Está en la página 1de 9

Horticultura

Tema 2 LOS COMPONENTES DEL CLIMA

2.1 La luz en la horticultura: radiación solar

La radiación solar o luz natural es un conjunto de ondas electromagnéticas cuya longitud


de onda (λ) varía principalmente entre 230 y 4000 nm. En este conjunto se diferencian tres
grupos de radiación:

- La radiación ultravioleta (UV), que varía entre 230 y 380 nm. Posee una escasa
acción térmica y fotosintética, aunque tiene varios efectos sobre el crecimiento y
desarrollo de las plantas, en general negativos. Por debajo de 325 nm, esta radiación
es muy perjudicial para las plantas, al reducir la fotosíntesis neta o retrasando el
crecimiento, aunque la sensibilidad varía por especies, desde las muy sensibles como
el guisante, a las muy resistentes como el trigo. Además, la radiación UV es la gran
responsable del deterioro de los plásticos usados en horticultura.
- La radiación visible, con una λ que varía entre 380 y 730 nm y viene a suponer en
torno al 50% de la radiación solar incidente. Esta radiación, que se le conoce como
PAR (radiación fotosintéticamente activa, por sus siglas en inglés), juega un papel
primordial en la fotosíntesis, que presenta dos máximos: uno en la zona del azul y
otro más elevado en la zona del rojo. Por tanto, las cubiertas que se utilicen deben
transmitir lo más posible este espectro. Falta del mismo es el responsable de
anomalías hortícolas tales como ahilado, coloración irregular, menor materia seca,
menor crecimiento, menor calidad de frutos, etc. Incrementos de luz azul o luz roja
han sido asociados a disminuciones en el desarrollo de ciertas enfermedades fúngicas,
como es el caso del Phytophthora capsici en pimiento y tomate.
- La radiación infrarroja, que varía entre 730 y 4000 nm, viene a suponer entre el 50-
80% de la radiación solar. Es una radiación principalmente térmica, responsable del
aporte de calor a las plantas. En cultivo en invernadero, el papel de esta radiación es
fundamental para aumentar la Tª en invierno, pero que habrá que refrigerar en verano.

Además de por su λ, otro parámetro importante de la luz es su intensidad o luminosidad.


En un día claro al mediodía se pueden alcanzar entre los 106.000 y los 128.000 lux
(lumen/m2). En principio, cuanta mayor luminosidad, mayor eficiencia fotosintética, pero no
todas las plantas tienen las mismas necesidades, y en función de las mismas, tan malo puede

1
Horticultura

ser un exceso que un defecto en la luz recibida. En función de dichas exigencias, las plantas se
clasifican en tres grandes grupos:

• Plantas heliófilas, que requieren mucha luz, por lo que su nivel de saturación es muy
elevado. Aquí tenemos especies como la piña, melón, pimiento, berenjena, etc.
• Plantas de umbría, que se saturan con relativamente poca cantidad de luz y en las que
un exceso les es más perjudicial. Como ejemplos tenemos las esparragueras, y las
plantas ornamentales de interior.
• Plantas intermedias, que estarían entre las dos anteriores. Como ejemplos: col, patata,
etc.

2.2 El fotoperiodo.

La fotoperiodicidad es un fenómeno fisiológico por el que la floración de muchas plantas


se produce como respuesta a la duración y alternancia de los periodos de iluminación y
oscuridad. En función de su respuesta al fotoperiodo, las plantas se clasifican en tres grandes
grupos:

• Plantas de día largo, que son aquellas que para florecer requieren una duración del
periodo iluminado superior a las 12 horas. Aquí nos encontramos especies como el
rábano, zanahoria, espinacas, etc.
• Plantas de día corto, que son aquellas que para florecer requieren una duración del
día inferior al de la noche. Aquí tenemos algunos cultivares de fresón, a los boniatos,
etc.
• Plantas indiferentes, que son aquellas en las que la floración no se ve influida por el
fotoperiodo, como berenjenas, tomates, judías, pimientos, cucurbitáceas, etc.

Hay plantas en las que la sensibilidad al fotoperiodo viene en función de otros


parámetros, como son las necesidades de vernalización. Este es el caso de la remolacha, por
ejemplo. En otros casos es la temperatura la que marca la sensibilidad. En achicoria y
lechuga, por ejemplo, responden a día largo con Tªs elevadas y a día neutro con Tªs bajas. En
otros casos, más que la duración del día o la noche en si misma, lo que las plantas requieren
es que el fotoperiodo sea creciente o decreciente.

2
Horticultura

La percepción por parte de las plantas del fotoperiodo se hace a través del pigmento
conocido como ‘fitocromo’, que se activa en función de la λ de la radiación roja existente,
que varía según se trate del periodo oscuro o iluminado.

