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Contini, N. (2011). Enfoques en Evaluación Psicológica.

UNT:
Facultad de Psicología. 3° edición

Capítulo IX

LOS CONCEPTOS DE CONVERGENCIAS Y RECURRENCIAS


INTRATEST. EL JUICIO CLÍNICO
Contini, N. (2011). Enfoques en Evaluación Psicológica. UNT:
Facultad de Psicología. 3° edición

INTRODUCCIÓN

La evaluación psicológica es una tarea específica del psicólogo.


Constituye uno de los principales procedimientos para llegar a la
descripción, comprensión, explicación causal y, en lo posible, a la
predicción del comportamiento. El logro de estos objetivos le
permitirá al profesional encarar otras metas posteriores como son
las de orientación y determinación de estrategias de intervención.
Entendemos que cuando se consulta por un niño o por un
adolescente el diagnóstico hace referencia al grupo familiar y no
solo al sujeto que presenta la sintomatología, por cuanto la familia,
entendida como sistema, pareciera ser una matriz de alta incidencia
en la salud del niño que crece en ella. En forma complementaria, y
no menos importante, en el diagnóstico se consideran variables
ecológicas, sociales y culturales que inciden en el sistema familiar.
A nuestro criterio el psicólogo recurre a la evaluación psicológica
porque le permite generar información diagnóstica en un tiempo
relativamente breve, y ese “ahorro” es esencial para la oportuna
toma de decisiones. Este planteo es válido tanto cuando trabajamos
en la clínica psicológica como cuando encaramos tareas de
investigación, ya que permite el conocimiento de los sujetos, lo cual
es imprescindible para encarar programas de prevención. Las
tareas de prevención se presentan en el contexto de la psicología
actual como de gran relevancia.
Para conseguir los objetivos del proceso de evaluación
(descripción, explicación, predicción) el psicólogo debe contar con
un marco teórico referencial y con recursos técnicos. Éstos podrían
sintetizarse en dos grandes grupos conocidos clásicamente como
técnicas proyectivas y tests psicométricos, también denominados
objetivos.
Tanto el marco teórico como los recursos técnicos permitirán al
psicólogo evaluador formular y poner a prueba las hipótesis,
obtener datos, organizarlos y brindar un contexto a las inferencias.
Dentro del proceso de evaluación, la labor de interpretación del
material producido por el niño y la familia tiene importancia
fundamental, pues los datos cobran sentido cuando son analizados
e interpretados por el psicólogo. Esta labor ofrecerá menos
dificultades en los tests psicométricos y será más compleja en las
técnicas proyectivas y frente a los diversos datos clínicos recogidos
en el encuentro con el niño y su familia.
Consideramos que la tarea de análisis e interpretación es un
tema central en la Psicología Clínica y supone la elaboración de
juicios clínicos. Leibovich de Duarte (1980) señala, con acierto, que
se trata de un tema poco investigado. Nos proponemos desarrollar
aquí aspectos de este proceso que consideramos relevantes, y al
mismo tiempo, dejar planteados algunos problemas.

EL JUICIO CLÍNICO

Entendemos por juicio clínico el proceso de transformación de


datos, es decir, los pasos a seguir en la elaboración de hipótesis
clínicas (Leibovich de Duarte, 1980, Frank de Verthelyi, 1989). Tales
formulaciones son elaboradas por el psicólogo sobre la base de sus
conocimientos científicos.
Para llegar a la enunciación de un juicio clínico el psicólogo
selecciona, compara, ordena, relaciona, jerarquiza e integra datos.
Intenta que su hipótesis esté sustentada por la reiteración
(recurrencia) o por la convergencia de datos.
En general, poco se sabe acerca de las variables que entran en
juego en el proceso de elaboración de inferencias e interpretación
de datos clínicos y de las reglas de evidencia consideradas en el
proceso.
Se trata de una tarea de decodificación del material clínico que
implica la percepción de coherencias, vale decir, la integración de
indicios en una síntesis congruente. Al respecto Schafer, (1954)
apunta que es aquí donde se advierte con más claridad el talento y
la formación del psicólogo. El problema ocurre cuando se plantea
si es posible enseñar los elementos fundamentales de esta
compleja técnica de integración jerárquica de datos .
Los estudios sobre el juicio clínico se han ocupado, entonces, de
establecer relaciones posibles entre la experiencia del psicólogo, la
información que recoge del paciente y la adecuación y valor
predictivo del juicio al que aludimos precedentemente. Pareciera
que cuanto mayor es el entrenamiento y la experiencia del
profesional, mejores serán sus posibilidades de analizar el material
producido por el consultante para obtener información concisa;
igualmente, una mayor experiencia le permitirá articular con más
precisión la teoría con la práctica.
El panorama se complica más aún, cuando advertimos —
siguiendo a Leibovich de Duarte (1980)— que la elaboración del
juicio clínico no es solo un proceso cognitivo, sino también afectivo,
es decir que se trata además de comprender la experiencia interna
del consultante.
Según esta autora, en la elaboración de juicios clínicos pueden
reconocerse, al menos, tres grandes variables:
a) El modelo teórico del psicólogo.
b) Su experiencia clínica.
c) Sus características de personalidad y su estilo cognitivo.
El modelo teórico al que adscribe el psicólogo determina los
tests y técnicas que va a utilizar y el juicio clínico que formulará.
Los instrumentos auxiliares empleados solo brindan datos que
cobran sentido cuando el psicólogo los interpreta desde una
determinada teoría, como sistema de referencia. Por otra parte,
pareciera que la interpretación del material clínico recogido no
descansa en reglas mecánicas, sino en la habilidad del psicólogo
para encontrar e integrar indicios significativos. Esta es la razón por
la cual se considera que el modo como analiza e integra los datos
depende de sus referentes teóricos, pero también, de su
experiencia tanto como del estilo cognitivo y las características de
personalidad.

