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Análisis parcial del concepto de «pulsión»


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ALFREDO EIDELSZTEIN

Clase Nº 2 (23-04-1999)

En la reunión de hoy, tal como les anticipé la vez pasada, vamos a trabajar con la
noción de «instinto» y vamos a relacionarla la noción de «pulsión», esto es, el problema
que en psicoanálisis implica la pulsión con respecto al instinto, partiendo de la idea de que
si hubo una tendencia generalizada a confundirlas en el movimiento psicoanalítico —que se
verifica porque tanto en castellano como en inglés y en francés Trieb siempre fue traducido
por “instinto”—, debió haber habido razones concretas para que así fuera. Uno podría
argumentar que se hicieron mal las cosas, pero ocurre que cuando las cosas se hacen mal de
manera uniforme y sistemática, me da la impresión de que uno puede tomarlo como
mensaje de que ciertamente hay allí un problema existente.

De modo que nos preguntaremos hoy qué es el instinto, y, en caso de haberla, qué
relación tiene con la pulsión. Intentaremos también descubrir por qué se los ha confundido.

Si concluimos hoy con este tema, ya en la próxima vamos a trabajar precisamente


con la pregunta de qué es la pulsión, teniendo ya totalmente despejado el problema de que
no tiene nada que ver con el instinto.

Estamos haciendo una investigación que, a más de articularse con los textos a que nos
referimos, es también mi investigación personal sobre este tema; es decir que les presento
prácticamente el resultado de mi propia investigación. Sin lugar a dudas, esto estará
presente en la estructura de la clase. Con lo cual, verán que citaremos a muchos autores,
que vamos a trabajar con una cantidad enorme de citas, porque justamente lo que quiero
presentarles es un recorrido que justifique la conclusión que voy a aportarles.

Entonces, para introducirnos en el problema —no para resolverlo—, les traigo dos o
tres citas. Una es del «Diccionario de Psicoanálisis» de Laplanche y Pontalis; otras son de

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ALFREDO EIDELSZTEIN

Freud y de Lacan. En el Diccionario de Laplanche y Pontalis hay una entrada para


“instinto”, que dice así:

«La concepción freudiana para el Trieb, como fuerza impulsora relativamente indeterminada, en cuanto
al comportamiento que origina y al objeto que proporciona a la satisfacción, difiere notablemente de la
teoría del instinto, tanto en su forma clásica como en la renovación aportada por las investigaciones
contemporáneas. El termino “instinto” tiene implicaciones claramente definidas que están muy alejadas
del concepto freudiano de pulsión».

Todos nosotros tenemos esto claro. Pero, justamente, tener esto tan claro me parece
que duplica el problema porque si es tan evidente la diferencia, ¿por qué se ha confundido
sistemáticamente el instinto con la pulsión? Y si se lo confundió sistemáticamente, la
primera idea que quiero proponerles pensar es que no se trata de un problema del
psicoanálisis, o sea, no es por cuestiones internas al psicoanálisis por las cuales se confunde
al instinto con la pulsión, sino que en la noción de «instinto» —no en la de «pulsión»—
está el problema por el cual en psicoanálisis se confunden uno y otra.

Del Seminario 17, de la clase 1, les voy a citar la posición de Lacan respecto del
problema:

“Bien. Remarquemos la misma ambigüedad que tomó en la estupidez psicoanalítica la palabra Trieb.
Por cuanto, en lugar de dedicarse a captar cómo se articula esta categoría, sin duda no sin
ascendiente, quiero decir sin empleo ya, y que se remonta lejos, hasta Kant, de la palabra Trieb, ¿para
qué sirve en el discurso psicoanalítico? Bien merecería que uno no se precipitara para traducirlo
demasiado rápidamente por la palabra Instinkt. Pero de todas formas no sin motivo se producen estos
deslizamientos, y después de todo aunque desde hace tiempo insistimos sobre el carácter aberrante de
esta traducción, tenemos derecho sin embargo a sacarle provecho. No ciertamente para consagrar
sobre todo a este propósito la noción de instinto, sino para recordar lo que del discurso de Freud la
hace habitable y simplemente para procurar hacerla “habitar” de otra manera».

Con lo cual ven que en el Seminario 17 Lacan, a mi entender, por primera vez
propone estudiar por qué este deslizamiento de Trieb a “instinto”; y más aún, propone
sacarle provecho, no sólo al deslizamiento —que es lo que vamos a hacer nosotros hoy—,
sino al aprovechamiento que podría tener para nosotros el uso de la noción de «instinto».

Por otra parte les advierto que Lacan sigue utilizando “instinto”, especialmente en los
últimos cinco o seis seminarios; o sea, a partir del Seminarios 20 y XXI, Lacan
prácticamente deja de hablar de “pulsión de muerte” para hablar de “instinto de muerte”, y
retoma plenamente el uso del término “instinto”. Quizás podamos darle alguna explicación.

La cita de Freud que les traigo es indirecta, no es específica, pero me parece que
convendría no olvidarla. Freud muere el 23 de septiembre de 1939. La cita que les traigo
son las últimas diez palabras que él escribió, las últimas palabras de «CONCLUSIONES,
IDEAS Y PROBLEMAS» llamado así porque fue la recopilación de las últimas notas que
quedaron en su escritorio al momento de su fallecimiento. Les traigo las dos traducciones,
la de Amorrortu y la de López Ballesteros. López Ballesteros dice:

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«ANÁLISIS PARCIAL DEL CONCEPTO DE PULSIÓN»

«Agosto 22, Mística: la oscura autopercepción del reino situado fuera del Yo, el Ello”.

En Etcheverry aparece:

«Mística: el abismo sombrío del reino exterior al Yo, del Ello».

Con lo cual, ven que lo último que Freud propuso respecto del Ello —quizás piensen
que no es nuestro tema, pero sí lo es porque es “la sede de las pulsiones”— es entenderlo
como una “mística”.

Sobre esta base, les propongo que revisemos qué es instinto. La propuesta es muy
sencilla. Les traje las definiciones que dan diez diccionarios distintos, todos ellos en
vigencia. Verán que desde aquí mismo comenzarán a planteársenos los problemas.

El de la Real Academia Española contempla cinco acepciones:

«Instinto: del latín instinctus. 1. Conjunto de pautas de reacción que en los animales contribuyen a la
conservación de la vida del individuo y de la especie. Instinto reproductor. 2. Móvil atribuido a un acto,
sentimiento, etc.,...».

Aquí está el problema. Es muy ambiguo lo que dice, no queda muy claro lo que aquí
significa “móvil”.

«... que obedece a una razón profunda, sin que se percate de ello el que lo realiza o siente. 3. Facultad
que permite valorar o apreciar ciertas cosas. Tiene instinto pictórico».

La cuarta es una acepción teológica.

«4. Impulso o movimiento divino...».

Observen que ya aparece el “impulso”. En la definición de “instinto”, el “impulso”


aparece directamente.

«...referido a inspiraciones sobrenaturales. 5. Instigación o sugestión. Por instinto: por un impulso o


propensión natural e indeliberada».

De modo que tenemos en la definición de “instinto” el problema de lo que impulsa,


lo que para nosotros sería una pulsión.

En la edición de 1998 de la Enciclopedia Encarta, dice:

“Instinto. En zoología y psicología: característica innata de una especie animal particular...».

Les ruego presten atención a este “particular”.

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ALFREDO EIDELSZTEIN

«...que origina movimientos complejos, de forma que los miembros de una especie son capaces de
responder de forma adecuada a una gran variedad de situaciones en la naturaleza. Por lo general estos
comportamientos suponen modelos de respuesta a un estímulo determinado, y con frecuencia son
patrones característicos...».

Estos patrones son los famosos patterns en inglés.

«...de alimentación, apareamiento, relaciones y expresión de agresividad [...] El término instinto puede
aplicarse también a varias interpretaciones desarrolladas por Sigmund Freud y otros teóricos del
psicoanálisis. Freud teorizó que existe el instinto de vida y de muerte y que el comportamiento sexual
es en esencia instintivo. Esta aplicación específica del término instinto no está relacionada con la forma
en la que lo utilizan los científicos del comportamiento».

Así es que hasta está consignada la salvedad que nos encanta que figure. Sin
embargo, vean cómo vuelve a producirse la confusión, porque se considera que los
instintos de los que habla Freud no son los mismos instintos de los que hablan los
científicos del comportamiento.