2.3 La temperatura

El calor recibido es el parámetro climático que de una forma aparente más influye sobre
el crecimiento y desarrollo de las plantas, y que primeramente se evalúa a través de las
temperaturas. Este parámetro nos marcará en primera instancia las posibilidades de cultivar
una determinada especie en función de sus necesidades, el periodo de cultivo o la
conveniencia de utilizar un cultivo forzado, entre otras cuestiones. La influencia también es
indirecta, ya que incide en gran medida en el resto de factores abióticos (agua) y bióticos
(plagas y enfermedades) que a su vez afectan a los cultivos.

En primer lugar debemos de tener claros una serie de conceptos generales relacionados
con la temperatura, como son los siguientes:

- Cero de vegetación: Tª por debajo de la cual la planta deja de crecer y


desarrollarse. Depende de la especie y cultivar. Por ejemplo en guisante es de 4ºC
y en judías 15,5ºC.
- Temperaturas críticas: son aquellas mínimas o máximas por debajo o encima de
las cuales se pueden producir daños en las plantas.
- Temperatura óptima: aquella para la cual, a igualdad del resto de factores, el
desarrollo y el crecimiento es máximo. Ésta varía con la fase del ciclo en cada
especie y variedad.

Los cultivos para ir desarrollando los diferentes estadios necesitan ir acumulando un


determinado número de grados, es lo que se conoce como la integral térmica, que suele ser
bastante estable para cada especie y cultivar. Es decir que una planta necesita un número de
unidades de calor acumulado, expresado en días-grado, para completar un determinado
estadio o fase de cultivo. Para el cálculo de los días-grado (integral térmica) necesarios para
una fase se van sumando las temperaturas diarias que excedan del cero vegetativo hasta que la
planta complete esa fase. Esté método es aproximado, ya que el crecimiento depende de otros

3
Horticultura

factores, pero nos permite planificar con suficiente precisión los momentos esperables para
cada fase en un determinado cultivar, o nos permite caracterizarlos según su precocidad.

Los cultivos hortícolas se pueden clasificar en función de sus necesidades de calor, de tal
forma que los muy exigentes necesitarán completar su ciclo en verano, o en cultivo forzado.
De esta forma tenemos:

- Especies poco exigentes en temperatura, que vegetan bien con 10-25ºC de día y
7-10ºC de noche. Ejemplos: espárrago, lechuga, espinaca, patatas, guisantes…
- Especies medianamente exigentes en Tª, que vegetan bien entre 16-30ºC de día y
13-18ºC de noche. Ejemplos: tomate, pimientos, judías, calabacines, etc.
- Especies muy exigentes en Tª, que requieren Tªs de 21-36ºC de día y 18-24ºC de
noche. Ejemplos: boniato, maíz, etc.

En general las plantas crecen más si las temperaturas nocturnas son más bajas que las
diurnas, es lo que se conoce como termoperiodicidad y que habrá que tener en cuenta
especialmente en invernadero. Ligado a esto está el término de vernalización, que es el
fenómeno por el cual ciertas plantas, adaptadas a crecer en zonas con inviernos fríos,
necesitan estar sometidas a un determinado tiempo frío para que se pueda inducir la floración.
De esta forma conseguían evitar que coincidiera la floración, fase más sensible, con el periodo
menos propicio climáticamente hablando. Esta necesidad de vernalización para que se
produzca la floración suele ir asociada a que haya un fotoperiodo creciente después de ese
periodo frío. El conocimiento de esto tiene su importancia para prevenir floraciones
prematuras que deprecian mucho la producción, que se podrían dar en variedades sensibles, si
se producen las condiciones de frio en épocas de crecimiento. Entre las plantas hortícolas que
más vernalización necesitan tenemos: remolacha, coles de Bruselas, zanahorias, apios, berzas,
cebollas, perejil, etc.

Cuando las temperaturas son muy bajas o altas se pueden producir determinados daños.
Cuando la Tª del aire desciende de 0ºC se dice que ha sobrevenido una helada, tanto más
intensa a medida que el descenso térmico ha sido mayor o se alarga su duración. Si la
humedad relativa es elevada durante la helada se suele producir la formación de escarcha
sobre las plantas, que a su vez protege los tejidos de temperaturas más bajas, es lo que se
conoce como helada blanca. Pero si hay poca humedad relativa no se produce dicha

4
Horticultura

protección y si las Tªs siguen bajando pueden llegar a necrosar los tejidos, es lo que se conoce
como helada negra, y es por tanto mucho más peligrosa y dañina.

