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La bendición de trabajar

2 Tesalonicenses 3:6-18

Introducción

El trabajo consume la mayor parte del tiempo que pasamos despiertos. En el trabajo alcanzamos
muchos de nuestros sueños más nobles y soportamos muchas de nuestras mayores aflicciones.
En el trabajo hacemos cosas para la gente y le hacemos cosas a la gente, y muchas veces ellos
nos devuelven el favor. Es a través del trabajo que alimentamos a nuestras familias y servimos a
nuestro prójimo. Es por medio del trabajo que perfeccionamos nuestras habilidades y hacemos
amigos. Además, cuando trabajamos, nos confrontamos con nuestro pecado y con un mundo
fracturado, pero descubrimos razones para tener esperanza. El trabajo desmesurado destroza el
alma, sin embargo, en medio del trabajo tedioso, podemos encontrarnos a nosotros mismos y
encontrar nuestro lugar en la sociedad. De manera que, el trabajo queridos hermanos es parte
vital en la vida de todo ser humano.

Ahora bien; el origen o la raíz del trabajo tiene su fundamento en Dios. Él fue quien estableció
el trabajo y quién nos mostró un ejemplo de trabajo. Sabemos por los dos primeros capítulos de
Génesis que Dios trabajó seis días y su obra era buena en gran manera. Además, ordenó al
hombre a que trabaje. De modo que; Dios diseñó al ser humano para que trabajara. Por todo
ello, es Dios el autor del trabajo. Sin embargo; a causa del pecado, el hombre no encuentra
satisfacción en su trabajo y el mismo le es pesado y fastidioso. Por esa razón, hay personas que
prefieren simplemente no trabajar y esperar que otros los sostengan. Esto era algo que estaba
sucediendo en la iglesia de Tesalónica. Había algunos hermanos que no querían trabajar y vivir
del apoyo de la iglesia. Es a este tipo de circunstancias que el apóstol Pablo se dirige en esta
unida de pensamiento, el cual he titulado: La bendición de trabajar. Y la he estructurado en tres
partes. El deber de trabajar v. 6 – 10. El problema de no trabajar v. 11-12. Y, el resultado de no
trabajar v. 13-18.

Empecemos a desarrollar nuestro primer encabezado:


I. El deber de trabajar v. 6-10

Después de pedirles a los hermanos que oren para que la Palabra del Señor se extienda y
para que puedan ser preservados de hombres malos y perversos. El apóstol va a pasar a
ordenarles algo de suma relevancia. El texto dice: “Pero os ordenamos, hermanos en el
nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Observen que el imperativo no solo es claro, sino que
tiene fuerza también. Pues una orden dada en el nombre de Jesús, debe ser un precepto con
demasiada autoridad. Ahora, ¿Qué es lo que el apóstol les ordena en el nombre de Jesús? El
verso 6 continúa diciendo: “Que se aparten de todo hermano que ande desordenadamente”.
Pregunta, ¿Qué significa vivir desordenadamente? Bueno, el mismo texto nos da la respuesta
en la parte final, “no según las enseñanzas que recibieron”. Es decir; un hombre que vive
desordenadamente es alguien que vive no según las enseñanzas que recibe.

Pregunta; ¿Cuáles son estas enseñanzas? Para encontrar una respuesta debemos recordar lo
que Pablo les enseñó en la 1 carta a los Tesalonicenses. Ahora bien, de las muchas
enseñanzas que recibieron en la primera carta, las que tienen relación con nuestra unidad de
pensamiento se encuentran en 1 Tesalonicenses 4:11 y 5:14 Leamos el primer texto: “y que
procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos
de la manera que os hemos mandado”. Ahora leamos el segundo texto (1 Tesalonicenses
5:14) señala: “También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a
los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.” Con
esto en mente; podemos pensar que una de las enseñanzas que recibieron los hermanos de
tesalónica fue: que no sean ociosos y que sean personas que coman del trabajo de sus manos,
para no ser una carga pesada para la iglesia. Así que, sumando toda esta información,
podemos decir que según nuestro pasaje una persona que vive desordenadamente es una
persona ociosa, que no ocupa bien su tiempo y que es una carga para la iglesia. Pregunta,
¿qué debemos hacer con ese tipo de personas? Debemos apartarnos de ellos, debemos
separarnos de ellos.
Con esto, lo que el apóstol tiene en mente es mostrarle a su audiencia que el trabajo es una
bendición, y que todo ser humano ha sido creado para trabajar, por lo cual, su deber es
trabajar. Hermanos, según las Escrituras el trabajo es una bendición y no una maldición, es
debido a la creación y no a la caída que somos trabajadores. En Génesis capítulos 1 y 2 se
narra la creación perfecta de Dios. Y es en esos capítulos donde aún no ingreso el pecado en
la tierra, es que Dios le manda al hombre a trabajar. Le pone como mayordomo de la
creación. Ahora bien; la caída se narra en Génesis capítulo 3, la entrada del pecado se da en
Génesis 3. Eso quiere decir; que el trabajo siempre fue parte del propósito de Dios para con
el hombre. Por ello; cuando pensamos en el trabajo debemos dirigir nuestras mentes hacia la
creación, y considerar el hecho de que el trabajo es consecuencia de nuestra creación a
imagen de Dios. Ahora presten atención a lo que estoy diciendo, si nuestro trabajo es una
derivación de la imagen de Dios, cada vez que trabajamos estamos reflejando a Dios mismo.
Así que; el trabajo es un asunto que no debe tomarse con ligereza. Es cierto; que el trabajo
suele ser agobiante y cansador, pero eso es consecuencia de la caída, y no de la creación.

