Está en la página 1de 2

Perfección universal

En el principio, cuando el universo era aún una chispa de


posibilidades, los dioses de la Creación se desarrollaron para tejer
una realidad que superara todas las expectativas. Así fue como
nació el Cosmos de la Plenitud, un lugar donde la vida era
verdaderamente perfecta en todos sus aspectos
En este universo, los seres que lo habitaban eran conocidos como
los Luminares, seres de luz y sabiduría. Su forma física era hermosa
y radiante, sin limitaciones ni defectos. Cada Luminar irradiaba una
energía dorada que fluía en armonía con el entorno, nutriendo la
vida en todas sus formas
Los Luminares vivían en un sistema de creencias basado en la
compasión, la cooperación y el amor incondicional. Creían en la
conexión intrínseca de todas las cosas y entendían que al ayudar a
otros, también se ayudaban a sí mismos. Su práctica social se
centraba en el intercambio constante de conocimiento y
experiencias, enriqueciendo así la comprensión colectiva del
universo
La sociedad de los Luminarios estaba organizada de manera
horizontal, donde cada voz era valorada por igual. Tomaban
decisiones a través de consensos, buscando siempre el bienestar
común
No había lugar para la competencia ni el conflicto, ya que
comprendían que en la plenitud de la vida no había necesidad de
luchar por recursos o poder
En los Luminares encontrabas alegría en la exploración y el
aprendizaje continuo, A pesar de su perfección, nunca dejaban de
buscar nuevas formas de expandir su comprensión del Cosmos de
la Plenitud. Pasaban sus días explorando vastos jardines de flores
resplandecientes, meditando junto a ríos de sabiduría que fluían
con conocimiento ilimitado y compartiendo historias bajo los cielos
cambiantes llenos de colores nunca antes imaginados
La forma mental de los Luminarios estaba imbuida de una
serenidad perpetua. Experimentaban emociones en su forma más
pura y elevada: la alegría fluía como ríos, la tristeza era una
oportunidad para la reflexión y el crecimiento, y la ira se
transformaba en compasión a través de la comprensión mutua. Los
Luminares eran conscientes de que las emociones negativas eran
simplemente una parte natural del ciclo de la vida y las abrazaban
sin miedo ni rechazo
En este universo de perfección, el tiempo era una danza etérea sin
inicio ni fin. Los Luminares no se envejecían en el sentido
tradicional, sino que su energía vital se entrelazaba con el Cosmos
mismo, permitiéndoles existir en un estado de bienestar eterno.
Vivían en un flujo constante de momentos presentes, apreciando
cada experiencia como una parte valiosa de su existencia sin
preocupación por el pasado o el futuro.

Valentina herrera Hernández

También podría gustarte