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S. XIX.

LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN EN ESPAÑA (1808-1833)

T3. EL REINADO DE FERNANDO VII: SUS ETAPAS

El reinado efectivo de Fernando VII puede dividirse en tres etapas:

Sexenio Absolutista (1814–1820):

A finales de 1813, se firmó el Tratado de Valençay por el cual Napoleón devolvía la corona española
a Fernando VII. Tras la llegada del monarca a España, ya el 1814 el rey decide no ir directamente a
la capital donde le esperan para asumir el mandato de la Constitución de 1812 y se dirige a Valencia
para recabar apoyos; allí, los absolutistas, la nobleza y el clero le mostraron al rey su apoyo,
presentándole el Manifiesto de los Persas, con el que pedían la vuelta al absolutismo. Seguro de
estos apoyos el rey dio un Golpe de Estado mediante el Real Decreto de 1814, con el que suprimió
las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812, y anunció la vuelta al absolutismo.

Mientras, en el Congreso de Viena de 1815, Rusia, Prusia, y Austria, que habían vencido a Napoleón
y querían volver al Antiguo Régimen, se prometieron ayuda mutua para defender sus tronos,
creando la llamada Santa Alianza.

En España, se produjo una dura represión absolutista, que obligó a los liberales a decidir entre
marchar al exilio, pasar a la clandestinidad, o ganarse el aprecio del nuevo régimen. Ante esta
situación, la oposición a Fernando VII no tardó en manifestarse. Los liberales buscaron el apoyo del
ejercito descontento para derribar el Absolutismo, naciendo así el llamado militarismo. Entre 1814
y 1820 se sucedieron varios pronunciamientos liberales frustrados, pudiendo destacar el de Espoz
y Mina, el de Díaz Porlier, y el de los generales Lacy y Milans del Bosch.

La situación del país era lamentable y se vio agravada por la decadencia de la agricultura, la quiebra
financiera y el inicio de la emancipación de las colonias americanas. Este último problema se debió
principalmente a la influencia de las ideas ilustradas, el ejemplo de la independencia de los EEUU,
y al descontento de los criollos. Tuvieron lugar entonces las grandes campañas de los Libertadores
Simón Bolívar y el general San Martín. En 1824 se produjo la definitiva derrota española en
Ayacucho, independizándose México y las Provincias Unidas de América Central. Finalmente, de
todos los territorios que tenía España, sólo quedaron Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que se perderán
en el Desastre del 1898.

El Trienio Liberal (1820-1823)

En 1820, el teniente coronel Rafael Riego se sublevó en Cabezas de San Juan contra el régimen
absolutista, utilizando las tropas destinadas a sofocar la rebelión de las colonias españolas en
América. La consecuencia fue que Fernando VII se vio forzado a jurar la Constitución de 1812,
convirtiéndose en un monarca constitucional. Fernando formó entonces un “gabinete de
presidiarios” constituido por liberales, quienes se escindieron en dos facciones:
- DOCEAÑISTAS o moderados. Defendían la participación de la Corona en el proceso reformista, el
sufragio censitario y unas Cortes de doble cámara. Gobernaron de 1820 a 1822, presididos por
Martínez de la Rosa.
- VEINTEAÑISTAS o liberales exaltados. Eran partidarios del sufragio universal masculino, Cortes de
una sola cámara y libertad de opinión. Gobernaron entre 1822 y 1823, a partir de la Revolución
Exaltada.

Mientras se estaban llevando a cabo reformas liberales de diverso tipo (Código Penal, Milicia
Nacional, supresión de órdenes religiosas, libertad de imprenta...), el rey no dejaba de solicitar en
secreto la intervención de la Santa Alianza para restablecer el absolutismo. En 1823 la Santa Alianza
envió a España a los Cien Mil Hijos de San Luis, ejército que ayudó a Fernando VII a recuperar de
nuevo el poder y restaurar el Absolutismo.

Década Ominosa (1823-1833)

Desde 1823 hasta su muerte, Fernando VII gobernó otra vez como monarca absoluto. La vuelta al
Absolutismo fue seguida, como en 1814, por una durísima represión contra la oposición liberal. Un
gran número de liberales fueron ajusticiados y otros tantos tuvieron que exiliarse hacia Francia e
Inglaterra. Además, se creó la Policía Nacional para garantizar el orden. Sin embargo, la mayor
preocupación de Fernando VII durante este período fue el problema económico, agravado con la
pérdida definitiva de las colonias americanas. A partir de 1825, el gobierno inició un cierto
reformismo moderado, ayudado de ministros liberales como Cea Bermúdez o López Ballesteros,
entre estas reformas cabe destacar: La creación del Consejo de Ministros, Ministerio de fomento,
Presupuestos Generales del Estado, Bolsa de Madrid y el Banco Real de San Fernando.

Al final de la década se sucedieron varias intentonas liberales para derrocar al régimen absolutista,
pudiendo destacar el pronunciamiento del general Torrijos en Málaga, fusilado junto a sus
compañeros, o la ejecución de Mariana Pineda. También se produjeron levantamientos
conservadores, de “realistas puros” que acusaron a Fernando de transigir demasiado con los
liberales. El propio hermano del rey, Carlos María Isidro, organizó a los absolutistas más radicales,
que promovieron conspiraciones como la revuelta de los Malcontents, acontecida en Cataluña
(1827).

Al final de su reinado va a surgir también el problema sucesorio. En 1830, cuando ya se esperaba la


sucesión en su hermano Carlos María Isidro, nació su hija Isabel, de su joven esposa María Cristina
de Borbón. Ese mismo año, Fernando publicó la Pragmática Sanción, que, al abolir la Ley
Sálica, permitía reinar a las mujeres. Los realistas exaltados (carlistas) no la aceptaron y
aprovecharon la enfermedad del rey para abolirla (sucesos de La Granja), pudiendo así gobernar su
hermano. Tras recuperarse, el rey volvió a restaurar la Pragmática Sanción.

Al morir Fernando VII en 1833, heredó el trono su hija Isabel II, con tres años de edad. De este hecho
derivarán dos consecuencias: el inicio de una guerra civil entre isabelinos y carlistas, y la regencia
de María Cristina de Borbón (1833-1840), durante la minoría de edad de su hija.

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