mohín –no pongas esa expresión. Mira, tengo aquí un delicioso trozo de pastel, ¿Lo
quieres? –Asintiendo emocionado, Sungmin se ubicó en una de las sillas, apoyando
ambos codos sobre la mesa de cocina, su mirada expectante –Ya quisiera yo que pusieras
esa misma cara de felicidad al momento de tomarte tus medicinas para la gripe –Sacando
la lengua, el otro hizo una mueca de asco, golpeando su pecho –Sí, ya no té que estás
sano ahora. Pero eres un mimado –con una expresión de cachorrito, Sungmin agitó las
manos –bien, bien… aquí está tu pastel
-Eh Sungmin, no nos hemos presentado –Habló el otro hombre presente. Sus pantalones
se encontraban completamente enlodados desde las rodillas hacia abajo, su cabello negro
caía en puntas hasta sus hombros, y probablemente era más alto que su esposo Kyuhyun
–Soy Kim Heechul, veterinario –llevando una mano hacia sí mismo, Sungmin inclinó la
cabeza volviendo a comer su pastel
-dice que es un placer, y que ya conoces su nombre –Seohyun habló haciendo ingreso en
la cocina, estirando sus brazos en dirección a Kibum, que rió agitándose y tratando de
alcanzarlos -¡Vamos oppa! ¡Kibummie quiere venir con Seo noona!
-ush, que bebé más traidor

Viéndolos discutir por el amor del pequeño Kibum, Sungmin sonrió dando un ligero brinco
en su asiento cuando un par de manos lo rodearon por la espalda, y la voz de Kyuhyun
resonó cerca de su oído. Volteando para verlo por sobre su hombro, el pelinegro agrandó
su sonrisa, llevando sus brazos aun vendados hasta los hombros del mayor, sus labios
estrellándose tiernamente contra los de su esposo. Él no sabía lo grato que era besar los
labios de alguien hasta que llegó Kyuhyun. ¿Era normal sentir tan dulce la boca de otra
persona?

Removiéndose cuando un escalofrío recorrió su espalda, Sungmin frunció levemente el


ceño. Sentía como si cientos de hormiguitas se pasearan por su vientre, produciéndole
una extraña sensación de cosquillas que nunca antes había conocido. Rehuyó de la
mirada de Kyuhyun antes de que el otro besara escandalosamente su mejilla y susurrara
un “Te amo”.

-Minimin… ¿Quieres ir al pueblo junto a Henry y Yesung? –Ladeando un poco la cabeza,


hizo un gesto de estarlo pensando –puedes traer dulces, ya que aquí se están acabando,
¿Qué dices? –Asintiendo a la vez que alzaba los hombros, hizo reír a su esposo –no me
vengas con eso, sabes que siempre puedes quedarte dibujando o leyendo si eso deseas –
agitó sus manos y comió el último poco de pastel que quedaba –ese es mi esposo lindo


-“Eso es un bar” –Henry rió cuando Yesung sacudió la cabeza de forma negativa, tomando
la mano de Min para tirar de él en otra dirección –“No es un lugar donde debas estar, y
menos embarazado”
-No es un lugar donde deba estar ninguno de ustedes dos –Yesung dijo, viendo por sobre
su hombro cómo KangIn los seguía cargando un par de cajas -¿Quieres ayuda con eso?
-No es necesario señor, esto es para lo que me pagan –Sonriendo, el fornido hombre alzó
la mano señalando al par más joven –y para eso le pagan a usted –Bromeó de pronto
-¿Eh? ¡Ey! ¡Dejen eso! –Sungmin lo quedó viendo mientras que Henry seguía riendo
mientras acariciaba al perrito callejero que había atraído la atención de ambos. Yesung
llegó hasta ellos, sujetando una mano de cada chico, los arrastró lejos del animal –no
deben andar por ahí jugando con cualquier animal, puede transmitirles alguna infección o
enfermedad –Haciendo un puchero, el esposo de Kyuhyun frunció el ceño –en especial a ti
jovencito. Estás embarazado, y esos animales no son bien cuidados, nunca sabes lo que
te pueden contagiar
-“Choco, Cacao y Tofu no me han hecho nada” –Reclamó escribiendo rápidamente en su
libretita
-eso es porque Kyuhyun los ha criado bien –Sin aceptar una negativa, metió a ambos
adolescentes en el carruaje –KangIn, ¿Por qué no regresamos a la villa?
-Hay un último sitio al que debemos ir señor
-¿Cuál es?
-la juguetería. No sé para qué quiere el señor que vayamos allí, pero creo que tenemos
que recoger una cosa
-¿Sí sabes que se volverá loco apenas vea tantos juguetes juntos? –Señalando a
Sungmin, el más viejo bufó con cansancio. Era la última vez que le hacía un favor a su
amigo

Luego de una ardua lucha, Yesung logró sacar a Sungmin de aquella juguetería luego de
haberle comprado un hermoso títere que poseía la forma de una elegante bailarina. El
chico estaba feliz, daba brinquitos enseñándole una y otra vez su nuevo juguete a Henry,
quien sólo se limitaba a sacudir la cabeza y comunicarse mediante palabras silenciosas
con su amigo. En esos momentos Yesung hubiera deseado saber leer los labios, para así
entender de qué diablos se reían esos dos.

Habían recogido el trenecito de madera que Kyuhyun había mandado a restaurar hace
unos días. Aquel había sido el juguete favorito del moreno desde que tenía memoria, y fue
su deseo que el bebé que venía en camino pudiera también entretenerse con él. Yesung
sentía que era un gesto verdaderamente lindo por parte de su amigo, nunca se lo hubiera
imaginado haciendo tales cosas. No a Cho Kyuhyun, que unas mil veces había renegado a
la idea de casarse algún día.
-¡Ya estamos aquí! –Anunció Yesung mientras veía a Sungmin y Henry caminar en
dirección al salón donde Kyuhyun tenía unos enormes sillones oscuros ubicados en forma
de redondel en torno a una enorme chimenea de piedra pulida muy similar a la de la
habitación principal
-¡Por aquí! –Sungmin se detuvo unos segundos antes de acelerar el paso, con Yesung y
Henry pisándole los talones. Se quedó plasmado justo en la entrada de arco redondeado
del lugar.

Allí, iluminado nada más que por las llamas de la imponente chimenea, se alzaba allí un
enorme abeto decorado con coloridas esferas, guirnaldas y muchas otras cosas que
Sungmin había visto jamás en su vida. Era el árbol de navidad más hermoso que jamás
había conocido. Tan enorme y colorido, tan bello que el pelinegro sintió ganas de llorar con
sólo verlo. ¿Cuándo había sido la última vez que había tenido la oportunidad de tener un
árbol de navidad tan bonito en su casa? Ya ni podía recordarlo. Quizá antes de que su
madre muriera.

Llevando la emocionada mirada hacia Kyuhyun, encontró al mayor observándolo fijamente,


la sonrisa plasmada en su rostro, las manos metidas en los bolsillos de su desaliñada
chaqueta ploma. ¿Podía una persona llegar a ser tan maravillosa? Estaban también allí
varios de los trabajadores de la villa, incluyendo a Jessica y sus hijas, Leeteuk y KangIn.
Krystal y Jonghyun alababan también la belleza del árbol, ambos junto a las piernas de
Ryewook.

-Sé que es un poco pronto para el árbol, apenas estamos iniciando Diciembre… pero
quería darte una sorpresa –Sungmin sonrió, corriendo en dirección a su esposo, lo más
veloz que su vientre le permitió. Refugiándose en los brazos abiertos que lo esperaban, el
bajito alzó la brillante mirada –te amo Sungmin… te amo tanto –Sabiendo que ninguna
frase escrita en una hoja de papel podría nunca demostrarle al otro todo lo que sentía por
él, el pelinegro llevó sus manos hasta el rostro del mayor, atrayéndolo hacia sí, uniendo
sus labios al son de una armoniosa melodía que provenía desde el piano. Rompiendo el
contacto varios segundos después, le sonrió con cariño, gesticulando con sus labios las
silenciosas palabras que no podía decir con su propia voz

“Te amo”
Cap. 7

-¡Ese es un árbol de navidad muy lindo primo! ¡Hace tiempo que no veía uno tan grande! –
Donghae aplaudía entusiasmado, palmeando de vez en cuando la espalda de su esposo -
¿Cómo lo encontró Min?

-él todavía brinca de la emoción cada vez que lo ve –Sonrió el Cho apoyando ambos
codos sobre su escritorio –incluso lo ha dibujado varias veces –señalando un par de hojas
ubicadas a un lado, Haese encontró con dos dibujos en los que se apreciaba el árbol de
navidad. En el primero aparecían también Cacao, Choco y Tofu revolcándose en la
alfombra frente al abeto. En el segundo un par de niños se alzaban en punta de pies
tratando de tomar una de las esferas que decoraban el árbol –Min es muy talentoso en
esto del dibujo. ¿Tú lo sabías Eunhyuk? –El mayor asintió, tomando las hojas que su
esposo le extendía

-Sí. Varias veces le regalé algunos trozos de carboncillo que me encontraba. Esa cosa es
costosa…

-vieran mi habitación. La tiene repleta de dibujos de los perros, o de Henry o alguno de los
niños. Incluso hizo un retrato de Jessica –Suspiró, tan orgulloso como él podía estarlo de
su lindo esposo que portaba ya un vientre de más de 7 meses –Pero bueno, ahora me
gustaría saber… ¿Qué hacen aquí?

-¡Hyuk quiere disculparse con Minnie!

-¿Es así?

-yo… actué como un idiota. Puedo ver lo mucho que amas a mi hermano, y lo mucho que
él te quiere a ti

-ya te habías tardado –Sonriéndole de forma conciliadora, Kyuhyun llevó una mano a su
cabello –Sungmin está ahora en sus clases de piano, así que lo esperamos ¿O lo
interrumpimos?

-¿Clases de piano?

-Ryewook y Yesung insistieron en enseñarle a tocar, y Min se veía entusiasmado, así que
no vi porqué no permitírselos. Ya me estaba cansando de verlo leer libros a cada instante
–Siguió diciendo mientras se alzaba de hombros. Chasqueando la lengua de pronto, volvió
a mirar a su cuñado –Esto… hay una cosa que necesito decirles, pero no deben
mencionarla frente a Sungmin por ningún motivo

-¿Qué es?

-he estado haciendo averiguaciones. Hace unos meses un hombre se metió a la villa en
medio de la noche. Mis hombres no pudieron atraparlo –Deteniéndose un par de
segundos, el más alto de los 3 dio un suspiro –era el maldito que abusó de Min

-¿ESE MALDITO ESTUVO AQUÍ?

-Sí… no logró lastimar a Min, pero sí se burló de mí y de mis hombres. Hemos estado
averiguando desde entonces, y hay un hombre sospechoso que suele rondar la villa de
vez en cuando. No sé cómo hacerlo, sólo Sungmin sería capaz de reconocerlo, pero temo
que sufra nuevamente una crisis, la última vez tuvimos que vendarle ambos brazos por las
heridas profundas que se hizo –Negando cuando Eunhyuk hizo ademán de golpear la
mesa, Kyuhyun vio con recelo a los otros dos -¿Qué hago entonces?

-deberías hablarlo con Min. Ya sabes, tratar de hacerlo entender que es lo más seguro
para él si logra identificar a ese monstruo.
-sí. Yo estaré en primera fila frente a la horca

-te creemos Hyukkie. Yo estaré ahí, haciéndote compañía –Donghae sonrió de forma
espeluznante, provocándole un escalofrió a su primo …………………. Sungmin aplaudió
con entusiasmo apenas Ryewook le hubo dicho lo bien que lo hizo para ser su primera
clase de piano. El bajito estaba feliz. Tan feliz que abrazó con fuerza a Henry –la persona
más cercana a él- casi asfixiando al pobre chico hasta que Yesung llegó a su rescate. Para
ser su cuñado, el pelinegro era bastante sobre protector con el adolescente sordo, hasta
parecía que Henry era otro de sus hijos.

Sonriendo con complacencia, se apresuró a correr hasta el estudio de su esposo para


contarle lo bien que lo había hecho en el piano, cuando una conocida carcajada lo detuvo
junto a las puertas de madera. Él sabía qué persona reía de esa forma. Aquella persona a
la que extrañaba tanto. Abriendo las puertas de par en par, Sungmin entró con una enorme
sonrisa a la habitación, donde Kyuhyun lo recibió con una sonrisa cargada de amor,
mientras que los otros dos voltearon apenas, sorprendiéndose de su presencia.

-amor, ¿Cómo te fue en tus clases de piano? –El pelinegro le sonrió a Kyuhyun,
acercándose para besarlo antes de volver a mirar a los otros dos presentes allí –Hyuk vino
a hablar contigo –al notar la mirada asustada del menor, se apresuró a llevar una mano
hasta la suave mejilla, brindándole una cálida caricia –sólo quiere disculparse Minnie, Hae
y yo los dejaremos solos. Luego podrás jugar con ambos, ¿Qué dices? –Sungmin asintió,
quedándose junto al escritorio de su esposo cuando éste abandono el lugar luego de que
Donghae hubiese saludado correctamente

-Minnie, te ves muy lindo –su hermano dijo de pronto, rompiendo con el silencio. Sungmin
inclinó levemente la cabeza antes de sonreír –nunca te había visto tan lindo

-“Kyu dice que me veo hermoso siempre” –escribió sonrojándose cuando su hermano
comenzó a reír bajito

-sí, Kyuhyun no miente tampoco –Eunhyuk se levantó, acercándose para tomar una mano
del menor –Min yo… yo quería disculparme por mi actitud. Yo sé ahora que Kyuhyun te
hace realmente feliz. Tenía miedo de que te enamoraras de él y tus sentimientos no fueran
correspondidos

-“Kyu me ama”

-lo sé. Ahora lo sé Sungmin. ¿Me perdonas? No puedo vivir sabiendo que mi hermanito
está enfadado conmigo

-“Claro que te perdono Hyukkie” –el pelinegro se apuró a abrazar al otro, riendo cuando
unas manos hicieron cosquillas en su vientre

-está muy grande, ¿Eh?

-“pronto estaré rodando” –hizo un puchero, volviendo a abrazarse de su hermano mayor.


Sungmin lo quería tanto. Donghae y Kyuhyun estaban hablando, sentados frente al
enorme y hermoso árbol de navidad, cuando los hermanos hicieron acto de presencia.
Sungmin sonreía tranquilamente, sentándose con algo de dificultad en el piso, el bajito
abrió exageradamente los brazos cuando Cacao llegó donde él, lamiendo su cara mientras
Kyuhyun lo regañaba una y otra vez.

Al Cho no le gustaba que sus mascotas fueran tan expresivas, pero ya que… Sungmin los
quería así. Cuando el matrimonio Kim se reunió con ellos, los niños abrazaron
cariñosamente a Min antes de sentarse en medio de él y Henry, comenzando un infantil
juego de manos en el que los mayores no eran bienvenidos. Kyuhyun no pudo evitar
sonreír cada vez que su esposo hacia uno de esos hermosos pucheros cuando perdía.
Una verdadera ternura y belleza casi inhumana. Extrañándose de que Jessica no estuviera
por ahí, recordó que había enviado a la mujer a realizar las compras para la fiesta de
navidad que estaba preparando para dentro de un par de días. Sería una sorpresa para
Sungmin, que haría de anfitrión por primera vez en su vida. Por supuesto, con el moreno
sujetando firmemente su mano. ………

-“No quiero” –Sungmin se cruzó de brazos, sus mejillas repletas de aire le daban un aire
aun más tierno del que ya poseía

-Vamos Minnie. Organice esta fiesta para que te divirtieras-“No me dijiste nada”

-Quería que fuese una sorpresa Jugando con los ojales de su chaqueta marrón claro, el
pequeño pelinegro frunció nuevamente el ceño, su labio inferior sobresaliendo. Kyuhyun
suspiró acercándose a él para peinar con sus dedos los cabellos largos del menor
mientras una sonrisa se extendía por sus labios. Ese chiquito era tan tiernamente terco
cuando se lo proponía. Llevando la suave caricia hasta la tersa piel de su mejilla, su mano
descendió hasta el lugar donde el cuello se unía con el hombro.

Los ojos oscuros de Sungmin lo veían con curiosidad cuando se acercó para depositar un
tibio beso en aquella zona apenas visible por la ropa que el menor traía. Kyuhyun paseó
sus labios por aquella deliciosa piel expuesta, sintiendo cómo la respiración del otro se
aceleraba, sus ojos se entrecerraron y las pequeñas manos fueron directamente a
enredarse en su cabello, exigiéndole que continuara con aquellos húmedos besos por el
esbelto cuello. No era molestia para él, pero los invitados a la fiesta estaban comenzando
a llegar, y no era bueno que los anfitriones brillasen por su ausencia.

-¿Bajarás conmigo? –Min lo vio a través de sus espesas pestañas, dando luego un
suspiro

-“Ellos me mirarán como a un monstruo”

-no es cierto, ¿Quién te dijo algo así? –Se alteró el mayor cogiendo el rostro del otro entre
sus manos -¿Quién fue Minimin?

-“Nadie. Sólo que me miran raro porque no puedo hablar como ellos”

-Nadie tiene el derecho a mirarte raro Minimin, ésta es también tu casa. Si alguien te
ofende o insulta, sólo debes decirle a KangIn y él se encargará de sacarlo. Henry te está
esperando abajo, habrá muchos niños, Eunhyuk y Donghae estarán también. Si te cansas,
sólo le dices a Jessica y subes a la habitación
-“¿Estarás conmigo?”

-Claro, no podría ser de otra forma –Sonriendo tímidamente, el pelinegro asintió casi con
resignación –habrá también deliciosa comida Sujetando con fuerzas su mano, el mayor
arrastró el esbelto cuerpo de su esposo por el corredor hasta la escalera, sonriendo
cuando éste llevó una mano a su espalda al momento de comenzar a bajar, logrando así
hacer un equilibrio entre su cuerpo y el abultado vientre. Kyuhyun sólo no podía esperar
más para que ese bebé naciera.

Observando la mueca de infinita concentración en el rostro del menor, rodeó con su brazo
la cintura de éste, ayudándolo en la difícil tarea de bajar las escaleras. Estaban llegando
abajo cuando Henry corrió a su encuentro, algo sonrojado y con una mueca de vergüenza
en sus labios, le preguntó silenciosamente a su amigo pelinegro si podían “hablar” luego,
cosa a la que el otro accedió de inmediato, entrelazando sus dedos con los de su esposo,
Sungmin notó como ya varias personas comenzaban a invadir su casa, muchas en la sala
donde estaba el árbol de navidad y el piano, otros pocos en el salón contiguo. Él no
disfrutaba estar rodeado de extraños. No si podía evitarlo. Sujetó con mucha más fuerza la
mano de Kyuhyun cuando el alto se movió hasta la habitación del árbol de navidad,
presentándolo con varias personas que parecían realmente amables. Aunque claro, el
bajito debió controlar sus arrebatos ante la obvia mueca de sorpresa en el rostro de ellos
cuando se enteraban de que no podía hablar. No era algo del otro mundo, Henry tampoco
hablaba. Viendo por sobre su hombro, comprendió de inmediato porqué su amigo no era
visto como un bicho raro tampoco. En medio de Yesung y Ryewook, el castaño tenía
bastante protección.

-¡Cho Kyuhyun!

-¿Quién diablos te invitó a ti mujer? –Sungmin rió tímidamente ante la expresión de terror
del mayor cuando una hermosa y pequeña mujer de largo y ondulado cabello castaño se
acercó a ellos, seguida por un hombre de aspecto bastante intimidante, y 2 niñas que
portaban hermosos vestidos, uno de color verde y el otro celeste, muy lindos según el
pequeño pelinegro

-¿Cómo que “quién” me invitó? ¡Soy tu hermana niñato ingrato! –No pudo evitar dar un
respingo cuando la mano de la rabiosa castaña golpeó la cabeza de su esposo –ahora,
tengo varias preguntas para ti hermanito

-ahora no Ahra, pero ya que estás aquí… Quiero que conozcas a mi hermoso esposo,
Sungmin –Sonrojándose por la presentación del mayor, Min hizo una pequeña reverencia,
sonriendo cuando la mujer le correspondió el saludo

–Minimin. Como ya pudiste ver, ésta demente es mi hermana mayor Ahra, y ellos son mi
cuñado Jinwoo y mis sobrinas, Sulli y Yoona -Inclinando nuevamente la cabeza, apretó
con fuerza la mano del otro

-Hola Sungmin, es un placer conocerte. Aun cuando el torpe de mi hermano no me haya


siquiera invitado a la boda –haciendo una mueca, abrió sus labios torpemente antes de
buscar su libreta y lápiz –eh Kyuhyun, ¿Por qué no me dice nada?

-Sungmin no habla
-¿No habla? –La mayor abrió sus ojos en demasía, luego con una obvia mueca de “era
como obvio”, señaló a su hermano de cabellos chocolates –te casaste con un chico mudo
para que no pudiera decirte lo tonto que eres, debí haberlo sospechado. ¿Cuánto le
pagaste para que aceptara? Ya me extrañaba que un niño tan lindo quisiera a mi hermano
como esposo

-“Yo amo mucho a Kyuhyun” –Sungmin le entregó la notita a la castaña, extrañándose


cuando ella sonrió aun más

-“Ya lo sé” –Movió ella sus labios, ocultándolos de la vista de Kyuhyun –“Sólo quiero
molestar a este torpe por no haberme invitado antes a conocerte” Sungmin reía
escuchando las cosas que decían esos dos chicos frente a él, escribiendo alguna
respuesta cada vez que alguno de ellos le hacía una pregunta para incluirlo en la
conversación, a la que luego se unió una linda muchacha. Se llamaban Jinki y Suho,
ambos mayores que él, de 20 y 18 años respectivamente. La chica era Luna, prometida
del primero, una linda y agradable pelinegra de 17 años. Kyuhyun lo había presentado con
el mayor, diciendo que se habían conocido en una fiesta hace ya varios años, y que era un
tipo muy divertido.

Sungmin no podía estar más de acuerdo. Buscando con la mirada a su esposo, lo


encontró conversando educadamente junto a Ahra y otras 3 personas con las que se había
presentado, pero de las que ya no lograba recordar el nombre. Sonrió cuando su cuñada
hizo lo mismo en su dirección. Volvió a mirar a los 3 que conversaban con él,
encogiéndose de hombros cuando Jinki le preguntó si no encontraba que Luna era
demasiado irrespetuosa con su prometido, pregunta que le valió un “disimulado” golpe por
gentileza de la pelinegra.

-No creas que seré una esposa sumisa como lo son mis hermanas –ella reclamaba
dirigiendo su mirada hacia Sungmin -¿Verdad que eso de venerar y besar los pies de tu
esposo ya está pasado de moda? –Sonriendo a la vez que asentía, el bajito escribió una
pequeña nota y le entregó la hoja a la mayor -¡Já! ¿Ya ves Jinki? Sungmin tampoco es un
esposo sumiso

-debes tener tu buen carácter si puedes enfrentar a Kyuhyun aun sin necesidad de usar tu
voz –Suho murmuró llevándose una mano al mentón –O simplemente él te ama mucho
como para contradecirte

-¡Voto por lo segundo! –La pareja alzó una mano, sacándole una carcajada al otro

-“Kyu me quiere… pero yo tampoco dejo que me controle como él quiera”

-¡Esa es la forma correcta de pensar! –Luna sonrió cuando el brazo de su prometido rodeó
su cintura -¿Cuándo nacerá el bebé? –Sungmin frunció el ceño, tratando de recordar lo
que el médico que lo había visto hace unas semanas había dicho

-“a finales de Enero o principios de Febrero”

-¡Woaa! Ha de ser muy emocionante saber que pronto tendrás un pequeño bebito –la
mujer llevó las manos hasta su propio vientre, sus ojos brillando de la emoción –cuando yo
me case, quiero tener muchos hijos

-¿Qué tantos?

-¡Una docena! –Jinki palideció, haciendo volver a reír a Suho –era broma –las manos de
ella se dirigieron hasta el redondo vientre, palpando con delicadeza, provocando un
sonrojo en el menor –pero debes estar feliz de saber que serás padre pronto. No hay nada
más lindo que tener un hijo ……… Sentía sus pies palpitar cuando se sentó en la mesa de
la cocina junto a Henry, que comía animadamente algo de masa para galletas que Leeteuk
le había dado. Hundiendo también su propia cuchara en el pote, Sungmin se llevó la
deliciosa mezcla a la boca, sonriendo cuando los millones de sabores atacaron su paladar.
¡Era tan buena! Su amigo le sonrió antes de sacudir la cabeza, volviendo a bajar la mirada
cuando Hangeng ingresó a la cocina junto a Siwon. Ambos se quedaron allí, conversando
acerca de “esto y aquello” mientras comían algunas de las galletas que Leeteuk había
guardado para ellos. Sungmin se les quedó observando por un momento. Varias veces
había estado en la cocina cuando alguno de ellos estaba también, por lo que más de
alguna pequeña conversación había tenido con los mayores. Según sabía, Hangeng era el
primo menor de Siwon, y apenas tenía unos dos años más que Kyuhyun. O algo así le
había contado Heechul mientras almorzaba.

-¿Ya se aburrieron en la fiesta? –Hangeng preguntó al momento de que Henry alzó la


mirada, permitiéndole al castaño leer sus labios. Siwon sacudió la cabeza y abandonó la
cocina en busca de su pareja
-“yo estaba muy divertido hasta que mis pies comenzaron a doler”
-“Yesung hyung no me dejaba jugar con nadie, así que me vine a comer” –Escribió Henry
bajo lo anotado por Min, ya que el mayor ni sabía leer los labios, ni conocía el lenguaje de
señas
-¿Tus pies ya están mejor? ¿Quieres que juegue contigo? –alternando la mirada entre los
rostros de ambos adolescentes, Han sonrió cálidamente –una yegua acaba de dar a luz a
un hermoso potrillo, ¿No quieren ir a conocerlo? –Henry asintió rápidamente, a la vez que
Sungmin sacudía la cabeza, negándose rotundamente. Desde aquel día, él le temía a las
caballerizas -¿Por qué no Sungmin?
-“Mis pies aun duelen” –Mintió sabiendo que debía contenerse para evitar sufrir otra de sus
crisis –“Pero Henry quiere ir, no dejemos que se aburra aquí”
-correcto. Vamos pequeño, algunos niños están montando también los caballos, ¿Quieres
hacerlo tú también?
-“yo no sé nada de eso” –Henry escribió haciendo un puchero
-yo puedo enseñarte
-“Nos vemos luego Minimin”
-“No te caigas del caballo” –Sonrió cuando el otro hizo una divertida mueca. Se quedó sólo
durante apenas unos cuantos minutos, ya que pronto Seohyun y Sunny ingresaron al
lugar, lanzándose sobre las galletas sobrantes, ambas hermanas mantuvieron a Min lo
suficientemente entretenido hasta que Jinki y Luna llegaron también buscando al pelinegro
menor. Al parecer les había simpatizado bastante el pequeño. Y Sungmin estaba feliz de
que quisieran seguir conversando con él, por lo que se quedaron allí entretenidos mientras
él seguía devorando la masa para galletas, sus pies balanceándose en la alta silla, los
zapatos descansando en el piso. Él disfrutaba mucho más andar descalzo. No fue hasta
que Ahra ingresó a la cocina junto a Kyuhyun, que los futuros esposos se despidieron de
Sungmin, ambos prometiéndole que sería uno de sus invitados de honor durante la boda.
Min no sabía a qué se referían, pero debía ser algo importante, supuso. Correspondiendo
luego al beso dado por Kyuhyun, se sonrojó brevemente cuando éste pasó una mano por
la curva de su cuello, sonriéndole con una dulzura infinita.

-¿Puedes tú ser más hermoso?


-uh uh, no sabía que eras de los románticos –Ahra bromeó, haciendo reír a las hermanas
Jung –pero bueno. Es hora de ir a despedir a los invitados Kyuhyun, así que los arrumacos
para luego –blanqueando los ojos, el alto tomó la mano de Sungmin, riendo cuando notó
los zapatos de éste descansando bien lejos de sus pies. Ayudándolo a volver a
colocárselos, el Cho se acercó al rostro del menor, sus labios cerca de los del más bajito

-te amo Minimin –Sungmin sonrió antes de corresponder al beso.

