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DIRECTORIO
Y NORMAS
Para la Pastoral de Exorcismos y de Oraciones de Liberación y Sanación en
la Arquidiócesis Primada de México

Cardenal Norberto Rivera Carrera


Arzobispo Primado de México
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Siglas y abreviaciones

CEC Catechismus Ecclesiae Catholicae, Catecismo de la


Iglesia Católica
CIC Codex Iuris Canonici, Código de Derecho Canónico
DESQ De Exorcismis et Supplicationibus Quibusdam,
Ritual Romano de Exorcismos y otras súplicas.
Cfr. Confrontar
DOGPAM Decreto de Organización y Gobierno Pastoral de la
Arquidiócesis de México
DPPL Directorio de Piedad Popular y Liturgia
ECUCIM Evangelización de la Culturas en la Ciudad de México
IGMR Instrucción General del Misal Romano, Tercera Edición
Típica
IOODC Instrucción sobre la Oraciones para obtener de Dios la
Curación
MR Misal Romano, Tercera Edición Típica
RB Ritual de Bendiciones
RSCCEFM Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto Eucarístico
Fuera de la Misa
RUEPE Ritual de la Unción de los Enfermos y Pastoral de los
Enfermos
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† Norberto Card. Rivera Carrera


Por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica
Arzobispo Primado de México
Directorio y Normas para la Pastoral de Exorcismos
Cada vez más personas en el mundo entero y en nuestra arquidiócesis, acuden a la
Iglesia solicitando ayuda para entender y salir de padecimientos y fenómenos físicos y
psíquicos que los atormentan, cuya explicación excede la natural comprensión humana y la
competencia de las ciencias empíricas. La Iglesia sale a su encuentro para brindarles una
adecuada ayuda pastoral.
Como sabemos por la certeza que nos da la fe, el demonio es un ángel creado bueno
por Dios que se hizo malo por sí mismo (CEC 391), después de su pecado y condenación
irrevocable (CEC 393), actúa por odio a Dios y envidia a los hombres, tratándolos de
apartar del camino de la salvación mediante la sutil e insidiosa tentación (acción ordinaria).
Sin embargo, su acción no se detiene allí, por una misteriosa permisión divina, puede actuar
de manera extraordinaria atormentando físicamente a quien, sin culpa, o con ella, ha abierto
la puerta a esta acción, principalmente a través de los pecados contra el primer
mandamiento.
El mismo Señor Jesucristo nos advierte en el Evangelio que Él ha venido a deshacer
las obras del diablo (1Jn 3,8) y que ha transmitido esta misión a sus discípulos dándoles
autoridad y poder para llevarla a cabo (Mc 3, 14; Mt 10, 1). La Iglesia, que desde sus
orígenes ha puesto en práctica ese mandato divino, siguiendo las mismas huellas de Su
Señor ha practicado el exorcismo como signo de liberación.
Siendo, pues, esta una materia delicada y teniendo que ser orientada y normada,
ofrezco a mi grey El Directorio y las Normas para la Pastoral de Exorcismos y Oraciones
de Liberación y Sanación, que espero sea acogido con espíritu de fe, y cuyas Normas han
de ser obedecidas con generosidad para la salvación de muchos y gloria de la Santísima
Trinidad.
Que María santísima de Guadalupe que ha velado por mi ministerio todos estos
años, continúe velando por la liberación de los oprimidos por el demonio, y, muy
particularmente, por el ministerio de Exorcismo de esta querida Arquidiócesis.
Dado en la Curia del Arzobispado de México a los 22 día del mes de noviembre de
2017.

† Norberto Card. Rivera Carrera


Arzobispo Primado de México
Pbro. Juan Domínguez Yáñez
Canciller
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DOCUMENTO 1

DIRECTORIO
Para el ejercicio del Ministerio de Exorcismos
y Oraciones de Liberación y Sanación
de la Arquidiócesis Primada de México
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DIRECTORIO
I. Exposición Doctrinal
1. La Iglesia Universal, que se hace presente en esta amada Iglesia
diocesana, vive de la Fe en el Hijo de Dios, que nos ha amado hasta dar
la vida por nosotros, y, resucitando, ha vencido a la muerte, al pecado y
al demonio. El Señorío de Cristo y el reino, que en su misericordia nos
ofrece, nos animan firmemente a anunciar el Evangelio a toda creatura
en una misión permanente.

2. Es precisamente por el amor a Cristo y a su Evangelio, que al ejercer


nuestra misión como Iglesia, nos sentimos obligados a promover una
vida seria cristiana iluminando la conciencia del Pueblo de Dios. Es
Cristo a quien anunciamos como Luz de los pueblos. Él nos asiste con
su gracia para poder resistir el poder de las tinieblas que quieren frustrar
los designios salvíficos de Dios en las almas y en las sociedades.

3. Con el deseo de que la Luz de Cristo resplandezca más en esta ciudad y


se establezca con más fuerza su reinado divino en el corazón de los
fieles, en las familias y en nuestras comunidades, he querido dirigirme a
esta Iglesia particular sobre un tema singular que necesita ser atendido
pastoralmente y ser normado por su Pastor: el ministerio de Exorcismo.

4. El Magisterio de la Iglesia, confirmando lo que Jesús mismo nos ha


revelado en los Evangelios, y la tradición unánime de los Santos Padres
ha enseñado con claridad la existencia de Satanás, de sus ángeles
apóstatas y de su acción perniciosa, sin la que no se podría entender la
redención de Cristo, quien vino «para destruir las obras del diablo» (1Jn
3, 8). La Iglesia, que es «Madre y Maestra», no sólo ha afirmado en
numerosas ocasiones esta existencia, junto con la ruina en que cayeron
por su pecado aquellos ángeles creados buenos por Dios, sino que
también advierte a sus hijos sobre la terrible acción que ejercen sobre
los seres humanos y sus ambientes.
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5. La acción mas grave y peligrosa que el demonio ejerce sobre los


hombres es la tentación. A través de ella, el enemigo del alma trata de
apartar a la creatura de su Creador sugiriendo el pecado, el rechazo a
Cristo y a su obra de salvación. Por este motivo, cada vez que la Iglesia
proclama la Palabra de Dios opone a las seducciones de los demonios el
amor invencible del Señor que nos atrae hacia Él y hacia su reino.

6. Es un deber sagrado de todos los cristianos, como lo hemos prometido


solemnemente en el día de nuestro bautismo, rechazar a Satanás, a todas
obras y seducciones. Cada fiel cristiano está llamado a luchar contra las
tentaciones y a rechazar el pecado para permanecer unido al Señor. En
esta importante lucha, toda la Iglesia toma parte a través de la oración y
las demás obras de piedad, los medios ascéticos, la evangelización y la
catequesis.

7. La Iglesia, misterio de comunión, mientras camina en el tiempo en su


carácter de militante, anima y sostiene a cada uno de sus miembros a
entablar una lucha sin cuartel contra los enemigos del alma; impulsando
a cada bautizado a alcanzar la santidad bajo la protección de los
Bienaventurados, que, gracias a los auxilios divinos, vencieron al
demonio.

8. La celebración litúrgica de los Misterios de la Fe, a través de cada uno


de los sacramentos, de la Liturgia de las Horas y de cualquier otra
celebración litúrgica, hacen presente a los miembros de la Iglesia
aquella victoria definitiva de Cristo Rey sobre el pecado y sobre el
demonio, e invita a todos a la vigilancia, puesto que «vuestro enemigo
el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar» (1Pe 5,
8-9), tratando de que la victoria objetiva del Señor no se haga realidad
en cada hombre que nace en el mundo.

