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¿Quién es el más fuerte del planeta Wubullesus?

En el umbral del nuevo mundo, cuando la sangre finalmente había cuagulado, cuando las cenizas ya se
habían esparcido, cuando las espadas se guardaron en los cuarteles. En el ápice de lo paranormal y lo
maligno, despertó aquel que no debió haber sido asesinado, atrapado en un cuerpo ficticio,
Gurtosbrotos contó los días para su mayor ascenso.

La energía Magros, la fuente de vida de todos los seres vivos que nos mueve y nos permite disfrutar de
la vida, está energía maligna resultó ser la pieza para descubrir la fórmula para lograr controlarla. Lo
paranormal se fusionó con la ciencia para crear la rama de lo metafísico, otros lo consideran magia,
otros brujería, otros el poder de los dioses. Pero yo, su narrador, lo llamo el inicio del fin.

La energía Magros resultó ser el castigo para los habitantes del nuevo mundo, siendo capaz de controlar
una materia que solo se habían visto en teorías, al día de hoy se perdió todo registro de la clase de
poder que fue capaz de deformar nuestro mundo, pero este fué capaz de destruir la brecha que habían
hacia otros mundos, y estos mundos no tardaron en fusionarse con el nuestro.

El epicentro de todo, se llamó Wubullesus, un dominio de muerte que inició con la venida de nuevas
razas, nuevas entidades, algunas buenas, otras sedientas de sangre. Entre ellas los gigantes y los
monstruos oscuros fueron solo el menor de sus problemas.

Con ella vinieron numerables conflictos entre razas de otros mundos, por suerte logro sobrevivir algunos
humanos, pero estos ya estaban dados por extintos al igual que su mundo. Los Edoms —gigantes de
sangre—, destruyeron sus ciudades y devoraron a su gente en tan solo semanas.

Otros mundos contaban con una energía renovable conocida como el elixir, este les permitió llegar a un
equilibrio sustentable que les permitió controlar a los gigantes y defenderse de los Edoms. Otros
mundos aprovechaban la magia Magros y la estudiaron para crear objetos de luz y oscuridad que les
permitieron combatir a los monstruos, pero por la inmensidad de estos, la población de magos
gradualmente fue disminuyendo, solo algunos magos lograron sobrevivir por descubrír una suerte de
energía que permitía materializar objetos físicos.

En el fin del mundo, solo llegó a haber guerra, cuando las paredes de la salvación que los dividían
desaparecen, el diablo entra a causar discordia y la sangre vuelve a correr, las cicatrices se parten y
desgarran para volverse a abrir, los demonios vuelven a gritar con voz al cuello a sus enemigos, todos
poseídos por el instinto de sobrevivir. Todos necesitan la perfección.

Pero un mago en particular creía que la paz sería posible, descendiente de una familia que descubrió la
forma de crear el arma definitiva, capaz de parar la guerra, pero no al guerrero.

Con el pasar de las generaciones, las guerras fueron trascendiendo, y entre que nacían y perecían
ciudades y pueblos, uno en particular logro mantenerse con el pasar de los años. Esta ciudad se llamaba
Paranoid. En ella vivían seres que se llamaban los Pallanianos, seres capaz de trabajar incansablemente y
sobrevivír con pocos recursos, estos eran defendidos por un Cramineano de nombre Esteban, el último
de su especie, que se juró a sí mismo creer que su pueblo sobreviviría, porque ellos le tendieron la mano
cuando nadie más lo hizo, por eso juró protegerlos.

Pero cuando llegó la Séptima Guerra, su fe se fué debilitando.

Paranoid es una ciudad ascentada en una meceta protegida por una muralla de 40 metros con túneles
que albergaban cañones que salían por escotillas que les permitían arremeter contra los gigantes. Este
día los necesitarían. Un día la campaña del pueblo sonó tres veces advirtiendo la venida de los Edoms a
la distancia, el jefe Barto salió de su casa y se dirigió a la muralla Este. Tomó su telescopio y observó el
horizonte donde notó "enormes montañas rojas" que se movían. Solo que eran los monstruos sedientos
de sangre que poco a poco se acercaban emitiendo un ahullido que sonaba similar al sonido del cuerno,
sus rostros similares a cráneos humanos sin ojos tenían la capacidad de reducir la energía Magros de
todos los que los veían debido al miedo.

