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EL CRISTIANISMO GRUPO:502 JATZIRI ZULEIMI MERLOS CAMPOS

Su influencia en la cultura occidental fue decisiva y fundamental a partir del


momento de su masificación y popularización alrededor del siglo IV,
cuando pasó a ser la religión oficial del Imperio Romano. × El término
“cristiano” proviene del griego Kristós, traducción de la palabra hebrea para
“ungido”, puesto que en la tradición hebrea a los reyes se les ungía con
aceite. Dicha palabra se usó inicialmente para llamar al profeta Jesús de
Nazaret, el Cristo, o sea, el ungido, el elegido, y posteriormente dio origen
a “Jesucristo”. El cristianismo es hoy la religión más extensa del mundo,
con aproximadamente 2400 millones de fieles provenientes de diferentes
países, culturas y etnicidad. Es la religión dominante en Occidente y tiene
fuerte presencia en el resto de los continentes. Además, el cristianismo es
una religión abrahámica, es decir, que reconoce la tradición mística y
espiritual asociada al profeta Abraham, lo cual lo emparenta como religión
con el judaísmo y el islam, así como con tradiciones menores como las del
bahaísmo, mandeísmo y samaritanismo. De hecho, los textos sagrados del
cristianismo, judaísmo e islam tienen numerosos puntos de contacto. En
general, el cristianismo se caracteriza por lo siguiente: Su texto sagrado la
Biblia, que abarca el Antiguo Testamento (que se corresponde con los
textos antiguos de la Torá judía) y el Nuevo Testamento (que relata la vida
y las enseñanzas de Jesucristo). Su profeta principal es Jesús de Nazaret
o Jesucristo, considerado el mesías de Dios en la tierra, enviado para
renovar el pacto sagrado entre la humanidad y su creador, y esparcir las
enseñanzas necesarias para acceder a la salvación eterna. El culto
cristiano se organiza en iglesias que defienden distintas interpretaciones
de los textos sagrados y distintas prácticas rituales, pero que coinciden en
el núcleo de su doctrina: el catolicismo, el protestantismo y la ortodoxia.
Origen del cristianismo Los hechos narrados en el capítulo bíblico Hechos
de los Apóstoles relatan la conformación del culto, pero no son
precisamente rigurosos históricamente. Lo cierto es que para el siglo III, el
culto cristiano contaba ya con miles de seguidores y era la congregación
dominante del norte del Mediterráneo. Su relevancia fue tal que los
gobernantes romanos, poco dados a la persecución religiosa, no tardaron
en tratar de aplacar el culto, sin lograr erradicarlo del todo. Sin embargo,
en el siglo IV el emperador Constantino I decretó la libertad de cultos,
poniendo fin a la persecución de los cristianos y permitiendo a la iglesia
cristiana una importante participación en la sociedad.

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