9. Hay que tener presente que, además de la acción ordinaria del demonio
a través de la tentación, existe, por permisión divina, una acción
extraordinaria que se cierne sobre los seres humanos y las cosas
materiales. La puerta a la acción extraordinaria se abre principalmente
cuando los fieles caen en pecados contra el primer mandamiento, como
8

son las prácticas de adivinación, la magia, el espiritismo, la idolatría,


apostasía, etc.

10.Para combatir esta acción extraordinaria del demonio, la Iglesia,


siguiendo la práctica de su Señor (Mt 8, 16-17; Mc 1, 25.32-34; Lc 4,
33.35.40; 11, 21-22; 13, 31-33; Hch 10, 38; etc.) y su mandato (Mt 10,
1; Mc 3, 14; Lc 11, 20; Jn 14, 30; etc.), realiza una súplica peculiar,
llamada exorcismo (CEC 1673), y otorga a algunos presbíteros la
licencia para llevarla a cabo (CIC 1172).

11.Dada la importancia de este apostolado, deseo impulsar en nuestra


Iglesia local un ejercicio bien fundamentado, serio, delicado y prudente
del Ministerio del Exorcismo, que llegue a constituir una auténtica
pastoral de consolación y liberación para todos aquellos fieles que
recurren a la Iglesia con tan graves necesidades espirituales. Por este
motivo, ofrezco a nuestra querida Arquidiócesis Primada de México el
presente Directorio Pastoral, y promulgo una Normativa que servirá
para dirigir del modo más adecuado esta acción Pastoral específica.
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II. Directrices Pastorales


Capítulo 1

Pastoral de Prevención
Una dimensión de la pastoral ordinaria de nuestra Arquidiócesis

a) Formación

12.En la pastoral de nuestra Arquidiócesis, siempre debe estar presente la


formación inicial y permanente, tanto de los agentes de evangelización,
clérigos y laicos, como la de todos los fieles cristianos (cfr. ECUCIM n.
2041). La formación en los temas relacionados con el Ministerio del
Exorcismo es muy importante; podría evitar que los fieles caigan en
pecados que abran la puerta a la acción extraordinaria del demonio,
como son la magia, la adivinación, la superstición, las falsas creencias,
etc. A esto se suma la abrumadora difusión de prácticas
pseudoreligiosas a través de los medios de comunicación y nuevas
tecnologías. Se hace necesario desarrollar una pastoral de prevención
que, basada en la evangelización y catequesis, advierta de lo peligroso
de estas prácticas, de modo que los fieles eviten caer en ellas, o, si por
desgracia han caído en sus redes, salgan de allí. Es necesario dar un
adecuado acompañamiento a quienes, a causa de estas prácticas,
padecen la acción extraordinaria del demonio; acompañamiento que
compete en primer lugar a los pastores, que deben ser ayudados por
agentes laicos debidamente preparados. Para motivar una pastoral
preventiva, indico lo siguiente:

13.Los pastores de la Iglesia deben ser los primeros en estudiar


adecuadamente y abordar con fe madura los temas ligados al demonio,
sus asechanzas y acciones (cfr. nn. CEC 391-395). Desgraciadamente
algunos sacerdotes se declaran “incrédulos” ante la acción
extraordinaria del Maligno. Ante esto, es necesario recordar que la
existencia y actividad demoniaca es una verdad revelada1. Es por ello
que pido a los presbíteros y diáconos a que se formen adecuadamente en

1
«El mal no es sólo una deficiencia sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor.
Terrible realidad, misteriosa y temible, se aparta del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien
rehúsa reconocer su existencia; o quien hace de él un principio autónomo, sin tener origen en Dios, como
toda creatura; o la explica como una pseudo realidad, una personificación conceptual y fantástica de las
causas desconocidas de nuestros malestares». (Pablo VI, 15/11/1972)
10

estos temas, como parte de su servicio pastoral, de modo que puedan


tanto formar a los fieles laicos, como atender a los hermanos que se
sienten confundidos o aquejados por el demonio. Téngase en cuenta
para su formación el estudio de los principales documentos de la Iglesia
sobre estos temas2. Solicito al Colegio de Exorcistas y a los peritos en la
materia organicen cursos de formación intelectual para el clero y de
capacitación práctica para la atención de los fieles aquejados por la
acción extraordinaria del Maligno.

14.Para que todos los sacerdotes en el futuro tengan la cualificación


suficiente para atender a los fieles cristianos en cuanto a la acción
extraordinaria del demonio, es conveniente que los candidatos al
sacerdocio se formen en estos temas. Por ello pido al Seminario
Conciliar de México que atienda esta faceta de la formación en el
ámbito intelectual, espiritual y pastoral; y a la Universidad Católica
Lumen Gentium que coadyuve enseñando la Angelología (que incluye
la Demonología) y el exorcismo como materias obligatorias en su
curriculum académico. En este mismo tenor, ruego encarecidamente a
otras facultades de Teología, a las universidades católicas presentes en
nuestra Iglesia Particular y al Colegio de Exorcistas, a reflexionar y
profundizar en estos temas, realizando de forma periódica, cursos y
conferencias en los cuales se pueda estudiar esto con profundidad, en
miras al ejercicio pastoral.

15.Los fieles laicos que nos ayudan en las diversas tareas pastorales deben
poseer un conocimiento suficiente sobre las influencias indirectas y
directas del demonio. Por eso solicito a los párrocos y a quienes les
ayudan en la cura de almas que catequicen a los fieles, promoviendo en
las parroquias cursos que ayuden a conocer cuáles son las prácticas que
abren las puertas a la acción extraordinaria del Maligno; que adviertan
de los peligros que representan y que faciliten la formación de sujetos
activos capaces de ayudar a otros hermanos que estén afectados por
esos males, especialmente entre los jóvenes.

2
Véase por ejemplo: Congregación para la Doctrina de la Fe, Fe Cristiana y Demonología, 26/VI/1975; Carta
a los Obispos sobre algunos aspectos de la Meditación Cristiana, 15/XI/1989; Conferencia Episcopal Toscana,
Sobre la magia y la Demonología, 8/V/1994; Norberto Rivera Carrera, Instrucción Pastoral sobre el New Age,
1996; Consejo Pontificio de la Cultura para el diálogo interreligioso, Jesucristo Portador de Agua Viva, una
reflexión cristiana sobre la Nueva Era, 2003.
11

16.Dado que los jóvenes son los más susceptibles a caer en los engaños del
demonio, pido al equipo de la pastoral juvenil que, junto con el Colegio
de Exorcistas, busquen mecanismos para acercar a los jóvenes a este
problema, para advertirles de lo riesgoso de ciertas prácticas,
especialmente las de adivinación, para poder formarlos en la vida
cristiana y ayudarles a evitar caer en supersticiones o en prácticas
perniciosas.

17.Las distintas instituciones formativas para los laicos dependientes de


nuestra Arquidiócesis, como los Centros de Formación de Agentes
Laicos en Acciones Específicas (CEFALAE), el Instituto san Pedro y
san Pablo, el Instituto Sedes Sapientiae, y otros grupos y movimientos
laicales, promuevan en sus programas formativos el conocimiento de
estos temas.

18.Que el Colegio de Exorcistas, apoyado por distintas comisiones de


nuestra Arquidiócesis, elabore materiales y subsidios que puedan servir
de formación para todos los fieles y para dar a conocer la fe de la Iglesia
sobre estos temas a todos los hombres de buena voluntad. En
colaboración con el equipo de Comunicación Social de nuestro
Arzobispado, particípese en foros de televisión y radio, donde se
requiera que un especialista ilustre sobre esta materia, y se evite así que
personas insuficientemente preparadas transmitan inadecuadamente el
mensaje salvador y las funciones que realiza ministerialmente un
exorcista.

