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Un grupo de espectros (un pelado, un punk y un espectro púrpura) se reúnen en una casa abandonada para jugar cartas. Son interrumpidos por la llegada de un cura y su discípulo que intentan expulsarlos con rituales religiosos. La cabeza flotante de uno de los espectros, que se había ido enojado, regresa y los asusta, haciendo que el cura y su discípulo huyan. A pesar de sus peleas, los espectros deciden seguir jugando juntos.
Un grupo de espectros (un pelado, un punk y un espectro púrpura) se reúnen en una casa abandonada para jugar cartas. Son interrumpidos por la llegada de un cura y su discípulo que intentan expulsarlos con rituales religiosos. La cabeza flotante de uno de los espectros, que se había ido enojado, regresa y los asusta, haciendo que el cura y su discípulo huyan. A pesar de sus peleas, los espectros deciden seguir jugando juntos.
Un grupo de espectros (un pelado, un punk y un espectro púrpura) se reúnen en una casa abandonada para jugar cartas. Son interrumpidos por la llegada de un cura y su discípulo que intentan expulsarlos con rituales religiosos. La cabeza flotante de uno de los espectros, que se había ido enojado, regresa y los asusta, haciendo que el cura y su discípulo huyan. A pesar de sus peleas, los espectros deciden seguir jugando juntos.
en una casa que a simple vista parece abandonada, un debate de otro mundo toma lugar.
—Entonces, la realidad está conformada por varias
capas, pero todas comparten el mismo espacio físico. La de los vivos es la capa neutra, y nosotros estamos una capa por encima. Es por eso que podemos visitar nuestros antiguos hogares y ver a nuestros familiares, a la vez que no todos pueden vernos y sentirnos —dijo con pasión un espectro de cabeza flotante. —Conveniente explicación acabas de dar a los lectores —exclamó indiferente un pelado con traje ensangrentado. —Ahora hacé tus apuestas. —Si, si. Ya va —respondió ansioso. —Bueno, les recomiendo ir con ese tipo, te deja las cosas muy claras y la verdad, te da esperanzas de seguir muerto. —¿De casualidad eras religioso en vida, cabezón? —preguntó un espectro punk que exhalaba humo con cada palabra. —Fuí cristiano, pero tras una revelación, abandoné la iglesia y me dediqué a hacer reikis, meditaciones guiadas y medicina tradicional. —¡Eso lo explica todo! —exclamó el pelado entre carcajadas. —Éste perdió la cabeza por tanta hierba curativa —dijo el punk. —¡Cállense! —gritó la cabeza. —¿Qué pueden saber ustedes? Son puros hedonistas frívolos. Poco se interesaron por la vida y poco se interesan por su muerte, sólo quieren seguir así siempre, buscando la respuesta en placeres mundanos. ¡Les digo que éste tipo tiene la posta! Todo queda más claro cuando te tomás el tiempo de… —¡Cerrá el hocico, cabezón! —irrumpió la espectro púrpura, apartando la cabeza como si fuera una mosca.
La cabeza giró por los aires y atravesó la
ventana. Su cuerpo, desorientado, salió a buscarse. Mientras, el pelado y el punk se desligaron del juego al verse sumidos en una intensa risa.
—¿Pueden jugar de una vez? Hasta que muestran sus
cartas vuelvo a vivir, viejo —Reclamó el espectro púrpura. —Dios, creí que moría de nuevo —Dijo el punk, exhalando humo.
Ambos revisaron sus manos por tercera vez en esa
ronda. El espectro púrpura levantaba los ojos y suspiraba de aburrimiento.
—Me retiro —dijeron ambos al unísono.
—Dale, viejo. ¿Tanta vuelta para eso? —Quejó el espectro púrpura. —Aburridísimo. Ni que tuvieran algo que perder. —Tal cual. ¿Hace falta enroscarse tanto en un juego? Al fin y al cabo, no ganas nada —contestó el pelado. —Sólo trato de encontrarle emoción a esta post- vida, tan monótona, sin propósito… —Bueno, si vamos al caso, en vida no fuiste la gran aventurera —Acotó el punk. —Por lo que sé de vos, sólo te paseabas de casino en casino. —¿Y vos? No por nada escupís humo cada vez que hablas, pareces una chimenea.