En ese momento el Jefe Barto hizo sonar la alarma y llamó a todas las tropas y preparó los cañones en
las murallas para empezar a disparar. Pero en esta ocasión Esteban se lo encontraría en la vía 47 de la
muralla Este con una expresión de terror en sus ojos.

—Señor Esteban, ¿Qué ocurre? —preguntó el jefe atónito.

—Barto, no quiero alarmarte, pero le he perdido la pista al mago Pepurucus, no sé dónde se puede
hallar y la verdad sin él, nuestra defensa será ineficiente.

—¿Pepurucus no está? ¿está usted seguro de eso? —reclamó tomándose el cabello con desesperación.

—Esta mañana me dijo que viajaría al reino del norte para conseguir el Elixir del que tanto estuvo
estudiando, pero ya se ha demorado.

—¿Y que hacemos señor? —preguntó Barto aterrado.

En ese instante Esteban solo podía pensar en una cosa, defenderse a la antigua con sus armas análogas,
su magia Magros era inadecuada contra los Edoms, pero era la única que tenían.

—Barto, llama a Umderña y al principe, que se reunan en el nivel 125 y que lleven sus armas, esto será
una batalla difícil.

Después de eso Esteban se fué a los ascensores de poleas para ascender dejando al jefe Barto con un
enorme temor en su corazón y la responsabilidad de llamar a los mejores guerreros de Paranoid... para
probablemente morir en el intento.

Esteban era alto, era fuerte, controlaba la energía Magros Analog, pero nada de eso sirve contra algo
que mide mil veces tu tamaño, su control sobre la tecnología solo lo hace el mejor constructor, pero no
el mejor peleador. Aún así juro en su corazón proteger a los Pallanianos por toda la bondad que habían
mostrado para con él y decidió darlo todo hasta el final.

Cuando llegó al 125 se encontró con un montón de obreros con herramientas corriendo de una lado a
otro cargando los cañones y preparándose para disparar, aunque en el fondo sabían que sería en vano.

Esteban se subió a uno de los bordes de la muralla y contempló el amargo amanecer con los gigantes
hambrientos que se les acercaban paso a paso. Hubo silencio por un minuto entero, solo se podía
escuchar el murmullo del viento, solo para después oír una voz desde lo alto de la muralla que decía:

—¡Levántate Paranoid! ¡Otro día más la doncella de la noche se levantará!

Esteban extendió sus manos y de estás salió una luz que se movía en espiral, de ella llegan materiales
con los cuales construyó un enorme pico de hierro de 3 metros que lo distinguía, agitó su pico en el aire
y dió la señal para que los cañones dispararan. Desde entonces la pólvora se encendió y el fuego arropó
el cielo de rojo vivo con sangre, las balas de cañón se dispararon contra los gigantes quieres expedían
sangre con cada mil impactos, ¡Pero estos no dejaban de avanzar! Solo rugían con fuerza y levantaban
las manos con furia.

Los gigantes empezaron a correr.

En ese momento cuando Esteban sentia que enfrentaría a los gigantes de cerca él solo, a su lado se
unieron Umderña y el príncipe.

—¡Oye tonto! ¿Te crees rudo como para incarles el pico tu solo? —dijo Umderña azomando su
ametralladora Krayler al aire.

—No durarás nada contra ellos señorito —expresó el príncipe Frocelus mientras invocaba sus esferas de
luz púrpura de las manos.

—Umderña, Frocelus, es un gusto verlos otro día más —agradeció Esteban con su mano al pecho
mientras hacía una reverencia.

—¿Estos gigantes se han hecho más fuertes? Los cañones no les hacen nada —reclamó Umderña con
una ceja levantada.

—Pepurucus no ha regresado, lo que significa que los cañones no están potenciados con magia, así que
los Edoms son capaces de soportar el impacto —explicó Esteban colocándose su pico en el hombro.

