Está en la página 1de 4

Cuando era niña, decía que iba a amar intensamente cada día de mi vida, esto se debía a que

creía fervientemente en que me esperaban un montón de aventuras felices, pronto supe que
no era así. La muerte no perdona a nadie, ni siquiera a esa niña feliz que comenzaba a
querer descubrir el mundo, pronto el beso cruel de la muerte se llevó a mi compañero de
aventuras.

Al crecer, decidida a evitar el sufrimiento nuevamente cerré mi mente a cualquier


sentimiento que pudiera desestabilizarme, pero nuevamente fallé. Tenia 12 años cuando
una niña pálida pasó frente a mis ojos mirándome con curiosidad y miedo, en ese momento
sentí que debía cuidarla pero en cuanto me acerqué se fue. Recuerdo haberla visto a mis 13
años mientras iba por una nieve de la mano de mis hermanos menores y mis padres,
recuerdo haberla saludado un día en el kiosco pero ella sólo me miraba en silencio y jamás
me respondía nada. Cuando estaba a punto de acercarme e intentar hablar con ella siempre
se iba, pero la última vez sonrió…

Posteriormente ese recuerdo murió en mi mente y se quedó perdido en el infinito oscuro de


mis memorias hasta que un día, cuando tenia 15 años empecé a querer hacer amigos, me
encantaba tocar la guitarra porque era algo que hacía mi grupo favorito y porque la música
se convirtió en un lugar seguro después de soportar tantas burlas y golpes en la secundaria,
cuando cambié de ambiente, cuando conocí la libertad de la “época preparatoriana” pude
saborear mi primera liberación.

Solté los moños, la ropa blanca, las blusas de holanes que le gustaban a mi mamá y decidí
probar cosas nuevas, conocí más personas que me llamaban la atención, quise verme como
ellas, quise ser los músicos que escuchaba y veía en videos a pesar de estar del otro lado del
mundo, quería hacer música también así que los amigos que tenía me ayudaban con eso.
Inocentemente cultive el deseo de tener una banda como las personas que admiraba, todo
parecía fácil, todo era sencillo, esos ojos que se posaron en mí un día mientras yo hacia
berrinche por que mi guitarra se había roto un poquito, era el tesoro de mi papá y me sentía
tonta por haber sido descuidada. Casi olvido esos ojos, la forma en que torpemente me
levanté y dejé que me ayudara, ahí bajé el escudo un poco pero no fue en vano, él se
encargó de arreglarla y me enseñó una canción, me emocioné, quería aprender más…
quería aprenderlo todo y traté por todos los medios regresar a ese lugar cada que pudiese
para que me enseñara.

Cuando menos me di cuenta, tenía 3 amigos con los que hacía música y nuevamente una
niña pálida apareció frente a mí observándonos tocar y cantar como tontos niños ilusos
amantes de la música sólo que esta vez, corrí hacia ella. Recibí un golpe, sin darme cuenta
invadí su espacio personal y me disculpe porque ella no soportaba ser tocada, traté de
animarla a acercarse a los demás y le prometí que nadie iba a dañarla. El sol que cayo sobre
mí después de ella fue abrasador, una persona bastó para llenar mi mundo de risas, de
pasión por perseguir los sueños, de querer lograrlo todo.

Esa niña, enamorada de la música de igual manera tenía sus propios sueños, uno que veía
difícil de cumplir porque si vida no era tan bonita, había perdido un padre que dejó
demasiadas deudas, había perdido su casa, tenia una madre enferma y un hermano que
cuidar pero aun así en su mirada había fuego, fuego por tomar su vida y jugársela por todo,
ese fuego no quemaba, se esparcía mi misma y nos impulsaba a todos como amigos a
seguir.

Cuando tenia 17 años, éramos un grupo que daba pequeños shows pero felices, cada
canción hecha, cada cover realizado, el amor a una banda nos unía fuertemente y parecía
que la vida sonreía sin ocultar nada, esa niña que durante mucho tiempo se quedo en mi
memoria tomó mi corazón y se busco un huequito para llenarlo, jamás me sentí tan
completa, tan valorada, muchas veces reproché a la vida no haber tenido hermanas y de
repente ahí estaba una, cuando perdió a su mamá estuve a su lado, cuando enfrentó el
proceso de la custodia de su hermano luchamos hasta conseguirlo, como admiraba el fuego
que seguía latente en su tenacidad, cada cosa que hacía, cada meta que alcanzaba me
llenaba a mi también porque amaba verla brillar, porque sentía que ella merecía una vida
feliz.

