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WALDRON

CAPITULO 13: LA CONCEPCION CONSTITUCIONAL de la DEMOCRACIA

DERECHOS DEMOCRATICOS

W sostiene que la idea de la democracia no es incompatible con la idea de los derechos


individuales, sino que por el contrario, no puede haber una democracia a menos que los
individuos posean y ejerzan el derecho de participación en la elaboración en las leyes. Es así
que cuando identificamos a alguien como portador de derechos, podemos observar que se trata
de una persona que tiene capacidad para pensar responsablemente sobre la relación entre sus
intereses y el de los demás. La posesión de esta capacidad es la base principal para tener
competencia democrática, esto significa que, la atribución de derechos a una persona es propia
de esa capacidad que tiene el individuo para participar responsablemente en el gobierno de la
sociedad a la que pertenece.

Los teóricos constitucionales como Dworkin tienen razón cuando afirman que no podemos
apelar a ninguna oposición fundamental entre la idea de democracia y la idea de derechos
individuales como base para criticar la practica del control judicial de constitucionalidad de las
leyes, ya que dicha oposición no existe. Si hay una objeción democrática al control de
constitucionalidad, esta debe estar también basada en derechos.

W lleva a cabo una clasificación de los derechos asociados a la democracia:

 Derechos constitutivos de la democracia.

La democracia requiere que cuando hay desacuerdos en una sociedad en una materia sobre la
que se necesita tomar una decisión común, todo individuo tiene derecho a participar en términos
de igualdad en la resolución de dichos desacuerdos. Los procesos que esto conlleva pueden ser
complejos (elección, epresentacion), pero están orientados finalmente hacia el mismo ideal: la
participación del pueblo a través del algún mecanismo que permita la igualdad de dicha
participación.
Dentro de estos derechos encontramos entonces al derecho a participar en forma igualitaria.
Si algunos ciudadanos quedan excluidos del proceso o si el proceso mismo es desigualitario o
inadecuado, entonces tanto los derechos como la democracia se ven comprometidos.

 Derechos que son condición de legitimidad de la democracia.

Estos derechos van más allá de las cuestiones procedimentales, ya que se trata de condiciones
de la legitimidad de la toma de decisiones democráticas, es decir que se trata de aquellos
derechos que hacen legítimo a todo proceso democrático porque implican la existencia de un
proceso de deliberación previo a la decisión. Es así que la democracia y la decisión mayoritaria
solo tienen sentido moralmente bajo ciertas condiciones, las mas importantes son la del derecho
a la libertad de expresión y asociación, ya que estos derechos constituyen un contexto
deliberativo mas amplio para la toma formal de decisiones políticas.

D sostiene que una persona no esta vinculada por las decisiones de una democracia a menos que
sea miembro de la comunidad de tal democracia, en el sentido de que debe participar
formalmente en ella y además tener una adecuada consideración a los intereses de los demás. Es
así que si esta persona tiene un voto, difícilmente se esperara que acepte como legitimas las
decisiones de la mayoría si sabe que otros miembros de la comunidad no toman en serio sus
intereses o demuestran indiferencia hacia él o hacia su clase.
Frente a ello W nos dice que hay algunos derechos a los que, en caso de no ser respetados en
una comunidad, no podría atribuirse ninguna legitimidad política a ningún procedimiento de
decisión mayoritaria, ya que una democracia no limitada por tales derechos casi no merecería
llamarse así.

La relación entre la democracia y las condiciones de su legitimidad puede ser representada


como una relación entre derechos, ya que los derechos constitutivos presuponen a los derechos
que son condiciones de legitimidad de la democracia, lo cual significa que son precondiciones
necesarias que deben existir para el ejercicio efectivo de los primeros derechos. Se trata
entonces de un conjunto de derechos que hacen al ejercicio legítimo de otro conjunto de
derechos.

Ambos derechos están entonces asociados a la democracia, no en el sentido de ser constitutivos


de ella o de estar presupuestos por ella, sino representando otras conclusiones extraídas de las
mismas premisas que fundamentan la defensa basada en derechos de la democracia.

EL CONTROL JUDICIAL de CONSTITUCIONALIDAD MEJORA la DEMOCRACIA

D ha sido un firme defensor de la compatibilidad entre la democracia, los derechos


constitucionales y el control judicial e constitucionalidad, ya que un sistema que combina los
siguientes elementos: legislación popular, garantías constitucionales y control judicial, ofrecerá
la mejor garantía de que los derechos asociados a la democracia continuaran siendo respetados.

