Jessica Sims - Midnight Liaisons 2.6 - Single Wolf Female

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Single Wolf

Female

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Sinopsis
Alice Savage necesita un alfa —cualquier alfa— para prevenir que su
manada sea usurpada por el lascivo Roscoe. Como último recurso, ella
se inscribe en el servicio de citas Midnight Liaisons, sin esperar que
encontraría al alfa que busca. Ella ciertamente no esperaba a Jackson
Wilder, un relajado y sexy-como-el-pecado forastero quien clama ser un
alfa.

Pero Alice tiene un problema que la mayoría de hembras alfas lobo no:
ella es virgen. Y la hembra alfa de una manada de lobos siempre
pertenece a un macho alfa. Por suerte para ella, Jackson es
absolutamente magnífico y está dispuesto a tomar las cosas con calma.
¿Pero es lo suficientemente Alfa para ayudarla a salvar a su manada... o
es demasiado fácil de llevar para ser el hombre que ella necesita?

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Capítulo 1

H
abía ciertas cosas que se esperaban de una hembra lobo alfa:
cuidar de la manada, ejercer el liderazgo, dominar el cambio a
lobo con facilidad. Apaciguar al macho alfa. Dominar a las
hembras de la manada.

¿Rellenar un perfil de citas para mujeres solas? No está en la lista. Ni


siquiera cerca.

Para empeorar las cosas, yo estaba vergonzosamente enojada al llenar el


perfil. Mordí la punta de mi pluma con vigor mientras releía la línea de
preguntas del formulario, aborreciendo el proceso con cada fibra de mi
lobuno ser.

Soy un ___________ buscando un _____________.

Mi cerebro completó con lo obvio. Soy una idiota buscando una pista, o
de lo contrario no estaría aquí. En cambio, escribí “mujer” y “hombre” en
los espacios en blanco y luego fruncí el ceño. ¿Podría ser más vaga? Los
taché y escribí sobre ellos: “mujer lobo” y “compañero”.

La siguiente pregunta era aún peor. Tipo de cuerpo: __________.

¿Qué diablos es lo que querían allí? ¿Talla? ¿Altura? ¿Mujer? ¿Loba?


¿Viva? ¿O era lo que yo quería en un hombre? ¿Podría calificar
“respirando”? Resistí el impulso de gruñirle al papel y coloqué el extremo
de la pluma en mi boca de nuevo, mordiendo fuertemente con ansiedad.

La mujer sentada frente a mí en el pequeño escritorio dejó de escribir y


me dio una leve sonrisa.

—¿Tienes una pregunta sobre el formulario? —Su mirada se desvió a la


pluma destrozada en mi boca, y luego de vuelta a mi cara.

Ups. Seguía olvidando que las empleadas de Midnight Liaisons eran


humanas. No era de extrañar que ella estuviera tan incómoda a la vista
de un lobo con un juguete masticable. Enseguida saqué del bolígrafo de
mi boca y le di una sonrisa tranquilizadora.

—Sólo estaba pensando.


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—¿Acerca del formulario?

—Sí. Yo, um, quiero asegurarme de que mis respuestas son correctas.

—Tómate tu tiempo. —Regresó de nuevo a lo que estaba escribiendo con


una sonrisa muy suya, y mi estimación de ella subió a un nivel superior.
Como siempre los seres humanos se asustaban fácilmente, pero ella
parecía menos perturbada por mi actitud que los demás. Llevaba una
expresión distraída en su cara redonda y parecía de mi edad. Excepto
que yo estaba vistiendo pantalones vaqueros y una andrajosa camiseta
de Star Wars y mi cabello era una fibrosa, mopa descuidada de ondas de
color marrón oscuro. Ella, por otro lado, estaba vestida con un suéter de
color rosa bebé, falda negra, y su pelo recogido en una larga cola de
caballo rubia pálida. No usaba perfume, lo que me permitió percibir el
más ligero olor de hombre-puma sobre ella a pesar del empalagoso olor
humano.

A juzgar por las fotos en su escritorio (la mayoría de ellas eran de ella con
sus brazos alrededor de un gran gato salvaje) o estaba casada con un
cambiador o le gustaban los animales peligrosos. Iba a apostar por la
primera, dado que ella trabajaba en una agencia de citas para
cambiadores.

Interesante. No le prestaba mucha atención a las cosas fuera de la


política de hombre lobo, pero no me di cuenta de que la Alianza —o lo
que fuera que se llamaran a sí mismos— tenía permitido ese tipo de
cosas. Los humanos eran por lo general vistos como... bueno, un poco...
inoportunos. No del todo insalubres, pero no del todo dignos de notar,
tampoco.

La mujer miró por encima de mí con una sonrisa ligeramente irónica que
me tranquilizó.

—No creo que tengamos a tu manada en nuestra base de datos, ¿es la


primera vez que te has registrado en cualquier negocio relacionado con
la Alianza?

Apreté el papel con fuerza, la pluma destrozada agarrada entre mis


dedos.

—La manda Savage es muy… tradicional. Esta es mi primera vez


aplicando en una agencia de citas. Ustedes son el único servicio del que
conozco que trata con cambiadores, y no hay manera de que me empareje
con un... —la palabra murió en mi garganta.
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Iba a decir “humano” porque, bueno, olían de manera muy humana y no
entendían a los cambiadores. Salir en una cita con uno sería como salir
con su extraño primo Ralphie. Eso apestaría a desesperación y seria el
hazme reír de toda la comunidad. No importaba cuán difícil lo tuvieras
para el baile, nunca te rebajabas al nivel de Ralphie. Pero entonces eché
un vistazo a las fotos felices sobre su escritorio. En una, el puma lamía
su cara mientras ella reía hacia la cámara.

¿Tal vez la Alianza estaba haciéndose más tolerante hacia los humanos?
Quiero decir, ésta parecía agradable. Ella no podía evitar que hubiera
nacido humana. Supuse.

—La primera vez —repetí—. Los lobos solo salen con lobos.

Ella me dio una mirada gentil y asintió hacia el formulario en mi mano


que se estaba arrugando alrededor de los bordes con mi manejo brusco.

—¿Sobre qué tienes una pregunta?

Bajé el formulario y apunté a una línea en particular. Noté mientras


señalaba que había triturado el extremo de plástico de la pluma con mis
dientes. Probablemente tenía azul sobre toda mi boca ahora.

—Um —dije incómodamente, limpiándome el labio con la manga de mi


camisa—. Dice “estado” aquí... ¿quieres decir como alfa, ¿no?

Ella parpadeó hacia mí, con sus ojos ligeramente como de búho en su
pálido rostro.

—¿Alfa? Oh. No. Normalmente no le pedimos eso a nuestros clientes. —


Ella tomó el papel de mí mano y lo estudió—. Es para “soltero” o
“buscando contactos” o “en una relación” o cosas así. Así la gente sabe
mirando tu perfil qué exactamente quieres hacer al contactar con ellos.

—Oh. —Miré hacia abajo al papel. Bueno, eso era tonto. E inútil. Debía
haber sido acerca del estatus en la manada, no creación de contactos—.
Soltera.

Ella me sonrió de nuevo, la misma sonrisa tímida casi reacia.

—No veo por qué no podríamos preguntar sobre el estatus en la manada


—dijo con una voz enérgica que desmentía su delicado y femenino suéter
y los ojos muy abiertos—. Tiene sentido. No tenemos una gran cantidad
de lobos, siento decirlo. Sería fácil actualizar los formularios sin embargo.
—Ella parecía intrigada por ese pensamiento.
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—Genial —ofrecí, sin saber qué más decir. Así que ella no conseguía
muchos lobos. O eso era un código para “tú eres el único lobo perdedor
que tengo” o estaba mintiendo para hacerme sentir mejor. Claro que
esperaba que fuera la opción dos.

—Genial. Podemos completar el resto del formulario a medida que


avancemos. Voy a empezar a crear tu perfil.

Asentí a medida que se giraba de nuevo a su ordenador y eché un vistazo


a las cosas en su escritorio. Bathsheba Ward-Russell, decía la placa en
su escritorio, y el nombre me sonaba vagamente familiar, pero no podía
ubicarlo. La manada Savage estaba un poco aislada del resto del mundo
últimamente.

¿Se suponía que debía saber quién era? El pensamiento me deprimió


mientras me limpiaba mi labio, buscando secretamente restos de tinta
azul. Vaya hembra alfa que era. El macho alfa moriría y yo en lugar de
mantener a todos juntos, estaba cayendo a pedazos y buscando
desesperadamente ayuda en una agencia de citas.

Ella comenzó a golpear su teclado.

—¿Así que estás interesada en otro lobo?

En realidad no, si estaba siendo honesta conmigo misma. Tenía tantas


cosas en la plato ahora mismo que quería huir más que cualquier otra
cosa. Quería un poco de tiempo para mí, tiempo para recrearme, para ser
solo Alice, en lugar de la alfa Savage. La hermana de Cash. ¿Y estando
en esta agencia de citas, viendo los carteles de parejas felices
abrazándose? ¿Viendo las fotos de Bathsheba con sus brazos alrededor
del puma y la mirada de intensa felicidad en su rostro? Tal vez yo quería
algo así.

Sólo que estaba sin de opciones.

—Síp. Necesito un hombre lobo.

Ella se inclinó hacia adelante y su larga cola de caballo se dejó caer sobre
los papeles allí, enviándome otra ola de olor humano que me hacía
cosquillas en fosas nasales.

—No tenemos una gran cantidad de lobos en la Alianza aún —murmuró,


en voz baja, como si compartiera un secreto—. Hemos tenido algunos,
eh, problemas de límites.

En otras palabras: los lobos no jugaban bien con otros que no eran lobos.
Yo ya lo sabía. Pero fingí ignorancia.
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—¿Ah, sí?

—Sí. —Ella lo meditó un momento, y luego añadió—: No son muy


aficionados a mi marido. Es un puma.

—Ah —dije, y volvió de nuevo al monitor, el miedo hizo estragos en mi


estómago. Había cometido un error al venir aquí. Ningún lobo en su sano
juicio se presentaría a una agencia de citas que era manejada por
humanos y por cambia-gatos. ¿Qué estaba haciendo yo aquí? Frustrada,
agarré mi bolso y comencé a tensarme.

—¿Así que estás buscando un alfa? —preguntó Bathsheba con voz


amigable—. ¿Ya que no estás interesada en salir fuera de las manadas
de lobos?

—Sí. ¿Tienes alguno?

Esa espiral en mi estómago no era esperanza, ¿verdad?

Bathsheba frunció los labios y luego giró la pantalla del monitor de nuevo
hacia ella.

—Bueno, no lo sé con seguridad. Puedo llamar a todos los perfiles y


pedirles su designación, y luego traer a mi experto para actualizar sus
perfiles. El proceso puede durar unas pocas horas pero si gustas, puedo
conseguir terminarlo para el final del día. Como dije, no tenemos muchos
lobos en nuestro sistema. Probablemente alrededor de una docena.

—Eso sería maravilloso —le dije, mientras sacaba mi tarjeta de débito—.


¿Cuánto más va a costar?

Ella negó con la cabeza hacia mí y me dio una leve sonrisa.

—Sin cargo. Pero tengo una petición.

Oh, aquí vamos... mis nervios aumentaron ligeramente.

—Si encuentras un alfa, me gustaría pedirle a ambos que hablaran con


mi marido sobre su manada posiblemente uniéndose a la Alianza.
Estamos buscando fortalecer nuestros lazos con los lobos locales y no
parece conseguir un punto de apoyo en la puerta. No mucho, lo prometo.
Sólo una cena y una discusión. Sin presión.

Ugh. Eso tenía todo el atractivo de un argumento de venta de tiempo


compartido, pero quería desesperadamente la lista de alfas que me podía
conseguir.

—Hecho.
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Capítulo 2

U
na hora más tarde, mi propio perfil fue publicado con una foto
mala de mí que parecía más una ficha policial, una súplica para
una cita, me conduje mi auto F150 para volver a Little Paradise,
Texas.

Para el momento en que puse la camioneta en la entrada de la casa


Savage, mi teléfono había sonado tres veces. Dejé que todo fuera al correo
de voz, cada timbre llenándome de miedo. Si uno de los miembros de la
manada me necesitaba, mandarían un mensaje de texto. Trina los tenía
a todos adictos a los mensajes de texto.

Sólo los extraños llamaban. Extraños y cobradores.

Las luces estaban apagadas mientras conducía hacia la entrada, pero


una vez más, no hubo sorpresas. Desde la muerte de Cash, los chicos de
la manada habían visto mi dolor, me habían visto luchar. Vieron la casa
venirse bajo alrededor de mí. Habían encontrado maneras de ser escasos,
de darme tiempo para llorar. Incluso Holly pasó la mayoría de las noches
en dios-sabe-donde con el bebé Eddie, sólo para que yo pudiera tener un
tiempo a solas. Todos estaban en una clase de equilibrio nervioso a mí
alrededor. Como resultado, mi normalmente cálida y enorme casa se
sentía fría y vacía.

Vaya alfa que era. Ni siquiera podía cuidar de mí misma, mucho menos
de mi manada. Disgustada conmigo misma, salí del auto en el camino de
grava.

El olor del aire de la tarde llevaba consigo la débil esencia de la lluvia, un


gato callejero o dos, y el amargo olor de los cubos de basura alrededor de
la parte trasera de la casa. Mentalmente me reprendí por no sacar los
cubos, nunca lo había hecho antes. Cash se había encargado, y a mí se
me olvidaba cuales eran los días en que pasaba el camión de la basura
cuáles no. Ahora tendría que oler leche vieja de dos semanas. Ugh. Mi
nariz de lobo podía olerla todo el camino a través del patio.

Con mi auto en el garaje, me apresuré hacia la puerta principal, pisoteado


los escalones de madera y pasando alrededor del porche envolvente de la
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casa de tres pisos de mi padre, y cerré firmemente la puerta detrás de mí.
No hubo ningún olor de alguien recientemente cerca, pero era difícil de
decir, ya que mi casa siempre olía a lobos.

El interior de la casa era igualmente deprimente. Marchitos ramos de


flores cubrían cada superficie, llenando el aire con el grueso almizcle de
viejas rosas secas. No me había molestado en deshacerme de ellas aún,
y por lo menos enmascaraban el olor de la basura afuera. Las paredes
estaban al descubierto ahora, y siempre me sobresaltaba verlas y las
manchas descoloridas en el papel tapiz. Había removido todas las fotos
de Cash después de que hubo muerto, igual que cuando mamá había
bajado todas las fotos de papá cuando murió, y entonces hice lo mismo
cuando mamá murió pocos meses más tarde.

A los hombres lobo no les gustaban mucho el cambio de rutinas.

La casa era un desastre: lavandería amontonándose en todas las


superficies, algunas mías, algunas pertenecientes a los chicos de la
manada. Algunas eran de Cash, pero no me atrevía a tocarlas. Lo mismo
ocurría con los platos sucios y pilas de cajas de pizza: se apoderaron de
cada pulgada de espacio libre en el salón. Lo ignoré todo.

Dentro de la casa, bajo el hedor de la podredumbre de flores, había un


amargo olor almizclado en el aire que no podía ubicar. Lo noté mientras
depositaba mis llaves y me dirigí a mi dormitorio. Era muy sencillo y lo
ignoré a medida que entré en mi estudio, moviéndome hacia mi
computadora sentándome frente a mi escritorio. Probablemente era
alguna otra cosa podrida. Yo no iba exactamente a ganar ningún premio
de ama de casa del año por el momento.

Y aunque no quería, saqué mi celular de mi bolsillo y eché un vistazo a


la pantalla.

Un mensaje de tres llamadas perdidas.

Los pelos en mi cuello se erizaron ante eso, y enseguida reprimí el gruñido


que se elevó en la parte posterior de mi garganta.

Hice clic en el icono de “llamadas perdidas”. Un número era el de Len


llamando desde la cárcel. Probablemente quería saber cuándo sacaría su
culo de ahí, y yo no tenía ninguna prisa sobre eso, no mientras no tuviera
un macho alfa firmemente a la cabeza de la manada. Len tenía su ojo en
la vieja posición de Cash, y yo no tenía muchas ganas de saltar en la
cama con Len. Sólo la idea hizo que mi estómago se revolviera. La
siguiente llamada fue de uno de los chicos —sorpresa, sorpresa— del
número de Holly. La más sensible de mi pequeña manada, se había
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estado sintiendo fuera del agua regularmente, y suponía que les estaba
informando a los demás si yo ya había superado mi dolor.

Todavía no. No sabía si el dolor en mi pecho se iría algún día. Mi hermano


—y co-líder de nuestra pequeña manada— había muerto. En un
accidente de auto. Tan mundana cosa para pasarle a un hombre lobo,
pero lo mató como a cualquier humano. Eso dejaba una sensación de
malestar en mi estómago cada vez que pensaba en ello. Lo empujé al
fondo de mi mente, resolviendo devolver la llamada a Holly prontamente.
Los otros querían saber qué estaba pasando con su manada, y con la
próxima luna llena.

Para el momento en que la luna llena llegara en pocos días, yo o tenía


que cederle la manada a Roscoe y esquivarlo como el infierno, o encontrar
un nuevo alfa antes de convertirme en la perra de Roscoe. Literalmente.
Él usurparía mi manada en un latido del corazón, dejándonos indefensos
e inclinándonos a su voluntad. Él ya había dado a conocer sus
intenciones, y de solo pensar en él haciéndose cargo se me revolvía el
estómago.

La hembra alfa siempre se emparejaba con el macho alfa.

Había unas pocas excepciones, por supuesto. Como los hermanos que
eran alfas. Cash y yo habíamos caído en esa categoría. Nuestro padre
había sido el alfa de la manada Savage, nuestra madre la hembra alfa.
Cuándo habían muerto, los llevamos a su sitio de descaso sin una
emotiva extensión entre nuestra pequeña manada. La manda Savage
siempre había tenido una mezcla ecléctica, pero con el cambio, las
muertes y algunos de los miembros yéndose a una nueva manada, de
pronto nos encontramos a nosotros mismos siendo una increíblemente
joven manada de la noche a la mañana. Len era dos años más joven que
yo. Holly, Spence y Trina también eran todos jóvenes. Joanne apenas
tenía veinte años antes de que hubiera dejado el territorio porque no pudo
arrebatarme la posición de hembra alfa. Había dejado al bebé Eddie bajo
el cuidado de Cash como reemplazo de su lugar en la manada. Eso dejaba
a Carlos, nuestro omega. Él era la única persona mayor que teníamos, y
estaba en sus cincuenta antes de que muriera en el mismo accidente de
auto en el que había muerto Cash. Ellos estaban regresando de uno de
los casinos de Oklahoma, ambos estaban borrachos como zorrillos, y se
salieron de la carretera.

Me habían dejado con una manada de niños y llorando la muerte de mi


hermano.
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Eso me había dejado vulnerable. Como una hembra alfa sin ningún
macho, estaba a merced del lobo macho más fuertes que viniera a nuestro
territorio. Como una hembra alfa, podría resistir, pero sólo durante un
tiempo, antes de sucumbir a la voluntad más fuerte del macho alfa.

Y Roscoe había dejado claro que tenía la intención de que mi alfa fuera
él. Yo tenía una idea de quién me había dejado los mensajes en mi
teléfono. Con un sabor amargo de pavor en mi boca, hice clic en “Correo
de voz” y escuché.

—Hola, tetas dulces —dijo Roscoe arrastrando las palabras en el


mensaje, y enseguida perdí el aliento—. Sabes lo que sucederá dentro de
dos días, ¿verdad? Luna llena. El momento perfecto para que un par de
alfas llegaran a conocerse mejor.

—Vomitaré en mi boca —murmuré al teléfono como si el mensaje pudiera


hablarme.

—Mira, ambos sabemos cómo es la ley de la manada. Tus lobos necesitan


un macho y una hembra alfa para que las cosas funcionen bien, no
pueden funcionar sólo con uno, ya sabes. Y resulta que soy un macho
alfa, y, bueno, seguro que eres una preciosa hembra alfa. Así que quizá
deberías aceptar el destino y ponerte algo bonito en la próxima luna llena.
Me gusta mi mujer emperifollada…

Borré los mensajes con disgusto. Roscoe era horroroso, peor que vil.

Pero también estaba en lo correcto. La ley de la manada decía que si yo


no hacía nada para encontrar un alfa, él podría aparecer y luchar por el
dominio de la manada. Si no podía encontrar a nadie que fuera el alfa, él
asumiría el liderazgo de mi manada y yo no tendría otra opción que
sucumbir ante él. Una manada necesitaba dos líderes, y especialmente
necesitaba un macho alfa. Yo podría ejercer mi voluntad sobre los
hombres en cierta medida, pero a la final, constantemente pondrían a
prueba mi dominio y en el momento en que no fallara en dominar a uno
de ellos, estaría debajo de él en todos los sentidos.

Esa era la forma en que funcionaba.

Odiaba cómo funcionaban las cosas.

El sonido de Windows iniciando llegó desde mi computadora y enseguida


escribí mi contraseña con dedos temblorosos. Ese imbécil de Roscoe
sabía exactamente cómo alterarme, hacerme temblar de odio y disgusto.

Nunca me había sentido tan impotente y fuera de control.


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Mi email sonó y sentí terror de nuevo. ¿Un email también? Los mensajes
en mi buzón, sin embargo, eran seguros. Unos pocos mensajes eran de
la manada, y uno de Midnight Liaisons. Probablemente mi contraseña o
algo.

Cuando hice clic en él, sin embargo, vi un mensaje personal de la Sra.


Ward-Russell.

Sra. Savage, decía. Todos los perfiles han sido actualizados con el estatus
en la manada. Si usted hace una búsqueda de “lobos” debería ver a todos
los candidatos con esa denominación y su estatus. Espero que esto le
ayude. Buena suerte y voy a comprobar de nuevo dentro de unos días para
ver cómo están yendo las cosas. —Bathsheba.

Bueno, bueno. Bathsheba había incluido un enlace al sitio web Midnight


Liaisons en la parte inferior del correo electrónico e hice clic en él. El sitio
en sí era soso y estaba compuesto de tonos azules y un familiar símbolo
de unidad que reconocí como el símbolo de la Alianza. Escribí el nombre
de usuario y contraseña que ella me había asignado y me llevó a la página
web, que mostraba una lista de perfiles destacados para la semana. Una
arpía, sonriendo trémulamente para la cámara. Un vampiro buscando un
cambiante gato. Un hombre-jabalí que buscaba de su propia raza:
robusta y peluda. Ugh. Nada me llamaba la atención.

Hice clic en el enlace “Mi perfil” en la parte superior. Ugh de nuevo. Mi


cabello se veía despeinado y mis ojos tenían círculos oscuros debajo de
ellos. También había perdido demasiado peso y mis clavículas
sobresalían. ¿Y se suponía que los hombres verían esto y quisieran salir
conmigo? La mujer de la foto se veía asustadiza y sin fuerzas.

Me di cuenta de que Bathsheba había dejado consideradamente mi


propio estatus en la manada fuera de mi perfil; percibí que esa fue una
medida deliberada para mi privacidad, y le di las gracias mentalmente
por ello. Al hacer clic en el motor de búsqueda, empecé a escribir mi
criterio de búsqueda.

Hombre (duh). Hombre lobo. Deje la edad y el estado marital en blanco,


esos no importaban tanto si encontraba un alfa que no me violara y
tratara de destruirme si se apoderaba de mi manada. Tomaría un anciano
con una esposa cualquier día, mientras pudiera estar con mi manada.
Tanto como estuviéramos juntos. Podría aprender a ser subordinada.
Podría aprender a gustarme los tríos.

Supongo.
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Era la parte de subordinación lo que realmente no me gustaba. Incluso
el pensamiento de ser subordinada por otro alfa como Roscoe me ponía
enferma.

El reloj de arena en mi cursor giró lentamente, y me quedé mirando un


pequeño anuncio emergente. ¿Una broma? No importaba, dos segundos
después, trece perfiles aparecieron en la pantalla con pequeños cuadros
de texto. El primero tenía una pequeña imagen adjunta, así que hice clic
en el perfil.

El tipo de la foto parecía tener un aspecto decente: un poco más gris y


bigotudo de lo que me importara, pero parecía fuerte y musculoso (a
menos que todo lo que parecía musculo fuera grasa extra). Su perfil decía
que estaba en Texas, aunque no lo reconocí de ninguna de las manadas
de la zona. No es que nos lleváramos con alguna de ellas. Aun así, el
hombre tenía un rostro amable, no estaba relacionado, y no era Roscoe.
Tenía potencial.

Había un pequeño botón parpadeando en la parte inferior que decía


“¡Nuevo!” junto al campo etiquetado como “Estatus en la manada”.

Mierda. Era una beta. Un fuerte segundo en el mando, pero no lo que yo


estaba buscando. Cerré el perfil y me trasladé al siguiente. Yo tenía que
tener un alfa. Además ya tenía un grupo de chicos que serían un gran
beta.

Después de moverme por varios perfiles más, llegué a una conclusión


irritante. Cada lobo sabía que sólo podía haber una beta en cada manada
—el segundo al mando después de un alfa— y sin embargo cada perfil de
hombres en los que había hecho clic decía “Beta” como su estatus de
manada. En otras palabras, eran grandes mentirosos, igual que cuando
ingresaban una altura de metro ochenta (cuando claramente no la tenían)
y “con un poco de equipaje extra” cuando claramente el equipaje extra
podría matar a un caballo pequeño.

Suspiré.

Me topé con un chico que era lo suficientemente valiente para enlistarse


como sólo un “miembro de la manada”, pero también declaró que no
buscaba otro lobo. Daba igual, tendría que tener una conversación seria
con cualquiera de mi manada que pusiera su perfil en este ridículo
servicio de citas.

Por supuesto, me tuve que tragar esas palabras uno poco después
cuando me encontré con el perfil de Len (también figuraba como beta, lo
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cual claramente no era). Hice una nota mental para zurrar su piel la
próxima vez que lo viera.

Mis próximos dos perfiles no tenían imágenes. Lo tomé como una mala
señal. Aun así, me estaba desesperando, por lo que hice clic en el
siguiente. Más de lo mismo: beta, beta, beta. Tal vez esto había sido una
estúpida idea después de todo.

El último, sin embargo, me dejó sin aliento.

No había ninguna imagen, pero tenía 29, 5 años mayor que yo. La
descripción decía metro ochenta (de nuevo) y delgado.

Lo mejor de todo, el estatus tenía una gran “A”.

¿Significaba eso lo que yo pensaba que significaba?

Hice clic en obtener más información sobre su perfil. No era local. Era de
Carolina del Sur, recientemente se había mudado a Texas. Bueno, no era
ese un golpe de suerte. Quizá se quedaría por aquí si le ofrecía el liderazgo
de mi manada.

¿Realmente quiero hacer eso? Me quedé mirando el número de teléfono


que aparecía en la página, las estadísticas personales se veían borrosas
en frente de mis ojos. Nada de eso importaba si podía mantener mi
manada segura. ¿Y si era peor que Roscoe?

Examiné con avidez el perfil, buscando desesperadamente más


información. Signo del Zodíaco: Tauro. ¿A quién le importaba?
Personalidad: Relajado, tranquilo, amistoso. Buscando: una mujer con
ideas similares.

Bueno mierda. Este tenía todo mal. En primer lugar, yo no sabía de un


solo alfa que fuera “tranquilo”. ¿Y si él estaba buscando una mujer de
ideas similares? No sería yo. Terca como una mula era más mi tipo de
personalidad. Él probablemente estaba mintiendo acerca de su estatus
en la manada.

Sin embargo, yo tenía que saber.

Abrí mi celular, marqué el número. Se fue directamente al correo de voz,


y eso me hizo perder los nervios. Terminé la llamada antes de dejar un
mensaje y dejé escapar una profunda respiración nerviosa. Necesitaba
un trago de agua. Tenía la boca tan seca que sentía como si comenzaría
a jadear.
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Me alejé de la computadora y me quité los jeans mientras lo hacía,
tirándolos en el pasillo ya desordenado. No había hecho mucho hoy
excepto ir a la agencia de citas, pero me sentía agotada tanto mental como
físicamente. Era la primera vez que había salido desde la muerte de Cash,
y me había agotado.

Necesitaba un poco de agua, y entonces tal vez una siesta.

