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RIESGOS AMBIENTALES
(Contratos creadores de riesgos y principio de precaución)
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no. En su artículo 12, inciso a, establece que “si así fuere solicitado, la Ar-
gentina asegurará que dicho combustible sea procesado o acondicionado me-
diante arreglos apropiados a fin de hacerlo apto para su disposición en Aus-
tralia...”
La ratificación del acuerdo por el Congreso argentino dio lugar a un im-
portante debate en la opinión pública, del cual se hicieron eco los medios de
comunicación y en el que participaron las organizaciones ambientalistas opo-
niéndose a su suscripción.
La sentencia judicial que comento, “Schroder, Juan c/INVAP SE y EN
s/Amparo” (LexisNexis Nº 35004321), de la Cámara Federal de Apelaciones
de Bahía Blanca, 19-10-2006, hizo lugar a una acción de amparo colectivo
(art. 43 de la Const. Nac.) en la cual un vecino de la Provincia de Buenos
Aires solicitó se declare la nulidad de la cláusula del contrato INVAP-ANSTO,
de modo que no se permita el ingreso de los combustibles usados del reactor
nuclear vendido a Australia por dicha empresa al país1. Se recuerda en la
sentencia que: “el objeto del amparo es obtener la nulidad de la cláusula
contractual que prevé, como posible alternativa, el ingreso al país de com-
bustibles gastados del reactor nuclear a instalarse en Australia”.
1 En realidad el planteo judicial de amparo dio lugar a una primera decisión de 25-11-2004
(LexisNexis Nº 70017975), CFed. de Bahía Blanca, sala II, “Shroder, Juan...”, que resolvió una
excepción de falta de legitimación activa, que cuestionaba la legitimación del Sr. Schroder, un
vecino de la Provincia de Buenos Aires, y del Ministerio Público Fiscal Federal, para interponer
el amparo del art. 43 de la Const. Nac. En efecto: “3) El juez de intervención decide hacer
lugar a la excepción de falta de legitimación en el actor, como así del Sr. fiscal federal, sin
revocar, ni recordar, con respecto a éste aquella decisión de fs. 44, que la admitía, sin entrar,
obviamente, al análisis del fondo del tema (fs. 427/429)”.
La Cámara de Apelaciones rechaza dicha excepción. Se resolvió en el fallo mencionado:
“En consecuencia, en mi opinión, el actor en su denunciada calidad de habitante de esta provincia,
se encuentra legitimado para reclamar, más allá de lo que en definitiva se decida, al INVAP y
al Estado nacional, que se adopten las medidas que impidan el ingreso al país de los combustibles
gastados que provengan del reactor nuclear que se instalaría en Australia (demanda de fs. 39/42).
”6) En igual sentido entiendo que el Ministerio Público Fiscal se encuentra habilitado pro-
cesalmente para ser parte en estas actuaciones, como en principio y correctamente, lo tuvo el
a quo a fs. 45.
”Su legitimación emerge con toda claridad de los arts. 41, 43 y 120 de la Const. Nac.
”Este último dice categóricamente que el Ministerio Público ‘tiene por función promover
la actuación de la justicia en defensa [...] de los intereses generales de la sociedad...’, y no creo
que se pueda poner en tela de juicio que la custodia del medio ambiente queda aprehendida en
este enunciado-deber.
”Y también como habitante del lugar que se quiere preservar, pues así se lo exigen los arts.
41 y 43 de nuestra Carta Magna.
”Por eso y con base en lo expuesto propugno se revoque la resolución apelada de fs. 427/429
y se tengan por legitimados para obrar al actor y al Sr. agente fiscal, devolviéndose estas ac-
tuaciones al juzgado de origen para continuar su trámite. Lo que así voto”.
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constituyen locaciones de obra en las que el opus técnico final es una deter-
minada construcción social, conocida con el nombre de tecnología.
El contrato con Australia es un contrato que encierra dos locaciones de
obra estrechamente vinculadas o, si se quiere, una obra compleja que encierra
dos aspectos.
En efecto, en el contrato con Australia las “obras” consisten en:
a) La construcción del reactor nuclear, y
b) el eventual reciclaje del combustible usado.
Se dice al respecto en el fallo: “en el pliego de bases y condiciones de
la licitación internacional –denominado ‘Principal’s Projects Requirements’–
que a la postre dio origen al contrato mencionado, se prevé que el contratista
debía demostrar tener una estrategia para la disposición viable del combustible
gastado que no incluyera su disposición directa, reprocesamiento o almace-
namiento indefinido en Australia” (del voto del Dr. Planes).
El nivel de especialidad y complejidad de la tecnología que se transfiere
por el contrato proporciona a esta locación de obra también una extrema
complejidad, todo lo cual hace que el sistema jurídico tenga una gran dificultad
para internalizar y regular esa porción de realidad social creada por el contrato.
En otro plano, pone en cuestión la relación entre Derecho y ciencia, como
muestro en el punto que sigue.
