Está en la página 1de 96

COLEGIO SECUND

CARTILLA DE CONTENIDOS Y ACTIVIDADES

ESPACIO CURRICULAR: HISTORIA

CURSO: 2º

DIVISION: F

PROFESORA: SARA FUENTES.

AÑO: 2023
INDICE

LA HISTORIA

LAS CIENCIAS AUXILIARES DE LA HISTORIA

EL ESTADO

LA CONFDERACION ROSISTA

LAREORGANIZACION DEL ESTADO NACIONAL

PRESIDENCIA DE BARTOLOME MITRE

PRESIDENCIA DE DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO

PRESIDENCIA DE NICOLAS AVELLANEDA

LA CONSOLIDACIÓN DEL CAPITALISMO Y LA DIVISIÓN INTERNACIONAL


DEL TRABAJO

EL CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA AGROEXPORTADORA ARGENTINA

¿GOBIERNO DE TODOS O DE POCOS?: LA REPÚBLICA


CONSERVADORA (1880-1916)

LA PROTESTA LLEGA A LOS SECTORES MEDIOS. LA


DEMOCRATIZACIÓN DEL “RÉGIMEN”

LEY SAENZ PEÑA

LA UNION CIVICA RADFICAL EN EL GOBIERNO: PRESIDENCIA DE


IRIGOYEN

SEGUNDA PRESIDENCIA DE IRIGOYEN

PRESIDENCIA DE MARCELO TORCUATO DE ALVEAR

EL GOLPE DE ESTADO DE 1930 Y LA DÉCADA INFAME (1930-1943)

REORGANIZACION OLIGARQUICA Y EL FRAUDE PATRIOTICO

CONOCIMIENTO DE LAS CARACTERISTICAS DEL ESTADO DE


BIENESTAR EN EL MUNDO Y SU EXPRESION EN ARGENTINA

GOBIERNOS PERONISTAS: EL ASCENSO DE PERON AL PODER

CRISIS DEMOCRATICA Y GOBIERNOS AUTORITARIOS

LA PRESIDENCIA DE ARTURO FRONDIZI

ARTURO ILIA
EL REGRESO DE PERON Y LA VIOLENCIA POLITICA EN LA DECADA DE
1970

EL GOBIERNO DE RAUL RICARDO ALFONSIN

LADECADA DE 1990 Y EL MENEMISMO

EL GOBIERNO DE LA ALIANZA DEL 2001


TEMA Nº 1: LA HISTORIA

¿QUÉ ES LA HISTORIA?

La Historia como disciplina científica corresponde a las Ciencias Sociales.


Éstas se caracterizan por tener como elemento central de estudio a las
sociedades humanas. Cada una de las disciplinas sociales desarrolla un
método específico de investigación y hace hincapié en algún aspecto
particular que le interesa conocer (objeto). En este conjunto de ciencias
podemos encontrar a la Geografía; la Antropología; la Arqueología y la
Sociología como algunas de las ciencias que acompañan y complementan
a la Historia en tanto estudio del pasado de la humanidad.
Utilizamos la palabra historia para definir el período histórico que se inicia con
la aparición de la escritura, cuando el hombre pudo poner por primera vez
sus ideas e impresiones por escrito.
Esto ocurrió en Sumer, antigua región de la baja Mesopotamia (cerca del
Golfo Pérsico, en Asia Occidental), en el 3.000 a.C. aproximadamente.
La Historia sirve para muchas cosas. En primer lugar, para conocer el
pasado, para saber de dónde venimos. Esto es lo que nos va a permitir saber
adónde vamos. En segundo lugar, nos ayuda a entender lo que nos está
pasando
ahora, porque el presente es el resultado de nuestro pasado.
En tercer lugar, nos sirve para no volver a cometer los mismos errores
que se cometieron en el pasado y para recordar las situaciones buenas y
malas que fueron formando la cultura, la forma de ser, la historia de nuestro
país. Ese pasado no ha muerto; permanece presente en el mundo que
nos rodea; nos pertenece a todos y, por lo tanto, tenemos todo el derecho de
conocerlo.
Entender los cambios que se produjeron en los diferentes aspectos de
las sociedades humanas a través del tiempo, nos ayuda a comprender mejor
la época en la que vivimos. El objeto de estudio de la Historia son los
procesos que permiten interpretar y conocer las transformaciones sociales, sus
causas y consecuencias para las sociedades humanas. Los eventos o hechos
históricos estudiados de manera aislada nos dan una versión segmentada de lo
que aconteció en el pasado.
Quienes escriben la historia son los historiadores, basándose en diferentes
elementos que llamamos fuentes. Hay varios tipos y distintas
clasificaciones, pero a nivel general se considera como una fuente
histórica a todos los documentos, objetos e incluso testimonios que transmitan
información significativa sobre hechos ocurridos en el pasado. Hay fuentes
escritas, como documentos, cartas, libros; fuentes orales, como las
historias y relatos que se fueron transmitiendo de generación en
generación; fuentes arqueológicas, como monumentos, objetos antiguos y
restos materiales que nos pueden dar datos muy valiosos sobre civilizaciones
antiguas.
Los documentos históricos forman una fuente importante de información
ya que describen las acciones del hombre en el pasado.
También podemos hacer otra distinción entre las fuentes, identificando
fuentes primarias y secundarias. Las primeras son las que se elaboraron
prácticamente al mismo tiempo que los acontecimientos que estamos
estudiando, son originales y llegan a nosotros sin haber sufrido
transformaciones; las secundarias se refieren a las elaboradas a partir de
las fuentes primarias, como libros o artículos en revistas.
El registro histórico hace declaraciones, ofrece opiniones y emite juicios
(aunque estas declaraciones y juicios deben ser interpretados). A partir del
estudio y la comparación de las distintas fuentes y del trabajo de
investigadores anteriores, los historiadores van armando el relato histórico. A
veces, es posible encontrar versiones distintas sobre un mismo hecho
histórico. Esto tiene que ver con que cada historiador puede darle una
interpretación distinta a los hechos de la historia. Esto, lejos de hacerla
dudosa, la enriquece porque nos ayuda a pensar de diferentes formas
sobre un mismo acontecimiento.

TESTIMONIOS HISTÓRICOS O FUENTES PRIMARIAS

Son los testimonios que se han conservado de las distintas etapas del pasado
de la humanidad, pueden ser:

ESCRITOS OBJETOS AUDIOVISUALES ORALES Inscripciones,


MATERIALES Y SONOROS memorias y DIRECTOS (relatos diarios
MUEBLES FIJOS (pinturas, de protagonistas o personales, testigos del,
(Utensilios, dibujos, cartas, herramientas, grabados, evento) documentos
armas, vestidos, fotografías, etc) públicos y vehículos, etc.) INDIRECTOS
privados, MÓVILES (filmes (leyendas y relatos periódicos, INMUEBLES y
similares) folklóricos libros de la (tumbas, transmitidos época, etc. edificios,
REGISTROS oralmente de (ÉDITOS o monumentos, SONOROS generación
en INÉDITOS) estructuras, etc.) (grabaciones) generación)
Es importante destacar que sin fuentes no es posible hacer historia. El
trabajo sobre las fuentes históricas es el que da carácter científico a la
Historia: el historiador debe demostrar sus afirmaciones apoyándose en esos
documentos.

¿Cómo ordenamos el pasado? Categorías convencionales para medir el


tiempo

En esta disciplina necesitamos ubicar los eventos y procesos históricos en


el tiempo y en el espacio para poder interpretar cómo y por qué ocurrieron.
Para llevar adelante esta tarea, los sucesos del pasado se ordenan de
acuerdo a una cronología. Como pasa con la Historia, la Cronología
también hace referencia a una ciencia (que tiene por objeto determinar el
orden y la fecha de sucesos históricos) y, al mismo tiempo, puede ser un
conjunto de hechos históricos ordenados de acuerdo con las fechas
en que sucedieron y un sistema de medir el tiempo y determinar las
fechas. Para hacer una cronología es necesario que podamos identificar
fechas específicas o aproximadas.
Cuando se datan las fuentes con las que trabaja el historiador, lo que se hace
es darle un orden en el tiempo, ponerle fecha. Cómo el historiador
trabaja con fuentes de diferente antigüedad, los métodos para poner fecha a
las fuentes varían de acuerdo al material analizado.
Las fuentes históricas convencionales sólo comienzan con el nacimiento
del documento escrito. Por esta razón, es bastante común la distinción que
se hace entre prehistoria –el período anterior a la escritura- e historia en el
sentido estricto, que supone el estudio del pasado a través de la evidencia
escrita.
En el estudio del pasado de la humanidad es posible agrupar los
procesos y eventos históricos en múltiples períodos de acuerdo a la
escala que usemos. Podemos tomar como
referencia un año; un quinquenio (cinco años); una década (diez años); un siglo
(cien años) o tal vez milenios. La elección del período temporal a estudiar
puede variar de acuerdo al interés del investigador. Sin embargo, un
sistema cronológico extensamente aceptado es el que se basa en
“antes y después de Cristo”. Este sistema no se inventó hasta el siglo VI y no
se aceptó de manera general en Europa hasta el siglo XI. Nuestro sistema de
contar los años en a. C y d. C lo debemos al monje Dionisio el Exiguo. Este
monje, propuso tomar como punto de partida para el cómputo del tiempo el
nacimiento de Cristo. Esta idea se extendió y se generalizó por el resto del
mundo.
Con este criterio, el primer año transcurrido después del nacimiento
de Cristo es considerado el primero de la era cristiana: año 1 d.C. o
simplemente año 1. Los años anteriores a esa fecha se designan como años
antes de Cristo o bien se los indica con cantidades negativas. Los doce meses
anteriores al nacimiento de Cristo constituyen el año 1 a.C. En el caso de los
años antes de Cristo, al revés de lo que ocurre con los posteriores a
ese momento, están más alejados con respecto a nosotros cuanto más alta
es su cifra.
Otra forma de analizar el pasado de la humanidad es a través de las diferentes
edades. Para el período prehistórico, esta forma de dividir el tiempo se
desarrolló a lo largo del siglo XIX en Europa, donde los científicos
comenzaron a clasificar los diferentes elementos materiales del pasado
que descubrían y analizaban. En 1836, el estudioso danés C.J. Thomsen
(1788-1865) publicó una guía en la que proponía que las colecciones de
materiales arqueológicos y restos fósiles se dividieran entre las procedentes
de la Edad de Piedra, la Edad de Bronce y la Edad de Hierro, y esta
clasificación fue considerada de utilidad por eruditos de toda Europa. Más
tarde, se estableció una subdivisión de la primera entre Paleolítico o Antigua
Edad de Piedra y Neolítico o Nueva Edad de Piedra. Estos términos fueron
menos aplicables a África, donde no se empleaba el bronce al sur del Sahara,
o a América, en la que el bronce era poco importante y no se utilizaba el hierro
antes de la conquista europea. Pero fue un avance conceptualmente
significativo. Estableció el principio de que, estudiando y clasificando los
artefactos prehistóricos, se podía llevar a cabo una ordenación cronológica, y
se podría decir algo de los períodos en cuestión. Por este motivo aunque
utilizamos esta clasificación de manera general, cuando analizamos el pasado
prehistórico de otros lugares del mundo, como por ejemplo de América, otras
periodizaciones pueden resultar más apropiadas.
Los tiempos históricos, podemos dividirlos en edades a partir de hechos
muy importantes que trajeron aparejados grandes cambios. La primera es
la Edad Antigua y transcurre entre la aparición de la escritura hasta la caída
del Imperio Romano de Occidente en el 476 d.C. Este hecho da inicio a la
Edad Media, que se prolonga, para algunos historiadores, hasta la caída del
Imperio Romano de Oriente (Bizancio) en manos de los turcos en 1453
o, para otros, en 1492, con la llegada de los europeos a América. Aquí
comienza la Edad Moderna, que concluye con la Revolución Francesa de
1789. Con la Revolución, se inicia la Edad Contemporánea, que es la que
todavía estamos viviendo.

Fuente: http://bibliotecafaud.blogspot.com.ar/2011/05/edades-historicas-
linea-del-tiempo.html

La forma más difundida para ver estas periodizaciones cronológicas es a


través de las líneas de tiempo. Esta clase de gráficos, nos permite
identificar visualmente el orden de los eventos o procesos históricos que
queremos analizar. Para construir líneas de tiempo debemos establecer
previamente una escala, es decir una relación proporcional entre las medidas
del dibujo y el tiempo representado en él. Es posible que, cuando estudiemos
un tema, podamos identificar una sucesión de eventos o procesos o
también, podamos reconocer que algunos de ellos se produjeron de
manera simultánea, es decir, que se desarrollaban en el mismo período.
Debemos recordar que cada visión del pasado es producto de su propio
tiempo: las ideas y las teorías evolucionan constantemente, al igual que los
métodos. Es por ello que no existe un modo aceptado y unánime de
partida para comprender el pasado humano.

El estudio de los restos materiales. La Arqueología

Para reconstruir el pasado de los hombres que todavía no habían inventado


la escritura, sólo es posible apoyarse en técnicas especiales de
investigación. Estas técnicas permiten extraer información de los restos
materiales dejados por esos hombres, como por ejemplo sus huesos, los
instrumentos que fabricaron con piedras o los restos de los alimentos que
consumieron.
La arqueología es la disciplina que estudia estos restos materiales. El
desafío que la arqueología plantea consiste en la transcripción de manera
literal, de la información estática contenida en los restos materiales
observables para reconstruir la dinámica de la vida en el pasado y estudiar
las condiciones que han hecho posible que estos materiales hayan sobrevivido
y llegado hasta nosotros. El registro arqueológico se compone de restos
materiales y distribuciones de materia, y forma una parte importante de
nuestro mundo contemporáneo y las observaciones que hacemos sobre él
están aquí y ahora, son muestras contemporáneas. Los hechos observados
del registro arqueológico son actuales y por sí mismos no nos informan acerca
del pasado.
Los arqueólogos estudian las sociedades del pasado, principalmente a
través de sus restos materiales –las construcciones, útiles, artefactos- que
constituyen lo que se conoce como cultura material dejada por aquellas. En
su sentido más amplio, la arqueología forma parte de la historia entendida
como la crónica completa de la humanidad desde sus comienzos hace unos
3 millones de años-.

Fuente: http://conchiclass3.wordpress.com/2010/03/21/unidad-13-5%C2%BA-
curso-la-prehistoria/

Trabajo Práctico: “Las categorías temporales y la construcción de la


temporalidad. La Historia”

Después de la lectura de la unidad y del trabajo en clase responder las


siguientes preguntas:
1. ¿Qué es la Historia?

2. Explique el objeto y método de estudio de la Historia.

3. La Historia es una Ciencia Social, ¿entendiste por qué? Intenta explicarlo.

4. ¿Qué es una fuente? Describa que tipos de fuentes utiliza el historiador.

5. Es fundamental ubicar los sucesos del pasado a estudiar en el espacio y en


el tiempo. ¿Por

qué?

6. ¿Puede existir más de una “historia” sobre un mismo hecho histórico? Si/No.
¿Por qué?

7. ¿Qué es la Cronología? ¿Para qué sirve?

8. ¿Cómo se organiza la historia de la humanidad?

9. ¿Qué es y para qué sirve la Arqueología?

10. Completa el siguiente árbol con la historia de tu familia.

Ejemplo: para poder entender mejor la actividad te proponemos el


siguiente árbol con la historia de tu familia consignando el año de
nacimiento de cada integrante de tu familia. (abuelos, papa, mama,
hermanos).
YO

HERMANO HERMANA

MAMA PAPA

ABUELO ABUELA ABUELO ABUELA


MATERNO MATERNA PATERNO PATERNA

TEMA Nº 2: LAS CIENCIAS AUXILIARES DE LA HISTORIA

Las ciencias auxiliares o disciplinas auxiliares son aquellas que, sin


avocarse del todo a un área de estudio específica, se vinculan con ella y le
prestan auxilio, ya que sus posibles aplicaciones contribuyen con el desarrollo
de dicha área de estudio.

La mayoría de las ciencias auxiliares de la Historia tienen que ver con


campos específicos en los que ésta pueda interesarse, como por ejemplo
la Literatura, un área autónoma e independiente del saber, cuyo encuentro con
la Historia da pie al nacimiento de la Historia de la Literatura: una rama puntual
y específica.

Este tipo de encuentros atiende a los temas de interés y a los contenidos


abordados por la Historia, y pueden reconocerse porque abren segmentos
novedosos del estudio histórico, de los que devienen el objeto de estudio.

El otro caso posible atiende a disciplinas de existencia inseparable de la


Historia como tal, y que atienden a los métodos, a las formas de entender la
documentación o de abordar los eventos históricos o incluso el modo de
registro y de archivo. Tal es el caso de la Cronología, por ejemplo, cuyo
objetivo es fijar el orden temporal de los eventos históricos en una línea de
tiempo.

Estas últimas pueden ser a menudo denominadas como ciencias


históricas.

Lista de ciencias auxiliares de la Historia

Economía. Así como esta ciencia social estudia los modos en que el hombre
transforma la naturaleza para su beneficio, es decir, las formas de
producir bienes y servicios y satisfacer las necesidades humanas con ellos, su
conexión con la historia abre toda una rama de estudio: la Historia de la
Economía, que se adentra en los cambios que ha dado en materia económica
la sociedad desde nuestros inicios.

Literatura. Como hemos visto antes, la literatura y la historia pueden


colaborar para dar pie a la Historia de la Literatura, una forma de la Historia
del Arte mucho más focalizada en su objeto de estudio, pues se centra en la
evolución histórica de la literatura desde sus primeras formas míticas hasta
hoy en día.

Cronología. Tal y como hemos dicho, se trata de una subdivisión de la


Historia, enfocada específicamente en el ordenamiento temporal de los
eventos. Su nombre proviene de la unión de los vocablos
griegos Chronos (tiempo) y Logos (escritura, saber).

Epigrafía. Ciencia auxiliar de la historia y también autónoma por naturaleza,


se avoca a las inscripciones antiguas hechas en piedra u otros soportes
físicos duraderos, estudiando su preservación, lectura y desciframiento. En
ello se vincula, además, a otras ciencias como la paleografía, la arqueología o
la numismática.

Numismática. Quizá la más antigua de las ciencias auxiliares de la historia


(nacida en el siglo XIX), se interesa exclusivamente por el estudio y colección
de monedas y billetes emitidos oficialmente por alguna nación del mundo en
una época determinada. Dicho estudio puede ser teórico y conceptual
(doctrinal) o histórica (descriptiva).

Paleografía. Ciencia auxiliar encargada del estudio crítico y sistemático de las


escrituras antiguas: la preservación, desciframiento, interpretación y datación
de los textos escritos en cualquier soporte y provenientes de culturas
ancestrales. A menudo se la encuentra en estrecha colaboración con las
Ciencias de la Información, como la Bibliotecología.

Heráldica. Disciplina auxiliar de la historia que describe y analiza


sistemáticamente las figuras y representaciones típicas de los escudos de
armas, muy frecuentes en las familias de alcurnia en épocas pasadas.
Codicología. Disciplina que centra su estudio en los libros antiguos, pero
entendidos en tanto objetos: no tanto su contenido como la manera de
hacerlos, su evolución en la historia, etc., prestando especial atención a los
legajos, códices, papiros y demás formas de soporte de información de la
antigüedad.

Diplomática. Esta ciencia histórica centra su atención en los documentos,


cualquiera que sea su autor, atendiendo los elementos intrínsecos de la
escritura: el soporte, el lenguaje, el formulismo y otros elementos que
permiten extraer conclusiones sobre su autenticidad y permiten su correcta
interpretación.

Sigilografía. Ciencia histórica dedicada a los sellos empleados para


identificar las cartas y documentos de proveniencia oficial: su lenguaje
específico, sus condiciones de creación y su devenir histórico.

Historiografía. A menudo considerada la meta-historia, es decir, la Historia


de la Historia, se trata de una disciplina que investiga el modo en que se
construye la Historia oficial (escrita) de las naciones y el modo en que ésta fue
preservada en documentos o en escritos de alguna naturaleza.

Arte. El estudio del arte es una disciplina por completo autónoma, que centra
su interés en las diversas formas de manifestación del arte en la sociedad
humana e intenta responder la infinita pregunta de qué cosa es. Sin embargo,
cuando se junta con la historia producen la Historia del Arte, que contempla
únicamente al arte en el paso del tiempo: las formas iniciales que tuvo, su
evolución y su modo de reflejar el paso del tiempo, etc.

Derecho. Al igual que los dos casos anteriores, la colaboración entre la


Historia y el Derecho produce una rama de estudio histórico que circunscribe
su objeto de estudio a las formas en que la humanidad ha sabido legislarse y
administrar la justicia, desde los tiempos remotos (sobre todo la época
Romana, considerada de vital importancia para nuestro entendimiento de la
justicia) hasta la modernidad.

Arqueología. Oficialmente la Arqueología es el estudio de los restos antiguos


de las sociedades humanas desaparecidas, en pro de la reconstrucción de la
vida de los pueblos ancestrales. Esto hace que su objeto de interés sea
amplio, ya que pueden ser libros, formas de arte, ruinas, herramientas, etc.,
así como las formas de recuperarlos. En ese sentido, es una ciencia
autónoma cuya existencia sería imposible sin la Historia y que, a la par,
aporta importante evidencia respecto a las formulaciones teóricas de ésta.

Lingüística. Esta ciencia, interesada en los lenguajes del hombre, es decir,


en los diversos sistemas de signos disponibles para su comunicación,
puede juntarse a menudo con la historia para constituir la Lingüística
Histórica o Lingüística diacrónica: el estudio de la transformación en el
tiempo de los métodos de comunicación verbal y de las distintas lenguas
inventadas por el hombre.
Estratigrafía. Esta disciplina se trata de una rama de la geología, cuyo
objeto de interés lo constituyen los ordenamientos de rocas ígneas,
metamórficas y sedimentarias en la corteza terrestre, visibles en casos de
cortes tectónicos. Al colaborar con la Historia, da nacimiento a la
estratigrafía arqueológica, que emplea dicho saber sobre las piedras y los
estratos para establecer la historia de la formación de la superficie terrestre.

Cartografía. Una rama de la geografía, interesada en los métodos de


representación espacial del planeta, es decir, la elaboración de mapas y de
atlas o planisferios, puede colaborar con la historia para formar la Historia
de la Cartografía: una disciplina mixta que persigue entender el devenir
histórico del hombre a partir de la manera en que éste representaba el
mundo en sus mapas.

Etnografía. La etnografía es, a grandes rasgos, el estudio y


la descripción de los pueblos y de sus culturas, por lo que muchos la
consideran una rama de la antropología social o cultural. Lo cierto es que
suple de mucha información a la Historia, ya que una de las herramientas
más empleadas por los etnógrafos es la Historia de vida, en las que se
entrevista a individuos y se utiliza su recorrido vital como una aproximación
a la cultura a que pertenece.

Paleontología. La paleontología es la ciencia que estudia a los fósiles de


los seres orgánicos que habitaron nuestro mundo en épocas pasadas, con
el afán de entender cómo vivían y entender mejor el enigma de la vida en el
planeta. En ello se aproximan mucho a la historia, ya que abordan los
tiempos previos a la aparición del hombre, brindándole a los historiadores la
oportunidad de pensar la historia antes de la Historia.

Filosofía. La ciencia de todas las ciencias, la Filosofía, se supone la ciencia


ocupada del pensamiento mismo. En conjunción con la historia, pueden dar
origen a la Historia del pensamiento, un estudio de los cambios en la
manera de pensarse a sí mismo y al universo del hombre desde las épocas
antiguas hasta hoy.

ACTIVIDAD: en la siguiente sopa de letra identifica coloreando con verde


algunas de las ciencias auxiliares de la Historia.

A E R T Y U I O O P P K J H F C F L F H
A D F I L O S O F I A A S D G A B I M I
R Q E R T Y U U I O A F G H J R B T B S
A R Q U E O L O G I A Q E Q W T B E B T
H N M A D G J K M G D S A C G O G R A O
A S D F G F G H J K L Ñ S D G G G A S R
E S T A T I G R A F I A S D F R G T G I
A S D F G H J K L A S D F G G A S U S O
E F D D F G H J K S D G H J K F H R H G
C Q E R T Y U I O O O Y T E T I E A E R
O E A R T E E T Y A E R T Y U A T Y E A
N A S D F G H J I G F S D F G H J K L F
O Q W E R T Y F Q W E R T Y U I W E R I
M Q W E R T A T Y U D E R E C H O S D A
I D F G H R H J K J H G F D G H J K Y U
A D F G G G H J K L F D S F H J K L H G
S D F O F G P A L E O N T O L O G I A G
D F N F G G H J K D G F D S F G H J F D
S T S D G H J K L A S D F G H J K F D S
E S C R O N O L O G I A S C V B N M N N

TEMA Nº 3: EL ESTADO

EL ESTADO

Un Estado es una unidad política que regula la vida de sus habitantes


que habitan en un territorio. Sus habitantes se rigen por un sistema de normas
y leyes establecidas por una autoridad central. La República Argentina es uno
de los estados nacionales que hoy existen en la superficie terrestre, y como tal
cumple con cuatro requisitos o condiciones básicas:

 Posee un Territorio.
 Está integrado por un pueblo.
 Esta administrado por un gobierno.
 Se rige por un sistema jurídico.

Territorio: es la base física sobre la cual el Estado ejerce soberanía.


Comprende una porción de la superficie terrestre que tiene espesor, es decir,
es tridimensional ya que se extiende desde el centro de la tierra hasta el
espacio cósmico.

Pueblo: es el conjunto de habitantes asentados en el territorio y lo consideran


como su patria, es decir manifiestan un sentimiento de pertenencia. Es muy
común confundir con el concepto de nación, es decir al conjunto de habitantes
que pertenecen a una misma etnia, que poseen rasgos culturales en común y
que comparten un mismo idioma, profesan la misma religión y poseen un
origen común. Un Estado puede estar constituido por una sola nación (Ej:
Francia) o por muchas naciones (Ej: Reino Unido, Suiza, España o Sudáfrica).
En el mundo también existen naciones sin Estado, como los kurdos, gitanos,
etc.

Gobierno: Se encarga de preservar el bienestar y la seguridad de los


habitantes y permitir que todos puedan satisfacer sus necesidades. Existen
diversos sistemas políticos y formas de gobierno en el mundo, siendo el más
extendido la Democracia (en el caso de Argentina).

Sistema Jurídico: conjunto de leyes que regulan los derechos y deberes de


todos los habitantes de un Estado.

ACTIVIDADES:

1. Definir el concepto de Estado.


2. ¿Por qué Argentina es un Estado?
3. ¿A que se llama Territorio?
4. ¿Cuáles son las diferencias entre Pueblo y Nación?
TEMA Nº 4: LA CONFDERACION ROSISTA
CONFEDERACIÓN ROSISTA
Luego de derrocar y fusilar al gobernador de la provincia Manuel Dorrego,
el general Lavalle fue derrotado en 1829 por las tropas federales de Estanislao
López y Juan Manuel de Rosas, quien se convirtió gracias a este hecho, en el
hombre fuerte de Buenos Aires. En diciembre de ese año, la Legislatura
provincial designó como gobernador al líder federal, nombrado como el
“Restaurador de las Leyes”. Rosas gobernó Buenos Aires en dos periodos
distintos: 1829-1832 y 1835-1852. Una constante de esos años fue su veto a la
organización nacional. Las provincias se mantuvieron unidas por medio de
pactos pero siempre bajo la dirección de Buenos Aires, que continuó su
proceso de crecimiento ganadero. En este sentido, Rosas se negó a compartir
los ingresos de la aduana y no permitió la libre circulación de los ríos para
mantener la primacía económica de la provincia.

Durante los primeros años en el poder, Rosas se dedicó a la pacificación


del territorio provincial e impuso un orden federal en el interior. Solicitó que la
Legislatura le otorgara “facultades extraordinarias” –las cuales eran renovadas
continuamente de manera ritual–, argumentando la existencia de amenazas
externas e internas. Estas facultades garantizaron al gobernador una cuota
muy alta de poder.
Hacia el fin de su primer mandato, en 1833, Rosas realizó una expedición
al sur de la campaña bonaerense con el objetivo de incorporar más tierras
productivas a la provincia y aquietar la frontera. Para esto combinó el uso de la
fuerza militar y la firma de tratados con las poblaciones indígenas. Su segundo
gobierno estuvo marcado por una serie de conflictos locales e internacionales
que llevaron al régimen a intensificar el control y la represión internos. Rosas
buscó la unanimidad política en la provincia, persiguiendo y reprimiendo a los
opositores y estableció un sistema plebiscitario popular. Sin embargo, su
estrategia visual fue la más significativa. El uso obligatorio de la divisa punzó,
en 1832, se convirtió en el primer paso de la multiplicación de la imagen de
Rosas por la ciudad. La inclusión de la efigie del gobernador, el color rojo, o
consignas como “Federación o Muerte” en diversos objetos y vestimentas eran
muestras visibles de apoyo a la causa federal porteña.