Cap. 8
Sungmin se rehusó a liberar el cuerpo de Henry cuando Kyuhyun se lo exigió en tono
grave y serio, cosa que no asustó al menor. Él no dejaría que su mejor amigo se
marchase. Estaba acostumbrado a pasar mucho tiempo en su compañía, y no quería que
ahora se fuera. ¿Por qué no podía Henry quedarse a vivir con ellos? Hizo un nuevo
puchero, sus ojos vidriosos por las lágrimas que se negaba a derramar. No quería
quedarse sin su primer mejor amigo. Podía escuchar cómo Kyuhyun seguía quejándose, y
algo se iluminó de pronto en su interior al reconocer la molestia en el tono de voz de su
esposo. Molestia como la que solía tener su padre siempre antes de comenzar a golpearlo.
Kyuhyun no lo golpearía, él no lastimaría al bebé, pero tampoco quería hacer enfadar al
hombre que tanta felicidad le daba y al que él tanto amaba. Sonrojándose cuando el brazo
de su esposo rodeó su cintura, Sungmin le permitió al mayor besar tiernamente la curva de
su cuello antes de llegar finalmente hasta sus labios. -Bueno, creo que comenzamos a
estorbar –Henry y Sungmin hicieron un puchero, viendo de mala forma a Yesung –eh, no
se enfaden conmigo. Henry, sabes muy bien que tienes que pasar las fiestas de año nuevo
con la familia-“Claro Appa” –Blanqueando los ojos, el castaño movió sus manos y le
enseñó la lengua a su cuñado/padre –“Minnie, nos vemos en otra ocasión”-¿Por qué no
envían a Henry luego de las fiestas? –Kyuhyun propuso al notar la expresión triste de su
pequeño pelinegro –yo me encargo de que regrese a casa antes del inicio de sus clases-
Henry ya no va a la escuela –Dijo Ryewook tomando en sus brazos a Krystal, mientras la
niña aplaudía por algo hecho por su hermano Jonghyun –ya aprendió todo lo que tenía
que aprender-“Y es aburrida” –Henry se encogió de hombros –“¿Puedo venir luego hyung?
Appa, prometo que me cuidaré” –Negando por la forma que tenía el menor de llamarlo,
Yesung desordenó sus cabellos-De acuerdo, Henry vendrá luego de la fiesta-
“¿Escuchaste Minnie? ¡Nos veremos pronto!” Las hojas del libro se vieron abruptamente
iluminadas por la anaranjada luz proveniente de la chimenea. Alzando apenas la mirada,
Sungmin vio a su esposo avivar el fuego mientras sus músculos eran resaltados por la
delgadez de aquella camisa de lino que el mayor traía. Manteniendo los ojos fijos en cada
mínimo movimiento realizado por Kyuhyun, el bajito humedeció apenas sus labios,
recogiendo las piernas lo más cerca que pudo de su abultado vientre. Su esposo era tan
guapo que Sungmin a veces se encontraba a sí mismo viéndolo fijamente por más tiempo
del considerado “necesario”. Sonrojándose al sentir un cosquilleo bajando por su vientre, el
pelinegro regresó la vista a su libro, fingiendo estar muy concentrado en la historia de
caballeros que leía. Era extraño sentir el rostro tan acalorado sólo por tener cerca a su
esposo, era algo incluso vergonzoso para Sungmin. ¿Por qué se ponía así? Dio un
suspiro, sus dedos tamborileando sobre la tapa del libro cuando éste fue cerrado. Kyuhyun
lo miró entonces, las comisuras de sus labios levemente estiradas mientras la luz de las
llamas titilaba sobre su piel. Tan guapo… Regalándole una atractiva sonrisa, el mayor se
dirigió hasta la cama, sobre la cual descansaba un montón de ropa que Jessica había
dejado hace un rato. El moreno se quitó la camisa, provocando un mayor sonrojo por parte
de su pequeño esposo. ¡Ah! Si Sungmin supiera el montón de veces que Kyuhyun se le
había quedado viendo de la misma forma. Su pareja era un hombrecito tan hermoso que
cualquiera hubiese ya consumado el matrimonio. Él, en cambio, se conformaba con
babear por el pequeño. -¿Qué tanto me ves? –Ampliando el tamaño de sus ojos, Sungmin
apartó bruscamente la mirada del torso bien formado del mayor. Sus mejillas ardiendo. –
Minimin…-“¿Ya vamos a dormir?”-¿Quieres dormir ya? –Encogiendo aun más sus piernas,
el pelinegro volvió a mirar la portada de su libro. Pudo sentir la respiración del mayor
contra su rostro, cosa que lo obligo a alzar la mirada, impulsándose hacia atrás antes de
que los labios de Kyuhyun tocasen los propios –Solo deseo besarte Minimin, ¿No puedo?
–Mordió su labio, asintiendo a la vez que una sonrisa se extendía en los labios del moreno.
Alzando un dedo, Sungmin se acercó al rostro del otro –de acuerdo, sólo uno –
Estrechando sus ojos, los labios del pelinegro se unieron superficialmente a los de su
esposo –Eso no es un beso –Movió sus manos, blanqueando los ojos –No, tampoco es un
beso para ti. Sabes muy bien cómo son los besos Sungmin blanqueó los ojos a la vez que
hacía un puchero, sus dedos cerrándose con fuerza sobre el libro que aun sostenía. Llevó
la mirada hacia las orbes castañas del mayor, deteniéndose luego en los gruesos y
hermosos labios. ¡Ah! Tan atractivo. Dejando el libro a un lado, Kyuhyun lo tomó de la
mano, haciéndolo levantarse del suelo de un solo impulso. La madera crepitaba dentro de
la chimenea, las llamas le daban un toque anaranjado a todo lo que en la habitación había.
Incluyendo sus cuerpos. Tirando de su camisón celeste, el menor dio pasitos tímidos en
dirección a su esposo, uniendo sus labios de esa forma que con él había aprendido a
hacerlo. Sus lenguas se encontraron, y las manos de Kyuhyun se sujetaron a sus caderas,
tocando suavemente, palpando luego el vientre ancho y la piel tersa de Sungmin por bajo
del camisón. Sintiendo cómo el calor aumentaba en torno a él, el pelinegro dio fin al beso,
su respiración jadeante hizo sonreír al mayor, quien apartó ambas manos con extrema
lentitud. -¿Por qué hace tanto calor? –El Cho le sonrió, llevándolo hasta la cama a la vez
que veía por sobre el hombro del menor cómo las llaman cobraban más vida que nunca –
no Minimin, no son las llamas –el pelinegro ladeó la cabeza, sacudiendo su cabello oscuro
y largo que cubría parte de sus ojos -¿Quieres saber por qué sientes calor? –Asintiendo,
Sungmin se ubicó sobre la cama, quedando de rodillas frente a Kyuhyun, que aun estaba
de pie –déjame enseñarte algo… Uniendo nuevamente sus labios, la lengua del mayor no
tardó en adentrarse en la dulce cavidad que era la boca de Min, saboreando cada
centímetro, maravillándose de ese delicioso sabor. Había aprendido lo maravilloso que era
besar a Sungmin. Un verdadero placer. Sus manos se aventuraron a explorar bajo el
camisón celeste, sintiendo la piel bajo sus palmas tensarse por breves momentos. La
mirada curiosa del menor se encontró con la suya cuando se dispuso a quitarle el camisón,
ante lo que sólo pudo sonreír, volviendo a besarlo. Descendiendo luego por el esbelto
cuello, lamiendo y succionando aquella zona en la que el cuello se unía con el hombro.
Las manos de Sungmin se enredaron en su cabello, los grandes ojos vigilando cada uno
de sus movimientos con la curiosidad impregnada en cada una de sus expresiones. El
bajito se sentía tan bien bajo las manos de Kyuhyun. Abriendo la boca en un gesto de
extrema sorpresa, vio a su esposo terminar de quitarle al fin el camisón. Sus manos
automáticamente fueron hasta su vientre, tratando de protegerlo de la mirada ansiosa del
moreno. Kyuhyun sólo pudo sonreír enternecido, lamiendo nuevamente la curva del
hombro a la vez que una de sus manos acariciaba la mejilla de Min, y la otra fue al
encuentro de las manos más pequeñas. -“No me veas” –Reclamó el menor inflando sus
mejillas –“Estoy feo”-Eres el ser más hermoso del mundo –Kyuhyun respondió besándolo
en los labios-“No. Soy gordo” –Porfiaba apartándose, muy en contra de su voluntad, de las
caricias de su esposo-Es por el bebé Minimin, pero eres hermoso aun así –Negando
repetidamente, Sungmin siguió cubriendo su vientre hinchado –ven aquí pequeño,
¿Quieres? –Dudando un par de segundos, el de cabellos negros regresó junto al cuerpo
del más alto –Nunca podría querer a nadie además de ti Min, eres tan hermoso y perfecto
Agachando el sonrojado rostro, Sungmin cerró los ojos y le permitió al mayor seguir con
las caricias, alejando tercamente las manos de su vientre para enredar sus dedos en el
cabello ondulado del más alto. Percibió el movimiento del bebé en su interior,
provocándole un agudo dolor en la zona del abdomen, Kyuhyun rió pasando sus manos
por la zona recién golpeada desde dentro. Era un bebé muy inquieto el que vivía dentro de
su esposo. Su lengua recorrió el trecho desde el cuello hasta las tetillas de su esposo,
saboreando y mordiendo suavemente una a la vez que su mano pellizcaba la otra.
Sungmin dio un pequeño brinquito, sus ojos entrecerrados transmitían una inmensa
curiosidad por las nuevas sensaciones que lo embargaban. Moviendo a tientas sus manos,
el pelinegro pasó casi fantasmalmente la punta de sus dedos por el abdomen de Kyuhyun,
remarcando con ternura las líneas de sus músculos, su labio inferior siendo mordido
constantemente. Dio un respingo cuando el moreno tiró con sus dientes de una de sus
rosados botones, sintiendo como nuevas cosquillas viajaban por todo su cuerpo,
depositándose en una de las partes más privadas de su ser. Sus mejillas se colorearon de
un suave tono rosa al sentir como algo ahí abajo reaccionaba de una forma que nunca
antes lo había hecho. Pudo percibir la ligera sonrisita de Kyuhyun, quien pasó
superficialmente una mano por sobre el bulto de sus pantalones, provocando una corriente
eléctrica que recorrió todo el cuerpo del bajito. ¿Qué era eso? Los besos siguieron
descendiendo por su abdomen. Kyuhyun parecía tener alguna fascinación con esa
abultada parte de su cuerpo, y es que su esposo Min se veía tan tiernamente delicioso
esperando un bebé. El mayor sonrió, jugueteando con su lengua en la zona del ombligo,
sacando suspiros insonoros de parte de Sungmin. Dios, quería hacer suyo a ese chico. Lo
quería ahora. ¿Podía excitarse tanto una persona con sólo unos pocos besos y
superficiales caricias? Regresando su atención a los labios del pelinegro cuando éste se lo
exigió –jalando de su cabello- el Cho deslizó una mano por la suave espalda del otro,
sintiendo como todo el cuerpo de Min se tensaba de forma exasperante al momento de
llegar a la curva del trasero. Sungmin casi como un acto reflejo lo apartó de golpe, sus
grandes y oscuros ojos llenos de temor mientras se alejaba rápidamente de él, quedando
casi apegado a la cabecera de la enorme y pesada cama de madera finamente tallada. -
Sungmin, amor… ¿Qué ocurre? –Él negó una y otra vez, tensando aun más su cuerpo a la
vez que abrazaba sus propias piernas –Minimin… -La mirada del otro se encontró con la
suya. Terror. Sintiéndose un idiota, Kyuhyun trató de acercarse al cuerpo del menor,
provocando que éste apegara aun más su espalda a la cabecera –lo siento Sungmin, no
quería asustarte-“Querías hacer lo mismo que hizo ese hombre horrible” –Dijo moviendo
solamente sus labios, viéndolo de forma suplicante –“Eso querías”-Min, espera… -
Apartándose de la mano que se extendía en su dirección, Sungmin sintió las lágrimas
queriendo salir de sus ojos –no amor, no llores, por favor… Sólo quería enseñarte-“Eso ya
lo aprendí, de la peor forma” –Haciendo un puchero, sus brazos envolvieron con mayor
fuerza sus piernas.-No sabes lo que es hacerlo por amor Min, yo te amo, jamás te
lastimaría –Dando un suspiro, Kyuhyun buscó el camisón celeste del menor, acercándose
lentamente de regreso a él –lo siento Minimin –Repitió ayudándolo a vestirse nuevamente
–Lo mejor será que duermas –Aun con su cuerpo visiblemente tenso, el pelinegro se le
quedó viendo –Sungmin, te amo y lo sabes. Me amas y lo sé. Eso que quiero hacer
contigo es algo normal cuando las personas se aman, cuando se casan. Es una forma de
demostrar nuestro amor, y llega a sentirse realmente muy bien hacerlo ¿Sabes?-“No” –
Agachando la mirada ante la rotunda negativa de su esposo, Kyuhyun casi gritó pidiendo
un poco de piedad. Tenía allí abajo un gran problema que resolver y en lo que, por lo visto,
Sungmin no tenía intenciones de seguir ayudando-de acuerdo, da igual. Es mejor que
duermas pequeño, yo… me daré una ducha –“una muy fría” –y regreso de inmediato
……… La puerta del estudio se abrió con un ensordecedor sonido que obligatoriamente
sacó a Kyuhyun y Sungmin de sus estudios. El menor estaba aprendiendo ahora algo de
matemáticas, y obviamente no estaba del todo feliz por esto. Él prefería estar tocando el
piano, o jugando con el pequeño Kibum en la cocina, o comiendo las deliciosas galletas
que Leeteuk preparaba. Sungmin ya comenzaba a detestar las matemáticas. Ampliando
con espanto sus ojos al momento de reconocer al hombre que entraba siendo sujetado por
Siwon y Hangeng, el bajito corrió a esconderse tras la espalda de su esposo, aferrándose
con fuerza a la ropa de montar de éste. Era ese monstruo. Ese horrible hombre estaba allí,
frente a él. Tratando de evitar ver su rostro, Sungmin sintió su piel comenzar a picar. A
doler. Haciendo ademán de enterrar sus uñas en su tierna carne, su movimiento se vio
frenado por las grandes manos de su Kyuhyun. El moreno, aun sujetando a su esposo, se
levantó de su asiento, dándole una gélida mirada a aquel tipo que mantenía una arrogante
sonrisa en sus labios. -señor Cho, encontramos al hombre vagando por las caballerizas –
Explicó Siwon frunciendo el ceño. No hizo falta nada más, era obvio, a juzgar por la
reacción de Sungmin, que era el mismo hombre al que llevaban semanas tratando de
atrapar-¿KangIn?-Fue por su primo y su esposo –Kyuhyun asintió, el odio dibujado en su
dura expresión. Entrelazando sus dedos con los de Sungmin, tiró de su congelado cuerpo,
obligándolo a moverse-Hola mudito… -Presionando con fuerza sus párpados, Min sintió
irrefrenables ganas de clavar sus uñas en su piel. Nuevamente esa sensación de estar
sucio. Conteniendo el aire, se dejó llevar por el mayor-no le hables, no lo mires… no
saldrás vivo y lo sabes –Kyuhyun dijo, deseando matar a aquel sujeto que seguía viendo
de forma descarada a Sungmin-¿Quién me lo impedirá? Eh mudito, estás tan delicioso
como aquel día, ¿Lo recuerdas? –Sabiendo que el pequeño estaba al borde de una nueva
crisis, el Cho agradeció de todo corazón el momento en que Hangeng golpeó el rostro de
aquel maldito Salió del estudio aun sosteniendo la mano de Min, Kyuhyun tiró de él hasta
la habitación, encontrándose allí con Jessica y sus dos hijas, que acomodaban
tranquilamente la ropa de cuna y algunos juguetes que el moreno había comprado hace un
tiempo. La mayor de las tres mujeres lo observó críticamente, alterándose al notar el pálido
semblante del pequeño pelinegro. Su piel había perdido el bonito tono rosa, y sus ojos se
encontraban inundados en lágrimas que se deslizaban silenciosamente por sus mejillas.
Seohyun fue la primera en apresurarse a abrazar el cuerpo de Min, estrechándolo contra
su pecho mientras tarareaba una tierna canción, a la vez que Sunny acariciaba su cabello
con parsimonia. Dando vagas respuestas a las preguntas hechas por Jessica, Kyuhyun
salió de la habitación, cerrando ésta con llave y soportando el constante sonido de los
pesados pasos de su ama de llaves, que casi corría a su lado, adelantándose incluso a
ingresar al estudio antes de que él mismo lo hiciera. -¡ERES UN MALDITO ASQUEROSO!
–El sonido del fuerte impacto del puño contra el rostro del gigantesco hombre hizo eco en
toda la habitación, la respiración jadeante de Jessica demostraba el esfuerzo usado en
aquel golpe, un diminuto hilo de sangre apareció desde la comisura de los labios del
hombre -¡DEBERÍAN CASTRARTE COMO AL ANIMAL QUE ERES! –La sonrisa ladeada
del otro no hizo más que alterar de sobremanera a la castaña -¿Lo encuentras divertido?-
¿De qué serviría castrarme? De todas formas, ya estuve enterrado hasta las bolas en ese
lindo traserito mudo –Empuñando nuevamente sus manos, Jessica lo golpeó hasta
cansarse, siendo luego sujetada por Heechul-Saca a Jessica de aquí –Kyuhyun ordenó,
obligando a su veterinario principal a abandonar el estudio –y… ajumma… cuando se te
avise, envía a KangIn en busca del juez Park –La castaña asintió de mala gana, deseando
tener en ese momento un buen cuchillo carnicero en sus manos. La puerta se abrió,
Jessica y Heechul salieron, otros dos entraron. Eunhyuk parecía venir poseído por el
mismísimo diablo, Donghae no estaba muy lejos de eso tampoco –Hangeng, Siwon…
déjenlo-¡Qué gesto de cortesía! –El hombre sonrió fríamente, sus manos eran grandes,
aun más que las del propio Kyuhyun, y su porte también llegaba a resultar intimidante, aun
más para alguien tan pequeño y delicado como lo era Sungmin -¿Tantas molestias por un
idiota mudo?-¡Tú maldito infeliz! –Eunhyuk se lanzó contra él, cayendo con tanta fuerza
que el escritorio por poco y cede bajo el peso de ambos hombres -¡TE MATARÉ
DESGRACIADO! Lo siguiente fue todo imágenes borrosas para Kyuhyun. Aquel hombre
riendo en sus rostros, burlándose de ellos, repitiendo una y otra vez las horribles cosas
que la había hecho a Sungmin, lo que volvería a hacerle. La ira fluyendo por sus venas,
verdadero odio en su contra. Gritos de Eunhyuk. Gritos de Donghae. Puños estrellándose
contra el cuerpo de aquel hombre que permanecía derribado en el piso. Golpes de Hyuk,
de Hae, de él mismo. Tanto odio, tanta ira y frustración. Tantos deseos de venganza.
Gemidos de dolor llenaban el estudio, sangre manchaba el piso de lustrosa madera.
Kyuhyun nunca se había sentido más enfadado. Iracundo. No bastaba ver a su cuñado y
primo golpeando aquel cuerpo. Consideraba que aquello no era ni la mitad del dolor que
Sungmin había sentido. Volviendo a empuñar sus manos, golpeó con todas sus fuerzas la
sonrisa ensangrentada de aquel monstruo, deseando borrar hasta el más mínimo signo de
vida de aquel cuerpo. -¡YA ESTUVO KYUHYUN! ¡TE DETIENES AHORA! –El fuerte,
fuertísimo, grito de la mujer que lo había criado lo trajo de regreso al mundo real.
Apartando sus manos del cuello que apretaba entre sus manos, Kyuhyun cerró por un
momento los ojos. ¿Cómo había acabado así? –el juez está viniendo-¿Por qué? Dije que
yo te avisaría-no dejaré que se convierta usted en un asesino –Jessica ingresó al estudio
siendo escoltada por Hangeng y KangIn. El sonido de su amplia falda filtrándose hasta los
oídos de aquellos tres que aun deseaban más venganza, más sangre –Sungmin está
dormido, Seohyun y Sunny pudieron tranquilizarlo –Mencionó, a sabiendas del efecto
tranquilizador que podría provocar el nombre del pequeño en los tres “dementes”. Kyuhyun
dirigió la mirada hasta el rostro del hombre, casi deformado producto de tantos golpes, con
un tinte violeta debido a la fuerte presión ejercida por él mismo en su garganta-¿Lo
matamos?-no. Su pecho aun se mueve –Observó la mujer haciendo una mueca de asco –
no por mucho tiempo más, pero aun se mueve-trabajaba con mi padre –Eunhyuk dijo de
pronto, ganándose la atención de todos –es uno de los últimos trabajadores que mi padre
había contratado. No tenía ningún tipo de contacto con Sungmin, ni siquiera tenía
autorización para entrar a las caballerizas-Monstruo asqueroso. No tienes perdón de Dios
–Donghae dio una última patada al cuerpo inerte antes de intentar abandonar el estudio-no
pueden ustedes aparecerse frente al pequeño con la ropa bañada en sangre, lo alterarán
aun más. Tampoco pueden recibir al juez así. Dejé ropa limpia para ustedes en la primera
habitación del ala izquierda. Yo limpiaré aquí. Hangeng se queda conmigo El juez Park era
un hombre joven, ligeramente robusto, con una amigable mueca en su rostro impasible.
Kyuhyun pocas veces lo había visto, y sus charlas no habían ido más allá de una
superficial charla de negocios cuando el hombre adquirió uno de sus caballos purasangre.
Lo recibió junto a Eunhyuk, ambos vistiendo la ropa que Jessica había preparado para
ellos. El estudio permanecía cerrado, Siwon permanecía cerca de ellos en el salón,
mientras que Jessica blasfemaba de esto y aquello mientras daba psicópatas miradas en
dirección a la puerta cerrada, sosteniendo un enorme cuchillo entre sus manos. Donghae,
por su parte, se encontraba en la habitación con Sungmin, velando su sueño junto a las
hermanas Jung. -¿Trató de abusar de su esposo? –El hombre acaricio su bigote, sus ojos
brillaban de manera extraña -¿Está usted casado señor Cho?-fue una boda muy privada –
Respondió haciendo una mueca –éste hombre ya había atacado anteriormente a mi
esposo cuando aun la boda no se llevaba a cabo. Mis hombres lo han visto rondando la
villa y las caballerizas. Hace unas semanas se metió a la casa y trató de llevarse a
Sungmin –Asintiendo repetidamente, el juez Park vio de reojo a Eunhyuk-Bien. Lo que está
usted diciendo es muy grave. Cuando menciona que atacó previamente a su esposo, ¿Se
puede especificar aun más? ¿Hubo abuso?-No –Eunhyuk respondió antes, viendo de
forma muy significativa a su cuñado. No podía permitir que Sungmin, que apenas aparecía
en sociedad, fuese señalado y mirado con lástima. Sabía lo mucho que eso dañaría el
autoestima de su hermano. Y suficiente daño había tenido ya –lo intentó, pero mi esposo
Donghae llegó antes. Este maldito dejó a mi hermano herido, y huyó antes de que Hae
llegara hasta donde se encontraban –Manipulación de la verdad, eso hacía el Lee, y no se
arrepentía -¿Puede o no encarcelarlo?-¿Podría tener una entrevista con su esposo?-No –
negó rotundamente. Sungmin ya había tenido mucho para un día –escuche. Mi esposo
sufrió un trauma. Sufre crisis de pánico y pesadillas debido a éste hombre, puede usted
entrevistarse con el doctor Kim, él es su médico-de acuerdo. –Haciendo una señal en
dirección a los dos hombres que habían venido con él, el juez Park se levantó de su
asiento –puedo enjuiciarlo por violación a propiedad privada, intento de secuestro y
violación –Sosteniendo su sombrero oscuro, el hombre le dio una significativa mirada a
Kyuhyun –Señor Cho, señor Lee –Aclaró su garganta –seré sincero con ustedes, es
probable que sea condenado, como es probable que no. Lo ideal sería que su esposo lo
reconociera, al menos tuviese una reacción al ver a éste hombre-iré por mi hermano-no, lo
alterarás aun más-basta con que yo y mis hombres lo veamos reconocer al hombre que lo
atacó y sabremos que realmente el tipo es un criminal inescrupuloso, y luego no tendrá
que enfrentarlo más, cualquier duda puedo aclararla con usted o con el doctor Kim
Sungmin, obviamente, pataleó con espanto y terror cuando Eunhyuk y Donghae trataron
de hacerlo entrar en la misma habitación en la que aquel hombre permanecía –aun
inconsciente-. El pelinegro se removía con desesperación, lagrimas surcaban sus mejillas,
sus uñas intentando inútilmente hundirse en su propia piel. Era obvio que su vientre de ya
casi 8 meses no era un impedimento para que el bajito luchara, se contorsionara y
mordiera como si en eso se le fuera la vida. Y así era para el pequeño. Corriendo a los
brazos de Kyuhyun apenas éste estuvo a su vista, Sungmin rompió en llanto, aferrándose
a él con desesperación. Se sentía realmente protegido allí, entre los brazos de su esposo.
Se dejó llevar por él hasta la habitación que compartían, sintiendo cómo la cama cedía
bajo el peso de ambos, hundiéndose apenas. Podía sentir las manos del otro acariciando
con ternura su cabello y espalda. Sus labios contra su frente. Sus latidos tranquilos y
relajantes. Sintiendo cómo sus párpados luchaban por cerrarse, alzó la mirada, viendo los
ojos color castaños del otro, su sonrisa de tranquilidad. -Ya está Minimin. Te prometo que
ya pasó. Ésta fue la última vez que ese hombre aparecerá en tu vida-“¿Me lo juras?”-lo
juro –besando juguetonamente la punta de su nariz, Kyuhyun lo abrazó con más fuerza –
siempre te protegeré amor, no debes asustarte. Ese tipo no volverá a lastimarte nunca, me
encargaré de que así sea-“Gracias”-Te amo Min. Y siempre te amaré y cuidaré –Sungmin
sonrió, apegando su rostro al pecho amplio del mayor –eres la persona más maravillosa e
importante que tengo en mi vida –Buscando tímidamente sus labios, el pelinegro lo besó
dulcemente-“Te amo Kyu. Y te amaré siempre. Gracias por quererme”-No eres tú quien
debe agradecer Minimin –Volviendo a besarlo, el moreno pensó en lo maravillosa que era
su vida desde que Sungmin había llegado. Por primera vez en muchísimos años deseaba
permanecer en casa, tenía a alguien a quien abrazar, mimar y hacer feliz, tenía a una
hermosa personita que lo quería, que le sonreía, que lo había hecho volver a creer en la
magia de tener una familia, de amar a alguien –te amo tanto

Cap. 9
Ahra charlaba animadamente con Jessica en la cocina, mientras que sus hijas tocaban el
piano al compás de un hermoso villancico que le habían enseñado en su escuela.
Sungmin observaba fijamente como las elegantes niñas de apenas 5 y 6 años se
regañaban mutuamente cuando alguna se equivocaba en una nota, riendo luego y
volviendo a comenzar con la melodía. El pelinegro se encogió de hombros, saliendo del
salón donde estaba el enorme árbol, en busca de su guapo esposo. Kyuhyun había
desaparecido desde la mañana, y él ya lo extrañaba.

Haciendo un puchero al momento de entrar a la cocina, le permitió a Jessica acariciar su


cabello mientras la mayor seguía manteniendo su conversación con Ahra. Sungmin no
sabía por qué, pero a su ajumma le fascinaba mimarlo, y él no se opondría a que le
brindaran las caricias que toda su vida su padre le hubo negado. Se sentía tan querido en
ese lugar. Todas las personas cuidaban de él. Algunos hasta le conversaban y se
permitían jugar a su lado. Varias veces había sido víctima de los ataques de cosquilla de
Hangeng y Siwon, los mimos de Jessica y la mayoría de las sirvientas del lugar, Leeteuk
siempre le preparaba algún dulce y lo dejaba jugar con Kibum, KangIn permanentemente
cuidaba de él junto a Heechul. Y ni que mencionar los cuidados de su esposo.

Kyuhyun lo quería tanto. Lo cuidaba tanto. Había cumplido con su promesa, y ese hombre
horrible no se había aparecido frente a él. Ese día todos en la villa estaban ansiosos. Era
el día de navidad. Sungmin no sabía qué había de atractivo en ese día además del
hermoso y enorme árbol navideño. Sentía curiosidad al ver a Leeteuk y varias sirvientas
corriendo de un lado a otro en la amplia cocina. Sunny y Seohyun no podían jugar con él,
ya que estaban ocupadas junto a otras más en el comedor. KangIn, Hangeng y Siwon se
habían perdido junto a Kyuhyun desde la mañana. Y él comenzaba a aburrirse.

-¿Uh? Joven Sungmin, ¿Qué desea? –La chica que ordenaba la biblioteca se detuvo unos
segundos al verlo entrar. Sungmin había descubierto hace poco ese enorme lugar repleto
de libros acerca de millones de temas interesantes. Solía ir allí cada que estaba
aburridísimo –Debería de estar cambiándose de ropa –Musitó ella frunciendo levemente el
ceño. El pelinegro hizo un puchero antes de levantar una mano por sobre su propia altura
y guiñarle un ojo, su forma de preguntar por Kyuhyun –el Señor Cho fue al pueblo, no sé
cuánto irá a tardar –Haciendo morritos, el menor se cruzó de brazos –Joven Min, debería
de estar preparándose para la cena de navidad –moviendo sus pomposas caderas, la
mujer bajó de la diminuta escalera en la que estaba montada, acercándose luego a él –
busque a una de las señoritas Jung, ellas están a cargo de prepararlo –Fingiendo llevarse
comida a la boca, Sungmin llenó sus mejillas de aire –joven Min, por favor, yo… yo no
sé… -Alzando ambas palmas, dejó caer sus hombros, asintiendo tristemente.

Era imposible para él comunicarse con esa chica. Ella no sabía leer, y nunca lograba
entender algunas de sus señas, de nada le valía escribir en su libretita. Fijándose en la
brillante luz que se filtraba por la ventanita ubicada al final de aquel eterno corredor,
Sungmin se acercó tímidamente, viendo a través de la ventana, sonrió al distinguir a
Heechul bajando de un hermoso caballo de lustroso cabello negro. Él extrañaba jugar con
esos animales. Extrañaba a su yegua favorita. Dando media vuelta, se escabulló por una
de las puertas traseras de la enorme casona, avanzando con pasitos desconfiados hacia el
lugar donde recordaba haber visto las caballerizas.