Después de recordarles el valor del trabajo y el imperativo de alejarse de aquellos que no


desean trabajar o que viven desordenadamente. El apóstol les va a exponer que aquello que
él les exige, él lo vive realmente. Por ello; en los versos 7 y 8 dice: “Porque vosotros mismos
sabéis de que manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre
vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y
noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros”. Pablo no les está pidiendo algo, que él
no hace. Eso sería hipócrita. Realmente Pablo había trabajado bastante, día y noche, solo
para no ser una carga para sus demás hermanos. Él a pesar de tener el ministerio de la
predicación, se ganaba su propio pan para que los demás hermanos, no tengan que
preocuparse.

Es importante mencionar que; Pablo no hacía esto no porque no tenga derecho como indica
el verso 9. Pues realmente a lo largo de la Palabra de Dios se puede evidenciar que el obrero
es merecedor de un salario. Así que; si los hermanos de Tesalónica se hubieren encargado de
las necesidades de Pablo no habría ningún problema porque el apóstol estaba cumpliendo su
obra misionera. Sin embargo; a pesar de tener derecho a ser remunerado, el apóstol
voluntariamente decide no de los hermanos de Tesalónica. Pregunta, ¿por qué lo hizo? Para
darles un ejemplo de cómo ellos deberían actuar. Así que; Pablo estaba dispuesto a renunciar
a sus derechos por el bien del Reino. ¿Qué derecho estamos dispuestos a renunciar por el
bien del Reino?

Así que; hermanos hay una exhortación en este primer respecto al trabajo. El apóstol desea
que los de tesalónica entiendan que el trabajo es una bendición. Y esta enseñanza no era
nueva para la iglesia de Tesalónica, pues Pablo ya les había enseñado esto en la primera
carta y muy probablemente en el momento en que la iglesia fue plantada en el primer viaje
misionero del apóstol. Por eso; en el verso 10 dice: “Pero también cuando estábamos con
vosotros, os ordenamos esto: si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”. Ahora esta
declaración es muy interesante, pues según esta traducción pareciera una frase lógica: pues
el que no trabaja no tendrá plata comprar su comida. El que no trabaja que no coma. Sin
embargo; la idea de la expresión va mucho más allá de eso. Pues una traducción más
acertada de este verso sería: “Si alguien se niega a trabajar, no permita que esa persona
coma”. Esto es importante porque era la iglesia la que estaba encargada de dar socorro a las
personas con necesidad. Sin embargo; había personas que no querían trabajar y como tenían
para comer, pedían a la iglesia para su sustento. Por ese motivo; Pablo les dice si alguien no
quiere trabajar, ahora miren que se trata de un querer, el texto no dice si alguien no puede
trabajar, dice si alguien no quiere trabajar. Es decir que puede, pero por pereza u otro motivo
no quiere, la iglesia no debe contribuir para las necesidades de ese tipo de personas. De
modo que; si hay una persona que, teniendo todas las condiciones para trabajar, se rehúsa a
hacerlo pues debemos dejar que esa persona pase hambre. Pues al hacerlo estaríamos
entendiendo que el trabajo es un deber y una bendición.

Pero ¿qué problemas estaba sobrepasando la iglesia de Tesalónica con las personas que no
querían trabajar?