Las heladas se pueden clasificar o bien en función de cuando se producen, o en función


del fenómeno físico que las origina. Con respecto a cuándo se producen, tenemos heladas
tempranas, heladas invernales y heladas tardías. Las tempranas son las que se producen en
otoño, antes del invierno, mientras que las tardías son las que se producen después del
invierno en primavera. Las de primavera suelen ser las más peligrosas, ya que puede haberse
producido ya la floración.

En relación al fenómeno físico que las genera, tenemos las heladas de radiación-
convección, las de advección y las de evaporación.

Las heladas de radiación-convección se producen en noches de calma con un ambiente


claro y seco, lo que aumenta mucho las pérdidas por radiación de onda larga. La baja
velocidad del viento favorece la inversión de la temperatura, ya que cuando sopla el viento
por la noche el perfil de temperaturas se hace más uniforme y la temperatura del aire aumenta.

Las heladas de advección se producen como resultado del transporte a gran escala de
masas de aire frío. Se producen en días nublados o noches con viento moderado o fuerte con
el paso de un frente frío. No ocurren inversiones de temperatura, por lo menos al principio.
Más tarde, después de que la velocidad del viento disminuya, sí que puede desarrollarse una
inversión si se producen condiciones de enfriamiento de la superficie.

Las heladas por evaporación se producen en situaciones en que un descenso acusado de


las Tªs origina una fuerte condensación, quedando un bajo nivel de humedad relativa en el
ambiente. Al amanecer y subir las Tªs se provoca la vaporización de parte del rocío formado
sobre la planta, tomando calor de la misma que puede enfriarse notablemente.

Las heladas pueden provocar desgarros celulares y tisulares y desecación celular. Como
consecuencia se puede producir un marchitamiento de las plantas, parada vegetativa, retrasos
en las producciones o aparición de quemados o colores anormales en las partes
comercializables, depreciándolas enormemente.

Entre los sistemas de protección contra heladas tenemos sistemas indirectos y directos.
Entre los métodos indirectos podemos citar: adecuada elección de la especie y variedad,
incremento de los niveles de fertilización fosforada y potásica, que parece que en algunos

5
Horticultura

casos favorece la resistencia a bajas Tªs, realizar aporcados en la base de las plantas y otras
prácticas culturales que disminuyan la intensidad del frio, como siembras más espesas,
siembras en la cara sur del surco, uso de túneles, etc.

Entre las medidas directas, que suelen ser bastante caras tenemos: empleo de estufas o
calentadores, utilización de cortinas de humo o riego en aspersión, empleo de grandes
ventiladores a cierta altura del cultivo, o de helicópteros si se cuenta con ellos, etc.

Por último, con respecto a las altas temperaturas, los daños que pueden acarrear son: falta
de turgencia en los tejidos, marchitamiento, acumulación de sustancias tóxicas, caída de
flores, quemaduras, etc. Una adecuada elección varietal y un uso adecuado del riego suele
prevenir los daños graves de las altas temperaturas.

2.4 El agua y sus formas

El agua es el componente más abundante de las plantas vivas, que sirve


fundamentalmente para proporcionar el medio de translocación de los elementos nutritivos y
dar turgencia y rigidez a los tejidos y órganos. Según la forma en la que aparezca en la
naturaleza va a tener una diferente influencia en horticultura:

Vapor de agua atmosférico

Se mide a través de la humedad relativa. El contenido de vapor de agua en la atmósfera


interviene en la apertura y cierre de los estomas, con todas las repercusiones metabólicas y
fisiológicas que ellos conlleva. Descensos higrométricos bruscos pueden provocar “tipburn”
(puntas quemadas) en hortalizas de hoja, o caída de flores y mala polinización si va
acompañado de altas Tªs. Excesos en la humedad relativa favorecen a determinadas
enfermedades criptogámicas. Además la condensación del vapor sobre los plásticos de un
invernadero mejora el almacenaje de calor por la noche al impedir la perdida infrarroja
emitida por el suelo.

Rocío

En determinadas ocasiones puede suponer un aporte hídrico de hasta 40 mm/año. Su


presencia debe de ser tenida en cuenta a la hora de la aplicación de productos fitosanitarios,

6
Horticultura

especialmente en aplicaciones líquidas pulverizadas y en el momento de la recolección, ya


que debe evitarse con rocío, ya que en caso contrario pueden surgir problemas de
conservación.

Nieve

Tiene los siguientes efectos en las zonas en las que se produce:

• Aporte hídrico importante.


• Efecto aislante en el suelo.
• En primavera evita el calentamiento rápido del suelo retrasando el rebrote.
• Cuando se funde, puede tener un efecto compactante en el suelo que habrá que
corregir.
• Debe ser tenida en cuenta como carga a la hora de calcular las estructuras en
túneles e invernaderos.
• En cultivos al aire libre puede acarrear daños sobre las plantas.