En la edición en CD-ROM de la Enciclopedia Británica, aparecen también cosas


bastante interesantes. La edición que tengo es inglesa, así que tendré que ir traduciéndoles a
medida que avanzo en la lectura.

«Instinto: respuesta involuntaria de un animal a un estímulo externo, resultando de ello una conducta
fijada y predecible».

Tengan en cuenta lo de “fijada” porque después, para nosotros, el término “fijación”


será un término clave.

«La conducta instintiva es hereditaria, adaptativa y sirve para promover la supervivencia de un animal o
una especie. Es mucho más evidente en la lucha y en la actividad sexual».

A diferencia de lo que leí antes, estos autores no toman en cuenta lo alimenticio, que
es muy importante para nosotros. Y, efectivamente, en términos generales, si Ustedes
piensan cómo conciben el instinto, lo aplican mucho menos a la alimentación que a otras
conductas; o sea, tendemos a utilizarlo para la forma de la danza en el apareamiento sexual,
la forma en que se construyen los nidos, o la forma en que se cuida a la cría, pero no en
especial para la alimentación respecto de la cual los animales tienen una mayor plasticidad;
es decir que efectivamente ahí sería limitante a la vida de la especie una fijación instintiva,
porque si en el medio ese alimento desaparece, moriría ese animal.

«La forma más simple de la conducta instintiva es el arco reflejo...».

No sé si a Ustedes les significa algo, pero es un problema. Porque es lo mismo que


propone Freud porque cuando argumenta en torno a la pulsión propone que el ejemplo más
elemental de lo que él está tratando de definir es el arco reflejo; mientras que aquí ponen —

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«ANÁLISIS PARCIAL DEL CONCEPTO DE PULSIÓN»

como en casi todas las explicaciones sobre el instinto— que el instinto tiene que ver con el
arco reflejo.

«... en la respuesta de un simple órgano a un estímulo [...] Un número de estos patrones fijados
conducen to one goal».
Ustedes saben que uno de los términos que propone Lacan para reproducir “meta” del
alemán al francés es utilizando justamente dos términos en inglés: aim y goal. Y aquí
proponen que estas conductas fijadas conducen hacia un goal.

«Patrones de conducta motriz como el gesto y la danza son también utilizados en insectos, pájaros y
peces, para comunicarse con otros congéneres, y se distinguen de otros sistemas de comunicación de
otras especies».

En el Grand Robert, un muy buen diccionario, aparecen varias acepciones de


“instinto”. La primera es:

«Impulsión que un ser viviente recibe de un agente exterior y que implica pousser».

Y en francés, pousser significa empujar, lanzar, dar, favorecer, apoyar, estimular,


llevar, impulsar, impeler, dar un impulso, correr, extender, examinar, pujar, entornar,
producir, entornar, mover, inducir. Con lo cual, vean que en varias lenguas, cuando se
intenta definir “instinto”, entre las acepciones fundamentales figura siempre la
“impulsión”, la pulsión que el instinto implica.

En la segunda acepción, dice:

«Tendencia innata potente, fuerte, poderosa, común a los seres vivos y a todos los individuos de una
misma especie».

Dentro de esta acepción aparece una subacepción que dice:

«Libido, apetito, deseo».

Y remiten al psicoanálisis. O sea que cuando uno busca “instinto” en el GRAND


ROBERT, aparece una acepción que refiere a la libido, al apetito y al deseo. Efectivamente,
siempre se confunde. Toda vez que aparece “instinto”, se plantea este problema. Y cuando
explican esta entrada del psicoanálisis, dicen:

«Uso especial para el psicoanálisis: en alemán Trieb, pulsión instintual».

Y los ejemplos que se dan son los de “instintos de vida” e “instinto de muerte”.

En el Diccionario de Filosofía de Lalande, que Lacan utiliza con frecuencia y que


critica regularmente, para “instinto” dice:

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ALFREDO EIDELSZTEIN

«Conjunto complejo de reacciones exteriores determinadas, hereditarias, comunes a todos los


individuos de una misma especie y adaptadas a un fin en el cual el ser del que se trata no tiene
generalmente conciencia».

Primer problema. Porque ya aquí hay otro puente que se establece, a saber, que en
términos descriptivos, el instinto es inconsciente. Román, que es un autor citado aquí por
Lalande, dice:
«Ha llamado instintos primarios a aquellos que resultan directamente de la estructura primitiva del ser
vivo, o que no son debidos a la selección. Instintos secundarios: aquellos que constituyen un
automatismo derivado, adquirido por intermedio de la adaptación inteligente, caída enseguida en el
inconsciente».

Este es un autor, Román, que no tiene nada que ver con el psicoanálisis, es totalmente
anterior a la teoría psicoanalítica, y define a los instintos secundarios por su característica
de automatismo, y como caídos en el inconsciente.

En la Enciclopedia Salvat, de “instinto” se dice:

«Estímulo interior que determina a los animales a una acción dirigida a la conservación o a la
reproducción. En virtud de esta tendencia o inclinación natural los animales sin previa reflexión buscan
su bienestar, huyen de los que los daña, velan por sus hijos, etc. Es innato, anterior a toda educación,
uniforme, poco variado, y limitado a un orden especial de hechos. Todo lo cual le distingue de la
inteligencia cuyos actos son fruto de la experiencia, la reflexión y varían considerablemente según
individuos y circunstancias. Ciertos hábitos engendrados por la repetición de actos, más o menos
voluntarios, se transmiten por herencia y se convierten en instintos en las generaciones subsiguientes».

Es decir, la explicación de Freud. Revísenlo y verán que es la explicación freudiana.


Se utiliza la explicación de Freud para la pulsión como una explicación que pareciera
corresponder plenamente con la de instinto.

Siendo esto así, los problemas aumentan muchísimo, y especialmente si introducimos


no sólo lo que se considera por instinto en relación con Freud, sino también con Lacan.
Porque en cualquiera de las fuentes que revisé se consigna que “instinto” proviene del latín
“instinctus”. Eso es muy importante para nosotros porque si el problema aparece en todas
las lenguas podría tener que ver con el término que se está utilizando en todas ellas. El
castellano, el francés, el alemán y el inglés, entre otras muchas, son todas lenguas derivadas
del indoeuropeo. Por eso esta comunión. Digo, entonces, que quizás el problema resida en
el término que estamos utilizando para ello.

«Frecuentemente se refiere a los factores poco entendidos que compelen e incitan o drive la conducta
humana».

El problema es este “drive”. Ya saben que drive significa paseo, viaje, también el
golpe en tenis —que es golpe directo—; y en la segunda acepción de drive, encontramos
“energía, vigor, impulso”, y en sus acepciones derivadas: “empujar, impeler, guiar, hacer,
conducir, impulsar, golpear con fuerza”.

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«ANÁLISIS PARCIAL DEL CONCEPTO DE PULSIÓN»

¿Por qué les traigo el problema del drive, que es la definición estándar de la
Enciclopedia Británica para dar cuenta del instinto? Porque en «Subversión del Sujeto...»,
Lacan dice lo siguiente:

«Recogemos aquí el guante del desafío que se nos dirige al traducir con el nombre de instinto lo que
Freud llama Trieb, lo cual se traduciría bastante bien por drive en inglés».

Se nos complica porque justamente en inglés drive es el término clave para dar
cuenta del instinto; y ocurre que al mismo tiempo es la propuesta de Lacan para traducir
Trieb. Estamos hablando del Lacan de «Subversión del Sujeto», de un Lacan que no es
ningún improvisado.

«Cosa que se evita y por ello la palabra dérive sería en francés nuestra solución desesperada, en caso
de que no lográsemos dar a la bastardía de la palabra pulsión su punto de acuñación».

Dérive en francés tiene muy poco que ver con drive y con instinto; significa “deriva”,
de la deriva de un líquido, de un bote que deriva en el agua. Pero entre sus múltiples
acepciones, el Grand Robert dice:

«Movimiento incontrolado y pasivo. Hecho del ser de dejarse arrastrar o mover sin reaccionar».

Así que observen que los problemas se nos multiplican porque la propuesta estricta
de Lacan para traducir Trieb es el término específico que se utiliza para dar cuenta de
“instinto” en inglés.

