Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Es interesante saber que Todas fueron llamadas por Jesús al banquete de bodas. Pero no
todas entraron. Sólo aquellas que tomaron el aceite para las lámparas. Por eso, el Papa Francisco
nos dice que no basta decir: soy cristiano, soy sacerdote, soy seminarista, yo añadiría, soy el
encargado de esta actividad, tengo 20 en todas las materias, yo me visto de alza cuello todos los
días, yo juego muy bien fútbol, yo soy experto en liturgia… no basta con eso. Hay que llevar el
aceite del amor para salir al encuentro del esposo, que es Jesús.
Dice el evangelio que las diez vírgenes se quedaron dormidas, entonces ¿qué, es lo que
importa si hasta los prudentes también se duermen? Lo importantes aquí es tener encendidas
nuestras lámparas y llevar suficiente aceite para alimentarlas. Esto implica que debemos estar
preparados, y ¿cómo nos preparamos? La parábola nos invita entonces a una conversión interior
continua. Las vírgenes imprudentes, al quedarse sin aceite, se dieron cuenta demasiado tarde de su
falta de preparación. He aquí la importancia de examinarnos a nosotros mismos y de corregir
cualquier deficiencia en nuestras vidas espirituales antes de que sea demasiado tarde.
Cada uno tiene su propia luz, en cada uno Dios ha dejado una luz particular, una luz que nos
hacer ser nosotros mismos. Unas luces son más fuertes, otras más débiles, otras cambian
constantemente…Cada uno tiene que cuidar y dar cuentas de esa luz que recibió. Porque esa
lámpara que Dios nos ha dado la tenemos que poner en el candelabro. Y puede que a veces no me
guste mi lámpara, no me guste mi luz o gaste mi aceite. Puede que a veces utilice mis cualidades
para presumir o a veces quiera ocultar esa luz, esas virtudes o defectos. Incluso a veces no quiero mi
lámpara…Y siempre estoy queriendo la lámpara o el aceite de los otros. La lámpara que tengo es la
mejor, ¡porque es mi lámpara! Es un regalo de Dios.
En conclusión, la parábola nos invita a dos cosas importantes: Estar siempre preparados, y
mantener llena de aceite nuestra lámpara.
Propósito: Hacer algún acto de caridad, que nos haga humildes y nos ayude a llenar nuestra
lámpara de aceite.
Oración:
Dios amado, te damos gracias por tu palabra viva y poderosa. Nos detenemos ante esta parábola,
que nos invita a reflexionar sobre la importancia de estar preparados y vigilantes en nuestra vida
espiritual. Te pedimos, Señor, que nos concedas la sabiduría para entender el mensaje profundo de
esta historia. Ayúdanos a ser como las vírgenes prudentes, que llevaban consigo aceite extra para
mantener sus lámparas encendidas. Que seamos diligentes en nuestra fe, siempre atentos a tus
señales y dispuestos a crecer en nuestra relación contigo. Perdónanos, Señor, por todas las
ocasiones en las que hemos descuidado nuestra vida espiritual y nos hemos dejado llevar por la
indiferencia o la negligencia. Te pedimos humildemente que renueves nuestro espíritu y nos ayudes
a tomar con seriedad nuestra responsabilidad personal en nuestra relación contigo. Danos fuerzas,
Señor, para buscar y nutrir nuestra propia fe. Que tu Santo Espíritu nos guíe en nuestro camino de
búsqueda y encuentro contigo, alimentando nuestra fe y fortaleciendo nuestra esperanza. Te
pedimos, Padre celestial, que nos des la gracia de vivir cada día conscientes de la incertidumbre del
momento en que vendrás a nuestro encuentro. Que nunca olvidemos la importancia de mantener
nuestras lámparas encendidas, es decir, de cuidar nuestra vida espiritual y estar en comunión
contigo. Concede, Señor, que podamos vivir siempre según tu voluntad y confiando en tu amor
inagotable. Que nuestras vidas reflejen la fe viva y activa que nos pides, para que podamos entrar
gozosos al banquete eterno contigo. Amén