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3 Esta situación ha sido puesta de manifiesto por Ulrich Beck; también José Esteve Pardo
lo advierte: “Lo que ocurre es que también estas normas reglamentarias se ven frecuentemente
rebasadas por la casuística y singularidad de la técnica, por lo que esa frontera entre lo admisible
y rechazable –sobre todo respecto de los riesgos, como enseguida veremos– se busca extramuros
del ordenamiento jurídico: en lo que determina la comunidad científica y técnica. Esa búsqueda
se canaliza en muchos casos a través de la llamada cláusula técnica: con la remisión al estado
de la técnica, a la mejor tecnología disponible u otras fórmulas similares que son expresión
rendida de la incapacidad del ordenamiento para seguir el ritmo trepidante del desarrollo tec-
nológico y su inabarcable complejidad. En estas situaciones en que las normas jurídicas se ven
rebasadas, otro tipo de normas, las normas técnicas, se presentan dispuestas a asumir un nuevo
y creciente protagonismo en torno al cual no dejan de plantearse problemas de gran calado”
(Técnica, riesgo y Derecho, Ariel Derecho, 1999:20).
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4 Me parece oportuna una aclaración: aquí, pese a que se dice que se reclama la nulidad
de la cláusula del contrato, lo que se persigue es una medida de tutela inhibitoria fundamental
que preventivamente impida el ingreso al país de los combustibles usados por el reactor vendido
a Australia, lo que ocurre es que es necesario evaluar si ese tramo del objeto contractual viola
la Const. Nac. –y en consecuencia es nulo– para dictar la medida de tutela inhibitoria.
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para obtener la prevención del daño, y aquí se sienta la regla de que la acción
de amparo es el ámbito adecuado no sólo para la prevención sino para la
precaución.
Sin embargo hay que recordar que la acción de amparo posee grandes
limitaciones institucionales para desarrollar aspectos probatorios y que los
escritos principales del proceso por lo general son los que contienen la totalidad
de las pruebas, mientras que el principio de precaución es un principio que
requiere, para su aplicación, una gran profundidad en la indagación científica;
no obstante, esto no significa que no se pueda aplicar en estos contextos el
principio de precaución, sino que el procedimiento necesita ser ajustado para
permitirlo.
En realidad lo que parece ocurrir es que en el Derecho y en este proceso
no se pudo establecer con precisión si se trataba de un riesgo cierto o incierto
–lo que constituye el valladar entre el principio de precaución y el principio
de prevención–: “Es claro, entonces, que la introducción en el territorio de
combustible quemado, de los que derivan tanto los residuos y/o desechos
radiactivos, encuentra su valla en la prohibición constitucional.
”Es cierto que la ley 25.279 (10) –Convención Conjunta sobre la Seguridad
en la Gestión de Combustible Gastado y sobre la Seguridad en la Gestión
de Desechos Radiactivos, adoptada en Viena el 5-9-97–, establece la diferencia
entre el combustible gastado y el residuo y/o desecho radiactivo, no es menos
cierto que están ligados íntimamente, es decir, existe una causa a efecto in-
disoluble, siendo discutida si los primeros están incluidos en la prohibición,
pero como lo he puntualizado, con anterioridad, la falta de certeza científica
absoluta no deberá utilizarse como razón para no adoptar las medidas de
protección del medio ambiente amenazado” (del voto del Dr. Cotter).
Aquí el tribunal admite la incerteza; digo que “admite la incerteza” pues
antes, al analizar la cuestión dogmática acerca de la hermenéutica del artículo
41 in fine de la Constitución Nacional, en particular la frase “ingreso al te-
rritorio nacional” y la idea de “residuo radiactivo”, el tribunal se inclina por
la postura amplia, lo cual parecería que contradice la idea de incerteza, aunque
ya expliqué que esto no es así, pues la hermenéutica de la norma es una
tarea jurídica y no científica, no obstante que para realizarla se empleen fuentes
expertas en una determinada rama del conocimiento.
En otros términos, para hacer lugar o no al planteo de amparo es necesario
establecer dogmáticamente los alcances del artículo 41, específicamente qué
se entiende por “ingreso al territorio nacional”, y en el plano de la aplica-
ción del principio de precaución, si existe o no incerteza científica acerca del
riesgo.
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6 Se podrían ensayar tres respuestas posibles: a) es el riesgo que provocan los residuos
radioactivos; b) es introducir en el país residuos radioactivos provenientes de otros países; c)
es que INVAP finalmente sea requerida para procesar el combustible usado proveniente del
reactor que fuera construido en Australia.
7 Entre ser prudentes y estar informados (Sobre la diferente racionalidad del deber de
información y el principio precautorio), en Revista de Derecho Privado y Comunitario, Rubin-
zal-Culzoni, Santa Fe, Nº 2007-1, ps. 369-404.
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8 Por un lado la ley 25.018, la postura amplia, que señala que los combustibles usados
generan una parte de material que se rescata y residuos radioactivos. Por otro, la ley 25.279,
que diferencia la gestión de los combustibles usados de la de los residuos radioactivos.
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9 “Si la urgencia de una situación lo exige, el principio de precaución postula adoptar las
medidas antes mismo de que una evaluación de riesgos sea realizada, y de acompañar expertises
de manera de confirmar o no la necesidad de mantenerlas. Pero como tiene vocación de aplicarse
aun en contextos de incertidumbre y en los que existe el camino de la evaluación, los conocimientos
pueden ser lagunosos y controvertidos, él se aleja más que nunca de la idea según la cual las
decisiones pueden ser dictadas mecánicamente. También conduce a reinstaurar la elección política
y, entonces, a confortar la autonomía de las autoridades de decisión” (Noiville, Christine, 2003:77).
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