19.Desde los primeros siglos, la Iglesia incorporó al rito bautismal,


particularmente en los ritos prebautismales, el exorcismo llamado
“simple”. Este exorcismo tiene la finalidad de instruir a los
catecúmenos sobre la gracia bautismal que los capacita para la lucha
espiritual contra el poder del diablo (cfr. DESQ 8). No se deje de
advertir a los fieles sobre esta lucha en la catequesis de preparación para
el bautismo de infantes y el proceso de la Iniciación Cristiana de los
adultos.

20.Dispongan de los nuevos medios de comunicación para transmitir la


enseñanza de la Iglesia en estos temas, pero adviértase a todos,
especialmente a los jóvenes, de la abundante e incorrecta información
que sobre el exorcismo, el demonio y su acción circula en internet.
También por este medio se pueden abrir puertas al demonio;
12

desgraciadamente muchos, a través de las nuevas tecnologías, han caído


en las redes de Satanás.

b) Prácticas Litúrgicas y de Piedad Cristiana

21.La ignorancia en las verdades de fe se extiende, muchas veces, a las


prácticas de piedad y a las acciones litúrgicas y sacramentales (cfr.
DPPL n. 59); motivo por el que muchos fieles, desgraciadamente, no
son capaces de distinguir las genuinas prácticas de religiosidad popular
católica de otras prácticas pseudoreligiosas. Por eso solicito lo
siguiente:

22.Ruego a los sacerdotes, de acuerdo con la Instrucción General del Misal


Romano (n. 387) que, en la celebración de los sagrados misterios,
especialmente en el Santo Sacrificio de la Misa, se ciñan, con espíritu
eclesial de obediencia, a las normas litúrgicas establecidas, evitando
introducir en los sagrados ritos prácticas motivadas por el
sentimentalismo o un mal entendido ecumenismo que confunde a los
fieles y terminan por hacerles creer que dichas prácticas son acordes
con la fe de la Iglesia. La Liturgia es patrimonio de la Iglesia Universal,
la mejor catequesis sobre ella es su digna celebración. Por eso, para
evitar que los fieles entiendan de manera deformada sus efectos, hay
que celebrarla con espíritu eclesial y con verdadera fe.

23.Sobre las llamadas “Misas de Sanación” o “Misas de Liberación”,


conviene recordar que toda Eucaristía es sanadora y liberadora, por los
efectos de la gracia en quien participa con adecuada disposición en ella.
No se llame “Misa de sanación” a una celebración Eucarística.
Recuerde todo sacerdote que no le es lícito introducir ritos ajenos a la
Misa, que no han sido aprobados por la Iglesia, para justificar su
carácter de “sanadora” y “liberadora”.

24. Mención aparte merece la Misa por los enfermos que está prevista en el
Misal, la cual debe usarse en los días litúrgicos aprobados y a la que se
puede unir el rito comunitario de la Unción de los Enfermos, también
usando las formas previstas en los rituales (IGMR n. 372). Evítese
convocar a las misas por los enfermos, en los que se administrará la
Unción, a fieles que no estén convenientemente preparados o aquellos
cuya necesidad de recibir dicho sacramento no conste al pastor (cfr.
RUEPE nn. 8-15), pues la experiencia ha demostrado que algunos fieles
13

reciben el sacramento de la Unción sin estar enfermos o con una idea


distorsionada sobre la gracia del sacramento y, muchas veces, ajena a la
fe de la Iglesia, requisito indispensable para la eficacia sacramental.
Recuerde también, quien tiene cura de almas, la obligación de ungir a
sus feligreses cuando tengan necesidad, aunque hayan participado en la
Misa por los enfermos.

25.El culto que la Iglesia tributa a la Santísima Eucaristía fuera de la Misa


goza de la más alta estima y, por lo tanto, del mayor de los cuidados
(cfr. RSCCEFM 3 y 90). Además de observar debidamente las
indicaciones de la Iglesia en cuanto al culto Eucarístico se refiere, pido
a todos los sacerdotes y a los demás agentes de pastoral que los asisten,
cuiden que la adoración eucarística, llamada también “Hora Santa”, se
centre en alabanzas al Señor Sacramentado, se hagan plegarias de
súplica y expiación de los pecados y se incluya la plegaria por la salud
de los enfermos (cfr. RSCCFM n. 82 y cfr. IOODC n. 5d). Es
absolutamente inaceptable que ante el Santísimo Sacramento se simulen
oraciones de “sanación” y/o de “liberación”. Tampoco se realice en el
mismo oratorio con el Santísimo expuesto el Rito del Exorcismo. No se
convoque a la Adoración Eucarística con los adjetivos de “sanadora” o
“liberadora”, pues, además de que puede suscitar esperanzas fuera de
proporción, se corre el riesgo de que se exponga a la Santísima
Eucaristía a merced de alguna profanación o a cualquiera otra falta de
respeto. Sustentados en motivaciones ajenas a la práctica litúrgica y a la
fe de la Iglesia, algunos pastores o laicos han permitido en la Hora
Santa que los fieles se acerquen a la custodia o, incluso, los mismos
pastores la llevan hasta ellos para que la toquen. Este tipo de prácticas
fomentan en los fieles una forma errónea de comprender la naturaleza
de la presencia sacramental del Señor en las especies eucarísticas que
se expone con solemnidad para que le manifestemos nuestro amor y
adoración, y no para incentivar el fetichismo y la superchería. Así que,
apelando de nuevo al altísimo honor que la Iglesia tiene al Señor
Sacramentado, prohíbo a todos los hermanos que fomenten este tipo de
prácticas y que, más bien, se rinda el debido honor al Santísimo
Sacramento de acuerdo a la fe de la Iglesia, custodiado en las normas
litúrgicas que se encuentran en los rituales aprobados. El fin de la
Adoración Eucarística es que los fieles reconozcan en ella “la
maravillosa presencia de Cristo [que] invita a la unión de corazón con
él, unión que culmina en la comunión sacramental” (RSCCEFM n. 90).
14

Consérvese y expóngase debidamente la Eucaristía y pongan los


pastores su mejor esfuerzo en ello.

26.El uso del agua bendita, la bendición de imágenes, escapularios,


medallas, veladoras y demás objetos piadosos, conviene que se realice
mediante una previa y adecuada catequesis (cfr. CEC n. 1674 y RB n.
21), advirtiendo a los fieles de su sentido cristiano y evitando así que les
den un uso supersticioso. Hay días en los que las supersticiones tienen
una especial cabida, como es el último día del año; conviene que en las
diversas celebraciones litúrgicas y de piedad que tienen lugar en ese día,
se instruya en el uso cristiano de objetos de piedad y en la forma
cristiana en que se deben vivir esas fiestas. Es obligación de los pastores
el asegurarse que no se rocíe agua bendita sobre amuletos, imágenes no
religiosas o imágenes de personas que algunos veneran y no son santos
canonizados, mucho menos a objetos que usan para la brujería, la
santería, etc.

