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Poemas a luz:

Recuerdos:
Sé que has de olvidarme,
Sé que ni en tus días me encuentro,
Pero dime que hacer si hasta ahora te pienso,
Habitas en mi mente como las ganas de vivir que tengo,
Esas ganas de ser eterno,
Esas ganas de desdoblar el tiempo,
Y volver a besar los rincones de tu universo,
Esos rincones que hoy están dispersos,
A años luz de nuestro mundo perfecto,
Donde tú y yo fuimos creadores de un amor eterno,
Amor de pasiones que quemaban como helio
Aún recuerdo esa noche empalmada con el día
Aún siento lo prohibido
Recuerdo que te repetía: “la luna te ama”
Pero a pesar de esas palabras nuestros cuerpos no se despegaban
Nuestros besos eran eternos
Nuestras caricias eran infinitas.
Decidí despedirme de ti, en ese momento.
Decidí odiarte, pero eso no me duró mucho tiempo.
Trataba de evitarte
Trataba de ya no ir por el camino donde coincidimos
Pero eso fue imposible.
Un día coincidimos
Pero nos miramos como dos desconocidos.
Lo qué me había prometido cambio 18 días después
Y entonces, volvimos a caer en el inicio de nuestro amor eterno.
Algarabía:
Noche fría de invierno,
Con cálida compañía,
Sentir del gardenia beso,
Que me hace recordar tu cantar del día,
Sentir tu mirar embelesado,
Que baña con irradiante melodía,
Los placeres que antes sentía,
Este corazón que olvidarte no quiere todavía,
Se enterca y hace gritar mi agonía,
De volver a verte como la luz de júbilo algarabía,

Mareas:
Luz,
Musa de mirada dominante,
De carácter errante,
Creadora de alarde,
Madre de la belleza de tu estandarte,
Quien diría que este hereje,
Por solo una noche,
Inolvidable,
Se vuelva creyente,
Como si de religión a ti se tratase,
Será que me cautivaste,
Será que eres el mar de las verdades,
Y yo naufrago triste,
Perdido en tus mares,
Golpeado por el solaje,
Que de tu irradiante cuerpo sale,
Como vida de tu sonrisa destellante,
Invitándome a cuestionarme,
Cada vez que miro la creciente,
Que será de la musa de este arte.

Peregrino:
Luz,
Esplendiste mis noches,
Con la ternura de tu sonrisa,
En este anden del camino,
Fui confidente,
Fui peregrino,
De lo que tus labios apresan,
Me brindaste calma,
Cuando mis ojos miraban lejos,
Cuando buscaba un destino,
Fuiste ángel de sendero,
Que me ilumino con aurora destellante de gracia,
Gracia divina que tus profundos ojos en los míos refleja,
El reflejo de tu ser,
Que hoy se marcha,
Y solo me queda soñar,
Ser feliz en mi pasión,
Saber que cada noche fría,
El viento gélido traerá tu aroma,
Que reposara en mi aliento,
Tu más dulce memoria.

Ayaviri:
Ayaviri,
Origen de la creación de mi universo,
Universo de amplios caminos,
Universo de verdades ocultas en tu lecho,
Dime Ayaviri,
Como hiciste para crear lo perfecto,
Como hiciste para fundirte en mujer de lienzo,
Como hiciste para clavarte en mi pecho,
Acaso Ayaviri,
Tener un hombre desangrado de besos,
No es suficiente en tu tormento,
Es que deseas verme desecho,
Dime Ayaviri,
Como olvidarte y no pensar en tu cuerpo,
Como hacer como si nada fuese cierto,
Si es que en ti tome con mis manos el cielo,
Y por un momento fui el rey del universo,
Fui gigante en un mundo pequeño,
Pero me volví gigante sin un corazón latiendo,
Sin saber lo que quiero,
Sin destino ni tiempo,
Sin ti Ayaviri eterno.

Orígenes:
He pasado por esos lugares,
Que hoy me trajeron tantos recuerdos,
Vino en mí un universo de emociones,
Que me hacen buscarte en mis razones,
Y en cada una las constelaciones tu amor lo encuentro,
Que será de tu ser,
Que será de tus días,
Seguirás como luz brillante en este cielo inmenso.
Dando camino a tu nuevo sendero,
O es que ya tu irradiante día ha muerto,
Para revivir en cada uno de tus sueños,
Y liberarte de la nebulosa,
Como cometa que surca este inmenso cielo,
Donde me juraste con un beso,
Mil te quiero,
Y me dijiste que no te olvidarías de nuestro momento,
Que se fundió como Bing Bang,
Sin un origen,
Sin un tiempo.

Carta a luz:

En tierras distantes has de estar mi musa de luz destellante, se


ahora todas mis verdades, crees que mis labios se entregarían
solo a curiosidades, fui solo creyente de la verdad de mi utópico
amor, ahora en esta nostálgica angustia que te tomo en noches
como néctar de los dioses para solo volver a escribirte y recibir
de tus labios el más cruel reproche, ese reproche que cerceno mi
vuelo cuando a por mil surcaba el cielo.
Ahora que puedo decirte si es que solo me quedo, tal vez he de
dejar de mirarte hasta en lo más simple que veo, hasta en esas
músicas que en mi mente gritan tu recuerdo.
Ahora que entre los dos el trato esta hecho, es amargo como
tomar un café en el velorio de un no muerto o tan cruel como
volver de la guerra sin ser consiente de tus hechos, solo soy
sobreviviente de este tártaro desecho.
Pero de todo lo sucedido y clavado en mi pecho, solo me queda
decirte un adiós a la distancia y que cumplas tus sueños, sé que
he de querer buscarte pero he de calmar mi alma de niño y no
pensar más en tus besos o en ese cuerpo que me acogió en sus
senos.

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