Ahora bien, es muy interesante la confusión que se produce entre instinto y Trieb en
el seno del psicoanálisis, porque sucede que Freud jamás los confundió. En Freud, hay un
uso estricto de Trieb. Aquí no tiene nada que ver el desarrollo de la teoría, no es que al
principio Trieb para Freud era instinto y que luego se convirtió en Trieb; tampoco es que
aquello que Freud terminó llamando Trieb haya sido llamado al principio “instinto”. Y si
uno revisa la traducción de Amorrortu —la única que a este respecto puede examinarse,
porque la de López Ballesteros emplea “instinto” indistintamente para Instinkt y Trieb—,
siempre encontrarán la aclaración correspondiente. Etcheverry puso “pulsión” cada vez que
aparece Trieb, haciendo además una aclaración expresa; y empleó “instinto” toda vez que
encontró Instinkt —aclarando, también, entre corchetes y en itálicas el vocablo alemán.

Yo les todos los pasajes en que Freud hace un uso estricto de Instinkt para que
podamos encontrar así la diferencia con respecto a “pulsión”; y, a partir de ahí,
retornaremos al problema con el comenzamos, para ver si damos o no con la clase. Verán
que en efecto vamos a encontrarla para luego volver a perderla en el momento en que nos
detengamos en la lectura de «Subversión del Sujeto».

En el Tomo III, en el artículo de Breuer de «Estudios sobre la Histeria», en la página


211, hay un párrafo completo dedicado al problema del instinto. Si lo revisan van a ver que

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ALFREDO EIDELSZTEIN

ni siquiera a Breuer se le ocurre confundir Trieb con instinto, porque utiliza Trieb muy
claramente en algunos párrafos para tales cosas, e “instinto” para tales otras. Entienden que
el problema del que estoy hablando es que Trieb e Instinkt no se confunden jamás para
ningún germanohablante —son términos que se refieren a dos problemas distintos. Pero el
término “instinto”, desde el momento en que acuñado —y se lo toma así en el estudio de la
conducta de los animales— hasta hoy implica un problema teórico que como tal lleva a
confundir, no Trieb con Instinkt —que jamás ningún filósofo o ningún teórico alemán
confundiría—, sino la “impulsión” y el “instinto”. Van a ver que encontraremos la solución
en Freud.

Las citas de Freud son muy claras, un poco extensas quizá, pero valen la pena. La
primera es de «Lo Inconsciente», del Tomo XIV, apartado 6, «El comercio entre los dos
sistemas», en la página 191:

«El contenido del sistema preconciente o conciencia proviene en una parte de la vida pulsional (por
mediación de lo inconsciente) y en la otra de la percepción [...] El contenido del inconsciente puede ser
comparado con una población psíquica primitiva. Si hay en el hombre unas formaciones psíquicas
heredadas, algo análogo al instinto [ Instinkt] de los animales, eso es lo que contiene el núcleo del
inconsciente».

Aquí hay verdaderamente una confusión. Porque siempre creímos que en el núcleo
del inconsciente había “pulsiones”... Y Freud dice que no, que en el núcleo del inconsciente
están las formaciones heredadas que en el ser humano son equivalentes a los “instintos” en
el animal.

«A ello se suma más tarde lo que desechó por inutilizable en el curso del desarrollo infantil...».

Esto es, lo reprimido. Con lo cual, la idea de Ello ya está en Freud: hay lo
inconsciente no reprimido a lo cual se suma luego lo reprimido, que ya es de la historia
particular de cada sujeto.

«...y que no forzosamente ha de ser por su naturaleza diverso de lo heredado. Una división tajante y
definitiva del contenido de los dos sistemas no se establece por regla general hasta la pubertad».

El historial de “El Hombre de los Lobos” —tomo XVIII— va a ser el de referencia


de todo este curso, porque es el único historial escrito por Freud luego de que tiene ya
totalmente establecida la teoría de la pulsión. Los otros historiales son previos a la teoría de
la pulsión. Con lo cual, no nos son utilizables. Pero éste es el único historial freudiano
totalmente atravesado por el problema de la pulsión. Hoy mismo empezaremos a citarlo,
empezando por este punto. No sé si lo recuerdan bien. Hay dos muy extensas
incrustaciones en el texto, que Freud pone entre corchetes; no aparecen ni como citas de pie
de página ni como intercalaciones comunes; sino que luego de la Conferencia 23, él
introduce esas dos largas secciones del texto en donde dice que son introducidas por los

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«ANÁLISIS PARCIAL DEL CONCEPTO DE PULSIÓN»

problemas que la Conferencia 23 le produce. Vamos a ver si también llegamos a trabajar


esos extensos agregados.

En la página 108 del tomo XVII, dice Freud:

«He llegado al término de lo que me propuse comunicar acerca de este caso patológico. Entre los
numerosos problemas que sugiere sólo dos me parecen merecedores de una particular mención en
estas páginas. El primero atañe a los esquemas congénitos por vía filogenético...».

Éste va a ser el problema que nos ocupará.

«...que como unas categorías “filosóficas”, procuran la colocación de las impresiones vitales.
Sustentaría la concepción de que son unos precipitados de la historia de la cultura humana. El
Complejo de Edipo que abarca el vínculo del niño con sus progenitores se cuenta entre ellos».

De manera que el Complejo de Edipo no es sino un esquema congénito de vía


filogenética... ¿Entienden lo que esto quiere decir? Aquellos que me acompañaron el año
pasado en el estudio sobre el «Padre»1 en psicoanálisis, ya saben que el Complejo de Edipo
deriva más de las consecuencias sobre lo humano de la horda primitiva que sobre las
experiencias reales de los niños en su vida en la familia —lo cual no es el modo en que
solemos utilizarlo. Cuando nosotros tenemos que explicarle a alguien qué es el Complejo
de Edipo en psicoanálisis, reproducimos automáticamente toda esa historieta de que el niño
quiere acostarse con su la madre y que el padre viene ahí a ejercer su posición,
impidiéndoselo. Pero no, no tiene en absoluto nada que ver con eso, no se trata de nada que
sea vivenciado por ningún niño. Freud nos dice que es un esquema heredado
filogenéticamente.

«Es más bien el ejemplo mejor conocido de esta clase. Donde las vivencias no se adecuan al esquema
hereditario se llega a una refundición de ellas en la fantasía cuya obra sería por cierto muy provechoso
estudiar en detalle. Precisamente estos casos son actos para probarnos la existencia autónoma del
esquema».

No tiene la menor importancia el hecho de que el niño quiera o no acostarse con su


madre. El esquema existe autónomamente; y si el padre no es un rival terrible, el padre real
del niño, tampoco importa porque funciona igual. A Freud le hace falta sostenerlo porque
nosotros notamos —lo decíamos el año pasado— que siempre el Superyó es más severo
que el padre real. Freud lo explica mediante la existencia de un esquema filogenético a
cuya discusión nos dedicamos bastante el año por su validez epistemológica.

«A menudo podemos observar que el esquema triunfa sobre el vivencias particular. En nuestro caso por
ejemplo el padre deviene el castrador y pasa a ser el que amenaza la sexualidad infantil pese a la
presencia de un Complejo de Edipo invertido en todo lo demás».

¿Lo entienden? Freud que lo que el niño vivencia es el amor al padre, el Edipo
invertido. El padre castrador se impone al padre del amor que es el padre de la convivencia.
1
En World Wide Web: http://www.edupsi.com (septiembre de 2003).

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ALFREDO EIDELSZTEIN

El año pasado hicimos una diferenciación entre pater y tata: el padre amado sería el tata, y
el del esquema filogenético sería el pater.

«Otro efecto de esto mismo es que la nodriza aparezca en el lugar de la madre o se fusione con ella».

¿Por qué se puede amar a la nodriza? Porque, en realidad, Freud dice que tampoco es
la madre, sino que es un esquema que uno recibe hereditariamente. Así, puede ser la madre
su representante o puede ser la nodriza. ¿No les parece que, así comentados y extraídos,
Ustedes no conocían estos párrafos de Freud?

«Las contradicciones de las vivencias respecto del esquema parecen aportar una rica tela a los
conflictos infantiles».

Mi papá es divino, es lo que yo digo porque lo quiero muchísimo; y además me lleva


a jugar a la pelota a la plaza. Pero es un castrador que impide que yo acceda a mi madre. La
base del conflicto es pues entre lo heredado y lo vivenciado.

«El segundo problema no está muy alejado del anterior pero su peso es incomparablemente mayor. Si
uno considera la conducta de un niño de cuatro años frente a la escena primordial reactivada, más aún
si uno piensa en las reacciones mucho más simples de un niño de un año y medio al vivenciar esta
escena, apenas podrá apartar de sí la concepción de que en el niño opera una suerte de saber...».