Kyuhyun se dedicaba a la crianza de caballos purasangre, por lo que las caballerizas eran
mucho más grandes que las que poseía su padre. Inhalando profundamente, el bajito se
tambaleó sujetando su vientre, deteniéndose unos segundos frente a unos hermosos
rosales de diversos colores. Todo era tan bello. Cacao y Tofu llegaron a su encuentro
cuando estaba a punto de entrar a las caballerizas. Sungmin acarició sus peludas
cabezas, recordando haber dejado a Choco durmiendo en su cama. Dudó al momento
estar dentro de aquel sitio. Habían pasado tantos meses desde que no ponía ni un solo pie
en algún sitio donde hubiese caballos.

Dando un nuevo suspiro, rió cuando Cacao tironeó los bordes de sus pantalones,
comenzando a girar luego alegremente alrededor de sus piernas. Jamás podría aburrirse
con esos animales. Sintiéndose como en casa, Sungmin se deslizó por aquel oscuro sitio
repleto de olores y sonidos que le recordaban a su eterna infancia jugando entre los
caballos y el heno. Cuando escapaba de su padre. Cuando quería divertirse. Se detuvo
frente a un pequeño cuarto donde permanecía acumulado un gran montón de heno,
desviando luego la mirada hacia el lugar desde donde provenían suaves relinchos. Había
allí un hermoso potrillo acomodado junto a una yegua de brillante cabello blanco. Ambos
animales se le quedaron viendo con desconfianza a la vez que el pelinegro sonreía.



Bajó del carruaje a la mayor velocidad que sus piernas le permitieron sin terminar de boca
en el piso. Kyuhyun quería ver a su esposo. Lo extrañaba. Habían pasado horas en el
pueblo, y quería verlo cuanto antes. A sus espaldas escuchó las sonrisas de Donghae y
Eunhyuk, que venían más que felices luego de haber sido testigos del castigo que aquel
maldito recibió por sus crímenes. Kyuhyun no le deseaba una muerte así a nadie más,
pero mentiría si no dijera que estaba más que satisfecho. Sungmin estaba a salvo de aquel
enfermo.

Pisando con fuerza innecesaria, se dirigió hasta la cocina, donde Jessica parecía estar
regañando a sus dos hijas y, a juzgar por la cuchara de palo que permanecía alzada
peligrosamente sobre la cabeza de ambas, algo muy malo habían hecho. Frunció el ceño
cuando la mirada preocupada de la mujer que lo había criado reparó en él. Sintiéndose
nerviosamente preocupado, Kyuhyun se acercó hasta ellas, extrañándose de no haber
encontrado a Sungmin allí.

-¿Qué ocurre?
-¡Oh Kyuhyun! Realmente no entiendo cómo pasó
-¿Pasó qué?
-Señor… Minimin desapareció –Las mujeres vieron con temor como todo el color se
drenaba del rostro del menor, quien se vio obligado a sujetarse del borde de la mesa para
no caer debido al impacto de la noticia. ¿Sungmin había desaparecido? ¿Cuándo?
¿Cómo?
-¿De qué hablas?
-lo hemos estado buscando desde hace casi una hora. Simplemente se esfumó. –Jessica
desvió la mirada con culpabilidad –debí haberlo vigilado más
-¡CLARO QUE DEBISTE! –Llevando una mano hasta su cabello, Kyuhyun dio un suspiro
cuando la mayor sollozó –ajumma, perdón… yo no quise… jamás me ha gustado gritarte,
no a ti… iré a buscarlo, ¿Qué tan lejos pudo haber ido?

Lo cierto es que pasó cerca de una hora dando vueltas por las cercanías de la villa antes
de colapsar cerca del bosque. Había tantos lugares que podrían gustarle a Sungmin, que
posiblemente caería la noche antes de encontrarlo. Donghae sugirió ir a las caballerizas,
pero Eunhyuk rechazó la posibilidad de encontrarlo allí, ya que Min no había pisado uno de
esos sitios desde que aquel maldito había abusado de él. De todas formas lo buscó, pero
no estaba en ningún lugar visible.

Seohyun y Sunny seguían llorando por su descuido cuando un sonriente Hangeng ingresó
al estudio de Kyuhyun, apoyando ambas manos en el escritorio, se inclinó hacia el cuerpo
del menor, sus ojos rebosantes de alegría.

-¿Qué tan bien lo buscó en las caballerizas?


-¿De qué hablas?
-Encontré a un lindo princesito durmiente junto a la terca que acaba de dar a luz
-¿Cómo dices? –Irguiéndose con algo de esfuerzo, Kyuhyun junto a Eunhyuk y Donghae
siguieron al otro hasta las caballerizas, donde se detuvo frente al lugar donde dormía la
más fiera de todas sus yeguas junto a su potrillo recién nacido… y un pequeño pelinegro
que se acurrucaba tiernamente contra el cuerpo del animal más grande -¿Cómo diablos lo
hizo?
-eso me pregunto yo, Susurro es una condenada mala leche –Hangeng rió dando un paso
que de inmediato puso en estado de alerta a la yegua –Eh Susurro, ¿Me devuelves a
Sungmin? –Resoplando, el animal se le quedó viendo de forma amenazante –umh
-Sungminnie, Minnie, despierta –Donghae habló haciendo ademán de acercarse al cuerpo
del menor, quien sacudió la cabeza antes de abrir uno de sus ojos, bostezar y volver a
cerrarlo
-Sungmin, ¿Qué forma de recibir a tu esposo es ésta? –Dando un pequeño brinco, el chico
abrió de inmediato sus ojos al reconocer la voz de Kyuhyun. El moreno lo veía con una
extraña sonrisa que él correspondió de inmediato
-“Hola”
-Hola Minimin, ¿Por qué no vienes aquí y me saludas como corresponde? –Asintiendo, el
bajito acarició la cabeza de la yegua antes de levantarse con algo de dificultad. Su mano
se encontró con la de Kyuhyun, quien lo atrajo hacia sí en un tierno abrazo antes de unir
sus labios -¿Tienes idea de lo asustado que estaba al no encontrarte por ninguna parte?
-“estaba aquí”
-Sí, eso ya lo noté

Sungmin sonreía salpicando todo a su alrededor con espuma, tomándola en la palma de


su mano y soplándola con afán, riendo cada que Sunny lo regañaba. Era una de las tareas
más difíciles que tenían las hermanas Jung, bañarlo. El pelinegro amaba salpicar agua y
jugar con la espuma, moviéndose de un sitio a otro en la bañera, impidiéndoles a ellas
limpiarlo de forma adecuada. Y con lo rápido que se llenaba ese chico de polvo, era como
un niño de 5 años. El bajito hizo un puchero cuando lo envolvieron con la toalla, dejando
que Seohyun secara su cabello mientras Sunny lo ayudaba a vestirse con una linda ropa
que Kyuhyun le había traído del pueblo esa tarde.

Llenando una y otra vez sus mejillas de aire mientras observaba a las sirvientas correr de
un sitio a otro, siendo seguidas por las incesantes risas de Sulli y Yoona, que bailaban al
son de una melodía imaginaria, sus amplias faldas haciendo un extraño sonido que
provocó en Min una inevitable sonrisita. Kyuhyun se encontraba sentado a su lado,
discutiendo con su hermana Ahra. Él podía ver de vez en cuando cómo la mayor golpeaba
la cabeza del moreno por algo que no le agradaba. Sungmin encontraba muy divertida a
su cuñada. Donghae y Eunhyuk también estaban allí, y le hablaban a cada instante,
haciéndolo reír con sus ocurrencias.

Pero se sentía algo aburrido. Todos ellos eran adultos inteligentes y culturizados que
mantenían conversaciones a un nivel más elevado que el suyo. Él extrañaba a Henry. Con
Henry podía jugar sin sentirse “el bebé” del grupo. Hizo un puchero antes de levantarse de
su lugar en el sofá, yendo hasta el lustroso y elegante piano de madera oscura. Sintiendo
la constante mirada de los otros sobre su ya redondeado cuerpo, Sungmin deslizó
tímidamente sus dedos por sobre las teclas, recordando las bellas melodías que Ryewook
le había enseñado a tocar antes de que se fuera.

-es bueno, no sabía que tocase el piano –Ahra observaba al pequeño que movía ágilmente
sus manos, sus ojos cerrados y una hermosa sonrisa en sus labios
-aprendió hace poco, Wook y Yesung le enseñaron –Dijo con orgullo Kyuhyun. Su Minnie
era tan o más listo que cualquier otra chiquilla o chiquillo de sociedad
-¡Crece tan deprisa! –Donghae susurró, sus ojos empañados en lágrimas. Y pensar que
apenas habían pasado unos pocos meses desde que lo encontró ensangrentado y
llorando sobre aquel montón de heno en las caballerizas –Sungmin ha cambiado tanto…
-joven Kyuhyun, la cena está lista, si me hicieran el favor de pasar al comedor –Anunció
Jessica, sacando a Min de su ensoñación artística –tocas divinamente pequeño –el menor
sonrió cuando la castaña acarició su mejilla con ternura




-“¿Regalos? ¿Se dan en navidad?”

Kyuhyun sonrió, besando la frente de su esposo cuando éste comenzó a aplaudir al ver la
gran cantidad de regalos envueltos en brillantes y lindos papeles de colores. El moreno no
tuvo tiempo de sentir ira hacia su “suegro” por quitarle a Min la posibilidad de vivir una
linda navidad, ya que el menor de inmediato se encontró riendo con alegría cada que
alguno de los regalos era para él. Su brillante sonrisa era tan hermosa. El Cho acarició la
tersa piel de sus sonrojadas mejillas, provocando que Sungmin volteara a verle con los
ojos brillosos por la emoción.

Él nunca había celebrado una navidad en familia. No había tenido un árbol lindo ni
montones de regalos. No había ropa linda ni un baño de espuma para él. Sungmin siempre
había estado encerrado en su habitación cada navidad, cada vez que había alguna fiesta o
celebración. Y ahora tenía todo. A su familia, música, una linda chimenea, un inmenso y
hermoso árbol de navidad, regalos… y a Kyuhyun y su bebé. ¿Qué más podía pedir?
Sonrió, besando los labios de su esposo a la vez que abrazaba contra su pecho un lindo y
pomposo traje de bebé color celeste. Jamás había tomado algo que fuera para un bebé, y
se le hacía todo tan pequeño y hermoso.

-sí Sungmin, así deben ser las navidades –Dando un suspiro cuando los ojitos del otro
fueron inundados por las lágrimas, Kyuhyun besó suavemente las mejillas del menor –No
Minnie, no debes llorar, es todo para que sonrías y seas feliz
-“Soy muy feliz” –Sonriendo entre lágrimas, Sungmin se sentó en el piso, frente a la recién
encendida chimenea de su habitación
-¿Cómo pudiste acercarte a Susurro?
-“¿Susurro?” –Ladeó la cabeza con extrañeza, sobresaliendo su labio inferior
-la yegua con la que estabas en las caballerizas –Haciendo un gesto obvio de haber
entendido, Sungmin se encogió de hombros
-“Es muy dulce”
-tú eres dulce –Rió cuando las mejillas del menor se tornaron de un fuerte color rosa. Su
pequeño era tan fácil de sonrojar.



Los días habían pasado, navidad quedaba atrás. Sungmin tamborileaba con sus dedos
sobre el mesón de la cocina, viendo a Jessica deslizarse de un lugar a otro en el amplio
espacio, dando indicaciones a todos los sirvientes y sirvientas que se cruzasen en su
camino. No lograba entender muy bien por qué era el alboroto, navidad ya había pasado.
Entonces, ¿Qué seguía?

Ladeó la cabeza y suspiró. Extrañaba a su esposo. No le gustaba que Kyuhyun tuviese


que ir con tanta frecuencia al pueblo. Él también quería ir, pero con su panza enorme ya le
resultaba imposible. ¿Cómo podía no reventar estando tan gordo? Palpando su vientre,
hizo un puchero y volvió a comer de las galletas que Seohyun le había dado. Estaba
comenzando a aburrirse. Ahra y las niñas habían salido también, y Sunny y Seohyun
parecían ocupadas preparando montones de comidas que lucían realmente deliciosas.
Sungmin hubiese buscado a Hangeng, solía divertirse con el jefe de cuadra, pero éste
también había desaparecido hace unos dos días. Ni siquiera lo habían visitado Donghae o
Eunhyuk.

-“¿Por qué no me hacen caso?” –Jessica soltó una carcajada al momento de leer su nota,
acariciando luego los largos cabellos del menor
-estamos algo ocupados Minnie, hoy es año nuevo
-“¿Qué es eso?”
-¿No lo sabes? –La mujer maldijo entre dientes al padre del pelinegro antes de volver a
sonreír –es un día de fiesta en el que le decimos adiós al año que se va, y hola al año que
viene.
-“No entiendo”
-No tienes que entenderlo Minimin, sólo tienes que divertirte
-“Pero estoy aburrido”
-¿Quieres entonces ayudarme a mí y a Teuk a cocinar?

El pelinegro reía al momento de revolver las cosas que se cocinaban dentro de la enorme
olla frente a la cual Jessica lo había colocado, encogiéndose de hombros cada vez que
alguna de las sirvientas le preguntaba si la comida ya estaba lista. Él no tenía ni idea, pero
le agradaba la idea de ser útil en algo. Aplaudiendo luego cuando Seohyun tiró de su brazo
para que la ayudase a decorar un enorme pastel de unos 3 pisos, Sungmin sonrió cuando
la mujer le llenó traviesamente la nariz y mejillas de nata, imitando él la acción, lo que dio
inicio a una batalla campal en la que sus rostros y ropas resultaron completamente
cubiertos con el dulce alimento. Obviamente se ganaron un regaño por parte de Jessica,
pero no le importó mucho. Él se había divertido.

Luego de que Seohyun se hubiese cambiado a una velocidad envidiable, la mujer lo llevó
hasta el baño de la habitación de Kyuhyun, donde llenó la bañera de agua tibia y
abundante espuma antes de ayudarlo a meterse dentro. Riendo ambos mientras ella le
permitía al menor jugar y divertirse con la espuma, la hermosa voz femenina inundó el
lugar cuando Seo comenzó a cantar una linda canción de cuna a pedido de Sungmin. Él
adoraba que su noona le cantase, lo hacía sentirse aun más tranquilo y querido.

-¡Estás guapísimo Minimin! –El bajito se sonrojó, agachando la mirada antes de que
Kyuhyun cubriera en pocos pasos los metros de distancia que los separaban, rodeándolo
luego con sus brazos en un apretadísimo abrazo –Hola bebé
-“Te extrañé” –Besándolo con dulzura, el mayor acarició su vientre –“también el bebé”
-Ya estoy en casa, contigo… con ustedes –Sonriendo, el moreno tiró de su mano para
llevarlo hasta el comedor, el cual se encontraba hermosamente decorado, iluminado por la
luz de los candelabros. Ahra y su familia estaban ubicados en sus lugares, Jessica y sus
hijas terminaban de acomodar los últimos platillos –Minimin, hoy Hae y Hyuk cenarán en
casa de los padres de Donghae, pero te envían muchos saludos y besos –Riendo cuando
los labios de Kyuhyun repartieron abundantes besos por todo su rostro, Sungmin asintió
divertidamente –hoy es la cena de año nuevo. Jessica, Sunny y Seohyun comerán con
nosotros, ¿Quieres?
-“¡Claro!”

Era muy divertido cenar con Jessica. La mujer, junto a Ahra, aprovechaba cada mínima
ocasión para burlarse o molestar a Kyuhyun, quien refunfuñaba besando una y otra vez la
mano de Sungmin, haciendo sonreír al menor. La comida había estado deliciosa, así como
los postres que habían estado preparando las sirvientas durante todo el día. Él quería
probar un poco de ese enorme pastel que habían estado decorando junto a Seohyun, pero
de él ni señales.

Luego de comer se fueron hasta la sala donde aun estaba el árbol de navidad. Yoona
comenzó a tocar el piano junto a sus padres, una linda melodía que Sungmin nunca había
escuchado. Eso hasta que el enrome reloj de pared comenzó a dar las campanadas que
indicaban medianoche. Entonces el cuerpo de Sungmin se vio firmemente atrapado entre
los brazos de su esposo Kyuhyun, el cual lo besó de esa forma que hacía hormiguear a su
estómago.

-Feliz año nuevo Sungmin –Riendo ante la cara de confusión del menor, Kyuhyun besó la
punta de su nariz –te amo tanto, gracias por hacer de éste el mejor fin de año que he
tenido, y el más maravilloso inicio… éste año lo comenzamos juntos, como todos los que
nos quedan por delante en nuestras vidas
-“¿Siempre?” –Los ojitos brillosos de Sungmin enternecieron al mayor –“¿Lo prometes?
¿Toda la vida juntos?”
-Toda la vida
-“Te amo Kyu”
-Te amo aun más Minimin… a ti y a nuestro bebé

Lo abrazaron las demás personas presentes, lo estrujó Jessica y sus hijas en un más que
sofocante abrazo lleno de risas femeninas. Las Jung lo querían tanto. Dando un brinco
cuando un fuerte estruendo se escuchó cerca, Sungmin fue llevado hasta el patio
delantero, desde donde se podían apreciar cómo hermosas luces de colores llenaban el
cielo en medio de explosiones ensordecedoras. Era una imagen hermosa. Perfecta. Los
brazos de Kyuhyun rodearon su cintura desde atrás, pegando su espalda al pecho del
mayor, Sungmin se quedó viendo con fascinación cómo las luces de colores estallaban
una y otra vez.
Era algo que nunca había visto, que le encantaba. Jessica mencionó algo de fuegos
pirotécnicos y explosivos junto al nombre de KangIn y Heechul, pero él no le prestó
atención. Él estaba viendo las luces mientras permanecía refugiado entre los brazos de su
esposo. Ese era su lugar, allí debía estar.



-Sungmin… Minnie… despierta –Arrugando repetidamente la nariz mientras escuchaba


varias risitas ajenas a la voz de su esposo, Sungmin se acurrucó aun más en la cama,
aferrándose a las sábanas y mantas que lo resguardaban del frío matutino –Sungmin,
debes abrir los ojos –Sonriendo cuando los labios de Kyuhyun se posaron sobre los suyos,
fingió seguir dormido –no me engañas, sé que estás despierto –Hizo un puchero y abrió
perezosamente un ojito, luego el otro, parpadeando varias veces al encontrarse con el
rostro sonriente del moreno
-¡Feliz cumpleaños Minimin!

Sus ojos se abrieron en demasía al escuchar el fuerte grito proveniente de todo el grupo
de personas que se encontraban dentro de la habitación junto al pastel que él tanto quería
comer. Ahra, Donghae, Eunhyuk, Jessica, Seohyun, Siwon, Hangeng… incluso estaban
allí Jinki, Suho y Luna. Volviendo a parpadear, Sungmin comenzó a derramar lágrimas al
darse cuenta de la situación. Era su cumpleaños. Y ellos lo estaban felicitando por eso.

Ahora entendía la insistencia de su esposo porque comprendiera lo que significaba y


representaba un cumpleaños. Un nuevo año de vida. Una celebración. ¿Era ya su
cumpleaños? Dejó que su sonriente esposo lo besara y secase sus lágrimas antes de que
Seohyun acercara a él el enorme pastel que traía varias velas encendidas. Incitándolo a
apagar la llama de éstas, la mujer le dio un cariñoso abrazo, susurrando en su oído un
montón de cariñosas palabras que para él nunca habían sido dedicadas por parte de
alguna mujer.

-felicidades Sungmin. Un año más de vida. Eres el niño más maravilloso y dulce que he
conocido nunca. Cuidar de ti ha sido un regalo para mí, me haces feliz con cada una de
tus acciones, pucheros y sonrisas. Eres como el hijo que deseo tener alguna vez. Como un
hermanito menor para mí, te quiero mucho Minimin…

Volviendo a derramar lágrimas, Sungmin le permitió besar nuevamente sus mejillas. Él


también la quería mucho. Seohyun había sido la primera en lograr entenderlo, la que más
lo mimaba cuando Kyuhyun no estaba. Era como su madre, la que le cantaba y cuidaba
todo el tiempo. Ella junto a Sunny y Jessica eran las mujeres más importantes de su vida.
Luego vinieron abrazos y felicitaciones de parte de las sirvientas y los trabajadores de
Kyuhyun, seguidos por el asfixiante abrazo de Eunhyuk y Donghae, y luego el de Luna,
Jinki y Suho. Sungmin pensaba que ellos se habrían olvidado de él, pero le alegraba saber
que no era así. Y finalmente fue el turno de Ahra y las niñas. Todos le repetían lo lindo y
maravilloso que era.

Hace un tiempo jamás les habría creído, pero ahora comenzaba a pensar que lo decían
enserio, no con fines de hacerlo sólo sentir mejor. Esas personas lo querían. Cuidaban de
él. Se esforzaban por hacerlo sonreír. Por hacerlo sentir cómodo. Riendo cuando Seohyun
comenzó a echar a toda la gente fuera para que él pudiese cambiarse de ropa, Sungmin
se quedó viendo como la multitud abandonaba la habitación…

-¡Feliz cumpleaños hyung/oppa! –Sonriendo lo más que le fue posible, aun sin levantarse
de la cama, Sungmin recibió con sus brazos abiertos a los dos pequeños que corrían hasta
él. Jonghyun y Krystal se treparon en la amplia cama, besándole las mejillas y rodeando su
cuello con sus diminutos bracitos. Vio cómo Kyuhyun sonreía junto a Seohyun,
parpadeando para espantar sus propias lágrimas, no quería asustar a los niños que
parecían muy felices -¡Hyung es más grande!
-más dindo… -Krystal asintió cariñosamente
-¡Ey Sungmin! ¡Ya cumples otro año de vida! ¡Felicidades!
-“Muchas gracias hyungs” –Yesung y Ryewook lo liberaron del agarre de los menores
segundos antes de que alguien corriera hasta poder aferrarse con fuerza al cuerpo de Min,
una hermosa sonrisa en el rostro de ambos chicos
-“Feliz cumpleaños” –Henry movió sus labios, abrazándolo nuevamente –“Kyuhyun hyung
envió a Hangeng por nosotros para que estuviésemos hoy aquí”
-“Estoy tan feliz, gracias Henry…”
-“Agradéceselo a tu esposo. Él es el más genial”

Mientras Seohyun hurgaba entre su ropa en busca de la más bonita para su celebración
de cumpleaños, Sungmin se acercó al cuerpo de su esposo. Rodeándolo con sus
delgados brazos, el pelinegro apoyó su mejilla en el pecho del mayor, alzando apenas la
mirada para encontrarse con los ojos de Kyuhyun fijos en los propios.

-“Te amo Kyu. Te amo mucho” –Suspiró cuando la respuesta del otro no se hizo esperar.
Sus labios siendo atrapados por los del moreno en un silencioso “Yo también” que hizo a
su corazoncito palpitar de alegría
-Eres lo mejor que me ha pasado en la vida
-“Yo debería decir eso”

Cap. 10
Era un gran día. Un día maravilloso en el que el cielo se encontraba extrañamente
despejado y las aves cantaban alegres revoloteando sobre las cabezas de los que se
paseaban por el amplio jardín de la mansión… tratando de alcanzar al rebelde sordo mudo
que se negaba a bajar de Susurro, mientras su mejor amigo aplaudía dando brinquitos
cada vez que lograba evitar al ya agotado jefe de cuadra y al cuñado/appa que trataban de
detener a Henry en su loca carrera sobre la yegua más demente y malas pulgas del lugar.

Para todas las personas del lugar, aun era un misterio cómo lo habían hecho los dos
adolescentes para lograr acercarse hasta Susurro, al punto de que Henry la montaba
siempre que lograba escaparse de los cuidados de su cuñado/appa sobre protector
Yesung.

-¿Qué se supone que hacen? –Dejando de aplaudir, Sungmin volteo a ver a su esposo,
tambaleándose cuando éste lo atrajo hacia sí
-“Henry está cabalgando”
-¡Ya dejen de jugar con Susurro! Es una amargada
-“es una linda” –Reclamó el menor haciendo un puchero
-ustedes dos harán que Hangeng y Yesung envejezcan mucho más deprisa –Viendo a su
jefe de cuadra tirando de las riendas de Susurro cuando Yesung al fin logró bajar a Henry,
Kyuhyun posicionó ambas manos en el vientre enorme de Sungmin. El moreno no
recordaba nunca haber visto a alguien que tuviese una panza tan grande como la de su
esposo al estar embarazado. El mismo doctor Kim le había dicho que, al parecer, sería un
bebé enorme -¿No te has sentido adolorido hoy?

El pelinegro sacudió la cabeza, riendo cuando Henry comenzó a correr por el jardín,
escapando de Hangeng luego de haberle arrebatado a éste un pañuelo de color rojo.
Henry llevaba ya unas 2 semanas en la villa, Yesung se había quedado cuidando de él,
pero pronto tendría que regresar a su casa, donde lo esperaban su esposo e hijos. Y
entonces tendría a Henry sólo para él. Suspirando de forma insonora cuando los dedos de
Kyuhyun acariciaron todo el largo de su cuello, el bajito dio un brinco al sentir los labios de
su esposo jugando con su oreja. Era algo que Kyu había comenzado a hacer
constantemente desde hace unos días, y que a él le gustaba también mucho. Pero
Sungmin sabía qué querría hacer su esposo si se dejaba llevar por las sensaciones que
esas caricias le provocaban. Y el pequeño no estaba seguro de querer pasar por eso de
nuevo.

Alzando sus manos cuando Jessica les entregó a ambos una charola llena de galletas de
chocolate, Sungmin y Henry se quedaron observando cómo Sunny y Seohyun jugaban con
el pequeño Kibum, quien hacía extraños sonidos y estiraba sus brazos en dirección a
ambas mujeres. Min había comenzado a enamorarse de los niños luego de pasar tanto
tiempo con ellos. Le encantaba la sola idea de cuidar de ellos y mimarlos como él mismo
era mimado por todas las personas. Darle una infancia llena de la alegría que a él le
habían arrebatado.

Dio entonces un suspiro, su mirada gacha. A pesar de todo… Sungmin extrañaba a su


padre. A pesar de los gritos, los golpes, todo el maltrato… él amaba a su padre por el
simple hecho de ser eso, su padre. Anhelaba poder verlo, demostrarle que no era el idiota
que él creía que era. Pero estaba seguro de que ni Kyuhyun lo dejaría visitar al mayor… ni
el mayor querría verlo. Dejándose llevar por sus pocos recuerdos junto a su padre, el bajito
hizo un puchero. Ahora que lo tenía todo… deseaba lo que, sabía, nunca tendría. El amor
de su padre. ¿Por qué lo odiaría tanto el mayor?

-“Yo quiero ir” –Henry movía sus manos en dirección a Yesung, haciendo un puchero –
“Por favor appa”
-“Que dejes de llamarme appa” –Resopló el pelinegro blanqueando los ojos en dirección a
Kyuhyun, el cual sólo pudo sonreír mientras abrazaba a su pequeño esposo –“No iremos
al circo”
-“¿Por qué no? Será divertido” –El adolescente volteó en busca del apoyo de su mejor
amigo, pero éste estaba más entretenido viendo las llamas que permanecían encendidas
en la chimenea
-¿Qué pasa con Henry?
-Quiere ir al circo –Yesung explicó alzándose de hombros –Se pone como un niño con
esas cosas. No me gusta, además, no es seguro, ¿Cómo puede serlo si traen con ellos a
un oso?
-¿Un oso? ¿Cómo hicieron para tener un oso?
-¡Yo qué sé! –Sungmin se levantó con dificultad de su lugar en el piso frente a la
chimenea, tambaleándose hasta estar refugiado entre los brazos de su esposo -¿Y qué
Sungmin? ¿Te gustan los osos? ¿Quieres ir a ver uno?

El pelinegro más bajo se le quedó observando por unos segundos. ¿Osos? ¿Y eso qué
era? Mordiendo el interior de su mejilla, de pronto comenzó a temblar, leves espasmos que
fueron aumentando en intensidad, hasta que se convirtió en un incontrolable temblor del
pequeño cuerpo. No. A Sungmin no le gustaban esas criaturas. Sungmin odiaba a esos
animales. Les tenía verdadero terror. Él no quería ver ninguno. Ni siquiera quería estar
cerca de ellos.

Las manos de Kyuhyun se aferraron entonces a sus muñecas, más sólo logró iniciar un
forcejeo con el más bajito. Podía sentir la desesperación fluyendo desde el cuerpo del
menor, las lágrimas descendiendo por sus mejillas y el temor impregnando el aire. Maldijo
cuando el codo de Sungmin se enterró en sus costillas, sus dientes mordiendo con fuerzas
sus manos para que lo soltase.

-¡No te soltaré Sungmin! ¿Qué te ocurre? –Sacudiendo la cabeza con desenfreno, las
rodillas del menor cedieron, llevándolos a ambos al piso. Un diminuto hilo de sangre
escapó desde la zona donde las uñas de Sungmin se habían clavado, provocando en
Kyuhyun un verdadero dolor, como si ardiese –Min, necesito que te tranquilices –Sin dejar
de retorcerse, el pelinegro se liberó al fin de su agarre, apoyando ambas manos sobre la
alfombra, las lágrimas siguieron cayendo.
-Omma… -Los ojos de Kyuhyun se abrieron exorbitantemente de la impresión al escuchar
el dulce susurro. El menor se abrazó a sí mismo, sus lágrimas y sollozos comenzando a
desgarrar la inutilizada garganta -¡OMMA! –Gritó de pronto. Él podía recordarlo aun. La
sangre. Los gritos. El terror. Sus pequeñas piernas alejándolo de allí. El bosque… y aquel
horrible animal -¡OMMA! ¡MADRE! –Siguió gritando cuando unos fuertes brazos lo
cobijaron. Clavando con fuerza sus uñas en la delicada piel del otro, Sungmin se aferró a
él.
-Minimin, cálmate… por favor… hazlo por el bebé… -Lo arrulló Kyuhyun, comenzó a mecer
ambos cuerpos
-omma… omma… -Siguió repitiendo él como si de un mágico conjuro se tratase –mi
omma…
-ya está, estás bien Minimin. Yo estoy contigo –Parpadeando repetidamente, el pelinegro
se quedó observando el rostro de su esposo como si apenas lo conociera.
-mi omma… la maté… -Hundiendo el rostro en el pecho del mayor, dejó que las lágrimas
volviesen a fluir. Ella había muerto por su culpa. Había sufrido por su culpa.