—Pepurucus no suele faltar en estos momentos, es una pena que ahora nosotros tengamos que dar la
cara —alegó el príncipe decepcionado.

—Predón príncipe por hacer que te levantes y despeinar tu largo cabello —bufó Umderña sabiendo que
el principe era calvo.

—Ya es la tercera vez que te lo digo, deja los chistes durante estás situaciones tonto —reclama el
principe enfadado.
—¡Chicos! ¡Ya vienen! ¡Andando! —grita Esteban viendo cómo un gigante corriendo está a pocos
metros de la muralla y de arremeter contra ella.

En ese entonces los tres guerreros corren al abismo y saltan sin miedo con solo sus corazones y su fuerza
vital.

El gigante azotó su puño contra el centro del muro, desquebrajando su estructura y provocando heridas
graves en cientos de Pallanianos dentro de las murallas. Sin embargo, en ese instante los tres guerreros
se montan en su muñeca y escalan su brazo corriendo con armas y magia en mano.

—¡Príncipe, congela la zona, nos permitirá derribarlo! —ordena Esteban adelantando la defensa.

—¡Arl-Men-Dang! —invoca el príncipe con sus manos una poderosa ventisca.

El frío se apodera del brazo del gigante convirtiendo su piel en cristal fino que poco a poco se rompía, de
modo que Esteban usa su energía para crear unas botas de cuero con pistones que lo ayudan a saltar 5
metros de altura y levanta su gran pico para impactar contra el brazo.

—Giga... Fear... ¡IMPACTO!

El pico atraviesa la piel del gigante y el brazo se parte en miles de pedazos hasta el hombro. Los
guerreros saltan entre los trozos de cristal en el aire para llegar al torso del gigante. En ese instante,
Umderña asoma su metralladora para crear su ataque maestro.

—¡Millon Smash!

Millones de balas con la magia de aporrear crean un terremoto dentro del pecho del titán que logran
deterlo por completo al punto que no puede hacer nada.

—¡Es hora chicos, a por la cabeza! —anima Esteban en el pecho del gigante.

—¡Recibido capitan!

Los tres empiezan a usar magia Magros de pegamento para aderir sus pies a la piel y escalar al gigante
con cada paso. El Edom empieza a moverse erraticamente y libera de su cuerpo una nube de energía
oscura invocando un poder oculto.

—¡Esteban! ¡Es la nube de la muerte! ¿que hacemos? —inquiere Umderña.

—Tengo un plan: Umderña, dispara un arpón con ángulo de 45 grados al oeste —luego Esteban voltea y
se dirige al principe—, ¡Frocelus necesito que invoques magia de cinética contra el monstruo, yo haré el
resto.

—Ya viene este apresumir... —bromea Umderña con una sonrisa.

—Solo haz lo que te dice, la nube se hace muy densa —anima el principe.
Los tres guerreros saltan lejos del gigante evitando la nube que sale de su piel, en ese instante Umderña
da una voltereta y dispara su arpón en un ángulo de 45 grados esquivando el brazo restante del Edom. El
principe usa el viento para crear magia de cinética y lo impacta en forma de ondas ocilatorias contra el
gigante deteniendo su corazón por la fuerza negativa. Rápidamente Esteban usa su magia Magros para
convertir su pico en una hélice de helicóptero y volar en sentido contrario a la dirección del arpón. El
viento ocilatorio creado por el principe empujó al arpón de regreso y chocó con la espalda del gigante.

Esteban llegó a dónde estaba el arpón y lo tomó con la otra mano, arrastrando el filoso objeto por toda
la columna del gigante destruyendo su sistema nervioso. Para finalmente dar su golpe de gracia en la
cima del cráneo.

—Giga... Fear... ¡IMPACTO!

La hélice se volvió a convertir en un pico en sus manos y chocó contra la nuca del titán, acabandolo por
completo y derribando al gigante con todo y nube oscura.

—¡Esteban! —gritó Umderña preocupado.

Cuando Esteban voltea —aún en el aire— nota otra mano gigante que se acerca a él. Resulta que otros
tres Edoms gigantes fueron a dónde estaban ellos a unirse a la pelea.