27.En el curso de la Santa Misa Crismal, que preside el Obispo los jueves
de la Semana Santa de cada año en Catedral, se bendicen los óleos de
los Catecúmenos y de los Enfermos, y se consagra el Crisma. El uso de
cada uno de los Santos Óleos está claramente definido en las
celebraciones de los sacramentos y sacramentales: el de los
Catecúmenos, en los ritos previos al Bautismo; el de los Enfermos, en la
administración del Sacramento de la Unción de los Enfermos; y el
Santo Crisma en los ritos del Bautismo, la Confirmación, la Ordenación
del Obispo y de los Presbíteros, y en la Dedicación de las iglesias y los
altares. Sólo es lícito emplearlos por los sacerdotes, y en el bautismo
por los diáconos, nadie más los puede utilizar, y sólo dentro de las
formas rituales establecidas por la Iglesia, por lo que no es lícito
utilizarlos para otro fin. Consérvense con la debida reverencia en
lugares apropiados (cfr. MR, Misa Crismal n. 33).

28. Dentro del proceso de acompañamiento a los fieles afectados por las
distintas asechanzas del Maligno, el exorcista puede ungir, de acuerdo a
su criterio, con aceite bendecido; bendígalo de acuerdo al ritual, que
puede ser del Rituale Romanum (Título IX, Capítulo VII, n. 8). Ordeno
taxativamente que ningún sacerdote comercialice éste ni ningún otro
sacramental.
15

29. Ante la legítima necesidad de una experiencia sensorial de la fe que


algunos fieles manifiestan, téngase cuidado en realizar acciones rituales
motivadas para satisfacer este deseo o por un supuesto “bien pastoral”.
La Liturgia con su peculiar lenguaje, especialmente a través de los
sacramentos y sacramentales, conjunta el arte de satisfacer la necesidad
de la naturaleza humana de ver, tocar, oler, gustar y oír, con la gracia
invisible que el Señor derrama sobre sus hijos. Los signos y gestos
sacramentales son “connaturales con el hombre”, por lo que,
celebrándolos de acuerdo a la fe y la tradición de la Iglesia, son capaces
de tocar las necesidades de la naturaleza humana y realizar el fin de
gracia para lo que existen (cfr. Suma Teológica III, q. 60 a. 4). Por lo
que pido a todos los sacerdotes no introducir signos que parezcan
sacramentales y que no pocas veces degradan en teatralidad. Cíñanse
más bien a aquellos que pertenecen a la tradición litúrgica y de piedad
de la Iglesia. Reitero: no se fomente ningún sacramental con fines de
lucro, pues quienes así lo hacen, además de fomentar el fetichismo
pueden llegar a cometer el pecado de simonía.

30.En los Santuarios convergen las más variadas expresiones de fe


cristiana y de religiosidad popular, lo que los hace especiales centros de
todo tipo de genuinas manifestaciones religiosas, pero también no pocos
fieles corren el riesgo de caer en el sincretismo. Pido al Santuario
Nacional de Santa María de Guadalupe, así como a los demás santuarios
presentes en nuestra Arquidiócesis que, como parte de su pastoral
ordinaria, ayuden a los fieles a profesar la verdadera fe en Cristo y a
distinguir de las formas distorsionadas de la piedad cristiana. Sé de las
dificultades que se presentan por la gran cantidad de peregrinos que se
acercan a ellos, además de ser feligreses que van de paso; sin embargo,
la caridad pastoral, el trabajo coordinado en equipo y la organización de
las actividades podrán sumarse a favor de la preocupación de este
Directorio.

31.La verdadera devoción mariana, en especial bajo su advocación de


Guadalupe, es un medio eficaz contra los diversos tipos de acción del
Maligno, pues la Santa Madre de Dios, en su aparición del Tepeyac,
garantiza a todos sus hijos su protección y cuidado materno. Foméntese
entre los pastores y los fieles laicos una adecuada espiritualidad
mariana, el rezo del Rosario y otras prácticas de piedad debidamente
aprobadas. De igual manera, el cuidado en las prácticas de piedad
ligadas a la devoción del Arcángel Miguel, de los santos Ángeles
16

Custodios, de san Benito Abad, de san Ignacio de Loyola y otros más


santos inscritos en el canon romano, ayudarán a purificar las prácticas
equivocadas, para que las devociones auténticamente católicas sean de
mayor provecho espiritual para los fieles.

c) Grupos y movimientos

32.Sabemos del interés que muchos grupos y movimientos de apostolado


tienen por la pastoral de liberación y el exorcismo. Quiero motivarlos a
continuar con este interés y a que lo hagan con auténtico espíritu de
comunión eclesial, por lo que atiendan especialmente a los números que
hablan de la formación, señalados arriba, y a que se mantengan en
comunicación y espíritu de comunión con mis delegados para esta
pastoral.

33.Todos los grupos y movimientos que tienen como finalidad ayudar a


fieles aquejados por las diversas acciones del domino y que fomentan
grupos de oración de sanación y liberación, colaboren, con espíritu de
comunión, con mis delegados para esta pastoral y acójanse a su
dirección a fin de conjuntar los esfuerzos a favor de quienes sufren la
acción extraordinaria del demonio y a evitar cualquier tipo de abuso en
esta pastoral. Además, esta colaboración ayudará a reconocer a grupos
no católicos que confunden a los fieles sobre el auxilio que dicen
prestar.

34.Promuévase a fieles cristianos, grupos o asociaciones que, en comunión


con mis delegados, profundicen los temas relacionados con el demonio,
su acción y el exorcismo, para que, bien instruidos, ayuden en la
formación específica de los fieles y en la oración que acompaña al
ministerio del exorcista.

Conclusión del capítulo 1


35.Tengamos todos en cuenta que la mejor prevención contra la acción
extraordinaria del demonio es el fomento de una vida cristiana acorde
con el espíritu del Evangelio. La predicación de la Palabra salvadora, la
oración, la meditación personal, la frecuencia de los sacramentos y el
consecuente crecimiento en la vida de gracia, las prácticas ascéticas y
penitenciales como se han hecho a lo largo de los siglos en la Iglesia,
todo esto siempre será el mejor remedio contra cualquier asechanza del
padre de la mentira. Si todas las comunidades parroquiales trabajan en
17

esta dirección, nuestra Iglesia Arquidiocesana no sólo enfrentará


eficazmente las diversas acciones del demonio, sino que florecerá en
santidad y se manifestará como Sacramento de Salvación para el
mundo.
18

Capítulo 2

Pastoral de Atención Ordinaria


Lo que todos los pastores pueden hacer a favor de la pastoral propia del
Ministerio de los Exorcismos

36.Además de atender debidamente la formación de todos los fieles


cristianos, como se ha expresado en el capítulo anterior, es necesario
que la pastoral ordinaria de nuestra Iglesia local, especialmente en las
parroquias, tengan también presente a aquellos que sufren la acción
extraordinaria del demonio. Por lo que pido vivamente a todos los
presbíteros y diáconos, especialmente a los párrocos, a prestar la debida
atención a esta urgente necesidad de no pocos fieles.

37. Todos los sacerdotes, por la gracia del sacramento del Orden y la
debida preparación en la materia, pueden hacer un primer
discernimiento sobre las personas que acuden a consultarles por padecer
malestares que parecen no tener una explicación natural. Reciban a cada
persona con caridad, escúchesele y oriéntesele a la comunión con Dios a
través de los sacramentos, particularmente, ayúdesele a hacer una buena
confesión y a participar en la Santa Misa para que reciba la Eucaristía.

38.El discernimiento debe llevar a distinguir entre una tentación, una


aflicción o una acción extraordinaria del demonio. Tómese en cuenta la
situación particular de cada persona, su estado de salud física, psíquica,
moral y espiritual, brindándoles una ayuda adecuada a sus necesidades;
pero, cuando se crea que se trata de una posesión o vejación, nunca se le
envíe a sacerdotes que no estén autorizados por el Obispo para ejercer el
ministerio del exorcismo, porque, además de que el fiel puede ser
confundido, su caso podría agravarse notablemente.