D no defiende solamente la teoría de que el control judicial de constitucionalidad sobre la base


del principio constitucional hace mas justa a una sociedad, sino que también insiste en que una
constitución de principios defendida por jueces independientes, no es antidemocrática, ya que el
hecho de permitir a los jueces no electos y no responsables derogar leyes aprobadas por un
parlamento representativo ayuda a constituir un tipo excelente y distintivo de la democracia.
Esto es así porque, sea quien sea el que elige, elige una opción favorable a la democracia.

El argumento que W critica es el que pretende mostrar que el modelo estadunidense no es


menos democrático por establecer el modelo del control judicial de constitucionalidad, y no el
argumento de que dicho control sea realmente necesario para la democracia. Es así que D
sostiene que el hecho de que en una sociedad se implemente el sistema de control judicial de
constitucionalidad de las leyes, no implica que la misma se convierta en menos democrática,
mientras que W sostiene que cuando el parlamento electo por una sociedad esta sujeto al poder
judicial, si se produce un menoscabo a la democracia. Esto significa que el modelo de control
judicial de constitucionalidad de las leyes menoscaba a la democracia.
CONTROL JUDICIAL de CONSTITUCIONALIDAD y JUSTICIA

D sostiene que el control judicial de constitucionalidad puede hacer que una sociedad sea
mas justa. Pero esta idea, al igual que cualquier otra tesis, necesita de un contra-fáctico (mas
justo de lo que hubiera sido si…) que en este caso es difícil de valorar, ya que la única prueba
que tenemos es la lucha contra la injusticia en otras sociedades que carecen de dichas
instituciones. Es por eso que W considera que, la tesis sobre la justicia es imposible de
verificar.

MEJORAR el DEBATE PÚBLICO

D cree que el modelo de control judicial de constitucionalidad de las leyes mejora el debate
publico, por lo cual sostiene que cuando una cuestión es considerada constitucional de modo tal
que deba ser resuelta por los tribunales la calidad de la argumentación publica a menudo
mejora, porque se concentra desde el principio en cuestiones de moralidad política. Es así que
cuando una cuestión constitucional ha sido decidida por la Corte Suprema y es suficientemente
importante, comienza un sostenido debate nacional en todos los ámbitos: los periódicos,
facultades de derecho, sobremesas.
De esta forma es que D piensa que, un sistema en el que la decisión ultima sobre las grandes
cuestiones de principios queda en manos de los jueces puede realmente fortalecer el carácter
participativo de nuestra política. Considera entonces que la calidad de la discusión publica
puede mejorar puede mejorar si los ciudadanos sabe que la decisión ultima sobe alguna cuestión
de principios va a se tomada fuera del alcance de sus representantes electos y va a ser atribuida
a un tribunal.

Frente a dicha postura, W manifiesta su desacuerdo, ya que considera que si el debate publico
que se genera como consecuencia de que en una cuestión determinada ha intervenido la Corte
Suprema, es bueno, nada tiene que ver con su calidad con esa intervención ya que el debate
publico si es bueno lo será por si mismo. De esta manera, W sostiene que el modelo de control
judicial de constitucionalidad de las leyes, no mejora el debate público.
Sin embargo, también sostiene que D quizá tenga razón en que no hay una conexión necesaria
entre el impacto o la influencia política de un ciudadano y el beneficio ético que consigue al
participar en la discusión publica. Pero los beneficios éticos independientes, como mucho, son
efectos colaterales y no el objetivo primordial de la participación cívica.
FINES DEMOCRATICOS y MEDIOS DEMOCRATICOS

D nos dice: supongamos que una norma jurídica es aprobada por una asamblea electa y luego es
cuestionada por un ciudadano porque considera que socava uno de los derechos asociados a la
democracia. Para responder a la pregunta de si ha habido un menoscaba a la democracia, D
sostiene que ello depende de si el tribunal ha tomado una decisión correcta, ya que si lo ha
hecho (si la ley era incompatible con los derechos necesarios para la democracia) entonces la
democracia resulta seguramente beneficiada por la decisión del tribunal, dado que la comunidad
es ahora mas democrática de lo que habría sido si la ley antidemocrática hubiera continuado
vigente. Esto significa que, cuando un tribunal toma una decisión incorrecta acerca de que
exigen las condiciones democráticas, perjudicara a la democracia pero no más de lo que lo hace
un parlamento cuando toma una decisión incorrecta.