Esto es importantísimo. En el niño opera una “suerte de saber”, un tipo de saber.

«...difícil de determinar, algo como una preparación para entender. ¿En qué pueda consistir esto? He
ahí algo que se sustrae de toda representación. Sólo disponemos de una marcada analogía con el
vasto saber instintivo de los animales».

Entonces, Freud pone en relación el esquema heredado que implica cierto “saber”,
con el instinto. Nada que ver con la pulsión, porque el instinto implica un cierto tipo de
saber. Un ejemplo, de nuestras pampas es el del hornero y su nido. La pregunta es: ¿cómo
sabe un hornero cómo tiene que construir su nido? Siempre respondemos que lo hacen “por
instinto”, que saben hacerlo de un modo instintivo.

Con lo cual, vean que para Freud el instinto es un cierto tipo de saber. Por ejemplo, si
la abeja se comunica con el resto de las abejas mediante un código, la pregunta es: ¿cómo
sabe ese código? La respuesta es la misma: lo sabe “por instinto”. Así es que definimos el
instinto como un cierto tipo de saber. Freud dice que el Complejo de Edipo es un tipo de
saber como el saber de los animales, porque no se entiende cómo se recibe ese saber —que
es por vía hereditaria. Entonces, él dice que esto es como el instinto.

«Si también en el ser humano existiera un patrimonio instintivo de esa índole no sería asombroso que
recayera muy especialmente sobre los procesos de la vida sexual si bien no podría estar limitado a
ella,...».

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«ANÁLISIS PARCIAL DEL CONCEPTO DE PULSIÓN»

Porque los instintos, especialmente los animales, recaen sobre lo sexual.

«...eso instintivo sería el núcleo del inconsciente».

No rechaza que en el núcleo de lo inconsciente haya algo de orden “instintivo”,


siendo que al mismo tiempo eso instintivo no tiene nada que ver con la pulsión —es el
saber heredado.

«Una actividad mental primitiva que luego la razón de la humanidad, a esta razón es preciso adquirirla,
destrona, superponiéndosele, pero que con harta frecuencia quizás en todas las personas conserva la
fuerza suficiente para atraer hacia sí los procesos anímicos superiores»

La razón: “Mi padre es bueno, no me va a castrar” se impone al padre castrador recibido


por herencia.

INTERVENCIÓN: [inaudible].

A.E.: En todas las definiciones de diccionario que se preocupan por responder a tu


pregunta, todas ponen que está en los genes: la información viene por las cadenas proteicas
de los genes —no hay otra forma de transmitir información, que no sea mediante
aprendizaje. Y los animales son capaces de aprender un montón de cosas. Desde luego, no
se trata de que sostengamos que no hay aprendizaje en los animales, sino que estamos
diciendo que si tomamos un huevo, quitándoselo a la madre, y lo ponemos en una
incubadora sin ningún animal de esa especie, con posibilidad de contacto visual, olfativo o
de ruidos; lo llevan al gabinete que corresponda en el M.I.T. y lo ponen una lámpara
durante cierto tiempo; luego del cual, sale un pollito o sale lo que tiene que salir. Y si
cumple cierta edad y tiene ciertos estímulos adecuados, efectivamente verificaremos que
“sabrá” cómo hacer su nido. Pero ese saber es previo a cualquier experiencia, no porque no
haya aprendizaje o experiencia, sino porque se descubrió que hay algunas que escapan al
aprendizaje. En este caso, es indudable porque se tomó el huevo antes de que el pollito
naciera, lo que demuestra que el argumento de que lo aprendió viéndolo es insostenible. De
todas maneras, ver cómo se construye no implica necesariamente que pueda construirlo.

Entonces, ¿cómo es que se transmite ese saber? Respondemos inmediatamente que


mediante las cadenas proteicas de los genes. Es una respuesta automática en ciencia, porque
no hay otra forma de transmitirlo, de comunicarlo. Los seres humanos también recibimos
un montón de información por la vía proteica genética, pero el problema que yo encuentro
es que no entiendo cómo es que la primera experiencia de construcción del nido del primer
hornero llegó a transmitirse mediante esa cadena proteica. No lo leí en ningún libro, pero
yo me figuré la siguiente explicación para este problema: que la construcción del nido de
hornero depende de un cambio azaroso, una mutación incidental en la estructura proteica
de los genes de alguna especie animal, y que a partir de entonces quedó fijada por resultar
beneficiosa en términos adaptativos. Hay un libro que les recomiendo leer, muy próximo a

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ALFREDO EIDELSZTEIN

nuestras elucubraciones, que se llama «El Azar y la Necesidad» de Jacques Monod2; es un


premio Nobel, un best seller, que debería estar en la Biblioteca de cada
uno, ........................................

[Cambio de cinta]

................................... porque no había forma de producir artificialmente cambios


genéticos. Hoy sí, con manipulación genética. Pero la manipulación genética que hemos
logrado los seres humanos en los últimos veinte años de desarrollo de la tecnología no
justifica cómo aparecieron los horneros, porque es muy anterior. Con lo cual, el cambio
que significa el advenimiento del hornero, para mí, debería entenderse como una
malformación genética adaptada. Al adaptarse, la reproducción de esos animales es exitosa
y se produce una nueva especie con una nueva costumbre; porque si no, no hay forma de
que una experiencia pase al código genético. Supongan que todos los días Ustedes comen
lasaña a los cuatro quesos (no hay nada más asqueroso que comer lasagne ai quattro
formaggii todos los santos días...). Bien, ¿cómo eso podría transmitirse para que aparezca
en los genes? ¡Es imposible! Es imposible por más que la coman durante ochenta años
seguidos, en el desayuno, en el almuerzo, en la merienda y en la cena.

Pero sí hay transmisión genética porque no hay otra forma de transmitir información.
Las cadenas proteicas de los genes son altamente informantes, porque son capaces de
escribir millones y millones de datos; y es la única forma de transmitir lo que no es
enseñado y aprendido de una generación a otra. El problema es encontrar cómo es que esto
se produce de acuerdo con la teoría freudiana.

Freud parte de dos problemas: uno estriba en su consideración filogenético, y el otro


en que la ontogenia copia la filogenia, que es en verdad una teoría de Jekels, vigente en la
época en que Freud se desarrolló como científico; una teoría totalmente criticada hoy
porque sólo algunas en pocas especies la ontogenia copia a la filogenia, mientras que en la
mayor parte de las especies vivas de animales y de plantas el desarrollo de la ontogenia no
replica la filogenia. En muy pocas especies se da esa replicación, y, en todo caso, no es ése
el caso del hombre.

La bibliografía que recomendé es «Ontogeny and Phylogeny» de Stephen Jay Gould,


cuya traducción castellana —hasta donde yo sé— no existe aún. Tiene un capítulo
especialmente dedicado a la crítica de la teoría psicoanalítica de que la ontogenia copia a la
filogenia, de Freud, Ferenczi y Jung. La crítica es contundente. Es una teoría incorrecta.
Con lo cual, va a sernos de utilidad. Y además de tener el problema pendiente de qué es la
pulsión —que trabajaremos en la próxima reunión, les propongo hoy estudiar qué es el
instinto, para así ver por qué se produjo ese deslizamiento en la teoría.
2
J. Monod, «El Azar y la Necesidad» (Tusquets Editores, Barcelona, 1989, ISBN: 8472236005).

- 12 -
«ANÁLISIS PARCIAL DEL CONCEPTO DE PULSIÓN»

Entonces, vimos que Freud plantea que eso instintivo sería el núcleo del inconsciente:
una actividad mental primitiva que luego la razón humana debería destronar.

«La represión sería el regreso a ese estadio instintivo y el ser humano pagaría entonces con su
capacidad para la neurosis, esa su grande y nueva adquisición, y con la posibilidad de la neurosis
atestiguaría la existencia de aquel estado previo regido por el instinto».