Para cuando Eunhyuk y Donghae ingresaron a su estudio, Sungmin ya dormía


tranquilamente en su habitación, bajo el cuidado de Jessica y sus hijas. Kyuhyun mantenía
la mirada pérdida en las vendas que Sunny había colocado en sus muñecas, sobre la piel
que Sungmin había desgarrado con sus propias uñas. Ardía como el infierno, pero al
menos el bajito no había resultado herido nuevamente. Dio un suspiro y rememoró
entonces la dulce voz del menor, sus suaves susurros. Le había sorprendido escucharlo
hablar. Llamar a su madre.

¿A qué se debía todo ese repentino terror? ¿Por qué había vuelto a sufrir una crisis? El
Cho mordió su labio inferior, las dudas llenando su cabeza al momento de observar a
quien era su cuñado. Donghae pegó un grito al ver las vendas que rodeaban sus muñecas,
más eso a él no le importaba. Le interesaba Sungmin. Quería hacer lo mejor para ayudar a
su pequeño esposo. Sus heridas no matarían a nadie.

-¿Qué te ocurrió? –Donghae preguntó alcanzando su muñeca derecha –Tienen sangre…


-Sungmin sufrió una nueva crisis
-¿Y te lastimó?
-eso no importa. No era él mismo cuando lo hizo –Su primo asintió poco convencido. Más
Hae adoraba a Sungmin, y Kyuhyun sabía que no lo culparía jamás de nada –Hyuk…
Sungmin habló hoy
-¿Habló? –El matrimonio preguntó al mismo tiempo, el mayor sentándose en la silla
ubicada frente al escritorio del Cho
-Yesung y Henry estaban hablando de osos, y luego Min comenzó con su crisis. Gritó
llamando a su madre… ¿Podrías explicarme por qué diablos reaccionó así?
-¿Llamó a madre? –Eunhyuk cubrió su rostro con ambas manos, un suspiro fluyó de sus
labios al momento de volver a mirar al esposo de su hermano -¿Qué más dijo?
-que él la había matado
-¡Dios mío! –Donghae se llevó una mano a los labios, haciendo una mueca de terror –no…
no es cierto, ¿Verdad Hyukkie?
-claro que no. Sungmin era un niño de 4 años cuando omma murió
-¿Cómo murió tu madre? –Kyuhyun moría por saber qué había ocasionado el trauma de
Sungmin. Porqué el pequeño había dejado de hablar. Porque volvía a hacerlo sólo para
llamar a su madre
-la mató un oso…
-¿Qué?
-Eso… -Hyuk bufó llevando la mirada al techo del estudio -¿Recuerdan hace 12 años?
Poco tiempo después de que yo te conociera Kyu. Un circo visitó la ciudad. También
tenían un oso. El animal se escapó, y ordenaron a todas las personas que vivían cercanas
al bosque que no saliesen de sus casas hasta que fuera capturado… Sungmin tenía
apenas 4 años… appa y yo fuimos al pueblo por algunas cosas para los caballos… cuando
regresamos a casa, ni Min ni madre estaban dentro. La puerta de la cocina se encontraba
abierta…
-¿Cómo? –El mayor ignoró su pregunta, lágrimas comenzando a escapar de sus ojos
-En esa época Min había comenzado a fascinarse con el bosque y se escapaba cada vez
que veía una puerta abierta. Y esa no fue la excepción. Omma fue a buscarlo… y el animal
los encontró a ellos. Appa estuvo horas buscándolos… yo los esperé en casa. Cuando la
noche ya caía, padre llegó junto a Sungmin, la sangre bañando el cuerpo de mi hermano
desde la cabeza hasta la punta de los pies…
-Monito… ya entendimos qué sucedió… no sigas –Eunhyuk sacudió la cabeza, sus
lágrimas deslizándose silenciosamente por sus mejillas
-no Hae, no lo entienden. ¿Sabes qué fue lo último que Min dijo antes de caer en la
mudez? –Viendo la mirada expectante de los primos, el Lee suspiró –“El oso se comió a
omma” ¿Tienen siquiera la más mínima idea de lo que sentí al escucharlo? ¿La maldita
culpa que sentí por no haber podido salvar a omma? ¿Por la sola idea de imaginarme lo
espantoso que debió ser para un niño de 4 años ver como un oso devoraba a su madre
frente a sus ojos?
-Hyukkie, no tenías que sentir culpa de nada. Lo que cuentas fue horroroso, y terrible para
Min, pero no fue tu culpa, deja de…
-Sí la fue –Kyuhyun interrumpió a su primo, ganándose una mala mirada por parte de éste
–la puerta de la cocina. Por donde Min se escapó al bosque… fuiste tú quién olvidó
cerrarla al momento de salir, ¿Verdad?

La madera crepitaba dentro de la chimenea cuando los ojos del pequeño comenzaron a
abrirse al fin. Sonriendo inconscientemente cuando una femenina mano acarició su mejilla,
Sungmin pudo reconocer el dulce perfume de Jessica. Casi ronroneando bajo el dulce
toque, el pequeño se acurrucó aun más en su lugar bajo las mantas. Un cariñoso beso fue
dejado entonces en su frente, obligándolo a abrir los ojos nuevamente, encontrándose con
la mirada expectante de su ajumma y Henry.

Hizo un puchero cuando notó que eran los únicos en la habitación. ¿No estaba su esposo?
Sintiendo de pronto una fuertísima punzada en su vientre, Sungmin se incorporó con
dificultad, dolor invadiendo su cuerpo como si le enterrasen millones de agujas. Mordió su
labio cuando comenzó a estrangular la mano que se aferraba a la suya, recordando luego
lo ocurrido en el jardín. El dolor se intensificó aun más. Sus pulmones casi no recibían
oxigeno. Parecía como si proviniese del bebé.

-Minimin, ¿Qué ocurre?


-¿Kyu? –Su voz sonó ahogada, su garganta dolió y una nueva punzada provino desde el
bebé. Jessica lo miró con sorpresa. Ella no sabía del regreso de su voz. Nadie lo sabía
además de Kyuhyun y Yesung. Sungmin sollozó cuando el dolor siguió aumentando. Le
costaba respirar, algo estaba haciendo su bebé desde dentro –Kyu… -Repitió llevando una
mano a su vientre –du… due… le…
-¡Dios santos! Son las contracciones… ¡Niño! –Volteando hacia Henry, Jessica escribió
una rápida nota con su mano libre –“Ve por Kyuhyun, AHORA MISMO”

Para cuando Henry regresó acompañado de Kyuhyun, Eunhyuk y Donghae, la mano de


Jessica casi estaba morada por la fuerte presión que ejercían los dedos de Sungmin sobre
los propios. La mujer sabía lo que el menor estaba sintiendo. Era un dolor espantoso,
terrible. Ella misma había pasado por él dos veces. Aun no debía ser momento de que el
bebé naciera, pero Jessica estaba segura de que la crisis sufrida por su niño pequeño
indujo al inicio del parto.

-Kyu… -Lo llamó Min buscando de inmediato su mano, espantándose al notar las vendas
cubriendo las muñecas de su esposo
-calma Minimin, estoy aquí
-¿Yo…? –Su voz apenas salía de su garganta, rasposa y difícil de captar. Era la
consecuencia de haber sido inutilizada por tantos años. Negando cuando nuevas lágrimas
afloraron de los ojos del pelinegro, Kyuhyun le sonrió
-no es nada Min, casi ni se siente –Clara mentira, porque ardía y lo hacían sufrir, pero eso
no se lo diría al pequeño
-me… due… le –Sungmin hizo un puchero, su mano sujetando la de su pareja mientras la
otra rodeaba su enorme panza –“Mi bebé duele”
-Son contracciones Min. Por eso duele –Sonriendo con dificultad ante la mirada extrañada
del menor, el Cho dio un suspiro –el bebé va a nacer Minnie



¿Por qué el doctor Kim no lo dejó estar presente? Eran su hijo y su esposo quienes
estaban dentro de esa habitación, y Kyuhyun necesitaba asegurarse de que se
encontraban bien. Dando vueltas por el corredor como león enjaulado, el moreno le dio
una mirada asesina a su amigo Yesung cuando éste le aconsejó tranquilizarse un poco.
¿Era normal que tardasen tanto? Él sabía que Krystal había nacido en menos de una hora,
y el doctor ya llevaba casi 2 trabajando con Min.

Bufó cuando Seohyun, Sunny y Leeteuk lo apartaron para ingresar nuevamente a la


habitación, los tres cargando toallas y otras cosas que él no alcanzó a identificar. Podía
escuchar cómo el doctor hablaba dentro, los quejidos de su esposo, las palabras
motivadoras de Jessica. Él quería estar con Sungmin.

Seohyun salió entonces llevando una olla con lo que parecían toallas ensangrentadas. Su
piel perdió todo color. Pensándolo bien, esperar en el corredor no era tan mala idea
después de todo. Kyuhyun golpeó a su amigo Yesung cuando éste se burló de él,
alegando que eso era algo normal durante el nacimiento de un hijo. El pelinegro blanqueó
los ojos, tirando del Cho hasta llevarlo a la habitación donde estaban Donghae junto a
Eunhyuk, Henry y Hangeng.

-¿Es necesario que pasen tanto tiempo juntos? –Bufó Yesung viendo a su querido y
sobreprotegido cuñado jugar con el jefe de cuadra de Kyuhyun
-sólo están jugando, no seas celoso
-no soy celoso –Riendo fingidamente, el menor asintió mordiendo sus dedos –y tú, deja de
creerte caníbal y no te comas tus dedos
-¿Cuánto más van a tardar? Ya llevan allí dentro más de… -El reclamó de Eunhyuk se vio
silenciado por un diminuto llanto que apenas había logrado escucharse debido a la lejanía
que tenía esa habitación con la que Sungmin estaba.
-¡YA NACIÓ! –Kyuhyun y Donghae gritaron al mismo tiempo, lanzándose contra la puerta,
y quedando atorados en ésta al tratar de salir ambos al mismo tiempo
-no sean imbéciles, ¡Santo cielo! –Yesung los regañó empujando el cuerpo de su mejor
amigo, el cual cayó al piso con el de Hae encima
-¡Kyuhyun! ¡Hijo! –La emocionada voz de Jessica dejó en evidencia que definitivamente el
bebé había nacido al fin. Además, la mujer lo llamaba “hijo” sólo cuando la felicidad era tan
grande que no podía ocultarla -¡Kyuhyun!
-¡Ajumma! -El moreno se levantó de un brinco, corriendo hasta su habitación, donde
Jessica lo esperaba sosteniendo entre sus brazos un pequeño bulto protegido por varias
toallas y mantas. Rara cosa que, teniendo una panza tan grande, el bebé hubiese sido tan
diminuto, o al menos eso pensó Yesung al momento de llegar, sonriendo cuando Kyuhyun
tomó entre sus brazos el diminuto cuerpito que la mujer le entregaba
-es niño…
-es hermoso… tan pequeño… -Kyuhyun balbuceó sonriendo con la mirada nublada en
lágrimas –mi hijo…
-y ella es su hija –Seohyun salió en ese momento cargando un segundo bulto. El color se
drenó del rostro de Kyuhyun, su boca se abría y cerraba sin ser capaz de articular alguna
palabra. Las Jung sonrieron entonces con emoción, ¿Para qué negarlo? Ellas también
habían puesto la misma cara cuando el doctor dijo que había otro bebé luego de haber
nacido el primero, de ahí la dificultad de Min al momento de iniciar el parto, de ahí la
enorme panza
-¿Dos?...

Yesung y Donghae palmearon su espalda cuando tuvo a ambos bebés en sus brazos.
Dos. Todo ese tiempo Sungmin había estado cargando dos hermosos bebés en su vientre.
Era padre de un niño y una niña. Eso nunca lo habría esperado. Sonriendo bobamente
mientras las lágrimas surcaban sus mejillas, el moreno ingresó a la habitación aun
cargando a ambos pequeños, escuchando los reclamos de sus amigos porque Jessica les
impidió la entrada a ellos.

Sungmin se encontraba sobre la cama. Su piel bañada en sudor mientras Sunny limpiaba
con una toalla humedecida su rostro. Leeteuk y el resto de las sirvientas terminaban de
limpiar la habitación, y el doctor guardaba su instrumental, secando con su mano la
humedecida frente. Si de por sí, tratar un embarazo masculino era algo difícil, que fuesen
gemelos era algo que complicaba aun más el momento del parto. Estaba gratamente
sorprendido de Sungmin, el pequeño había sido muy fuerte y valiente, realmente digno de
admiración.

-Minimin… -Kyuhyun se ubicó al lado de su esposo, ganándose una mirada cansada de


parte del menor
-son dos… -Susurró con un hilo de voz, cerrando los ojos. Estaba realmente agotado
-lo sé amor, son hermosos, un niño y una niña –Sonriendo apenas, Sungmin asintió,
abriendo luego los ojos cuando un pequeño peso fue depositado a un lado de su cuerpo.
Lágrimas humedecieron sus mejillas cuando los pequeños ojitos oscuros se encontraron
con los suyos –él es nuestro hijo…
-bebé… -Kyuhyun besó su frente, sujetando con su mano libre la del pelinegro, su mirada
cargada de amor y orgullo –nuestros…
-nuestros hijos… tuyos y míos –Asintió dejando que su esposo siguiera repartiendo
superficiales besos por todo su rostro –ella es nuestra hija, es hermosa… se parecen a ti
-“¿A mí?”
-es decir, que son preciosos como tú Minimin

Kyuhyun acarició una vez más la sonrosada mejilla de su esposo, besando su frente antes
de levantarse de su asiento, dejando al menor dormir. Necesitaba recuperar fuerzas,
descansar mucho. Esas habían sido las indicaciones del doctor Kim. El parto había sido
difícil y agotador, a nadie le extrañaba que Sungmin se hubiese dormido rápidamente. El
moreno sonrió entonces, su mirada cargada de completo orgullo al momento de salir de la
habitación, entrando a la cual donde se encontraban Jessica, sus hijas y sus mejores
amigos. Todos arreglando a ambos bebés, sonriendo como verdaderos idiotas.

Era un día de celebración. Sus hijos habían nacido. Y estaban sanos, al igual que
Sungmin. ¿Cómo podría no estar feliz? La niña traía puesto un esponjoso traje blanco,
mientras que el niño vestía uno celeste. Eran tan pequeños. Tomando entre sus brazos a
su hija, Kyuhyun volvió a besar la cabecita de ésta, sonriendo cuando Yesung gruñó al
momento de que Henry ingresó a la habitación acompañado de Hangeng. El adolescente
vio maravillado a los bebés, tomando luego al niño.

-¿Cómo se llamarán? –Donghae preguntó mientras Eunhyuk sujetaba los brazos de


Yesung, impidiendo que éste se lanzara contra Hangeng cuando el hombre comenzó a
jugar con el bebé en los brazos de Henry
-no habíamos pensado en ningún nombre aun –Viendo de reojo a su primo, Kyuhyun se
alzó de hombros -¿Cómo podría llamar a una princesa?
-¿Qué tal Ahra?
-¡Eso jamás! –Todos los presentes rieron, a excepción de Henry. –Antes la llamo Jessica
-¿Tratas de insinuar que mi nombre no es lindo?
-claro que no ajumma, el tuyo es un poco menos horrible que el de mi hermana

La mujer bufó arrebatándole de los brazos a su hija, comenzando a acariciar con infinita
delicadeza los cabellos oscuros de la pequeña mientras susurraba un tierno “nana” para
evitar que la niña despertase.



-¿Cómo te sientes?
-“tengo sueño” –Sungmin bostezó, sus mejillas llenas de aire –“¿Mis bebés?”
-están durmiendo en su cuna –Ladeando la cabeza, ambos vieron al lugar donde los
bebés descansaban, las llamas de la chimenea iluminándolos apenas -¿Por qué no me
hablas?
-“Te estoy hablando”
-Quiero escuchar tu voz –Sonriendo a la vez que tallaba uno de sus ojos, el pelinegro rió
de forma risueña cuando un juguetón beso fue dejado en su frente –anda, dile algo bonito
a tu esposo ¿Sí?
-Kyu… yo te… amo –Suavizando su expresión, Kyuhyun besó sus labios con ternura
-yo te amo más…

Cap. 11

-Con respecto a la muerte de omma

Sacudiendo las manos cuando su hermano trató de sujetarlas, Sungmin desvió la acuosa
mirada. No quería volver a recordar esas imágenes. Él podía perfectamente vivir sin esos
recuerdos. Enfocó sus ojos en la cuna junto a su cama, donde sus dos bebés dormían
plácidamente desde hace ya un par de horas. No podía creer aun que todo ese tiempo
hubiese estado llevando a esos dos pequeños dentro de él.
-Minnie… ¿Realmente no quieres hablar de eso?
-No –Eunhyuk se sorprendió por unos breves segundos. Aunque sabía que el menor había
recuperado su voz, le era imposible no sentirse emocionado de escucharlo nuevamente -
¿Qué?
-No fue tu culpa
-“Deja eso” –Sungmin escribió en el cuaderno cercano a él. Le dolía la garganta cada vez
que hablaba, por lo que prefería evitar decir frases largas –“Por favor Hyuk. No quiero
seguir pensando en eso”
-Yo dejé la puerta abierta Min. Estaba feliz de que appa quisiera llevarme con él y olvidé
cerrar la puerta para que tú no salieras. Tú sólo eras un niño curioso, y era mi deber como
hermano mayor velar por ti. Te fallé y por eso tú dejaste de hablar y recibiste los maltratos
de nuestro padre –Ignorando la hoja que Sungmin le extendía, Hyuk comenzó a llorar
silenciosamente –Te privó de cada momento que como niño merecías vivir, y fue mi culpa
-Hyuk –Sujetando entre sus manos el rostro de su hermano mayor, Sungmin limpió con
sus pulgares las lágrimas que se deslizaban por las mejillas de éste. No podía culparlo. En
todos esos años, antes de Kyuhyun y Donghae, Eunhyuk siempre había sido el único que
se había preocupado por él. El único que le había dado cariño. ¿Cómo podía siquiera
contemplar la idea de guardarle algún rencor? –Te… qui… ero… -Besando la mejilla del
otro, el pelinegro sacudió la cabeza –te quiero

Donghae hablaba sin parar mientras mecía entre sus brazos el pequeño cuerpo de la
bebé, sus ojos fijos en la niña aun cuando conversaba con él. Sungmin sólo pudo sonreír
cuando Henry –a su lado- blanqueó los ojos, harto de tratar de leer los labios del mayor. A
veces Hae hablaba demasiado rápido. Estirando sus brazos para alcanzar el cuerpo de su
hijo, que ya comenzaba a despertar, el pelinegro hizo un puchero, quería un beso de su
esposo. Llenando sus mejillas de aire, el pequeño meció con ternura a su hijo, sin perder
detalle de los labios de su mejor amigo.

Henry sonreía de vez en cuando, sus manos moviéndose al mismo tiempo que sus labios.
El menor le contaba de todo lo que había jugado ese día mientras él dormía. Yesung se
iría al día siguiente, y entonces se quedaría bajo el cuidado de Kyuhyun. Sungmin estaba
feliz de saber que tendría con él a su mejor amigo. A pesar de que los bebés ya habían
nacido, Sungmin no podía evitar desear jugar fuera aun, correr con Cacao, Tofu y Choco.
Quería aprender a montar así como lo hacía Henry. Quería montar a Susurro. La yegua
era su favorita.

-Entonces Minimin, ¿Cómo quieres llamarlos? –Ladeando la cabeza a la vez que chocaba
sus palmas, Sungmin sonrió traviesamente –claro que no los llamaremos Choco, así se
llama tu perro –El menor hizo un puchero al escuchar a Hae y Hyuk reír en voz baja.
Estrechando sus ojos, el bajito señaló entonces a Jessica -¡Dios no! ¡Todo menos eso!
-Sandeul –Pronunció con voz rasposa, llenando nuevamente sus mejillas de aire –él
Sandeul
-Perfecto… es un nombre muy lindo Minimin –Sonriéndole a Jessica, el pelinegro besó la
cabecita de su bebé. Su hijo Sandeul. Sungmin moría de ganas de poder enseñarles a sus
pequeños todo lo que él había aprendido de Kyuhyun, del mundo. Por leerle los
maravillosos libros de aventuras que repletaban la biblioteca. Por poder hacerlos felices. -
¿Y la niña? –Señalándola nuevamente, Sungmin llenó sus mejillas –Aunque para mí es un
halago que quieras llamarla así, creo que Kyuhyun no estaría muy feliz
-Pero… Jessica… lindo… nombre –Porfió haciendo un puchero
-¡Me niego! Con una ya tenemos más que suficiente –Soltando un gruñido cuando la mujer
golpeó su nuca, Kyuhyun le dio una mirada asesina –Me gusta Gyuri
-¿Gyuri? –Donghae arrugó la nariz, dándole una mirada extrañada a su primo -¿No es ese
el nombre de la niña que te…? –Mordiendo su labio cuando el codo de su esposo se
enterró en sus costillas, el pececito le entregó la niña a Kyuhyun. Bueno, tal vez sí estaba
un poco fuera de lugar mencionar a la niña de la que el Cho gustaba a los 13 años –es un
lindo nombre
-gusta –Sungmin sonrió, ajeno al origen de aquel golpe para nada disimulado que Eunhyuk
le dio a su esposo. Bueno. El pelinegro ya había aprendido que existían diversas formas
de expresar el cariño. Jessica golpeaba todo el tiempo a sus hijas y al propio Kyuhyun.

Riendo cuando Henry y Yesung iniciaron una nueva “discusión” porque el menor insistía
en llamarlo “appa”, Sungmin se apegó aun más al cuerpo de su esposo, quien se
encontraba sentado a su lado en la inmensa cama. Los bebés dormían tranquilamente en
los brazos de ambos. Sus hijos. Sandeul y Gyuri. ¿Cómo podían haber hecho esos dos
para vivir tanto tiempo dentro suyo sin que él hubiese reventado? Uno de los misterios de
la vida, supuso haciendo una mueca.

Kyuhyun rodeó de pronto sus hombros con uno de sus brazos, besando tiernamente sus
cabellos antes de que sus labios acariciaran la piel de sus mejillas y la punta de su nariz,
sacándolo así de sus pensamientos. El bajito no pudo hacer más que sonreír con las
mejillas sonrojadas cuando los besos descendieron hasta la piel de su cuello,
provocándole escalofríos que recorrieron toda su espalda. Sungmin aun no lograba
entender cuál era el origen de esos escalofríos, de todas esas sensaciones que se
despertaban en él cuando su esposo besaba su cuello o acariciaba superficialmente con la
yema de sus dedos toda la línea de su espalda.

-Minimin… -Desviando la mirada del par que aun seguía discutiendo, el pelinegro fijó la
mirada en el Cho –te amo…
-te amo… -Respondió a su vez, sonriendo tímidamente. Lo amaba tanto.



La anaranjada luz de las llamas iluminó momentáneamente sus mejillas y párpados,


obligándolo a fruncir el ceño, su nariz arrugada levemente a la vez que uno de sus ojos se
abría involuntariamente. El pelinegro ahogó entonces un bostezo, acurrucándose aun más
contra el cuerpo tibio de su esposo. Volviendo a abrir uno de sus ojitos cuando las llamas
titilaron nuevamente, Sungmin se alzó levemente por sobre el pecho del mayor,
observando cómo sus hijos dormían tranquilamente en la cuna. Eran unos buenos bebés.

En todos esos días que habían pasado desde su nacimiento -13 para ser más exactos-
casi ni lo despertaban durante la noche. Los bebés de ya casi dos semanas de edad solían
dormir de corrido, llorando a todo lo que sus pulmones les permitían durante el día.
Entonces todos las personas en la villa –ya fuesen sirvientas, veterinarios, visitas o
cualquiera que estuviese cerca- corría para calmar al pequeño ruidoso. Sungmin no podía
más que agradecer, nuevamente, que eso no ocurriera durante la noche. De ser así, su
habitación pasaría siempre llena. Kyuhyun, Jessica y sus hijas no dejaban de decirlo, esos
niños habían llegado a alborotar y poner de cabeza a todos los que allí vivían. Aunque
Heechul insistía en que el lugar se había puesto patas arribas desde la llegada de
Sungmin, desde ese momento todos se habían vuelto locos. En especial Kyuhyun.

Sonriendo ante éste pensamiento, el bajito llevó la mirada hasta el rostro de su durmiente
esposo, detallando su linda frente y carnosos labios. Delineó estos con uno de sus dedos,
apenas rozando la piel del hombre, haciendo un puchero cuando el mayor ni siquiera se
removió ante su caricia. “Ha de estar cansado” Pensó recordando el ajetreado día del otro.
Él y sus trabajadores habían estado domando caballos, o lo que fuera que eso significaba.
Sungmin había golpeado a su amigo Henry cuando éste se rió al momento en que le
preguntó que era “domar” algo.

Apartándose del brazo que rodeaba celosamente su cintura –ahora mucho más pequeña-
el de cabellos oscuros se apoyó sobre su codo, recorriendo con la mirada todo el cuerpo
de su esposo, o al menos aquellas zonas que las sabanas y mantas no cubrían. Aunque el
cuerpo de Kyuhyun no era musculoso como el de los hombres que había visto durante
toda su vida en casa de su padre, o en la misma villa, sí se encontraba tonificado y
levemente bronceado por el constante trabajo del mayor al aire libre. Sungmin amaba el
olor que emanaba del cuerpo más grande, amaba también como sus manos siempre
estaban frías pero le otorgaban una tibia caricia. Amaba la voz del otro cuando le cantaba,
hablaba… o decía “te amo”. Y amaba la sensación de seguridad y cariño que el mayor le
brindaba.

-Kyu… yo te amo mucho –Susurró en voz muy bajita cuando el nombrado se removió en la
cama, las mantas descendiendo aun más –mucho…

Sus ojos viajaron entonces a las caderas al descubierto. Kyuhyun apenas dormía con un
pantalón de lino, a pesar de la insistencia de Jessica para que se abrigase un poco más
durante las frías noches de invierno. Era un terco. Su mano viajó hasta el borde de toda la
ropa de cama que los cubría, bajándola aun más, hasta que las piernas de ambos
estuvieron descubiertas. El pequeño pelinegro era un curioso por naturaleza. Era uno de
sus defectos desde siempre. Guiado por esa curiosidad, llevó su mirada hasta el bulto que
había más debajo de la cintura del mayor, y que resaltaba gracias a la delgadez de los
pantalones.
Sungmin no comprendía aun cómo funcionaba del todo su propio cuerpo. Sólo sabía que
aquella parte se sentía de forma extraña cuando Kyuhyun lo acariciaba o besaba de más.
¿Reaccionaría igual su esposo? Moviéndose sigilosamente hasta que su rostro estuvo a la
altura del vientre del moreno, el chico alargó la mano, rozando tímidamente aquella zona
con la punta de sus dedos, extrañándose cuando su esposo se removió levemente. Dando
un suspiro, el pelinegro volvió a su experimento, tocando con algo más de decisión el
bulto, frunciendo el ceño al notar que éste parecía endurecerse ante su toque.

Fascinado por ésta reacción, Sungmin volvió al ataque, acariciando y haciendo más
presión sobre la dureza, volteando bruscamente cuando su esposo gimió entre sueños,
empujándose contra su mano. Arrugó entonces el entrecejo, sonriendo luego de forma
traviesa. Así que podía hacer que el mayor tuviera esa reacción con sólo un toque. Mordió
su labio inferior y cubrió el bulto con toda su palma, volviendo a sonreír al sentir esa parte
del cuerpo de Kyuhyun endurecerse aun más.

-¿Te diviertes? –Sungmin alzó la mirada con temor cuando la mano de su esposo se cerró
suavemente sobre su muñeca. Había sido atrapado –eres un pequeño travieso –Sonriendo
a la vez que llenaba sus mejillas de aire, el pequeño acaricio con su mano libre la
entrepierna de Kyuhyun, alzando las cejas ante el gruñido bajo que provino de la garganta
de éste –no lo hagas de nuevo Minimin… lo digo enserio
-¿Por qué? –Su labio inferior sobresalió de forma tierna, ladeando levemente la cabeza de
modo que sus largos mechones negros cubrieron parte de sus ojos
-porque me hace desear lanzarte contra éste colchón y hacerte el amor hasta cansarme –
Tragando el nudo que se acomodó en su garganta, Sungmin alejó lentamente su mano,
asintiendo antes de volver a su posición junto al cuerpo del mayor, dándole la espalda a
éste –Sabía que no te gustaría esa respuesta… -Y encima ahora necesitaría una ducha
fría. Dio un suspiro, levantándose de la cama, deseando de paso que Sungmin no volviera
a jugar con su cuerpo sólo por curiosidad, o terminaría muriendo de hipotermia. Volteó
extrañado cuando la mano de su pequeño sujetó repentinamente su brazo derecho -¿Qué
ocurre? –Vocalizando unas insonoras palabras, el pelinegro agachó la mirada –la voz
Sungmin… usa tu voz

Hablaba. Luego de dos semanas claro que el menor podía usar perfectamente su voz. Y
Kyuhyun lo había descubierto en más de una ocasión entonando hermosas y dulces
melodías mientras mecía la cuna de los bebés. Pero habían sido tantos años sumido en la
mudez, que Sungmin aun no hacía uso constante de su voz. Él prefería su antigua forma
de comunicación, estaba acostumbrado a ella.

