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Por qué hay tantas denominaciones cristianas?

Las divisiones en la Iglesia datan del primer siglo. En su Primera Carta a los Corintios, el apóstol Pablo
lamentó el hecho de que la contienda y las divisiones habían dado como resultado que algunos dijeran:
“Yo soy de Pablo” y otro “Yo soy de Apolos” (1 Corintios 3:3).

Las denominaciones, que se podrían llamar “divisiones formales”, empezaron un poco después en la
Iglesia Apostólica cuando los creyentes ortodoxos 1 defendieron la enseñanza de los apóstoles de la
distorsión del evangelio con falsas enseñanzas basadas en tradiciones paganas 2 o judías 3.

A la larga, la verdadera Iglesia quedó firmemente establecida sobre una base de verdad doctrinal
esencial: la creencia en la deidad de Cristo y la Trinidad, y la aceptación del Canon establecido de las
Escrituras. Este acuerdo universal de la iglesia primitiva se caracterizó por la palabra griega katholikos,
la cual significaba “conforme al todo”. El término español era “católico”, y quería decir la verdadera
iglesia según la aceptaban los seguidores genuinos de Cristo. Fuera de la iglesia católica había sectas
que negaban elementos importantes de la verdad: los gnósticos, los ebionitas, los montanistas, los
arianos, los pelagianos y otros. Estos eran considerados “no ortodoxos” (que no aceptaban las doctrinas
correctas).

Los dos términos, católico y ortodoxo, a la larga llegaron a formar parte del lenguaje común como
indicadores de la verdadera creencia cristiana. Sin embargo, tristemente, también se convirtieron en los
nombres de las primeras denominaciones: en 1054 hubo una separación dentro de la iglesia cuando la
iglesia griega del este se separó de la iglesia latina del oeste por una serie de diferencias políticas y
culturales, junto con algunas disputas doctrinales relativamente pequeñas. La iglesia del este llegó a
conocerse como la Iglesia Ortodoxa Oriental, y la iglesia del oeste se llamó Iglesia Católica Romana.
Estas divisiones principales continúan hasta el presente.

Luego, los reformadores entre los católicos romanos sintieron la necesidad de renovación espiritual y
corrección dentro de la iglesia. Especialmente protestaron porque se habían agregado a la Biblia
tradiciones no bíblicas como algo esencial a la fe y práctica del cristianismo. Estos reformadores
protestantes posteriormente produjeron una segunda separación grande. De esta “reforma protestante”
salieron las denominaciones luterana, calvinista, bautista y otras.

Finalmente, en la primera parte del siglo XX, nació el movimiento Pentecostal. Este grupo de cristianos
estaba convencido de que todos los dones dados por el Espíritu Santo a los seguidores de Cristo en
Pentecostés (el momento dramático cuando el Espíritu Santo de Dios descendió sobre los cristianos 50
días después de la ascensión de Jesús) deben ser evidentes en la vida de los creyentes hoy. La palabra
griega para don divino es kharisma; por tanto, el término “carismático” se usa a menudo para describir a
este grupo de denominaciones. La concesión adicional de algunos de estos dones después que uno
acepta a Cristo como Salvador personal a menudo se llama “la segunda bendición” 4.

Aunque hay diferencias entre las denominaciones, la mayoría de las doctrinas básicas aceptadas por la
iglesia católica primitiva todavía son aceptadas por todos. Por ejemplo, los Católicos Romanos, los
Ortodoxos Orientales, la mayoría de los protestantes y la mayoría de los grupos carismáticos creen en la
Trinidad y en la deidad de Cristo, establecidas por los concilios de la iglesia de Nicea y Calcedonia.
Todas las denominaciones cristianas ortodoxas están de acuerdo en que Jesucristo, el Dios-hombre,
murió para expiar los pecados del mundo y fue resucitado de la tumba para romper el poder de Satanás y
de la muerte.

Con excepción de la referencia a Cristo descendiendo a los infiernos, los principios contenidos en el
Credo Apostólico, tomado primordialmente del antiguo Credo Romano, también se aceptan
universalmente. Este credo se recita todos los domingos en cientos de miles de iglesias cristianas en todo
el mundo, independientemente de la denominación:
Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y en Jesucristo su único Hijo nuestro
Señor, que fue concebido por el Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; y el tercer día resucitó de entre los muertos;
ascendió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso; y vendrá a juzgar a los vivos y
a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia cristiana, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección corporal, y la vida futura. Amén.