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Si bien admitimos que no existen reglas mecánicas acerca de
cómo procesar el material clínico, destacamos, al mismo tiempo, la
necesidad de especificar más claramente el modo en que arribamos
a las inferencias, puesto que ello permitirá transmitir
conocimientos clínicos con un procedimiento más sistemático.
Frente a una tarea tan compleja, Schafer (1954) propone los
siguientes criterios que pueden servir de guía para que una
interpretación sea válida:
 Debe haber suficiente evidencia para la interpretación.
 La profundidad de la interpretación debe ser apropiada al
material.
 Debe especificarse la forma manifiesta de la tendencia
interpretada.
 Debe asignarse a la tendencia una posición jerárquica dentro del
cuadro general de la personalidad.
 Deben especificarse tanto los aspectos adaptativos como los
patológicos de la tendencia interpretada.

Al revisar la bibliografía sobre los criterios de interpretación se


observa que muchos autores no presentan una organización
sistemática de datos, sino que más bien proponen pautas diversas
o ítemes a considerar, agrupados sin un eje unificador. De este
modo, las interpretaciones se presentan muy puntuales, vale decir
que aluden a un determinado signo de la producción del sujeto; por
ejemplo, Burns y Kaufamn (1978) interpretan como carencias
afectivas la presencia en los gráficos de fuentes de luz exageradas
(sol o lámparas eléctricas). Al mismo tiempo, se emplean datos de
la historia para fundamentar la interpretación de un signo, en lugar
de recurrir a aquéllos solo para contextuar la interpretación.

CRITERIOS DE ANÁLISIS

El concepto básico con el que vamos a encarar el proceso de


análisis de los datos proporcionados por una prueba psicológica es
el de evidencias múltiples, que pueden analizarse a la luz de otros
tres conceptos: el de recurrencias, el de convergencias y el de dato
aislado.
Así también diremos que otra regla fundamental podría
enunciarse señalando que un elemento (signo clínico) adquiere
significación solo en relación con el total de la producción del
sujeto.
Luego de administrar una determinada prueba psicológica
tendremos en cuenta, metodológicamente, los siguientes pasos:
a) Impresión gestáltica que produce la prueba administrada.
b) Análisis detallado del material empleando recurrencias,
convergencias y dato aislado.

a) Integración de datos.

Se iniciará el proceso de análisis con una primera impresión


global de la producción del niño, para proseguir con el estudio
pormenorizado de los diversos aspectos del protocolo de
respuestas (ya se trate de un dibujo, un relato, una sesión de juego,
etc.).
Desde una perspectiva clínica consideramos que esta etapa es
esencial para poder arribar a algunas conclusiones válidas, puesto
que pone a prueba los conocimientos teóricos y técnicos, y el
talento del psicólogo para abordar el material clínico. Por lo tanto
nos interesa desarrollar dos conceptos básicos, que son los de
recurrencias y convergencias.

RECURRENCIAS

Se entiende por recurrencia la reiteración de un mismo indicador


en la producción del sujeto, ya sea formal o de contenido (frases,

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personajes, acontecimientos, afectos, actitudes, etc.) (Frank de
Verthely, s/d, Baringoltz de Hirsch, 1984).
Vamos a ejemplificar este concepto con la producción en las
técnicas gráficas de Ana María, paciente de 15 años, quien acude a
la consulta por un acentuado sentimiento de inseguridad y
dependencia de la figura paterna. Es hija única y la madre padece
de depresión desde que la niña era muy pequeña, lo cual le impidió
hacerse cargo de su crianza.
Se administraron los dibujos de la figura humana (Figuras Nº 1
y Nº 2, p. 106 y 107) y de la familia en acción (Figura Nº 3, p.108).
Comentario: las recurrencias pueden observarse en los aspectos
formales del grafismo: tamaño pequeño, tanto en el dibujo del
hombre como en el de la mujer. Recurre asimismo en el tipo de
presión (débil). En los dibujos de la familia en acción pueden
observarse las mismas recurrencias: tamaño de los dibujos de los
diferentes personajes y tipo de trazo (presión débil).
Si bien el motivo de este trabajo se centra en las recurrencias
intratest, nos ha parecido ilustrativo incluir dos técnicas proyectivas
gráficas (figura humana y los dibujos de la familia en acción) de tal
modo que se pueda visualizar que el procedimiento que se ha
sugerido realizar a nivel intratest puede llevarse a cabo con una
metodología similar a nivel intertest.