Mi teléfono sonó, pero opté por ignorarlo. Quien fuera que estuviera
llamando, estoy segura que no estaba interesada. Colgué el teléfono y lo
dejé.

Distraída por los pensamientos de quién podría estar llamándome, me


perdí el olor empalagoso en mi cocina —la débil corriente subyacente
detrás de todo el pesado hedor de flores secas— hasta que estaba casi
sobre ella.

Entonces, me atraganté.

Allí en el centro del piso de la cocina estaba toda mi ropa interior.


Sujetadores, bragas y medias habían sido apiladas en un ordenado
montoncito. Y el pequeño montón ordenado había sido “marcado” con
semen. Repetidamente. Tantas veces que el semen dejó rastros lechosos
en el azulejo del piso.

Y en medio de esos rastros, alguien se había agachado y había dibujado


un corazón en el líquido espeso.

Un mensaje para mí. Sabía de quien: Roscoe.

Repugnante. Contuve el vómito, mirando a otro lado. Él había entrado a


mi casa y me dejó este pegajoso mensaje como un claro recordatorio de
que no estaba a salvo de él. Que yo no podía esconderme ni siquiera en
mi propia casa.

Y a juzgar por el persistente olor en el aire y la… humedad del mensaje,


él había estado allí recientemente.

Planeaba tomar mi manada. Tomarme a mí. Desafiaría a los muchachos,


¿y ninguno que se acercara a igualarlo en dominación? Los echaría, o
peor. Pensé en Spence, Len y el bebé Eddie, de apenas 8 meses. Estarían
en peligro. Sería peor para las chicas; no estarían a salvo de él. Yo no
estaría a salvo de él.

El Alfa en línea era mi única esperanza, a menos que planeara mostrarle


mi garganta a Roscoe.
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Y malditamente moriría antes de hacer eso.

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Capítulo 3

H
ora de llamar a ese alfa de nuevo. Tragándome mi orgullo y mi
asco, corrí escaleras arriba y agarré mi teléfono. Eché un vistazo
a la pantalla: dos llamadas de un numero fuera del área.

Hmm. Eso no sonaba como Roscoe, o alguien de mi manada. ¿Quién


podría ser? Otro de los cobradores de Cash? Marqué el botón de re-
llamada, curiosa.

Un hombre respondió, su voz suave como la mantequilla.

—¿Quién es?

Bueno, eso fue abrupto, fruncí el ceño, mis dedos se tensaron en el


teléfono.

—Tú me llamaste.

—Tú me llamaste primero —dijo en ese mismo tono perezoso y sin prisa
que recorrió todo mi cuerpo.

¿Cuando había llamado a este extraño? Un pequeño pensamiento se


deslizo a través de mi mente distraída: Había llamado a un número y
colgado antes de dejar un mensaje.

El hombre de la agencia de citas.

—El gruñido emergiendo de mi garganta murió un segundo después.

—Oh. Es... —Estaba luchado para recordar el nombre en el perfil del alfa.
Una ciudad. Algo sobre una ciudad…—, ¿Jackson?

—Me tienes. —Otra sosa declaración. Imperturbable, casi aburrido. Una


especie de actitud extraña para un alfa, ahora que había pensado al
respecto. Sentí como un poco de mis esperanzas morían, necesitaba un
alfa, no otro pretendiente.

Eso me sacó de la irritación y me llevó directamente a la furia.

—Tu perfil de citas. Pusiste una “A” en tu estatus. ¿Eso es una mierda?
Bien podrías decirme. —Puse fuerza en mi tono. Nadie en mi manada
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sería capaz de mantenerse contra mí en un argumento por mucho tiempo
cuando ejercía mi voluntad.

Parecía un poco divertido por mis exigencias.

—¿Qué al respecto? Si no quieres un alfa, hermana, no me llames.

¿Alfa? ¿Hermana?

El término fue una ironía en sí y una bofetada en la cara. ¿Cuántas veces


Cash se había burlado de mí con el mismo término?

Me obligué a calmarme, parpadeando las lágrimas de frustración y


tristeza.

—¿Así que en realidad eres un alfa?

—Ese soy yo.

No era un hombre de muchas palabras, por lo que parecía. Me tragué mi


orgullo de nuevo, y un pequeño suspiro escapó mí.

—Te necesito.

—Eso es halagador —dijo con una risita—. ¿Te molestaría explicarte?

Tenía un acento, del sur, pero no sonaba como si hubiera nacido ahí.
Anoté eso, mentalmente dimensionando a mi presa.

—¿Tiene un manada? —pregunté. Las manadas se separan y dividen todo


el tiempo, chicos con fuertes personalidades agresivas luchaban para
dirigir sus propias manadas.

Hubo una pausa al otro lado, como si me estuviera calibrando.

—Puede que sí, puede que no. ¿Por qué lo preguntas?

Mi corazón latía dolorosamente con emoción. Esperanza.

—Tengo una manada —dije rápidamente—. Nuestro macho alfa murió


hace un par de semanas y no tengo a nadie para que ocupe su lugar. A
menos que pueda encontrar otro alfa que nos lidere para la próxima luna
llena, vamos a ser absorbidos por otro alfa.

Una vez más, la lenta pausa.

—¿Me parece que eso no es de tu agrado?

—No —exhalé, una gran cantidad de tensión en esa pequeña frase.

—¿Eres la hembra alfa?


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Página
Yo sabía lo que estaba preguntando: ¿vendría yo con la manada, o
dimitiría ante su propia compañera? Me enfadé ante eso; él podría traer
a una mujer si lo necesitaba (Cash tenía a Joanne, después de todo) pero
yo tenía la intención de mantener mi lugar en la cabeza de la manada.
Había también una cuidadosa ley de dominación a seguir: yo tenía que
ser más fuerte que todas las demás hembras de la manada y la mayoría
de los varones, pero el macho alfa necesitaba ser más fuerte que yo. Si
yo pudiera dominar a este hombre, habría un alboroto y la manada
continuaría siendo inestable.

—Yo soy la hembra alfa —confirmé—. Me quedo.

Yo sabía lo que eso significaba para mí, también. ¿Aceptar a este hombre
como mi alfa, en mi manada y no estar relacionados con él? Sólo había
una posición para una hembra alfa que no estaba relacionada: la de la
compañera. No sólo estaría tomando a un extraño en mi manada, y
entregándole el cuidado de mi familia, sino que también me estaría
entregando a mí misma a él.

Pero de nuevo, mi otra opción era Roscoe.

—¿Te interesa? —dije planamente en el teléfono.

Hubo un momento de silencio, y pude escuchar escribiendo en el otro


extremo del teléfono.

—¿Cuál es tu número de perfil?

—¿Importa? —dije, mi tono feroz—. No importa si estoy fea o vieja como


las montañas; estoy ofreciéndote la oportunidad de dirigir una manada,
si tienes las bolas para ello.

Para mi sorpresa, él se rio entre dientes.

—Ah, la hembra alfa. Encantadora como siempre.

Por alguna razón, eso me hizo ruborizar. Había trabajado duro para
cultivar mi mezcla de dominancia mandona y lado maternal por mi
manada, y mi posición como hembra líder (pero no emparejada) con
Cash. Y porque no estaba emparejada, estaba acostumbrada a ser
desafiada… y ganar.

—¿Estás interesado en lo que estoy ofreciendo o no? —pregunté.

—¿Dónde estás ubicada? —preguntó—. Estamos pasando por


Waxahachie.
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Página
“Pasando por” era un término cortés para “no hemos encontrado una
manada permanente todavía”, y me sentí un poco aliviada de escuchar
eso, a pesar de que desapareció rápidamente cuando mi cerebro registró
la parte de “estamos” en sus palabras. Así que no estaba solo. Lo que
debería haber adivinado. Aun así, podría desafiar a cualquier mujer que
trajera con él.

Yo estaba lista para ella. Lucharía por mi manada.

—Estoy en Little Paradise, al noroeste de Fort Worth —le dije—. ¿Puedes


llegar aquí pronto?

—Tal vez, ¿por qué? La luna llena no será hasta dentro de unos días.

Miré hacia atrás a mi cocina, y sentí el mismo estremecimiento en mi piel


por la repulsión barriendo sobre mí.

—Porque el tipo que quiere tu posición entró en mi casa esta noche y me


dejó un mensaje. Y necesito a alguien para cambiar las cerraduras.

—Estaré allí en una hora —prometió.

~~*~~

Mientras esperaba a que llegara mi nuevo alfa, me puse mis pantalones


de nuevo, agarré un par de guantes y eché toda mi ropa interior al barril
de basura para quemar en el exterior. No había fregado el suelo todavía,
pero lo haría pronto. Ugh. Rocié queroseno en el cubo de la basura, arrojé
los guantes de plástico después, y lancé un cerillo. Mirar toda mi ropa
interior quemarse me hizo sentir un poco mejor, pero no mucho. Roscoe
había entrado en mi casa. Pasado por mis cosas. Las tocó de maneras
desagradables y sucias.

Como mensaje que era, fue uno bastante claro.

Un gran camión blanco se detuvo, y miré hacia él en el oscuridad. Mi


camino de grava estaba a unos treinta metros de distancia de donde yo
me encontraba cerca del cubo de basura, pero con mis ojos de lobo, era
capaz de leer bien en la oscuridad. Jackson Wilder: Plomero y
Mantenimiento. Huh. El camión parecía un poco destartalado, pero no
conocía a nadie de mantenimiento que mantuviera prístina una
camioneta de todos modos.

La puerta del camión se abrió, y un hombre salió, su forma velada por la


puerta de la camioneta abierta. De inmediato agarré la pala que tenía
cerca. Había estado usándola para meter mi ropa interior en el fuego,
pero ahora serviría con un mejor propósito: protección. Me enfrenté a la
21
Página
camioneta, de manera inhospitalaria mientras mentalmente me
preparaba para lo peor. ¿Qué si este tipo era malo? ¿Con mal
temperamento? ¿Peor que Roscoe?

¿Podía haber una cosa así?

Antes de que pudiera continuar por ese camino, el hombre levantó la


mano en saludo y avanzó, cerrando la puerta de la camioneta detrás de
él y acercándose a donde yo estaba con el cuerpo tenso, junto al fuego.

El aliento salió corriendo de mi garganta.

Al ver que no había incluido una foto de sí mismo en la página web de


citas, me esperaba que fuera feo. Quizás bajito. Tal vez gordo. Todo lo
anterior.

No me esperaba que fuera bronceado, delgado, con cabello color marrón


arena, de hombros anchos y cintura estrecha. Parecía ser unos años
mayor que yo, aunque era difícil de juzgar. Sus facciones tenían algo
bastante juvenil en ellas. Unos treinta centímetros más alto que yo. En
forma. Increíble.

Él sonrió, evaluándome, y todo su rostro se transformó. De una suave y


graciosa cara de niño, se convirtió en algo increíblemente hermoso. La
sonrisa llenó toda su cara, dientes blancos, y mostró el conjunto más
desgarrador de hoyuelos que jamás había visto.

Mierda. Había estado esperando un mediocre en el mejor de los casos.


Había conseguido todo un dios masculino.

Inmediatamente sospeché un truco. Estudié su cara otra vez, pero no


pude ver nada de que dijera “alfa” para mí. Tenía cejas pesadas sobre
ojos claros, una nariz roma y una afilada barbilla. Mi padre había sido
escarpado y feroz, mi hermano una mole enorme de hombre. El hombre
moviéndose hacia mí era alto, pero el alegre reparto de sus rasgos me
estaba confundiendo.

Mi mano se aferró la pala una poco más y mi saludo se cerró en mi boca.


¿Era esta una broma de Roscoe? ¿Era la víctima de una broma?

Él no parecía demasiado alfa, pensé. Claro, él me estaba escrudiñando,


pero su actitud era abierta, amable, positiva. Mi hermano y padre —
ambos alfas— habían sido hoscos y malhumorados, y su método para
saludar a un extraño implicaba generalmente un puño. Era un cambio
extraño.
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—¿Eres… —Miró hacia abajo, sacó un pedazo de papel doblado y lo leyó,
luego miró de nuevo—, Alice Savage?

En lugar de responder, estiré mi mano libre, la otra aferrando


estrechamente la pala.

—¿Puedo ver alguna identificación?

—Tengo que ver lo mismo —me dijo y extendió su mano. Sus fosas
nasales se abrieron un poco, y supe que estaba oliendo todo su entorno,
preparándose. Del mismo modo que yo lo estaba haciendo. Su mirada se
posó en mí, y lo sentí.

Fuerza de voluntad. La necesidad de obedecerlo y complacerlo. Era


alguna clase innata de sentido que venía con los alfas; liderazgo natural,
así lo llamaría un humano. Excepto que yo no era humana.

Este tipo era definitivamente un alfa. No tenía necesidad de ser arrogante,


solo necesitaba demostrarme que era competente. Alerta. Listo para
defender su entorno. Reconocí al otro alfa por postura y actitud y sentí
que él era quien decía ser.

Pero todavía quería ver su identificación.

Para mi sorpresa, él me tendió la billetera entera. Le di otra mirada


escéptica antes de llegar a tomarla y, luego la abrí. Su licencia de
conducir me devolvió la mirada, muy seriamente. Y el hombre en la foto
era... diferente. El nombre era el mismo: Jackson Wilder. Mire hacia
abajo, luego de nuevo hacia él, sospechoso.

—Este no eres tú.

—Me lo dicen mucho —explicó con una voz suave. Y rompió en otra
sonrisa, estudiándome. Sus hoyuelos brillaron de nuevo—. Cuando
sonrió, me veo diferente.

Como para demostrarlo, asumió un rostro serio, y se veía como en la foto


una vez más.

Yo, todavía estaba hipnotizada por los hoyuelos.

Señaló a su billetera.

—Mi identificación de la manada está ahí. Detrás de la licencia.

Revisar profundamente en su billetera significaba que tendría que soltar


mi pala. Le di una última mirada escéptica y luego la apoyé contra el
barril de metal cuando el fuego crujió y parpadeó detrás de nosotros. El
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Página
hecho de que él sabía que tenía que tener una identificación de la manada
era una buena cosa.

Efectivamente, saqué la tarjeta y pasé los dedos sobre ella. Las


identificaciones de manada eran cosas baratas, burlándose para
parecerse a una tarjeta del seguro social. No habían números asignados,
y no habían imágenes. Por lo general se emitían por el alfa de la manada
al nacer, y recibías una nueva si dejabas la manada. Yo sólo tenía una, y
estaba hecha jirones y desgastada después de estar en mi cartera durante
24 años.

La tarjeta de Jackson Wilder era bastante nueva, los bordes de plástico


aún crujían. Manada St. James, Carolina del Sur, se leía en la
identificación. Expedida en el 2008, lo que me hizo seguir con precaución.
Los hombres lobos podían ser creados por un mordisco en vez de nacer
lobos, pero rara vez se convertían en un más que un beta. Por una
corazonada, deslicé mi dedo bajo de la identificación y encontré la
sensación granulosa de una capa más antigua del papel detrás de esta.

—¿No eres un lobo nuevo?

Él negó con la cabeza, la increíble sonrisa (y hoyuelos) desaparecieron.

—Me fui hace un tiempo por un nuevo terreno y me uní con la manada
St. James.

¿Un alfa podía unirse a una manada establecida? Eso no podría haber
ido sin problemas. Guardé la tarjeta y cerré la billetera, luego se la tendí
a él.

—Así que ¿por qué los dejaste?

—Un incendio —dijo, con su cara de niño estando seria una vez más—.
Todos murieron, menos Dan y yo.

Tragué saliva.

—¿Dan?

Oh, no. ¿Mi nuevo y bello alfa era… gay?

¿Y por qué eso era decepcionante? Si él era gay, yo estaría a salvo de sus
atenciones, después de todo.

Otra puerta del vehículo se cerró, y mis ojos se posaron en el camión de


mantenimiento incluso cuando alcancé la pala una vez más. Un niño se
alejó del lado del pasajero, larguirucho e inseguro. Era alto, pero eso era
todo lo que tenía a su favor. Un poco demasiado delgado, con ojos
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Página
atormentados y un pálido cabello. Él me dio una leve sonrisa cuando se
trasladó detrás de Jackson.

Ah. No era gay. Sólo tenía un niño con él en su manada y no le había


dejado atrás. Yo entendía eso.

—Dan —pronunció Jackson—. Lo traje conmigo. Él es el único miembro


vivo de la manada St. James.

—Además de ti —corregí.

—Aparte de mí —repitió.

Esperé a que la sonrisa volviera, pero no lo hizo, y me sentí un poco


decepcionada. Me gustaba esa sonrisa. Me había calmado. Oh, bueno. Al
menos no era gay. Por alguna razón eso me hizo feliz, incluso ahora que
me llenaba de ansiedad. Contemplé a los dos hombres, preguntándome
lo que mi manada pensaría de dos machos más siendo añadidos a ella.
Trina estaría emocionada, pero Holly era tímida. Ella estaría nerviosa.

—Así que... ¿qué estás haciendo? —Jackson hizo un gesto hacia el fuego
detrás mí.

—Quemando mi ropa interior —le respondí.

Dan se sonrojó y miró al suelo. Jackson se limitó a sonreír.

—¿No podía esperar a mañana?

—No cuando está empapada con las sustancias de algún otro tipo, no.

Sus cejas se levantaron y se movió en sus pies, la tensión regresó a su


cuerpo. Reconocí la tensión. Posesividad. Extraño verla en alguien a
quien había acabado de conocer hace unos minutos, pero supuse que
significaba que se estaba quedando. Y que yo debería explicar
exactamente lo que había sucedido.

Le entregué la pala a Dan.

—¿Puedes manejar esto? Voy a mostrarle a Jackson lo que el otro tipo


hizo a mi cocina.

Dan asintió y la tomó inmediatamente. Él claramente no era un alfa. Con


mi pala en la mano, comenzó a atizar el fuego levantando una lluvia de
chispas.

Miré a Jackson, luego me dirigí a la puerta trasera de la casa.


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Página
—Ven conmigo. —Mantuve el rostro impasible mientras él me seguía
detrás, y mantuve la puerta abierta—. Oh, y bienvenidos a la Manada
Savage.

—Bonito lugar —murmuró Jackson al entrar en la casa.

Me sonrojé de vergüenza con sus palabras, sin ver nada más que ropa
sucia y los incluso más sucios platos apilados por todas partes. Flores
muertas en cada centímetro de la sobremesa. Dios, yo estaba hecha una
ruina.

—Hemos estado de duelo —dije bruscamente, más bruscamente de lo que


había previsto—. No he tenido tiempo de limpiar la casa.

Él asintió y puso su mano en una de las vigas de madera dispersa a través


de la grande y desordenada sala de estar y me ruboricé incómodamente.
Tal vez no había estado hablando sobre el estado de la casa después de
todo. Mientras la mirada de Jackson se movía por los muebles, cogí un
calcetín sucio puesto sobre el brazo de una silla.

—¿Solo eres ú la que vive aquí? —dijo Jackson con esa voz suave,
mirando alrededor de la casa.

Yo sabía lo que estaba haciendo: mentalmente estaba determinando


cuántos lobos estaban en la manada. Mi casa era grande, y mi familia
había vivido aquí por tres generaciones. Teníamos un montón de
habitaciones, pero no todas ellas estaban llenas.

—Sólo yo por ahora —dije a la ligera, manteniendo el control de mi voz—


. Envié lejos a los demás mientras que yo... me recuperaba. Nuestro alfa
murió recientemente, y nos dejó a todos hechos un caos.

Yo especialmente.

Jackson se movió hacia delante, sus dedos rozaron un rosa seca,


colgando sobre el borde de un jarrón de cristal.

—Recuerdo. —Él me miró de nuevo y su rostro era tan serio que me hizo
preguntarme si la sonrisa de niño había sido parte de mi imaginación—.
¿Dijiste que alguien te había dejado un mensaje?

Asentí, tragando saliva. La imagen todavía estaba fresca en mi mente y


aún espeluznante. Empujé por delante de él.

—Aquí.

Él siguió detrás de mí mientras yo lo dirigía a la cocina, y deteniéndome


en el bordé del gran charco seco.
26
Página
—Estuvo a través de mi casa, cogió toda mi ropa interior, y, bueno, le
hizo el amor dulcemente. —Entrecerré los ojos con fuerza, todavía podía
ver el corazón dibujado en el desorden—. Creo que estaba tratando de
decirme algo.

—Eso o está realmente solo —dijo Jackson arrastrando las palabras.

Mi boca se torció en un gesto.

—Creo que quiere mi manada más que a mí. —Crucé los brazos sobre mi
pecho, así no podría frotar mis brazos—. No le gusta que le diga no.

Jackson asintió, y luego hizo un gesto para mí.

—Empezaré a cambiar las cerraduras, Sra. Savage.

Sra. Savage. Me pregunté brevemente si él pensaba que era la viuda del


viejo alfa. Ese sería el pensamiento más natural. Las hermanas a veces
tomaban el lugar de la hembra alfa, pero eso era una rareza. Él debe
haber imaginado que estaba de duelo por más que mi alfa. Decidí dejarlo
creer eso por un tiempo más, pero ofrecí:

—Puedes llamarme Alice, si te unirás a nosotros.

La sonrisa volvió, y con ella, los hoyuelos que me fascinaron.

—Nos quedaremos —estuvo de acuerdo—. Gracias, Alice.

—Siempre y cuando no perturbes mi manada, es decir —subrayé,


tratando de poner mi pie en el suelo. Era difícil juzgar a un nuevo alfa.
Sabía dónde pisaba con Cash, pero este hombre era un extraño.

La sonrisa desapareció de nuevo, y asintió.

—Por supuesto.

Asentí y salí, demasiado contenta de salir de la habitación. 27


Página
Capítulo 4

D
os horas más tarde, había limpiado la antigua habitación de
Joanne, mis pensamientos activos, mientras Jackson trabajaba
en poner los cerrojos de la puerta del frente y la puerta de atrás
y Dan apagaba el fuego. Dado que vivíamos en el campo, no era raro
quemar la basura. Tal vez un poco raro a las tres en la mañana, pero los
vecinos ya pensaban que éramos raros de todos modos.

Y entonces preparaba una habitación para el nuevo miembro de la


manada. Parcialmente porque me mantenía ocupada, y parcialmente
porque me permitía esconderme de la mirada conocedora de Jackson.
Dan era un chico tranquilo y dulce por lo que podía decir. Dejaba caer su
mirada cada vez que lo miraba, apropiado alrededor de una nueva alfa.
Pero yo no sabía cómo actuar con Jackson.

Como si mis pensamientos lo hubieran convocado, Jackson caminó por


el pasillo y entró en la habitación un momento después. Un cinturón de
herramientas estaba colgando alrededor de su cintura, y me encontré
mirándola. Enfatizaba las líneas de sus caderas y su trasero a través de
los jeans, y me sonrojé cuando me atrapó mirándolo.

No dijo nada, sin embargo. Sólo miró más allá de mí, a las sábanas que
había colocado en la cama gemela.

—Dan tendrá que ducharse antes de irse a la cama —dijo Jackson, con
un movimiento de cabeza hacia la ventana, donde podía ver claramente
al adolescente vertiendo las cenizas fuera del barril en el patio.

El pobre chico se veía muerto de cansancio, pero no se quejaba, eso era


algo que me gustaba de Dan.

—Puede dormir aquí. Ya no es la habitación de Joanne. Ella nos dejó


hace unos seis meses.

Él asintió.

—Cambiaré el último juego de cerraduras mientras terminas de


acomodarlo.
28
Página
—Gracias —murmuré, y luego miré por la ventana una última vez para
ver a Dan caminando hacia la casa—. Le voy a mostrar dónde están las
toallas.

Mientras Dan se duchaba, limpié la antigua habitación de Joanne para


él, y escuché a Jackson trabajando en los pomos de las puertas. Él
tarareaba para sí mientras trabajaba, un débil sonido que apenas podía
escuchar sobre el ruido del agua en la ducha.

—Gracias por aceptarnos, Sra. Savage —dijo Dan unos minutos más
tarde, mientras apilaba algunas mantas en sus brazos—. Ha pasado
algún tiempo desde que nos encontramos con una manada. Hemos sido
sólo Jackson y yo alrededor de un año.

—Alice —lo corregí, pero no agregué nada más a eso. El chico era una
mina de oro de información, siempre y cuando pudiera mantenerlo
hablando—. Y también estoy contenta de que estén aquí.

No estaba mintiendo, tampoco. Hasta ahora Dan me gustaba mucho.


Tenía una actitud honesta, abierta y cortés. Nada como mis muchachos
ruidosos, Spence y Len, quienes constantemente estaban haciendo
alguna travesura.

—A Jackson le gustas también —ofreció Dan mientras hacía la cama.

—Por supuesto —repliqué, dirigiéndome a la puerta de la habitación—.


Él es un alfa. Le gusta con lo que vengo.

—No, quiero decir que tú le gustas.

—¿Ah sí? —Me quedé en la puerta un minuto más—. ¿Qué te hace pensar
eso?

Él me dio una dulce y perezosa sonrisa.

—Porque todavía estamos aquí.

Interesante. ¿Significaba eso que Jackson era exigente o simplemente era


Dan viendo las cosas a través de unas gafas color rosa? Quién sabía.
Cerré la puerta detrás de mí para que el chico pudiera dormir. Jackson
todavía trabajaba en la puerta del frente, probando y ajustando la manilla
de la puerta. Me moví a sus espaldas, con los brazos cruzados, y lo vi
trabajar por unos pocos minutos.

Jackson dejó de trabajar cuando se dio cuenta que yo estaba de pie


detrás de él.
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Página
—Es tarde —dijo, levantando la vista hacia mí—. Si quieres puedes ir a
dormir, yo iré cuando termine aquí.

¿Dormir? ¿Con un extraño cambiando las cerraduras de la puerta? ¿Con


otro extraño durmiendo en el pasillo? ¿Con Roscoe todavía por ahí?
¿Sabiendo que podría entrar en mi casa otra vez? ¿Con mi manada
dispersa a los cuatro vientos? El sueño parecía la última cosa en mi
mente.

—No es tan tarde.

—Son las tres de la mañana.

Muy bien, así que era un poco tarde. Di un pequeño encogimiento de


hombros. Ahora que éramos sólo nosotros dos, mi cuerpo se estaba
encerrando en todo tipo de tensión.

¿Qué pasa si Jackson quería afirmar su lugar en la manada... esta


noche? ¿Conmigo? ¿Demostrar su poder de alfa? ¿Reclamar a la hembra
alfa?

Uh oh.

Bostecé realmente fuerte.

—Wow, es muy tarde —dije, haciendo un gesto con la cara.

Él me dio una mirada escéptica.

—Voy a tomar una ducha después de terminar esto si me dejas una


toalla. Y luego me iré a la cama.

Uh oh otra vez. Por supuesto que él esperaba que compartiéramos una


cama. Si nada más, teníamos que estar unidos ante los ojos de la
manada. Eso significaba un dormitorio, una pareja, un conjunto de
líderes... un escalofrío me recorrió la columna vertebral. Ya no podía dar
marcha atrás, sin embargo. Me gustara o no, esto era lo que tenía que
hacerse.

Así que le dije:

—Voy a dejar una toalla para ti. Solo ven a la cama cuando estés listo.

Se volvió hacia la puerta, su tarareo ahora era silencio. Eso no me hizo


sentirme nada mejor. Me pasé una mano por mi cabello desordenado y
empecé a subir las escaleras, hacia mi dormitorio.

Encontré el par de pijamas más grande, grueso y que cubriera más que
tenía y me vestí con él. Incluso puse un par de calcetines en mis pies. Si
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Página
hubiera tenido rulos y una mascarilla facial, me hubiera armado con eso
también.

Si Jackson había llegado aquí esperando una hembra alfa atractiva y lista
para follar, iba a tener un muy rudo despertar.

Me había envuelto a mí misma y me senté al pie de la cama, esperando.


Los nervios corrían a través de mi cuerpo, me retorcí en mi lugar, incapaz
de relajarme. Eventualmente, Jackson iba a seguir mi olor y llegaría a la
cama...

¿Y luego qué? ¿Tendría que ponerme debajo de él y someterme a la


voluntad de la manada? ¿Cómo podría ser diferente a estar con Roscoe?
La ira me hizo apretar la mandíbula, y mordí la larga manga de la camisa
de mi pijama para no gritar mi frustración. ¿Por qué era que los humanos
estaban viviendo en una época liberal y los hombres lobo estaban
atascados en algún tipo de mentalidad de manada de una época oscura?