EL CAMINO HACIA UNA CONSTITUCIÓN NACIONAL


La Constitución Nacional promulgada en 1853 estableció una república de
carácter federal y representativa con una estricta división de poderes. De la
misma manera, garantizó una serie de derechos, libertades y garantías civiles
para la protección de los ciudadanos. Si bien creó un poder nacional fuerte,
centralizado en la figura del Presidente –elegido por un colegio electoral y sin
posibilidades de ser reelecto– las provincias mantuvieron una importante cuota
de autonomía. Algunos de los modelos y antecedentes de este documento
fundador fueron la Constitución de los Estados Unidos y las Bases y puntos de
partida para la organización política de la República Argentina de Juan Bautista
Alberdi. Por otra parte, la Constitución del Estado de Buenos Aires –aprobada
en 1854– mantuvo similitudes con la nacional, aunque con algunas diferencias.
En la provincia se jerarquizó más la legislatura, se determinó un periodo de 4
años para el gobernador –a diferencia de los 6 establecidos para el Presidente
de la Confederación– y se establecieron dispositivos electorales que promovían
una mayor competencia política. Luego de la batalla de Cepeda en 1859,
Buenos Aires aceptó ser parte integrante de la Confederación Argentina. Sin
embargo, antes de unirse exigió la convocatoria de una comisión para revisar el
texto constitucional con el objetivo de proteger la autonomía provincial. La
primera reforma constitucional fue aprobada finalmente en 1860.

TEMA Nº 5: LAREORGANIZACION DEL ESTADO NACIONAL

LA PACIFICACIÓN POLÍTICA Y LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO

La construcción de un estado nacional fue un proceso lento y complejo


que se inició con la Revolución de Mayo y demandó más de medio siglo de
guerras civiles y experimentos fallidos.

A pesar de la intensa actividad económica despertada ya antes de la


caída de Rosas por las transformaciones que se iban produciendo en la
economía mundial, las posibilidades de expansión se veían limitadas por
diversos factores de orden económico e institucional.

La ausencia de un mercado nacional integrado, la precariedad de los


medios de comunicación, la anarquía en los medios de pago, la inexistencia de
un mercado financiero, las dificultades para expandir la frontera territorial
contribuían a generar un marco de inestabilidad que atentaba contra el
crecimiento económico.

Además, la ausencia de garantías sobre la propiedad, sobre la estabilidad


productiva y aún sobre la propia vida -derivadas de las continuas guerras
civiles y de las incursiones indígenas- ponían escollos casi insalvables a la
iniciativa privada.
"La distancia entre proyecto y concreción, entre la utopía del 'progreso' y la
realidad del atraso y el caos, era la distancia entre la constitución formal de la
nación y la efectiva existencia de un estado nacional" (Oszlak, 1982, p.54).

A los pocos meses de la caída de Rosas, en septiembre de 1852, se inició


una nueva etapa de fragmentación política del territorio. A pesar de que en
1853 fue sancionada la Constitución, entre 1852 y 1862 la Provincia de Buenos
Aires estuvo escindida del resto de las provincias, nucleadas en la
Confederación Argentina cuya capital era Paraná.

Si bien con la batalla de Pavón se produjo la reunificación del territorio y el


inicio de las "presidencias nacionales" -Mitre, Sarmiento y Avellaneda-,
quedaban pendientes diversas cuestiones a resolver que llevaron a nuevos
enfrentamientos armados. Los levantamientos de montoneras en las provincias
del Noroeste, de Cuyo y de Entre Ríos en las décadas de 1860 y 1870 y las
luchas que tuvieron lugar en torno a la capitalización de Buenos Aires, que
culminaron recién en 1880, fueron las expresiones más salientes del conflicto.
A los enfrentamientos internos se sumó la Guerra con el Paraguay, que tuvo
lugar entre 1865 y 1870.

Para la élite argentina el "orden" aparecía como una condición del


progreso económico, y tenía a su vez proyecciones externas. Su instauración
permitiría obtener la confianza del extranjero en la estabilidad del país y sus
instituciones. Con ello se atraerían capitales e inmigrantes, dos factores de
producción sin cuyo concurso toda perspectiva de progreso resultaba
virtualmente nula.
A pesar de los conflictos internos y externos, las primeras presidencias
constituyeron una etapa de modernización jurídica y política. Por primera vez
se puso en práctica la división de poderes establecida por la Constitución, al
instalarse en 1862 el Poder Judicial. A partir de 1863 se reglamentó la emisión
del voto sobre la base de las normas fijadas por la Constitución, instaurándose
el sistema electoral que tuvo vigencia hasta 1912.

La aprobación de los Códigos Civil y de Comercio permitió consolidar la


legislación privada y penal para todo el país, estableciendo las bases de la
seguridad jurídica. A partir de 1880, al inciarse la presidencia de Roca, el país
se pacificó, y la paz política permitió a la nueva administración emprender con
éxito la transformación de la estructura institucional del país.

Luego de la federalización de la ciudad de Buenos Aires, diversas


medidas procuraron consolidar y organizar el nuevo marco institucional, entre
ellas la organización de los territorios nacionales, la creación del Código de
Procedimientos en lo civil, la Ley de Unificación Monetaria, la Ley de Educación
Común (1884) y la de Registro Civil (1888).

TEMA Nº 6: PRESIDENCIA DE BARTOLOME MITRE

LA PRESIDENCIA DE MITRE

El 5 de octubre de 1862 Bartolomé Mitre fue electo presidente. Junto


a su vice -Marcos Paz- asumieron el cargo solo días más tarde, algo
bastante particular en nuestra historia. Recayó en manos de Valentín
Alsina, presidente provisional del Senado, entregar los atributos.

Con Mitre comenzó la construcción del Estado nacional y las


estructuras que lo acompañan. El gobierno que encabezó fue atravesado
por luchas internas y la Guerra de la Triple Alianza, por lo tanto cumplió
su ideario en la medida de lo posible.

Don Bartolomé creó nuestro sistema fiscal y también el jurídico.


Respecto a este último, encargó a Dalmacio Vélez Sarsfield la redacción
del Código Civil, que éste finalizó durante la siguiente presidencia. El
Código Penal fue encomendado a Carlos Tejedor y se adoptó a nivel
nacional el Código Comercial de Buenos Aires.

Durante este periodo se estableció la Corte Suprema de la Nación y


para darle base independiente, afianzando su naciente institucionalidad,
el presidente nombró a una mayoría de jueces opositores. Según el
especialista Arturo Pellet Lastra el organismo fue independiente y su
imparcialidad se mantuvo hasta el golpe de 1930.

Mitre apostó por el metal británico y junto a las inversiones inglesas -


para el desarrollo ferroviario- llegaron las locomotoras, los operarios y
hasta los maquinistas. Durante esta administración no existió unidad
monetaria, ni banco nacional. En las provincias se utilizó plata cordobesa
o boliviana, mientras que en la capital circuló papel moneda. Se instalaron
bancos extranjeros que actuaron como prestamistas, por ejemplo el de
Londres y se pidieron empréstitos para afrontar el conflicto externo.

La buena situación mundial generó demandas de nuestros


productos, vendimos materias primas al exterior, en especial a Inglaterra.
Primó nuevamente el sistema de libre cambio, sin ningún tipo de políticas
proteccionistas. Las economías regionales se vieron afectadas y fue
cuando las provincias comenzaron a depender de los subsidios del
gobierno central. Al respecto, reflexionó Aldo Ferrer: “La vigorosa
expansión de la producción agropecuaria exportable, y su concentración
en la zona pampeana; la política de librecambio de las autoridades
nacionales, y, finalmente, el vertiginoso desarrollo de los ferrocarriles y la
formación del mercado nacional, sellaron definitivamente la suerte del
Interior, y lo convirtieron en zona periférica y dependiente del centro
dinámico”.

En materia educativa se impulsó la formación secundaria a través de


la creación de colegios nacionales en todo el país. El plan de estudios se
llevaba a cabo en cinco años e incluyó una gran carga de geografía e
historia. El fin fue formar una elite dirigente, apostando a estos
establecimientos como paso previo a la universidad.
El mismo Mitre lo explicó en 1870: “Si dada nuestra desproporción
alarmante entre el saber y la ignorancia no echásemos anualmente a la
circulación en cada provincia una cantidad de hombres educados para la
vida pública, el nivel intelectual descendería rápidamente y no tendríamos
ciudadanos aptos para gobernar, legislar, juzgar ni enseñar, y hasta la
aspiración hacia lo mejor se perdería, porque desaparecerían de las
cabezas de las columnas populares esos directores inteligentes que con
mayor caudal de luces las guían en su camino (…). A esta necesidad
responde la educación de los colegios nacionales”.

En síntesis, más allá de sus notables desaciertos, especialmente en


materia económica, esta presidencia instauró una eficaz base sobre la
que construyeron Sarmiento, Avellaneda y Roca.

TEMA Nº 7: PRESIDENCIA DE DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO

PRESIDENCIA DE DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO 1868-1874

CARACTERÍSTICAS
Domingo Faustino Sarmiento fue propuesto como candidato a la presidencia de
la Nación por un grupo de políticos del país mientras se encontraba en los
Estados Unidos, fue electo para el cargo en las elecciones nacionales de abril
de 1868, y asumió el cargo el 12 de octubre de 1868

CARACTERÍSTICAS DE LA PRESIDENCIA DE SARMIENTO


Domingo Faustino Sarmiento fue propuesto como candidato a la
presidencia de la Nación por un grupo de políticos del país, a iniciativa
del coronel Lucio V. Mansilla. Mientras se encontraba en los Estados Unidos,
fue electo para el cargo en las elecciones nacionales de abril de 1868, y
asumió el cargo el 12 de octubre de 1868.

La presidencia de Sarmiento fue la segunda de las presidencias históricas


de Argentina. Estas presidencias históricas o fundacionales del estado
argentino moderno tuvieron tres claros objetivos o metas: “nación, constitución
y libertad”. La nación entendida como la unión definitiva de las provincias
argentinas como entidad superior a las partes que la componen. La
Constitución como las bases de los derechos de las personas y del poder. La
libertad concebida como principio del liberalismo que dio paso a la “civilización”
y relegó a la “barbarie”.
Dos días después de la asunción presidencial, el Congreso se reunió para
una breve sesión extraordinaria, durante la cual se aprobó el presupuesto para
el año siguiente, un crédito de cuatro millones de pesos y una suba en los
derechos aduaneros, para solventar la continuidad de la Guerra del Paraguay.

ELECCIONES PRESIDENCIALES DE ARGENTINA DE 1868

Las elecciones presidenciales de Argentina de 1868 se llevaron a cabo


para determinar el sucesor de Bartolomé Mitre. Domingo Faustino
Sarmiento fue electo su sucesor y Adolfo Alsina fue electo vicepresidente con
el 53% de los votos.

 Sarmiento triunfó en Buenos Aires, Córdoba, Jujuy, La Rioja, Mendoza,


San Juan y San Luis.
 Urquiza triunfó en Entre Ríos, Salta y Santa Fe.
 Elizalde triunfó Catamarca y Santiago del Estero.

Corrientes no votó y no se conservan las actas de Tucumán.

Presidiendo una economía próspera ensombrecida por la costosa guerra


del Paraguay, Bartolomé Mitre se esforzó por no arriesgar la tenue unidad
nacional que su administración se había asegurado de consolidar. Aunque él
eligió a candidatos anticipados, Mitre evitó declarar apoyo abierto a ninguna de
las figuras, mientras que limitaba el camino a los que él consideró como no
aceptables.

Los electores de la provincia de Buenos Aires favorecieron al candidato


del Partido Autonomista Adolfo Alsina, quien fue persuadido por Bartolomé
Mitre de postularse a la vicepresidencia, la nominación principal fue entregada
al Embajador de Argentina ante los Estados Unidos, Domingo Faustino
Sarmiento, quien permaneció en su puesto y no hizo campaña. Mitre también
apoyó al exlíder del Partido Unitario Rufino de Elizalde y su compañero de
fórmula el General Wenceslao Paunero, figura clave en la victoria de Mitre en la
Batalla de Pavón.

El único candidato que no recibió ningún apoyo de Mitre fue Justo José de
Urquiza, pues Mitre pensaba que su participación podría provocar otro conflicto
separatista.

Todos los candidatos, exceptuando Sarmiento, eran polémicos en


muchos círculos pero tenían, a su vez, grandes bastiones de apoyo, lo que
provocó que estas elecciones fueran, por mucho, las más competitivas que
habría en el país hasta el establecimiento del sufragio secreto en 1912

OBRA DE GOBIERNO DURANTE LA PRESIDENCIA DE SARMIENTO


Se realizó en 1869 el primer censo nacional. Puso de relieve los aspectos
de la estructura social que necesitaban ser modificados. El censo descubrió un
país de grandes extensiones territoriales pero deshabitadas o en poder de los
indios y un índice altísimo de analfabetos que alcanzaba el 71%.
El programa de reformas generales llevado adelante
por Sarmiento , Mitre y Avellaneda se ocupó de estos problemas. Durante la
presidencia de Sarmiento se realizó una vigorosa actividad entorno al tema
educativo. Creó las primeras escuelas normales, el Colegio Militar (1870), la
Escuela Naval (1872), el Observatorio Astronómico (1872), la Facultad de
Ciencias Físicas y Matemáticas (1870) y alrededor de ochocientas escuelas
primarias. Durante su gobierno la población escolar se elevó de treinta mil a
cien mil alumnos.

Proyectó la ley sobre la creación de bibliotecas públicas y abrió las


primeras escuelas públicas y creó también las primeras escuelas para
sordomudos, se dio impulso a la inmigración que se asentó preferentemente en
el litoral donde se fundaron numerosas colonias agrícolas.
En 1871 se inauguró la primera Exposición Nacional en Córdoba donde se
exhibían los productos agrícolas, ganaderos e industriales de nuestro país .
Mejoró las condiciones sanitarias y de higiene especialmente en la ciudad de
Buenos Aires para evitar una nueva epidemia de fiebre amarilla como la que se
desató en 1871. Dispuso la creación de un nuevo cementerio en la Chacarita.

Durante su gestión se aprobó el Código Civil creado por Velez Sarsfield,


ministro del Interior. Al finalizar la guerra del Paraguay su ministro de relaciones
exteriores, Mariano Varela, gestionó los acuerdos de paz finales. Para ello se
llevaron a cabo reuniones en Buenos Aires durante 1869, allí Varela expuso
que "la victoria no da derechos" a los vencedores. Ante esta posición, en 1870
Brasil negoció separadamente con Paraguay y esto caldeo los ánimos en
Buenos Aires. La Argentina envió una nota al Brasil formulando reclamos por
su actitud. Ante la posibilidad de un enfrentamiento bélico con el
Imperio, Sarmiento envió a Bartolomé Mitre a Río de Janeiro en misión de paz
y amistad en 1872. En esa oportunidad se firmó un acuerdo que puso fin a las
diferencias en noviembre del mismo año.

EDUCACIÓN Y CULTURA
Domingo Faustino Sarmiento centró la mayor parte de su esfuerzo
gubernativo en la promoción de la educación, aunque algunos historiadores
afirman que dio al menos igual importancia a la extensión de las
comunicaciones en el país.

En cualquier caso, el impulso dado a la educación bajo el ministerio


de Nicolás Avellaneda fue notable. Mediante la Ley de Subvenciones de 1871
—que asignaba a la educación pública las herencias sin sucesión directa y un
octavo de las ventas de tierras públicas— garantizó los fondos para la creación
de nuevas escuelas y la compra de materiales y libros. Durante su mandato, y
con apoyo nacional, las provincias fundaron unas 800 escuelas de primeras
letras, alcanzando a un total de 1816 escuelas, de las cuales el 27 % eran
privadas; la población escolar se elevó de 30.000 a 110.000 alumnos.

A fin de garantizar la educación primaria, trajo desde los Estados Unidos


61 maestras primarias; creó las primeras escuelas normales, tomando como
ejemplo la Escuela Normal de Paraná, fundada en 1870. Subvencionó la
primera escuela para sordomudos, que era privada. Continuando con la política
de su Bartolomé Mitre, fundó los Colegios Nacionales de La Rioja, Santa Fe,
San Luis, Jujuy, Santiago del Estero, Corrientes y Rosario. Fundó escuelas de
arboricultura y agronomía en San Juan, en Mendoza, y más tarde en San
Miguel de Tucumán y Salta. En ese mismo año propició la creación y el
desarrollo de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP)

Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP)

La Comisión se creó en 1870 con la promulgación de la Ley Nº 419,


propiciada por Domingo Faustino Sarmiento, para fomentar la creación y el
desarrollo de las bibliotecas populares que difunden el libro y la cultura. Su
creación se inspira en los Clubes de Lectores, ideados por Benjamin Franklin
en 1727 en la ciudad de Filadelfia, y las experiencias estadounidenses de
creación de bibliotecas en las aldeas y ciudades.
La primera biblioteca popular nació en San Juan en 1866, provincia natal
de Sarmiento, es bajo su iniciativa y la contribución de otro conjunto de
personas que se conforma su acervo. Esta comisión hasta la actualidad
fomenta el fortalecimiento de las bibliotecas populares en tanto organizaciones
de la sociedad civil e impulsa su valoración pública como espacios físicos y
sociales relevantes para el desarrollo comunitario y la construcción de
ciudadanía, en la capital fundó la Biblioteca Nacional de Maestros.

Observatorio Nacional de Córdoba

El Observatorio Nacional Argentino fue fundado en la ciudad de Córdoba,


el 24 de Octubre de 1871, por iniciativa del Presidente Domingo Faustino
Sarmiento y las gestiones de su Ministro Nicolás Avellaneda. Como primer
director de esta institución fue designado el astrónomo norteamericano Dr.
Benjamín A. Gould, quien llega a la Argentina junto a su familia y los asistentes
contratados, a fines de 1870.

Durante la construcción del primer edificio ubicado en “Los Altos” – hoy


“Barrio Observatorio”, donde actualmente se encuentra el Observatorio -; el
Director y sus cuatro ayudantes se dedicaron a la determinación de la posición
y brillo de todas las estrellas visibles a simple vista. Esta obra a la que se
denominó Uranometría Argentina vio la luz en 1877.

En forma inmediata fue aclamada por el mundo científico. Instalados los


principales instrumentos, en 1872 se inicia la determinación precisa de las
posiciones de las estrellas hasta la magnitud 10, realizándose más de un millón
de observaciones, las que formaron los famosos catálogos de Zona y el Gran
Catálogo Argentino. En forma simultánea con el “Gran Ecuatorial”, telescopio
refractor de 28 cm de diámetro, se llevó a cabo el primer trabajo fotográfico
sistemático y a gran escala de la historia de la astronomía, denomino
Fotografía Cordobesas, publicado en 1896.

Facultad de Ciencias Exactas de Córdoba

El Presidente Sarmiento declaró que la más trascendental de las reformas


producidas en la instrucción pública, sería la aparición en los claustros de la
UNC, de siete profesores alemanes que vendrían a inaugurar en sus aulas el
estudio de las ciencias físico- matemáticas. Esta iniciativa respondió al
propósito de organizar en la vieja casa de Trejo y Sanabria, un centro de
investigaciones científicas, una Escuela de Ingeniería en todas sus ramas y un
instituto para formar profesores de enseñanza secundaria, en las ciencias
físicos, naturales y exactas.

Se encargó a Burmeister, sabio naturalista alemán, que dirigía el Museo


Nacional de Ciencias, contratar en Alemania un núcleo de profesores para la
nueva facultad. Según los términos del contrato, debía establecerse, además
de los cursos universitarios, una Academia de Ciencias, de la que formarían
parte los profesores contratados, que además estaban obligados a realizar
exploraciones, estudios y trabajos sobre asuntos y problemas nacionales que
se publicarían a costa del gobierno en el Boletín de la Academia.
En la Universidad Nacional de Córdoba se creó la Facultad de Ciencias
Exactas, Física y Naturales, que dictaba la carrera de ingeniería, por su
iniciativa se crearon en la región cuyana las cátedras de mineralogía en los
Colegios nacionales de Catamarca y de San Juan, que se convertirían en 1876
en la Escuela de Ingenieros de San Juan. Para prescindir el nuevo organismo,
es designado el Dr. Burmeister a quien se encarga también redactar su
reglamento.

El Dr. Lorentz fue el primer Director de nuestro Museo Botánico, al que


enriqueció con valiosas colecciones, fruto de sus exploraciones. El 10 de enero
de 1874 se aprueba el Reglamento Interno de la Academia de Ciencias. Sus
objetivos, entre otros, eran instruir a la juventud en las Ciencias Exactas y
Naturales por medio de lecciones y experimentos, formar profesores que
puedan enseñar las mismas ciencias en los Colegios Nacionales y explorar y
hacer conocer las riquezas naturales del país, dando a luz obras científicas por
medio de publicaciones.

Maestras de Estados Unidos

Durante su estadía en Estados Unidos como ministro plenipotenciario de


la República Argentina , Sarmiento mantuvo una estrecha amistad con Mary
Mann, la esposa de Horace Mann, gran educador estadounidense. Mary
tradujo el Facundo al inglés y ayudó a Sarmiento a difundir su obra.
Una vez que éste ocupó la presidencia, Mary Mann reclutó a 61 maestras de
distintos lugares de Estados Unidos para la selección se busco mujeres
jóvenes y sin familia o que la hubieran perdido durante la guerra civil ocurrida
años antes la cuales se trasladaron a la Argentina. Esta forma de promover la
educación, mediante la incorporación de extranjeros a la enseñanza local, se
reprodujo en otras áreas de la ciencia y de la cultura. Subvencionó la primera
escuela para sordomudos, que era privada. otra de sus creaciones notables
figuran el Observatorio nacional de Córdoba.

Academia Nacional de Ciencias

La Academia Nacional de Ciencias con sede en la ciudad de Córdoba,


Argentina, se fundó en 1869 por el Presidente Domingo Faustino Sarmiento, es
una corporación científica sostenida por el gobierno de la Nación Argentina
siendo la primera Academia Nacional dependiente del gobierno federal. Su
creación es la Ley 322 del 11 de septiembre de 1869. Esta ley autorizaba al
Poder Ejecutivo a contratar dentro y/o fuera del país hasta veinte profesores,
que serán destinados a la enseñanza de ciencias especiales en la Universidad
de Córdoba y en los colegios nacionales

LA PRENSA Y LA POLÍTICA
Durante el gobierno de Sarmiento se multiplicaron los diarios y
publicaciones de todo tipo. En 1867, apareció "La Capital" de Rosario. En 1869
surgió 'La Prensa" y, en 1870, "La Nación" Los diarios, expresión de facciones
políticas, se caracterizaban habitualmente por su subido tono crítico. La
caricatura se volvió mordaz y la sátira un arma temible. Por ser aún poco
frecuente la venta callejera, los diarios dependían económicamente de las
suscripciones, de la fortuna de sus dueños o del favor oficial. Los apremios
financieros, en última instancia, se solucionaban mediante una drástica
modificación de las posiciones políticas del diario.

Según una investigación de Ernesto Quesada realizada en 1883, en 1877


circulaban en la Argentina 148 periódicos, lo que arrojaba una proporción de
uno cada 15.700 habitantes. Con ese, promedio de lectores, la Argentina
ocupaba el cuarto lugar en el mundo. Los diarios principales eran "El Nacional",
dirigido por Dalmacio Vélez Sarsfield , donde solía escribir Sarmiento, antes,
durante y después de ser presidente. Además, "La Prensa", dirigido por José
C. Paz; "La Tribuna", de Héctor Varela; "La Nación", fundado por Mitre y "El
Siglo", que dirigía Federico de la Barra. En 1869, Lucio V. Mansilla lanzó un
nuevo diario: "El Pueblo Argentino".

TEMA Nº 8: PRESIDENCIA DE NICOLAS AVELLANEDA

PRESIDENCIA DE NICOLAS AVELLANEDA


El 14 de abril de 1874, en medio de una gran tensión política, se
realizaron elecciones presidenciales. Nicolás Avellaneda se impuso sobre
Bartolomé Mitre, quien sólo triunfó en Buenos Aires, Santiago del Estero y San
Juan. Avellaneda fue el tercer y último mandatario del período de las
presidencias históricas argentinas. Como presidente compartió con sus
antecesores un mismo proyecto de país que resultó fundacional para el estado
argentino y que se basó en tres metas: “nación, constitución y libertad”.

Las elecciones presidenciales de Argentina de 1874 se llevaron a cabo


para determinar el sucesor de Domingo Faustino Sarmiento. Nicolás
Avellaneda fue electo su sucesor, tras un acuerdo entre éste y Adolfo Alsina,
que resultó en la fundación en marzo de ese año del Partido Autonomista
Nacional (PAN), el cual gobernaría el país hasta 1916. Nicolás Avellaneda era
ministro de Sarmiento y Mariano Acosta gobernador de Buenos Aires, detrás
de éstos, está la mano habilidosa de Adolfo Alsina y junto a la conformidad de
Sarmiento.

 Avellaneda triunfó en Catamarca, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos,


Jujuy, La Rioja, Mendoza, Salta, San Luis, Santa Fe y Tucumán.
 Mitre triunfó en Buenos Aires, San Juan y Santiago del Estero.

REVOLUCIÓN DE 1874

Ante el triunfo de la fórmula encabezada por Avellaneda y un surge una


ambiente revolucionario en la filas mitristas ante el no reconocimiento del
resultado por Mitre. Mitre, que califica de fraudulentas las elecciones se lanzá
a conspirar, posee mucha popularidad en Buenos Aires y es apoyado por
militares de valor probado, como Arredondo, Rivas o Gelly Obes, salvo en lo
que se refiere al coronel Iwanowsky, que responde incondicionalmente a
Sarmiento, el gobierno no tiene certeza respecto a la conducta que habrán de
adoptar otros jefes militares como por ejemplo los coroneles Roca, Luis María y
Julio Campos.

En la noche del 24 de septiembre de 1874, dos cañoneras comprometidas


con la revolución levan anclas subrepticiamente, pero una de ellas vara y debe
ser abandonada por su tripulación, este suceso delata la inminencia del
estallido, resolviéndose los conjurados a iniciar las acciones de inmediato,
mientras el gobierno adopta las primeras medidas para neutralizarlas.
De acuerdo con el plan trazado, la orden para comenzar el alzamiento se
transmite mediante mensajes en clave, disimulados entre los avisos que
publican La Nación y La Prensa, ya que aquel diario es propiedad de Mitre y el
dueño de éste –José C. Paz– se cuenta asimismo entre los revolucionarios.

Mitre se embarca hacia el Uruguay, desde donde volverá para hacer pie
en el Tuyú (cerca de la actual localidad bonaerense de General Madariaga) y
reunirse con las fuerzas de Rivas.

Mediante un telegrama, Sarmiento ordena a Iwanowsky la detención de


Arredondo, que está en Villa Mercedes. El telegrafista comunica la recepción
del mensaje a Arredondo, quien envía un oficial para capturar a Iwanowsky.
éste se resiste y lo matan.

Arredondo, eludiendo pasar por Río IV, pues allí se encuentra Roca, entra
en Córdoba para unir sus tropas con las milicias que debía movilizar Taboada,
desde Santiago del Estero. Las milicias no aparecen y Arredondo regresa a
Villa Mercedes, sin ser hostilizado por Roca. Mitre se ha quedado
inexplicablemente inmóvil, en el sur de la provincia de Buenos Aires, con los
9.000 hombres de que dispone. Arredondo marcha hacia Mendoza, venciendo
a los milicianos mendocinos en Santa Rosa el 29 de octubre de 1874. El
teniente coronel Catalán, que manda las milicias, muere durante el combate.

En noviembre, Mitre se pone finalmente en marcha y durante su avance


topa con una pequeña fuerza, cuya existencia ignoraba. Se trata de 850
hombres, que incluyen algunos soldados de línea, 120 policías y más de 700
paisanos reclutados, carentes de artillería. Los manda un hombre pintoresco,
poco amigo de la disciplina y dotado de un coraje temerario: el teniente coronel
José Inocencio Arias, al cual secundan dos estancieros de Lobos, Francisco B.
Bosch y Daniel Solier. La exigua hueste de Arias está en un potrero defendido
por zanjas, no lejos de Bragado. Mitre le intima rendición, ante su sorpresa
Arias no sólo rechaza la intimación sino que, por su parte, exige a Mitre
deponer las armas.

Hasta 5 veces cargan los hombres de Mitre contra las posiciones


ocupadas por Arias y los suyos y el fuego de los defensores causa estragos
entre los asaltantes, los que, diezmados y perplejos, deben retirarse por fin.
Fue éste el combate de La Verde y tuvo lugar el 26 de noviembre del 74. Pero
Arias no se da por satisfecho con su victoria. Resuelve perseguir a Mitre y, el 2
de diciembre, le da alcance en Junín, conminándolo a rendirse y es donde
finalmente Mitre se rinde.