De esto se desprende que, la teoría constitucional democrática debería estar orientada


primordialmente a los resultados. Es así que cuando en una sociedad surgen cuestiones entre la
legislación y los principios fundamentales de la democracia, es necesario atribuir estas
cuestiones a cualquier institución que puedan resolverlas correctamente. A menudo tenemos
razones para creer que el parlamento no es el medio más seguro para proteger los derechos
asociados a la democracia, por lo cual deberíamos atribuir la cuestión a los tribunales, a pesar de
que estos no estén constituidos de un modo que los haga democráticamente responsables. Es así
que para D, los tribunales si son confiables a la hora de tomar buenas decisiones sobre la
democracia.

Lo que W dice respecto a esto es que, D se centra en el paso entre tomar una decisión acerca de
la democracia y tomar una decisión por medios democráticos. De esta manera, parece sugerir
que si una decisión política versa sobre la democrática o sobre los derechos asociados a la
democracia, entonces no hay ninguna cuestión relevante que plantear sobre el modo en que se
toma la decisión, ya que lo único que importa es que la decisión sea correcta desde un punto de
vista democrático.

Es así que W no cree que deba aceptarse la tesis de D de haber creado “un terreno de juego de
distintos niveles en el que debe emplazarse la controversia entre las diferentes estructuras
institucionales para interpretar las condiciones democráticas”, ya que considera que el terreno
de juego no tiene distintos niveles.
Hay algo que se pierde, desde un punto de vista democrático, cuando un individuo o una
institución no electa ni responsable toma una decisión vinculante acerca de lo que implica la
democracia. Si toma la decisión correcta entonces se producirá algún beneficio democrático que
oponer a esta perdida, pero nunca será lo mismo que si no hubiera habido perdida alguna en
primer lugar. Por otra parte, si una institución que si es electa y responsable toma la decisión
equivocada sobre lo que implica la democracia, entonces, aunque se produce alguna perdida
para la democracia en el contenido de la decisión, no es insensato que los ciudadanos se
consuelen pensando en que al menos han cometido su propio error acerca de la democracia y no
que se les haya impuesto el error de algún otro modo. Puede que el proceso no sea lo único que
nos importa en la toma de decisiones democráticas, pero no debemos afirmar que, dado que la
decisión versa sobre la democracia, el proceso es irrelevante.
DESACUERDOS

D reconoce que los ciudadanos pueden discrepar acerca de que es lo que implica la democracia,
acerca de los derechos que esta involucra o presupone, y sobre sus condiciones de legitimidad.
La persistencia de tales desacuerdos hace a la diferencia en la que somos capaces de proceder,
ya que para D deberíamos utilizar un criterio que atienda a los resultados al elegir las
instituciones a las que vamos a confiar las decisiones acerca de los derechos democráticos, ya
que no ve otra alternativa que utilizar un estándar que atienda a los resultados y no uno que
atienda a los procedimientos.

Pero una ciudadanía que discrepa sobre cuales son los resultados correctos no esta en situación
de edificar su constitución sobre esta base, ya que si utilizamos un enfoque que atienda a los
resultados, distintos ciudadanos intentaran diseñar la constitución sobre fundamentos diversos.
Parece entonces que estamos ante un problema en lo que respecta a la decisión constitucional.
Por una parte, no podemos utilizar un test que atienda a los resultados porque discrepamos
acerca de que resultados deberían contar a favor y en contra de un procedimiento de decisión
determinado. Por la otra parte parece que tampoco podemos apelar a ningún criterio
procedimental, dado que las cuestiones procedimentales son la propia esencia de los
desacuerdos sobre los que estamos hablando.

LA CAPACIDAD de PENSAR PROCEDIMENTALMENTE

Alguien podría decir que no debemos confiar al pueblo las cuestiones procedimentales del
diseño constitucional, ya que no podemos esperar que la capacidad política ordinaria alcance
para la construcción y el cuidado del marco dentro del cual esta capacidad política ordinaria
debe ser ejercida.

Pero para W esto no es así, ya que hay una conexión teórica entre el respeto por los derechos de
la gente y el respeto por sus capacidades como participantes políticos. Esto significa que no hay
razón par suponer que las capacidades morales respetadas en la idea de derechos sean solo
capacidades para pensar sustantivamente, como algo distinto a las capacidades de pensar
reflexivamente sobre los procedimientos. Es así que W destaca una confianza en la capacidad de
los propios individuos para reflexionar sistemáticamente sobre los procedimientos que el
conocimiento y deliberación racional conllevan.