Estabas bien con esa mentalidad de manada siempre y cuando fueras la


jefa, me recordó mi cerebro. Es solo que ahora tienes que mostrar tu
garganta a otra persona, ese es un problema.

Y eso era todo, en serio. Ser una alfa estaba bien. Pero el ser la hermana
de un alfa me había puesto en una situación especial y no estaba
preparada para vivir con un alfa regular. No me había preparado para ser
la compañera de alguien. Esa era la parte en la que seguía pensando. Yo
era virgen. No sabía qué hacer en cualquier tipo de relación, mucho
menos en una tan crucial como una relación alfa-alfa.

Lo peor de todo, tuve un terrible pensamiento. ¿Qué pasa si tomaba a Sr.


Relajado como un alfa y resultaba débil? ¿Qué si Roscoe nos desafiaba
de todas formas y terminaba como su compañera a pesar de todo? Mordí
el puño de la manga de mi camisa, ansiosa.

¿Qué iba a hacer?

Olí a Jackson antes de que subiera las escaleras. Dan tenía un olor casi
infantil. El aroma de Jackson era... diferente. Era almizclado, tentador, y
totalmente desconocido para mí. Eso era aterrador. Es decir, ¿huele bien
porque él era un alfa y eso estaba jugando con mi cabeza? Nunca me
había dado cuenta de que Cash tuviera un olor particularmente increíble,
pero también era mi hermano.

Jackson subió las escaleras y se detuvo en la puerta de mi habitación.


Yo la había dejado abierta una rendija porque sabía que el vendría. Pero
esperó allí, y llamó.
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—Pasa —dije, mi voz tan baja que era casi inaudible. ¿Qué me importaba
si Dan oía o no? Estaba al otro extremo del pasillo. Pero por alguna razón,
pensar en él escuchándome invitar a Jackson a pasar me hacía sentir...
rara.

Esto era más difícil de lo que yo pensaba.

Jackson abrió la puerta y la deslizó solo hasta la mitad. Se quedó ahí de


pie un tiempo, como si la puerta fuera el único lugar en el que quería
estar.

—¿Estás segura que quieres que entre?

—Vas a tener que venir en algún momento —murmuré, e hice un gesto a


mis alrededores—. Toma asiento. Todo esto es tuyo ahora.

Su boca se torció ante mi evidente disgusto, y cerró la puerta detrás de


él, avanzando unos pocos pasos en la habitación y mirando mis cosas.
Otra vez, la ropa sucia estaba apilada por todas partes (es lo que pasa
cuando alejas a todo el mundo y caes en un período de dos semanas de
dolor y depresión) y mi olor era terriblemente fuerte. Un aparador antiguo
en la esquina de la habitación estaba cubierto de fotos y Jackson se
dirigió allí, recogiendo una y mirándola. Era una foto mía con Cash, los
brazos uno alrededor del otro, riendo. Era de hace unos años, unas
vacaciones en el lago. Nos habíamos llevado a todos los chicos fuera para
un paseo de pesca y navegación. A mí me había encantado. Cash se había
quedado fuera del agua hasta que había atrapado el pez más grande,
porque así es como era Cash.

Sentí una oleada de dolor tan fuerte que casi me vine abajo. En cambio,
puse el puño de mi pijama de nuevo en mi boca y comencé a masticarlo
de nuevo.

Jackson miró la foto, y luego a mí.

—¿El antiguo alfa?

Asentí con la cabeza, incapaz de hablar alrededor del nudo que tenía en
la garganta.

—Era joven —dijo Jackson, con su voz suave—. Es una pena cuando se
van tan jóvenes. —Hubo una gran cantidad de tristeza en su voz,
también—. Lo siento.

No dije nada.
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Echó un vistazo alrededor de mi habitación un poco más, y cuando
estaba de espaldas a mí, lo estudiaba. Los jeans estaban tan gastados
que la tela se había roto suavemente, y los agujeros en las esquinas de
los bolsillos, mostraban un destello de ropa interior oscura debajo. La
camiseta estaba limpia, pero claramente desgastada. Yo había notado lo
mismo con Dan: limpio, pero con la ropa completamente gastada. Nadie
había estado cuidando de cualquiera de ellos por un tiempo.

Jackson estudió las fotos en el tocador por un momento más, haciendo


caso omiso de los sostenes que colgaban de una de las esquinas de
madera.

—¿Esta es tu manada? —Hizo un gesto hacia una de las fotos.

—Algunos de ellos —dije. Joanne estaba en la foto, y ella era cosa del
pasado. También estaba Carlos. Y Cash.

Me miró de nuevo.

—¿Te importa si pregunto dónde están todos?

Me acurruqué en el extremo de la cama.

—Los envié lejos por un tiempo. —Fue estúpido de mí parte. El


dispersarme de ellos y sacarlos de la casa los hizo vulnerable a los lobos
de fuera, como Roscoe. Pero exactamente no había estado pensando
claramente las últimas dos semanas. Había estado envuelta en los
arreglos para el entierro tanto para Carlos como para Cash, y tratando
de mantenerme estable... y fallé. Esperé que me castigara.

No hubo palabras de amonestación, sin embargo. En lugar de ello, se


volvió de nuevo hacia mí y me dio una mirada de oro demasiado
conocedora. Sentí la energía de su voluntad en el aire como una carga
eléctrica... pero no estaba tratando de dominar. Más bien era como si
estuviera tratando de comprenderme.

—¿Qué tal si me dices algo acerca de ellos? —Se sentó en el extremo de


la cama, un poco más cerca de mí de lo que yo prefería, pero todo lo
demás estaba cubierto de ropa sucia.

Tragué fuertemente. No era fácil para que él venir y tratar de hacer un


hogar para él y para Dan. Sabía que no lo era, y sabía que estar nerviosa
estaba haciendo todo más difícil. Él estaba intentándolo. Yo necesitaba
intentarlo, también. Así que tomé una respiración y me calmé.

—Hay otros cinco aparte de mi. Len es mi beta. Tiene veintidós años.
Actualmente está pasando la noche en la cárcel, Creo. —Estudié el puño
33
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mojado de mi pijama como si fuera la cosa más fascinante—. Él va a
desafiarte. Quiere ser alfa.

—¿Y... no quieres que sea alfa?

Le di una mirada.

—O tienes lo necesario o no. Len no lo tiene.

—Bastante cierto —dijo con una risita—. Me preguntaba si tal vez él no


era de tu agrado.

Solté un bufido.

—¿Crees que si Len tuviera siquiera la mitad de una oportunidad de ser


alfa, habría sacado un anuncio clasificado sobre mi culo diciendo “Libre
para un buen hogar”?

Una vez más, su boca se torció con mi humor agrio.

—Supongo que no. Así que debo tener cuidado con Len. Lo tengo.

—También está Spence —le dije—. El hermano de Len y tiene veinte años.
No te va a dar muchos problemas. Es perezoso. Buen chico e inteligente,
pero perezoso. Prefiere jugar videojuegos todo el día que ayudar alrededor
de la casa.

Él asintió, sin decir nada.

—Luego está el bebé Eddie —dije—. Holly lo tiene en estos momentos, va


a ser un alfa algún día, pero ahora sólo tiene ocho meses.

Él se quedó quieto.

—¿Un bebé alfa? ¿Era su padre... un alfa?

Era una manera delicada de expresarlo. La mayoría de los alfas tendían


a ser generados a partir de otros alfas, por lo que pude verlo tratando de
sumar dos más dos.

—Sí.

—Ah. —Su mirada lucía perturbada—. ¿Esos son todos?

—No —dije con un suspiro—. Luego vienen las chicas.

—¿Chicas? —Parecía sorprendido—. ¿Hay más aparte de ti?

—Sí. Está Holly, que tiene dieciséis. Es muy tímida y dulce. Tomó el
puesto como la omega de la manada ahora que Carlos se ha ido. —El
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omega era el corazón de la manada, el cuidador, el amante, al que todos
protegían y cuidaban. Carlos había sido nuestro Omega antes, porque
había sido el padre. Ahora, Holly se había deslizado en el puesto de omega
perfectamente—. Y está Trina, tiene trece años. Carlos era su padre. Ella
está... pasándolo mal.

—Mierda. Tres chicas y todos en la manada son tan jóvenes. —Se frotó la
nuca—. No es de extrañar que querías protección.

Asentí. Había algo en los genes de los cambiadores que hacía a las
hembras —especialmente a las mujeres lobo— una rareza. Tal vez la
dinámica de la manada contribuía a las cosas, pero la mayoría de las
veces encontrarías una mujer alfa en una manada: la alfa. Habíamos sido
cuatro, hasta que Joanne hubo empacado sus cosas y se fue. Tanto Holly
como Trina eran jóvenes y extremadamente vulnerables, y no quería que
Roscoe consiguiera poner sus patas en ellas.

Fue una de las razones por las que me separé de mi manada: para
asegurarme de que si Roscoe quisiera abalanzarse sobre alguien, fuera
yo.

—Y ahora los tenemos a ti y a Dan —dije.

—Dan es un buen chico —me dijo—. Toda su familia murió en el incendio


y se quedó conmigo. Somos un equipo, ahora. No voy a ir a ninguna parte
en la que él no sea bienvenido.

Entendía ese pensamiento.

—¿Es tu beta?

—¿Para mi manada de dos? Sí.

—Esa es la única cosa que creo que sería un problema —respondí con
honestidad—. Len no podría querer renunciar a su cargo de segundo.
Todos los demás están cerca de su edad y los menores no son
dominantes.

Él asintió, como si considerara las cosas, y su mirada volvió a las


fotografías en mi tocador.

—Siento mucho lo de tu compañero, sé que esto debe ser difícil para ti.

Parpadeé. ¿Compañero? Luego tomé una respiración mientras lo miraba.


Él realmente no sabía en lo que se estaba metiendo, ¿verdad? Pensaba
que venía a consolar a la viuda en duelo y no sabía cómo proceder. La ley
de la manada dictaba que si fusionábamos nuestras manadas, él
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ascendería a la cima y yo básicamente sería su propiedad, o algo así.
Probablemente incluso pensó que el bebé Eddie era mío.

—Um —dije, sintiendo un calor en mis mejillas—. Debes saber algunas


cosas.

—Uh oh. —Me dio una amistosa sonrisa, su actitud tan suave y fácil casi
hizo que se la devolviera—. Nada buen viene después de decir eso.

Abracé mis piernas más cerca de mi pecho, observando su rostro.

—Cash no era mi compañero.

Una arruga se formó entre sus cejas marrones. En todo caso, eso le daba
un aspecto aún más hermoso. Eso era totalmente injusto.

—¿No eres la hembra alfa?

—Lo soy —dije, y antes de que pudiera hacer otra pregunta más, añadí—
: Cash era mi hermano.

Sus ojos se abrieron.

—Oh.

—Sí —le dije, con voz cortada—. Conseguiste una autentica loba virgen.

Se me quedó mirando. Frotó su nuca de nuevo. Echó un vistazo a las


fotos, luego a mí.

—¿Y el bebé?

—Es el hijo de Cash. Joanne era la mamá. Se fue porque quería ser la
hembra alfa de la manada y yo no iba a ceder. —Mi sonrisa era tensa—.
Así que ahora conseguí criar a Eddie como parte de mi manada.

—Jesús.

—Sí. —Mi voz era plana—. Sólo pensé que deberías saber. Creo que
Roscoe se dio cuenta, también. Ese es el por qué está detrás de mí con
tanta fuerza. Me quiere, y quiere a mis chicas.

—No va a tocarlas mientras aún respire —dijo Jackson, y me ofreció su


mano—.Te lo prometo.

Yo estaba necesitando oír esas palabras. El alivio cayó sobre mí como


una manta, y esa terrible tensión que había sentido en mis hombros se
aflojó por primera vez en dos semanas. Con Cash a mi lado, habíamos
sido un fuerte par. Pero por mi cuenta, no me había dado cuenta de lo
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vulnerable que era como una hembra alfa. No importaba cuán fuerte
fuera, un lobo macho sería automáticamente más dominante, podría
siempre ganarme en una lucha física, la cual era la forma en que la
mayoría de batallas de dominancia se luchaban.

—Gracias.

Tomé su mano y la estreché con la mía. Fue un fuerte apretón de manos,


pero la suya era más fuerte. Tomé nota de su mano, también, los gruesos
callos, el intenso bronceado. La suya era una mano de un hombre de
trabajo. Me gustaba eso.

Él no me soltó la mano, sin embargo. Siguió apretando y sonriéndome de


esa manera amistosa que en mi cabeza no estaba segura si me gustaba,
pero a mi cuerpo le gustaba demasiado.

—¿Cuándo puedo conocer a los demás?

—Se están quedando con unos amigos —dije—. Amigos humanos que no
saben sobre... la manada. Así Roscoe no sabría dónde encontrarlos. Voy
a mandarles un texto en la mañana pidiéndoles que vengan para el
desayuno.

—El desayuno estará aquí pronto —me dijo, y le dio un apretón a mi


mano—. Debes dormir un poco. Te ves cansada.

—No he dormido bien en las últimas semanas —admití. La sola idea de


la cama era un delicioso tormento. Yo quería arrastrarme hacia la cama,
y sin embargo... Miré a Jackson—. Puesto que eres un alfa no
emparejado...

Dejé que las palabras flotaran en el aire. Él conocía el resto. Era un


macho alfa no emparejado, y yo era una hembra alfa no emparejada.
Sería esperado de nosotros el compartir una habitación.

Y compartir una cama.

Me dio otro apretón en la mano y luego se levantó.

—No te preocupes, Alice. Debes conseguir dormir un poco. —Se levantó


y cruzó la estancia hacia el sillón cerca de la puerta, lo examinó, y luego
barrió la ropa sucia al suelo—. Voy a la ducha, luego voy a sentarme aquí
y descansar, si eso está bien para ti.

Parpadeé y lo miré fijamente. ¿No me iba a obligar a compartir su cama?


Casi me estremecí de alivio... pero no podía durar.

—Sabes que tenemos que…


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—Lo sé —me dijo, levantando una mano para detenerme antes de que
pudiera continuar—. Nos preocuparemos de las marcas de compañero,
reclamaciones y esas cosas más tarde. No todo tiene que suceder esta
noche. Tú estás agotada y yo tengo muchas cosas en la mente. Así que si
te parece bien, me gustaría sentarme en este agradable y cómodo sofá de
aquí, —Señaló mi silla—, y relajarme. Tú duerme.

Su voz era relajante y convincente. Quería dormir, y no sólo porque él me


lo estaba diciendo.

—¿Qué hay de ti?

—Me quedaré despierto. Tomaré una ducha. Comprobaré unas cosas. Me


aseguraré de que todo esté bien. —Su voz se hizo un poco más baja, su
tono ronco—. Puedes confiar en mí, Alice. Ahora estás a salvo.

Mi corazón latía con fuerza, y esperaba desesperadamente que ese fuera


el caso.

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Capítulo 5

M
e desperté poco después del amanecer, sintiéndome
curiosamente descansada y con la mente despejada a pesar de
que sólo tuve unas pocas horas de sueño. Incluso tres horas de
sueño era más de lo que había conseguido en los últimos dos días. Eché
un vistazo alrededor de mi habitación pero Jackson no estaba en ninguna
parte. Eso me hizo sentir un poco mejor, supuse. La idea de él
espiándome mientras yo dormía era enervante.

Entonces fruncí el ceño. Si había una cosa de la que Jackson era incapaz,
era de mirar malintencionadamente. Él parecía... amistoso. Tan relajado
como había dicho en su perfil. Era extraño ver eso en un alfa. La mayoría
de los que conocía estaban llenos de energía y fanfarronería y mantenían
su autoridad a la fuerza. Jackson parecía determinado a que todos se
sintieran cómodos, y que tal vez se inclinaran ante su liderazgo porque
querían, no porque tenían que hacerlo.

Un hombre extraño.

Me levanté de la cama e hice una mueca ante el olor. Olía a humo y


productos de limpieza y a mi propio olor rancio de sudor y miedo.
Necesitaba una ducha, sobre todo si tenía que llamar a la manada a casa.
Yo no quería oler a miedo y al mismo tiempo presentarles a Jackson.

Antes de entrar en la ducha, sin embargo, agarré mi teléfono y envié un


mensaje grupal a la manada. Vuelvan a casa, envié. El desayuno es a las
9. Estén aquí para una reunión de grupo. Spence, ve a buscar a Len a la
cárcel.

Me sentí mejor después de la ducha y de lavarme el cabello un par de


veces, aunque me sentía un poco avergonzada de que las cosas se
sintieran como si todo estuviera volviendo a la normalidad. Jackson era
un extraño. Mi hermano estaba muerto. ¿No debería esperar un poco más
de tiempo? ¿Unos días más de duelo? ¿Algo? Pero con un alfa a mi lado
—incluso un extraño alfa— me sentía... no lo sé. No tan sola. No tan
aterrorizada.

Y eso me hacía sentir culpable.


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Me sequé y me vestí con otra camiseta simple y un par de jeans. No me
molesté en hacer más que cepillar mi cabello. No es que fuera a
arreglarme para Jackson. Él tendría que aceptarme tal como era.

El teléfono del trabajo sonó con el timbre de mensaje de texto entrante


tan pronto como lo deslicé en mi bolsillo, e hice clic en el mensaje. Mi
aire acondicionado no funciona, Eliza, una de mis inquilinas, me había
enviado el mensaje. ¿Puedes venir a verlo?

Ugh. Su sincronía era un infierno. No podía saltarme el desayuno con la


manada, pero hoy iba a hacer mucho calor, y Eliza tenía cuatro hijos
pequeños. ¿Puede esperar hasta las 10 am? Le envié.

Eso está bien, respondió ella. Gracias.

Llevaría a Jackson conmigo, decidí. Si él estaba entrando en la manada


Savage, necesitaba aprender el negocio Savage. Me pregunté si le gustaría
la idea de ser un casero. Mi boca se curvó en una leve sonrisa ante la
idea. Él era fontanero, podría utilizar sus servicios a base regular.
Lástima que no era electricista también.

Reboté bajando las escaleras, mi estado de ánimo era un poco más ligero,
olfateando el aire buscando los aromas de Dan y Jackson. Para mi
sorpresa, el abrumador olor a Pine Sol tocó mi nariz. Curioso, lo seguí a
través de la casa, notando que mi sala de estar estaba ordenada, toda la
ropa sucia estaba cuidadosamente apilada en un montículo, las mesas y
sillas estaban limpias de todas las cajas de pizza.

Me dirigí a la cocina y parpadeé cuando me encontré con Dan y Jackson


allí, fregando y limpiando. Mis ojos se abrieron ante la vista. Dan llevaba
el rayado delantal con volantes que prefería Holly y pasaba un trapeador
por las baldosas de mi enorme cocina. En el fregadero, las manos de
Jackson estaban enterradas en espuma mientras lavaba los platos a
mano.

La cocina estaba impecable, el mostrador de granito estaba reluciente.


Estaba claro que habían estado ocupados durante unas horas.

—Hola —dije, ya que probablemente no me podían oler por los artículos


de limpieza.

Dan alzó la cabeza y me dio una sonrisa tímida, sonrojándose y haciendo


un puño con su mano en el delantal. Rápidamente se lo arrancó y miró
a Jackson buscando confirmación.

Jackson simplemente movió un tazón desde el agua jabonosa al agua


limpia, y luego lo puso sobre una toalla en el mostrador.
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—¿Dormiste bien?

—Sí —dije, entrando en la cocina con cuidadosos pies descalzos. Los


pisos estaban resbaladizos por el agua. Dan no era un gran trapeador,
pero tenía que darle puntos extras por intentarlo—. ¿Qué están
haciendo?

—Limpiando —me dijo Jackson, con su voz suave.

Bueno, duh.

—Quiero decir, ¿por qué?

Me miró por encima de su hombro.

—Por lo que yo tengo entendido, esta también es nuestra casa ahora. Tú


has pasado por un mal momento, y Dan y yo agradecemos la bienvenida.
Lo menos que podemos hacer es demostrarlo.

—No tenemos miedo de trabajar —dijo Dan con voz tranquila.

¿Qué debía decir a eso? ¿Gracias? ¿Bienvenidos a casa? Mordí el interior


de mi mejilla por un minuto, pensando, y luego me dirigí a la nevera.

—Los otros estarán aquí para el desayuno a las nueve, así que es algo
bueno el que ustedes decidieran limpiar. —Abrí la nevera y me estremecí
al darme cuenta de lo completamente vacía que estaba. Hombre, yo era
una anfitriona horrible—. Um. El desayuno tal vez no sea... muy bueno.

—¿Puedo salir y comprar algo? —Dan detuvo su trapeador y me dio una


mirada esperanzadora—. Hay un lugar de hamburguesas en la carretera
a pocos kilómetros. Estoy seguro de que sirven desayuno.

Se veía tan ansioso que me encontré sonriéndole. Fui al vestíbulo y agarré


mi bolso, luego saqué la cartera y le di un fajo de billetes de veinte.

—Está bien. Compra suficiente para siete hombres lobos hambrientos. —


Pensé por un momento, y luego añadí—: Es posible que quieras llamar
con antelación para darles un aviso para que hagan algo extra.

Él me sonrió y luego se dirigió a Jackson.

—¿Me das la llaves?

Jackson sólo levantó una ceja mientras lo miraba.

—Voy a ir al límite de velocidad. Lo prometo.

Asintió.
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—Vuelve a las nueve.

Dan sonrió y tiró el trapeador en un cubo de agua sucia, luego corrió a


la puerta principal. Un momento después, se cerró de golpe.

Miré a Jackson.

—Él es un buen chico.

—Dan es un gran chico. Está emocionado de estar aquí, también. Ha


pasado demasiado tiempo desde que habíamos tenido una manada a la
cual llamar nuestro hogar. —Jackson drenó el fregadero y luego comenzó
a limpiarse las manos con una toalla, luego se volvió y miró por encima
de mí. Estudiándome. Después de un momento, me preguntó—: ¿Cómo
lo estas llevando?

Eso se sintió extrañamente íntimo. Crucé los brazos sobre el pecho y me


encogí de hombros.

—Estoy bien. Todo el mundo estará aquí a las nueve. Te presentaremos


con a la manada, dejarte conocer al grupo. Espero que esto valla sin
problemas.

Probablemente no, pero siempre podía tener esperanzas.

Él asintió, no me contradijo.

—Tenemos una cosa más de la que probablemente deberíamos


ocuparnos antes de que lleguen los demás. —Miró por la ventana, viendo
a Dan pasar por el camino de grava en la camioneta de plomería. Para su
crédito, no hizo una mueca cuando el chico casi cayó en una zanja.

—¿Sí? —Ahora tenía curiosidad—. ¿Qué es?

Se giró hacia mí y me dio una mirada larga y evaluativa.

—Marca de compañero.

Mi cara ardió inmediatamente de color rojo brillante.

—Sólo la marca —dijo Jackson, extendiendo una mano hacia mí para


calmar la protesta que él esperaba—, nada más. Pero conmigo aquí
tomando la posición de alfa, van preguntar, y es mejor si somos un frente
unificado.

—Eso significa que tú necesitas llevar una, también.

—Lo sé —dijo con facilidad—. ¿Quieres hacerlo primero? No quiero que


te sientas incomoda.
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—No estoy incómoda —fingí, aunque era totalmente mentira. Estaba
inquieta y nerviosa como el infierno, mi pulso aleteó en mi garganta—. Y
seguro, voy a hacerlo primero.

Me dirigí hacia él y me puse delante de Jackson, evaluándolo. Su postura


era tranquila y relajada, tan diferente de la mía. Era como si él estuviera
entrado en una nueva manada diariamente o algo así.

Infiernos, por lo que sabía de él, tal vez lo hacía.

Pero... los mendigos no podían ser selectivos. Jackson era un alfa, e iba
a permitirme mantener mi posición sin hacer mi vida un infierno, y yo
podría seguir protegiendo lo que quedaba de mi pequeña familia.

Él era mi única opción.

Así que, a pesar del temblor en mi estómago, extendí la mano y la puse


en la parte posterior de su cuello, tirando de él hasta el nivel de mi boca.
No me elevé para llegar a su encuentro, eso significaba que yo me
ajustaba a su dominio, y yo quería que él se ajustara al mío para mi
marca.

Se inclinó, y luego su cuello estuvo cerca de mi boca, al descubierto y


pulsando con calor, y vi el roce de los rizos sueltos contra su nuca. Olía
a sudor, lobo y un ligero aroma picante que lo identificaba como Jackson.
Era una… combinación extrañamente agradable. Estudié su cuello por
un momento más, luego lamí la piel con un largo golpe de mi lengua,
preparándolo.

Yo nunca había dado una marca de compañero antes. Cash y yo no nos


habíamos marcado porque éramos hermanos, y eso siempre alejaba a los
otros hombres lobo hasta que nos veían trabajar juntos. Habíamos sido
un equipo unido desde el primer día. Marcas y apareamientos no eran
necesarios con un hermano alfa a como lo eran con un extraño.

No me había dado cuenta de lo erótico que podría ser lamer el cuello de


otro alfa, sin embargo, y cuánto me había perdido cuando había
compartido el dominio alfa con mi hermano en una casta relación de
trabajo. ¿Porque lamer el cuello de Jackson? Era algo excitante. Su piel
estaba caliente bajo mi lengua, y probé la sal de su sudor. Su garganta
se flexiono en respuesta, como si estuviera tragando duro, pero no me
tocó. Yo tenía el control.

Quería lamerlo de nuevo.


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Pero no lo hice, porque no sabía qué le haría eso a nuestra extraña
relación. Así que simplemente descubrí mis dientes y mordí en su piel en
una fuerte y agresiva marca.

Un pequeño tirón en respuesta fue la única reacción que obtuve.

Me aparté, y él se movió hacia atrás, también. Noté que Jackson me


miraba con una mirada intensa en su rostro. Tenía los ojos entrecerrados
cuando se enderezó, y lo vi tocar la marca que había dejado en su cuello.
Era de color rojo brillante, el contorno de mi boca era claro.

Yo acababa de reclamar a un compañero.

Me sentía un poco extraña y sin aliento acerca de ello, también. No podía


dejar de mirar la marca, el placer y la excitación ante la visión de la
misma. Era mía. Él era mío.

—¿Estás lista? —me preguntó en un tono bajo.

—¿Lista? —repetí, mis pensamientos eran un borrón. ¿Lista para qué?

Esa magnífica y perezosa sonrisa curvó su boca de nuevo, haciendo que


mi pulso aleteara de nuevo.

—Para mi marca.

—Oh. Cierto. —Ya lo sabía. Aparté mi cabello casi seco fuera de mi cuello
en un esfuerzo por ser útil, y di un paso más cerca. Eché la cabeza hacia
atrás, mostrando mi garganta en un ángulo extremadamente vulnerable
que inmediatamente puso mis pelos de punta. Nunca antes le había
mostrado la garganta a nadie. Todo mi cuerpo se bloqueó por la tensión.

Su mano rozó a través de mi cabello, rozando mi mano y luego dejando


la suya aferrada a la mía. Con su otra mano, inclinó mi barbilla un poco
más de manera que estuviera aún más abierta a él.

Me sacudí cuando su cabeza se inclinó, casi di un paso hacia atrás, pero


su mano sobre la mía, ambas enredadas en mí cabello, me mantuvo en
mi lugar.

—Calma, Alice —me dijo en esa baja y tranquilizadora voz—. Tú sabes


que se tiene que hacer. Sabes que no te haré daño.

Sabía ambas cosas. Esto no quería decir que no estuviera nerviosa. Me


obligué a quedarme quieta mientras se inclinaba más cerca, y podía oírlo
inhalar. Luego, lamió mi piel en un largo y lento golpe de su lengua que
se sintió totalmente demasiado bueno. Inhalé una respiración profunda,
sorprendida.
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Y luego mordió.

Algo parecido a un orgasmo estalló a través de mí, y me sofoqué,


temblando mientras la sensación hizo que mis dedos se doblaran y me
doliera el cuerpo con algo peligrosamente cercano al deseo. Su
mordedura no había sido casi tan feroz como la mía. Era como todo lo
demás con Jackson: totalmente suave y deliciosa, conquistando con una
sonrisa y una caricia en lugar de atacar la garganta.