Avellaneda entendió a la nación como la entidad superior que unificó a


todas y cada una de las provincias en un estado común y utilizo a la
constitución como un catálogo de derechos que regulan las relaciones de las
personas y limita a los tres poderes de estado y la libertad como principio
básico del liberalismo.

Fue el primer presidente civil, no pertenecía a ninguna de las fuerzas


armadas y como le dice Sarmiento al entregarle la banda presidencial: "Es
usted el primer presidente que no sabe usar una pistola".

Estaba políticamente opuesto a las aspiraciones autonomistas de la


provincia de Buenos Aires, asumió la presidencia el 12 de octubre de 1874, a la
edad de 37 años.

LA CRISIS ECONÓMICA DE 1873 – 1875

La crisis económica se inició en Europa, especialmente en Austria y


Alemania originada por la especulación financiera en la Bolsa de Viena, esto
afectó a Estados Unidos y Argentina no escapó a este fenómeno.

Al caer en el mercado internacional el precio de los productos que


exportábamos, esto originó la carencia del oro necesario para cumplir con
obligaciones externas (pago de empréstitos), por lo tanto se redujo el crédito y
aumentaron las tasas de interés.
La crisis de 1873 afectó especialmente a los sectores económicos
dedicados al comercio y a las finanzas del estado. estas circunstancias
abrieron el debate en torno a la crisis y a la mejor manera de contrarrestarla.
Se dio en distintos ámbitos como la prensa, las publicaciones humorísticas de
la época como El Mosquito y en los debates parlamentarios de 1875 y 1876 en
torno a la Ley de Aduana de orientación proteccionista. Vicente Fidel López
aprovechó la oportunidad para criticar la política librecambista que guiaba al
país desde 1810 subordinado a Inglaterra e imposibilitando el desarrollo de una
industria local, particularmente en el interior. Entre los partidarios del
proteccionismo figuraban Vicente F. López, Pellegrini, Dardo Rocha y Miguel
Cané que se opusieron al entonces ministro de Hacienda de Avellaneda,
Norberto de la Riestra a quien se acusaba de estar vinculado a intereses
comerciales británicos. El proteccionismo contó con el apoyo de los sectores
productores de lana y los industriales y artesanos locales que vieron en él una
posible solución a sus males.

AUSTERIDAD GUBERNAMENTAL

Avellaneda debió abocarse a resolver una apremiante crisis económica


que no tenía precedentes en el país. Los problemas internos habían
deteriorado la economía nacional, los títulos argentinos disminuyeron su valor a
cifras alarmantes, en tanto que el presupuesto nacional exhibía un déficit de
13.000.000 sobre un total de 16.000.000 de pesos de oro de entradas. El
sistema de vales como forma de, pago de los salarios se acentuó durante el
gobierno de Avellaneda. Avellaneda expresó su pensamiento ante el Congreso
diciendo que "la República puede estar dividida hondamente... pero no tiene
sino un honor y un crédito, como sólo tiene un nombre y una bandera ante los
pueblos extraños...". Merced a las fuertes economías, la deuda pública fue
pagada puntualmente.

PAGO CON VALES

El trabajador cobraba con vales que debía canjear por productos de la


empresa donde se desempeñaba. La administración disminuyó sus gastos. En
1876, se redujo el presupuesto de 18 a 22 millones de pesos y, en un 15%, el
sueldo de los empleados públicos, empezando por el del propio presidente. Las
erogaciones de la deuda externa constituían una carga casi imposible de
solventar, a tal punto, que se aconsejó al presidente la transitoria postergación
del pago.

TEMA 9: LA CONSOLIDACIÓN DEL CAPITALISMO Y LA DIVISIÓN


INTERNACIONAL DEL TRABAJO

Durante el siglo XVIII, Gran Bretaña experimentó un proceso de desarrollo


industrial acelerado, conocido como Revolución Industrial. Este proceso fue
posible, entre otros factores, gracias a los avances tecnológicos y a la
apropiación de un sector de la sociedad de los medios de producción. Hacia el
siglo XIX, el desarrollo industrial se había extendido por Europa y Estados
Unidos. Estos países industrializados necesitaban materias primas baratas
para proveer sus industrias y alimentar a sus trabajadores. También buscaban
mercados en donde vender sus productos. Para satisfacer esas necesidades,
estos países iniciaron –a fines del siglo XIX– una expansión colonialista que
implicó la conquista de territorios en África y Asia, así como la generación de
condiciones para el desarrollo de economías primario-exportadoras en los
países de América Latina, ricos en variados recursos naturales.

Durante el siglo XIX se consolidó el sistema capitalista. La invención del


ferrocarril y el barco a vapor habían revolucionado el transporte. Asimismo,
hacia finales de esa centuria, se desarrolló la industria química y comenzó a
utilizarse energía eléctrica. Hasta ese momento, la humanidad se desplazaba a
pie, a caballo o en barcos empujados por el viento; a partir de esta época,
gracias al trabajo y al ingenio de los hombres, los nuevos inventos y la
aplicación de esas tecnologías representaron un avance extraordinario para el
desarrollo económico. La capacidad de carga aumentó, se abarataron los
costos del transporte, las rutas terrestres y marítimas unieron lugares distantes
de todo el mundo. Estas nuevas conexiones ampliaron rápidamente el
intercambio comercial.

Ahora bien, ¿quiénes disfrutaron de la riqueza generada por la Revolución


Industrial? Un amplio sector de la población mundial se vio excluido; los
trabajadores, los obreros de los países industrializados vivían en condiciones
inhumanas, cobraban salarios miserables y trabajaban jornadas extenuantes.
Los postulados del liberalismo económico que se imponían en esos tiempos
sostenían que el Estado no debía intervenir en la economía. Así, durante el
siglo XIX y las primeras décadas del XX, la clase trabajadora no contó con
legislación que regulara su situación laboral, sus salarios y tiempos de trabajo;
su vida estaba librada a la voluntad de los patrones.

Sobre la Revolución Industrial y el capitalismo “La Revolución Industrial


que comenzó en Inglaterra a fines del siglo XVIII, significó una nueva forma de
organizar la producción, es decir, de la forma en que las sociedades obtienen
los bienes que necesitan para sobrevivir. (…) El nuevo modo de organizar la
producción permitió un salto espectacular en las posibilidades humanas de
producir bienes. Es por eso que se habla de una revolución, la Revolución
Industrial. Ella marcó el comienzo de un nuevo sistema económico denominado
capitalismo que, aunque sufrió muchos cambios en los más de doscientos
cincuenta años que tiene de vida, es el sistema en el que vivimos en la
actualidad. El capitalismo permitió, como gran novedad, un crecimiento
constante de la riqueza. También implicó que los hombres se organizaran y
relacionaran entre sí de manera distinta a como lo habían hecho en el pasado.
En las nuevas relaciones que ellos establecieron en la producción, en las
fábricas o en el campo, surgieron nuevos grupos sociales. Por un lado, la clase
obrera, formada fundamentalmente por los trabajadores de las fábricas. A
diferencia de los artesanos que vivían de la venta de las mercancías que
fabricaban en sus talleres –zapatos, telas, etc.–, los obreros vivían del salario
que les pagaban sus patrones, los capitalistas. Justamente, el otro grupo social
fundamental que se formó en este proceso fue el de los “capitalistas o
burguesía industrial”. Estaba formado por los dueños de las máquinas y de las
fábricas. Por su condición de propietarios, tomaban las decisiones económicas
con total libertad, sin consultar a los trabajadores que formaban parte
importante del proceso de producción. Los burgueses definían qué mercancías
producir y a qué precios venderlas; decidían también las condiciones de trabajo
que iban a regir en sus empresas. Contrataban a los obreros, les pagaban los
salarios y obtenían ganancias de las ventas de las mercancías. En realidad,
una burguesía rica ya existía desde hacía bastante tiempo, lo nuevo era que
ahora su riqueza se originaba en el trabajo de los obreros en las fábricas. (…)
Como dijimos anteriormente, a esta nueva forma de organizar la economía y la
sociedad se la denominó capitalista. Y no quedó limitada a Inglaterra. Tiempo
después, la experiencia inglesa estimuló el proceso de industrialización en
otros países. Francia, Alemania, los Estados Unidos y Japón comenzaron a
transitar su propio camino hacia el capitalismo industrial.” Fuente: Módulo de
Historia Mundial Contemporánea, FINES, 2015.

Materias primas y manufacturas Las materias primas son productos


extraídos de la naturaleza sin elaboración humana: cereales, lana, minerales,
madera. Los productos manufacturados son los elaborados por los hombres. A
la materia prima, el trabajador o el artesano le agrega un valor: su trabajo. Este
trabajo transforma la materia prima en un producto manufacturado (vestimenta,
muebles, ferrocarriles) que a su vez, se transforma en una mercancía que se
vende en el mercado.

DIVISIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO

Se conoce con esta denominación a la forma de organización del


comercio mundial y de las relaciones internacionales, vigentes entre 1870,
momento de apogeo de la política imperialista de las naciones europeas más
ricas, y 1930, cuando se produjo una de las grandes crisis del sistema
capitalista. Consistía en una división de tareas o de trabajos a nivel
internacional, en la que los países industrializados producían manufacturas y
las vendían en los países como los de América Latina, que, a su vez, los
proveían de materia prima para el proceso industrial. Aun cuando fue una
época de crecimiento del comercio internacional, la distribución de “trabajo”
entre las naciones se apoyaba en relaciones de poder desiguales entre los
países productores de materias primas y los países industrializados.
TEMA 10: EL CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA AGROEXPORTADORA
ARGENTINA

La economía agroexportadora se consolida

Entre 1850 y 1880, en la Argentina se establecieron las bases del


desarrollo capitalista. Esto fue el resultado de un proceso que involucró muchos
factores, como la consolidación del Estado nacional, la expansión de las áreas
dedicadas a las actividades productivas, el desarrollo de una moderna red de
comunicaciones (que facilitó los transportes) y la organización de un sistema de
leyes apropiado para regular la actividad económica. En el período transcurrido
entre 1880 y 1916, la Argentina experimentó el desarrollo económico más
rápido y sólido de su historia. La producción de alimentos aumentó
súbitamente, la población creció con rapidez gracias al ingreso de inmigrantes,
y las ciudades se expandieron.

Las condiciones para la expansión económica

A partir de 1880, luego de un período de guerras civiles y conflictos entre


las provincias y sus caudillos, en la Argentina se consolidó el poder central del
Estado nacional, al que reconocían todas las provincias. A partir del período
denominado de “presidencias históricas” –Bartolomé Mitre (1862-1868),
Domingo F. Sarmiento (1868-1874), Nicolás Avellaneda (1874-1880)–, se dio el
proceso de consolidación de una economía unificada y centralizada en Buenos
Aires. Esta economía se basó en la exportación de materias primas que
llegaban al puerto porteño desde las provincias del Interior y tenían como
destino principal los países europeos.

Para afianzar esta economía fue necesario crear las condiciones para su
pleno desarrollo. Por un lado, se requerían más tierras para producir. Para
lograrlo, se llevó a cabo la denominada “Campaña del desierto”, campañas
militares para exterminar y expulsar a la población indígena de la Patagonia y
el Chaco. Estas tierras fueron distribuidas entre las familias más ricas del país y
puestas a producir. Por otro lado, se construyó un sistema de transporte y
comunicación más extendido. Se crearon líneas de ferrocarriles, con capital
inglés, que conectaron a las diferentes provincias con el puerto mayor, ubicado
en Buenos Aires. También se desarrolló y modernizó el puerto porteño, clave
en la economía. Por último, se amplió el sistema de correos. Otro aspecto
central para la economía agroexportadora fue la necesidad de mano de obra;
para eso, se fomentó la inmigración, principalmente europea. Algunos de los
recién llegados se dedicaron a las actividades agrícolas y otros ingresaron a las
pequeñas y nuevas industrias ubicadas en las ciudades.

Cómo funcionaba el modelo agroexportador


En el período 1880-1916, la economía argentina fue testigo de un
crecimiento llamativo. De una posición marginal, el país pasó a convertirse en
una promesa destinada a ocupar un lugar central en la economía mundial. El
motor del crecimiento fueron las exportaciones de productos primarios que se
organizaron bajo el modelo agroexportador. La Argentina se incorporó así al
esquema denominado división internacional del trabajo que dividía a los países
en dos funciones: unos producían materia prima y alimentos, mientras otros
proveían manufacturas y capitales. La Argentina era un país del primer tipo,
denominado periférico. Estados Unidos y varios países europeos eran del
segundo tipo, denominados centrales.

El modelo agroexportador se basaba en las ventajas naturales de la


geografía pampeana, un área de clima templado que contaba con abundante
tierra fértil apta para el desarrollo de materia prima de exportación, como trigo,
maíz y lino. Las tierras del sur argentino también fueron utilizadas, sobre todo,
para la cría de ganado ovino, es decir, para la producción de carne y lana.

Las exportaciones variaron con el tiempo. En un primer período


predominó la venta de lana de oveja, requerida por las fábricas textiles
europeas. A fines del siglo XIX también se comenzaron a exportar cereales y
lino, y a comienzos del siglo XX, creció el desarrollo de los frigoríficos y cobró
importancia la venta al exterior de carne vacuna.

Un modelo inseguro

El modelo agroexportador presentó una gran desventaja para la economía


argentina: dejaba al país expuesto a los vaivenes de la economía internacional,
principalmente la europea. El modelo era muy dependiente de las compras del
exterior, su principal recurso era la venta de los productos y el ingreso de
divisas, es decir, de moneda extranjera, que permitía al país, a su vez, la
compra de maquinaria y productos al exterior. Si Europa no podía o elegía no
comprar, la Argentina entraba en crisis. Esto se evidenció con la Primera
Guerra Mundial (1914-1918) y con la Gran Depresión de la década de 1930.

ACTIVIDAD: Respondan las siguientes preguntas.

a. ¿Qué medidas se llevaron a cabo para desarrollar el modelo


agroexportador? ¿En qué consistía este modelo económico?

b. ¿Cómo se ubicó la Argentina en el esquema mundial de división


internacional del trabajo? ¿Qué desventajas traía esta posición para el país?

c. ¿Cuáles fueron los principales productos de exportación?


TEMA 11: ¿GOBIERNO DE TODOS O DE POCOS?: LA REPÚBLICA
CONSERVADORA (1880-1916)

Hacia 1880, el Estado nacional se afirmaba como autoridad inapelable.


Pero, ¿quiénes gobernaban? ¿Quiénes accedían a los puestos más
importantes del Estado y el gobierno? Si bien la Constitución establecía que
nuestra forma de gobierno era una democracia, no todos podían ejercer sus
derechos políticos. Por distintos mecanismos como la exclusión de los
padrones, el sufragio de los muertos y otras estrategias fraudulentas, el voto de
los varones adultos era manipulado, generando, por ello y por la violencia que
solía estallar en los actos electorales, una escasísima participación popular en
las elecciones. Por otra parte, las mujeres no eran consideradas sujetos de
derecho. Tendrían que recorrer todavía un largo camino de luchas para obtener
por fin su derecho al voto.

En realidad, quienes accedían al gobierno y a la dirección del Estado eran


los miembros del Partido Autonomista Nacional (PAN), un partido que surgió de
la alianza entre las élites o sectores más poderosos de las diferentes
provincias. El objetivo de esta alianza era garantizar los privilegios económicos
y políticos de estos grupos, particularmente de los sectores agroexportadores.
Se mantuvieron en el poder, a través de diversos mecanismos que violaban la
Constitución, hasta 1916. El régimen político que se fue configurando aseguró
el poder de una minoría, una élite que representó los intereses de la clase
económicamente dominante.

Entonces, ¿era una democracia? ¿O se trataba de un gobierno de pocos


para unos pocos? El Estado argentino se consolidó bajo la dirección de
sectores política y económicamente dominantes, mientras se excluía a las
mayorías. El concepto de “oligarquía” sirve para definir la forma de gobierno
que establecieron estos sectores, así como para referir al grupo propietario de
grandes extensiones de tierras, las más ricas de la Argentina.

Oligarquía Es una forma de gobierno en la cual el poder supremo es ejercido


por un reducido grupo de personas que pertenecen a una misma clase social.
El concepto procede del griego antiguo, en donde “oligos” significa “pocos” y
“arquía” es una combinación de significados: “jefe” y “mandar”.

Los miembros del PAN eran “conservadores” ya que pretendían


mantenerse en el poder a través de prácticas políticas ilegales para conservar
las formas de una sociedad jerárquica en la que ocupaban un sitio privilegiado.
En efecto, no querían modificar la situación de privilegio que habían construido
a través de la fuerza. Pero esta élite, si bien conservadora en la política, era
económicamente “liberal”: defendía el avance de la ciencia, de la técnica, así
como ciertas libertades, como la de trabajo, la libertad de cultos o el libre
comercio que permitía satisfacer sin controles la demanda inglesa de productos
agrícolas y ganaderos que eran la base de su fortuna y poder.

El principal mecanismo para dejar fuera del manejo del Estado a amplios
sectores de la población fue la permanente utilización del fraude electoral. Esta
práctica fue posible por la cantidad de recursos con los que contaba la élite
para la organización y puesta en práctica de las elecciones. Gracias a la
utilización del fraude, este sector pequeño de la sociedad se sostuvo en el
poder por casi 40 años, pese a la creciente protesta social. El fraude fue
posible también por la forma de votar. Para poder votar, los individuos debían
presentarse ante comisiones encargadas de registrarlos en un padrón. Estas
comisiones eran manejadas por el partido en el gobierno y los padrones eran
manipulados de manera conveniente a sus intereses. Se excluían votantes no
deseados y se incluían hasta personas muertas, cuando las circunstancias
apremiaban. Otra práctica común consistía en (dado que el voto no era secreto
y se decía a viva voz) presionar o amenazar a los votantes para que
favorecieran con su sufragio al partido de gobierno. Otras veces, el fraude
consistía en permitir que una misma persona votara en más de una ocasión. Si
aún con todas estas trampas no se lograba garantizar la victoria, durante el
recuento de votos se modificaban datos, se eliminaban urnas o se alteraban los
números. Además, cada vez que se consideraba en peligro el apoyo de una
provincia, la élite recurría a las intervenciones federales para remover de sus
cargos a los gobernadores disidentes y colocar en su lugar a funcionarios
adictos que aseguraran el triunfo en las elecciones locales.

LA “GENERACIÓN DEL 80

Cuando hablamos de “élite”, no sólo nos referimos al mundo acotado de


los terratenientes bonaerenses sino que esta clase dominante se extendía en
todo el país. Formaban también parte del grupo privilegiado, escritores,
periodistas, políticos y científicos de tradición liberal. Cada uno, desde sus
lugares, aportaba a la construcción del “régimen conservador”. Este grupo de
personas es conocido como la “generación del 80” por el protagonismo que
tuvo durante esta época, en la política, pero también en la literatura, en las
ciencias, en la escultura o en la arquitectura. Admiradores de la cultura
europea, se inspiraban en sus expresiones artísticas y científicas, en sus
teorías políticas, así como en la manera en que sus élites concebían el mundo.
Como vimos, su lema, hacia fines del siglo XIX, era Orden y Progreso. La idea
de “progreso” se expresaba en el avance científico, la razón y el desarrollo. El
“orden” iba de la mano del progreso, ya que era considerado imprescindible
para hacer efectivo el progreso. El Estado sería el encargado de garantizarlo.

El pensamiento de esta generación se inspiraba además en el laicismo


francés, una corriente que defendía la separación entre la Iglesia y el Estado.
Según esta posición, las funciones tradicionales de la Iglesia debían
rediscutirse, asumiendo los Estados muchas de ellas. Esta corriente laica se
reflejó en la Argentina, en la sanción de leyes como la Ley 1420 de Educación
Común (1884) y las de Registro y Matrimonio Civil (1884 y 1888,
respectivamente). A partir de esta nueva legislación, la Iglesia dejó de tener el
registro y el control de los nacimientos y defunciones, de los matrimonios y de
la educación, y estos pasaron a la esfera estatal.

LOS SECTORES POPULARES: TRABAJADORES NATIVOS E


INMIGRANTES

Como vimos, desde la perspectiva liberal de quienes gobernaban la


Argentina, el Estado no debía regular la economía. Por lo tanto, tampoco
regulaba la relación económica entre trabajadores y patrones. Esta idea
imperaba no sólo en nuestro país sino en gran parte del mundo, principalmente
en Europa, de donde provenían los millones de inmigrantes que se instalaron
de manera precaria en nuestra tierra. Estos extranjeros tenían sus orígenes en
sectores marginales y pobres de los países del sur europeo y en nuestro país
no se les concedió lo prometido, es decir la propiedad de la tierra. Sólo algunas
colonias de campesinos europeos recibieron tierras en la región litoral y en la
Patagonia. El sistema de latifundio impidió la partición de tierras en pequeñas
chacras campesinas.

La gran mayoría de los inmigrantes terminó por tanto, viviendo hacinada


en los famosos conventillos de los barrios de La Boca y San Telmo en la ciudad
de Buenos Aires y también en Rosario, la otra ciudad que recibió a muchos de
ellos. A la “chusma” de mestizos, indígenas y gauchos que eran la fuerza de
trabajo tradicional se le sumaron los inmigrantes que se emplearon como
trabajadores en pequeños talleres urbanos, en los ferrocarriles, en el puerto o
bien como jornaleros en el campo. Algunos conocían un oficio y se dedicaban a
producir pan, productos de carpintería o calzado. Pero ya fueran nativos o
extranjeros, en estos años, los trabajadores no contaban con leyes que
protegieran su situación laboral; no tenían un salario mínimo, ni una jornada de
trabajo establecida por ley, de manera que quedaban sujetos a la voluntad del
empleador. Trabajaban extensas jornadas por salarios miserables. Los
trabajadores rurales, en muchos casos, cobraban en “vales” que debían ser
cambiados por comida en las proveedurías de las estancias en las que
trabajaban. Otras veces se les pagaba con comida en mal estado. Los
trabajadores, urbanos o rurales, no tenían jubilación, vacaciones ni protección
médica; cualquier enfermedad que los dejaba parados los condenaba a la
miseria y si morían, su familia quedaba totalmente desamparada. Las personas
mayores, si no podían seguir trabajando, no contaban con ningún tipo de
ingreso. Tampoco se pagaban indemnizaciones por despido. Estos beneficios
que hoy conocemos y valoramos, no formaban parte de las ideas de la época o
recién comenzaban a discutirse.

La situación de vida siempre estructura ideas y formas de pensar. Las


difíciles experiencias compartidas en fábricas y conventillos condujeron a
muchos trabajadores a resistir y a organizarse. Las primeras formas que ellos
encontraron para defender sus derechos fueron las Asociaciones de Socorros
Mutuos, principalmente conformadas por varones y mujeres provenientes de un
mismo país.

Luego se formaron las Sociedades de Resistencia, una suerte de


sindicatos primitivos. Eran organizaciones nucleadas por tipo de actividad que
reclamaban mejoras en las condiciones laborales y llevaron a cabo las
primeras huelgas y protestas.

Para los llegados a nuestra tierra, la realidad no era muy diferente que en
sus países de origen. La mayoría había abandonado su tierra escapando del
hambre, la pobreza y la guerra. Estas experiencias forjaron en Europa distintas
corrientes de pensamiento que cuestionaban la desigualdad y la injusticia del
sistema capitalista. Los inmigrantes trajeron desde sus lugares de origen ideas
anarquistas y socialistas que cuestionaban las bases del sistema social.

Los anarquistas no creían en las reformas ni en la utilización del Estado


como medio para cambiar la realidad, ya que para ellos las instituciones del
Estado garantizaban la reproducción del sistema capitalista; entonces, el
Estado era parte del problema. Había que destruir –aun con la violencia– al
Estado y a la Iglesia, la síntesis de la explotación. La mayoría de los
trabajadores que sostenían estas ideas eran de origen español e italiano y
pertenecían al grupo de los más pobres: albañiles, carreros, choferes y algunos
peones rurales.

Los socialistas también cuestionaban las desigualdades del sistema, pero,


a diferencia del anarquismo, planteaban que la lucha de los oprimidos no tenía
que ir por la vía de la violencia y la revolución; los derechos se obtendrían a
través de huelgas pero fundamentalmente por la vía legal: había que ganar
elecciones, ingresar en las instituciones del Estado como el Congreso, por
ejemplo, y desde allí, cambiar la situación de los excluidos y de la sociedad
toda. Años más tarde, se formaron otros grupos, como el de los comunistas,
que criticaba las desigualdades del sistema económico y proponía un cambio
hacia una sociedad nueva basada en la organización de los oprimidos que, a
través de una revolución como la que se produjo en Rusia en 1917, tomaría el
poder del Estado para construir una sociedad sin clases, sin propiedad privada,
igualitaria y justa. Por último, en la década de 1910, prosperó una corriente
denominada “sindicalista”.

Los “sindicalistas” no creían en las reformas políticas ni en la revolución


social. La lucha para ellos debía limitarse al pedido de mejoras salariales y de
condiciones laborales de los trabajadores organizados en sindicatos. Eran los
sindicatos los que negociarían con los patrones, utilizando la huelga como
forma de protesta.

Además de la represión directa, la principal respuesta de la élite a las


crecientes protestas obreras fue la sanción de leyes represivas. Hacia 1900, el
clima de huelga se había extendido en los frigoríficos, los talleres metalúrgicos
y ferroviarios, así como en algunas estancias. El presidente Julio A. Roca
declaró el estado de sitio y promulgó la ley 4144, denominada “Ley de
Residencia”, que expulsaba a todo extranjero que formara parte de una
organización obrera o de una huelga. Asimismo, el gobierno prohibió la
circulación del diario La Protesta (anarquista) y La Vanguardia (socialista), y
expulsó del país a muchos dirigentes, a la vez que encarceló a indígenas que
adhirieron a la lucha.

En 1910, durante los festejos del centenario de la Revolución de Mayo, la


Federación Obrera Regional Argentina organizó una protesta para mostrar que,
a cien años de la Revolución de Mayo, los sectores populares seguían siendo
oprimidos. El presidente José Figueroa Alcorta promulgó entonces la Ley de
Defensa Social que limitaba la actividad sindical y castigaba cualquier acto de
lucha obrera, fuese de indígenas o de inmigrantes, con la pena de prisión.

ACTIVIDAD:

Lea los apartados ¿Gobierno de todos o de pocos?: La república conservadora


(1880-1916) y La “generación del 80” y responda:

a- ¿Por qué se afirma que el régimen político de este período era


oligárquico?
b- b. ¿Quiénes, qué grupos monopolizaron el acceso al Estado y a los
gobiernos en esta etapa?
c- c. ¿Cuál era el principal mecanismo utilizado para asegurar la exclusión
de amplios sectores de la población? Explique y ejemplifique.
d- d. ¿Cuáles eran los valores, las ideas, las doctrinas, compartidos por los
miembros de este selecto grupo dirigente? ¿Cuáles eran sus modelos a
imitar? Relacione su respuesta con el aliento brindado por este grupo a
la inmigración europea y su desprecio hacia lo autóctono.

TEMA 12: LA PROTESTA LLEGA A LOS SECTORES MEDIOS. LA


DEMOCRATIZACIÓN DEL “RÉGIMEN”
No sólo los sectores populares se movilizaron y lucharon contra un
régimen que favorecía a los más poderosos. Desde la década de 1890, pero
particularmente en los inicios del siglo XX, crecientes sectores de clase media
alzaron su voz crítica contra el fraude y la violación a la Constitución.

En 1891 se formó la Unión Cívica Radical (UCR) liderada por Leandro N.


Alem y, desde 1896, por su sobrino Hipólito Yrigoyen. El nuevo partido criticaba
fuertemente las prácticas políticas del Partido Autonomista Nacional. Sostenía
la consigna de “abstención electoral e intransigencia revolucionaria” como
forma de terminar con el monopolio del poder ejercido por la oligarquía. La
UCR exigía la vigencia de la Constitución, elecciones limpias y honestidad en la
gestión pública.

Aunque surgido de un desprendimiento de las elites gobernantes, el


partido radical fue el primero en agrupar masivamente a amplios sectores de
las clases medias y a algunos trabajadores especializados. Además de
participar en la “Revolución de 1890”, el partido intentó en otras dos ocasiones
(1893 y 1905), tomar el poder por la vía revolucionaria, a través de alzamientos
armados.

