Observa cómo se disuelven el sufrimiento y el estrés
Con demasiada frecuencia, olvidamos que estamos aquí durante un breve periodo, experimentamos una amplia diversidad de experiencias agridulces y luego nos vamos.
Es comprensible que evitemos pensar, en la medida de nuestras
posibilidades y todo el tiempo que podamos, en el dolor, el sufrimiento y la muerte... hasta que ya es demasiado tarde. Pero esto, por más natural que parezca, tiene un precio oculto porque mal podremos, si no nos enfrentamos a las dificultades de la vida, hacerles frente adecuadamente. Ese rechazo cierra nuestra mente, intensifica el dolor y el sufrimiento y deja tras de sí una sensación profundamente arraigada de desconfianza y miedo. Y lo más paradójico es que mal podremos, si no nos enfrentamos a las dificultades, tomar conciencia y disfrutar de las facetas extraordinarias de la vida.
Es natural que, cada vez que nos enfrentemos a una dificultad –
independientemente de que se trate del dolor, la enfermedad o el estrés–, tratemos de alejarla. Y esto es algo que hacemos de mil maneras diferentes, dando vueltas y más vueltas a soluciones que anteriormente han fracasado, ignorándolas o sepultándolas bajo una pila de distracciones. Más pronto o más tarde, sin embargo, todas esas estrategias dejan de funcionar y perdemos fuelle o nos vemos desbordados por las dificultades. Dos son las alternativas a las que nos enfrentamos cuando, en nuestro camino, tropezamos con una encrucijada de este tipo. Podemos tratar de seguir adelante aparentando que todo está bien (y llevar una existencia cada vez más empobrecida) o asumir una forma diferente de acercarnos a nosotros y al mundo. Este enfoque diferente consiste en aceptarnos atentamente a nosotros y a nuestro sufrimiento, lo que significa acercarnos a él y aceptarlo, por más que lo odiemos y nos llene de miedo y pavor.
Para muchas personas, especialmente para quienes padecen de estrés y
sufrimiento crónico, la simple idea de «aceptación» es una pura negación, porque suena a admitir pasivamente nuestro destino. ¿Por qué deberíamos «rendirnos» y vivir sumidos en la desesperanza? Pero lo cierto es que la aceptación atenta que se deriva de una conciencia plenamente atenta nada tiene que ver con la aceptación pasiva. La aceptación derivada de la REFLEXION sobre el poder de tu voluntad cuando DECIDES darte un tiempo para hacer una pausa, permitir, dejar ser y ver las cosas con más claridad. Es aceptar que, por el momento, son las cosas como son. Tiene que ver con abrazar la vida, no simplemente con tolerarla. Otra vertiente de la aceptación es la compasión por los demás y por el mundo que nos rodea y el primer paso consiste en aprender a ser compasivo con uno mismo.
Este beneficio es algo que empieza dejándonos de atacar y de
culpar por lo que consideramos nuestros «fracasos», «debilidades» e «insuficiencias». Y, por encima de todo, nos anima a dejarnos ser como somos, con todas nuestras faltas, debilidades y problemas, lo que, para algunos, puede ser más difícil que enfrentarse al dolor, el sufrimiento y el estrés. A largo plazo, sin embargo, la aceptación compasiva reduce el dolor y mejora significativamente nuestra vida.
Son muchos los estudios científicos que han puesto de relieve el
poder de la aceptación compasiva para disolver el estrés, el miedo y la preocupación. Y, lo más importante es que, como sucede con otros beneficios de la ATENCION CONCIENTE, estos también acaban integrándose en nuestro cerebro.
Luego, cuando el dolor y el sufrimiento vuelven a aparecer, es
La ansiedad, menos intenso y se desvanece con más facilidad. el estrés, la depresión y el agotamiento también se presentan con menos frecuencia e intensidad. Y esto pone en marcha un círculo virtuoso que nos enseña a enfrentarnos al mundo con un estado mental progresivamente más tranquilo, compasivo y aceptador.