—¡Mil rayos! ¡Los Titanes se están acumulando! —exclama el principe invocando su magia de viento
para tomar a Esteban y a Umderña consigo y llevarlos a la muralla.

Los Edoms por poco lograron agarrarlos, pero los tres guerreros optaron por la retirada. A duras penas
lograron vencer a un gigante, pero faltaba ahora un ejército completo y su energía no sería suficiente
para defenderse. Cuando el principe logró llevarse a sus amigos a la cima de la muralla que poco a poco
estaba siendo destruida por los gigantes, los tres no tuvieron más remedio que usar toda su magia
Magros en derribar a los gigantes que pudieran.

Pasaron horas y los guerreros lograron derribar a otros dos gigantes pero los demás no los dejaban
respirar, todavía faltaban 16 gigantes que destrozaban la muralla con los Pallanianos en ella. Esteban se
estaba quedando sin tecnología y magia, el principe solo podía usar magia cinética y Umderña solo le
quedaba un cartucho con balas.

—Chicos, todavía faltan más Edoms, son más inteligentes que antes, saben que necesitamos tiempo
para activar nuestras armas y nos obligan a defender. No nos dejan atacar —reconoció Esteban muy
desanimado.

—No podemos rendirnos Esteban, somos la última defensa del pueblo Paranoid, necesitamos más
tiempo para que Pepurucus aparezca —anima otra vez el principe sin bajar las manos.

—Es cierto, siempre has librado batallas imposibles, a pesar de que tomas muchos riesgos, eres el mejor
guerrero que conozco ¡No te rindas! —reconforta Umderña disparando su última carga de balas.
Esteban levantó la mirada, y vio cara a cara al diablo encarnado, tenía las esperanzas del pueblo en su
espalda, el orgullo de su especie y el apoyo de sus amigos, había recorrido un largo camino para llegar
hasta aquí, y no se quedaría atrás. Por eso, otra vez, levantó su pico de hierro y lo apuntó contra el
gigante.

—¡Paranoid! ¡Levántate! —gritó nuevamente Estaban lleno de valor.

En ese instante una luz se vió detrás de Estaban, su cuerpo era iluminado por la luz de algo superior a él.
Y es que a sus espaldas estaba nada más y nada menos que el poderoso mago Pepurucus usando su
magia de vuelo para observar la batalla y como los Edoms trataban intentando entrar en la ciudad.

—¡Señor! ¡Ah llegado al fin! —gritó Esteban alegre.

—Vamos pequeños ¿Van a dejar que estos pesuñuelos los venzan? Ya llegó el poder definitivo, no sean
apestosos y levántense ahora —dijo Pepurucus enfocando su energía Magros en forma de esfera frente
a él.

Pepurucus era el descendiente de la última línea de magos reales que era capaz de usar la energía
Magros en su forma más pura, pero esta es muy inestable debido a su fórmula, por lo tanto Pepurucus
sacó de su bolsillo un frasco con el poderoso superfluo llamado Elixir y lo funcionó con la energía Magros
que acumuló para invocar el poder más grande de Wubullesus.

La invocación Neo.

Materializó con la energía Magros un bastón que fue potenciada con el Elixir y este empezó a brillar y a
absorber la energía del Sol para acumular la luz en su interior y deformar las leyes de la naturaleza. Al
final de la invocación Pepurucus creó un objeto que solo era visto en leyendas, la Reliquia.

Tomó la reliquia con sus manos y está lo cubrió con su luz de pies a cabeza, tornando sus prendas de
color blanco como la nieve y su sombrero de mago se cubrió con un lazo dorado. Sus ojos empezaron a
brillar y una onda ocilatoria bailaba a su alrededor.

—Es hora de demostrarles a estos apestosos quien es el que manda ¡Oigan! —exclamó Pepurucus
girando su bastón para finalmente descender y chocarlo contra el suelo.