Es importante que no pensemos tanto en las pequeñas diferencias entre las denominaciones que pasemos
por alto las áreas grandes en las que están de acuerdo. Aunque algunas de las diferencias doctrinales que
existen han producido serias perversiones del evangelio, existen otros aspectos de la presencia de una
amplia gama de puntos de vista que son positivos.

Debido a las diferencias denominacionales hay una variedad de enfoques prácticos a la vida cristiana.
Aunque esta fragmentación hace que sea más difícil para el mundo ver la unidad del cuerpo de Cristo,
también es cierto que estos grupos hacen que sea más difícil para la Iglesia en general implicarse en
rituales y formalismos de lo que sería si una denominación dominara la vida cristiana. Como fuente de
más información respecto a las denominaciones cristianas recomendamos el libro Historia de la Iglesia
Cristiana, de Williston Walker (Casa Nazarena de Publicaciones). Además recomendamos los libros del
excelente historiador Kenneth Scott Latourette, publicados en español por la Casa Bautista de
Publicaciones.

Escrito por: Dan Vander Lugt

Notas:

Ortodoxo es un término tomado directamente del idioma griego. Sencillamente significa “creencia
correcta”. Cualquier iglesia es considerada ortodoxa en un sentido amplio si acepta las formulaciones de
la doctrina que fueron hechas por los principales concilios de la iglesia primitiva tales como los
celebrados en Nicea en el año 325 y en Calcedonia en el 451. Estas decisiones establecieron importantes
asuntos doctrinales como la deidad de Cristo y la unidad de su persona al tiempo que posee dos
naturalezas (la humana y la divina).
El Eerdman’s Handbook to the Bible hace esta observación respecto a las primeras influencias paganas
en la iglesia:Más o menos en la época en que se estaban escribiendo las cartas del Nuevo Testamento
empezaron a surgir una serie de sectas que posteriormente (en el segundo siglo) se conocieron con el
nombre general de “gnosticismo”. Variaban considerablemente en detalle, pero compartían la creencia
básica de que la “materia” era mala y el espíritu era bueno. De ahí siguió que Dios no pudo haber creado
el mundo de la materia, ni tampoco pudo haberse encarnado su Hijo en ella. De manera que
vislumbraron toda una gama de seres subordinados entre Dios y el mundo. Los seres humanos
comparten la maldad del mundo material, pero también comparten (o algunos de ellos contienen) una
chispa divina que se puede liberar y por tanto redimir. Para ser redimidos necesitan tener conocimiento
(gnosis en griego) de su origen celestial. Estas perspectivas fueron expresadas en fantásticos mitos y
dadas a conocer a los que se iniciaban en sectas como las de las religiones de misterio.
La perniciosa influencia de los judaizantes es censurada por Pablo en Gálatas 5:1-8 y Filipenses 3:1-7.
La doctrina de la “segunda obra de la gracia” o la “segunda bendición” está arraigada en la tradición
wesleyana/arminiana. La misma sostiene que podemos, si somos fieles, experimentar un tiempo especial
de crecimiento y renovación espiritual. Puesto que la Biblia enseña que la santificación es una
experiencia progresiva, es ciertamente posible que algunas personas tengan una maravillosa temporada
de renovación que puede llamarse una “segunda bendición”. Sin embargo, las Escrituras no indican en
ninguna parte que todos los cristianos van a experimentar esto. Muchos cristianos experimentan un
crecimiento firme en su vida que sólo se puede atribuir al poder del Espíritu de Dios.La Biblia enseña un
aspecto tridimensional de la santificación. Primero, hay un aspecto posicional en el cual todo creyente es
santificado o apartado para Dios en el momento de la salvación (1 Corintios 1:30; Filipenses 1:1;
Hebreos 3:1). Segundo, hay un aspecto progresivo de la santificación en el cual los creyentes están
siendo santificados por la obra del Espíritu Santo por medio de las Escrituras (Juan 17:17; 2 Corintios
3:18; Efesios 5:25-26; 1 Tesalonicenses 5:23-24). Y tercero está la consumación en el regreso de Cristo
cuando nuestra santificación será completa. Seremos semejantes a Jesucristo (Efesios 5:27; 1 Juan 3:2; 1
Corintios 15:51-53).

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