En 1896, el médico y escritor Juan Bautista Justo fundó el Partido


Socialista. Si bien el nuevo partido se definía como un partido de los
trabajadores, la mayoría de sus miembros eran abogados, escritores, médicos
y trabajadores especializados. El partido planteó una lucha parlamentaria
contra el régimen oligárquico y reclamó, entre otras cuestiones, el
establecimiento de impuestos a la renta, la responsabilidad patronal frente a los
accidentes de trabajo, la jornada laboral de ocho horas y el reconocimiento de
igual remuneración a igual trabajo para varones y mujeres; demandó también la
instrucción laica y obligatoria hasta los catorce años. Liderado por Alicia
Moreau, esposa de Juan B. Justo, el partido llevó adelante una firme lucha por
la sanción de una ley de voto femenino.

En 1914, en Santa Fe, diversos partidos provinciales se unieron para


formar el Partido Demócrata Progresista, liderado por Lisandro de la Torre. De
orientación progresista y sensibilidad social, este partido también luchó
fervientemente contra el régimen conservador.

Como consecuencia de las resistencias de los trabajadores y de los


crecientes cuestionamientos de los sectores medios, dentro de la élite nucleada
en el Partido Autonomista Nacional crecieron las discusiones acerca del
camino a seguir. Un sector, liderado por Julio A. Roca, seguía sosteniendo la
voluntad de conservar el poder a toda costa con la utilización de los
mecanismos fraudulentos. Otros, representados por Carlos Pellegrini, José
Figueroa Alcorta y Roque Sáenz Peña, proponían en cambio una reforma
política que frenara el descontento generalizado. La situación de protesta social
era evidentemente preocupante. Si la élite gobernante quería conservar sus
privilegios, era cada vez más claro que debían escucharse los reclamos de
democratización del régimen político, planteados por los radicales y otros
partidos políticos opositores.

En 1912, el presidente Roque Sáenz Peña impulsó la sanción de la Ley


General de Elecciones que establecía el voto secreto, individual y obligatorio
para todos los ciudadanos varones mayores de edad. El objetivo era dar
legitimidad al sistema político para salvarlo de su destrucción. De esta forma, la
élite intentaba “limpiar” su imagen y hacer desaparecer los intentos
desestabilizadores de los radicales y de otros grupos cuestionadores.

Contra lo esperado por los miembros de la élite gobernante, en las


elecciones presidenciales de 1916 ganó por primera vez un partido que no era
el Autonomista Nacional. Asumió entonces la presidencia el radical Hipólito
Yrigoyen. Era el final de una etapa y el comienzo de otra, que se anunciaba
más plural y democrática.

TEMA 13: LEY SAENZ PEÑA

El 10 de febrero de 1912 se sancionó la ley nacional de Elecciones N°


8.871, conocida como "Ley Sáenz Peña", que desechó el voto calificado y
estableció el sufragio a universal, secreto y obligatorio y el sistema de lista
incompleta, con lo que se dio representación legislativa a la minoría. Si bien la
ley no era tan universal, porque seguía siendo exclusiva para nativos
argentinos y naturales masculinos y mayores de 18 años, su mérito fue poner
fin al fraude y al soborno. Y es que antes de la ley Sáenz Peña, los días de
elecciones, los gobernantes de turno hacían valer las libretas de los muertos,
compraban votos, quemaban urnas y falsificaban padrones. En cuanto a las
mujeres, éstas debieron esperar 39 años hasta la sanción de la ley 14.032, de
junio de 1951 de la mano de Eva Perón. Recién entonces, con la vigencia del
sufragio femenino se comenzó a equilibrar la balanza.
La primera aplicación de la ley Sáenz Peña fue en abril de 1912 en Santa
Fe y Buenos Aires y luego permitió que accediera al poder en 1916, el
candidato por la Unión Cívica Radical, Hipólito Irigoyen. La aprobación de esta
ley fue un avance hacia la democracia participativa en la Argentina y la
posibilidad de expresión de las fuerzas opositoras. Al presentar el proyecto
ante el congreso, Roque Sáenz Peña afirmó: "En éste momento decisivo y
único vamos jugando el presente y el porvenir de las instituciones. Hemos
llegado a una etapa en que el camino se bifurca con rumbos definitivos. O
habremos de declararnos incapaces de perfeccionar el régimen democrático
que radica todo entero en el sufragio o hacemos otra Argentina, resolviendo el
problema de nuestros días, a despecho de intereses transitorios que hoy
significaron la arbitrariedad sin término ni futura solución".
Los objetivos de la ley están contemplados en la Declaración Universal de
los Derechos Humanos (1948), según reconoce el artículo 21: "La voluntad del
pueblo es la base de la autoridad del poder público que se expresará mediante
elecciones auténticas a celebrarse periódicamente, por sufragio universal e
igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la
libertad del voto". Por su parte, el artículo 25 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (1966) establece que "todos los ciudadanos
gozarán sin restricciones indebidas del derecho y oportunidad a votar y ser
elegidos en elecciones periódicas, auténticas, realizadas por sufragio universal
e igual y por voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los
electores".

TEMA 14: LA UNION CIVICA RADFICAL EN EL GOBIERNO: PRESIDENCIA


DE IRIGOYEN

EL RADICALISMO EN EL GOBIERNO: INCLUSIÓN POLÍTICA Y


AMPLIACIÓN DE LA DEMOCRACIA

Hacia fines del siglo XIX surgió un nuevo partido político, la Unión Cívica
Radical, que conducido por Leandro N. Alem primero y luego por Hipólito
Yrigoyen intentó deponer a estos gobiernos fraudulentos por medio de las
armas. Los intentos revolucionarios fracasaron, pero la presión de los partidos
opositores consiguió que finalmente en 1912 se sancionara la llamada Ley
Sáenz Peña, que promulgó el voto masculino, secreto y obligatorio para
ciudadanos nativos y naturalizados desde los 18 años.

Al impedir el fraude en los procesos electorales nacionales y garantizar la


participación de los sectores sociales excluidos en la etapa anterior, se
promovió un proceso inédito de inclusión política que permitió la ampliación de
la democracia y del ejercicio de la ciudadanía.

Durante las presidencias radicales que se sucedieron entre 1916 y 1930


se llevaron adelante una serie de reformas moderadas que, aún cuando
mantuvieron muchos de los lineamientos políticos, económicos y sociales de la
etapa anterior, generaron una fuerte oposición de los sectores conservadores
que siguieron controlando importantes espacios de poder.

Los gobiernos radicales continuaron con el modelo agroexportador, que


se vio sumamente afectado por la Primera Guerra Mundial. Esta situación tuvo
un impacto negativo sobre la economía argentina y sobre los niveles de empleo
y condiciones de vida de los sectores populares. Especialmente durante la
primera presidencia Yrigoyen (1916- 1922), se sucedieron huelgas y conflictos
con el movimiento obrero, algunos de ellos de gran intensidad y con dramáticas
consecuencias. Durante el gobierno de Alvear (1922- 1928) disminuyó la
conflictividad social, pero la UCR atravesó una crisis política que culminó con la
división del partido.

Pese a que Yrigoyen obtuvo un triunfo contundente en las elecciones de


1928, el derrumbe de la bolsa de valores de Wall Street en 1929 rápidamente
afectó a la vida política, económica y social de nuestro país, y contribuyó de
manera decisiva al primer golpe de Estado cívico-militar que en 1930 derrocó al
presidente constitucional.

LA PRIMERA PRESIDENCIA DE YRIGOYEN (1916-1922)

Hipólito Yrigoyen fue electo presidente gracias al apoyo de los sectores


medios, de gran parte de los sectores populares urbanos de la Capital Federal
y del interior del país, y de un grupo reformista de la elite conservadora.

Su programa político no incluía grandes cambios ni políticas


revolucionarias, sino terminar con la corrupción en la administración y distribuir
de modo más equitativo la riqueza proveniente del modelo agroexportador.

Pero como se ha señalado, aún cuando el radicalismo proponía medidas


“reparadoras”, debió enfrentar la resistencia de la mayor parte de las provincias
– que continuaban en manos de las fuerzas conservadoras- y de un Congreso
mayoritariamente opositor. Muchos de los proyectos de ley presentados por el
Poder Ejecutivo “morían” en la Cámara de Senadores, una verdadera “muralla”
que protegía los intereses políticos y económicos de la elite que había
gobernado hasta 1916. Así sucedió con proyectos sobre el fomento de la
colonización rural, la creación de una marina mercante, la nacionalización del
petróleo, o el llamado “Código de Trabajo de 1921”.

Para contrarrestar esta oposición, Yrigoyen recurrió a los decretos


presidenciales y también de manera frecuente a las intervenciones federales,
atribución constitucional del gobierno nacional que le permitía hacerse cargo
total o parcialmente de un gobierno provincial. El presidente sostenía que estas
intervenciones afianzaban los principios democráticos, removiendo los
gobiernos provinciales que se habían constituido por medio del fraude. Pero, al
mismo tiempo, perseguían el objetivo de eliminar de la escena política nacional
a la fuerte oposición conservadora.

LA ECONOMÍA ARGENTINA Y LOS EFECTOS DE LA GRAN GUERRA

Aun cuando Yrigoyen mantuvo los lineamientos generales del modelo


agroexportador, la Primera Guerra Mundial tuvo consecuencias negativas para
la economía argentina.

La Primera Guerra Mundial provocó una fuerte disminución del volumen


del comercio internacional, y la economía argentina se vio afectada por la
reducción de exportaciones e importaciones.
En esos años, las exportaciones se redujeron por la guerra submarina y la
falta de una marina mercante para transportar la producción nacional a Europa.
Al mismo tiempo, 4 se modificaron las características de los productos
exportados. La demanda de cereales y carnes de calidad fue reemplazada por
la de carnes congeladas y cereales de segunda calidad, de menor precio, para
el abastecimiento de los ejércitos.

Por otra parte, los productos manufacturados importados escaseaban


(desde botones y jabón, hasta repuestos y maquinarias) por las dificultades
para el transporte y por necesidad de las industrias europeas de abocarse a la
industria bélica. También disminuyó la llegada de capitales e inversiones, lo
que paralizó numerosas actividades que dependían de esos recursos.

La falta de artículos importados estimuló el desarrollo de una industria


nacional destinada a cubrir las necesidades de productos básicos: industrias
alimenticias, textiles y, en menor medida, metalúrgicas. El gobierno apoyó al
sector, pero su crecimiento estuvo siempre limitado por la falta de mano de
obra especializada, de maquinarias y de combustibles.

Nacionalismo e intervención Yrigoyen puso de manifiesto su postura


nacionalista al intervenir en sectores vitales de la economía. En el caso de los
ferrocarriles, intentó recuperar el control sobre las concesiones ferroviarias
vencidas, controlar las tarifas y extender el trazado de líneas férreas a zonas
del interior del país que no interesaban a las empresas extranjeras. También,
aunque fue rechazado por el Senado, propuso la creación de una flota
mercante para abaratar los costos de flete de las exportaciones. Una de las
medidas más trascendentes fue la creación por decreto, en 1922, de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Hasta el golpe de 1930, YPF gestionó la
importación de equipo especializado, construyó una refinería y logró triplicar la
producción nacional de petróleo.

LOS CONFLICTOS SOCIALES DURANTE LA PRIMERA PRESIDENCIA DE


YRIGOYEN

Durante los primeros años de su primera presidencia, Yrigoyen promovió


un cambio en la relación del Estado con el movimiento puso en práctica una
política de acercamiento y mediación.

Pero con la crisis económica generada por la Primera Guerra Mundial, los
conflictos sociales se agudizaron y el gobierno reaccionó de manera violenta y
represiva.

LA SEMANA TRÁGICA

Los sucesos conocidos como “La Semana Trágica”, se iniciaron con una
huelga que comenzó en diciembre de 1918 y se extendió hasta enero de 1919
en los talleres metalúrgicos Vasena, ubicados en el barrio porteño de Nueva
Pompeya.

Los obreros solicitaban la reducción de horas de trabajo, aumentos de


jornales y la vigencia del descanso dominical. Ante la firmeza de los
huelguistas, Yrigoyen ordenó la intervención de la policía. La violencia
desplegada llevó a que los sindicatos declararan la huelga general, y el
presidente recurrió al ejército para controlar la situación.

Al ejército y a la policía se sumó la Liga Patriótica, una agrupación


integrada por jóvenes de la clase media y alta que cumplió tareas de vigilancia,
de apoyo a “rompehuelgas”, y de persecución “a la violencia anarquista” y a los
judíos, por 5 considerarlos vinculados “a la peligrosa ideología extranjera”. La
represión fue feroz y, de acuerdo con el periódico socialista La Vanguardia, se
registraron un total de 700 muertos y más de 2000 heridos.

LOS SUCESOS DE LA PATAGONIA

Entre 1920 y 1921 se produjo en Santa Cruz una huelga de peones


rurales que reaccionaron debido a sus pésimas condiciones de vida y de
trabajo. Reclamaban sueldo en dinero en lugar de mercaderías o vales, comida
en buen estado y condiciones dignas de higiene.

La huelga fue encabezada por trabajadores anarquistas y comunistas, lo


que preocupó a los estancieros, a los empresarios extranjeros y al propio
gobierno, que envió al Teniente Coronel Varela para que negociara con los
huelguistas.

Por la falta de acuerdo la huelga se reanudó con más violencia, y fue


entonces cuando Irigoyen le encomendó al ejército “restablecer el orden”, lo
que significó una durísima represión que incluyó fusilamientos masivos y dejó
un saldo de más de mil muertos.

TEMA 15: SEGUNDA PRESIDENCIA DE IRIGOYEN

EL SEGUNDO GOBIERNO DE YRIGOYEN Y EL


GOLPE DE ESTADO DE 1930

En marzo de 1928 se realizaron las elecciones presidenciales en las que


obtuvo una victoria contundente la fórmula del radicalismo: Hipólito Yrigoyen-
Francisco Beiró. Sin embargo, su ventura fue breve. Yrigoyen comenzó a
gobernar en octubre de 1928, 12 años después del inicio de su primera
presidencia, y las circunstancias nacionales e internacionales no eran las
mismas. Su consigna no era ya la “causa reparadora” sino la “estructuración
de una democracia de carácter nacional”, y apareció, así como una amenaza
para determinados intereses. Además, le tocó enfrentarse con la crisis más
grande del sistema capitalista en 1929.
En el plano político, el año 1930 fue muy duro para el radicalismo. Los
efectos de la crisis económica internacional se hicieron sentir en el país.
Cayeron abruptamente las ganancias de las exportaciones y disminuyeron las
reservas de oro. Los saldos de la balanza comercial y la balanza de pagos
eran negativos. El gobierno tuvo que reducir los gastos y, en consecuencia,
los empleos públicos que acostumbraba a otorgar. El desempleo, el ascenso
de los precios y la caída de los ingresos aumentaron, lo que provocó un gran
malestar que se tradujo, entre otras cosas, en huelgas. El gobierno comenzó a
perder apoyo político. Estos cuestionamientos se concretaron en el golpe de
estado de 1930 que fue ejecutado por un grupo de militares y civiles
encabezados por el teniente general José Félix Uriburu, quien estableció una
dictadura.
Un golpe de estado es un movimiento de fuerza que depone las
autoridades que había para reemplazarla por otras. Cuando el cambio de
gobierno se produce simplemente a fin de reemplazar los gobernantes, sin
buscar transformaciones, o para beneficiar a una oligarquía, se habla de un
golpe de estado.
Los golpes de Estado se caracterizan por ser:

 Violentos y repentinos, a menudo ocasionando muertes y pérdidas


materiales.
 Ilegales e inconstitucionales, ya que no respetan ningún tipo de
normativas legales, sino que actúan por la fuerza.

 Propinados por sectores poderosos de la sociedad: los militares,


la cúpula económica, la clase política, etc.
 El mecanismo predilecto para la instauración de gobiernos de
facto, o sea, dictaduras o autocracias.

Responder:

1) ¿Quién era el presidente de la Argentina hacia 1930 cuando


se produce el golpe de estado?
2) ¿Cuál era el contexto internacional y nacional en ese momento?
3) ¿Qué es un golpe de estado?
4) ¿Cuáles son sus características?
5) ¿Quiénes toman el poder hacia 1930?

ACTIVIDAD 2:

1) Ver el video Derrocamiento de H. Irigoyen _ Escenas de la historia


de un país Golpe de Estado de 1930. En el siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=9BLoKinXm8U. Y
RESPONDER:
2) Explicar ¿cómo logró acceder Hipólito Irigoyen al poder?
3) ¿Cuáles son los grupos opositores que querían destituir a
Irigoyen del poder, cuáles eran sus fundamentos?
4) ¿Cuál era la única vía para desalojarlo del poder y por qué?
5) Explicar ¿por qué se considera que el golpe de estado de 1930
marca el quiebre del orden constitucional a lo largo de la vida
política Argentina?

TEMA 16: PRESIDENCIA DE MARCELO TORCUATO DE ALVEAR

EL GOBIERNO DE MARCELO T. DE ALVEAR (1922-1928)

En 1922 al final de la Presidencia de Irigoyen se convocan a elecciones


presidenciales y la Unión Cívica Radical, UCR, propuso como candidato a
Marcelo de Alvear

Los comicios se realizaron el 2 de abril de 1922. Marcelo T. de Alvear, por


la UCR, obtuvo el triunfo con 450 000 votos; la Concentración Nacional (alianza
electoral conservadora) obtuvo 200 000 votos; el Partido Socialista obtuvo 75
000 votos; y el Partido Demócrata Progresista obtuvo 75 000 votos.

Marcelo T. de Alvear desarrolló una presidencia marcadamente diferente,


en estilo y contenido a la de Hipólito Yrigoyen.

Durante su mandato, manifestó una clara vocación de diálogo y alianzas


con otras fuerzas políticas, en particular con los socialistas y demócratas
progresistas. La presencia de militantes radicales en el gabinete fue reducida y
los ministros y secretarios gozaron de mayor autonomía.

La decisión más destacada del gobierno radical, durante la presidencia de


Marcelo T. de Alvear, fue la creación el 19 de octubre de 1922, de la empresa
estatal petrolera Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), que en el futuro sería
la más grande del país y llegaría a emplear 50 000 trabajadores. Y abrió toda
una línea de políticas económicas nacionalistas y anti-monopolio. Desde
entonces el radicalismo haría de YPF una bandera ideológica.

Actividades:

1i)- ¿Cuándo llega a la presidencia Alvear?

2)- Nombra los partidos políticos que se presentaron en la elección de ese año.

3)- ¿Qué actitud diferente demostró tener en su gobierno a diferencia de


Irigoyen?
4)- ¿Cuál fue la importancia que tuvo la creación de YPF para el país?

TEMA: 17 EL GOLPE DE ESTADO DE 1930 Y LA DÉCADA INFAME (1930-


1943)

1)- La crisis económica de 1929 y el primer Golpe de Estado en Argentina

En 1930, el presidente Hipólito Yrigoyen fue derrocado por las fuerzas


armadas que estaban al mando del general José Felix Uriburu. Antes del Golpe
de Estado, el descontento de la sociedad civil, la emergencia de los
nacionalismos europeos y la crisis económica mundial confluyeron
conjuntamente en detrimento de la figura presidencial. En otras palabras, los
problemas económicos y sociales que había provocado la Crisis Económica
Mundial, cuyo epicentro fue en Estados Unidos, generaron un malestar social
que fue capitalizado por los sectores que se oponían a las prácticas políticas
llevadas adelante por Yrigoyen.

En este contexto, Yrigoyen fue acusado sistemáticamente de haber


utilizado al Estado para ejercer “política criolla” o “caudillismo político”; es decir,
fue acusado de intercambiar favores políticos, puestos de trabajo en la
administración pública, con el objetivo de obtener votos a su favor. De este
modo, el contexto internacional y el nacional propiciaron un clima social que
posibilitó el Golpe de Estado contra el presidente Yrigoyen.

¿Qué es un Golpe de Estado? Es una acción violenta y rápida con el


objetivo de derrocar a un gobierno democrático. Constituye una violación de la
legalidad, ya que no respeta las normas legales de sucesión del poder. Es
posible distinguir entre dos grandes Golpes de Estado: el golpe institucional,
aquel en el cual la toma del poder es ejecutada por integrantes del propio
gobierno, y el golpe militar, concretado por las fuerzas armadas. En la
Argentina, la mayoría de los golpes de Estado han sido cívicos-militares, ya
que participaron tanto las Fuerzas Armadas como diferentes actores
económicos y políticos.

Así las cosas, un golpe de Estado iniciaba la llamada “Década Infame”; un


periodo que comenzó en 1930 y se extendió hasta 1943. En un principio, los
grupos que llevaron a cabo el golpe de Estado se dividieron en dos: los
nacionalistas de tendencia corporativa, encabezados por el general José Felix
Uriburu; y los conservadores liberales, dirigidos por el general Agustín P. Justo.
Mientras que los nacionalistas proponían la instauración de un régimen
corporativo como el que el fascismo italiano había logrado imponer en su país,
los liberales conservadores proponían restaurar el régimen previo a la llegada
del radicalismo al poder.
La segunda propuesta fue la que tuvo más consenso entre los sectores
golpistas. A grandes rasgos, la idea era restaurar el régimen oligárquico-
conservador que la sanción de la Ley Sáenz Peña de 1912 había logrado
desarticular definitivamente a partir de 1916. Atento a lo anterior, entre los
historiadores existe una controversia respecto de los conceptos que definirían
el período político que comienza en 1930 y finaliza en 1943. Algunos sostienen
que se trata de una restauración oligárquica a secas; es decir, los Agustín P.
Justo sectores que habían sido desplazados del poder en 1916 regresaban
para continuar gobernado y reinstaurar las viejas prácticas. Otros sugieren, en
cambio, que se trataría de una reorganización oligárquica porque los sectores
desplazados regresaban al poder en una sociedad que había cambiado
profundamente y, por tanto, requerían implementar nuevas estrategias que
garantizaran su continuidad en el poder.

Los gobiernos de Agustín Justo (1932- 1938), Roberto Ortiz (1938-1942) y


Ramón Castillo (1942-1943) se caracterizaban por la implementación del
“fraude patriótico”, realizando un conjunto de medidas que les garantizaban las
victorias electorales bajo el lema de “salvemos la patria”. Asimismo, estos
gobiernos se caracterizaron por hechos de corrupción en las que compañías
extranjeras (inglesas y norteamericanas) sobornaron a funcionarios del poder
ejecutivo para obtener ventajas comerciales y mayores ganancias. En
consecuencia, para sostener estas medidas ejercieron violencia y represión
contra los comunistas, los radicales yrigoyenistas y los trabajadores que
intentaban sindicalizarse. En esta época fue común la “detención arbitraria”. A
modo de ejemplo, los “descamisados” a los que aludiría Eva Duarte de Perón
en la década siguiente, recordarían las detenciones que recaían sobre los
obreros que no llevaban camisa (una vestimenta de lujo en esos años) en las
zonas donde vivían los sectores más ricos de la población. Cabe subrayar que
la tortura en las cáceles y comisarías se generalizó, y que las libertades
constitucionales aunque estaban formalmente en vigencia en la práctica no
podían ser ejercidas libremente.

Durante estos años, surgieron dos actores sociales que incidirían


recurrentemente en el periodo. Por un lado, el Ejército que se presentaba como
la única institución que podía garantizar el orden social y la Iglesia Católica que
impulsó proyectos antilaicistas (En Santa Fe lograron la obligatoriedad de la
enseñanza religiosa en las escuelas públicas).

En 1943, un grupo de militares agrupados en el Grupo de Oficiales Unidos


derrocó al presidente Ramón Castillo e instauró un gobierno militar (1943-
1946).

LA SITUACIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

Desde 1930, la Unión Cívica Radical no participó de los comicios porque


consideraba que frente al fraude electoral no estaban dadas las garantías de la
“verdad del voto” y otorgaban legitimidad al gobierno que recurría al fraude
electoral. A partir de 1935, algunos sectores de la Unión Cívica Radical
propusieron volver a participar de los comicios. Esta decisión provocó la
división del partido, dando origen al grupo FORJA.

Durante la abstención radical, el Partido Socialista dirigido por Alfredo


Palacios y Nicolás Repetto se constituyó como una de las principales fuerzas
opositoras que enfrentaron a los conservadores dentro del Congreso. Aunque
se lo criticaba porque legitimaba al régimen fraudulento, el Partido Socialista
con sus denuncias y sus numerosas propuestas de reforma social
constituyeron una notable oposición.

Otra fuerza política fue el Partido Demócrata Progresista. Al igual que los
socialistas incrementó su caudal electoral. En 1934, Lisandro de la Torre, líder
del partido, llevó adelante una investigación sobre los ilícitos que realizaban los
frigoríficos ingleses con ayuda del gobierno.

El Partido Comunista fue declarado ilegal por los gobiernos, y sus militantes
fueron perseguidos y encarcelados.

ACTIVIDADES:

1) Después de ver el vídeo “Capítulo 07: La década infame (1930-1943) - Ver


La Historia”, responda la siguiente pregunta: ¿Por qué Felipe Pigna sugiere
que en el período existe una Democracia de Ficción?
2) Lea la bibliografía propuesta y elabore un texto, respondiendo las siguientes
preguntas ¿Qué es un Golpe de Estado? ¿Cuáles fueron los
sectores/grupos que consumaron el Golpe de Estado y por qué después se
dividieron? ¿Cuáles fueron las características de los gobiernos de la
Década Infame? ¿Qué nuevos actores aparecieron en la vida política
argentina? Según lo que Ud. entendió ¿el período puede caracterizarse
como una restauración oligárquica o como una reorganización oligárquica?
3) Explique cuál era la situación de los partidos políticos que no gobernaban.

TEMA 18: REORGANIZACION OLIGARQUICA Y EL FRAUDE PATRIOTICO

REORGANIZACION OLIGARQUICA Y EL FRAUDE PATRIOTICO

El primer gobierno surgido de un golpe militar en la Argentina,


encabezado por el general Uriburu en 1930, no logro mantenerse en el poder
por mucho mas de un año. Su proyecto de organización corporativista de la
sociedad, inspirado en el fascismo europeo, no fue apoyado por los grupos
liberales-conservadores. Estos prefirieron intentarla reconstrucción de la
tradicional Republica Oligárquica. Pero los cambios en la conformación de la
sociedad y en el régimen político que habían tenido lugar a partir de 1916,
impedían suprimir completamente las instituciones democráticas. En 1931
impulsaron la convocatoria a elecciones generales en todo el país pero, para
asegurarse el control de la situación y evitar que el radicalismo volviera a
triunfar, impusieron hasta 1943 la práctica sistemática del fraude electoral y la
persecución a los opositores. Los conservadores lo llamaron el fraude
patriótico, porque entendían que el objetivo de salvar a la patria justificaba el
uso de métodos ilegales. Al mismo tiempo mantuvieron las instituciones
políticas de la democracia liberal y convocaron a elecciones regularmente.

TEMA19: CONOCIMIENTO DE LAS CARACTERISTICAS DEL ESTADO DE


BIENESTAR EN EL MUNDO Y SU EXPRESION EN ARGENTINA

ESTADO DE BIENESTAR 1945-1975

Contexto internacional que propició la configuración del Estado de


Bienestar

En los países occidentales el Capitalismo ingresa a su fase monopólica, lo


que implica un cambio en su modo de acumulación que se expresa de diversos
modos, y en algunos países con una fuerte recesión (caída de la bolsa de Wall
Street en 1929, en Norteamérica) que exige la intervención del Estado en los
aspectos económicos, función negada desde el Liberalismo pero que debe
permitir, para la sobrevivencia del propio mercado.

Esta situación plantea una nueva forma de entender la relación


Estadomercado-sociedad, considerando que el eje para mantener la
producción y la fortaleza del sistema es propiciar el pleno empleo (en síntesis,
si se tiende a que todos tengan empleo, todos podrán consumir y así lograr la
fluidez del mercado).

Esta perspectiva es planteada por el economista y financista inglés John


Keynes (1883-1943), y considera que mediante la intervención estatal se debe
proteger no sólo a los trabajadores sino también a las áreas de la economía
más desfavorables.

Keynes, es quien presenta el programa económico que logra superar la


depresión del ’30.

Por otra parte, las ideas socialistas y comunistas habían dejado de ser
marginales. La Revolución Rusa de octubre de 1917 y la posterior constitución
de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.), materializaba la
posibilidad de un cambio de sistema; situación que era vista por los defensores
del Capitalismo como una verdadera amenaza.

TRANSICIÓN DEL ESTADO LIBERAL A UN ESTADO DE BIENESTAR EN


ARGENTINA

NUESTRO PAÍS A MEDIADOS DEL SIGLO XX

La crisis mundial del ’30 y la salida de la Segunda Guerra mundial


impactan en las economías latinoamericanas.

En nuestro país, particularmente, se define un momento de transición del


modelo agroexportador hacia el modelo de sustitución de importaciones
(producción en el país de lo que se compraba en el exterior).

Esto produce un cambio en la estructura social tradicional, que en breves


líneas se puede identificar de la siguiente manera:

Respecto a los sectores dominantes: Junto al sector agro-exportador


aparece en escena un nuevo grupo: Los industriales.