Ya desde tiempos remotos se consideraba que la elección de una constitución y la ponderación


de las propias cuestiones acerca de que procedimientos políticos diferentes implicaba o
presuponía, solo podía ser hecha por el pueblo. Es así que según W, no se puede llegar muy
lejos con un argumento que limite la capacidad del autogobierno popular sobre cuestiones
sustantivas y la detenga cerca del umbral el procedimiento político, atribuyendo cuestiones
sobre las formas de gobierno a un órgano de otro tipo, ya que uno de los ámbitos sobre los que
la gente reclama su voz es el carácter procedimental de sus propios arreglo políticos.
¿SOMOS JUECES de NUESTRA PROPIA CAUSA?

Debemos considerar la sugerencia de D de que, permitir a la mayoría decidir sobre las


condiciones bajo las que deben aceptarse las decisiones mayoritarias puede ser objetable porque
la convierte en juez de su propia causa, lo cual implica que la decisión ultima sobre los derechos
no sea dejada en manos del pueblo, y que debe trasladarse a una institución independiente e
imparcial como la Corte Suprema.

Pero frente a esto, W nos dice que casi cualquier regla de decisión conllevara eventualmente a
que alguien decida en su propia causa. Esto es así porque inevitablemente las cuestiones de
derecho serán tomadas por personas cuyos propios derechos resultan afectados por ellas, ya que
hasta el magistrado de la Corte Suprema acaba teniendo los mismos derechos que el que
dictamina para los ciudadanos. Pero invocar este principio, no es excusa para olvidar la lógica
elemental de la autoridad: la gente discrepa y se necesita una decisión ultima y un
procedimiento para tomarla.

Invocar el principio de que somos jueces de nuestra propia causa, puede ser apropiado cuando
un individuo o facción se propone resolver sobre una cuestión que concierne a sus propios
intereses, y estos se oponen a los de otro individuo o facción o a los del resto de la comunidad.
Pero parece inapropiado invocar este principio en una situación en la que la comunidad en su
conjunto intenta resolver alguna cuestión relativa a los derechos de todos los miembros de la
comunidad, e intenta hacerlo sobre la base de una igual participación. Entonces, parece no solo
inobjetable sino correcto el que todos los afectados por una cuestión de derechos deban
participar en la decisión.

PETICION de PRINCIPIO

La petición de principio es una falacia que ocurre cuando la proposición a ser probada se
incluye implícita o explícitamente entre las premisas. Se trata de aquel supuesto en donde el
argumento que apoya a la conclusión aparece en las premisas, es decir que se justifica con la
definición misma. Ejemplo: yo soy hijo porque soy hijo.

W se pregunta: ¿seguro que la idea de una decisión democrática sobre la democracia no


entraña alguna petición de principio? ¿No hay algo circular en asignar a la mayoría de
decisiones sobre la naturaleza y los limites de la toma de decisiones mayoritarias?

W dice que no esta seguro de ello, y que es necesario pensarlo, plantea así el supuesto en donde
una disputa entra la facción que esta a favor de X y la que esta en contra se resuelve mediante
un voto mayoritario en el parlamento, confirmando que la gente no debe tener un derecho a X,
la facción que reivindica el derecho puede negarse razonablemente a aceptar la legitimidad de
este derecho. Es así que sostiene que, dado un desacuerdo entre 2 facciones sobre un
determinado tema, cualquier pretensión de que la cuestión sobre el derecho a X sea zanjada
legítimamente mediante el voto seria una petición de principio.

D sostiene que una sociedad en la que la mayoría muestra desdén por las necesidades y
expectativas de la minoría es ilegitima e injusta, lo cual implica que las decisiones de la mayoría
carecen de legitimidad política de modo tal que no se puede conceder legitimidad a ninguna
decisión política tomada median ningún procedimiento. Es así que el desdén de la mayoría
destruirá el fundamento de la comunidad política de la sociedad. De esta manera, D sostiene que
hay algo circular en utilizar procedimientos mayoritarios para determinar que derechos internos
tenemos.