Ésta es una clave que no podemos perder de vista: es en la neurosis donde se verifica
la existencia del instinto. El instinto, como saber hereditario que en Freud es la horda
primitiva, es reprimido por la razón: mi papá no es el macho de la horda y mi mamá no es
una de esas hembras, entonces esa teoría es ridícula la reprimo en mí con mi concepto de
las cosas a partir de mi vivenciar. Como en la neurosis se trata de reprimir el deseo sexual,
en la neurosis se vuelven a poner en contacto las cosas de mi vivenciar con lo reprimido de
mi crecimiento; o sea, la astasia abasia, el hecho de que yo quiera acostarme con mi cuñada
a partir de que quedó disponible cuando mi hermana se murió, es reprimido y va al mismo
lugar donde está reprimido el instinto. Entonces, vuelve a aflorar el instinto. Esto es lo que
dijo Freud. En Freud, la noción de «instinto» es clave —si no, prácticamente nada se
entiende en el sistema freudiano. Es clave la noción de «instinto», no la de «pulsión».

INTERVENCIÓN: [inaudible].

A.E.: No, para Freud el instinto no es adaptativo, sino la consecuencia de ese saber
heredado porque fue experimentado reiteradas veces en la historia de la humanidad. Freud
no le agrega el factor adaptativo. Se trata de un saber heredado: si te metés con la mujer, el
padre te castra. Freud dice que eso se observa en todos los niños neuróticos. Pero como
ocurre que los padres no castran ni amenazan, ¿de dónde lo saben? Esto ha de ser un saber
de otra índole. Y a ese saber Freud lo equipara al saber del hornero —se nace con cierto
saber.

INTERVENCIÓN: [inaudible].

A.E.: Sí, hay que ver en qué punto la ponés, si en haber pesquisado algo en la clínica o si
en la modalidad de explicarlo. En general, yo tiendo a entender que la genialidad de Freud
reside en haber pesquisado estos problemas en la clínica, o sea, haber descubierto por
ejemplo el Superyó, y no en cómo lo explicó. El año pasado dediqué muchísimas horas al
estudio y crítica de la horda primitiva —no dejé piedra sobre piedra. Pero Freud sí
descubrió el Superyó y, en adelante, ya no dio brazo a torcer. Descubrió una instancia
interna autocrítica, y luego se desesperó por lograr explicarla. Pero yo les pregunto si,
después de cien años, necesariamente hay que quedarse con esas explicaciones, o si más
bien podemos intentar dar explicaciones más coherentes, menos míticas, que puedan
responder por la existencia de esos datos clínicos.

«Y así el significado de los traumas de la temprana infancia residiría en aportar al inconsciente un


material que lo protege de ser consumido por el desarrollo subsiguiente. Sé que diversos autores han

- 13 -
ALFREDO EIDELSZTEIN

formulado parecidas ideas que destacan el factor hereditario filogenéticamente adquirido en la vida
anímica. Y aún considero que se era demasiado proclive a otorgarles un lugar dentro de la apreciación
psicoanalítica. Sólo me parecen admisibles cuando el psicoanálisis, obedeciendo al correcto itinerario
de instancias cae sobre la pista de lo heredado tras irrumpir por el estrato de lo adquirido
individualmente».

Ustedes saben que Freud, en su teoría de la neurosis, tuvo que atacar fuertemente la
idea de una patología heredada, la deformación, la malformación, o la degeneración. Con
lo cual, ven que está diciendo que a pesar de haber atacado la teoría de lo heredado, se
encuentra con que, siguiendo esta vía de investigación, evidentemente hay que aceptar que
en efecto en lo inconsciente hay algo de esa índole.

INTERVENCIÓN: ¿Se trata de información genética psíquica? ....... [inaudible] .......

A.E.: ¿Qué quiere decir “no biológico” si está en los genes? Porque tiene que ser del
cuerpo, o sea, hay un saber inscripto en el cuerpo. Van a ver que vamos a arribar a una muy
interesante teoría que Lacan aporta sobre esto. Te propongo no pasar a “información”
porque es un término muy ambiguo. Quedémonos más bien con “saber” y no pasemos por
el momento a “información” porque, en verdad, haríamos un salto y resolveríamos todo el
problema pasando a “información”.

Vamos a tomar ahora la Conferencia 32, «Angustia y Vida Pulsional». En la página


98 del tomo XXII, dice Freud:

«Así la embriología es toda ella compulsión de repetición. Por un vasto ámbito del reino animal se
extiende una capacidad para formar de nuevo órganos perdidos y la pulsión de sanar a la cual debemos
nuestras curaciones. Quizás sea el resto de esta facultad desarrollada de manera tan grandiosa en los
animales inferiores».

Se está refiriendo a los animales como las lagartijas, que pierden la cola y vuelve a
crecerles; y no un brazo o un dedo, un muñón, etc. Hay animales que aun son capaces de
automutilarse como medida de defensa; luego vuelve a crecerles. Pero el problema estriba
en cómo saben que perdieron ese miembro.

«Las migraciones de los peces o el desove, acaso también las periódicas migraciones de los pájaros, y
posiblemente todo lo que en los animales designamos como exteriorización del instinto se producen
bajo el imperio de la compulsión de repetición que expresa la naturaleza conservadora de las
pulsiones».

Ven que Freud está trabajando con la naturaleza conservadora de la pulsión, pero
cuando habla de “instinto” se refiere al problema del desove. ¿Conocen ese problema? Por
ejemplo, el caviar: desovan en el lugar en que nacen. Ahora bien, cuando nacen son como
unos espermatozoides ridículos, arrastrados por la corriente río abajo. Cuando les llega el
momento de desovar, van corriente arriba y desovan en el mismo lugar donde nacieron; y
mueren luego de desovar. Se plantea entonces la pregunta de cómo es que saben en dónde

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«ANÁLISIS PARCIAL DEL CONCEPTO DE PULSIÓN»

nacieron. Hay muchos experimentos al respecto, si es un problema olfativo o visual. Se


probó de muchas formas, y todavía no hay respuesta a cómo saben los animales dónde
desovar —no cómo saben desovar, que es fácil, aunque ahí también se verifica la existencia
de un saber.

Para Freud —traeré las citas la para la próxima reunión— hay un saber heredado.
Este saber heredado son las tres fantasías primordiales, que son equivalentes al instinto. Y
es en el Hombre de los Lobos en donde más va a aparecer la dimensión del instinto, porque
es en donde aparece el problema del concepto de la escena primordial. Para Freud, la
escena primordial es heredada, no experimentada. Freud se pregunta al respecto, porque se
verifica clínicamente —y no sé si es una pregunta que Ustedes se hicieron. Freud se
pregunta por qué es así, porque no se trata de algo que se haya visto. De hecho, sería
gravísimo el problema si supusiéramos que la vida sexual del Hombre de los Lobos está
totalmente determinada por algo que él vio a los seis meses de edad: si así fuera,
tendríamos que contratar a un psicoanalista y a una psicóloga desde el momento en que
nace nuestro bebé, para que esté asesorándonos y vigilándonos con respecto a lo que
deberíamos hacer y dejar de hacer...

Freud dice que eso es heredado, que no puede ser que un chico de seis meses pueda
recordarlo. Y me parece razonable que empecemos, nosotros también, a decir cosas
razonables, que no sigamos sosteniendo tonterías del estilo de que toda la vida sexual de
una persona está determinada porque vio a sus padres copular alguna vez en alguna
calurosa noche de verano, en el mono-ambiente alquilado en Mar del Tuyú... Se acuerdan
de que el Hombre de los Lobos solamente podía mantener relaciones sexuales en cierta
posición, y con fregonas. Si tuviésemos un paciente así, ¿diríamos que a los tres o cuatro
meses vio una escena así, y que por tanto quedó fijado? ¡Sería una completa estupidez!
Como recurso explicativo me parece una estupidez. Para Freud, eso es heredado en el
sentido de que opera cierto saber, así como en los animales opera cierto saber.

Entonces, hay instinto. Y Freud verifica el instinto como escenas primordiales, que
son un saber alojado en el inconsciente. Nunca tienen que perder de vista que se trata de un
contenido. Y el problema con que nos encontramos es si el instinto en los animales es sí o
no un contenido o una fuerza. Ése es el verdadero problema. Para Freud, de lo que se trata
con la pulsión es de cierta energía que impulsa hacia aquí o hacia allá, según los momentos
de su teoría. Pero es imperioso conservar la noción de «instinto» para dar cuenta de las
fantasías primordiales: es un contenido de representación, no experimentado, tal como hay
cierto contenido de representación no experimentado en los animales. El problema que
tenemos es que no queda claro, cuándo hablamos de “instinto”, si hablamos de un
contenido o de un impulso.