Y me hizo sentir... rara. Como si estuviera perdiendo un poco de mí


misma.

Tan pronto como su boca se levantó, me aparte de él, sin impórtame que
eso significara arrancar algunos cabellos de mi nuca.

—Genial —dije rápidamente—. Gracias.

Sus ojos estaban brillando y peligrosamente cerca de su lobo.

—No hay problema —dijo, con voz ronca, y se lamió los labios.

Y que el señor me ayude, yo quería lamerlos, también.

Así que me alejé, murmurando algo sobre la ropa y limpieza antes de que
la manada estuviera de vuelta.

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Capítulo 6

H
olly fue la primera en regresar a la casa. No fue una sorpresa, si
había una cosa buena, era Holly. Dulce, amable, bondadosa,
considerada, y era totalmente encantadora, era más madura que
la mayoría de los chicos de dieciséis años que conocía. También trajo al
bebé Eddie con ella, como yo sabía que haría. Ella amaba a ese niño y
había asumido el cargo de su madre cuando Joanne lo había
abandonado, y eso me venía bien. Había un montón de veces en las que
no podía hacer malabares con el bebé y la manada, así que estaba
agradecida con Holly.

Ella llegó a través de la puerta de la cocina justo cuando estaba metiendo


una carga de ropa en la secadora. Olí su sorpresa, y salí disparada del
lavadero antes de que pudiera entrar en pánico.

Cuando volví a entrar en la cocina, ella estaba de pie en el centro, con el


bebé Eddie en su cadera, varias bolsas de plástico de supermercado
colgando de la otra mano. Y estaba mirando a Jackson, quién estaba bajo
el fregadero, con sus largas y fuertes piernas sobresaliendo mientras le
hacía algo a mi triturador de basura.

—Hola —comenzó ella, y a continuación se detuvo al verme, su mirada


cayendo a mi cuello—. Yo... oh. —La esperanza iluminó su rostro, casi
dolorosamente de ver—. ¿Un nuevo alfa?

Hice un gesto hacia Jackson, quien ahora se deslizaba fuera de debajo


del fregadero, y tomé las provisiones de ella para tener algo que hacer.

—Este es Jackson Wilder. Él va a ser nuestro nuevo alfa.

—Oh Dios mío. Hola —dijo, con una voz dulce y totalmente encantadora.
Ella le sonrió y acomodó al bebé en su cadera—. Soy Holly, y este es
Eddie.

Quería dar la vuelta y alejar las bolsas del supermercado, pero me


encontré paralizada con sus interacciones. Yo tenía curiosidad de cómo
trataría Jackson a Holly. Ella tenía dieciséis años y era muy bonita. ¿La
miraría lascivamente como había hecho Roscoe? ¿La evaluaría como
posile compañera?
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Pero sólo le dio una amistosa sonrisa y le revolvió el pelo rubio.

—Encantado de conocerte. —Y extendió los brazos para sostener a Eddie.

Observé como Holly le dio el bebé gordo a él. Jackson lo rebotó un poco,
sonriendo. Los brazos y piernas de Eddie se agitaron y patearon por un
momento mientras miraba a Jackson, y balbuceó.

Entonces, le brotó pelo de lobo gris oscuro por todas partes.

Holly rio mientras los ojos de Jackson se ampliaban en estado de shock.


Me miró, indefenso.

—¿He hecho algo malo?

No pude evitar la risa que escapó de mi garganta, y me moví para tomar


al niño de los brazos de Jackson.

—Estoy bastante segura de que sólo te estaba desafiado por el dominio.

Jackson me sonrió, entregándome a Eddie.

—Es un poco joven para hacerse cargo de la manada, creo.

—Lo es —dije, arrullándolo mientras tomaba a Eddie en mis brazos.


Inmediatamente, el pelo empezó a retroceder, y dentro de unos
momentos, el bebé parecía normal de nuevo.

Jackson le ofreció un dedo al bebé, y Eddie se aferró a él.

—¿Hace eso muy seguido? —preguntó Jackson—. Mi última manada no


tenía niños pequeños, así que nunca he estado alrededor de cachorros.

—Es demasiado pequeño para controlar sus reacciones, así que tenemos
que mantenerlo vigilado. Solo no hagas movimientos bruscos a su
alrededor cuando estemos en público y estarás bien. —Para un hombre
que no había estado cerca de niños, parecía estar fascinado —y
satisfecho— con Eddie. Recordé cómo había sido con Dan: paciente,
amable, comprensivo. Como un padre.

Sería un gran alfa, me di cuenta. Solo tenía que superar mis reacciones
asustadizas hacia él.

Reboté el bebé para distraerme incluso cuando Holly se movió hacia


bolsas del supermercado.

—Traje un montón de comida —dijo ella con voz alegre—. No estaba


segura de si había algo para comer en la casa, y como mencionaste el
desayuno, pensé que podría hacer panqueques por si acaso.
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Le sonreí a Holly.

—Enviamos a Dan a comida rápida.

—¿Dan? —preguntó ella, sacando la compra de las bolsas del


supermercado.

Como si fuera una señal, la camioneta rugió por el camino de grava y


patinó hasta detenerse rápidamente detrás de del pequeño hatchback de
Holly. Dan saltó del auto, con los brazos cargados de bolsas, y comenzó
a caminar hacia la puerta de la cocina.

—Ese es él —dije—. Jackson trajo a Dan con él.

—Oh —dijo, enderezándose con curiosidad. Sus fosas nasales se


dilataron, y podía decir que ella estaba recogiendo los aromas en el aire.
O tratando, al menos. El olor a hamburguesas y grasa entró en la cocina
dos segundos antes de que Dan entrara.

El adolescente se estremeció un poco al ver a Holly y su cabello rubio. Su


cara se puso rojo remolacha y tragó fuerte. Él la miró, luego me miró a
mí desesperadamente.

Le entregué el bebé a Jackson de nuevo.

—Deja que te ayude con eso, Dan.

—Yo... gracias. —Su voz se había agrietado y podría haber jurado que se
puso aún más rojo.

Tomé bolsas de él y las puse sobre el mostrador, y empecé a sacar la


comida que había traído. Muchos sándwiches, un montón de tacos de
desayuno. Chico listo.

—Esto es perfecto, Dan. Gracias.

—Seguro. Cuando quieras. —Se veía raro y sin embargo feliz, su mirada
deslizándose sobre Holly repetidamente y luego de vuelta a mí.

—Holly, él es Dan St. James. Está en la manada de Jackson, lo que


significa que él es ahora parte de la nuestra.

—Hola —dijo Holly en un tono suave y tímido. Parecía que se estaba


poniendo roja, también.

Dan inmediatamente estrechó su gran mano con la de ella.

Ella se rio y le dio la mano suavemente, sacudiéndola.


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—¿Tu, um, quieres ayudarme a guardar la compra? Hay un poco más en
mi auto, pero no pude traerlo porque tenía al bebé.

—Me encantaría —dijo, mirándome otra vez.

Asentí hacia él.

—Gracias, Dan.

Los dos salieron de la cocina, Dan manteniendo la puerta abierta para


Holly.

Miré a Jackson, divertida. Su boca se curvó en una sonrisa igual de


divertida, y él palmeó el bebé en la espalda, balanceándolo.

—Bueno, creo que los dos se llevan bien.

—Él no va a ser… agresivo con ella, ¿verdad? Holly es una buena chica.
—Yo realmente no quería tener “la conversación” con ella. Dieciséis se
sentía tan joven para mí. Por otra parte, yo tenía veinticuatro, y nunca
nadie había tenido “la conversación” conmigo.

Él negó con la cabeza.

—Estoy seguro de que la tratará con respeto, aunque no creo que eso sea
un problema. Nunca conocí a un chico más mojigato que Dan.

Asentí. Todo lo que había visto decía lo mismo.

—Sólo estoy siendo protectora.

—No esperaba menos —dijo, y palmeó la espalda del bebé un poco más—
. ¿Dónde están los demás?

—Deberían llegar en cualquier minuto —dije—. Trina estará con Spence,


y Spence y fue a buscar a Len a la cárcel.

—Cárcel, ¿eh?

—Probablemente simple alboroto generar —le dije, sacando los alimentos


de las bolsas y clasificándolos por tipos. El desayuno era tacos de
salchicha, sin salchicha, algunos tenían tocino, otros sin tocino. Unos
tanto con tocino y salchichas, etc.—. Len ha estado peleando desde que
Cash murió. Está actuando fuera de control.

—Entiendo —dijo—. Pero va a parar a partir de hoy.

—Me parece muy bien. No quiero tener que pagar su fianza de nuevo. —
Aunque sabía que a Len no le gustaría la nueva posición de Jackson. No,
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en absoluto. ¿Y si Dan trataba de erigirse como beta? Se pondría aún
más complicado.

Jackson jugaba con el bebé mientras que yo desempacaba los alimentos


y Holly y Dan entraron trayendo las compras de la tiendas de comestibles.
Sacamos los vasos para el jugo de naranja —que Holly había traído— e
hice una tasita para el bebé y empecé a servir el desayuno para el resto
del grupo.

Como si fuera una señal, Trina, Spence y Len aparecieron justo cuando
había terminado de servir el último plato de papel en la mesa.

Trina fue la primera en pasar a través de la puerta, con el teléfono móvil


en la mano. Su cabello oscuro estaba recogido en una gruesa trenza
francesa, y llevaba una camiseta neón sin mangas a la moda bajo una
chaqueta de jean y pantalones cortos a juego. En alguien mayor, hubiera
sido un traje subido de tono, pero Trina tenía trece años y su figura era
juguetona y delgada, así que simplemente parecía joven. Spence llegó
después de ella, vestido con una camiseta arrugada y pantalones
vaqueros sucios, su pelo despeinado. Len estaba detrás de él, y se veía
aún peor por el desgaste, con una barba de varios días creciendo en su
mandíbula.

Se detuvieron ante la visión de Jackson, quién aún sostenía al bebé


Eddie, y Dan, sentado a su lado. Holly estaba sentada junto a Dan, sus
ojos abiertos mientras su mirada se movía de mí hacia los otros.
Observando las reacciones.

Las reacciones no se hicieron esperar. Len se movió hacia adelante, con


el ceño fruncido hacia Jackson.

—¿Quién diablos eres tú?

Señalé la mesa.

—Siéntense. Comamos el desayuno.

Len se sentó, mirando. Spence y Trina también lo hicieron, con sus ojos
muy abiertos.

Empecé a servir el desayuno en frente de cada persona.

—Vamos a comer el desayuno, y mientras lo hacemos, voy a hablar. Y


todos van a sentarse y escuchar, ¿entendido? —Me volví para contemplar
a cada uno de ellos, ejerciendo mi dominio sobre ellos—. Vamos a
comportarnos como una manada civilizada.
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Silencio. Miré a Len, el mayor bocazas de mi pequeña manda. Estaba
mirando a mi cuello, su mandíbula apretada en una mueca amotinada.
¡Ay estupendo! Había visto la marca de compañeros y no estaba contento.
Su mirada se desvió a Jackson y lo admito, mire a Jackson, también.

Mi marca ara clara como el día en la bronceada garganta de Jackson. Por


alguna razón, me avergoncé. Era como una publicidad para el mundo.
“Hey, voy a vivir con este tipo”.

—Todos ustedes saben el problema que estamos teniendo con Roscoe. Y


todos saben que la última cosa que quiero para nosotros —todos
nosotros— es a él interviniendo y tomando el control. Las chicas no
estarán a salvo con él a cargo. —Miré los rostros pálidos de Trina y Holly.
Spence tiró a Trina más cerca de él, abrazando a su hermana menor. El
ceño en su rostro coincidía con el de Len—. Y saben que desde que Cash
murió... —Se me hizo un nudo en la garganta y tragué. El dolor amenazó
con ahogarme de nuevo.

Como si sintiera mi angustia, Jackson le entregó el bebé a Dan y se


levantó. Se movió a mi lado en la mesa y colocó una mano sobre mi
hombro.

El toque desconocido me hizo saltar, me sobresaltó.

Los ojos de Len se estrecharon, observándonos.

La mano de Jackson rotaba mi hombro, reconfortantemente. Uno podría


casi decir posesivamente. Era de esperar, sobre todo con un nuevo alfa
interviniendo. Pero yo había hecho las cosas incómodas al sobresaltarme.
Incluso ahora, me había puesto de pie al lado de él, tiesa como una tabla.

—Mi nombre es Jackson Wilder —dijo, e hizo un gesto hacia el otro


extremo de la mesa—. Él es Dan St. James. Estábamos pasando por
Texas cuando Alice llamó y sugirió que uniéramos nuestros recursos. Me
gustó lo que vi y por eso estoy aquí.

La nariz de Trina se arrugó.

—No lo entiendo. No te conocemos. ¿Cómo Alice consiguió tu número de


teléfono?

—Hay una agencia de la Alianza —comencé, no quería mencionar que se


trataba de una agencia de citas. Todavía tenía un poco de orgullo.

Spence y Len gimieron.


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—¿La alianza? ¿Hablas en serio? —preguntó Len—. ¿Esos snobs? Eso es
para cambiantes sin manda y raros.

—La Alianza está formada por un montón de cambiadores diferentes —


dijo Jackson, claramente sin inmutarse por la tensión en la mesa. Nadie
estaba comiendo. Estaban simplemente mirando a la montaña de
sándwiches envueltos—. Y es bueno tener aliados cuando estás sin
suerte.

—Somos lobos —se burló Len—. No necesitamos aliados. Tenemos la


manada.

—Tampoco necesitamos su agencia de citas entonces, ¿o sí, Len? —Lo


miré.

Él se movió en su asiento, frunciendo el ceño.

—Así que de todos modos —continué, apretando las manos sobre la mesa
así no comenzaría a retorcerlas—. Jackson es nuestro nuevo alfa y es
mi... compañero. Va a tomar algún tiempo para que todos se
acostumbren a estar entre los otros, pero a partir de hoy, los quiero a
todos de nuevo en la casa. Conocen las reglas, también. No cambiar a
lobo salvo en territorio Savage. Nada de carreras de manada sin
consultarlo primero con un alfa. Nada de interacción con otras manadas
de lobos sin consultarlo primero, para la protección de todo el mundo.

—¿Qué hay de las reglas de Jackson? —preguntó Holly, su voz en un


susurro delgado—. ¿Su manada no tiene reglas?

El pulgar de Jackson acarició mi nuca de nuevo.

—Vamos a ir con reglas de Alice por ahora. Ella los conoce mejor que yo.
Si algo necesita cambiarse, lo discutiremos.

Len bufó.

—¿Qué? —chasqueé hacia él.

Se encogió de hombros, mirando hacia Jackson y hacia mí.

—No puedo creer que buscaste a un desconocido en internet. —No me


miró a los ojos, sin embargo. Eso habría sido un desafío, y lobos macho
nunca desafiaba a una hembra.

—Necesitábamos un alfa —le dije, apretando los dientes. Podía sentir un


gruñido creciendo en mi garganta—. Otro alfa era la única manera de
mantener a las chicas fuera de las manos de Roscoe…
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—Sí, bueno, él no parece muy alfa —dijo Len, arrastrando sus pies.
Estaba a un metro de mí, en el asiento más cercano a mí en la mesa. Me
había dado cuenta de que había elegido ese asiento, probablemente muy
deliberadamente. Cuando se levantó, se cernió sobre mí—. Tú debes estar
conmigo.

—Len, ni siquiera empieces —dije.

Estiró su mano hacia mi brazo… sólo para terminar con su mano siendo
alejada por Jackson.

—¿Es un desafío? —preguntó Jackson en su baja y cuidadosa voz.

—No lo es —dije rápidamente, tratando de poner espacio entre ellos—.


Len ni siquiera me quiere. No realmente. Sólo quiere estar a cargo, pero
no se da cuenta…

—Oh, es un desafío —dijo Len, refutando mis palabras.

—No —empecé, pero ya nadie estaba escuchándome.

Por encima de mi cabeza, Jackson tomó a Len por su camisa, y antes de


que pudiera parpadear, había arrojado a Len contra la pared de la cocina
y lo mantuvo allí, clavado. Los labios de Jackson se encresparon en un
gruñido, y mientras yo miraba, él se quedó mirando a Len. Sólo lo miró
fijamente. No hubo golpes, nada.

Un largo y tenso momento pasó... y luego Len movió la barbilla,


mostrando la garganta.

Se había acabado tan rápidamente.

Jackson soltó la camisa de Len, estirando los puños, y Len se desplomó


contra la pared, con el pecho agitado como si hubiera corrido un
kilómetro. Nos miró durante un largo rato, luego salió por la puerta.

Yo tenía que ir tras él, suavizar las cosas.

Trina tenía la misma idea. Se puso de pie, con la intención de ir detrás


de su hermano.

—No —dijo Jackson, dirigiéndose hacia ella. Luego me miró y dio un leve
movimiento de cabeza, como si supiera lo que iba a hacer.

Trina cayó de nuevo en su asiento, con los ojos muy abiertos.

—Vamos a terminar el desayuno, ¿de acuerdo? —dijo Jackson con una


voz tranquila—. A Alice no le va a gustar si desperdiciamos toda esta
comida.
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No me importaba una mierda la comida. Todos los instintos en mí querían
mantener a la manada unida, gritaban para que fuera tras Len. Era difícil
hacer caso omiso de eso y volverme a sentar, pero lo hice, caí en mi
asiento haciendo eco de Trina hace unos momentos. Me obligué tomar
un sandwich, lo desenvolví, y tomé un gran bocado.

Siguiendo mi ejemplo, los otros empezaron a comer.

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Capítulo 7

C
uando se terminó el desayuno, los chicos se dispersaron para
desempacar sus cosas y volver a sus habitaciones. Holly, como
siempre pensativa, se ofreció a ayudar a Dan a establecerse en su
habitación. Trina naturalmente quería ayudar también. Antes de darme
cuenta, ellas estaban por toda la nueva habitación de Dan, señalándole
cómo debería organizar los muebles y preguntándole qué deportes le
gustaban, qué programas de televisión observaban él y Jackson.

Parecían estar asentándose bien.

—Jackson y yo vamos a correr y a visitar las casas de alquiler. Ustedes


tienen mi número si algo ocurre, ¿cierto?

Ellas asintieron. Holly me sonrió suavemente. Trina envió un mensaje en


su teléfono, ignorándome. Caray, las cosas estaban casi de vuelta a la
normalidad.

—Está bien, entonces —dije, y las dejé arriba. Me dirigí de nuevo abajo
donde Jackson estaba sentado en la sala de estar. Pareció darse cuenta
de que estar encima de todos sólo haría que todos estuvieran más
ansiosos, por lo que se había separado del grupo una vez que había
terminado de comer. Me dirigí a la sala de estar y su mirada de inmediato
se dirigió hacia mí, aunque no se levantó del sofá.

—Quiero que vengas conmigo a atender una llamada de negocios.

—Claro que sí —dijo, con voz tranquila.

—¿A menos que tengas otra cosa que hacer?

—No tengo trabajo de plomería en este momento —me dijo. Su mirada no


abandonó mi cara, sin embargo—. El negocio es lento cuando eres nuevo
en el área. Imagino que pronto habrá suficientes llamadas.

Pensar en el futuro me hacía aturdir de nuevo, especialmente cuando él


estaba mirándome de esa manera.

Nos fuimos en mi camioneta, ya que yo insistí en conducir. Jackson


estaba bien con eso, de nuevo, no era algo a lo que yo estuviera
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acostumbrada. Cash siempre me hacía luchar en este tipo de cosas,
porque le gustaba estar a cargo de todo. Sólo una forma más en la que
Jackson era diferente a los alfas a los que estaba acostumbrada.

Por supuesto que es diferente, me reprendí. Los otros eran tu familia. Éste
es tu compañero.

La idea de tener a un compañero me asustaba un poco. Eché otra mirada


nerviosa en su dirección, mis manos apretadas sobre el volante mientras
daba vuelta a la camioneta hacia el camino de la granja local.

Mi teléfono sonó, y empecé a buscarlo, agradecida por la interrupción de


mis pensamientos.

—¿Hola?

—Hola, ¿es Alice?

Fruncí el ceño ante la voz femenina. No había mirado el número antes de


responder, mi concentración estaba en la carretera. Me di cuenta de que
la postura de Jackson había cambiado. Estaba escuchando; los oídos de
los hombres lobo eran tan agudos que podríamos escuchar
conversaciones telefónicas a varios metros de distancia. Probablemente
sólo estaba siendo protector, sabiendo que había sido acosada
últimamente. Pero aun así todavía me molestaba.

—¿Quién es? —pregunté, mi voz brusca.

—Oh, soy Bathsheba Ward-Russell, de Midnight Liaisons. Pensé en


llamarte y ver cómo iban las cosas. Me di cuenta de que tu perfil fue
actualizado y unido a Jackson Wilder. ¿Son pareja?

Mi boca se movía en silencio mientras trataba de procesar esto. ¿No había


actualizado mi perfil? Le di un vistazo rápido a Jackson y él levantó sus
cejas hacia mí, como si me estuviera desafiando a que respondiera.

—¿Pareja? —pregunté, con un chirrido nervioso en mi voz de nuevo.

—Dile que estamos emparejados —dijo Jackson en voz baja, sin querer
interrumpir mi conversación. A pesar del tono suave de su voz, todavía
sentía ese impulso irresistible de complacer a mi alfa. No era un
sentimiento reconfortante. Jackson era un alfa con una personalidad
fuerte, a pesar de su actitud encantadora. Lo que fuera que quería, lo
podía conseguir, con sólo sonreír y una suave orden.

—Um. Perfil. Sí. Lo actualicé —mentí—. Jackson y yo hemos unido


nuestras manadas.
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—Emparejados —me corrigió Jackson otra vez, a mi lado.

No le hice caso.

—Así que sí, ya no necesitaré de sus servicios.

—Oh, eso es genial —dijo Bathsheba, con voz feliz. Ella era ajena a la
tensión en el otro lado del teléfono—. Lo que me lleva a mi otra razón de
llamar. Mi marido Beau quería que los invitara a los dos a cenar para
discutir la posibilidad de que la manada Savage —aunque supongo que
ahora es manada Savage-Wilder— quiera unirse a la Alianza.

—No creo… —empecé.

—Nos encantaría ir —me dijo Jackson, su voz más firme y más fuerte—.
Dile eso.

Le di una mirada irritada.

—¿Te callarías por dos segundos?

—¿Perdón? —dijo Bathsheba, confundida.

—No tú —le dije rápidamente, mientras miraba a Jackson y trataba de


conducir al mismo tiempo—. Tengo un controlador al lado que no se está
tranquilo.

Él simplemente me sonrió, divertido por mi actitud hosca.

—Sólo dile que vamos a ir a cenar y yo estaré tranquilo.

Yo no quería ir a cenar. No con la Alianza, quienes eran un montón de


entrometidos que siempre metían sus narices en donde no pertenecían.
Mi manada no necesitaba a la Alianza. Eso era para cambiadores que no
tenían el apoyo de una manada. Nosotros teníamos todo lo que nos hacía
falta ahora que Jackson había llegado para liderarnos.

¿Excepto que mi nuevo líder? Tenía algunas ideas en las que yo no estaba
interesada. Lo fulminé con la mirada otra vez, y lo encontré dándome una
mirada desafiante. Una mirada alfa. Le mantuve la mirada, no estaba
dispuesta a romper la mirada. El primero en apartar la mirada perdería
el desafío.

—Estás a punto de chocar con un buzón —murmuró Jackson hacia mí,


sus ojos aún fijos en los míos.

Mierda. Rompí mirada, enderecé la camioneta en la carretera, y apreté


los dientes.
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—Nos encantaría ir a cenar.

—Perfecto —dijo Bath felizmente.

Hicimos planes para el fin de semana. Una cita doble (dios) para la cena.
Cuando la conversación terminó, apagué mi teléfono y lo arrojé en mi
bolso, mirando a Jackson por la esquina de mi ojo.

—Desafiarme mientras estoy manejando es totalmente no jugar limpio.

—La Alianza sería algo bueno para la manada —dijo.

—No estoy de acuerdo.

—Y es por eso te tuve que desafiar.

—Sí, ¿pero mientras estoy conduciendo? Eso no está bien.

—Supongo que podría haber usado otro método de persuasión —dijo con
una voz ronca—. ¿Preferirías eso la próxima vez?

Una onda de conciencia rasgó a través de mí, y me acordé de su boca en


mi cuello, lamiendo mi piel. Contuve la respiración, mis pezones se
endurecieron.

—Un desafío es mejor —dije rotundamente.

Él se echó a reír.

Unos minutos más tarde, nos detuvimos en un pequeño suburbio


esparcido en el medio de la nada. Jackson me dio una mirada curiosa
cuando cruzamos a la derecha hacia Alice Lane.

—¿Eso es un coincidencia?

—No —le dije—. Soy dueña de todas estas casas.

Él parecía impresionado, mirando por la ventana las pequeñas casas de


estilo rancho, pulcramente alineadas en parcelas.

—¿Cuántas hay?

—Cincuenta y seis —le dije—. No estaba bromeando cuando dije que era
la dueña de un suburbio.

Él se rio entre dientes.

—Esto no es un suburbio para mí. Son casas bonitas.

Lo eran. Estaba orgullosa de ellas.


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—Mi padre era un constructor —le dije—. Trabajó para otras personas
durante los primeros veinte años más o menos, y luego heredó un poco
de dinero cuando su padre murió y le dejó un par de cientos de hectáreas
en el campo. Mi padre decidió que haría algo con esa tierra y con el
dinero, y construyó un montón de casas que pudiera alquilarle a
personas que necesitaban una vivienda pero que no podían realmente
permitirse comprarla.

—Tu padre suena como un gran tipo —murmuró, sin dejar de mirar hacia
fuera de la ventana.

—Lo era —dije, mi garganta se tensó mientras pensaba en mi padre.


Había muerto hacía ya cinco años, todavía lo echaba de menos todos los
días. Tragué fuerte y me aclaré la garganta—. Podríamos conseguir
probablemente uno de los grandes al mes por cada una de estas casas,
pero sólo cobramos trescientos. Todo el mundo que vive aquí necesita
algún tipo de ayuda. Tenemos una gran cantidad de madres solteras,
ancianos, discapacitados, tú nómbralo. Un montón de cambiadores,
también —dije, mirando por encima de él—. Tenemos que velar por
nuestra propia gente.

—Por supuesto.

—De todos modos, a nuestra manada le va bien con lo que traemos en


un mes. Cincuenta y seis casas a trescientos por mes sigue siendo una
buena cantidad, y estamos ayudando a la gente. No puedo atreverme a
subir los alquileres.

Había discutido con Cash al respecto una y otra vez, también, porque él
no tenía el mismo espíritu generoso que papá tenía. Tenía una vaga de
preocupación sobre Jackson. ¿Qué si él pensaba de la misma manera en
que Cash lo hacía? Que cincuenta y dos mil al mes en lugar de quince
era suficiente para que quisiera presionar a nuestros pobres residentes?

Pero él sólo me miró.

—¿Tienes algún problema de plomería? Estoy más que feliz de ayudar.

Y ese era el porqué estaba empezando a pensar que tal vez esto podría
funcionar, a pesar de nuestros problemas.

—Todo el tiempo —admití con una sonrisa—. El verano tiende a ser


pesado con problemas de electricidad, sin embargo. Los aires
acondicionados están constantemente deñados. Hago mucho
mantenimiento rápido en ellos, pero tengo que llamar a alguien de vez en
cuando.
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Me sonrió cuando nos detuvimos en un camino de entrada.

—Estoy empezando a aprender que eres una mujer auto suficiente.

Su alabanza me hizo sentir un calor en mi interior. No pude evitar verlo


cuando lo presenté ante mi inquilina y entramos dentro de la ya caliente
casa. Remendé el aire acondicionado, revisando el control remoto y
restablecimiento los interruptores mientras que Jackson charlaba con
Eliza e incluso sostuvo su bebé mientras que ella le mencionaba los
problemas con los inodoros que no funcionaban correctamente y hacían
aumentar su factura del agua.