39.Si es necesario un segundo discernimiento, tengan en cuenta los


párrocos y demás presbíteros que colaboran en la cura de almas, que los
fieles pueden confundir un caso de acción extraordinaria del demonio
con alguna enfermedad psíquica; de modo que para realizar un
discernimiento más profundo, conviene consultar con alguno de
nuestros exorcistas, o, en la medida en que sea conveniente, si fuera el
caso, consultar con psicólogos o psiquiatras avalados por el Colegio de
Exorcistas. No se envíen feligreses al exorcista sin haber realizado un
adecuado discernimiento que tome en cuenta el testimonio de los
19

familiares y que excluya cualquier tipo de padecimiento de origen


natural. En caso de haber canalizado al exorcista de la Vicaría algún
caso, manténgase el pastor en comunicación con él.

40. Téngase también en cuenta que puede acaecer lo contrario, es decir,


que tratándose de una verdadera aflicción, vejación o posesión
diabólica, el demonio, siendo el padre de la mentira, pueda enmascarar
su presencia haciendo creer que se trata de una enfermedad psíquica e
incluso hacer que el fiel poseído niegue la posesión. En caso de haber
llegado a la certeza moral de ésta, tome el caso el exorcista y
aplíquesele al fiel, con su consentimiento, los exorcismos
correspondientes.

41.Para que todos los sacerdotes puedan tener los criterios básicos de
discernimiento para estos casos, pido al Colegio de Exorcistas que
coordine la elaboración de un manual operativo que indique qué hacer,
cómo tratar y a dónde canalizar los casos pertinentes.

42. La Santa Iglesia, esposa de Cristo, vencedor del demonio, ora sin cesar
por todos sus miembros y los consuela en sus aflicciones. No se dejen
de hacer plegarias por aquellos que se sienten atormentados y que no
padecen una acción extraordinaria del demonio. Pero téngase también
presente en la oración a quienes verdaderamente la padecen, para que
ocasionalmente se tenga esta intención en la Oración Universal de los
Fieles en la Eucaristía, especialmente en la dominical, y en las preces de
las Laudes y de las Vísperas de la Liturgia de las Horas.

43. Movidos por la caridad pastoral, los presbíteros y los diáconos ayuden
espiritualmente a todo creyente que, aun no padeciendo la acción
extraordinaria del Maligno, se sienten fuertemente tentados por él y se
encuentran en un estado de sufrimiento (cfr. DESQ 15). Oren con ellos
e incluso sugiéranles formas de oración, para que, con la ayuda de la
gracia, resistan los embates del enemigo y vivan en la paz que ofrece el
Señor resucitado. Pido al Colegio de Exorcistas que provean a los
pastores de nuestra Iglesia Particular de algunos subsidios que
contengan un compendio de oraciones que se puedan hacer por y con
los fieles.

44.Recuerde la comunidad cristiana que con el ayuno y la oración es como


se expulsan ciertos tipos de demonios, según lo enseñado por el Señor
20

(Mt 17, 21); por tal motivo, los exhorto a que cada miembro del pueblo
de Dios, de acuerdo con su condición, ofrezca oraciones y sacrificios
por la liberación y sanación de los hermanos atormentados por el
demonio y por aquellos que realizan el delicado Ministerio del
Exorcismo (cfr. DESQ 31).

Conclusión del capítulo 2


45. Es deber de todos los pastores, movidos por la caridad, que es el alma
de nuestro sagrado ministerio, que con espíritu de comunión trabajemos
por atender a todos los hermanos, incluidos aquellos que se sienten
atormentaos por el demonio. No se les rechace de ningún modo, mucho
menos pretextando incredulidad personal ante sus experiencias, ni
minimizando sus legítimos deseos de ser atendidos; no se les ridiculice
ni menosprecie, pues, muchas veces, como consecuencia de nuestra
falta de atención, acuden a centros de espiritismo o brujería y son presa
de charlatanes o de operadores de lo oculto, y de abusos de toda índole
que empeoran su situación. No se fomenten actividades que puedan ser
causa de confusión entre los fieles, ni mucho menos se extralimiten en
las atribuciones que les corresponden como pastores de almas. Con
filial obediencia caminemos en la dirección de este documento y
atendamos a las orientaciones y normativas que como pastor de esta
grey les indico.
21

Capítulo 3

Pastoral de Atención Extraordinaria


El ministerio pastoral de los Exorcistas

46.Entiéndase por Exorcismo Mayor, al rito litúrgico por el cual la Iglesia


ejerce el poder recibido de Cristo para expulsar demonios y anular su
influjo (cfr. DESQ 7). Se realiza por el ministerio de la Iglesia cuando
ella “pide, públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que
una persona o un objeto sea protegido contra el influjo del Maligno y
sea sustraído de su dominio” (CEC 1673). Por tanto, los exorcismos se
realizan sobre las personas y sobre los objetos. Dado que es atribución
exclusivamente mía la colación del ministerio del exorcista y la
provisión de todos los elementos para su servicio, y para que los
exorcismos mayores se realicen como conviene, indico lo siguiente:

47. Para proveer adecuadamente de todos los medios de salvación en


nuestra Iglesia Particular, contamos con los ministros adecuados para
ejercer este ministerio. El exorcista es un sacerdote que goza de la
licencia que yo, el Arzobispo, concedo, sea de manera directa (cfr. CIC
1172 § 1) o a través de quienes gozan de potestad vicaria en la
Arquidiócesis de acuerdo con lo establecido por los cánones y los
decretos de nuestra Iglesia Particular (cfr. DOGPAM n. 159). Para que
conste, se extenderá la debida licencia por escrito según estilo por un
tiempo determinado. El elegido para este ministerio debe ser un
presbítero que se distinga por su piedad ‒condición indispensable que el
mismo Señor señala en el Evangelio‒, que sea entendido en la materia,
prudente en su actuación y con integridad de vida (cfr. CIC 1172 § 2).

48. Aquellos que ejercen el ministerio por primera vez, sean debidamente
instruidos por quien deja el cargo y por el Colegio de Exorcistas;
fomenten el estudio personal y participen en cursos y congresos que les
ayuden a ejercer lo mejor posible su ministerio.

49.Cada Vicaría territorial contará con un exorcista, quien colaborará con


espíritu de comunión con los demás exorcistas del Arzobispado. El
grupo de exorcistas se constituirá a modo de un Colegio, de tal manera
que puedan trabajar en conjunto y ayudarse a ejercer el servicio que se
les ha encomendado. De esta forma podrán discernir y decidir sobre la
forma concreta de realizar el ministerio e informar debidamente al
22

Arzobispo y a los Vicarios Episcopales sobre su actuar. Se reunirán


periódicamente y serán presididos por el Arzobispo Primado o por un
Obispo Auxiliar que yo delegue. Este Colegio se regirá por unos
estatutos debidamente aprobados. Compete al Presidente nato o
delegado participar en las actividades del Colegio, orientándolo y
participando al Consejo Episcopal, de manera directa, asuntos de
especial importancia en este ministerio.

50.Podrán pertenecer al Colegio de Exorcistas presbíteros doctos en la


materia aún sin gozar de la licencia para la realización de este
ministerio. Además, el Colegio podrá tener un equipo de asesores laicos
‒expertos en asuntos espirituales‒ médicos o psiquiatras debidamente
acreditados por la Arquidiócesis, que gocen de buena fama y sean
discretos (cfr. DESQ 17), quienes podrán colaborar con el Colegio con
investigaciones y prudentes consejos.