Solamente una cita más para que nos adentremos bien en este problema. Es de las
primeras de todas las que yo recogí sobre instinto. Está en la Enciclopedia Británica, en el
artículo «Animal Behavior». Dice así:

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ALFREDO EIDELSZTEIN

«Idealmente la conducta instintiva parece no depender de la enseñanza o la práctica sino que aparece
en su completa complejidad sin aprendizaje cuando estímulos o circunstancias apropiadas aparecen en
el entorno. Regularmente esos estímulos no guían ni modelan la conducta instintiva sino que parecen
simplemente trigger».

¿Alguien aquí conoce bien inglés? Trigger quiere decir es disparar, gatillar. O sea
que Ustedes tienen un animal en estado de reposo, tirado, como está el perro tirado a la
tarde, y aparece el estímulo y el animal, ¡pum!, se dispara. Parece entonces que lo gatilla.
Fíjense en lo que dicen los autores:

«Esta característica hace aparecer al instinto como driving al animal internamente».

Como el estímulo es lo que ponemos a trabajar para explicar la reacción frente a un


estímulo adecuado, el instinto parecería ser el drive, pero no lo es. Lo que pasa es que no se
lo puede distinguir porque uno lo ve como Lázaro: se levanta y anda. ¿A qué llamamos
“instinto”? Llamamos “instinto” al saber que reconoce un cierto estímulo pero no la fuerza
que lo impulsa. El problema es que, en la apariencia, parecen coincidir. Y por eso se los
confunde. Y en este sentido, esta espectacular descripción de la enciclopedia resuelve el
problema de las otras definiciones, que tienen que incluir tanto el saber como el impulso.

Vamos al artículo sobre el instinto, en el Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora:

«Instinto: el término “instinto” significa aguijón, acicate, estímulo. De “instinguere”, aguijonear,


estimular»

Con esto volvemos a la confusión total, porque la palabra que se utiliza para dar
cuenta de eso responde más a lo impulsivo que al saber —es lo que significa instinctus en
latín.

«Según William James, todos los instintos son impulsos de alguna clase».

Aquí está todo el problema. ¿Entienden por qué en francés, en inglés y en castellano
se confundió Trieb con “instinto”? Porque es una confusión que hay en Occidente respecto
a qué se designa mediante el concepto de «instinto». Así, fue capturado en Freud un
problema que es en realidad exterior al psicoanálisis, esto es, si el instinto implica o no la
pulsión.

«También se ha examinado la relación que hay entre instinto y reflejo. Ha sido común considerar el
último como puramente automático o como más automático que el instinto. La relación entre instinto e
impulso es siempre poco clara, pero se ha sugerido que a diferencia de la mayor parte de los instintos,
los impulsos son acciones o reacciones profundas y generalmente violentas».

Esto no nos sirve para nada porque, ¿qué quiere decir “profundo”? Es una petición de
principio.

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«ANÁLISIS PARCIAL DEL CONCEPTO DE PULSIÓN»

«La concepción del instinto como un modo especial de acción y de conocimiento...».

Ahora sí, remarquemos bien este “conocimiento”. Se trata de un tipo de


conocimiento, o sea, no es “información”. Y, más aún, voy a proponer —siguiendo a Lacan
— que tampoco es un saber, sino de un conocimiento.

«La concepción del instinto como un modo especial de acción y de conocimiento, y la contraposición
entre instinto e inteligencia han sido defendidas por Bergson. Según este autor, el instinto es una
facultad de utilizar y construir instrumentos organizados. La definición de la conciencia como
inadecuación entre el acto y la representación permiten expresar también, según Bergson, la naturaleza
del instinto. Mientras la inteligencia se orienta en la conciencia, que es perplejidad y posibilidad de
elección, el instinto se orienta en lo inconsciente y por eso es plena seguridad y firmeza. La forma
especial de acción...».

¿Ven que están presentes todos los motivos del error? Observen que en la noción que
está aquí en juego está el inconsciente, y la certeza que Freud decía que es aquello que
opera en contra de la razón: el padre que es castrador.

«La forma especial de acción y de conocimiento que representa el instinto se define por el hecho de ser
vivido a diferencia del mero hecho de ser pensado por la inteligencia. De ahí que el instinto conozca
inmediatamente cosas, esto es materia de conocimiento, existencias, en tanto que la inteligencia se
inclina sobre relaciones, es decir formas del conocimiento, esencias. Según la precisa fórmula
bergsoniana hay cosas que sólo la inteligencia es capaz de buscar pero que por sí misma no encontrará
nunca».

Esto es Lacan, a la letra.

«Sólo el instinto las encontrará pero jamás las buscará».

Ahora, les doy la fórmula de Lacan que es ésta, exactamente ésta:

«Tal vez sería conveniente empero, como Max Schiller ha puesto de relieve, no adscribir tal instinto a
una forma de saber sino a un tipo de conocimiento».

Veamos qué plantea Lacan en «Subversión del Sujeto...»:

«Y de ahí que insistamos en promover que dado o no a la observación biológica, el instinto entre los
modos de conocimiento que la naturaleza exige de lo vivo para que satisfaga sus necesidades, se
define como aquel conocimiento en el que admiramos el no poder ser un saber».

Es una estupenda definición. De vuelta:

«Y de ahí que insistamos en promover que dado o no a la observación biológica,...»

Porque el problema del instinto es que no es visible.

«...el instinto entre los modos de conocimiento...».

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ALFREDO EIDELSZTEIN

No es el único. Hoy se sabe que no es el único.

«...que la naturaleza exige de lo vivo para que satisfaga sus necesidades,...».

Entonces tenemos la función de la necesidad. El instinto, pues, se caracteriza:

«...como aquel conocimiento en el que admiramos el no poder ser un saber».

De manera que se trata de un conocimiento que no puede ser un “saber”.

«Pero de lo que se trata en Freud en la pulsión es otra cosa, es ciertamente un saber pero un saber que
no comporta el menor conocimiento».

O sea que, a la inversa, es un saber que no permite conocimiento. Hagamos algunas


definiciones rápidas para poder seguir trabajando. Si hace falta, las profundizamos más
adelante.

Vamos a utilizar «saber» como articulación significante, es decir, más


particularmente la articulación en sí misma, que los significantes articulados. Eso es saber
multiplicar: no es “¿cuánto es tanto más tanto?”, sino saber qué tipo de operación, de
relación, hay entre significantes. Y es clarísimo que uno multiplica y divide significantes,
no objetos. Son problemas que a los chicos hay que enseñarles. No se divide una torta,
porque si vos dividís una torta generás la ilusión de las partes de la torta; y luego, con las
fracciones, te aparece un problema serio. Lo que se divide o se multiplica son significantes
—dividir o multiplicar es un saber.

Y, ¿qué es «conocimiento»? Es una relación directa y original entre el sujeto y el


objeto. Es un tipo de relación, la de conocimiento. Es directa, inmediata, no hay nada en el
medio. Entre nosotros y la satisfacción de las necesidades hay algo en el medio, a saber, el
lenguaje. En cambio, las relaciones de conocimiento son directas e inmediatas; son
originales y no requieren del aprendizaje. La relación de conocimiento es aquello que
responde a la pregunta de cómo sabe el animal recién nacido que debe comer. Eso no es un
saber, sino un conocimiento. Y dice Lacan que se trata de un conocimiento que nunca
podrá ser puesto en modos de «saber».

Y la pulsión es un tipo de saber que jamás implicará el menor conocimiento. Esto


quiere decir, en Lacan, que no habrá relación directa, inmediata y original con ningún
objeto de satisfacción.

Una conocidísima cita de «Subversión del Sujeto...» que sigue a la anterior:

«Pero de lo que se trata en Freud es de otra cosa, que es ciertamente un saber, pero un saber que no
comporta el menor conocimiento. En cuanto que está inscripto en un discurso...».

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«ANÁLISIS PARCIAL DEL CONCEPTO DE PULSIÓN»

Ese saber está inscripto en un discurso.

«... a la manera del esclavo mensajero del uso antiguo, el sujeto que lleva bajo su cabellera un codicilo
que le condena a muerte, que no sabe ni su texto ni su sentido, ni en qué lengua está escrito, ni
siquiera que lo han tatuado en su cuero cabelludo, rasurado mientras dormía».