Por suerte, la reparación de aire acondicionado fue fácil, y lo tuve


soplando aire fresco una hora más tarde. Jackson reparó los inodoros,
una fuga en el fregadero de la cocina, y para cuando nos fuimos, tenía
completamente encantada a Eliza. Lo conduje afuera a otra casa que
sabía que tenía grifos que goteaban, y arreglamos esos también. Con
cincuenta y seis casas que mantener, yo alcanzaba a visitar al menos una
al día. Ese era mi trabajo: asegurarme de que todo el mundo estaba
cuidado y cobrar los alquileres. Una vez que terminamos, lo llevé
alrededor del pequeño suburbio ya que Jackson parecía interesado, y le
di un recorrido por Alice Lane así como por Cash Drive, June Court —el
nombre de mi madre— y DonaldWay —el nombre de mi padre—. Nosotros
extraoficialmente lo llamábamos Los Estados Savage, y aunque era sólo
un montón de casas de rancho en el culo del mundo, yo estaba orgullosa
de ellas y de lo que representaban. Jackson parecía complacido con ellas,
también. Entonces le di un recorrido por el resto de la propiedad Savage,
ya que mi gran casa Victoriana estaba situada a un par de cientos de
hectáreas en otra dirección. Estas habían sido sembradas con una gran
cantidad de árboles de rápido crecimiento y cercado con alambre de púa
hacía algún tiempo por lo que podíamos tener un lugar seguro para correr
y jugar y ser lobos sin temor a recibir un disparo por los cazadores. Era
una rareza en estos días, pero yo amaba la libertad que teníamos.

La manada Savage era auto-suficiente. No necesitamos a nadie. En


especial, no necesitamos a la Alianza.

Y parte de mi odiaba que necesitáramos a Jackson. ¿El hecho de que él


me hacía sentir toda extraña y agitada por dentro? Se sentía como un
poco de traición. Como si sentirme atraída por él significaba que estaba
de alguna manera perjudicando la historia de mi manada.

***

El día fue uno muy, muy largo.


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Página
Para el momento en que habíamos terminado de correr alrededor de los
Estados Savage y de recorrer nuestra propiedad, fuimos a casa y pedimos
pizza. Encontré que el resto de la manada parecía conseguir estar
llevándose muy bien, con excepción de Len, que había regresado pero
todavía estaba enfurruñado. Todos nos pasamos el rato en la sala de
estar viendo películas juntos, comiendo pizza y palomitas y charlando a
través de la película.

Holly sostuvo al bebé, y me di cuenta de que Dan se había sentado junto


a ella en el sofá de dos plazas, aunque él estaba rígido y torpe.

Yo sabía cómo se sentía. Me había sentado en el sofá y Jackson se había


sentado justo a mi lado, colocando su brazo sobre mis hombros en un
movimiento posesivo que Len no se había perdido. Yo sabía que era para
aparentar. Jackson tenía que desempeñar su papel como alfa y como mi
compañero ante los demás. Una vez que lo aceptaran, se relajarían y las
cosas se empezarían a establecer y todo sería más suave. Len tendría que
dar un paso atrás en su papel como beta y estar bien con Jackson.

Era sólo yo quien estaba nerviosa. Yo la que tenía dificultades para


relajarme cuando el brazo de Jackson estaba por encima de mis hombros
o cuando jugaba con mi cabello. ¿Y cuando bostecé después de la
segunda película Jackson sugirió que nos dirigiéramos a la cama? Yo
estaba bastante segura de que todo el mundo podía oler mi nerviosismo,
aunque nadie lo comentó.

Nos dirigimos a mi habitación después de decirle buenas noches a los


demás. Nuestra casa victoriana se dividía, y los alfas tenían habitaciones
en el lado contrario del resto de la manada. Nuestras habitaciones eran
más grandes que las otras, y la habitación que Cash había compartido
con Joanne estaba actualmente vacía. Jackson podría quedársela una
vez que su dominio estuviera firmemente establecido.

¿Pero por ahora? ¿Mientras aún estábamos estableciendo la jerarquía en


la manada? Iba a compartir una cama conmigo.

Y eso me ponía nerviosa y al borde.

Su mano estaba en mi espalda a medida que entrábamos en mi


habitación. Mi cama era de tamaño estándar y estaba ubicada en el
centro de la habitación. Me quedé mirándola cuando entré,
dolorosamente consciente de lo pequeña que sería con dos personas de
tamaño normal en ella. Me volví y cerré la puerta, tratando de pensar.
Había una silla en mi habitación, pero yo era consciente de que Jackson
no había dormido mucho la última noche. Ponerlo de nuevo en la silla
incómoda sería injusto para él, y necesitaba estar fuerte.
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Pero todavía vacilaba.

—Puedo dormir en la silla —dijo, como si sintiera mis pensamientos.

—No —le dije—. Está bien, podemos compartir la cama. Se supone que
estamos emparejados, de todos modos.

—¿Estás segura? —levantó una ceja.

—Oh, sí —le dije, asegurándome de que mi voz fuera tan casual como
pudiera—. No hay problema.

—Muy bien, entonces. —Se movió por la habitación y empezó a quitarse


la camisa—. ¿Quieres el lado derecho o el izquierdo?

—Izquierdo. —Estábamos actuando tan normal con todo esto. Como si


no fuera nada. Lo miré por debajo de mis pestañas y me di cuenta de su
amplio pecho desnudo. Él se estaba desabrochando el cinturón y
deslizándose por sus vaqueros, y vi unos boxers de cuadros antes de
darme la vuelta otra vez

Necesitaba cambiarme, también. Podría simplemente desprenderme de


mi ropa. La desnudez no era gran cosa para los cambiadores,
especialmente para los hombres lobo, ya que siempre nos arrancábamos
la ropa antes de un cambio de modo que no arruináramos la ropa. Había
visto desnudos a todos en mi pequeña manada más veces que la mayoría
de la gente veía a sus cónyuges. Pero esto era diferente. Aquí estaba yo,
desvistiéndome para ir a la cama con mi compañero.

Pero yo no podía salir de la habitación para cambiarme. ¿Y si los otros lo


notaban? Además, tenía que acostumbrarse a ver a Jackson desnudo, la
luna llena era mañana por la noche y eso significaba que la manda saldría
a correr. Si yo actuaba toda virginal alrededor de él, entonces haría las
cosas peor. Respirando profundo, le di la espalda a él, tiré de mi camiseta
por encima de mi cabeza, y comencé a cambiarme mi ropa.

Mantuve la mirada al frente, mirando a la pared mientras metódicamente


me desnudaba y me ponía la camiseta de dormir. Si él me vio, no me di
cuenta. Me concentré en desvestirme y luego tiré mi ropa en el cesto.
Cuando me di la vuelta, Jackson ya estaba en la cama —en el lado
derecho— esponjando una de mis almohadas. Aspiré una profunda
respiración, apagué la luz, y me metí en la cama junto a él.

Mi cama era pequeña. Jodidamente pequeña. Incluso cuando me giré en


mi lado, podía sentir la piel de Jackson contra la mía, su brazo contra mi
brazo. Me volví a mi lado, pero eso significaba que mi culo rozaría contra
su brazo. No quería eso. Por supuesto, si me daba la vuelta al otro lado,
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mis pechos se frotarían contra él y mi cara estaría a pulgadas de la suya.
No quería eso, tampoco. Me puse sobre mi espalda de nuevo, con la
mirada fija en el techo.

—¿Quieres hablar, Alice?

La voz de Jackson era ultra baja, tan baja que apenas podía oírla por
encima del rugido lejano de otra película en la planta baja, y el zumbido
de una conversación. Él estaba deliberadamente tratando de mantener
nuestra conversación tranquila, para que los otros no pudieran escuchar
lo que estábamos hablando. Lo miré en mi cama, y mientras lo hacía, se
puso de costado, frente a mí. Su aroma abrumado mis fosas nasales.

Dios, él olía bien. Dios, estaba tan nerviosa.

—¿Hablar? —susurré—. ¿Acerca de qué?

—Tú y yo. Tienes miedo de mí. Puedo olerlo.

Era tan humillante.

—No lo tengo.

—También estas yaciendo en esta cama, tiesa como una tabla.

—No dije nada.

Se frotó el cuello, luego suspiró.

—Infiernos, Alice, me estás haciendo sentir como un maldito violador.

Eso sólo me hizo ponerme más rígida.

—Lo siento.

—Mira, ¿te he hecho sentir incómoda de alguna manera? ¿He hecho algo
para asustarte?

Negué con la cabeza, sintiéndome un poco culpable.

—No es por ti. Soy yo. Todo el mundo va a estar esperando, ya sabes. Tú
y yo. Y yo soy...

—Virgen. Lo recuerdo. —Él suspiró—. Confía en mí, lo recuerdo. —Para


mi sorpresa, él extendió la mano y apartó un mechón de cabello de mi
frente. Fue un gesto posesivo, pero extrañamente reconfortante—. Y ellos
no esperan que tú y yo nos casemos. Sólo quieren que la vida de la
manada vuelva a la normalidad. Están desesperados por ella y están
buscando señales en nosotros.
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Yo estaba desesperada por eso, también. Pero no podía decirlo.

—La cosa es —dijo Jackson, luego hizo una pausa—, saltas cada vez que
te toco. Te pones tiesa de miedo cada vez que mi brazo roza el tuyo. Y eso
sólo va a mantener líneas divisorias.

¿Rígida... de miedo?

—No estoy tiesa de miedo —señalé—. Yo sólo soy... virgen. Esto es mucho
para mí, ya sabes.

—Lo sé. —Su voz era dolorosamente suave—. ¿Alguna vez has sido
besada?

Podía sentir mi cara calentándose en la oscuridad.

—Una vez. Cuando tenía doce. Luego Cash le dio una paliza por tocar a
su hermana.

Jackson se rio entre dientes.

—Suena como un buen hermano.

Era un sobre protector y arrogante idiota. Un amante del riesgo, discutía


rápido, cabeza dura, terco, e inflexible. Y desesperadamente,
desesperadamente perdido.

—Fue el mejor —dije, mi voz ronca por las lágrimas.

Unos cálidos brazos se envolvieron alrededor de mí, y encontré mi cara


siendo apretada contra un cálido pecho masculino.

—Lo siento, Alice. Sé que esto es duro para ti. Ni siquiera has tenido
oportunidad de llorar. No correctamente. Estás demasiado ocupada
tratando de mantener toda esta mierda junta.

Lágrimas calientes brotaron de mis ojos. ¿Escuchar a alguien verbalizar


exactamente cómo me sentía? ¿Perdida, sola y miserable? Se sentía bien
—y horrible— al mismo tiempo. Enterré mi cara contra su pecho y traté
de ahogar mis lloriqueos incluso mientras continuaba llorando. No podía
llorar por la pérdida de mi hermano delante de la manada. Tenía que ser
fuerte. ¿Pero aquí? ¿En los brazos de un extraño? Iba a permitirme el
duelo.

Jackson seguía acariciando mi cabello y mi espalda mientras yo lloraba


en silencio, simplemente sosteniéndome y reconfortándome.
Eventualmente, mis lágrimas se extinguieron. Permanecí en sus brazos,
sin embargo, confortándome por su gentil toque y caricias.
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—¿Mi toque te está molestando? —preguntó, su voz baja y ronca contra
mi oído—. ¿Quieres que pare?

Sólo la sensación de su aliento contra mi piel me hizo temblar. Pero... yo


no quería que se detuviera. Me sentía cálida, consolada, y era la primera
vez en semanas, que me sentía segura.

—Yo... no. Me gusta tu toque.

Y entonces sentí un rubor arrastrarse hasta mis mejillas por decir eso.

—Bien. Me gusta tocarte también.

Mi cuerpo hormigueaba, y me volví extremadamente consiente de cómo


estaba presionada contra él. Mis pechos —sueltos debajo de mi camisa
de dormir— estaban presionados contra su pecho, y una de mis rodillas
estaba entre las suyas.

—Bueno —dije con timidez—. Esta es una forma de acostumbrarnos el


uno al otro.

—Lo es —estuvo de acuerdo, y había un toque de diversión en su voz. Yo


no podía ver su rostro, sin embargo, ya que estaba apretada contra su
pecho, pero podía imaginar la sonrisa en su boca—. Ya sabes... eres
bienvenida a explorarme, si quieres.

—¿Explorar?

—Sí. ¿Tu virginidad? Puede permanecer todo el tiempo que quieras.


Puedes tomar la iniciativa. Pero... si quieres explorarme sin miedo, llegar
a conocer a un hombre. Estoy dispuesto.

Me senté, frunciendo el ceño hacia él en la cama. Su rostro estaba


completamente serio —y absolutamente precioso— con la escasa luz de
la luna goteando a través de las persianas.

—¿Eso es una línea?

—No del todo. Pero tú y yo somos compañeros. —Sus dedos rozaron la


marca de mordedura en mi cuello—. Por el bien de ambas de nuestras
manadas. Así que me imagino que esta relación puede ser tan casta —o
no— como quieras que sea. Yo sé lo que quiero, pero estoy dispuesto a
dejar que tú tomes el control.

Ansiedad —y anticipación— revoloteaban a través de mí.

—Y... ¿qué es lo que quieres?

Sólo me dio una mirada soñolienta y llena de deseo.


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Página
—Podrías tocarme y ver exactamente lo que quiero.

Contuve el aliento, mi mente llenándose con imágenes. Yo, inclinándome


sobre la cama, tirando abajo las mantas, y exponiendo a Jackson —todo
Jackson— a mi mirada. Tocarlo sin prisa como fuera que yo quisiera. Ver
lo que le gustaba.

La idea era increíblemente atractiva.

—Vamos —murmuró, tirando de las sábanas y exponiendo su pecho para


mí—. No te tocaré, Alice. No a menos que me lo pidas.

Vacilante, me senté en mis rodillas y lo consideré. Puse mi palma contra


su pecho, justo sobre su corazón. El golpeteo pesado en su pecho se
aceleró un poco con mi toque. Él se sentía cálido, también, su piel suave.
Su pecho estaba bronceado, aunque podía ver líneas de bronceado sobre
su cuerpo, más oscuro a mitad del bíceps y en torno a su cuello. Un
bronceado pueblerino, Trina se reiría. ¿Pero mirar a este hermoso hombre
en mi cama? No era tan divertido como lo era de fascinante. Tenía una
pizca de vello en el pecho a través de sus pectorales, y se estrechaba en
un sendero que conducía a su vientre y desaparecía en la cintura de sus
boxers. Tiré las mantas hacia abajo, incapaz de dejar de mirarlo... y me
detuve.

Sus boxers parecían una tienda de campaña, su excitación era evidente.

Mi mirada sorprendida voló de nuevo hacia él, pero no se había movido.


Todavía estaba mirándome con esa mirada depredadora, con los ojos
brillantes de lobo. ¿Estaba... excitado con mi toque? ¿Ante la idea de que
yo estuviera explorándolo?

Sentí mi propia excitación aumentar a través de mí, acelerando mi pulso


aún más. Sabía que él sólo me quería porque yo venía con la manada,
pero era difícil no sentirse atraída por él. Jackson era hermoso, y
completamente masculino. ¿Y a pesar de la serenidad que proyectaba
hacia el exterior? Era todo alfa, y eso me llamaba y cantaba en mi sangre.
Así mismo, probablemente sentía un tirón hacia mí porque era una
hembra alfa, pero no era una belleza. Mi nariz era corta, mi barbilla terca
y cuadrada, y no hacía nada con mi cabello que no fuera lavarlo. Había
perdido peso en las pasadas semanas debido a la tensión, por lo que
probablemente me veía hueca y perdida.

Dudé, luego pasé mi mano por su muslo. Estaba ligeramente


espolvoreado con vello, y era fuerte. Sentí sus músculos contraerse a
medida que los tocaba, y él gimió, moviéndose en la cama. Podría haber
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Página
jurado que sus bóxers también se habían movido un poco. Eso fue
fascinante.

Pero no estaba lista para tocarlo ahí, todavía. Así que pasé los dedos hacia
arriba por su pierna y luego a través de su estómago, sintiendo los
músculos duros allí. Él estaba en buena forma, no tenía una onza de
grasa en él. Sus bíceps eran puro músculo, y todo de él era maravilloso.
Estaba construido como una estatua, excepto que era cálido y flexible
bajo mi tacto.

Mis dedos rozaron un pezón, y lo miré a la cara para ver su reacción.

Él dio otro gemido bajo, su mirada en mi cara.

Podía sentir mi propia respiración volviéndose rápida y pesada, mis


pezones tensos. El aroma de mi excitación comenzó a colgar en el aire,
junto con un olor espeso y almizclado que había llegado a asociar con
Jackson.

Pasé los dedos a lo largo del tenso pezón de nuevo, curioso.

—¿A los hombres les gusta ser tocados aquí?

—No tanto como les gusta ser tocados en otros lugares —admitió, su voz
ronca.

—Oh —dije, fascinada por sus reacciones. Y quería más de ellas. Quería
ver qué más podría hacer para él. Así que volví a tocarlo, mi mano
acariciando la firme pared de su pecho. ¿Me atrevía a seguir explorando?

—Puedes parar si quieres —me dijo, una vez más con una voz
curiosamente tensa—. No quiero que hagas algo que no quieras hacer.

Pero me estaba divirtiendo. Y nunca había explorado el cuerpo de un


hombre antes. Quería seguir, así que me limité a sacudir la cabeza y
deslicé mi mano en sus boxers.

Su piel estaba extremadamente caliente. Inmediatamente, mis dedos


rozaron contra la dura longitud de su pene, y algo húmedo.

Jackson soltó una respiración pesada, y luego sus manos estaban


empujando las mías para tirar de su boxers.

—Quitemos esto.

Me retiré, observando mientras deslizaba los boxers por sus piernas y los
pateaba tirándolos al suelo, y luego estaba desnudo y tendido delante de
mí.
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Y oh misericordia, era completamente hermoso. Los cambiadores tendían
a tener cuerpos atractivos de todos modos. Éramos naturalmente
atléticos como raza, y nuestro metabolismo nos permitía comer como
monstruos. Pero algunas personas simplemente te hacían la boca agua,
y Jackson era claramente uno de ellos. Tenía una línea de bronceado
justo encima de su ingle y debajo de eso, su piel era blanco pálido. El
sendero oscuro de vello parecía audaz contra su piel, destacando los rizos
que rodeaban su pene y testículos. Y, bueno, era bastante afortunado de
estar extremadamente bien equipado. Su polla era larga y suave, la
cabeza estaba reluciente con un líquido pre-eyaculatorio. Sus bolas eran
redondas y estaban apretadas, y yo tenía curiosidad por ver cómo se
sentirían.

Miré a Jackson.

Él asintió hacia mí, esa mirada tan pesada viendo cada uno de mis
movimientos. Sus manos todavía estaban a sus costados, pero me di
cuenta de que estaban cerradas en puños. ¿Así él no podría alcanzarme
y echar a perder mi diversión?

Dudé un momento más, y luego la curiosidad de mi lobo pudo más. Mis


dedos acariciaron a través de los rizos de su sexo, y luego los desplacé
por su saco. La piel allí era más suave de lo que había imaginado, más
delicada. Fascinada, arrastré mis dedos hacia arriba, trazando una vena
grande que corría a lo largo desde la parte inferior de su pene.

Su respiración se hizo más rápida.

—Eso se siente bien, Alice. Me gusta tu toque. Tus manos son suaves.

—Más suaves que las tuyas —dije, sorprendida por mi broma a medida
que envolvía mis dedos alrededor de su longitud, probando la
circunferencia de él. Más gruesa de lo que me imaginaba, también.

—Se siente mejor en mi polla que todos estos callos —me dijo,
extendiendo una mano para que pudiera ver.

Mientras lo hacía, me preguntaba cómo esos callos se sentirían contra


mi piel. Me estremecí ante la idea, mis pezones se tensaron otra vez, y me
moví un poco, sintiendo una deliciosa humedad entre mis piernas.

—¿Has tenido muchas amantes? —No podía evitar preguntar. Tenía que
saber.

—No muchas —admitió—. No me gusta involucrarme sin algún tipo de


compromiso.
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Yo entendía eso. Era exactamente el porqué era virgen todavía: la manda
era lo primero en todos los aspectos. Estudié mi mano sobre su polla y
me pregunté si era lo suficientemente valiente como para tomarlo en mi
boca y probarlo. Tal vez todavía no, aunque tenía curiosidad por saber
cómo sería su sabor en mi lengua. En cambio, le di a su polla un
movimiento torpe, luego fruncí el ceño cuando mis dedos se alargaron
por su piel y él dio un respingo.

—¿Lo estoy haciendo mal?

—Depende de lo que sea que tengas ganas de hacer.

Mis mejillas se sentían muy calientes.

—Yo pensaba... um...

—¿Masturbarme? —murmuró, su mano se movió a mi muslo


acariciándolo de un modo reconfortante. No sexual, solo acariciándome,
dejándome saber que todo estaba bien.

Asentí.

—Eso es difícil de hacer sin algún tipo lubricación. Podrías escupir sobre
tu mano. —Ante mi mueca de disgusto, se rio entre dientes—. O no.
¿Qué tal algo de loción?

—Tengo loción —dije sin aliento, y me incliné sobre mi mesita de noche,


agarrando el tubo de loción que guardaba para las noches de invierno,
cuando mis piernas estaban secas. Cuando me senté de nuevo, me di
cuenta de que su mirada se había deslizado a mi culo y había estado
observándome moverme. Eso me hizo sentir toda caliente y adolorida en
mi interior, de una manera agradable.

Le tendí el tubo a él, acomodándome en mi sitio a su lado.

Él negó con la cabeza, su mirada caliente en mí, con el pulgar todavía


acariciando suavemente mi muslo.

—Hazlo tú. Pon un poco en tus palmas y frotarlas para calentarlo.

Dudé.

—¿Y si hago algo mal?

—No lo harás —dijo, y me dio esa sonrisa perezosa que hizo que mi
corazón bombeara fuerte en mi pecho.

Me rocié una cantidad enorme de loción en mis manos y lancé el tubo a


un lado, luego me froté las manos hasta que estuvieron resbaladizas.
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Entonces lo miré a la cara, juzgando su reacción. Cuando asintió de
nuevo, puse mis manos sobre su polla, entonces empecé a bombear.

—Ah, mierda —espetó.

Me estremecí, retiré mis manos velozmente.

—¿Qué?

—No, no —dijo rápidamente, su mano volviendo a mi muslo y me


dándome suaves palmaditas—. Lo estás haciendo bien, Alice. Se sintió...
de verdad malditamente bien. Me sorprendí con lo bien que se sintió.

—Oh. —Estudié su rostro un momento más, luego tomé su polla con mis
dedos resbaladizos de nuevo, acariciando la dura longitud hacia arriba y
hacia abajo. Repetí el movimiento poco a poco, una o dos veces, luego lo
miré en busca de orientación.

—Aprieta tus dedos en un círculo —me dijo, y la tensión era evidente en


su rostro—. Bombea duro y rápido. Me gusta que sea así.

Me concentré en él otra vez, mi mirada cayó de nuevo a su polla. La


cabeza estaba perlada con aún más líquido pre-seminal, y mientras
miraba, una gota cayó corriendo por un lado de la corona. Quería
lamerla, pero a este punto, terminaría con un bocado de loción. Así que
apreté mis dedos alrededor de él y apreté con fuerza ante el bajo gruñido
que dio en respuesta, mi sexo se humedeció con mi propia necesidad.
Dios, ¿quién hubiera imaginado que masturbar a un chico sería tan
caliente?

Él hizo un bajo gruñido en su garganta que me pareció increíblemente


erótico, y empecé a acariciar de nuevo, mis dedos resbaladizos
deslizándose sobre él. Apreté mi agarre, moviendo más duro y más rápido
contra su piel caliente, y su mano empezó a apretar mi muslo, duro, eso
sólo me éxito más y me hizo aplicar más presión.

Entonces, de repente, su gran mano cubrió la mía y él comenzó a guiar


mi caricia, apretando mi mano contra la de él y guiándome más duro y
más rápido. Luego, con una pesada exhalación de respiración, se vino. El
semen brotó sobre su estómago y mis manos, y yo miraba, fascinada, a
medida que continuaba utilizando mis manos para ordeñar su orgasmo.
Sus ojos estaban fuertemente cerrados, su rostro contraído por el placer.

Unos momentos más tarde, desaceleró y luego me liberó la mano. Sus


ojos se abrieron y me dio la más cálida y tímida sonrisa que había visto
alguna vez en él.
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—Y yo que había prometido no tocarte.

—Está bien —le dije sin aliento, mis manos aún cubiertas con su semen
y loción. Quería hacer más. Seguir tocándolo. Algo. Me sentía satisfecha
de que yo lo había hecho correrse con tanta fuerza, pero curiosamente
estaba descontenta. Y acalorada.

Mientras lo miraba fijamente, Jackson se estiró sobre el costado de la


cama y recogió sus boxers, luego limpió mis manos con ellos. Cuando
estuvieron limpias en su mayoría, me fui al baño adyacente y lavé mis
manos, luego me arrastré de vuelta a la cama.

Para mi decepción, él se había puesto unos nuevos boxers limpios. Se


unió a mí en la cama un momento después, y no me inmuté cuando su
piel se frotó contra la mía esta vez. Ahora se sentía cálido y maravilloso,
y me relajé cuando puso una mano alrededor de mi cintura, atrayéndome
contra él.

Sus labios rozaron mi mejilla con el beso más simple.

—Buenas noches, Alice.

—Buenas noches —murmuré, mirando a la pared. Yo quería que él me


diera la vuelta y me tocara. Quería tocarlo más. Quería que me diera un
beso de verdad, no un beso en la mejilla.

Pero no sabía cómo pedir nada de eso. Así que cerré los ojos y me fui a
dormir, con su enorme y delicioso cuerpo apretado contra el mío.

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Capítulo 8
—¿E stás segura de que vas a estar bien? —Reboté al bebé
Eddie por un minuto, luego lo acerqué y le di un beso en
su frente, inhalando el olor del bebé antes de
entregárselo de nuevo a Holly—. No me gusta dejarte atrás.

—Alguien tiene que quedarse con el bebé —dijo con una sonrisa dulce,
aceptándolo de nuevo en sus brazos. Eddie levantó las manos regordetas
hacia Holly, feliz de regresar a ella otra vez, y ella lo abrazó, sonriendo—
. Dan prometió llevarme a una carrera mañana por la noche sólo para
sacar al lobo de mi sistema.

Bueno, eso no era sorprendente. En el poco tiempo en que Dan había


llegado a nuestra manada, el joven enseguida había encajado con los
adolescentes como si hubiera estado allí toda su vida. Su personalidad
ansiosa de complacer fue un ajuste perfecto con mi grupo, sobre todo con
la tranquila y tímida Holly. Los dos se trataban el uno al otro como si
hubieran sido novios toda su vida, y cada vez que doblaba una esquina,
los encontraba sentados hablando en voz baja, o jugando juntos con el
bebé. Nunca hubo nada malo pasando —sospechaba que Dan era muy
consciente de su lugar en la nueva manada— pero estaba claro que se
adoraban mutuamente entre sí. Dos piezas perdidas de un
rompecabezas, de repente unidos por la cadera.

Tuve envidia de su fácil aceptación de uno con el otro. ¿Por qué no había
sido yo así con Jackson? En lugar de ello, cada vez que me miraba, me
sonrojaba de color rojo brillante. Cada vez que me tocaba, saltaba. Daba
una risa nerviosa cada vez que hacía un comentario coqueto en mi
dirección.

En pocas palabras, era obvio como el infierno que yo estaba


completamente incómoda. No sabía si debía coquetear de regreso —
diablos, yo no sabía cómo coquetear de regreso— y no sabía cómo iba a
reaccionar él si yo lo hacía. Así que sólo lo miraba cuando se burlaba de
mí.

Sexy, lo sé.
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Lo cual era porqué estaba agradecida de que esta noche fuera la luna
llena y nos estábamos preparando para nuestra carrera en manada.
Algunas manadas simplemente permiten a sus miembros convertirse en
lobos cuando quisieran, o que pasaran un montón de tiempo en forma
de lobo. Mi padre siempre me advirtió en contra de eso, aunque, era
demasiado fácil ceder ante la bestia y dejarse llevar por el lado salvaje.
Éramos humanos por encima de todas las cosas, y teníamos que aceptar
nuestro lado humano, y dejar que el lobo saliera a jugar de vez en cuando.
Con la civilización introduciéndose en cada rincón del mundo y ya no
habiendo un lugar seguro para un lobo, tenía más sentido cazar y correr
como una manada. La seguridad estaba en los números. Salíamos como
grupo, pasábamos toda la noche cazando y aullándole a la luna,
drenábamos un poco de adrenalina y volvíamos en la mañana listos para
pasar unas pocas semanas más en nuestras formas de dos patas.