W sostiene que hay veces que se dice que hay un problema específico para la legitimidad de la
toma de decisiones de la mayoría popular, como si el problema no existiera para otras formas de
organización política como la aristocracia o el gobierno de los jueces. Es así que otros sistemas
políticos poseen todos los peligros relacionados con la legitimidad del mayoritarismo popular:
pueden hacer las cosas mal; pueden producir un impacto injusto sobre determinados individuos
o grupos; es decir que pueden actuar tiránicamente. Pero tienen además una deficiencia de
legitimidad que el mayoritarismo popular no tiene: no permiten la voz y el voto de todos los
ciudadanos de la sociedad en un procedimiento de decisión ultima; en lugar de eso, proceden a
tomar decisiones últimas sobre los derechos de millones de personas sobre la base de voces y
los votos de unos pocos.

SUMMA CONTRA DWORKIN

W examina los argumentos de D a favor del control judicial de constitucionalidad y acepta las
siguientes posiciones que el defendía:

 Existe una conexión importante entre los derechos y la democracia.


 Algunos derechos individuales deben ser considerados condiciones de la legitimidad de la
decisión mayoritaria.
 Si la gente discrepa sobre las condiciones de la democracia, apelando a la legitimidad de la
decisión mayoritaria para zanjar el desacuerdo puede incurrirse en petición de principio.

No obstante, W sostiene que:

 Si una apelación a la legitimidad de la decisión mayoritaria para zanjar un desacuerdo sobre


las condiciones de la democracia incurre en petición de principio, entonces una apelación a
la legitimidad del control judicial de constitucionalidad (o de cualquier otro procedimiento
político) para zanjar dicho desacuerdo incurre probablemente en petición de principio.

 El hecho de que una apelación a la legitimidad de la decisión mayoritaria para zanjar un


desacuerdo acerca de las condiciones de la democracia incurra en petición de principio no
significa que debamos usar, sin posibilidad de elección, un procedimiento de decisión
seleccionado según un test que atiende a los resultados.

 En los casos en los que una apelación a la legitimidad de la decisión mayoritaria para zanjar
un desacuerdo acerca de las condiciones de la democracia no incurre en una petición de
principio, no hay ninguna razón para menospreciar la decisión mayoritaria sobre la base de
principio de que nadie es juez de su propia causa.

Como contraargumento a D, W sostiene que:


 Siempre se produce un menoscabo para la democracia cuando una concepción sobre las
condiciones de la democracia se impone mediante una institución no democrática, incluso
cuando la concepción es correcta y su imposición mejora la democracia.

 No hay ninguna razón para pensar que el control judicial de constitucionalidad mejora la
calidad del debate político participativo en una sociedad.

 Que sigue estando abierta la cuestión de que el control judicial de constitucionalidad ha


hecho mas justo a los EEUU de lo que serian sin esta practica.

¿ESTA TODO al ALCANCE de la MANO?

W sostiene que no se incurre en petición de principio al atribuir la decisión sobre las cuestiones
de la democracia a los procedimientos participativos populares, ya que no hay nada inapropiado
en invocar el derecho de participación para determinar cuestiones sobre los derechos. Por lo
tanto, no hay ninguna razón para que la pretensión de todo individuo de participar en la
elaboración de las leyes deba ser frustrada por el umbral del procedimiento. Esto es así porque
la lógica no nos obliga a atribuir la decisión ultima sobre los arreglos políticos y
constitucionales a una institución no participativa, ya que nos puede parecer que no es
suficientemente democrático que una constitución transfiera a un pequeño numero de jueces el
poder de vetar lo que el pueblo o sus representantes han acordado acerca de la democracia.

Una vez garantizado que no hay nada ilógico en asignar las disputas sobre los derechos
asociados a la democracia a un procedimiento mayoritario, W se pregunta ¿Qué es lo que
nos garantiza tales derechos? ¿Las conclusiones a las que hemos llegado están al alcance de
nuestra mano? La respuesta mas directa es: “si, todo esta al alcance de nuestra mano en una
democracia, incluyendo los derechos asociados a la democracia misma” o bien, todo lo que es
objeto de desacuerdo esta al alcance nuestra mano, ya que afirmar lo contrario, seria
imaginarnos a nosotros mismos como una comunidad en oposición a tomar parte en tal
desacuerdo pero sin que lo parezca.

El pánico acerca de que todo este a nuestro alcance, es un pánico hacia el autogobierno en
el ámbito de lo político. Nos queremos gobernar políticamente a nosotros mismos, per sabemos
que estamos en desacuerdo sobre los principios por los que debería guiarse dicho gobierno. Por
lo tanto, cada uno de nosotros debe encarar la perspectiva de que los valores que él se toma en
serio, las prioridades y principios que él tiene, pueden no ser los valores, prioridades y
principios sostenidos por el votante en la cabina electoral contigua.
El respeto por las opiniones de los demás significa que no hay nadie que tenga por si solo el
control sobre los resultados políticos que su conciencia o sus propios principios parecen
dictarle. Este es sencillamente un precio que hay que pagar.