CONVERGENCIAS

Puede definirse a la convergencia como la reiteración de una


secuencia dinámica en la producción del sujeto, que se expresa a
través de indicadores disímiles y en algunos casos hasta opuestos.
(Frank de Verthelyi, s/d)
Vamos a ejemplificar el concepto de convergencias a través del
caso Damián, de 8 años, 10 meses, a quien se le administró la
técnica de los dibujos de la familia en acción (Figura Nº 4, p. 109).
Acude a la consulta porque experimenta intensos dolores
abdominales, con sensación de náuseas cuando se acerca la hora
de ir al colegio. Estos síntomas se han acentuado en los últimos tres
meses, pero según la madre, los ha tenido “desde siempre” aunque
esporádicamente.
Damián es el mayor de tres hermanos: 8 años (Damián), 5 años
(mujer), 3 años (varón). La madre es derivada al psicólogo por el
pediatra, e impresiona como mujer rígida y dominante a quien le
molestan los síntomas del hijo, a los que interpreta como
“debilidad” para enfrentar situaciones. Considera que por ser varón,
tales comportamientos cobran una mayor valoración negativa.

Comentarios

Las convergencias que se detectan al analizar los dibujos de la


familia en acción son: tamaño pequeño con tamaño grande, que
pueden visualizarse en distintos sectores del gráfico de la figura
del padre y del objeto a través del cual se mediatiza la acción
(automóvil): se destaca el cuerpo pequeño que contrasta con los
pies grandes. Éstos darían una base de sustentación más sólida
a la figura pequeña. Es decir, dos indicadores en principio
disímiles confluyen para mostrarnos una figura paterna
devaluada. También hace convergencia el dibujo del automóvil,
de tamaño gran de, con el “Nº 1”, con lo cual el niño intenta
compensar la imagen de escasa jerarquía del padre.

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Figura Nº 1
Caso Ana María. 15 años

* [9 años. Gabriela. Está parada.]


Figura Nº 2
Caso Ana María. 15 años
*

* [12 años. Enrique. Está barriendo la casa.]

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Figura Nº 3
Caso Ana María. 15 años
Figura Nº 4
Caso Damián. 10 años, 8 meses

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En el mismo gráfico pueden analizarse las recurrencias en:
a) Pautas de contenido: el hermano y él mismo (Damián)
están en acciones de índole agresiva.
b) Pautas formales: recurre en la presión intensa, con lo cual
podríamos suponer que estamos en presencia de un niño
impulsivo y agresivo.

INTEGRACIÓN DE DATOS

El paso posterior al análisis detallado de cada indicador con


el método sugerido es el de integración de los datos, para lo cual
se han de jerarquizar e integrar los mismos en una estructura
coherente.
Para poder conseguir este propósito el psicólogo ha de tener
una sólida formación clínica y un cabal conocimiento de los
criterios de administración e interpretación de los tests y
técnicas. Asimismo, será fundamental que tenga en cuenta el
contexto sociocultural en el que está inserto el niño o el
adolescente. Por último, es necesario investigar el instrumento
en sí mismo, revisando periódicamente los criterios de
interpretación, tanto como la búsqueda de normas precisas y
específicas para los sujetos con los cuales se las ha de utilizar.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Baringoltz de Hirsch, S. y otros (1984) El CAT en el


psicodiagnóstico de niños. Buenos Aires: Nueva Visión.
Burns, R. y Kaufman, S. H. (1978) Los dibujos kinéticos de la
familia como técnica psicodiagnóstica. Buenos Aires:
Paidós.
Frank de Verthelyi, R. (s/d) Gráficos en niños. Dpto. de
Publicaciones, UBA.
Frank de Verthelyi, R. (1989) Temas en Evaluación Psicológica.
Buenos Aires: Lugar.
Leibovich de Duarte, A. (1980) Las técnica proyectivas en la
investigación y en la clínica. El problema del juicio clínico.
Buenos Aires, UBA: Facultad de Psicología, Dpto. de
publicaciones.
Schafer, R. (1954) Psychoanalytic Interpretation in Rorschach
Testing. N. York: Grune & Stratton.

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