II. El problema de no trabajar v.11-12

Este tipo de personas causan un problema doble. Por el verso 11 sabemos que estas personas
se metían en temas o en asuntos que no les competía. Leamos el verso 11: “Porque oímos
que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino
entremetiéndose en lo ajeno”. Pablo dice que hay algunos de la iglesia que andan o llevan
una vida de pereza. Debemos aclarar que la palabra no andar no se refiere, al hecho de
descansar unos días o de tomarse unas vacaciones, sino que apunta al hecho de llevar una
vida en constante pereza. Ese tipo de personas estaban dentro de la iglesia. Ahora bien; no es
que esas personas estuvieran inactivas, sino que su actividad era improductiva. Las personas
ociosas no es que no tienen tiempo, sino que mal usan o malgastan ese tiempo en cosas
infructíferas. Estas personas que estaban dentro de la iglesia de Tesalónica estaban
entremetiéndose en temas que no eran de su incumbencia, y es muy probable que a raíz de
esas injerencias la iglesia empieza a padecer ciertos tipos de división.

Por otro lado; el otro problema que ocasionan las personas perezosas para la iglesia, es que
se convierten en una carga innecesaria. Por eso en el verso 12 Pablo les exhorta diciendo: “A
los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que, trabajando
sosegadamente, coman de su propio pan”. En lugar de ser personas que anden de aquí para
allá, siendo una carga para la iglesia, tales personas deben trabajar sosegadamente. Si estas
personas hacen esto, si tales personas obedecen el mandato, no solamente estarán haciéndose
un favor a ellos mismos tanto en lo espiritual como en lo material, sino también a los demás,
ya que no estarán molestando más a otros. Pues estarán comiendo de su propio pan,
proveyendo su propio sustento material.

Ahora, si la persona persiste en no trabajar, la iglesia debe tomar una actitud cismática con
este tipo de personas. Eso nos conecta con nuestro siguiente encabezado.

III. El actuar de la iglesia para con el que no trabaja v.13-18

El verso 13 nos muestra cuál debe ser la actitud de la iglesia para con este tipo de personas:
“Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ese señaladlo, y no os
juntéis con él, para que se avergüence”. Esa persona debe ser reconocida públicamente en la
iglesia y, además, vuelve a mencionar el precepto del verso 6. Y es que los miembros de la
iglesia deben alejarse de las personas perezosas. Esto no tiene nada que ver con el ignorar a
tal persona, o cerrarle las puertas de la iglesia, sino más bien apunta al hecho de no
establecer vínculos íntimos con esa persona, eso significa no estás de acuerdo con él, ni
aprobar su conducta. Existe otro texto en el Nuevo Testamento en el que se le exige a los
hermanos no juntarse con otro tipo de persona. Leamos 1 Corintios 5:9-11 “ 9 Os he escrito
por carta, que no os juntéis con los fornicarios; 10 no absolutamente con los fornicarios de
este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería
necesario salir del mundo. 11 Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que,
llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o
ladrón; con el tal ni aun comáis”. Noten que Pablo ya había dado este mismo precepto a
otros hermanos, pero lo que me llama la atención, es que Pablo le dice a los Corintios que se
separen de las personas que llamándose cristianos son fornicarios, avaros, ladrones y
borrachos. Y en Tesalónica dice que hagan lo mismo, pero con los perezosos. Eso quiere
decir que un perezoso está pecando al igual que un ladro o borracho. De modo que; la pereza
es pecaminoso, tanto como lo es la fornicación, la avaricia, el robo o la borrachera.

Ahora bien, ¿Cuál es el propósito que tiene el apóstol Pablo al ordenar a la iglesia que se le
aleja de tales tipos de personas? Para que se avergüence, y tal vez reflexionando sobre sus
actos, recapacite y empiece a comer de la obra de sus manos. Pues hermano, muchas veces
Cuando la amonestación no tiene éxito, se ha de recurrir a la segregación. De modo que; esta
separación que exige el apóstol Pablo tiene un propósito correctivo, y brota del amor, del
deseo de sanar, no del deseo de librarse de un individuo poco simpático. Por eso el verso 15
dice: “mas no lo tengáis como enemigo sino amonestadle como hermano”.

Finalmente, esta unidad de pensamiento termina con la bendición final del apóstol sobre los
hermanos de Tesalónica. (Leer el texto).

¿Cómo vemos a Cristo en el pasaje?

Si hay alguien que debemos imitar como ejemplo de trabajo ese alguien debe ser Cristo. Él
realizó múltiples tareas como profeta, sanador, maestro y carpintero. Para Él el trabajo era
estimulante y trabajaba con alegría hasta quedar exhausto. Por eso lo vemos; en Juan 4 :6
diciéndoles a sus discípulos mientras ellos le ofrecen algo de comer: “Mi comida es que
haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”. Así que, no podemos decir que
Jesús no conocía el trabajo, pues Él conocía esa experiencia. Cuando Él estaba en la cruz
exclamó: “Consumado es”. Lo cual significa que algo está terminado. Hermanos, Jesús
terminó la tarea, el trabajo redentor entregando su propia vida. Así que; Jesús es el
trabajador por excelencia, terminó su trabajo y lo culminó con excelencia.

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