-¿Estás enfadado? –El más alto parpadeó repetidamente mientras observaba la expresión
acongojada del menor –no quería molestarte
-no estoy enfadado –Dando un suspiro, Kyuhyun se arrodilló sobre la cama, acariciando
una de las mejillas de su diminuto esposo –Sungmin, sólo debes comprender que…
bueno… soy un hombre maduro después de todo, he vivido muchas cosas. He hecho
muchas más cosas de las que has hecho tú. Entre ellas… está esto del sexo –El pelinegro
asintió, tomando con sus pequeñas y cálidas manos las frías de él –yo… a mi edad, con mi
experiencia… tengo necesidades en ese aspecto, ¿Me entiendes?
-¿Necesitas tener sexo?
-algo así…
-¿Algo así?
-eres mi esposo Minnie. Y te amo. ¡Dios! ¡Te amo demasiado! Y tú… tú eres hermoso,
¿Me entiendes? Durante toda mi vida he conocido a muchos hombres y mujeres realmente
bellos, pero tú destacas de entre el montón, tú vas más allá de lo que yo considero “lindo”
–El bajito apartó la mirada con un hermoso tono carmín adueñándose de su rostro –y te
deseo…
-“¿Me… me deseas?” –Frunciendo el ceño ante el inexistente sonido en las palabras
formuladas por Min, el mayor se alzó de hombros
-Quiero hacerte el amor Sungmin –La mirada curiosa, pero a la vez defensiva del
pelinegro, le motivó a seguir hablando –tus caricias… aunque inocentes e ingenuas…
provocaron en mí sensaciones demasiado placenteras.
-“¿Placenteras?”
-como lo que sientes cada vez que te beso en el cuello –Haciendo una mueca de
avergonzada comprensión, las manos de Sungmin liberaron las suyas, acomodando luego
los negros mechones de cabello tras su oreja –lo que hiciste tú hace unos momentos se
sintió como 10 veces mejor que aquellos besos… lo que viene después… pues… puede
llegar a sentirse hasta 100 veces mejor
-“¿100 veces mejor?”
-¿Realmente no usarás tu voz?

El menor apartó la mirada haciendo un puchero, y Kyuhyun comprendió que aquella


conversación se daba por finalizada. Al menos por esa noche. Al menos Sungmin no se
había espantado, descartando totalmente la idea de un futuro encuentro. Eso ya era un
avance, ¿No? El moreno sonrió. Se sentía tan patéticamente miserable. Antes de estar
casado… personas para satisfaces sus deseos carnales nunca le habían faltado. Pero
Kyuhyun había hecho un voto de fidelidad. Y amaba a su esposo. Jamás podría
traicionarlo metiéndose a la cama con alguien más. Ni modo. tal parece que tendría que
adoptar una vida de celibato.



-¿Qué demonios busca usted aquí?

Kyuhyun gruñó al encontrarse con la figura de su suegro justo en frente suyo. No lo quería
ahí. De hecho… ni siquiera quería saber o no si el maldito hombre seguía respirando. El
hombre hizo una mueca al momento de llevarse las manos hasta los bolsillos, sus labios
fruncidos y ojos entrecerrados. El más alto dio un suspiro, fijándose en la marca de tono
oscuro que rodeaba el ojo izquierdo del mayor, y su mejilla hinchada, el Cho retrocedió un
par de pasos para dejarlo entrar.

Una carcajada provino desde el piso superior. Kyuhyun adivinó que debía ser de Henry,
ese niño se reía con demasiado escándalo. La siguió el estruendoso llanto de Gyuri, y más
tarde el de Sandeul. Dando un suspiro, sonrió al sentir los apresurados pasos viniendo de
la cocina. Hangeng, Siwon y Sunny corrieron escaleras arriba sin siquiera reparar en su
presencia. Jessica, en cambio, se cruzó de brazos justo a los pies de la escalera. Una
nueva carcajada se escuchó, esta vez de Sungmin, y tanto Kyuhyun como su ama de
llaves no pudieron evitar la sonrisa que afloró de sus labios. El chico tenía una risa
encantadora.

-¿Es Sungmin? –Recordando la presencia de aquel hombre, Kyuhyun volteó bruscamente


la mirada –Entonces… es cierto… fueron dos…
-un niño y una niña. Muy lindos por cierto –Escupió con molestia. Jessica frunció el ceño y
se acercó a ellos
-joven, no creo que sea la forma de tratar a una visita
-Ajumma, te presento al “Padre” de Sungmin –Habló haciendo comillas con sus dedos. De
inmediato la expresión de la mujer se tornó fría y de absoluto desprecio. Retorciendo sus
dedos, la vio morder su labio inferior con fuerza
-¿Qué hace usted en ésta casa? ¿Vino para torturar al chico ahora que sabe que es feliz?
-Sólo… sólo quiero verlo… a él y a mis nietos
-¡NO! –Kyuhyun gritó con enfado contenido –no se acercará usted ni a mis hijos ni a mi
esposo. Tiene suerte de que no lo haya echado aun a patadas de aquí
-por favor… no lo entiendes…
-Aunque pagaría lo que fuera por ver cómo KangIn lo echa a patadas de éste lugar… el
tipo es el padre de Sungmin, hijo… sabes que si el pequeño se entera de su visita y de
que no le permitiste verlo, se enfadará. A pesar de ser este… señor… un maldito –Escupió
las palabras con desprecio, jugando con su largo cabello castaño –Minimin lo ama… -El
moreno pudo ver un atisbo de tristeza en los ojos del más viejo ante las últimas palabras
dichas por Jessica.

Pasos se escucharon cada vez más cercanos a las escaleras. Tirando del brazo del
mayor, Kyuhyun se escondió de la vista de cualquier persona que pudiese estar bajando
en ese momento. No le extrañó ver a Sungmin aparecer cargando en sus brazos a
Sandeul, junto a él Henry sostenía a Gyuri. Choco, Cacao y tofu daban brinquitos
alrededor de sus pies, Seohyun y Sunny seguían a los adolescentes, tras de ellas Siwon y
Hangeng. Los cuatro primeros saludaron a Jessica antes de meterse al salón, donde la
chimenea permanecía encendida y el piano esperaba ansioso ser tocado. Los otros dos
regresaron a sus labores en las caballerizas. Resoplando con fastidio, el Cho liberó el
brazo de su suegro, encaminándose hasta donde los demás habían entrado, seguido por
el más viejo y por Jessica.
-¡Henry dice que quiere que cantes algo! –Seohyun exclamó mientras mecía en sus brazos
a un despierto y ruidoso Sandeul
-pero… no podrá escucharme –Sintiendo la repentina tensión en el cuerpo del hombre de
pie tras suyo, supo que se debía al hecho de estar escuchando la voz de su hijo menor
luego de tantos años –noona…
-pero puede leer tus labios –Dijo esta vez Sunny cargando a Gyuri. Sungmin asintió con
una hermosa sonrisa, comenzando a deslizar hábilmente sus dedos sobre las teclas del
piano, su voz entremezclándose con la melodía. Kyuhyun se había acostumbrado ya a la
voz de su esposo, aunque aun ahora, luego de un mes, todavía gustaba de mover sólo sus
labios sin articular algún sonido. Pero cuando cantaba era una verdadera maravilla. No
entendía como una voz podía contener tanta dulzura El pelinegro cantaba una
desconocida canción que narraba la historia de soldados y princesas, sus ojos cerrados y
una preciosa sonrisa en sus labios.
-no puedo hacerlo… -Habló el hombre a sus espaldas, retrocediendo un par de pasos –yo
no… no puedo… -Sus ojos demostraban los millones de sentimientos que se
arremolinaban en su interior. Tristeza. Culpa. Ira… -es demasiado… no puedo…
-¡No me venga con eso ahora! –Volviendo a sujetarlo del brazo, Kyuhyun tiró de él hasta
estar dentro de su estudio –vino hasta aquí por una razón… y no se irá hasta cumplir su
deseo. Pero antes… tendremos una conversación usted y yo…

Jessica dejó bruscamente una taza de café sobre el escritorio, salpicando de paso la pila
de papeles que Kyuhyun había hecho a un lado al momento de ingresar la mujer al
estudio. El moreno frunció el ceño, absteniéndose de hacer cualquier reclamo al notar la
expresión asesina que se traía en ese momento la mujer que lo había criado. La conocía lo
suficiente como para adivinar que no debía molestarla o correría sangre. Y peor aún. La
suya.

Tragando hondo, la vio quedarse de pie junto a la puerta del estudio, sus brazos cruzados
a la altura del pecho y frunciendo aun más el ceño. Kyuhyun pensó que si seguía así, la
mujer conseguiría en sólo unos minutos las arrugas que jamás habían atacado su rostro
en todos esos años. Él consideraba a su ajumma hermosa, y no la quería con arrugas aún.
¿Cómo iba a volver locos a los hombres si tenía arrugas? Alzó una mano y chasqueó la
lengua al notar lo ridículo de sus pensamientos. Jessica jamás tendría ojos para nadie más
que para aquel que había sido su marido por más de 25 años. Él también lo extrañaba.

-Hyukjae me visitó hace un par de días –Enarcando una ceja, le dio una mirada
amenazante a la mayor cuando ésta sonrió ladinamente –así fue como resultó todo –
Añadió el hombre señalando su rostro
-¿Inició una pelea a golpes con su propio hijo?
-¿Qué clase de hombre es usted? –Jessica bufó con molestia –Bueno, creo que tiene
costumbre en eso de golpear a quienes llevan su sangre
-Jessica
-¡Bien, demonios! –La mujer se descruzó de brazos y le dio una mala mirada –Iré al salón,
maldita sea
-esa boca…
-¡Es mía! –La escuchó gritar al momento de cerrar la puerta del estudio. Kyuhyun dio un
suspiro, sin poder evitar sonreír. Su ajumma estaba loca. Removiéndose en su asiento, el
hombre frente a él agachó la mirada
-¿Qué quiere aquí realmente?
-no lo sé… no tengo la más mínima idea. Todo lo que hago… lo hago mal. Todos estos
años enfoqué en mi hijo menor el dolor de la pérdida de la única mujer a la que he amado
nunca. Lo culpé y… y…
-le destruyó la vida ¿Es eso? –Sin sentirse capaz de mantenerse sentado, Kyuhyun le dio
una mala mirada –pues bien. Ahora vive como siempre se mereció y es feliz. Ya puede
irse.
-Estaba hablando… estaba tocando el piano… parece tan feliz…
-mejor aun. Como ya le dije, es feliz. ¡Es muy feliz sin tenerlo a usted cerca!
-comprendo su odio, su ira. Yo mismo la siento en éste momento. Es tan patético pensar
que tuve que recibir los golpes de mi propio hijo mayor para darme cuenta de lo
equivocado que estuve todo este tiempo. Sungmin… lo hice a un lado, destruí su infancia y
lo tildé de estúpido. Y era mi hijo menor… ¡Dios! –El moreno se le quedó viendo sin hacer
ningún movimiento cuando la voz del hombre se quebró. Él estaba harto de ese tipo,
suficiente daño le había hecho ya a su pequeño esposo como para ahora buscar
compasión –yo realmente pensé que Sungmin se había vuelto un idiota luego de ver morir
de esa forma a su madre. Realmente lo creí… ¿Cómo iba a superar un niño ese trauma?
Y luego sólo dejó de hablar, se comportaba de forma extraña, y sentí ira de saber que mi
esposa había muerto sólo para dejar tras suyo a un niño idiota que no serviría para nada
-¿Sabe? Me está comenzando a molestar aun más. Y no creí que eso fuera posible –
Masajeando el puente de su nariz, el Cho cerró los ojos con fuerza –Idiota o no. El chico
hubiese merecido cariño, amor de todas formas. No gritos y golpes. No descuidos. ¿Lo
que le ocurrió en las caballerizas? Fue su culpa, su responsabilidad. Sungmin es aun un
niño. Un niño que ha pasado 12 de sus 16 años de vida recibiendo maltratos y abusos.
Desprecios por parte de su propio padre. Fue violado… ¡Fue violado maldición! No bastó
con ver a su madre morir frente a sus ojos, un maldito consideró que su vida no era ya lo
suficientemente miserable y decidió hacerlo aun más infeliz ¿Y qué hizo usted? ¡NADA!
¡NO HIZO NADA! Ni siquiera tuvo la decencia de hacer que un médico lo examinara
-yo lo sé… yo ya sé todo eso. El propio Hyukjae se encargó de gritarme las mismas cosas
mientras me golpeaba Estaba cegado. Soy un maldito y estoy muy consciente de ello
-pues bien. Entonces puede largarse
-¿Qué?
-No dejaré que vea a Sungmin. No así. El pequeño ama a su hermano mayor, y no
permitiré que se enfade con él por haberlo golpeado

Cap. 12

-¿Hangeng hyung no tiene ninguna novia bonita en el pueblo?

Dejando nuevamente a Sandeul en la cuna, el alto moreno volteó hacia su pequeño


esposo, quien lo observaba con una curiosa expresión mientras jugaba con los bordes de
su pijama celeste. Frunció levemente el ceño antes de volver a ver a sus dos angelitos que
dormían plácidamente en la cuna. ¿Por qué Sungmin preguntaba por Hangeng?
Obviamente el pelinegro no estaba interesado en su jefe de cuadra, ¿Verdad? Porque de
ser así… tendría que despedir a uno de sus mejores trabajadores.
-¿Por qué lo preguntas?
-“A Henry le gusta” –Mordiendo su labio inferior al darse cuenta de que nuevamente había
hablado sólo moviendo sus labios, Sungmin desvió la mirada -¿Crees que a hyung le
guste también?
-¿Henry?
-no. Cacao –Blanqueando los ojos ante el sarcasmo utilizado por el menor, Kyuhyun hizo
una nota mental de no dejarlo pasar tanto tiempo con Jessica –Kyu…
-Puede que el chico le interese

Sungmin asintió entonces, sonrojándose cuando el mayor se quitó la arrugada camisa. No


podía evitarlo. Cada vez que veía a su alto esposo de esa forma recordaba esa noche en
que lo había tocado… y las palabras que le había dicho. ¿100 veces mejor de lo que se
sentía un beso en el cuello? ¿Cómo podía ser eso? Mordió su labio inferior antes de
desviar nerviosamente la mirada. Lo que Kyuhyun llamaba “hacer el amor” era algo
horrible, doloroso, que te desgarraba por dentro. ¿Cómo podía algo así sentirse tan bien?
Su esposo estaba demente. El idiota era él.

-vamos a dormir

Pero Sungmin no lograba conciliar el sueño. Manteniendo la mirada fija en la pared, el


bajito se concentró en el sonido hecho por la madera crepitando dentro de la chimenea.
Los calmados movimientos del pecho de su esposo en cada respiro. Su cálido aliento
chocando contra su cuello. El fuerte brazo que rodeaba firmemente su cintura. Kyuhyun lo
deseaba. Eran tantas las cosas que el mayor le había dado, ¿Por qué no podía sólo
aceptar cumplirle ese deseo que tenía? Miedo. Eso supuso Sungmin que le impedía
confiar en su esposo respecto a ese asunto del “sexo”. La única experiencia que había
tenido el bajito había sido espantosa, horrible…

Sin embargo… Kyuhyun no era como ese monstruo. Su esposo era bueno. Era cariñoso.
Era Kyuhyun. ¿Por qué no podía confiar en él? Sacudiendo la cabeza cuando el llanto de
Gyuri se escuchó de pronto, Sungmin saltó de entre los brazos de su esposo,
apresurándose a tomar a la pequeña antes de que despertase a Sandeul.

-¿Qué haces despierto? –Sonriendo tímidamente mientras la mecedora continuaba su


suave balanceo, Sungmin volvió la mirada hacia la chimenea, sus dedos acomodando con
dulzura el cabello de la niña.
-Gyuri estaba llorando –Cerró los ojos cuando los labios del mayor besaron la sensible piel
de su cuello, sus labios temblando al momento de sonreír
-deberías volver a dejarla en la cuna

Gyuri se acomodó junto al cuerpo de su hermano mayor, sus manitos aferrándose al


pijama de éste mientras un suave gimoteo provenía de su garganta. El pelinegro sonrió
cubriendo los diminutos cuerpos con una gruesa manta. Amaba tanto a sus pequeños
bebés. Dio un suspiro y se concentró en los movimientos que hacía su esposo junto a la
chimenea, los músculos de sus brazos contrayéndose mientras avivaba el fuego.

-creo que me siento algo observado… me gastarás

Apartó entonces rápidamente la mirada, el ceño fruncido al escuchar la risa de Kyuhyun.


Decidido a ser él quien riera al último, el bajito se alejó de la cuna de sus hijos, caminando
hacia el cuerpo más grande inclinado hacia las llamas. Sonriendo de forma traviesa, sus
palmas se pegaron a la espalda desnuda, sintiendo cada músculo del mayor tensarse bajo
su toque. Movió sus manos en zigzag, sus dedos curvándose apenas sobre la piel
bronceada. Sonrió al notar la respiración irregular de Kyuhyun. ¿Qué más podía hacer?
Sonrojándose apenas, sus labios se posaron sobre la piel del hombro, succionando,
dirigiéndose luego hasta el cuello.

Así que Kyuhyun también se sentía extraño con los besos en el cuello. Recorriendo con su
dedo el trazo desde la oreja del mayor hasta el centro de su espalda, Sungmin sacudió la
cabeza, sus mechones oscuros cubriendo parcialmente su visión. Besó por última vez el
cuello de su esposo antes de erguirse, una sonrisa de satisfacción en su rostro. ¿Quién
reía ahora?

-eso es jugar sucio –Kyuhyun presionó sus parpados, dejando a un lado el leño que
sostenía entre sus manos.
-no –Volteando a ver a su esposo, lo encontró sentado en posición india sobre la cama, su
camisón celeste cubriendo hasta sus rodillas –“Tú te estabas riendo de mí” –El moreno se
levantó, acercándose hasta que su vientre quedó a la altura del rostro del menor, quien
alzó entonces la mirada para poder verlo a los ojos
-No sabes lo que provocas
-Yo… -Sungmin tragó saliva, su mirada viajando hasta el bulto en los pantalones del Cho.
Era como aquella vez. Frunciendo el ceño, el pelinegro estiró su brazo, sus dedos rozando
aquella zona
-Min… -La voz sonó como un gemido –Ya… ya deja eso –Negándose a pensar en lo que
estaba haciendo, siguió acariciando por sobre la tela de lino, su palma presionándose
contra la dureza de su esposo
-Dijiste… dijiste que se sentía 10 veces mejor –Murmuró siguiendo con su dedo la fina
línea de vello que iba desde el ombligo hasta el filo de los pantalones –“que un beso en el
cuello” –Sus brillantes ojos se encontraron con los del más alto – ¿Es verdad?
-no te mentiría con eso –Sujetando con su mano la delicada muñeca del menor, Kyuhyun
dejó salir el aire que mantenía retenido en sus pulmones –no te mentiría nunca
-¿Cómo?
-Minimin…
-“Enséñame”

Sungmin tuvo que reprimir las ganas de reír que lo azotaron ante la expresión de sorpresa
en el rostro del moreno. No era una situación cómica, pero no podía evitarlo. Tirando
delicadamente de su muñeca, Kyuhyun empujó el cuerpo más pequeño, obligándolo a
recostarse por completo sobre la cama. ¿Era cierto lo que Sungmin le había pedido?
Presionando con fuerza los párpados, el mayor volvió a mirar los profundos pozos oscuros
que eran los ojos de Min. Había tanta inocencia alojada allí.

Sus manos se deslizaron entonces hasta el borde del camisón celeste, tirando de éste por
sobre los brazos y cabeza de Sungmin, contagiándose de la sonrisa dulce del menor
cuando la tela alborotó por completo su largo cabello azabache. Mordió su labio, sus ojos
viajando por el torso desnudo del pequeño. Supuso que siempre había sido demasiado
delgado, ya que luego del nacimiento de los bebés, era muy poco lo que sobraba en aquel
cuerpo. El vientre de Min había disminuido bastante, su cintura se había estrechado, sus
caderas seguían siendo bastante generosas. La piel nívea era bañada por la luz emanada
por las llamas, los botones rosas se erguían ante su mirada, llamándolo, incitándolo.

Su esposo era el ser más hermoso que había conocido nunca. La persona más pura e
inocente que existía, aquel que había sufrido durante toda su vida maltratos y dolor estaba
ahora bajo sus brazos, depositando su confianza en él. La sola idea hacía brincar de
emoción a su corazón.

Unió sus labios en un dulce pero apasionado beso, sus lenguas iniciando una tímida danza
dentro de sus bocas. Las manos frías recorrieron los costados del cuerpo del menor, la
yema de sus dedos deslizándose de forma experta sobre el vientre, siguiendo un camino
en ascenso hasta llegar a las tetillas. Tirando de una de ellas, Kyuhyun se posicionó sobre
su esposo, su cuerpo cubriendo por completo el del más bajo, sus caderas rozándose con
las de Sungmin. Besó entonces la curva del cuello, succionando la zona de la clavícula al
tiempo que se deleitaba con los suaves jadeos que provenían de la garganta del menor.

Rodeó con su lengua la tetilla que permanecía libre, regodeándose con el dulce gemido
proveniente de su esposo. Lo estaba disfrutando. Los dedos de Sungmin se enredaron en
su cabello, manteniéndolo en esa posición. Sonrió entonces, alzando la mirada para
encontrarse con los grandes ojos del menor nublados por el placer. Sus dedos se
aventuraron hasta el filo de los pantalones rosas con los que dormía el pequeño, notando
como de inmediato todo el cuerpo se tensaba bajo sus manos.

-Sungmin… no temas –Mordiendo con fuerza su labio, el pelinegro cerró los ojos,
negándose a alzar nuevamente la mirada –lo disfrutarás, te lo prometo…

El menor alzó silenciosamente las caderas, ayudándolo a empujar los pantalones y toda
ropa que hubiese bajo éstos por toda la extensión de las torneadas piernas. Kyuhyun
nunca había visto piernas más bonitas y perfectas que las de Sungmin. Encantado del
profundo sonrojo en el rostro del menor ante su hambrienta mirada, el Cho alzó una de las
piernas, su lengua yendo desde el talón hasta la zona tras la rodilla, y subiendo aun más,
besó la parte interna de sus muslos, repitiendo la acción un par de veces antes de volver la
mirada hacia el frente.
-No me veas –Sungmin protestó cubriendo con sus manos su zona más intima, sonrojado
aun más –“Es vergonzoso” –Mordiendo el interior de su mejilla, el moreno se reincorporó
poco a poco, hasta que su rostro estuvo a la altura del de Min
-eres hermoso –Besando cálidamente sus labios, una de sus manos fue a encontrarse con
las del pelinegro, quitándolas suavemente –no te avergüences nunca frente a mí

Manteniendo la mirada fija en la de su esposo, su mano sujetó al fin el miembro semi


erecto de Sungmin, sonriendo ante la abrupta inhalación del bajito. No supo si fue él quien
bajó su rostro, o Min quien lo subió, pero sus labios acabaron uniéndose nuevamente
mientras su mano se movía de forma experta sobre la carne cada vez más dura.
Tragándose los gemidos que escapaban de la garganta del menor, Kyuhyun volvió a abrir
sus ojos, su nariz rozando la de Sungmin, sus respiraciones entremezclándose.

Susurrando un suave “no hagas ruido o despertarás a los niños”, sus labios comenzaron a
descender, marcando nuevamente la clavícula, pasando por sobre las tetillas, su lengua
penetrando una y otra vez el ombligo. Sungmin dejó caer la cabeza hacia un lado,
observando de forma lejana cada uno de los movimientos que su esposo realizaba. Eran
demasiadas las sensaciones que lo abrumaban en ese momento ¿De eso se trataba el
placer? Una dulce corriente eléctrica corría por todo su cuerpo, descendía por su columna,
curvaba los dedos de sus pies.

Ahogó una exclamación cuando la mano de Kyuhyun sobre su miembro fue reemplazada
por algo mucho más suave y cálido. Estirando apenas el cuello, el pelinegro jadeó
fuertemente al encontrarse con los ojos del mayor fijos en los suyos mientras se tragaba
aquella “cosa”. Era una de las sensaciones más deliciosas que había experimentado
nunca. Echando la cabeza hacia atrás, sus manos se aferraron a las sábanas bajo sus
cuerpos. El cosquilleo de su cuerpo se hizo más profundo, bajando por su vientre,
obligándolo a jalar los cabellos castaños del otro para tratar de apartarlo.

-K-Kyu… es… espera –Pero parecía que el mayor sabía perfectamente lo que estaba
sintiendo. Sus ojos se cerraron cuando la lengua se deslizó por toda la extensión de su
miembro, rodeándolo. Las mejillas de Kyuhyun se ahuecaron al momento de succionar, su
cabeza ascendió de forma gradual. Sus labios se curvaron en una sonrisa, su cuerpo se
extendió hasta que sus rostros nuevamente estuvieron a la misma altura –Hay… hay algo
–murmuró con la mirada perdida en la del mayor, gimiendo en voz baja cuando la mano
callosa volvió a apoderarse de esa sensible parte de su cuerpo
-déjalo salir Min… -el susurro murió entre sus labios, iniciando un feroz beso que impidió el
grito de Sungmin al momento de que todas las sensaciones explorasen en su interior, su
miembro dejando salir una sustancia blanca y tibia que manchó sus vientres y la mano de
su esposo

Kyuhyun vio deleitado cómo las expresiones de su diminuto esposo se deformaban


producto del placer de su primer orgasmo. Los labios entreabiertos, párpados cerrados y la
jadeante respiración lo pusieron aun más duro. Se quitó los pantalones en un abrir y cerrar
de ojos, volviendo a besar el cuello de Sungmin, acariciando sus costillas, provocando que
las sensaciones producto del orgasmo fuesen aun más intensas.

Los ojos oscuros finalmente parecieron volver a la realidad al momento de enfocarse en él.
Y ninguno pudo evitar entonces sus acciones al momento de encontrar sus miradas. El
rostro de Sungmin se tornó de un hermoso color escarlata, Kyuhyun sonrió de forma
ladina. ¿Se podía ser tierno aun luego de un orgasmo? Sungmin dejaba en claro que era
posible. Las manos más grandes se adueñaron de las caderas del pelinegro, alzándolas
levemente, sujetó entonces las generosas nalgas del menor, tanteando cuidadosamente
entre éstas con sus dedos previamente humedecidos.

-¿Kyu? –Sungmin lo llamó tímidamente, su expresión denotaba temor al momento de


mirarlo a los ojos -¿Qué haces? –Su pecho subía y bajaba de forma descoordinada, sus
labios y ojos permanecían entreabiertos, dándole una imagen aun más erótica
-¿Continuamos? –Kyuhyun casi lloró de felicidad cuando su esposo asintió de forma
temerosa. Si el pelinegro hubiese dicho que no, no lo habría obligado, y se habría retirado
sin más a saludar a su más fiel amiga, el agua fría. Pero Sungmin quería continuar, estaba
depositando ciegamente su confianza en él –te prometo que trataré de que duela lo menos
posible
-“¿Lo menos posible?” –Repitió asustado el pequeño
-dolerá al principio, pero luego será placentero, muy placentero
-“¿Prometes que no dolerá mucho?”
-lo prometo

Y ahí estaba de nuevo, toda esa confianza reflejada en su mirada. Kyuhyun cubrió
nuevamente el pequeño cuerpo con el suyo, manteniendo sus ojos conectados al
momento de deslizar un dedo dentro de la estrecha entrada. Ardía. Y dolía… Sungmin
mordió con fuerzas el interior de su mejilla, sintiendo las lágrimas picar tras sus ojos. Dio
entonces un respiro profundo, dejándose llevar en el beso que el moreno inició luego de
unos segundos. Podía sentir aun el dedo moviéndose en su interior, pero poco a poco la
sensación dejaba de ser tan dolorosa.

O así fue hasta que un segundo dedo se insertó entre sus nalgas. Rompiendo el húmedo
beso, Sungmin gimió producto del dolor, recibiendo a cambio una serie de besos mariposa
por todo su rostro, mientras una mano envolvía nuevamente su flácido miembro,
comenzando a bombearlo a un ritmo lento y pausado. El pelinegro respiró de forma
agitada, escondiendo el rostro en la curva del cuello de Kyuhyun cuando un tercer dedo se
aventuró dentro de su diminuto agujero. Mordió aquella bronceada piel, presionando los
párpados cuando la molestia fue desapareciendo de a poco, en gran parte, ayudada por la
mano que aun acariciaba su sexo.

-Quiero que me mires Sungmin –Declaró el moreno luego de haber acomodado una pila
de almohadas bajo la curva de su espalda, dejando en alto su trasero. Dio un suspiro y
abrió los ojos oscuros, sonriendo cuando la nariz del mayor acarició la suya –Quiero que
veas que quien está contigo en éste momento soy yo, y que no estamos teniendo sólo
sexo, quiero que me veas a los ojos mientras te hago el amor –Asintió con la duda
instalada en su interior. Una presión se sintió de pronto, algo grueso adentrándose en su
interior de forma cuidadosa. Era doloroso, aunque no tanto como aquella vez en las
caballerizas. Cerró sus ojos cuando el dolor se volvió demasiado intenso.