Sutilmente las ocupaciones de cada uno fue fragmentando la banda que creamos con amor,
hasta que un día entre miles de cosas que pasaron, esos ojos que me entregaron su amor
infinito se apagaron para siempre, el vacío que quería evitar sentir me golpeó con la fuerza
de un torbellino gigante, el fuego de la desolación me quemó en carne viva y mi corazón se
partió en tantos pedazos que no se podía juntar con las manos porque eran casi polvo, ese
fue el final de nuestra banda, sin él guiándonos, sin él componiendo, sin él prendiendo en
mi los deseos de cantar no había nada más que hacer. Dejé mi cuerpo morir lentamente y
mi alma hundirse, cuanto más deseaba dejar esta vida más cerca lo sentía a él de mí
tocando mi rostro nuevamente pero ella no me dejó, el fuego que la impulsaba me tomo y
me quemo pero de forma diferente a como hacia mi propio fuego, puso unas brasas cálidas
en mi pecho y fundió mi corazón, me quito un pie del vacío, un navaja de mis manos, me
arrancó el dolor con cada sonrisa, me hizo creer que valía la pena seguir, que aun había
música que aprender y escuchar, ella la hizo para mí. Nunca vi a nadie tocar el violín con
tanto amor y tanta pasión como ella, parecía un solo ser con el instrumento, parecía que se
elevaba entre todos para demostrar de lo que era capaz y fue por eso por lo que quería que
llegara más lejos de lo que era posible.

Nunca me lo dijo pero yo noté como le costó varias veces bajar su propio escucho y vencer
el miedo para darme un abrazo, para tomar mis manos, también admiré como volvió a
vencerlo para amar a quien su corazón escogió y cuando decidió unir su vida a esa persona,
disfrute cada momento que me dejó compartir nuevamente con ella y eso me impulsó aún a
alentar su camino artístico. Oh querido sol de mi vida, cada locura que hice y cada risa,
susto, chiste, lágrima que compartí contigo fue maravilloso, fui feliz de saberte del otro
lado del mundo haciendo música como te apasionaba, fui feliz de saber que compartías la
vida con un esposo que te adoraba desde que éramos unos niños jugando a tener una banda,
fui feliz cuando lograste consumar una familia con él y la forma en que me contabas cada
trabajo, tu graduación. Querido sol… supe que estabas tranquila cuando volví a cantar
después de años, cuando volví a sentir, cuando volví a amar…

Sé que tu cuidado receloso era porque te estabas asegurando de que no me dejaría vencer…
sé que tus manos apretaron las mías cuando podíamos vernos porque nuestros corazones
eran compañeros, la hermana que necesitamos cada una, el fuego brillante y cálido que
fundió mi corazón para que encontrara mi propio camino…

Cuando estaba en mis 28 años, la muerte se deslizó sigilosamente entre la ventana y asestó
el golpe final.

Querido sol, tú no debías apagarte jamás… querido sol… tú eras parte de mi motor y una
vez más, la muerte se llevo de mis manos algo que amaba… te llevo a ti.
No estoy sola lo sé, ahora no me siento una estrella vagabunda, encontré una galaxia que
me gustó, una donde puedo ser yo misma y no me juzgan, comparto una vida con muchas
estrellas más, aun conservo una barrera pero más transparente, porque gracias a tu fuego
pude compartirla calidez con otras personas que me comparten su cariño y aun así de
repente es difícil… siento la llama que sembraste en mí a veces quiere rendirse. Querido
sol, hermana, mi pedazo de alma, mi compañera de felicidad e infortunio… donde quiera
que estés, si lo ves a él dile que trate de ser fuerte, dile que aun lucho, escúchame a mí, a
esta estrella que trata de obtener su propio fuego y luz, escucha mi voz y dame fuerza cada
día para no perderme en los campos de mi mente, te prometo ser fuerte, te prometo dar lo
mejor de mí.

También podría gustarte