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Los 10 Valores iCOR

Viviendo nuestros valores en comunidad

MISIÓN DE JESÚS:
EL DISCIPULADO HOLÍSTICO

La iniciativa iCOR tiene que ver con la misión de Cristo y abraza el concepto de discipulado
holístico. Hacer discípulos de Jesús no es un programa más de la iglesia, sino más bien su
misión principal. Con el fin de cumplir con este cometido, la iglesia local debe ser activa en 4
áreas que ayudarán tanto a jóvenes como a cualquier otra persona a convertirse en un
discípulo de Jesús:
​ Fomentar las relaciones interpersonales
(p. ej. la convivencia social y espiritual: Hechos 2:46–47; Efe. 4:2–3; Juan
13:34–35)
​ Fomentar el crecimiento espiritual
(p. ej. 2 Cor. 5:17; 2 Tes. 1:3; Gál. 5:16, 18, 22–23)
​ Fomentar el cumplimiento de la misión
(p. ej. 2 Cor. 5:18–20; Hechos 9:36, 39)
​ Capacitar para el ministerio
(p. ej. Jer. 1:7, 9–10; Efe. 3:20–21; 4:7–16; 2 Tim. 2:2; 4:1–2)

Relaciones interpersonales:

1. Conexión: Dios es amor, y, como Padre, Hijo y Espíritu Santo, es un ser que
se relaciona —de ahí que su iglesia deba ser un reflejo de su naturaleza. El
aprender a relacionarse con los demás de forma saludable es una de las
tareas más importantes y urgentes para la iglesia cristiana, ya que es
precisamente el amor profesado entre los seguidores de Jesús la
característica inequívoca de que pertenecen a Dios; es lo que da credibilidad
a su fe. Resulta imposible amar a Dios a la vez que se ignora al otro. La
comunidad cristiana se debe construir y vivir: es mucho más que
simplemente asistir juntos a un programa espiritual a una hora y en un lugar
determinados. Las iglesias que implementan el valor de conexión promueven
de forma deliberada que se relacionen entre sí las diferentes generaciones,
culturas y clases sociales, además de conectar a las personas tanto dentro
de la iglesia como fuera de ella. Esto es especialmente importante para los
jóvenes, ya que es fundamental para el desarrollo de su fe que se relacionan
no solo con sus iguales, sino también con los miembros adultos de su iglesia.
2. Cuidado y cariño: El cuidado y el cariño genuinos suplen la mayor parte de
las necesidades básicas de las personas. Podemos crecer en confianza y
abrir nuestros corazones cuando nos sentimos amados y aceptados. Las
iglesias iCOR cuidan de las personas y proveen una comunidad de apoyo
porque se han comprometido a amar como Cristo nos ama, y se involucran
en el ministerio de restauración y reconciliación. Al verse enfrentados a tantos
retos y necesidades de desarrollo durante la adolescencia, los jóvenes
necesitan vivir en una comunidad de fe que les brinde amor, cariño y apoyo.
A los jóvenes no les importa cuánto sabes hasta que sepan cuánto te
importan. Las iglesias iCOR actúan de forma deliberada al ofrecer su apoyo
para el desarrollo de la fe de modo que los jóvenes puedan decir: «Esta es mi
iglesia». El cariño y el cuidado genuinos tienen que ver con la oración
intercesora pero también con propuestas prácticas de apoyo y de ayuda. Las
iglesias iCOR son sensibles a las necesidades espirituales y también a las
demás necesidades de los jóvenes y de cualquier otro miembro
sencillamente porque les importa.
3. Participación: La participación en la iglesia genera un sentido de
pertenencia y ayuda a las personas a sentirse identificadas con la misma y
con su misión. Esto es especialmente importante para los jóvenes. Los
jóvenes tienen muchas ideas, opiniones y energía, pero a menudo no se les
da la posibilidad de aplicarlas en la iglesia. Hay estudios que demuestran que
la iglesia es relevante para los jóvenes – pero, ¿acaso son ellos relevantes
para la iglesia? En 2007, la Conferencia General de los Adventistas del
Séptimo Día hizo la siguiente declaración: «Las razones más frecuentemente
citadas por las personas que abandonan la iglesia local tienen que ver con
las relaciones interpersonales, la falta de un sentido de pertenencia, y la falta
de compromiso y de participación en la iglesia local y su misión.» (GC
Executive Committee, 2007, paragraph 5) [Conferencia General, Comité
Ejecutivo, párrafo 5] Las iglesias harían bien, por tanto, en animar a los
jóvenes a ser partícipes y a dar forma y vida a la visión y la misión de la
congregación.
4. Adoración: En pocas palabras, la adoración no es un programa sino una
actitud. La adoración es la manifestación del Evangelio y de la verdad bíblica
en el día a día. La realidad de Dios no solo se proclama sino que se celebra y
se vive en la comunidad de los hijos de Dios en cualquier lugar y en cualquier