Es una preciosa metáfora. Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con la pulsión? Les
cuento brevemente una sorprendente experiencia que tuve ayer. Ahora los chicos jóvenes
usan el pelo rapado. Así, en casa nos conseguimos una afeitadora para rapar porque son
mucho más baratas. Entonces, yo le corto el pelo a mi hijo cada dos semanas, y se lo dejo
al ras del cuero cabelludo. Pero ocurrió que ayer me pidió que lo rasurara y, mientras
estaba yo en eso, encontré que tenía escondido, bajo el pelo, un rayón de bolígrafo. Cuando
se lo dije, fue corriendo a verse en el espejo. Parece que en el colegio, queriéndolo o no,
alguien le había hecho una raya en la cabeza sin que él se diera cuenta. Él no sabía que la
tenía porque estaba oculta bajo el cabello. Pero lo más interesante para él no fue qué quería
decir eso, sino que él llevaba una marca de la que ni siquiera estaba al tanto. Entonces,
¿entendieron la metáfora de Lacan?

INTERVENCIÓN: El conocimiento, ¿no se homologa también con el contenido?

A.E.: Con un contenido que no puede pasarse a términos de saber.

INTERVENCIÓN: es decir que se desconoce.

A.E.: No, que no puede pasar a los términos del saber, que no puede saberse. Es un
conocimiento que no puede saberse.

INTERVENCIÓN: ¿Sería algo así como un S1?

A.E.: No, no; no se trata de ningún S. Justamente, no puede pasar a términos de


significante. El instinto es un conocimiento que tiene por condición no poder pasarse a
términos significantes. De modo que, en rigor, no puede haberlo en el hablante: no hay
nada de la índole del instinto en el hablante, a partir del momento en que todo está marcado
por el significante. Recuerdan las fórmulas de «Instancia de la letra...».

S
s

f (S) I
s

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ALFREDO EIDELSZTEIN

Esta fórmula expresa lo siguiente: es función del significante elevar un término al


algoritmo saussureano, determinando así un significante. Eso quiere decir que si hubiese
algo del instinto en Ustedes, pues pasaría a estar acá, y ya desaparecería como instinto; no
porque eso no esté, sino porque deja de ser instinto en el sentido de que instinto es lo que
del conocimiento no puede pasar a saber —es una condición.

INTERVENCIÓN: [inaudible].

A.E.: Lo que pasa es que “cultura” es un término que hay que definir. Decime qué entendés
por “cultura”, y te respondo.

INTERVENCIÓN: [inaudible].

A.E.: Si la cultura se basa en significantes, entonces sí. En «Tres Ensayos» hay una
increíble nota a pie de página, de una asombrosa y pura genialidad. Si cualquiera de
nosotros lo hubiera descubierto solo, tendría ya una tesis de doctorado que lo haría famoso
en todo el mundo. La nota es la siguiente:

«Para los antiguos lo importante era el acto sexual, para los modernos lo importante es el objeto».

O sea que antes podías copular tranquilamente con un esclavo, considerado una
basura, porque lo digno era el acto sexual en sí mismo. Hoy, en cambio, mantener
relaciones sexuales con no importa quién puede ser muy asqueroso. Así, justificamos la
relación sexual por las exigencias del objeto. Y eso es un cambio pulsional debido a la
cultura. El único que lo estudió con detalle fue Lacan. Él recondujo ese cambio en el amor
cortés que fue la elevación de la mujer a la categoría de la cosa, el objeto maravilloso.
Lacan fue el único psicoanalista que lo tomó. Ahí tenés una modalidad muy fuerte de
cambio en el ejercicio de la pulsión. Y depende de la cultura, siempre y cuando limitemos
“cultura” a esto.

INTERVENCIÓN: [inaudible].

A.E.: La cultura, hecha sobre la base de significantes, se convierte en el concepto lacaniano


de «Otro» —la cultura así entendida es el Otro. Fue la maniobra tramposa que te hice. Si
vos aceptas que la cultura es una estricta relación entre significantes, entonces no es lo
mismo que la cultura incluya el significante «Cristo» que si no está ese significante. Y es
claro para Ustedes que Cristo es un significante, no una persona, ¿no? Porque todo el
embrollo sucede después de que él muriera. Los apóstoles hicieron el embrollo con el
significante «Cristo» —ni siquiera hay cadáver y tumba. Es clarísimo que «Cristo» es la
entrada de un significante que produjo cambios notables —sobre los que voy a trabajar en
la próxima reunión— en la pasión humana, porque a partir de Cristo la pasión humana ha

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«ANÁLISIS PARCIAL DEL CONCEPTO DE PULSIÓN»

cambiado; y la pasión humana se registra íntimamente vinculada a la pulsión. Quiere decir


que la pulsión fue afectada por el significante «Jesucristo» y el sistema de relaciones que el
significante tiene con otros significantes —el «Padre», el «goce» del cuerpo, etc.—, cuyas
implicaciones en nuestra cultura ya conocemos. ¿Es claro lo que entiendo por “cultura”?
Como Otro.

INTERVENCIÓN: [inaudible].

A.E.: Un significante es cualquier cosa que tenga valor de representación. Un gesto


también puede ser un objeto, porque si te tiro una silla por la cabeza, en el caso de que yo
fuese antilacaniano y vos me preguntaras qué es un “significante”... Lacan hacía ese tipo de
cosas; así que puede suceder: que te arroje una silla por la cabeza puede perfectamente ser
un significante bajo ciertas condiciones de representación, esto es, tiene que haber en juego
un sujeto humano hablante, y, además, un tercer elemento. De manera que necesitás un
elemento de representación cualquiera, una piedra, una bandera, una palabra, un canto, un
silbido, etc. Yo tenía un pariente que llamaba a su mujer con un silbido, como a los
perros... Con lo cual, un silbido puede ser un significante, lo mismo que un gesto, una
palabra, y hasta media palabra puede serlo.

INTERVENCIÓN: [inaudible].

A.E.: No, es al revés. Todo el valor deriva del significante —no hay valor por fuera del
significante. Estamos yendo hacia el punto que precisamente voy a plantear ahora: la
cuestión del “tesoro”. Ahora vamos a eso. ¿Se acuerdan del ejemplo del mensajero?
¿Entendieron lo que pasó? Es un prisionero al que duermen con una droga y, mientras está
dormido, le inscriben: “el portador de este mensaje debe ser asesinado apenas llegue a
palacio”. Lo tienen dormido seis semanas, le crece el cabello y él ya no ve el mensaje que
tiene tatuado. Lo mandan con un regalito para el rey. El rey sabe que lo que tiene que hacer
cuando llegue el mensajero con el regalito: cortarle el pelo porque ahí va el mensaje. Con
lo cual, uno lleva el mensaje que es su propia muerte. Ya empieza aquí a aparecer el
problema de la pulsión de muerte, pero que es un mensaje en términos de letra, inscripto en
el cuerpo; lleva sin saber un mensaje tal como se inscribiría en un papelito.

Volviendo al tema del instinto. Si Ustedes buscan en un diccionario de latín el


término instinctus, encontrarán que dice: “instigación, excitación, impulso”. Es decir que
está ahí todo el problema: el término que se utiliza para designar esta modalidad de
conocimiento es un término que en latín designaba el “impulso”. Y, por otra parte, “deriva”
proviene de instinguo, que quiere decir “instigar, estimular, incitar”.

Afortunadamente, tengo dos muy buenos diccionarios, ambos de Editorial Klimsie.


Uno es etimológico griego antiguo, y el otro es etimológico latín antiguo. Son de
etimología en lo que se llega hasta donde se sabe, o sea, hasta las raíces indoeuropeas.

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ALFREDO EIDELSZTEIN

Así, el término de origen es stingo, que quiere decir “incendiar, inflamar”. Eso sería
más por el lado de la pulsión; y también “distinguir”. Proviene de fuentes desconocidas y
entre los usos más verificados..........................................

[Cambio de cinta]

... ..................... “picar contra”. Y “picar” quiere decir “pinchar, picar, morder, poner
una inyección, coser, perpetuar, birlar, robar”; o sea, algo que acicatea por acicate. No está
acá pero nuestro equivalente en castellano del “picar” en francés sería el “instigar”, el
instigador de un delito, aquello que instiga.

De stingo viene “distingo”, que significa “separar mediante marcas, distinguir” y, en


el sentido moral, “separar, definir”. Ésta es una acepción. La segunda acepción es
“instinguo”, que también es derivado del anterior, que se convertirá instinctus, que quiere
decir “aguijoneado” o, lamentablemente hay que decirlo, “picanear”. Es estricto, es como
del francés se pasa al castellano, en sentido moral. ¿Cuál es el seminario que Lacan dedica
específicamente, casi por completo, al problema de la pulsión? El SEMINARIO 7, el de la
ética; porque la instigación pulsional es fundamentalmente moral. Con lo cual, el problema
del cuerpo se nos disuelve como temática en juego.