Pero yo estaba reacia a dejar a Holly y Dan atrás. Sabía, lógicamente, que
alguien tendría que quedarse con el bebé. No podíamos dejarlo valerse
por sí mismo toda la noche.

Mientras observaba, Dan se trasladó hacia delante y levantó un dedo


para que Eddie lo agarrara. El bebé lo enganchó, le brotó un poco de piel
de lobo como muestra de agresión, y luego se rio, la piel de lobo
desapareciendo de nuevo. Dan me sonrió, claramente satisfecho.

Suspiré. Estarían bien, pero seguía preocupada. Esta noche era la luna
llena, y Roscoe estaba todavía allí afuera, buscando conseguir hembras
para su manada. Holly era vulnerable.

—Está bien. ¿Tienes las llaves de la habitación de pánico si algo pasa?

Holly asintió, mirando a Dan.

—Probablemente vayamos allí a ver películas de todos modos. Sólo para


estar seguros.

Me incliné y le di un rápido beso en la frente.

—Sí haz eso. Prefiero que estén seguros.

Ella tomó la mano del bebé en la suya y la guio en una versión de bebé
de un medio saludo.

—Vamos a estar bien. Ustedes vayan a divertirse.

Los dejé a regañadientes, saliendo en dirección al porche trasero. El aire


estaba caliente y húmedo a pesar de que eran casi las nueve de la noche
y el sol finalmente se había ocultado. El calor no importaría una vez que
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estuviéramos en forma de lobo —estarías sorprendido ante cuantas
pequeñas cosas como esa importaban cuando estabas en forma de lobo—
pero por ahora, los cuerpos de mi manda esperando estaban brillando
con una fina capa de sudor y podía oler en el aire la creciente excitación.
Len, Spence y Trina estaban esperando en el porche trasero, sentados en
uno de los escalones de la escalera jugando. Jackson estaba cerca,
apoyado en uno de los pilares de estilo de plantación y observándolos
discutir con diversión.

Todos los ojos se volvieron hacia mí al momento en que llegué, y sentí un


aleteo de excitación en mi estómago. Tiempo de correr. Me quité la
camisa, sonriendo.

—Vamos, entonces.

Había estado nerviosa por cambiar completamente a lobo delante de


Jackson, pero el momento y la anticipación me golpeó, toda preocupación
desapareció. Me arranqué la ropa, sintiendo la comezón de la
transformación bajo mi piel. Cuando estuve desnuda, me arrodillé en el
porche en cuatro patas, notando que los otros estaban a sólo un paso de
atrás. Mi lobo llegó al frente entonces, y el cambio rasgó a través de mí,
las sacudidas dolorosamente dulces de mis músculos, tendones y huesos
buscando maniobrarse en una nueva forma. Cambiar dolía —siempre
dolía— pero llegabas a anticipar el dolor para lo que venía después: pura
sensación de libertad.

En forma de lobo, salté fuera del porche y me volví a mirar a los otros,
meneando la cola y esperando. Mis orejas tiesas mientras tomaban los
sonidos de sus cambios. Jackson se convirtió —en un peludo lobo
amarillo-marrón— pero había esperado a los otros. Spence fue el
siguiente, su lobo pequeño y oscuro, la forma de loba de Trina era
desgarbada. Luego Len, quien era alto y delgado igualmente en forma de
lobo. Ahora que mi manada estaba lista, di un pequeño gimoteo para
llamar su atención y, en seguida me lancé hacia los árboles.

Podía oír a los otros detrás mí, mis patas tocando el suelo. Con mis oídos
atentos, aminore el ritmo, esperando a que Jackson tomara el liderazgo.
Él era el alfa y a pesar de que yo podría avanzar en el bosque, Cash
siempre me quitaba la iniciativa.

Pero en lugar de eso, Jackson simplemente pellizcó mis flancos,


indicándome que debía seguir corriendo. Estaba contenta de que me
dejara liderar. Mi manada, mi bosque, mi liderazgo. Me volví y le di una
sonrisa lobuna antes de levantar la cabeza y aullarle a la luna.
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Las primeras horas en forma de lobo eran por lo general las más salvajes.
Correríamos a toda velocidad, aullaríamos a nada en el cielo,
perseguiríamos algo que se moviera, y en general actuaríamos como
perros salvajes con nuestro primer sabor de libertad en semanas. Yo no
era mejor, por supuesto, siendo tan odiosamente juguetona como los
otros. Eventualmente, sin embargo, la carrera por el bosque cambió a
juegos. Luchamos, nos perseguimos entre sí, y luego jugamos una
versión lobo del escondite en el que había que tratar de ocultar tu rastro
de olor de los otros. Spence, Trina y Len conocían bien los juegos, pero
imaginé que sorprendimos a Jackson cuando todos nos fuimos en
direcciones diferentes a la vez, y tuvo que haber estado más o menos
desconcertado con eso.

Salté por el bosque, con los pulmones llenos de aire de la noche y el olor
de los árboles. Pude oler a zorrillo y armadillo, ardilla y serpiente, y algún
tipo de almizclada cosa muerta en la distancia que me hizo querer ir a
comprobarlo, pero la curiosidad tomó un segundo lugar por la emoción
de la caza, y me eché a correr a través del bosque alegremente.

Cuando mis patas se posaron en una cresta, algo caliente serpenteó


alrededor de una de mis patas y luego el mundo se inclinó. Lo siguiente
que supe fue que el dolor estaba punzando en mi pata trasera y estaba
colgando al revés, de un árbol. Estaba atrapada en una trampa de algún
tipo.

Grité, pero no había nadie cerca para escucharme. Me agité sin poder
hacer nada, pero la cuerda sólo continuó apretándose para cortar más
duramente en mi pie, y pude sentir los huesos esforzándose. Mi pata
trasera no podía soportar mi cuerpo de lobo, necesitaba transformarme,
y rápido. Furiosa, llamé a mi lado humano y empezó ´la dolorosa
transformación.

Unos minutos más tarde, mi forma humana se retorcía al revés, la cuerda


me cortaba en el tobillo. Me balanceé atrás y adelante, mi cabeza a un
par de metros del suelo. Si me estiraba, no podía tocar el suelo, mis dedos
apenas rozaban la hierba.

—¿Hola? —llamé—. ¿Alguien? ¡Estoy atrapada! —Yo iba a estar furiosa,


más tarde cuando tuviera tiempo para relajarme, calmarme y procesar
que alguien había estado en mi propiedad y había puesto una trampa de
cuerda. Pero por ahora, me centraba en el dolor en mi pierna y en la
necesidad de bajar.
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Oí un crujir en la distancia, y ese olor almizclado a muerto se hizo más
fuerte. Traté de dar vuelta, escuchando algo que venía detrás de mí, pero
sólo logré columpiarme en el árbol.

Un momento después, el olor a muerto se hizo más fuerte, abrumador...


junto con el olor de mi odiado enemigo.

Roscoe.

Un escalofrío de miedo se deslizó hasta mi columna, seguido de inmediato


por ira. ¿Cómo se atrevía a venir a mis tierras y poner trampas? Él no
pertenecía aquí. Sería atacado por cualquier otro clan lobo simplemente
por invadir territorio. Pero él seguía desviándose hacia el nuestro porque
pensaba que no teníamos un alfa y éramos vulnerables.

Estaba a punto de llevarse una sorpresa, entonces.

—Tendría que haberlo sabido —dije ferozmente. Me retorcí en las cuerdas


de nuevo, lanzando mis brazos para tratar de agarrarme a algo—. Pensé
que olí algo espantoso.

—Se me ocurrió disfrazar mi olor —dijo Roscoe, arrastrando las


palabras—. No puedo tenerte averiguando todos mis planes sobre la base
de mi olor, ¿no? No hay ninguna diversión en eso.

—Tienes que dejar el territorio Savage —le dije con frialdad—. Te lo estoy
advirtiendo.

Dio una palmada en mi culo desnudo.

—No sabía que tenías un cuerpo tan bonito, chica. Va a ser divertido
aparearse contigo.

Giré, tratando de mostrar mi cuello.

—Sorpresa. Imbécil. Ya es demasiado tarde. Ya estoy emparejada.

—¿Qué dijiste?

Oí el cuchillo un momento antes de que la cuerda se aflojara, y luego me


caí bruscamente al suelo. Apenas me las arreglé para rodar, mis reflejos
automáticamente moviendo mi cuerpo para proteger mi cabeza. Me puse
de pie, con una sensación de mareo, y miré a Roscoe mientras me
tambaleaba.

Yo no iba a huir. No de él. Este era un desafío directo y estaría condenada


si huía de un desafío. No iba a huir de este matón. Ya no más.
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Echó un vistazo a mi cuerpo desnudo de arriba a abajo, la ira haciéndolo
apretar la mandíbula. Roscoe era un hombre duro. Todo en él era duro,
desde las arrugas profundas alrededor de sus ojos, a las arrugas
alrededor de su boca y el gris en su cabello sucio. Incluso sus ojos eran
fríos y crueles. Era fuerte, sin embargo. ¿Y mentalmente? Era un hijo de
puta que daba miedo.

Me encontré con su mirada, no queriendo apartar mis ojos.

Él me sonrió.

—Tienes unas buenas tetas, también.

—Gracias —dije, poniendo mi manos en mis caderas—. Voy a asegurarme


y dejar que mi nuevo alfa sepa que las apruebas. —Arrojé mi pelo hacia
atrás para que pudiera ver la marca de compañero en mi garganta.

Sus fríos ojos se estrecharon.

—Ahora, ¿por qué vas y haces eso? Sabes que me encargaría de ti.

—No estoy interesada en tu cuidado.

La boca de Roscoe se curvó en una dura y fea sonrisa.

—Sabes que ese chico tuyo no es lo suficientemente fuerte como para


derrotarme si estoy interesado en tomar el liderazgo.

—Len no es mi alfa —le dije simplemente—. Tengo a alguien más fuerte.


Alguien de fuera de la región que estaba buscando una manada. Y eso
significa que te tienes que ir.

—En serio —dijo, meciéndose hacia adelante sobre sus talones. Sus
dedos se clavaron en sus trabillas, y luego se secó una mano en su camisa
sucia, ese horrible olor a zorrillo flotó en el aire de nuevo—. ¿Y ya te has
emparejado con él?

—Eso es correcto.

—¿Fue una buena follada? ¿Lamió duro ese coño?

Impresionada por sus palabras crudas, sentí como el color ascendió por
mi cara.

—Eso no es de tu incumbencia.

Roscoe resopló, y se acercó hacia mí. Alguien más habría abandonado su


posición, retrocedido unos pasos, pero yo estaba bloqueada en mi lugar,
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mi voluntad no permitiéndome cederle un poco de terreno. Si le daba una
pulgada, me encontraría a mí misma siendo suya en todas las formas.

Alargó la mano hacia mi garganta y aparté sus manos. La próxima cosa


que supe fue que me estaba empujando hacia atrás y me sujetaba contra
un árbol, la corteza me lastimaba en la espalda. Su mano apretó mi
mandíbula, su cuerpo más grande y más fuerte que el mío.

Yo le gruñí, mostrándole mis dientes.

—¡No me toques maldito!

Hizo caso omiso de mis protestas, empujando mi cabeza hacia atrás y


forzosamente exponiendo mi cuello para poder mirar mi marca de
compañero. Luego, inclinó la cabeza hacia abajo.

—¿Él tiene una polla grande, muchacha? ¿O debería comprobar por mí


mismo si te folló duro?

Luché contra su mano.

—¡No tengo que responder a nada de esto!

—No, no tienes —dijo con voz maliciosa—. Ese sonrojo en tus mejillas me
dice todo. Todavía eres virgen, ¿no es así?

Me quedé quieta, paralizada ante sus palabras.

—Tengo un compañero.

—No, tienes a un tipo que mordió tu precioso cuello. —Me pellizcó la


barbilla, más fuerte—. Si te lanzo al suelo del bosque aquí mismo y te
follo yo mismo, puedo cubrir fácilmente esa marcar con la mía propia.
Entonces tú y tu manada serían todos míos. ¿Qué piensas ahora de eso?

—Creo que me gustaría verte malditamente intentarlo —espeté, y le arañé


el rostro.

Mis uñas alcanzaron la suave carne de su ojo. Lo sentí sacudirse, incluso


mientras aullaba de ira, y su mano clavó mi cuello al árbol, ahogándome.
Me removí y arañé su mano, tratando desesperadamente de liberarme,
mientras Roscoe se tambaleaba con mi ataque. Un momento después, se
había recuperado, entrecerrando los ojos hacia mí desde su ojo bueno.

Y entonces me dio un golpe directo en la cara con su puño.

El dolor explotó detrás de mi pómulo, y gruñí cuando me golpeó. Eso sólo


me hizo luchar más fuerte, sin embargo, porque sabía que si retrocedía
ahora, iba a ser mucho, mucho peor para mí al final.
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Así que luche.

Pateé y luché, gruñendo mi furia, incluso mientras Roscoe me golpeaba


de vuelta, tratando de someterme. El mundo se convirtió en un sonido de
golpes alrededor mi cara, y él trató de atrapar mis brazos incluso
mientras luchaba y los agitaba contra él. Yo no caería sin luchar.

Pero el mundo se estaba volviendo ocurro, y se estaba haciendo más


difícil y difícil respirar, La gran mano de Roscoe se apretó en mi garganta.
Estaba ahogándome hasta la muerte, y yo no era capaz de conseguir
meter aire en mis pulmones. La oscuridad se arremolinaba en los bordes
de mi visión.

Una sombra surgió por la esquina de mi ojo, y lo siguiente que supe fue
que había caído al suelo, mi garganta había sido liberada. Gruñidos
enojados llenaban el aire, y tosí, mirando hacia arriba para ver ese
familiar lobo amarillo–marrón atacando a Roscoe. Hasta que lo vi contra
la forma humana de Roscoe no me había dado cuenta de lo grande que
era Jackson en su forma de lobo. Era enorme, sin embargo, todo piel
erizada y colmillos blancos, y no le había tomado casi nada de tiempo
someter a Roscoe. Incluso ahora, el otro hombre estaba sosteniendo un
brazo sobre su rostro para protegerlo, mientras Jackson gruñía y cortaba,
buscando su garganta.

—Retrocede, Jackson —le dije con una voz ronca, levantándome del
suelo. Había sangre en la comisura de mi boca y la limpié, odiando el
sabor—. No lo mates.

—Escucha a tu perra —dijo Roscoe, lo que provocó más gruñidos de


Jackson—. No me mates. Es solo una disputa de manada.

Jackson dio marcha atrás, volviendo a mi lado, todavía gruñendo y fiero,


su pelo erizado. Comenzó a transformarse mientras Roscoe se levantaba
del suelo y comenzaba a correr en dirección a la profundidad del bosque.
Me toqué la cara, evaluando las heridas. Mi ojo estaba hinchándose y mi
nariz dolía como una perra, pero mis dientes no estaban sueltos y no
sentía que nada estuviera roto. Sanaría.

Más importante, estaba perturbada por lo que había dicho Roscoe.

Sigues siendo virgen. No me tomaría mucho tirarte al suelo y poner mi


marca de compañero sobre la suya.

Todavía no estaba protegida. No realmente. Habíamos tomado medidas,


pero tenía que aceptar a Jackson en todas las maneras para que mi
manada estuviera verdaderamente segura. Mierda.
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Jackson estaba a mi lado, en su forma humana. Su mano fue a mi
hombro de manera protectora, y lo miré.

Su normalmente tranquilo y hermoso rostro estaba duro con la ira, un


gruñido todavía curvando su boca. Parecía furioso, con los ojos negros.
La sangre teñía su boca, y observé sus orificios nasales expandirse
repetidamente mientras intentaba mantener su ira bajo control.

Vimos a Roscoe correr dando grandes zancadas.

—Te arrepentirás —murmuró, mirando hacia nosotros y luego


desapareció en los matorrales.

Jackson podría haber ido tras él, pero Roscoe había perdido un desafío.
Cuando perdías un desafío, dejabas que el oponente e alejara cojeando
para lamerse las heridas. No lo atacabas de nuevo.

Y yo estaba aquí, herida. El macho alfa nunca dejaría a la hembra alfa


sin protección.

La mano de Jackson se flexionó en mi hombro, y luego se volvió hacia mí,


su hermosa boca dura. Su mirada se movió por encima de mi cara, y sus
dedos rozaron suavemente mí barbilla.

—¿Estas bien?

Asentí.

—Me atrapó en una trampa de cuerda.

Examinó mis heridas, sus dedos rozando por encima de ellas como si
necesitara evaluarlas por sí mismo. Me di cuenta de que todavía estaba
enojado. Furia encerrada en cada músculo de su cuerpo. No había
señales del alfa tolerante aquí. Este Jackson era frío y furioso.

—Llegaste justo a tiempo —le dijo en voz baja—. Otro minuto más y
probablemente habría perdido la conciencia. —Mi mano fue a mi
garganta magullada—. Y Roscoe no es del tipo que se detenga solo porque
una chica esté inconsciente.

Eso sólo hizo que Jackson se pusiera más enojado, y devolvió la mirada
hacia el bosque donde Roscoe había estado. Yo podría decir que estaba
matándolo no ir tras él, pero esa no era la manera en que los lobos lo
hacían. Finalmente se volvió hacia mí.

—¿Estás segura de que estás bien?

¿Qué, esperaba lágrimas?


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—No, quiero golpear algo. Y serás tú si me sigues preguntando si estoy
bien.

Un atisbo de sonrisa tiró de su boca y me acerco a él, y presionó un beso


en mi sien.

—Ah, la hembra alfa.

Yo no sabía si eso era admiración o irritación. Pero le permití abrazarme


más cerca y besar mi frente, y le dejé mantener su brazo alrededor de mí
a medida que íbamos caminando por el bosque.

La manda se encontró con nosotros cuando caminábamos de regreso, y


oí el lloriqueo preocupado de Trina ante la visión de mis contusiones.

—Estoy bien —les dije—. Sólo tuve un encuentro con Roscoe. Jackson lo
ahuyentó.

Spence se acercó y me lamió la mano, en busca de tranquilidad, mientras


que Trina se quejó y se acercó a Jackson. Incluso Len trotó un poco más
cerca.

—Todos estamos bien —les dije de nuevo, con voz tranquilizadora—. Está
todo bien. Jackson se encargó de ello. Roscoe estaba enojado porque
estaba frustrado y me tomó desprevenida. No va a suceder de nuevo. No
hay necesidad de estar alterados.

Fácil para mí decirlo. Estaba serena en el exterior, pero había un nudo


duro de ira en mi estómago. No era sólo ira por Roscoe, tampoco. Era ira
por mí misma, y por Jackson.

Si dormir con Jackson mantendría a mi manada segura, entonces


necesitaba hacer eso, y él necesitaba empujarme a hacerlo, maldita sea.
No más de esta mierda de trato fácil. 81
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Capítulo 9

J
ackson se estaba volviendo bueno detectando mis estados de
ánimo. Para el momento en que nos dirigíamos a nuestra
habitación —después de calmar al resto de la manada otra vez—,
estaba amargada, enfadada y sintiéndome impotente.

Tan pronto como la puerta se cerró detrás de nosotros, sin embargo,


Jackson dio una mirada a mi rostro y me señaló a la cama.

—Siéntate ahí.

Me senté de golpe en ella, molesta con mi incapacidad para resistir su


orden y mi estúpido deseo de complacerlo que venía al hablar con un alfa.

—¿Por qué?

Se fue al baño y abrió la llave del agua, luego regresó a mi lado con una
toalla mojada. Jackson se sentó a mi lado y sus dedos rozaron debajo de
mi barbilla, inclinando mi cabeza para poder examinar mis heridas.

—Para que pueda ayudarte a limpiarlas.

Me senté allí, ansiosa, mientras él tocaba ligeramente mis contusiones y


cortes. Mi ojo estaba hinchado, pero imaginaba que estaría mejor por la
mañana. Los hombres lobo sanábamos rápidamente. Había tenido una
buena paliza, pero dentro de unos pocos días estaría como nueva otra
vez.

—¿Quieres decirme por qué estás enojada? —preguntó Jackson.

—¿Por qué no iba a estar enojada? Ese idiota estaba en mi propiedad. —


Mis puños se apretaron al nada más recordar la dura cara de Roscoe. Su
mano golpeando mi trasero. La indignidad en todo esto.

—Tienes todo el derecho de estar enojada por eso —dijo, y me limpió un


rasguño en la mejilla—. Me refería a ¿por qué estás enojada conmigo?

Le di una mirada estrecha.

—No estoy enojada.


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—Lo estás —dijo él, bajando la toalla—. Estás vibrando por ello. He hecho
algo que te hizo enojar. Bien puedes decirme lo que es y cómo se relaciona
con esta cosa de Roscoe.

Tragué saliva. Intentado serenarme. Fallé.

—No estás presionándome.

—¿No estoy presionándote? —Sus cejas se juntaron.

—Para consumar este emparejamiento —le siseé, luego bajé mi voz


cuando estuve segura de que los demás podrían habernos escuchado—.
Roscoe pudo darse cuenta que yo era virgen.

Jackson me miró.

—¿Y estás enojada por eso?

—Estoy enojada porque cada día que sigo siendo virgen es otro día en
que mi manada no está a salvo. —Lo miré—. Y tú ni siquiera me has
besado.

Estudió mi cara.

—No deseo que tomes una decisión como esa bajo coacción. Tienes que
estar lista para seguir adelante.

—Mi manada depende de mí para seguir adelante…

—Tu vida personal es tuya. No es de tu manda.

Empecé a irritarme con su actitud.

—Está entrelazada.

—Hasta cierto punto. Pero tienes que tomar decisiones por ti.

¿No estaba escuchándome? Estaba atrapada por todos lados.

—Todo lo que hago es por el bien de la manada.

—Lo sé. Pero quiero que tomes una decisión por ti misma. —Sus dedos
tocaron mi mandíbula suavemente de nuevo, examinando mis heridas de
batalla.

—No estás haciendo esto fácil para mí —dije con irritación—. Se supone
que debes besarme y seducirme. Eres un alfa.

—Tú eres un alfa, también —dijo. Y luego su pulgar rozó por encima de
mi labio inferior—. ¿Quieres que te bese?
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Mis nervios aumentaron ante su mirada directa y profunda. Todavía
podía ver partes de lobo en sus ojos, como probablemente todavía podía
estaban los míos. ¿Cómo respondía a eso? ¿Decir que sí significaría
mostrarle mi garganta? ¿Podría dejar ir incluso un poco de mi orgullo y
pedir lo que quería?

—¿No deberíamos besarnos? —pregunté, dejando que mi fanfarroneo


respondiera por mí.

Una lenta sonrisa se extendió por su rostro.

—Me imaginé que lo que hicimos la última noche fue más íntimo que
besarnos.

Mi garganta se secó, pensando en ayer por la noche. Mis manos


moviéndose sobre su polla, y cómo me había sentido caliente al tocarlo.

—¿Pero tal vez necesites un beso? —preguntó Jackson en voz baja. Se


movió un poco más cerca de mí en la cama, y de repente recordé que
ambos estábamos todavía desnudos y sudorosos de nuestra carrera en
los bosques. Su olor me abrumaba, al igual que la cercanía de toda esa
desnuda y bronceada piel.

Jackson estudió mi rostro un momento más.

—¿Tu boca está herida?

Estudié sus labios, aturdida con lo cerca que estaban a los míos. Era una
cosa extraña para preguntar. Mis pechos dolían, mis pezones duros.
Incluso mi sexo se sentía adolorido. Vacío. ¿Pero mi boca?

—¿Me duele la boca? —repetí, confundida.

—¿Él te golpeó en la boca?

Oh. Un rubor me golpeó de nuevo. ¿De eso era lo que había estado
hablando? Me sentí tonta.

—No, mi boca está bien. —¿Iba a besarme o no?

—Bien —dijo, y se inclinó, su mano deslizándose hasta la parte de atrás


de mi cuello acercándome más a él.

Su boca se cerró sobre la mía.

Me sorprendió lo rápido que sucedió. Estaba besando a Jackson. Podía


sentir su mandíbula sin afeitar contra el borde de mi boca, raspando
contra mi mejilla. En contraste, sus labios se sentían firmes contra los
míos. Él chupó ligeramente sobre mi labio inferior mientras yo todavía
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estaba procesando todas las sensaciones, y jadeé. Él continuó chupando
mi labio inferior, luego comenzó a besar mi labio superior, acariciándome
en lentos y cuidadosos movimientos. Mis ojos se cerraron y permití que
las sensaciones se movieran sobre mí.

Su lengua se deslizó entre mis labios entreabiertos.

Gemí y mi piel se erizó en conciencia. Oh... wow. Me aferré a él,


necesitando su cuerpo contra el mío, y mis pezones rozaron contra su
pecho desnudo, enviando dobles pinchazos de excitación a través de mi
cuerpo. Su lengua acarició más profundo en mi boca, empujando, y envió
un extraño y emocionante temblor profundo dentro de mí. Entró en mi
boca de nuevo, su lengua enredándose con la mía, y yo empecé a
responder al beso, abriendo mi boca a su invasión y me aferré a él
mientras le hacía el amor a mi boca. Pronto, estuve mojada por mi
necesidad de nuevo, mi pulso golpeando, y el aroma de mi excitación
flotaba en el aire entre nosotros.

Jackson rompió el beso un poco después, y yo jadeé contra su boca,


aturdida.

—No más esta noche, Alice —dijo murmurado contra mi boca, y luego me
rozó con otro beso.

—¿Por qué no? —intenté presionar mi boca contra la suya de nuevo, con
ganas de más besos. Dios, él besaba de manera sorprendente. Yo podría
vivir con su boca en la mía para siempre.

—Porque pasaste suficiente el día de hoy, y no creo que cualquier


decisión que tomes esta noche debería ser afectada por lo sucedido. —
Me miró a la cara y su pulgar se movió sobre mi labio inferior de nuevo.
Se sentía hinchado y delicioso por sus besos—. Y cuando avancemos,
quiero que sea porque quieres seguir adelante, no porque te sientes
presionada.

Suspiré. Quería avanzar ahora. Mi cuerpo dolía por él, y me sentía


deliciosa con necesidad. Pero entonces sus dedos rozaron mi ojo
hinchado e hice una mueca, recordando a Roscoe.

Habría más tiempo para este tipo de cosas después.

***

—No estés nerviosa —me dijo Jackson con diversión cuando salimos del
auto—. Es sólo una cena.

Solté un bufido.
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—No estoy nerviosa por la reunión con la Alianza —dije, con mi voz tan
mordaz como era posible.

—Uh-huh.

—Lo digo en serio. Me importa poco la cena con estos dos. Estoy más
preocupada por dejar a Eddie con Trina. —Holly y Dan habían querido
salir por su carrera de manada esta noche, su piel picaba con la
necesidad de dejar salir a sus lobos, y lo había consentido sólo porque
Trina se había ofrecido a cuidar al bebé. Yo amaba a Trina, pero era
despistada en el mejor de los casos —teniendo trece y distraerse
fácilmente por los mensajes de texto— y yo no estaba segura de dejar un
bebe que gatea, gorjea y curiosea todo que todavía no dejaba de
transformarse en forma de lobo en sus manos. Cualquier criatura de ocho
meses de edad era demandante. ¿Un bebé hombre lobo? El doble de
demandante.

Pero Trina me había mirado con esos grandes y suplicantes ojos y los
otros habían estado tan rápido de un acuerdo que había cedido.

Y ahora iba a cenar... con la Alianza. Ugh. Y no estaba nerviosa. No lo


estaba.

Incluso vestía jeans y una camiseta sólo para demostrar cuán nada-en-
serio me estaba tomando esto. ¿Pero ver a la linda y adorablemente
blanda humana Bathsheba otra vez? Como que me puso un poco
ansiosa, sobre todo porque mi cara parecía un saco de boxeo.

Había pasado casi un día desde la última vez que había visto a Roscoe y
fiel a mi naturaleza de lobo, mi cara estaba sanando más rápido que la
de un humano normal haría. Mi ojo ya no estaba hinchado, ahora sólo
estaba rodeado con un moretón azul oscuro, con un poco de verde
alrededor. Tenía cortes en mis mejillas que ya estaban sanando, y otra
contusión igualmente vívida en mi garganta.