momento en el que se reúnan, aunque se experimenta de forma especial el
sábado. Las iglesias iCOR procuran proporcionar experiencias de sábado
verdaderamente significativas de forma deliberada y preparan programas de
sábado que involucren y entusiasmen a los jóvenes. Elena G. de White indicó
que «las reuniones del sábado… [pueden llegar] a ser los ejercicios más
formalistas, desagradables, faltos de atracción y, para los jóvenes, los más
incómodos de todos los ejercicios… Las reuniones de testimonios y todos los
demás cultos religiosos debieran proyectarse y dirigirse de tal modo que no
sólo sean provechosos sino a tal punto agradables que sean positivamente
atrayentes.» (Joyas de los Testimonios Vol. 2, p. 440). El ambiente y la
actitud de las personas al adorar es más importante que los elementos en sí
de los servicios de culto. Algunos estudios demuestran que el experimentar
una adoración genuina y gozosa que se manifieste al cantar, al tocar
instrumentos, al orar y al proclamar a Dios con admiración tiene un gran
impacto en la vida espiritual de los jóvenes.
5. Enseñanza: Los jóvenes buscan enseñanzas bíblicas sensatas y profundas,
así como predicaciones y sermones que toquen de lleno la realidad que
viven. El estudio Valuegenesis Europe (VGE) indica que la predicación que
alcanza a los jóvenes constituye su experiencia eclesial más concluyente. Es
ocho veces más probable que los jóvenes permanezcan en la iglesia si
consideran que los sermones tienen algo que ver con sus vidas y si sienten
que tocan sus corazones. Los jóvenes están buscando valores cristianos y
creencias adventistas basadas en la Biblia y que sean cristocéntricas y
desean que se enseñen de forma relevante. Las iglesias que se
comprometen a comunicar el Evangelio y la Verdad bíblica de tal modo que
sea relevante tienen mayores probabilidades de ser relevantes para los
invitados. Son sensibles y están abiertas a las necesidades espirituales de
sus jóvenes, y se dirigen a ellos en los momentos de adoración, en la
Escuela Sabática y en otras actividades.
6. Servicio: La iglesia «ha sido organizada para servir.» (La Educación, p.
242.4). Esta es una declaración básica de Elena G. de White acerca de la
función de la iglesia en este mundo. La iglesia es una comunidad que sirve a
los demás con amor y cariño. El servicio es importante porque es una
expresión de la vida que Dios había pensado para nosotros. El servir a las
personas es una manera de restaurar el sentido básico de la vida. A los
jóvenes les gustaría ver que nuestra fe en Dios tiene algún impacto y que
nuestras comunidades de fe marcan la diferencia en la sociedad. Están
deseosos de involucrarse en proyectos de evangelismo y en actividades
misioneras significativas para producir un impacto en las vidas de las
personas. De ahí que a la gente joven no solo se le pida que se involucre en
lo que se está haciendo, sino que además ayude en la creación y en la
planificación de dichas actividades y proyectos en su iglesia local. Los
jóvenes que sirven junto al resto de generaciones se sienten más
identificados con su iglesia y con nuestra fe adventista. En general, siguen a
Jesús con entusiasmo y tienen ganas de compartir su fe con sus amigos y
con otras personas.
7. Reconciliación: Cuando la evangelización se lleva a cabo en el contexto de
la reconciliación se pone a Jesús en el centro, se actúa con respeto y se
tienen en cuenta a las personas. Como embajadores de la reconciliación,
somos «constructores de puentes» que, como representantes de Jesús,
invitan a las personas a reconciliarse con Dios. Bajo el estandarte de la
reconciliación, todo lo que hagamos en cuanto a evangelización está
supeditado a la misión de curación y restauración de las relaciones con Dios.
Nos centraremos en ayudar a las personas a encontrar su forma de
reconectar con nuestro Padre amante. Las iglesias que están comprometidas
con el «ministerio de reconciliación» son conscientes de que solo es posible
invitar a las personas a que se reconcilien con Dios si se vive un espíritu de
reconciliación en la iglesia. Lo esencial es restaurar las relaciones. En última
instancia, la misión en el contexto de la reconciliación deja bien claro que las
Buenas Nuevas están intrínsecamente ligadas al mensajero y a la forma en la
que se vive el evangelio de forma práctica en la iglesia. Por tanto, todos los
miembros son llamados a ser embajadores de Jesús y a vivir el evangelio.
8. Capacitación: Jesús fue un mentor para sus discípulos, del mismo modo que
Moisés lo fue para Josué, y Bernabé para Pablo y Marcos.