Se oyeron ruidos provenientes del patio, los tres
espectros voltearon hacia el otro lado de la habitación, hacia una ventana, y casi al instante, un gato salta y se posa en el poyete externo de la misma.
—¡Elvis! —Gritó emocionado el pelado.
—¿Y el otro? ¿Otra vez perdió la cabeza? —Dijo el gato, sarcásticamente. —Hubiera esperado algo más ingenioso de vos, Elvis —dijo la púrpura.
El gato ignoró sus comentarios y comenzó a
lamerse el rabo.
—¿Venís de visita, Elvis? ¿Tenés hambre? Creo que
los vecinos nos tiraron su basura anoche, revisá sin culpa —Dijo el pelado. —Para nada, ya le mangué comida a una señora del barrio —Contestó Elvis con soberbia. —Vine para avisarles que otra vez les mandaron al cura. —¡Pero la puta madre! —Lo que nos faltaba… —Mamita querida…
Los tres espectros resoplaban y quejaban en
sintonía. Hartos, se miraban los rostros.
—Qué molestia. Uno ya no puede ni descansar en
paz —exclamó el pelado.
De pronto, se oyó cómo un auto se estacionó en la
entrada.
—Ahí viene —Dijo la púrpura. —¿Con qué salimos
hoy? La verdad, no estoy inspirada. —¿Y si sólo lo ignoramos? Nunca intentamos eso — aportó el punk. —Imposible ignorar la sarta de idioteces que este tipo escupe cada vez que viene —aportó el pelado. —Bueno, algo tenemos que hacer… —La púrpura fue interrumpida por el abrir repentino de la puerta principal. En el pórtico se hallaba el padre Ramón, acompañado de su discípulo, quien cargaba un pesado bolso en la espalda. Ambos, inflando el pecho, se invitan a pasar.
—Hoy, esta repugnante casa será liberada de los
demonios y espíritus malignos que la ocupan —dijo el padre Ramón, con aires de grandeza. —Padre, ¿Cómo procederemos? —preguntó el discípulo.
El padre le responde señalándole el bolso. El
novato procede a abrirlo, dentro habían velas, inciensos, rosarios, cruces y manteles, entre otros materiales de santería.
—Hijo de puta, se trajo toda la iglesia. —dijo el
punk. —De ésta no nos salvamos… —Hasta que encontré mi cuerpo, hermano. ¿Puede ser que sean todos tan irreverentes? ¿Tan soberbios, orgullosos y creídos? Todavía no sé qué carajo hago compartiendo espacio con semejante trío de inadaptados. Podría estar aprovechando mi muerte para hacer tantas cosas, y aún así me molesto en contar con ustedes. ¿Para qué? Siempre salgo perjudicado de una u otra forma. ¿Cómo pueden jugar así con mi cabeza? ¿Saben lo que se siente volar por los aires de esa manera? No tienen idea lo que padezco con ustedes —interrumpió la cabeza flotante, haciendo una aparición inesperada en manos de su cuerpo, en la puerta principal justo detrás de ambos curas. —Y hoy lo decidí, me voy de éste lugar.
El punk y el pelado voltearon lentamente el uno
al otro. Ambos rieron desesperados. El punk exhalaba humo tan fuerte que el cura lo respiraba y tosía. El pelado cada tanto pegaba unos gritos de risa incontrolables que le urgían golpear algo para expresarlo. Tanto el padre como su discípulo quedaron congelados, temblando. La púrpura aprovechó para levantarse y darles a cada uno una patada en el traste con fuerza abrumadora, sacándolos disparados de la casa.
El cabezón estaba desconcertado. Enojado, pero
fácilmente contagiado por la risa, se quedó allí parado sosteniéndose a sí mismo.
—Gracias, cabezón —dijo la púrpura.
—¡Cómo me hace reír este tipo! —dijo el punk, exaltado. —La verdad, cabezón, nos salvaste a todos —dijo el pelado, apoyando una mano en el hombro del cuerpo decapitado.
Olvidando su enojo e incluso lagrimeando, la
cabeza flotante sonrió y vió a los ojos a cada uno de sus compañeros.
—¿Por qué no jugamos otra ronda? Sólo por
diversión —sugirió la púrpura. —Me encantaría —dijo el cabezón.