51.Eviten los exorcistas, al realizar el exorcismo, introducir elementos


ajenos a lo que la Iglesia ha aprobado, para que no se preste a
interpretaciones mágicas o supersticiosas. Conscientes de que quien
libera es Dios, sigan fielmente las indicaciones del ritual que realicen,
sea el de 1999 o el de 1614. Vigilen que la celebración litúrgica
manifieste debidamente la fe de la Iglesia. Sean humildes y discretos en
la realización de su ministerio y sepan que queda estrictamente
prohibido el acceso a cualquier medio de comunicación, sea de los
tradicionales (radio, televisión y prensa escrita) o de las nuevas
tecnologías (cfr. DESQ 19), a la realización del rito sacramental.
Además, en razón de la caridad pastoral y de lo peculiar de este
ministerio, eviten pedir o recibir cualquier tipo de remuneración
material y/o económica.

52. El Ritual de Exorcismos prevé que se puedan “si el Obispo diocesano


en particulares circunstancias juzga oportuno convocar asambleas de
fieles para orar” (DESQ apéndice 1, n. 1), con la finalidad de hacer
oraciones de liberación no sólo sobre personas, “sino también [sobre]
los lugares y objetos”, e incluso cuando hay “oposición y persecución
contrala Iglesia”, éstas se realicen “bajo la guía y moderación de un
sacerdote”. Pido que en nuestra Arquidiócesis se incluya en ellas la
predicación evangélica y la catequesis, y sean únicamente realizadas por
los exorcistas de manera ordinaria, como parte de su pastoral específica.
Estas asambleas pueden ser guiadas y moderadas por un sacerdote no
23

exorcista, siempre que se cuente con mi aprobación o la de los Obispos


Auxiliares. Nunca un sacerdote en nuestra Arquidiócesis, por iniciativa
propia y sin la debida aprobación, puede convocar ni presidir una
Asamblea de Oración y Liberación.

53.Por la delicada y especializada función que desempeñan, insto a los


sacerdotes exorcistas a participar en cursos de formación permanente
tanto en las disciplinas teológicas como en aquellas otras ciencias
auxiliares que ayudan al mejor desempeño del ministerio. Mantengan
contacto con las asociaciones nacionales e internacionales de exorcistas
debidamente aprobadas por la autoridad competente de la Iglesia para
que, en relación con ellas, presten un servicio cada vez más eficaz y
cualificado.

54.Préstese la debida ayuda a las diócesis que lo soliciten, de la misma


manera, búsquese la colaboración necesaria con las diócesis de la
Provincia, de modo que crezca este servicio en comunión con las
Iglesias Diocesanas, para el bien de los fieles cristianos.

Conclusión del capítulo 3


55.La Santa Iglesia ha recibido del Señor el mandato y la autoridad de
someter al demonio y de proteger de sus influencias a la muchedumbre
de los discípulos del Señor (cfr. Mt. 10, 1. 8; Mc 3, 14-15; 6, 7. 13; 16,
17; Lc 9, 1; 10, 17. 18-20), particularmente a los más débiles. El
Ministerio de Exorcistas de nuestro Arzobispado continuará trabajando
en lo propio de su ministerio apoyados por los Vicarios Episcopales y
por los equipos de pastoral según sea el caso. Nadie puede sustraerse ni
es inmune a esta realidad, como nos lo recuerda el apóstol san Pedro, ya
que nuestro «enemigo el diablo como león rugiente anda buscando a
quien devorar…» (1Pe 5, 8), por eso debemos seguir adelante con este
servicio que se desprende de nuestro ministerio y debemos colaborar
para que dé los frutos que se esperan de él.
24

CONCLUSIÓN del DIRECTORIO

56.Queridos hermanos, después de exponerles estas directrices pastorales,


quiero invitarlos a observarlas fielmente. Como lo he reiterado, nuestra
pastoral debe considerar la realidad de la acción del demonio en el
mundo y, en particular, de sus manifestaciones extraordinarias. El
ministerio que realizan los sacerdotes exorcistas en nuestra Iglesia
Particular tiene que ser valorado y respaldado por todos, de manera que
cada uno pueda contribuir desde su condición y quehacer propios, en la
lucha cotidiana que la santa esposa de Cristo, que es la Iglesia, libra
contra Satanás, enemigo de Dios y de los hombres. Pongo en manos de
la Santísima Virgen María de Guadalupe, que en su aparición del
Tepeyac nos aseguró su maternal protección, la obra pastoral que aquí
hemos tratado, y que su maternal auxilio nos asista para vencer, con
Cristo Resucitado, a quien quiere impedirnos alcanzar la plenitud de
nuestra existencia en el Señor.
25

DOCUMENTO 2

NORMAS PASTORALES
Para el ejercicio del Ministerio de Exorcismos
y Oraciones de Liberación y Sanación
de la Arquidiócesis Primada de México
26

NORMAS PASTORALES
1. Conocemos la existencia y la acción del demonio y de los demás
espíritus malignos por la revelación, atestiguada por numerosos pasajes
de la Sagrada Escritura (Mt 25, 41; Lc 10, 18; Jn 8, 44; 2Pe 2, 4; etc.),
por los Santos Padre (Ireneo, Basilio, Juan Crisóstomo, Agustín,
Gregorio Magno, Juan Damasceno, por mencionar sólo algunos), por
los escritores eclesiásticos (Tertuliano, Orígenes, etc.), por los teólogos
(Beda, Tomás de Aquino, Luis Ma. Grignon, etc.) y por el Magisterio
de la Iglesia, tanto conciliar como Papal (particularmente de los últimos
pontífices).

2. También conocemos por estas fuentes la acción exorcística de nuestro


Señor Jesucristo, de sus discípulos y de la Iglesia, la cual a través de la
historia ha prolongada la salvación del Hijo de Dios encarnado, que
vino «para destruir las obras del diablo» (1Jn 3, 8), suscitando una
pastoral que debe ser regulada por el Obispo. Es por esto que como
pastor de esta Iglesia Local promulgo la siguiente normativa.

El exorcismo
3. . El exorcismo es una acción de la Iglesia por la que «pide públicamente
y con autoridad, en nombre de Jesucristo que una persona o un objeto
sea protegido contra las asechanzas del Maligno y sustraída a su
dominio».3 Jesucristo, nuestro Señor, realizó numerosos exorcismos
(cfr. Mc 1, 25s; etc.), «de él tiene la Iglesia el poder y el oficio de
exorcizar (cfr. Mc 3, 15; 6, 7.13; 16, 17)»4.

4. El exorcismo mayor solemne, «es una acción litúrgica».5 una «súplica


del género de los sacramentales».6 Se trata, por tanto, de un signo
sagrado por el cual «se expresan efectos, sobre todo de carácter
espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia»7.

5. Para la celebración del exorcismo mayor deben seguirse fielmente las


normas del Ritual Romano de Exorcismos y otras súplicas (DESQ, por

3
CEC, 1673. Las cursivas son nuestras.
4
CEC, 1673
5
DESQ, 11.
6
DESQ, 11.
7
CEC 1667
27

sus siglas en latín) promulgado por san Juan Pablo II en su edición


típica de 1999. Puede utilizarse cualquiera de sus versiones en español
válidamente aprobadas y confirmadas por la Sede Apostólica. Es
posible también utilizar el Título XII, del Rituale Romanum de 1614,
De exorcizandis obsessis a demonio8, conforme a sus propias normas.

