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LA TERAPIA INTEGRAL CONDUCTUAL DE PAREJA (IBCT)

La Terapia Integral Conductual de Pareja (IBCT) es una intervención evolucionada desde la


terapia conductual de pareja que desarrollaran Jacobson y Margolin en los años setenta.
Jacobson y Margolin (1979) representó un hito fundamental en la terapia conductual, pues
propició la divulgación entre los terapeutas de conducta de un método de tratamiento
contrastado y claro en sus principios para el abordaje de las desavenencias maritales. Esta
intervención psicológica se apoya en la teoría conductista radical, formando parte del abanico
de terapias conductuales de tercera generación.

En España, después de su notable expansión durante los años ochenta, decreció el interés por
la terapia de pareja conductual y resulta claro que en las últimas décadas ha perdiendo
presencia en los círculos académicos, en las reuniones científicas y en el ámbito de las
publicaciones.

La terapia conductual de pareja tradicional tenía como ejes de intervención el intercambio de


reforzadores y el entrenamiento en habilidades de comunicación y resolución de problemas
(Dimidjian, Martell y Christensen, 2008; Jacobson y Margolin, 1979), a través de los cuales se
enfatizaba la importancia de procurar cambios positivos en la dinámica de la pareja. Ambos
componentes se sucedían cronológicamente pues se comprobó que las parejas con problemas
debían primero mejorar su clima relacional (a través del intercambio de reforzadores) para que
luego fuera posible negociar y llegar a acuerdos satisfactorios para los dos miembros (gracias a
las habilidades de comunicación y, finalmente, de resolución de problemas). De acuerdo con la
revisión del mismo Jacobson (Jacobson y Addis, 1993), al menos un tercio de las parejas no
consiguieron una mejoría importante durante el tratamiento. Además, entre aquellas que sí
mejoraron un 30% no mantuvo las ganancias al cabo de dos años de la finalización de la
terapia (Jacobson, Schmaling y Holtzworth-Munroe, 1987). Y, por último, el porcentaje de
parejas separadas/divorciadas al cabo de cuatro años de la finalización de la terapia alcanzó un
38%.

Los modelos contextuales centran la atención en los determinantes de la conducta, es decir,


tratan de encontrar tanto aquellas variables internas en los pensamientos, emociones,
sensaciones y externas, el entorno, como las variables presentes, los estímulos del momento
presente relacionado a la historia personal de cada miembro de la pareja. Dentro de los
principios fundamentales de la terapia integral conductual de pareja (IBCT) Christensen,
Jacobson y Babcock (1995) plantearon que la clave para obtener un mejor resultado era
promover la aceptación emocional de la pareja y no tanto enfatizar el cambio. Las
reclamaciones de cambio y la no aceptación del otro pueden tornarse más perjudiciales para el
bienestar de la relación que el propio atributo del otro que no nos gusta. Como decíamos, se
trata de equilibrar el cambio y la aceptación de las diferencias. Desarrollar la aceptación, la
comprensión y la empatía como forma de minorar la conflictividad, y así, abrir camino a la
intimidad.

Jacobson y Christensen (1998), mencionan que la aceptación era el “eslabón perdido” en las
intervenciones de pareja, aunque, en realidad, adoptar una actitud de aceptación haya sido
tan evidente en la vida común de la mayoría de las parejas. Esta idea configuró uno de los
aspectos fundamentales de la nueva intervención, denominada a partir de entonces Terapia
Integral Conductual de Pareja (IBCT). El término de “integral” deviene de la integración de los
procesos de cambio con los procesos de aceptación, en un equilibrio que se encontraría para
cada pareja. Por tanto, y de forma muy sintética, podría afirmarse que la IBCT sugiere que
fomentar la aceptación es un paso esencial para la mejoría en las parejas con problemas,
mientras que la terapia conductual tradicional postularía que con el intercambio de
reforzadores y el desarrollo de habilidades efectivas sería suficiente para contrarrestar las
dificultades.

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