La frase “al alcance”, puede connotar una apropiación egoísta que alimenta el interés mas que
el desacuerdo. Es así que cualquier individuo razonable se alarmaría por las perspectivas para
los derechos en una sociedad el la que todo ciudadano intenta alcanzar todo lo que puede, ya
que en esa situación los derechos estarían en peligro. Pero la argumentación de W ha procedido
bajo la premisa de que la política democrática no es necesariamente así, ya que sostiene que no
es necesario invocar el autointerés para explicar el desacuerdo sobre derechos.
Por supuesto que puedo estar equivocado dice W, tal vez la política es solo un conflicto de
intereses. Pero si esto es así, deberíamos reconocer que la reputación del mayoritarismo popular
estaría en peligro.

No obstante, W insiste en que la alternativa a un modelo de la política basado en el autointerés


no es un escenario en el que los individuos convergen en un único conjunto de principios que
resultan en la verdad sobre la justicia, los derechos y el bien común. Esta no seria una
alternativa creíble, ya que la alternativa apropiada al modelo del autointerés es un modelo de la
discrepancia de opiniones motivadas en sus desacuerdos no por lo que pueden sacar de ahí, sino
por un deseo de alcanzar lo correcto. Si tomamos éste como nuestro modelo alternativo,
podemos sentirnos mas inclinados a reconocer que la política del mundo real no esta
necesariamente guiada por el autointerés, que si pensamos que la única alternativa al modelo del
autointerés es la de tener nobles ciudadanos que converjan en la verdad.
De esta manera, W intenta mostrar que se puede construir una teoría de la política para el
modelo para el modelo del desacuerdo de opiniones, es decir, una teoría de los procedimientos
de decisiones legítimos que funciona bajo la presunción de que la gente realmente se preocupa
por la justicia y los derechos pueden, de todas maneras, discrepar acerca de lo que estos
implican.

En otro sentido, la frase “al alcance de nuestra mano” significa que, que un determinado
derecho este el alcance de la política mayoritaria quiere decir que es respetado hoy, abolido
mañana y restituido en una forma enmendada el lunes por la mañana. Esto es así porque uno de
los rasgos mas característicos de la política democrática es su inconstancia, por lo cual, hay
muchas formas distintas en las que una constitución democrática pueda mitigar esta
inconstancia, así por ejemplo se pueden establecer mecanismos de dilación como lo es hacer
que el proceso legislativo sea mas complejo y laborioso.

Tener todo al alcance la mano significa entonces que, el pueblo por su derecho a participar
puede tratar sobre cualquier tema que afecte a la democracia, para lo cual se adoptan
procedimientos de toma de decisiones, pero ante cualquier desacuerdo de creencias nadie tiene
el control de los resultados políticos, es decir que el resultado es incierto ya que es producto de
la deliberación y decisión mayoritaria.

DESACUERDOS SOBRE los LÍMITES


Sabemos que si confiamos la protección de los derechos al pueblo, se les confiara a los
ciudadanos que discrepan acerca de que es lo que implican tales derechos. Es tentador inferir
del hecho de dicho desacuerdo y de los procesos (como el voto) que serán necesarios para
resolverlo que este tipo de protección en política equivale a dejarlos desprotegidos.
Por lo tanto, no podemos sostener que los derechos no están siendo tomados en serio en un
sistema político simplemente por el hecho de que el sistema permite el voto mayoritario para
zanjar los desacuerdos sobre los derechos que debemos tener. Al contrario, una cultura política
puede ser una cultura de los derechos, una cultura en la que los derechos se toman con la
máxima seriedad, aun cuando al mismo tiempo sea una cultura del desacuerdo, una cultura que
entiende que al fin y al cabo lo único que podemos hacer respecto al mismo es contar los sies y
los noes.
La idea de los derechos es que hay límites a lo que podemos hacer o pedir a los demás en
virtud del bien común. Una cultura política en la que los ciudadanos y los legisladores
comparten esta idea pero discrepan sobre cuales son los límites es bastante diferente que una
cultura política no contaminada por la idea de los limites, y me parece que valoramos muy poco
nuestro pensamiento constitucional si decimos que el hechos del desacuerdo equivale por
completo de la idea de los derechos o de los limites.

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