Ministro del Exorcismo


6. El ministro del exorcismo es el presbítero que, habiendo sido
considerado idóneo por su piedad, doctrina, prudencia e integridad de
vida9, ha recibido la «licencia particular y expresa del Ordinario del
lugar»10. Corresponde al Arzobispo, o a sus Obispos Auxiliares ‒de
acuerdo con el Decreto «Organización y Gobierno Pastoral de la
Arquidiócesis de México» (nn. 176 y 190)‒ conceder la licencia a los
exorcistas por un tiempo determinado para ejercer de manera estable
este ministerio en la Vicaría a la que pertenecen, sin estar impedidos de
ejercerlo en toda nuestra Arquidiócesis.

7. El sacerdote al que se le solicite desempeñar este ministerio debe recibir


una preparación específica11 inicial, y continuar con una formación
permanente para el recto ejercicio de su ministerio. Es conveniente que
los neo-exorcistas sean acompañados durante un tiempo prudente por
un exorcista experimentado, estudien sobre la materia y asistan a cursos
y/o congresos que les ayuden a capacitarse.

Discernimiento de los casos


8. El exorcista debe desempeñar su oficio con la máxima prudencia12, por
lo que antes de realizar un exorcismo debe llevar a cabo un cuidadoso
discernimiento de la situación de cada persona, distinguiendo los casos
de quienes están poseídos por el demonio de aquellas que sufren
distintas «enfermedades, sobre todo psíquicas, cuyo cuidado pertenece a
la ciencia médica»13. Para realizar adecuadamente esta distinción, el
exorcista, «si fuere necesario, podrá consultar a expertos en la ciencia
médica y psiquiatra que tengan sentido en las cosas del espíritu»14.

8
Benedicto XVI, Sumorum Pontificum; Pontificia Comisión Eclesia Dei, Universae Ecclesiae. Cfr. Pontificia
Commissio “Ecclesia Dei”, Prot. No. 39/2011 L.
9
CIC 1772 § 2
10
CIC 1772 § 1
11
DESQ, 13.
12
DESQ, 14.
13
CEC 1673
14
DESQ, 17.
28

9. De acuerdo a las normas del Ritual Romano de Exorcismos y otras


Súplicas, «el exorcista no proceda a realizar el exorcismo hasta que no
esté seguro, con certeza moral, de que quien va a ser exorcizado está
realmente poseído por el demonio»15. La certeza moral reclama una
«firme adhesión» en el juicio de la conciencia que se sigue de la «visión
clara de su objeto»16. El exorcista, habiendo alcanzado una comprensión
detallada de la situación de la persona, debe poder consolidar un juicio
para afirmar la posesión. No debe hacer un juicio superficial, basado
únicamente en algunos indicios aislados, sino buscar integrar la
compleja situación de la persona en el discernimiento.

10.Para alcanzar una visión clara del estado de la persona es necesario


realizar un diligente examen que tome en cuenta a la persona de manera
integral: los aspectos médicos, psicológicos, humanos, sociales,
pastorales y espirituales, poniendo una especial atención en los «signos
de la posesión» señalados por el Ritual17 y en las demás circunstancias
que se consideren relevantes. Sin embargo, aunque el recurso a los
peritos constituye un auténtico auxilio iluminativo, el juicio
determinativo sobre el estado espiritual de una persona y la consiguiente
conveniencia del exorcismo es responsabilidad exclusiva del sacerdote
exorcista, que goza para la realización de su oficio de las gracias de
estado. Para la salvaguarda de la diligencia en el proceso deliberativo,
se recomienda la elaboración de un expediente personalizado que ha de
conservarse físicamente en un archivo debidamente dispuesto para ello.

Consentimiento del atormentado y presencia de los familiares


11.Una vez que el exorcista ha alcanzado la certeza moral de que la
persona está realmente poseída por el demonio, debe pedir su
consentimiento18 antes de que se proceda con el exorcismo. En esta
Arquidiócesis es obligatorio, a no ser que sea imposible por alguna
circunstancia, que la persona o quien responda legalmente por ella,
entregue su consentimiento por escrito y firmado según un formato
legal establecido para ello19, el cual debe integrarse al expediente y
conservarse en el archivo.

15
DESQ, 16.
16
S. Th. II, IIae. Q 2, a. 1, c.
17
DESQ, 16.
18
DESQ, 16.
19
Vease el apéndice.
29

12.Es necesario que durante el exorcismo esté presente algún familiar de la


persona exorcizada, sobre todo ‒y sin ninguna excepción‒, tratándose
de una mujer, de un menor o de una persona con discapacidad. Cuide el
exorcista de no tocar al fiel al que se le hace el exorcismo.

Lugar para la realización del exorcismo


13.Para la celebración del exorcismo de una persona se debe escoger con
prudencia un lugar oportuno, de ser posible habitual y debidamente
dispuesto. Elíjase preferentemente un oratorio alejado de la multitud, en
donde esté presente la imagen del Crucificado y de la bienaventurada
Virgen María; además de que se guarde la debida discreción20. Evítese
realizar el exorcismo mayor en el domicilio de la persona poseída por el
demonio.

Claridad y ortodoxia en la realización de este ministerio


14.El exorcista debe tener cuidado de que todo el proceso pastoral asociado
a su ministerio sea realizado con gran claridad, manifestando la doctrina
de la Iglesia y evitando toda confusión. Especialmente cuide que tanto
la celebración litúrgica del exorcismo como las catequesis, la
evangelización, el uso de los sacramentales, las oraciones de liberación
y las entrevistas propias para el proceso de discernimiento, expresen
adecuadamente la fe de la Iglesia, evitando cualquier gesto o palabra
que pueda ser considerada en un sentido mágico o supersticioso.

Equipo de auxiliares
15.Es muy conveniente que el exorcista cuente con algunas personas
debidamente seleccionadas y bien formadas en esta materia para que lo
auxilien, no sólo durante el exorcismo, sino también en la
evangelización, la catequesis y el acompañamiento pastoral de las
personas poseídas o vejadas por el demonio.

16.Los auxiliares deben ser elegidos después de un adecuado


discernimiento sobre la idoneidad para desempeñar este servicio tan
delicado. Cuide el exorcista de su formación y vele por su salud física y
psicológica, no sólo en los inicios de su colaboración sino también a lo
largo del ejercicio de la misma.

20
DESQ, 33.
30

17.Los auxiliares que participan en el rito, deben orar con empeño, «por el
hermano vejado, bien privadamente, bien según el modo indicado en el
rito, pero absteniéndose de utilizar cualquier fórmula del exorcismo, ya
sea deprecativa o imperativa, que sólo debe ser pronunciada por el
exorcista»21. Atiendan además solícitamente a las necesidades
particulares que según las circunstancias pudieran surgir en el desarrollo
del rito, de modo que el exorcista pueda realizar la celebración litúrgica
con naturalidad, piedad y sin muchas interrupciones.

18.Es muy recomendable que cuando la salud física de la persona


atormentada por el demonio esté gravemente afectada o disminuida, se
solicite la presencia de un médico a la celebración del exorcismo para
salvaguardar la integridad física de la persona y atender alguna eventual
emergencia22.

El presbítero auxiliar
19.Dentro de los auxiliares del exorcista, además del grupo de fieles laicos,
de los peritos y del médico, tiene un valor especial el presbítero auxiliar.
En caso de necesidad el exorcista puede contar con la colaboración de
otros presbíteros que, sin ser exorcistas, le asistan en el ejercicio de su
ministerio.

