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Los poemas, las clases de historia, escuchar música e ir al colegio eran las pocas cosas que llegaban

hacer sentir algo a Cecilia, a la cual, a su corta edad de 13 años, cada vez esa pequeñísima lista de
cosas que la hacían sentir en la tierra, se iba acortando poco a poco. Simplemente no se podía
sentir cómoda en esta tierra ajena para ella, cada vez sentía como su alma se iba alejando de ella
al punto de, a veces, no sentir nada y eso lo detestaba tanto como ella lo hacía a sí misma.

A pesar de todo, disfrutaba esos pequeños momentos, no había otra clase donde Cecilia
participara más que en historia, podría escuchar música todo el día y a pesar de quemarse la
cabeza pensándolos y que no rimaran para nada, componía sus propios poemas.

Me gustaría comprender lo que recorre a mi ser

Pero en realidad

No tengo nada en mi bruma soledad y complejidad

Día tras día sigo sintiéndome vacía y sin encontrar razón ni ayuda

Nadie me puede liberar ni curar

De este mal que tanto me atormentará

A pesar que le guste ir al colegio, esta sensación inefable para ella, le quita el deseo de asistir los 5
días los cuales se tiene que presentar en el establecimiento. No puede sentirse bien ahí por culpa
de sus pensamientos asfixiantes, de todas las horas en las que está ahí, muy pocas de verdad las
disfruta, siendo que antes apreciaba cada segundo. Cuando los pensamientos la superaban, ella se
escapaba de clases con la excusa de tener dolor de estómago, así, ella se dirige a la enfermería
para poder refrescar su mente y corazón hablando con la tía Andrea, la cual la escuchaba y
aconsejaba mientras le ofrecía un té de manzanilla para el supuesto dolor.

La verdad, es que le gusta ir al colegio porque le gusta hablar más que por otra cosa, es normal en
el ser humano, pero ama reírse y el colegio parecía ser el único lugar donde lo hace, ahí están
todos sus amigos y por eso mismo, se ve obligada a verlos cuando se pelean con ella, la mayoría de
veces pueden hablar de sus problemas, arreglarlos y volver a hablar como antes, pero
recientemente pasó lo contrario. Su amigo Andrés, ella lo quería mucho y amaba pasar tiempo con
él, pero él se enojó con ella porque se sentía traicionado por ella ya que se empezó a juntar más
con otro amigo que con él, lo que más desea Cecilia, es poder volver a hablar con Andrés, pero
este se cierra totalmente hacia ella e incluso se alegra cuando Cecilia se encuentra solitaria,
rompiéndole cualquier esperanza de poder hablar con él.

Cecilia se enamoró de un amigo y compañero suyo, Simón, y no pudo haberse sentido peor todo el
tiempo en que estuvo enamorada de él, por suerte ya no le gusta, pero los recuerdos de todos
esos momentos la atormentan. Que él fingiera que estaba interesado en ella, cuando en realidad
le gustaba una amiga de Cecilia, casi le costó a Simón la amistad con la chica que le gustaba, con el
círculo de amigos de las dos, la amistad y vida de Cecilia, aunque suene exagerado, todos esos
momentos la hicieron sentir horrible y fue peor cuando se enteró de todo, fue de las primeras
veces que las amigas de Cecilia la vieron en un estado deplorable y la primera vez que la vieron
llorar por su culpa, luego se hicieron infinitas las veces que lloró por lo mismo, al punto que lo hizo
al frente de su mamá.

Cecilia a pesar de a veces no querer más, también quiere pasar tiempo con la gente que quiere,
dormir con su gata, escuchar música, porque a pesar de casi siempre enfocarse en lo malo,
también le tiene un espacio a los momentos bonitos en su corazón.

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