Respecto de los sectores dominados: La industrialización trae como


consecuencia la proletarización de la fuerza de trabajo (el obrero industrial) y
consecuentemente su organización y sindicalización.

Respecto de lo demográfico: Se produce una creciente urbanización y


transformaciones en la composición social. Ya el país cuenta con hijos de
inmigrantes nacidos y socializados en nuestra tierra, y comienzan las
migraciones internas (desplazamiento de población de las provincias del norte
hacia los grandes centros urbanos: Buenos Aires y Rosario en particular).

Políticamente, podemos hablar de un período de inestabilidad que


inaugura lo que luego fue una constante en el país: Los golpes de Estado. (El
primer golpe se produce en el año 1930).

Al interior de la propia clase dominante se da una puja entre el sector


agroexportador (la oligarquía ganadera en particular) y los grupos que
pretenden orientar su producción hacia el mercado interno (los nacientes
industriales),

Por otra parte, emerge la cuestión social como conflicto Capital–Trabajo.

En 1933 se lleva a cabo el Primer Congreso Nacional de Asistencia Social,


impulsado por el gobierno.

En el mismo, se debatieron un amplísimo número de temas y se


encontraban representados las provincias, las instituciones privadas dedicadas
a la acción social y los incipientes organismos estatales. Se conceptualizó a la
acción social del Estado “como cumplimiento de un deber ineludible de las
colectividades civilizadas”.

El giro del Estado hacia esta preocupación, tuvo que ver, además de con
las presiones obreras y las voces de la Iglesia y de los partidos socialistas, con
la necesidad de entrar en consonancia con los modelos de los países
capitalistas.

En síntesis, el interés por “el capital humano” de las clases dominantes,


obedecía a una necesidad material económica: La reproducción de la fuerza de
trabajo.

DESDE LAS CORRIENTES DE PENSAMIENTO VIGENTES...

Ante los conflictos políticos y económicos, era precisa una intervención


con mayor fuerza por parte del Estado para regularlos. Así es como se decide
progresivamente su accionar, ya no sólo vinculado a los problemas sociales,
sino también en todo lo que hace a la regulación de la actividad económica y
financiera.

La concepción de los “derechos sociales” y de “ciudadanía” está presente


en todo el accionar estatal.

EL ESTADO DE BIENESTAR EN LA ARGENTINA (1945-1955)

Hemos expresado que a este modelo de Estado se lo ha denominado de


diferentes maneras y que, según los países, presentó distintas particularidades,
aunque es posible ubicar su emergencia a partir de la década de 1930 y
conceptualizarlo de la siguiente manera:

“...el Estado Benefactor...consiste en un conjunto de instituciones públicas


supuestamente destinadas a elevar la calidad de vida de la fuerza de trabajo o
de la población en su conjunto y a reducir las diferencias sociales ocasionadas
por el funcionamiento del mercado. Ellas operan en el terreno de la distribución
secundaria del ingreso mediante transferencias monetarias directas
(pensiones, prestaciones por desempleo o asignaciones familiares) o indirectas
(subsidio a productos de consumo básico), provisión de bienes (programas de
complementación alimentaria) y prestación de servicios (educación/salud)“
(ISUANI, 1991)

De esta forma, y como proceso altamente complejo, se propone un


sistema de redistribución que -con falencias y limitacionesestructura la
protección, tratando de limitar las desigualdades, sin modificar el sistema
capitalista.
La base es la concertación entre los distintos actores, el crecimiento
económico, la universalidad en las prestaciones de los servicios sociales, y la
regulación estatal de las relaciones sociales.

“Las políticas de protección pueden ser definidas como una expresión de


la relación social específica entre Estado y clases sociales respecto de la
reproducción de las clases dominadas, que se traduce, a la vez, en una
relación de ciudadanía” (FLEURY).

En esta definición aparece la complejidad del sistema de protección


estatal, ya que así como se mantiene la intención disciplinadora, y en particular
como política de interés económico (la reproducción de la fuerza de trabajo), al
otorgarse reconocimientos a los trabajadores en clave de derechos, se sientan
las bases de la construcción del ejercicio de ciudadanía.

La posibilidad del Estado de asumir un rol activo en la protección de los


derechos sociales, era posible a través de las políticas sociales. Políticas éstas
que hasta entonces se venían perfilando, pero no con una definición y una
decisión tales como las que asumen bajo el Estado de Bienestar y que, en
nuestro país, se reflejaron claramente sobre todo a partir del primer gobierno
de Juan Domingo Perón en 1946.

Esto significa que, desde entonces, las políticas sociales incorporan


características particulares:

t Universales: Esto significa que -coherente con la definición de los sujetos


como sujetos de derechos- la protección estatal, vía las políticas sociales,
debían brindar cobertura a todos los ciudadanos.

Centralizadas: Esto quiere decir, planificadas y ejecutadas desde el gobierno


central (nacional) hacia las jurisdicciones provinciales y municipales.

Sectoriales: Por lo tanto pensadas en función de las áreas de intervención


estatal: Salud; Educación; Seguridad social; Deporte; Turismo; etc

De gestión estatal: Las acciones necesarias para su planificación y


ejecución eran llevadas adelante de manera exclusiva por el Estado, con una
mínima, sino nula, participación de las organizaciones no gubernamentales;
pero con una gran articulación con aquellas organizaciones
sindicales/gremiales que aglutinaban al sector trabajador.

Algunos de los ejes centrales que definen en este período la intervención


social desde la protección estatal y que hablan particularmente de la
consolidación de aquella estatalidad iniciada en las primeras décadas del Siglo
XX son:

PROTECCIÓN SOCIAL DEL TRABAJO:


a) Creación de organismos públicos reguladores. Año 1943: Secretaría de
Trabajo y Previsión; año 1944: Tribunales de Trabajo; año 1945: Ministerio de
Trabajo. En esta secuencia se observa cómo va adquiriendo relevancia el tema
del trabajo en la organización estatal, hasta alcanzar el rango máximo de
Ministerio Nacional.

b) Sanción de leyes de trabajo y de organizaciones que amparan el ejercicio


gremial.

c) Sanción de leyes sobre servicios de atención médica y beneficios sociales


relativos a la seguridad social. En las empresas se les obliga a prestar atención
médica gratuita a sus empleados; a brindar medicamentos en forma gratuita o
a bajo costo; a mantener la salubridad laboral; a prestar servicios de comedor;
a otorgar capacitación y cursos de prevención de accidentes de trabajo a los
trabajadores. Aparecen también las obras sociales dependientes de sindicatos,
que además comienzan a tener sus propios servicios de hospitales.

d) Apoyo a investigaciones y eventos científicos sobre salud y trabajo.

Salud:

Hasta 1943 la atención a la salud se encontraba dispersa en el ámbito


público (existían la Asistencia Pública de la ciudad de Buenos Aires, el
Departamento Nacional de Higiene, y la Sociedad de Beneficencia, a cargo de
muchos hospitales).

A diferencia de la etapa anterior, en este momento los problemas


vinculados a la salud ya no lo constituían las epidemias que habían asolado el
país a fines del S.XIX y principios del S.XX, sino las enfermedades endémicas,
particularmente aquellas generadas por la pobreza y las condiciones de vida en
la que se encontraba el mayor porcentaje de la población.

El resultado de esto, sumado a las mediocres condiciones de asistencia


sanitarias, era un desfasaje en relación a la atención de la mayoría de la
población, quedando la misma sin una atención adecuada y oportuna; lo cual
generaba una considerable preocupación en un gobierno que se basaba en los
derechos sociales, al quedar el derecho a la salud en estado de desprotección.

Es así que el Presidente Juan Domingo Perón, dentro de las


modificaciones que implementa en relación a la organización del Estado,
introduce en el Plan Quinquenal en 1946, la sustitución de lo que hasta
entonces se denominaba “Departamento Nacional de Higiene”, por la
“Secretaría de Salud Pública”. En 1949, a partir de la consagración de la nueva
Constitución Nacional, ésta toma el rango de Ministerio de Salud Pública.
Estas modificaciones en las denominaciones de estas dependencias
estatales, implican básicamente modificaciones en la filosofía que sustenta la
atención de la salud:

“El principio inspirador de la Secretaría... fue propender a la formación de


un pueblo fuerte, sano y útil. La filosofía sustentadora de tal principio fue... que
ningún habitante de la Nación puede estar desamparado por el sólo hecho de
carecer de recursos. Se dejó de lado el criterio restrictivo de la caridad como
fundamento de la atención médica para reemplazarlo por el servicio público
irrenunciable del Estado... Se fijó como meta enlazar la Salud Pública en el
contexto amplio del Previsión, Seguridad y Bienestar Social” (BELLORO).

Así como en las demás áreas, en salud se reafirma la idea de que los
hombres, en cuanto que ciudadanos, tienen el derecho de recibir la atención
sanitaria adecuada; y compete al Estado garantizarles el ejercicio de dicho
derecho. Además, se modifica la idea restrictiva de la Salud Pública al valor
negativo de enfermedad.

El resultado de la política sanitaria impulsada por Carrillo pudo


evidenciarse en la disminución de la mortalidad infantil en un 50%, la creación
de hospitales y centros de investigación, la erradicación de enfermedades
endémicas como el paludismo, el control de la sífilis y enfermedades venéreas,
así como la disminución de la tuberculosis.

Previsión social:

En 1944 se crea el Instituto Nacional de Previsión Social,


universalizándose el sistema jubilatorio, con una concepción de integralidad por
la cual se incorporaban otros servicios como complementarios a la jubilación.

Asistencia Social:

En 1948, se crea La Dirección Nacional de Asistencia Social, dependiente


del Ministerio de Trabajo y Previsión, con el objetivo de “ejercitar el amparo por
parte del Estado en todo el territorio de la nación hacia las personas que por
causas fortuitas o accidentales se vean privadas de los medios indispensables
para la vida”.

El golpe de Estado de 1955 suspende ciertos derechos de los


trabajadores y deroga la Constitución de 1949 (vuelve a estar en vigencia la de
1853, aunque debe incorporar el artículo 14 bis, donde se contemplan
conquistas adquiridas durante el período anterior, dada la fuerza con que las
mismas habían sido asumidas por la población).

LA FUNDACIÓN “EVA PERÓN”


Se puede considerar a la Fundación “Eva Perón” como un dispositivo
particular que se despliega en el marco del Estado de protección argentino.

Esta Fundación dirige centralmente sus acciones hacia los niños, las
mujeres y los ancianos, a aquellos sectores que por alguna razón no tienen
acceso a relaciones salariales formales, o cuyo acceso era demasiado
fragmentario para permitir la protección del sistema.

La Fundación se ubica como un organismo privado con carácter público,


aunque en realidad tuvo un marcado carácter para-estatal. Este carácter para-
estatal, se expresa no sólo en la dependencia salarial de sus empleados y
técnicos a los diferentes ministerios públicos, sino además por la asunción de
funciones sociales propias del Estado que éste le delegaba, tales como la
administración del sistema de pensiones y el Instituto Nacional de
Remuneraciones, que realizaba un 3% de retenciones sobre los salarios
dirigidos al fomento del turismo social.

La Fundación se ubica como un organismo privado con carácter público,


aunque en realidad tuvo un marcado carácter para-estatal. Este carácter para-
estatal, se expresa no sólo en la dependencia salarial de sus empleados y
técnicos a los diferentes ministerios públicos, sino además por la asunción de
funciones sociales propias del Estado que éste le delegaba, tales como la
administración del sistema de pensiones y el Instituto Nacional de
Remuneraciones, que realizaba un 3% de retenciones sobre los salarios
dirigidos al fomento del turismo social.

TEMA 20: GOBIERNOS PERONISTAS: EL ASCENSO DE PERON AL


PODER

LAS PRESIDENCIAS PERONISTAS

Durante más de una década (1943-1955) la figura de Juan Domingo


Perón dominó la escena política argentina. Eran años de grandes cambios y
profundas transformaciones. El gobierno peronista logró la inclusión de la clase
trabajadora a la vida política nacional y la formación de una verdadera
identidad obrera.

Sin embargo, su manera de manejar las cuestiones políticas y


económicas le valieron muchos opositores y enemigos. Su figura y la de su
esposa María Eva Duarte de Perón generaron los más extremos sentimientos:
idolatría por una parte y rechazo visceral por la otra.

A través del estudio de este período, tan importante de la historia


argentina, podrás elaborar tus propias conclusiones.
Como podrás observar, el período 1943-1946 fue de preparación para la
llegada de Perón a la presidencia. Con su triunfo, en 1946, termina el gobierno
de facto y se inicia la primera presidencia de Perón que se extendió hasta
1951.

Para pensar… ¿Cuántos cargos tuvo Perón hasta 1945? ¿Cuál te parece
que fue el espacio político, que le permitió conectarse con el sector obrero? En
la actualidad, ¿existe una Secretaría de Trabajo o tiene el rango de Ministerio?

El Golpe de 1943 puso fin al gobierno de Ramón Castillo. Los autores del
golpe planteaban que su objetivo era terminar con el fraude y la corrupción
imperante a lo largo de la década del 30´.

El nuevo gobierno, del General Ramírez, limitó los derechos


constitucionales. Avanzó interviniendo los sindicatos, las universidades,
persiguió y detuvo a dirigentes políticos y proscribió al partido Comunista.
Impuso la censura, clausuró el Congreso y disolvió los partidos políticos.

En enero de 1944, Ramírez frente a la presión norteamericana, rompió


relaciones con el eje. Esta decisión generó descontento en algunos sectores
militares del GOU y Ramírez fue reemplazado por el General Farrell, en febrero
de 1944. Volvé a la primera hoja para ver la línea de tiempo.

El Coronel Juan Domingo Perón que participó del golpe fue ocupando
diferentes cargos, Ministro de Guerra, Secretario de Trabajo y Vicepresidente,
concentrando todo ese poder en su persona.

Desde la Secretaría de Trabajo llevó adelante una importante labor en el


plano de la legislación laboral.

Mencionamos entre otras:

 indemnizaciones por despido, vacaciones pagas,


 se reglamentó la jornada de 8 horas y
 se sancionó un estatuto que protegía los derechos de los trabajadores
rurales: “El estatuto del peón de campo”.

Perón planteaba la necesidad de integrar al obrero al sistema y alejarlo de


la influencia de los sindicatos de izquierda revolucionaria. Ansiaba el desarrollo
de una política que permitiera una alianza de clases. Esto llevaría al aumento
del consumo y al desarrollo del mercado interno.

Era innegable que, a medida que el poder y la popularidad de Perón


crecían, las presiones de la oposición se hacían más fuertes. Las
corporaciones patronales, así como algunos sectores de las Fuerza Armadas,
veían con preocupación el ascenso de Perón. El gobierno militar preocupado
por los diversos cuestionamientos recibidos, decidió arrestar y encarcelar a
Perón en la isla Martín García.

Los sindicatos comenzaron a movilizarse y a convocar a los obreros a la


Plaza de Mayo para pedir la liberación de Perón. La marcha estaba convocada
para el día 18 de octubre pero los sucesos se precipitaron y el 17 de octubre de
1945 una multitud llegó hasta la plaza reclamando la presencia de Perón.

El gobierno cedió a las presiones y Perón fue trasladado a la capital y,


desde allí, a la Casa de Gobierno. Se dirigió, desde los balcones de la Casa
Rosada, a los trabajadores que lo esperaban y aclamaban. Unos días más
tarde, el gobierno militar, anunciaba el llamado a elecciones para el 24 de
febrero de 1946.

Actividad 1 A partir de lo leído responde a las siguientes preguntas:

a) ¿Qué cargos ocupó Perón entre 1943 y 1945?


b) ¿Cuál de todos le permitió una mayor conexión con el sector obrero?
c) ¿Por qué reconocen los peronistas al 17 de octubre como el día de la
lealtad?
d) Menciona una de las medidas que estableció Perón desde la Secretaría
de Trabajo y explica por qué te parece importante.

PRIMER GOBIERNO PERONISTA (1946-1951)

La preparación para las elecciones dividió a la sociedad argentina. Los


sindicatos crearon el Partido Laborista, que tuvo el apoyo de parte de las
Fuerzas Armadas y de la Iglesia. Postularon a Perón como candidato a
presidente.

Por otra parte, los opositores como la Sociedad Rural, la Unión Industrial,
la Bolsa de Comercio y hasta la Embajada de los Estados Unidos encabezaron
la Unión Democrática que postulaban a los radicales José Tamborini y Enrique
Mosca.

“La campaña llegó a su culminación dos semanas antes de los comicios,


cuando los Estados Unidos dieron a publicidad el “Libro Azul” sobre la
Argentina. El documento acusaba a Perón y a sus allegados de colaborar con
el nazismo, (...). Perón sacó provecho del ataque al presentar los comicios
como una opción entre él o Braden, el ex embajador (...) a quien se debía la
publicación del libro”. Bailly, Samuel. Movimiento obrero, nacionalismo y
política en la Argentina. Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.

El Partido Laborista de Perón se impuso en las elecciones de 1946.


Obtuvieron mayoría en el Senado y en todas las gobernaciones provinciales y
ocuparon los 2/3 de la Cámara de Diputados. Perón se propuso concretar tres
grandes objetivos a partir del inicio de su mandato: Independencia Económica,
Soberanía política y Justicia Social.

Es importante recordar, que el mundo estaba dividido al finalizar la


segunda guerra mundial (1945), en dos grandes bloques. Era el período de la
Guerra Fría, en el que los Estados Unidos y la Unión Soviética se enfrentaban
en forma indirecta a través de conflictos o guerras periféricas.

Frente al contexto de la Guerra Fría, Perón establece entonces, su


Tercera Posición, “Ni Yanquis ni Marxistas, peronistas”, en la que instaura un
claro distanciamiento de la política bipolar que dividía al mundo.

Para lograr la soberanía política se debía promover la independencia


económica. A su vez, el estado en forma novedosa, ligaría la economía a los
aspectos sociales. Se intentaba impulsar el desarrollo de la economía
generando, a su vez, el bienestar social.

Las ideas centrales del pensamiento peronista, doctrina a la que Perón


llamó justicialista, se presentaba como una alternativa ante los dos grandes
sistemas políticos e ideológicos existentes, el capitalista, liderado por los
Estados Unidos y el comunista, encabezado por la Unión Soviética.

Actividad 2 Leé atentamente el siguiente texto y respondé a las preguntas:

LA TERCERA POSICIÓN

“En el orden político, la Tercera Posición implica la soberanía de las


naciones al servicio de la humanidad en un sistema cooperativo de gobierno
mundial. En el orden económico, la Tercera Posición es el abandono de la
economía libre y de la economía dirigida por un sistema de economía social al
que se llega poniendo el capital al servicio de la economía. En el orden social,
la Tercera Posición entre el individualismo y el colectivismo es la adopción de
un sistema intermedio cuyo instrumento básico es la justicia social. Esta es
nuestra Tercera Posición, que ofrecemos al mundo como una solución para la
paz”.

Mensaje del Presidente Perón al inaugurar las sesiones del Congreso Nacional,
1° de Mayo de 1950.

a) ¿Por qué Perón habla de una Tercera Posición? Relaciona con la


situación mundial.
b) ¿Qué significa, según Perón, la Tercera Posición en cada uno de los
planos: económico, social y político?

SIGAMOS CON LA OBRA DE GOBIERNO…


Fue muy activa su política en materia de salud, asimismo se organizaron
las obras sociales basadas en los aportes de los trabajadores, los patrones y el
Estado, bajo control sindical. También se extendió el sistema de jubilaciones.

Eva Perón desempeñó un papel muy importante a través de la Fundación


Eva Perón. Desde allí se hizo cargo de la ayuda social a los humildes.

Otro avance importante, en materia social, fue la implementación de las


vacaciones anuales pagas y el desarrollo de la hotelería gremial y el turismo
social. Estos avances permitieron a muchas familias acceder a las vacaciones
en las playas o en la sierra. En la temporada de verano de 1940, Mar del Plata
recibió 380.000 turistas y en la de 1955, llegaron 1.400.000.

Perón intentó mantener el apoyo de las Fuerzas Armadas, presentándose


como un hombre del ejército y satisfaciendo sus demandas profesionales.
Crecieron los cargos en los rangos más altos del ejército, se incrementó el
presupuesto y se modernizó su equipamiento.

La Iglesia apoyó a Perón durante sus primeros años de gobierno. Por su


parte, Perón mantuvo la enseñanza religiosa en las escuelas, integró a su
gobierno militantes católicos a desempeñar cargos públicos y aumentó su
presupuesto.

Perón estuvo acompañado en su labor de gobierno por Eva Perón quien


se fue transformando en un verdadero nexo entre el pueblo y Perón. Esto
generaba alrededor de su figura grandes odios por parte de los sectores
opositores al peronismo, la alta burguesía, sectores medios, la iglesia y parte
de las Fuerzas Armadas, que veían con recelo el carisma y los importantes
espacios de poder que iba ocupando.

Eva Perón propició la sanción de la Ley de Sufragio Femenino que se


convirtió en realidad en 1947. En las elecciones de 1952 las mujeres pudieron,
por primera vez en la Argentina, hacer efectivo el derecho al voto.

VOLVAMOS A LA POLÍTICA PERONISTA…

Sin embargo, a pesar de toda la obra desarrollada en su gestión, Perón


reforzó el gobierno con una serie de medidas de control y represión. Los
miembros de la Corte Suprema fueron reemplazados por jueces cercanos al
gobierno. Muchos profesores fueron despedidos de las universidades, las
emisoras de radio fueron paulatinamente adquiridas por personas cercanas a
Perón y se impuso en ellas el discurso oficial; además los periódicos oficiales
fueron censurados e incluso expropiados, como La Prensa en 1951.

SE REFORMA LA CONSTITUCIÓN NACIONAL


En 1949, durante su primera presidencia, Perón convocó a elecciones para
elegir a los futuros constituyentes. Estos integrarían la Asamblea Constituyente
que tendría por objeto reformar la Constitución Nacional.

La reforma no tocó la parte dogmática: Declaraciones, Derechos y Garantías,


del texto constitucional, pero centró sus modificaciones en la incorporación de
los derechos:

de los trabajadores,

de la familia,

de los ancianos,

de la educación popular.

Asimismo, se estableció la función social de la propiedad (arts. 38 y 39),


se convirtieron en bienes de la Nación todas las fuentes de energía (art. 40) y
se instauró la prestación directa, por parte del Estado, de todos los servicios
públicos (art. 40).

¿Qué significan estas medidas? También se incorporaba en el artículo 78 que


el presidente y el vicepresidente podían ser reelegidos. Aparece, de esta
manera, la posibilidad de la reelección como un tema controvertido ya que
permitía el acceso de Perón a un segundo mandato.

DEBILITAMIENTO Y CAÍDA DEL PERONISMO (1952-1955)

LLEGAMOS AL CONFLICTIVO AÑO 1955, VEAMOS

Al cumplirse el primer mandato de Perón, el gobierno se preparó para


presentarse en las próximas elecciones de 1952. Eva Perón nunca ocupó un
cargo político, sin embargo en 1951 fue propuesta por los sindicatos como
candidata a la vicepresidencia.

Este proyecto no llegó a buen término porque su candidatura fue


impugnada por distintos sectores de la oposición, entre ellos las Fuerzas
Armadas. Por otra parte, estaba muy enferma y terminó falleciendo el 26 de
julio de 1952. Sus restos fueron despedidos por una multitud pocas veces vista.
Con su muerte Perón perdió un apoyo realmente sólido de su gestión.

Perón logra llegar a ocupar por segunda vez la presidencia, con el 62 %


de los votos, antes del fallecimiento de su esposa. Sin embargo, el contexto en
el que asumía era muy diferente al del año 1946.

La oposición, sectores conservadores, parte de las Fuerzas Armadas, la


Iglesia Católica, los intelectuales entre otros, fue tomando más fuerza y hubo
algunos intentos de levantamiento militar, entre 1951 y 1952, que fueron
desarticulados.
Frente a estos hechos la política del gobierno se endureció y provocó que
la oposición visualizara, aún más, al peronismo como autoritario y deseara con
tenacidad su caída.

El año 1955 se inició con un clima enrarecido, se vislumbraban tensiones,


sospechas y versiones encontradas. En junio, la celebración religiosa de
Corpus Christi se transformó en una marcha contra el gobierno. Dos miembros
de la iglesia, Monseñor Tato y Novoa, fueron expulsados, acusados de haberla
organizado.

Unos días después, el 16 de junio, estalló un alzamiento militar. Aviones


de la Marina, bombardearon la Casa de Gobierno y la Plaza de Mayo dejando
un saldo de gran cantidad de muertos y heridos. Civiles inocentes que
circulaban por la plaza murieron por el efecto de las bombas arrojadas
impunemente. No hay coincidencia en la cifra de muertos, las oficiales hablan
de 373 muertos, otros indican que pudieron rondar los 2.000.

La reacción no se hizo esperar y esa misma noche grupos de peronistas


quemaron las principales iglesias de Buenos Aires y la Curia Metropolitana.
Creían ver en el intento de alzamiento militar la complicidad de la iglesia.

PERÓN Y LA IGLESIA...

Las relaciones entre Perón y la Iglesia fueron buenas hasta 1954. A partir
de ese momento comienzan a deteriorarse rápidamente. La Iglesia se
molestaba con el manejo que el peronismo hacía de la ayuda social, la política
de adoctrinamiento en las escuelas por ejemplo, era obligatoria la lectura de
“La razón de mi vida” biografía de Eva Duarte. Por su parte, el Peronismo vio
con preocupación la creación del Partido Demócrata Cristiano que se presentó
como una alternativa política para los cristianos. Estas situaciones fueron
llevando a un descontento y ruptura definitiva entre ambos

El golpe definitivo no se hizo esperar y el 16 de septiembre desde


Córdoba se inicia la sublevación contra el gobierno, encabezada por el General
Lonardi y apoyada por varias divisiones del ejército y la totalidad de la Marina al
mando del Contralmirante Isaac Rojas.

Luego de algunos días de resistencia, Perón entregó el gobierno a una


Junta de militares que negoció con Lonardi las condiciones de la renuncia.
Partió entonces, en una cañonera de bandera paraguaya, hacia un largo exilio
y el General Lonardi asumió la presidencia de facto.

A partir de la lectura de lo trabajado responde a las siguientes preguntas:

a) ¿Para qué cargo fue propuesta Eva Duarte de Perón?


b) ¿Pudo ocupar el cargo para el que fue propuesta? ¿Por qué?
c) Explica la relación de Perón con la iglesia.
d) ¿Pudo concluir Perón su segunda presidencia? ¿Por qué?
e) ¿Quiénes encabezan el Golpe de 1955?

EVITA Y LA FUERZA DE LOS CABECITAS NEGRA

Como toda y todo cabecita negra, Evita ha pasado también, ella misma,
por esa dialéctica de humillación y de silencio de la que hablaba Oscar Masotta
a propósito de Roberto Arlt, pero a diferencia de los personajes literarios por él
analizados, en su historicidad, Eva logró romper el círculo vicioso y hacerse oír.
Pero ojo: no es tan sólo la voz singular de esa joven mujer de provincias la que
se hace oír, sino la del conjunto de humillados y ofendidos que se sienten
expresados en su nombre. Y es precisamente por el reconocimiento del dolor
que han padecido que los descamisados logran, durante el peronismo, sortear
esa “imposibilidad de contacto entre humillados” que aparece en el mundo
arltiano. Ya no desconfianza y repulsión entonces (y por lo tanto odio y
silencio), sino grito que busca trascender la inmundicia del mundo. Grito
desgarrador, y amor, que establece lazos de hermandad entre los hombres y
mujeres del pueblo, y entre éstos –en tanto comunidad— y Evita, símbolo de
las y los de abajo, o como supo decir alguna vez David Viñas, monumento al
cabecita negra.

Desde abajo y la periferia

Doble humillación la de Eva: mujer pobre e hija ilegítima. Esa falta de


tradición la llevó a inventarse a sí misma, como en un papel dramático. Incluso
antes de conocer a Perón, y en pleno desempeño de su vida artística, Evita (o
más bien, María Eva), fue primero delegada y luego presidenta de la
Agrupación Radial Argentina. Condición gremial que comúnmente se olvida,
como subrayó Norberto Galasso, y que puede ser leída como el reverso del
frívolo mundo del espectáculo, tan proclive a los abusos.

Humillación y resentimiento, dos palabras que “en política” bajan el precio


y que, sin embargo, supieron ser profundamente resignificadas por la filosofía y
la literatura, por la crítica cultural, incluso por el ensayo militante. De Fiodor
Dostoyevski a Mark Fisher, pasando por Frantz Fanon y Jean Paul Sartre, o el
grupo Contorno en Argentina.