“Era espantoso, el dolor más grande que Sungmin había sentido nunca. Pareciera que lo
estaban partiendo en dos, que algo lo apuñalase desde dentro. Cerró entonces con fuerza
sus ojos, deseando no estar ahí, deseando desaparecer. Podía oír los asquerosos jadeos
del hombre sobre él, podía sentir cómo esa cosa lo rompía más y más. ¿Podía algo ser tan
doloroso y seguir él vivo?”

-Abre los ojos. Mírame Sungmin –No tardó en reconocer la aterciopelada voz que se coló
entre sus recuerdos, encontrándose con las orbes castañas de su esposo –Soy yo quien
está dentro tuyo ahora. Soy yo quien está contigo. Y te amo Sungmin, te amo demasiado.
El dolor es esporádico, se irá, debes confiar en mí
-yo… -Mordió nuevamente su labio, sus dedos curvándose sobre la mejilla del moreno. Se
obligó entonces a expulsar lejos aquellos malos recuerdos, reemplazándolos por los que
vivía ahora. Lo que hacía con Kyuhyun. Con su esposo. Con el hombre que lo amaba y al
que él amaba. –Confío en ti
-¡Dios! Te amo tanto

Permanecieron viéndose a los ojos por lo que para Kyuhyun pareció una eternidad antes
de que las caderas del más bajo se moviesen tímidamente. Suspiró entonces con alivio.
Había tenido terror de que los recuerdos se apoderasen de Sungmin cuando el pequeño
cerró los ojos. Pero era fuerte, su Minimin era una personita fuerte y luchadora. Besando
sus labios, comenzó una lenta danza en la que su miembro se deslizaba dentro y fuera de
la estrecha vaina, sonriendo cuando las caderas del otro comenzaron a ir a su encuentro
en cada embestida.

Sus bajos gemidos se adueñaron entonces de la habitación. La luz anaranjada venidera de


la chimenea se proyectaba sobre sus cuerpos bañados en sudor, sus extremidades
entrelazadas en un mar de piernas y brazos que se aferraban los unos a los otros. Sus
cuerpos danzando al compás de la melodía que eran sus propios jadeos y suspiros.
Palabras de amor fueron susurradas en los oídos más jóvenes. Largas uñas hundiéndose
en la piel bronceada con cada estocada, cada una más rápida y fuerte que la anterior.
Dolor reemplazado por placer. Pesadillas siendo desplazadas por múltiples promesas de
amor eterno.

El clímax los alcanzó luego de minutos que a ambos les resultaron mágicos. Gritando sus
nombres en medio de un apasionado beso, los cuerpos se fundieron aun más el uno en el
otro. Sus pieles bañadas en sudor se encontraron cuando el cuerpo del mayor se
desplomó sobre el de Sungmin. Sus miradas cargadas de placer se encontraron, y una
hermosa sonrisa curvó los labios del pelinegro. Él amaba a Kyuhyun, de eso no tenía ni la
más mínima duda.

-Minimin… te amo –Sonriendo con la expresión dulcificada por el sueño, el bajito se apegó
aun más al pecho de Kyuhyun, riendo cuando las piernas de éste rodearon las propias
-te amo –Frotando su mejilla contra los pectorales de su esposo, Sungmin alzó la mirada,
permitiéndole a sus párpados cerrarse finalmente luego de haber formulado una silenciosa
frase que el mayor alcanzó a leer con dificultad –“Te amo sólo a ti, por siempre y para
siempre, Cho Kyuhyun”



-es algo más complicado que eso

Donghae rascó nerviosamente su nuca al momento de cruzar las piernas por enésima vez,
riendo de forma boba cuando la ceja de su primo se arqueó de forma acusadora. El Lee
llevaba metido en su estudio casi una hora, y aun no decía la bendita cosa que había ido a
decirle. Kyuhyun estaba a punto de saltar sobre su escritorio y darle un buen golpe al
mayor. Como si no tuviese cosas que hacer en la villa. Hangeng y Siwon estaban hasta el
límite con un terco caballo que había adquirido hace poco, y Kyuhyun les había prometido
domar al animal cuanto antes. Entonces, ¿Por qué seguía Donghae molestándolo?
Jessica ingresó al estudio con una expresión tan neutra que el Cho temió por su vida.
¿Qué había hecho él ahora de malo?

-No me apetece realmente interrumpir su productiva conversación telepática –Habló la


mujer con la voz cargada de sarcasmo –Pero ese maldito hombre está nuevamente aquí
-¿Qué…?
-No preguntes si no quieres desatar su furia –Kyuhyun le susurró al momento de colocarse
de pie -¿Por qué no lo has hecho entrar?
-Estaba usted muy concentrado viendo la cara bonita de su primo –Definitivamente era ella
quien le estaba enseñando a su diminuto esposo la magia del sarcasmo –Puede entrar,
pero juro que lo castraré con mis propias manos si hace usted, Sr. Monstruo, algún daño a
mi hijo –Luego de haber dicho tales palabras, la castaña desapareció, dándole paso al
padre de Sungmin, quien entró a paso lento al lugar
-¿Qué hace él aquí? –Donghae exclamó levantándose de un brinco de su asiento
-tardó más de lo que pensé en decidirse –Habló el Cho, ignorando olímpicamente el grito
de su primo –han pasado casi cuatro meses desde que vino a mi casa por primera vez.
¿Qué desea ahora?
-Yo… yo quiero verlo… por favor… sólo permíteme verlo aunque sea una vez más
-eso… -Dio un suspiro desviando la mirada –Supongo que… que debería…

Sungmin reía junto a Henry y Sunny mientras Gyuri agitaba una y otra vez sus brazos,
azotando con sus palmas la superficie del agua, salpicando así a toda persona que
estuviese cerca en ese momento. Seohyun los regañaba desde la puerta del baño,
sosteniendo a un recién bañado Sandeul que balbuceaba tirando del cabello de la mayor a
la vez que reía con verdadera alegría. Todos parecían divertirse.

Vistieron luego a la niña con un diminuto vestido rosa cubierto de vuelos y cintas de
diversos tonos pastel. Era Gyuri una bebé preciosa, al igual que su gemelo. Haciendo
divertidas morisquetas al momento de dejar a ambos bebés en la cuna, los cuatro
comenzaron a reír. Parecían verdaderos bobos. Aunque claro, ninguno superaba a Hyuk
cuando de hacer caras tontas se trataba. Su hermano era muy gracioso cuando iba a
visitarlos y comenzaba a jugar con los pequeños.

-Minimin… el joven Kyuhyun te necesita en su estudio –Jessica bufó cruzándose de


brazos, evidentemente de mal humor al momento de ingresar a la habitación –Se
divirtieron durante el baño, supongo –Agregó al notar la ropa empapada de Henry –
Muchacho, ve por ropa seca antes de que agarres una gripe

Ambos adolescentes abandonaron rápidamente la habitación. Sabían que no era bueno


para su salud, tanto física como mental, permanecer en la misma habitación que la mujer
cuando ésta se encontraba de malas pulgas. Henry corrió a cambiarse de ropa a su
habitación, Sungmin bajó las escaleras para dirigirse al estudio de su esposo, no pudiendo
evitar sonrojarse al recordar lo que habían hecho en dicho lugar hace un par de días. ¡Era
tan vergonzoso sólo de recordarlo! Pero bien que lo habían disfrutado en ese momento…

Sacudió la cabeza cuando los recuerdos comenzaron a agolparse en su mente,


deteniéndose junto a la puerta del estudio. ¿Debía golpear? Él nunca lo había hecho
antes. Se alzó de hombros y empujó la pesada puerta, siendo recibido entonces por la
seria expresión de su esposo. Pasando por alto la presencia de Donghae, Sungmin detalló
la figura de pie junto al escritorio de Kyuhyun. Llevó una mano hasta sus labios al
momento de reconocerlo, no sabiendo si realmente como debía sentirse al ver al más viejo
allí.

-¿Padre?
-tu voz es muy linda… hijo

Cap. 13
-No quiero verlo

Escondiendo aun más el rostro en el hueco entre sus rodillas y su pecho, Sungmin se
negó a alzar la mirada cuando la mano de su esposo acarició gentilmente su cabello,
saladas lágrimas cayendo por sus mejillas. Escuchó la voz de Kyuhyun entonar una suave
melodía al momento de sentarse junto a él en el piso, la espalda presionada contra la fría
pared, una de sus manos aun sobre su cabeza.

Había huido del estudio apenas su padre le había dirigido la palabra. No pudo evitarlo.
Llevaba tanto tiempo siendo feliz que no le parecía justo que el mayor fuese hasta su casa
sólo para golpearlo. Porque eso era lo que quería hacerle ¿Verdad? Su padre nunca lo
había tomado en cuenta para nada que no fuera golpearlo e insultarlo.

-va a hacerme daño –Musitó enfrentando la mirada preocupada de Kyuhyun –Siempre


quiere hacerme daño ¿Por qué es así conmigo?
-no va a lastimarte Minimin, yo estoy contigo ahora, yo te cuido ¿Lo olvidas? –Sacudió la
cabeza con esfuerzo, bufando cuando un mechón de cabello quedó atrapado entre sus
labios –Deberíamos hacer algo con tu cabello, como que está demasiado largo –Ambos
sonrieron bobamente antes de dar un suspiro –Sungmin, sé que le temes. Y te juro que yo,
más que nadie, muero de las ganas de echarlo a patadas de ésta villa. Pero es tu padre,
aunque sea sólo de nombre, y quiere verte
-“nunca quiso verme antes” –El moreno frunció el ceño al leer los labios de su pequeño
esposo. Sungmin dejaba de usar su voz cada vez que alguna de sus frases fuese
demasiado íntima o algo le preocupara en exceso –“¿Por qué ahora?”
-Quiere verte, es lo que importa ¿No?
-No me dejes solo con él –Suplicó aferrándose a su mano cuando el mayor se colocó de
pie, una expresión de completo desasosiego en su rostro –Cuídame…
-Siempre Minnie…

Donghae vio con el ceño fruncido cómo el hombre que había interrumpido su plática con
su primo –Que en realidad no fue plática porque casi ni hablaron- se paseaba por todo el
estudio, sus cejas fruncidas aun más que sus labios, los hombros caídos y… ¿Eran canas
las que decoraban su cabello? ¿Cuándo habían aparecido? Aquel hombre no se parecía ni
a la sombra del que alguna vez fue el maldito padre de su esposo. Bufó en alta voz cuando
Jessica ingresó al lugar seguida por Kyuhyun y Sungmin, el menor aferrándose al brazo
del Cho, una mueca de temor en su rostro. No había que ser adivino para saber lo que el
bajito estaba pensando en ese preciso momento. Aun no comprendía que nadie podría
volver a lastimarlo nunca.

-Hae, ajumma, ¿Podrían dejarnos solos?


-pero… ¡Kyu! Tengo algo que…
-Lo que sea que quieras decir, lo hablamos luego –Kyuhyun lo interrumpió tensando sus
labios en una línea recta al momento de darle una mirada a su primo
-Vamos chico, ¿No quieres jugar con Henry y los niños? –Donghae arrugó la nariz al
momento de seguir a la mujer fuera del estudio. Él no era un niño, no lo convencían con
esas cosas. Pero ni modo. Valoraba lo suficiente su vida como para atreverse a llevarle la
contraria a aquella sádica castaña que había criado a su primo
-bueno, usted dirá –El moreno habló apenas los otros dos estuvieron fuera de su vista
-Sungmin… yo… yo de verdad lo siento –Derrumbándose a los pies de su hijo menor, el
hombre ocultó el rostro entre sus manos –soy un maldito monstruo. La peor persona que
puede existir en el mundo –Apartando la mirada cuando los ojos del mayor buscaron los
suyos, el pelinegro se abrazó al pecho de su esposo –no podía soportar perder a la mujer
que amaba, y decidí culparte a ti de su muerte… a ti que solo eras un niño inocente. A ti
que durante toda tu infancia estuviste buscando una atención de mi parte
-Sólo deseaba su cariño –Murmuró sin dejar de esconder el rostro en el pecho de Kyuhyun
–una simple caricia suya, una sonrisa
-lo sé… ¡Dios mío! ¡Claro que lo sé! Y eso me convierte en un monstruo aun peor –El
hombre exclamó sin levantarse aun del piso –Siempre he sido el ser más repugnante
sobre ésta Tierra, y aun así tú me querías
-yo siempre lo quise –Sungmin musitó dejando a sus lágrimas fluir libremente, mojando
sus mejillas y mentón –aun cuando usted me odiaba, me golpeaba y gritaba, yo lo seguía
queriendo

Fue la primera vez en todos sus años de vida que Sungmin vio a su padre llorar. Lágrimas
sinceras, lágrimas de arrepentimiento y dolor. A él le dolía aun más. Porque sabía que lo
quería, que quería a ese hombre a pesar de todo lo malo que lo había hecho pasar
durante su corta vida. Así como también sabía que el dolor causado era demasiado, que
no sería capaz de perdonarlo así de simple. Porque Sungmin era bueno, tenía un corazón
puro, demasiado bondadoso. Pero ni siquiera él era tan estúpido como para olvidar de un
momento a otro su miserable vida antes de que Kyuhyun apareciera. Existían cicatrices
demasiado profundas que un “lo siento” no bastaba para curarlas. Para olvidarlas.

-Padre… no hagas eso –Suplicó liberando el cuerpo de Kyuhyun, permitiéndole al mayor


secar con torpeza sus mejillas antes de alejarse completamente. Extendió su mano hacia
su padre, ayudándolo a colocarse de pie –no puedo perdonarlo padre… yo quiero… pero
no puedo… no aquí… no ahora… -Mordió entonces su labio inferior cuando nuevas
lágrimas y sollozos provinieron del mayor
-Te entiendo, nadie podría hacer tal cosa… yo sólo… sólo quería que supieras que me
siento tan avergonzado y arrepentido por mi comportamiento… que lamento cada una de
las cosas horribles que hice durante tu crecimiento… prácticamente te regalé a Kyuhyun
cuando él me pidió casarse contigo…
-Tal vez –Sungmin dijo llenando sus mejillas de aire –tal vez esa sea una de las cosas que
nunca dejaré de agradecerle padre. Haberme casado con Kyuhyun
-Sungmin…
-Yo no quiero verlo en éste momento –Se sinceró el bajito desviando la mirada para volver
a posarla en el rostro de su amado esposo –Pero… tal vez los gemelos si quieran conocer
a su abuelo



Kyuhyun sonrió apegándose aun más al cuerpo de su esposo, pellizcando las mejillas de
éste mientras ambos observaban a Henry corretear por el jardín junto a los 3 perros de la
familia. Choco, Cacao y Tofu tironeaban los pantalones del adolescente, dando brinquitos
y moviendo sus colas con entusiasmo ante la idea de ser mimados por el chico. Sungmin
aplaudió con entusiasmo, uniéndose al juego de su mejor amigo minutos más tarde.

Los bebés dormían tranquilamente en los brazos de Sunny y Seohyun, mientras que
Jessica mantenía una sonrisa en su bello rostro al observar cómo los dos chiquillos que
más de un dolores de cabeza y alegrías le causaban –porque la castaña se había también
encariñado con Henry al punto de considerarlo como un hijo- jugaban como si no hubiese
nada de qué preocuparse en sus jóvenes vidas.

Aunque claro. Eso no era para nada la realidad. Sungmin tenía dos hermosos bebés de 6
meses que dependían de él con su vida, y Henry apenas estaba iniciando una relación con
el jefe de cuadra Hangeng, un hombre que era mucho mayor que él, pero que parecía
encantado con la idea de proteger y amar al pequeño sordomudo. Entonces, a pesar de
eso, ambos adolescentes seguían disfrutando de sus inocentes juegos y riendo de cada
cosa que los hiciera felices.

“Los mimados de la villa” los llamaba Heechul siempre que se refería a ellos, una tonta
sonrisa también en los labios del veterinario. Porque todos en aquel lugar adoraban tanto a
los adolescentes, como a los gemelos que apenas habían empezado a vivir. Siwon seguía
diciendo que el lugar parecía de locos cada vez que un llanto se escuchaba, o que una
carcajada resonaba en cada rincón de la enorme casa en la que vivían. Esos chicos
alegraban a cualquiera en el lugar.

-Hyukkie dijo que no quería ser padre aun –Donghae gimoteó aferrándose al brazo de su
primo, ignorando olímpicamente las risas que provenían desde el salón donde se
encontraban Hyukjae junto a Sungmin, Henry y los gemelos –yo… yo no sé cómo
decírselo. Ayúdame Kyu…
-¿Qué quieres que haga yo? –Preguntó enarcando una ceja -¿Que vaya y le diga “¡Eh!
Hyuk, amigo mío, sé que no lo deseas aun, pero embarazaste a tu esposo, no es genial”?
-¡Claro que no!
-Uh Hae, sólo díselo, el idiota babea cada vez que ve a un bebé, estará encantado con la
idea de ser padre
-pero…
-¡Pero nada! Tú sólo ve y háblale con la verdad. Además… ya tienes más de 3 meses,
¿Cómo rayos has hecho para que no note que el vientre empieza a crecer? –Sonriendo de
forma traviesa, su primo llevó una mano a su mentón -¡Oh dios mío! ¡Lo tienes en
abstinencia! ¿No sabes lo terrible que son las duchas con agua fría?

Por supuesto, Eunhyuk estuvo más que fascinado con la idea de ser padre, igual Sungmin
al saber que sería tío dentro de unos pocos meses. Aplaudiendo alegremente junto a
Henry, ambos adolescentes se colocaron de pie en un solo instante, sus risas resonaron
en el lugar a la vez que se comunicaban de su silenciosa forma, sus labios formulando
palabras insonoras, seguidas de nuevas sonrisas. Kyuhyun rió también por lo que Henry
había dicho de Hyuk y Donghae, pero decidió que guardaría el secreto de las bromas que
esos dos mocosos hacían aprovechándose de la incapacidad de los demás para leer sus
labios.

Asintiendo en dirección a su pelinegro hyung, Henry se dirigió a la cocina. Mataría por una
de esas deliciosas galletas que Leeteuk preparaba a diario para él y Sungmin.
Blanqueando los ojos al encontrarse allí a Heechul sosteniendo al pequeño Kibum, el chico
se ubicó a su lado en la mesa de la cocina, estirando sus brazos y haciendo un tierno
puchero en dirección a Jessica, ganando de esa forma un delicioso trozo de pastel. ¡Así si
daban ganas de vivir!

-¡Ya te vi! –Alzando la mirada al sentir las vibraciones que las pisadas de los recién
llegados hacían, Henry le sonrió apenas a Hangeng cuando el mayor ingresó a la cocina,
sus mejillas y labios llenos de crema
-¡Uh! Son tan tiernos los condenados mocosos –Heechul exclamó, encogiéndose de
hombros ante la mueca de extrañeza en el rostro del chico. Era obvio que no había
alcanzado a leer sus labios –Que eres un niño tierno –Henry apartó la mirada con el
sonrojo apoderándose de sus mejillas –en fin, como que mejor los dejamos solos
-es hora de la siesta de Kibum –Leeteuk balbuceó saliendo del lugar junto a Heechul y su
hijo.
-¡No te atrevas a tocarle un cabello con segundas intenciones o te castraré! –Amenazó
Jessica a Hangeng antes de voltear nuevamente hacia el menor de los presentes, una
dulce e inocente sonrisa en su dirección –cariño, luego es hora de tu baño –Alzando una
mano a modo de entendimiento, Henry le lanzó un beso a la mujer antes de que ésta
saliera de la cocina, no sin antes darle una mirada amenazante al jefe de cuadra
-“Hola” –Escribió el Kim en una hoja de la libreta que Sungmin le había obsequiado
-hola Henry –Sonrojándose cuando el mayor limpió sus mejillas con un pañuelo, el menor
frunció levemente el ceño
-“Te extrañé hoy” –Admitió evitando los ojos de Hangeng –“el hermano de Sungmin hyung
será padre”
-¿Es así? –Asintiendo tímidamente cuando unos inocentes besos llenaron su rostro, Henry
rió estirando sus brazos para alejar el cuerpo del otro –Eres tan lindo…
-“hyung, ¿Tú me quieres?”
-claro que te quiero, te quiero demasiado, incluso…
-“¿Aun cuando no puedo hablar ni escuchar?”
-Eso nunca ha sido un impedimento para quererte, sólo siendo tú me enamoras cada vez
más
-“¿Amor?”
-Así es, te amo



-¡CHO KYUHYUN! ¡MÁS TE VALE QUE SALGAS DE DONDE SEA QUE ESTAS
ESCONDIDO! ¡PORQUE TE ENCONTRARÉ Y TE MATARÉ CON MIS PROPIAS
MANOS! –Los gritos resonaron por cada rincón de la villa, provocándole escalofríos a
todos los que en ella vivían -¡LO DEJÉ AQUÍ CON LA CONDICION DE QUE LO
CUIDARAS! ¡NO QUE LE BUSCARAS UN ESPOSO!

Bueno. Tal parece que Yesung no estaba demasiado feliz ante la idea de que su
cuñado/hijo tuviera un novio. Sungmin rió desde su lugar tras el piano, sonriéndole a
Ryewook cuando éste apareció en el salón junto a Krystal y Jonghyun. Los niños gritaron
acercándose al pelinegro mientras nuevos gritos se escucharon desde la planta superior,
seguido de pasos que dejaban en evidencia una loca carrera por sobrevivir.

Alzándose de hombros, Wook se ubicó junto al menor frente al piano, escogiendo al azar
una de las melodías que le había enseñado al esposo de su mejor amigo antes de
marcharse. Los dedos comenzaron su danza sobre las teclas, las notas inundaron la
estancia. Krystal y Jonghyun bailaban a su propio ritmo, sujetando sus manos, las faldas
de la menor balanceándose con infantil gracia. Sandeul y Gyuri permanecían sentados en
la cuna, Henry vigilándolos y jugando de ellos, todos ajenos a la batalla de sobrevivencia
de Kyuhyun.

-Kyuhyun me contó que cantas –Ryewook dijo, blanqueando los ojos cuando un nuevo
grito de su esposo se escuchó, llamando al dueño de casa
-Uh, bueno… -Asintiendo con timidez, el pelinegro se levantó de su lugar, acercándose al
lugar donde sus hijos permanecían sentados jugando con Henry
-Yeye y yo somos profesores de música, ¿No te lo habíamos dicho?
-no… -Gyuri extendió los brazos en su dirección, balbuceando algo antes de reír y volver a
bajar las manos para tomar uno de los carritos del trencito que había pertenecido a
Kyuhyun
-¿Por qué no te enseño a cantar? Sólo por diversión… tú puedes enseñarme a mí a pintar,
¿Qué dices?
-me encantaría –Henry alzó la mirada, sonriéndoles a ambos antes de comenzar a
“conversar” con Sungmin
-¡TE JURO QUE FUE IDEA DE MIN QUE FUESEN NOVIOS!
Ryewook sonrió, Sungmin hizo un puchero y Henry seguía moviendo sus labios y manos,
totalmente ajeno a lo que ocurría. Finalmente los pasos –al ritmo de una frenética carrera-
se escucharon en el estudio del Cho, segundos más tardes nuevos gritos se escucharon,
ésta vez del moreno suplicándole a Yesung por su vida. Sungmin no entendía del todo
porqué el amigo de su esposo estaba tan molesto de que Henry tuviese novio. Su amigo
era feliz con Hangeng, se querían, ¿Qué no era eso lo más importante?

Viendo cómo Henry y su hermano mayor jugaban con Krystal y Jonghyun, el bajito sujetó
los pequeños dedos de Sandeul, provocando que el niño riese con una carcajada, sus
mejillas regordetas sonrojadas de forma adorable. A su lado, Gyuri golpeaba los carritos
del tren, sin dejar de balbucear en ese idioma de bebés, pasando por alto sus caricias. Sus
hijos eran tan hermosos. Sonriendo con nostalgia mientras acariciaba el negro cabello de
la niña, Sungmin dejó escapar un suspiro. Si tan sólo fuesen producto de su amor con
Kyuhyun, y no de…

Chasqueó la lengua y sacudió la cabeza, apartando esos pensamientos de su mente.


Kyuhyun le había dicho que los consideraba sus propios hijos, sangre de su sangre.
Entonces, él también debía verlos de esa forma, como los Cho que eran. Y aun así… no
lograba quitarse por completo la idea de que NO eran los hijos de Kyuhyun, sino que de
ese… monstruo… ¿Cómo podía amar tanto al fruto de algo tan horrible?

-mamama –Gyuri balbuceo sujetando los dedos del mayor y llevándoselos a la boca,
provocando una inevitable sonrisa en Sungmin –mamama… mamapu
-“¿En qué piensas Minimin?” –Henry deslizó una hoja justo frente a su rostro
-“No es nada” –El menor lo observó con desconfianza antes de que Jonghyun se trepase
sobre su espalda
-¿Realmente no es nada? –Ryewook preguntó tomando en brazos a Sandeul cuando el
pequeño comenzó a lloriquear dentro de la cuna
-sólo… sólo que aun no entiendo cómo puedo amarlos tanto
-¿A los bebés? –Asintió cepillando cuidadosamente con sus dedos el cabello de su hija –
Son un pedacito de ti Min, unas personitas que lucharon y se aferraron a ti, te confían su
vida, su amor. Son parte de ti, ¿Cómo no vas a amarlos?



-¿Prometes que no me matarás?

Haciendo un gesto con su mano, Yesung se dejó caer sobre la silla frente al escritorio tras
el que se escondía su mejor amigo. Ambos respirando agitadamente por la carrera que
habían llevado a cabo hace sólo unos segundos. Estaba demasiado cansado para seguir
tratando de matar al Cho, lo único que necesitaba era un descanso. Un buen descanso. Y
luego seguiría con la matanza y los gritos. Mientras tanto…

Jessica ingresó al estudio trayendo una bandeja con dos vasos de fresca limonada, una
mueca de diversión en sus labios al notar el aspecto agotado de los dos menores. Así que
Kyuhyun había sobrevivido, buena cosa, aunque el Kim seguía teniendo expresión de
querer asesinar a alguien. Le advertiría a Siwon que siguiera manteniendo ocupado a
Hangeng en las caballerizas por al menos… todo lo que la visita de los Kim durase.

-les pediría que mantuviesen más silencio ya que los gemelos duermen –Murmuró la
castaña dejando ambos vasos de limonada sobre el escritorio del Cho –pero para suerte
de ustedes, ambos pequeños estaban despiertos al momento de iniciar la persecución. De
no ser así… yo misma los habría castrado por ruidosos –Dicho esto, Jessica dio media
vuelta y abandonó el estudio, dejando tras ella a dos hombres con expresiones de
autentico terror
-entonces… -Kyuhyun rompió el silencio luego de largos minutos –no te entiendo
-¿Eh? –El mayor le dio un sorbo a su limonada antes de volver a mirar a su amigo -¿Qué
no entiendes?
-¿Por qué te molesta tanto lo… lo de Henry? –Suspirando con agotamiento, el pelinegro
frunció el ceño
-Kyuhyun, nos conocemos desde tu nacimiento, ¿Verdad? –Asintió manteniendo el
silencio -¿A qué edad conociste tú a Henry?
-uhm… tenía unos… ¿7 años?
-Exacto. Cuando ya estaba criado. ¿Nunca te has preguntado por qué no lo conociste
antes? –Muchas veces, a decir verdad. Siempre había pensado que no conoció antes a
Henry debido a que, luego de la muerte de sus padres, casi ni abandonaba la Villa –yo
estaba en casa de Wook el día que Henry nació. A mis 14 años. Era pequeño, pálido,
regordete, hermoso. Fue la primera vez que pude sostener a un bebé en brazos –Kyuhyun
sonrió al notar el brillo nostálgico en la mirada de su amigo –comenzó a crecer, pero cerca
de 9 meses después, notaron algo extraño en él. No respondía a la voz, ni siquiera daba
señales de querer hacerlo. El médico lo examinó. Descubrieron que era sordo 3 meses
después. La madre de Ryewook se deprimió, ella y su padre rechazaron a Henry. Wook
apenas tenía 8 años, y aun así, él y yo nos dimos a la tarea de brindarle amor

Como Eunhyuk con Sungmin. Su padre lo rechazó, y Eunhyuk se preocupó de hacer que
su hermano menor se sintiera querido, amado. Yesung prácticamente había… criado a
Henry. Entonces, lo de “Appa Yesung” no era tan falso después de todo. Conteniéndose a
sí mismo de sonreír por la ternura que éste último pensamiento provocaba en él, Kyuhyun
se reclinó en su asiento. La primera vez que él había visto a Henry fue en casa de Yesung,
el chico estaba jugando con Jongjin, el hijo menor de los Kim, ahora ya debía de haber
cumplido los 19 años. Y ahora que lo pensaba con detenimiento… Henry siempre estaba
pegado a la familia de Yesung antes de que fuera enviado a una escuela para sordos.

-¿Qué pasó luego?