Granizo

A pesar de su aporte hídrico, se considera el accidente meteorológico que tiene los


efectos más nefastos sobre los cultivos hortícolas y estructuras de protección. Entre los
sistemas de protección tenemos: las mallas antigranizo (poco usadas por su carestía),
aplicación en la tormenta de sustancias higroscópicas (como ioduro de plata) a través de
cohetes o avionetas. Sistema poco usado por su dificultad, variable y poco contrastada
eficacia y cuestionada por ambientalistas. Quizá la solución más usada es establecer seguros
que contemplen el pedrisco, aunque las primas también suelen ser bastante elevadas.

En caso de granizada, los daños dependerán del tipo de cultivo y cultivar (los que
expongan más superficie resultarán más dañados) y si existe posibilidad de recuperación,
conviene aplicar algún tratamiento fungicida.

Lluvia

La lluvia es el principal aporte hídrico que tienen los cultivos, pero éste es muy variable
entre años y zonas, oscilando desde los 200 mm de Almería a los más de 900 mm de la
cornisa cantábrica. Además, al margen de la precipitación total, otro parámetro muy
importante es el reparto anual. Por todo ello, en la mayor parte de zonas hortícolas en España,

7
Horticultura

el aporte de la lluvia no suele ser suficiente para cubrir las necesidades de los cultivos, por lo
que hay que recurrir al riego.

Del total de la precipitación, parte se evapora, parte se infiltra y parte se desliza por el
suelo (escorrentía). La utilizable por las plantas es la que se infiltra, y no toda. Según la
intensidad de las lluvias, las proporciones de esas tres partes oscilan. Con lluvias muy ligeras,
la mayor parte se evapora; y con lluvias muy copiosas, gran parte se desliza, pudiendo
provocar graves daños de erosión y pérdida de suelo. Con respecto a la que se infiltra, lo ideal
es que el ritmo de caída fuera similar al ritmo de infiltración del suelo. Intensidades mayores,
pueden provocar inundaciones, cuyos efectos son muy negativos para la producción hortícola,
dependiendo de su duración e intensidad, y entre los que cabe citar los siguientes:

• Asfixia radicular por la falta de oxígeno.


• Reducción de los minerales, limitándose su absorción.
• Acumulación de sustancias, tales como el etileno, fenoles, metaldehído, etc., que
actúan como tóxicas y depresoras del crecimiento radicular.
• Inhibición de síntesis y traslocación de citoquininas y giberelinas, desde el tallo a
las hojas, que induce la senescencia.

2.5 El viento

El viento provoca acciones mecánicas y tiene un alto poder desecante. Por tanto, en
función de su intensidad, momento y tipo de cultivo sus efectos podrán ser positivos o
negativos. Entre los efectos positivos tenemos:

- Disminuye humedad relativa: efectos beneficiosos si ésta es excesiva, disminuyendo


el riesgo de enfermedades.
- Ayuda a desecar zonas inundadas.
- En invernaderos renueva el aire.

Entre los efectos negativos:

- Provoca repartos desiguales en riegos y tratamientos fitosanitarios.


- Contribuye a la expansión de determinadas plagas y semillas de malas hierbas.
- Daños mecánicos en los cultivos, muchas veces por arrastre de materiales abrasivos.

8
Horticultura

- Puede inducir al encamado en determinados cultivos.


- Puede producir destrozos en invernaderos y túneles.
- Con vientos cálidos se puede producir el asurado en determinados cultivos, quedando
el grano pequeño y arrugado.

En caso de que se prevean daños por viento al ser estos muy frecuentes se pueden utilizar
cortavientos, que son barreras físicas, muchas veces vegetales que disminuyen la velocidad e
intensidad del viento. Un cortavientos de altura H, protege completamente al cultivo situado a
3-5 H, pero tiene efectos positivos en las plantas situadas a 15-20 H.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA CONSULTADA

Burke S. 1998: Windbreaks. Inkata Press, Port Melbourne, Australia.


Cerezo Martínez J. 2020: Bases de la producción vegetal. Tema IV: La radiación luminosa y
térmica sobre los cultivos. ETSIA: Universidad Politécnica de Cartagena.
Maroto, J.V. 2002: Daños producidos en hortalizas por distintos accidentes meteorológicos.
MAPA-ENESA, Madrid.
Maroto, J.V. 2008: Elementos de Horticultura General, 3ª edición. Editorial Mundi-Prensa,
Madrid.
Villalobos F.J.; Fereres E. 2017: Fitotecnia. Principios de agronomía para una agricultura
sostenible. Ediciones Mundi-Prensa, Madrid.

También podría gustarte