“La diferencia entre resentir la clase dominante y envidiarla, es que los


celos implican un deseo por volverse clase dominante, mientras que el
resentimiento sugiere una furia hacia su posesión de recursos y privilegio. Un
resentimiento que lleva solo a la inacción quejosa es ciertamente la definición
misma de una pasión inútil. Pero el resentimiento no tiene por qué terminar en
impotencia…”, asegura Fisher.
El desgarramiento íntimo frente a las injusticias, en Eva, funciona como
causa-motor del compromiso con las mujeres y hombres en la lucha por la
justicia social. Porque la injusticia social es un veneno (“los ricos como árboles,
los pobres como pastos”): separa a los cuerpos de lo que pueden, diríamos con
el filósofo Spinoza. De allí el compromiso profundo de Evita. Su comprensión
cabal de que la “cosa por hacer” era la revolución.

Sentirse pueblo

Descamisados, en la narrativa evitista, no es tanto una posición en la


estructura social como un sentimiento político: sentirse pueblo es lo
fundamental. Por eso las y los cabecitas negras funcionan en su discurso como
un eje vertebrador de fuerzas poderosísimas que sostienen el andamiaje sobre
cuyo esqueleto se levanta el edificio mismo de la revolución peronista. El
movimiento, insiste Eva, no podría definirse sin ellos, sin su organización. “No
será posible el justicialismo sin el sindicalismo”, puede leerse en “La razón de
mi vida”.

Desde esa concepción se entiende al justicialismo como aquella


propuesta política que sólo concibe a una sola clase de hombres (y mujeres,
diríamos hoy): “los que trabajan”.

Esa perspectiva instaura un sectarismo al interior del amplio movimiento.


“Soy sectaria, sí. No lo niego”, insiste Eva, para preguntarse si alguien podría
negarle ese derecho, si alguien podría negarle a los trabajadores el humilde
privilegio de que ella esté más con ellos que con sus patrones. Argumento que
remata con la enérgica frase: “mi sectarismo es además un desagravio y una
reparación”.
En 1972 Leónidas Lamborghini escribe “Eva Perón, en la hoguera”,
reescritura de “La razón de mi vida” que se sitúa más cerca del espíritu de “Mi
mensaje”, el texto final de Evita, su testamento. Ese poemario extenso de
Leónidas funciona como una variación, un juego textual y político sobre la
figura de Evita y sus modos de entenderla, pero también de disputarla en
aquellos agitados años.

“No a resignarme. por fin llegó. ese fue:/ mi día hay/ mi maravilloso./ un
camino nuevo:/ lo por hacer. la cosa por./ la revolución por. ese fue. lo vi desde.
fuego: un grito/ un día/ hay./ un momento hay./ un maravilloso hay…”

La desbordante Eva de Lamborghini expresa hasta el límite su amor por


Perón, por la causa (peronista), por los humildes (los descamisados). Amor que
arde hasta incinerarla. Por eso ese amor no puede entenderse sin su reverso:
el odio (a la oligarquía). Sacrificio y entrega que consumen su cuerpo.
Fanatismo y devoción. La construcción del mito.

Legados

Ni bien fallecida Eva se instalaron grandes retratos con su rostro en Plaza


de Mayo, Constitución y Plaza Miserere. Inmediatamente miles de hombres y
mujeres del pueblo comenzaron a llevarle flores. En los barrios de la Capital
Federal, del Conurbano y de miles de pueblos de todas las provincias se
comenzaron a improvisar altares: una foto de Evita enlutada por un crespón,
flores, velas, gente arrodillada rezando fue una imagen que se multiplicó por la
patria entera. ¿Qué expresaba esa devoción? ¿Cómo entender ese fenómeno
desde el racionalismo desde el que tradicionalmente se pensó la política?

“El velorio de Evita, el más importante que haya presenciado el país en su


historia, fue una explosión de dolor colectivo que rebasó todas las previsiones
del gobierno”, escribe

Marysa Navarro en su biografía de Evita. Y cuenta que, en un primer


momento, desde el Estado se había contado con el fenómeno se podría
extender por tres días, pero luego de ver las enormes colas de gente que
esperaban pacientemente despedir su cuerpo, se decidió extender el plazo.
Aunque dispuestos a concederle los más altos honores, parecía que se no
hubiera calibrado el impacto que ella había tenido en el pueblo y la sensación
de pérdida personal que éste había experimentado. Las colas se alargaban a
veces hasta más de treinta cuadras y muchas fueron las personas que
aguardaron hasta diez horas para poder entrar al Ministerio. La Fundación y la
Cruz Roja cuidaban de los que se desmayaban, agotados por el sueño y el
cansancio. Distribuían café y sándwiches junto con conscriptos que ayudaban a
mantener el orden y con sus cocinas de campaña contribuían a alimentar a esa
masa humana silenciosa que insistía en querer verla. La ciudad estaba
totalmente paralizada. De las iglesias salían murmullos de responsos y ecos de
las constantes misas por el alma de Evita. “Sólo las voces de cánticos
funerales, propalados por los altavoces que funcionaban junto al obelisco de la
plaza de la República, interrumpían la sensación de metrópoli callada”, escribe
Navarro.

Fue esa intensidad de su vida y de su muerte la que hizo perdurar su


legado por siete décadas, hasta inspirar en la Argentina contemporánea
nuevas expresiones de protagonismo social, que enlazan con esa tradición
política.

“La hora de los pueblos no será alcanzada por nuestro siglo si no


exigimos participación activa en el gobierno de las naciones… Como nosotros
hemos hecho en nuestra tierra… llevando a los obreros y a las mujeres del
pueblo a los más altos cargos y responsabilidades del Estado”, arremete Evita
en “Mi mensaje”.

Palabras poderosísimas que parecen no perder vigencia en este siglo


XXI, en el que la fuerza de su legado se acosa la mente de los poderosos como
una pesadilla, al tiempo que reaviva brazas que alimentan el fuego de los
sueños de los sectores más humildes, las y los condenados de la tierra, que
amenazan cada tanto con volver a transformarse en el subsuelo de la patria
sublevado.
TEMA 21: CRISIS DEMOCRATICA Y GOBIERNOS AUTORITARIOS

La «transición a la democracia» en la Argentina frente a las


cristalizaciones de la memoria

El proceso de «transición a la democracia» en la Argentina es recordado


por su ruptura con el régimen dictatorial (1976-1983) y, especialmente, por la
investigación y juzgamiento de los comandantes militares, máximos
responsables de las violaciones a los derechos humanos cometidos durante la
dictadura1. En el contexto latinoamericano, ese juzgamiento y la ruptura con el
régimen previo y la no negociación de condiciones de impunidad para los
militares es considerado un ejemplo de «justicia transicional».

En efecto, la transición argentina tuvo elementos fundamentales que la


distinguen de los países de la región por variables históricas que permitieron
una transición «por colapso» debido al derrumbe del régimen militar y la no
negociación de condiciones de impunidad y/o permanencia en enclaves de
poder para las Fuerzas Armadas.

Los cientistas sociales que han analizado el proceso desde el ángulo de


los derechos humanos han enfatizado que hacia el fin del régimen se expandió
un rápido clima antidictatorial fuertemente centrado en el rechazo masivo de los
crímenes y del terrorismo de estado3. En igual sentido, es recordada la
voluntad política de Raúl Alfonsín – presidente electo en 1983, de la Unión
Cívica Radical (UCR) – en cuanto a la necesidad de investigar y juzgar los
crímenes militares como base imprescindible de reconstitución ética de la
nueva democracia.

Si bien las características diferenciales del caso argentino son innegables,


así como también el carácter éticamente deseable de un proceso que llevó al
juzgamiento de crímenes aberrantes, nos interesa llamar la atención sobre
algunos elementos de ese proceso que fueron construyendo las condiciones
para el quiebre, que no estaba dado de antemano en términos de una voluntad
o interés político generalizado de justicia e investigación, así como relativizar el
carácter de ruptura taxativa para ciertos aspectos.

El hecho de que el proceso argentino sea considerado ejemplar en


términos de una temprana «justicia» y «verdad» sobre los crímenes ha
desdibujado en la memoria social, y en los relatos académicos, buena parte de
la contingencia histórica, de las relaciones de fuerza cambiantes que llevaron a
ese desenlace5, así como un amplio abanico de elementos de continuidad en
cuanto a las representaciones sociales y políticas sobre lo sucedido en la
Argentina en los años 70.

Con ese objetivo, este artículo revisa algunos momentos importantes de


la etapa final del régimen dictatorial así como algunos momentos iniciales del
nuevo régimen democrático, es decir, el período amplio que va desde fines de
1982 hasta el célebre «Juicio a las Juntas» en 1985, centrando la atención en
cómo fue negociado, discutido y encauzado el problema de los crímenes
estatales.
La derrota en la guerra de Malvinas en junio de 1982, en el marco de una
gravísima crisis interna de la Junta Militar y de una situación económica y social
crítica, se considera el inicio del fin de la dictadura. En noviembre, la Junta
anunció su intención de «concertar» con los partidos políticos la salida electoral
y las condiciones para el futuro «proceso de institucionalización», e indicó que
estaba en estudio una amnistía. Entre las condiciones de esa concertación se
establecían como innegociables el tema de los desaparecidos, la lucha contra
la subversión y la presencia de las Fuerzas Armadas en el próximo gobierno.
Las fuerzas políticas, que desde 1981 estaban reunidas en una Multipartidaria
que agrupaba a los principales partidos en un bloque opositor, se negaron a
concertar si ello implicaba acordar condicionamientos al nuevo proceso
democrático. Entre sus exigencias figuraban la salida electoral no condicionada
y la revisión de la política económica; sin embargo, la condena a las violaciones
a los derechos humanos no ocupaba un lugar central en sus reclamos.

Los partidos coincidían en la necesidad de «evitar un Núremberg» y


sostenían que el «problema de los desaparecidos» debía ser resuelto por el
gobierno militar para que no afectara la estabilidad del futuro gobierno
democrático y que las Fuerzas Armadas debían publicar las listas de muertos
(TA, 22/11/83). Sin embargo, las posiciones partidarias eran muy diversas; una
de las más intransigentes era la de Alfonsín, quien sostenía que los crímenes
debían ser investigados y juzgados. Para entonces, el dirigente radical –
aconsejado por juristas especializados – comenzaba a sostener que la forma
de justicia a implementar debía respetar un esquema de grados de
responsabilidad que distinguiera entre quienes habían dado las órdenes,
quienes las habían cumplido estrictamente y quienes se habían excedido en su
cumplimiento.

TEMA 22: LA PRESIDENCIA DE ARTURO FRONDIZI

LA PRESIDENCIA DE FRONDIZI

El 1° de Mayo de 1958 los militares entregaron la banda presidencial a


Frondizi, aunque no estaban dispuestos a cederle el poder. La presión militar
durante su gobierno fue constante y descarada. Habían aceptado el triunfo de
Frondizi sólo porque el desgaste del general Aramburu le imposibilitaba seguir
gobernando directamente. Pero, sin estar en el gobierno, fueron el verdadero
“poder detrás del trono”: hubo 33 planteos o levantamientos militares.

EL DESARROLLISMO BAJO FRONDIZI

Frondizi asumió con un plan económico desarrollista, que parecía dar


continuidad a la industrialización y modernización tecnológica; sin embargo, a
diferencia del Primer Plan Quinquenal de Perón, recurría a los capitales
extranjeros y a la desnacionalización del petróleo. Es decir que su plan
industrial perdía el carácter nacionalista y abandonaba el rol que tenía el
Estado durante el Peronismo. Por eso, Frondizi tuvo que enfrentar las huelgas
de los sindicatos y obreros peronistas.

Durante su mandato se radicaron en el país varias empresas


automotrices, y ampliaron sus plantas industriales General Motors, Fiat
(Grandes Motores Diesel) y Renault (en ese momento IKA), estas últimas en
Córdoba, que además estimularon a la industria proveedora de autopartes.
Quiso impulsar el desarrollo de las industrias básicas, el aumento de la
producción petrolera, la química pesada, la siderurgia, y las maquinarias que
permitirían abastecer a la industria liviana y supuestamente ayudarían a romper
con la dependencia externa, al producir dentro del país los insumos claves para
su crecimiento industrial. Dentro de la terminología desarrollista se hablaba de
integración nacional para aludir al proceso de desarrollo de las industrias
básicas y la infraestructura económica de un país, es decir, de aquellas
actividades que lo transformarían en una nación industrial moderna.

Pero no se tuvo en cuenta que la radicación de empresas extranjeras sin


un estricto control del Estado no contribuía a cortar con la dependencia, sino a
reforzarla. Las empresas extranjeras venían, evidentemente, a obtener
beneficios: aprovechar mano de obra barata, mercado para vender, facilidades
de instalación e impositivas que daba el país para atraer los capitales, y
finalmente, la salida de ganancias al exterior en forma de pago de regalías.

Infraestructura económica Conjunto de instalaciones que posibilitan la


actividad económica: comunicaciones, rutas y caminos, ferrocarriles, puentes,
servicios de agua potable, abastecimiento de energía eléctrica, desagües, etc.
Base material de la economía, sobre la que se sustenta la superestructura (la
capacidad humana, política, intelectual, ideas sociales, filosóficas, religiosas,
etc., y las instituciones y organizaciones creadas para dirigirla su actuación).

Regalías o Royalties Son los derechos pagados al propietario o creador


de un producto a cambio del derecho de explotarlo comercialmente. Así, las
filiales de empresas extranjeras pagan a la casa matriz parte de sus ganancias.
Cuanto más grandes son, mayor cantidad de dinero retorna al país de origen
en concepto de utilidades e intereses.

LA BATALLA DEL PETRÓLEO

Frondizi, en su libro Petróleo y política, decía que se debía librar “la


batalla del petróleo” para lograr el autoabastecimiento en materia petrolera, ya
que esto consistía en el primer paso hacia la liberación nacional. Por ello,
cuando asumió, el Congreso votó una ley que declaraba bienes exclusivos de
la Nación a todos los yacimientos de hidrocarburos sólidos, líquidos y
gaseosos, le encargaba a YPF, YCF y Gas del Estado su explotación, y le
prohibía contratos que perjudicaran a nuestra independencia económica. Pero
pronto se olvidó de esto: en julio de 1958 firmó una serie de contratos con
varias empresas extranjeras controladas por las grandes empresas petroleras
norteamericanas (Esso, Shell, Tennessee, Panamerican Oil). Se les
entregaban millones de hectáreas correspondientes a YPF por períodos de
veinticinco a cuarenta años; podían traer al país sin ningún tipo de impuesto
todos los equipos que consideraran necesarios (YPF sí debía pagarlos), y le
venderían a YPF todo el petróleo que extrajeran, a un precio generalmente
mayor que el importado.

Todo esto dio por resultado pérdidas para YPF y el país. Según lo
comprobó la investigación de la Cámara de Diputados en 1964 (cuando Illia
anuló los contratos), entre 1959 y 1963, YPF tuvo perjuicios y pérdidas de sus
utilidades por miles de millones de dólares, y a su vez el Estado dejó de
percibir impuestos por cifras similares, ya que se eximió de los pagos a las
empresas contratistas. Las principales empresas beneficiadas, Esso y Shell,
lograron, de este modo, triplicar la producción y reducir la importación de
petróleo.

CAPITALES EXTRANJEROS Y PRÉSTAMOS

Para atraer capitales extranjeros, se los invitó, con franquicias aduaneras


e impositivas, y el privilegio de transferir libremente las utilidades al país de
origen. Sin embargo, las empresas no invirtieron en industrias básicas, y el
incremento de la extracción petrolera no logró equilibrar nuestra balanza
comercial.

Por esa causa Frondizi acudió nuevamente al crédito del FMI, en


diciembre de 1958. Los condicionamientos del Fondo implicaron: despido del
15 por ciento de empleados públicos, suspensión de obras públicas, aumentos
en las tarifas del transporte, electricidad y petróleo, despido del 15 por ciento
del personal ferroviario y cierre de ramales, nuevos impuestos y recargos en
los existentes, limitación del crédito bancario, bloqueo de la actividad del Banco
Industrial, congelamiento de salarios por dos años, unificación del mercado
cambiario y liberalización del dólar. Con esta política, el PBI se redujo el 5 por
ciento en 1959, por lo que el país perdió 868 millones de dólares.

Para la entidad crediticia, la política de austeridad no había sido aplicada


a fondo por Rogelio Frigerio, Secretario de Relaciones Económico-Sociales de
la Presidencia. Los militares presionaron para su alejamiento, ya que lo
responsabilizaban de la política “pro peronista”. Su candidato para conducir la
economía era el capitán ingeniero Álvaro Alsogaray, que asumió el Ministerio
en junio de 1959. Se opuso al nacionalismo económico y al dirigismo estatal, y
puso en práctica la política de “estabilización” propuesta por el FMI. Famoso
por su frase “Hay que pasar el invierno”, Alsogaray propició CAPÍTULO 3 77 la
restricción del crédito, lo que llevó a la quiebra de muchas industrias y al
aumento de la desocupación. En línea similar, en 1961 lo sucedió como
ministro de Economía Roberto T. Alemann, que tampoco duró demasiado. El
gobierno se había alejado cada vez más del pueblo.

LOS GREMIOS Y LA LEY DE ASOCIACIONES PROFESIONALES

El primer año de su Presidencia, Frondizi, tal como le había prometido a


Perón en el pacto de Caracas, aprobó la Ley de Asociaciones Profesionales,
por medio de la cual se volvía al sindicato único por rama de actividad, y se le
daba gran poder económico a la cúpula sindical porque ésta recibía, no sólo los
aportes de los afiliados, sino también los correspondientes a las obras sociales.
El interés por el control de ese dinero generó una “burocracia sindical”, a
menudo corrupta, que prefería pactar con el gobierno o con los dueños de las
fábricas y perpetuarse en comicios internos fraudulentos, antes que ceder el
espacio a listas opositoras. El gobierno consideraba que esa situación era
mucho más manejable que una cúpula revolucionaria; los dirigentes, en
cambio, sabían que el gobierno podía cambiar las leyes y dejarlos a ellos fuera.
Pero tampoco los dirigentes podían perder el apoyo de los obreros, que eran
los que les daban ese poder de negociación frente al gobierno, y debían luchar
por sus objetivos. De todos modos, no todos los sindicalistas eran
negociadores: la izquierda, más revolucionaria, era la que había planteado los
programas de La Falda (1957) y Huerta Grande (1962), y se oponía a Vandor,
dirigente de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica).

LA RESISTENCIA OBRERA Y GUERRILLERA

Las consecuencias sociales de la política implementada por Frondizi


fueron el abrupto descenso del nivel de vida (el salario real fue el más bajo de
dos décadas) y el pronunciado aumento del desempleo. Si bien, al comenzar
su gobierno, Frondizi había otorgado un aumento de salarios del 60 por ciento,
éste pronto fue devorado por la inflación.

En cuanto Perón confirmó la traición de Frondizi a lo acordado, denunció


el pacto y le retiró su apoyo. Los gremios peronistas endurecieron su posición:
en septiembre de 1959 se perdieron 73 millones de horas de trabajo obrero por
huelgas. La más importante fue la huelga del frigorífico municipal Lisandro de
La Torre, que se declaró para tratar de evitar su privatización. Dirigida por
Sebastián Borro y con el apoyo de John W. Cooke, representó un importante
hito de la resistencia peronista. Unos 9000 obreros ocuparon las instalaciones
del frigorífico; los vecinos de Mataderos y otros barrios se sumaron a la
protesta, y durante 48 horas el barrio se convirtió en un bastión de lucha contra
las fuerzas de la represión. Finalmente, las tanquetas del Ejército rodearon el
frigorífico y desalojaron violentamente a los huelguistas: Borro fue detenido,
miles de obreros fueron despedidos y hubo una orden de captura para el
dirigente peronista Cooke, que logró escaparse a Montevideo.

La huelga más prolongada durante la presidencia de Arturo Frondizi fue la


de los bancarios, que duró 69 días. También hubo paros de los trabajadores de
Correos, YPF, metalúrgicos, ferroviarios, etc. Los sabotajes, llevados a cabo
por células o individuos aislados, también estaban a la orden del día:
incendiaron la planta de almacenaje de Gas del Estado en Mar del Plata,
atentaron contra la Shell-Mex de Alta Gracia, estallaron bombas en comercios
norteamericanos, etcétera.

En diciembre de 1959 se inició la primera guerrilla peronista; se denominó


“Uturuncos”, que significa “hombres-tigres” en quechua, y quería hacer la
revolución sin depender de los militares peronistas. Sus miembros fueron, en
general, jóvenes de clase media que buscaban desalojar a Frondizi del
gobierno, entregarle el poder a Perón, anular los contratos petroleros y entregar
la CGT a los obreros. Sin duda, la aparición de Uturuncos expresaba la
influencia de la Revolución Cubana en nuestro país. Tomaron la comisaría del
pueblo de Frías, en Tucumán, y se apoderaron de armas. Pero no fueron
realmente apoyados por la dirigencia peronista y quedaron aislados. Poco
después fueron rodeados por la policía, y la mayoría huyó a Bolivia.

EL PLAN CONINTES

Los militares obligaron a Frondizi a tomar una serie de medidas


antidemocráticas de represión, entre las que se contaron la implantación y
prórroga, sin limitación de tiempo, del estado de sitio, y la declaración del plan
de Conmoción Interna del Estado (Conintes), en 1958. Se aprobó antes de la
aparición de la guerrilla, pero la acción de los Uturuncos justificó la aplicación
pública del plan, en 1960. El Conintes subordinó las policías provinciales a los
respectivos comandos militares zonales, y puso a la agitación gremial, los
sabotajes y la represión de las huelgas bajo jurisdicción militar. Los acusados
de terrorismo y subversión eran juzgados por tribunales militares. Los obreros
en huelga podían ser llevados por la fuerza a los cuarteles, rapados y obligados
a trabajar para mantener el servicio. Debido a la represión del plan Conintes, la
resistencia peronista perdió terreno: muchos dirigentes sindicales fueron
detenidos. Ese espacio fue ganado por los integracionistas (que querían un
entendimiento con el gobierno, partidario de la Integración de un peronismo sin
Perón en un gobierno desarrollista) y por la corriente electoralista, que pedía la
presentación de partidos neoperonistas en las próximas elecciones.

EDUCACIÓN LAICA O LIBRE

En diciembre de 1955 Aramburu y su ministro de Educación publicaron un


decreto que establecía “la iniciativa privada a crear universidades libres, que
estarán capacitadas para expedir diplomas y títulos habilitantes, siempre que
se sometan a las reglamentaciones que se dictarán oportunamente”. Pero ese
artículo (el Nº 28) no fue reglamentado hasta el gobierno de Frondizi. Con esta
iniciativa nacieron las universidades privadas en Argentina, pero dio origen a un
profundo debate dentro del movimiento académico y estudiantil. Quienes
estaban por la educación “laica” sostenían que el Estado debía ser el único
habilitado, a través de las universidades nacionales, para dar títulos
profesionales. Por entonces, el rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA)
era Risieri Frondizi, hermano del Presidente, y defendía el monopolio estatal de
la educación superior. La Iglesia Católica era partidaria de la enseñanza “libre”,
que la habilitaría a la enseñanza confesional en la educación superior. En
septiembre de 1958 se hicieron dos multitudinarias manifestaciones, una con
alumnos de escuelas privadas y con feligreses católicos, y otra con centros de
estudiantes de todo el país, profesores y graduados, en defensa de la
universidad estatal.

Pese a la oposición en la Cámara de Diputados, el Senado –con mayoría


oficialista– ganó en su postura. Las primeras universidades privadas de nuestro
país fueron fundadas por la Iglesia Católica.

LA POLÍTICA EXTERIOR
Al principio de su presidencia, Frondizi intentó llevar adelante una política
internacional independiente, pero después fue cediendo a las presiones
norteamericanas y del Ejército. En la Conferencia de Punta del Este (1961)
Frondizi apoyó la Alianza para el Progreso impulsada por el gobierno de
Estados Unidos, pero se abstuvo en el punto de expulsar a Cuba de la OEA.
Luego lo recibió a Ernesto Guevara extraoficialmente en Olivos, en un intento
de mediación en el conflicto de Estados Unidos con Cuba. Proviniendo del
Presidente, esto provocó el malestar en las Fuerzas Armadas argentinas. El
almirante Isaac Rojas afirmó que estábamos favoreciendo al comunismo, y que
se había comprometido el prestigio de nuestra nación oponiéndonos a la
“unidad continental”. Presionado, Frondizi revió su discurso y rompió relaciones
con Cuba. Los que reaccionaron en manifestaciones fueron esta vez los
estudiantes universitarios, solidarios con el pequeño país latinoamericano.

EL GOLPE MILITAR A FRONDIZZI

El diario La Prensa, vocero del sector más reaccionario, condenó las


“consecuencias fatales de una pésima política”. Las fuerzas conjuntas del
Ejército, la Marina y la Aeronáutica, decidieron la destitución del jefe de Estado.

Frondizi buscó ayuda en el general Aramburu, quien no se la dio y que


declaró a los periodistas que “la renuncia del Presidente no significará la
quiebra del orden constitucional porque en la Constitución están previstas
todas las circunstancias de sucesión del gobierno”.

Pese a estas presiones, Frondizi respondió “No renuncio ni doy parte de


enfermo, ni me voy de viaje. Sigo siendo el Presidente”. Por ello, las Fuerzas
Armadas anunciaron el 29 de marzo de 1962 que “el presidente de la
República ha sido depuesto por las Fuerzas Armadas”.

Con custodia militar lo retiraron de la residencia presidencial de Olivos.


Como Yrigoyen en 1930 y Perón en 1955, Frondizi fue detenido y trasladado a
la isla Martín García.

Sin una estrategia clara, se apresuró a jurar como Presidente ante la


Suprema Corte de Justicia de la Nación el presidente del Senado José María
Guido. Es decir, las Fuerzas Armadas organizaron un nuevo golpe de Estado,
pero no ocuparon directamente la Casa de Gobierno.

ACTIVIDAD: en base a la lectura del texto responde

1) Por qué te parece que se denominó al gobierno de Frondizi como


“desarrollismo”?

2) ¿Qué intenciones tuvo el desarrollismo como plan económico respecto


de la llegada de capitales extranjeros a nuestra economía? ¿Cómo
resultó este tema en los hechos?

3) ¿A qué se denominó el pacto Perón-Frondizzi? ¿Qué cuestiones tomaba


en cuenta?
4) ¿Qué consecuencias sociales trajo el plan desarrollista?

5) ¿A qué se denomina “la traición Frondizzi”?

6) ¿Qué implicó el plan “Conintes”? ¿Qué motivo justifica su aplicación


pública?

7) ¿Qué cambios se aprecian en la educación argentina en este período?


¿Cuál fue el debate que se genera en ese momento? ¿Qué resulta
como consecuencia del mismo?

8) ¿Cómo impacta la reunión de Frondizzi y el Che Guevara en las Fuerzas


Armadas? ¿Qué motivos alegan los militares para provocar un golpe de
Estado en ese momento?

TEMA 23: ARTURO ILIA

EL ACCIONAR POLÍTICO DE ARTURO ILLIA EN LA TRANSICIÓN


DEMOCRÁTICA (1982-1983)

“Al mundo del futuro debemos mirarlo con un gran sentido de complacencia y
nadie tema por los chicos ni por los jóvenes (…) El mundo del futuro que se
está construyendo va a ser muy superior al mundo que estamos viviendo
nosotros, en este tiempo, en esta hora” (Arturo Illia, noviembre de 1982).

Arturo Illia se ha convertido para la historia política nacional en un


personaje singular. Derrocado por la autodenominada Revolución Argentina sin
resistencia popular, aclamado prontamente después de su caída, y venerado
como bandera política luego de su muerte.

Nació en Pergamino en el año 1900, afiliado a la Unión Cívica Radical


desde que cumplió la mayoría de edad en 1918, se graduó de médico en la
Universidad de Buenos Aires y desempeñó su profesión en Cruz del Eje una
pequeña localidad de la provincia de Córdoba.

De marcada tendencia yrigoyenista alcanzó la máxima magistratura del


país en un contexto signado por la proscripción del peronismo y los continuos
planteos militares. El escaso porcentaje de votos adquiridos en las elecciones
de 19631 le quitó legitimidad a su gobierno, generando crisis en la
gobernabilidad, situación que se vio agravada por la campaña de prensa en
contra de su investidura realizada por los principales diarios y revistas políticas
de la época.

Su desempeño gubernamental se encontró truncado, en varias


oportunidades, por la participación militar en la arena política. Elegido
vicegobernador de la provincia de Córdoba en 1940, fue depuesto en 1943 por
intervención militar, lo mismo sucedió en 1962 cuando fue consagrado como
gobernador de la misma provincia y las elecciones fueron anuladas por el
entonces presidente Arturo Frondizi, que respondía a los planteos formulados
por la cúpula militar. Asimismo, fue derrocado en 1966 por el General Carlos
Onganía, que instauró un gobierno de tipo autoritario.