20.El presbítero auxiliar puede participar conforme a su dignidad en la


celebración del exorcismo, pero no presidirla, absteniéndose de utilizar
cualquier fórmula de exorcismo. Puede dar auxilio espiritual a los laicos
auxiliares, a la persona poseída o a su familia. Puede presentar, además,
una prudente opinión al exorcista en el discernimiento del estado
espiritual de las personas para su consideración.

Una pastoral más amplia


21.El exorcista debe atender también, con solicitud, a aquellas personas
que sufren algún otro ataque diabólico23, que sin llegar a tratarse de una
posesión, sufren en diversos grados vejaciones, obsesiones24 u otros
ultrajes. Realizando el discernimiento adecuado distinga cuando se trata
21
DESQ, 35.
22
Cfr. DESQ 34 a).
23
DESQ 15.
24
Entiéndase por vejación: los ataques que recibe la persona sobre su cuerpo, aun cuando el demonio no
tiene dominio y potestad sobre el cuerpo del afligido. Por obsesión entiéndase: los ataques sobre la psiqué
de una persona, donde el demonio intenta infundirle pensamientos y sentimientos destructivos y
mentirosos para desesperarla.
31

de una afectación auténticamente causada por la acción extraordinaria


del demonio de aquellos casos que resultan atribuírsele por una «falsa
opinión»25. En caso de verificarse una auténtica acción del demonio,
atiéndase a las personas atormentadas realizando preces, súplicas y
oraciones adecuadas, preferentemente aprobadas por la Iglesia,
pudiendo también utilizarse otro tipo de oraciones privadas pidiendo a
Dios la curación, sanación y liberación de las personas afectadas y no
de sus ancestros26. En la atención pastoral de estas personas, es valiosa
la colaboración de los presbíteros auxiliares e incluso de algunos grupos
de oración avalados por la Arquidiócesis, con los que el exorcista puede
constituir una auténtica pastoral de consolación y liberación27.

Colaboración de los párrocos y presbíteros con cura de almas


22.La colaboración del Párroco o del presbítero que tiene cura de almas es
indispensable y valiosa para llevar a cabo esta pastoral. En primer lugar,
es conveniente que sea el Párroco quien haga un primer discernimiento
del estado espiritual de la persona antes de recurrir al exorcista y quien
lo remita a él en caso de necesidad. Tratándose de una afectación
menor, el mismo Párroco puede establecer un proceso pastoral de
liberación para acompañar a la persona, haciendo por ella oraciones de
liberación aprobadas por la Iglesia. En segundo lugar, es muy
recomendable que aquellas personas referidas al exorcista, continúen
sus procesos de evangelización y catequesis dentro de la comunidad a la
que pertenecen en la medida de lo posible. Es importante fomentar la
integración a las comunidades parroquiales de las personas vejadas. El
acompañamiento espiritual del Párroco a estas personas, en muchas
ocasiones, es una verdadera fuente de fortaleza ante la adversidad.

Caridad y acompañamiento de casos de «falsa opinión»


23.Cuando se verifique inexistente la acción extraordinaria del demonio y
los fieles con «falsa opinión» crean padecerla, no se les rechace,
atiéndaseles con respeto y caridad, acompáñeseles con oración y déseles
una adecuada catequesis para que «encuentren la paz de Dios» y

25
DESQ, 15.
26
Conferencia de los Obispos de Francia, Comisión Doctrinal sobre la sanación del Árbol genealógico,
19/1/2007.
27
«El ministerio del exorcista además de ser de liberación, es también un ministerio de consolación» (Cfr.
Rito degli esorcismi e preghiere per circonstanza particolari. Conferenza Episcopale Italiana. Presentazione,
16.
32

oriénteseles hacia las ciencias médicas u alguna otra instancia de modo


que puedan restablecer sus habituales ocupaciones.

Total discreción en el ejercicio de este ministerio


24.Téngase como norma tanto para el exorcista, como para sus
colaboradores, guardar una auténtica discreción28 respecto a los
acontecimientos sucedidos durante el exorcismo y el proceso pastoral
que lo acompaña. Sea especialmente cuidadoso en mantener reservado
todo lo que implique la vida privada o la intimidad de las personas
atendidas, así como también, aquellas cosas que pudieran generar
escándalo. Queda estrictamente prohibido el recurso a los medios de
comunicación antes, durante y después del exorcismo29.

Caos de no católicos
25.Para la atención pastoral de personas no bautizadas o bautizadas no
católicas téngase una mayor prudencia, sin negarle el auxilio a ninguno,
procúrese realizar una diligente evangelización. Para realizar un
adecuado discernimiento y determinar si es oportuno realizar el
exorcismo, pídase el parecer a algún otro exorcista con más experiencia
y consúltese necesariamente el caso con alguno de los Obispos
Auxiliares.

Lo que recibiste gratuitamente, dalo gratuitamente


26.Considerando la delicadeza de este ministerio, su gravedad, y el estado
de los fieles que lo requieren, no se solicite ningún arancel para la
atención pastoral de las personas vejadas. Cuídese también de no
incurrir en ningún tipo de actividad que pueda ser considerada como
venta de sacramentales o que diera la impresión de ser fuente de lucro.

Exorcismo de lugares y objetos.


27.Para el exorcismo de lugares, después de haber realizado un atento
discernimiento, si se juzga necesario, utilícese preferentemente el
apéndice 1 del Ritual de Exorcismos, o bien el capítulo 3 del Título XII
del Rituale Romanum de 1614 Exorcismus in satanam et angelos
apostaticos pudiendo añadirse o utilizarse algunas otras oraciones según
se vea conveniente. No se realice el Exorcismo de un lugar sin contar
con la autorización del propietario. Para el exorcismo de objetos,
especialmente aquellos que han sido destinados las prácticas ocultistas,
28
DESQ, 19.
29
DESQ, 19.
33

utilícese las oraciones que sean convenientes, preferentemente aquellas


que han sido aprobadas para ello.

Colegio de Exorcistas
28.Se ha de constituir en nuestra Arquidiócesis un Colegio de Exorcistas al
que pertenecerán los exorcistas con licencia y algunos sacerdotes
peritos en la materia, nombrados por el Arzobispo, quienes fungirán
como asesores. El Ordinario, por ser el primer exorcista en la diócesis,
será quien presida el Colegio o delegue para tal efecto a alguno de sus
Obispos Auxiliares y nombre al coordinador de dicho colegio.

29.Reúnanse el Colegio con su coordinador y su presidente, siempre que le


sea posible, con cierta frecuencia, para tener un espacio de formación
permanente y específica, de oración común y de intercambio de
experiencias. Hágase uso de estas reuniones para presentar a la
consideración de los miembros del Colegio aquellos casos cuyo
discernimiento sea especialmente difícil o cuyas circunstancias sean
conveniente que las conozcan los demás miembros del Colegio.

Promoción de oraciones por este ministerio


30.Exhorto encarecidamente a toda la comunidad arquidiocesana a que
apoyo con oraciones y sacrificios el ministerio de Exorcismo, lo pido
muy especialmente a las comunidades de vida contemplativa. Los
exorcistas promuevan insistentemente la oración por este ministerio en
sus comunidades parroquiales y en los monasterios de nuestra
Arquidiócesis.

Recomendación final
31.Los exorcistas de la Arquidiócesis de México deben cumplir fielmente
estas normas pastorales informando oportunamente al Obispo Auxiliar
de su Vicaria territorial y al Obispo Auxiliar, delegado como presidente
del Colegio de Exorcistas, sobre el desempeño de su ministerio, que han
de realizarlo con sincera «caridad con fe y humildad»30 bajo la
dirección de la Autoridad competente.

30
DESQ, 13.

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