Y agregaré —aquellos que hicieron conmigo el curso sobre el «Padre» estarán más al
tanto— que instinctor es siempre utilizado en un sentido muy vecino al de auctor, o sea,
con relación al problema de la autoridad.

Ahora bien, el primero derivado de stingo es “estigma”, que es “marca” y “tatuaje”.


Se dan cuenta de que estamos peleando contra un campeón de las ligas mayores. Acá está
el ejemplo de Lacan: es un “tatuaje” de lo se trata. En el origen del problema del instinto
hay una marca llevada sobre el cuerpo, y el primero que aparece es “estigma”, “marca”,
“tatuaje”. Éste es del Diccionario Etimológico griego. En griego antiguo, stigo significa
“picar, tatuar, marcar, como signo de propiedad o como marca de oprobio”. Y más adelante
propone entonces que justamente stigo ha dejado fuertes trazos en el latín, en donde stingo
está bien atestado tanto en distinguo —del que dicen desconocer el origen de la “u” que
incluye—, que quiere decir “separado”, e instinctus que quiere decir “picado, picaneado,
aguijoneado”. Así que pueden ver que para Lacan, efectivamente, en el ejemplo que él da
de pulsión como «saber», el ejemplo del tatuaje es porque él fue al origen del problema que
hay en “instinto”.

Para nosotros, “instinto” ha quedado en el saber de la ciencia moderna, como el


conocimiento que no puede llegar a saber; o sea, ¿cómo es que el hornero sabe hacer su

- 22 -
«ANÁLISIS PARCIAL DEL CONCEPTO DE PULSIÓN»

nido? Desde luego, un pájaro jamás nos dará de eso un plano, un croquis, una receta, ni
respuesta alguna —es justamente la imposibilidad de que ese saber pase a los términos de
receta. Es por eso por lo que tampoco pueden enseñarlo, no es enseñable.

INTERVENCIÓN: Porque no hay lenguaje.

A.E.: Solamente si no hay lenguaje se conserva el instinto. No hay que perder de vista esa
condición. Estoy trabajando la introducción del problema de «EL MALESTAR EN LA
CULTURA», porque apenas hay lenguaje, se pierde ya el instinto —puesto que el instinto es
lo que no puede pasar a saber...

INTERVENCIÓN: [inaudible].

A.E.: El problema es que con «representación-cosa» hay un lío terrible. En el psicoanálisis,


especialmente el de orientación freudiana, la diferencia entre «representación-palabra» y
«representación-cosa» trae problemas gravísimos, porque lo primero que funda es la idea
de que hay dos tipos de representación. Y la idea es si hay o no dos tipos de representación.
La lingüística moderna propone que no, que hay un único tipo de representación que es el
significante. De modo que la teoría de Freud —bastante compleja, por cierto— de
«representación-cosa» y «representación-palabrea» es bien difícil establecerla, porque
funda algo así como dos tipos de símbolos: uno que representa palabras y unos que
representan cosas. Ahora bien, ¿de qué hablás cuando traés el fort-da?

INTERVENCIÓN: Yo lo entiendo como el atravesamiento del lenguaje en el ser humano,


como aquello que hace representar la cosa, y, en ese mismo acto de representación, se
pierde la cosa y queda la representación. Lo entiendo más bien por ese lado.

A.E.: No llego a entender lo que querés decir.

INTERVENCIÓN: Porque siguiendo esto de que el instinto tiene que ver con este
conocimiento, la relación........ [inaudible]...................

A.E.: Directa, inmediata y no aprendida, con el objeto que satisface la necesidad.

INTERVENCIÓN: En la pulsión hay un mediador, el saber, el significante. Y lo pensé en


relación con el lenguaje, como el mediador entre el sujeto y la cosa.

A.E.: El fort-da es el argumento freudiano para introducir la pulsión de muerte. Pero yo


voy a proponer que lo dejemos un poco en suspenso. Lo vamos a hacer juntos, está en la
bibliografía del Seminario 2 y el trabajo que sobre eso hace Lacan. Habría que poner un
poco en suspenso si jugar al fort, si tirar el objeto para un sujeto atravesado por el lenguaje,
implica sí o no un más allá del principio del placer; si la presencia como símbolo, es un
símbolo opuesto a otro símbolo. Yo decía que hacía falta intervenir un tercer factor. Si
tenés al niño y un símbolo que es “presencia”, para que sea un significante te hace falta otra

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ALFREDO EIDELSZTEIN

cosa: es el símbolo “ausencia”. Habrás notado que Freud y su nuera no sabían lo que
“Oooo” quería decir, hasta que lo vieron jugar al niño al juego completo del “Oooo-aaaa”.
El niño jugaba siempre a “Oooo” arrojando los juguetes; pero no se puede saber qué quiere
decir “Oooo” si no incluís también lo otro, es decir, que el fort remite al da, la ausencia.

INTERVENCIÓN: Los opuestos.

A.E.: Claro, pero opuestos en este sentido. Si vos tenés un orden simbólico de dos
términos, sólo de dos, cada uno de los términos es la diferencia que tiene con respecto al
otro. Entonces, si tuvieses que definir esta palabra, ¿cómo lo harías? Como un “no-da” —
eso y no otra cosa es el fort. Con lo cual, cuando uno se aferra a “ausencia”, lo que está
evocando necesariamente es “presencia”. Así, si uno evoca todo el tiempo la presencia, hay
que ver si el juego del niño es más allá del principio del placer. Hace falta una lógica de S 1
y S2 para que uno pueda sobre eso articular lo que Freud propone en relación con lo que
propone Lacan. Porque, para Lacan, el más allá del principio del placer es solamente la
operatoria significante, y no operar con el significante “ausencia”. Operar con el
significante “ausencia” es la mejor forma de evocar la “presencia”. Me parece que no es
increíble la relación que estoy proponiéndoles entre los significantes “presencia” y
“ausencia”. La cuestión es que, una vez que empiezan a operar los significantes, del
instinto ya no queda nada. Porque el instinto es un conocimiento cuando no puede operar el
saber. Cuando puede operar el saber, ya no: ya no hay instinto alimenticio, ni de
apareamiento, ni gregario; no puede quedar en el hombre ningún instinto, porque se pierde
esa modalidad de conocimiento.

INTERVENCIÓN: [inaudible].

A.E.: Yo creo que ha llegado la hora de cuestionar seriamente el “Está demostrado


científicamente”. No veo motivos para no dudar de ella. En la revista Science se publicaron
artículos que argumentaban que a partir de los ciento sesenta y nueve mil casos revisados,
se ha “demostrado científicamente” tal cosa; pero algunos de esos mismos artículos fueron
luego absolutamente rebatidos, y cayeron en el oprobio más ridículo. Tenemos fe en la
ciencia, y si aparece un paper que afirma que ha estudiado tal variable en tal cantidad de
casos, decimos sin más que “está demostrado científicamente”... Y yo les advierto de que
no está demostrado científicamente. Lo que te propongo es que es una teoría, una teoría
que no está demostrada científicamente. La postura más científica es la de considerar que la
hipótesis más razonable que tenemos hoy es ésta. Es muy propio del discurso médico. Los
médicos te dicen “Eso ha sido demostrado científicamente”, ¡nada menos que los médicos! Los
médicos, que son justamente lo menos científico que hay, que hasta incluso se parecen a los
psicólogos... Los médicos dicen cualquier cosa. Ellos siempre dicen que todo está
demostrado. Pero no, no todo está demostrado científicamente.

En nuestra próxima clase retomaremos este problema del «saber». Revisen el


historial del Hombre de los Lobos, esas dos largas citas que están en las páginas 54, 55, 56

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«ANÁLISIS PARCIAL DEL CONCEPTO DE PULSIÓN»

y 57, y las paginas 87, 88 y 89. Y, además, relean de «Subversión del sujeto» los dos o tres
párrafos anteriores al párrafo en que Lacan define a la pulsión como tesoro de los
significantes. Ahí retomaremos el problema del tesoro, de la herencia de ese tesoro, etc.

Desgrabación: Lic. Nancy Fontana


Establecimiento del texto: Lic. Luciano Echagüe

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