-mis padres convencieron a los suyos de enviar a Henry a una escuela –Deslizando la
lengua por sobre sus resecos labios, el mayor hizo una extraña mueca –aprendió, se
volvió un chico listo, le demostró a sus padres que ser sordo no significaba ser idiota. Ellos
lo aceptaron, se propusieron entonces darle el cariño que de niño le privaron. Ahora está
bien, pero no siempre fue así. Me costó mucho demostrarle a un niño de 10 años que,
pese a ser sordomudo, merecía ser querido y amado. Ahora… temo que si se casa…
-¿No reciba el amor y los cuidados que tú tanto te has esforzado por darle durante toda su
vida?
-eso…
-Hangeng lo adora –Era hora de defender a su hombre. Kyuhyun había sido testigo de
cómo su jefe de cuadra cuidaba a Henry, de cómo lo miraba –lo ama. Lo cuida con
dedicación y cariño, no tienes nada que temer Yesung

Esa noche, luego de hacer dormir a sus dos bebés, Kyuhyun se quedó observando el perfil
de su pequeño esposo. El cabello negro había sido recortado, pero los mechones seguían
siendo largos, sus pómulos permanecían sonrojados, sus labios entreabiertos. Pensó en
Henry, en Yesung. Él no había alcanzado a tener demasiado tiempo a sus padres a su
lado, pero había tenido a Jessica y su esposo. Había tenido a Ahra, a Sunny y Seohyun.
Leeteuk y KangIn. Él nunca había sido rechazado, nunca se le había negado cariño y
amor.

A Henry y Sungmin sí. Sus padres les habían dado la espalda por sus limitaciones. Henry
había tenido a Yesung y a su familia, a Ryewook siempre a su lado, siempre cuidándolo.
Sungmin sólo había tenido a Eunhyuk, y luego a Donghae. Ahora lo tenía a él, a su familia.
Kyuhyun nunca alcanzaría a comprender el nivel de sufrimiento que su esposo había
vivido toda su vida, pero sí podía esforzarse por hacerlo feliz. Por brindarle nuevas
memorias llenas de amor y alegría. Junto a él, junto a sus hijos, incluso junto a Jessica.

-Minimin –El bajito volvió a verlo, sus rasgos suavizados por el sueño
-Kyuhyunnie… -Sonrió envolviendo sus brazos alrededor de la estrecha cintura, sus
pechos juntos, sus labios rozándose -¿Kyu?
-te amo, te amo como nunca he amado a nadie. Eres mi primer, último y único amor, y
prometo hacerte feliz hasta el último de mis suspiros –Sungmin sonrió con la mirada
cristalizada, un tierno sonrojo expandiéndose por sus mejillas
-yo también te amo Kyuhyun. Siempre y para siempre serás sólo tú
-nuestros votos ya fueron dichos –Bromeó a sabiendas de que el menor no sabía a qué se
refería con lo de “votos” –Nos declaro esposo y… esposo. Que lo que Dios ha unido, no lo
separe el hombre –El pelinegro ladeó la cabeza, besando su mentón –Puedo besar al
novio –Reclamó los labios acorazonados, un ritmo pausado y seductor –te amo…
-te amo.

Cap. 14

-¿Qué significa esto?


Henry y Sungmin rieron lanzándose a los brazos de los mayores antes de que Kyuhyun
alcanzara siquiera a protestar por la gran cantidad de maletas que se acumulaban en la
entrada de su enorme casa. Jonghyun y Krystal reían sujetando las manitos de Gyuri y
Sandeul, quiénes permanecían en los brazos de Seohyun y Sunny, sus no declaradas
niñeras oficiales. Los gemelos de 9 meses aplaudían emocionados, sus risas resonando
por cada rincón.

Haciendo una mueca cuando Yesung le dio un golpe en la cabeza, el Cho frunció el ceño y
llenó sus mejillas de aire. A él nadie le había dicho que tendría inquilinos, de ser así… les
hubiera prohibido la entrada. Sungmin llegó a su lado, dándole un cariñoso beso en la
mejilla antes de tomar en sus brazos a Sandeul. El pelinegro parecía tan reanimado y lleno
de vida cada vez que sostenía a uno de los bebés. Sus hijos. “Nuestros hijos” Se corrigió
sonriendo bobamente al momento de tomar a Gyuri. La niña rió tirando de su cabello antes
de babear buena parte del cuello de su camisa.

Pero volviendo a los inquilinos no deseados… Suspiró ordenándole a Seohyun que


arreglase una habitación para sus amigos, y otra para Jonghyun y Krystal. A juzgar por la
gran cantidad de maletas, era obvio que el matrimonio Kim no se quedaría sólo un par de
días en la villa, lo más probable es que los tendría que echar a patadas dentro de varios
meses más.

-Pueden quedarse aquí el tiempo que gusten –Sungmin sonrió manteniendo sus manos
sobre los hombros de su esposo, mientras su mirada se mantenía fija en las otras dos
personas dentro del estudio -¿Verdad Kyuhyunnie?
-¿Tengo otra opción?
-¡Ya! ¡Amigo del demonio! –Yesung blanqueó los ojos con exageración –Wook y yo nos
mudaremos a éste pueblo, sólo necesitamos un par de meses para instalarnos y poder
trasladar nuestra escuela de música hasta aquí
-Si Minnie ya dijo que pueden quedarse, no tengo más opción que recibirlos… ¡Pero que
conste! –Añadió antes de que el mayor de todos pudiera sonreír macabramente –Un solo
intento de homicidio en contra de Hangeng, y te echo a patadas de aquí Yesung
-¡Aish! ¡Así ya no es divertido!
-No es divertido que andes intimidando a los trabajadores de Kyu amor –Ryewook suspiró
negando silenciosamente ante la expresión de decepción de su esposo
-él no es cualquier trabajador… ¡A él se le ocurrió andar de novio con Henry!

Riendo mientras observaba al matrimonio abandonar el estudio enfrascados en una


discusión acerca del noviazgo de su mejor amigo con Hangeng, Sungmin rodeó el cuello
de Kyuhyun con sus brazos, besando tiernamente su mejilla antes de frotar su mentón
contra el cabello ondulado del más alto. Disfrutaba de esa acción. Cerró los ojos cuando el
mayor ladeó la cabeza, deslizando sus labios por su cuello y depositando superficiales
besos mariposa por toda la zona. Se sentía tan maravillosamente bien ser mimado por
Kyuhyun.
Unió sus labios y se apartó casi de inmediato, sus mejillas sonrojadas y una apenas
reconocible mueca de diversión en su rostro. Aunque quería quedarse allí, divirtiéndose en
el estudio con su esposo, Sungmin tenía otras cosas que hacer. Ir a la cocina a comer
galletas de chocolate, por ejemplo. Acaricio juguetonamente las mejillas de Kyuhyun antes
de rodear el escritorio, quedando separados por éste mismo.

-eres un pequeño coqueto, ¿Lo sabes?


-“No. Pero te amo”

Cada vez que palabras insonoras escapaban de los labios de Sungmin, ambos se
trasladaban a un mundo sólo de ellos, donde no existía nada más que ellos dos, donde el
amor era lo que más importaba, donde las palabras no eran más necesarias que un beso o
un abrazo. Esas conversaciones en las que sólo sus labios y miradas expresaban lo que
sentían eran las más importantes, las más intimas. Y las que más le gustaban a Kyuhyun.

Sungmin le lanzó un beso antes de dar media vuelta, abandonando finalmente el estudio,
sus mechones oscuros –y nuevamente largos- llegaban ya casi a la altura de los hombros.
El Cho amaba el cabello negro de su esposo, lo sedoso que se sentía entre sus dedos, lo
bien que se sentía contra su pecho desnudo. Lo traía loco, de eso no había dudas.

-¿Qué haría yo sin ti Sungmin?



Susurro trotaba alrededor de la cerca que la separaba de ellos, su blanco cabello


reluciendo de forma casi glamorosa. Henry y Sungmin sonrieron extendiendo ambos sus
brazos para poder acariciar así la cabeza del hermoso animal, la cual relinchó antes de
trotar nuevamente, ésta vez en su dirección. La acariciaron entonces con cierta nostalgia,
sonrisas tristes en sus jóvenes rostros. Su yegua favorita había sido vendida, y no había
nada que pudieran hacer contra eso. Hangeng, Siwon y Kyuhyun decían que era lo mejor,
que el animal era demasiado terco como para seguir teniéndola allí. Pero ellos no sabían
lo linda que podía ser Susurro. Ellos no se habían encariñado como lo habían hecho
Sungmin y Henry.

Trepándose al mismo tiempo sobre el lomo del animal, los adolescentes disfrutaron de sus
últimos minutos montando a Susurro, ignorando las protestas de Siwon y Hangeng, que
recién se habían aproximado a la cerca. Henry hizo un puchero de molestia, mientras que
Sungmin tarareo una infantil canción acerca de no escucharlos mientras la yegua seguía
dando vueltas. No era peligrosa, ¿Por qué nadie lo entendía?

-bubumapa –Sandeul aplaudió, estirando luego sus bracitos hacia Sungmin –mamama –El
pelinegro suspiró, acariciando por última vez a Susurro antes de darle una mirada asesina
a su esposo y tomar al mayor de los gemelos en brazos
-Minnie, no te molestes, esto es a lo que me dedico, criar caballos para luego venderlos
-Susurro es linda, y tú eres malo

Dejando caer sus hombros en señal de derrota, Kyuhyun vio a su esposo meterse a la
cocina, siendo seguido de cerca por Henry, quien sólo le lanzó dagas con los ojos antes de
darle la espalda. En ocasiones como ésas agradecía que el menor no pudiera hablar, o
probablemente ya habría despotricado incluso contra su madre. El Cho seguía pensando
que pasar tanto tiempo con Jessica estaba afectando la dulce personalidad de esos dos.

-¿Por qué están mis pequeños tan enfadados? -¡Oh! Y hablando de la bruja…
-Jessica, sabes que están molestos porque vendí a Susurro –La castaña bufó cruzándose
de brazos –ajumma, se les quitará, lo prometo
-¡Pues más les vale que estén riendo dentro de las próximas 2 horas! O les cortaré sus
partes nobles y se las daré de comer en puré –Esa mujer podía ser más sádica siempre
que quería -¡Están amenazados! ¡Tú también Siwon!
-¿Yo porqué?

Las risas provenientes del salón lo obligaron a suspirar con fascinación. Kyuhyun amaba la
risa de su esposo, en especial cuando se mezclaba con la de sus propios hijos. Dejó su
sombrero sobre uno de los muebles y sacudió con rapidez sus gastados pantalones de
montar antes de entrar al lugar, viendo a Sungmin sentado en el banquillo del piano con
Gyuri en sus brazos. La pequeña balbuceaba a la vez que golpeaba con sus pequeños
puños las teclas. Sandeul estaba sentado sobre la mullida alfombra del lugar, un montón
de juguetes a su alrededor.

El menor alzó la mirada, sonriéndole mientras Gyuri volvía a golpear una tecla y Sandeul
lanzaba uno de los carritos del tren lejos de su alcance. Observando la soledad que los
rodeaba, el moreno supuso que Yesung aun no regresaba del pueblo junto a Ryewook y
los niños, y Henry debía de estar con Hangeng en la cocina. Su jefe de cuadra había
estado toda la tarde haciendo méritos para que el chico lo perdonara por no dejarlo
conservar a Susurro.

-¿Aun estás molesto? –Sungmin suspiró regresando la mirada a la chimenea, donde el


fuego estaba en su punto más crítico
-No… no lo estoy –Se acercó hasta la chimenea, agregando un par de leños al fuego
antes de volver a mirar a su esposo -¿Ya se la llevaron?
-Hace unos minutos –Sandeul volvió a reír cuando uno de sus carritos voló varios metros
lejos de él –Minnie, te prometo que te obsequiaré un lindo caballo, sólo para ti, ¿Qué
dices?
-había en casa de mi padre una yegua –Habló en voz baja y suave –Se llamaba Star. Era
de color negro, completamente negro –Sonrió sujetando las manitos de Gyuri entre las
suyas a la vez que Kyuhyun levantaba a Sandeul del suelo –Hyukkie decía que le había
copiado el color de mi cabello a ella. Padre nunca me dejó aprender a montarla. Cuando…
cuando dejé de ir a jugar a las caballerizas… nunca más la vi
-¿Quieres a Star?
-Probablemente mi padre ya se haya deshecho de ella



El primero de Diciembre fue recibido por una nevada que cubrió de mantos blancos todo lo
que rodeaba a la villa. Era una hermosa vista para Sungmin, que permanecía junto a la
ventana de la habitación que solía pertenecerle los primeros días luego de su matrimonio
con Kyuhyun. El lugar estaba algo descuidado, su baúl lleno de la vieja ropa que siempre
había usado seguía allí, al igual que los pequeños destrozos que hizo junto a Choco,
Cacao y Tofu.

Sonrió ladeando la cabeza antes de sentir los brazos de Henry estrujando su cuerpo en un
asfixiante y sofocador abrazo. Su amigo era demasiado expresivo a veces, en especial a
las primeras horas del día. Pero, ¿A quién quería engañar? Él era igual en ocasiones.
Riendo de las cosas que el menor le contaba acerca de una discusión entre Ryewook y
Yesung, ambos jóvenes abandonaron la habitación, dirigiéndose ésta vez hasta la que él
utilizaba junto a Kyuhyun.

Gyuri y Sandeul aun dormían plácidamente, sus cuerpecitos acurrucados bajo las mantas
que los protegían del frío casi invernal de esa mañana. Se sentaron sobre la amplia cama,
comenzando a jugar con los libros que Sungmin había dejado sobre uno de los muebles la
noche anterior. Era una historia de piratas. La primera que Kyuhyun le había leído en el
estudio. Su favorita.

-Minimin, tu esposo está aquí


-¿Ya? –Kyuhyun se había ido hace apenas una hora, y generalmente regresaba para
almorzar junto a él y el resto de la extendida familia que eran ahora
-te trajo un regalo lindo –La mujer sonrió enigmáticamente –ve a verlo, Henry y yo nos
ocuparemos de los niños
-¡Gracias ajumma!
Corrió con energía por las escaleras, tropezando un par de veces antes de lanzarse en
dirección a la puerta que daba al patio trasero, riendo cuando Leeteuk y Seohyun gritaron
algo de que fuera con cuidado. No le importaba, él sólo quería ver a su esposo, besarlo y
arrastrarlo a la habitación para que leyeran juntos, refugiados bajo una manta y sentados
frente a la chimenea. ¿Quién sabe? Tal vez hasta pudieran mimarse un poco más.

Sungmin se detuvo a escasos metros de las caballerizas, sus labios extendiéndose en una
amplia sonrisa, sus ojos enfocándose en el maravilloso animal de brillante pelaje negro
que se encontraba de pie junto a un más maravilloso Kyuhyun. Era Star. Era realmente
ella. Kyuhyun la había traído, lo había hecho sólo porque él lo había deseado. ¿Podía
Sungmin tener un esposo más perfecto que Cho Kyuhyun?

-¡Kyu!
-¿Sorpresa?

Sin poder contener su alegría, el pelinegro se lanzó a los brazos del más alto, riendo de
forma infantil a la vez que llenaba su rostro de superficiales besos, chocando una y otra
vez sus labios. Estaba emocionado, feliz. Nunca podría dejar de amar a Kyuhyun, nunca
podría dejar de adorarlo. Cada detalle que el otro tenía con él, por más mínimo que fuese,
era una nueva razón para adorarlo más y más. Aferrándose a los fuertes brazos del
moreno, Sungmin alzó la mirada brillante de emoción.

-Gracias Kyuhyunnie
-¿Sólo eso? ¿Ni siquiera me darás un besito?
-¡Te daré todos los que quieras! –Rió volviendo a darle decenas de besos cargados de
ternura –“Te amo tanto Kyu”
-¿Te emocioné tanto que hasta te quedaste sin habla?
-“No necesito hablarte en éste momento”
-¿Es así? Entonces dame otro beso

Claro que se lo daría. Uno y millones de besos más. Porque se merecía todos y cada uno
de ellos. Porque era el amor de su vida, porque era una de las personas más importantes
para él. Porque Kyuhyun le había enseñado lo que significaba ser feliz, amado y aceptado.
¿Cómo no iba él a darle un beso a ese hombre tan maravilloso?




-¡Qué vivan los novios!

Sungmin rió cuando el arroz cayó sobre los cuerpos de Jinki y Luna mientras éstos
abandonaban la iglesia. Había estado feliz al recibir la invitación de éstos, aun cuando la
ceremonia se celebraba apenas un par de semanas antes de navidad. Él amaba las
bodas, aun cuando la propia no fue ni linda ni glamorosa como lo había sido la de su
hermano, o como la que acababa de presenciar. Kyuhyun le había dado mucho más
felicidad de la que una hermosa ceremonia podía entregar.

Luna se acercó a abrazarlo con emoción, arrastrando su hermoso vestido blanco sobre la
fría nieve que cubría los senderos y caminos del pueblo. Era una novia hermosa, e
irradiaba felicidad. La muchacha lo invitó a la fiesta, pero Sungmin desistió de la idea junto
a Kyuhyun. Tenían una visita que hacer antes de regresar a la villa, y tampoco querían
andar exponiendo a los gemelos a las miradas curiosas de la gente. Como si nunca
hubiesen visto a dos bebés de 10 meses.

Sunny los recibió dentro del carruaje, Gyuri y Sandeul acomodados en cada una de sus
piernas. El mayor de los bebés extendió sus brazos hacia Kyuhyun, riendo cuando KangIn
les ordenó a los caballos moverse. Sungmin hizo una divertida mueca antes de mirar el
camino que iban dejando atrás. Suspiró y se llevó una mano a los labios con obvia
nostalgia al reconocer los antiguos senderos por los que tan pocas veces había paseado
desde su infancia. Los árboles que los recibían junto a la entrada de su casa seguían tan
verdes como siempre, casi burlándose de la nieve y el invierno, que eran incapaces de
marchitarlos.

Donghae fue la primera persona en salir a su encuentro apenas el carruaje se hubo


detenido frente a la casa, su panza de 7 meses casi ni se veía a través del grueso abrigo
que el castaño cargaba para protegerse del frío. Sus mejillas se encontraban sonrojadas,
los ojos brillantes de lágrimas, una boba sonrisa en sus labios casi congelados.

-Eunhyuk está con él en su habitación –Asintió besando con dulzura la cabecita de Gyuri
cuando Sunny se la entregó –Minnie… ¿Seguro que quieres verlo?
-“Está bien” –Moduló con sus labios, volteando a ver a Kyuhyun –“¿Me acompañas?”
-Yo llevo a Sandeul

La vieja sirvienta que siempre le había dado dulces a espaldas de su padre lo recibió con
una sonrisa bastante extraña, sus arrugadas manos sujetaban el borde de su delantal.
Sungmin nunca había tratado de encariñarse con ella a pesar de que la mujer nunca había
hecho nada malo en su contra. Sólo era el temor de que su padre la castigase por darle
dulces al idiota mudo.
Sacudió la cabeza con el fin de apartar esos pensamientos de su mente. No estaba bien
guardar rencor. El pelinegro sonrió forzadamente al sentir la mano de Kyuhyun apoyada en
su espalda. Estaba bien, ya casi no pensaba en lo infeliz que había sido antes de casarse,
antes de llegar a la villa Cho. Gyuri balbuceó algo tirando un mechón de negro cabello, sus
mejillas coloreadas de un rosa similar al del diminuto vestido invernal que traía puesto, el
cual hacía juego con el traje marrón de Sandeul.

Impulsándose hacia atrás apenas la imagen de su hermano y su padre asaltó su campo


visual, Sungmin se llevó una mano a la boca, ahogando de ésta forma el sollozo que
luchaba por brotar desde su garganta. Había supuesto que estaría bien, que podría
soportarlo pero…

-Sungmin –Tosiendo contra un pañuelo cubierto de sangre, su padre le sonrió


forzadamente desde la cama en la que permanecía recostado –mi hijo…
-Padre…
-No hijo, no acerques a los niños, puedo contagiarlos –Kyuhyun dio un respingo,
apartándose de la puerta, sosteniendo a Sandeul y Gyuri en cada brazo. Eunhyuk suspiró
desde su lugar, ubicado en una silla bastante alejada del cuerpo del mayor –Qué bueno es
verlos a ambos antes de morir
-no diga eso padre –Arrodillándose junto a la cama, Sungmin suspiró con esfuerzo –no
morirá
-Claro que moriré
-eso dice el doctor –Eunhyuk susurró agachando la mirada y enfocándola en sus manos
-Quiero que sepan que lo siento –El mayor dijo, ganándose nuevamente la atención de
ambos –por todo el daño que les he causado –Volvió a toser, más sangre manchando el
pañuelo. Sungmin sacudió la cabeza sentándose en la silla junto a la de Hyuk –a ambos.
No fui un buen padre, he sido cruel todos estos años, y ahora lo estoy pagando
-… -Sungmin y Eunhyuk se miraron en silencio, sus labios presionándose en una tensa
línea
-es más triste saber que… que no podré reunirme con su madre allá arriba, debo pagar por
mis pecados.
-estará con Omma, yo lo sé
-no Sungmin. Soy malo. Y los malos no van al cielo –Él sonrió con cansancio –mi bebé. Mi
hijo menor. Tú eres quien más sufrió conmigo. Y aun así me permitiste conocer a mis
nietos. Fueron unos meses lindos los que pasé con ellos… Gracias pequeño
-Appa… -El bajito sollozó abrazando a su hermano mayor
-a pesar de todo lo malo que he hecho… yo los amo –Volvió a toser por largos minutos,
sus labios manchados de sangre apenas se entreabrieron cuando el cuerpo se desplomó
con agotamiento sobre la cama –lo siento por todo… -Musitó cerrando los ojos
-Padre –Lo llamó Sungmin, sus manos temblando al no notar ninguna reacción en el
mayor -¡Padre! –Hizo ademán de acercarse, siendo detenido por su hermano mayor -
¡Hyuk!
-No Minnie, puedes contagiarte –A pesar de hacerse el fuerte, pudo notar lágrimas
inundando los ojos del castaño. Se quedaron en silencio por un par de minutos antes de
que un sollozo escapara de la garganta del menor, quien se aferró a la camisa del otro
antes de romper en llanto
-te perdono appa –Sollozó humedeciendo el pecho de Hyukjae con sus lágrimas –en el
fondo de mi corazón siempre supe que te había perdonado padre… y no lo pudiste
escuchar de mis labios antes de irte…

Cap. 15

-¡Yo me opongo!

Ryewook blanqueó los ojos a la vez que Jonghyun se carcajeaba con obvia diversión, y
Krystal le soltaba a su padre Yesung todas las razones por las que no podía oponerse al
matrimonio del tío Henry con el guapo tío Hangeng. Kyuhyun en cambio sólo hizo una
mueca de disgusto, sonriendo cuando su jefe de cuadra pasó nuevamente una mano por
su cabello, desordenándolo más de lo que ya estaba, hasta que Heechul llegó a arreglar el
desastre mientras lo regañaba por ser tan exagerado con eso de los nervios. Claro. Una
persona se casaba todos los días.

Sungmin lo saludó desde su lugar, siendo imitado por Gyuri y Sandeul, que balanceaban
sus cortas piernitas mientras veían todo a su alrededor como si se tratase de la entrada a
otra dimensión. Los gemelos de casi 2 años traían trajes similares en tonos de blanco y
celeste, su cabello negro brillaba casi tanto como el de su omma. Eran dos niños tan
hermosos. Y eran suyos. Sonrió con orgullo, negando en dirección a Jessica cuando la
mujer comenzó a arreglar la trenza de Gyuri.

-¡Yo debería haber entregado a Henry! –Siguió protestando Yesung cruzándose de brazos.
Claro, no se conformaba con ser el testigo de Henry, él quería entregarlo en el altar.
Estúpido cabezón sobreprotector
-Padre, a tío Henry lo tiene que entregar su appa como es la tradición –Krystal habló
sujetándose del brazo de su hermano mayor
-¿Ya ves Yeye? Hasta tu hija es más lista que tú
-¡Appa dindo! –Sandeul gritó aplaudiendo mientras señalaba a su padre, que estaba junto
a Hangeng –dindo…
-Omma, ¿Come duce? –Gyuri se llevó un dedo a la boca, tirando de la chaqueta de
Sungmin –Quedo duce
-niños, comerán dulces cuando regresemos a la villa ¿Qué dicen? –Propuso Seohyun
acomodando el cuello de la camisa de Sungmin, quien sonrió avergonzado en dirección a
su esposo
-¡Sí duce!

Toda conversación pasó a segundo plano cuando Henry hizo su ingreso a la iglesia. Su
traje blanco e inocente sonrisa provocó un audible suspiro de ternura por parte de las
mujeres Jung. Hangeng lo recibió en el altar, dando inicio a la ceremonia. Kyuhyun fijó su
mirada en su esposo, quien le sonrió de vuelta, su mano acariciando con dulzura la cabeza
de Sandeul, mientras que el niño veía fascinado las decoraciones del lugar, tirando de la
manito de su hermana cuando algo le llamaba notablemente la atención.
Kyuhyun amaba a sus hijos. Aun cuando Gyuri y Sandeul no eran sangre de su sangre, los
sentía como tal. Los adoraba como tal. Él los había sostenido en sus brazos cuando
apenas habían nacido. Los había arrullado entre sus brazos cada vez que despertaban
llorando durante la noche. Había presenciado sus primeras palabras, sus primeros pasos.
Junto a Sungmin los habían visto crecer y reír, discutir entre ellos y reconciliarse con un
tierno abrazo. Ambos habían heredado la misma dulzura de Sungmin.

Su Sungmin… su hermoso pequeño pelinegro. ¿Cómo de mala sería su vida sin Sungmin
a su lado? No lo sabía. Y no quería saberlo tampoco. Simplemente no se imaginaba una
vida en la que la sonrisa de Sungmin fuera lo primero que viera al despertar, y lo último
que viera a la hora de dormir. Lo amaba. Como un loco, con desespero. Antes de él, nunca
había experimentado el deseo de llegar a casa luego de un agotador día de trabajo, lo
maravilloso de estrechar ese diminuto cuerpo contra el suyo durante la noche. Lo hermoso
que era amar a alguien en cuerpo y alma.

Sungmin y sus hijos eran su todo. Kyuhyun los amaba tanto que estaba seguro de que se
volvería loco si llegase a perderlos.

-Que lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre –Suspiró viendo a su amigo Yesung
secar torpemente sus lágrimas, al igual que varios de los presentes –Puede besar al novio

La iglesia estalló en aplausos. Los gemelos rieron con emoción. Leeteuk rió junto a KangIn
mientras su hijo Kibum aplaudía abriendo sus brazos exageradamente. Donghae suspiró
meciendo a su inquieta hija Amber, de 8 meses recién cumplidos. Kyuhyun se movió hasta
donde su esposo se encontraba de pie, tomando a Sandeul y echándoselo al hombro
antes de que el pequeño alcanzara a reaccionar, riendo tiernamente mientras pataleaba
llamando a Gyuri para que lo ayudara.

Los gemelos corrieron hasta donde Seohyun y Sunny, y el Cho aprovechó para rodear la
cintura de su esposo, atrayéndolo hacía sí en el amoroso beso que llevaba deseando
desde que llegó a la iglesia vestido con ese traje color crema que se apegaba tan bien a su
cuerpo. Sungmin podía ser tan provocador, y lo peor es que el bajito ni cuenta se daba. Él
sólo se ponía la ropa que Jessica le indicaba. Kyuhyun comenzaba a creer que su madre
adoptiva vestía de esa forma a Sungmin sólo para alterarlo, no sería raro viniendo de ella.

-Me gustaría que nuestra boda hubiese sido tan linda como la de Henry –Sungmin volteó a
verlo, encogiéndose de hombros mientras observaba a los recién casados comenzar a
bailar un vals que él hace poco había aprendido
-Tenías razón Kyuhyunnie
-¿De qué?
-En ése momento te temía. Hubiese corrido fuera de la iglesia apenas mi padre me hubiera
soltado el brazo –Le sonrió enseñando sus perlados dientes –nuestros votos ya fueron
hechos, y eso fue más lindo que una ceremonia frente a tantas personas
-¿Eso crees?

Sungmin asintió tirando de su brazo para arrastrarlo hasta donde las demás parejas
comenzaron a bailar. El moreno rodeó con sus brazos el cuerpo más pequeño, besando su
frente antes de apegarlo aun más a su pecho. Nunca había bailado un vals de los novios
junto a su esposo. Se dio cuenta de que aun había cosas que le debía al menor, como una
luna de miel. Aunque su Minnie se mostraba bastante reacio a la idea de dejar a sus hijos
por un par de semanas. No. Él tampoco concebía la idea de estar lejos de sus gemelos.

El pelinegro apoyó la cabeza en su pecho, cerrando los ojos y dejándose llevar por la
suave tonada. Le encantaba bailar con Kyuhyun, le encantaba estar pegado a su pecho,
sentir sus brazos rodeando su cuerpo. Lo amaba tanto.



Choco y Cacao se lanzaron sobre Sandeul, jugando con el pequeño que reía sin parar en
los brazos de Sungmin, mientras que Tofu descansaba incómodamente siendo sostenida
por Gyuri. La niña frotaba su mejilla contra la cabecita blanca del animal, riendo a la vez
que la abrazaba con más fuerza. Los gemelos amaban a los animales, otra cosa que
habían heredado de Sungmin.

Los dejó jugando en el salón bajo el cuidado de Sunny, mientras Jonghyun, Krystal, Yoona
y Sulli se entretenían en el piano. Estaba todos reunidos para celebrar una nueva navidad.
La tercera que festejaba con Kyuhyun y, como cada año, el inmenso abeto se encontraba
decorado de forma hermosa junto a la chimenea de piedra pulida.

Sungmin amaba la navidad. Amaba tener a toda su familia reunida en torno a una misma
mesa. Habían llegado Ahra y su esposo, Eunhyuk y Donghae con su hija, Yesung y
Ryewook. Pasó del comedor, no sin antes enviarle un beso a su esposo, quien sonrió
guiñándole un ojo, y siguió su camino hasta la cocina, donde se encontraban Ahra,
Jessica, Seohyun, Leeteuk y Heechul. Éste último cargando a Kibum mientras hablaba de
lo maravillosa que era su vida ahora que sabía que él y Siwon serían padres. Sungmin se
ubicó junto a Henry, riéndose cuando el menor le acercó una bandeja de galletas recién
horneadas.

