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Los alemanes del Volga en Castelli

La colectividad de los alemanes del Volga llegó a estas tierras a


principios de la década de 1930. Provenían de La Pampa para
conformar colonias algodoneras, principal impulso para el
nacimiento de la ciudad de Castelli.
La sede de una institución pionera en rescatar tradiciones. Cuenta con un museo e
infraestructura para dar numerosos servicios a sus socios.
Unas 320 familias formaban parte de un contingente que arribó a
esta zona con la ilusión de encontrar su lugar en el mundo. Quizás
nadie lo imaginó, pero estos inmigrantes hoy forman parte de la
historia grande de este pueblo, impulsores del cultivo del
denominado “oro blanco”, con mucho sacrificio y haciendo frente
a muchas adversidades.
El cultivo del algodón era una actividad desconocida para estos
hombres y mujeres que venían de climas fríos y era recolectado a
mano por pobladores criollos y aborígenes que ya estaban
radicados previamente en algunas zonas cercanas a las colonias
alemana

Recreación del casamiento gringo en 2017 por calles de Castelli.

Pero además, los alemanes del Volga trajeron una gran riqueza
cultural, con sus costumbres, sus comidas tradicionales e
inclusive su idioma; expresiones que fueron valoradas por las
diferentes generaciones a lo largo del tiempo, y que en la
actualidad aún se mantienen vivas.

Fue el recordado sacerdote Juan Holzer quien fomentó la llegada


de 320 familias con el objetivo de generarles oportunidades para
que trabajaran la tierra y pudieran desarrollar sus actividades. La
historia relata que a mediados de mayo de 1931, estas familias
arribaron en ferrocarril a la ciudad de Sáenz Peña con todas sus
pertenencias y sus ilusiones de poder emprender nuevos desafíos.
Desde allí, la Unión Agraria Germano-Argentina se encargaba del
traslado y posterior radicación en sus respectivas colonias.
Además de sus pertenencias personales, trajeron caballos y
herramientas en el sector de carga, y los hombres e hijos mayores
hacían este trayecto en carros tirados por caballos, arribando
semanas más tarde.
El escritor Juan José Schmidt relata en sus tres libros de rescate
cultural, algunos datos fundacionales de estas comunidades
gringas que se arraigaron en la zona. “Cuando aún era Territorio
Nacional, el gobierno de la nación fomentó el asentamiento de
colonos provenientes de países europeos, ya establecidos en la
Argentina, con el objetivo de crear colonias agrícolas, a fin de
poblar tierras desocupadas e impulsar la actividad agropecuaria,
en lo que previas mensuras se determinaban como colonia Juan
José Castelli y colonia La Florida”, explica.
Las parcelas contaban con 100 hectáreas de campo, que el
gobierno nacional les entregaba en condición de ocupantes hasta
tanto se pagara la tierra, para obtener luego sus respectivos
títulos de propiedad. Cada familia comenzó a construir sus
viviendas utilizando adobes de barro.
Cultivar la tierra fue el gran desafío de las primeras familias que se radicaron en la zona.
La actividad algodonera se convirtió en un impulso fundamental para la fundación de
Castelli.

Esos años fueron el inicio de una historia marcada por el trabajo,


el sacrificio, la perseverancia ante las adversidades y las
esperanzas frente a los nuevos desafíos. Estas familias pasaron
épocas muy duras de crisis y adversidades, pero tuvieron la
fortaleza de no bajar sus brazos y seguir apostando al progreso.
Para el año de la fundación de Castelli, en 1936, se supone que ya
eran 700 las familias radicadas en las colonias La Florida y
Colonia el 44. Hoy resulta imposible calcular la población con
ascendencia directa ya que con el desarrollo de tres generaciones
se fueron mezclando con otras; aunque se estima que más del 50
por ciento de los habitantes de Castelli tiene algún tipo de vínculo
sanguíneo con alemanes por el entrecruzamiento, producto de la
fusión social.
Muchas familias llegaron a estas tierras del Chaco profundo, aún antes de la fundación de
Castelli.
Casamiento gringo
Uno de los acontecimientos sociales más recordados fue el
casamiento gringo, que consistía en una manera particular de
celebrar las nupcias entre integrantes de la comunidad. Eran
grandes fiestas que duraban varios días donde se juntaba el grupo
familiar donde todos colaboraban en los preparativos y todos
celebraban en armonía y con mucha diversión.
Un recuerdo de una de las destacadas formas de celebrar en la colectividad.

Se adornaban las volantas con flores, guirnaldas, manteles


blancos sobre los asientos, y en el primer carro iba un par de
músicos con acordeón y bombo, lo seguía el novio con dos
acompañantes mujeres y en el tercer carro venía la novia
acompañada por dos hombres.
La caravana nupcial salía de la colonia haciendo kilómetros de
tierra hasta llegar a la parroquia central donde se oficiaba la
celebración religiosa y luego volvían llenos de algarabía
directamente a la fiesta.
“El sonido de los bombos se escuchaba desde lejos durante el
recorrido y hasta el lugar de la fiesta, donde se acondicionaba
todo para recibir a los novios, allí los esperaban los familiares y
vecinos. Este tipo de eventos aglomeraba a toda la colonia en
aquellos años ya que era muy llamativo”, explica Schmidt.
En 2017 se realizó la recreación de este casamiento gringo en las
calles de Castelli, lo que representó un acontecimiento social muy
caro a los sentimientos de la colectividad.
Fortaleciendo la fe
El padre Juan Holzer fue el gestor de la colonización de Juan José
Castelli con inmigrantes ruso-germanos llegados desde La Pampa.
Fue el guía espiritual y moral en el fortalecimiento de los sufridos
colonos. Se trasladaba periódicamente desde Charata hasta las
colonias donde aprovechaba a celebrar misa en capillas, impartir
el catecismo, el sacramento de la comunión y muchas parejas
aprovechaban la ocasión para contraer matrimonio.
El sacerdote redentorista Juan Holzer fue un pilar fundamental de las primeras familias de
inmigrantes.

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