Iba bien con mi cabello oscuro, pensé.

Nos dirigimos hacia el restaurante, y la mano de Jackson


automáticamente fue alrededor de mi cintura, atrayéndome cerca de él.
Como si fuéramos una pareja. Me sorprendió al principio, y cuando me
dirigió una sonrisa, me relajé. Algo sobre Jackson siendo un poco
posesivo conmigo se sentía bien, incluso cuando yo lucía como el infierno.

El pequeño restaurante no estaba lleno. Pensé que tenía algo que ver con
el hecho de que era mitad de la semana, tarde en la noche, y el Little
Paradise Café no era exactamente un punto con el cual empezar. Pero se
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acercaba y el local estaba dirigido por una familia de cambia-tejones. No
eran muy buenos con el servicio, siendo una raza bastante maleducada,
pero Jackson quería apoyar los negocios locales de los cambiadores, y al
parecer también Beau y Bathsheba.

Olí el aroma de Bathsheba tan pronto como entramos: hembra humana,


cubierto por el olor espeso de un felino. Arrugué mi nariz, la loba en mí
no era una fan del olor a gato. Jackson se apretó a mi lado, recordándome
ser diplomática, y yo fingí frotar mi nariz, como si fuera un estornudo.

Estaban sentados en una mesa al fondo, Bathsheba con su larga y suave


cola de caballo rubio pálido y recatado conjunto de chaqueta de punto,
sentada al lado de un hombre más grande con grandes hombros, corto e
impecablemente acicalado cabello con una camisa planchada con el
cuello abierto. Se veían como cualquiera buena pareja de cuello blanco,
y era obvio por la forma en que la mano de él descansaba en la parte
posterior de la silla de ella que estaban juntos. La marca de
compañero en su cuello era clara y ella se inclinó hacia él con aire
ausente mientras él le susurraba algo al oído.

Sentí una punzada de envidia ante la vista de su comodidad. Parecía


injusto que fuera así de fácil para un humano a la hora de emparejarse.
Solo tenían que aparecerse en algún lugar y sentirse atraídos por alguien
y boom, la magia sucedía. Nada como los planes y manipulaciones que
sucedían en las manadas de hombres lobo.

Aun así, las manipulaciones de la manada me habían traído a Jackson,


por lo que no podía estar totalmente desagradecida. Eché un vistazo al
sexy hombre a mi lado y sentí un poco de orgullo posesivo.

Bathsheba levantó la vista cuando nos acercamos a la mesa… y palideció.


Su mirada se posó en mi cara.

—¿Alice?

Oh, no. No quería ser interrogada brutalmente por ella. Sonreí


herméticamente y tomé asiento.

—Hola. ¿Cómo va todo?

—Genial —dijo con voz lenta, bajando su menú desplegable. Su amplia


mirada se movió a mi cara y luego a Jackson mientras se sentaba al otro
lado de su marido—. Quiero presentarles a mi esposo, Beau Russell. Él
es líder de la Alianza.

Beau le tendió la mano a través de la mesa a Jackson, y luego a mí, y


sacudimos nuestras manos. Su actitud era brusca y fría. No era
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exactamente la recepción que había estado esperando de alguien que
quería atraer manadas de lobos a su pequeño club.

—Encantado de conocerlos a ambos —dijo Beau, en tono cortado—.


¿Cómo van las cosas?

—Tan bien como se puede esperar —dije a la ligera—. Algunos


problemillas aquí y allá por ser resueltos.

—Problemillas —repitió Bathsheba, parpadeando sus ojos rápidamente.


Miró a Beau—. Ya veo.

—Típicas cuestiones de dominio de manada de lobos —dijo Jackson,


mirándome por encima cariñosamente. Estiró la mano y acarició mi
mejilla—. Dennos otra semana y estaremos bien.

Me sonrojé por su cariñoso gesto.

Para mi sorpresa, Bathsheba arrojó su servilleta y le dio a su marido una


mirada significativa.

—Tengo que utilizar el servicio de chicas. Alice, ¿quieres venir conmigo?

Eh, ¿por qué iba a querer ir con ella?

Empecé a sacudir mi cabeza, pero ella se quedó allí, esperando. Jackson


me dio un codazo.

—Yo... ¿supongo?

La seguí a través del restaurante hacia el cuarto de baño, me di cuenta


de que, mientras caminaba, su espalda estaba tan rígida como podría
estar. Algo estaba pasando.

Tan pronto como la puerta del baño se cerró detrás de mí, Bath se
trasladó a la puerta y se apoyó en ella, bloqueando efectivamente el
camino para cualquier otra persona que quisiera entrar.

—¿E… está todo bien? —Le di una mirada extraña. ¿Eran todos los seres
humanos así de raros?

—Alice, lo siento tanto —me dijo, su voz una exhalación rápida—. No


sabía que él iba a ser así. Si lo hubiera sabido, nunca habría dejado que
él estableciera un perfil.

—¿Ah? —¿Ella no estaba de acuerdo con Jackson? Volví a pensar en el


apretón de manos, la forma en que él cariñosamente había tocado mi
cara. ¿Qué había hecho mal Jackson?
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—Si quieres escapar de él, te juro que te ayudaremos —me dijo—. No
tienes que tener miedo de él. Estamos aquí para ayudarte.

¿Miedo… de Jackson? Me quedé mirándola un momento más… y luego


me di cuenta de que ella pensaba que él me había golpeado. Típicas
cuestiones de dominio de manada de lobos, ciertamente. Me reí, dándome
cuenta de que ella pensaba que había cometido un error.

—Jackson no le hizo esto a mi cara.

Lucía escéptica.

—No lo estas defendiendo, ¿verdad? No tienes que hacerlo. Me doy cuenta


de que los lobos tienen su propio sistema, pero la Alianza está establecida
específicamente para ayudar a aquellos en necesidad…

Moví una mano distraídamente.

—Jackson me salvó del tipo que me hizo esto. El tipo es la razón por la
cual necesitaba un nuevo alfa tan desesperadamente. Está decidido a
tomar el liderazgo de mi manada. Jackson estando aquí lo detuvo.

El aspecto dudoso de su rostro permanecía.

—¿Estás... segura? Mi hermana tuvo problemas con las manadas de


lobos recientemente y sé que muchos de ellos no son... —vaciló,
claramente tratando de averiguar las palabras adecuadas sin
ofenderme—. Muchos de ellos tienen su propio conjunto de reglas.

Sí, podría adivinar.

—Jackson es perfecto —le aseguré—. No tienes nada de qué preocuparte.

—Si estás segura...

—Lo estoy.

El alivio la hizo relajar los hombros y se puso una mano en la frente.

—Oh, gracias a Dios. Pensé que de alguna manera te habías conectado


con un monstruo. —El pánico cruzó por su rostro—. Será mejor que
vuelva a la mesa antes de que Beau lo ataque.

Aw, eso era lindo. Ella pensaba que su gatito podría golpear a mi
compañero alfa. Mis labios se torcieron un poco.

—Está bien.
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Volvimos a la mesa un poco después para encontrar a los hombres
mirándose fijamente.

—Todo está bien —espetó ella cuando nos sentábamos de nuevo a la


mesa.

Los dos hombres se volvieron y me miraron.

—Esto —dije, agitando una mano hacia mi cara y cuello—, no fue


Jackson, sino otro alfa que pensó que podía entrar y tomar el control. Les
prometo que Jackson es inofensivo.

—¿Inofensivo? —Jackson levantó una ceja hacia mí, con una sonrisa
jugando en su rostro—. Estas decidida a arruinar mi credibilidad,
¿verdad?

Me senté, dándole palmaditas en la rodilla.

—Eres un plomero. No tienes credibilidad.

Él resopló y movió su mano a la parte de atrás de mi silla, tirando de mí


más cerca automáticamente.

Beau y Bathsheba intercambiaron otra mirada significativa, y Bath se


volvió a sentar a la mesa, todavía tenía una mirada por completo de alivio.

—Lo siento si tuvimos un momento de pánico —explicó—. Mi hermana


es una mujer-lobo y, bueno, recientemente tuvo una no tan agradable
experiencia con otra manada. Espero que nos perdonen si saltamos a
conclusiones.

—Eso pasa —dijo Jackson con suavidad—. Sara es tu hermana, ¿no?


¿Ella está con gran tipo hombre-oso? Hice un trabajo para ellos hace
algunas semanas.

—Esa es ella —dijo Bathsheba—. ¿Los conoces?

Él asintió.

—Ella es una pequeña cosa dulce.

Fruncí el ceño, sintiendo un borde de posesividad. Mi mano fue a su


muslo y le clavé las uñas.

—¿Ahora, es ella?

Jackson me miró y movió sus cejas.


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—No te preocupes ni un poco, Alice. Me gusta que mis chicas tengan un
poco de actitud.

—Bien —espeté—. Porque tú eres mío.

—¿Lo soy? —El toque de placer en su voz sonaba como juegos previos.

Me sonrojé y eché un vistazo sobre Beau y Bathsheba.

—Bueno —dijo Bathsheba y su voz tenía un tono remilgado que hizo a su


marido sonreír—. Ahora que sabemos que no eres un monstruo, ¿qué tal
si hablamos de lo que lo sería necesario para hacer que la manada
Savage-Wilder se una a la Alianza?

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Página
Capítulo 10

D
os horas y una cena más tarde, no estaba convencida. Beau
predicó unidad y trabajar juntos para hacer la vida mejor para
todos los cambiaformas, pero estaba un poco escéptica. ¿Por qué
una manada de lobos necesitaría de la Alianza? Éramos nuestra propia
isla. Estábamos unidos porque nos teníamos los unos a los otros. Nos
cuidábamos los unos a los otros. Entre Jackson y yo, no había nada que
nuestra manada pudiera necesitar que nosotros no pudiéramos
proporcionarles.

Para empeorar las cosas, Jackson estaba claramente entusiasmado con


unirse a la Alianza. Escuchó todos los planes de Beau con interés e
incluso ofreció sugerencias que ayudaría a atraer a más lobos y hacerlos
sentir en calma.

Así que ahora yo estaba siendo la desalentadora y la aguafiestas. Genial.

Jackson había diferido de mí, sin embargo. Le había dicho a Bathsheba


y Beau que no íbamos a entrar en la Alianza a menos que ambos
estuviéramos firmemente a bordo. Habían estado decepcionados, pero lo
entendían. Me dio la sensación de que Jackson estaba un poco
decepcionado, también, pero no había dicho nada al respecto.

Y ahora conducíamos de regreso a la casa Savage, un incómodo silencio


en la camioneta mientras conducía. Lo miré.

—Crees que estoy cometiendo un error, ¿no es así ? ¿Al decir no a la


Alianza?

Él me miró.

—Nunca te diría que estás cometiendo un error, Alice. La manada ha sido


tuya por mucho más tiempo de lo que ha sido mía. Pero creo que sería
bueno para todos nosotros.

—¿Por qué? No necesitamos a nadie de afuera. —Era lo que mi padre —


y Cash— firmemente habían creído. Yo había crecido con el conocimiento
de que los Savage se hacían cargo de los suyos, y eso era lo que era.
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Página
—Tú me necesitabas —dijo Jackson fácilmente.

Le lancé una mirada de enojo, pero estaba mirando por la ventana del
lado del pasajero de la camioneta.

—¿Es así?

—No lo digo para iniciar una pelea, Alice —dijo Jackson—. Sólo estoy
señalando un punto.

Miré por la ventana, mis manos apretadas firmemente en el volante. No


me gustaba que me recordaran que había sido forzada a arrastrar a un
extraño a la manada por protección.

—Mi antigua manada —comenzó Jackson en voz baja—. Murieron en un


incendio. ¿Dan te dijo eso?

Tragué saliva ante el dolor en su voz.

—No nadie me lo dijo.

—Sí. Mi padre es el alfa de una manada en el noreste, por lo que no podía


permanecer allí. No quería desafiar a mi padre por el dominio y todo eso,
¿sabes? Así que eventualmente un alfa tiene que seguir adelante. Fui a
las Carolinas y contacté con la manada St. James. Tres hombres, dos
mujeres, y Dan era el más joven. Eran algo pobres. En realidad, “algo” es
demasiado agradable para la realidad. Todos vivían en esta gran casa
destartalada que probablemente habría sido clausurada si alguien
hubiese enviado esa información a la ciudad. Se iba cayendo alrededor
de sus oídos, pero estaba afuera en el campo y estaban contentos. A pesar
de que yo solo tenía alrededor de veinticuatro o algo así cuando me uní a
ellos, fui el alfa. Los otros eran todos mayores que yo a excepción de Dan,
pero yo era el que tenía el mejor trabajo. Mi papá me había enseñado a
ser un plomero, y eso era un lujo para ellos. —Su boca se torció un poco—
. Eran un poco desastrosos, pero mirando hacia atrás, eran buenas
personas. Me encantó estar allí con ellos. Estuve allí por cinco años.

Dos hembras. Quería preguntarle si una de ellas había sido su hembra


alfa. Si habían estado involucrados románticamente. Si ella era bonita.

—Mencioné que la casa era un lío, ¿verdad? Lo era. Algo estaba siempre
mal con ella: un corto circuito, o el aire acondicionado se dañaba, algo
recalentándose, nómbralo. Bromeábamos sobre que era un gran
fontanero pero un pobre electricista, y que la próxima persona que
dejáramos entrar en la manada tendría que saber de cableado y
plataformas para mantener el antiguo lugar. —Se rio entre dientes, pero
el sonido era de dolor.
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Página
No dije nada, un nudo se formó en mi garganta ante el dolor en sus
palabras. Lo que me recordó las pérdidas que yo había tenido. El perder
a mi padre y madre, y luego a Cash sólo algunos años más tarde. La
pérdida de Carlos, mi omega. Nuestra pequeña manada había sido
golpeada y golpeada de nuevo. Yo sabía lo que era estar en duelo.

—A Dan le gustaba correr fuera en medio de la noche y cambiar a lobo.


Sólo por diversión, ¿sabes? Un chico escabulléndose al exterior y ser un
chico. Él tenía mucha más energía que el resto de ellos, siendo mucho
más joven. Lo descubrí una noche y pensé que necesitaba seguirlo
sigilosamente en el bosque. Asustarle un poco para que entrara en razón.
Lo cual, sucedió, supongo. Pero tampoco me di cuenta de que esa noche
que había salvado nuestras vidas. Estuvimos de vuelta a la casa en el
medio de la noche sólo para ver que todo había ardido. Todo el mundo en
el interior seguía durmiendo.

Miré y lo observé por el rabillo de mi ojo.

—Lo siento.

Se pasó la mano por la cara.

—Se fueron pacíficamente. O eso es lo que me dije. El departamento de


bomberos dijo que la inhalación de humo probablemente los mató antes
de que las llamas tomaran fuerza. Y fue por el cableado defectuoso en la
vieja casa, por lo que nadie era culpable. Pero dejó a Dan huérfano y a
mí sin una manada. O un hogar. Y después de eso, no podíamos
quedarnos allí, así que nos fuimos. Nos dirigimos hacia el sur. Vagando
por, qué, diez, doce meses ahora. —Se encogió de hombros—. Es solitario
cuando no tienes a nadie. No te das cuenta cuán dependiente eres
teniendo el apoyo de una manada hasta que la pierdes. Entonces te das
cuenta de lo solo que estás. Es por eso que quiero la Alianza para tu
manada, para nuestra manada. Así ellos nunca tendrán que pasar por lo
que Dan y yo pasamos. Así nunca estarán solos, a pesar de cualquier
cosa que se les presente. Así siempre tendrán a alguien a quien acudir.

No dije nada. Podría haber argumentado que siempre iba a estar allí para
ellos, pero pensé que Cash siempre estaría ahí para mí, y un giro del
destino me habían robado tanto a mi hermano como a mi alfa. La vida
me golpeó y tuve que hacerle frente.

¿Pero apoyarme en otros? ¿No lobos? Iba en contra de todo lo que


conocía.

—Yo... voy a pensarlo.


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—Lo sé, Alice. No estoy tratando de presionarte. Sólo estoy tratando de
explicar por qué me siento como lo hago.

Yo entendía. Sólo tenía que descubrir qué era lo mejor para la manada.
Si nos uníamos a la Alianza, otros lobos podrían vernos como débiles.
Necesitando apoyo. No quería eso para mis lobos. Quería que fueran
fuertes e independientes.

Pero cuando llegué al camino de entrada de la casa Savage, todos los


pensamientos acerca de la independencia y Alianzas y cualquier otra cosa
volaron de mi mente. Trina estaba en el porche, su joven rostro bañado
en lágrimas.

—El bebé se ha ido —me dijo y estalló en sollozos.

El miedo se apoderó de mí. Mi mente se puso en blanco, y luego empecé


a temblar.

—¿Qué quieres decir con que el bebé se ha ido?

—Quiero decir que se ha perdido. Tomé una siesta en el sofá —dijo entre
lágrimas—, él estaba en su corralito y lo siguiente que supe cuando me
desperté es que se había ido.

—¿Dónde están Spence y Len? —Mi voz estaba temblando. El bebé Eddie
era tan pequeño, tan vulnerable—. Se supone que deberían estar aquí
contigo. ¿Ellos lo tomaron?

—Se fueron a un concierto. No se supone que te dijera. —Ella comenzó a


llorar de nuevo.

La furia explotó detrás de mis ojos. ¿Así que Spence y Len habían
desobedecido y se habían ido a un concierto? ¿Y ahora el bebé se había
perdido?

Roscoe se lo había llevado. Lo sabía. Iba a utilizar al dulce e inocente bebé


Eddie como moneda de cambio. Estaba temblando, estaba tan furiosa.

—¿Oliste a alguien más en la casa?

—No. —Negó con la cabeza—. Sólo el bebé y yo.

—Tienes que ir a la habitación del pánico —le dije, mi voz dura—. Ve y


permanece allí hasta que te dé la orden de salir.

—Pero…

—¡Ve! —ladré.
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—Ve a arriba, Trina —tranquilizó Jackson, y jaló a la chica en un
abrazo—. Está bien. Alice y yo vamos a recuperar al bebé, No te
preocupes.

Por un momento irracional y salvaje, estuve celosa de ese abrazo y la


forma en que ella se derrumbó contra él. Luego asintió y corrió hacia la
casa.

Jackson se volvió hacia mí, y puso sus manos sobre mis hombros.

—Calma, Alice. Todo va a estar bien.

—Estoy tranquila —dije, aunque parecía que no podía dejar de temblar.


El bebé Eddie estaba con Roscoe. El vulnerable y dulce bebé Eddie quien
aún no tenía todos sus dientes y solamente gorgoteaba y arrullaba. A
quien le brotaba pelo cuando quería desafiar a alguien y tan fácilmente
levantado en brazos para un abrazo. El dulce, dulce bebé Eddie estaba
con ese monstruo.

Todo porque yo quería a alguien más para ser el alfa para mi manada.
Era mi culpa. Si estaba herido, nunca me lo perdonaría a mí misma.

—Alice —dijo Jackson.

Apenas le oí a través de la confusión de mis propios pensamientos. ¿Qué


si Eddie había intentado, a su manera de bebé, desafiar a Roscoe? ¿Y qué
pasaría si lloraba y Roscoe intentaba callarlo? ¿Lastimaría al bebé?
¿Eddie estaba asustado? Yo…

—Alice —dijo Jackson de nuevo y su mirada atrapó la mía. Sus ojos eran
de oro verdoso, su lobo estaba levantándose en el frente y había un tono
en su voz que hizo que mi lobo se sentara y prestara atención. Quedé
atrapada en su mirada, sentí a su alfa comenzar a subvertir al mío—.
Todo va a estar bien —dijo de nuevo en voz baja—. Vamos a solucionarlo,
¿de acuerdo?

—¿Qué hacemos? —susurré.

—Si Roscoe tiene al bebé, va a querer cambiarlo por una de las chicas, o
por ti —dijo, haciendo eco de mis propios pensamientos. Escuchar eso
en voz alta me hacía temblar con furia de nuevo—. No vamos a permitir
que eso suceda —dijo con calma—. Lo prometo. Pero quiero que vayas
arriba por ahora…

Mis ojos se estrecharon.

—¿Qué?
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Página
—Sube las escaleras y cuida a Trina —me dijo—. No sabemos si él va a
volver después por ella, y quiero que esté segura. Tienes un arma,
¿verdad?

La tenía. Asentí.

—Voy a hacer unas llamadas. Vamos a traer a los demás y peinar el


bosque. Vamos a encontrar su rastro y luego vamos a hacer que nos dé
al bebé. Te lo prometo.

—Pero… ¿a quién podemos llamar? —Pensé en las otras manadas en el


área. Los otros no estaban cerca, y no hablábamos mucho con ellos. A
los lobos no les gustaba mezclarse con lobos que no están en sus
manadas. Eso no sucedía. Demasiados disputas de territorios. Si
solicitabas ayuda, te arriesgabas a ceder tu territorio porque claramente
no podías protegerlo—. ¿En quién confiamos?

—¿Confías en mí? —preguntó Jackson.

Parpadeé hacia él, luego asentí. Lo hacía. Jackson quería lo mejor para
nosotros.

Se inclinó y me dio un beso feroz.

—Entonces ve a buscar la pistola y cuida de Trina. Voy a llamar a la


Alianza.

***

A la media hora, la casa Savage estaba llena de lobos, hombre-pumas y


cada otra criatura en la que podía pensar. La parte frontal del patio se
había convertido en un estacionamiento, lleno de autos aparcados sin
orden en el césped, a medida que más y más cambiadores llegaban para
ayudar a encontrar al bebé. Yo estaba sorprendida por cuántos
cambiadores había y mi nariz estaba llena con los aromas de hombre-
oso, hombre-nutria y algunos que ni siquiera podía nombrar.

Holly y Dan habían regresado a casa un poco más tarde, agotados de su


carrera, sólo para entrar en pánico cuando se dieron cuenta de lo que
estaba pasando. Holly ahora estaba sentada a mi lado mientras yo
sostenía la pistola, sus ojos llorosos. Sabía que se culpaba por la
desaparición del bebé. Dan había salido con Jackson, encabezando
partidas de búsqueda mientras peinaban el bosque, buscando el olor de
un joven niño.

Otros lobos habían aparecido, también. Para mi sorpresa, el líder de la


manada Anderson —Connor Anderson— había llegado con la Alianza,
97
Página
junto con su hermana Gracie. No tenía idea de que eran parte de la
Alianza, pero Gracie me aseguró que les gustaba. Ella se quedó conmigo
mientras Connor se unía al resto de los hombres. Al principio había
estado un poco ofendida ante la idea de que todas las mujeres debían
quedarse atrás, pero entonces ella había declarado que iría toda “mujer
loba” sobre Roscoe al momento en que lo viera, y parecía gustarle mucho
ese pensamiento.

Incluso Bathsheba se había presentado con su marido, y estaban


ocupados haciendo llamadas telefónicas y organizando a la gente de la
planta baja mientras yo estaba sentada arriba abrazando a mis chicas
atrayéndolas más cerca.

Yo… no había manejado bien esto. Había querido ser fuerte y valiente y
decisiva en una crisis. En su lugar, había perdido mi mierda. Fue
demasiado cercano a casa, demasiado personal. Me di cuenta de eso,
también. Quería ser fuerte cuando se trataba de asuntos de la familia,
pero la verdad era que había afrontado tiempos difíciles. Al igual como
cuando había enviado a mi manada lejos después de que Cash y Carlos
murieron, cuando me habían necesitado más que nunca. Yo… no era una
buena líder. Era buena en los tiempos fáciles, ¿pero cuando las cosas se
ponían difíciles? Me derrumbaba.

Y estaba increíblemente agradecida de tener a Jackson a mi lado. Había


tomado las cosas con brutal eficiencia, entregando la ropa del bebé a los
demás para conseguir el aroma, advirtiendo a los miembros de la Alianza
sobre Roscoe y la posibilidad de una pelea, y volviendo de vez en cuando
para acariciar mi mejilla y tranquilizarme diciéndome que las cosas iban
a estar bien.

Era un alfa maravilloso.

Y había estado en lo cierto acerca de la Alianza, ahora me daba cuenta.


A medida que más y más personas se presentaron para ayudar o
simplemente para mostrar su apoyo, comprendí que esto era lo que
quería Jackson para nosotros. Que cuando algo saliera mal, no
estuviéramos solos. Las personas estabas pendientes para ayudarnos.
Estaban allí para nosotros, aunque fuera tan simple como vigilar la
puerta o entregar bebidas para los que estaban recorriendo el bosque.

La Alianza no sería una mala cosa después de todo.

Mientras meditaba sobre esto, las voces se elevaron en la parte de abajo.


No sonaban felices. Le di unas palmaditas a Holly en la rodilla.
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Página
—Ve a la habitación de seguridad con Trina y no salgas hasta que te diga
que todo está bien.

Ella asintió y corrió hacia la habitación. Volé escaleras abajo,


dirigiéndome hacia la conmoción. Parecía venir desde el frente de la casa,
así que me dirigí allí.

Y me detuve sorprendida.

Connor Anderson y su hermana Gracie estaban de pie frente a Roscoe,


negándose a dejarle entrar en la casa. Cerca de allí, un par de hombre-
pumas estaba dándole miradas feas. Todos listos para reñir.

No veía al el bebé en ninguna parte.

Me enfurecí y fui hacia adelante, abriéndome paso entre la multitud.

—¿Dónde está Eddie, hijo de puta?

Él me esquivo cuando mis manos alcanzaron su camisa, moviéndose


detrás de Connor.

—He venido para ayudarte a buscar, idiota.

Eso hizo que me detuviera en seco. Miré a Connor, el alfa Anderson.

Él se encogió de hombros.

—Eso es lo que me dijo.

Entrecerré los ojos hacia Roscoe. No tenía sentido.

—¿Tú... no robaste al bebé?

Él me dio una mirada de disgusto.

—¿Por qué lastimaría a un niño? Eso no es lo que un alfa hace.

Nada de esto tenía sentido para mí.

—Pensé... pensé que te lo habías llevado para obligarme a hacer un


intercambio.

—Joder, mujer. Quiero una manada, no ir a la cárcel.

Mis manos bajaron. Me parecía estar teniendo problemas para


comprender que mi más odiado enemigo —el hombre que me había
acosado desde que Cash había muerto— se había presentado para
ayudar en la búsqueda.

—¿Por qué.... por qué vienes a ayudar?


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Página
—¿Porque es un niño y es un lobo? Eso es lo que hacemos.

¿Por qué me estaba sintiendo ahora como la imbécil en esto?

—No creo que te quiera por aquí. No creas que he olvidado lo que me
hiciste.

Connor miró mi cara magullada, sus brazos cruzándose sobre su pecho.


Él miró a Roscoe.

—¿Fuiste tú?

Por una vez, el duro rostro de Roscoe pareció un poco avergonzado.

—Estaba enojado. Me dejé llevar. Casi tuve una manada en la palma de


mi mano y ella tuvo que ir a buscar por ella misma a otro alfa.

—Te voy a mostrar lo que es dejarse llevar —dijo Gracie y golpeó con el
puño amenazadoramente en su palma abierta—. ¿Golpeas a las chicas?
¿Quieres intentarlo conmigo? Voy a patearte el culo durante toda la
semana que viene…

—Gracie —dijo Connor, dándole una advertencia con la mano a su


hermana—. Si solo estás buscando una manada, eres bienvenido a la
mía.

—¿Lo es? —ambas Gracie y yo dijimos.

—Lo es —dijo Connor gravemente—. Estoy acostumbrado a poner a


algunos idiotas en su lugar. Y él sería uno más de los que necesita una
lección. Pero tendrías que mostrar la garganta.

El rostro de Roscoe se endureció con un tono de burla.

—Soy un alfa, muchacho.

—Yo también. —Connor no dio marcha atrás—. Pero si quieres ser parte
de mi manada, es necesario que me muestres la garganta y aceptes que
no todo el mundo llega a ser alfa.

—¿Y si no me gusta?

—Entonces puedes salir de nuestro territorio.

—No estoy en tu territorio justo ahora —dijo Roscoe.

—Tienes que salir del mío, también —le dije—. Y no estás invitado a esta
manada. En absoluto.
100
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Se nos quedó mirando, pero Connor no se movió y yo tampoco. A mi lado,
Gracie continuó golpeando su puño contra la palma de la mano,
buscando claramente una pelea.