Luego de su derrocamiento, Illia continuó su trayectoria política en el


interior de la Unión Cívica Radical. En el presente trabajo se pretende analizar
el recorrido político de Arturo Illia poco antes de su fallecimiento.

La guerra de Malvinas marcó el inicio del fin de la última dictadura, es a


partir de la finalización del conflicto bélico que se abre la posibilidad del
restablecimiento del sistema democrático. A un tiempo que el concepto de
democracia cobra significativa importancia y adquiere connotaciones
emocionales.

En este contexto, la figura del ex presidente Arturo Umberto Illia adquiere


notoriedad y se trasforma en ícono del sistema representativo. Desde su
derrocamiento hasta 1982 la actividad política y partidaria de Illia se remitió al
interior del partido radical. Sin embargo, a medida que la ilusión del
restablecimiento de la democracia parece posible, Illia se transforma para los
distintos sectores en un personaje clave para la transición. Paralelamente, su
actividad pública se reanuda como también las posibilidades de volver al
terreno político.

En función de lo expuesto, el objetivo de esta ponencia es analizar el


accionar del presidente Illia desde la finalización del conflicto de Malvinas hasta
su muerte en enero de 1983, en clave con la recuperación democrática, y la
importancia de la transición. Para ello, se utilizaran notas y entrevistas
realizadas al ex presidente por los principales diarios y revistas de la época.

LA GUERRA DE MALVINAS Y EL INICIO DE LA TRANSICIÓN

La derrota argentina en Malvinas agravó la crisis interna de la Junta Militar


que gobernaba desde 1976 y precipitó el advenimiento de la democracia.

La retirada de Leopoldo Galtieri del poder generó una serie de conjeturas


sobre quién sería su posible sucesor, encargado de iniciar el proceso de
institucionalización del país. Entre las posibilidades que se barajaron se
encontraba la de un vicepresidente civil, incluso luego de la instauración de
Reynaldo Bignone a cargo del ejecutivo nacional la idea de que un civil se
encargara de la transición sobrevolaba la arena política del momento.

El 28 de febrero de 1983 se fijaron las elecciones para octubre de ese


mismo año, Marcos Novaro afirma que: “Si ese lapso no fue más breve, se
debió a que los partidos no estaban preparados para acelerar las cosas y
temían el descalabro que podría resultar de ejercer mayor presión sobre
Bignone” (Novaro, 2011: 190).

Una de las primeras medidas del presidente de facto fue levantar la veda
de las actividades políticas. La ley 22.617 reemplazó a la 21.323 aunque se
mantuvo hasta poco antes de las elecciones el estado de sitio en todo el
territorio nacional.

Ésta norma propició la movilización de las agrupaciones políticas en pos


de su organización interna. Dentro de la Unión Cívica Radical se podían divisar
tres líneas internas: Línea Nacional, liderada por Carlos Raúl Contín que
ocupaba la presidencia del comité desde la muerte de Ricardo Balbín en 1981;
Movimiento Renovación y Cambio dirigida por Raúl Alfonsín y la Línea Córdoba
que enarbolaba la figura del ex presidente Illia, que luego de la muerte de
Amadeo Sabattini se había convertido en líder absoluto del partido en la
provincia mediterránea.

ARTURO ILLIA Y LA ORGANIZACIÓN INTERNA DEL PARTIDO RADICAL

La muerte de Ricardo Balbín el 9 de septiembre de 1981 derivó en la


asunción de Carlos Contín, que hasta el momento se desempeñaba como
vicepresidente primero, a la presidencia del Comité Nacional.

En julio en 1982, con el levantamiento de la veda de las actividades


políticas se discute al interior del partido la continuación o no de Contín a cargo
del Comité Nacional. Dos posiciones existían en torno a ésta cuestión “Uno,
elaborado por su apoderado nacional, Oscar Rosito, sostenía que la situación
de la conducción era totalmente legal y debía entonces, elegirse a los
vicepresidentes. El otro, redactado por Carlos Alcanada Aramburú y defendido
por Renovación y Cambio, afirmaba que Contín debía volver a la
vicepresidencia” (Persello, 2007: 276). Por su parte, la Línea Córdoba no
definió una posición conjunta.

En el plenario para integrar la mesa directiva se enfrentaron ambas


posiciones, se sometieron a votación y se ratificó la continuidad de Contín. Sin
embargo, es importante resaltar la actitud de Illia quien votó la propuesta
defendida por Renovación y Cambio. La Nación afirma que: “…el más
sorprendente fue el voto de Illia, de quien muchos esperaban una rotunda
abstención” (La Nación, 22/07/1982). Éste acontecimiento materializa la unión
que luego se reflejará en los actos partidarios y políticos entre Raúl Alfonsín y
Arturo Illia.

Es importante mencionar que Renovación y Cambio postulaba la


candidatura de Illia a la presidencia del Comité Nacional. A fines de 1982
cuando Illia se ve obligado a internarse en el Hospital Privado de la ciudad de
Córdoba debido a una continua fatiga y terribles jaquecas el acuerdo entre los
dos sectores del radicalismo se concreta: “El acuerdo del alfonsinismo con
Línea Córdoba se formalizó cuando la asamblea del radicalismo cordobés
decidió por unanimidad integrar una alianza electoral con el MRC para
presentar candidatos en las elecciones internas” (Acuña, 1984: 215) De esta
manera, el Movimiento de Renovación y Cambio que competirá posteriormente
con la Línea Nacional en el establecimiento de la fórmula presidencial de 1983
lograba la adhesión y la tradición que brindaba la figura del viejo patriarca
radical cordobés, ex presidente de la Nación.
ARTURO ILLIA Y LA TRANSICIÓN HACIA LA DEMOCRACIA

En 1982 el ex presidente Illia gozó de una popularidad que estuvo


ausente durante su gestión como presidente de la nación. La mal acogida
“Revolución Argentina” y los descalabros económicos habían propiciado una
revisión de su gestión. Su conducta honrada y transparente le posibilitó
alcanzar un respeto considerable por los conciudadanos y la militancia política.

Defensor de la democracia y la división ortodoxa de los poderes del


Estado, intentó analizar la situación política de la transición remitiéndose a la
historia. En su pensamiento, era erróneo sintetizar la vida política centrándose
sólo en la última dictadura militar. Para Illia la crisis del sistema democrático
había iniciado en 1930:

Las esencias constitucionales de la vida argentina han sufrido una crisis


permanente desde el 30. Estos últimos años, casi me animaría a decir que son
la culminación de un proceso, donde los pronunciamientos militares y las
fuerzas armadas han tenido poder de decisión, o intervenciones muy
importantes, que han dado esa característica de falta de constitucionalidad
(HUM® nº 85, julio de 1982, p.9).

Illia insiste en la importancia del respeto a la carta magna y de la


seguridad que deben tener los ciudadanos de querer vivir bajo su amparo.
Considera que ese es el camino para una recta transición al establecimiento de
un sistema democrático estable en la Argentina. En una entrevista grupal
realizada en Santa Rosa Calamuchita, por jóvenes de esa localidad afirma que:

No se le da tanta trascendencia a un problema básico como es la


suspensión de las garantías constitucionales que el estado de sitio por
supuesto establece donde son cercenados los derechos y deberes de la
población porque cuando nosotros queremos hablar de estabilidad jurídica y de
restablecer el funcionamiento de la democracia en la República tenemos que
hablar sobre la necesidad imprescindible que comencemos por establecer la
necesidad que todos los argentinos, de cualquier sector de la vida nacional
para actuar en el futuro tiene que comenzar respetando la Constitución
nacional (Escudero, 1983: 41).

Asimismo, considera que la verdadera transición hacia la democracia


debe ser llevada a cabo por un gobierno emanado del pueblo, desestima la
tratativa militar y la posibilidad de que sea un civil seleccionado por la cúpula
dictatorial el encargado de la institucionalización del país, “nosotros [UCR]
creemos que en realidad restablecer la democracia en el país y restablecer la
vigencia de la Constitución no tiene otro camino que la consulta popular, es
decir que se elijan quienes van a tener la responsabilidad de conducir el poder
político que emanen del pensamiento de todo el pueblo” (Escudero, 1983: 50).

A su vez establece ciertos criterios que permiten caracterizan, según su


opinión, cómo debe ser el encargado de la transición: “… un hombre con
experiencia política. Un político” (HUM® nº 85, op. cit. p. 12). En el
pensamiento de Illia el político es aquel que respeta a todos los actores de la
vida nacional y tiene la habilidad de integrarlos y ofrecerles las posibilidades
necesarias para ser útil a la República. Además, establece que en los últimos
50 años han faltados hombres políticos y en cambio “cualquiera se ha
considerado con capacidad para tomar el poder, aunque nunca haya tenido
experiencia política” (HUM® nº 85, op. cit. p. 12).

En relación a las Fuerzas Armadas y su lugar en la transición considera


que las mismas pertenecen a una institución que no es distinta al resto, y que
tiene sus responsabilidades prefijadas por la norma. Las Fuerzas Armadas
debían ser: “una institución más entre todas las instituciones del país que no
tienen ningún privilegio de ninguna naturaleza sobre las otras instituciones y
cuyo deber es integrarse al régimen constitucional de la República” (Escudero,
1983: 52), nuevamente resalta el poderío de la carta magna para organizar y
asegurar la transición.

También, ubica en un lugar sumamente importante a los partidos


políticos, Illia afirma que: “hay una condición sine qua non, además del sistema
jurídico, es necesaria la existencia de la pluralidad de partidos políticos, que
son el instrumento indispensable” (HUM® nº 85, op. cit. p. 11). En este sentido
insta al gobierno militar a respetar el cronograma electoral confeccionado por
ejecutivo nacional y considera que éste es acorde porque permite la
organización interna de los partidos políticos, “la reorganización de los partidos
políticos nos va a llevar un tiempo y nada corto por cierto. Es un trabajo
bastante ímprobo e importante” (HUM® nº 85, op. cit. p. 11).

Con respecto al lugar de la Unión Cívica Radical en la transición


democrática, afirma que está sumamente preparada para hacerse cargo de los
destinos de la Nación, justificando su premisa en la trayectoria de gestión del
partido: “la máxima responsabilidad que tendrá el gobierno de la Unión Cívica
Radical es que hará lo que han hecho otros gobiernos de la Unión Cívica
Radical, crear la paz en el país” (Escudero, 1983: 46).

Al igual que en su gobierno Illia deja en claro que de ser gobierno la Unión
Cívica Radical se centraría en concretar sus objetivos ético-políticos por medio
de la planificación y la eficiencia. Considera que: “La improvisación es el atraso
(…) ni en economía, ni en nada, se puede improvisar; por eso somos
partidarios de la planificación” (HUM® nº 85, op. cit. p. 10).

Al mismo tiempo, memorioso pero respetuoso de los medios de


comunicación y su función en la sociedad instó a que los mismos sean parte
del proceso de transición y se enfoquen en hablar de ella: “El país tiene la
necesidad de que la prensa, los historiadores y los que tienen en sus manos
los medios de comunicación masiva en vez de perder el tiempo tratando
problemas intrascendentales, que no hacen a la esencia de la vida de la
República hablen con claridad para tratar los problemas que afectan a la
nación” (La Nación, 22 de octubre de 1982).
TEMA 24: EL REGRESO DE PERON Y LA VIOLENCIA POLITICA EN LA
DECADA DE 1970

Todo período histórico tiene más de una dimensión desde la que puede
ser investigado y comprendido. El período que nos ocupa hoy, la década del 70
en nuestro país, parece haberlas subsumido a todas en una, que con el paso
del tiempo, para colmo, no ha dejado de crecer: la política. Pareciera que todo
lo que ocurrió en los 70 es político, y tal vez sea así. La política se había
convertido —como lo planteó en su momento el politólogo Juan Carlos
Portantiero— en una cuestión religiosa. Era a partir de ella que los actores
sociales asumían una identidad, que se definían proyectos individuales o
colectivos, que, en fin, se ordenaba el mundo. En algún momento podría
discutirse qué se entendía por política en aquel momento, ya que implicaba
estructuralmente ciertas prácticas con las que hoy nos sería difícil comulgar. El
discurso autoritario y la violencia eran elementos constitutivos del hacer
político. El autodenominado Proceso de Reorganización Nacional consumó de
tal manera ambos elementos que la democracia que nació de él no puede
imaginarlos sino como males a reprimir o reencauzar. No era así en los 70.

¿Cuándo comienzan los 70? En 1970 aparece el Informe de Brodie, de


Borges, un libro inusitadamente violento y sangriento que como un aleph da
cuenta de toda la locura que está a punto de desatarse; en 1970 se concreta la
primera operación de Montoneros: el secuestro, enjuiciamiento y posterior
fusilamiento de Aramburu. Para mí estos dos son acontecimientos
emblemáticos. Pero sin duda los 70 comienzan mucho antes de 1970.
Pensemos en los Montoneros, actor fundamental de esos años. Eran jóvenes
que en gran parte provenían del catolicismo comprometido, que se imaginaban
como representantes de las clases populares, postergadas y silenciadas, y que
actuaban como voceros de ellas. Eran o querían ser peronistas. Al elegir el
nombre Montoneros evidentemente también quisieron retrotraerse al siglo XIX,
y en cierta forma es pensable que los 70 nacen de tensiones irresueltas en el
mismo momento de fundación de la nación: es lo que hace el revisionismo
histórico de un Hernández Arreghi, de un Jaureche, de un Rodolfo Puiggrós, y
aún de Silvio Frondizi y Milcíades Peña, entre otros. La montonera imparte
justicia allí donde el Estado, apropiado por la oligarquía cipaya y la burguesía
transnacional, no ve más que elementos a reprimir. Estos eran conceptos y
creencias muy en boga en la década del 70. Podemos, también, considerar al
golpe del 55 y la proscripción que sufrió el peronismo durante esos quince años
y a los fusilamientos de José León Juárez como otro origen de los 70. Si
ustedes recuerdan, el asesinato de Aramburu se presentó como una represalia
histórica por esos fusilamientos. Podemos, por último, hacer que los 70
comiencen en el golpe de Estado de 1966. En otras palabras, los 70 tienen uno
y muchos principios, y todos desembocan en la venganza y la violencia. Tanto
la primera mitad como la segunda son un producto del devenir histórico y no
una aberración de la historia nacional. Provienen del pasado, lo cumplen, lo
consuman.

Si se investiga a las agrupaciones guerrilleras más importantes de los 70


se ve que si bien entran en acción a fines de los 60, luego del Cordobazo, su
vida había nacido antes, aunque no tuvieran el protagonismo que conocerían
después. Hasta fines de los 60 eran grupos insignificantes que no provocaban
ningún tipo de alarma social. El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), por
ejemplo, y toda la saga de los Santucho, surgen de las reivindicaciones de los
grupos indigenistas ya a mediados de la década. Montoneros proviene de una
agrupación católica de choque que se escindió durante el onganiato y cuyos
miembros asumirían distintas posturas políticas. Las Fuerzas Armadas
Peronistas (FAP) son una especie de continuación de la resistencia peronista
que se organiza a fines de los cincuenta, y que actuó intermitentemente a lo
largo de la década siguiente. Hay, además, una gran cantidad de pequeñas
agrupaciones revolucionarias, que en los setenta terminaron fusionándose en
Montoneros, o desintegrándose. ¿El modelo? La guerrilla rural practicada
desde la revolución cubana, y al Che Guevara como epítome del héroe
moderno.

Otro elemento fundamental de esos años también proviene de los clivajes


de la década del 60. Me refiero al sindicalismo. El sindicalismo, por distintos
motivos, se convirtió en el foco de acción del Estado. Se implementaron
distintas metodologías para neutralizarlo, para restarle poder, para
“democratizarlo” —como se pretendía durante el enclenque gobierno de Illia—.
El sindicalismo era la cara más visible del peronismo. Y si bien era su legado o
su producto, también es cierto las agrupaciones sindicales probaron más de un
intento por independizarse del líder exiliado. Lo único cierto que lograron fue su
escisión: durante el gobierno de Onganía vemos un ala del sindicalismo
burocratizada y colaboracionista, y presenciamos el nacimiento de un
movimiento de base con figuras nuevas que ponen en jaque tanto la lógica del
sistema productivo como la conducción sindical. El momento de emergencia
pública y consolidación de este movimiento basista fue el Cordobazo y la
cadena de levantamientos que desató.

Por otro lado tenemos al peronismo y a Perón. El gran personaje político


de los 60 fue el líder ausente, proscrito, prohibido. Desde la misma asunción de
Frondizi, en 1958, hasta el golpe de Onganía, para nombrar tan sólo dos
acontecimientos, Perón era una especie de aliento pestilente que desde la
ausencia acosaba a militares y políticos. Todos querían prescindir de él, y él se
volvía el interlocutor imprescindible para proyectar cualquier política. Tanto es
así que para el 72-73 Perón era el único actor que podía llegar a dominar una
situación desencajada y que parecía englutir hasta el mismo monopolio de
coerción y legalidad que tenía el Estado. Perón creyó también que tenía la
fuerza para seguir dominando una situación cuyas reglas de juego habían
cambiado radicalmente. Había signos que anunciaban con claridad esto, pero
también es verdad que no eran fáciles de leer. Pensemos tan sólo en John
William Cooke. Cooke muere en el 69, en Cuba. Durante años se empeñó en
mostrarle a Perón y a los peronistas que el futuro del “Movimiento” se
encontraba en la izquierda, y en particular, en esa izquierda de liberación que
la revolución cubana había inaugurado en América Latina. Las cartas entre
Cooke y Perón se convertirían en lectura obligatoria recién en la década del 70,
durante la agonía de la llamada Revolución Argentina. Pero en esas cartas que
atraviesan toda la década del 60 se anuncia la tensión violenta que va a ser
implosionar al gobierno peronista en 1973 hasta 1976. Perón alentó —como
ustedes ya saben— el accionar de las agrupaciones guerrilleras: eran otro
elemento más, si no el más importante, que le permitía socavar la base del
gobierno militar. Montoneros era “la juventud maravillosa”, sus “brigadas
especiales”, etc. En su soberbia, Montoneros estaba convencido de que Perón
acompañaría su sueño mítico del “socialismo nacional”. Cuando se enfrentaron
a la realidad brutal siguieron autoconvenciéndose de la certeza de sus
postulados: se siguieron imaginando como los intérpretes autorizados de los
discursos de Perón.

Antes de seguir por esta línea que abre el juego de las interpretaciones
quisiera dejar asentada con claridad una idea: es cierto que el golpe de estado
del 76 fue anunciado desde meses antes; que fue alentado, convocado,
promovido o aceptado por muchísimos actores sociales y políticos; que fue
esperado y vivido con cierto alivio por la inmensa mayoría de la sociedad.
Habría que dejar sentado, sin embargo, que el golpe de 1966 también fue
“festejado” por todo el abanico político, desde la derecha liberal o corporativa
hasta los partidos de izquierda, el sindicalismo y el mismo peronismo. Con esto
quiero decir que las fuerzas militares en su conjunto y el caudillo militar en
particular eran aceptados como caminos viables para la conducción nacional.
El régimen pretoriano en el que se vivía, con la alternancia de civiles y militares
en el gobierno, donde los militares eran por lo menos un actor político más —
sino EL actor por antonomasia, ya que, como se vería en 1976, las Fuerzas
Armadas podían presentarse como el reaseguro moral y el custodio último del
ser nacional, o en otras palabras, como el auténtico sujeto soberano de la
Nación—, destiló al autoritarismo como un discurso normal de la política, y a la
violencia como la manera habitual de acción. Si hay en los 70 un culto a la
violencia, un proyecto nihilista y una fascinación por la muerte, una
militarización casi general de la acción, proviene de la argamasa que significó
la Revolución Argentina. No se podía imaginar otra manera que la violencia
para desempatar la puja política, económica y social desatada entre las
distintas fuerzas. Si hoy se hace difícil imaginar a las fuerzas armadas como
una opción válida de gobierno, no era así en los 60-70. Su desprestigio provino,
en primera instancia, de su incapacidad para cumplir los objetivos mínimos que
ellas mismas se habían autoimpuesto; provino, por otro lado, de su propia
doblez ética; es decir, no fue la resistencia social o la formación ciudadana la
que amplió imaginativamente su concepción política y derribó a un gobierno de
facto activo.

Durante la década del 70 la impresionante movilización de la Juventud


Peronista, las decenas de agrupaciones de base, el sindicalismo combativo, los
grupos guerrilleros que con más o menos distancias se nuclearon alrededor de
la izquierda peronista convivían dentro del Movimiento con los políticos
tradicionales del peronismo, y además con agrupaciones de extrema derecha y
con las cúpulas sindicales. El peronismo había introyectado las contradicciones
que desgarraban al país, es decir, no era un actor político entre otros sino que
en su interior se enfrentaban violentamente todos los proyectos políticos que de
algún modo fueran realizables. Esto no significa que no hubiera otros
proyectos: la dictadura fue la consecución de uno. Pero en la década del 70
Perón y el peronismo se presentaban como el único camino para imaginar un
futuro democrático. Por supuesto que es válida la duda de qué democracia se
hubiera instituido si las fuerzas armadas no hubieran intervenido, imponiendo
un proyecto político de manera autoritaria. El discurso de Perón, una vez vuelto
al país, no dejó de clamar por el pluralismo democrático (aunque en los hechos
alentara otras opciones: basta recordar el golpe palaciego que se dio en
Córdoba, con la destitución de su gobernador y vicegobernador; o la
impugnación del gobernador de la Provincia de Buenos Aires y su reemplazo
por el vicegobernador; o la renuncia en enero del 74 de los diputados de la
“Tendencia”, y el beneplácito con el que estos hechos fueron recibidos por el
gobierno). Pero una vez desaparecida la baranda mínima de contención, las
fieras que anidaban en el seno del peronismo no tardaron en devorarse. Por
eso no resulta absurdo que en tres años se pasara de un gobierno de cierta
izquierda como el de Cámpora al Rodrigazo, o a la formación de la Triple A
(Alianza Anticomunista Argentina). Cambiando la perspectiva de reflexión, este
devenir ínsito en la misma tendencia del partido gobernante puede ser también
comprendido como un factor natural o normal debido a la concepción de la
política que se tenía en esos años. Por un lado, los discursos que por no
encontrar mejor nomenclatura podría denominar progresistas (aunque pocos lo
fueran), solían confundir la politización con la militancia comprometida, y al
poco tiempo con el militarismo: la violencia como forma normal de
comunicación. Por otro lado, los discursos del sentido común generados por la
derecha y encarnados en los medios de comunicación, en las voces de los
especialistas, de los consultores, etc., relacionaban la política con la economía.
Así, por poner un ejemplo, el Rodrigazo, que fue un intento acelerado por
imponer una política neoliberal, puede ser pensado como medida pedagógica
tanto en lo económico como en lo político. De hecho, la centralidad de la
inflación como cuestión política fundamental venía de por lo menos fines de los
60, y como bien sabemos sobrevivió todos los intentos que el establishment
practicó durante los 70 y 80. Paulatinamente se fue asentado la creencia de
que el mercado tendría que funcionar como regulador transparente y
automático de las relaciones sociales: había que cambiar las pautas de
comportamiento de los actores, entre ellos, principalmente el rol del Estado.
Perón, que intentó reflotar su proyecto de conciliación de clases, no estaba a la
altura de la transformación que venía arrasando al país. Los militares lo
plantearon con claridad: era la “excesiva” centralidad que tenía el Estado
intervensionista —cuyo rostro más visible era el populismo— lo que había que
desmontar. De aquí que su proyecto de una democracia fuerte, es decir,
gobernada por la tutoría militar, o en manos del partido conservador que
planeaban dejar como herencia, supusiera una reformulación de los
fundamentos mismo del orden de la sociedad argentina.

Si bien en la masacre de Ezeiza, el mesiánico día del regreso de Perón, la


lucha intestina se puso en evidencia y despuntaron allí todas las miserias y
brutalidades que se conocerían en los años sucesivos, pocos quisieron
escuchar lo que allí se vociferaba. Cada uno de los actores se quiso creer el
vocero y descendiente legítimo del líder. Mientras Perón vivió, las diferencias
que enfrentaban a sus huestes fueron más o menos dominadas, aunque
Montoneros, cuando fueron expulsados del gobierno, había vuelto a sus
prácticas reivindicativas, el ERP —que nunca las había abandonado totalmente
— a sus acciones terroristas, y el sindicalismo burocrático —como se lo
llamaba— a ralear y reprimir a las agrupaciones de base. Sin embargo, todas
estas acciones, que con posterioridad los militares se empeñaron en calificar
una y otra vez de subversivas, fueron apenas el calentamiento de la válvula
que sería el verdadero motor de la dictadura: el terror.

Fue la experiencia del terror la que permitió un régimen represivo como el


que inauguró la dictadura. La dictadura del 76 se diferencia del resto de
dictaduras porque subvirtió de tal modo los poderes del Estado como nunca
antes se había conocido en el país. Y lo pudo hacer porque se presentó como
el último intento para tratar de resolver los males “endémicos” de un tipo de
sociedad que venía deglutiéndose a sí misma: de aquí que, como nunca antes,
se autopercibieron como corporación independiente del resto de la sociedad, y
por encima de ella. El terror se había convertido en el paredón contra el que
chocó el proyecto democrático de los 70. Fue la experiencia del terror la que
literalmente había anonadado a la inmensa mayoría de la sociedad. El terror
generalizado había aparecido por cierto antes del golpe, en parte —como
sostienen los militares y sus ideólogos— de las acciones de los grupos
guerrilleros. Pero el terror como fenómeno de masas se inauguró creo yo con la
aparición de la Triple A, en agosto o septiembre de 1974. No sólo porque esta
agrupación fascistoide actuaba amparada y alentada por el propio gobierno,
desde el Ministerio de Bienestar Social, sino porque ella fue el semillero de
donde surgirían los grupos parapoliciales que actuarían durante la dictadura.
Estos “grupos de tareas” fueron la encarnación, junto con los Centros
Clandestinos de Detención y Desaparición de Personas, de la clandestinización
de la acción del Estado que practicaron los militares, y a la que nos referiremos
en un momento.

El terror político es una experiencia propia de la Época Moderna. Se


diferencia del miedo porque su fuente no es ubicable o clasificable, pero sobre
todo porque actúa de tal modo que anonada a las personas, o para decirlo en
otras palabras, hace que las vidas de las personas se vuelvan algo superfluo.
El poder de dar muerte que se autoasignó la Triple A primero y el Estado Militar
luego se alimentó de esta creencia. El uso de la violencia como forma de
comunicación política, y la venganza y el asesinato como materialización de la
justicia, tenían, por supuesto, una tradición muchísimo más larga. Para
acotarnos a la década del 60, los asesinatos de los grupos terroristas se
ampararon en esta tradición, que se condensó en la por aquella época famosa
fórmula de que “la violencia de arriba genera la violencia de abajo”, o en la que
afirmaba que “Cinco por uno no va a quedar ninguno”. La innovación que trajo
la Triple A radica en que la acción terrorista provenía del intestino mismo del
Estado. De aquí la impunidad con la que actuaron. Esta impunidad es la que le
permitió afirmar, por ejemplo, al almirante Guzzetti, en el año 1976, mientras
revestía de canciller: “Mi concepto de subversión se refiere a las
organizaciones de signo izquierdista. La subversión o el terrorismo de derecha
no es tal. El cuerpo social del país está contaminado por una enfermedad que
corroe sus entrañas y forma anticuerpos. Estos anticuerpos no deben ser
considerados de la misma forma que se considera un microbio”.