Henry se había casado hace dos meses, y estuvo fuera casi un mes junto a Hangeng.
Habían conocido el mar, su amigo decía que era muy bonito. Kyuhyun le prometió llevarlo
a él y a los gemelos apenas el invierno hubiera pasado. Sería su primer paseo como una
familia. Sungmin ya no podía esperar. Negó cuando Ahra hizo una tonta acusación acerca
de Kyuhyun, y siguió devorando galletas junto a su mejor amigo.
-Las galletas eran para los niños –Leeteuk protestó al notar la charola completamente
vacía -¡Aigo! ¿Para qué me molesto? Ustedes siguen siendo unos niños
-unos niños que ya perdieron la inocencia –Sonrió pícaramente Heechul, dejando que
Kibum corriera hasta donde todos los otros niños jugaban. Sungmin y Henry se sonrojaron
bruscamente, comenzando a admirar la belleza de sus uñas -¡Yo lo sabía! Ustedes no me
engañan con sus caras de bebés
-“No sé de qué habla” –Escribió Henry negando una y otra vez
-yo tampoco
-¡No se hagan los inocentes conmigo!
-¿Qué es esto amor? ¿Incluso en navidad estás gritando? –Siwon ingresó a la cocina
besando con ternura la mejilla del mayor -¿Y por qué es ahora?
-“hyung dice que Minnie y yo ya no somos inocentes. ¿A qué se refiere?” –Henry escribió,
regalándole de paso a su mejor amigo una disimulada sonrisa de satisfacción
-¿Qué cosas les estás diciendo a los chicos? ¡Kim Heechul! ¡Son dos niños inocentes y tú
estás echándolos a perder!
-No, esa es Jessica. Lo gruñones lo aprendieron de ella. –Arrebatándole la hoja, escribió
una frase bajo la de Henry antes de salir del lugar seguido por su esposo. Sungmin sonrió
acercándose al papel para leer lo que fuera que el mayor les había escrito –“Bien jugado,
pero no lo olviden. Yo sé que NO son unos niños inocentes”

Se sonrojó apartando la mirada apenas Henry sonrió con vergüenza. A Heechul nadie
lograba engañarlo.



-¡Son dindos appa!

Sandeul exclamó alzando en sus manos los muchos juguetes que había recibido mientras
que, a su lado, Gyuri abrazaba contra su pecho las dos bellas muñecas de trapo que le
habían regalado. Sungmin sonrió encantado, los brazos de Kyuhyun rodeaban su cintura,
y las risas de sus niños eran como una hermosa melodía que endulzaba sus oídos.
Suspiró y se apartó del mayor, acercándose a Gyuri para levantarla del piso. Era su hora
de dormir.

La nueva habitación de los niños se encontraba precisamente junto a la suya con


Kyuhyun, decorada de tal forma que alegraba el día con sólo verla por unos momentos.
Había allí tantos juguetes, tantos colores… Justamente el tipo de habitación que Sungmin
siempre había deseado de niño, con caballito de madera y todo. Los gemelos hicieron un
puchero antes de acomodarse en la amplia cama que compartían, aferrándose el uno al
otro al momento de cerrar los ojos.

Kyuhyun se recostó a un lado de ellos, tarareando una bella canción de cuna mientras sus
dedos acariciaban el suave cabello castaño de Sandeul. Su voz era tan hermosa. Todo en
él era tan perfecto. Y lo amaba. Sungmin lo amaba tanto como nunca pensó que podría
llegar a amar a alguien. Y no del tipo de amor que sentía por Eunhyuk, Donghae o Henry.
Era un amor desesperado, dulce, hermoso… apasionado. Él no sabía que podía llegar a
tener tales sentimientos.

Durante su vida había crecido viendo a su padre llorar la muerte de la mujer a la que él
amaba. Pero Sungmin no sabía diferenciar ése amor del que Hyukjae le profesaba con
cada mimo. Ahora lo comprendía. Perder a la persona que amas debía de ser terrible.

-¿Qué harías si yo no estuviera más contigo? –Kyuhyun volteó a verlo, su ceño fruncido a
la vez que dejaba de lado los zapatos que acababa de quitarse.
-¿Por qué lo preguntas? ¿Planeas dejarme? –El menor sonrió arrodillándose sobre la
cama
-Nunca te dejaría
-¿Entonces?
-Yo nunca más sería feliz si tú me dejaras –Susurró cuando el moreno estuvo de pie justo
frente a él –Si no te tuviera a mi lado, lloraría todo el tiempo… Si tú dejaras de amarme…
“No volvería a sonreír”
-Yo moriría sin ti Sungmin

Kyuhyun besó sus labios, deslizando sus manos por los laterales del pequeño y
anclándolas luego en las redondeadas caderas. Él amaba ese diminuto cuerpo, amaba
esa dulce sonrisa, la susurrante voz y los brillantes ojos del menor.

El Cho había conocido a muchas mujeres antes, había acariciado a decenas de ellas antes
de casarse. Pero ninguna como Sungmin. Ninguna de ellas podía compararse
mínimamente a su Minimin. Estaban destinados a permanecer juntos. A amarse siempre.
A pasar cada navidad, cada cumpleaños, cada nuevo año uno al lado del otro. Para
siempre. Ésa era una idea que le agradaba al mayor.

Para siempre amando a Sungmin.



-Siempre quise venir contigo –Eunhyuk suspiró arrancando algunas de las malas hierbas
que crecían en torno a las tumbas frente a ellos –Pero padre me había prohibido traerte.
¡Qué raro es pensar que ya ha pasado más de un año desde su muerte!

Sonriendo apenas, Sungmin se inclinó para ver más de cerca uno de los diminutos retratos
con forma oval que permanecían ubicados en aquellas tumbas. Curvó sus labios y cerró
momentáneamente los ojos. Había allí el rostro de una mujer. Una hermosa mujer de
cabellos ondulados que se ataban en un gracioso peinado alto, mejillas redondeadas y
labios acorazonados.

Toda su vida atesoró el vago recuerdo del rostro de su madre, las sombras indefinidas de
sus rasgos y la casi olvidada hermosa sonrisa que exhibía en aquel retrato. Su madre
había sido una mujer bella. Bellísima. Muy dulce y alegre, según las palabras de Eunhyuk.
El pelinegro suspiró colocándose de pie antes de que los brazos de su hermano mayor lo
rodearan por la espalda.

Había pasado poco más de un año desde la muerte de su padre. Hace un año la
tuberculosis había acabado con la vida de aquel hombre que, a pesar de todos los
maltratos, lo había querido a su modo.

-¿Crees que él pueda descansar en paz alguna vez? –Su hermano mayor apoyó el
mentón sobre uno de sus hombros, sus labios fruncidos y ojos cerrados -¿Hyuk?
-… -Un suspiro y el calor de Eunhyuk desapareció de pronto –No lo sé Sungmin
-Pero… él se arrepintió. Él no era un mal hombre
-el fue un muy mal hombre Min –El castaño acomodó un hermoso ramo de rosas en uno
de los elegantes jarrones, acariciando luego con la yema de sus dedos el retrato de su
madre –Espero que esté en un buen lugar. Junto a nuestra madre…

Las acciones eran lo que determinaban qué sería de sus almas al momento de partir al
más allá. Los sentimientos y los detalles durante la vida. Sungmin no quería que las
acciones de su padre lo hubiesen condenado. Pero así era. Y al igual que Eunhyuk, él
también debía aceptarlo. Claro, él aun seguía orando para que el alma de su padre
pudiese descansar junto a su la de su madre.

Vio por última vez los retratos y volteó para seguir los pasos de su hermano mayor fuera
del cementerio. Era la primera vez que visitaba aquel lugar, ya que no había asistido al
entierro de su padre hace un año. No se sentía con la valentía para hacerlo. Aunque…
tampoco la sentía ahora. Sungmin prefería los lugares como la Villa Cho. Siempre llenos
de personas, de sonrisas y sonidos. Siendo sincero. Él prefería cualquier sitio en el que
estuvieran Kyuhyun y sus hijos.

-Yo tampoco soy un gran amante de los cementerios, si te soy sincero –Le dijo Kyuhyun
esa noche mientras terminaba de arropar a los niños –Cuando desde que mis padres
murieron, he tratado de evitarlos lo más posible. Sólo voy para el aniversario de su
muerte… y para el del esposo de Jessica
-¿Cómo eran tus padres?
-No lo sé muy bien… tenía 5 años cuando murieron –Se encogió de hombros al momento
de abandonar la habitación –fui criado por Ajumma y su esposo –Asintiendo, el menor se
acomodó de inmediato bajo las capas de ropa de cama mientras observaba a su esposo
avivar el fuego de la chimenea. Era una noche fría
-Y él, ¿Cómo era?
-muy distinto a Jessica. Él era amable, respetuoso, siempre cálido y sonriente, me
apoyaba todo el tiempo… la bruja es una amargada en comparación a él
-Jessica es buena conmigo y Henry, y con los niños también
-¿Ya ves? A los únicos que tortura es a mí, a Hangeng y a Yesung

Sungmin se levantó de la cama apenas las llamas comenzaron a crepitar, la luz


anaranjada de ésta iluminando la suave piel del mayor. Suspiró y deslizó sus manos por
los brazos bien formados de éste, arrastrando de paso la camisa que aun traía puesta. Le
encantaba observar el torso de su esposo, su piel tostada por el trabajo al sol, sus
músculos bien definidos. Era tan hermoso.

El moreno volteó a verle, una sonrisa plasmada en sus labios al momento de unir la frente
con la suya, sus miradas conectándose en ése momento. Podían decirse tantas cosas sólo
con mirarse, con unir sus pieles. Era algo mágico, único. De ellos dos.

Aquel día en la casa de los Lee, sin siquiera sospecharlo, Kyuhyun y Sungmin habían
unido sus vidas, sus cuerpos, sus corazones y sus almas para siempre.

-“Te amo Kyuhyun”


-“Te amo Minimin” –Cerró sus ojos, besando luego aquellos dulces labios antes de volver a
conectar sus miradas –“Desde la primera vez que te vi. Siempre te quise”

Porque la primera vez que lo vio, Kyuhyun supo que ese chiquillo lo había cautivado y que
lo querría para siempre. Y se enamoró. Lo amó sin la necesidad de una sola palabra por
parte del menor.

FIN
Epílogo

-¡Bajen a ese niño!

Gyuri rió chocando sus palmas con las de Kibum, observando a Hangeng y Siwon
regañarse el uno al otro mientras que Jessica seguía gritando acerca de atrapar a
Sandeul, quien seguía trepado en uno de los árboles más altos de la Villa. El niño de 7
años tenía un talento innato para volver locos a todos en ésa casa.
Kibum balbuceó algo de sus padres antes de correr en dirección a la pequeña propiedad
que los Kim poseían dentro de la villa, riendo al gritarle una advertencia con respecto a su
padre. La pequeña pelinegra bufó cruzándose de brazos al momento de plantarse a los
pies del árbol en el que estaba trepado su hermano mayor. Ya que su amigo Bummie se
había ido a comer, le tocaba jugar con su gemelo. ¡Y ella no podía subirse al árbol
trayendo aquel vestido!

Jessica seguía refunfuñando por la inutilidad de los hombres de la Villa, su ceño fruncido y
los brazos tensos. Gyuri la observó fijamente mientras jugaba con las cintas de su vestido
rosa. Su ajumma parecía estar siempre enfadada, en especial con su appa Kyu o con
Hangeng. Ella la encontraba una mujer divertida.

-¡Ya Sandeul! ¡Ven a jugar conmigo!


-¡NO! Aquí está bonito –La niña hizo un puchero, viendo de forma suplicante a su
hermano
-¡Vamos Sandeul! Vamos a comer galletas de chocolate y a jugar con Choco, Cacao y
Tofu.
-¿Teukkie hizo galletas?
-¡Siempre hace galletas! –Jessica exclamó alzando los brazos con desesperación -¡Baja
de ése árbol antes de que caigas y te lastimes!
-Pero no quiero bajar…
-¡Cho Sandeul! ¿Qué haces ahí?

Sonriendo de forma torpe cuando Hangeng finalmente logró dejarlo en el piso, Sandeul
miró con ojitos de cachorro abandonado al hombre frente a él. No había sido un mal niño,
no había hecho nada malo además de subir al árbol, ¿Verdad? A su lado, Gyuri reía
tiernamente mientras escuchaba a su ajumma Jessica seguir maldiciendo a medio mundo,
aun cuando todos insistían en recordarle que no debía de decir palabrotas frente a los
niños. Ella, personalmente, moría por saber qué era “castrar” a alguien.

-¡Aigo! ¡Son tan parecidos a ti! ¡Jamás pude lograr bajarte de ese maldito árbol! –Jessica
decía mientras se perdía en una de las muchas puertas que le daban acceso a la casa
principal
-Qué mujer más loca –Llevando una mano a su cabello, el mayor volvió a fijar la mirada en
los gemelos –ahora, ¿Qué crees que podría haber ocurrido si te hubieses caído Sandeul?
-Pues… hubiera tocado el piso, ¿No? –Gyuri se rió mientras el más alto blanqueaba los
ojos -¡Appa! ¡Sólo estaba jugando! Verá que no lo vuelvo a hacer
-sí appa, Sandeul no lo hará porque irá conmigo a comer galletas –La niña abrazó a su
hermano mayor, sus labios posándose sobre la mejilla de éste –Seremos buenos niños

Kyuhyun suspiró viendo cómo sus pequeños hijos se metían a la cocina aun tomados de la
mano. Sus cabelleras oscuras brillando bajo los rayos del sol, sus risueñas carcajadas
sonando cada vez más lejanas. Traviesos como eran, los gemelos podían llegar a ser los
seres más dulces de la tierra aun sin proponérselo. Y él no podría desear que fuesen de
otra manera. Una perfecta mezcla de travesura e inocencia.

Sacudió la cabeza y se quitó las pesadas botas de montar apenas hubo llegado hasta su
habitación, lanzándolas a ningún lugar en particular mientras le permitía a su vista viajar
por toda la estancia en busca de su razón de vivir. ¿Dónde se había metido ya su hermoso
y pequeño esposo? Quizá estaba en la casa de Hangeng, cuidando de un muy
embarazado, panzón y malhumorado Henry.

No pudo evitar sentir pena al pensar en su jefe de cuadra soportando al hormonal


hombrecito que era ahora su esposo. Gracias al cielo que Sungmin de hormonal y
malhumorado no había tenido nada durante la larga espera que fue el nacimiento de los
gemelos. Sonrió en éste punto… sólo de recordar que él había creído que tendría un solo
hijo… y ahí estaban esos dos chiquillos corriendo por todas partes junto a Kibum –El hijo
mayor de KangIn y Leeteuk. Por ahora estaba bien así aunque… En 10 años más… no
quería a ese chico –ni a ningún otro- cerca de sus gemelos. Sandeul sería sacerdote y
Gyuri una linda religiosa que viviría en un monasterio, resguardada de los placeres
carnales de la vida.

¡Oh sí! Ya lo tenía todo fríamente calculado. A sus hijos no los tocaba nadie. No importaba
el hecho de que jamás sería abuelo. Y no importaba que Sungmin, Ahra, Ryewook,
Donghae o cualquiera de las mujeres Jung lo tratasen de exagerado o sobreprotector…
Siempre podría contar con Yesung y Eunhyuk apoyando sus planes… o bueno… siempre
que en el monasterio hubiera también un lugar para Krystal, Jonghyun y Amber.

-Adivina quién es –Susurró una melodiosa voz en su oído luego de que dos manos le
impidieran por completo la visión. El moreno sonrió entonces, sus propios dedos
acariciando superficialmente los del otro
-Déjame pensar… ¿Eres un ángel o una ninfa del bosque?
-Me haces cosquillas –Rió el menor alejando sus manos del rostro de Kyuhyun –lamento
decepcionarte, pero no soy una Ninfa del bosque
-Bueno… eres más guapo que una de esas, así que no me quejo –Sungmin sonrió
colocándose delante del cuerpo de su esposo –Así que… buenas tardes amor
-te he extrañado hoy –Tomando el rostro del mayor entre sus manos, el pelinegro besó
dulcemente sus labios -¿Qué tal el pueblo?
-no es divertido ir por negocios –El bajito hizo un puchero ayudándolo a quitarse de encima
la pesada chaqueta que traía puesta –Me encontré con Jinki cuando venía de regreso
-¿Es así? –Sungmin lo observó con interés -¿Qué tal estaba?
-Pues al borde de un desmayo
-¿Eh?
-Luna le dijo que sería padre nuevamente

Kyuhyun rió de forma burlesca mientras se colocaba ropa más cómoda que la que traía
puesta. Jinki y Luna habían sido amigos de Sungmin desde el momento en que lo
conocieron en aquella fiesta hace unos 8 años, y llevaban ya casi 5 años de matrimonio,
con 3 hijos durante ese corto período de tiempo. Aunque… debía admitir que sentía cierta
envidia hacia su amigo Jinki, que tenía ya 3 hijos y uno nuevo en camino, mientras que él
no había vuelto a escuchar la palabra “Embarazo” en Sungmin desde el nacimiento de los
gemelos.

No es que le molestase pero, después de tantos años, extrañaba eso de acurrucar a su


propio bebé en sus brazos, tararearle canciones mientras meces su cuna, sonreír en el
momento en que sus pequeños ojitos te ven por primera vez. Los años habían pasado, los
gemelos no eran ya unos bebés. Sus 7 años y múltiples travesuras lo demostraban. Pero
él aun tenía tanto amor paternal para dar, más allá de la infinita cantidad de abrazos y
besos que recibía a diario por parte de sus hijos.
Alzó la mirada, encontrándose con la sonrisa tímida de Sungmin. Sus ojitos brillaban por la
anticipación, sus mejillas se encontraban levemente sonrojadas, siendo cubiertas a medias
por los mechones de cabello oscuro que caían sobre ellas. Tan hermoso. Con 22 años
encima, Sungmin seguía siendo una verdadera belleza. Cada mañana se despertaba con
ese hermoso ser a su lado. Lo besaba, lo mimaba, le hacía el amor como jamás se lo
había hecho a nadie. Porque era Sungmin, era su esposo, era su chico con íntimos
momentos de mudez que los catapultaban a un mundo sólo de ellos dos. Era el amor de
su vida.

-¿En qué piensas?


-En lo mucho que te amo –Sonrojándose aun más, Sungmin desvió la mirada hacia la
puerta, sonriéndole a los dos pequeños que los observaban a ambos con una amplia
sonrisa
-Padre es lindo –Gyuri suspiró lanzándose a los brazos de su hermano mayor, quien la
abrazó iniciando un baile al compás de una inexistente melodía –Omma y appa son lindos
-Sandeul, Jessica me comentó que Hangeng hyung tuvo que bajarte del árbol nuevamente
–El niño asintió sin dejar de guiar a su hermanita en el vals imaginario. Sungmin sonrió
acercándose a ellos –No vuelvas a subirte ahí
-No omma
-¿Lo prometes?
-Lo prometo –Sandeul y Gyuri se separaron. La niña corrió hasta quedar sentada en las
piernas de Kyuhyun, mientras que el mayor de los gemelos hacía un puchero,
apresurándose a llegar al lado contrario al de su hermana –Padre, ¡Lo extrañamos mucho!
-¡Mucho mucho! –Ambos niños besaron sonoramente sus mejillas, estrangulándolo luego
en un apretado abrazo –No lo dijimos antes
-¡Jessica ajumma dijo que la cena estaría lista pronto!

Tan rápido como llegaron, los pequeños corrieron fuera de la habitación, dejándolos
nuevamente solos. Kyuhyun dio un suspiro mientras fijaba su mirada en el cuerpo menudo
de su esposo, la sonrisa plasmada en los labios del más bajito mientras llevaba una mano
hasta su cuello, sobando la zona como si ésta estuviese dolorida. Frunció entonces el
ceño y se colocó de pie, acercándose hasta tener el cuerpo del menor firmemente
estrechado entre sus brazos.

-Kyu…
-¿Hmm? –Hundió el rostro en la curva del cuello de más bajo, inhalando profundamente
-No te lo dije antes pero… el doctor Kim estuvo aquí hoy –El mayor se apartó apenas, sus
ojos buscando los del pelinegro
-¿Estás enfermo? ¿Por qué no me lo dijiste?
-Yo no diría enfermo… enfermo –Vaciló llevando una mano hasta su frente para apartar el
flequillo de ésta –Es algo un poco menos grave pero que tendré durante toda mi vida
-¡Amor! ¡Me asustas!

Sungmin rió apartándose de su agarre, sus ojitos reflejando picardía mientras que sus
labios se curvaban en una temblorosa sonrisa. Gesticuló un par de palabras con sus
labios, “Pon atención”, y llevó ambas manos hasta su vientre, rodeando luego su cintura y
moviendo sus brazos como si meciera un bebé en éstos, volviendo luego a dejar ambas
manos sobre el vientre. Sonrió entonces, viéndolo de forma risueña. Kyuhyun trastrabilló al
momento de acercarse a él, la confusión y emoción haciendo mella en su coordinación
motora.

-Minnie…
-“Tendremos un hijo Kyuhyunnie” –Movió sus labios, pronunciando aquellas insonoras
palabras –“Seremos padres nuevamente”
-¡Oh Dios! –Volviendo a abrazar al más pequeño, Kyuhyun besó una y otra vez sus
mejillas y labios mientras éste reía tímidamente -¡Dios Minnie! ¡No tienes ni idea de lo feliz
que me haces! Te amo, te amo tanto… ¡Te amo, te amo, te amo!
-Yo también te amo Kyu… -Sungmin se carcajeó recibiendo nuevamente un beso en los
labios –Pero… me asfixias
-¡Aigo!



-siento como si hubiésemos viajado en el tiempo 8 años atrás

Yesung chasqueó la lengua mientras veía a Kyuhyun pasearse de un lugar a otro en la


amplia habitación. El moreno tenía el cabello completamente alborotado, haciendo
prácticamente un nido de pájaros allí debido al constante paseo que realizaban sus manos
por dicha zona. Alguien debía darle a su amigo un buen remedio para calmar los nervios.
O en su defecto… un buen puñetazo en la cara.

-¡Padre! ¡Padre! El bebé abrió sus ojitos así de grande –Gyuri rió señalando al pequeño de
4 meses que descansaba en los brazos de Henry -¡Es tan bonito!
-Gyu, pequeña, no hables dándole la espalda a Henry –Haciendo una mueca
avergonzada, la niña volteó a ver nuevamente al mejor amigo de su omma –lo siento tío
Henry… su bebé es muy bonito –El mayor le sonrió asintiendo, sus brazos aferrándose
aun más al diminuto cuerpo de su hijo Minho
-¡Gyuri! ¡Vamos a jugar con Bummie hyung!
-¿CUÁNTO MÁS PUEDE TARDAR? –Yesung blanqueó los ojos ante el grito desesperado
de su amigo, pasándolo por alto y acercándose a su cuñado/hijo -¡ME VOLVERÉ LOCO!
-Ha pasado menos tiempo que hace 8 años –Murmuró dejando que Minho sujetase su
dedo con una de sus manitos –y me temo, amigo mío, que lo de loco ya lo tienes
-¡Eres un…!

Un fuertísimo llanto interrumpió sus palabras, una sonrisa se extendió por sus labios al
momento de abandonar aquella habitación a una velocidad increíble incluso para él. Atrás
quedaron los gritos de su amigo Yesung llamándolo, o los de su primo Hae que acababa
de llegar junto a Eunhyuk. Él sólo corrió hasta encontrarse a Jessica de pie en la puerta de
la misma habitación que hace 8 años, sus brazos cobijando un diminuto bulto, una
orgullosa sonrisa en sus labios.

-es niño
-Hola bebé… -Susurró tomándolo en sus propios brazos, la alegría convirtiéndose en
diminutas lágrimas de emoción. Habían tenido que pasar casi 7 años para poder volver a
sostener a uno de sus hijos en sus brazos –Soy yo, tu padre Kyu, ¿Me recuerdas? Te he
hablado cada noche…
Sungmin parecía menos agotado que la vez anterior. Sus labios permanecían
entreabiertos y los ojitos cerrados por momentos. Sus dedos sostenían con fuerza la cobija
que lo protegía mientras que luchaba por mantenerse despierto. Tan bello como él era,
nada lograba mermar la encantadora sonrisa que le brindó al momento de encontrarse sus
miradas. Una sonrisa que irradiaba felicidad, emoción. Una nueva vida iluminando sus
días, un nuevo bebé al que mimar junto a los gemelos.

Se acercó hasta él, sus labios rozando los del otro mientras el doctor Kim seguía
recuperando sus materiales. Compartieron miradas y más besos mientras el pequeño
permanecía en medio de ambos, sus ojitos cerrados, la respiración acompasada. De
cabello castaño, piel clara y finos rasgos, el chiquito era tan bello como lo habían sido
Gyuri y Sandeul al momento de nacer.



Kyuhyun suspiró acariciando el cabello de Sungmin mientras éste permanecía recostado


en la cama que compartía junto a Kyuhyun, sus ojos clavados en los más chiquitos que lo
observaban desde sus brazos. Los gemelos rieron desde su lugar, ambos arrodillados
junto a las piernas de su omma para poder ver mejor el rostro de su nuevo hermanito, la
sonrisa y alegría infantil apoderándose de sus rasgos cincelados.

-nuestro hermanito es tan lindo –Sandeul le dijo a su gemela mientras volvía a mirar al
bebé en brazos de Sungmin -¡Muy bonito!
-crece pronto bebé, para que te enseñe a montar a caballo –Sungmin se rió suavemente,
ganándose la atención de sus dos hijos mayores –omma, mi hermanito es precioso
-como ustedes –Dijo Kyuhyun, sorprendiéndose al verlos negar con la cabeza
-no, el bebé es más bonito que nosotros, ¿Verdad Sandeul?
-¡Mucho más lindo! –La apoyó el mayor abrazándose la pelinegra -¿Cómo se llama
nuestro hermanito?
-¿Cómo quieres que se llame Gyu? –Llevándose un dedo a los labios, la pequeña lo pensó
por unos segundos antes de sonreír nuevamente
-¡Qué sea Taemin! –Compartiendo una significativa mirada con su esposo, Kyuhyun
suspiró emocionado
-Me gusta Taemin –Sungmin murmuró besando la frente de su pequeño –Nuestro lindo
Taemin

Allí, de pie junto a las crepitantes llamas de la chimenea, Kyuhyun se quedó observando a
las 4 personas dormidas en la amplia cama. Sungmin protegía en sus brazos al pequeño
Taemin, mientras que los gemelos se abrazaban el uno al otro, sonrisas plasmadas en sus
bellos rostros. Un suspiro de satisfacción escapó de sus labios, acercándose
silenciosamente a la cama para dejar un cariñoso beso en la frente de cada uno de ellos,
riendo cuando Sandeul frunció momentáneamente el ceño. Tan lindo…

Tenía todo lo que podía desear, más de lo que nunca imaginó que tendría a sus 28 años. 3
hijos hermosos y maravillosos, una familia fantástica, amigos maravillosos, y un esposo al
que amaba más que a su propia vida. La persona más linda del mundo. Su Sungmin,
aquel que había aprendido a sonreír a su lado, a disfrutar la vida a su lado, a ser feliz....
¿Qué más podía pedir?
-Te amo Minnie, y me ocuparé de hacerte feliz siempre –Susurró besando las mejillas del
menor, quien abrió sus ojos regalándole una hermosa sonrisa
-por siempre y para siempre –El moreno asintió acariciando los cabellos oscuros de su
esposo
-hasta el último de nuestros suspiros



7 años después….

-¡GYURI, SANDEULI! ¡VENGAN AQUÍ AHORA MISMO!

Taemin alzó la mirada, sus ojitos castaños revoloteando desde el rostro de diversión de su
amigo Minho hasta el sitio por donde provenían los gritos de su padre. Sonrió
encogiéndose de hombros y volviendo a centrarse en la cuna donde dormía su hermanita
mucho más pequeña, la linda Lauren, de apenas 3 meses de vida.

Sandeul apareció en la habitación, indicándoles que guardasen silencio al momento de


esconderse dentro del enorme armario de sus padres. Minho sacudió la cabeza, volviendo
a acariciar el cabello castaño del bebé. Segundos después, Kyuhyun hizo acto de ingreso
al lugar.

-Taemin, ¿Has visto a tu hermano Sandeul? –Ambos niños negaron al mismo tiempo
mientras lo veían pasar una mano por su cabello -¿Y a Gyuri?
-Fue a bañarse a la cascada con Kibum hyung –El color de su padre se drenó rápidamente
de su rostro, seguida de una graciosa mueca de enfado antes de salir echando humo de la
habitación
-¡TE LO DIGO LEETEUK! ¡TU HIJO LE PONE UNA MANO ENCIMA A MI PRINCESA Y
YO MISMO ME ENCARGO DE DEJARLO SIN HEREDEROS!
-¡YA CHO KYUHYUN! ¡NO AMENACES A TEUKKIE HYUNG! –Y esa fue la voz de su
omma desde el piso inferior.

Taemin sonrió con diversión viendo a Sandeul salir del armario. El adolescente les
obsequio unas pocas galletas antes de fugarse en completo silencio. Los niños suspiraron
sin dejar de escuchar los gritos de Kyuhyun y los regaños que recibía por parte de
Sungmin, a los que ahora se habían unido las amenazas de su ajumma Jessica y las
carcajadas de su tío Henry. Sí… eran una gran familia.

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