Después de un momento, Roscoe bajó los ojos.

—Me largaré una vez que el niño sea encontrado. Todavía quiero ayudar.
No es justo que mientras el niño esté perdido nosotros estemos ocupados
en una puta guerra.

—De acuerdo —dijo Connor, mirando hacia mí por mi veredicto.

—Me parece bien —dije—. Pero no quiero volver a verte por aquí de nuevo.
O la próxima vez, no le diré a Jackson que retroceda.

Él no dijo nada, simplemente tomó distancia. Solté un suspiro, uno que


no me había dado cuenta de que había estado conteniendo. Mis manos
temblaban, así que las puse en mis caderas y traté de parecer casual.
Roscoe se estaba alejando. Él no tenía al bebé y yo todavía no sabía dónde
estaba el pobre Eddie, pero Roscoe se iría y estaría fuera la de mi vista.
Gracias a Dios. Miré a Connor.

—Gracias.

—No me agradezcas a mi —dijo con facilidad—. Sólo tomará unos


cuantos alfas dándole un infierno para hacerle comprender su lugar. No
es un alfa como cree que es.

—Tal vez no —comencé, luego ladeé la cabeza. Podría haber jurado que
había oído mi nombre afuera, en la distancia.

La casa quedó en silencio.

—¡Alice!

Allí estaba de nuevo, pero esta vez procedente de la parte posterior de la


casa. Me dirigí a la cocina y pasé a Bathsheba, que seguía haciendo
llamadas, con su teléfono celular en su oído. La puerta de pantalla de
atrás se cerró detrás de mí y me dirigí a través de la hierba, escuchando
mi nombre nuevo.

—Alice —llamó la voz de nuevo y comencé a correr hacia ella, hacia el


borde de la propiedad. Era la voz de Jackson.

Corrí hacia él, y empecé a reír con placer, un alivio vertiginoso surgiendo
a través de mí.
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Jackson se dirigió a través del borde de los bosques, de regreso a la casa.
Dos hombre-pumas caminaban a su lado y sus brazos estaban llenos con
algo ondulante, retorciéndose, un cachorro de lobo fangoso. Levantó al
cachorro con una sonrisa de alivio, una mancha de barro en su rostro.

Me lancé sobre él, empujando a los otros.

—¿Eso es…

—Lo es —dijo, y sostuvo al cachorro hacia mí.

Tomé al cachorro en mis brazos e inhalé. Efectivamente, el olor de


cachorro lobo mezclado con el familiar aroma de bebé de Eddie. Mi
pequeño hombrecito había encontrado la manera de convertirse en lobo
incluso antes de haber descubierto cómo caminar. Normal. Me reí, y mi
risa se convirtió en sollozos cuando presioné frenéticos besos de alivio en
su cabeza.

El bebé Eddie estaba en casa. La manada estaba completa y segura.


Continué besándolo mientras él se retorcía, ignorando la lengua de
perrito que intentó lamer mi cara y las felices y aliviadas conversaciones
de los otros cambiadores a mi alrededor. Alguien sacó un walkie-talkie y
empezó a murmurar en él, pero no estaba consciente. Necesitaba llevar
a Eddie al interior para que los demás pudieran ver que estaba bien.

Lancé una mirada de agradecimiento a Jackson por encima de mi


hombro. Él era el mejor, pero entonces, él lo sabía.

102
Página
Capítulo 11

T
omó un par de horas para que todos los que habían venido se
fueran. Alguien había traído un par de cajas de cerveza y la gente
se relajó y celebró mientras Dan, Holly, Trina y yo nos
encargábamos del bebé. Le dimos un baño y lo pusimos en su cama, y
Holly optó por dormir en su habitación. Puso su litera a través de la
puerta para asegurarse de que no pudiera cambiar de nuevo y volver a
salir. Claramente teníamos que vigilarlo de cerca, pero a juzgar por el
aspecto castigado en el rostro de Trina, no sucedería de nuevo.

Spence y Len habían regresado a casa después del concierto,


avergonzados de encontrar la casa llena de cambiadores y de ser
atrapados in fraganti. Estuvieron horrorizados al escuchar las noticias
acerca del bebé Eddie, y como castigo, Jackson los tomaría como
aprendices para su empresa de plomería. No pensé que fuera un gran
castigo y se lo dije.

—No has tenido que lidiar con aguas residuales antes, ¿verdad? —dijo
con una sonrisa.

A juzgar por la sonrisa en la cara de Dan, no iba a ser un buen castigo.


Lo dejé pasar. Spence y Len necesitaban un trabajo de todos modos. Este
les daría algo para aprender, por lo menos.

Fiel a su palabra, Roscoe había tomado una mirada de mí y Jackson,


abrazando al bebé Eddie. Se había dado la vuelta he ido en su auto. Tenía
la esperanza de nunca verlo de nuevo, pero no importaba. La virginidad
no importaba tampoco. Jackson y yo éramos un equipo cohesivo, y era
obvio para todos los presentes. Él era parte de nuestra manada: el alfa,
líder y el padre de los demás, y mi compañero. Roscoe nunca sería capaz
de abrirse paso. No ahora.

Bathsheba y Beau nos habían retirado a un lado, querían asegurarse de


que todo estaba bien antes de irse. Les di las gracias por su ayuda, pero
Beau se limitó a sacudir la cabeza.

—Esto es exactamente para lo que es la Alianza —me dijo—. Unidos para


ayudarnos los unos a los otros. No nos des las gracias no es necesario.
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—Aun así estamos agradecidos —le dije. Miré a Jackson, que había
permanecido a mi lado desde que había vuelto—. Y nos gustaría hablar
para que la manada Savage se una a la Alianza, después de todo. Estoy
empezando a ver los beneficios.

Beau lució complacido.

—Vamos a tener una reunión con los alfas de varios grupos el miércoles
en la noche. Me encantaría que ustedes pudieran venir.

—Vamos a estar allí —dijo Jackson, con el brazo alrededor de mi cintura.

Se fueron y la casa estaba silenciosa. Los otros estaban en la cama, era


tarde por la noche. Jackson cerró la puerta y nos trasladamos a través
de la casa, comprobando todo antes de encontrarnos en las escaleras y
dirigirnos a mi habitación.

Tan pronto como cerramos la puerta, estuve encima de Jackson. Mi boca


fue a la suya y comencé a rasgar su camisa, abrumada por una gran
cantidad de emociones. Orgullo por la forma en que había manejado las
cosas esta noche. Alivio. Placer.

Y un deseo abrumador. ¿Verlo tomar el control? Me encendió. ¿Verlo


regresar con el bebé Eddie en sus brazos, seguro y protegido? Me
encendió. ¿Cada vez que puso su brazo alrededor mi cintura o
distraídamente me tocó, dejando a los demás saber que era su
compañera? Me encendió.

¿Y en este momento? Estaba increíblemente, sin duda, encendida. Mi


lengua se enredó contra la suya, mis movimientos más feroces cada vez.
Mis uñas excavaron en su camisa y rompí la tela, deseando quitársela.

Él me devolvió el beso, luego tomó algo de distancia, claramente


sorprendido por mi pasión.

—¿Estás bien, Alice?

—Estoy tan increíblemente atraída por ti en este momento —le dije sin
aliento.

—¿Lo estás? —Pareció sorprendido, aunque sus manos fueron a mi


cintura y me atrajo hacia él—. ¿No estás agotada por lo de esta noche?

Oh, lo estaba. Pero más que eso, estaba excitada. ¿Ver a Jackson ser un
líder? ¿Apoyarme en Jackson mientras que él manejó las cosas? Había
hecho cosas locas a mi libido.
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—Estoy lista para seguir adelante con el emparejamiento. Todo esto.
Todo.

Se echó hacia atrás, con los ojos entrecerrados mientras me estudiaba.

—Esto... no es una especie de cosa de gratitud, ¿o sí? Quiero que sea tu


elección, Alice, no algo que haces porque crees que tienes que…

Lo besé de nuevo para callarlo, rozando mis senos contra su pecho. Mi


lengua se deslizó contra sus labios entreabiertos y gemí en respuesta a
lo delicioso que sabía.

—¿No puedo simplemente excitada por tú siendo todo un alfa?

—Sí puedes —acordó, y sus manos se deslizaron a mi trasero—. Sólo


quiero asegurarme de que no te sientas coaccionada.

—No lo estoy. Roscoe se ha ido. El bebé está a salvo. La manada está


bien. Y yo... yo quiero a mi alfa. Ahora cállate y bésame.

Él se rio entre dientes, moviendo los labios más cerca de mi boca.

—Ah, los dulces encantos de la hembra alfa. Tan demandante.

—Cállate —le dije sin aliento—. Te gusta.

—Infiernos que sí —admitió—. Pero yo podría ser igualmente exigente.


Especialmente en la cama.

Un escalofrío me recorrió la espina y arranqué otro botón de su camisa.


Separé el material en su cuello.

—Puedo dar tanto como reciba —le dije. ¿La virgen asustada que había
sido? Se había ido. Todo el miedo que tenía de alguna manera se había
ido por la ventana, dejándome solo voraz con necesidad y emoción de
experimentar todo lo que el apareamiento con un alfa me traería.

¿Él quería tomar el control en la cama? Tendría que pelear conmigo por
ello.

Y estaba tan, tan ansiosa por eso.

—Acabas de romper mi camisa favorita —dijo Jackson en voz baja—.


Mala chica. —Sus manos aferradas a mi camisa—. No te importara si
hago lo mismo, ¿verdad?

Le di una amplia sonrisa, aunque mi piel picaba con emoción y


conciencia.
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—Adelante, prueba.

Lo hizo, sus grandes manos rasgando el frente de mi camisa y exponiendo


mi sostén. Y oh dios, eso me encendió mucho más, verlo rasgar mi ropa
de mi cuerpo. Mis pezones estaban duros a través de la suave tela de mi
sostén, y mi respiración era agitada, excitada.

—¿Aprendiste la lección? —Hubo un gruñido bajo en su voz que era oh


tan sugerente.

Solté un bufido.

—Aprendí que rasgas ropa como un marica —me burlé—. Pides permiso
y luego apenas cumples tus amenazas.

—¿A sí? —Su gran mano fue a la parte delantera de mi sostén y antes de
que pudiera decir nada más, tiró y rompió el material. Mis pechos volaron
libres.

Jadeé, sorprendida por ese movimiento. No me había esperado eso. Mis


pezones dolían, sin embargo, y cuando su hambrienta mirada volvió allí,
al instante me excité. Oh dios.

Pero no podía dejar que tuviera la ventaja en la guerra de la ropa rasgada.


Arrastré mis uñas por su camisa, arrancando más del material hasta que
su pecho quedó completamente desnudo. Entonces me detuve y admiré
la vista, lamiendo mis labios. Dios, hermoso. Esos duros pectorales,
esos pequeños vellos en su pecho. Todo era increíblemente atractivo. Él
se quedó quieto, dejándome admirarlo sin ser molestada y no pude evitar
rastrillar mis uñas sobre su dura musculatura. Eso solo me hizo temblar
de deseo.

—¿Es raro que me guste el solo mirarte?

—No, en absoluto —dijo en un tono ronco de voz. Extendió la mano y


acunó uno de mis pechos sueltos—. Sé justo cómo te sientes.

Gemí ante la sensación de su gran mano sobre mi pecho. Era la primera


vez que me tocaban ahí. Era delicado y desesperante y me hacía
retorcerme, todo a la vez. Y cuando su pulgar rozó sobre mi pezón, no
pude reprimir el grito que escapó de mi garganta, o la forma en que mi
pezón se endureció en respuesta.

—Tan precioso, Alice. Quiero poner mi boca sobre ti —susurró Jackson,


moviéndose más cerca de mí.

—Hazlo —le urgí.


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Página
—Si insistes —dijo, y me agarró por el culo, alzándome en sus brazos.

Mis brazos fueron automáticamente alrededor de su cuello, aferrándose


a él cuando me levantó y se dirigió a la cama en el lado opuesto de la
habitación. El movimiento presionó mis pechos desnudos contra su
pecho, y el calor de su piel, en combinación con el cosquilleo del vello de
su pecho, fue tan excitante como su tacto.

En el momento en que me puso suavemente en la cama, me retorcía por


la necesidad. Mis piernas rodearon sus caderas con vaqueros,
atrapándolo contra mí antes de que pudiera moverse y alejarse. Jackson
se rio entre dientes y presionó su peso contra mí, sus caderas
descansando entre la cuna de mis muslos, y pude sentir la dura longitud
de él allí. Contuve mi aliento cuando dio un empuje sugerente.

Su boca se movió a mi cuello y yo gemí en voz alta cuando mordió y lamió


mi piel desnuda.

—Shhh —me advirtió—. No quieres que los otros nos escuchen.

Mierda. La audiencia del hombre lobo era muy buena. Estiré un brazo
sobre la cama, buscando a tientas el radio reloj allí, y comencé a tocar
los botones hasta que la música empezó a tocar. Música latina gimió a
través de los pequeños altavoces, llena de trompetas y palabras en
español.

Jackson se rio contra mi garganta.

—Una manera de ser obvios.

No me importaba si era obvio. Simplemente no quería que se detuviera.


Mis manos fueron a su cabello y empujé para que bajara su cabeza,
dirigiéndolo hacia mis pechos. Quería que me tocara de nuevo.

—Mucho hablar, no suficientes lamidas —le dije en un susurro.

—Un hombre tiene que mantener a su hembra alfa feliz, ¿no es así? —
murmuró Jackson, y amablemente trasladó su boca a mis pechos. Pasó
la lengua por la punta de uno.

Gemí de nuevo, incapaz de contenerme. Eso se sentía increíble. Cada vez


que sus labios tocaban mi pezón, lo sentía todo hasta los dedos de los
pies. Arqueé mi espalda, presionando mis pechos delante de su boca, y
acarició un pezón, luego se trasladó al otro para darle la misma atención.
Sus labios se movieron sobre ellos, chupando, luego succionando cada
punta, y justo cuando gemí de puro placer, él movió su boca para arriba,
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Página
mordiendo mi carne o mis pechos. Muy pronto estaba retorciéndome en
la cama debajo de él, desesperada por la necesidad.

—Jackson —suspiré, mis dedos clavándose en sus hombros—. Tu boca


me está volviendo loca. —Quería que se detuviera. Quería que siguiera
por siempre.

—Bebé —murmuró y se inclinó para darme un beso en mi esternón—. No


has visto nada todavía. ¿Quieres que te vuelva incluso más salvaje?

Oh dios, ¿quería? Diablos, sí, quería. Asentí.

—Muéstrame lo que tienes.

Él se rio entre dientes y sus manos fueron a la cremallera de mis jeans.

—Entonces vamos a quitar estos.

Eso sonó como una increíble idea para mí. Mientras se deshacía de mis
jeans, comencé a retorcerme, maniobrándolos por mis piernas hasta que
estuve en nada más que en mi ropa interior, y él apartó la pesada
mezclilla de mis piernas. Luego, tomó mis bragas y me las quitó,
dejándome desnuda y jadeante sobre la cama, mirándolo. Él todavía
estaba con sus jeans. No parecía justo y abrí la boca para protestar.

Pero luego se dejó caer al suelo junto a la cama y me jaló hacia él y fui en
silencio, mis ojos se abrieron mucho.

—Tu olor me está volviendo salvaje, Alice —murmuró Jackson, su voz


apenas audible sobre la música mariachi—. Ha estado volviéndome loco
por días. Me encanta tu olor en mis fosas nasales.

¿Él había estado oliendo mi constantemente excitación durante días?


Debería haberlo sabido y sin embargo me retorcí ante la idea. Sus
grandes manos fueron a mis muslos, extendiéndolos y le oí inhalar con
fuerza de nuevo. Dio un suspiro de placer y luego me coloco más cerca
del borde de la cama.

—Sólo dime si algo de esto te hace sentir incómoda, Alice —murmuró y


sus dedos rozaron el interior de mi muslo.

Me estremecí ante ese contacto, apoyándome en mis codos para mirarlo.


¿Cómo sería capaz de quejarme sobre cualquier cosa? ¿Pensaba que no
me gustaría? Estaba prácticamente temblando ante la anticipación de su
boca en mi sexo.

Por suerte, no tuve que esperar mucho. Hizo otro sonido de placer y
entonces sentí sus dedos rozando mi sexo, moviéndose a lo largo de mis
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Página
rizos y separando los pétalos debajo. Sus dedos acariciaron por encima
de mi carne.

—Tan linda y ya mojada.

Me desplomé en la cama, cerré mis ojos perdiéndome en la sensación.


Oh, dios. Si había pensado que su boca sobre mis pechos era celestial,
sus manos en mi sexo eran pura bendición. Separé mis muslos aún más
para él, animándolo más, y mis manos fueron a su cabello de nuevo, tenía
ganas de empujarlo a donde lo necesitaba más, justo dentro de mí.

Se rio de mi respuesta.

—¿Quieres el control un poco, Alice?

—Sólo tócame —espeté, mi respiración ronca y un poco profunda ante la


anticipación.

—¿Quieres los dedos o la lengua?

Oh Dios, ¿tenía que elegir sólo uno? Temblé ante eso.

—Tal vez yo lo decida —murmuró con voz ronca. Un momento después,


Sentí su lengua cepillar sobre los pliegues de mi sexo.

El gemido estremecedor que se deslizó de mi garganta no era sexy. Era


estrangulado con una mezcla de sorpresa y deseo, pero a Jackson parecía
gustarle el sonido. Hizo un ruido de placer —como si estuviera probando
su plato favorito— y me lamió largo y duro.

Y yo hice otro de esos gemidos ilegibles.

—Mmm, dulce Alice —dijo Jackson contra mi carne—. Sabía que tenías
un sabor increíble. Me encanta que seas toda mía. —Me lamió otra vez,
largo y duro, y mis muslos se estremecieron en respuesta, moviéndome
para animarlo a seguir con su lengua—. Mi dulce, dulce compañera alfa.

Y entonces empezó mover su lengua vigorosamente, sus labios cepillando


en contra de mi montículo incluso con la punta de su lengua trabajando
en mi clítoris, presionando y luego dando vueltas con diferentes
velocidades y fuerzas. Él parecía que estaba juzgando mis respuestas;
cada estremecimiento conseguía más de los mismos como recompensa, y
aceleraba y ralentizaba como probándome. Viendo qué me gustaba.

Diablos, me gustaba todo.

Mis manos se apretaron en su cabello en shock cuando chupó mi clítoris,


sin embargo, y dio una pequeña y áspera risa ante mi reacción.
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—Te gusta eso, ¿no?

—Más —demandé, apretando mis manos en su cabello. Oh dios,


necesitaba más de eso.

—Como mi alfa mande —dijo con esa suave y seductora voz y rozó sus
labios sobre mi clítoris en una burla gloriosa antes de chuparlo de nuevo.

Gemí, sintiendo un orgasmo iniciándose y era impotente para detenerlo.


Mi muslos se apretaron sin poder evitarlo, y mis caderas se sacudieron
en respuesta cuando rozó dos dedos contra mi núcleo y empujó en mi
húmeda calidez, incluso mientras su boca continuaba chupando mi
clítoris, enviando ondas de choque de placer a través de mí con el simple
movimiento ocasional de su lengua.

Luego sus dedos comenzaron a bombear dentro de mí.

El orgasmo se astilló y rompió a través de mí.

—Unh —jadeé, luego me horroricé por completo con el ruido poco sexy
que acababa de hacer. Mi liberación rasgó a través de mí, bloqueando
todos mis músculos a lo largo de su camino, incluso mientras Jackson
continuaba empujando sus dedos muy dentro de mí, me tomaba con
ambas manos y la lengua a la vez.

Tomó lo que pareció una eternidad recuperarme de eso, y para cuando


su boca se levantó, fui sacada del orgasmo que me había provocado.
Jadeé por aire, un poco avergonzada por mi dura reacción.

Pero Jackson se limitó a mirarme satisfecho de sí mismo. Mordisqueó


dentro de una de mis rodillas mientras me daba una mirada sexy,
complacida y se puso de pie, sus manos fueron a sus jeans. Yo estaba
tumbada en la cama, jadeando, viendo cómo se despojaba de sus
pantalones. Su pene estaba erecto y la cabeza brillaba con líquido pre-
seminal, su propia necesidad era obvia. Era hermoso mientras se quitaba
sus pantalones y luego volvió a la cama, moviéndose sobre mí. Su calidez
y peso presionados hacia mí y luego se movió para besarme, sus labios
lamiendo los míos en una imitación de lo que le había hecho a mi sexo, y
gemí contra su boca aun cuando agarró mi muslo y lo puso alrededor de
su cadera.

Seguí su ejemplo, levantando mi otra pierna y fui recompensada con un


empuje poco profundo, su polla deslizándose contra los rizos húmedos
de mi sexo.

—Esa es mi Alice —murmuró contra mi boca—. Toda mía.


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Página
Sentí la cabeza de su polla rozando contra mi apertura y aspiré, un poco
tensa. Mis caderas querían flexionarse contra él, pero de repente tenía
miedo de que me lastimara.

Jackson empujó hacia adelante. Y hubo un rayo de dolor en mi cuerpo


estirándose para acomodarlo. Grité, pero fue suprimido por sus besos.
Empujó hacia delante otra vez, hundiéndose más profundamente en mí
y mis uñas fueron a su piel. Un siseo escapó de mí.

Jadeó, cada músculo de su cuerpo se tensó.

—Joder, estás apretada, Alice. —Sus caderas se flexionaron y sentí como


empujaba más profundo, las agudas punzadas de dolor desaparecieron
y fueron sustituidas por un dolor bajo. Se sentía como si me hubieran
invadido y no estaba muy segura de que me gustara la sensación aún.

Pero luego se inclinó para besarme de nuevo y me derretí bajo su boca.


Su lengua empujando en mi boca se sentía… diferente con él enterrado
profundamente dentro de mí y el dolor por la necesidad en mi sexo
comenzó a volver. Cuando sus caderas retrocedieron de nuevo, me
levanté con él.

—Alice —jadeó y pude ver un brillo de sudor en su rostro —su magnífico,


maravilloso rostro— cuando se movió lentamente, determinado a no
herirme. Su mirada se desvió a la mía y nuestros ojos se encontraron y
vi el parpadeo de su lobo en sus ojos.

Y entonces empujó, con fuerza, hundiéndose más profundo.

Di un grito ahogado. No porque doliera, sino debido a que había llenado


ese crudo dolor con un dulce rayo de placer. Mis brazos se cerraron
alrededor de su cuello y levanté mi boca para que la besara de nuevo,
incluso levanté mis caderas.

—Alice —gruñó contra mi boca y comenzó a empujar con más fuerza.


Levanté mis caderas con cada movimiento, determinada a coincidir con
él y sentí el placer en espiral a través de mí de nuevo. Esto se sentía bien,
muy bien. El duro cuerpo de Jackson se movía sobre el mío, moviéndose
dentro de mí, su pecho rozaba mis pezones, su boca en la mía, el olor
almizclado de él llenando mi nariz; la totalidad de sensaciones
combinadas para crear un remolino de placer que me envolvió, y en poco
tiempo, estaba lloriqueando de placer con cada embestida, con ganas de
más.

—¿Te vas a correr otra vez? —dijo con dientes apretados, empujando con
fuerza en mí—. ¿Vas a correrte para mí otra vez?
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Asentí, mis labios en busca de los suyos y sólo teniendo éxito en apenas
rozarlos. El beso solo había pasado cuando ya estaba empezado a
bombear en mí más y más rápido, su propio deseo tomando el control.

—Quiero verlo —me dijo, con un ronco susurro y sentí sus dedos moverse
entre nosotros, hacia donde estábamos unidos. Un momento más tarde,
lo sentí frotarme el clítoris, incluso mientras empujaba muy dentro de mí
otra vez.

Gemí con fuerza, mi cuerpo se arqueó. Las sensaciones combinadas eran


demasiado, no podía procesarlas.

—Jackson —gruñí, en voz alta—. Necesito…

—Lo sé —me dijo—. Ya lo sé. —Y movió sus dedos sobre mi clítoris de


nuevo.

Me vine duro, dos segundos antes de que él lo hiciera. Mis gemidos


bloqueados con los suyos y lo sentí correrse dentro mí, mis piernas se
apretaron y temblaban alrededor de sus caderas, mis uñas se clavaron
profundamente en sus hombros con el ardor de mi orgasmo.

Tomó unos minutos para que mi cuerpo se calmara, para que los
músculos se desbloquearan, para que mi respiración fuera más lenta. El
gran peso de Jackson se derrumbó encima de mí, una deliciosa sensación
que no me importó en lo más mínimo. Estaba todavía tendida debajo de
él, su polla enterrada profundamente dentro de mí, y mi piel húmeda de
sudor, pegada a la suya.

Nunca había estado más satisfecha.

Después de un momento, se apoyó en un codo y me dio una mirada


complacida, su pelo rubio oscuro pegado a la frente era un poco gracioso.

—¿Estás bien?

Asentí, estirando un brazo sobre la cabeza y bostecé. Me sentía


jodidamente fantástica.

—Bien —murmuró y se inclinó para besar mi cuello—. No estaba seguro


porque no estabas siendo tú misma.

Mis cejas se unieron y le di una mirada curiosa.

—¿Siendo yo misma? ¿Qué quieres decir?

Sus cejas se movieron hacia abajo a mí de una manera que sólo podía
ser definida como “lasciva”.
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—No lo sé. Entre todos esos gemidos y suplicas, eran prácticamente igual
a que me mostraras tu garganta. No eras como la alfa que conozco en
absoluto.

Gruñí bajo en mi garganta y empujé su hombro hasta que se dio la vuelta


en mi pequeña cama. Poco después, Jackson estuvo debajo de mí y yo
estaba encima de él a horcajadas.

—Mostrando la garganta, ¿eh?

—Me temo que sí.

Solté un bufido.

—¿En qué momento te mostré mi garganta? ¿Cuando te dije que me


lamieras más fuerte?

—No recuerdo haber escuchado eso —dijo inocentemente—. Todo lo que


sé es que estaba encima de ti y tuve mi camino contigo.

—¿Ah sí? —dije, llegando a chasquear uno de sus pezones con mis dedos,
disfrutando su reacción. Sentí cada ondulación de su temblor con él
atrapado entre mis muslos, y todavía atrapado en el interior mi cuerpo—
. Porque eso no es lo que yo recuerdo.

—Memoria selectiva —bromeó—. Sucede en los betas.

—¿Beta? —gruñí—. No soy un beta.

—No lo sé. Siempre he pensado que el apareamiento con una hembra alfa
significaría que ella querría estar a cargo de todo.

Di otro meneo de caderas encima de él.

—¿Quieres ver a una hembra alfa a cargo en la cama? —Me apoyé y puse
mi boca en uno de sus pezones, mordiéndolo—. Tú solo dime cuando
estés listo para más y te mostraré a una verdadera hembra alfa en la
cama.

Los ojos de Jackson brillaron con placer.

—¿A si?

—Sí. —Sabía que había caído en el truco más antiguo del libro, pero no
le puse mucho cuidado.

Esa era la cosa con Jackson y yo. Estábamos hechos el uno para el otro,
porque complementábamos las fortalezas de cada uno. Cuando caía, él
estaba allí para coger el ritmo y tomar la iniciativa. ¿Cuando quería
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liderar? Me dejaba y estaba ahí para ayudar. No es que uno de nosotros
fuera más fuerte que el otro o más dominante. Éramos diferentes y
dominantes en diferentes maneras.

Era como si nuestra manada fuera un gran rompecabezas y había


encontrado la pieza que faltaba. Y mientras me inclinaba para darle un
beso en el pecho, sabía que él sentía lo mismo.

No tenía que preguntar, después de todo. Era obvio en su rostro, como lo


era en el mío.

Teníamos una manada y estábamos en casa.

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Jessica Sims

Jessica Sims vive en Texas. No le gusta escribir bibliografías, así que


indudablemente algo bueno vendrá después, cuando realmente piense en
algo interesante que escribir. Tiene algunos gatos, pero, ¿qué escritor no
los tiene? Juega videojuegos y confiesa que lee historietas. Y le gusta
escribir, pero eso es bastante obvio.

Está representada por Holly Root en la Agencia Literaria Waxman.

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Agradecimientos

ó ó

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