Las piedras, la hierva, la tierra, absolutamente todo empezó a brillar y la luz empapó cada zona en un
diámetro de 30 metros de distancia. Los gigantes fueron atrapados en un tornado de luz que poco a
poco los iba debilitando. No podían moverse porque la fuerza de esta luz era equivalente al peso de mil
toneladas. De pronto, Pepurucus levantó el bastón y disparó su luz a sus rostros, derribando
inmediatamente a todos los gigantes al suelo, logrando así derrotar la primera línea de ataque de los
Titanes.

Esteban y todos los demás no podían creerlo, jamás habían presenciado un poder tan basto capaz de
dormir a todos los gigantes. Es una magia que solo se conoce en cuentos, pero Pepurucus lo hizo
posible.
Cuando los gigantes durmieron, Pepurucus regresó a la normalidad y clavó el bastón en el suelo.

—Amigos míos, estos monstruos no volverán a molestarnos en un buen tiempo, así tendremos la
oportunidad de controlarlos con la magia de la mente —afirmó Pepurucus

—Señor, si no hubieras llegado... nosostros...

—No digas lo que pudo ser, sino lo que es ahora, he logrado conseguir el poder definitivo contra los
gigantes, pero esto solo es el inicio —explicó Pepurucus con un rostro angustiado.

—Pero, ¡Nos salvamos! Es eso lo que importa ahora ¿no? —dijo Umderña extendiendo los brazos de
forma alegre.

—Mi poder... no es lo suficientemente fuerte, Gurtosbrotos es mucho más que esto, y no descansará
hasta vernos caer. Necesito más información sobre el elixir y la energía Magros, descubrír el secreto de
la singularidad, para así detener esta guerra —dice Pepurucus levantándose del sueño para irse y tomar
el bastón de luz para su casa.

—Dinos que hacer Pepurucus, nosostros te debemos la vida, y el pueblo también —afirma Esteban de
rodillas con la cabeza abajo.

Pepurucus se detuvo abruptamente y lentamente volteó mientras seriamente se dirigió a Esteban con
una misión:

—Necesito más guerreros fuertes, necesito más energía Magros para lograr terminar la ecuación de la
singularidad maestra, y para eso...

Necesito al más fuerte del planeta Wubullesus.

En ese momento Pepurucus, Esteban, Umderña y el principe Frocelus, se plantearon el plan de crear un
torneo del poder. Para terminar de una vez la guerra.

Segunda parte: Una amistad risible.

No todos los reinos tuvieron la misma suerte de Paranoid, no todos llegaron a tener defensores con tal
dominio de la energía Magros como el gran Pepurucus, pero contaban con algo peculiar, que quizás no
los obligaba a depender de los magos.

Durante la cuarta guerra, los reinos del oeste sufrieron una terrible depuración de población y recursos,
la comida comenzó a escacear al igual que fuentes de agua potable, los seres dependían en su mayoría
de un compuesto extraído de las algas que contenían todos los nutrientes que necesitaban, y más si
vivían en la costa, dónde los terrores del mar los acecharían día y noche.
Pero eso no detendría a los exploradores del pueblo de Rofkan, quienes como comunidad se resolvieron
a no depender de las circunstancias para sobrevivir, ellos crearían su propio paraíso. Dos jóvenes serían
parte de esta brigada de búsqueda y recolección de algas en una zona conocida como el Arrecife de
Koram; lugar donde se encuentran las milagrosas algas azules que son capaces de permanecer a un ser
vivo por décadas. Una vez al año los más aptos del pueblo emprendían un viaje hacia el Arrecife con tal
de abastecerse de esta materia.

Pero en un barco en particular se encontraban un par e jóvenes que soñaban con tener muchas
aventuras en el mar, estos niños eran conocidos como Antrias e Illina, pertenecientes de la raza de los
Akromas, monstruos bipedos con cola y piel escamosa, similares a los humanos en rostro pero
diferenciados por su gran tamaño de 2 metros en adelante. Antrias se asoma en la proa del barco con la
brisa hondeando su cabello, escucha atentamente el canto de las gaviotas y el olor a mar lo llena de
alegría.

Detrás de levantaba Illina frotándose los ojos, acaba de madrugar y no tiene ánimos de trabajar este día,
pero si deseo no sería cumplido.

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