Además de a sus padres, los jóvenes necesitan a adultos que sean modelos
relevantes para sus vidas. Las iglesias iCOR no solo incentivan relaciones
intergeneracionales informales, sino que además asignan mentores para que
acompañen a los jóvenes en su crecimiento y desarrollo espiritual. La
Encyclopedia of Formal Education [Enciclopedia de la Educación Reglada]
expone: «La definición clásica del mentoring es la de un guía de más edad y
con mayor experiencia que por un lado recibe la aceptación del joven y por
otro lado le ayuda y le acompaña en su transición a la madurez mediante el
binomio de apoyo y desafío. En este sentido, se trata de una relación de
crecimiento en la que se inicia al joven en la edad adulta.» (Kate Philip,
August 2000). Los mentores ayudan a los jóvenes a crecer espiritualmente y
a enfrentarse a los retos y desafíos de la vida. Hay estudios que demuestran
que es menos probable que los jóvenes que se relacionan y que conversan
con adultos cariñosos se involucren en actividades de riesgo. Además, es
más probable que los adolescentes que tienen buenas relaciones con los
adultos sirvan a otros.

Por tanto, en la iglesia, los mentores pueden ayudar a niños, adolescentes y


jóvenes, así como a nuevos miembros bautizados y a invitados, a crecer
espiritualmente y a lidiar con los desafíos de la vida. Del mismo modo, los
jóvenes pueden convertirse en mentores de personas mayores.

9. Formación: El aprendizaje es una parte fundamental de la vida. Si se deja de


aprender, uno se estanca.

Jesús inspiraba respeto como Rabí, es decir, como maestro, así que
podemos considerar a sus discípulos como sus estudiantes. La palabra
griega para discípulo (mathetes) tiene su origen en el campo de la educación.
Los seguidores de Jesús son personas que siempre están inmersas en un
proceso de formación, ya que la formación promueve el crecimiento. El
objetivo final de la escuela de Jesús es la acción y no solo las palabras y el
conocimiento. Dado que la formación capacita a las personas para que
crezcan y se desarrollen, la iglesia debería ser un lugar de aprendizaje para
todas las generaciones. Los jóvenes no son los únicos que necesitan una
formación continua y estructurada, además de apoyo por parte de la iglesia.
Las iglesias que le dan gran importancia a la formación están comprometidas
con proporcionar la oportunidad de crecimiento a todos sus miembros en
diferentes ámbitos: en comprensión, en la potenciación de los dones de cada
persona y en el servicio para el Señor. Por ello se esfuerzan por animar y
apoyar a sus miembros para que participen en oportunidades de formación
tanto internas como externas. El progreso de una comunidad de fe se
fundamenta en la consciencia de que nunca dejamos de aprender.

10. Liderazgo: Una iglesia estratégica y orientada a la consecución de objetivos


no se limita a centrarse en los procesos administrativos. En su lugar, cumple
con su misión de forma deliberada y se centra en la formación continua, el
progreso y el crecimiento en todas las áreas. Tiene o desarrolla una visión y
una misión para la comunidad local. En todo momento, busca involucrar a
todos sus miembros, también a los jóvenes en el desarrollo, el análisis y la
evaluación de la visión y de los objetivos.

De forma constante, le recuerda a todos en la iglesia cuál es la visión.


Además, incorpora a los jóvenes en las posiciones de liderazgo de la iglesia.
Se sabe que una iglesia toma en serio a sus jóvenes cuando los integra en
las posiciones de responsabilidad. El involucrar a los jóvenes en el liderazgo
hace que sientan que forman parte del proyecto de la iglesia y por ende
produce un cambio positivo que permitirá que ésta sea dinámica y orgánica.

Un liderazgo basado en valores también se centra en la inclusión activa y


deliberada así como la evaluación de los valores iCOR en las actividades
regulares de la iglesia.

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