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Primer Misterio: La Resurrección del Señor Jesús.

«El que buscáis, Jesús Nazareno, el crucificado. Resucitó, no está aquí» (Mc. 16, 6).

La Resurrección del Señor Jesús nos muestra la fuerza y el poder del amor de Dios
sobre nosotros sus hijos. Ha triunfado sobre la muerte y el pecado, ha transformado
toda la vida del hombre, otorgándonos la verdadera vida, la vida eterna. Recordemos
lo que nos dice el Santo Padre Francisco en la Lumen Fidei: “Precisamente porque
Jesús es el Hijo, porque está radicado de modo absoluto en el Padre, ha podido
vencer a la muerte y hacer resplandecer plenamente la vida. Nuestra cultura ha
perdido la percepción de esta presencia concreta de Dios, de su acción en el mundo
(…) si Dios fuese incapaz de intervenir en el mundo, su amor no sería
verdaderamente real, no sería entonces ni siquiera verdadero amor, capaz de cumplir
esa felicidad que promete (…) Los cristianos, en cambio, confiesan el amor concreto
y eficaz de Dios, que obra verdaderamente en la historia y determina su destino
final, amor que se deja encontrar, que se ha revelado en plenitud en la pasión,
muerte y resurrección de Cristo”.

Santa María, en este misterio te pedimos para que acrecientes nuestra Fe y Amor al
Señor, y así anunciemos siempre la Alegría y Esperanza que nos trae la
Resurrección de tu Hijo.

Segundo Misterio: La Ascensión del Señor.


«El Señor Jesús…fue elevado al cielo, y se sentó a la diestra de Dios». (Mc. 16,19).

Luego de cumplir fielmente su misión, el Señor Jesús fue al encuentro del Padre. La
humanidad de Cristo permanece al lado de Dios para siempre, y de la misma manera
toda la humanidad participará de esta íntima unión. Recordemos que somos
peregrinos y diariamente fijemos nuestra mirada en el horizonte de comunión al que
estamos llamados; porque Cristo vuelve al Padre para reinar con Él y nos espera con
los brazos abiertos.

Madre nuestra, nos acojemos a tu protección maternal y te pedimos que nos ayudes
a conformarnos cada día más con tu Hijo el Señor Jesús y así podamos alcanzar la
vida eterna que tanto anhelamos.

Tercer misterio: La venida del Espíritu Santo sobre Santa María y los
Apóstoles.
«…Todos quedaron llenos del Espíritu Santo…» (Hch. 2,4).
El Espíritu de Dios, animando los corazones de los Apóstoles, los convirtió en
testigos de su Amor. Desde ahí, todos los cristianos tenemos esta misma misión:
anunciar las grandezas que Dios ha hecho en su Hijo Jesucristo. Dejemos que el
Espíritu Santo obre en nosotros, siempre guiadas de la mano de Santa María como
en Pentecostés.

Cuarto Misterio: La Asunción de la Virgen María.


«Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo».
(Jn. 14, 3).

Dios preparó un lugar especial en el cielo para Santa María, ella es la primera
cristiana, la fiel discípula del Señor que participa de la comunión divina por toda la
eternidad. La Madre de Dios, es elevada a la Casa del Padre en cuerpo, alma y
espíritu. El Señor, quiso que la pureza de la Virgen Madre no se corrompiera, pues
Ella vivió en total entrega y fidelidad a su Plan. Santa María, nos encomendamos a ti
para que sepamos guardar nuestro corazón de todo pecado y así podamos participar
como tú de la gloria eterna.

Quinto Misterio: La Coronación de Santa María como Reina y Señora de la


Creación.
«Una mujer revestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas
sobre la cabeza». (Ap. 12, 1).

Quién más que María para ser la Reina de toda la creación. Dios la corona entre
todas las criaturas de la Tierra pues supo mantenerse fiel y responder generosamente
a su misión. Ella, en quien el Señor obró maravillas, es también Madre y Educadora
de nuestra fe. Con agradecimiento y alegre corazón, aspiremos a amarla como hijos
suyos en Cristo.

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