La absoluta libertad de acción de la Junta y la violación de toda norma


jurídica conocida fue denunciada, en un principio, tan sólo por un grupo
reducido de personas que se nucleaban en las pequeñas asociaciones de
derechos humanos existentes en el país. Eran una minoría insignificante. El
resto de la población, desde los líderes políticos hasta el sindicalismo, pasando
por todas las agrupaciones empresariales, del agro o de la industria, los medios
de comunicación de masas, la Iglesia, y hasta las cúpulas de la guerrilla, no
pudo imaginar lo que significaba el período que se iniciaba. De un modo u otro,
todos se aliviaron con el golpe. De hecho, las Fuerzas Armadas no tuvieron
que provocar ningún acto violento para derrocar al gobierno constitucional; tan
sólo debieron esperar que el gobierno, como una fruta podrida, cayera por su
propia incompetencia. “Un buen punto de partida” titulaba Clarín el 26 de
marzo. Un régimen que se había iniciado bajo la euforia de cánticos como “Se
van/ se van/ y nunca volverán”, con más de la mitad de la población —según
encuestas de la época— aprobando o justificando la acción violenta, con
movilizaciones políticas de millares de individuos, languidecía en un descrédito
general tal que nadie se atrevió a salir en su defensa. El clima que se vivía
generó una especie de tara o incapacidad para crear un juicio y poder
discriminar o imaginar el futuro inmediato, cuyas señas de identidad ya se
habían dibujado antes de que el golpe se hubiera puesto en marcha. Todas los
trabajos históricos coinciden en que el huevo de la serpiente que lo anunciaba
se ubica por lo menos en el discurso que dio Videla la noche de navidad, donde
planteó que se abría un tiempo de espera de tres meses para que todos los
partidos políticos y no sólo el gobernante pudieran revertir la situación de
descontrol económico, de impopularidad y falta de legitimidad de la presidente,
de violencia generalizada, que se vivía. La estructura de comportamiento
fundada en la dicotomía caos/ orden, de donde se desprenden calificativos
como bueno/ malo, ciudadano/ subversivo, etc., que se convertiría en el modus
vivendi y en la manera de pensar habitual, no fue un invento del gobierno de
facto, aunque durante su gestión se haya extremado su capacidad
simplificadora. La lógica amigo/ enemigo proviene del corazón mismo del
régimen democrático instaurado en los 70. Fue esta lógica, en cierta manera, la
que hizo pasar como desapercibido los métodos represivos que el Ejército
probó acotadamente en la lucha contra la guerrilla en el monte tucumano,
donde aparecieron los primeros Centros de detencióndesaparición ilegales.
Con el paso del tiempo, los militares se ampararon en el decreto de la
presidente constitucional, que les ordenaba “aniquilar” el accionar de las
bandas terroristas, para legalizar de algún modo su política de
clandestinización. Lo cierto es que el conjunto de la sociedad no se alarmó por
la incruenta lucha en el norte del país. Como tampoco se alarmó por la decena
de desaparecidos que dejó el frustrado y hoy sabido suicida copamiento que
intentó el ERP del cuartel de Monte Chingolo. Pero tampoco se alarmó, o no
escuchó, ningún de los avisos que hicieron los militares desde por lo menos la
segunda mitad de 1975, cuando Videla fue nombrado comandante en jefe del
Ejército. Videla, por ejemplo, en un discurso que dio en Montevideo, afirmaba
que “Estaremos dispuestos a sacrificar las vidas que sean necesarias con tal
de pacificar al país”.

Ni los intelectuales ni los políticos ni tampoco las cúpulas guerrilleras —


que eran aquellos que tenían más de un motivo para desconfiar y temer del
golpe— comprendieron lo que implicaría aceptar activa o pasivamente el golpe
de Estado que se estaba gestando. La frase que se suele recordar para
constatar esta aceptación general proviene del discurso que dio Ricardo Balbín
—el político del momento con mayor representatividad— por cadena nacional
apenas una semana antes del 24 de marzo: “Hay soluciones. Pero yo no las
tengo”, decía, entre otros enunciados que no dejaban de mostrar la impotencia
de todo el espectro político para solucionar la crisis de legitimidad del régimen
republicano y democrático. Pero los políticos no eran los únicos
desconcertados. Los sindicalistas —luego de haber hecho una política de
desgaste desde el inicio del gobierno peronista, pero especialmente durante el
último año— no le iban a la zaga. Casi la totalidad de los medios de
información festejaron el golpe de Estado, y de hecho siguieron siendo
cómplices de la dictadura en todo momento, aún en la catastrófica experiencia
del Atlántico Sur. Había, sin duda, pautas férreas de censura impuestas por los
militares, pero ningún medio —salvo contadas excepciones como The Buenos
Aires Herald— las necesitaba, pues la autocensura era acaso tan implacable
como la otra. Como se sabe, la desinformación, la banalización de las noticias
y el aislamiento, la soledad y la atomización social que esto acarrea, son casi
tan constitutivas del terror como la coerción violenta y el asesinato arbitrario. Al
miedo que causa el espectáculo de una violencia generalizada y
aparentemente fuera de control se suma la imposibilidad de comentarlo con
otros y tratar de darle un sentido sensato. Cuando se habla de la clausura
autoritaria del espacio público se refiere en cierto modo a este tipo el terror que
consumó la dictadura.

La metodología de desaparición de personas es coherente con este tipo


de terror político. Si casi desde la aparición misma de los organismos de
Derechos Humanos se luchó por impedir el olvido, por crear alguna forma de
memoria, por emparentar la memoria con la verdad y la justicia, fue porque la
metodología represiva que montó el Estado terrorista apuntalaba una política
de olvido. Había que hacer desaparecer todo rastro que diera constancia de la
vida que se había suprimido. No se trata, aquí, de recurrir a algún lugar común
y sostener la mala memoria de los argentinos, o a que hay que recordar para
no repetir, ese tipo de afirmaciones pedagógicas que en verdad sirven más
para exculparse que para reflexionar. Desde hace un tiempo la bibliografía
sobre el período insiste en el conocimiento que debió de tener la sociedad de lo
que estaba viviendo —de lo que ella había gestado— y del gran esfuerzo
psíquico o conciente desplegado en reprimir ese saber. No se trata tampoco
aquí de culpabilizarla. Como tampoco se trata de culpabilizar a la Iglesia, que
sobrados documentos —y salvo escasas excepciones— demuestran cómplice,
o al silencio consciente de los medios de información, a los partidos políticos
impotentes, al sindicalismo, a las agrupaciones empresarias, a los intelectuales
sin imaginación, a las cúpulas guerrilleras suicidas o cínicas, a los militantes
políticos o guerrilleros: ese tipo de descargo donde todos somos culpables, o
como se solía decir en la década del 80: porque “todos llevamos dentro un
enano fascista”, obtura también la reflexión sobre el período, que debería
atravesar esta maraña de actores que fueron, por una u otra razón,
espectadores complacientes del régimen militar, atravesar también esa otra
maraña de culpabilizaciones y disculpas que significó la teoría de los dos
demonios y llegar, por fin, a una pregunta que si bien también se viene
formulando desde hace un tiempo, hoy asume un rostro más despejado:
¿Cómo fue posible que algo así ocurriera?

Cuando este tipo de preguntas aparece en los relatos de historia vienen


acompañadas por los muy variados esfuerzos que se practican para poder
responderlas. Pero cuando logramos poner como entre paréntesis nuestra
inclinación natural a encontrar respuestas o a inventarlas, la densidad de estas
preguntas vuelve a desplegarse. Habría que evitar la tentación tan fuerte de dar
una o varias respuestas. En la imposibilidad de ser respondidas reside la
exigencia de encarar reflexiones que nos permitan comprender períodos
históricos que la tradición bienpensante preferiría clausurar en uno u otro
sentido.

TEMA 25: EL GOBIERNO DE RAUL RICARDO ALFONSIN

En 1983 la Argentina retomaba su camino democrático luego de transitar


uno de los episodios más dolorosos de su historia: el periodo que siguió al
golpe de estado del 24 de marzo de 1976 y que depuso los poderes
constitucionales. La dictadura cívico-militar que se instauró a partir de allí -
autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”- promovió un plan
sistemático de terrorismo de Estado. Como consecuencia de ello, el esquema
político y social que siguió a las elecciones de 1983 se caracterizó por un
delicado equilibrio de fuerzas. Los peligros de una nueva interrupción
democrática se mantenían latentes. De allí que muchas de las normas y
documentos aquí destacados exhiban una íntima relación con el por entonces
apremiante desafío de consolidar la democracia argentina. Así pues, el 10 de
diciembre de 1983, y tras prestar juramento ante la Asamblea Legislativa, el
recién asumido presidente de la Nación anunció las líneas generales de lo que
sería su futuro gobierno. Entre ellas mencionamos las siguientes, en la medida
en que se vinculan con la selección aquí ensayada. Ante todo, el compromiso
con la defensa de los derechos humanos. El gobierno del Dr. Alfonsín debió
abordar, entre otras cosas, el pedido de justicia que gran parte de la sociedad
argentina reclamaba por los crímenes perpetrados en la última dictadura cívico-
militar. Ello implicó, por un lado, la abrogación de la Ley de facto n° 22.924
denominada “de pacificación nacional”, por la cual el gobierno de facto saliente
dictó una [auto] amnistía en favor de sus miembros orgánicos. Pero también el
cometido de brindar las herramientas para el efectivo juzgamiento de los
responsables de las violaciones a los derechos humanos. Allí se inscriben las
leyes referidas a diversas reformas del Código Penal de la Nación y la creación
del régimen del Habeas Corpus. Pero fundamentalmente, los decretos que
ordenaron llevar a juicio a los integrantes de la Junta Militar, promover la
creación de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) y
la Ley que modificó el Código de Justicia Militar, permitiendo que la Justicia
Civil hiciera las veces de instancia de apelación para las sentencias dictadas en
el fuero militar. Estos mecanismos derivarían en el célebre juicio a las Juntas,
cuya sentencia de Cámara, que recogiera muchos de los testimonios
colectados en el extenso informe de la CONADEP “Nunca Más”, recayó
finalmente en el año 1985. Una sentencia que, por lo demás, constituye un hito
sin precedentes en la región, pues se trató de la primera vez en la historia en
que los perpetradores de un golpe de Estado fueron condenados tras
comparecer en juicio frente a su propio pueblo. La presente también destaca el
dictado de las leyes conocidas como de “Punto Final” y “Obediencia Debida”.
Por lo demás, sobresalen aquí los más importantes tratados internacionales
sobre derechos humanos adoptados por la Argentina y que unos años más
tarde, con la reforma de la Constitución Nacional de 1994, pasarán a tener
rango constitucional. En otro orden de ideas, se promulgaron en este período
leyes críticas referidas al reordenamiento de las Organizaciones Sindicales, así
como un nuevo régimen de Obras Sociales. Por su parte, la Ley orgánica de
los Partidos Políticos garantizó el derecho democrático a la asociación política.
Finalmente, se restauró el sistema de gobierno tripartito para las Universidades
Nacionales, siguiendo el espíritu de la reforma universitaria de 1918. El
gobierno del Dr. Alfonsín también estimuló una profunda modernización en
materia de legislación familiar. Se distinguen aquí las reformas al Código Civil
referidas a temas de filiación, tutela y patria potestad compartida. Pero quizás,
en lo tocante a esta temática, la más resonante en este período sea la Ley de
Divorcio Vincular. Característico de un período profundamente signado por la
emergencia económica, resaltamos la implementación del denominado “Plan
Austral”. Proyecto económico, financiero y fiscal que, entre otras cosas,
dispuso un nuevo signo monetario en la Argentina: el Austral. Igualmente, es
de hacer notar la convocatoria a elecciones anticipadas para Presidente y
Vicepresidente de la República, producto de la grave crisis que atravesaba el
país; siendo que, eventualmente, el Dr. Alfonsín terminaría dimitiendo su cargo,
traspasando prematuramente el mando presidencial al por entonces presidente
electo, Dr. Carlos Saúl Menem. También se destacan en esta selección la ley
que, en materia de relaciones exteriores, aprobó el Tratado de Paz y Amistad
celebrado en el Vaticano, y que diera fin al conflicto con la República de Chile
en torno al canal del Beagle. Los diversos tratados que promovieron el inicio
del proceso de integración regional con Brasil, Uruguay y Paraguay,
antecedentes inmediatos del Mercado Común del Sur (MERCOSUR)
materializado hacia 1991. Y, por último, la Ley que autorizó el traslado de la
Capital de la República al distrito federal Viedma-Carmen de Patagones;
proyecto que a la postre quedaría trunco. Asimismo, el trabajo presenta una
serie de fallos dictados por la C.S.J.N. durante el período en cuestión. Entre
ellos, cabe citar los siguientes casos: “Baeza” que admitió la realización de un
referendum no vinculante para aprobar el tratado de Paz con Chile por el
diferendo del Canal de Beagle; “Sejean” que se anticipa a la Ley de divorcio
vincular; “Causa originariamente instruida por el Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas en cumplimiento del decreto 158/83 del Poder Ejecutivo
nacional” que declaró la inconstitucional la ley de “autoamnistía” que había
dictado la dictadura militar; y “Camps” que validó la ley de obediencia debida.
De igual forma, incluye otros pronunciamientos del máximo tribunal que
trascendieron la época como fueron: “Ponzetti de Balbín” que condena a una
editorial gráfica, elaborando una doctrina sobre privacidad y derecho a la
imagen; “Campillay” sobre la libertad de expresión; “Bazterrica” sobre la
tenencia de estupefacientes para consumo personal; y “Rivademar” que
declara la autonomía de los municipios revolucionando el derecho público
provincial. Para finalizar, vale mencionar que se agrega el histórico y
emblemático fallo dictado en el juicio a las Juntas llevado a cabo por la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal.

TEMA 26: LADECADA DE 1990 Y EL MENEMISMO

LOS ORÍGENES DEL MENEMISMO

Resulta imposible analizar los puntos destacables del gobierno de Menem


sin adentrarnos previamente en el contexto histórico en el que emerge. El
mismo nos remite a la trágica crisis del gobierno del radical Raúl Alfonsín
(1983-1989). Como se sabe, Alfonsín deberá renunciar a la presidencia cinco
meses antes de terminar su mandato frente a la imposibilidad de controlar una
inédita y feroz hiperinflación. Aunque aquí no podemos extendernos sobre sus
causas, que nos remiten a la puja distributiva dentro de las distintas fracciones
del gran capital1 , lo que resulta importante destacar es que hacia comienzos
de 1989 los índices de inflación llegarán a niveles del orden del 17% en marzo
y 33,4% en abril, alcanzando en mayo un total de 78,6% (Página 12, 08/04/89;
Clarín y Página 12, 06/05/89; Página 12, 02/06/89). Al mismo tiempo, el
Gobierno deberá afrontar saqueos a supermercados en cientos de barrios
pobres que llevarán la situación social al borde del caos social (Martínez,
1991). Por si fuera poco, en diciembre de 1988 se había llevado a cabo un
levantamiento militar que agravará la situación de caos y peligro de disolución
social, como lo definirán varios autores (Palermo y Torre, 1992; Palermo y
Novaro, 1996; Cavarozzi, 1997). La imposibilidad de controlar la situación de
crisis orgánica (Barros, 2002) que vivía el país, llevará entonces a Alfonsín a
llamar a elecciones anticipadas.

En aquellas elecciones, celebradas el 14 de mayo, el candidato


justicialista, vencedor de Antonio Cafiero en las internas realizadas un año
antes, será electo como nuevo Presidente a partir de un discurso en el que
prometerá combatir la crisis mediante una “Revolución Productiva” que
terminaría con la especulación financiera y un “Salariazo” que consolidaría el
mercado interno (Clarín, 25/02/89, 26/02/89 y 12/05/89). Este tipo de discurso,
que algunos han denominado como “populista”, resultaba música para los
oídos de las masas populares, sedientas de un liderazgo que garantizara orden
político y estabilidad económica. El partido del presidente en ejercicio, la Unión
Cívica Radical (UCR) estaba, en cambio, fuertemente desprestigiado por su
desastrosa performance política, por lo que difícilmente podía salir victoriosa de
la contienda electoral. Además, el discurso del candidato a suceder a Alfonsín,
el gobernador de Córdoba Eduardo Angeloz, afirmaba la necesidad de realizar
un ajuste brutal que reduciría el gasto público para modernizar y eficientizar la
economía (Hadida y Pérez, 1999). En ese contexto, Menem, el candidato de la
“Esperanza”, no tendrá inconvenientes en ser electo con el 47% de los votos,
dejando en un segundo lugar al candidato radical.
La elección del nuevo Gobierno, en un contexto de fuerte conflictividad
social, lejos estará de reducirla. Más bien, la misma se incrementará,
retornando los saqueos a supermercados y comercios y el desabastecimiento
de alimentos. En ese contexto, Alfonsín se verá obligado a renunciar antes de
tiempo, asumiendo en su lugar el caudillo riojano.

. LAS “SOMBRAS” DEL GOBIERNO DE MENEM La sombra económica y


social

Una vez en el poder, ignorando sus promesas de campaña sobre la


“Revolución Productiva” y el “Salariazo”, el electo presidente Carlos Menem se
dedicará a aplicar un plan de reformas estructurales inédito por su magnitud y
alcance y por ser llevado a cabo por el partido de gobierno que había hecho de
los sectores populares y la justicia social su aspecto predominante e inalterable
(James, 1990; Torre, 1990). En ese contexto, el Presidente iniciará un proceso
de apertura económica, reducción del gasto público social, desregulación
comercial y liberalización financiera que impactará vastamente en la estructura
económica industrialista y en la estructura social homogénea que
caracterizaban al Estado mercado-internista de posguerra (Torrado, 1994;
García Delgado, 1994; Basualdo, 2004). Al mismo tiempo, comenzará a partir
de 1990, y más aún desde 1991, un plan de privatización y concesión que
incluirá a prácticamente la totalidad de las empresas que desde la época de
Perón eran propiedad del Estado en tanto símbolos de lo que el líder
denominará la defensa de la soberanía política y la independencia económica.

Este “giro de 180 grados” en relación a las tradicionales políticas


reguladoras y asistencialistas del modelo de sustitución de importaciones del
peronismo impactará, como dijimos, de manera fuertemente negativa sobre la
estructura económica y sobre todo social. En primer lugar, las medidas
tomadas en el marco de las reformas neoliberales, como se las conocerá,
profundizarán un proceso de desindustrialización de los sectores asalariados
iniciado a mediados de la década del ´70 con las políticas del régimen militar
(1976-1983). Así, la apertura comercial y financiera promoverá un ingreso
masivo de inversiones extranjeras y un proceso de importación de productos
tecnológicos que, junto al incremento de las tasas de interés, terminará
generando un proceso de creciente desindustrialización. Al mismo tiempo, las
políticas de flexibilización laboral, realizadas con el pretexto de reducir costos y
aumentar la productividad, terminarán pauperizando a vastos contingentes
sociales. Finalmente, el proceso de privatización de las empresas públicas,
iniciado en octubre de 1990 con los “casos líderes” de Aerolíneas Argentinas y
ENTEL (Thwaites Rey, 1993), y profundizado al extremo a partir del régimen de
paridad cambiaria de abril de 1991, terminará promoviendo un crecimiento
descomunal de los índices de desocupación, subocupación y pobreza.
Al tiempo que los trabajadores reducían fuertemente su poder social y sus
conquistas obtenidas durante el período peronista, los grandes empresarios
lograban incrementar fuertemente sus tasas de ganancias a partir de reducir
fuertemente sus costos laborales. Para ello, lograrían obtener del Estado
decenas de medidas que favorecerían a cada uno de las fracciones
dominantes. Así, mientras los sectores industriales de las pequeñas y
medianas empresas (PyMES) veían reducir sus tasas de ganancias por la
apertura indiscriminada, las grandes firmas industriales y electrónicas se verían
ampliamente favorecidas por regímenes especiales de protección estatal. Del
mismo modo, al tiempo que las políticas de flexibilización perjudicaban vía
reducción de salarios e indemnizaciones a los trabajadores, beneficiaban
directamente a los grandes empresarios, más aún cuando las mismas se veían
acompañadas de políticas como la reducción de los aportes patronales y el
establecimiento de aumentos salariales de acuerdo al incremento de la
productividad. Finalmente, mientras miles de trabajadores se quedaban sin
empleo por el descomunal proceso de privatizaciones, las firmas nacionales e
internacionales participarían de impresionantes negocios que, a partir de
limitaciones o eliminaciones a la regulación, subsidios, reducciones y
exenciones impositivas y reiterados incrementos tarifarios, les permitirán formar
monopolios u oligopolios en la mayoría de las empresas privatizadas (Azpiazu,
1995; Nochteff, 1995). En ese contexto, los grandes empresarios lograrán
consolidar un proceso de concentración y centralización del capital en pocas
manos, formando una “comunidad de negocios” (Basualdo, 2000, 2006). Los
trabajadores, en cambio, incrementarán su fragmentación y polarización social
(Torrado, 1994; Villarreal, 1996). Pero sobre todo, se llevará a cabo una
verdadera reestructuración social que potenciará los índices de desigualdad de
ingresos, precarización laboral y desempleo, en una clara oposición a los
niveles de homogeneidad, igualdad social, derechos sociales y pleno empleo
que caracterizaba ya no sólo al período peronista (1945-1955 y 1973- 1974),
sino también a períodos intermedios y aún posteriores, cuando estas reformas
en muchos casos (como las privatizaciones y la desregulación), apenas se
esbozaban o se habían realizado de manera contradictoria.

Ahora bien, si entre 1991 y 1995 estos efectos recesivos de las reformas
se harán presentes de manera relativamente suave debido al incremento del
consumo y la estabilización que generará la sobrevaluación cambiaria en el
marco del régimen de paridad cambiaria4 , a partir de 1995, con la llamada
Crisis del Tequila, los indicadores económicos y sociales se desplomarán hasta
llegar a niveles récord. Así, en mayo de 1995 los índices de desocupación
crecerán hasta la increíble cifra de 18,5%, al tiempo que se incrementará
fuertemente el déficit fiscal y comercial. No obstante, si los trabajadores
continuarán su marcha descendente iniciada en los años ´70 y lo mismo hará la
clase media, que se transformará en los “nuevos pobres” (Murmis y Feldman,
1993), los sectores dominantes lograrán incrementar su ya inusitada tasa de
ganancias vía el mecanismo de la valorización financiera, un mecanismo que
será cada vez mayor a pesar de los momentos de crisis. Así, como señala
Basualdo, el ciclo del capital se hará independiente de los movimientos
externos e internos del plan económico, siempre y cuando se mantuviere la
paridad cambiaria y las políticas de reforma y ajuste asociadas a su
implementación (Basualdo, 2000, 2006).

LA SOMBRA INSTITUCIONAL

Si la economía será vista por muchos analistas como una “sombra” del
gobierno de Menem a partir de las consecuencias generadas por el modelo
excluyente de reforma estructural, el aspecto institucional no será mucho mejor.
En efecto, aunque nuestro país se caracteriza históricamente por la ausencia
de mecanismos de respeto a las instituciones (Mustapic, 1984; De Riz, 1986;
De Riz y Smulovitz, 1991), con la llegada al poder de Carlos Menem estas no
harán sino agravarse. Así, con la excusa de la “necesidad” de apurar los
trámites de reforma del Estado sin tener que acudir a discusiones “estériles”, el
Presidente abusará durante su mandato de los llamados decretos “de
necesidad y urgencia”, la legislación delegada y los vetos parciales y totales,
dejando en un lugar subordinado al Congreso5 . Además, ya desde su
asunción tenderá a menospreciar el debate público de ideas y rechazará
fuertemente las críticas opositoras, a las que acusará de tener “intereses
políticos” o “particulares” que iban a contramano del interés general6 .
Finalmente, muchos autores han señalado la presencia durante el gobierno de
Menem de índices de corrupción nunca antes vistos en su intensidad. En
efecto, el Presidente y su círculo más intimo se verá “manchado” por infinidad
de casos de corrupción durante sus diez años en el poder. Las prácticas
“decisionistas” (Torre, 1991; Novaro, 1994), al igual que estas últimas
“patrimonialistas” y “particularistas” (O´Donnell, 1992, 1997, 1998), no harán
sino potenciar la degradación institucional, dejando al Congreso sin su razón de
ser y fomentando un rechazo hacia los partidos políticos y las instituciones
representativas en general (Yannuzzi, 1995; Quiroga, 2005).

Pero el Presidente no sólo abusará de sus poderes de prerrogativa, sino


que tenderá también a controlar al Poder Judicial. Así, en abril de 1990 logrará
ampliar la Corte Suprema de Justicia de los 5 miembros existentes a 9 para
garantizarse lo que se conocería como la “mayoría automática” de votos a
favor. De esta manera, con una “corte adicta” al poder político, el Presidente no
tendrá inconvenientes ya no sólo con los casos de corrupción, que
sistemáticamente quedarán en la nada, sino también con las políticas de
inconstitucionalidad que serán pedidas por legisladores y particulares. En ese
contexto, el gobierno menemista no sólo degradará al Poder Legislativo, sino
también a la Justicia, acusada de fomentar la impunidad y defender los
intereses políticos del Gobierno (Quiroga, 2005). 2.3.
La “sombra” militar

El tema militar es otro de los temas candentes que generará ásperos


roces entre el Gobierno y gran parte de la sociedad. Al igual que en los campos
económico y institucional, se llevarán a cabo políticas inéditas por su magnitud
y alcance. Indefectiblemente, los mismos nos remontan al “perdón”
presidencial. En efecto, durante los primeros años de gobierno el presidente
Menem decidirá una amnistía a los militares sublevados en distintos
levantamientos militares. Así, entre finales de 1989 y 1990 indultará a los
sectores golpistas liderados por fracciones tanto de la izquierda como de la
derecha del Ejército. Pero la medida que provocará la mayor indignación será
el indulto que otorgará Menem a los militares del Proceso. En efecto, si
previamente Alfonsín había condenado a la Junta militar por la política terrorista
de secuestro, tortura, detención y ejecución o “desaparición” de personas
(Romero, 1994: 284-288), al tiempo que dejaba en libertad a los sectores
castrenses medios y bajos en lo que se conocería como las Leyes de Punto
Final, de 1985, y la posterior Ley de Obediencia Debida, de junio de 1987, un
acuerdo que será visto por gran parte de la ciudadanía como una “concesión” o
un “pacto” con los militares, durante el gobierno de Menem se decidirá indultar
a la Junta Militar, es decir, a los máximos responsables que habían sido
condenados por aquel trágico período de la historia argentina7 . Estas
medidas, tomadas en diciembre de 1989, generarán fuertes protestas sociales
e infinidad de críticas desde los más diversos sectores, en especial de
miembros de los organismos de derechos humanos y estudiantes, quienes
rechazarán las ideas del Gobierno acerca de la necesaria “reconciliación
nacional”, sosteniendo que los crímenes de “lesa humanidad” de la dictadura
no debían quedar “impunes” para no “repetir la historia”.

TEMA 27: EL GOBIERNO DE LA ALIANZA DEL 2001

TIEMPOS DE CRISIS: INESTABILIDAD POLÍTICA Y REPRESIÓN

En nuestro país, a fines de 2001, las políticas neoliberales aplicadas


desde 1976 produjeron una profunda crisis económica y social que terminó
erosionando la credibilidad de la sociedad en el sistema político. En diciembre,
una insurrección popular provocó la renuncia del presidente Fernando de la
Rúa. Desde entonces, comenzó un período de profunda inestabilidad política.
En diez días se sucedieron cinco presidentes. En reemplazo de De la Rúa,
asumió la primera magistratura de la Nación en forma provisional, el senador
Ramón Puerta. El Congreso debía, según la Ley de Acefalía vigente, elegir a
un funcionario como presidente de la Nación hasta una nueva convocatoria a
elecciones. El cargo recayó en el gobernador de la provincia de San Luis
Adolfo Rodríguez Saá, quien, debido a los conflictos internos del peronismo,
renunció una semana después. Fue reemplazado por el presidente de la
Cámara de Diputados Eduardo Camaño, hasta que el 1º de enero de 2002 la
Asamblea Legislativa eligió como presidente al senador y ex vicepresidente del
gobierno de Carlos Menem, el doctor Eduardo Duhalde.

Una de las medidas clave de este gobierno fue devaluar la moneda


argentina y por lo tanto dar fin a la “convertibilidad del uno a uno”. La protesta
social continuó. Los problemas eran enormes y múltiples y la respuesta del
gobierno duhaldista fue, en muchos casos, la represión. El punto máximo se
alcanzó el 26 de junio de 2002: frente a una movilización del movimiento de
desocupados, fuerzas conjuntas de la Policía Federal, la policía bonaerense, la
Prefectura y la Gendarmería Nacional reprimieron brutalmente. En la acción
que, para muchos, fue organizada desde los más altos niveles de decisión del
gobierno nacional y provincial, fueron asesinados dos jóvenes militantes
sociales, Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.

La salvaje represión agudizó las tensiones existentes y, en ese marco, las


autoridades tuvieron que adelantar las elecciones para el 27 de abril de 2003.
Por el peronismo se presentaron tres candidatos muy distintos entre sí: por un
lado, se postuló el ex presidente Carlos Menem, como candidato de la
agrupación “Frente por la Lealtad”; Adolfo Rodríguez Saá se presentó por el
“Frente Movimiento Popular Unión y Libertad” y un tercer candidato fue Néstor
Kirchner, por el “Frente para la Victoria” (FPV).

La crisis política y el descrédito de los políticos se pusieron en evidencia


en los resultados electorales. Ninguno de los candidatos obtuvo el porcentaje
mínimo para ser presidente. Con un 22,3% de los votos, Néstor Kirchner, se
enfrentaría en segunda vuelta con Carlos Menem quien lo aventajaba por unos
pocos puntos más. Pero el descrédito popular del ex presidente lo llevó a
renunciar a la disputa del ballotage, lo que permitió a Néstor Kirchner llegar a la
Presidencia de la Nación en mayo de 2003.

También podría gustarte